Fuentes: Ganas de escribir
Es fácil comprobar que no soy un adulador del presidente del Gobierno español. Basta con poner su nombre y apellido en el buscador de mi página web para encontrar varios artículos en los que he criticado alguna de sus decisiones o políticas. Los últimos, sobre sus acuerdos con los independentistas catalanes.
Pero, siendo así, no formo parte de la turba que le achaca a Pedro Sánchez todo tipo de maldades y defectos, olvidando lo que ha ocurrido y quién nos ha gobernado y cómo en la reciente historia de España.
Es normal que la derecha española no pueda soportarlo. No hay en nuestro país otro político con su determinación, coraje y arrojo. Y creo que sería muy difícil encontrar, no en España sino en todo el planeta, otro líder que haya triunfado en tantas batallas inicialmente consideradas perdidas por todo el mundo, como las que ha ganado Sánchez frente al poder económico, los medios de comunicación y los aparatos de partido. Como dice un buen amigo mío, es el único dirigente español que parece haber leído con provecho a Maquiavelo y todo esto le sitúa a una distancia astronómica de los políticos y periodistas que lo maldicen y critican. Normal que lo odien.
A mí particularmente no me gusta cómo funciona el PSOE bajo su liderazgo. Me parece en exceso cesarista y alejado de la sociedad civil. Y no se puede negar que Pedro Sánchez ha hecho en ocasiones justamente lo contrario de lo que anteriormente había prometido a sus electores (lo cual, por cierto, no es exactamente lo mismo que mentir). Pero, ¿acaso esos son defectos exclusivos de Pedro Sánchez?
Los partidos tan poco democráticos, sin apenas ideología ni proyectos de futuro y sometidos a la decisión de uno o muy pocos líderes son, desgraciadamente, lo común en nuestras democracias heridas. Y el incumplimiento de las promesas o la distancia entre lo dicho y lo hecho, el olvido de los principios y los giros radicales no son, ni mucho menos, algo que sólo se pueda achacar a Pedro Sánchez.
¿No cambió Adolfo Suárez desde que fuera baluarte de una dictadura hasta comprometerse con la democracia? ¿Acaso fue fiel Felipe González a sus iniciales reclamos políticos, a su promesa de no entrar en la OTAN, por ejemplo? ¿Respetó sus valores Aznar, que inició su vida política ciscándose en la Constitución? ¿No hizo algo peor que incumplir sus promesas cuando en diversas ocasiones mintió descaradamente a los españoles en asuntos tan graves como el terrorismo o la guerra? ¿Cumplió siempre con lo dicho Rajoy, quien aseguró que sus políticas contra la crisis no le costarían un euro a los españoles?
No es verdad, sencillamente, que Pedro Sánchez haya incumplido más promesas que otros ex presidentes y, desde luego, no ha mentido (en el sentido literal del término) como lo hizo Aznar, para comprometer a España con una guerra ilegal, tratando de ganar una elecciones achacando a ETA la matanza del 11M, o como mintieron algunos de sus ministros, como Trillo, para ocultar la muerte vergonzosa de militares españoles.
Por el contrario de todo eso, y además de lo que dije al inicio del artículo, creo que Pedro Sánchez ha tomado decisiones de las que modestamente creo que es de justicia decir que debemos sentirnos orgullosos todos los españoles. La más reciente, ir a Israel y decir allí lo que ha dicho.
En presencia de diferentes autoridades israelíes ha denunciado que la respuesta ante los actos terroristas de Hamás no debe implicar la muerte de civiles en Gaza, que la ayuda humanitaria debe entrar allí inmediatamente y que el número de palestinos muertos es realmente insoportable. Y, delante del primer ministro Benjamin Netanyahu, ha pedido el alto el fuego y el reconocimiento urgente de un Estado Palestino.
La derecha española y alguna parte de la izquierda han criticado esas declaraciones de Pedro Sánchez y el ministerio de Exteriores de Israel no sólo las ha condenado sino que afirma, mentirosamente, que esas palabras de nuestro presidente suponen un apoyo al terrorismo de Hamás.
Es seguro que se puede hacer más de lo hecho por Sánchez y que son necesarias muchas más acciones para conseguir la paz (dada la crueldad inhumana de los actores en disputa), pero creo que lo realizado por nuestro presidente es mucho y valiente y quiero agradecérselo, aunque sea tan modestamente como puedo hacerlo con este texto que ni siquiera leerá. Fuente: