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sábado, 9 de diciembre de 2017

Una implosión mayor y más rápida que en nuestras peores pesadillas.

El diario

Pronto será demasiado tarde, advierten quince mil voces desde el mejor conocimiento científico hoy disponible

El pasado mes de octubre se hacía pública en EEUU otra noticia más desde el frente de batalla de la guerra de las sociedades industriales contra la vida: se alertaba de una enorme mortandad de salmones en el estado de Washington, seguramente causada por contaminantes que resultan del tráfico rodado (polvo de desgaste de frenos, gasolina, gasóleo, fluidos tóxicos) .

Uno de los ensayistas de referencia sobre cuestiones ecológicas, George Monbiot, que escribe regularmente en The Guardian, comentaba: “El mundo viviente está siendo machacado desde todos los ángulos y colapsa a una velocidad asombrosa. Tal es el efecto del crecimiento económico exponencial.

El período de duplicación [del producto económico] es tan breve que vemos el colapso suceder ante nuestros ojos: insectos, salmones, tiburones (y casi todos los peces grandes), leones, elefantes, jirafas, anfibios, pájaros cantores, pingüinos... todos desaparecen mientras estamos mirando. Una implosión mayor y más rápida que en mis peores pesadillas. Pero ¿dónde está la urgencia política? ¿Las cumbres para hacer frente a la emergencia? ¿Las estrategias? Los gobiernos hablan de cualquier cosa excepto de esta catástrofe existencial, penetrada por la creencia religiosa de que el mercado de alguna manera lo resolverá. Cuando precisamente es ‘el mercado’ lo que está impulsando la catástrofe.

El PIB es una medida de nuestro progreso hacia el desastre. En cuanto a los medios masivos, la consigna parecería ser ‘no mencionar la guerra contra el mundo natural’. Porque tan pronto como lo mencionas, el cuento económico se derrumba…”.

Monbiot no exagera: ante la magnitud de la Sexta Gran Extinción que hemos puesto en marcha, si se descorre el velo que pone ante nuestros ojos el negacionismo generalizado de la cultura dominante, uno se queda anonadado, casi mudo. Ningún logro humano –artístico, tecnológico, filosófico, económico…- podría justificar lo que estamos haciendo a los seres vivos y a la entretejida trama de la vida en la Tierra. Creo que nada puede compensar todo ese sufrimiento, tanta devastación.

La destrucción de vida viene causada por diferentes factores que interactúan: la pérdida de hábitats, el cambio climático, el uso intensivo de plaguicidas y varias formas de contaminación industrial, por ejemplo, están diezmando las poblaciones de insectos y aves. Pero –nos dice uno de los grandes economistas ecológicos del mundo, el canadiense William E. Rees- “el motor general es lo que un ecólogo podría llamar el ‘desplazamiento competitivo’ de la vida no humana por el crecimiento inexorable de la empresa humana. En un planeta finito donde millones de especies comparten el mismo espacio y dependen de los mismos productos finitos de la fotosíntesis, la expansión continua de una especie necesariamente conduce a la contracción y extinción de otras. (Que los políticos toman nota: siempre hay un conflicto entre la población humana más su expansión económica y la ‘protección del medio ambiente’).

Más seres humanos, más automóviles, más toallitas desechables, más granjas de cerdos y más turismo significa menos vida en la biosfera del tercer planeta del Sistema Solar. Por otra parte, sólo una fatal ignorancia de nuestra ecodependencia hace que pensemos que esa catarata de extinciones no nos afectará a nosotros mismos. No sólo a través de nexos causales bastante obvios (por ejemplo, la gran cantidad de cosechas que en todo el mundo dependen de la actividades polinizadora de insectos, aves e incluso murciélagos) sino, de forma más general, porque es el buen funcionamiento de los intrincadísimos ciclos biosféricos (bio-geo-químicos) lo que hace que el planeta Tierra sea un hogar favorable para nuestra especie. Nosotros formamos parte de la misma naturaleza que estamos degradando; la guerra nos la hacemos también a nosotros mismos.

Nada de esto es muy nuevo: esta guerra contra la vida se intensificó desde 1950 aproximadamente (el período que conocemos como la “Gran Aceleración”) y ha conducido a resultados tan estupefacientes como que la mitad de los combustibles fósiles y muchos otros recursos utilizados por los seres humanos los hemos consumido apenas en los últimos cuarenta años –y encima con la distribución brutalmente desigual que es bien conocida.

En 1992 la UCS ( Union of Concerned Scientists, Unión de Científicos Comprometidos, una benemérita organización estadounidense sin fines de lucro) lanzó una primera “Advertencia a la humanidad de los científicos del mundo”. La firmaban en aquel año de la “Cumbre de la Tierra” en Río de Janeiro más de 1.700 investigadores, entre ellos la mayoría de premios Nobel en ciencias que estaban entonces vivos . En el vigésimo quinto aniversario de aquella declaración histórica se ha hecho pública una segunda iniciativa, otra “ Última Llamada” que en este caso firman más de 15.000 investigadores e investigadoras de 184 países. La abrumadora mayoría de las amenazas y dinámicas destructivas descritas en 1992 continúan y casi todas “están empeorando de forma alarmante” .

