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martes, 4 de mayo de 2021

_- La BBC destaca lo que España ha mostrado al mundo con el coronavirus

_- La BBC británica ha dedicado en su versión en castellano un extenso reportaje a analizar el comportamiento del coronavirus en España y ha llegado a una conclusión clara a la que hace referencia en el propio titular: el ejemplo de este país muestra que el mundo necesitará nuevas cuarentenas.

En el artículo se subraya que uno de los principales desafíos científicos es descubrir qué tamaño tiene realmente la pandemia y asegura que España está haciendo “uno de los esfuerzos más robustos” para encontrar respuestas.

En este sentido, la BBC hace referencia al estudio de seroprevalencia del Ministerio, que muestra que únicamente un 5% de la población ha estado en contacto con la enfermedad.

Con esos datos, BBC Brasil ha contactado con diferentes expertos que han advertido de que las próximas oleadas de contagios y los nuevos periodos de cuarentena van a ser inevitables.

En el texto se destaca que, con un porcentaje tan pequeño de afectados, España vivió un auténtico caos en el que vio a su sistema de salud entrar en colapso, por lo que tuvo que adoptar uno de los confinamientos “más rígidos del mundo para contener la propagación del virus”.

“Teniendo en cuenta grandes poblaciones, como los casi 50 millones de habitantes en España, sin ninguna medida para contener el virus el número de infecciones aumenta mucho, y el 1% de las muertes significaría la muerte de mucha gente ”, asegura a la BBC Ana Freitas Ribeiro, del servicio de epidemiología del Instituto de Infectología Emílio Ribas, en Sao Paulo, Brasil.

El Pais.

viernes, 11 de diciembre de 2020

Con la muerte en los talones

Es probable que el título lleve directamente al lector a pensar en la famosa película de Alfred Hitchcok, filmada en 1959 y protagonizada por Cary Grant, Eva Mary Saint y James Mason. Nada tiene que ver con ella. Entre otras cosas porque el título original inglés de la película es North by Northwest. He utilizado la expresión del título para hablar de esa inquietante sensación que hoy tenemos de que la muerte nos persigue allá donde vayamos. Y por eso huimos de ella con escasa movilidad, mascarillas, distancias, lavado de manos y precauciones diversas. La muerte nos acecha en cada esquina y desde todas las instancias se nos advierte del peligro. No solo como amenazados de contagio sino como trasmisores del virus.

Pocos temas hay tan inquietantes como el de la muerte. La muerte propia, la de los seres queridos y la de los seres humanos en general.

Estamos viviendo una crisis en la que, cada día, por no decir cada hora o cada minuto, se nos ofrecen estadísticas de los muertos que ha causado la covid-19. Hoy han fallecido tantas personas en Estados Unidos, en Italia, en Alemania, en España, en tu comunidad, en tu ciudad o en tu barrio… Los números esconden los rostros de las personas. Las estadísticas ocultan el dolor de la familia y la angustia de quienes se han ido para siempre. Se dice cuántos enfermos hay en la UCI pero nada del temor que tienen a no salir nunca de allí. Y nos vamos acostumbrando a esa cantinela del número de fallecidos. Los muertos nos duelen en la medida que van siendo más cercanos a nuestra vida. El número de muertos nos aflige, pero nos hace llorar la proximidad emocional del fallecido. Es decir, la muerte de un familiar, de un amigo, de un conocido.

Lo cierto es que no hay día en que no aparezcan en los telediarios, en los informativos de la radio o en las primeras páginas de la prensa, noticas sobre los que se han ido para siempre, sobre aquellos a quienes les da igual ya lo que suceda con las vacunas (no recuerdo en qué país se dice “no aparece por ninguna parte”, para comunicar que alguien ha muerto). Ni una palabra sobre el miedo, el dolor o la soledad del que se va o de los que se quedan. Los sentimientos, como decía, se desvanecen entre las graficas, los números y las imágenes.

Todo lo que nos rodea hace que sintamos la muerte en los talones. Podemos ser nosotros los contagiados, los amenazados, los señalados por el destino. ¿Hay alguien que pueda decir con plena seguridad que a él no le va a tocar? ¡Qué decir de los temores de los hipocondríacos en estos tiempos de asedio viral! ¡Qué pensar del miedo de las personas con muchos años y muchos achaques!

A medida que van pasando los días, la muerte se nos acerca con mayor fuerza, con más notoria intensidad. Quien más quien menos tiene personas cercanas que han sido ya tocadas con la vara maldita del contagio. Algunas se han ido para siempre, otras han quedado con secuelas irreversibles y otras han salido tan fácilmente del riesgo de la muerte que casi parece un milagro.

Es tremenda la sensación de incertidumbre, de desconcierto, de inseguridad, de ignorancia, de impotencia. Uno se contagia y muere, otro se contagia y está curado a los diez días, otro se contagia y queda con graves secuelas, otro pasa la enfermedad sin saberlo, otro, después de haberla pasado, se vuelve a contagiar. Parece una macaba lotería.

Acabo de recibir dos testimonios que quiero compartir con quien me lee. Uno procede de Argentina y otro de España. Y los he elegido para hacer ver que el problema es planetario pero, a la vez, muy cercano a cada uno de nosotros. Y para tocar el dolor y la angustia con las manos. Cuanto más tiempo pasa, es más probable que conozcamos personas de nuestro entorno que han sufrido las consecuencias de la enfermedad, algunas veces fatales.

Me dice una amiga argentina: “El virus me atacó las vías respiratorias, me faltaba el aire por momentos, baja cantidad de oxígeno en sangre, llegué a tener neumopatía, no neumonía. Igualmente el pulmón está resentido, las cicatrices que van quedando, me explicó el médico, que con el correr de los meses, se van, el cuerpo las absorbe. Fue muy duro, tampoco podía hablar, no me salía la voz y muchísimo dolor de garganta, muy muy fuerte. Estuve, en consecuencia, 15 días sin comer. Pero para mi desgracia no bajé ni un kilo, que necesito bajar como 8. También te cuento que es una enfermedad que te va destruyendo emocionalmente, porque no sabés qué va a pasar, si a la mañana vas a estar vivo o no. Cara a cara con la angustia y el fantasma de la muerte. Es tremenda esa sensación. Estaba medicada con corticoides y antibióticos, primero inyectable y luego en comprimidos. Al día siguiente del alta, estaba bien, con hambre, normal, entre comillas. De esto hace casi un mes, todavía me quedó un poquito de tos y la voz, como que no es la mía. Pero con mucha fe en Dios. bien. Y esto de estar al lado de la muerte, me hizo cambiar mi mirada de la vida, la vida es ese instante, y re aprender muchas cosas, valorar más lo que tengo, priorizarme en algunas situaciones, comprendí y viví al límite la finitud de la vida. Empecé a cambiar cosas de mi casa, a comprar cosas nuevas y tirar lo viejo. Necesito sentirme viva. Y obvio que me quedó mucho miedo…”.

¿Cómo no sentir el dolor y la angustia de quien ve pasar tan cerca a la muerte? ¿Cómo no pensar que estamos también amenazados?

Entresaco, del mensaje de otra amiga, esta española, las siguientes palabras de un correo que, amablemente, me ha enviado: “La misma noche que mi padre falleció, le dieron los resultados oficiales a mi hermano y también salió positivo. Mi madre pensó morir… no quería que nos contagiáramos y nos pidió que nos fuéramos todos sumidos en la soledad más profunda en medio de un gran caos. Mi madre estaba sin síntomas, pero decidimos llevarla al hospital y cuál fue nuestra sorpresa que tenía ya afectado los dos pulmones, tenía ya neumonía. Sin poder despedir a mi padre y con la nueva situación, un miedo me inundó y mi cabeza se bloqueó, tarde muchas horas en poder articular palabra. Me hicieron pruebas y yo salí negativo…hubo momentos en que deseé ser positivo para poder abrazar a mi madre con naturalidad, para limpiar sus lágrimas, para no separarme de ella, pero el miedo me decía que el poder tenerlo podría implicar no ver a mis hijas nunca más. Un cúmulo de emociones desagradables: miedo, tristeza…”.

¿Cómo no sentir el dolor y la angustia de este relato, de estas vivencias? ¿Cómo no sentir el miedo ante la presencia asfixiante y persistente del peligro?

La muerte es algo excesivo. Está ahí, detrás de la puerta, detrás de la esquina, detrás de esa mano que se nos tiende, escondida en ese furtivo abrazo que se nos da… Y acaso nosotros la llevamos escondida en el aire que expulsamos. “Cuerdo es solamente el que vive cada día como quien cada día y cada hora puede morir”, decía Quevedo.

Acabo de leer el libro de Héctor Abad de Faciolince titulado “El olvido que seremos”. Un hermoso libro que trata de honrar la vida y la muerte del padre del autor.

En la página 273 dice: “Sabemos que vamos a morir, simplemente por el hecho de que estamos vivos. Sabemos el qué (que nos moriremos) pero no el cuándo, ni el cómo, ni el dónde. Y aunque ese desenlace es seguro, ineluctable, cuando esto que pasa le ocurre a otro, nos gusta averiguar el instante y contar con pormenores el cómo, y conocer los detalles del dónde y conjeturar el porqué”.

Tres breves conclusiones. En estos momentos (y siempre), tenemos que acudir a la pedagogía de la muerte. Decía Montaigne: ”El que enseñase a los hombres a morir, les enseñaría a vivir”. En un reciente e inquietante libro titulado “La sombra negra del lobo blanco” dice José Luis González-Geraldo: “Hablar de la muerte sin tapujos ni supersticiones absurdas e incluso más allá de cualquier religión puede ser vital para comprender la vida. Para aprender a vivir, hemos de aprender primero a morir”. Recordemos el texto de aquel famoso grafiti: “Hay vida antesde la muerte”.

La segunda se refiere al deber que todos tenemos de velar por la vida de todos y de cada uno de nuestros semejantes mediante el cumplimiento estricto de las prescripciones que la salvaguardan.

La tercera tiene que ver con la educación sentimental. Tenemos que aprender a sentir, a expresar y a compartir nuestras emociones: el miedo, la angustia, la tristeza, el dolor, la rabia… Y también la esperanza, la confianza, la alegría y el amor.

Fuente:
El Adarve.

martes, 1 de septiembre de 2020

Coronavirus: Mariana Mazzucato, la economista que no quiere que volvamos a la normalidad y cree que se puede hacer un capitalismo diferente. Margarita Rodríguez. BBC News Mundo..

Mariana Mazzucato
MARIANA MAZZUCATO/S ROBINSON Image caption

La profesora Mazzucato irrumpió en el debate económico mundial como una voz fresca, clara y rigurosa, revelando el papel del Estado no como un simple corrector de las "fallas del mercado", sino como un poderoso creador de nuevos mercados.

Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva, Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe
Mariana Mazzucato es profesora de Economía de la Innovación y Valor Público del University College London (UCL).

Mariana Mazzucato es considerada una de las economistas más influyentes de los últimos años y hay algo que quiere ayudar a arreglar… la economía global.

"Admirada por Bill Gates, consultada por gobiernos, Mariana Mazzucato es la experta con la que otros discuten bajo su propio riesgo", escribió la periodista Helen Rumbelow en el diario británico The Times.

Su artículo de 2017 lo tituló: "No te metas con Mariana Mazzucato, la economista que más asusta del mundo": ("Don't mess with Mariana Mazzucato, the world's scariest economist").

Para Eshe Nelson, de la publicación especializada Quartz, la economista italoestadounidense no es que asuste, sino que "es franca y directa al servicio de una misión (…) que podría salvar al capitalismo de sí mismo".

