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domingo, 24 de noviembre de 2024

Orgullo de país.

Esta columna podría ser la opuesta, pero todas las buenas personas, desde los científicos que avisaron a los pobres diablos que rebuscan en el barro, merecen un aplauso.

La pandemia nos atravesó como una daga afilada y nos quitó demasiadas cosas, pero iluminó también un país capaz de movilizarse, con una clase sanitaria y de asistencia en residencias que sostuvo sobre sus hombros el peso de la desgracia y luchó hasta lo imposible. También nos mostró una sociedad unida, sobrecogida, sufriente, que cumplió y se solidarizó conmovida con coraje. De los saqueadores que se forraron mientras todos sufríamos ya hablamos, por desgracia, otros días.

De aquello pudimos salir con orgullo de país. Y hoy también podemos hacerlo.

Orgullo de los científicos, los meteorólogos, físicos y todas las gentes de ciencia que llevan años anunciando los fenómenos extremos que se avecinan con un Mediterráneo caliente que inyecta humedad a las nubes como quien arroja gasolina a un fuego. Ellos lo supieron y nos lo dijeron.

Orgullo de los soldados de la UME, bomberos, policías, agentes de la Guardia Civil. El Estado existe y también consiste en poder movilizar a personas que se tragan las lágrimas para seguir apartando barro, buceando, levantando coches y muros caídos hasta sacar a muertos que podrían ser sus padres. Orgullo de los trabajadores de la muerte, los que estos días reciben decenas de cadáveres a los que deben identificar masivamente sin que les tiemble el pulso. Niños, mujeres, bebés, ancianos.

Orgullo de los vecinos que albergaron a los afectados en la noche siniestra, les abrieron locales, cines, oficinas donde protegerse; que luego agarraron las palas y cubos para ayudar; y que hoy intentan llevar agua a quienes deambulan como en Gaza en busca de algo potable. España está llena de ellos.

Orgullo de los españoles que hoy lloran, estremecidos, con un dolor que desborda a todos y que nos recuerda quiénes somos —nada— cuando una simple lluvia nos quita la vida, la casa, la luz, el agua, la cobertura telefónica y todo lo que damos por supuesto.

Orgullo de los periodistas, los colegas que recorren pueblos para hablarnos de currantes que salvaron a hombros a algunos ancianos en una ruleta rusa que mató a otros; de jóvenes madres y preciosos bebés que ya no existen. Los que se aparcan su conmoción para seguir informando desde sus propios pueblos.

Incluso orgullo de los políticos, los que muestran unidad y capacidad de arrimar el hombro. De los miserables que intentan sacar provecho hablaremos otro día.

La columna es siempre una elección y esta que están leyendo podría ser la opuesta: enfocar el desbordamiento del Estado, los errores, la incapacidad de llegar a todos los cuerpos que aún yacen sin vida, la falta de ayuda en zonas aisladas o los saqueos. Pero muchas buenas personas, desde los meteorólogos que supieron a los pobres diablos que se manchan de barro, también merecen el aplauso, el orgullo de país. De los miserables, hablaremos otro día.

Berna González Harbour


martes, 17 de septiembre de 2024

Nehru, sobre la República española: “Estoy plenamente convencido de que la victoria ha de ser vuestra”

Juan Negrín, durante una visita al frente del Ebro en 1938. Archivo Fundación Juan Negrín.
Juan Negrín, durante una visita al frente del Ebro en 1938. Archivo Fundación Juan Negrín.

Una carta inédita de Nehru revela la fascinación del movimiento anticolonial de la India con el bando republicano español, al que ayudó con comida, dinero, propaganda y una misión médica para defender la democracia.

Esta es la historia de otro mundo y de otro tiempo condensada en una carta de dos párrafos; una misiva mecanografiada que ha salido a la luz tras seis décadas dormida. La firma de puño y letra Jawaharlal Nehru: el histórico líder que liberó a la India de las cadenas británicas, que articuló la resistencia anticolonial impulsada por Gandhi –a base de desobediencia civil– y que unió y dirigió el país desde 1947 hasta su muerte, en 1964. La carta va dirigida al hijo mayor de Juan Negrín y está fechada el 31 de marzo de 1963, más de seis años después del fallecimiento en su exilio parisino del último presidente de Gobierno de la Segunda República Española. Es la historia cruzada del político que resistió sin vencer (al fascismo) y del político que venció resistiendo (al colonialismo).

En esa carta, desconocida hasta ahora, Nehru recuerda algo sucedido un cuarto de siglo antes. Corría el verano de 1938 y la Guerra Civil española se adentraba en su fase más cruenta. Con los sanguinarios bombardeos italianos al Mercado de Alicante y a la ciudad de Granollers (unos 500 muertos en total). Con la agónica resistencia republicana de la Bolsa de Bielsa. Con las tropas franquistas avanzando hacia Valencia y acorralando al Gobierno. Entonces la India era una colonia sojuzgada por el imperio británico. Europa sufría la zarpa del fascismo. Y en el tablero español se estaba jugando el futuro del mundo libre. Y Nehru, que ansiaba la libertad, quiso estar allí. En la Barcelona republicana.

MÁS INFORMACIÓN Nehru y la guerra de España

“Mientras estaba en Barcelona –teclea Nehru en su carta– tuve la primera experiencia en presenciar el bombardeo nocturno de una ciudad”. En aquellos cinco días, con sus cinco noches de bombardeos oídos desde el Hotel Majestic, Nehru vio con indignación que la misma Gran Bretaña que no concedía la independencia al pueblo indio tampoco intervenía en España para defender la democracia. Italia y Alemania sí que apoyaban militarmente a Franco. Pero Gran Bretaña no defendía al Gobierno legítimo de la República. Y fue así como Nehru unió la causa del pueblo indio a la defensa de la República española: una alianza hoy desconocida que desprende el halo romántico de otro mundo, de otro tiempo.

La carta ha aparecido en el Archivo Negrín. El presidente de la Fundación Juan Negrín, José Medina Jiménez, asegura que nunca antes había sido publicada ni se ha mencionado en ningún libro. En su opinión, simboliza la alianza de “dos luchadores en defensa del mundo libre y democrático: Nehru luchando por la descolonización de la India, y Negrín luchando por la República, convencido de que los nazis y los fascistas, si ganaban la guerra, someterían a España y Europa”.
Carta de Nehru, firmada el 31 de marzo de 1963.
 

Carta de Nehru, firmada el 31 de marzo de 1963. FUNDACIÓN JUAN NEGRÍN

Lo cierto es que a Nehru, que llegaba a España para internacionalizar la lucha del Congreso Nacional Indio para la independencia, le conmovió aquella visita. Estuvo presente en los frentes de combate, departió con las Brigadas Internacionales, vio fábricas y talleres en Badalona y Barcelona y mantuvo encuentros políticos con Pasionaria, el president Companys, el general Enrique Líster o el alcalde de Barcelona Hilari Salvadó.

En otra carta enviada a Negrín cinco meses después de aquella estancia –cuando aún todo era posible– Nehru recordaba: “Nunca olvidaré las impresiones que adquirí durante mi visita a España. El valor y la determinación del pueblo español frente a todo género de privaciones es verdaderamente maravilloso e inspirador. Estoy plenamente convencido de que la victoria ha de ser vuestra (…) Será un día grande para la libertad y la democracia mundial aquel en que la República española salga triunfante de su prueba. Puedo asegurarle que el pueblo de la India sigue esta lucha con la mayor simpatía hacia el pueblo español”.

Sin embargo, aquel deseo no se cumplió. Resistir no fue vencer.

Carmen Negrín, nieta del último presidente de Gobierno de la República, detalla el origen de esta carta desconocida, datada en la residencia del primer ministro indio en Nueva Delhi y hoy conservada en el Archivo Negrín de Las Palmas de Gran Canaria. “La carta iba dirigida a mi tío Juan, hijo mayor de mi abuelo. Mi tío quería escribir un libro sobre su padre y pidió recuerdos a varias personas que habían conocido a mi abuelo. Uno de ellos fue Nehru. Aquel libro nunca se escribió, pero quedaron varias cartas interesantes como esta de Nehru”, cuenta. También enviaron cartas para ese volumen figuras relevantes como Vincent Auriol, primer presidente de la IV República francesa, el ministro galo Jules Moch, la intelectual feminista Isabel Oyarzábal o los corresponsales norteamericanos Jay Allen y Herbert Matthews, que contaron la guerra española para los grandes periódicos de Estados Unidos.

Todos recordaban a Negrín. Pero el testimonio de Nehru, rememora su nieta, es especial. “Mi abuelo lo apreciaba. Para él, el colonialismo era incompatible con la democracia, y en eso y en muchas otras cosas coincidía tanto con Nehru como con Gandhi, cuyo pacifismo admiraba”.
 
A la izquierda, Jawaharlal Nehru, primer ministro de India, en Londres en enero de 1950, con Lady Mountbatten. A la izquierda, Jawaharlal Nehru, primer ministro de India, en Londres en enero de 1950, con Lady Mountbatten. GETTY IMAGES

En la misma línea incide José María Ridao, escritor y actual embajador de España en la India. “Nehru rechazaba que la Guerra Civil fuera una lucha entre fascismo y comunismo. Según su análisis, era una agresión de dos potencias totalitarias, Alemania e Italia, contra un sistema democrático. Los comunistas ―recuerda Nehru en su autobiografía― eran una minoría en las Cortes republicanas, por lo que la lucha era, en realidad, entre el fascismo y la democracia española. Y esa guerra, convertida para Nehru en una ‘angustia personal’, contribuyó a afianzar su idea de que la lucha anticolonial debía considerarse parte de la lucha por la democracia, no por la revolución comunista”, explica Ridao.

