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sábado, 16 de septiembre de 2017

Entrevista a Recce Jones, geógrafo y autor de "Violent Borders". “El poder usa las fronteras para limitar el acceso de los pobres a salarios más altos”.

Álvaro Guzmán Bastida
Ctxt

¿Por qué se han convertido en cementerios las fronteras del mundo? Tan incómoda pregunta rondaba la mente del geógrafo Reece Jones (Virginia, 1976) cuando escribía su penúltimo libro. Tras quince años estudiando el fenómeno migratorio, Jones terminaba un trabajo sobre tres fronteras concretas --las que separan EE.UU. de México, Israel de Palestina e India de Bangladesh-- cuando se percató de que las muertes en esos y otros puntos fronterizos no paraban de aumentar. Decidió investigar por qué. El resultado, Violent Borders, es una demoledora radiografía de la violencia en las fronteras de todo el mundo. A través de un minucioso análisis histórico, jurídico, sociológico y económico, trufado de historias personales de los migrantes que tratan de cruzar esas fronteras, Jones dibuja un siniestro panorama en el que las políticas diseñadas para limitar la migración fracasan en ese propósito, y en cambio desvían los flujos migratorios hacia rutas más violentas, llenando las fronteras marítimas y terrestres de cadáveres. Jones, profesor de geografía en la Universidad de Hawaii, atiende por Skype a CTXT para detallar las causas y consecuencias de la violencia fronteriza y exponer su propuesta para solucionarla: abrir las fronteras a las personas y ponerle coto al capital.

***

Dedica gran parte del libro a examinar las causas y efectos de la migración a nivel global. ¿Qué ha descubierto acerca de los motivos que llevan la gente a emigrar?

Varían mucho según el lugar de origen y las circunstancias. Por un lado, existe un gran grupo de sirios y eritreos que cruzan a Europa huyendo de la violencia o la represión estatal. Por otro, hay otra mucha gente que emigra por motivos económicos, al escasear el trabajo y las oportunidades en los lugares donde viven y existir estos en otros países. Por ejemplo, los sirios han sido mayoría entre quienes viajaban a Europa en los últimos años, pero hasta el momento en 2017 el país de donde más gente cruza el Mediterráneo es Bangladesh, donde no hay una guerra sino necesidad económica, y gente que toma la decisión de salir en busca de oportunidades.

Uno de los asuntos centrales de su trabajo es la erosión del derecho a la libre circulación de las personas. ¿Cómo se ha limitado ese derecho?

Existe una larga historia de Estados y gente en posiciones de poder que usan las restricciones a la libre circulación de las personas para limitar el acceso de los pobres a salarios más altos. En el libro, trazo una conexión entre el sistema actual y la esclavitud, la servidumbre, el feudalismo y las leyes de pobres, vagos y maleantes. Todos eran mecanismos para limitar la capacidad de los pobres de desplazarse para buscar salarios más altos y para obligarles a seguir viviendo en una zona concreta, y así acceder a su mano de obra y explotarla para lucrarse. Hoy en día vemos un proceso similar a mayor escala. Lo que antes sucedía dentro de cada país ahora sucede entre países, de modo que los pobres hoy están ‘contenidos’ por fronteras, pasaportes o el concepto de ciudadanía, produciendo una relación muy parecida a la de antaño. Desde hace cien años se está erosionando el derecho a la libre circulación. En EE.UU., por ejemplo, no hubo ninguna restricción sobre quién podía entrar en el país hasta la década de 1880, con la Ley de Exclusión China. Hasta 1924, el país no tuvo un sistema universal que regulase quién podía entrar en él o convertirse en ciudadano, y muchos de los pobres de Europa pudieron hacerlo a finales del XIX.

Dedica el primer capítulo del libro a la que llama “la frontera más mortífera del mundo”, en referencia a la que rodea a la UE. ¿Cómo pasó Europa de desmantelar las fronteras nacionales hace un par de décadas a convertirse en una fortaleza, y por qué es la frontera más letal del planeta?

En cierto modo, la narrativa de que la UE ha eliminado las fronteras es falsa. Más bien las movió de sitio. Aunque es cierto que la UE eliminó las divisiones entre sus países miembros, nunca deshizo las fronteras externas. Todo lo contrario. En los últimos veinte años, mientras aumentaba el número de migrantes, la UE ha dedicado gran empeño a restringir el movimiento, en especial en el Mediterráneo. España, por ejemplo, permitió el libre movimiento desde el Norte de África hasta que se unió al Tratado Schengen, en los noventa. Francia permitía sin restricciones reales la inmigración de África durante los ochenta. Tanto en la frontera Sur de EE.UU. como en las de la UE, se observa una tendencia clara: mientras se levantan muros, se endurecen los controles migratorios, se destinan más agentes a patrullar los espacios fronterizos, no se consigue el objetivo de frenar la inmigración, pero sí que se disparen las muertes. En 2017, mueren dos personas de cada cien que intenta cruzar el Mediterráneo. Esa cifra era de 0,3 en 2015. Hay muchísimos más barcos patrullando, y se han construido muros, por ejemplo en los Balcanes, cerrando una ruta de acceso relativamente fácil a la UE. Todo este endurecimiento empuja a la gente hacia rutas realmente peligrosas y hace que muera mucha más gente en los viajes.

Al describir la frontera entre México y EE.UU., relata una sorprendente historia: dicha frontera no se marcó con piedras hasta 1890, y no se empezó a patrullar hasta 1924.

La Patrulla Fronteriza de EE.UU. se creó en 1924, que fue el mismo año en el que se aprobó por primera vez una ley migratoria nacional. Ambos hechos están íntimamente relacionados. Había policía patrullando las zonas limítrofes antes de eso. No cabe duda de que hubo un proyecto coordinado de ‘anglicanización' de esos espacios, de expulsar a los nativos americanos y a lo antiguos ciudadanos mexicanos que se habían quedado en Texas. Pero la línea fronteriza en sí misma no se patrullaba. La gente podía cruzarla libremente.

Describe cómo esa misma frontera se militarizó tras el 11-S. ¿Que llevó a su militarización y cuáles fueron las consecuencias de la misma?

Son tendencias que se remontan a finales de los noventa, pero que se aceleran tras el 11-S, cuando empiezan a llover los fondos gubernamentales. Entra una gran cantidad de dinero en la Patrulla Fronteriza y el Departamento de Seguridad Nacional, que lleva a la militarización de la frontera. Cuando hablo de militarización, me refiero a varias cosas. En primer lugar, al reciclado de tecnologías bélicas desarrolladas para Iraq o Afganistán, utilizadas ahora en la frontera. Luego está el creciente número de veteranos de esas guerras, que al dejar el ejército ingresan en la Patrulla Fronteriza. Hay una ley en el Congreso ahora mismo, impulsada por John McCain, que pretende agilizar ese proceso al facilitar la contratación de veteranos de guerra para hacer de guardas fronterizos. Luego está el cambio de mentalidad de los propios agentes. En los setenta y ochenta eran muy parecidos a la policía: buscaban a gente que infringía la ley migratoria o de tráfico de personas, a los que arrestaban y mandaban de vuelta a México. Desde el 11-S, se reimaginó la frontera como un lugar en el que detener el terrorismo, los agentes fronterizos hoy en día piensan, y actúan, en la frontera como la primera línea de batalla contra el terrorismo. Una vez que se produce ese cambio de mentalidad, cambia la manera en la que interactúan con la gente. Tienden a pensar en las personas como potenciales terroristas, y a recurrir a la violencia como primera opción, en lugar de respetar la presunción de inocencia.

Ha mencionado antes el papel de las fronteras para controlar el movimiento de los pobres. ¿Qué influencia tienen las diferencias de clase y el desarrollo desigual en la configuración de las políticas fronterizas?

Durante su campaña presidencial, Trump hablaba mucho sobre las fronteras, y su discurso se centraba en el impacto negativo de la globalización y la conexiones económicas transfronterizas en la clase trabajadora estadounidense. Pero esa narrativa obvia algo fundamental: que el mismo impacto negativo se ha producido al otro lado de la balanza. Lo que ha hecho la globalización ha sido abrir las fronteras para el capital. Se han levantado las barreras para las corporaciones mediante todos los acuerdos de libre comercio que permiten que las grandes empresas operen en múltiples jurisdicciones, buscando los salarios más bajos, pero no se han abierto esas barreras para los trabajadores, que se ven contenidos en bancos de mano de obra barata. También se ha levantado las barreras regulatorias. Las grandes multinacionales acceden a diferentes regímenes regulatorios en los que no hay salario mínimo, ni protecciones medioambientales ni laborales, lo que permite que las corporaciones se queden con todos los beneficios. La globalización ha producido esa competencia a la baja, que ha perjudicado a los trabajadores de EE.UU. y Europa, pero también a los del otro extremo del mundo. Los beneficios resultantes han ido a parar a las corporaciones, lo que exacerba las desigualdades.

En su relato, las fronteras realmente no sirven para proteger a las sociedades, sino que generan no solo desigualdad, sino violencia hacia las personas y el medioambiente. Escribe que “el endurecimiento de las fronteras es una fuente de violencia, no una respuesta a la misma”. ¿De qué manera generan violencia las fronteras?

Crear una frontera es un acto inherentemente violento, porque tras dibujar una línea en un mapa, uno tiene que imponer esa división sobre el terreno, estableciendo que un grupo de personas controla los recursos, la tierra y a la gente en ese espacio geográfico, lo que por definición excluye a otra gente del derecho a trasladarse a ese lugar. La única manera de imponer eso es, en último término, mediante el uso de la violencia. La violencia es producto de la frontera, no del movimiento de la gente.

Sobre su respuesta a la retórica de la campaña de Trump, y su argumento de que los controles fronterizos contribuyen a la desigualdad: ¿Cómo hacen las fronteras que aumenten las desigualdades?

Déjame que le dé la vuelta a la pregunta. Un gran número de economistas ha demostrado que la manera más fácil de aumentar la riqueza de la gente en zonas pobres es eliminar restricciones a su libre movimiento, porque esto les permite acceder a los salarios más altos trasladándose a donde están esos salarios. Es una forma de encuentro entre el capital y los trabajadores más eficiente. El actual sistema retiene a los trabajadores en ciertos lugares y permite que el capital se mueva libremente para aprovecharse de las concentraciones de mano de obra barata. Una de las formas más claras de ponerle freno a eso es abrir las fronteras al libre movimiento, permitiendo que los trabajadores se desplacen. Aunque parezca lo contrario, los estudios demuestran que el movimiento de las personas traspasando las fronteras resulta beneficioso a ambos lados de la balanza: no solo para los trabajadores que se trasladan, sino para las economías que los reciben. En EE.UU., por ejemplo, la inmigración ha tenido un impacto neto positivo en la economía del país.

Hemos hablado de Europa y EE.UU., pero la realidad de estas fronteras, y su militarización, se ha expandido por todo el planeta, desde Israel a Australia. Leyendo su libro aprendemos que la frontera entre India y Bangladesh es en la que más gente matan las fuerzas de seguridad, y que India es el país del mundo con más kilómetros de vallas y muros. Si los muros tienen que ver con la preservación de la riqueza y el privilegio, ¿cuál es su papel en el Sur del planeta?

Un colega francés y yo hemos cruzado el PIB per cápita de diversos países con los datos sobre dónde se construyen nuevos muros. La correlación es clarísima: se levantan muros allá donde hay un país más pobre que otro que hacen frontera. El PIB per cápita de la India es mucho más alto que el de Bangladesh, y hay veinte millones de bengalíes trabajando en India. El aspecto económico está clarísimo.

A menudo escuchamos a los gobiernos occidentales echar la culpa de las muertes de refugiados y migrantes a los traficantes. Y sin embargo, usted defiende que esas muertes son parte integral del régimen fronterizo, y que la responsabilidad última corresponde a los estados. ¿Qué hace que muera tanta gente en las fronteras?

Si la gente tuviera una forma segura de viajar de un país a otro, no recurriría a los traficantes. Les cuesta cinco, seis o siete mil dólares viajar de Bangladesh a Europa. Un billete de avión se consigue por mil. El que no existan vías seguras para el viaje arroja a los migrantes a los brazos de los traficantes. Su negocio se basa en esas restricciones fronterizas. La verdadera culpa recae en la UE y los gobiernos que implementan las políticas que obligan a la gente a tomar rutas cada vez más peligrosas.

Al analizar la actual crisis de los refugiados, dedica bastante espacio a examinar la Paz de Westfalia. ¿Qué papel juegan las fronteras del pasado en el desplazamiento de los refugiados del presente?

Un papel enorme. La historia del colonialismo pasa por el expolio de recursos de otras regiones para cimentar la riqueza de Europa y EE.UU. Y entonces, cuando termina el colonialismo tras la Segunda Guerra Mundial, las fronteras que quedaron habían sido dibujadas por las potencias europeas, a menudo los británicos. Esas fronteras no representan entidades políticas históricas, ni estados coloniales. Son fronteras coloniales superpuestas a los diferentes grupos culturales, lingüísticos, étnicos, que trajeron consigo grandes conflictos, porque los diferentes grupos pasan a competir por el control de esos espacios. Esa violencia luego hace que la gente cruce las fronteras camino de Europa. La gente que intenta entrar en Europa hoy huye en realidad de fronteras que dejó tras de sí el colonialismo europeo.

También escribe sobre la progresiva disolución de la barrera entre los Estados que controlan sus fronteras y el negocio privado que penetra un nuevo mercado. Por ejemplo, cita estudios que proyectan que la industria de las seguridad fronteriza alcanzará un astronómico volumen de ciento siete mil millones de dólares de facturación para 2020. ¿Cómo ha emergido esa industria y qué efecto tiene su desarrollo?