The New York Times la definió como "la economista de izquierda con una nueva historia sobre el capitalismo", en el artículo de 2019: "Meet the Leftish Economist With a New Story About Capitalism".

En mayo de este año, la revista Forbes la incluyó en el reportaje: "5 economistas redefiniendo… todo. Oh sí y son mujeres" ("5 Economists Redefining… Everything. Oh Yes, And They're Women").

"Las empresas querían sacarse al Estado de encima cuando les iba bien, pero ahora corren a pedirle auxilio"

"Ella quiere hacer que la economía explícitamente le sirva a la gente, en lugar de que le explique su servidumbre", escribió la columnista Avivah Wittenberg-Cox.

El valor, el precio
Mariana Mazzucato es profesora de Economía de la Innovación y el Valor Público de la University College London (UCL), en donde también es la directora fundadora del Instituto para la Innovación y Propósito Público (IIPP, por sus siglas en inglés).

"Sobre el futuro económico es interesante la visión de la economista Mariana Mazzucato", escribió el Papa en marzo.

Es autora de los libros The Entrepreneurial State: debunking public vs. private sector myths (El Estado emprendedor. Mitos del sector público frente al privado) y The Value of Everything: making and taking in the global economy (El valor de las cosas: quién produce y quién gana en la economía global).

Esa obra de 2018 ha tenido un impacto incluso fuera de los círculos de los economistas.

"Sobre el futuro económico es interesante la visión de la economista Mariana Mazzucato, docente en el University College London ("Il valore di tutto"; "chi lo produce e chi lo sottrae nell' economía globale" La haya 2018). Creo que ayuda a pensar el futuro", escribió el papa Francisco, el 28 de marzo, en una carta que le dirigió a Roberto Andrés Gallardo, presidente del Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Humanos.

Mazzucato cree que el capitalismo se puede orientar hacia un futuro "innovador y sostenible que funcione para todos nosotros", señala la organización Ted, donde ha ofrecido tres charlas.

El hombre que predijo el fin del capitalismo y que es clave para entender la economía de hoy De hecho, considera que la crisis que ha desatado la pandemia de covid-19 es una oportunidad para "hacer un capitalismo diferente".

Lleva años hablando de la importancia de las inversiones del Estado en los procesos de innovación, pues uno de sus objetivos es desmontar el mito de que el Estado es un ente burocrático que simplemente inyecta lentitud.

Otro, es demostrar que en la economía "el valor no es solo el precio".

A continuación presentamos las respuestas de la profesora a las preguntas de BBC Mundo:

Usted ha dicho: "No podemos volver a la normalidad. Lo normal es lo que nos metió no solo en este caos, sino también en la crisis financiera y la crisis climática".

Esas palabras tienen un significado especial para América Latina, una región con un alto nivel de desigualdad y pobreza, que está luchando contra el cambio climático y con muchas de sus comunidades duramente golpeadas por la pandemia del coronavirus.

¿Cómo podemos evitar volver a la normalidad prepandemia? ¿Por qué la gente no debería querer volver a ella?

La crisis nos ha mostrado las deficiencias en las capacidades de los estados y también nos ha demostrado que la forma como hemos estado pensando en el rol del Estado en el último medio siglo ha sido completamente inapropiada.

Para Mazzucato es fundamental aprender de los errores cometidos tras la crisis financiera de 2008. Desde la década de 1980, se les ha dicho a los gobiernos que pasen a un segundo plano y que permitan que las empresas dirijan y creen riqueza y que intervengan sólo para solucionar los problemas cuando surjan.

El resultado es que los gobiernos no siempre están adecuadamente preparados y equipados para hacerle frente a crisis como la del covid-19 o la emergencia climática.

Al asumir que los gobiernos tienen que esperar hasta que se produzca un gran shock sistémico para tomar la decisión de actuar, se toman medidas en plena marcha que resultan insuficientes.

En ese proceso, las instituciones esenciales que brindan servicios y bienes públicos de una manera más amplia (como el Servicio Nacional de Salud en Reino Unido, donde se han producido recortes a la salud pública por un total de US1.000 millones desde 2015) quedan debilitadas.

"La alternativa para los próximos 20 años es una forma sostenible de capitalismo. Seguirá siendo capitalismo, pero no se verá como tal"

Las medidas de austeridad que se impusieron tras la crisis financiera de 2008 fueron lo opuesto a la inversión que se necesitaba para aumentar la capacidad del sector público y (así) prepararlo para el próximo shock del sistema.

En América Latina, es clave que la agenda se centre tanto en la creación de valor como en la redistribución de valor.

Diversos sectores económicos de América Latina han sufrido las consecuencias de las medidas de confinamiento para frenar la propagación del coronavirus.

Los altos niveles de desigualdad y pobreza significan que hay poblaciones vulnerables que tienen el potencial de enfrentar enormes dificultades económicas en el contexto de una crisis como la que estamos experimentando ahora.

Y para exacerbar aún más las cosas, las economías latinoamericanas se caracterizan por enormes sectores informales.

En todo el mundo, incluida América Latina, los estados que no están preparados destinan menos recursos para financiar los servicios públicos. Además, también tienen menos opciones para ayudar al sector informal (por ejemplo, si no presentas una declaración de impuestos no puedes acceder a fondos públicos), lo cual es desastroso para las poblaciones vulnerables.

"Esto se va a parecer mucho a una economía de guerra": la advertencia sobre cómo la crisis del coronavirus aumentará el desempleo y la pobreza en América Latina
Por lo tanto, los estados deben crear valor invirtiendo e innovando para encontrar nuevas formas de proporcionar servicios públicos a las poblaciones vulnerables en la economía informal.

Cuando los estados pasan a un segundo plano y no se preparan para las crisis (lo que ha sucedido en muchos países, no solo en América Latina), su capacidad para ofrecer servicios públicos se ve severamente entorpecida.

Para Mazzucato es clave repensar el rol de los gobiernos en las economías.
Pero estos servicios públicos deben ser parte de un sistema de innovación: las ciudades verdes y el crecimiento inclusivo requieren innovación social y tecnológica.

Las tendencias de desindustrialización en la región crean dificultades adicionales.

Los estados no tienen la capacidad de exigirle a los productores locales que aumenten la creación de bienes necesarios para enfrentar la crisis (por ejemplo: suministros hospitalarios), lo cual los obliga a depender del colapsado mercado internacional para acceder a estos bienes.

Usted ha dicho que la "crisis de covid-19 es una oportunidad para hacer un capitalismo diferente". ¿Qué quiere decir? ¿Qué nos está diciendo esta terrible crisis sobre el sistema actual que otras crisis no nos dijeron?

Hay una "triple crisis del capitalismo" en este momento:

De acuerdo con Mazzucato, el modelo de capitalismo actual presenta problemas que deben ser resueltos a medida que se le hace frente a la crisis sanitaria del coronavirus. Una crisis sanitaria: la pandemia global ha hecho que la mayoría de la población mundial esté confinada y es claro que sólo somos tan saludables como nuestros vecinos, a nivel local, nacional e internacional.

Otra crisis económica: la desigualdad es tanto una causa como una consecuencia de la pandemia de covid-19.

La crisis de covid-19 está exponiendo aún más fallas en nuestras estructuras económicas. La creciente precariedad del trabajo es una de ellas.

"El mundo está tratando los síntomas de la pandemia, pero no las causas" Peor aún, los gobiernos ahora están otorgando préstamos a las empresas en un momento en que la deuda privada es históricamente alta, mientras que la deuda pública se ha visto como un problema en la última década de austeridad.

Además, un sector empresarial excesivamente "financiarizado" ha estado desviando valor de la economía.

La tercera es la crisis climática: no podemos volver a "business as usual" (aquí no pasa nada). A principios de este año, los medios de comunicación estaban llenos de imágenes aterradoras de bomberos abrumados (tratando de apagar incendios forestales), no de personal de atención médica desbordado.

A finales de 2019 e inicios de este año, Australia atravesó una ola de calor extremo que provocó miles de incendios. ¿Puede sobrevivir el capitalismo tal como lo conocemos? ¿Debería ser salvado?

Esta crisis y la recuperación que necesitamos nos dan la oportunidad de comprender y explorar cómo hacer el capitalismo de manera diferente.

Esto amerita repensar para qué están los gobiernos: en lugar de simplemente corregir las fallas del mercado cuando surjan, deberían avanzar activamente hacia la conformación y la creación de mercados para hacerle frente a los desafíos más urgentes de la sociedad.

La economista cree que se debe apuntar a modelos de negocio que lleven a "un crecimiento más inclusivo y sostenible".

También deben asegurarse de que las asociaciones que se establezcan con empresas, que involucren fondos gubernamentales, estén impulsadas por el interés público, no por las ganancias.

Cuando las empresas privadas solicitan rescates de los gobiernos, debemos pensar en el mundo que queremos construir para el futuro y la dirección de innovación que necesitamos para llegar a él y, sobre la base de eso, agregar condiciones a esos rescates para beneficiar el interés público, no solo el privado.

Esto asegurará la dirección de viaje que queremos: verde, sostenible y equitativo. Cuando las condicionalidades se hacen bien, alinean el comportamiento corporativo con las necesidades de la sociedad.

"Estamos frente a una crisis generalizada del capitalismo democrático mundial y del no democrático, como el de China"
En el corto plazo, esto se enfoca en preservar las relaciones laborales durante la crisis y mantener la capacidad productiva de la economía, mientras se evita la extracción de fondos para los mercados financieros y la compensación a ejecutivos.

A largo plazo, se trata de garantizar que los modelos de negocio conduzcan a un crecimiento más inclusivo y sostenible.

El Papa y el Vaticano
El 31 de marzo, en su cuenta de Twitter, Mazzucato reaccionó a las palabras del Papa sobre su libro:

"Estoy profundamente honrada de que el Papa haya leído mi libro 'The Value of Everything: making and taking in the global economy' y que esté de acuerdo con que el futuro -especialmente post-Covid19- tiene que ver un re-priorización del 'valor' por encima del 'precio'".

La experta le señaló a BBC Mundo que fue invitada a participar en una comisión del Vaticano enfocada en la economía en el marco de la pandemia de covid-19 y nos contó sobre esa experiencia:

"Les hemos brindado informes semanales al Papa y a la Dirección del Vaticano, antes de los discursos de cada semana del Papa, sobre aspectos clave de la respuesta económica frente al covid-19. Es un gran honor.

IIPP se une al grupo de trabajo conformado por otras universidades, incluyendo Georgetown, en Estados Unidos, y el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés).

Estos informes van desde la economía política del alivio de la deuda hasta la reestructuración de las relaciones económicas público-privadas".

Sobre el bien común
"Nuestro principal interés es trabajar con el Vaticano sobre cómo su concepto del "bien común", del que hablamos en términos de "valor público", puede utilizarse para estructurar la forma de inversión y colaboración pública y privada.

En sus planteamientos, Mazzucato toma en cuenta la importancia de proteger el medioambiente. Sin eso, corremos el riesgo de hacer lo que sucedió con la crisis financiera: se inyectaron billones sin ningún efecto en la economía real. La mayor parte de eso volvió al sector financiero y la próxima crisis comenzó a construirse.

Para erigir un crecimiento inclusivo y sostenible, necesitamos una inversión pública impulsada por el concepto del bien común y nuevos tipos de relaciones público-privadas que se estructuren con condiciones que creen un ecosistema más simbiótico y no parasitario.

Y tenemos que traer grupos de ciudadanos y sindicatos a la mesa para asegurarnos de que no solo tengamos una transición más justa, sino que también haya diferentes voces en la mesa para definir qué tipo de sociedad queremos.

