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sábado, 27 de noviembre de 2021

_- Almudena Grandes muere a los 61 años

 

_- Uno de los nombres más importantes de la literatura española contemporánea murió este sábado a consecuencias de un cáncer.

Se trata de la novelista Almudena Grandes, a quien le diagnosticaron la enfermedad hace poco más de un año.

La escritora y columnista habitual del diario El País, de 61 años, falleció en su casa, en Madrid.

Autora de obras como "Las edades de Lulú" (1989), "Malena es un nombre de tango" (1994) o "El corazón helado" (2007), entre muchos otros, recibió diversos reconocimientos a lo largo de su amplia trayectoria, como el Premio Nacional de Narrativa, en 2018, o el Premio de Periodismo Internacional 2020 del Club Internacional de Prensa.

Larga trayectoria
Almudena Grandes nació el Madrid el 7 de mayo de 1960, en el barrio de Chamartín.

Comenzó a escribir desde muy pequeña, con apenas 9 años.

Luego de titularse en geografía e historia en la Universidad Complutense de Madrid, Grandes comenzó a trabajar escribiendo textos para enciclopedias.

Almudena Grandes se consolidó como una de las exponentes más importantes de la literatura española.

Pero al poco tiempo saltó a la fama tras publicar su primera novela, "Las edades de Lulú", una obra erótica que fue llevada al cine por el director y guionista Bigas Luna, y que, debido a su gran éxito, ha sido traducida a más de 20 idiomas.

En los años siguientes, continuó escribiendo libros que la hicieron consolidarse como una de las exponentes más importantes de la literatura española actual. .

Conocida por sus posiciones ideológicas de izquierda, participó activamente de la discusión política española, y dedicó muchos años de su vida a investigar el régimen de Francisco Franco y la herencia que este había dejado.

En 2010 empezó una ambiciosa serie de novelas titulada "Episodios de una Guerra Interminable", que inauguró con "Inés y la alegría".

Le siguieron "El lector de Julio Verne" (2012), "Las tres bodas de Manolita" (2014) y "Los pacientes del doctor García" (2017, Premio Nacional de Narrativa).

El 2020, publicó su último libro, "La madre de Frankenstein" (2020), donde indagó en la biografía de Aurora Rodríguez Carballeira, una de las la parricidas más famosas del siglo XX español, que tiroteó a su hija para no perder su control sobre ella.

Tras su muerte, el mundo literario español está de luto, así como también la izquierda y sindicatos, entre otros.

El País. 
La autora de los ‘Episodios de una guerra interminable’ fallece en Madrid a los 61 años de un cáncer. Otras de sus novelas más celebradas por la crítica fueron: ‘Los aires difíciles’, ‘Atlas de geografía humana’ o ‘El corazón helado’. En esta última, por primera, vez se detenía en las vidas de aquellos exiliados republicanos y sus posteriores generaciones de inadaptados

Todos los artículos de la autora en EL PAÍS

 PD. Sin ninguna duda es una inmensa perdida no solo para la literatura sino para todos los demócratas y todas las personas de buena voluntad de España y del mundo.

jueves, 21 de mayo de 2020

Desmemoria. El Estado democrático les ampara, pero su aprecio por la democracia está supeditado a que los suyos ganen, o no, las elecciones

La historia de España es como la morcilla de mi tierra, escribió el poeta Ángel González, se hacen las dos con sangre, se repiten. Las protestas del madrileño distrito de Salamanca, ajenas hasta ahora a la sangre, estremecen como repetición. Ya sé que son todos pijos, ya sé que son sólo cien, ya sé que parecen un chiste, pero no tienen gracia. Un extranjero creería que protestan por el confinamiento y se equivocaría.
Aunque gritan “libertad”, la libertad les trae sin cuidado. Sus padres jamás la echaron de menos mientras vivieron en una dictadura. Sus abuelos, que financiaron y patrocinaron esa dictadura, se enriquecieron gracias a ella.
Sus descendientes se manifiestan ahora contra un Gobierno que no sienten como propio, aunque sea el que legítimamente rige el destino de la nación, y se envuelven en la bandera nacional como si bastara para identificarles, porque creen que no representa a nadie más que a ellos.
El Estado democrático les ampara, pero su aprecio por la democracia está supeditado a que los suyos ganen, o no, las elecciones. Cuando es que no, ni siquiera el razonable deseo de preservar la salud, propia y ajena, en plena pandemia, logra refrenar sus ansias de recuperar el botín de sus mayores. Aunque no lo sepan, son una muestra de la fragilidad congénita de la democracia española, el afán por pasar página sin haberla leído previamente con tal de tener la fiesta en paz, que caracterizó el espíritu de la Transición.
La falta de análisis, de crítica, de ruptura efectiva con el franquismo les persuadió de que no tenían nada de lo que avergonzarse y ahí están, gritando que la calle es suya. La memoria no tiene que ver con el pasado, sino con el presente, pero la desmemoria logra que pasado y presente se confundan.

sábado, 9 de mayo de 2020

_- Desfachatez

_- En los últimos meses hemos aprendido muchas palabras nuevas, pero la pandemia ha revalorizado otras muy antiguas. Desfachatez, por ejemplo. Cuando ya sabíamos que el redemsivir fabricado por los laboratorios Gilead —¿se acuerdan de El cuento de la criada— no había demostrado eficacia en estudios clínicos independientes, Trump firmó con pompa y ceremonia la autorización de su uso en los enfermos más graves. La presentó como una de sus medidas para impulsar la reactivación de la economía y no pasó nada.

Desde la aparición del virus, yo pensaba que el laboratorio que desarrollara un tratamiento eficaz se iba a forrar, pero nunca pensé que alguno llegaría a forrarse gracias a un tratamiento ineficaz. La única explicación posible es que Trump asume que se mueran todos los que se tengan que morir con tal de que la crisis económica no perjudique su campaña electoral.
El mismo argumento sostiene actuaciones menos pavorosas pero igualmente inmorales en países de todo el mundo, cuyos dirigentes hacen contabilidad creativa con el número de víctimas o se encomiendan a la Virgen María para no confinar a la población, o para desconfinarla antes de tiempo.

Se diría que los muertos pierden importancia con el tiempo, que quienes murieron hace dos meses son más importantes que quienes murieron ayer. Tal vez por eso, Abascal denuncia que el estado de alarma es un instrumento que vulnera las libertades. Los españoles deben ser libres para enfermar y para morir, cabría concluir.

Según Arrimadas, la responsabilidad de las muertes y de la caída del PIB no es del virus, sino del Gobierno. Ayuso intentó culpar en un primer momento a Podemos de las aglomeraciones en Ifema. La desfachatez es un virus que crece exponencialmente. Almudena Grandes. El País, 4 de mayo.

miércoles, 18 de marzo de 2020

Jamás. El fascismo no se puede resignificar.

Desmontaje de las placas en eel cementerio de La Almudena el pasado mes de noviembre.
Desmontaje de las placas en eel cementerio de La Almudena el pasado mes de noviembre. 

El término resignificación no está en el diccionario de la RAE. Aparecen otros, como mentir, manipular, falsear, blanquear, ofender, difamar o confundir, pero el alcalde de Madrid se ha apoyado en el primero para desmantelar el Memorial de la Almudena, un espacio que los descendientes de las víctimas del franquismo lograron levantar con muchísimo esfuerzo durante años tan largos que llegaron a parecer eternos.