Precisamente un artículo de José María Ridao en EL PAÍS (Nehru y la guerra de España) hizo aflorar esta carta inédita que reposaba en un archivo que ha sobrevivido a una guerra civil, a una guerra mundial y a varias mudanzas internacionales guardado en cajas de madera y en baúles polvorientos y que la familia Negrín custodió en el exilio durante décadas. La carta, en la que Nehru subraya que su visita a España y su encuentro con Negrín permanecen “como un tesoro en su memoria”, pone de relieve el papel de los líderes de la India anticolonial durante la Guerra Civil española.

Sobre esta materia, tan poco estudiada, ha investigado el profesor Michael P. Ortiz, historiador de la Universidad de Rhode Island. En un trabajo académico publicado en inglés bajo el título ¡España! ¿Por qué? Jawaharlal Nehru, la No-Intervención y la Guerra Civil española, el profesor Ortiz detalla que los anticolonialistas indios se comprometieron con la República española de formas distintas. Organizaron colectas de alimentos, publicaron propaganda antifranquista y visitaron la España devastada por la guerra. Entre todas estas acciones, recaudaron 50.000 rupias para enviar a la República española y hasta desplegaron una misión médica en Barcelona, encabezada por el doctor Madan Mohan Lal Atal, que incluía una ambulancia con el siguiente cartel: “Comité de Ayuda España-India: A los Valientes Demócratas Españoles, del Pueblo de la India”.

En aquellos días de bombas e ideales, Nehru quiso implicar al pueblo indio en la guerra española. Eso le valió algunas críticas hasta en su propio bando por quienes consideraban que se estaba alejando de la realidad de las calles indias. España, a 7.000 kilómetros de distancia, no era una prioridad para un pueblo dividido por credos, por renta, por clases, por castas.

No obstante, aquellas críticas no amilanaron a Nehru. El profesor Ortiz rescata unas líneas escritas por el líder indio en favor de la República española, en aquellos momentos de efervescencia ideológica, que decían así: “No somos indiferentes; no podemos ser indiferentes al coraje y al heroísmo en la causa de la libertad humana. No podemos olvidar que nuestros propios intereses están en juego, nuestra propia libertad por la que trabajamos está en juego. Somos gente pobre y hambrienta, pero aun en nuestra pobreza y miseria nos compadecemos de nuestros camaradas españoles y debemos prestarles la ayuda que podamos, por pequeña que sea”. Nehru prestó esa ayuda. Y siempre lamentó que Gran Bretaña no lo hiciera.

El último recuerdo del abuelo Juan
Han pasado 65 años, más de veinticuatro mil días sin el abuelo Juan. Pero Carmen Negrín, la nieta del último presidente de Gobierno republicano de España, mantiene vivo el recuerdo de aquel hombre con el que se crió lejos de España. En su memoria sigue “con una sonrisa tierna y una mirada clara, directa y alegre”. No quiso verlo muerto. Por eso, en su mente continúa vivo el recuerdo de los últimos momentos. “Sus últimas palabras, según me contaron su compañera durante treinta años, Feliciana López de don Pablo, y mi padre, Rómulo, fueron para mi hermano y para mí. Se preocupó por nuestro porvenir y pidió a Feli, como la llamábamos, que se encargara de nosotros y, en particular, de nuestra educación. Para él, la educación era lo más importante; el conocimiento era la base para cualquier cambio profundo y mejoría de la condición humana, incluyendo la igualdad entre hombres y mujeres. Antes, había pedido a mi padre que transmitiera al Estado español los famosos recibos del oro. Se respetó su voluntad. Y creo que esas dos voluntades últimas reflejan bien su personalidad: su interés por el más frágil (en este caso sus nietos), y su pasión por España y los españoles. En efecto, se hablaba en esos momentos de un posible acercamiento con la URSS y era importante que la URSS no pudiera reclamar nada a los españoles (independientemente de quién los gobernaba). Eso, desafortunadamente, no se entendió (empezando por sus propios compañeros políticos) y ayudó a reforzar su ‘leyenda negra’, como había pasado cuando pidió la aplicación en España del Plan Marshall, el cual, como decía, no hubiera aportado nada más a Franco, pero sí hubiera ayudado a los españoles”, explica Carmen Negrín.

martes, 6 de agosto de 2024

_- ISLAM. Emilio González Ferrín, historiador: “No hubo una conquista islámica en la Península Ibérica” .

El doctor y profesor de Islamología Emilio González Ferrín, en el Rectorado de la Universidad de Sevilla.
_- El doctor y profesor de Islamología Emilio González Ferrín, en el Rectorado de la Universidad de Sevilla.
El doctor en Estudios Árabes recibe una de las Medallas de Oro del Círculo Intercultural Hispano Árabe y defiende que “el islam todavía no existía” en el año 711.

El doctor e islamólogo Emilio González Ferrín (Ciudad Real, 58 años) lleva inmerso casi dos décadas en negar la invasión islámica de la península Ibérica en el 711. “No sabemos lo qué pasó. Lo que sí sabemos es lo que no pasó. Lo que no pasó es que hubo una conquista en nombre de un poder extranjero o algo adjetivado como islámico o musulmán, porque el islam todavía no existía y porque no hay constancia de que pasara”, expone. Su tesis, desarrollada en Historia General de Al Ándalus en 2006 (Almuzara), desvirtúa por ende la reconquista cristiana y replantea así la Historia de España y lo que es considerado español.


Defender esta propuesta le acarrea vivir en una vorágine de polémicas contra medievalistas, pero también arrastra una corriente de colegas que reflexionan sobre su investigación. Acaba de recibir una de las Medallas de Oro del Círculo Intercultural Hispano Árabe en Casa Árabe y está en plena promoción de su último libro ¿Qué es el islam? (Senderos). Ha formulado esta pregunta a 450 personas, la mitad educadas en la religión y la otra mitad no. Y ha dedicado el libro a Salman Rushdie y Mahsa Amini “para que el islam prefiera ser representado por ellos”. Atiende en el rectorado de la Universidad de Sevilla, donde imparte clases y ha participado en las protestas propalestinas.

Pregunta. ¿Qué pasó en el 711?
Respuesta. Tengo la hipótesis de una larguísima guerra civil peninsular porque las crónicas latinas desde el 400 al 600 hablan de gente del norte de África en la península Ibérica en un permanente flujo de ideas, personas y bienes. Era la herencia de Roma. Cuando uno va a la ciudad sevillana de Itálica o a Leptis Magna (Libia), donde acabo de estar, se ve que las grandes ciudades de Roma están en el sur. Había lo mismo allí que aquí. Lo que creo que se hizo en el 711 es agrupar toda una corriente que llevaba pasando durante siglos. El paradigma es entender el islam como sistema comercial, no como imperio. No había una capital. Había como sucursales. El Califa de Bagdad nunca mandó más allá de Egipto, jamás.

P. Es el sur de Europa visto como el norte de África.
R. Hay ADN de los mauris, que son los moros, desde la época del Imperio romano. Y hasta el año 800, con la fundación de la ciudad de Bagdad, no existe el islam. Los que nos dedicamos a su origen no le damos ninguna importancia al 711, pero en España, la base del nacionalcatolicismo es la reconquista. Y sin conquista no hay reconquista, y ya es un tren ideológico al servicio de una interpretación histórica.

Sin conquista no hay reconquista, y ya es un tren ideológico al servicio de una interpretación histórica”

P. ¿Cuál es la prueba más irrefutable de su tesis?
R. Las únicas pruebas que lo argumentan son unas monedas en las que dice Muhammad Rasul Allah y eso puede significar “bendito el que viene en nombre del Señor” o “Mahoma es el enviado de Dios”, pero sin implicar una religión nueva.

P. Pero hasta el momento se ha dado por válido.
R. Todo lo que se sabe sobre el origen de Al Ándalus es una narración restrospectiva. Lo que ocurre es que se juega mucho todo aquel que lleva años dando clases sobre eso. Incluido yo antes, pero bueno, la ciencia está para refutarla.

P.¿Cuál es su balance ahora?
R. Jamás me darán la razón, pero en 20 años se estudiará que no hubo una conquista islámica en la península Ibérica.

P. ¿Qué implicaciones políticas tiene su posición?
R. Cuando la sucesión en la jefatura del Estado de España se basa en el Principado de Asturias, se está institucionalizando una tradición que es mentira, y es que España se forjó desde el norte. Todo lo que ocurrió en la vida cultural española desde los fenicios entró por Oriente y por el sur. Yo no hablo de la España como Estado, hablo de la territorial. El emir de Córdoba es la primera persona que utiliza el título de rey de España en la Península como Rex Hispania a mediados del IX. ¡Y está en latín! Es que todavía el árabe no es una lengua que se pueda codificar para usos sofisticados. Lo será después.

P. Pero lo español también se construye desde el norte.
R. Basar el origen de España en Asturias, en las Asturias latinas y cristianas, es una falacia. Porque cuando España se arabizó, Asturias y Cantabria ni estaban latinizadas ni estaban cristianizadas. Esa zona tiene la influencia del cristianismo francés de Cluny con Carlomagno. Y a partir de ahí se implanta una memoria colectiva, es como un injerto de pelo. Se inventa la cruz de la Victoria, que es del año prácticamente 1000, pero se dice que era la cruz del Pelayo y se construye todo un andamio mitológico para la idea de España que se refuerza ideológicamente en el siglo XIX, cuando se conquista Marruecos, y se hace ver que nosotros estamos respondiendo a lo que hicisteis vosotros antes [los árabes].