Considero que la energía renovada detrás de los movimientos sociales, como Viernes para el Futuro y Black Lives Matter, son buenas señales de que habrá una fuerte presión para que nuestras sociedades evolucionen de manera progresiva.

Si no lo hacemos, perderemos".

https://www.bbc.com/mundo/noticias-53597308

domingo, 24 de mayo de 2020

El anillo del rey

Miguel Ángel Santos Guerra


Estamos viviendo una crisis sin precedentes. Nos asedia el miedo del contagio. Y el de ser portadores del virus y convertirnos en un arma mortal para personas que se acerquen a nosotros, conocidas o no.

No vemos cerca la salida de esta crisis que nos tiene todavía encerrados en las casas, en un confinamiento tan necesario como difícil. Cada día nos inundan de gráficas y de estadísticas y a veces nos olvidamos de que, detrás de los números, hay una personas de carne y hueso.

Ha comenzado la desescalada. Estamos recorriendo las fases con pies de plomo, tratando de deshacer el dilema salud versus economía. Las comunidades autónomas se han instalado en una extraña competitividad para ver quién recorre primero las cuatro fases. Y no hay que apresurarse. No hay que salir primero. Hay que salir todos.

Quiero mandar un mensaje de esperanza, de optimismo y de fuerza. Porque, sea temprano o sea tarde, saldremos de esta. Es cierto que algunos compatriotas no van a poder contarlo. Con las muertes hemos pagado el más alto precio de la crisis. El más cruel. No solo por la muerte sino por la triste y solitaria forma en que ha ocurrido.

Creo que deben alegrarnos las pasos que vamos dando. Nos estamos convirtiendo en supervivientes. Todos tenemos una responsabilidad en la superación de la pandemia. Es la hora de la gente.

Algunos, lamentablemente, han salido del confinamiento como sale el champán cuando se descorcha la botella después de agitarla. Y eso es muy peligroso. Seamos responsables, seamos rigurosos en el cumplimiento de las indicaciones políticas y sanitarias. Acabo de ver una manifestación contra el gobierno de vecinos y vecinas del lujoso barrio madrileño de Salamanca. Apelotonados, sin mascarillas, sin guantes, poniéndonos en riesgo a todos. Envueltos en la bandera de España, eso sí, porque las consideran suyas. Me refiero a la bandera y a la patria. Indignante. Despreciable. No es el momento de decir “Abajo Sánchez” sino “Abajo el virus”. Pueden decir lo que quieran, ya lo sé. Pero, por Dios, respetando las normas de protección porque, de lo contrario, todo el esfuerzo no valdrá para nada. Esos manifestantes han tenido un comportamiento delictivo. No por lo que gritaban sino por lo que hacían. Libertad de opinión, sí. Libertad de destrucción, no.

A pesar de todo, saldremos adelante. Hay países, como Dinamarca, que han dado por superada la crisis. Otros están avanzando a pasos más o menos rápidos hacia la salvación. Nosotros también saldremos. Pasará todo. Pasará. Aunque tengamos que seguir conviviendo con el virus.

En el libro de Jaume Soler y M. Mercè Conangla titulado “La ecología emocional. El arte de transformar positivamente las emociones”, he encontrado una historia que me parece de singular importancia para esta coyuntura. Dice así:

Una vez, un rey de un país no muy lejano reunió a los sabios de su corte y les dijo: He mandado hacer un precioso anillo con un diamante a uno de los mejores orfebres de la zona. Quiero guardar, ocultas dentro del anillo, algunas palabras que puedan ayudarme en los momentos difíciles. Un mensaje al que yo pueda acudir en momentos de desesperación total. Me gustaría que ese mensaje ayude en el futuro a mis herederos y a los hijos de mis herederos. Tiene que ser pequeño el mensaje, de tal forma que quepa debajo del diamante de mi anillo.

Todos aquellos que escucharon los deseos del rey eran grandes sabios, eruditos que podían haber escrito grandes tratados… Pero, ¿pensar un mensaje que contuviera dos o tres palabras y que cupiera debajo de un diamante de un anillo? Muy difícil. Igualmente pensaron, y buscaron en sus libros de filosofía durante muchas horas, sin encontrar nada que se ajustara a los deseos del poderoso monarca.

El rey tenía muy próximo a él, un sirviente muy querido. Este hombre, que había sido también sirviente de su padre, y había cuidado de él cuando su madre había muerto, era tratado como de la familia y gozaba del respeto de todos.

El rey, por esos motivos, también lo consultó. Y éste le dijo:

– No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje.

– ¿Como lo sabes?, preguntó el rey.

– Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una oportunidad me encontré con un maestro. Era un invitado de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando nos dejó, yo lo acompañe hasta la puerta para despedirlo y como gesto de agradecimiento me dio este mensaje.

En ese momento el anciano escribió en un diminuto papel el mencionado mensaje. Lo dobló y se lo entregó al rey.

– Pero no lo leas, dijo. Manténlo guardado en el anillo. Ábrelo sólo cuando no encuentres salida en una situación.

Ese momento no tardó en llegar, el país fue invadido y su reino se vio amenazado. Estaba huyendo a caballo para salvar su vida, mientras sus enemigos lo perseguían. Estaba solo, y los perseguidores eran numerosos. En un momento, llegó a un lugar donde el camino se acababa, y frente a él había un precipicio y un profundo valle. Caer por él sería fatal. No podía volver atrás, porque el enemigo le cerraba el camino. Podía escuchar el trote de los caballos, las voces, la proximidad del enemigo.

Fue entonces cuando recordó lo del anillo. Sacó el papel, lo abrió y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso para el momento… Simplemente decía: Esto también pasará.

En ese momento fue consciente de que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que lo perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino. Pero lo cierto es que le rodeó un inmenso silencio. Ya no se sentía el trotar de los caballos.

El rey se sintió profundamente agradecido al sirviente y al maestro desconocido. Esas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a guardarlo en el anillo, reunió nuevamente su ejército y reconquistó su reinado.

El día de la victoria, en la ciudad hubo una gran celebración con música y baile…y el rey se sentía muy orgulloso de sí mismo.

En ese momento, nuevamente el anciano estaba a su lado y le dijo:

– Apreciado rey, ha llegado el momento de que leas nuevamente el mensaje del anillo.

– ¿Qué quieres decir?, preguntó el rey. Ahora estoy viviendo una situación de euforia y alegría, las personas celebran mi retorno, hemos vencido al enemigo”.

– Escucha, dijo el anciano. Este mensaje no es solamente para situaciones desesperadas, también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando te sientes derrotado, también lo es para cuando te sientas victorioso. No es sólo para cuando eres el último, sino también para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje… Esto también pasará.

Y, nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba. Pero el orgullo, el ego había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Lo malo era tan transitorio como lo bueno.

Entonces el anciano le dijo:

Recuerda que todo pasa. Ningún acontecimiento ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche; hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.

Hasta aquí la historia del anillo del rey. Con su moraleja de esperanza y con su advertencia para los tiempos de bonanza cuando esto haya pasado. La historia nos dice que, una vez alcanzado el fin de la crisis, es probable que no podamos instalarnos en la plena tranquilidad de forma definitiva. Porque también esa bonanza pasará. Podemos echar las campanas al vuelo pero con la seguridad de que su repique podría cesar en cualquier momento. Hoy toca esperanza porque la pandemia de la covid-19 está pasando. Porque, sin duda, pasará.

sábado, 16 de mayo de 2020

¿Suecia o Portugal? Si buscamos enseñanzas contra la covid-19, empecemos por nuestro país vecino antes de viajar al Norte: datos y tiempos

Suecia: un país sin cuarentena, pero también sin colapso del sistema hospitalario (por ahora). ¿Por qué? ¿En qué nos hemos equivocado nosotros para no estar así? Preguntas así van a acompañarnos durante toda la desescalada. Son necesarias: es mediante la comparación entre países que podemos aprender qué podemos hacer mejor para luchar contra la pandemia. Pero hay que hacerlas de manera metódica para que nos informen correctamente, en lugar de confirmar nuestras preconcepciones.

Cuando comparemos un resultado determinado de la epidemia entre dos países, tratando de averiguar qué lo ha producido, deberíamos intentar en la medida de lo posible que todos los factores que puedan explicar la variación sean idénticos entre ambos. No hay dos países iguales, es cierto, pero podemos conseguir aproximaciones razonables.

Sigamos con el caso sueco: un país menos poblado, menos denso, con menor contacto físico en la interacción social que España, probablemente también con ancianos teniendo menos relación cotidiana entre ellos y con personas de otras generaciones. Donde además, y esto es crucial ante una epidemia, las medidas (a pesar de ser más leves) se tomaron antes que en España. Nosotros esperamos a confirmar 8.000 casos para decretar una cuarentena, pero con menos de 800 en Suecia ya estaban aconsejando distancia social y prohibiendo eventos masivos.

Así que lo justo es comparar a Suecia con países con características estructurales similares, donde las medidas tampoco se tomaron con particular retraso, pero sí fueron más duras. Dinamarca y Noruega, por ejemplo. Ambos decretaron confinamientos en la segunda mitad de marzo, con entre 1.000 y 2.000 casos confirmados. Y en ambos la curva de fallecimientos ha crecido menos que en Suecia. Así que la enseñanza escandinava no parece ser que las cuarentenas no salvan vidas.

Una cuarentena general, completa, es el último recurso cuando no quedan otros disponibles para detener al virus. Idealmente no deberíamos volver a necesitarla. Y si buscamos enseñanzas en nuestro entorno para evitarla, no tenemos que mirar tan lejos. Comparémonos con Portugal, país vecino y similar. Impuso medidas con menos casos, recogiendo, además, mejores datos (estimo que España registra de un 2% a un 4% de los casos reales, y Portugal, hasta un 17%). Empecemos por ahí, antes de viajar al Norte: datos y tiempos. @jorgegalindo

https://elpais.com/opinion/2020-05-06/suecia-o-portugal.html

La doctora X. La extraordinaria idea de Santo Tomás de Aquino no demuestra la existencia de Dios, pero tiene mucho que decir sobre la psicología humana

El genoma humano tiene cerca de 3.000 millones de letras de ADN.
El genoma humano tiene cerca de 3.000 millones de letras de ADN.

Santo Tomás de Aquino demostró la existencia de Dios cinco veces, o por cinco vías, por si una no bastara para volarle a uno la cabeza. La primera vía parece un tratado newtoniano, solo que escrito cinco siglos antes de Newton, y por tanto sin tener ni idea de los experimentos y las matemáticas necesarias para resolver el problema. Un solo ente, nos dice Aquino, no puede mover y ser movido a la vez, luego todo lo que se mueve está movido por otro ente, que a su vez lo está por otro y así hasta una reclusión mareante que nos lleva directamente a Dios, el Primer Motor Inmóvil, el principio de todo. Esta extraordinaria idea no demuestra la existencia de Dios, pero tiene mucho que decir sobre la psicología humana. Todos somos tomasinos en que estamos programados para buscar las causas de lo que vemos, y lo peor es que las encontramos aun cuando no las haya. Este sesgo cognitivo debió resultar muy útil en nuestro pasado estepario. En el presente resulta un verdadero estorbo.

