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domingo, 10 de diciembre de 2023

_- Pedro Sánchez

_- Por Juan Torres López | 07/12/2023 | España
Fuentes: Ganas de escribir

Es fácil comprobar que no soy un adulador del presidente del Gobierno español. Basta con poner su nombre y apellido en el buscador de mi página web para encontrar varios artículos en los que he criticado alguna de sus decisiones o políticas. Los últimos, sobre sus acuerdos con los independentistas catalanes.

Pero, siendo así, no formo parte de la turba que le achaca a Pedro Sánchez todo tipo de maldades y defectos, olvidando lo que ha ocurrido y quién nos ha gobernado y cómo en la reciente historia de España.

Es normal que la derecha española no pueda soportarlo. No hay en nuestro país otro político con su determinación, coraje y arrojo. Y creo que sería muy difícil encontrar, no en España sino en todo el planeta, otro líder que haya triunfado en tantas batallas inicialmente consideradas perdidas por todo el mundo, como las que ha ganado Sánchez frente al poder económico, los medios de comunicación y los aparatos de partido. Como dice un buen amigo mío, es el único dirigente español que parece haber leído con provecho a Maquiavelo y todo esto le sitúa a una distancia astronómica de los políticos y periodistas que lo maldicen y critican. Normal que lo odien.

A mí particularmente no me gusta cómo funciona el PSOE bajo su liderazgo. Me parece en exceso cesarista y alejado de la sociedad civil. Y no se puede negar que Pedro Sánchez ha hecho en ocasiones justamente lo contrario de lo que anteriormente había prometido a sus electores (lo cual, por cierto, no es exactamente lo mismo que mentir). Pero, ¿acaso esos son defectos exclusivos de Pedro Sánchez?

Los partidos tan poco democráticos, sin apenas ideología ni proyectos de futuro y sometidos a la decisión de uno o muy pocos líderes son, desgraciadamente, lo común en nuestras democracias heridas. Y el incumplimiento de las promesas o la distancia entre lo dicho y lo hecho, el olvido de los principios y los giros radicales no son, ni mucho menos, algo que sólo se pueda achacar a Pedro Sánchez.

¿No cambió Adolfo Suárez desde que fuera baluarte de una dictadura hasta comprometerse con la democracia? ¿Acaso fue fiel Felipe González a sus iniciales reclamos políticos, a su promesa de no entrar en la OTAN, por ejemplo? ¿Respetó sus valores Aznar, que inició su vida política ciscándose en la Constitución? ¿No hizo algo peor que incumplir sus promesas cuando en diversas ocasiones mintió descaradamente a los españoles en asuntos tan graves como el terrorismo o la guerra? ¿Cumplió siempre con lo dicho Rajoy, quien aseguró que sus políticas contra la crisis no le costarían un euro a los españoles?

No es verdad, sencillamente, que Pedro Sánchez haya incumplido más promesas que otros ex presidentes y, desde luego, no ha mentido (en el sentido literal del término) como lo hizo Aznar, para comprometer a España con una guerra ilegal, tratando de ganar una elecciones achacando a ETA la matanza del 11M, o como mintieron algunos de sus ministros, como Trillo, para ocultar la muerte vergonzosa de militares españoles.

Por el contrario de todo eso, y además de lo que dije al inicio del artículo, creo que Pedro Sánchez ha tomado decisiones de las que modestamente creo que es de justicia decir que debemos sentirnos orgullosos todos los españoles. La más reciente, ir a Israel y decir allí lo que ha dicho.

En presencia de diferentes autoridades israelíes ha denunciado que la respuesta ante los actos terroristas de Hamás no debe implicar la muerte de civiles en Gaza, que la ayuda humanitaria debe entrar allí inmediatamente y que el número de palestinos muertos es realmente insoportable. Y, delante del primer ministro Benjamin Netanyahu, ha pedido el alto el fuego y el reconocimiento urgente de un Estado Palestino.

La derecha española y alguna parte de la izquierda han criticado esas declaraciones de Pedro Sánchez y el ministerio de Exteriores de Israel no sólo las ha condenado sino que afirma, mentirosamente, que esas palabras de nuestro presidente suponen un apoyo al terrorismo de Hamás.