La iniciativa procede de un equipo científico internacional dirigido por William Ripple, profesor de Ciencias Forestales de la Universidad Estatal de Oregón (EE.UU.). En un artículo publicado en la revista BioScience señalan que el bienestar humano se verá seriamente comprometido por el cambio climático, la desforestación, la mengua de acceso al agua dulce, la extinción de especies y el crecimiento de la población humana. “La humanidad no está tomando las medidas urgentes necesarias para salvaguardar nuestra biosfera en peligro”, avisan los científicos en la revista .

No hay nada de lo que valga la pena ocuparse que no esté en peligro, se nos dice que dijo Jimi Hendrix. Y Pier Paolo Pasolini, por aquellos mismos años: Siamo tutti in pericolo. “Pronto será demasiado tarde”, advierten quince mil voces desde el mejor conocimiento científico hoy disponible. Que este “ World Scientists’ Warning to Humanity: A Second Notice” no caiga en saco roto: “Pronto será demasiado tarde para cambiar el rumbo de nuestra trayectoria fallida, y el tiempo se acaba. Debemos reconocer, en nuestra vida cotidiana y en nuestras instituciones de gobierno, que la Tierra es nuestro único hogar”.

Fuente:
http://www.eldiario.es/ultima-llamada/implosion-mayor-rapida-peores-pesadillas_6_709789024.html

martes, 25 de noviembre de 2014

Interstellar: película magnífica, idea descabellada

“Es como si nos hubiéramos olvidado de quiénes somos”, se queja el héroe de Interstellar. “Exploradores, pioneros, no vigilantes... No estamos predestinados a salvar el mundo. Estamos predestinados a abandonarlo”. Este podría ser el epígrafe de nuestra época.

No me malentiendan. Interstellar es una película magnífica, fiel a las más ricas tradiciones de la ciencia ficción, visual y auditivamente asombrosa. Si miramos más allá de la inevitable tontería, encontraremos una conmovedora exploración de la paternidad, la separación y el envejecimiento. Es también una clásica exposición de dos de los grandes temas de nuestra época: el optimismo tecnológico y el derrotismo político.

La Tierra y sus habitantes se enfrentan a una catástrofe planetaria, causada por “6.000 millones de personas, todas y cada una de las cuales trata de tenerlo todo”, lo que se traduce extrañamente en una sucesión de plagas que arrasan las cosechas del mundo y succionan el oxígeno de la atmósfera (cuando los recibos principales hay que pagarlos en los EE.UU., no te puedes permitir ganarte el odio de los medios de difusión mencionando el cambio climático. Las plagas, un substituto evidente, probablemente han evitado la pérdida de millones de dólares de recaudación).

El colapso civilizatorio al inicio de la película se entrevera con entrevistas que presentan a veteranos de las grandes sequías y tormentas de polvo de los años 30 [en el sur de los Estados Unidos]. Sus raídos rostros prefiguran los temas del envejecimiento y la pérdida. Pero también nos recuerdan un mundo de voluntad política. Se cometieron grandes locuras, pero se hicieron cosas grandes y valerosas para remediarlas: pensemos en el New Deal y el Cuerpo Civil de Conservación [Civilian Conservation Corps, programa de ayuda estatal para jóvenes de la administración Roosevelt]. Ese mundo es casi tan diferente del nuestro como los planetas visitados por los astronautas de Interstellar.

Dejan la tierra para encontrar un lugar al que puedan escapar, o, si eso falla, un mundo en el que pueda depositarse un cargamento de embriones congelados. Hace falta un esfuerzo, cuando sales del cine, para recordar que esas fantasías se las toman en serio millones de adultos, que las consideran una alternativa realista a encarar los problemas a los que nos enfrentamos en la Tierra.

La Nasa tiene una página en la Red dedicada a esta idea. Afirma que naves espaciales gigantescas “podrían ser lugares maravillosos en los que vivir; del tamaño más o menos de una ciudad playera californiana, y dotadas de entretenimientos ingrávidos, fantásticas vistas, libertad, espacio para moverse a montones, y gran opulencia”. Por supuesto, nadie podría salir de allí, salvo para irse a otra nave, y el más mínimo fallo técnico provocaría una aniquilación instantánea. Pero los “asentamientos en la órbita terrestre tendrán una de las visiones más asombrosas de nuestro sistema solar: la Tierra viva, siempre cambiante”. Podemos mirar atrás y recordar lo hermosa que era.