P. La implicación política es total.
R. Completa. Es empezar a decir que la reconquista no existió como concepto, que la toma de Granada fue expulsar a españoles, que la expulsión de los judíos fue expulsar a españoles... Es entender la historia como continuidad, y no como una centrifugadora. Aquí se está echando siempre a todo el mundo porque hay una idea previa de ser español, cuando lo lógico es definir a los españoles como la gente que vive en España. Fíjate la implicación que tiene eso hoy día.

Lo lógico es definir a los españoles como la gente que vive en España”

P. ¿Y qué se ha encontrado más llamativo por su camino?
R. Que el mayor medievalista francés, Pierre Guichard, me dijo en un congreso: “No puedes seguir así, estás anteponiendo la lógica al sentido de la historia”. Y pensé: pues me acabas de dar mi epitafio.

P. ¿Se ha sentido solo?
R. Sobre todo al principio, no sé qué habría sido de mí si no hubiera escrito el libro siendo ya funcionario. Me habrían echado en media hora. Hubo uno que pidió que no me renovaran el contrato, pensando el pobre que era renovable.

P. ¿Cómo ve la enseñanza y difusión de la historia de Al Ándalus?
R. Observo algo que me resulta un poco vergonzoso. Los profesores de instituto están más interesados en la novedad que mis propios colegas. Una chica en un instituto hace unos meses me preguntó: “¿Y lo que tú enseñas, cuando va a aparecer en los libros de Historia?”. Y yo le dije: “Cuando tú lo escribas”.

P. ¿El estudio de esta época ha tenido la dimensión que se merece?
R. No. Debería tener mucha más presencia porque hay elementos de la vida cotidiana del Renacimiento europeo que provenían de la vida andalusí como el libre pensamiento en Filosofía, el antropocentrismo en la literatura o el aparataje científico de los astrolabios y observatorios, que Johannes Kepler tenía en su despacho y todos eran árabes. Alfonso X El Sabio hace la gran traducción de los libros de Medicina, de Física, de Astronomía del árabe. Había una conciencia en la Edad Media de que la cultura estaba en árabe y eso no se traslada en los libros de Historia.

P. ¿Cómo se configuran los libros de historia?
R. Siguen un modelo romántico de una religión, un territorio, una nacionalidad. De te voy a enseñar la Historia a través de nombres propios y de fechas, y sobre todo nombres propios masculinos.

P. Matice nombres de hombres.
R. El patriarcado en la historia medieval es impresionante. Yo no he visto nunca a nadie que a la hora de estudiar la repercusión que pueda haber tenido el género en nuestra historia hable de la princesa Wallada de Córdoba, que está a la altura de Virginia Wolf en su forma de escribir. Se pasa por el forro todas las convenciones sexuales culturales de su época y nadie le puede toser porque es una mujer perfectamente empoderada. Y su gran rival era una a la que ella había criado. Eran dos mujeres llevando a la vida cultural de un califato en ruinas porque se acababa de destruir. Nunca se ha aprovechado la historia de Al Ándalus para lo que después implicó una sociedad mucho más moderna

P. ¿Qué otras líneas de investigación ve reseñables?
R. El mundo árabe contemporáneo lleva 30 años a la deriva. Está pensando en términos medievales y tiene que ser combatido intelectualmente. Es fundamental recuperar lo que fue verdaderamente su libre pensamiento. Tienes que decirle al árabe, a la árabe, que durante la Edad Media fueron la civilización de guardia del mundo y que hay algo de lo que sentirte orgulloso, no simplemente leer el Corán.

P. ¿Cómo diferencia los términos islam, musulmán y árabe?
R. El islam con minúsculas es la religión, y su adjetivo es musulmán. El Islam con mayúsculas es la civilización, y su adjetivo es islámico. Y lo árabe es un idioma y una cultura.

P. ¿Qué es el islam?
R. El islam, tal y como yo lo defino, es la apertura del pueblo elegido. Es la agrupación de todos los judeocristianismos de la antigüedad tardía. Es decir, después del Concilio de Nicea, que fue el que estableció el credo cristiano, hubo muchos judíos y muchos cristianos de muchas comunidades desconectadas en Oriente Medio que nunca pensaron que Jesús fuera hijo de Dios. Todos hablaban árabe, por lo tanto, es la arabización del monoteísmo. El verdadero problema es haber creado en la Edad Media, mucho después del nacimiento del islam, una alteridad completa, el otro. Si hay una tradición es judecristianomusulmana. Es fundamental entender que el judaísmo y el cristianismo son dos religiones orientales. Surgen en el mismo sitio que el islam y se expanden igual.

P. ¿Estarían al mismo nivel?
R. Al mismo nivel. De hecho, teológicamente probablemente es la primera. Porque el islam dice de sí mismo que nace en el comienzo de los tiempos y es la más primitiva en su forma de entender a Dios, porque está muy lejos. El judaísmo establece que tenemos una alianza con Dios, y el cristianismo ya se pega y dice que somos hijos de Dios. En el islam el ser humano está completamente sometido por el destino. Si tú naces en Suiza y hay un manzano, tienes más o menos un seguro de vida, pero en el desierto, la naturaleza no es madre, es madrastra. El desierto en la expresión local es la espalda del infierno. Entonces, tú necesitas crear una relación con un Dios para el cual tú eres una hormiga. Es decir, sin margen de actuación. Lo único que puedes hacer es ser bueno y salvarte, pero tú no puedes cambiar el entorno. El gran logro de la religión cristiana es que hay una forma de retar a Dios.

P. ¿Cómo ve la situación en Palestina?
R. Desde la universidad hay que pegar fuerte ahí. Porque ya está bien de esencialismo genético. Diga lo que diga el tribunal de la Haya los palestinos están siendo asesinados por ser palestinos. Por lo tanto, hay un genus a destruir, que es ser palestino, y a eso se llama genocidio.

¿Puedo hacer una crítica final?

P. Diga.
R. A mitad del siglo XIII, Alfonso X el Sabio ordenó que en Sevilla hubiera estudios superiores del árabe para lo moderno y del latín para lo clásico. Este año es la primera vez que no se va a ofertar el grado de Estudios Árabes en la Universidad de Sevilla. Esto tiene su origen en el Gobierno de Aznar cuando eliminó unas becas para estar un par de años en el mundo árabe. La reclamación es que Asuntos Exteriores vuelva a establecerlas. Tenemos que hacer ver que hay algo intelectual detrás del mundo árabe, lo hemos abandonado. Los gobiernos europeos deben establecer liguillas de fútbol con el mundo árabe, ciclos de cine, intercambios de estudiantes, humanizar lo que ahora simplemente son delegaciones diplomáticas. Lo árabe se está convirtiendo en objeto de economistas, sociólogos, antropólogos, criminalistas que se dedican al yihadismo...

P. ¿Conocer lo árabe disuadiría el yihadismo?
R. La radicalización y la creación del yihadismo no es la herencia del Corán, es la herencia de los grupos que tenía la Unión Soviética en África y Oriente Medio. Hace 30 años no había apenas velos por el mundo árabe, por lo tanto, no es tradición, es revolución. Fíjate lo que implica decir que el islam no se expandió por las armas y por la conquista. Fíjate si un niño musulmán se entera de que su religión fue una revolución ética igual que el cristianismo. Pero si desde pequeñito le dicen que Mahoma fue un hombre de Estado que mandó a los generales, él entiende que la violencia es consustancial a su cultura, por eso hay que racionalizar la tradición árabe.

jueves, 25 de abril de 2024

La libertad llegó en abril hace 50 años.

  La Revolución de los Claveles tumbó en Portugal la dictadura más longeva de la Europa occidental y aceleró la Transición española. La magia de aquel golpe militar pacífico que la población arropó de inmediato se conmemora en libros, conciertos, obras de teatro y exposiciones.

Una revolución es algo serio. Solo los portugueses son capaces de hacerla empuñando claveles y surrealismos. La madrugada del 25 de abril de 1974, el conductor del blindado que encabezaba una columna militar que había salido de Santarém, a unos 80 kilómetros de Lisboa, se detiene ante un semáforo en rojo a la entrada de la capital. Va dispuesto a derrocar la dictadura, pero no a infringir las normas de tráfico. El capitán de caballería Salgueiro Maia, que comandaba aquel grupo de 240 soldados, la mayoría reclutas inexpertos que apenas sabían disparar, le apremia a voces.

- La revolución no se para en los semáforos.

Cinco mil militares implicados en la rebelión se habían movilizado en cuarteles de todo el país tras escuchar a José Afonso cantar Grândola, vila morena en Rádio Renasçença poco después de la medianoche. Cinco horas más tarde, alguien despertó en su casa al fotógrafo Eduardo Gageiro. La historia de Portugal iba a cambiar bruscamente aquel día, pero cuando Gageiro llegó al Terreiro do Paço, la plaza que acaba en el río Tajo, la única certeza era el cordón militar que le cerraba el paso. “Le pedí a un recluta que me llevara junto al comandante de las tropas, le dije que era amigo mío aunque no lo conocía y me permitió pasar”, revive el fotógrafo medio siglo después, sentado en medio de la sala de la Cordoaria Nacional, de Lisboa, a pocos metros de las imágenes que captó aquel jueves de abril.

Su antológica es una de las infinitas actividades que se celebran en Portugal para conmemorar el fin de la dictadura, evocado en libros, obras de teatro, películas, conciertos y exposiciones. “Todo el país se ha movilizado para festejar el 25 de abril”, destacó en la presentación del programa la historiadora Maria Inázia Rezola, presidenta de la comisión conmemorativa creada por el Gobierno para celebrar el medio siglo de libertad. El eco también llegará a España. Ambos países acordaron conmemorar durante 2024 y 2025 la democratización de la península Ibérica con un programa cultural conjunto, que abarca numerosas ciudades.