Es seguro que se puede hacer más de lo hecho por Sánchez y que son necesarias muchas más acciones para conseguir la paz (dada la crueldad inhumana de los actores en disputa), pero creo que lo realizado por nuestro presidente es mucho y valiente y quiero agradecérselo, aunque sea tan modestamente como puedo hacerlo con este texto que ni siquiera leerá. Fuente:

jueves, 23 de marzo de 2023

MAUTHAUSEN. Horror, solidaridad y coraje: la memoria compartida de los republicanos y judíos en Mauthausen.

El Gobierno presenta la exposición sobre los presos del campo nazi como una vacuna democrática contra los discursos de odio.

Al llegar les quitaban el apellido, la ropa, el pelo de todo el cuerpo. A partir de ese momento, en Mauthausen eran un número y una macabra cuenta atrás hasta la muerte. De las 190.000 personas que pasaron por el campo de concentración nazi y sus anexos, al menos 90.000 murieron. Alrededor de 7.500 —no todos fueron inscritos— de sus presos eran republicanos españoles y de ellos, casi 4.500 no lograron salir de él con vida. Hasta la liberación, en mayo de 1945, por el ejército de EE UU convivieron con miles de judíos en una dramática lucha por la supervivencia, es decir, contra el frío, el hambre, los golpes, los experimentos médicos, las durísimas jornadas de más de 12 horas de trabajo en la cantera. Una exposición en Centro Sefarad-Israel de Madrid recuerda ahora esas memorias compartidas de horror, solidaridad y coraje. La muestra, que podrá verse hasta el 17 de junio, fue inaugurada este miércoles por los ministros de la Presidencia, Félix Bolaños, y Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, quienes insistieron en la necesidad de traer los episodios más negros de la historia al presente como vacuna para la intolerancia y los discursos de odio. “Ninguna etapa histórica está exenta de sufrir retrocesos democráticos. Esta exposición nos conmueve y nos recuerda lo que pasó en Europa no hace tanto y lo que puede pasar en Europa si algunos sátrapas como Putin consiguen los objetivos que persiguen”, señaló Bolaños.

De Mauthausen salieron de la mano, convertidos en padre e hijo, un burgalés llamado Saturnino Navazo y un niño llamado Siegfried Meir que había nacido en Fráncfort. El pequeño había llegado al campo con 10 años desde otra sucursal del infierno, Auschwitz, donde habían matado a sus padres, ambos judíos. Navazo, que antes de combatir en el bando republicano en la Guerra Civil había sido futbolista, cuidó de él desde su posición de cierto privilegio; los guardas nazis se aburrían y permitieron organizar una liguilla de fútbol en el campo. Para que los jugadores como Navazo aguantaran más durante los partidos, los apartaron de la cantera y los enviaron a la cocina, lo que les permitía alimentarse y alimentar a otros mejor. La muestra recoge la entrañable historia de afecto entre el republicano y el huérfano, quien en 2015, cinco años antes de morir, explicaba a EL PAÍS: “A él el fútbol le salvó la vida y a mí Navazo me la dio. Si no se hubiera quedado conmigo, habría acabado en la cárcel”.

Fue también en Mauthausen donde se reencontraron, en 1945, tras cinco años de lucha por la supervivencia, Alfonsina Bueno y su marido, Josep Ester. Ella fue trasladada al campo procedente de Ravensbruk con seis mujeres nacidas en España y otra más, la polaca Esther Zilberberg, que se consideraba española porque había resultado herida en Vitoria, combatiendo en las brigadas internacionales junto al bando republicano en la Guerra Civil. Otros presos españoles vigilaron la puerta de los baños para que nadie molestara a Alfonsina y Josep cuando pudieron celebrar que seguían vivos. Ella había sido sometida a un experimento médico por los nazis. Tenía 30 años cuando logró salir vida del infierno, con secuelas de por vida que no impidieron que ambos continuaran su militancia contra el fascismo. La exposición recuerda cómo el matrimonio trabajó para conseguir que el gobierno alemán indemnizara a los deportados y a las viudas de los fallecidos. También Esther Zilberberg se implicó en la asistencia a refugiados tras abandonar el campo y retomar sus estudios de Medicina. Muchos brigadistas internacionales como ella se habían reencontrado en Mauthausen con sus compañeros de trinchera republicana, como Artur London, que en 1949, cuatro después de la liberación del campo, fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores de Checoslovaquia y en 1952, condenado a cadena perpetua por Stalin. Su esposa, Elisabet Ricol, hija de españoles, también había estado presa en los campos de Ravensbrück y Buchenwald. El periodista alemán Erich Kuttner, quien en 1936 se había desplazado a España para cubrir la Guerra Civil, no logró salir con vida de Mauthausen porque lo asesinaron cuando intentaba fugarse en 1942, tres años antes de la liberación.