Toda esta industria ha surgido en los últimos treinta años. La gente a menudo piensa en el complejo industrial-militar, pero existe un nuevo complejo de seguridad-industrial, en el que toda una serie de empresas --a menudo de armas-- produce equipamiento y tecnología orientada hacia el mercado de la seguridad fronteriza. Esto despegó de verdad tras el 11-S. Al tiempo que el terrorismo pasaba a ser la prioridad de los espacios fronterizos, toda una serie de empresas se lanzaron a aprovecharse de todo ese influjo de dinero público dirigido hacia las fronteras. Se creó un ciclo en el cual las empresas tienen grandes ingresos, que utilizan para hacer lobby y conseguir que los gobiernos gasten más dinero en seguridad fronteriza, aumentando sus ingresos. Cada vez que se produce un atentado terrorista, el miedo que se produce se canaliza en más gasto en medidas de seguridad, a menudo en las fronteras. Ha emergido todo un mercado para la seguridad en las fronteras, del mismo modo que emergió el complejo militar-industrial en los cincuenta, después de la Segunda Guerra Mundial. Y luego está la privatización directa, como ha sucedido con los centros de detención de inmigrantes en EEUU.

En el plano político, tanto el Brexit como la elección de Trump llegaron de la mano de un renovado énfasis en el control fronterizo. Lo mismo sucede con el avance de la extrema derecha en Occidente. ¿Qué le sugiere el que las llamadas a aumentar el control fronterizo movilicen a una parte tan importante del electorado? ¿Que espera la gente que logren las fronteras?

Tanto el Brexit como Trump se basaron en un miedo muy real entre el electorado. Lo hemos hablado antes: muchos trabajadores han perdido empleos estables, bien pagados y con planes de pensiones o acceso sanitario por culpa de la globalización. Se han deslocalizado a otros países, y no se han sustituido por puestos de trabajo con condiciones similares. Fue muy efectivo políticamente defender que una manera de mejorar su situación era cerrar las fronteras y crear la idea histórica de una América separada del resto del mundo. El segundo factor es que el racismo es una fuerza muy potente. Desgraciadamente, el miedo al otro, a la amenaza de una supuesta invasión de gente de otras culturas, de creencias diferentes o con otro color de piel, es una forma muy eficaz de lograr apoyos para estas políticas excluyentes.

Y, sin embargo, usted defiende que las fronteras no son eficaces para atajar los problemas reales que moviliza el racismo.

En absoluto. Pero son una narrativa muy potente. Trump fue capaz de crear una serie de símbolos --como la construcción del muro-- que evocaban soluciones que la gente podía entender. Lo mismo sucede con el cierre de fronteras al comercio. Es un símbolo poderoso, que parece resolver problemas reales de la gente, pero en realidad no los solucionará.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, escribe, había sólo cinco muros fronterizos en el mundo. En 1990, tras la caída del Muro de Berlín, había quince, y hoy hay casi setenta. Si los muros son tan dañinos e ineficaces como ha descrito, ¿por qué no dejan de proliferar?

Hay un buen número de factores. Por un lado, el símbolo poderoso del que acabo de hablar: demuestran que el país está haciendo algo para resolver los problemas de la gente. Luego está la proliferación de esta industria, que presiona para que los Estados gasten más en seguridad. Una vez que se han construido unos cuantos muros, necesitan que se erijan más.

En su conclusión, reclama la apertura de fronteras para permitir la libre circulación de personas, y el establecimiento de una serie de condiciones laborales y protecciones medioambientales globales. ¿Cómo sería un mundo sin fronteras?

Es difícil de imaginar, porque aún no lo hemos probado. Pero lo fundamental es que esas medidas tienen que darse a la vez. No basta con abrir las fronteras. Aunque las abramos y permitamos la libre circulación de personas, si mantenemos las diferencias de derechos según la nacionalidad, los que tienen plenos derechos en un lugar concreto podrán abusar de quienes no los tienen. Se trata de abrir fronteras, pero también de generar igualdad de derechos en los territorios. También sugiero la idea de un salario mínimo global, que no sería el mismo en todo el mundo, sino más bien una serie de mínimos dependiendo de las circunstancias, que disminuyan los incentivos que tienen las grandes corporaciones para desplazar el empleo a los lugares con el menor salario posible. Si tuviéramos todo eso -igualdad de derechos en diferentes lugares, libertad de circulación entre esos lugares, un salario mínimo y regulaciones laborales similares a escala global- mejoraríamos drásticamente las condiciones de trabajo a ambos lados de la balanza. Sería bueno para los trabajadores de Europa y EE.UU., y también para los de los países pobres. La única parte que saldría perdiendo serían las corporaciones transnacionales, porque perderían la capacidad de aprovecharse de las divergencias en regulaciones y salarios.

Fuente:
http://ctxt.es/es/20170823/Politica/14632/Ctxt-Reece-Jones-fronteras-violencia-entrevista.htm

jueves, 21 de enero de 2016

Crímenes económicos contra la humanidad

Según la Corte Penal Internacional, crimen contra la humanidad es "cualquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los sufre, cometido como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil". Desde la II Guerra Mundial nos hemos familiarizado con este concepto y con la idea de que, no importa cuál haya sido su magnitud, es posible y obligado investigar estos crímenes y hacer pagar a los culpables.

Situaciones como las que ha generado la crisis económica han hecho que se empiece a hablar de crímenes económicos contra la humanidad. El concepto no es nuevo. Ya en los años 1950 el economista neoclásico y premio Nobel Gary Becker introdujo su "teoría del crimen" a nivel microeconómico. La probabilidad de que un individuo cometa un crimen depende, para Becker, del riesgo que asume, del posible botín y del posible castigo. A nivel macroeconómico, el concepto se usó en los debates sobre las políticas de ajuste estructural promovidas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial durante los ochenta y noventa, que acarrearon gravísimos costes sociales a la población de África, América Latina, Asia (durante la crisis asiática de 1997-98) y la Europa del Este. Muchos analistas señalaron a estos organismos, a las políticas que patrocinaron y a los economistas que las diseñaron como responsables, especialmente el FMI, que quedó muy desprestigiado tras la crisis asiática.

En la actualidad son los países occidentales los que sufren los costes sociales de la crisis financiera y de empleo, y de los planes de austeridad que supuestamente luchan contra ella. La pérdida de derechos fundamentales como el trabajo y la vivienda y el sufrimiento de millones de familias que ven en peligro su supervivencia son ejemplos de los costes aterradores de esta crisis. Los hogares que viven en la pobreza están creciendo de forma imparable. Pero ¿quiénes son los responsables? Los mercados, leemos y oímos cada día.

En un artículo publicado en Businessweek el 20 de marzo de 2009 con el título "Wall Street's economic crimes against humanity", Shoshana Zuboff, antigua profesora de la Harvard Business School, sostenía que el que los responsables de la crisis nieguen las consecuencias de sus acciones demuestra "la banalidad del mal" y el "narcisismo institucionalizado" en nuestras sociedades. Es una muestra de la falta de responsabilidad y de la "distancia emocional" con que han acumulado sumas millonarias quienes ahora niegan cualquier relación con el daño provocado. Culpar solo al sistema no es aceptable, argumentaba Zuboff, como no lo habría sido culpar de los crímenes nazis solo a las ideas, y no a quienes los cometieron.