De vuelta a 1974. Gageiro no conocía al comandante que lideraba aquellas tropas que ocupaban la plaza más simbólica de Lisboa y que se habían sublevado contra la dictadura que se arrastraba desde 1926, pero el comandante sí conocía al fotógrafo. “Yo compro todas las semanas O Século Ilustrado y me gustan mucho sus fotos sobre la gente corriente”, le dijo el capitán Maia. A partir de entonces, Gageiro empezó a disparar. Sus imágenes, junto a las de otros portugueses como Alfredo Cunha o los hermanos Tavares, pronto darían la vuelta al mundo y estos días se pueden ver expuestas en diferentes localidades portuguesas.

La complicidad y el respeto de los rebeldes hacia la prensa fue la primera ruptura respecto al régimen. Casi todo les diferenciaría: el pacifismo, la generosidad, el sacrificio y, sí, el humor. Días antes, el capitán Maia confesó ante Otelo Saraiva de Carvalho, el oficial de artillería que diseñó el plan de operaciones del golpe, que le preocupaba movilizar unas tropas que llevaban pocas semanas de instrucción. “Tu columna será la columna cebo. Lleva la mayor cantidad de material de combate que puedas, blindados, M47, Panhards, MBR, los soldados con casco, metralletas y fusiles automáticos, municiones, todo. ¿Quién se va a oponer a una columna de esas? Nadie sabe que los soldados no saben disparar”, le respondió Otelo. En el triunfo de la sublevación también pesó la picardía y la irreverencia.

Aquellos militares intrépidos e idealistas ni querían imponerse a tiros ni querían el poder para sí mismos. Curtidos en tres guerras coloniales en África, los capitanes estaban hartos de morir y matar. Un sentimiento que reflejó como nadie el escritor António Lobo Antunes, que combatió en África a las órdenes de uno de los grandes líderes de la revuelta, Ernesto Melo Antunes, en su libro Fado Alejandrino, que ahora ha sido adaptado en un montaje del director Nuno Cardoso en el Teatro Nacional São João, en Oporto.

Aquellos militares intrépidos e idealistas no querían imponerse a tiros ni querían el poder para sí “Es una revolución excepcional porque no quería tomar el poder como otras revoluciones de izquierdas, sino devolver la voz al pueblo”, subraya Alfonso Domingo, autor de Mojar la pólvora (La esfera de los libros), donde bucea en el impacto que tuvo en los españoles que fundaron la Unión Militar Democrática (UMD) al final del franquismo. “El 25 de abril es un deslumbramiento para los militares españoles y también para la sociedad, que ve como ese país al que a veces miran por encima del hombro, les ha dado una lección. En España, la Transición se acelera por la Revolución de los Claveles porque los sectores más inteligentes del régimen se dan cuenta de que tienen que evolucionar hacia la democracia”, señala.

Cuando los soldados comenzaron a colocar en sus fusiles las flores rojas y blancas que la camarera Celeste Caeiro había traído del restaurante donde trabajaba, aquel acontecimiento histórico que nadie esperaba recibió un nombre: Revolución de los Claveles. Por la mañana algunas tropas leales a la dictadura se rinden o cambian de bando. Al frente de un carro de combate, el cabo José Alves da Costa desobedece la orden de disparar contra el capitán Maia y sus tropas. No solo fue una orden, un general de brigada iracundo le dice: “O dispara o le meto un tiro en la cabeza”.

Costa no disparó y ahí se ganó la revolución. “En esta historia me fascinó el heroísmo. Salgueiro Maia se sentía incómodo en ese papel. El propio Movimiento de las Fuerzas Armadas no quería tener un liderazgo y tenían claro que lo que hacían era para derribar el poder y dar luego libertad al pueblo para elegir a sus gobernantes. Y después está la historia del mayor antihéroe, el cabo que se niega a disparar contra los rebeldes y que para mí sintetiza todo lo ocurrido”, explica Ricardo Viel, autor del libro La revolución amable, que publicará en mayo la editorial La umbría y la solana, donde también saldrán en otoño La ciudad de los prodigios, la novela de Lídia Jorge inspirada en la revolución, y Fábrica de criadas, de Afonso Cruz.

Salgueiro Maia es tan consciente de la importancia de esa insubordinación del cabo Costa que, cuando vuelve caminando hacia sus hombres junto a la orilla del Tajo, se muerde el labio para reprimir las lágrimas. Y ahí estaba Eduardo Gageiro para disparar y compartir con el mundo aquel instante decisivo de los que hablaba Cartier-Bresson. Lo que estaba ocurriendo en Lisboa llegó a la redacción de Clarín, en Buenos Aires, cuando andaba por allí el periodista Diego Carcedo, que acababa de entrevistar al presidente Perón. En cuanto pudo, Carcedo viajó a Portugal. En La Revolución de los Claveles, que publica este mes Almuzara, relata lo ocurrido entonces y lo que vino después, enriquecido con el material y los contactos que el periodista cultivó durante sus seis años como corresponsal de RTVE en Lisboa entre 1977 y 1983.

Al final del 25 de abril de 1974, Salgueiro Maia logró evacuar sin un rasguño a Marcelo Caetano, presidente del Consejo de Ministros y símbolo de la dictadura, atrincherado durante horas en un cuartel en el Largo do Carmo, donde se apiñaban miles de personas felices por lo que estaban viviendo y rabiosas por lo que habían vivido. El riesgo de linchamiento existió, pero el capitán tuvo la habilidad de sortearlo protegiendo al dictador en un blindado llamado Bula. Al día siguiente, el Movimiento de las Fuerzas Armadas metió en un avión a los jerarcas del régimen rumbo al exilio. El pacifismo de aquella revuelta surgida donde y cuando nadie esperaba sigue pareciendo un milagro. “La dimensión estética de la flor sobre el fusil da la idea que había tras el golpe, los militares no estaban allí para reprimir a nadie”, observa Alfonso Domingo.

El Movimiento de las Fuerzas Armadas que organizó la revuelta, que también se homenajea en el libro 50 Anos de Abril na Galiza (Através) editado por Carlos Pazos-Justo y Roberto Samartim, germinó en la encerrona de las tres guerras coloniales que Portugal libraba en Mozambique, Angola y Guinea-Bissau. Trece años de combates que exigían un esfuerzo épico a hombres mal alimentados y mal pertrechados. Lo peor era percibir el rechazo y la condena de la sociedad portuguesa, que les consideraban uno de los brazos represores del régimen junto a la policía política. Los capitanes que montan el golpe son los oficiales de más alto rango que se juegan la vida en la guerra. Tienen el respeto de sus subordinados, algo que explicará muchas cosas que ocurren el 25 de abril, y la legitimidad que da haberse enfrentado a la muerte durante meses.

Una mujer vende periódicos frente a la estación de Rossio, en Lisboa, con los resultados de las elecciones a la Asamblea Constituyente, el 26 de abril de 1975.

Una mujer vende periódicos frente a la estación de Rossio, en Lisboa, con los resultados de las elecciones a la Asamblea Constituyente, el 26 de abril de 1975.
GUY LE QUERREC (MAGNUM PHOTOS / CONTACTO)

La guerra colonial es una de las razones que provoca, en opinión de Alfonso Domingo, las diferencias entre España y Portugal a la hora de superar sus dictaduras. “En Portugal había tres estructuras organizadas: el ejército, la iglesia y el Partido Comunista, eran los únicos que podían tramar algo porque eran muy jerárquicos. Los militares se dan cuenta en la guerra colonial de que actuaban como un ejército invasor, luchando contra países que deseaban su independencia”.

En los setenta, España no afrontaba ninguna guerra, pero todavía masticaba las secuelas de la que había vivido entre 1936 y 1939. “El fantasma de la Guerra Civil está muy presente. La Unión Militar Democrática no quiere hacer un pronunciamiento que signifique un derramamiento de sangre. Por otro lado, el porcentaje de militares demócratas en el ejército español es ínfimo comparado con el portugués. El ejército era totalmente franquista, se había limpiado después de la guerra”, sostiene Alfonso Domingo.

La guerra colonial explica las diferencias entre España y Portugal a la hora se superar sus dictaduras Los portugueses se rebelaron al principio por razones corporativas y, al ver su fuerza, decidieron avanzar hacia un movimiento político-militar con objetivos que resumieron en tres D: democratizar, descolonizar y desarrollar. En apenas nueve meses montan una conspiración y urden un golpe de estado, que el comandante de artillería Otelo Saraiva de Carvalho se encargará de diseñar en un documento donde se recogen las acciones de la treintena de unidades adheridas a la rebelión.

En 1974 Portugal era un mundo atormentado. “La historiadora Irene Pimentel usa una metáfora poderosa para describirlo antes de la revolución: era un país en blanco y negro. Un lugar triste, pobre, desigual, opresor y donde era complicado soñar con un mejor futuro”, escribe Ricardo Viel en su libro. Cualquier cosa podía ser castigada. Eduardo Gageiro pasó tres meses en la cárcel por una portada de un semanario, donde una viuda enlutada tiraba de las redes de pesca en la playa de Nazaré. En 1962 la localidad portuguesa no era el actual paraíso de los surferos de olas gigantes, si no una villa de marineros y viudas que sobrevivían a duras penas. “Durante el interrogatorio la policía política me dijo que aquella foto era una vergüenza y que debía retratar paisajes en lugar de gente humilde”, rememora el fotógrafo. Le aislaron tres meses en una celda en Caxias, mirando paredes blancas. “Me traumatizó mucho, al salir no podía estar frente a una pared blanca”, rememora.

Aquella dictadura que primero gestionó Salazar y, desde 1968, Marcelo Caetano se asentaba sobre la represión y la persecución de la disidencia política, estudiantil o sindical. Ni siquiera toleraba que se difundiese la realidad. Había que esconder de la imagen pública las viudas pobres y las vidas que mostrasen el fracaso del régimen. No fue blanda. Tenía una poderosa policía política, la PIDE, que almacenó información sobre más de un millón de personas y torturaba sin miramientos con todas las técnicas a su alcance. Casi todo estaba prohibido: reuniones de más de tres personas en la calle, escuchar canciones críticas, usar la palabra sociología, vestir bikini en la playa o tomar Coca-Cola. En el periodo revolucionario que se prolonga hasta noviembre de 1975, cuando un contragolpe encauza el país hacia una democracia ortodoxa cinco días después de la muerte de Franco en Madrid, habría luego objetivos divergentes que avivaron los conflictos y las violencias. Pero el último jueves de abril de 1974, gracias a unos militares demócratas, todo el país abrazó el sueño de vivir en libertad.

Tereixa Constenla es corresponsal de EL PAÍS en Portugal y autora de ‘Abril es un país’ (Tusquets y, en gallego, Faktoría K).

Lecturas

Fado Alejandrino

António Lobo Antunes
Traducción de Mario Merlino Tornini
Random House, 2006
656 páginas, 23 euros
Mojar la pólvora

Alfonso Domingo
La esfera de los libros, 2024
280 páginas, 21,90 euros
La revolución amable

Ricardo Viel
La umbría y la solana
Próxima publicación en mayo

La ciudad de los prodigios
Lídia Jorge

La umbría y la solana
Próxima publicación en septiembre
Fábrica de criadas
Alfonso Cruz
La revolución de los claveles
Diego Carcedo
Almuzara
192 páginas. 19 euros 

lunes, 19 de febrero de 2024

_- ¿Por qué España no sale del agujero de la pobreza infantil? Las políticas son la mitad de eficaces que en Europa

_- El Gobierno ha pasado de negar la realidad, como pasaba hace una década, a admitir que algo falla en la respuesta institucional a que un 27,8% de la infancia y la adolescencia esté en riesgo de pobreza, el peor dato de todo el continente.

Cuando en el Congreso de los Diputados se hablaba hace una década de pobreza infantil, la respuesta de una parte mayoritaria del hemiciclo –la correspondiente al PP, entonces en La Moncloa– era de burla. La bancada popular reaccionó con un sonoro “oooh” a un discurso de Pedro Sánchez, líder de la oposición, sobre el asunto en otoño de 2014. La pobreza de niños, niñas y adolescentes no existía a base de negarla.

El posicionamiento del Gobierno es otro, diez años después: hubo un alto comisionado encargado exclusivamente de las políticas contra la pobreza infantil y el Ejecutivo de coalición admite que las cifras, “extraordinariamente altas, apenas varían con los años”. Así se refirió a esta realidad la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, en una comparecencia reciente en el Congreso.

Y no solo ha cambiado el discurso, también lo han hecho las políticas públicas dirigidas a los más vulnerables. El salario mínimo ha subido hasta los 1.134 euros y existe un ingreso mínimo vital con un complemento para los niños, además de deducciones por maternidad (ahora hasta los tres años). La última Encuesta de Condiciones de Vida del INE, con datos de 2021, registró el número más bajo de hogares en riesgo de pobreza desde 2013 (un 20,4% frente al 21,7% previo).

Sin embargo, la tasa de pobreza infantil no sigue la misma senda. España no consigue despegar del vagón de cola de Europa. De hecho, en 2022 se situó como el país con mayor pobreza infantil monetaria del continente aunque los datos son de 2021: un 27,8% de los chicos y chicas menores de 18 años viven bajo el umbral de la pobreza.

Gráfico: España es el país de la UE con más pobreza infantil

¿Cómo se explica esto?

Fundamentalmente por dos razones: la inversión es insuficiente y, la que existe, no está bien enfocada, dicen economistas y expertos en infancia. España logró reducir diez puntos, del 37% al 27,8%, la tasa de pobreza infantil con sus políticas públicas. Se llaman oficialmente transferencias sociales y abarcan las prestaciones familiares, de desempleo, a la vivienda… y también las pensiones. Eurostat proyecta qué situación de pobreza tendrían los países antes de estas transferencias.

Esto convive con el hecho de ser el Estado de la Unión Europea donde el dato de antes y de después es más parecido. Es decir, el país donde las políticas dirigidas a intervenir en esta realidad son menos eficaces. La reducción en España se sitúa en el 26%, frente al 44% de media en la Unión Europea. O sea, es casi la mitad. Entre los Estados con menor tasa de población infantil en riesgo de pobreza están Polonia –con una política ultraconservadora favorable a la natalidad–, que consigue saltar del 40% al 14% con sus ayudas, y Finlandia, a la cabeza de la lista, con una caída del 29% al 10%.

“Hemos alcanzado el dudoso honor de ser el país con la mayor tasa de pobreza monetaria de la Unión Europea justo en un momento en el que, es justo reconocerlo, se han puesto en marcha políticas sociales que han mejorado la renta de los hogares. Sin ellas, el impacto habría sido mucho más fuerte, pero con ellas, si miramos la última Encuesta de Condiciones de Vida, vemos que la pobreza infantil se reduce muy tímidamente”, sostiene Gabriel González-Bueno, especialista en políticas de infancia de UNICEF España.

Gráfico: Las políticas de reducción de la pobreza infantil en España son las menos eficaces de Europa

La anomalía de la prestación universal

El agujero que no permite sacar la cabeza de una situación muy mala es la falta de una prestación universal por hijo a cargo, coinciden las fuentes consultadas. “No solo interviene sobre la pobreza, sino que protege a las familias de caer en ella”, defienden desde Unicef.

España es una isla en el entorno: 20 de los 27 países de la Unión Europea tienen una prestación de este tipo que va de los cerca de 300 euros mensuales de Países Bajos a los 40 de Eslovaquia o Letonia, enumera Olga Cantó, catedrática de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad de Alcalá y autora de un informe, encargado por el Alto Comisionado en la Lucha contra la Pobreza Infantil, que puso por primera vez en cifras cuánto nos cuesta a todos la pobreza infantil. La cifra asciende a 63.000 millones de euros al año (cotizan menos porque tienen salarios más bajos y a la vez gastan más en prestaciones sociales o en atención sanitaria).

El ministro de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy, avanzó en una entrevista con elDiario.es recién llegado al Gobierno que aspiraba a “acabar con la anomalía de que España sea uno de los países europeos sin prestación universal por crianza”. E insistió en ello en su primera comparecencia en la comisión del Congreso hace dos semanas. En la misma idea profundizó la ministra Sira Rego –ambos son de Sumar– también en la Cámara Baja unos días atrás. “La pobreza infantil es consecuencia directa de la pobreza de familias con menores a cargo y no se reducirá sin un apoyo al sostenimiento a esos hogares”.

Las organizaciones que trabajan en derechos de la infancia llevan una década empujando para convencer de que una ayuda para todas las familias que tengan descendencia, sin importar el nivel de renta, es la manera más eficaz de llegar a los entornos más pobres. Aunque parezca paradójico, el planteamiento tiene sentido si miramos las cifras. Por ejemplo, el complemento de infancia del ingreso mínimo vital –de 57,50 a 115 euros por menor, en función de la edad– tiene un “alcance limitado”. Así lo evalúa el segundo informe de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) sobre el despliegue de la prestación. Benefició a 274.000 hogares frente al millón y medio de familias que podrían percibirlo (un 18,3%).

La dificultad para acceder al ingreso mínimo vital –no solo a este complemento reciente– es un problema recurrente desde su implantación en 2021. El informe de la Airef, de julio de 2023, cifra el alcance de la ayuda solo en el 35% de los potenciales beneficiarios. La ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, reconoció la semana pasada que hace falta implementar mejoras que “faciliten su solicitud y tramitación” y poner en marcha “campañas específicas de divulgación”. Incluso buscar activamente a quienes pueden beneficiarse de la prestación, que ha ido sufriendo modificaciones a lo largo de su implantación.

“Mientras no tengamos datos para seleccionar familias, tenemos muchos problemas para llegar a clase baja con las prestaciones como el ingreso mínimo vital o el complemento de infancia”, confirma Cantó, que asegura que esto mismo pasa “en más países”. “Por eso las ayudas focalizadas, dirigidas a los más vulnerables, no son suficientes. A partidos como el PSOE les cuesta dar ayudas universales porque piensan que deben estar más centradas, pero tenemos claro que tenerlas ayuda al 10% más pobre y a los siguientes por abajo con más seguridad, y es ahí donde se concentran muchos menores, que están sobre todo en el 50% con menos ingresos”, continúa la economista, que coordina el grupo de investigación Bienestar, Desigualdad, Pobreza y Políticas Públicas de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH).

La OCDE instó en un informe a España a estudiar una prestación económica universal por hijo a cargo. Ya entonces, la exministra de Derechos Sociales Ione Belarra había puesto sobre la mesa la propuesta de la medida. Finalmente se quedó fuera de la Ley de Familias, una norma que inició su trámite pero tuvo que interrumpirse por la convocatoria electoral anticipada de julio de 2023. Pese a la voluntad expresada ahora por los dos ministros de Sumar, no hay ninguna mención a la ayuda en el pacto de Gobierno entre el PSOE y el espacio que lidera Yolanda Díaz.

Irlanda es un ejemplo de éxito en políticas familiares para reducir la pobreza infantil, dicen los expertos. “Tiene una capacidad alta de bajarla con una prestación de 140 euros mensuales. Es curioso que las barreras que parecen injustas para hacer universal la prestación no lo son para otros colectivos, como las pensiones no contributivas. A veces hay un doble discurso y casi siempre perjudica a la infancia”, señala Gabriel González-Bueno. También Polonia. En este caso las políticas familiares no se pueden separar de las políticas pronatalidad.