La mayoría de supervivientes de Mauthausen permaneció en Francia tras recuperar la libertad y veía esporádicamente a sus familiares en encuentros furtivos en la frontera. Algunos decidieron contar a quien quiso oírlo lo que habían visto y vivido, como habían prometido en el campo. Otros prefirieron ahorrar a sus seres queridos los detalles de un horror inimaginable antes del Holocausto.

Un estudio reveló recientemente las lagunas de los jóvenes españoles sobre la Guerra Civil y la dictadura franquista. “La Guerra Civil fue porque el pueblo se rebeló contra Franco”, llegaban a decir algunos. Los encuestados, sin embargo, conocían la segunda guerra mundial y el holocausto mejor que su propia historia, pese a que ambas confluían en lugares como Mauthausen. El historiador Josep Calvet, comisario de la exposición, explica que “hasta hace muy poco” esos contenidos no tenían presencia en las escuelas, pero cree que “todo eso se está revirtiendo por el interés de profesores concienciados con ese déficit”. “Todavía no estamos al nivel al que están los estudiantes de Alemania, que tienen muy interiorizado y muy presente el nazismo y sus consecuencias, pero creo que iniciativas como esta son importantísimas para que eso cambie y para que deje de verse como un asunto partidista”. El Centro Sefarad-Israel organizará visitas guiadas a la exposición para colegios e institutos.

Algunas de las imágenes recogidas en la muestra fueron utilizadas como pruebas en los juicios contra los criminales nazis. Hoy, la ONU recoge también testimonios, imágenes y evidencias en Ucrania de crímenes de guerra cometidos por Putin.

domingo, 28 de octubre de 2018

El coraje de Paul Tillich. Reeditado un libro clave del teólogo protestante alemán Paul Tillich que apuesta ética y ontológica por el valor del ser humano.

En su primera edición inglesa en 1952 y traducido a nuestra lengua en 1968, más o menos cuando yo lo leí por primera vez, acaba de ser reeditado, con prólogo de Diego Sánchez Meca, El coraje de ser (Avarigani), del teólogo protestante alemán Paul Tillich (Starzeddel, 1886-Chicago, 1965). Es raro, y más hoy, que un libro de filosofía sobreviva más de medio siglo y, sobre todo, como es el caso, si está escrito con claridad, pero en la antípoda de ese género de la menesterosa autoayuda, que lo banaliza todo.

Escrito poco después de terminada la Segunda Guerra Mundial, cuyos horrores deprimieron cualquier atisbo de esperanza, el núcleo de la reflexión de Tillich es una apuesta ética y ontológica sobre el valor del ser humano como tal, o si se quiere, sobre su validez.

El término castellano “coraje” etimológicamente derivó, al parecer, del francés, pero ambos del latino cos-cordis, que significa “corazón”.
Coraje, sin embargo, tiene un matiz particular que, según y cómo, en nuestra lengua puede también significar “fuerza física bruta” o un “carácter belicoso”, pero también, dándole una vuelta a la gramática, como lo hace Tillich, traducirse libremente como “ánimo”, en cuyo caso el “coraje de ser” sería cómo mantener vivo el ánimo ante el hecho de ser, vivir y responder éticamente a lo que se nos presenta en estos avatares, signados por las contingencias de nuestra naturaleza mortal.

Desde los antiguos griegos hasta el siglo XX, lo formidable de Tillich es la apretada síntesis que nos hace del tema, no solo desde el punto de vista filosófico y teológico, sino a través de las ciencias que despuntan en nuestra época, como la psicología, la sociología y la antropología. La verdad es que en ese cuadro sinóptico de Tillich parece caber todo, al margen de las creencias e ideologías muy variadas que se han profesado al respecto históricamente.

Hay una distinción que nos concierne quizás más a nosotros: la de emplazar ese coraje responsable en ser “parte” de la comunidad o ser “individual”, con las correspondientes amenazas de lo “gregario” o lo “cosificado”. En este sentido de la virtual alienación que puede prosperar en todo proyecto ideal, recuerdo el impacto que ya me produjo, en mi primera lectura de su obra, la definición de “neurosis”, como quien “trata de evitar el no-ser, la nada, evitando ser”.

