lunes, 29 de abril de 2024

De aquellos fascistas estos nacionalistas.

Quienes abrazaban el fascismo no tenían reparos en imponer su tiranía a otros, no creían en la paz, sino en la victoria, y aborrecían la democracia. Que no nos extrañe lo que hagan hoy algunos de sus herederos políticos, como Modi o Netanyahu

En 1928, Abba Ahimeir, un periodista del periódico Doar Hayom, editado en Palestina por el movimiento sionista revisionista, publicó un artículo llamado Sobre la llegada de nuestro Duce. Se refería a la visita inminente de Zeev Jabotinsky, líder indiscutible del sionismo de derechas. El artículo apareció en su columna habitual en ese rotativo titulada Del cuaderno de un fascista. Cuatro años después, este mismo periodista fue arrestado por interrumpir una conferencia en la Universidad Hebrea de Jerusalén. En el juicio que siguió, su abogado defensor, en respuesta al discurso del fiscal comparando la acción de su representado con los disturbios causados por los nazis en Alemania, dijo: “Los comentarios sobre los nazis van demasiado lejos. Si no fuese por el antisemitismo de Hitler, no nos opondríamos a su ideología. Hitler salvó a Alemania”. Hay muchos más ejemplos de la admiración por el fascismo —empezando por el propio Jabotinsky, un declarado entusiasta de Benito Mussolini— entre la derecha sionista de antes de la Segunda Guerra Mundial. Esta fascinante historia la cuenta (en inglés) el excelente libro del israelí Tom Segev El séptimo millón: los israelíes y el Holocausto.

Hoy tendemos a mirar al fascismo como un fenómeno de, sobre todo, Europa, felizmente derrotado por las armas en 1945. Es una lectura tan optimista como eurocéntrica y autocompasiva. El fascismo fue un movimiento político con orígenes europeos, y fue en este continente donde cometió sus peores crímenes. Fue también un movimiento imperialista. Como lo veían los fascistas, lo que ellos hiciesen en África, los Balcanes o en el Este de Europa no era sino una versión tardía, pero igualmente justificable, de lo que otros europeos habían hecho antes en todo el mundo. Hitler, por ejemplo, admiraba la conquista del Oeste americano y la práctica eliminación de los nativos. También tenía en mente como modelo administrativo para su imperio futuro el de los británicos en la India, esto es: una pequeña élite extractora controlando las vidas de millones de personas. En vez de indios, eso sí, sus vasallos e inferiores raciales serían los eslavos. Esto se sabe bastante bien, lo que ya no se tiene siempre tan presente es que dentro de los imperios europeos hubo movimientos independentistas de corte fascista, y que sus herederos políticos gobiernan hoy, como lo hacen los de Mussolini en Italia —y quizás pronto los de Philippe Pétain en Francia—, naciones ya libres.

Volviendo a Palestina, la relación entre el sionismo y el Imperio británico fue muy complicada. Ya desde la Primera Guerra Mundial el sector mayoritario de aquel, de corte más o menos socialista, se alineó con este. El sector derechista, también llamado revisionista, tuvo en cambio una actitud muy beligerante. Quería manos libres para colonizar el territorio, desalojar a los árabes y quitarse de encima el control de Londres. Este antiimperialismo fascista adoptó el terrorismo como estrategia política. Mientras que la milicia armada oficial del sionismo, la Haganá, colaboró con los británicos en reprimir la gran revuelta árabe-palestina de 1936-1939 y en la Segunda Guerra Mundial, las mucho más pequeñas milicias fascistas como el Irgún, fundada por Jabotinsky, y Lehi se enfrentarían a ellos. Dos líderes revisionistas y futuros primeros ministros de Israel, Menachem Beguín e Isaac Shamir, estuvieron en busca y captura por sus acciones armadas. No era para menos. En 1946, el Irgún voló el hotel King David de Jerusalén, sede de la Administración colonial británica, matando a 91 personas. En 1947 su cruel ahorcamiento de dos sargentos previamente secuestrados provocó la histeria entre la opinión pública británica y el último pogromo antisemita en ese país, en Mánchester. Un año después el Irgún masacraría a unos cien civiles árabes en el poblado de Deir Yassim.

Por su parte, Shamir, dirigente de Lehi, incluso durante la Guerra Mundial buscó una alianza con Alemania e Italia. Entre sus hazañas se incluyen el asesinato en El Cairo del ministro residente británico, Lord Moyne, en 1944; la coparticipación en la matanza de Deir Yassim; y la muerte en 1948 de Folke Bernadotte, mediador para Palestina de las Naciones Unidas. Del movimiento revisionista unificado surgiría el partido Likud, que ganó las elecciones generales de 1977 que permitirían a Beguín primero y luego a Shamir gobernar Israel. Este es el partido de Benjamín Netanyahu. Además de la supervivencia política personal, su acción de gobierno ha tenido dos objetivos básicos: asentar a más colonos israelíes en Cisjordania y Jerusalén, y evitar el nacimiento de un Estado palestino.

Israel no es ni mucho menos el único país antes colonizado que ahora está gobernado por un partido creado por antiguos fascistas. En Occidente tenemos la visión de la lucha pacífica de Mohandas Gandhi y Pandit Nehru como la de la historia de la liberación de la India, pero en esta narrativa placentera olvida el papel de los ultraderechistas antimperiales como Subhash Chandra Bosse, un antiguo líder del Congreso Nacional Indio. Antiguo procomunista convertido luego al fascismo, Bosse vivió la Segunda Guerra Mundial entre Roma, Berlín (por donde estuvo también el palestino, rabioso antisemita y reclutador de musulmanes para las SS, Gran Muftí de Jerusalén, Amín al-Husayni; instigador, entre otras, de la matanza de judíos de Hebrón en 1929) y Tokio. En 1943, usando a prisioneros de guerra indios, Bosse creó en Birmania un ejército de liberación para invadir el subcontinente junto a los japoneses. Fracasó, pero desde su muerte en 1945 es considerado por muchos indios como el principal patriota de la lucha por la independencia de su país.

También se ignora a menudo que los orígenes del partido gobernarte hoy en la India, el Bharatiya Janata, y su primer ministro, Narendra Modi, están en la milicia ultraderechista y antimusulmana RSS (Organización Nacional Voluntaria), creada en 1925 y que desde el principio imitó las fórmulas y los rituales fascistas. Fue uno de sus militantes quien en 1948 asesinó al “traidor” Gandhi. En 2002, cuando Modi era ministro principal de Gujarat, permitió, y fue acusado de fomentar, los disturbios interétnicos que causaron la muerte a entre mil y dos mil personas, en su mayoría musulmanas. Este hecho propulsó su figura a nivel nacional entre los sectores más duros partidarios de la Hindutva, la ideología del supremacismo hindú.

Los fascistas y pronazis de los años veinte y treinta tuvieron que reinventarse después de 1945. Como Francisco Franco entendió muy bien, la nueva capa de respetabilidad sería ahora el anticomunismo, pero también la protección de la religión y la identidad nacional supuestamente amenazadas. En Europa, el continente americano y Sudáfrica esto se tradujo en un discurso de defensa de la civilización cristiana occidental (un invento de la propaganda de Joseph Goebbels cuando los nazis veían la guerra perdida); en Israel, en la preservación de un Estado judío étnicamente excluyente; y, en el caso de la recién descolonizada India, del hinduismo frente a la amenaza del islam. Los antiguos fascistas lucharon por la independencia de sus países, pero no por la de todos los países; abogaban por la libertad de sus pueblos, pero no tenían reparos en imponer su tiranía a otros; no creían en la paz, sino en la victoria; eran ultranacionalistas, no humanistas, y aborrecían la democracia. Que no nos extrañe lo que hagan hoy sus herederos políticos.

Antonio Cazorla Sánchez es catedrático de Historia Contemporánea de Europa en la Trent University, Canadá.

Soy vegano, pero a veces ‘peco’ con la carne. ¿Qué le está pasando al veganismo? El movimiento que quiere proteger a los animales se debate entre una postura estricta en su lucha ética por reducir el consumo de estos o incorporar a quienes comen sobre todo vegetales pero, de vez en cuando ingieren queso o carne

 

Veganismo

Vivimos tiempos de expansión vegana. Estamos rodeados por sustitutos de la leche, champús, dónuts y tacos libres de grasas animales. Kentucky Fried Chicken, la famosa cadena estadounidense de comida rápida que vende pollo rebozado, ha lanzado este mes de enero su versión vegana, que consiste en una mezcla de hongos con 11 tipos de hierbas y especias en una receta “secreta”, como las de la mayoría de las cadenas alimenticias, todas en la pelea por dar con ese delicioso sabor cárnico aunque libre de seres vivos. Sin embargo, algo no cuadra: veganos y vegetarianos no representan más de un 2,4% de la población española y los demás países occidentales no se alejan mucho de esta cifra. ¿A qué responde este descuadre y qué es lo que está pasando?