En epidemiología, el efecto tomasino se llama “caso cero”. Si comparas los genomas de las personas vivas, verás que se organizan en la forma de un árbol. Los genomas más parecidos son las ramitas terminales de una sola rama madre, las ramas madre más parecidas son versiones de una gran rama común, y así hasta llegar al tronco de donde proviene todo el árbol. El origen de las especies, el libro de Darwin que fundó la biología moderna, tenía solo una ilustración, y ¿saben qué era? Un árbol. Esa es la forma de cualquier mundo generado por un proceso evolutivo. Dios crearía una lista de cosas. La evolución crea árboles genealógicos de cosas.

Lo mismo se puede hacer con el coronavirus. Si alguien ha contagiado a alguien, como diría Gila, sus virus tendrán un genoma muy parecido. Cuanto más lejos esté su nexo común de infección, más diferirá el genoma del virus. Esa es otra vez la estructura de un árbol. Basta aplicar el estilo tomasino para concluir que debe haber un tronco, el Primer Motor Inmóvil, el principio de todo contagio. Y es probable que lo haya, pero casi imposible que lo encontremos.

Pero hay pacientes que tienden a cero, como diría un matemático. No son culpables de nada, pero resultan útiles para la medicina. Pablo Guimón informaba el miércoles desde Washington de uno de esos pacientes, y Joel Cohen cuenta en Science el caso de la doctora X, una investigadora que no quiere dar su nombre y que fue también una de las primeras personas que llegó a Estados Unidos contagiada.

Voló a Pekín en enero para celebrar el Año Nuevo Lunar con su familia en Pekín. Un hermano suyo voló desde Wuhan para añadirse a la celebración, en uno de los últimos vuelos que salieron de allí antes de que esa ciudad quedara aislada. Los siete miembros de la familia acabaron contagiados, y el padre murió. La doctora X volvió a Estados Unidos poco antes sin saber que tenía el virus. Un proyecto financiado por la DARPA (la agencia de investigación avanzada del Pentágono) persigue terapias contra el coronavirus basadas en los anticuerpos de la doctora X y otros casos cero, o que tienden a cero. Ese es el verdadero valor del enfoque tomasino. Dios sigue sin comparecer.

https://elpais.com/opinion/2020-05-06/la-doctora-x.html

sábado, 9 de mayo de 2020

_- Desfachatez

_- En los últimos meses hemos aprendido muchas palabras nuevas, pero la pandemia ha revalorizado otras muy antiguas. Desfachatez, por ejemplo. Cuando ya sabíamos que el redemsivir fabricado por los laboratorios Gilead —¿se acuerdan de El cuento de la criada— no había demostrado eficacia en estudios clínicos independientes, Trump firmó con pompa y ceremonia la autorización de su uso en los enfermos más graves. La presentó como una de sus medidas para impulsar la reactivación de la economía y no pasó nada.

Desde la aparición del virus, yo pensaba que el laboratorio que desarrollara un tratamiento eficaz se iba a forrar, pero nunca pensé que alguno llegaría a forrarse gracias a un tratamiento ineficaz. La única explicación posible es que Trump asume que se mueran todos los que se tengan que morir con tal de que la crisis económica no perjudique su campaña electoral.
El mismo argumento sostiene actuaciones menos pavorosas pero igualmente inmorales en países de todo el mundo, cuyos dirigentes hacen contabilidad creativa con el número de víctimas o se encomiendan a la Virgen María para no confinar a la población, o para desconfinarla antes de tiempo.

Se diría que los muertos pierden importancia con el tiempo, que quienes murieron hace dos meses son más importantes que quienes murieron ayer. Tal vez por eso, Abascal denuncia que el estado de alarma es un instrumento que vulnera las libertades. Los españoles deben ser libres para enfermar y para morir, cabría concluir.

Según Arrimadas, la responsabilidad de las muertes y de la caída del PIB no es del virus, sino del Gobierno. Ayuso intentó culpar en un primer momento a Podemos de las aglomeraciones en Ifema. La desfachatez es un virus que crece exponencialmente. Almudena Grandes. El País, 4 de mayo.

miércoles, 6 de mayo de 2020

El capitán Moore, héroe británico de la lucha contra el covid-19, celebra sus 100 años. El veterano de la Segunda Guerra Mundial logró recaudar 30 millones de libras dando 100 vueltas caminando por el patio de su casa.

El capitán Tom Moore ha cumplido este jueves 100 años. Aclamado como un héroe británico de la lucha contra la pandemia de covid-19, la semana pasada logró recaudar casi 30 millones de libras (34,5 millones de euros) con un modesto gesto: dar 100 vueltas caminando por el patio de su casa con la ayuda de su andador. Las imágenes de este señor bajito, encorvado, siempre bien vestido y a veces con las medallas militares colgadas en la solapa, dieron la vuelta al mundo y se volvieron virales en las redes sociales.

La hazaña de este hombre le valió la admiración de millones de británicos, entre ellos del primer ministro, Boris Johnson, que grabó un vídeo para felicitar en la distancia al capitán, que como regalo de cumpleaños ha recibido, además de una tarjeta de la reina Isabel II, el ascenso a “coronel honorario”.

En una entrevista para medios británicos, el ahora coronel dijo que “llegar a los 100 años es algo importante, pero llegar rodeado de tanto interés y una inmensa generosidad de la gente es muy abrumador”.

En su casa de la localidad inglesa de Marston Moretain, Moore ha recibido 140.000 tarjetas de cumpleaños. El responsable de Correos de esa localidad, Bill Chandi, admitió que han tenido más trabajo que en Navidad, ante la lluvia de tarjetas para Moore, al que calificó como "un modelo a seguir".

El veterano de la Segunda Guerra se ha vuelto todo un símbolo de esperanza y determinación en medio de la crisis de la covid-19 en el Reino Unido, donde el número de muertos por esta enfermedad ha llegado a superar ya los 26.000.

https://elpais.com/videos/2020-04-30/el-capitan-moore-heroe-britanico-de-la-lucha-contra-el-covid-19-celebra-sus-100-anos.html

viernes, 1 de mayo de 2020

Entrevista a Noam Chomsky, filósofo y lingüista “Si no paras de decir mentiras, el concepto de verdad simplemente desaparece”

Noam Chomsky nos atendió el miércoles 8 de abril desde su casa de Tucson (Arizona), donde se refugia con su esposa Valeria. Mantuvimos esta entrevista justo antes de que el senador Bernie Sanders anunciara la suspensión de su campaña para la candidatura del Partido Demócrata, lo que convertía al antiguo vicepresidente Joe Biden en el candidato al que se habrá de enfrentar Donald Trump en las elecciones de noviembre. Empecé preguntándole al profesor Chomsky acerca de lo que está ocurriendo ahora mismo en el contexto de las elecciones de 2020 y de lo que cree que va a ocurrir en noviembre.
An American chestnut near Rockport, Maine.

Noam Chomsky: Si Trump resulta reelegido, el desastre es indescriptible. Significa que las políticas de estos últimos cuatro años, que han sido sumamente destructivas para la población estadounidense, para el mundo, se seguirán aplicando y probablemente se acelerarán. Lo que esto supondrá sólo para la salud es tremendamente grave. Ya mencioné los datos publicados por The Lancet. Irá a peor. Lo que supone para el medioambiente o la amenaza de una guerra nuclear, algo de lo que nadie habla, pero que es sumamente grave, es indescriptible.

Supongamos que Biden sale elegido. Diría que básicamente sería una continuación de Obama: nada espectacular, pero al menos no totalmente destructivo, y ofrecería oportunidades para que una sociedad organizada cambie lo que se está haciendo, ejerza presión.

Actualmente, con frecuencia se afirma que la campaña de Sanders ha sido un fracaso. Creo que es un error. Creo que ha sido un éxito extraordinario porque ha modificado por completo el escenario de debate y discusión. Cuestiones que eran inconcebibles hace un par de años ahora están en el foco de atención.

El peor delito que ha cometido, a ojos de las clases dirigentes, no es la política que propone, sino el hecho de que ha sido capaz de estimular movimientos populares que ya habían empezado a desarrollarse –Occupy, Black Lives Matter y muchos otros– y convertirlos en una corriente activista que no solo aparece cada dos años para presionar a un dirigente y se da media vuelta, sino que ejerce una presión constante, un activismo constante. Esto podría afectar a un gobierno de Biden. También significa, aunque solo se trate de una acción defensiva preventiva, que ha llegado el momento de lidiar con una crisis de gran magnitud.

Analicemos Medicare for All o la otra pieza principal del programa de Sanders, la educación universitaria gratuita. En todo el espectro de las corrientes ideológicas principales, incluso lo que llaman la izquierda dentro de dichas corrientes, las desaprueban porque las consideran demasiado radical para los estadounidenses. Pensemos en lo que esto significa. Es un ataque a la cultura y la sociedad estadounidenses, algo que se esperaría de un enemigo hostil. Esto significa que afirmar que deberíamos estar a la altura de países similares resulta demasiado radical. Todos tienen algún tipo de sistema nacional de salud, en la mayoría la educación superior es gratuita: los países con mejores resultados, como Finlandia, gratuita; Alemania, gratuita; nuestro vecino del sur, México, un país pobre, posee una educación superior de gran calidad, gratuita. Así que, para los estadounidenses, decir que deberíamos estar a la altura del resto del mundo se considera demasiado radical. Es un comentario asombroso. Como he dicho, es una crítica a Estados Unidos que se esperaría de un enemigo muy hostil.

Esta es la izquierda del espectro político. Lo cual indica que tenemos problemas sumamente graves. No es solo Trump. Él lo ha agravado todo aún más, pero los problemas son mucho más graves, como, por ejemplo, la catástrofe de los respiradores, que describí en su momento, basada en la lógica capitalista y con el mazazo extra de un gobierno ineficaz a la hora de lidiar con cualquier asunto. Esto va mucho más allá de Trump. Y tenemos que enfrentarnos a los hechos. Algunas personas lo hacen. Seguro que informaste –no lo recuerdo–, probablemente informaste de que había que poner en marcha el Reloj del Apocalipsis en enero. ¿No?

Sí.

Fíjate en lo que ocurrió. Durante todo el mandato de Trump, el minutero del Reloj del Apocalipsis, el mejor indicador general de la situación del mundo, se acercó a la medianoche –el final–, alcanzó el punto más alto de su historia. El pasado mes de enero, lo sobrepasó. Los analistas pasaron de los minutos a los segundos: cien segundos para alcanzar la medianoche, gracias a Donald Trump.

Y el Partido Republicano, que es monstruoso, ya no se puede calificar de partido político. Se limita a repetir, con vergüenza, todo lo que dice el amo. Carece absolutamente de integridad. Observarlo es increíble. Se ha rodeado de una colección de psicópatas que se limita a repetir con sumisión todo lo que dice. Un verdadero ataque a la democracia, junto con el ataque a la supervivencia de la humanidad… La guerra nuclear, aumentar la amenaza de una guerra nuclear, desmantelar el sistema de control de armas que, en cierto modo, nos ha protegido del desastre total… Observarlo es asombroso.

El mismo memorando que cité sobre el modo en que las políticas que estamos adoptando están arriesgando la supervivencia de la humanidad concluía argumentando que los bancos debían reducir su apoyo a los combustibles fósiles, en parte por las consecuencias para su reputación. La reputación de los bancos se está viendo perjudicada. ¿Y eso qué significa? Significa que los activistas los están presionando y tienen que conservar cierta reputación. Esa es una buena lección.