He escrito víctimas del franquismo, y no de la guerra, porque los 2.963 fusilados cuyos nombres pretende borrar el alcalde y que muchos madrileños no olvidaremos jamás, fueron asesinados por el Estado franquista en tiempo de paz, entre 1939 y 1944.

Fueron procesados por una ley criminal —la de Responsabilidades Políticas, que permitía condenar a muerte a los simples militantes de los partidos del Frente Popular— y sentenciados en infames pantomimas que se autodenominaban consejos de guerra cuando ya, insisto, no había guerra.

¿De qué resignificación hablamos? ¿El Ayuntamiento va a certificar que se suicidaron, que murieron de gripe, que nunca existieron, que no llegaron a nacer?

Almeida pretende tapar sus nombres con una frase del presidente Azaña, que tuvo la suerte de morirse en Montauban el 3 de noviembre de 1940, mientras grupos de falangistas y agentes de la Gestapo merodeaban por los alrededores de su casa, al acecho de la oportunidad de detenerle y enviarle a España para que fuera fusilado. (1) ¿Eso también lo va a resignificar? ¿Va a poner las palabras paz, piedad, perdón, en sus aterrados labios de moribundo?

El fascismo no se puede resignificar. Un alcalde democrático debería saberlo, repudiar el crimen, el terror, la crueldad que significa, o dejar de llamarse a sí mismo democrático (2).

Notas..Las notas son del autor.

(1) Lo cual no es sólo una hipótesis. Fue la realidad de lo que le ocurrió al presidente de la Generalitat, Lluís Companys i Jover​ (Tarrós, 21 de junio de 1882-Barcelona, 15 de octubre de 1940). Quien fue raptado en Francia, traído a España, maltratado, torturado y en una infame pantomima de juicio fraudulento autodenominado consejo de guerra, cuando según ellos mismos ya no había guerra, y ejecutado, una vil actuación del franquismo.

(2) Demuestra una y otra vez que no cejan de la guerra civil y lamentablemente nos muestra su falta real de conciencia y comportamiento democrático. En muchos casos cometen fraude de Ley, pues recurren a la Ley de Memoria Histórica, para poner o mantener a personajes de la dictadura en calles y monumentos cuando la finalidad de la ley es la contraria.

Fuente: El País. Almudena Grandes

https://elpais.com/elpais/2020/02/23/opinion/1582471937_522991.html

domingo, 17 de febrero de 2019

_- Aviso. Casado y Rivera sólo están dispuestos a gobernar juntos y, si hace falta, con Abascal.

_- 

Pablo Casado progresa adecuadamente. La “anti-España” se le resiste, pero ya ha dicho que la alternativa del 28 de abril consiste en votar al PP o al Frente Popular. Conviene recordar, una vez más, que el Frente Popular fue una coalición legal de partidos legales, que ganó limpiamente unas elecciones para formar un gobierno legítimo, al que puso fin un golpe de Estado militar que desencadenó una guerra civil. A estas alturas, ninguna persona sensata e informada ignora que los culpables de aquella guerra fueron los golpistas. El Frente Popular, como la democracia, como la II República Española, fueron sus víctimas. Que Casado no cuide sus palabras significa que no le importa asumir unos delirios guerracivilistas que contrastan groseramente con su continua presentación del PP como partido centrado y moderado. Albert Rivera, siempre más moderno, emplea una retórica diferente para llegar más o menos al mismo sitio. Se ha apresurado a decir que no pactará con el PSOE y que solo aislará con un cordón sanitario a quienes quieren romper su país. Es un argumento defectuoso, porque vamos a unas elecciones anticipadas, precisamente, por la negativa independentista a aprobar los Presupuestos del Gobierno, pero tiene la virtud de clarificar el campo de juego mucho antes de que empiece la campaña electoral. A mí se me ocurren muchas maneras de romper España, y casi todas tienen un lugar en el programa de Vox, pero es evidente que, para Rivera, la soberanía es una cuestión de kilómetros cuadrados y no de la dignidad de las personas. En cualquier caso, tanto Casado como Rivera, han hablado y es útil resumir lo que han dicho.

Solo están dispuestos a gobernar juntos y, si hace falta, con Abascal.

Están todos ustedes avisados.

El tripartito andaluz, un mes de laboratorio

miércoles, 23 de mayo de 2018

Inmortales. Como el Atlético de Madrid no hay otro. Ninguno con esa fe, con esa fuerza, el coraje de levantarse después de dos derrotas con el corazón intacto para volver a ganar.

El 30 de mayo de 2016 escribí una columna titulada Lo fatal. Empezaba, como mi poema favorito de Rubén Darío, con dos versos conmovedores: “Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo, y más la piedra dura porque esa ya no siente”. La noche anterior, el Atleti había perdido su segunda final de Champions contra el Madrid en dos años, esta vez en los penaltis, y aquellos dos versos no me dejaron dormir. Por la mañana, me aferré a las señas de identidad de mi equipo para escribir una columna valiente y orgullosa. Porque yo no soy árbol, tecleé, porque yo no soy piedra, porque la sangre es roja, como los amaneceres, como las revoluciones… Intentaba levantar a los míos, pero la verdad es que estaba herida, y mi herida siguió abierta, palpitando como una maldición, hasta el miércoles pasado, cuando encendí el televisor con mi camiseta rojiblanca y se me ocurrió pensar que ojalá nos hubiera eliminado el Arsenal. Tenía mucho miedo, pero me equivoqué. Tenía mucho miedo, pero ellos no lo conocen. Y no voy a contar lo que pasó después. Solo quiero decir que existen mejores equipos de fútbol en el mundo, pero como el Atlético de Madrid no hay otro. Ninguno con esa fe, con esa fuerza, el coraje de levantarse después de dos derrotas con el corazón intacto para volver a ganar. Eso solo lo hace mi Atleti, y su grandeza no puede comprarse con dinero. Es, tal vez, el único bien que no tiene precio en el fútbol moderno. Por eso te bendigo de nuevo, Cholo Simeone. Nunca me cansaré de bendecirte, porque lo mejor de esta victoria es que garantiza que habrá otras derrotas pero ninguna, jamás, será la derrota. Porque después de ti, la fatalidad solo sobrevive en unos memorables versos de Rubén. Porque ahora sabemos que nuestra leyenda es la inmortalidad.

miércoles, 2 de mayo de 2018

Machismo. Los legisladores tienen la obligación de cambiar los tipos delictivos para que no vuelvan a producirse sentencias como la de La Manada