Y está además el dinero que se puede hacer. “La colonización del espacio es, en lo esencial, negocio inmobiliario”, prosigue la página de la Nasa. “Quienes colonicen el espacio controlarán vastas tierras, enormes cantidades de energía eléctrica y recursos materiales casi ilimitados. [Así] se creará una riqueza que rebasará la más viva imaginación y nos brindará poder, con suerte para el bien antes que para el mal”. Dicho de otro modo, no sólo dejaríamos atrás la Tierra sino también a nosotros mismos... más aquí.
Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón

domingo, 27 de octubre de 2013

La voz del viento. Utopías


La voz del Viento - Semillas de transición from Mosaic Project on Vimeo.
-Descárgate la pelicula en HD (Download / HD / boton derecho / guardar enlace como..)-

Si quieres hacer una aportación:
https://www.paypal.com/cgi-bin/webscr?cmd=_s-xclick&hosted_button_id=MB87KSJDKJ35N

Ya estamos presentando la pelicula! puedes consultar los pases en la agenda de la web:
www.lavozdelviento.org

Contáctanos para organizar un pase público!
Al correo electrónico: lavozdelviento (arroba) mosaicproject (punto) net

La voz del viento – Semillas de transición - Documental franco-español, video HD 1080p, 92 min. sonido estéreo.

Hicimos un llamamiento a la financiación participativa para producir este documental: es.ulule.com/mosaic/


Jean Luc Danneyrolles, agricultor de la provenza Francesa y Carlos Pons, documentalista Español, organizan un viaje hacia Granada al encuentro de los movimientos sociales alternativos, entre agroecología y cambio de paradigma. Enrolan un cámara y parten durante los grandes fríos de Febrero 2012 habiendo llevando consigo como moneda de cambio una gran colección de Semillas.
El testimonio vivo de un movimiento que crece... Otro mundo se hace posible aqui y ahora.

Datos sobre el viaje:
21 días de viaje
35 Proyectos visitados
Más de 200 personas encontradas
9 parques naturales
(Mapa del viaje interactivo aqui: g.co/maps/8mvgt)

Proyectos y personas que aparecen en el documental:
Mas Franch, Ecollavors, Esporus, Semillas Madre Tierra, Ecocolonia Calafou, Didac S.Costa, 15M, Miquel Vallmitjana, Enric Duran, Cooperativa Integral Catalana, Esther Vivas, Derecho de Rebelión, AureaSocial, Gustavo Duch, Revista Soberania Alimentaria, Yaiza, Can Masdeu, Guillem Tendero, La Garbiana, Roy Littlesun, Universidad del corazón único, Josep Pamíes, Dolça Revolucio, Ecoxarxa Lleida, Permacultura Montsant, Mariano Bueno, Ecollaures, Llavors d´aci, Red sostenible y creativa, Ojo de agua, La Cúpula, Felah Mengus, Temazcali Efimero, La Tribu, BioAlacant, Vicent Bordera, Patricia Dopazo, Plataforma por la soberania alimentaria País Valencià, Perifèries, Mercatremol, Proyecto Rúcula, Jardines de Acuario, Red de Permacultura del Sureste, Los Albaricoqueros, Rincon del Segura, Nuevos Recolectores, Sunseed, Agrodilar, Hortigas, Ecovalle, 15M Granada, La comida en nuestras manos.

Contexto
Jean-Luc es productor de semillas naturales y ecológicas de más de 250 variedades, tradicionales, antiguas y raras. Él llama a su jardín: “Le potager d´un curieux”: “El huerto de un curioso”.
A más de mil km, siguiendo el Mediterráneo hacia el sur, resuena la ciudad de Granada con una fuerte evocación para él.

Tanto su jardín como su pequeña cabaña donde vive, están llenas de escrituras, reflexiones, pensamientos, poesías… Es un curioso y se abre a la exploración, tanto intelectual como filosófica y espiritual.

Nos conocimos durante la primavera de 2011 y estuve trabajando con el por unos meses en el huerto. Se dieron muchos debates interesantes y una buena conexión, vivimos juntos, en la distancia, la “primavera árabe” y el “15-M” entre semillas, planteles y compost, algo está germinando y casi lo podemos palpar.

Pasó todo el verano y me reencuentro con Jean-Luc en su casa en noviembre 2011, me dice que quiere un receso, se lo pide su tierra, se lo pide su cuerpo, pero sobre todo se lo pide su espíritu. Quiere observar, ver que ocurre en su Jardín, también quiere ver que está pasando en el mundo, más allá de su día a día local.

Me propone que vaya con él de viaje hasta Granada.
En seguida la idea conecta y le propongo que hagamos paradas, intercambiando sus semillas, encontrando gente ligada al movimiento y que así podamos conocer e ir viviendo que es lo que está ocurriendo, de Girona a Granada hay muchos proyectos inspiradores tanto personales como colectivos…

Entonces surge… ¿por qué no llevamos una cámara y lo grabamos?

Participantes:
Dirección / Montaje / Sonido / Guión: Carlos Pons
Semillas / Poemas: Jean-Luc Danneyrolles
Imagen: Samuel Domingo
Montaje: Manu de la Reina
Producción: Virginia Cabello, Benoit Bianciotto
Banda Sonora: Felah Mengus; Marta Gomez; Enrique Morente; Keny Arkana
Traducción / Asesor texto francés: Benoit Bianciotto
Co-Producción: Patrice Scanu