Ser vegano es más que un reto. Vivimos en una sociedad que la psicóloga social estadounidense Melanie Joy bautizó como cárnica: un mundo donde la carne se da por descontada, donde la inmensa mayoría de los menús la incluyen. Además, se da la circunstancia de que a los humanos no nos gusta distinguirnos: solemos seguir el comportamiento de nuestro grupo social, como afirmó al describirnos el psicólogo social canadiense Steven Pinker. En este contexto, decidir dejar de consumir productos cárnicos y remar a contracorriente puede llegar a ser muy duro. La reconocida filósofa estadounidense Martha Nussbaum, que recientemente ha publicado Justicia para los animales (Paidós, 2023) —un libro que dedica a las ballenas y a su hija Rachel, abogada animalista fallecida en 2019 por una infección tras recibir un trasplante—, escribe en el libro que consume carne de pescado porque cree que los peces no elaboran planes vitales, y matarlos indoloramente, si han vivido en libertad, no es algo reprochable. “Me inquieta menos hacer esto que consumir 70 gramos de proteína diaria para mantenerme sana a mi edad [73 años]. (…) Es algo sobre lo que me cuestiono y con lo que no estoy satisfecha, pero es el punto en el que estoy”.

Lo cierto es que una elevada cantidad de personas —un 63% en 2016, según la red de investigadores veganos Faunalytics— se sienten incómodas al pedir un menú aparte del resto o señalándose como el especialito del clan al llevar táper propio a los encuentros familiares. Sin olvidar el dolor que causa tener que rechazar esas galletas llenas de mantequilla que comías de niño y que tu abuela te vuelve a ofrecer y todo el resto de platos sabrosos a los que te has acostumbrado. El resultado de estas complicaciones es que un altísimo porcentaje de personas que empiezan una dieta vegetariana o vegana acaban abandonándola. El activismo tiene sus límites. Hace una década, Faunalytics encuestó nada menos que a 11.500 consumidores de EE UU y Canadá que iniciaban una dieta vegana (no ingieren productos procedentes de los animales) o vegetariana (al estilo de los primeros, pero sí consumen leche, huevos o miel) y descubrió que, a los seis meses, el 84% de ellos habían renunciado a su compromiso.

“El veganismo es el reflejo de una lucha ética. No entiendo que no vean que comer queso no es ser vegano” Estela Díaz Carmona, experta en consumo

Si en 1980 el impulso principal de los consumidores veganos era el deseo de no infligir dolor a otras especies, en 2023 las motivaciones que lideran son la salud propia y la preocupación por el medio ambiente. Y esto, para algunos activistas, tiene muchas implicaciones. “La diferencia es que unos son altruistas y los otros lo son mucho menos”, dice Nuria Almirón, activista catalana, investigadora y profesora de Departamento de Comunicación de la Universitat Pompeu Fabra. “Los últimos generan una ética muy débil. Ayudar a los demás es lo que te da fortaleza interna. Muchas personas creen que dan el paso por una preocupación genuina por el medio ambiente, que lo hacen por el planeta, pero en realidad lo hacen porque les asusta mucho pensar que todo esto, y nuestras vidas, va a acabar. Hay un componente centrado en ti mismo. La alarma ya no se debe a que nos cargamos a los osos polares, está entrando un componente de egocentrismo. Centrado en tu propia persona”. Almirón además menciona otro factor que dificulta el veganismo: la fuerza del lobby del sector cárnico, al que define como “especialista en laminar nuestra compasión”. Usan “la táctica del miedo” con informes “dirigidos” que hablan sobre salud en el sentido “que les interesa”, y de este modo nos ponen en estado de alerta y nos restan capacidad de raciocinio, sostiene.

Estela Díaz Carmona, abogada y profesora de Gestión Empresarial en la Universidad Pontificia de Comillas, es vegana desde la adolescencia. Cuando empezó a interesarse por el veganismo se empapó de las obras de filósofos como el australiano Peter Singer, autor del rompedor Liberación animal (1975), o de Tom Regan (En defensa de los derechos de los animales, 1983). Intentaba entender los porqués de nuestra tendencia al especismo, que discrimina a los animales por considerarlos especies inferiores a nosotros. Más tarde, llevada por su activismo, decidió dedicarse a estudiar nuestro consumo. Y comprobó algo que la dejó muy incómoda: “Me encontré con consumidores que afirmaban: ‘Soy vegano, pero a veces como queso’. Y eso es ‘como’, ¡lo siento, pero eso no es ser vegano!”. Antes, dice Díaz Carmona, los activistas se empapaban de los fundamentos del veganismo. Ahora palpa mucha más “confusión”. “El veganismo es la manifestación en la dieta de una lucha ética. Es un movimiento político-moral y se supone que formamos parte de esta corriente. No entiendo qué es lo que hace que algunas personas no entiendan que eso no es ser vegano”.

La consultora española Lantern, especializada en estrategia en la alimentación, decidió en 2016 empezar a estudiar a este grupo de la población. Por ahora han presentado cuatro informes. En el de 2021, concluían que había “un tsunami” de consumidores veggies. Su encuesta —realizada a entre 1.000 y 1.200 personas— tiene una trampita, un recurso que les permite hablar de esta “ola”: en la etiqueta veggie incluyen a veganos (0,7% de la población española; unas 276.000 personas), vegetarianos (1,7%; 670.000) y, aquí está el truco, flexitarianos, quienes consumen muchos más vegetales y legumbres, pero que también comen carne, incluso carnes rojas, entre dos y cuatro veces al mes (9%; unos 3,5 millones de personas). Sumando todas estas categorías, los consumidores veggies suman cerca de 4,5 millones de personas. Esta tendencia está bastante extendida en el mundo occidental: en Estados Unidos, por ejemplo, se estima que el 15% de la población es flexitariana. “Si solo habláramos de veganos y vegetarianos estaríamos refiriéndonos a un grupo de la población demasiado nicho”, resume Jaime Martín, director de la consultora.
Una marcha probienestar animal en Londres, el 26 de agosto de 2023. Una marcha probienestar animal en Londres, el 26 de agosto de 2023. 
El grupo de la población más aficionado a lo veggie, subraya Martín, son los jóvenes de entre 18 y 25 años: un 16% de ellos lo son, cuando para el resto de la población el dato es del 11,4%. Pero el consultor también recalca que los jóvenes tienen un comportamiento “bipolar”. “Se da, además, el efecto contrario: hay entre los jóvenes más supercarnívoros, aquellos que consideran la carne parte de su cultura y de su identidad”

En el seno del veganismo, los efectos de estos comportamientos tan humanos han suscitado un acalorado debate: ¿debemos mantenernos firmes en nuestra convicción de que el veganismo es el compromiso de no consumir jamás productos de origen animal o debemos abrir los brazos a aquellos consumidores que estando interesados en reducir su consumo de productos animales no logran cumplir su objetivo?

Al comprobar la elevada tasa de abandono del veganismo, la activista canadiense Jo Anderson, directora de Investigación de Faunalytics, animó a los activistas a aparcar un puritanismo que, en su opinión, aboca a los aspirantes a sentirse fracasados si cometen un error en lugar de llevarlos a sentir orgullo y motivación por un comportamiento 95% vegano. “El enfoque absolutista es a menudo parte de la explicación de que quienes prueban a hacerse veganos vuelvan a comer productos animales”, dijo entonces.

El grupo de la población más aficionado a lo veggie son los jóvenes, aunque también hay más supercarnívoros entre ellos En 2017, el activista y estratega belga Tobias Leenaert publicó Hacia un futuro vegano (2018, Plaza y Valdés), obra que supuso un choque para muchos activistas veganos, que consideraron a Leenaert “un traidor”, en sus propias palabras. Su mensaje es que, en una sociedad como la nuestra, lo conveniente es tener un enfoque más “pragmático” e implementar un concepto de veganismo menos estricto. Es decir, hacer un poco la vista gorda porque, si el objetivo final es reducir el daño que infligimos a los animales, hay más opciones de alcanzarlo si muchísimas personas reducen su consumo de carne que si una diminuta proporción de personas corta por completo su consumo de animales.

El activista flamenco es partidario de aceptar a esa aspirante a vegana que afirma estar enganchada al delicioso queso fundido que lleva esa pizza que tanto le gusta. A comer con gusto la lasaña que esa aspirante a vegana ha cocinado por error con pasta con huevo. A no criticar a ese amigo vegano que come sushi una vez al año porque empezó a hacerlo de niño con su tío y no quiere dejar de hacerlo. “Es fácil filosofar y decir verdades sobre los derechos de los animales, pero ensuciarte las manos y hacer lo correcto en el momento oportuno para que la situación cambie de verdad es mucho más complicado”, escribe Leenaert en el libro. “Ese es el arte del activismo de gran repercusión”.