Cuento hasta diez antes de teclear cada palabra. Me propongo desterrar la rabia y escribir sobre lo que conozco. Desde mi conocimiento de la lengua española, creo que el tribunal de Pamplona no ha apreciado intimidación en lo que no fue otra cosa que una violación múltiple, porque sus miembros pueden y porque no les ha dado la gana. Lean los hechos probados en la sentencia, consulten el diccionario y lo comprobarán fácilmente. La insostenible interpretación de los términos intimidación y consentimiento viciado —si es viciado, porque el tribunal reconoce que se obtuvo a la fuerza, gracias a la superioridad numérica de los agresores, ¿cómo puede ser consentimiento y no existir intimidación?— en la que se basa la calificación del delito, sólo se explica por motivos ideológicos. Los jueces de Pamplona nos dicen que una mujer tiene que defender su honra con sangre, que si no expone su vida, no puede esperar que la consideren una víctima y, lo peor de todo, que una violación en grupo, en el contexto de unas fiestas y con alcohol de por medio, es una legítima juerga de chavalotes que igual se han pasado un pelín, pero que sólo querían divertirse. Lo único que he echado de menos es el tristemente célebre atenuante del instinto del cazador, la insuperable necesidad de sexo que anula la voluntad del macho. Con esa única excepción, la sentencia de La Manada rezuma el viejo y eterno machismo de todos los tiempos. ¿Hace falta decirlo una vez más? Sólo sí significa sí. No es no, y todas las violaciones son el único y mismo delito. Yo creo a la víctima, pero interpelo a los legisladores. Son ellos quienes tienen la obligación de cambiar los tipos delictivos para que no vuelvan a producirse sentencias como ésta. Y tienen que hacerlo ya.

https://elpais.com/elpais/2018/04/27/opinion/1524839044_990837.html

miércoles, 21 de marzo de 2018

Autocensura. El único efecto transcendental de la censura de cualquier tipo sucede en el ánimo, en el espíritu creativo de cualquier artista


 

La calidad de las intenciones que pongan en marcha el proceso es irrelevante. El infierno está empedrado con las mejores. Un buen día se invocan los sentimientos más elevados, la sensibilidad más progresista, el bien general, para prohibir un acto, para retirar de la circulación un libro, para prohibir la exhibición de una película, para descolgar un cuadro, para cerrar una exposición. La justificación de tales decisiones suele ser grosera, tosca, pero incluso cuando es sublime, los bellos conceptos que la integran resultan irrelevantes, y el respaldo de la opinión pública, por muy democrático que parezca, no tiene ningún valor.

El único efecto transcendental de la censura de cualquier tipo sucede en el ánimo, en el espíritu creativo, o como lo quieran llamar, de cualquier artista, escritor, cineasta, que después de asistir a la condena de un creador, se sienta a una mesa ante un papel en blanco y un instrumento para escribir, o para dibujar. En ese momento, se preguntará si tiene vocación de héroe y muy probablemente se responderá que no. Pensará en su familia, en su pareja, en sus hijos, en las facturas de la luz, del gas, de la calefacción, en la letra de la hipoteca que tiene que pagar todos los meses, y comprenderá que tiene mucho que perder, ni más ni menos que cualquier persona sobre la que se proyecta la amenaza de la pérdida de sus ingresos. Y entonces decidirá que no pasa nada si sustituye un nombre propio por dos iniciales, que si pone a Buda en lugar de a Cristo el efecto será el mismo, que puede quitar del guion la escena del policía que mata al manifestante. Y publicará su libro, pintará su cuadro, rodará su película. Ese es el único efecto relevante de la censura. Porque así se destruye la cultura de un país.

https://elpais.com/elpais/2018/02/23/opinion/1519390790_437721.html

lunes, 16 de octubre de 2017

_- Intemperie. Si con Cataluña ocurre lo peor, la culpa será de muchos, un fracaso colectivo sin precedentes.

_- No hay nada que celebrar. Esto aún no ha terminado, pero ya se intuye un final sucio, feo y, sobre todo, triste. A mí, al menos, me parece tristísimo que tras el fracaso del Estado, los padres de la Patria vayan a ser el Sabadell, CaixaBank y Gas Natural. Que las esteladas se desinflen bajo su presión a una velocidad inaudita, muy superior a la obtenida por la legalidad, la convivencia y el respeto a los discrepantes, no resulta menos desolador. Para describir la calidad de una clase política que oscila entre la astucia cazurra y las porras de unos, y la ingenuidad naif y la demagogia de otros, no es fácil encontrar adjetivos. Antes del 1 de octubre, me sobrecogía la soledad de tantos catalanes —los que se oponen a la independencia y no votan al PP— abandonados a su suerte en la más estricta intemperie. Ahora, millones de españoles compartimos esa sensación en cada pueblo y cada ciudad. Pero todo puede empeorar, porque no se puede jugar con las ilusiones y la esperanza de la gente yendo de farol, enseñar tres tristes doses, y decir Diego donde se decía digo. Tal vez, aparte de apuntalar en el poder a Rajoy, culpable principal de todo lo que ha pasado, esta intentona desarrolle el paradójico efecto de enterrar las expectativas electorales del independentismo catalán durante una buena temporada, pero ninguna paradoja logrará desactivarlo. Los radicales que no tienen nada que perder con la caída del Ibex 35 se radicalizarán todavía más, y no tienen mucho margen. Todavía no sabemos lo que puede llegar a ocurrir, pero si ocurre lo peor, la culpa será de muchos, un fracaso colectivo sin precedentes. Antes de que sea tarde, alguien debería asumir con coraje y con claridad la ineludible necesidad de refundar nuestra democracia.

domingo, 8 de octubre de 2017

Banderas. Las banderas han tapado los procesos por corrupción, los asesinatos machistas, la explotación de los trabajadores precarios, los sueldos de miseria, las horas de trabajo no abonadas, la creciente desigualdad y pobreza, la perdida de poder adquisitivo, etc.

Es la hora del patriotismo, el momento de arremangarse, de trabajar por el país, por el bienestar y el progreso de sus ciudadanos. Porque, más allá del múltiple desastre de ayer, lo que nos angustiaba y preocupaba hace unos meses, sigue estando ahí. Las banderas han tapado los procesos por corrupción, los asesinatos machistas, la explotación de los trabajadores precarios, la amenaza yihadista, la degradación de las inversiones públicas, las carencias que entorpecen la labor de la justicia, la falta de inversión en la educación pública, las consecuencias de los recortes en Sanidad, los catastróficos efectos del cambio climático, las penurias de una multitud de trabajadores que cobran tan poco que su salario no les permite salir de la pobreza, la tragedia de todos esos miles de refugiados que, de la noche a la mañana, han dejado de existir para quienes han decidido envolverse en su bandera, rojigualda o estelada, lo mismo da porque, al cabo, todas son iguales. Todas han sido fabricadas en China por los mismos desgraciados, que han cobrado la misma miseria por confeccionarlas. El proceso independentista catalán ha incrementado la cifra de negocio de los bazares orientales en todo el territorio español pero ahora, al otro lado del 1-O, ha llegado la hora del patriotismo, y por eso me dirijo a sus clientes para pedirles que descuelguen sus banderas de los balcones y se comporten como patriotas de una vez. Si detrás de cada fachada engalanada vivieran personas comprometidas de corazón con el progreso de su nación y la felicidad de sus gentes, no estaríamos a la merced de políticos corruptos, ineptos e irresponsables, como los que nos gobiernan gracias a los votos de tantos millones de aficionados a las banderas.


https://elpais.com/elpais/2017/10/01/opinion/1506851251_754004.html

viernes, 8 de septiembre de 2017

_- Clarita y sus 800 nazis. Almudena Grandes ahonda en la red Stauffer que ayudó a criminales de guerra en ‘Los pacientes del doctor García’, una desbordante novela donde interactúan historia y ficción.