Culpar a los mercados es efectivamente quedarse en la superficie del problema. Hay responsables, y son personas e instituciones concretas: son quienes defendieron la liberalización sin control de los mercados financieros; los ejecutivos y empresas que se beneficiaron de los excesos del mercado durante el boom financiero; quienes permitieron sus prácticas y quienes les permiten ahora salir indemnes y robustecidos, con más dinero público, a cambio de nada. Empresas como Lehman Brothers o Goldman Sachs, bancos que permitieron la proliferación de créditos basura, auditoras que supuestamente garantizaban las cuentas de las empresas, y gente como Alan Greenspan, jefe de la Reserva Federal norteamericana durante los Gobiernos de Bush y Clinton, opositor a ultranza a la regulación de los mercados financieros.

La Comisión del Congreso norteamericano sobre los orígenes de la crisis ha sido esclarecedora en este sentido. Creada por el presidente Obama en 2009 para investigar las acciones ilegales o criminales de la industria financiera, ha entrevistado a más de 700 expertos. Su informe, hecho público el pasado enero, concluye que la crisis se hubiera podido evitar. Señala fallos en los sistemas de regulación y supervisión financiera del Gobierno y de las empresas, en las prácticas contables y auditoras y en la transparencia en los negocios. La Comisión investigó el papel directo de algunos gigantes de Wall Street en el desastre financiero, por ejemplo en el mercado de subprimes, y el de las agencias encargadas del ranking de bonos. Es importante entender los distintos grados de responsabilidad de cada actor de este drama, pero no es admisible la sensación de impunidad sin "responsables".

En cuanto a las víctimas de los crímenes económicos, en España un 20% de desempleo desde hace más de dos años significa un enorme coste económico y humano. Miles de familias sufren las consecuencias de haber creído que pagarían hipotecas con sueldos mileuristas: 90.000 ejecuciones hipotecarias en 2009 y 180.000 en 2010. En EE UU, la tasa de paro es la mitad de la española, pero supone unos 26 millones de parados, lo cual implica un tremendo aumento de la pobreza en uno de los países más ricos del mundo. Según la Comisión sobre la Crisis Financiera, más de cuatro millones de familias han perdido sus casas, y cuatro millones y medio están en procesos de desahucio. Once billones de dólares de "riqueza familiar" han "desaparecido" al desvalorizarse sus patrimonios, incluyendo casas, pensiones y ahorros. Otra consecuencia de la crisis es su efecto sobre los precios de alimentos y otras materias primas básicas, sectores hacia los que los especuladores están desviando sus capitales. El resultado es la inflación de sus precios y el aumento aún mayor de la pobreza.

En algunos casos notorios de fraude como el de Madoff, el autor está en la cárcel y el proceso judicial contra él continúa porque sus víctimas tienen poder económico. Pero en general, quienes han provocado la crisis no solo han recogido unas ganancias fabulosas, sino que no temen castigo alguno. Nadie investiga sus responsabilidades ni sus decisiones. Los Gobiernos los protegen y el aparato judicial no los persigue.

Si tuviéramos nociones claras de qué es un crimen económico y si existieran mecanismos para investigarlos y perseguirlos se hubieran podido evitar muchos de los actuales problemas. No es una utopía. Islandia ofrece un ejemplo muy interesante. En vez de rescatar a los banqueros que arruinaron al país en 2008, la fiscalía abrió una investigación penal contra los responsables. En 2009 el Gobierno entero tuvo que dimitir y el pago de la deuda de la banca quedó bloqueado. Islandia no ha socializado las pérdidas como están haciendo muchos países, incluida España, sino que ha aceptado que los responsables fueran castigados y que sus bancos se hundieran.

De la misma forma que se crearon instituciones y procedimientos para perseguir los crímenes políticos contra la humanidad, es hora de hacer lo mismo con los económicos. Este es un buen momento, dada su existencia difícil de refutar. Es urgente que la noción de "crimen económico" se incorpore al discurso ciudadano y se entienda su importancia para construir la democracia económica y política. Como mínimo nos hará ver la necesidad de regular los mercados para que, como dice Polanyi, estén al servicio de la sociedad, y no viceversa.

Lourdes Benería es profesora de Economía en la Universidad de Cornell. Carmen Sarasúa es profesora de Historia Económica en la Universidad Autónoma de Barcelona.
http://elpais.com/diario/2011/03/29/opinion/1301349604_850215.html
Artículos de Lourdes: http://elpais.com/autor/lourdes_beneria/a/
La culpa del paro es de los trabajadores
http://elpais.com/diario/2009/11/24/opinion/1259017212_850215.html  
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domingo, 10 de enero de 2016

Atados a la casa paterna. La tasa de emancipación juvenil española se sitúa entre las más bajas de Europa.

Que casi el 80% de los jóvenes españoles menores de 30 años vivan todavía en la casa de los padres da cuenta de la profundidad de la crisis que vivimos. La tasa de emancipación juvenil española se sitúa entre las más bajas de Europa, solo por encima de la de Grecia, Italia y Croacia, y muy por debajo de la media europea, donde los jóvenes se emancipan de media a los 26,1 años, mientras que aquí lo hacen a los 28,9. Es muy posible, además, que estas estadísticas escondan una parte de la realidad, pues muchos de los jóvenes que han abandonado el hogar paterno siguen necesitando la ayuda económica de sus padres.

Estos datos marcan un panorama social deprimente para las expectativas de las nuevas generaciones, pues las causas son estructurales y se necesitan políticas más decididas que las aplicadas hasta ahora para cambiar la tendencia. En primer lugar, la alta tasa de paro —el 38,7% de los menores de 30 años están desempleados— y la precariedad laboral de los que trabajan impiden que tengan ingresos suficientes. A ello se añade el alto precio de la vivienda, inasequible para los salarios medios que perciben quienes comienzan su vida laboral.

La incertidumbre sobre la continuidad en el puesto de trabajo es otra barrera importante a la hora de decidir la emancipación. El nuevo gobierno que se forme en España no puede ignorar esta realidad. Su prioridad debe ser un plan de choque de empleo juvenil.

http://elpais.com/elpais/2016/01/01/opinion/1451674254_231965.html?rel=cx_articulo#cxrecs_s

viernes, 26 de junio de 2015

Bajar los impuestos o reducir la pobreza. España vive una situación que se puede calificar de emergencia social

La recuperación de la economía española sigue ofreciendo datos esperanzadores. Cada día es más claro que no estamos ante el efímero efecto rebote que siempre se produce cuando una economía toca fondo, sino ante una recuperación con fundamentos.

Hay buenas razones para alegrarse por esta vuelta al crecimiento. Que pueda favorecer al Gobierno en sus expectativas electorales no es motivo para negar la realidad. Ahora, se trata de que sus beneficios rebosen y lleguen al conjunto de la sociedad.