Entonces y ahora me impresionó esta interpretación de Paul Tillich, no solo por su precisión clínica, sino porque subrepticiamente ese comportamiento irresponsable concierne —¡y de qué manera!— al individuo y la sociedad actuales. Tenemos demasiados ejemplos cerca para afrontar aquí su prolija sintomatología, pero la transferencia progresiva de nuestras facultades a las máquinas, o a la irresponsable evasión acerca de la naturaleza reversible de la vida, no solo nos puede hacer perder de vista que esta es un don, sino del papel que cada uno de nosotros debe desempeñar en su breve transcurso, pase lo que pase. Porque pasa siempre, en el fondo, lo mismo, pero nunca de la misma manera.

Aunque no comparta con Paul Tillich la fe religiosa, sí hay para mí algo emocionante en uno de los epígrafes finales de su ensayo, titulado El sino y el coraje de aceptar la aceptación. Es, según lo veo, la mejor definición de la virtud de la humildad (término que procede del latino humus, que significa tierra, o sea, que el humilde es quien aceptar volver a la tierra), porque sin este despojamiento final del ser humano, no habría coraje que valga.

Amor se llama el juego.

sábado, 27 de enero de 2018

_- Macron y el momento de Hegel. Carrère ha trazado un agudo retrato del primer presidente culto de Francia en mucho tiempo.

_- Cuenta Emmanuel Carrère que, en relación con la Unión Europea, Macron quiere situarse en la línea de los visionarios y no de los gestores, de los filósofos y no de los burócratas. En Atenas, este septiembre, en la colina de Pnyx, alcanzó este punto alto de su oratoria: “Miren el tiempo que vivimos: es el momento del que hablaba Hegel, el momento en que la noche cae y donde la lechuza de Minerva levanta el vuelo”.

Macron, primer presidente culto de Francia en mucho tiempo, habló al atardecer con la Acrópolis al fondo. Era esencial ir a Atenas, dijo, porque significaba regresar a las fuentes para hablar de la democracia. Habló en la misma colina de los oradores en la que, sesenta años antes, Malraux pronunciara un discurso memorable. Y estuvo a la altura de las circunstancias, aunque la cita de Hegel quizás sobrevaloró la cultura filosófica de sus oyentes, porque no explicó la metáfora: Minerva es la diosa de la sabiduría, la lechuza su atributo y esta lechuza, decía Hegel, espera la noche para sobrevolar el gran campo de batalla de la historia. Dicho de otro modo, la filosofía llega después de la acción y con cierto retraso. Sí explicó, en cambio, Macron que la lechuza trae la sabiduría, aunque siempre mira hacia atrás “porque es más fácil y tranquilizador mirar lo que tenemos, lo que conocemos, más que lo desconocido...”.

El agudo retrato que de él ha realizado Carrère en Una semana con Macron es una nueva demostración del talento del autor de Limonov, al servicio en esta ocasión de la búsqueda de las virtudes y contradicciones de un político brillante que por ahora parece distinto de los demás. Su retrato de Macron es la clase de documento periodístico-literario que tantas veces se echa a faltar en la prensa internacional. Carrère, por cierto, escribe sin los prejuicios tan corrientes entre nosotros a la hora de abordar a una personalidad de posible genio; prejuicios que aumentan si para colmo percibimos que no es exactamente uno de esos perdedores de poca monta que tanto nos agradan. No sé, pero es como si no pudiéramos acercarnos a analizar el brillo o la inteligencia y solo pudiéramos especializarnos en aquellas “pasiones tristes” que despertaban tanto desdén en Spinoza: la amargura, el resentimiento, el derrotismo: esas pasiones a las que alguien como Macron no parece, por el momento, proclive precisamente.

Para la Unión Europea, para ese “último bastión” como la llama Marías, podría resultar crucial, cuando tantos y tan diferentes monstruos la quieren borrar del mapa, que aún queden gentes con arrestos como Macron que piensen que en algún momento Minerva levantará el vuelo y sabrá recordarnos que, a pesar de que no paramos de retroceder hacia lo irracional, el fin último de la historia es un fin universal y conduce al desarrollo pleno del saber. No nos queda otra salida que reencontrar la constancia de la razón y buscar con fuerza un renacimiento de Europa. Ha llegado el momento del coraje y de la sensatez y de tomar decisiones que encaucen el gran camino de la Unión.