Ganaremos más si muchos bajan su consumo de carne que si una diminuta proporción lo corta del todo, señala Tobias Leenaert, activista La psicóloga social Melanie Joy, artífice del concepto carnismo, publicó en 2010 (en 2013 en su edición en español) Por qué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas, de Plaza y Valdés, que este año ha sido reeditado para conmemorar el décimo aniversario de un libro publicado en 23 idiomas que ha vendido 10.000 ejemplares en su edición en español. En este, la activista vegana examina las claves psicológicas que hacen posible que adoremos a los perros, gatos o caballos, pero nos comamos a los cerdos, vacas o gallinas. Joy ve una gran diferencia entre las personas que son 100% veganas y las que lo son al 99%, y es que las últimas no lidian con su identidad. “Nuestra mente es carnista, no podemos olvidarlo. Esta cultura dominante está hecha para predominar, y el veganismo es un desafío a la dieta habitual”, subraya. “A los veganos, que son quienes le llevan la contraria, se los considera emocionales, problemáticos, sentimentales, prepotentes… Y todas estas etiquetas pueden ser muy duras de gestionar”. Directora de la organización Beyond Carnism (Más allá del carnismo), Joy enumera algunas de las trabas que encuentran los consumidores veganos: la accesibilidad económica, pues muchos productos cárnicos “están subvencionados”, y la imposibilidad en muchas zonas (especialmente en EE UU) de comprar vegetales frescos a una distancia razonable.
 
Vacas para consumo en Iowa, Estados Unidos, en octubre de 2023. Vacas para consumo en Iowa, Estados Unidos, en octubre de 2023. GETTY IMAGES

A la psicóloga social no le preocupa que haya gente que se describa como vegana y siga ingiriendo carne. Cree que lo hacen pocos y que el uso de las palabras ayuda a las causas. “¿Por qué hay tan gente feminista? En los años setenta se usaba esta palabra con orgullo. Pero hubo una reacción en contra y el feminismo se volvió una palabra sucia, y todavía a veces luchamos contra esa mirada contraria. Al principio, queer era una palabra negativa, pero luego ha sido acogida. Las lenguas son muy importantes”.

Ed Winters es un joven vegano británico que en su libro Esto es propaganda vegana (Capitán Swing, 2023) cuenta que en la adolescencia fue un feliz y entregado consumidor de Kentucky Fried Chicken. Hasta que vio un documental que le removió, como a tantos jóvenes activistas veganos, y empezó a ver las piezas rebozadas que ingería como lo que eran: trozos de gallinas despiezadas.

“A los veganos se los considera emocionales, problemáticos, prepotentes... Y estas etiquetas pueden ser duras de gestionar” Melanie Joy, psicóloga social

Winters le pone un pero a la extensión de la aceptación del veganismo: cree que conforme algo crece, especialmente cuando se trata de una ideología o un sistema de creencias, se diluye. “El consumo de carne tiene distintos impactos: en nuestra salud, la ética, en la justicia ambiental… Al tener tantos significados puede ser muchas cosas para distintas personas. Creo que es bueno que se use la palabra vegano y que se vea como algo normal, pero la palabra puede perder su auténtico significado. Y aunque no creo que hayamos llegado al punto de la preocupación, sí estamos en un momento en el que para muchos vegano no es necesariamente lo que debe ser, que es ‘quiero ayudar a los animales y al hacerlo reduzco mi impacto en la Tierra con mis decisiones alimenticias”, dice por videoconferencia.

Según Winters, la clave de ser más benévolo con los consumidores que reducen su consumo de carne sin lograr ser 100% veganos es que se logra que aumente la aceptación del veganismo. Incluso si estos consumidores no consideran que esta sea la respuesta necesaria para lograr un cambio en nuestro comportamiento, cree que sí estarían entendiendo que tiene que darse un cambio para que vivamos en un mundo más ético, además de sostenible. “Cuando la gente se dé cuenta de que tiene que haber un cambio es más fácil que concluyan que quizá ese cambio necesario sea el veganismo”.

En Gante (Bélgica), los jueves son el día vegetariano, convirtiéndola en algo así como la ciudad vegana de Europa

“Es más importante que todos los productos sean etiquetados como veganos de manera correcta que etiquetar a las personas”, aporta Carrie P. Freeman, profesora del Comunicación de la Universidad de Georgia en Atlanta, y vegana. En un mundo “imperfecto” como el nuestro, no se puede ser un vegano ideal, señala. Pero podemos intentar evitar la explotación animal de la mejor forma a nuestro alcance, ser responsables ambientalmente y desear que nuestras comunidades y gobiernos faciliten y hagan accesibles estas prácticas éticas. “En mi campus hubo un movimiento pidiendo que el 50% del menú fuera vegetariano, pero, por desgracia, no prosperó. Hoy en día te ofrecen un único plato vegetariano en el menú. Hace falta un compromiso global generalizado o más extendido”. Freeman señala la iniciativa Default-Veg (vegano por defecto), que busca estrategias para que haya un cambio en nuestra dieta que logre que las plantas sean la base de nuestra alimentación.

La mirada del estratega Tobias Leenaert, que a algunos activistas le resultará insoportable, logró algo inaudito: que el Gobierno belga participara en la financiación de un proyecto en la ciudad de Gante, donde desde 2009 los jueves son el día vegetariano, convirtiéndola en algo así como la ciudad vegana de Europa (su portal de turismo explota este reclamo). Todos los restaurantes de la ciudad se comportan ese día como los activistas veganos querrían que fuera la cotidianidad y ofrecen menús 100% libres de carne. Recientemente, los colegios públicos de la ciudad se han sumado a la iniciativa y el cuarto día de la semana los menores solo optan a un menú compuesto de verduras, cereales y legumbres. Según Leenaert, su éxito responde a algo que vio claro desde los principios de su activismo: hay que tener en cuenta el efecto que nuestro comportamiento provoca en los demás. Cuanto más se presente el veganismo como algo realizable y divertido, en lugar de como algo estricto y complicado, más gente se atreverá a sumarse, sostiene. “Y si alguien se encuentra con dificultades para seguir esta dieta, pues que haga una excepción”, dice por videoconferencia desde la ciudad belga. “Si permitimos las excepciones, la gente querrá intentarlo. Es así de sencillo”.

domingo, 28 de abril de 2024

¿Existe un orden correcto para comer los alimentos?

Uno de los recientes consejos de salud muy popular en internet es la “secuenciación de nutrientes”. Preguntamos a los expertos si tienen algún beneficio.

P: He oído que lo mejor para la salud es comer la ensalada antes de cenar. Pero si voy a comer verduras a pesar de todo, ¿realmente importa el orden?

Es un consejo de salud muy popular en internet: come tus alimentos en el orden “correcto” —primero las verduras, después las proteínas y las grasas, y por último los carbohidratos— y reducirás significativamente el pico de azúcar en sangre, lo que puede disminuir los antojos, la fatiga y los riesgos para la salud como la diabetes tipo 2, dicen sus defensores.

Investigaciones anteriores sobre este tema, a veces conocido como secuenciación de nutrientes o comidas, han llegado a la conclusión de que puede ser beneficioso para el nivel de azúcar en sangre, sobre todo para las personas con diabetes tipo 2 o prediabetes.

Para todos los demás, no es tan sencillo, dijo Alpana Shukla, médico e investigadora de Weill Cornell Medicine, en Nueva York, que ha estudiado el orden de las comidas. Aunque hay algunas razones para considerar la posibilidad de intentarlo, dijo.

¿Qué indica la investigación?
Los estudios existentes sobre los beneficios de la secuenciación de comidas son pequeños, pero los resultados son consistentes, dicen los expertos.

En una revisión de 2023 de 11 estudios, por ejemplo, los investigadores concluyeron que las personas que guardaban los alimentos ricos en carbohidratos para el final de una comida, después de las verduras y las proteínas, tenían niveles de azúcar en la sangre significativamente más bajos que cuando los consumían primero.

En un estudio realizado en 2019 con 15 personas con prediabetes, Shukla y sus colegas pidieron a los participantes que consumieran una comida de pollo sin piel a la parrilla, ensalada y pan ciabatta en tres órdenes diferentes en tres días distintos: primero el pan, seguido 10 minutos después por el pollo y la ensalada; primero el pollo y la ensalada, seguidos del pan; y primero la ensalada, seguida del pollo y el pan.

Los investigadores midieron los niveles de azúcar en sangre de los participantes justo antes de comer y cada 30 minutos durante tres horas después de cada comida. Descubrieron que cuando los participantes comían el pollo y la ensalada antes que el pan, los picos de azúcar en sangre eran un 46 por ciento más bajos que cuando comían primero el pan.

Los investigadores no están del todo seguros de a qué se debe esto. Una teoría es que comer primero las grasas, fibra y proteínas retrasa el vaciado del estómago, lo que podría ralentizar la absorción de los azúcares de los carbohidratos en el torrente sanguíneo, dijo Shukla.

Barbara Eichorst, vicepresidenta de programas de atención a la salud de la Asociación Estadounidense de Diabetes, dijo que tiene sentido que las personas con diabetes tipo 2 o prediabetes consuman primero las verduras y proteínas durante las comidas, ya que, a diferencia de los carbohidratos, las verduras y las proteínas no se convierten rápidamente en azúcar y provocan picos elevados de glucosa en sangre.

