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martes, 30 de abril de 2024

¿Tomas muchos medicamentos? Quizá necesitas reducirlos. Consumir varios medicamentos aumenta el riesgo de efectos secundarios o complicaciones graves en los pacientes. Es importante saber cuándo pedir ayuda para disminuir la lista de fármacos.

An illustration of a pharmacist and an older man standing on top of a prescription pill bottle. A variety of pills are cascading around them.
Credit...Mikyung Lee
Se estima que alrededor de uno de cada cinco adultos de entre 40 y 79 años toma cinco o más medicamentos con receta, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. Y, a mayor edad de los pacientes, es más probable que ingieran más fármacos.

Pero tomar muchas medicinas a la vez, lo que entre los expertos médicos se conoce como polifarmacia, aumenta el riesgo de que las personas experimenten efectos secundarios graves e interacciones farmacológicas, afirmó Nina Blachman, profesora asociada de medicina y geriatría de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York.

Los estudios demuestran que tomar varios medicamentos se asocia a un deterioro más rápido de la memoria en algunos pacientes con deterioro cognitivo leve, y a un mayor riesgo de caídas entre las personas con problemas de equilibrio o músculos debilitados. Y ciertas combinaciones de fármacos pueden provocar hemorragias excesivas, niveles peligrosamente bajos de azúcar en sangre u otras complicaciones graves que a diario ocasionan la hospitalización de cientos de adultos mayores.

Aunque los medicamentos pueden ser fundamentales para mejorar nuestra calidad de vida, es importante saber cuándo estamos tomando demasiados fármacos de manera innecesaria y cuándo debemos pedir ayuda para disminuir la lista de recetas.

Cómo se acumulan las recetas
A medida que las personas envejecen, desarrollan más problemas de salud como diabetes, cardiopatías, artritis e hipertensión, y “acaban tomando cada vez más medicamentos”, explicó Blachman. A muchos nunca se les retiran los fármacos que se les han recetado durante años, aunque ya no los necesiten o existan fórmulas más novedosas que puedan tratar varios síntomas de manera simultánea.

En ocasiones, los pacientes acuden a varios médicos y cada uno puede recetarles medicamentos distintos sin tener contacto entre sí.

A veces, los profesionales médicos pueden recetar fármacos para tratar los efectos secundarios de otra medicación, en lo que los doctores denominan como una “cascada de prescripciones”. Por ejemplo, las personas que toman ciertos analgésicos de venta libre llamados antiinflamatorios no esteroideos pueden experimentar un aumento de la tensión arterial, que los médicos pueden diagnosticar de manera errónea como una nueva dolencia y recetar bloqueadores de los canales de calcio como tratamiento. Pero, en algunas personas, estos fármacos para la tensión arterial pueden provocar hinchazón de tobillos, lo que puede hacer que les receten un diurético para reducir la acumulación de líquido en el organismo.

“Así que uno acaba persiguiendo los efectos secundarios de un medicamento tras otro”, afirmó Blachman.

Los pacientes mayores también podrían ser más propensos a desarrollar efectos secundarios nuevos o peores porque la función renal y hepática disminuye con la edad, lo que reduce la capacidad del organismo para filtrar algunos medicamentos, según dijo Barbara Farrell, científica del Instituto de Investigación Bruyere de Ottawa. Esto puede hacer que a los pacientes se les receten aún más medicamentos para tratar esos efectos secundarios.

Aunque la polifarmacia es más frecuente en las personas mayores, los adultos jóvenes e incluso los niños, sobre todo los que padecen enfermedades crónicas complicadas como epilepsia, trastornos del aprendizaje o problemas de salud mental, también pueden terminar en ciclos en los que ingieren muchos medicamentos.

Para complicar aún más las cosas, los farmacéuticos y los médicos no siempre saben cómo o cuándo ayudar a los pacientes para que dejen los fármacos de manera segura, explicó Farrell. Sin embargo, en los últimos años, tanto ella como otros expertos han impulsado la elaboración de más directrices sobre la reducción o interrupción de los fármacos recetados.