¿Cómo se deberían utilizar los mayores ingresos que trae la recuperación para las arcas públicas? Hay tres opciones: 1) Acelerar la reducción del déficit público y la deuda. 2) Reducir impuestos a ciudadanos y empresas. Y, 3) Combatir la desigualdad y la pobreza instauradas por la crisis.

Las tres opciones tienen sus partidarios. La primera permitiría la reducción de los desequilibrios fiscales y financieros fortaleciendo la confianza de los inversores. La segunda aliviaría la presión fiscal sobre ciertos grupos, especialmente los de ingresos medios y altos, y podría estimular la demanda. Es la opción que más probabilidades tiene dado el tiempo electoral. Pero la más benéfica para la sociedad y para un crecimiento sano es la tercera. Veamos porque.

España vive una situación que se puede calificar de emergencia social. Una emergencia con riesgo de abocar a una fractura social prolongada, cuando no permanente. De acuerdo con los datos publicados por la OCDE en su trabajo "Society at a Glance 2014. The crisis and its aftermath"(www.oecd.org/social/societyataglance.htm) la caída de los ingresos de los hogares españoles durante la crisis es la más fuerte entre los países de la eurozona.

Siendo esta caída muy intensa, el problema se agudiza porque se ha concentrado en los hogares de menores ingresos. El 10 % más pobre ha visto disminuir sus ingresos en un 14 % anual. Es también, con gran diferencia, la mayor caída entre todos los países de la OCDE, en los que la media ha sido un 2%.

Este desplome de ingresos en la parte baja de la sociedad ha provocado dos graves efectos. Por un lado, un fuerte aumento de la desigualdad. Por otro, la aparición de pobreza de jóvenes y la pobreza infantil. La pobreza de niños surge de hogares formados por jóvenes sin ingresos o con empleos de bajos salarios.

La pobreza de las generaciones jóvenes es el riesgo más grave al que nos enfrentamos como sociedad. Un riesgo que se agudiza porque se puede cronificar, provocando una fractura social duradera.

¿Por qué ha aparecido esta pobreza en España? Por dos razones. Una evidente y previsible; la otra sorprendente e inesperada.

La mayor intensidad del paro en España y su concentración en personas de salarios bajos explica parte de la caída de ingresos de los hogares pobres, tanto de los pobres sin ingresos como de los pobres con empleos de bajos salarios. Este efecto de la recesión era algo previsible.

Lo que no era es el efecto perverso que ha tenido el sistema español de prestaciones sociales y ayudas públicas. Los datos de la OCDE muestran que del total de transferencias a los hogares, el 30 por ciento más rico recibe más que el 30 por ciento más pobre. El mundo al revés, se redistribuye hacia arriba. Los pensionistas y las personas mayores están mejor protegidos que los más jóvenes frente al riesgo de caída de ingresos.

¿Podrá la recuperación económica reducir esta pobreza y curar la herida social? No. La recuperación por si sola no sacará a los parados de larga duración de la cuneta del paro. La evidencia la tenemos en lo ocurrido en la salida a las crisis de los ochenta y noventa. Como recordarán, las recuperaciones de esos años dejaron un elevado paro estructural. Ahora puede ocurrir lo mismo, pero con el agravante de la pobreza y la pérdida de emancipación de los jóvenes.

Esta crisis social no es sólo un problema para los afectados. Lo es para la sostenibilidad de la propia recuperación económica. La investigación económica reciente, entre ella la del FMI, muestra que la desigualdad y la pobreza perjudican el crecimiento, al hacerlo más volátil y de menor calidad.

Volvamos a la pregunta inicial, ¿cómo utilizar los mayores ingresos fiscales de la recuperación económica? La prioridad absoluta debería ser ayudar a estos grupos más desfavorecidos. Es una cuestión moral para una sociedad decente; pero es también una cuestión de buena economía.

Para lograrlo la mejor opción no es la rebaja de impuestos. Los grupos de bajos ingresos se benefician poco, si lo hacen, de las rebajas de IRPF y de IVA.Hay formulas más eficaces para lograrlo. Algunas han comenzado a ser discutidas en nuestro país. Habrá ocasiones para comentarlas.

Pero, hoy por hoy, lo más urgente es tomar conciencia del problema. De momento la pobreza de niños y jóvenes es una enfermedad oculta, asintomática. No está en el debate público ni en la agenda política. Para curarla, lo primero es hacerla visible.
 24 MAY 2015 - El País 

MÁS INFORMACIÓN

viernes, 5 de septiembre de 2014

La OCDE alerta de las penurias en los hogares de España por la bajada salarial

Las reducciones salariales registradas en España a raíz de la crisis, de alrededor de un 2% anual, originan estrecheces económicas entre los trabajadores y sus familias, además de afectar negativamente al consumo interno. Así lo expone la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en su informe Perspectivas de Empleo difundido este miércoles, que también destaca que aunque esas bajadas han mejorado la productividad y la competitividad exterior, ya se han vuelto contraproducentes. El documento pone de relieve el excesivo número de contratos temporales en España.

La crisis ha creado estragos traducidos en pérdidas de empleos, pero también la han sufrido quienes han conservado sus puestos de trabajo. Las recortes salariales registrados en España han sido de los más contundentes entre los países desarrollados: un 2% de media anual, al igual que Eslovenia e Irlanda, un porcentaje solo superado por Grecia (5% anual). “Las bajadas salariales de esta magnitud podrían causar considerables penurias entre los trabajadores y sus familias”, alerta la OCDE...
Fuente El País.

viernes, 8 de noviembre de 2013

¿Por qué los salarios se reducen?

Uno de los movimientos sociales más importantes que ha ocurrido en EEUU, que ha pasado desapercibido en los mayores medios de información españoles, ha sido el movimiento de los trabajadores de los establecimientos de comidas baratas (como McDonalds), conocidos como fast food , demandando un incremento salarial, para alcanzar lo que llaman un ”salario digno”. Estos trabajadores están entre los peor pagados en EEUU. Se considera, erróneamente, que la mayoría de estos trabajadores son gente joven, estudiantes la mayoría, que no trabajan por mucho tiempo en esos establecimientos.

Esta percepción, sin embargo, está equivocada. Dos de los expertos más importantes de EEUU en temas del mercado laboral, John Schmitt y Janelle Jones, han documentado que dicha percepción corresponde solo a un treinta por ciento de los trabajadores de tal sector. La mayoría son trabajadores adultos, que están estancados en su vida laboral en tales puestos de trabajo, que se pagan a nueve dólares por hora, solo ligeramente por encima del salario mínimo legal (7,25 dólares). Y como Schmitt y Jones muestran, estos salarios tan bajos están convirtiéndose en los salarios de grandes sectores del mercado laboral de EEUU. Son los tipos de salarios (low-paid jobs) que están creciendo más rápidamente en EEUU. Y la expresión “estancados” refleja el hecho de que no se estén creando trabajos mejor pagados que permitan a estos trabajadores realizar tareas mejor retribuidas. En realidad, la mitad de los empleados que tienen títulos universitarios indican que el trabajo que realizan no requiere los estudios universitarios que tienen.