Más eficacia de la que pintan los datos

Cantó matiza que para el caso de España, no obstante, el efecto de las políticas públicas dirigidas a las familias más vulnerables ha sido probablemente mayor que el que pintan los datos. ¿Por qué? Porque la gente más pobre, incluso con la ayuda, no supera los umbrales. “Esta medición no tiene en cuenta a la población cuyos ingresos suben pero no salen. Sin pasar el umbral también se puede mejorar porque se suben las rentas. Por eso decimos que es importante medir no solo la reducción de incidencia del fenómeno sino la intensidad. Esto en el día a día significa que no tienen eficacia para saltar el umbral pero sí para comer”.

Un ejemplo: en 2019 se subió la cuantía de una prestación por hijo disponible para hogares con ingresos de menos de 12.400 euros anuales de 24,2 euros a 49 mensuales. La reforma no disminuyó el porcentaje de menores por debajo del umbral de la pobreza, pero sí hizo caer tímidamente la intensidad: de un 38,1% a un 36,9%, según el informe Efectos redistributivos de las políticas familiares, publicado por el Observatorio Social de La Caixa en abril de 2020.

El riesgo de pobreza infantil no es un dato absoluto, sino relativo que mide la proporción de personas que tienen bajos ingresos en relación con el total de la población. Se trata, por ser más exactas, de la tasa de familias con hijos cuya renta es menor del 60% de la renta mediana del país. Ahí se fija el umbral.

Por la naturaleza del indicador, conviene mirar también otros datos “más tangibles”, recomienda Carmela del Moral, responsable de políticas de infancia de Save the Children, como la carencia material severa. “El dato de pobreza relativa es difícil de entender. La carencia material severa mide si un niño o niña puede tener su casa a una temperatura adecuada o comer lo que necesita, y eso lo entiende todo el mundo”. El 10,1% de los hogares con hijos menores sufren carencia material grave, según la última actualización del Instituto Nacional de Estadística correspondiente al año 2022. Es el dato más alto desde 2008, señaló recientemente la Plataforma de Infancia. Criar a un hijo fue de media casi 100 euros más caro en 2022 que en 2021, de acuerdo con un estudio de Save the Children.

A perfilar mejor la realidad, añade Cantó, ayuda otra variable que no se estudia tanto: la cronicidad de esa pobreza. Los estudios demuestran que la situación de pobreza infantil es cada vez más duradera para las familias. “Como no se atiende específicamente, se está cronificando. Las altas tasas vienen de los años noventa, cuando ya teníamos más de un 20% de pobreza infantil. Sin embargo, ahora sabemos que esa pobreza se alarga en el tiempo, con un porcentaje alto de niños y niñas que llevan tres o más años bajo el umbral”, afirma Cantó. “Las tasas son estructurales y, aunque se agudizan con las diversas crisis, existen sin ellas. Por eso hay que hacer frente a esta realidad no solo con medidas positivas y coyunturales, como la prohibición de los desahucios, por ejemplo”, confirma Del Moral.

En el horizonte español está la Garantía Infantil Europea. España envió en 2022 a Europa su plan para sacar de la pobreza al 28% de los niños y niñas que viven esta realidad. Esta hoja de ruta incluía medidas hasta 2030 como “ayuda a la crianza” para todos los menores en riesgo de pobreza. También el acceso de la infancia al dentista de manera pública y el acogimiento en familias de todos los niños tutelados con menos de seis años, que ya no deberían estar en centros, entre otras medidas.

“Se aprobó a nivel estatal en junio de 2021, pero no ha habido evaluación ni conocemos bien su desarrollo. Además, en los planes autonómicos –tienen muchas de las competencias–ahora mismo hay una gran parálisis, no sabemos cuáles se han aprobado y cuáles no. La situación es diferente en cada lugar. Por poner un ejemplo, los umbrales para acceder a la beca comedor no son los mismos en todas partes”, concluye Del Moral.

 Fuente: 

 Por Sofía Pérez Mendoza, Victòria Oliveres | 12/02/2024 | España Fuentes: El Diario

domingo, 4 de febrero de 2024

España está haciendo algo valiente

 A dove holding an olive branch in its beak sits on the horns of a bull.

Credit...Mikel Jaso
A dove holding an olive branch in its beak sits on the horns of a bull.
La nueva proposición de ley de amnistía española, en camino de convertirse en ley tras su aprobación en el Congreso en diciembre, ha provocado bastante revuelo. Decenas de miles de personas ha salido a la calle para protestar por la ley —que otorga un indulto general a cientos de políticos, funcionarios y ciudadanos de a pie implicados en el referéndum ilegal sobre la independencia de Cataluña en octubre de 2017— y una mayoría de los españoles está en contra de ella. Muchos analistas y políticos, principalmente de la derecha, han sostenido que la amnistía debilita el Estado de derecho en España e incluso pone en peligro la democracia del país.

Gran parte de la indignación se debe a cómo se produjo el acuerdo sobre la amnistía. El presidente del gobierno, el socialista Pedro Sánchez, prometió en su campaña electoral que no habría una amnistía general, a pesar de que había indultado a nueve separatistas catalanes en 2021. Sin embargo, al no obtener unos resultados electorales rotundos y necesitar el apoyo de los partidos separatistas de Cataluña para asegurarse la mayoría en el Congreso, Sánchez cambió de rumbo y presentó el proyecto de ley. Que esta ley también aplique para el enemigo público número 1 de España, Carles Puigdemont —el exdirigente catalán que autorizó el referéndum y que está prófugo de la justicia española desde 2017— no ha hecho sino intensificar los ánimos negativos.

Pero, a pesar del tufo a oportunismo político que rodea el acuerdo de amnistía de Sánchez, se trata de un intento audaz —incluso valiente— de poner fin a la crisis catalana y ofrecer una salida del impasse perjudicial en que se encuentra España. También atestigua el papel positivo que las amnistías pueden desempeñar en las democracias. En nuestra época actual, definida por la impunidad y el retroceso democrático, la amnistía podría parecer un paso atrás. Pero siempre debería ser una opción con la que puedan contar los dirigentes políticos a la hora de afrontar momentos de crisis. Nada se le acerca ni remotamente para favorecer la paz y la reconciliación.

Las amnistías políticas tienen una larga y noble historia que se remonta al menos al asesinato de Julio César en el 44 a. C., que llevó al filósofo Cicerón a proclamar en el Senado romano que la memoria del asesinato se consignara al olvido eterno. En épocas más recientes, los países han recurrido a la amnistía para buscar una salida a los atascos políticos y una manera, por imperfecta que sea, de avanzar. La Ley de Indemnidad y Olvido de 1660 acompañó el final de la Revolución inglesa, como parte del periodo de la Restauración. En Estados Unidos, la Ley de Amnistía de 1872, que eliminó la mayoría de las sanciones impuestas a los antiguos confederados —incluida la prohibición de la elección o nombramiento de cualquier persona que participara en la insurrección, rebelión y traición—, le dio forma a la Reconstrucción.

La amnistía tuvo un papel destacado en la caída del telón del régimen del apartheid sudafricano. La Comisión para la Verdad y la Reconciliación, creada en 1995, trocó, de manera conocida, la verdad por la justicia al conceder la amnistía a quienes estuviesen dispuestos a testificar. Para el presidente de la comisión, el arzobispo Desmond Tutu, la amnistía era un componente esencial del proceso de reconciliación, ya que albergaba la promesa de proteger la verdad y sanar las divisiones sociales provocadas por el apartheid. La amnistía, traducida en la excarcelación de los presos, también fue parte del Acuerdo de Viernes Santo de 1998, que puso fin a tres décadas de violencia en Irlanda del Norte, los llamados “Troubles” (problemas).

Menos conocida es una amplia amnistía que dio inicio a la transición española hacia una plena democracia, tras cuatro décadas de régimen autoritario. La Ley de Amnistía de 1977 se aplicó a todos los presos políticos, incluidos los nacionalistas catalanes y vascos, así como a miembros del régimen franquista. Esta ley es considerada el eje de la democratización española, y con razón. Aparte de poner un simbólico fin a la guerra civil española —un sangriento conflicto que terminó en 1939—, permitió la mayoría de los acuerdos plasmados en la Constitución de 1978, incluida la incorporación de la monarquía al marco democrático, la separación de Iglesia y Estado y el artículo que permitió la organización del territorio español en comunidades autónomas.

Sin duda, la amnistía de 1977 tenía una desventaja importante. Ayudó a ocultar el llamado holocausto español, la ola de represalias políticas emprendidas por el general Francisco Franco contra los republicanos derrotados al final de la guerra civil, con miles de ejecuciones y el establecimiento de campos de concentración y trabajos forzados donde muchos prisioneros murieron por desatención y malnutrición. España se acabó haciendo cargo de esta oscura historia en 2007 con la Ley de Memoria Histórica, que dispuso la indemnización de las víctimas de la guerra civil y la dictadura, pero se mantuvo la amnistía del antiguo régimen. Todos estuvieron de acuerdo en que era necesario para poder dejar atrás el pasado.

Es descorazonador que muchos de los que se van a beneficiar de la ley de amnistía en Cataluña no hayan mostrado ningún remordimiento por sus actos. Puigdemont sigue sin arrepentirse, y su partido, Junts per Catalunya, no ha descartado la celebración de otro referéndum ilegal. Pero los beneficiarios más importantes de esta nueva ley no son los separatistas radicales que transgredieron la Constitución española, sino la inmensa mayoría de catalanes y españoles que quieren superar el drama separatista. La amnistía es para ellos, aunque ahora no lo vean así.