Cómo revisar la medicación y reducirla en la medida de lo posible
Lo ideal sería que médicos y farmacéuticos hicieran lo que se conoce como conciliación de la medicación cada vez que se acude a consulta con ellos, explicó Kuldip Patel, jefe de farmacia asociado del Hospital Universitario Duke de Carolina del Norte. Para eso, su equipo revisa la lista de medicamentos que toman los pacientes cada vez que ingresan al hospital o reciben el alta. Pero, Patel señaló que eso no siempre ocurre en todos los entornos médicos.

Los expertos sugieren pedirle a un médico de atención primaria o a un farmacéutico que realice una revisión completa de las medicinas recetadas al menos una vez al año. Muchas farmacias ofrecen este tipo de revisiones en el marco de programas gratuitos de gestión del tratamiento farmacológico. Haz una lista de tus medicamentos —incluidos los suplementos y los fármacos de venta libre—o toma todos los frascos de pastillas y llévalos a la cita, explicó Patel.

Pero quizá el mejor momento para hablar sobre el consumo de medicamentos con receta sea antes de empezar a tomar uno nuevo. Pregúntale a tu médico cosas como: “¿Estoy experimentando un síntoma que podría ser un efecto secundario de un medicamento que estoy tomando?” o “¿Puedo tratar de controlar este síntoma con cambios en mi estilo de vida?”.

Cuando necesites un medicamento, comprueba si puedes empezar con una dosis más baja, dijo Farrell. Recuérdale al doctor los medicamentos que estás tomando y pregúntale cómo interactuará el nuevo fármaco con ellos.

Por último, pregunta cuánto tiempo tendrás que tomar un medicamento y elabora un plan con tu médico para dejar de tomarlo si es necesario. Debes saber cómo es que te ayudará a dejar de tomar el medicamento, qué síntomas de abstinencia debes tener en cuenta y cómo asegurarte de que el problema que estaba tratando no reaparezca.

“Estas son preguntas que la gente debería hacerse incluso en la adolescencia o a los 20 años, cuando empiezan a tomar algunos de esos medicamentos”, afirmó Farrell. “Entonces, con suerte, algún día podremos evitar que la gente llegue al punto de tomar 25 medicamentos juntos”.

Knvul Sheikh es reportera del Times que cubre enfermedades crónicas e infecciosas y otros aspectos de la salud personal. Más de Knvul Sheikh

sábado, 10 de diciembre de 2022

ENVEJECIMIENTO POBLACIÓN Nicklas Brendborg: “Mantener tu boca limpia es de las pocas cosas fáciles que puedes hacer para alargar la vida”.

El biólogo danés ha publicado un libro en el que recoge los últimos avances para prolongar la vida saludable, desde la dieta o el ejercicio a los fármacos antienvejecimiento.

En los primeros tiempos de la Unión Soviética, durante los años veinte del siglo pasado, el bolchevique Alexander Bogdanov comenzó a experimentar con las transfusiones de sangre como método para curar el envejecimiento. Después de sobrevivir a los peligros de la revolución y tras someterse a 10 transfusiones de sangre en dos años, en 1928 sucumbió a la undécima. El donante tenía malaria y tuberculosis. Muchas décadas después, en 2015, Elizabeth Parrish, estadounidense y directora de una empresa llamada BioViva, viajó a Colombia para escapar de las autoridades que regulan el uso de tratamientos médicos en su país y aplicarse una terapia génica antienvejecimiento. Aunque su enfoque no ha recibido el beneplácito de la comunidad científica, Parrish sigue viva.

La eterna juventud es un premio que ha llevado a científicos y aventureros a asumir riesgos excepcionales. Ahora mismo, hay individuos que se aplican tratamientos fuera de los circuitos oficiales para escapar a los daños del paso del tiempo. Algunos fármacos, como la rapamicina, que se emplea para evitar los rechazos de órganos en los trasplantes, o la metformina, que toman muchas personas con diabetes, han mostrado su potencial contra el envejecimiento en animales y se están empezando a probar en humanos con ese objetivo.

El estudio de algunos animales, como la medusa Turritopsis, capaz de invertir su propio envejecimiento y volver, de algún modo, a su infancia, sugiere que hacerse viejo no es ineludible y muchos científicos de prestigio creen que nos estamos acercando a obtener respuestas sobre cómo vivir más allá de nuestros límites actuales. Nicklas Brendborg (Aalborg, Dinamarca, 27 años), biólogo molecular en la Universidad de Copenhague, acaba de publicar un libro (La medusa inmortal, Destino) en el que recoge los últimos hallazgos sobre este anhelo inmemorial de la humanidad. Ha charlado con EL PAÍS esta semana por videoconferencia.