_- Clara Stauffer parece una mentira. Y no lo es. Con dinero, con energía, con contactos, con ideología, con dobleces (española y alemana; nazi y falangista; deportista competitiva y propagandista de la opresión de la Sección Femenina; dadivosa con los suyos e implacable con el resto de la humanidad), dirigió desde su piso madrileño una red clandestina, que ayudó a 800 criminales de guerra a burlar la justicia internacional a partir de 1945. Un ardor justiciero, que fue aminorándose conforme se calentaba la Guerra Fría y se enfriaba la Segunda Guerra Mundial, y que llegó a salpicar a la propia Clara, a veces Clarita. Ella fue la única mujer que figuró en la Lista de los 104 reclamados en 1947 por el Consejo de Control Aliado al ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín-Artajo. Ni uno solo, tampoco Clara, hija del director de la cervecera Mahou e íntima amiga y correligionaria de Pilar Primo de Rivera, fueron entregados por el régimen de Franco, que protegió a lo más granado de la industria del exterminio que desató el Tercer Reich, desde el croata Ante Pavelic al belga León Degrelle.

Todos ellos desfilan por Los pacientes del doctor García (Tusquets), la nueva novela de Almudena Grandes (Madrid, 1960), que se publicará el próximo 12 de septiembre y que constituye la cuarta entrega de los Episodios de una Guerra Interminable, la serie que arrancó en 2010 con una factura similar, con capítulos históricos intercalados entre los de ficción, con personajes y acontecimientos tan desconocidos como asombrosos. Sirva de ejemplo Johannes Bernhardt, el empresario que viaja hasta Bayreuth el 25 de julio de 1936 para entregar a Hitler la carta en la que Franco reclama músculo bélico. Al día siguiente, el Führer ordena que se envíen a España 20 Junkers, que transportarán 15.000 soldados de Marruecos a Sevilla. A Franco le cambia la vida, a Bernhardt también.

Franco fue generoso con los amigos de sus amigos. Al genocida Ante Pavelic, fundador del movimiento fascista ustacha y dictador títere del Tercer Reich en Croacia, le proporcionó un país donde vivir y morir sin ser molestado por fiscales agresivos (Pavelic está enterrado en el cementerio madrileño de San Isidro). A la actriz Maria Petacci, de nombre artístico Miriam di San Servolo, le facilitó una estancia cómoda en Madrid y el acceso a las películas de Cifesa cuando las cosas se pusieron feas en Roma para todo lo que olía a Mussolini, que acabaría colgado boca abajo en una gasolinera de Milán junto a su amante Clara Petacci, hermana de la actriz.

A León Degrelle, fundador del movimiento fascista belga Rex y oficial de las SS, le dio dinero —vía adjudicaciones de obra pública a su empresa— y tanta seguridad que a menudo ni se molestaba en camuflarse bajo la identidad facilitada por el franquismo para cubrirle ante las peticiones de extradición de Bélgica. Degrelle, condecorado por Hitler con cruces y palabras (le elogió como el hijo que le habría gustado tener), aterrizó de urgencia en 1945 en aguas de la Concha en el avión de Albert Speer, ministro y arquitecto del Tercer Reich.

Se podría opinar que la novela es un ajuste de cuentas con la historiadora que no fue, pero Almudena Grandes voltea el argumento: “Esta serie me ha devuelto al proyecto de historiadora que fui. La que ha ajustado cuentas es la historia conmigo. Un montón de años después me ha demostrado hasta qué punto es importante lo que estudié. Probablemente yo no la habría escrito igual si no fuera historiadora”. Por esta obra de ambición galdosiana van y vienen 207 personajes, incluidas 45 criaturas que en su día fueron de carne y hueso. La cadena de acontecimientos, que discurren en escenarios de nueve países (del campo nazi de Klooga en Estonia a un despacho demócrata del Capitolio), arranca en 1936, mientras Hitler escucha a Wagner en Bayreauth, y colea hasta 1976, cuando tres militares toman el poder en Buenos Aires. De golpe a golpe. Entre ambos, personajes que se mueven por la retaguardia, las trincheras y los rescoldos de la matanza que pespuntean Europa durante la primera mitad del siglo XX.

El fresco histórico arropa una trama de espionaje orquestada desde Inglaterra por el presidente Juan Negrín y el embajador Pablo Azcárate, que pretenden devolver por vía diplomática la democracia que se perdió por las armas. Desenmascarar la complicidad de la dictadura con prófugos del nazismo, refugiados en España o Argentina, se convierte en su última esperanza para lograr un cambio político. Será la misión de dos espías de ficción, el médico Guillermo García Medina y el diplomático Manuel Arroyo Benítez, a quienes la escritora zarandea con sucesivas identidades y a quienes regala noches de dicha.

“Para escribir una novela así hay que llegar un equilibrio perfecto entre la libertad creativa y la lealtad a la verdad histórica”, reflexiona Almudena Grandes por teléfono desde Rota (Cádiz), donde apura los últimos días de vacaciones antes de sumergirse en la promoción de una novela costosa. La que más. Cuatro años ha necesitado para sacar adelante este proyecto, que también le ha proporcionado pequeños placeres (introducir un español mexicano) y alguna que otra preocupación. “No puedo traicionar a los personajes reales. Tengo que poner en su cabeza y en su boca cosas que ellos habrían podido decir si se encontraran en esa situación. Como ya tengo confianza, me voy embalando y ya tengo a Negrín y Azcárate de personajes, pero procuro estar segura de que si ellos leyeran la novela, no se extrañarían. Esa es mi barrera”.

Parapetada tras horas de documentación, Grandes recurre a historiadores —como Enrique Moradiellos, biógrafo de Negrín— cuando algo la inquieta. “Para mí es más importante que para otros. En este momento me he convertido en una escritora antisistema. No lo parezco porque no llevo rastas pero en la medida en que mi relato no contribuye a afianzar la versión de la equidistancia, soy consciente de que mantengo una versión disidente en el contexto de la literatura contemporánea”.

En esa visión disidente se encuadra una activa defensa de los valores de la Segunda República y una reivindicación de aquellos secundarios de la historia que lucharon por ellos. Con armas, letras o bisturíes. Como Norman Bethune, el médico canadiense que movilizó fondos hasta lograr trasladar un equipo a España que salvó vidas de milicianos en el frente de Madrid y de civiles en la carretera de Málaga a Almería. Por más que se le racanee, Bethune tiene un lugar en la historia. Su método para conservar la sangre permitió por vez primera realizar transfusiones sin necesidad de que receptor y donante estuviesen juntos.

El segundo homenaje de la escritora se dirige a los estudiantes que se movilizan en Madrid con más idealismo que eficacia para tratar de hundir al régimen al mismo tiempo que la ONU. “Los tenía que meter en alguna novela”, señala Grandes, que se conmovió con la lectura de El fin de la esperanza, testimonio publicado en 1949 en Les Temps Modernes, la revista de Sartre y Beauvoir, con un seudónimo que ocultaba la identidad de Marcelo Saporta, uno de aquellos jóvenes, que en enero de 1946 escribió en Madrid: “Un puñado continúa luchando. Caen todos los días. Daos prisa o llegareis demasiado tarde, cuando hayamos caído todos, uno después de otro, sin esperanza”.

https://elpais.com/cultura/2017/08/25/actualidad/1503660872_150967.html

viernes, 5 de mayo de 2017

Buenos Aires. Desde aquí no escucho el crujido que anuncia que tantas cosas se están viniendo abajo.