En el caso quienes tienen diabetes tipo 2, algunas investigaciones limitadas incluso dan a entender que este efecto reductor de la glucemia podría ser comparable al de ciertos medicamentos para la diabetes, según Nicola Guess, dietista clínica e investigadora de la Universidad de Oxford. Aunque es necesario seguir investigando sobre el tema.

¿Debería comer así todo el mundo?
Las investigaciones también han demostrado que ingerir carbohidratos al final de la comida puede reducir los picos de azúcar en sangre en personas que no padecen diabetes. Pero los expertos dijeron que las personas sanas no suelen necesitar controlar su glucemia de este modo.

Según Vijaya Surampudi, endocrinóloga de UCLA Health, un organismo que funcione correctamente normalizará los niveles de azúcar en sangre horas después de comer.

No obstante, dado que las proteínas, las grasas y las verduras ricas en fibra tardan más en digerirse que los carbohidratos simples, dejar los carbohidratos para el final puede ayudar a sentirse saciado durante más tiempo, dijo Domenico Tricò, profesor adjunto de medicina interna de la Universidad de Pisa, Italia, que estudia el orden de los alimentos.

Las investigaciones también sugieren que comer así puede estimular al intestino a producir más cantidad de una hormona de la saciedad llamada péptido 1 similar al glucagón, o GLP-1. (El medicamento para la diabetes Ozempic está diseñado para imitar esta hormona).

“El GLP-1 ralentiza la digestión e indica al cerebro que no se tiene hambre”, explicó Surampudi. Sin embargo, algunos expertos afirman que no está claro si los pequeños aumentos de esta hormona debidos únicamente a la secuenciación de las comidas (en comparación con el gran aumento que se obtendría con un fármaco como Ozempic) representarían una gran diferencia en el grado de saciedad.

Si tiendes a sentirte perezoso después de las comidas, Shukla y Surampudi dijeron que podría ser útil comer primero las verduras o las proteínas.

Algunas investigaciones también sugieren que reservar los carbohidratos para el final de la comida puede hacer que sea más probable que te llenes de verduras y proteínas y comas menos carbohidratos simples, que suelen tener menos nutrientes y más calorías, dijo Shukla.

La conclusión, según los expertos, es que aunque la secuenciación de las comidas es una de las muchas estrategias de alimentación saludable, no es algo que deba preocuparnos. Las tendencias dietéticas de este tipo a veces provocan ansiedad, lo que puede conducir a una alimentación desordenada.

“Si te resulta fácil, hazlo”, dijo Tricò. Pero si no, opta por alimentos de alta calidad que te gusten. Comer verduras en cada comida es más importante que fijarse demasiado en el orden de los alimentos, dijo Guess.

Joan Baez revela lo que nadie sabía sobre su vida: “Fue devastador contarlo, pero ahora estoy en paz”

La veterana cantante destapa en un documental que sufrió abusos de su padre, que empezó con terapias con 16 años o que estuvo enganchada a los ansiolíticos. “Tengo más de 80 años y quiero dejar algo sincero”, dice a este periódico. 
Joan Baez, fotografiada en Los Ángeles en 1969.
Joan Baez, fotografiada en Los Ángeles en 1969.
Joan Baez asegura que sufrió abusos por parte de su padre cuando ella era una niña. A Joan Baez la llamaban “mexicana idiota” en el colegio. Joan Baez empezó a ir a terapia con 16 años. Joan Baez estuvo ocho años enganchada a los ansiolíticos. Joan Baez salió horrorizada de su noviazgo con Bob Dylan. Joan Baez tenía una relación con su hermana Mimi, también cantante, basada en el poder y los celos. Joan Baez tuvo una pareja mujer durante dos años. Joan Baez padeció Trastorno de Identidad Disociativo, neurosis y ataques de pánico durante décadas.


Joan Baez (Nueva York, 83 años) sonríe desde su casa de Los Ángeles en una charla por vídeo con este periódico cuando se le pregunta por qué ha decidido abrirse en canal y contar al mundo todo esto que solo sus íntimos (si acaso) conocían. “¿Sabes? Tengo más de 80 años y quería dejar algo sincero. Di las llaves de mi intimidad a Karen [O’Connor, cineasta] y ya no había vuelta atrás. Si quería cambiar algo desesperadamente ya había tomado la decisión y no podía volver atrás”. La cantante habla del documental Joan Baez I Am Noise, un palpitante recorrido por su vida donde la activista se desangra viajando a las oquedades de su alma. La cinta, de casi dos horas, se estrena en el BCN Film Fest el 23 de abril y en salas desde el 26 del mismo mes.

Bob Dylan and Joan Baez Bob Dylan y Joan Baez en Londres, en abril de 1965. MIRRORPIX (MIRRORPIX VIA GETTY IMAGES)

Baez habla sentada en el salón de su hogar, donde se ven cuadros y una chimenea. Lleva gafas, el pelo corto y blanco y exhibe un semblante apacible con momentos en los que estalla la carcajada y otros en los que se pone a cantar en español, aunque ella no lo hable. Se nota que se ha quitado un peso de encima contando su historia más recóndita. “Cuando estuvo terminado el documental lo vi unas 10 veces y no sentí nada. Entonces me di cuenta de que lo veía protegiéndome, porque hay demasiada tristeza y confesión. Entonces, un día, me relajé, cociné unas palomitas y me senté a verlo. Fue devastador, pero ahora estoy en paz”.

Aparte de las crudas confesiones, el documental traza una panorámica de la gigantesca figura cultural de Baez, con una carrera que abarca seis décadas y que la convirtieron en la gran dama del folk social y en figura relevante de la contracultura de los sesenta. Fue ella la primera que dio una oportunidad a Bob Dylan. Sin su olfato para detectar el talento del creador de Blowin’ In The Wind, es muy posible que Dylan hubiese tardado más en explotar. “Estaba en el Gerde’s Folk City, en Nueva York. De pronto, apareció en el escenario un chico andrajoso a más no poder y empezó a soltar sus letras. Me dejó petrificada. Su talento me embriagaba como una droga. Yo le llevaba a los conciertos, le invitaba a subir y la gente le abucheaba. Yo les decía: ‘Por favor, escúchenle’. No tardaron mucho en cambiar de opinión”, cuenta. Formaron un dúo arrebatadoramente atractivo. “Él necesitaba una madre, alguien que le bañara y le cantara canciones. Y yo necesitaba cuidar a alguien”, cuenta. Tuvieron una relación que acabó cuando Dylan, ya subido al éxito, llegó a Londres en 1965 y ella lo acompañó. “Creo que lo que le pasó a Bobby cuando se hizo famoso fue que pasó página y se alejó de todo el mundo. Fue un cambio muy brusco”, cuenta en el documental. Y añade: “Tanta droga y tanta virilidad no iban conmigo. Ellos estaban en otra dimensión, yo era la rarita del folk que los acompañaba. No pintaba nada allí. Fue horrible”.

Baez se hizo famosa de la noche a la mañana. En 1959, con 18 años, actuó en el Netwport Folk Festival y todo cambió. “Por la razón que fuera, tenía la voz adecuada en el momento adecuado. Y eso me catapultó a la estratosfera”, señala. Mucho antes, su padre, Albert Baez (un relevante físico mexicano, coinventor del microscopio de rayos X), había inculcado a Joan y a sus dos hermanas una conciencia social. “Mi padre nos llevaba a muchos lugares para que viéramos que todos éramos iguales. Nos hacía reflexionar sobre la brecha entre ricos y pobres”. Su madre, escocesa, era una recalcitrante pacifista. Ese fue el germen de la Baez comprometida. Los cinco formaban una familia de cuáqueros.

Joan Baez El escritor James Baldwin, Joan Baez y el activista James Forman, en la marcha de Selma a Montgomery (Alabama) de 1965, que pidió la Ley del Voto para los negros.

Ya muy popular, Baez estuvo en todas. El documental muestra imágenes de ella en manifestaciones junto a Martin Luther King, en protestas contra la guerra de Vietnam, llevando de la mano a la escuela a niños negros mientras miembros del Ku Klux Klan les intimidaban ocultos en sus capirotes… Hay momentos emocionantes, como cuando madres negras, segregadas y pobres, abrazan a una joven Baez por derrochar tanto coraje en su defensa. Mientras, la cantante lidiaba con sus problemas psicológicos. Cuando una adolescente Joan acudió al primer psicólogo, este les advirtió a los padres: “Su hija carga con numerosos problemas emocionales, sensación de insuficiencia, complejo de inferioridad. Los síntomas podrían deberse a un trastorno psicológico y emocional”.

“Estábamos todos demasiado locos como para hablar de salud mental”, reflexiona hoy la artista. “Eran los 60, con una combinación loca de cosas: Vietnam, el servicio militar obligatorio, la lucha por los derechos civiles… Lo bueno es que si eras músico estabas todo el día ocupado. No tenías tiempo para otras cosas”. Habla durante I am noise de su “eterna condena”: pagar por disfrutar. “Sabía que después de disfrutar de un buen momento, iba a venirme abajo. Y así en un bucle infinito”. Aunque muy atenuado, afirma que todavía perdura.