Y funciona. Hemos visto varios ejemplos muy llamativos. Por ejemplo, el Green New Deal. Hace un par de años era objeto de burla, si es que se llegaba a mencionar. Algún tipo de Green New Deal es esencial para la supervivencia de la humanidad. Ahora forma parte de todas las agendas. ¿A qué se debe? Al compromiso del activismo. Especialmente del Sunrise Movement, un grupo de jóvenes que llevaron a cabo acciones relevantes hasta el punto de llegar a los despachos del congreso. Recibieron el apoyo de Alexandria Ocasio-Cortez y otros jóvenes legisladores que llegaron a su cargo como parte de la oleada popular que se inspiró en Sanders: otro gran éxito. Ed Markey, senador por Massachusetts, se sumó a la causa. Ahora forma parte de la agenda legislativa. El siguiente paso es hacerlo viable para forzar su aprobación. Hay muy buenas ideas para lograrlo. Y esa es la forma de cambiar las cosas.

Si Biden alcanzara la presidencia, no sé si habría un gobierno absolutamente comprensivo, pero al menos sería abordable, se podría ejercer cierta presión. Y eso es muy importante. Si echamos un vistazo al estupendo historiador especializado en asuntos laborales –seguro que conoce a Erik Loomis, que ha estudiado los esfuerzos de la clase trabajadora para introducir cambios en la sociedad, en ocasiones en beneficio de los trabajadores, en ocasiones en beneficio de la sociedad en general–, presentó una idea muy interesante. Esos esfuerzos tenían éxito cuando había un gobierno tolerante o comprensivo, no cuando no lo había. Hay una gran diferencia –una de las muchas diferencias enormes entre Trump, el sociópata, y Biden, que es un poco vacuo– en poder presionar de un modo u otro. Es la elección más crucial de la historia de la humanidad, literalmente. Cuatro años más de Trump nos expondría a un grave problema.

¿Cómo es posible que Estados Unidos, el país más rico del mundo, se haya convertido en el epicentro de la pandemia?

Los países han reaccionado de formas muy diversas, algunos con notable éxito, otros con más o menos éxito. Hay uno que ha tocado fondo. Nosotros. Estados Unidos es el único país importante que ni siquiera puede proporcionar datos a la Organización Mundial de la Salud porque es sumamente disfuncional.

Esto tiene un origen. Parte de dicho origen es un sistema sanitario vergonzoso, que sencillamente no está preparado para nada que se salga de lo normal. Simplemente no funciona. Esto se ha visto agravado por la presencia de una extraña colección de gánsteres de Washington que pareciera como si, de forma sistemática, hubieran adoptado todas las medidas posibles para hacerlo lo peor posible. Durante el mandato de Trump, estos últimos cuatro años, se han recortado sistemáticamente en todos los aspectos relacionados con la salud. El Pentágono progresa. La construcción de su muro progresa. Pero cualquier otra cosa –de hecho, cualquier cosa que pudiera beneficiar a la población en general– empeora, y en particular la sanidad.

Algunos casos son casi surrealistas. Por ejemplo, en octubre, en un momento tremendamente oportuno, [Trump] canceló por completo un proyecto de la agencia para el Desarrollo de EE. UU. –se llamaba Predict– que trabajaba con países del Tercer Mundo y también en China, para tratar de detectar virus nuevos que podían convertirse en la pandemia prevista. Y de hecho desde entonces se preveía –al menos a partir de la epidemia del SARS en 2003–. De modo que tenemos una combinación de factores, algunos de ellos específicos de Estados Unidos.

Si queremos asegurarnos, o al menos tener la esperanza, de poder evitar nuevas pandemias –que es muy probable que lleguen y más graves que esta, en parte debido a la enorme y creciente amenaza del calentamiento global– tenemos que estudiar el origen de esta. Y es muy importante analizarlo detenidamente. De modo que, si echamos la vista atrás, los científicos llevan años prediciendo pandemias. La epidemia del SARS fue bastante grave. Se logró contener, fue el comienzo del desarrollo de las vacunas, pero nunca llegaron a la fase de prueba. Entonces ya se sabía que iba a ocurrir algo más y hubo otras epidemias.

Pero no basta con saberlo. Alguien tiene que coger el testigo y entregarse a ello. ¿Y quién puede hacerlo? Lo lógico sería que fueran las empresas farmacéuticas, pero no están interesadas. Siguen la buena lógica capitalista: las señales del mercado indican que prepararse para una catástrofe anticipada y prevista no genera beneficios. De modo que no les interesaba.

En ese momento, otra posibilidad es que el gobierno tome cartas en el asunto. Tengo edad suficiente para recordar que se puso fin al horror de la polio gracias a un proyecto que puso en marcha y financió el gobierno y que derivó en la vacuna de Salk, que era gratis, carecía de derechos de propiedad intelectual. Jonas Salk dijo que debía ser libre como el viento. Muy bien, se logró acabar con el horror de la polio, el horror del sarampión y otros. Pero el gobierno no ha podido tomar cartas en este asunto a causa de otro aspecto particular de la época moderna: la plaga neoliberal. Recordemos la alegre sonrisa de Ronald Reagan y su frasecilla que afirmaba que el gobierno es el problema, no la solución. De modo que el gobierno no puede intervenir.

Se han hecho esfuerzos, no obstante, para intentar prepararse para esto. Ahora mismo en Nueva York y otros lugares, médicos y enfermeras se ven obligados a tomar decisiones angustiosas sobre a quién matar –una decisión nada agradable– simplemente porque no tienen suficiente equipamiento. Y el obstáculo principal es la falta de respiradores, una enorme escasez de respiradores. Ahora bien, el gobierno de Obama se esforzó en intentar prepararse para esto. Y esto revela, de forma radical, el tipo de factores que nos conducen a la catástrofe. Contrataron a una pequeña empresa que estaba fabricando respiradores de gran calidad a bajo coste. La empresa fue adquirida por una más grande, Covidien, que fabrica respiradores sofisticados y caros. Y dejaron de lado el proyecto. Presumiblemente no querían que compitieran con los suyos, más costosos. Poco después, comunicaron al gobierno que querían rescindir el contrato. La razón era que no era suficientemente rentable, por lo que no se hicieron más respiradores.

Lo mismo ocurre con los hospitales. Los hospitales, según los programas neoliberales, se supone que tienen que ser rentables, es decir, no pueden tener capacidad de más, solo el suficiente número de camas para arreglárselas. Y de hecho, mucha gente, yo incluido, puede testificar que incluso los mejores hospitales han causado gran dolor y sufrimiento a los pacientes, ya antes de que estallara esta pandemia, debido a este concepto de eficiencia bajo mínimos que maneja nuestro sistema sanitario privatizado con ánimo de lucro. Cuando algo se sale de lo normal, mala suerte. Y así funciona todo el sistema.

De modo que tenemos una combinación de la lógica capitalista, que es letal pero controlable, pero que es incontrolable siguiendo los programas neoliberales, que además dictan que el gobierno no puede intervenir y coger el testigo cuando el sector privado no lo hace.

Para más inri –y esto atañe específicamente a Estados Unidos– tenemos un espectáculo circense en Washington, un gobierno totalmente disfuncional, que está causando graves problemas. Y no es que no se supiera nada. Durante todo el mandato de Trump, incluso antes, se sabía que se avecinaba una pandemia. Su reacción fue reducir su prevención. Sorprendentemente, esta actitud continuó incluso después de que se manifestara la pandemia.

De modo que, el 10 de febrero, cuando ya era grave, Trump publicó sus presupuestos para el próximo año. Échenle un vistazo. El presupuesto mantiene el recorte de fondos del Centro para el Control de Enfermedades y demás instituciones gubernamentales responsables de la salud, sigue recortándolas. Aumenta la financiación de algunas cosas, como la producción de combustibles fósiles, concede nuevas subvenciones a las industrias de combustibles fósiles. Es decir, es como si el país sencillamente estuviera… Mejor dicho, el país sencillamente está gobernado por sociópatas.

Y la consecuencia, por tanto, es que reducimos los esfuerzos para lidiar con la pandemia que está tomando forma y aumentamos los esfuerzos por destruir el medioambiente –los esfuerzos en los que Estados Unidos, bajo el mandato de Trump, va a la cabeza en la carrera hacia el abismo. Ahora bien, hay que tener en cuenta que eso –obviamente– es muchísimo más grave que la amenaza del coronavirus. Y es nocivo y grave, en particular en Estados Unidos, pero de algún modo nos recuperaremos, a un precio muy alto. No nos recuperaremos del derretimiento de las placas de hielo polar, que está derivando en un efecto retroactivo, bien conocido, que va en aumento: a medida que se derriten, disminuye la superficie reflectante y aumenta la absorción en los mares oscuros. El calentamiento que provoca el derretimiento aumenta. Y solo es uno de los factores que nos lleva a la destrucción, a menos que hagamos algo al respecto.

Y no es ningún secreto. Recientemente, por ejemplo, hace un par de semanas, se filtró algo muy interesante, un memorando de J P Morgan Chase, el banco más importante de Estados Unidos, que advertía de que, según sus propias palabras, “la supervivencia de la humanidad está en peligro si continuamos nuestro camino actual”, que incluía la financiación de las industrias de combustibles fósiles por parte del propio banco; es decir, estamos poniendo en peligro la supervivencia de la humanidad. Cualquiera que tenga los ojos abiertos en el gobierno de Trump es perfectamente consciente de ello. Es difícil encontrar palabras para calificarlo.

(…) Trump está desesperado por encontrar un chivo expiatorio al que culpar por sus espeluznantes errores e incompetencia. El más reciente es la Organización Mundial de la Salud, el ataque a China. El responsable siempre es otro.

Sin embargo, es sencillo, los hechos son muy claros. El pasado mes de diciembre China informó rápidamente a la Organización Mundial de la Salud de que se encontraban con pacientes con síntomas similares a la neumonía de etiología desconocida. No sabían qué era. Aproximadamente una semana después, el 7 de enero, comunicaron a la Organización Mundial de la Salud, la comunidad científica internacional, que los científicos chinos habían descubierto el origen: un coronavirus parecido al virus del SARS. Habían identificado la secuencia, el genoma. Estaban proporcionando la información al mundo.

Los servicios de inteligencia de Estados Unidos eran perfectamente conscientes de ello. Durante los meses de enero y febrero intentaron que alguien en la Casa Blanca prestara atención a la llegada de una grave pandemia. Sencillamente, nadie les escuchaba. Trump estaba fuera jugando al golf o tal vez escuchando o comprobando sus índices de audiencia en televisión. Ayer supimos que a finales de enero, un funcionario de alto nivel, muy cercano al gobierno, Peter Navarro, había enviado un mensaje muy contundente a la Casa Blanca afirmando que se trataba de un peligro real. Pero ni siquiera él tuvo éxito.

Noam, usted menciona a Peter Navarro, delegado de comercio, que envió un memorando –acaba de publicarse en The New York Times– a finales de enero advirtiendo de que con el coronavirus podían morir aproximadamente un millón de personas. Y la reacción de Trump en ese contexto fue prohibir los viajes desde China, no actuar en consecuencia, que era asegurarse de que Estados Unidos tenía los test adecuados y los EPIs, el equipo de protección individual, que los médicos, enfermeras, el personal de limpieza de los hospitales necesitaban para sobrevivir, tratar a los pacientes y ayudarles a ellos a sobrevivir. Y ha salido a la luz que las agencias de inteligencia, en ese momento, incluso antes que Navarro, estaban advirtiendo a Trump. Si pudiéramos retroceder a hace dos años, cuando disolvió la unidad para pandemias dentro del Consejo Nacional de Seguridad, pongamos cuando estaba en China departiendo acerca de gastar dinero en bombas o un muro, que le dijeran: “Señor, también tiene que fijarse en lo que está ocurriendo aquí”. Y esa unidad, la unidad para pandemias, no solo se ocupa de cómo procedemos en Estados Unidos, sino que también se asegura –tal y como hace el Centro de Control de Enfermedades (CDC) y otros organismos del gobierno de Estados Unidos– de enviar científicos a otros países, como China, para investigar y ayudar a otros países, porque cuando se trata de una pandemia tenemos que ir todos a una. De modo que, ¿podría hablarnos de estas advertencias y por qué los test y los equipos de protección individual son tan importantes?

Hay que recordar que esa actitud continuó incluso después de que la pandemia estuviera presente. Ahora bien, la propuesta presupuestaria es asombrosa. Se hace el 10 de febrero, con la pandemia muy avanzada. Trump recorta aún más los materiales gubernamentales relativos a la salud para seguir atacando. Estaban en el patíbulo, al igual que durante todo su mandato.

De hecho, las imágenes que has mostrado antes son parte de una estrategia muy inteligente. Independientemente de que sea algo planeado a conciencia o simplemente intuitivo, eso no lo sé. Pero seguir la pauta de hacer una afirmación, contradecirla mañana y salir con algo nuevo al día siguiente es realmente brillante. Significa que lo van a justificar. Pase lo que pase, lo habrá dicho. Si disparas flechas al azar, alguna dará en el blanco. Y la técnica que emplea con el altavoz de Fox y una base de admiradores que solo sintonizan la Fox, Limbaugh, etc., simplemente van a escoger lo que resultó ser cierto y dirán: “Miren a nuestro maravilloso presidente, el mejor presidente de la historia, nuestro salvador, lo supo desde el principio como muestran sus declaraciones”. No falla.

Se asemeja mucho a la técnica de fabricar mentiras constantemente. Ya sabemos cómo funcionan, no hace falta insistir en el tema. Los diligentes verificadores de informaciones llevan la cuenta. Creo que hasta ahora hay detectadas unas 20.000. Y mientras Trump se muere de la risa. Es perfecto. No para de decir mentiras y lo que ocurre es que el concepto de verdad simplemente desaparece.

En un fragmento del The Daily Show, de Trevor Noah, que se llama “Homenaje a los estúpidos heroescépticos de la pandemia del coronavirus”, aparecen varios miembros de los medios de comunicación de derechas, como Sean Hannity, Rush Limbaugh, Tomi Lahren y otros, así como congresistas republicanos y miembros del gobierno de Trump, minimizando o burlándose de la pandemia del coronavirus. Empieza el 24 de febrero y termina con Donald Trump el 17 de marzo y Hannity el 18 de marzo diciendo que ellos siempre se habían tomado la pandemia en serio. De modo que, cuando usted escucha las noticias de Fox News –que no es un canal cualquiera, es la gente con la que se comunica el presidente Trump. Tal vez sean sus consejeros, porque continuamente le quitaron hierro a la situación–, ¿considera que el presidente Trump es responsable? ¿Diría que tiene las manos manchadas de sangre?

No hay duda. Trump hace una declaración disparatada. Después es amplificada por el altavoz de Fox News. Al día siguiente dice lo contrario. Se hacen eco; el altavoz lo amplifica. Hay que fijarse en el tono, el tono del reportaje es interesante. Es de una confianza absoluta, no lo que cualquier persona sensata y en su sano juicio diría: “No lo sabemos con certeza. Hay mucha incertidumbre. Hoy las cosas están así”. Nada por el estilo. Confianza absoluta. Independientemente de lo que nuestro querido líder diga, lo amplificamos. Y es un diálogo interesante. Amplifican lo que dice. Sean Hannity dice: “Es la mejor maniobra que se ha hecho en la historia universal”. Y a la mañana siguiente, Trump sintoniza Fox &  Friends y escucha lo que se ha dicho. Se convierte en su reflexión del día. Es una interacción, Murdoch y Trump se preparan literalmente para intentar destrozar el país y destrozar el mundo, porque en el fondo, no debemos olvidarlo, hay una amenaza muchísimo mayor, que cada vez está más cerca, mientras Trump se abre camino hacia la destrucción.

Recibe ayuda. Así, en el hemisferio sur, bien abajo, hay otro loco, Jair Bolsonaro, que rivaliza con Trump para ver quién puede ser el peor criminal del planeta. Le está diciendo a los brasileños: “Esto no es nada. Solo es un resfriado. Los brasileños no contraemos virus. Somos inmunes”. Su ministro de Sanidad y otros funcionarios están intentando intervenir y decir: “Esto es muy serio”. Muchos gobernadores, afortunadamente, están ignorando lo que dice. Pero Brasil se enfrenta a una terrible crisis. De hecho ha llegado hasta el punto de que en las favelas, los barrios pobres de Río, donde el gobierno no hace nada por la gente, otros han intervenido para, en la medida de lo posible, imponer restricciones sensatas bajo esas miserables condiciones. ¿Quién? Las bandas criminales. Las bandas criminales que torturan a la población han intervenido para intentar imponer normas sanitarias. La población indígena se enfrenta prácticamente a un genocidio, lo cual no le importaría a Bolsonaro porque, en cualquier caso, cree que no deberían estar allí. Entretanto, mientras todo esto ocurre, se publican artículos científicos advirtiendo de que en 15 años el Amazonas pasará de ser un sumidero neto de carbono a un emisor neto de CO2. Algo devastador para Brasil –de hecho, para el mundo entero.

De modo que tenemos al llamado Coloso del Norte en manos de unos sociópatas, que están haciendo todo lo que pueden para perjudicar al país y al mundo. Y al llamado Coloso del Sur que, a su manera, está haciendo lo mismo. Sigo la situación de cerca porque mi esposa Valeria es brasileña y me mantiene al día con las noticias que están apareciendo en Brasil. Y, sencillamente, es asombroso.

Sin embargo, mientras tanto, hay países que están reaccionando con sensatez. De modo que, en cuanto empezaron a llegar las noticias de China –y hubo muchas enseguida, al contrario de lo que se está diciendo– los países de la periferia de China empezaron a reaccionar –Taiwán, Corea del Sur, Singapur– de una manera bastante efectiva. Algunos de ellos lo tienen básicamente bajo control. Nueva Zelanda aparentemente ha contenido el coronavirus, tal vez casi por completo, con un confinamiento inmediato durante un par de semanas, y parece que está a punto de eliminarlo. En Europa, la mayor parte de los países vacilaron, pero algunos, los mejor organizados, actuaron enseguida. Es muy llamativo. Sería muy útil para los estadounidenses que compararan los desvaríos de Trump con las informaciones y declaraciones sobrias y objetivas de la canciller alemana Angela Merkel dirigidas a la población alemana, describiendo exactamente lo que está ocurriendo y lo que hay que hacer.

Quería preguntarte, mientras conversas con nosotros desde tu casa de Tucson, Arizona, donde estás confinado porque estamos en medio de esta pandemia para evitar la propagación y para protegerte a ti mismo y a tu familia: ¿Qué te da esperanza?

He de decir que sigo un régimen estricto porque mi esposa Valeria está al mando y yo sigo sus órdenes. De modo que Valeria y yo estamos aislados.

Pero lo que me da esperanza son las iniciativas que están adoptando sectores populares por todo el mundo, muchos de ellos. Algunas cosas que están pasando son verdaderamente motivadoras. Por ejemplo los médicos y enfermeros que están trabajando sin descanso bajo unas condiciones sumamente peligrosas, carentes –especialmente en Estados Unidos– del mínimo apoyo, viéndose obligados a tomar unas decisiones angustiosas sobre a quién matar mañana. Pero lo están haciendo. Se trata de un tributo ejemplar a los recursos del espíritu humano, un modelo de lo que se puede hacer, junto con los movimientos populares, los pasos para crear una Internacional Progresista. Son señales muy positivas.

Sin embargo, si nos remontamos a la historia reciente, ha habido épocas en que la situación parecía verdaderamente imposible y desesperada. Pienso en mi infancia, a finales de la década de 1930 y comienzo de la de 1940. Parecía que el ascenso del azote nazi era inexorable, victoria tras victoria. Parecía que era imparable. Fue la invención más espeluznante de la historia de la humanidad. Resulta que –entonces yo lo desconocía– los estrategas de EE. UU. esperaban que durante la posguerra el mundo se dividiera entre un mundo controlado por EE. UU. y otro controlado por Alemania, incluida toda Eurasia: una idea horripilante. Y se superó. Ha habido otros movimientos en defensa de los derechos civiles: el joven movimiento Freedom Riders que se manifestó en Alabama para animar a los granjeros negros a que fueran a votar, a pesar de la grave amenaza de muerte que se cernía sobre ellos y sobre los propios manifestantes. Son algunos ejemplos de lo que los humanos son capaces de hacer y han hecho. Y hoy en día vemos muchas señales: esa es la base de la esperanza.

Fuente:

https://www.democracynow.org/2020/4/10/noam_chomsky_trump_us_coronavirus_response

Traducción de Paloma Farré.

jueves, 30 de abril de 2020

Inconscientes

Imaginen que una nave tripulada por seres procedentes de otra civilización inteligente (distinta a la nuestra, por lo tanto) se acerca a la Tierra para conocer su naturaleza y cómo vivimos sus habitantes.

Enseguida descubren que allí se ha propagado un virus que infecta a millones de personas y que produce docenas de miles de muertes, en casi todos los lugares y muchas más de las que registran las estadísticas a las que tienen acceso, gracias a su conocimiento y tecnología, muy superiores a los de la Tierra.

Para saber la situación más concreta, los efectos que realmente está teniendo la epidemia y las medidas que estos humanos llevan a cabo para paliarlos, deciden acudir a la más alta autoridad de la máxima potencia económica, militar, cultural y política de ese planeta, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Justo cuando van a ponerse en contacto con él, se encuentra dando una rueda de prensa en la que propone inyectar desinfectante y luz en el cuerpo de las personas afectadas como forma de acabar con él. Incrédulos, los visitantes deciden, entonces, recurrir a otras fuentes de conocimiento.

Comprueban más tarde que, al principio de la epidemia, todos los líderes y gobiernos de planeta le había quitado importancia pero que ahora todos sin ninguna excepción la contemplan con sofoco y la consideran de gran peligro. Ya saben que se trata de un mal global, cuya expansión no es posible detener mediante fronteras físicas y que se requeriría una actuación así mismo global para poder hacerle frente con algún éxito, por ejemplo, compartiendo recursos sanitarios, investigando en equipo la obtención de vacunas o poniendo a disposición unos de otros el conocimiento y los medios materiales, personales o económicos necesarios para evitar una catástrofe.

Los visitantes, sin embargo, comprueban que no se ha producido ningún tipo de encuentro global porque las instituciones en donde solían sentarse todos los países del planeta sin excepción, como las Naciones Unidas, hace tiempo que están devaluadas y apenas tienen influencia en las decisiones de los países más poderosos. Es más, el presidente de la gran potencia mundial había decidido que su país (el más rico del planeta) dejase de contribuir y colaborar, precisamente en ese momento, con su oficina dedicada a combatir este tipo de desastres sanitarios, la Organización Mundial de la Salud.

Los visitantes extraterrestres no pueden explicarse la actuación de los humanos de la Tierra en materia de prevención vírica. Los científicos de ese planeta saben que allí hay más de 300.000 virus que podrían producir un efecto parecido o peor que el Covid-19 y, a pesar de ello, sus gobiernos siguen dejando el descubrimiento de vacunas y remedios en manos de laboratorios privados, los cuales, lógicamente sólo tratarán de descubrir aquello que resulte rentable a sus propios negocios y no al interés general. La situación de desarme sanitario les parece tan increíble como absurda. No pueden entender que Estados Unidos dedique casi 600.000 millones de euros a gasto militar y luego resulte que el 80 % de las medicinas que se consumen en su interior provengan de China, que se supone que es uno de los adversarios que justifican semejante dispendio militar.