Para empezar, es probable que la ley de amnistía refuerce la estabilidad política en Cataluña. Esta decisión debilita el argumento, esgrimido por algunos separatistas, de que Madrid es incapaz de la clemencia y de alcanzar acuerdos, lo que les priva de uno de sus gritos de guerra, y sin duda dará fuerza al ala moderada del movimiento separatista catalán, que ha acogido la negociación como la única vía posible para garantizar la independencia. A medida que decaiga el apoyo a la independencia catalana, la amnistía también permitirá a España demostrarle al mundo, consternado por la violencia que acompañó al referéndum, que el país sigue avanzando.

El acuerdo de amnistía de Sánchez contrasta llamativamente con lo que propone la oposición. El manual de estrategia para derrotar al separatismo en Cataluña empleado por el Partido Popular, de tendencia conservadora, y el ultraderechista Vox gira en torno al enjuiciamiento de personas por delitos no violentos, la ilegalización de los partidos separatistas y la movilización del electorado español contra Cataluña. Es difícil pensar que de ese planteamiento pueda surgir algo que no sea rencor y división. La amnistía, con todo su desorden, sus imperfecciones y concesiones, ofrece un mejor remedio para la convivencia democrática en España, y quizá en otros lugares.

Omar G. Encarnación es profesor de ciencias políticas en el Bard College y autor de Democracy Without Justice in Spain: The Politics of Forgetting, entre otros libros.

domingo, 24 de diciembre de 2023

«El país se hunde»

Me escribe un amigo un mensaje por whatsapp con reflexiones sobre la España de estos días que me parece refleja perfectamente lo que nos viene pasando. O, mejor dicho, lo que viene pasando a una parte de España. Entristece leerlo, pero creo que vale la pena hacerlo y lo difundo con su permiso, aunque sin dar su nombre. 


 Tomado de Juan Torres López.

viernes, 15 de diciembre de 2023

Extrema derecha: quiénes son los líderes que están detrás del auge del populismo y el nacionalismo en Europa

Salvini y otros miembros de partidos de derecha europeos.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,
El viceprimer ministro italiano, Matteo Salvini, lanzó una alianza de partidos populistas de derechas el 8 de abril en Milán para las próximas elecciones europeas. En la foto, Olli Kotro, miembro del Partido de los Finlandeses; Joerg Meuthe, de Alternativa por Alemania; Salvini y Anders Primdahl Vistisen, del Partido Popular de Dinamarca.

En un continente que hace solo ocho décadas se vio devastado por una brutal guerra contra el nazismo y el fascismo, el nuevo auge de la extrema derecha populista ha causado conmoción en Europa.

Las instituciones tradicionales ven con horror la irrupción de fuerzas que utilizan en muchos casos una retórica sorprendentemente similar a la de la época más oscura de la Europa reciente.

Sin embargo, esta nueva oleada también ha generado, en algunos países, que los partidos tradicionales se escoren más a la derecha, cambiando el escenario político de forma drástica.

Desde España a Hungría, pasando por Italia, Francia, Alemania o Finlandia, los partidos de extrema derecha están situando a la Unión Europea frente a una crisis existencial.

En BBC Mundo te ofrecemos un repaso de quiénes son algunos de los líderes detrás de este auge.

Santiago Abascal, 
Santiago Abascal, de 43 años, es el líder del partido de ultraderecha Vox.

España era, hasta hace muy poco, uno de los últimos países de Europa en los que la extrema derecha no tenía representación parlamentaria.

Este hecho, que se atribuía generalmente al recuerdo reciente del pasado franquista -el general Francisco Franco gobernó de facto el país desde 1939 hasta 1975- hizo que muchos pensasen que España estaba blindada contra la ultraderecha.

Esta visión benevolente se dio de bruces con la realidad por primera vez en las elecciones al parlamento de Andalucía (la región más poblada del país) de diciembre del año pasado, en las que el partido de ultraderecha Vox obtuvo el 10,9% de los votos y entró por primera vez en un parlamento, recibiendo las felicitaciones de la líder de la extrema derecha francesa Marine Le Pen.

Y, tal y como preveían las encuestas, se confirmó este domingo, cuando la formación dirigida por Santiago Abascal irrumpió en el parlamento español, logrando un 10,3% de los votos y 24 diputados.

Fundado a finales de 2013 por exmiembros críticos del conservador Partido Popular, Vox no se presentó ante los medios hasta el año siguiente, en una rueda de prensa en la que participó José Antonio Ortega Lara, un exfuncionario de prisiones que fue secuestrado por el grupo separatista vasco ETA entre 1996 y 1997.
Mapa
Ese año fue elegido líder del partido Santiago Abascal, un político procedente del Partido Popular del País Vasco, donde fue miembro del parlamento, ocupando posteriormente puestos vinculados al mismo partido en Madrid.

Abascal y su partido están en contra del aborto en casi todos los supuestos y quieren abolir el sistema descentralizado en España, eliminando los parlamentos y los gobiernos autonómicos; también expulsar a los inmigrantes sin papeles, acabar con la ley de violencia de género y reducir al máximo los impuestos, entre otras medidas.

Sin embargo, Abascal rechaza la etiqueta de extrema derecha y dice que su partido es de "extrema necesidad".

El líder de Vox, de 43 años, desconfía de los medios pero utiliza ampliamente las redes sociales, y ha llegado a hacer propuestas tan polémicas en España como lega

Cerye legalizar el uso de armas.

Pero es seguramente su postura intolerante frente al independentismo catalán y contraria a la inmigración lo que catapultó a Abascal y Vox al Parlamento.

Abascal está casado en segundas nupcias y su esposa, Lidia Bedman, es una influencer con 139.000 seguidores en Instagram.

Matteo Salvini, Italia
Matteo Salvini, viceprimer ministro italiano, tiene millones de seguidores en las redes sociales y un gusto particular por los selfies.

En 2013, el partido de la Liga Norte -una formación regionalista nacida en 1989 que abogaba por una mayor autonomía del rico norte italiano frente al empobrecido sur- languidecía después de que su líder tuviera que dimitir tras un caso de fraude.

Ese año, sin embargo, un joven político llamado Matteo Salvini, nacido en Milán en 1973, tomó las riendas.

En solo cinco años y bajo la dirección de Salvini, la formación se convirtió en el tercer partido de Italia, quedando tercero en las elecciones generales de 2018, solo por detrás del populista Movimiento Cinco Estrellas y del Partido Demócrata.

El controvertido ministro Salvini a Higuaín: "No me gustan los mercenarios" "Empiecen a empacar maletas": el mensaje a inmigrantes indocumentados del nuevo gobierno populista de Italia Por el camino, Salvini dejó caer la palabra "Norte" de las siglas del partido, convirtiendo a la Liga en una formación nacionalista de toda Italia y centrando el mensaje en la oposición a la inmigración y las críticas a la Unión Europea.

Convertido en viceprimer ministro y ministro del Interior, una de sus primeras decisiones fue prohibir que el barco de rescate de migrantes en el Mediterráneo Aquarius, que llevaba 629 personas a bordo, pudiera hacer puerto en alguna ciudad italiana.

También propuso crear un censo de gitanos y abogó por que la UE retire las sanciones contra Rusia. Al igual que muchos de los líderes de la emergente ultraderecha europea, Salvini es un ferviente admirador del presidente ruso Vladimir Putin.

"Nos tratan como a perros": el viejo odio de la Segunda Guerra Mundial que revive en Italia. También es uno de los políticos europeos con más seguidores en las redes sociales, quizás porque en lugar de rehuir la polémica, se crece con ella.

Salvini ha cerrado los puertos italianos a la llegada de migrantes rescatados en el Mediterráneo.

"Tanti nemici, tanto onore" ("Muchos enemigos, mucho honor"), dijo el año pasado como respuesta a las críticas a su política antiinmigración.

La frase era una ligera variación de un eslogan del fascista Benito Mussolini y Salvini la tuiteó en un aniversario del nacimiento del dictador.

El ascenso de Salvini -quien se ha unido a "El Movimiento" creado por Steve Bannon, ex estratega de Donald Trump, para promover el populismo de derecha en Europa- es, quizás, el que más preocupa a las instituciones europeas, debido al tamaño e importancia de Italia, tercera economía de la zona Euro.

Viktor Orbán, Hungría
El primer ministro húngaro Viktor Orbán, del partido Fidesz, se presenta a sí mismo como el defensor de Hungría y Europa contra los migrantes musulmanes.

En enero de 2015, tras el ataque contra la revista satírica francesa Charlie Hebdo por parte de extremistas, Orbán declaró a la televisión húngara: "Nunca permitiremos que Hungría se convierta en un objetivo para los inmigrantes. No queremos ver a minorías de tamaño significativo con distintas características culturales y orígenes que nosotros".

El ultranacionalista Viktor Orbán gana las elecciones de Hungría y logra su tercer mandato con un rotundo discurso anti inmigración En 2015 y 2016, además de una oleada de ataques terroristas, Europa se enfrentaba a la llegada de cientos de miles de migrantes y refugiados que huían de las guerras y la violencia en Siria, Irak y Afganistán.

Muchos de ellos pasaban por la frontera sur húngara, pero en realidad pocos querían quedarse en este país, ya que su objetivo era alcanzar el norte del continente, en especial Alemania.

Pero Orbán construyó una barrera de 175 kilómetros en su frontera con Serbia y luego añadió 40 kilómetros en la frontera con Croacia.

"La democracia liberal es favorable al multiculturalismo, mientras que la democracia cristiana da prioridad a la cultura cristiana", manifestó Orbán.

Nacido en mayo de 1963, Orbán no siempre había sido ese político de mano dura que es en la actualidad.