Pregunta. ¿Cuánto tiempo podría ganar una persona que siga los consejos de su libro?
Respuesta. Depende de quién seas. Con algunas personas, es muy fácil darles un consejo que les prolongue la vida: deja de fumar, pierde algo de peso… Pero hay personas que ya llevan una vida muy sana. Ahí tienes que ir a los detalles, a tomar algún suplemento o a cuidar mejor su salud dental. En los últimos 100 años, se han conseguido grandes incrementos en la esperanza de vida, pero ahora parece que hemos alcanzado un límite, al menos para las personas que no fuman, no beben, comen poco y hacen ejercicio, que en cualquier caso tampoco es una combinación fácil de alcanzar.

Incluso aunque sigas todas las reglas para tener buena salud, vas a envejecer y vas a tener alguna enfermedad relacionada con el envejecimiento que te acabe matando. Así que si quieres ir más allá, como el tiburón de Groenlandia [que puede vivir hasta 500 años], va a ser necesario algún tipo de intervención médica. Tendremos que desarrollar nuevos fármacos para llegar ahí.

P. Ahora se están probando ya compuestos como la rapamicina o la metformina y también hay experimentos con células madre. ¿Cree que estas soluciones empezarán a superar las fases experimentales y a llegar al mercado en 20 años?
R. Creo que solo harán falta cinco años para que los primeros productos lleguen al mercado. Efectivamente, la metformina o la rapamicina son buenos candidatos y en este mismo momento ambas están probándose en humanos. El potencial de estas moléculas es algo que conocíamos desde hace mucho tiempo en ratones y ahora, finalmente, vamos a ver cuál es el veredicto en humanos. Esa será una primera generación, con estos fármacos que ya han sido aprobados para su uso en humanos. Pero después habrá una segunda generación de sustancias. Yo diría que vamos a ver estos productos llegando al mercado en los próximos cinco o 10 años si somos pesimistas.

P. ¿Piensa que sucederá como con los tratamientos avanzados en enfermedades raras o en el cáncer, que serán muy eficaces, pero con precios prohibitivos, y que solo llegarán a unos pocos?
R. Depende de la terapia de la que hablemos, porque algunas ideas se basan en pequeñas moléculas conocidas que no serían tan caras. Algunas terapias basadas en células, al principio, van a costar una fortuna. Pero la medicina suele pasar por una fase donde los tratamientos son muy caros y se van abaratando según aprendemos a producirlos en masa o encontramos alternativas que hacen lo mismo. Cuando se encuentre algo que funcione para aumentar la esperanza de vida, habrá una carrera para bajar el precio y, como el premio para el que consiga este objetivo es enorme, habrá mucha gente que entre en la carrera.

P. Las principales fortunas del mundo han mostrado mucho interés en la ciencia de retrasar el envejecimiento. Altos Lab, por ejemplo, ha reunido 3.000 millones de euros para ponerse en marcha y a muchos de los mejores científicos especializados en envejecimiento del mundo ¿Ve posible un futuro distópico en el que haya milmillonarios viviendo cientos de años y el resto de la gente con una esperanza de vida similar a la actual?
R. Creo que no será imposible ampliar la esperanza de vida hasta 200 o 300 años, algo así. Y al principio, como cualquier otra cosa, será muy caro, y serán los ricos los que tengan acceso por delante de los pobres. Pero también habrá muchos científicos que quieran tenerlo para ellos mismos. Y muchos activistas. No espero que la gente rica lo desarrolle y se lo quede para ellos, eso no sería socialmente aceptable. Al principio será caro, pero habrá una carrera para bajar el precio y encontrar alternativas para que sea más accesible a todo el mundo. Supongo que es el camino que vemos en todas las tecnologías. Lo que ahora tiene una persona normal es algo que ni siquiera los reyes podrían tener hace 100 años.