Me ha recibido un otoño espléndido. Días radiantes, luminosos, y una temperatura amable, casi cómplice. En La Rural, la Feria del Libro es una fiesta de encuentros con amigos y lectores. He venido a trabajar y sin embargo tengo la sensación de estar de vacaciones, porque los días se alargan, las citas se multiplican y el cansancio no aparece.

No existe cambio de planes capaz de arruinar mi humor, ni siquiera el horario me está afectando. Desde que llegué duermo de un tirón y me lo explico recordando que esta ciudad y yo somos viejos amantes. El flechazo que me deslumbró cuando la conocí ha madurado conmigo, la despiadada seducción de la primera vez ha desembocado en un amor maduro, tranquilo, pero no por eso menos placentero.

Como vi hace muchos años todo lo que hay que ver, paseo por sus calles sin la urgencia del turista, me dejo llevar por su voluntad y disfruto de cada rincón sin hacerme preguntas. Qué bien, pienso solamente, qué gusto, y de repente, me acuerdo de mi teléfono móvil porque hace muchas horas que no lo veo. Se habrá descargado, pronostico, pero no, cuando lo saco del bolso le queda mucha batería.

Y entonces lo entiendo, comprendo mi bienestar, esta inesperada alegría. Porque desde que llegué no he sabido nada de la Operación Lezo, de la familia Pujol, de la Púnica, de la Gürtel, del fiscal Anticorrupción, de la Audiencia Nacional, de la cárcel de Soto del Real. La pestilencia de España no es lo suficientemente poderosa como para cruzar el océano, desde aquí no escucho el crujido que anuncia que tantas cosas se están viniendo abajo. Por eso respiro tan bien, por eso camino con los pies ligeros. Pronto volveré a casa, pero en estos días horribles, Buenos Aires me ha dado un nuevo motivo para amarla. No lo olvidaré.
Almudena Grandes.

http://elpais.com/elpais/2017/04/29/opinion/1493484389_668406.html

jueves, 4 de mayo de 2017

_--ULTIMAS NOTICIAS DEL MACHISMO. Legalizar la subrogación de la maternidad (dicho más claro; que los ricos puedan alquilar los vientres) desembocará en la explotación de las mujeres pobres, que no podrán elegir con libertad.

_--LA MAYORÍA de las españolas de edades comprendidas entre los 20 y los 35 años no pueden tener hijos aunque lo deseen. Están en las condiciones óptimas para concebir, gestar y parir hijos sanos, con todas las garantías para su propia salud y la de sus bebés, pero el sistema no se lo permite. Muchas mujeres jóvenes son madres frustradas, sometidas a una variedad específicamente machista de la violencia que ejerce el mercado laboral contra los españoles de su edad. No tienen empleo o trabajan en condiciones precarias, con becas o contratos temporales que no les renovarán en el caso de que cometan la osadía de quedarse embarazadas. No tienen casa propia, ni perspectivas de independizarse, y saben que, en sus condiciones, la maternidad es una heroicidad que empieza en la cola del paro. Nadie tiene derecho a exigirles que sean heroínas.

En un país donde las bajas tasas de natalidad se perfilan como uno de los peligros del futuro, esta situación podría revertirse, o al menos paliarse, con políticas feministas. Legislando contra la brecha salarial, aprobando un permiso de paternidad obligatorio e intransferible, penalizando la discriminación laboral de las mujeres fértiles. Pero estas medidas, con las que, de boquilla, están de acuerdo todos los políticos, no se han llegado a proponer ni forman parte del programa de ningún partido. Podría parecer sorprendente que, en esta situación, se desarrolle una campaña a favor de la regulación de la maternidad subrogada. Podría parecerlo, pero no lo es.

Las mujeres siempre han gestado y parido hijos para que otros se los quiten. Antiguamente, era frecuente que las criadas embarazadas de sus señores se vieran forzadas a entregar a sus hijos e hijas a las señoras de la casa donde servían. En la posguerra, se les robaban a las presas políticas para regalárselos a buenas familias franquistas. Más adelante, el robo de niños y niñas se convirtió en un negocio. Esto forma parte de nuestra tradición, tanto como el mito de la libre elección integrará la tradición de nuestros descendientes. Quizás por eso, los comités de bioética que impiden que la clonación de seres humanos, siendo técnicamente posible, sea legal no se han preocupado por la dignidad de las personas a quienes ahora se pretende convertir en ganado de cría. ¿No son humanas? Sí, pero son mujeres.

La preocupación por el mal uso que pueda hacerse de los clones humanos no se aplica en este caso. Los partidarios de la maternidad subrogada alegan que su legislación impedirá una contraprestación económica y que las madres subrogadas decidirán libremente. Pero, con la autoridad que me otorga haber gestado y parido hijos, opino que la libre elección no existe. A mí, que he pasado por ese proceso, me resulta inconcebible que una mujer decida afrontarlo libremente, con o sin dinero de por medio, porque conviene recordar que el dinero no es la única moneda susceptible de comprar la voluntad de una persona. Y no estoy en condiciones de negar que puedan existir casos excepcionales, pero sí estoy segura de que legalizar la subrogación desembocará, inevitablemente, en la explotación de mujeres pobres, que venderán su fertilidad porque no podrán elegir con libertad. Cualquier elección entre la pobreza y un embarazo subrogado no puede considerarse de ninguna manera una elección libre. Espero que los expertos en bioética estén de acuerdo conmigo al menos en eso.

Con independencia del origen del espermatozoide y el óvulo fecundado, el vínculo entre una mujer gestante y el bebé que durante nueve meses forma parte de sí misma es tan profundo que negarlo me parece, como mínimo, un acto de ignorancia y, como máximo, un derroche de cinismo. Los hijos son de las mujeres que los gestan y los paren. Son suyos en sentido literal, puesto que no existirían sin ellas, porque han formado parte de su propio cuerpo y de él han nacido. Cualquier ley que otorgue más valor a un contrato, con contraprestación económica o sin ella, que a la voluntad de la madre de un bebé sería una ley injusta. Y algo más. Su aprobación abriría la puerta a una nueva variedad del machismo, un nuevo camino para ejercer violencia sobre las mujeres.

Tal vez no lo parezca, pero así es.

No es un derecho, y no se puede invocar como tal, que yo pueda alquilar por gusto los vientres de mujeres pobres. Pues ¿cuántas ricas consienten en embarazarse para otros u otras?
Disfrazar lo que es una necesidad, como acto de libertad, es no sólo un fraude, sino un abuso, una forma encubierta de vuelta a la esclavitud. El capitalismo quiere mercantilizar todo aunque sea camuflando su objetivo.

http://elpaissemanal.elpais.com/columna/almudena-grandes-noticias-del-machismo/

viernes, 21 de abril de 2017

Esperanza

Es la primera vez que Aguirre lleva más de dos días callada mientras su nombre aparece en todos los titulares. Por algo será


En el mundo pasan cosas horribles. El número de víctimas inocentes se multiplica, el imperio del terror gana adeptos, partidarios que declaran actuar en nombre de la paz o del propio terror. Cada cadáver que contemplamos a diario con la pasiva impasibilidad de lo inevitable merece una columna. Lo sé, y sé que otras amenazas, como la que convierte el ejercicio de la libertad de expresión en una actividad peligrosa para los españoles, no son menos urgentes. Pero me van a perdonar que vuelva a escribir hoy sobre Esperanza Aguirre, aunque sólo sea porque llevo tantos años esperando este momento que ya sospechaba que no llegaría.