Los visitantes se sorprenden especialmente de esta falta de colaboración global cuando se dan cuenta de que las cadenas globales de suministro de alimentos están cediendo, algo que ha puesto de relieve, entre otros muchos investigadores, un economista al servicio de la FAO, la oficina de las Naciones Unidas dedicada a los problemas de la alimentación, en un artículo aparecido en la revista Nature. Allí se señalan algunos ejemplos de lo que, en realidad, está pasando en todo el país: «En India, los agricultores están alimentando con fresas a las vacas porque no pueden transportar la fruta a los mercados de las ciudades. En Perú, los productores están vertiendo toneladas de cacao blanco en el vertedero porque los restaurantes y hoteles que normalmente lo comprarían están cerrados. Y en los Estados Unidos y Canadá, los agricultores tuvieron que tirar la leche por la misma razón. Legiones de trabajadores migrantes de Europa del Este y África del Norte están atrapados en las fronteras, en lugar de cosechar en las granjas de Francia, Alemania e Italia. Estados Unidos, Canadá y Australia dependen en gran medida de los trabajadores agrícolas temporales que no pueden viajar debido a restricciones de virus». Y también se advierte en ese artículo de que el miedo a la pandemia ha producido «reacciones en cadena caóticas» muy peligrosas que ya han hecho subir los precios de productos básicos para la alimentación humana, como el trigo (8 % en comparación con los de marzo del año pasado) o el arroz (25 %).

Esa información hace que los visitantes se interesen por el hambre y descubren también que afecta a 821 millones de personas, a pesar de que sólo con los productos alimenticios que se desperdician en todo el planeta se podría alimentar a 1.260 millones de seres humanos todos los años. Cuando analizan la forma en que los humanos de la Tierra organizan la producción y el consumo de los productos básicos que necesitan, los visitantes se sorprenden sobremanera del gran daño que provocan sobre su medio ambiente natural y, a su vez, del coste tan enorme que esto lleva consigo, tanto en dinero como en vidas humanas.

Así, la contaminación del aire mata a siete millones de personas cada año y los desastres naturales causados por el clima a unas 600.000. El 40 % de la población mundial ya tiene problemas con la escasez de agua y todos los años mueren 2,2 millones de personas por simples diarreas. Como consecuencia en gran parte del modo de vida existente en la Tierra, el nivel del mar ha subido el doble de lo previsto en los últimos 25 años, un tercio de las especies marinas están en riesgo por el cambio climático, las capas de hielo que cubren la superficie terrestre se están descongelando un 20 % más de lo previsto por los científicos y la del Ártico se ha reducido en un 40 % en los últimos 35 años. La deforestación (que produce la quinta parte de las emisiones de CO2 que destruyen la Tierra) avanza a un ritmo de 13 millones de hectáreas cada año (casi la cuarta parte de España). Al ritmo en que se produce y consume en el planeta que van a visitar, en 2050 vivirán en tierras desertificadas unos 4.000 millones de personas y la resistencia a los antibióticos, provocada entre otras causas por los contaminantes vertidos en el agua y en los alimentos, será la primera causa de muerte en el mundo ese año.

A los visitantes les confunde la forma económica tan extraña con que los habitantes de la Tierra hacen frente a estos problemas pues se calcula que podrían evitarse con 19,5 billones de euros, mientras que el coste de soportarlos supone 47 billones. Y también les resulta incomprensible que los actuales habitantes de la Tierra no tengan en cuenta que después de los que viven ahora allí tendrán que venir otras generaciones futuras, sus hijos, nietos y biznietos, cuyo bienestar y forma de vida no parece preocuparles. Aunque igualmente les sorprende el escaso cuidado que tienen con los niños pues, como señalaba el informe Acción humanitaria para la infancia 2019 de UNICEF que han consultado, «la infancia sufre la mayor amenaza para su desarrollo en los últimos 30 años». Algo que también produce perplejidad a los alienígenas, porque en ese informe se indica que sólo harían falta 3.500 millones dólares para conseguir que todos los menores del planeta tuvieran cubiertas sus necesidades básicas, más o menos los presupuestos de los 20 o 25 equipos de fútbol europeos con mayor presupuesto.

Las cuestiones económicas asociadas con la propagación del virus llaman extraordinariamente la atención de los visitantes. En concreto, que tampoco en este campo haya habido una respuesta global a los cientos de millones de desempleos que va a producir, ni a la pérdida de las miles de empresas que proporcionan los suministros básicos para la población. Les sorprende también la imprevisión ante la gigantesca crisis de deuda que inevitablemente se producirá una vez que se salga de la crisis actual. Aunque nada les produce tanto estupor como el hecho de que en la Tierra se dediquen casi 125 veces más recursos a realizar apuestas en una especie de casinos financieros, para estos visitantes completamente desconocidos y cuya lógica apenas entienden, que para las actividades directamente encaminadas a satisfacer sus necesidades reales. Unos casinos a cuyo mantenimiento se dedica más atención en la Tierra que al cuidado y a la vida de los seres vivos.

Los visitantes, en fin, tampoco pueden entender que en el planeta que desde las profundidades del espacio se muestra con una belleza formidable sea, en realidad, un infierno innecesario para una parte tan grande de sus pobladores. Y no pueden explicarse cómo, a pesar de la existencia de tantos dioses e iglesias que pregonan la bondad y el amor por todas sus esquinas, haya tantos conflictos armados, un ambiente tan extendido de odio y revanchismo y un sentido tan escaso de la solidaridad y de la cooperación mutua.

Más que nada, en el informe que realizarán de sus descubrimientos sobre el planeta Tierra, destacarán la falta de conciencia de sus pobladores sobre su propia existencia y sobre el hecho de que conforman una civilización que se encuentra en peligro real y cercano de extinción como consecuencia de sus decisiones decisiones.

Ya de vuelta, uno de los alienígenas señaló en su tableta orgánica una de las páginas de Pensamientos despeinados, un librito de Stanislaw J. Lec que había escaneado como recuerdo en la biblioteca de unos pueblos que habían visitado.

– Aquí está lo que les pasa a estos humanos, dijo: es un planeta que «tiene la conciencia limpia; no la ha usado nunca».

Juan Torres López es Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla. Dedicado al análisis y divulgación de la realidad económica, en los últimos años ha publicado alrededor de un millar de artículos de opinión y numerosos libros que se han convertido en éxitos editoriales. Los dos últimos, ‘Economía para no dejarse engañar por los economistas’ y ‘La Renta Básica. ¿Qué es, cuántos tipos hay, cómo se financia y qué efectos tiene?’

Fuente:

https://blogs.publico.es/juantorres/2020/04/27/inconscientes/

miércoles, 22 de abril de 2020

Cómo gestionar los ataques de pánico. La repentina y efímera sensación de ansiedad, la falta de aliento y el miedo incapacitante pueden confundirse con los síntomas del coronavirus. Esto es lo que hay que hacer al respecto.

Estaba previsto que Anna Daniels, una mujer de 27 años que vivía en Chagrin Falls, Ohio, comenzará un nuevo trabajo como niñera el 30 de marzo, pero eso se suspendió indefinidamente debido a la pandemia de coronavirus. Ella ha estado desempleada desde finales de febrero. El prometido de la Sra. Daniels trabaja para el gobierno local y es considerado un empleado esencial, por lo que ha pasado sus días sola. Ha tenido un grave costo emocional.

"No puedo ir al gimnasio o socializar con mi familia. No puedo mantenerme sola. Es como si mi mundo se estuviera derrumbando ", dijo.

El 26 de marzo, la Sra. Daniels estaba en la cama viendo las noticias, cuando de repente su visión comenzó a ponerse borrosa. Su pecho se apretó y no podía respirar. "Pensé que tenía el coronavirus y podría morir de esto", dijo. "Fue una de las peores experiencias que he tenido en mi vida". Después de 20 minutos, sus síntomas disminuyeron y se dio cuenta de que había sufrido su primer ataque de pánico.

La pandemia de coronavirus está afectando a todo el mundo, y no es de extrañar que, como resultado, muchas personas puedan experimentar ataques de pánico por primera vez. Un ataque de pánico aparece repentinamente, trayendo consigo ansiedad, miedo o incomodidad de corta duración.

Es una activación de la respuesta fisiológica de "lucha o huida" del cuerpo, que se desencadena por una amenaza percibida, dijo el Dr. Paul Nestadt, codirector de la Clínica de Trastornos de Ansiedad Johns Hopkins. "Entonces, todas las cosas que tu cuerpo querría hacer si estás cerca de un tigre se activan en el momento equivocado", dijo.

Su corazón comienza a latir y bombear sangre para que sus músculos tengan el combustible para correr, luchar y salir del peligro, dijo la Dra. Lynn Bufka, directora principal de la Asociación Americana de Psicología. Sin embargo, la mayoría de las veces cuando las personas sufren un ataque de pánico, no responden a algo que requiere correr o pelear. "A veces pueden ser desencadenantes invisibles", dijo. Los ataques de pánico pueden ser aterradores. "Es la sensación que tienes cuando estás a punto de cruzar la calle y hay un autobús justo ahí", dijo.

Los ataques de pánico son bastante comunes incluso en circunstancias mucho menos graves. Un estudio en Arch Gen Psychiatry indicó que uno de cada cuatro estadounidenses tendrá al menos un ataque de pánico en algún momento de sus vidas. Pero el coronavirus parece estar causando que muchas personas sufran ataques de pánico en poco tiempo. "Hay un mayor nivel de estrés debido a toda esta incertidumbre", dijo el Dr. Bufka.

La Dra. Neha Vyas, doctora en medicina familiar de la Clínica Cleveland, dijo que había pasado la mayor parte de su tiempo en las últimas semanas tratando de controlar la ansiedad relacionada con la pandemia en los pacientes. Para empeorar las cosas, algunos de los síntomas de un ataque de pánico (endurecimiento del pecho y dificultades respiratorias) a menudo se confunden con los síntomas del coronavirus.

El Dr. Vyas dice que existen diferencias reveladoras entre los ataques de pánico y los síntomas del coronavirus. Los ataques de pánico aparecen repentinamente y generalmente duran solo de 15 a 20 minutos, mientras que los síntomas del coronavirus surgen en unos pocos días. Con el coronavirus, la dificultad para respirar suele ir acompañada de otros síntomas, como fiebre y tos, ninguno de los cuales está presente con un ataque de pánico.

"No hay un síntoma en particular que sea diagnóstico del coronavirus. Es un grupo de síntomas", dijo el Dr. Vyas.

Como resultado, es importante llamar a su proveedor de atención médica para que lo asesore, en lugar de dirigirse a una visita en persona, lo que pone en riesgo la exposición.

El Dr. Vyas señala que los síntomas de un ataque de pánico pueden ser similares a los de un ataque cardíaco. Entonces, si un paciente tiene ciertas afecciones (antecedentes cardíacos, presión arterial alta, sudoración excesiva o dolor en el brazo, el cuello y la espalda), eso puede ser motivo de mayor preocupación. Ella alentaría a los pacientes con factores de riesgo cardíaco que experimentan estos síntomas a buscar atención médica inmediata.

Lauren S. Hallion, profesora asistente en el departamento de psicología de la Universidad de Pittsburgh, es líder de un grupo recién formado de más de 100 investigadores y médicos llamados "PsychVsCovid", que está reuniendo recursos para manejar el virus. El grupo creó varias iniciativas de divulgación, incluida una para desarrollar un conjunto de pautas y recursos para pacientes y médicos para ayudar a distinguir entre los ataques de pánico y Covid-19, la enfermedad causada por el coronavirus.