La acogedora y potente voz de Baez conformó la banda sonora de las marchas y manifestaciones en los sesenta de la lucha por los derechos civiles con canciones tradicionales como We Shall Overcome, Oh, Freedom o All My Trials. También con versiones de temas de Dylan, como A Hard Rain’s A-Gonna Fall, When the Ship Comes In o Blowin’ In The Wind. Reconoce que el activismo pasó a ser una adicción. Se sentía mal cuando no tenía ninguna causa que defender. Y entonces la guerra de Vietnam terminó. Y ahora qué. Liberada de ese peso, en 1975 publicó un álbum no político, el que está valorado como su mejor trabajo, Diamonds and Rust. La canción que da título al disco ofrece una disección poética, unas veces cruel, otras romántica, de su relación con Dylan.

Baez confiesa hoy que ha hecho las paces con Dylan “espiritualmente”, ya que “hace décadas” que no tienen contacto. “No estoy molesta. Tuve lo mejor de él. Nos dio mucho con sus canciones. Cuando sentí que lo malo se había derretido, le escribí una carta. Le dije: ‘Gracias por los años sesenta, qué canciones escribiste. Gracias por nuestra relación. Lo único que siento ahora es gratitud”, cuenta. Todavía está esperando una respuesta. Ella es cuatro meses mayor que él.

Cuando la artista dice que para realizar el documental dio las llaves de su intimidad se puede interpretar de forma literal. Baez guarda en un cuarto de su casa cientos de recuerdos, entre ellos las casetes con las grabaciones en voz de las sesiones de terapia de toda la familia. Con 50 años, la cantante se sometió a una sesión de hipnosis para rescatar sus recuerdos. Lo hizo en parte empujada por su hermana Mimi, que le desveló que había sufrido abusos por parte del padre. En 1991, Baez escribió una brutal carta a sus padres, que desvela en el documental: “Queridos papa y mamá. Ha llegado la hora de contaros la verdad, que me he negado a deciros hasta ahora...”. Entonces acusa a su progenitor de haber abusado de ella. Albert, el padre, se defendió: “Hay muchos casos de psiquiatras que ayudan a recordar a sus pacientes cosas que no ocurrieron. Se llama síndrome de la mentira falsa”. Y Baez responde en el documental: “Nunca estás segura del todo, pero así es el proceso de recuperación. No puedes saber lo que pasó exactamente. Pero tengo dos dedos de frente y sé que ciertas cosas pasaron de verdad, otras solo a medias, y otras son conjeturas. Pero, aunque el 20% fuera real, fue suficiente para causar los estragos que causó. Solo que no tengo pruebas”.

Joan Baez y Jimi Hendrix Joan Baez y Jimi Hendrix charlan en los camerinos de un concierto en Nueva York en 1968 que se celebró para recaudar dinero para auxiliar a los refugiados de la guerra civil Biafra-Nigeria. BETTMANN (BETTMANN ARCHIVE)

La artista cuenta hoy con un rostro que proyecta bondad, que ha perdonado a su padre. “Fue difícil y me llevó tiempo, pero sí, le perdoné. Recuerdo llevarle a pasear en una silla de ruedas cuando él ya tenía más de 90 años [murió en 2007 con 94 años]. A mí no me gustan los musicales, pero a él mucho, así que me acordé de uno, paré la silla y se lo canté. Le dije: ‘Esto es lo mejor que puedo hacer ahora mismo’. Tengo una carta de él enmarcada que me escribió en esa época, cuando era muy mayor. Dice: ‘Me levanta el ánimo cuando te veo’. Esas cosas bonitas no las decía cuando era joven, pero de mayor las dijo”. De la foto familiar de cinco miembros (los padres y las tres hijas) solo queda ella.

Responde con humor a cómo consiguió librarse de su adicción de ocho años a los ansiolíticos: “Bueno, en realidad el responsable de que lo dejara fue el presidente Carter. Prohibió esas pastillas maravillosas y ya no las podía conseguir en ningún sitio, así que las dejé”.

Joan Baez Joan Baez se retiró de las giras en 2019. Desde entonces solo se ha subido a un escenario para tocar una o dos canciones en conciertos benéficos. Esta foto pertenece al último, el 26 de febrero pasado en el Carnegie Hall de Nueva York, por el Tibet. NOAM GALAI (GETTY IMAGES FOR TIBET HOUSE US)

Ella, que luchó tanto por las injusticias, asiste hoy pesarosa a la peligrosa deriva mundial: “Creo que nadie podría haber escrito un mejor guion sobre el ascenso del nuevo fascismo. Nunca pudimos imaginar que ese idiota de Trump, aupado por unos seguidores que deben ser aún más estúpidos que él, llegara al poder. Yo lo llamo avalancha maligna e intento evitarla encontrando mi lugar. Una de las cosas principales para mí es estar en paz en el lugar donde vivo. Me refiero al tema del calentamiento global. Miro por la ventana y veo y escucho a los pájaros. Oh, dos tercios de los pájaros ya no están. Si dejo que eso me rompa el corazón, me quedo inmóvil y no puedo seguir. Así que salgo al campo, me siento y trato de escuchar al único pájaro. No espero a todo el coro. Es solo uno, pero muy hermoso”.

Baez se retiró de las grandes giras en 2019, precisamente en España, Madrid, en un concierto delicioso en el Teatro Real donde la acompañó a la percusión su único hijo, Gabriel Harris (54 años), fruto de su matrimonio con el activista David Harris, fallecido en 2023. “No echo de menos las giras. Hice muchas y es agotador. Desde entonces solo he subido al escenario alguna vez para tocar una o dos canciones. Suficiente”. Se levanta temprano, hace la cama, practica gimnasia (luce muy en forma), medita, desayuna los huevos frescos que le dan sus propias gallinas y se pone a trabajar en un libro de poesía que publicará pronto. Y baila. Le encanta pasear sola por el campo, con su perro. Se pone en los auriculares a los Gipsy Kings y baila. Hasta que aparezca el único pájaro cantor.

El día que García Márquez me escribió en Cartagena su lista de clásicos imprescindibles de la literatura

Gabriel García Márquez

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Pie de foto,El Premio Nobel de Literatura de 1982 junto a la lista que le escribió a Hernando en 1995.
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Desde hace casi 30 años, guardo en mi casa una lista de obras clásicas que Gabriel García Márquez me escribió, de puño y letra, una tarde de abril de 1995.

La historia de cómo llegué a tenerla se la he contado innumerables veces a mi familia y a mis amigos.

Es una anécdota que muestra tanto mi absoluta ignorancia como el carisma, la generosidad y la sencillez del único escritor colombiano que ha ganado el Premio Nobel de Literatura.

Parte con una pregunta, termina con la lista e incluye un delicioso helado.

El helado

“Cachaco de mierda, se nota en tus ojos que te encantaría comerte otra copa de helado, pero no eres capaz de aceptarlo”, me desafió con una mezcla de cariño y picardía Gabriel García Márquez.

Y tenía razón. No solo era delicioso, sino que además -según me contó- era el helado que todos los años le enviaba de regalo de cumpleaños Fidel Castro. Venía desde la famosa heladería Coppelia de La Habana, la favorita de quien, para mi incredulidad, era mi anfitrión.

La primera copa me la había ofrecido unos minutos antes, luego de abrir con cierta ceremoniosidad el congelador, mientras yo hacía cuentas mentales: el gran cartón blanco llevaba más de un mes guardado. García Márquez cumplía el 6 de marzo y esa tarde era 8 de abril.

Aún no podía creer mi suerte. Estaba almorzando con uno de los hombres que más admiraba, y su esposa Mercedes Barcha, en el comedor de la cocina del apartamento que tenían en Cartagena en el edificio que la gente llamaba La Máquina de Escribir.

Y, mientras como buen narrador me contaba sabrosos detalles del original ritual que mantenía con Castro, me estaba compartiendo el que para él era el mejor helado del mundo.

La lista escrita por García Márquez en 1995. 

La lista escrita por García Márquez en 1955 "de los clásicos imprescindibles".

Obvio que a mí también me pareció inigualable. Era de vainilla y excepcionalmente cremoso, y me moría de ganas de seguir comiendo todas las copas que me ofreciera.

Pero fui educado como un “cachaco”, como le dicen en la Costa Caribe a quienes nacimos en Bogotá, y a los “cachacos” nos enseñan a no manifestar mucho nuestros gustos, a no decir todo lo que pensamos y a que una copa de helado es más que suficiente y no se acepta una segunda. Pero esa tarde cedí, más que encantado.

Todavía hoy lo recuerdo como uno de mis almuerzos favoritos, al que paradójicamente fui invitado por mi vergonzosa reticencia a los clásicos de la literatura.