La relación de Esperanza con las tramas de corrupción de su partido, antes la Gürtel, luego la Púnica, ha sido como el argumento de una larguísima novela negra, de esas en las que el lector sabe desde la primera página quién es el asesino pero el detective nunca es capaz de probarlo.

Lejos de proclamar su inocencia mientras los rumores la cercaban, dio vueltas y más vueltas a la tuerca de su honestidad hasta alardear de haber destapado la corrupción en su propio partido. Cuando Granados publicó lo evidente, que todo lo había aprendido de ella, no se dio por aludida y pareció haber salido con bien una vez más.

Ahora, la documentación incautada a Beltrán Gutiérrez, gerente del PP madrileño bajo su mando, no sólo prueba la financiación ilegal del partido que dirigía, sino que promete más de lo que da. ¿Por qué llevaría un gerente encima un pen drive con la contabilidad B de su partido? ¿Contra quién pretende usarla, de quién quiere protegerse?

Sólo sabemos una cosa con certeza. Es la primera vez que Esperanza lleva más de dos días callada mientras su nombre aparece en todos los titulares. Por algo será.

http://elpais.com/elpais/2017/04/08/opinion/1491674634_327554.html

martes, 4 de octubre de 2016

Evolución La adaptación al cambio es la clave de la supervivencia.

El término adaptación es uno de los pilares del pensamiento de Charles Darwin, un concepto sin el que no se comprende la teoría de la evolución. El naturalista inglés estableció que las especies que logran sobrevivir no son ni las más fuertes ni las más inteligentes. La clave de la supervivencia consiste en la capacidad para adaptarse a los cambios. Quienes no logran hacerlo, desaparecen. La crisis del PSOE aporta una insospechada variante política a la teoría que Darwin elaboró observando la variedad de picos que habían llegado a desarrollar los pinzones de las islas Galápagos. Cuando se produjeron las 17 dimisiones de la ejecutiva, yo estaba convencida de que los críticos habían calibrado a la micra las consecuencias de una cirugía tan masiva. Su experiencia, y la de sus mentores, me llevó a descartar cualquier otra hipótesis. Reconozco que estaba equivocada. Con independencia del desenlace de esta triste historia, su estrategia no obtuvo el fulminante efecto que buscaba. Desde entonces me pregunto si no habremos llegado de una vez al auténtico y definitivo final del bipartidismo, tantas veces anunciado y nunca consumado. Los críticos del PSOE han pretendido aplicar una solución del siglo XX a una situación del siglo XXI. Hay quien ha pedido incluso que se suspendan las primarias. Y no se trata de estar a favor o en contra de la elección directa del líder, sino de que, a estas alturas, esa petición es tan incomprensible como si hubiera sido formulada en sánscrito. La adaptación al cambio es la clave de la supervivencia. Aunque parezca mentira, un partido tan rancio en apariencia como el PP lo ha entendido mucho mejor. Después de atraerse a Ciudadanos, ni siquiera necesitan discutir sobre las primarias.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Feliz 2016

Paz en la Tierra a los hombres y las mujeres de buena voluntad.

Este año, las elecciones generales se han comido la Navidad. A Rajoy le ha salido el tiro por la culata y, lejos de fomentar la abstención con una convocatoria que sonaba a villancico, ha puesto en peligro la Nochebuena de muchos españoles. Como no pude desearles una noche pacífica y alegre, espero que, al menos, las discusiones políticas no se la echaran a perder. No habría merecido la pena, porque vamos a tener mucho tiempo para discutir.

Los dos principales culpables de la tensión que ha puesto en peligro la convivencia en nuestro país están en la misma situación. A Rajoy, que pretendió sacar ventaja de la estrategia de Mas, le espera la amargura de un mal trago que Mas aún no ha terminado de apurar, por mucha ventaja que pretendiera extraer de la estrategia de Rajoy. De todo lo que puede pasar, lo más seguro es que el presidente en funciones haya sido derrotado tres veces antes de que suceda nada más. La buena voluntad que le ha faltado, la soberbia, la arrogancia y el desprecio que ha exhibido de forma sistemática en la última legislatura le han privado de paz, para condenarle de antemano a un fracaso irremediable. Ahora pide ese dialogo y llama a la colaboración y responsabilidad que nunca tuvo. La voladura jactanciosa, en nombre de su mayoría que no su razón, de todos los puentes, pues gobernó por decreto, imponiendo leyes con las que solo ellos estaban de acuerdo, ahora les deja sin salidas y sin posibles y necesarios colaboradores.  Mientras se expulsaba a la calle a miles de familias en paro se les privaba de cualquier ingreso en nombre de leyes "que no se pueden cambiar". Y lejos de hacerles reflexionar a fin de proponer una política encaminada a la solución o mejora de las necesidades de los ciudadanos; lucha contra el paro, mejora negociada de educación, sanidad, pobreza, asistencia social, becas, investigación, ciencia y tecnología, viviendas sociales, derogación de las leyes hipotecaria, etc. vuelven a hablar de cosas que no preocupan en primer plano a la mayoría, como la responsabilidad, estabilidad, que se rompe España, el llamado separatismo, el terrorismo, etc. Otra vez el miedo y la manipulación para continuar haciendo una política para sus intereses y los de sus amigos a los que se les ha perdonado con amnistías los pagos pendientes de impuestos a Hacienda.

Eso ha hecho que el proverbio navideño se mezcle con la justicia poética en el callejón sin salida donde Rivera lucha por su dudosa supervivencia, exigiendo a Sánchez que se suicide por el bien de sus enemigos. La traición de los propios ideales vuelve a llamarse responsabilidad y sentido del Estado, los mismos nombres que adoptaron nuestros gobernantes cuando sacrificaron los derechos de los españoles a los intereses de los bancos, constructoras y especuladores financieros, mientras se llenaban los bolsillos de sobres con el dinero de lo recaudado a todos los que pagamos impuestos, en vez de invertirlos en mejorar la vida de los ciudadanos.

Ojalá sean ustedes muy felices en 2016 y tengamos paz, acabando con las guerras criminales respaldadas por mentiras que persiguen vender armas y apoderarse de las materias primas e intereses geoestrategicos, sin importarle las muertes de millones de personas inocentes a lo que cínicamente llaman "daños colaterales". Y obligan a la huida de esos infiernos de hambre, fuego y muerte, para después cerrarles las fronteras a ciudadanos que solo buscan vivir en paz y no habrían querido jamás salir de sus casas y países, si en ellos la vida no se les hubiese hecho imposible. Después de tanto sufrimiento, nos merecemos un poco de diversión y alegría y que tantos jóvenes bien preparados encuentren el trabajo que se merecen en España (en los últimos años, por poner uno de otros muchos ejemplos, 13.000 médicos han emigrado al extranjero) por el que seguiremos luchando ya que esta política obscena y manipuladora no procura.
Escrito intertextual inspirado en otro de  28 DIC 2015.

http://elpais.com/elpais/2015/12/24/opinion/1450960735_330200.html

lunes, 14 de diciembre de 2015

El precio del coraje. Nunca quiso abandonar su país. Le ha expulsado la sombra de sus asesinos. Ese ha sido el precio de su decencia

ALMUDENA GRANDES
La memoria no tiene que ver con el pasado. La memoria es una pieza fundamental para construir el presente de una sociedad, una exigencia imprescindible para afrontar el futuro.