"Para las personas sanas, un ataque de pánico no es peligroso", dijo. Pero ser capaz de identificar un ataque de pánico es útil porque incluso darse cuenta de que está teniendo uno puede ayudarlo a disiparse, dijo.

El Dr. Butka insta a quienes experimentan un ataque de pánico a practicar una respiración completa y constante para combatir la hiperventilación. El Dr. Nestadt dijo que ayuda a tranquilizarse a sí mismo que está seguro y que los sentimientos incómodos pasarán. Sugiere usar distracciones relajantes, como escuchar música. Una técnica llamada "5, 4, 3, 2, 1" es otro método de distracción: se detiene para notar cinco cosas que puede ver, cuatro cosas que puede tocar, tres cosas que puede escuchar, dos cosas que puede oler y una cosa que puede probar

El Dr. Vyas también recomienda hacer ejercicio, lo que puede aliviar la ansiedad.

Daniels dijo que estaba tratando de evitar futuros ataques de pánico al caminar seis millas para respirar aire fresco y estar cerca de la naturaleza. También ha vuelto al arte, un pasatiempo que persiguió en la escuela secundaria. "Me estoy centrando en actividades menores para tratar de planificar mi día, así que no me asusto y tengo algo que hacer".

Es difícil ver a un ser querido en apuros. Aún así, dijo el Dr. Nestadt, es importante no intervenir automáticamente. Primero, pregunte si la persona que experimenta el ataque quiere espacio o apoyo. Sobre todo, no le digas a la persona que "simplemente se calme", ​​dijo el Dr. Butka. Reconozca su miedo, hágales saber que usted está allí para apoyarlos y ayudarlos a resolver problemas. La Sra. Daniels dijo que su prometido pudo calmarla sosteniéndole la cara, animándola a respirar y asegurándole que todo estaría bien y que lo tomaría un día a la vez.

Si los ataques de pánico interfieren con su funcionamiento diario, vale la pena considerar buscar tratamiento de un profesional.

Cuando busque ayuda mental profesional por primera vez, conéctese en línea o llame y solicite recomendaciones a su proveedor de atención primaria. El Dr. Nestadt sugiere consultar el sitio web de su aseguradora para obtener una lista de proveedores. Tenga en cuenta que no todos esos proveedores aceptarán nuevos pacientes, o algunos ya no aceptarán seguro. Pero es la mejor manera de encontrar un proveedor en su red de seguros.

Otra fuente es el sitio Find a Therapist de la Asociación de Ansiedad y Depresión de Estados Unidos, donde puede ingresar su dirección para encontrar proveedores verificados cerca de usted.

Durante un tiempo de órdenes de quedarse en casa, muchos proveedores aceptan ver a los pacientes virtualmente. Medicare ahora puede pagar por la atención brindada a través de telesalud que ocurre bajo una gama mucho más amplia de condiciones. Nuevamente, es importante consultar tanto con su proveedor de seguros como con su profesional de salud mental para determinar qué está cubierto.

"La tasa de ataques de pánico es un síntoma de ansiedad general", dijo el Dr. Nestadt. "Crecen en momentos de estrés". Él tiene la esperanza de que una vez que hagamos avances para controlar el virus, sentiremos menos ansiedad, dijo. "Y podríamos ver menos ataques de pánico también".

https://www.nytimes.com/2020/04/11/smarter-living/coronavirus-managing-panic-attacks.html?action=click&module=moreIn&pgtype=Article&region=Footer&action=click&module=MoreInSection&pgtype=Article&region=Footer&contentCollection=Smarter%20Living

martes, 21 de abril de 2020

_- Su suerte es nuestra suerte

_- Acabo de oír en televisión las emocionantes palabras del jefe de la oposición portuguesa Rui Rio, manifestando un apoyo cerrado e incondicional al gobierno de su país: “Señor primer ministro, cuente con la colaboración del PSD. Ayudaremos todo lo que nosotros podamos. Le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte. Porque su suerte es nuestra suerte”. Me he sentido orgulloso de la oposición que tiene la sociedad del país hermano. Porque es imprescindible la unidad para salir de esta crisis.

Y me he preguntado por los partidos de oposición de mi país. Con pena. Con rabia. Tanto el PP como Vox están mostrando una actitud desleal y miserable. (Ciudadanos parece haber aprendido las importantes lecciones que le ha dado la historia). Estoy avergonzado de la oposición que tenemos. “La peor crisis gestionada por el peor presidente de la historia de España”, dice el PP. “Que dimita este gobierno ilegítimo”, dice Vox. ¿Eso es ayuda? ¿Eso es lealtad? ¿Eso es unidad? ¿Eso es patriotismo? “Proponen firmar unos nuevos Pactos de la Moncloa porque quieren mantener a Pedro Sánchez en el poder”, dice el PP. Ante la propuesta de esos pactos de reconstrucción, Vox dice no acudirá a la cita y que llevará al gobierno a los tribunales por si hubiera existido “dejación de responsabilidades, imprudencia grave o, en su caso, delitos dolosos”, tal y como anunciaba este lunes, en rueda de prensa, el falangista eurodiputado y portavoz del partido, Jorge Buxadé. ¿Eso es colaboración? ¿Eso es solidaridad? ¿Eso es arrimar el hombro?

Se dice que las catástrofes unen a los pueblos. Pues eso no pasa en el nuestro. Si se puede destruir al gobierno que tiene que salvarnos del desastre, mejor. Si se puede cuestionar lo que hace, mejor que mejor. Y para ello, vale todo. Desde el insulto agresivo al bulo más falaz. “Su suerte es nuestra desgracia y su desgracia es nuestra suerte”, viene a decir la oposición.

Cómo no reconocer que el gobierno ha cometido errores. Cómo no aceptar que podría haber hecho las cosas antes o de otro modo, que podría haber informado más y mejor, que podría haber contado más con la oposición, que debería haber repartido material de protección con más celeridad y eficacia… Pero no se puede ignorar que la incertidumbre es total y que estamos inmersos en una crisis única, impredecible y devastadora.

No es negativa la crítica que ayuda, que estimula, que corrige, que orienta, que hace mejorar. Pero esta operación de acoso y derribo, esta descalificación irracional, persistente y mentirosa es repugnante e inadmisible.

He leído un excelente artículo de mi compatriota leonés Julio Llamazares, publicado en El País el día 3 de abril. Está cargado de una lúcida ironía.

“Lo que uno no se explica es que, viviendo en un país con más de 46 millones de expertos en pandemias, hayamos llegado a esta situación. En un país en el que todo el mundo sabía lo que se nos avecinaba con días y hasta semanas de antelación, no se comprende que nadie advirtiera a las autoridades sanitarias para que tomaran las medidas oportunas para protegernos. Que la autoridades sanitarias no tengan ni idea de virus no nos justifica al resto (carpinteros, fontaneros, escritores, periodistas, abogados, ingenieros de caminos…) no haberlas tomado por nuestra cuenta.

Tampoco se comprende bien que, sabiendo como sabemos lo que hay que hacer a cada momento, no solo ante una pandemia sino ante cualquier problema, elijamos siempre para que lo hagan por nosotros a los más ineptos.

Da igual cuál sea el gobierno; siempre es el más incapaz, el más impresentable y el más torpe. La oposición, en cambio, siempre está más preparada; lo que no se comprende bien es por qué no la elegimos para gobernar. Debe de ser que la población vota siempre lo contrario de lo que querría…”.

He visto horrorizado la sesión parlamentaria en la que se ha aprobado la prórroga del estado de alarma. Las intervenciones de la oposición (me refiero, sobre todo, al PP y a Vox) han sido nauseabundas. ¿No se dan cuenta de que ahora hay que remar en la misma dirección? ¿No piensan que es la hora de arrimar el hombro y no de poner zancadillas? ¿No se dan cuenta de que su posición es un escándalo para el mundo?

¿Cómo puede Vox votar en contra del estado de alarma? De 54 votos en contra, 52 pertenecen a Vox. ¿Qué quieren? ¿Qué salgamos todos a la calle? Ellos, que tanto y tan virulentamente atacan, ¿no habrían decretado el estado de alarma? ¿O es que lo único que les anima es decir no a cualquier propuesta del gobierno? Acaba de decir una portavoz de Vox que el gobierno, como es partidario de la eutanasia, la está aplicando a los ancianos de una forma feroz. Increíble acusación. Una afirmación que no muestra cómo es aquel al que acusan sino cómo es quien la formula.

Estoy harto de ver tantos bulos, tantos chistes, tanta mala baba contra el gobierno de mi país que, con sus errores, evitables unos e inevitables otros, está intentado sacarnos de esta crisis: Sánchez dimisión, dicen unos, cárcel para los ministros y el presidente del gobierno, dicen otros. ¡Cuánto odio, cuánto sectarismo en las actitudes y en las opiniones! ¡En estos momentos en los que tenemos el agua al cuello! Pero, ¿qué país es este?, ¿qué patria es la mía?

Si el presidente del gobierno español hubiese dicho sobre el coronavirus lo que afirmó el primer ministro británico Boris Johnson (o Bolsonaro, o Trump, o López Obrador o tantos otros…) la oposición le habría crucificado o habría tenido que exiliarse.

Cuando se dice que solo podemos salir de la crisis estando unidos, cuando se pide lealtad hacia las demás fuerzas políticas, cuando se dice que hay que remar en la misma dirección, la oposición suscribe todas esas frases, pero debe entender que la dirección la tiene que marcar la derecha. Hay un pequeño inconveniente: que la ciudadanía no dijo eso. La ciudadanía dijo en las urnas quién tenía que marcar la dirección. ¿Lo entenderán algún día? ¿Estaremos todavía a tiempo?

Para la oposición, el gobierno no hace nada bien y, si alguna cosa hace bien, la hace tarde. Y si la hace bien y a tiempo, la hace para su mayor gloria y no en beneficio de los ciudadanos y ciudadanas “A usted solo le interesa el poder, a nosotros los españoles”, dice Pablo Casado con un cinismo insoportable. Por eso el PP no se presentará a las próximas elecciones ya que no quiere el poder. Y por eso Sánchez toma decisiones y hace todo lo que hace para los africanos o para los chicos. Los españoles no le importan un bledo. Qué barbaridad. Estoy profundamente escandalizado del comportamiento de la oposición.

Se dice que, cuando esto acabe, habrá que pedir cuentas de cómo se han hecho las cosas. Claro que si. De cómo actuó el gobierno. Pero también habrá que pedir cuentas por la actitud que ha tenido la oposición. Para la oposición el juicio empezó el primer día. Y nunca cesa. Es la hora de la unidad, es la hora de la acción, no del juicio.

He dicho en otras ocasiones y lugares que no me gusta el nombre “la oposición”. Me gusta más “la alternativa”. Porque, cuando se habla de oposición, se puede pensar que el deber es oponerse, sea a lo que sea. Y no. Porque no hay que oponerse a lo que se hace bien. Si se hablase de alternativa, se tendría que hacer hincapié en cómo se habría hecho en el pasado o cómo se haría en el futuro (de forma distinta y mejor que la de quien gobierna). Y los electores sabrán, en la próxima ocasión, por quién deben decantarse.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2020/04/18/su-suerte-es-nuestra-suerte/

Coronavirus: por qué Portugal tiene un número de fallecidos 32 veces menor que su vecino España (y el inusual papel de su clase política)