Cuando ganó las elecciones húngaras por primera vez, en 1998, su gobierno era visto en Europa como un relativo éxito, y fue durante su primer mandato (que duró hasta 2002) cuando se preparó el ingreso de Hungría -que salía de décadas de comunismo y sumisión a Moscú- a la Unión Europea.

Hoy en día, sin embargo, Orbán es visto por muchos como un político autoritario.

Durante este mandato ha colocado a aliados suyos en medios de comunicación y ha introducido una nueva ley laboral calificada como "ley esclavista" por sus críticos, entre otras polémicas medidas.

Su gobierno, además, mantiene una postura beligerante contra las ONGs.

De hecho, el mayor enemigo de Orbán es el multimillonario filántropo de ideología liberal George Soros, al que ha declarado una guerra sin disimulo a pesar de que fue el propio Soros el que le dio una beca para la Universidad de Oxford en 1989.

"Un campo de batalla simbólico": la universidad que enfrenta al magnate George Soros con el gobierno nacionalista de Hungría Quién es George Soros y por qué es blanco del odio de la ultraderecha y los conservadores de Estados Unidos (y otros países) Por aquel entonces, un joven Orbán quería estudiar "el renacimiento de la sociedad civil".

En 2014, sin embargo, Orbán ofrecía su propuesta alternativa a la democracia liberal, a la que llamó "democracia cristiana", contó la revista The New Yorker en enero de este año.

"La democracia liberal es favorable al multiculturalismo, mientras que la democracia cristiana da prioridad a la cultura cristiana.

"La democracia liberal es favorable a la inmigración, mientras que la democracia cristiana es antiinmigración", dijo.

Muchas húngaros han salido a protestar contra medidas recientes introducidas por el gobierno de Orbán. En esta foto, manifestantes en Budapest llevan una pancarta en la que se lee "Hemos tenido suficiente".

"Víctor Orbán ha estampado su personalidad en el mapa de Europa. Es admirado en todo el mundo por personas que quieren defender la soberanía nacional frente a la globalización", escribió sobre él el periodista de la BBC Nick Thorpe.

Quién es Viktor Orbán, el ultranacionalista primer ministro de Hungría que cree que Europa está siendo invadida por los inmigrantes Qué es el Grupo de Visegrado, "los chicos malos" que desafían a Francia y Alemania en la Unión Europea "Pero si la llegada de más fondos de la UE se vincula al respeto a los valores europeos, o si la población húngara se cansa de su estilo autoritario, Viktor Orbán quedará en mala posición".

Qué es la polémica "ley de la esclavitud" que ha desatado las mayores protestas en Hungría desde el fin del comunismo En los últimos meses, miles de húngaros salieron a manifestarse para pedir la renuncia de Orbán, quien fue reelegido para un tercer periodo en el poder en abril de 2018.

Alexander Gauland y Alice Weidel, Alemania
De todos los países europeos donde se ha producido un auge de la ultraderecha, quizás es en Alemania donde más significación tiene este hecho, dado el pasado nazi de la potencia europea.

Creado solo hace seis años, Alternativa por Alemania (AfD) entró por primera vez en el parlamento o Bundestag en 2017, consiguiendo el 12,6% del voto y 94 escaños y convirtiéndose en el tercer partido y primera fuerza de oposición.

Mientras que sus líderes han sido acusados de minimizar las atrocidades cometidas por los nazis, su éxito electoral es interpretado como una señal de descontento con la política de puertas abiertas a los refugiados de la canciller Angela Merkel.

En la cima de la crisis migratoria, Merkel levantó los controles fronterizos y solo en 2015 llegaron a Alemania casi un millón de personas, muchas de ellas musulmanes de Siria, Irak y Afganistán.

AfD adoptó entonces parte de la retórica anti-establishment del movimiento extremista Pegida, aunque con el tiempo se ha distanciado del mismo.

La formación pertenece a la misma familia política que el Frente Nacional (ahora Agrupación Nacional) en Francia, el Partido por la Libertad austriaco o el Partido por la Libertad holandés de Geert Wilders.

Aunque empezó como una formación anti-euro, opuesta al rescate financiero de Grecia, y todavía tiene un ala relativamente moderada, su retórica antiinmigración actual lo sitúa en el campo de la extrema derecha.

Las dos figuras más conocidas del partido son Alice Weidel, líder en el parlamento, y el co-líder Alexander Gauland.

Alice Weidel vive al menos a tiempo parcial en Suiza con su pareja de larga data, nacida en Sri Lanka, y los dos hijos de ambas.

Nacido en la ciudad de Chemnitz en 1941, Gauland huyó de la República Democrática Alemana a los 18 años para estudiar en Marburgo, en la República Federal de Alemania. Sin embargo, cuando los solicitantes de asilo llegaron en masa a Alemania en 2015 y 2016, Gauland dijo: "Esto es distinto: soy alemán".

"Fui de Alemania a Alemania. Es bastante diferente cuando alguien viene de Eritrea o Sudán".

Gauland comenzó su carrera como miembro del cristianodemócrata CDU, el partido de Merkel.

Frente a las afirmaciones a veces extremas de Gauland, la misión de Alice Weidel es representar al ala moderada del partido, creando una imagen de una formación con una capacidad de atraer a un público más amplio.

Weidel, de 38 años, es economista de profesión, banquera de inversión y emprendedora de start-ups con varios años de experiencia viviendo en China.

Su vida privada también ofrece un contraste frente a la imagen de su partido: Weidel vive al menos a tiempo parcial en Suiza con su pareja de larga data, nacida en Sri Lanka, y los dos hijos de ambas.

Angela Merkel abrió las puertas a los refugiados y migrantes durante la crisis que comenzó en 2015.

Weidel es una de las pocas mujeres que han alcanzado posiciones importantes en el AfD y suele argumentar que su presencia muestra que el partido no es homofóbico.

"No hay un consenso sobre cómo describir a AfD como un fenómeno político", asegura en un artículo de 2017 sobre la formación la cadena alemana DW.

"Atrae tanto a los radicales extremistas de derecha como a personas descontentas con el status quo, que pueden o no haber participado antes en el sistema electoral".

Algunos estudios, dice la cadena, apuntan a que AfD ha conseguido apoyos de todos los partidos políticos convencionales alemanes.

Recientemente, AfD se unió a la iniciativa de Salvini para unir a los partidos de extrema derecha de cara a las próximas elecciones europeas del próximo 26 de mayo.

En el primer encuentro organizado por el viceprimer ministro italiano estaban también representantes del Partido Popular Danés y el Partido de los Finlandeses.

A la alianza creada por Salvini se unieron ya pesos pesados de la extrema derecha como la veterana francesa Marine Le Pen.

Jussi Halla-aho, Partido de los Finlandeses
De nuevo, la retórica antiinimigración es uno de los temas predilectos del Partido de los Finlandeses, conocido anteriormente como Verdaderos Finlandeses.

Jussi Halla-aho puede ser considerado el político más popular de Finlandia en la actualidad.

Sus orígenes se remontan a un partido tradicional agrario formado en 1959, pero para 1995 ese partido estaba en la ruina y Verdaderos Finlandeses nació de sus cenizas.

El carismático Timo Soini se proclamó su presidente en 1997, pero por tres elecciones consecutivas, el partido no logró apoyos significativos.

La oportunidad llegó con la crisis económica de 2008, como explicó en un artículo para la BBC Jan Sundberg, profesor de la Universidad de Helsinki.

En 2015 se unieron a la coalición de gobierno de centro-derecha liderado por el primer ministro Juha Sipilä.

Soini, quien lideró el partido hasta 2017, acusó al gobierno de defraudar a los finlandeses, rescatando a los países -para él, despilfarradores-, del sur de Europa.

En 2017, Jussi Halla-aho se proclamó líder tras una competición interna, con Laura Huhtasaari, calificada como la "Marine Le Pen de Finlandia", elegida como segunda al mando.

Halla-aho, de 48 años recién cumplidos, es investigador y especialista en lenguas eslavas.

Multado en 2012 por el Tribunal Supremo por unos comentarios en su blog en los que vinculaba el Islam con la pedofilia y a los somalís con el robo, se erigió en el político más popular de Finlandia en las elecciones del pasado domingo 14 de abril, logrando para sí más de 30.000 votos, según Reuters.

Laura Huhtasaari fue calificada por Politico como la "Marine Le Pen de Finlandia".

El partido es el único en Finlandia que no apoya recortar las emisiones para combatir el cambio climático, apelando al estilo de vida tradicional finlandés y a los votantes rurales.

"Su ascensión a la primera fila de la política finlandesa ha cambiado fundamentalmente el discurso político en Finlandia hacia una dirección más nacionalista", explica el profesor de Política Eirikur Bergmann en un artículo de 2017 en la página del Oxford Research Group.

"Su populismo de derechas nunca fue socieconómico, sino más bien sociocultural".

Al contrario que otros partidos similares, el Partido de los Finlandeses acepta ser calificado de populista. Aunque Soini rechazaba la etiqueta de extrema derecha, dice Bergmann, y la formación no ha adoptado las ideas del neoliberalismo.

"Su populismo de derecha nunca fue socioeconómico, sino más bien sociocultural", afirma Bergmann.

En las últimas elecciones generales, celebradas el pasado 14 de abril, el Partido de los Finlandeses resultó segundo, con un 17,48% de los votos, solo por detrás del Partido Socialdemócrata.

Los resultados apuntan a una gran coalición izquierda-derecha con el objetivo de dejarlos fuera del gobierno.

También en la tradicionalmente liberal y tolerante Suecia, la derecha nacionalista de los Demócratas Suecos logró un 17,6% de los votos en las elecciones de septiembre del año pasado.