P. ¿Qué es lo más fácil que se puede hacer ahora para prolongar la vida?
R. Lo que es fácil, desgraciadamente, funciona peor que lo que es difícil, como comer saludable o hacer mucho ejercicio. Pero mantener tu boca limpia es de las pocas cosas fáciles que puedes hacer para alargar la vida, cepillándote y usando hilo dental, porque conocemos la relación entre los patógenos de la boca y las enfermedades cardiovasculares y la demencia. Es muy fácil prevenir estas infecciones bacterianas quitando de la boca la comida en la que se reproducen. La gente que tiene trastornos inflamatorios de la boca tiene mayor riesgo de trombos, demencia y de morir antes, y esos riesgos se pueden evitar limpiándose dos o tres minutos al día, lavándote los dientes y utilizando hilo dental. Ser donante de sangre también podría tener un efecto beneficioso.

Sabemos que hay una conexión muy estrecha entre la salud mental y la física y también en la otra dirección

P. Ser pequeño también es un factor favorable para vivir más. ¿Por qué?
R. Hay dos cosas que lo pueden explicar. La primera es que al ser más grande tienes más células y si asumimos que todas las células tienen el potencial de volverse cancerosas, eso supondría un riesgo ligeramente superior de tener la enfermedad y es algo que hemos observado. Pero probablemente no es el motivo principal. La principal razón tiene que ver, seguramente, con la señalización de crecimiento, que te hace ser más grande, pero también te hace envejecer más rápido, porque cuando hay mayor señalización de crecimiento, también hay un descenso en la reparación del organismo. El cuerpo se centra en el crecimiento o en la reparación.

P. Cuando se buscan las claves de la vida eterna desde un planteamiento científico, se suele mirar, por ejemplo, a zonas donde hay una gran longevidad, como Okinawa en Japón o Nicoya en Costa Rica. Después, se diseccionan las características de la forma de vida, lo que comen o qué hacen, y se trata de encapsular esas características. Pero muchas veces lo que hace que tengamos una vida prolongada son alimentos, lugares, formas de socializar y demás, que solo funcionan cuando van juntas.
R. He pensado mucho en ello y es verdad. Sabemos que hay una conexión muy estrecha entre la salud mental y la física y también en la otra dirección. El efecto placebo, pensar que algo tiene un efecto médico, hace que lo tenga, pero también el efecto nocebo, que es justo lo contrario. Y esto es un problema con la comida porque puedes acabar haciéndote daño si piensas demasiado en que algo que estás tomando es malo: te estresas y te sientes culpable porque no estás siguiendo una dieta. Así que sí, hay que tener en cuenta todo esto.

P. Durante el siglo XX se logró un incremento de la esperanza de vida enorme, pero en los últimos años parece que la tendencia se ha ralentizado y hay países como EE UU donde la esperanza de vida ha descendido. ¿Hemos alcanzado un tope?
R. Hay señales claras de que la estadounidense no es una sociedad muy sana. Tienen un gran problema con las armas, con las adicciones a las drogas o la epidemia de obesidad, y ahora su esperanza de vida cae. Pero no creo que eso vaya a llegar a otras partes del mundo, ni que vaya a pasar en España o Dinamarca. Hemos visto un incremento gradual de la esperanza de vida en casi todos los países y eso va a continuar porque estamos haciendo mejoras en nuestras formas de vida y en la medicina. Después, tenemos la gran esperanza de los fármacos antienvejecimiento. Y ahí entramos en un terreno más especulativo, pero creo que se va a producir un incremento exponencial en la esperanza de vida y vamos a tener gente que está viva hoy muriendo a los 100 o los 150 años.

https://elpais.com/salud-y-bienestar/2022-11-12/nicklas-brendborg-mantener-tu-boca-limpia-es-de-las-pocas-cosas-faciles-que-puedes-hacer-para-alargar-la-vida.html 


martes, 26 de junio de 2018

miércoles, 18 de enero de 2017

¿Por qué hay que oponerse a cualquier tipo de copago de servicios sanitarios y de medicamentos?



La nueva Ministra de Sanidad ha anunciado su decisión de ampliar el copago de los medicamentos para los pensionistas que cobren más de 18.000 euros anuales. Utiliza para justificarla argumentos que, no por haber sido esgrimidos por Consejeros y Ministros anteriores, resultan menos vergonzosos. Se pervierte el sentimiento popular de justicia, “que pague más, quien más tiene”, que tiene su aplicación fundamental en la aplicación de los impuestos directos sobre la riqueza para intentar legitimar – con el mismo argumento - una nueva restricción económica en el acceso a los medicamentos, que, sin duda alguna, abrirá el camino a otras más.