El 16 de noviembre de 1989 un grupo de soldados armados entraron por la noche y a la fuerza en la casa de la comunidad jesuita de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de San Salvador. Eran miembros del denominado Batallón Atlácatl, un grupo de asalto de élite fundado en 1980 en la Escuela Militar de las Américas, creada por iniciativa del ejército de los Estados Unidos de América con sede en Panamá. El Batallón Atlácatl, bautizado así en honor de un legendario guerrero cusclateco cuya existencia nunca se ha podido demostrar, se alzó con una sangrienta y merecida reputación criminal a lo largo de la guerra civil que azotó El Salvador en los años ochenta. Su mayor hazaña militar, su victoria más famosa, consistió en asesinar a sangre fría a seis jesuitas, cinco españoles y un salvadoreño, profesores de la Universidad, y a dos mujeres, la que limpiaba y guisaba para ellos y su hija de 16 años, que decidieron quedarse aquella noche a dormir allí porque les dio miedo volver a su casa mientras los combates entre el ejército y la guerrilla se libraban ya en el centro de la ciudad.

Los jesuitas de la UCA, referentes de la Teología de la Liberación en Centroamérica, estaban formalmente amenazados de muerte desde el 12 de marzo de 1977. El rector de la Universidad, Ignacio Ellacuría, prestigioso teólogo, intelectual respetado en dos continentes, vizcaíno de nacimiento pero naturalizado salvadoreño, estaba en España en esas fechas. Podría haberse quedado aquí, pero volvió a El Salvador en 1988 para seguir trabajando por la paz, mediando entre la guerrilla y el presidente Alfredo Cristiani, amigo personal suyo, como había sido amigo suyo Óscar Romero, arzobispo metropolitano de San Salvador, que luchó por los derechos humanos hasta que le asesinaron de un balazo mientras celebraba una misa, en 1980.

Todo esto es historia. Los soldados llegaron, Ellacuría salió a su encuentro, les pidió que sólo le mataran a él, y le mataron, y luego mataron a sus compañeros, uno, dos, tres, cuatro, cinco hombres más, y mataron a una mujer, y mataron a su hija, casi una niña. Los asesinos sembraron el escenario del crimen de pruebas falsas, destinadas a incriminar a la guerrilla, antes de escapar. Casi todos fueron muriendo después, también ellos uno a uno, para que no pudiesen arrepentirse, contarle a nadie lo que habían hecho. Todo esto es historia, y que como ya no existían los autores materiales, nunca llegó a celebrarse un juicio en El Salvador.

Pero la memoria no tiene que ver con el pasado, sino con el presente. En los últimos años, mi amigo Jorge Galán ha escrito una novela sobre la matanza de los jesuitas, sobre la maldición de la violencia que sigue destrozando El Salvador, sobre la impunidad de los autores intelectuales de aquella matanza, los mandos militares que dieron la orden y han seguido viviendo sus plácidas vidas de privilegiados sin pagar jamás por lo que hicieron. Noviembre se publicó hace sólo unas semanas. Es un libro tan valiente como sus personajes, porque su autor lo es, porque siente que no podía honrar la memoria de Ignacio Ellacuría, de Joaquín López y López, de Armando López, de Ignacio Martín-Baró, de Segundo Montes, de Juan Ramón Moreno, sino desde la verdad, desde el coraje que a ellos, y a Elba Ramos, y a su hija Celina, les costó la vida.

Noviembre se publicó hace sólo unas semanas. Inmediatamente después, Jorge Galán se ha convertido en un personaje de su novela. Más de 25 años después de aquel crimen, las redes sociales hierven en amenazas de muerte escritas con las mismas palabras, los mismos adjetivos que Ellacuría y sus compañeros merecieron entonces. Hace sólo unos días, cuando salía de su casa, un coche se paró a su lado y el conductor le llamó por su nombre, le dijo que sabía dónde vivía, adónde iba, se abrió la americana, le enseñó una pistola.

Ahora, Jorge está en Madrid. Ha venido para pedir asilo político y no sabe cuánto tiempo pasará hasta que pueda volver a su país, ese pequeño paisito que él nunca quiso abandonar, por muchas oportunidades que tuviera para hacerlo, y del que ahora le ha expulsado la sombra de unos asesinos. Ese ha sido el precio de su coraje, de su decencia.

Pero la memoria es la clave del presente.

No hay futuro sin memoria, y él lo sabe.

http://elpais.com/elpais/2015/12/07/eps/1449516106_474460.html

sábado, 11 de abril de 2015

Alemania, en dos tiempos. Los ojos de su nieta le explicaron todo lo que estaba viendo en los suyos, Alemania, años sesenta, el frío, la primera explotación…

Se empeñó en ir a buscarla al aeropuerto.

Su hijo y su nuera no sólo no lo entendieron, sino que hasta se enfadaron un poco con él. Se dio cuenta de que interpretaban su insistencia como una muestra de senilidad, pero se mantuvo firme. Ya sabía él que desde el pueblo hasta Barajas había más de cien kilómetros, que el coche era pequeño, que en el maletero no había suficiente espacio para el equipaje de su nieta, que tendría que hacer el viaje de vuelta con un bulto sobre las rodillas, pero no cedió. Él tenía sus motivos, y ni su hijo ni su nuera podrían entenderlos. Su nieta sí, y por eso era imprescindible que le encontrara en el vestíbulo del aeropuerto.

Al principio, cuando llamaba sólo una vez a la semana para contar problemas, él estaba tranquilo. Su hijo tampoco lo entendía. Hemos estado hablando con la niña por Skype, le contaba, como si él supiera lo que le estaba diciendo, y la hemos encontrado animada, ¿sabes?, aunque dice que todo es muy difícil, que las cosas no son como las pintan aquí, que ha encontrado una habitación que no le gusta mucho, porque las que le gustan son muy caras, en fin… Él no sabía lo que era Skype, pero sabía lo que le pasaba a la niña y todavía no estaba preocupado.

La niña se llamaba Laura, tenía 24 años, y había empezado un máster en Biología Molecular que no había podido terminar porque su madre ganaba exactamente la mitad desde que el ERE de su empresa la pasó por encima, obligándole a aceptar un contrato a tiempo parcial, y el sueldo de su padre no daba para tanto. Él se ofreció entonces a pagar la matrícula, pero su nieta no quiso aceptarlo. Yo te lo agradezco en el alma, le dijo, pero, tal y como están las cosas, es mucha responsabilidad… Después, con una madurez que enterneció al anciano, enumeró sus razones.