Dos argumentos que se han dado para explicar este fenómeno han sido, por un lado, la introducción de avanzada tecnología en el proceso del trabajo que, supuestamente, lo simplifica, convirtiendo al trabajador (incluso al empleado cualificado con educación universitaria) en una pieza de una máquina o de un proceso automatizado. Otro argumento es la falta de articulación ( mismatch ) entre el sistema educativo y formativo, por un lado, y las necesidades del mundo empresarial por el otro. Ahora bien, ninguno de estos dos argumentos puede explicar la enorme polarización social y salarial, ni la enorme concentración de las rentas en EEUU (que, como en otros países, incluyendo España) ha estado ocurriendo.

La enorme concentración de las rentas
Como bien decía Mark Weisbrot en su artículo “Fast Food Workers are Fighting for the Majority of U.S. Employees”. Newsday (del cual extraigo la mayoría de estos datos), el 1% de la población de renta superior, con mayor capacidad adquisitiva, ha pasado de tener el 10% de toda la renta nacional en el año 1980 al 22,4% en el año 2012. Ello quiere decir que el aumento de la riqueza consecuencia del aumento de la productividad no se ha distribuido equitativamente, sino que se ha ido concentrando en las rentas superiores, que derivan gran parte de sus ingresos de la propiedad del capital. Es decir, los capitalistas (término casi abandonado en la narrativa mediática por considerarse “anticuado”) han visto sus rentas incrementadas a costa de las rentas del trabajo. Una situación idéntica ha ocurrido en España. En otras palabras, los salarios han ido bajando y los beneficios han ido subiendo tanto en EEUU como en España. Por primera vez desde la instauración de la democracia en España, las rentas derivadas del capital son mayores que las derivadas del mundo del trabajo.

Uno de los factores que ha facilitado esta realidad ha sido el estancamiento del salario mínimo legal. De hecho, si este salario en EEUU hubiera crecido de la misma manera que ha crecido la productividad y la inflación, el salario mínimo en EEUU debería ser de 17 dólares por hora en lugar de los 7,25 actuales. Y este estancamiento salarial se debe primordialmente a factores políticos, es decir, al debilitamiento de los sindicatos y fortalecimiento de la patronal. La evidencia es abrumadora en este sentido.

Una situación idéntica ocurre en España. Todas las reformas laborales que se presentaron con el supuesto objetivo de crear empleo, tenían, en realidad, el propósito de bajar los salarios mediante la destrucción de empleo, creando desempleo, el mejor instrumento que la patronal tiene para atemorizar a los sindicatos y al mercado del trabajo y forzarles a que acepten lo que debería ser inaceptable (una consecuencia de lo cual ha sido el espectacular crecimiento del endeudamiento de la población, tema que he desarrollado en otros artículos). Se olvida con excesiva frecuencia que la tasa de desempleo es una variable más política que económica. El desempleo es el arma que utiliza el mundo del capital para debilitar y atemorizar al mundo del trabajo. De ahí que las políticas actuales (que deliberadamente están destruyendo empleo) sean parte de un proyecto político que está logrando sus objetivos.

Por eso la respuesta a la bajada de salarios y al desempleo que la facilita, debería ser más política que económica: la movilización política en contra del desempleo, la precariedad y bajos salarios. Puesto que la mayoría de la ciudadanía deriva sus ingresos del trabajo, este movimiento social en EEUU de los “low-paid workers” ha sido enormemente popular (de lo cual tampoco se ha informado a la ciudadanía en España), forzando a la patronal a ceder a estas demandas e incrementar sus salarios. Ello determinó que los sindicatos del país (AFL-CIO) tomaran nota y en su último Congreso en Los Ángeles concluyeran que el futuro de los sindicatos dependería de sus alianzas con los movimientos sociales, estableciendo un abanico (rainbow) popular de carácter reformista que (consecuencia del gran debilitamiento de las izquierdas políticas en EEUU) pudiera convertirse en una especie de “ Solidarnos” a la americana. Existe hoy una gran agitación social en EEUU (que se desconoce también en España) que ofrece un gran potencial para el futuro en aquel país.
Fuente: Vicenç Navarro. (Cuadro: Tarde de sol en el Alcazar de Sevilla. Acuarela de Sorolla)

domingo, 23 de junio de 2013

España, séptimo país con sueldos más bajos y cuarto con beneficios más altos. Si a 31 de marzo de 2013 los sueldos de los asalariados equivalían a 44,7% del PIB, los beneficios empresariales alcanzaban ya el 46,3%. Durante el último trimestre de 2012, los beneficios superaron a los salarios por primera vez desde que se tiene noticia. La fuerte reducción de salarios está directamente relacionada con lo que Rajoy define como "el principal problema": la disminución de ingresos públicos.

Durante el cuarto trimestre de 2012, por primera vez desde que se empezaron a guardar los datos allá por 1980, la suma de los beneficios empresariales superó a la de los salarios de los españoles.

A cierre del primer trimestre de este año 2013, si los sueldos de los asalariados equivalían a 44,7% de la riqueza generada en un año en el país (PIB), el Excedente Bruto de Explotación (los beneficios), alcanzaba ya del 46,3% del PIB. Una primera lectura de estos datos es sencilla: la desigualdad se acrecienta a gran velocidad desde que comenzó la crisis económica. No sólo la distancia entre los que más tienen y los que menos es mayor cada día, sino que cada vez menos ganan más, y más ganan menos.

España está junto con Grecia, Eslovaquia, Irlanda, Italia, Malta y Chipre, entre los países con las rentas salariales más bajas. Y también junto a Grecia, Eslovaquia, Irlanda, e Italia entre los que los beneficios empresariales son mayores. Si lo salarios españoles están 3,7 puntos por debajo de la media europea; los beneficios están 6,8 puntos por encima.

Las consecuencias de ello se aprecian mejor si nos fijamos en los extremos opuestos de ambas tablas comparativas de la Zona Euro, ocupados por los países con economías más avanzadas. Cuanto más desarrollado el país, menor es la retribución del capital (beneficios) frente a la del trabajo (salarios).

Según los datos recabados por las Consejería de Economía andaluza, en Suecia, Dinamarca, Finlandia (países nórdicos), Francia, Reino Unido, Bélgica y Alemania, "el peso medio de la remuneración de los asalariados en el PIB supera en cerca de veinte puntos" al de los beneficios.

Semejante caída en los sueldos de los españoles en tan breve plazo, es posiblemente el mayor cambio experimentado por la economía española como consecuencia de la larga crisis, y está directamente relacionada con el brutal descenso del consumo experimentado por la economía española.


Un cambio que explica la queja expresada ayer por el presidente del Gobierno Mariano Rajoy: "El mayor problema es el desplome de los ingresos públicos. En 2012 España fue el país con menor nivel de ingresos de la UE, 10 puntos menos que la media. Somos los que menos recaudamos".