Es una gigantesca trampa que intenta culpabilizar y enfrentar entre si a quienes menos tienen, ocultando el saqueo generalizado de las arcas públicas que se ha producido vía reducción de impuestos a las rentas más altas (el escarnio de las SICAV sigue vigente), amnistías fiscales, el rescate de la banca privada, la evasión de capitales y tantos etcéteras, por no hablar de la miseria de las pensiones o de los incrementos brutales de la explotación que supone la generalización de la precariedad.

Además, el establecimiento de barreras económicas para el acceso a un elemento central del sistema sanitario – al que se accede mediante prescripción facultativa y precisamente cuando se está enfermo, es un crimen cotidiano.

Tras el primer año de entrada en vigor del Real Decreto Ley 28/2012, del gobierno del PP, que cínicamente llevaba por título “de consolidación y garantía del sistema de la Seguridad Social”, un estudio realizado en Madrid arrojaba el estremecedor dato (obtenido mediante encuesta y por lo tanto muy inferior al real) de que cerca del 20% de los pensionistas no acudían a retirar de la farmacia los medicamentos prescritos. Resultados semejantes se han obtenido en estudios relativos a la introducción del copago en otros países, con la particularidad de que ese 20% de la población es el que concentra todos los riesgos desde el punto de vista de la salud; es el mismo a quien se desahucia por no pagar el alquiler, el que devuelve los alimentos en la caja del supermercado o a los que hipócritamente se califica de “pobres energéticos”.

El argumento de que la cantidad exigida – un máximo de 8 euros mensuales - es simbólica (¿para quién?) es un insulto para la mayoría de pensionistas (y activos), que con ingresos inferiores a los 600 euros, tiene que decidir entre comer, pagar la luz o retirar los medicamentos.

Pero hay que recordar, para la juventud, o para los desmemoriados, que los discursos destinados a justificar los copagos son añejos.

Quien abrió el debate acerca de la conveniencia de hacer pagar a las personas enfermas por los fármacos que les prescribe su médico fue el Informe Abril Martorell (1991), elaborado a instancias de un ejecutivo del PSOE que gobernaba con mayoría absoluta.

El primer “medicamentazo” fue obra también del PSOE en 1993. La Ministra Ángeles Amador, hoy flamante “consejera” de Red Eléctrica Española, fue quien llevó a cabo por primera vez la exclusión de determinados fármacos de la financiación por la sanidad pública. El segundo de ellos vendría de la mano del PP en 1998. Muchos de los medicamentos eran, y son, de uso frecuente en enfermedades crónicas. Se esgrimieron argumentos confusos y contradictorios. Si no eran eficaces, habría que haberles eliminado del Registro. Si se pretendía favorecer el buen uso de los medicamentos, es injustificable que los excluidos por su dudosa utilidad pasaran a ser objeto de publicidad en medios masivos, con lo que cualquier atisbo de racionalidad desaparecía por completo. Así, se da el caso de que un medicamento como el Frenadol, prohibido en varios países de la UE, es objeto aquí de propaganda masiva.

Los objetivos de ahorro son también falaces. Tras un breve periodo de reducción tras la adopción de las medidas, el gasto farmacéutico vuelve a dispararse. En el caso de la financiación selectiva de medicamentos, se eliminaron los medicamentos más baratos y menos rentables, que fueron sustituidos por otros más convenientes para la cuenta de resultados.

Los objetivos de ahorro son una falacia e incompatibles con el poder aplastante de la industria farmacéutica, a cuyo servicio han estado todos y cada uno de los ministerios y consejerías del Estado español.

Lo que importa saber es que son capaces de inventarse cualquier cosa para conseguir los objetivos de los intereses empresariales a los que sirven. A modo de ejemplo valga este hecho que viví en mi época de diputada, precisamente cuando el PSOE intentaba rodear de legitimidad social su primer “medicamentazo”. El argumento usado entonces para neutralizar la resistencia social fue la acusación de fraude masivo en las recetas de pensionistas que los jubilados usaban para obtener medicamentos gratis para toda la familia. Los medios de comunicación masivos se hicieron eco y expandieron el “relato”, sin más fundamentos. CC.OO y UGT lo apoyaron activamente llevando a cabo una “campaña de educación sanitaria” entre sus afiliados, con folletos y charlas destinados a colaborar en la eliminación de dicho fraude. Ante la persistencia de mis preguntas dirigidas a altos cargos del Ministerio en sede parlamentaria acerca de cuales eran los datos que avalaban tales acusaciones de fraude, la respuesta que obtuve fue que tras un estudio realizado sobre decenas de miles de recetas en Madrid habían aparecido 25 dudosas.