La pregunta

Todo había comenzado unas semanas antes cuando mi jefe y primer mentor periodístico, Mauricio Vargas Linares, me dijo que yo representaría a la revista Semana en el primer taller de la Fundación Gabo, que por ese entonces se llamaba Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, o FNPI, y que había sido fundada por García Márquez unos meses antes con el objetivo de mejorar la formación de los periodistas hispanohablantes.

Yo había visto a García Márquez alguna vez cuando visitaba el semanario. Nunca habíamos hablado, pero siempre era particularmente cariñoso con quienes apenas estábamos empezando a entender el oficio de periodistas.

Nunca olvidaré que en unos de los almuerzos pomposos que organizaba de vez en cuando el dueño de la revista, García Márquez llegó, y pese a que le tenían reservada una silla en la mesa principal junto a los ministros y celebridades, observó que había espacio en la mesa más lejana, la que estaba ocupada por los más jóvenes de la redacción, y dijo mientras señalaba con la mano hacia donde estábamos “gracias, pero yo me siento allá con los reporteros”.

Hernando Álvarez FUENTE DE LA IMAGEN,HERNANDO ÁLVAREZ Pie de foto,

Hernando Álvarez comenzó su carrera periodística en la revista Semana en su Colombia natal.

El taller de la FNPI era sobre crónica periodística y la periodista mexicana Alma Guillermoprieto sería la maestra.

Yo acababa de cumplir 23 años, y trataba de aprender todo lo que podía del selecto grupo de curtidos periodistas que producían el influyente semanario en la que trabajaba, pero no sabía inglés, no tenía ni la más remota idea de qué era la revista The New Yorker, ni mucho menos quién era ella.

Tampoco había oído hablar del “Diario del año de la peste”, de Daniel Defoe, el libro que teníamos que leer antes de llegar a Cartagena, un relato novelado de la peste que asoló Londres y sus alrededores entre 1664 y 1666 y que, como supe luego, García Márquez consideraba uno de los grandes reportajes de la historia.

En esa semana del taller, Alma Guillermoprieto me enseñó que el profesionalismo no tiene ínfulas, que la rigurosidad no es negociable y que a los grandes temas es mejor enfrentarlos con historias particulares, como ella había hecho en las 13 cartas desde América Latina publicadas originalmente en inglés en The New Yorker, y recopiladas en el libro “Al pie de un volcán te escribo”, que acababa de ser traducido al español en esa época.

García Márquez era más que consciente de la admiración y adulación que despertaba en los diez jóvenes periodistas que habíamos sido seleccionados para el taller, pero hizo lo posible para bajarle la temperatura emocional y el formalismo a las sesiones.

Nos trató como si nos conociera de toda la vida y no creo exagerar que un observador desprevenido bien podría haber dicho que él era el más emocionado de todos.

Participantes del primer taller de periodismo de la Fundación Gabo en 1995. 

Participantes del primer taller de periodismo de la Fundación Gabo en 1995.

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Pie de foto,
Los participantes del primer taller de periodismo de la Fundación Gabo en 1995. Hernando Álvarez es el primero en cuclillas de izquierda a derecha. También en cuclillas, junto al de la camisa verde aparece Juan Carlos Pérez, hoy editor en BBC Mundo. Para conmemorar el final del taller, nos invitó a cenar el viernes en La Vitrola, por ese entonces el restaurante en el que se reunía la gran bohemia cartagenera, y escenario de noches y conversaciones legendarias entre él mismo, y los artistas Alejandro Obregón y Enrique Grau, por mencionar solo a algunos.

Yo pasé buena parte de la noche pensando cuál sería el momento perfecto para confesarle a García Márquez que los clásicos de la literatura me aburrían terriblemente y que por más que intentaba meterme en ellos me producían un tedio asombroso. Quería preguntarle si realmente tenía que leérmelos todos para mejorar mi oficio de periodista.

Pero cómo carajos iba a ser capaz de aceptar mi ligereza intelectual ante él.

Mientras peleaba mentalmente con mis inseguridades, y de fondo sonaban platos, copas y una música ensordecedora, apareció él para despedirse de todos los alumnos.

-Maestro una cosa más, le dije afanoso mientras me levantaba de mi asiento y trataba de hacerme paso hacia él.

Me alzó las cejas y con ello sentí que me dio permiso de seguir.

-Es que quería preguntarle sobre los clásicos de la literatura y qué debo hacer para poder leérmelos.

-¿Hasta cuándo te quedas en Cartagena?, me preguntó.

-Decidí aprovechar el fin de semana para quedarme a parrandear, le dije.

-Muy bien, llámame mañana.

-Pero no tengo su teléfono…

-650143, me dictó…

En una de las tantas pendejadas que hice de joven, decidí tratar de memorizar el número sin escribirlo.

Pero qué te pasa reportero - me dijo sonriente mientras me ofrecía su estilógrafo-. Anótalo en un papel que se te va a olvidar y te vas a arrepentir el resto de tu vida.

La lista

Esa noche dormí poco. Cada 20 minutos revisaba si ya era una hora civilizada para llamar. Cuando por fin el reloj marcó las nueve de la mañana me animé a marcar los números anotados.

-Merce, ¿tenemos planes de almuerzo?, le preguntó el escritor a su esposa interrumpiendo brevemente nuestra conversación.

-Ok, le voy a decir a Álvarez que venga entonces, agregó.

Tan pronto acepté su oferta llamé angustiado a mi jefe.

-¿Qué hago? ¿Qué llevo? ¿Cómo me visto?

-No sea pendejo, nada que lleve ni haga lo va a impresionar. No piense en eso, vaya y sea usted, no pretenda ser nadie diferente y disfrute el almuerzo, me recomendó con sabiduría.

Decidí entonces ponerme la camiseta y los jeans de siempre y esperar ansioso a que llegara el mediodía para poder caminar hacia el apartamento de la cita.

Almorzamos pescado frito, patacón y arroz con coco, y después de las copas de helado por fin me atreví a hablar.

-Maestro, tengo que confesarle que me aburro tremendamente con los clásicos y que no he logrado leerme ninguno.

Me dijo que en su juventud él también había visto los clásicos con desdén hasta que un mentor le dijo alguna vez que nunca llegaría a ser un gran escritor si no conocía los clásicos griegos.

Me contó que cuando los descubrió se enamoró de ellos. Me habló de su obsesión por Edipo y cómo siempre lo sedujo la historia de un hombre que quiso investigar quién había matado a su padre para llegar a la trágica conclusión de que él mismo había sido el asesino.

Estudio en la casa de Hernando Álvarez

Estudio en la casa de Hernando Álvarez

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Pie de foto,
La lista enmarcada ha tenido un lugar destacado en las casas y apartamentos en los que ha vivido Hernando desde hace casi 30 años. Me pidió que hiciera un esfuerzo para sobrepasar el tedio que me generaba el lenguaje antiguo y me concentrara en las fabulosas historias que contaban.

-Y si tuviera que hacer una lista de los clásicos imprescindibles ¿cuáles entrarían?, le pregunté.

-Hagamos la lista, me dijo emocionado mientras abría con rapidez su libreta de reportero y con un plumón de tinta negra empezó a escribir el listado que ilustra esta historia y que trascribo a continuación tal y como la escribió él:

1. La biblia
2. La mil y una noches
2a. Platón y Aristóteles
3. Odisea
3a Los filósofos ilustres. Diógenes Laercio
4. Sófocles: Edipo
5. Los doce Césares (Suetonio)
6. Plutarco
7. La divina comedia (infierno)
8. Horacio (Poesía)
9. El mio cid (Romances)
10. El Amadis de Gaula
11. Quijote
12. Poesía: Siglo de Oro español
13. Gargantua y Pantagruel
14. Paraíso Perdido – Milton
15. Cronistas de Indias
16. –

Eso es lo que tengo.

Hasta el día de hoy me arrepiento del gran error que cometí al no haber tomado notas sobre lo que me decía de cada obra mientras la iba escribiendo. No me acuerdo de por qué usó 2a y 3a, por ejemplo. ¿Cuál era la lógica de esa subdivisión? Tampoco de por qué el número 16 quedó vacío.

Soy consciente de que esta lista que decidí compartir finalmente hoy cuando se conmemoran los diez años de su muerte, hubiera sido más útil si tuviera observaciones más precisas sobre por qué incluyó cada obra.

Quizás por ello siempre me había dado cierto pudor compartirla.

Pero hace poco, cuando vi la emoción que suscitó en una amiga bibliófila cuando la vio colgada en una de las paredes de mi casa, pensé que por más errores periodísticos que tenga esta historia que les estoy contando, algún valor anecdótico tendría para quienes la puedan conocer.

Gabriel García Márquez en Cartagena en los años 1990. 

Gabriel García Márquez en Cartagena en los años 1990.

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Pie de foto,

Gabriel García Márquez en Cartagena en los años 1990. 

También me acordé de la gran frase que dijo el propio García Márquez cuando publicó sus memorias: “La vida no es lo que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla”.

De la lista he leído con los años algunas crónicas de Indias, Edipo, La Odisea, pasajes de la Biblia, la Divina Comedia, las Mil y Una Noches, y algún que otro poema del Siglo de Oro.