Es un cambio que convierte en disparate la recomendación formulada ayer también por el FMI de seguir presionando sobre los salarios de los trabajadores. Y es, sobre todo, un indicador del grave deterioro de una economía que se encamina hacia la pobreza y no hacia la riqueza y el desarrollo. Fuente: El diario.es

miércoles, 15 de mayo de 2013

Lo que vale tu oficio. De la valeur ignorée des métiers. El valor ignorado de los oficios. (colgado en el 2010, marzo y vuelto a traer)

Alimenté par la récession, les frasques de la City et la perspective des élections législatives du printemps, le débat sur les inégalités s’installe au Royaume-Uni. Une recherche dévoile la face cachée du système de rémunération.


A force d’évaluer toutes choses et toutes gens à l’aune de leur rendement monétaire — que rapportez-vous aux actionnaires? —, il était fatal qu’on retournât un jour la question aux évaluateurs, mais posée d’un autre point de vue : que rapportez-vous à la société ?

C’est à un tel renversement de perspective qu’invite une étude publiée en décembre dernier sous l’égide de la New Economic Foundation . Eilis Lawlor, Helen Kersley et Susan Steed, trois chercheuses britanniques, y abordent non sans malice la question des inégalités, en comparant la rémunération de certains métiers, sélectionnés aux deux extrémités de l’échelle des revenus, à la «valeur sociale» qu’engendre leur exercice.

Dans le cas d’un ouvrier du recyclage, payé 6,10 livres sterling de l’heure (environ 7 euros), les auteures estiment que « chaque livre dépensée en salaire générera 12 livres de valeur » pour l’ensemble de la collectivité. En revanche, « alors qu’ils perçoivent des rétributions comprises entre 500 000 et 10 millions de livres, les grands banquiers d’affaires détruisent 7 livres de valeur sociale pour chaque livre de valeur financière créée ». Ainsi le bilan collectif des activités les mieux rétribuées s’avère-t-il parfois négatif, ce que suggérait déjà la tempête financière déchaînée depuis 2008…

Baptisée «retour social sur investissement», la méthode utilisée pour quantifier la valeur générée par un emploi prend la théorie économique standard à son propre piège. Les hauts salaires refléteraient l’apport des cadres supérieurs à l’entreprise. «La pensée orthodoxe dit que notre utilité dérive de l’argent, soulignent les chercheuses. Plus on en gagne, plus on est utile. Il s’ensuit que pour maximiser le bien-être collectif, il faut accroître le revenu total.»

Pareille vision du monde conduit notamment à n’attribuer aucune valeur au travail domestique, très majoritairement dévolu aux femmes. Et à perdre de vue que le processus économique s’étend en deçà et au-delà de l’échange monétaire. Car la production et la consommation de biens et de services provoquent des répercussions (…)

La version intégrale de cet article dans Le Monde diplomatique actuellement en kiosques. Marz de 2010

Alimentado por la recesión, los imprevistos de la City y la perspectiva de las elecciones legislativas de primavera, el debate sobre la desigualdad se instala en el Reino Unido. Una investigación desvela la cara oculta del sistema de remuneración.

A fuerza de evaluar todas las cosas y a todas las gentes en relación con su rendimiento monetario - ¿Qué ofrece usted a los accionistas?- Estaba cantado que un día la cuestión volviese a los evaluadores, pero propuesta desde otro punto de vista: ¿Qué ofrece usted a la sociedad?


Lo que supone un cambio de perspectiva al que invita un estudio publicado en diciembre ultimo bajo la dirección de la New Economic Foundation. Eilis Lawlor, Helen Kersley y Susan Steed, tres investigadores británicos, abordan, no sin malicia, la cuestión de las desigualdades, comparando la remuneración de ciertos oficios o profesionales, seleccionados en las dos extremidades de la escala de ingresos, al “valor social” que produce su ejercicio.

En el caso de un obrero del reciclaje, pagado a 6,10 libras esterlinas por hora (alrededor de 7 euros), los autores estiman que «cada libra dispensada en salario genera 12 libras de valor» para el conjunto de la colectividad. En revancha, «mientras que ellos perciben retribuciones comprendidas entre 500.000 y 10 millones de libras, los grandes banqueros de negocios destruyen 7 libras de valor social por cada libra de valor financiero creado». Así el balance colectivo de las actividades mejor retribuidas se muestran, a veces, negativo, lo que sugiere ya la tempestad financiera desencadenada desde 2008.

Bautizado «retorno social sobre inversión», el método utilizado para cuantificar el valor generado por un empleo toma la teoría económica estándar, tiene su propia trampa. Los altos salarios reflejarán la relación de cuadros superiores de la empresa. «El pensamiento ortodoxo dice que nuestra utilidad deriva del dinero, subrayan los investigadores. Cuanto más se gana, más útil se es. De ello se sigue que para maximizar el bienestar colectivo, es necesario acrecentar el ingreso total.»

Semejante visión del mundo conduce claramente a no atribuir ningún valor al trabajo doméstico, muy mayoritariamente desempeñado por las mujeres. Solo perdiendo de vista que el proceso económico se extiende más allá del intercambio monetario. Porque la producción y el consumo de bienes y de servicios provocan repercusiones (…)

El artículo continua... por ejemplo: El método permite así mismo establecer que un consejero fiscal cuyo trabajo consiste en privar a la sociedad de parte de los impuestos, destruye cuarenta y siete veces más de valor que crea, contrariamente a la empleada de guardería que, por la educación prodigada a los niños y el tiempo liberado a los padres, rinde a la sociedad 9,43 veces lo que ella percibe en salario. Estos número ponen en evidencia una cosa aberrante. "No buscamos la precisión en los cálculos" dicen los autores. "Algunos aspectos del valor puede que probablemente se nos hayan escapado. Se trata de llamar la atención sobre el problema". De oponer la creación de valor para la sociedad a la creación de valor para el accionariado; de sugerir el cambio de un modo de remuneración que valoriza sobrepagando las profesiones más inútiles y simétricamente desanima a las profesiones más útiles para la mayoría... Y continúa con datos muy interesantes que deshacen las falsas ideas con las que nos han machacado para justificar, y que aceptemos, las injustas diferencias de ingresos a favor de los que ocupan puestos de poder, pero que no necesariamente sirven a la mayoría social ni su trabajo repercute en el bienestar social.


La versión integra del artículo en Le Monde Diplomatique en los quioscos en marzo de 2010. Y el trabajo original integro en inglés de donde proviene la información nos lo podemos descargar gratis desde aquí, o desde aquí.

En formato PDF, tiene 44 páginas y está colgado en la página Web http://www.neweconomics.org/

sábado, 13 de abril de 2013

Suiza celebrará en septiembre un referéndum para limitar los salarios más altos

Un directivo no podrá ganar más de doce veces el salario de su empleado peor pagado. Nestlé amenaza con irse del país si la iniciativa prospera

Los suizos votarán a finales de septiembre sobre la limitación de los salarios más altos de una empresa a un máximo de doce veces el salario más bajo percibido en ella. Un referéndum sobre la cuestión será el resultado de la llamada “Iniciativa 1:12” por la que se quiere introducir en la constitución el precepto de que nadie pueda ganar en un año menos de lo que el directivo mejor pagado de su misma empresa gane en un mes.