El copago de medicamentos, que como tantas veces se ha repetido es repago, sirve a un doble objetivo esencial para la gestión empresarial y la privatización de la sanidad pública:

Si el 80% del gasto es consumido por el 20% de la población de más edad, enfermos crónicos y personas con escasos recursos, eliminarles del acceso a la sanidad, como muy bien saben las mutuas patronales y las aseguradoras privadas, garantiza el negocio.

Hacer pagar por los medicamentos prescritos va eliminando uno de los valores esenciales de la sanidad pública frente a la privada: la gratuidad en el momento de uso.

A estas alturas debería estar perfectamente claro que lo que queda de los servicios públicos está en el punto de mira. Y que todo ataque que preparan va precedido de un “relato”, de un montaje mejor dicho, que carece de cualquier fundamento que no sea favorecer los intereses que representan. Es una guerra de clases que tiene ganadores y perdedores, y el arma más letal es dar crédito a su propaganda, de forma que nuestra fuerza sea preventivamente destruida.

Ángeles Maestro es médica, técnica superior de Salud Pública. Fue diputada del Congreso y portavoz de Sanidad por IU. Es miembro de Red Roja

jueves, 1 de septiembre de 2016

Cómo la dieta mediterránea puede ser más efectiva que las estatinas para los enfermos del corazón y también dieta para el cerebro.

Plato de ensalada con tomate, lechuga, queso y aceitunas

Sabíamos que comer sano es saludable, ¿pero tanto como para que los médicos, antes de recetar remedios, deban considerar cambios en la dieta como tratamiento para enfermos de corazón?

¿Tanto como para que los servicios de salud subsidien frutas y verduras?
Sí. O al menos es la conclusión de un reciente estudio sobre la dieta mediterránea según el cual puede ser más efectiva en algunos casos que los medicamentos para reducir el riesgo de muerte temprana en enfermos del corazón.

Se trata del primer trabajo extenso que estudia el impacto de la dieta mediterránea en la supervivencia de pacientes con problemas cardíacos.
La dieta mediterránea redujo el riesgo de muerte temprana en 37%, según el estudio.
Investigaciones anteriores, determinaron que tomar sólo estatinas, medicamentos recetados a millones de personas en el mundo para reducir el colesterol, disminuye el mismo riesgo en 18%.

El estudio evaluó durante siete años a 1.200 pacientes del corazón en Italia que llevaron registros de sus hábitos de alimentación. Durante los siete años hubo 208 muertes.

La nueva investigación fue presentada en el congreso de la Sociedad Europea de Cardiología, considerado el mayor del mundo sobre enfermedades cardiovasculares. El encuentro tiene lugar esta semana en Roma.

La dieta mediterránea es el término usado para describir el tipo de alimentación común en esa región,
que incluye más pescado que carnes rojas, y es rica en frutas y verduras además de nueces, cereales integrales y aceite de oliva.

"Cambios en la dieta antes que medicamentos"
"La dieta mediterránea es considerada ampliamente como uno de los hábitos nutricionales más sanos del mundo", dijo uno de los autores del estudio, el profesor Giovanni de Gaetano, jefe del Departamento de Epidemiología y Prevención en el Instituto Neurológico Mediterráneo, IRCCS Neuromed, en Italia.

"Muchos estudios ya habían demostrado que la dieta mediterránea está asociada a menor riesgo de diferentes enfermedades crónicas y muerte".
Los servicios de salud deberían subsidiar las frutas y verduras. Giovanni de Gaetano, Instituto Neurológico Mediterráneo

"Pero hasta ahora la investigación se había centrado en la población en general, que está compuesta principalmente de gente sana.
Nosotros nos preguntamos, ¿qué pasa con aquellos que tienen problemas cardiovasculares? ¿Es la dieta mediterránea óptima para ellos también?", dijo De Caetano.