https://elpais.com/cultura/2018/01/08/actualidad/1515406833_442352.html

P.D.:
Europa, la UE, tiene un sistema monetario que ayuda a los grandes, y en concreto, a Alemania. La UE no coordina ni intenta unificar los impuestos, ni los salarios. La desigualdad es enorme entre unos países y otros. Y en vez de intentar acortar esas diferencias con políticas que ayuden, vemos todo lo contrario, a Grecia, se le está maltratando injusta e impunemente. De hecho la UE funciona como un gran mercado para los negocios de los poderosos. El R.U. ha votado separarse, mientras que ingresan países del Este con unas economías destrozadas, arrasadas, en quiebra, condiciones que facilitan adueñarse de ella a los mismos países poderosos que dominan la economía y la política de la UE. Los derechos sociales y laborales siguen disminuyendo, las desigualdades y la pobreza sigue aumentando. En ese contexto es donde crece la extrema derecha y gobierna ya en Polonia, Hungría, algunas antiguas regiones del Baltico y en Ucrania con ayuda de occidente.

En esas condiciones tan poco esperanzadoras, vemos caer la noche, sí, pero Minerva no aparece y la lechuza de la sabiduría no levanta el vuelo. Los que levantan el vuelo son aviones supersónicos porque parece que no podemos fiarnos de Rusia y en vez se construir puentes y diálogos para mejorar las relaciones de vecinos, aumentamos el gasto militar atribuyendo a otros su necesidad y no sólo eso sino que bombardeamos países como Irak, Siria, Libia, Afganistán, haciendo la guerra sin declararla, o sea ilegalmente, y destrozamos sus ciudades matando a sus habitantes impunemente bajo el increíble pretexto de imponer a sangre y fuego nuestra "democracia".

Que un presidente francés, antiguo miembro del gobierno socialista, sea culto (*) no sirve de nada de cara a los grandes problemas pendientes. Esa sabiduría es una forma más de camuflar sus verdaderos objetivos y disfrazar su política antipopular. Al contrario, por lo que anuncia, viene a implantar en Francia más neoliberalismo, es decir a desmontar la normativa de protección social y laboral construida desde la II G M a base de luchas de los trabajadores, su objetivo es imponer la "TINA", (There Is No Alternative) el "no hay alternativas" de la Thatcher, a esta política neoliberal que enriquece a unos pocos escandalosamente y empobrece a la mayoría. Más privatizaciones, más precariedad, más desigualdad, más pobreza, más paro, menos salida para los jóvenes, menos democracia, más intento de desmovilización social, acabar con las jubilaciones públicas, etc. En esa tesitura, como no va a aumentar "la amargura y el derrotismo", aunque se tergiverse una cita del gran filósofo Spinoza quien padeció la persecución y expulsión de su ciudad, por defender el conocimiento contra el oscurantismo, el saber contra la ignorancia, la justicia contra la iniquidad. Si aumenta la pobreza y la desigualdad, si se enriquece un 1% y se empobrece la mayoría, ¿qué nos queda? Un juego diabólico dominado por el miedo, entre votáis a la extrema derecha o me votáis a mi, que represento y hago también política para los grandes grupos financieros e industriales. Con este panorama, apelar a la cultura destacada del citado presidente no sirve de mucho. Cuando se den cuenta de la realidad de su política, es posible que sea demasiado tarde,... Y a esa Europa ideal de las libertades y los derechos humanos políticos y sociales, no la defenderá ya nadie, pues nadie creerá en ella.
(*) Entendiendo por culto que conoce la mitología griega y la filosofía.

lunes, 14 de diciembre de 2015

El precio del coraje. Nunca quiso abandonar su país. Le ha expulsado la sombra de sus asesinos. Ese ha sido el precio de su decencia

ALMUDENA GRANDES
La memoria no tiene que ver con el pasado. La memoria es una pieza fundamental para construir el presente de una sociedad, una exigencia imprescindible para afrontar el futuro.

El 16 de noviembre de 1989 un grupo de soldados armados entraron por la noche y a la fuerza en la casa de la comunidad jesuita de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de San Salvador. Eran miembros del denominado Batallón Atlácatl, un grupo de asalto de élite fundado en 1980 en la Escuela Militar de las Américas, creada por iniciativa del ejército de los Estados Unidos de América con sede en Panamá. El Batallón Atlácatl, bautizado así en honor de un legendario guerrero cusclateco cuya existencia nunca se ha podido demostrar, se alzó con una sangrienta y merecida reputación criminal a lo largo de la guerra civil que azotó El Salvador en los años ochenta. Su mayor hazaña militar, su victoria más famosa, consistió en asesinar a sangre fría a seis jesuitas, cinco españoles y un salvadoreño, profesores de la Universidad, y a dos mujeres, la que limpiaba y guisaba para ellos y su hija de 16 años, que decidieron quedarse aquella noche a dormir allí porque les dio miedo volver a su casa mientras los combates entre el ejército y la guerrilla se libraban ya en el centro de la ciudad.