Pero quiero creer que el autor de ese canon maravilloso e improvisado no se hubiera disgustado conmigo por no haberle dado el debido respeto a cada una de sus recomendaciones.

Eso pienso, como consuelo, cuando recuerdo otro consejo que me dio esa inolvidable tarde de abril, cuando en otra vergonzosa confesión le admití que aún no había podido leer el Quijote:

-Lo que te recomiendo es que dejes el libro encima del inodoro, así cada vez que te sientes ahí lees un poco.

sábado, 27 de abril de 2024

Yo estoy con Pedro Sánchez y lo apoyo

He mostrado públicamente mis diferencias con algunas medidas que ha tomado el presidente del Gobierno Pedro Sánchez y con su política de alianzas en los últimos tiempos. Lo hice por convicción y lealtad y por esas mismas razones quiero expresarle ahora mi completo apoyo, mi solidaridad, mi afecto y mi agradecimiento.

Mi apoyo, ante lo duro que debe ser aguantar tanto insulto e infamia.

Mi solidaridad, porque la derecha no está poniendo límite alguno al ataque personal e inhumano a él y a su familia.

Mi afecto, porque comparto sus ideas progresistas, por encima de las diferencias.

Y mi agradecimiento porque, gracias al gobierno que preside y a pesar de todas las dificultades, se han podido tomar muchas decisiones en beneficio de las personas más desfavorecidas que la derecha siempre ha rechazado

Esta expresión de mis sentimientos que ahora también hago pública es muy modesta. Pero tengo la seguridad de que si fuésemos miles y miles las personas que levantásemos al unísono nuestra voz contra el cainismo y la infamia, contra la política convertida en una constante e inhumana agresión al adversario, y a favor del respeto y la paz como forma de abordar los conflictos, no nos dolería tanto España como ahora nos duele a personas de todas las ideologías.

Toda mi comprensión y todo mi ánimo para el presidente Pedro Sánchez, para su familia y para la militancia del Partido Socialista Obrero Español.

PD.: Suscribo estas palabras del profesor doctor y catedrático de la U. de Sevilla, Juan Torres López.

"Necesito parar y reflexionar": el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, dice que se plantea dimitir tras el inicio de una investigación a su esposa

Pedro Sánchez y Begoña Gómez (foto de archivo)

FUENTE DE LA IMAGEN,REUTERS

Pie de foto,Pedro Sánchez publicó un extenso comunicado en X diciendo que su esposa, Begoña Gómez, defenderá su honor

El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, anunció este miércoles la suspensión de sus actividades públicas para sopesar su posible renuncia al cargo después de que un juzgado de Madrid admitiera a trámite una denuncia contra su esposa, Begoña Gómez, por un posible delito de tráfico de influencias.

En una carta abierta a la ciudadanía, Sánchez afirmó: "Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, si debo continuar al frente del gobierno o renunciar a este honor".

El líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) atribuye la denuncia contra su esposa a "una operación de acoso y derribo" de la "derecha y la ultraderecha" con el objetivo de hacerle "desfallecer en lo político y en lo personal atacando" a su esposa.

Y señala a sus rivales de la oposición a la derecha del arco político -el líder del conservador Partido Popular, Alberto Núñez-Feijóo; y del ultraderechista Vox, Santiago Abascal- como "cooperadores necesarios" de una campaña que busca "deshumanizar y deslegitimar al adversario político a través de denuncias tan escandalosas como falsas".

Sánchez aseguró en la carta que publicó en su cuenta de la red social X que "vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también" y anunció que comparecerá el próximo lunes para dar a conocer su decisión sobre su continuidad en el cargo.

"No me sorprende la sobreactuación del Sr. Feijóo y el Sr. Abascal. En este atropello tan grave como burdo, ambos son colaboradores necesarios junto a una galaxia digital ultraderechista y la organización Manos Limpias", dice en la carta.

"De hecho, fue el Sr. Feijóo quien denunció el caso ante la Oficina de Conflicto de Intereses pidiendo para mí de 5 a 10 años de inhabilitación para el ejercicio de cargo público", añade Sánchez.

El contenido de la denuncia

La denuncia admitida por el Juzgado de Instrucción Número 41 de Madrid contra Begoña Gómez afirma que, "prevaliéndose de su relación con el presidente del gobierno, habría recomendado o avalado por carta de recomendación con su firma a empresarios que se presentan a licitaciones públicas".

El escrito señala también que una de las empresas que obtuvo fondos públicos organizó años después una maestría en un programa universitario que ella dirige y que otra de ellas, la aerolínea Air Europa, aceptó destinar fondos para un centro de innovación en África que también estuvo a cargo de la esposa de Sánchez.

El presidente del gobierno español aseguró que su esposa se defenderá en los tribunales de unos "hechos tan aparentemente escandalosos como inconsistentes".

La denuncia fue presentada por el Colectivo de Funcionarios Públicos Manos Limpias, una organización a menudo envuelta en la polémica porque su fundador es un antiguo militante ultraderechista y que ha ganado notoriedad a base de presentar denuncias judiciales sobre supuestos casos de corrupción política que con frecuencia han acabado archivadas.

Manos Limpias alega que Gómez utilizó su influencia como mujer del presidente del gobierno para conseguir patrocinadores para un máster universitario que ella dirigía.

El juez de instrucción Juan Carlos Peinado ordenó la apertura de diligencias y citó como testigos a los directores de los medios de comunicación que han difundido las publicaciones periodísticas en las que se sustenta la denuncia, algunos con una línea editorial muy crítica con el gobierno de Pedro Sánchez.

El tribunal no facilitó más detalles, ya que el caso está bajo secreto de sumario y es preliminar; sin embargo, la Fiscalía presentó este jueves un recurso contra la apertura de la investigación y ha solicitado que se archive el caso.

Begoña Gómez 
Begoña Gómez

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También este jueves, el propio Manos Limpias admitió la posibilidad de que su denuncia contra Begoña Gómez se base en noticias falsas.

"No soy un ingenuo. Soy consciente de que denuncian a Begoña no porque haya hecho algo ilegal, ellos saben que no hay caso, sino por ser mi esposa", dice el líder socialista en la misiva.

Manos Limpias utiliza un instrumento jurídico español único conocido como "acusación popular" para presentar denuncias penales contra terceros.

Un anuncio sorprendente

Sánchez y Begoña Gómez sonríen en una cumbre de la OTAN en Vilnus, Lituania

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Sánchez y Begoña Gómez sonríen en una cumbre de la OTAN en Vilnus, Lituania 

Begoña Gómez ha sido acusada de tráfico de influencias.

La carta del mandatario generó un gran revuelo en el mundo de la política, y medios nacionales e internacionales se hicieron eco de su contenido, que incluye reflexiones de corte personal.

"Llegados a este punto, la pregunta que legítimamente me hago es ¿merece la pena todo esto? Sinceramente, no lo sé. Este ataque no tiene precedentes, es tan grave y tan burdo que necesito parar y reflexionar con mi esposa. Muchas veces se nos olvida que tras los políticos hay personas", dice Sánchez en su carta.

Horas antes de hacerse público el texto, el PP le había exigido explicaciones en el Parlamento, a lo que el presidente del gobierno respondió diciendo que "en un día como hoy y después de las noticias que he conocido, a pesar de todo sigo creyendo en la justicia de mi país".

Medios españoles informaron que Sánchez abandonó el Parlamento el miércoles rumbo a su residencia de Madrid visiblemente molesto.

Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular (PP), la principal fuerza de la oposición, acusó a Sánchez de "dejación de funciones" por anunciar que se toma unos días hasta el lunes para decidir si continúa en el cargo.

"¿Si usted no tiene nada que temer, por qué no da explicaciones?", le preguntó Feijóo, que le reprochó además lo que considera un intento de "victimizarse".

En una conferencia de prensa, la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, criticó duramente el manejo de la situación por parte de Sánchez.

Del otro lado, los ministros del gobierno respaldan al mandatario, y Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y líder del socio de coalición de izquierdas del gobierno, Sumar, le dijo a Reuters que Sánchez tiene todo su apoyo.

"La ofensiva de la derecha ultra no puede salirse con la suya", escribió en X. "(Toca) defender la democracia, el bloque progresista y la legitimidad del gobierno de coalición que tanto ha mejorado la vida de la gente".

El rol de los independentistas

La pareja presidencial asiste a un partido de tenis

La pareja presidencial asiste a un partido de tenis

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La decisión de Sánchez de suspender sus actos públicos se produce en un momento tenso para el PSOE, antes de las elecciones al Parlamento Europeo de junio y de los comicios en la región de Cataluña del mes que viene.

Precisamente Sánchez debía participar este jueves en el arranque de la campaña de los socialistas en Barcelona de cara a las elecciones catalanas del 12 de mayo.

El mandatario español logró ser investido de nuevo en su cargo hace unos meses con el apoyo de dos partidos separatistas catalanes, que accedieron a darle sus votos a cambio de una amnistía para los imputados y condenados por el proceso independentista en Cataluña que culminó con un referendo de independencia no autorizado en octubre de 2017.