Los médicos deberían considerar recetar "cambios en la dieta antes que medicamentos", dijo De Gaetano. "Y los servicios de salud deberían subsidiar las frutas y verduras", agregó.

El próximo paso será investigar por qué exactamente la dieta mediterránea reduce el riesgo de muerte temprana en personas con problemas cardiovasculares.

"Éste es un estudio observacional (de carácter estadístico y demográfico). Así que no podemos decir que el efecto es causal. Creemos que probablemente la reducción del riesgo se debe a que la dieta impacta factores como la inflamación, pero se necesita hacer más investigaciones", dijo De Gaetano.

Tomates, naranhas, maíz y kiwi

Dolores musculares
Algunos expertos advierten que muchos pacientes pueden obtener el mayor beneficio si optan por ambas posibilidades, cambios en la dieta y medicamentos.

Si bien algunos pacientes pueden seguir requiriendo estatinas, una dieta mediterránea puede hacer que las dosis sean menores, reduciendo efectos secundarios como los dolores musculares.

Se estima que sólo en Estados Unidos, cerca de 30 millones de personas toman estatinas.

Jeremy Pearson, director asociado de la Fundación Británica del Corazón, British Heart Foundation, dijo que es muy bueno saber "que aún si uno tiene antecedentes de enfermedades cardiovasculares, seguir una dieta mediterránea reduce el riesgo de muerte".

"Mantener un estilo de vida saludable, aún si alguien ha tenido un ataque al corazón o un accidente cerebrovascular, continúa teniendo beneficios", agregó Pearson.

Botella de aceite de oliva y un plato con aceitunas

Cautela
Jules Payne, director de la organización no gubernamental Heart UK, dijo que los resultados del estudio deben analizarse con cautela.
"La dieta mediterránea es una gran dieta, pero yo ciertamente no recomendaría a todos los enfermos que se deshagan de sus medicamentos", señaló Payne.

"Si alguien tiene colesterol alto, con antecedentes familiares o ha tenido un ataque al corazón o un accidente cerebrovascular, las estatinas siguen siendo necesarias además de otros medicamentos", agrega.
"Así que mi consejo sería, por favor, no dejen de tomar sus medicamentos sin consultar a su médico, ya que en ciertos casos las estatinas son necesarias".



viernes, 28 de noviembre de 2014

Medicamentos que matan y crimen organizado. Big Pharma: superbeneficios criminales

En Dinamarca, el gasto en medicamentos y en hospitales públicos se ha duplicado en sólo siete años y los pronósticos anuncian que las autoridades sanitarias deberán destinar a este apartado 1,1 billones de euros. Evidentemente, este dato ha provocado debates entre los profesionales de los hospitales, los políticos, los periodistas y los académicos del sector.

Desafortunadamente, se trata de un debate equivocado: ¿puede permitirse la sociedad medicamentos tan caros que sólo sirven para prolongar la vida de personas con enfermedades graves durante unos meses o quizás un año? Como ejemplo de los medicamentos caros, en un reciente artículo de prensa se han citado los siguientes: . Zytica, para el tratamiento del cáncer de próstata. Yervoy del tratamiento de cáncer de melanoma. Gileneva, para el tratamiento de la esclerosis

Si la periodista se hubiera molestado en investigar un poco, habría comprobado que estos tres fármacos los producen JanssenBiotech (antiguamente Johnson & Johnson), Bristol-Myers Squibb y Novartis. Esta información habría dado una pista de dónde se encuentra el verdadero problema. Las tres empresas farmacéuticas que hemos citado se encuentran entre las infames citadas en un libro publicado el año pasado en Dinamarca: "Deadly medicina and organisedcrime" [1] El libro está escrito por un reconocido profesor danés, Peter C. Gøtzsche, que a lo largo de 450 páginas presenta una larga y bien documentada requisitoria contra la industria farmacéutica (Big Pharma) por fraude, corrupción, beneficios ultra exagerados y distribución de medicamentos mortales.