Los jesuitas de la UCA, referentes de la Teología de la Liberación en Centroamérica, estaban formalmente amenazados de muerte desde el 12 de marzo de 1977. El rector de la Universidad, Ignacio Ellacuría, prestigioso teólogo, intelectual respetado en dos continentes, vizcaíno de nacimiento pero naturalizado salvadoreño, estaba en España en esas fechas. Podría haberse quedado aquí, pero volvió a El Salvador en 1988 para seguir trabajando por la paz, mediando entre la guerrilla y el presidente Alfredo Cristiani, amigo personal suyo, como había sido amigo suyo Óscar Romero, arzobispo metropolitano de San Salvador, que luchó por los derechos humanos hasta que le asesinaron de un balazo mientras celebraba una misa, en 1980.

Todo esto es historia. Los soldados llegaron, Ellacuría salió a su encuentro, les pidió que sólo le mataran a él, y le mataron, y luego mataron a sus compañeros, uno, dos, tres, cuatro, cinco hombres más, y mataron a una mujer, y mataron a su hija, casi una niña. Los asesinos sembraron el escenario del crimen de pruebas falsas, destinadas a incriminar a la guerrilla, antes de escapar. Casi todos fueron muriendo después, también ellos uno a uno, para que no pudiesen arrepentirse, contarle a nadie lo que habían hecho. Todo esto es historia, y que como ya no existían los autores materiales, nunca llegó a celebrarse un juicio en El Salvador.

Pero la memoria no tiene que ver con el pasado, sino con el presente. En los últimos años, mi amigo Jorge Galán ha escrito una novela sobre la matanza de los jesuitas, sobre la maldición de la violencia que sigue destrozando El Salvador, sobre la impunidad de los autores intelectuales de aquella matanza, los mandos militares que dieron la orden y han seguido viviendo sus plácidas vidas de privilegiados sin pagar jamás por lo que hicieron. Noviembre se publicó hace sólo unas semanas. Es un libro tan valiente como sus personajes, porque su autor lo es, porque siente que no podía honrar la memoria de Ignacio Ellacuría, de Joaquín López y López, de Armando López, de Ignacio Martín-Baró, de Segundo Montes, de Juan Ramón Moreno, sino desde la verdad, desde el coraje que a ellos, y a Elba Ramos, y a su hija Celina, les costó la vida.

Noviembre se publicó hace sólo unas semanas. Inmediatamente después, Jorge Galán se ha convertido en un personaje de su novela. Más de 25 años después de aquel crimen, las redes sociales hierven en amenazas de muerte escritas con las mismas palabras, los mismos adjetivos que Ellacuría y sus compañeros merecieron entonces. Hace sólo unos días, cuando salía de su casa, un coche se paró a su lado y el conductor le llamó por su nombre, le dijo que sabía dónde vivía, adónde iba, se abrió la americana, le enseñó una pistola.

Ahora, Jorge está en Madrid. Ha venido para pedir asilo político y no sabe cuánto tiempo pasará hasta que pueda volver a su país, ese pequeño paisito que él nunca quiso abandonar, por muchas oportunidades que tuviera para hacerlo, y del que ahora le ha expulsado la sombra de unos asesinos. Ese ha sido el precio de su coraje, de su decencia.

Pero la memoria es la clave del presente.

No hay futuro sin memoria, y él lo sabe.

http://elpais.com/elpais/2015/12/07/eps/1449516106_474460.html

sábado, 11 de abril de 2015

Aprender

Aprender es una recompensa; no un castigo. Aprender es un placer; no una tarea. Aprender es un privilegio, no una negación.
(Glenn Doman)

Aprender es un premio; no un castigo. Aprender es un placer; no un sufrimiento. Aprender es una liberación; no una condena. Aprender es disfrutar; no padecer. Aprender es una diversión; no un trabajo. Y aunque a veces es necesario un esfuerzo para aprender ciertas cosas, este se hace como en un juego.
(?)

Rollo May, psicólogo estadounidense:
“En nuestra sociedad, lo opuesto al coraje no es la cobardía, sino la conformidad.”