“En 1984 la diferencia salarial entre el salario medio y el de un alto ejecutivo era de 1:6. Cuatro años después, en 1988, era de 1:13. Bajo el dictado de la gran desigualdad impuesta en el mundo por la ideología neoliberal, esa relación se ha multiplicado en los últimos treinta años astronómicamente y en Suiza alcanza la relación 1:93”, dice Filippo Rivola, representante de las juventudes socialistas suizas. Los altos directivos ganan en Suiza una media de 73 veces más que sus empleados peor pagados, estima la iniciativa a favor de salarios equitativos que nació en octubre de 2009 y presentó dos años después las cien mil firmas autentificadas legalmente requeridas para convocar un referéndum.

La iniciativa es apoyada por los partidos socialista y verde, así como por los sindicatos y estrictamente rechazada por la patronal, que al principio la ninguneó como contraproducente e ilusoria. Las cosas cambiaron cuando, el pasado 3 de marzo, los suizos aprobaron con una mayoría de casi el 68%, y en los 26 cantones del país, otra iniciativa en la misma línea por la que los accionistas de las empresas que cotizan en bolsa recibieron la capacidad de veto sobre las indemnizaciones y bonificaciones desmesuradas a los ejecutivos de sus empresas.

La medida, que fue aprobada por el voto de 1,6 millones de suizos contra 760.000, siguió a la habitual serie de escándalos y noticias sobre abusos en materia de contratos blindados, premios e indemnizaciones desmesuradas a ejecutivos claramente implicados en los desmanes del casino financiero.

En el mundo empresarial el próximo referéndum sobre tope salarial, ahora orientado a todas las empresas, también visto como una amenaza. El presidente de la patronal suiza, Valentin Vogt, considera la iniciativa “un error garrafal”. El Presidente de Nestlé, Peter Brabeck, ha amenazado con llevarse fuera de Suiza la sede del mayor consorcio alimentario del mundo en caso de que el país establezca el tope.

“En ese caso nos tendremos que plantear de forma clara la pregunta de si Suiza todavía es la sede correcta para nosotros”, declaró Brabeck al diario “Sonntag”.

“La iniciativa 1:12 solo exige un techo salarial máximo, eso no afecta al éxito de una empresa ni encarece su producción, ni tampoco dificulta su gestión”, señalan los defensores de la consulta. No son los sueldos de los directivos sino la calidad y otros factores lo que determinan el producto, explica a nuestro diario David Roth, presidente de las juventudes socialistas de Suiza.

Según la estimación de dos profesores de economía, Bruno Frey y Margit Osterloh, publicada por el “Tages-Anzeiger” de Zurich, con la fórmula 1:12 el masajista del tenista Roger Federer debería ganar cuatro millones de euros anuales para que los ingresos del deportista estrella fueran legales. El argumento es considerado banal por Roth, según el cual “Federer no es un empresario y sus beneficios no son salario”.

Las encuestas sobre la iniciativa dan actualmente un 50% de “si” a la limitación salarial, frente a un 40% de “no” y un 10% de indecisos. En esa situación el trabajo sobre la opinión pública será decisivo, augura Roth.

En marzo del año pasado Suiza aprobó en referéndum otro hito particularmente inspirador para España: una enmienda constitucional para ponerle coto al ladrillo. Desde entonces los municipios solo pueden tener un tope del 20% de residencias secundarias, una norma sobre la que deben rendir cuentas anualmente y publicar un catastro antiespeculativo que especifique qué viviendas están habitadas y cuáles no. La iniciativa del veterano ecologista helvético Franz Weber, “Acabemos con la invasión constructora de segundas residencias”, obtuvo el 50,6% de los votos. Weber explicó a este diario que recibió presiones y amenazas durante su tenaz recorrido hasta el referéndum.

Animados por esta serie de referendos contra la desigualdad y la especulación, los sindicatos suizos están promoviendo también una consulta sobre el establecimiento de un salario mínimo de 4000 francos suizos (3280 euros) mensuales, que sirva para poner coto a la emigración de fuerza de trabajo barata del extranjero, incluida de Alemania, donde no existe salario mínimo y se ha creado uno de los mayores sectores de salarios bajos de Europa. Actualmente hay en Suiza alrededor de 400.000 trabajadores que ganan menos de 4000 francos. Huyendo de los bajos salarios, decenas de miles de alemanes han emigrado en los últimos años a Suiza y Austria donde su trabajo se paga mejor.
Rafael Poch. La Vanguardia.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/economia/20130412/54371163076/suiza-referendum-limitar-salarios-iniciativa-112.html

martes, 9 de agosto de 2011

Salarios y productividad

Dice José Manuel García-Margallo, en La suerte del César y la suerte del Imperio (EL PAÍS, 19-7-2011), que uno de los desequilibrios typical Spanish que se incubó en los años de bonanza económica fue el de "unos costes laborales siempre por encima de la productividad".
Pues bien, si los costes laborales fuesen igual a la productividad, toda la producción iría destinada al pago de salarios y nada iría para el capital. Entonces, ¿qué significado pueden tener unos costes laborales por encima de la productividad? Ninguno, un absurdo.
Quizá lo que quería decir el señor García-Margallo, y se ha expresado mal, es que los costes laborales han crecido por encima de la productividad. Lo que no es el caso, porque es un hecho manifiesto que en los últimos años, y de forma continuada, se ha producido en España una redistribución de la renta a favor del capital y en contra del trabajo, que es lo mismo que decir que los salarios españoles han crecido por debajo de la productividad.
También podría haber ocurrido -aunque no creo que sea el caso- que se hubiera omitido el término "marginal" y lo que quiere decir el autor del artículo de marras es que, en la economía española, los salarios siempre han estado por encima de la productividad marginal, en cuyo caso les interesaría a las empresas reducir aún más su demanda de trabajo para de ese modo incrementar sus beneficios. JOSé ANTONIO POZO MAQUEDA, Madrid, El País, 08/08/2011 (Foto del autor, Centro Niemeyer, Avilés, Asturias.)

sábado, 25 de junio de 2011

La brecha salarial entre directivos y empleados siguió aumentando durante la crisis

Los ejecutivos logran en 2009 el mayor aumento entre todas las categorías - El salario medio de las mujeres se mantiene en el 78% del masculino.
Los de 2008 y 2009 han quedado en la retina como dos años negros para la economía española. En el primero, España entró en crisis y acabó en recesión, y en el segundo, la depresión se agravó hasta elevar este retroceso al más grave de la democracia. Pero el trance no ha pasado igual por todos los bolsillos: mientras el sueldo medio de los directivos creció una media del 4,5% en 2009, hasta los 63.150 euros -el mayor incremento de todas las categorías-, el del empleado medio mejoró menos, un 2,9% (22.511 euros). Y el de los peones, el puesto peor remunerado, prácticamente se estancó en los 15.343 euros (un 0,1% más). La brecha salarial entre los españoles, en definitiva, ha crecido con la crisis... Leer todo el artículo en El País, del jueves 23 de junio 2011.