Tenía dos hermanos más, y el pequeño aún no había terminado el Bachiller, la empresa de su madre no iba bien, el negocio de su padre pasaba por demasiados baches. No es justo que te lo gastes en mí, concluyó. Es mejor que lo guardes y que esperemos a ver qué pasa. Yo, de momento, he decidido irme a Alemania. Tengo un par de compañeros que han encontrado trabajo allí. Intentaré ahorrar todo lo que pueda, y… No me mires así, abuelo.

Él no era consciente de estar mirándola de una manera especial, pero se equivocaba. Los ojos de su nieta le explicaron todo lo que estaba viendo en los suyos, Alemania, años sesenta, un viaje en tren que no terminaba nunca, el frío, el desconcierto, la incapacidad para comunicarse en un idioma infernal, la primera decepción, la primera explotación, una adaptación trabajosa, un progreso incierto, y luego, de golpe, una vida distinta, otro idioma, otro clima, otras costumbres, otra manera de trabajar y, al fin, mucho más dinero. Él había emigrado y le había ido bien, pero después de nueve años, cuando consiguió ahorrar lo que se había propuesto, decidió volver. Tenía compañeros que se habían quedado, pero él había vuelto y nunca se había arrepentido.

Su nieta no quiso que le diera nombres, ni direcciones, pero él se empeñó en meterle una nota en el bolsillo cuando fue al aeropuerto a despedirla. Desde entonces no había pasado ni un año y su nieta había ido mucho más deprisa que él, quizá porque en los años sesenta del siglo XX había trabajo de sobra para quien lo quisiera, y ahora no lo había.

La niña ha vuelto a llamar, empezó a contarle su hijo demasiado pronto, y eso que llamó anteayer, pero está muy contenta. Ha encontrado dos trabajos, uno por la mañana y otro por la tarde, y no le pagan mucho, pero la he encontrado más ilusionada, no sé, con más esperanza… Malo, pensó él, aunque no quiso decirlo en voz alta. Malo que llame tan seguido, malo que dé tan buenas noticias, malo… Por eso, la tercera etapa no le cogió por sorpresa. Cuando su nieta volvió a llamar poco, menos que al principio, para contar que echaba mucho de menos a la familia, que los días eran muy oscuros, que estaba muy triste aunque le iba muy bien, por fin habló con su hijo.

Si te dice que está pensando en volver, dile que vuelva, que nosotros también la echamos mucho de menos. Pero ¿qué dices?, protestó él. ¿Ahora va a volver? ¿Ahora que tiene dos trabajos, que está contenta, que ha hecho amigos? Ni hablar, yo no le digo eso. Que sí, hazme caso, replicó su padre. Lo demás, que no tenía dos trabajos, que no estaba contenta, que no había hecho amigos, se lo guardó para sí mismo.

Por eso, cuando Laura llamó por última vez para anunciar que ya se había sacado el billete, se empeñó en ir a buscarla al aeropuerto.

Por eso, cuando salió por la puerta y le vio, se lanzó a sus brazos antes de abrazar a su padre, antes de besar a su madre.
Fuente: El País.
www.almudenagrandes.com

martes, 6 de mayo de 2014

Una sugerencia

En plena crisis de todos los sistemas, con recortes salvajes en los servicios públicos, empleos de ínfima calidad y jóvenes sin futuro, los sindicatos han vuelto a celebrar el 1 de mayo

A menudo solo apreciamos las cosas cuando las perdemos. En plena crisis de todos los sistemas, con recortes salvajes en los servicios públicos, empleos de ínfima calidad y jóvenes sin futuro, los sindicatos han vuelto a celebrar el 1 de Mayo. Haciendo frente a una campaña de desprestigio a la que no se le ve el fin, asumiendo los errores que les han costado el favor de muchos ciudadanos y la parte que les toca de la desafección general hacia las instituciones, han vuelto a sacar sus banderas a la calle.

Su tenacidad es admirable, pero las viejas fórmulas que se repiten año tras año parecen cada vez más ineficaces, quizás porque nos hallamos en una situación que nunca hemos vivido antes. Las manifestaciones de fuerza, las huelgas, los boicots, surgieron como armas poderosas contra los abusos del capitalismo tradicional, basado en la propiedad de los medios de producción, pero ahora la economía productiva no es la más importante. Han sido los abusos de la economía especulativa los que nos han arruinado, y si los sindicatos no desarrollan instrumentos eficaces para moderar sus excesos, llegará un 1 de Mayo sin banderas en la calle.

No me gustaría verlo, ni asistir al momento en que la gente que ahora los denigra, empiece a echarlos de menos. Por eso, voy a atreverme a hacer una sugerencia. ¿Por qué no cambiar el sentido de la lucha y proponer otra clase de huelgas? En una sociedad como la nuestra, las de consumo, por ejemplo, podrían resultar más impactantes que las tradicionales. Para provocar un colapso reivindicativo en todo el país, ¿no sería más eficaz designar un día de la semana para no echar gasolina o no pagar con tarjetas de crédito? Nadie podría sostener una campaña como esta mejor que los sindicatos. Y a lo mejor me equivoco, pero a lo peor, la inmovilidad desembocará en una parálisis permanente. Ojalá que no.
Fuente:  5 MAY 2014 - El País.

lunes, 20 de enero de 2014

El amor. Ese será el verdadero final de la crisis que vivimos, la derrota del monstruoso pulpo que nos ahoga

Es triste reconocerlo, pero la infidelidad de Hollande me ha inspirado, más que asombro o indignación, una profunda envidia. Si no fuera española, me lo habría tomado de otra manera. La depresión de Trierweiler, el sex-appeal de Gayet, el vodevil del apartamento reservado para los desahogos de los presidentes de la República, las intervenciones cruzadas en una célebre rueda de prensa, son suficientes para provocar una intensa discusión sobre lo público y lo privado, pero, por desgracia, yo no me la puedo permitir.

El bulevar de Gamonal, las declaraciones del secretario de Estado de Seguridad, el vocabulario de Ana Botella, la imputación de Cristina de Borbón, la carta del fiscal Horrach, la crisis del PSC, el encuentro de Mas con un dirigente de la Liga Norte, el baile de los indultos, las estrategias de los condenados por corrupción para eludir el ingreso en prisión, la trayectoria de Blesa, la actuación de los antidisturbios contra los bomberos de Madrid... Y todo esto sin tirar de hemeroteca, en los 20 días escasos que llevamos de 2014 y saltándome la ley del aborto de Gallardón para no repetirme en exceso.

¿Quién puede opinar sobre el amor cuando le ha tocado vivir en una época, en un país como este? Sería interesante, sería refrescante, novedoso, hasta agradable, pero no cabe en una España tan negra como si Goya la hubiera pintado en la cima de su desesperación. Se me ocurre que ese será el verdadero final de la crisis que vivimos, la derrota del monstruoso pulpo que nos ahoga con todos y cada uno de sus incontables tentáculos. Algún día podremos volver a hablar del amor, del adulterio, de las mujeres abandonadas, de las amantes resplandecientes. Algún día, podremos volver a ser frívolos e, incluso, a hacer chistes de gusto dudoso. La medida de nuestra pobreza es que hayamos podido llegar a echarlos de menos.
Fuente: Almudena Grandes, El País. Dibujo Fuente: http://urbansketchers-portugal-norte.blogspot.com.es/