Sin el apoyo de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y de Junts per Catalunya (JxCat), no habría podido permanecer en el poder.

Los partidos de la oposición están indignados por la amnistía, que también implica que el expresidente catalán Carles Puigdemont pueda presentarse a las elecciones del 12 de mayo, siete años después de haberse fugado de la justicia trasladándose a Bélgica.

Puigdemont todavía enfrenta un caso de terrorismo, pero cree que la amnistía le permitirá regresar a España.

Claro que merece la pena

El presidente del Gobierno español ha escrito una carta a la ciudadanía que, a mi juicio, no puede ser más sincera. Una carta en la que dice que la cacería que la derecha y algunos medios han emprendido contra él hace tiempo y ahora contra su mujer, está siendo tan brutal que ha sobrepasado el límite que un ser humano puede soportar. Dice que necesita unos días para pensar con su esposa si merece la pena seguir adelante o si es preferible dimitir. Alguien ha dicho que podía haber hecho la reflexión en privado y, una vez concluida, haber comunicado a la ciudadanía la decisión final. Me gusta que lo haya hecho así. Ha sido valiente y claro y ha preferido compartir con la ciudadanía esa tremenda incertidumbre. Nos ha puesto a pensar.

Pues bien, he leído con atención esa carta. Y la voy a contestar. Por cortesía. Y por deber ciudadano. El presidente se pregunta si merece la pena tanto esfuerzo, tanto sufrimiento. ¿Merece la pena? Tan decisiva es la pregunta que de su respuesta depende la continuidad en el cargo o el abandono del mismo. Voy a intentar transmitirle las reflexiones de un ciudadano de a pie, aunque dudo que pueda leerme.

Merece la pena seguir adelante por quienes votaron el 23 de julio y dijeron sin ambages que querían un gobierno de coalición progresista, presidido por Pedro Sánchez. La derecha no aceptó el resultado y sería una pena que se llevara el gato al agua no por razonamientos y propuestas sino por haber proferido todo tipo de insultos y descalificaciones.

Merece la pena para toda la población que se sigan promulgando leyes progresistas. Si no hubiéramos tenido gobiernos de izquierda, no tendríamos ley del divorcio, ni del aborto, ni del matrimonio homosexual, ni de la eutanasia, ni de memoria histórica, ni contra la violencia de género…

Merece la pena, sobre todo para los más pobres, que haya un gobierno progresista. Sin gobiernos de izquierda no se hubieran subido las pensiones en la cuantía que se ha hecho, ni se hubiera incrementado el salario mínimo interprofesional como se ha subido… Sin un gobierno de izquierdas no se hubiera creado un impuesto a la banca y a las grandes empresas, no hubiera subido el empleo como ha subido y no habríamos tenido una economía pujante como la que tenemos.

Merece la pena para la escuela pública y para la sanidad pública que haya un gobierno de izquierdas que defienda los intereses de todos y de todas y no los intereses privados y los de aquellos que tienen dinero para pagar todo tipo de servicios.

Merece la pena mantener en la oposición a quienes defienden la xenofobia, la homofobia, la negación de la violencia de género y del cambio climático. Porque donde gobiernan en coalición el PP y Vox se puede comprobar que existe una pérdida de derechos y una privatización descarada de bienes y servicios.

Merece la pena que siga adelante Pedro Sánchez porque su continuidad fortalecerá la democracia. El 40% de los votantes del PP considera que Sánchez es un presidente ilegítimo. El que se vaya vendría a dar satisfacción a quienes lo consideran (y así lo dicen) un okupa de La Moncloa.

Merece la pena seguir adelante porque no se puede dar a esta miserable oposición el triunfo que ha buscado con una política rastrera de acoso y derribo. No serían las iniciativas y las propuestas de la oposición lo que provoca el abandono de la presidencia sino el dolor que han provocado las mentiras y el odio.

Merece la pena seguir adelante porque quienes han presentado una denuncia cargada de bulos y falsedades contra Begoña Gómez, esposa del presidente, tendrían el triunfo que buscaban. Lo mismo tengo que decir del juez que de forma torticera e incomprensible ha admitido a trámite la denuncia.

Merece la pena seguir trabajando por la convivencia en Cataluña, por la recuperación del diálogo entre catalanes y entre los gobiernos nacional y autonómico, por la integración de toda la ciudadanía. Es necesario continuar con el plan emprendido: los indultos dieron su fruto, ahora lo tiene que dar la ley de amnistía.

Merece la pena no dar una victoria a quienes han calificado su carta a la ciudadanía de «infame» (señorita Ayuso dixit), de irresponsable (señor Feijóo dixit), de trampa enmascarada (señor Moreno Bonilla dixit). Merece la pena seguir oponiendo a una estrategia de insulto, de descalificación y de agresividad, una postura de serenidad, de fortaleza y de respeto.

Merece la pena mantener el liderazgo en el partido socialista y no dejarlo descabezado de forma súbita con la presión que genera una búsqueda apresurada de líder. Lo mismo ha de decirse sobre el liderazgo del gobierno.

Merece la pena escribir otro capítulo del Manual de Resistencia. Sería un buen ejemplo para quienes necesitamos modelos de resiliencia. Es preciso demostrar a quienes escriben con una terrible agresividad que hay otras lecturas más aleccionadoras. Conozco el libro de Rosa Díaz «¿Cómo hemos llegado a esto?», otro de Jiménez Losantos titulado «El camino hacia la dictadura de Sánchez» y uno de mi exadmirado Fernando Savater titulado «Carne gobernada» en el que critica con dureza al presidente. ¡Cuánto odio!

Merece la pena luchar contra la mentira, contra el todo vale, contra quien se opone a todo lo que decida el Gobierno, aunque lo que decida vaya en beneficio de la ciudadanía. Luchar contra este enfangamiento de la política que la llena de infamias y atribución de malas intenciones. Luchar contra insultos tan crueles (psicópata), contra lemas tan indecentes (que te vote Txapote), contra bromas tan miserables (me gusta la fruta). Hay que seguir luchando por otro tipo de política, inspirada por la sensibilidad hacia los más débiles, por la garantía y ampliación de los derechos de todos los ciudadanos y ciudadanas, por el respeto al adversario y por la búsqueda de la justicia y de la verdad.

Merece la pena seguir manteniendo el prestigio internacional del presidente del Gobierno, tan evidente como bien ganado (hoy se habla de la posibilidad de que presida la Unión Europea) mientras los orgullosos patriotas de la oposición lo despellejan sin contemplaciones.

Merece la pena seguir luchando por un país más democrático, más solidario, más feminista, más abierto, más laico, más plural, más respetuoso, más próspero, más justo, más sostenible, más habitable, más acogedor. Y eso es lo que busca este Gobierno, encabezado por su presidente.

Sí, merece la pena. La cacería que ha emprendido esta derecha ultramontana está siendo de tal virulencia que, incluso en este momento de desolación de su adversario, no ha habido ni una pizca de comprensión, de compasión o de piedad. No han respetado su derecho a la debilidad. Han seguido con su brutalidad habitual: se trata de una maniobra, de una irresponsabilidad, de una reacción de adolescente, de una estrategia para provocar la adhesión y para amedrentar a los jueces, a los medios y a los empresarios…

Hay quien ha criticado que haya manifestado públicamente que es una persona profundamente enamorada de su esposa. Ayuso dice que la carta está «entre el sentimentalismo y el chavismo». Dice también que es una carta «alegal» (creo que esta mujer, en muchas ocasiones, no conoce el significado de las palabras). Por una vez, un político dice algo hermoso y emotivo. Un político que manifiesta sus sentimientos con sinceridad y dice que está destrozado porque están agrediendo a su esposa. Y esa gota de agua que colma el vaso confirma que le ha hecho saltar no el sinnúmero de agresiones feroces recibidas sobre su persona sino el ataque a la mujer que ama.

Dicen, incluso, que está ofreciendo una imagen mala del país ante el exterior. Feijóo habla de «bochorno internacional». No. La mala imagen no la ofrece quien se encuentra afectado por una persecución injusta y cruel. La mala imagen la ofrecen quienes están practicando una política de oposición torpe, brutal, egoísta y malintencionada.

Ni media disculpa por haber hecho una denuncia rastrera, mentirosa, amasada con bulos y mentiras. Solo han dicho que la culpa la tienen quienes publicaron esas noticias. Se llaman Manos Limpias. Sí, limpias de dignidad, de respeto, de racionalidad, de justicia y de verdad.

Es probable que si, al fin, decide el presidente presentar su dimisión, la derecha seguirá diciendo que tiene apego al sillón de La Moncloa, tanto apego que le acusarán de habérselo llevado a su casa. El señor Feijóo, que solo se rige por la responsabilidad y no por el ansia de poder, decidirá volverse a Galicia a meditar sobre la caducidad de la vida. A él no le importa nada el sillón de La Moncloa. ¿A que no?

Miguel Ángel Santos Guerra, El Adarve.