Entre sus acusaciones, se encuentran las siguientes:
· Que un desmesurado número de personas muere a causa de los medicamentos
· Que Big Pharma comercializa, con conocimiento de causa, medicamentos sin efectos positivos sobre las enfermedades de los pacientes.
· Que la industria farmacéutica retiene y manipula datos con el fin de ocultar serios efectos secundarios.
· Que la industria paga (soborna) investigadores para aconsejar sus productos, y paga a médicos para comercializar y distribuir los productos a sus pacientes.
· Que Big Pharma tiene sentencias reiteradas que le obligan a pagar millones de euros en multas a causa de comercializar productos peligrosos o medicamentos sin ningún efecto pero que, a menudo, negocia acuerdos extrajudiciales para evitar resoluciones que les obligarían a dar información detallada de los medicamentos.
· Que hay Investigadores académicos y autoridades públicas que asesoran a la industria farmacéutica para que reemplace medicamentos relativamente baratos por otros más caros y con el mismo resultado.
· Que la industria asigna más fondos para la comercialización que para la investigación, al mismo tiempo que intenta legitimar su patentes monopólicas con los altos costes de investigación.

Todo ello está basado en documentos provenientes de la industria farmacéutica mundial. Varios de los ejemplos incluyen a Bristol Myers Squibb y a Novartis.

Entre sus conclusiones de Gøtzsche señala: "En 2012 cincuenta grandes empresas vendieron 610 billones de dólares en medicamentes prescritos. Estoy absolutamente convencido que esta cantidad podía reducirse en un 95% (es decir, en 580 billones de dólares), porque nuestro medicamento más común es 20 veces más caro que el alternativo con el mismo efecto y porque la ciudadanía esta "sobre medicada"

Así pues, puede que la solución para la sanidad pública danesa no sea negar a las y los pacientes el tratamiento que necesitan, sino revisar los métodos y beneficios de la industria farmacéutica privada y comenzara poner límites a su poder y a su lucro. Incluso para esto, el profesor Gøtzsche presenta algunas pistas. Un capítulo entero está dedicado a ofrecer soluciones políticas a este problema.

En el nivel más básico, sugiere que las autoridades podrían perseguir la criminalidad de la Big Pharma con la misma energía que atacan el crimen ordinario y que podrían proteger a los delatores que pudieran existir en la propia industria y compensarles en caso de que pierdan el empleo. Y avanzado hacia medidas más radicales, Gøtzsche propone las siguientes:
· Obligar a las empresas a hacer públicos los datos de investigación y otro tipo de conocimientos sobre sus medicamentos
· Obligar a las empresas a publicar todos sus contratos.
· Prohibir a las empresas médicas privadas realizar sus propias investigaciones; en su lugar, deberían pagar un impuesto especial para financiar la investigación pública.
Finalmente, el libro analiza el núcleo del problema y las soluciones reales. La primera es desmedicar la sociedad. La segunda, prohibir la propiedad privada de las empresas médicas y reemplazarlas por la empresa públicas sin ánimos de lucro: "Dejar que las fuerzas del mercado determinen las reglas no favorece las necesidades de las y los pacientes, y es incompatible con una profesión basada en la ética. El ánimo de lucro no produce beneficios sociales".
Notas
1/ La versión castellana del libro: Medicamentos que matan y crimen organizado ha sido editada por Los libros del Lince, 2014
Fuente: Michael Voss. Tribuna Viento Sur.
Comunicado oficial:
“Medicamentos que matan y crimen organizado” premio de la British Medical Association 2014 La editorial Los Libros del Lince se complace en anunciar que el libro de Peter Gøtszche, “Medicamentos que matan y crimen organizado”, publicado a primeros de septiembre por esta pequeña editorial barcelonesa, ha obtenido el primer premio de la British Medical Association 2014 en la categoría de Bases de la Medicina. Dado el carácter extraordinariamente polémico de este libro, que denuncia a la industria farmacéutica por haber olvidado sus referentes éticos en nombre de la maximización de beneficios, que pide una revolución completa de todo el sistema, desde la investigación hasta las agencias de control y las revistas y asociaciones médicas, resulta especialmente significativo y tal vez incluso esperanzador que una institución como ésa haya decidido premiarlo. En España, han apoyado su publicación numerosas autoridades del mundo de la sanidad, entre las que destacamos a Joan-Ramon Laporte, Teresa Forcades, Juan Gérvas, Abel Novoa, así como el colectivo NoGracias y la campaña de la OCU sobre la necesidad de reducir el consumo de medicamentos.
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