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jueves, 2 de octubre de 2025

Cuánta sal es demasiada y por qué consumir muy poca también puede ser perjudicial para la salud

Un salero y una cuchara con sal sobre una mesa de madera rústica

Fuente de la imaGetty Images

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¿Cuánta sal necesitamos diariamente?

Algunos científicos argumentan que una dieta baja en sal es tan peligrosa como un consumo elevado de sal. ¿Cuál es la realidad?

En 2017, el chef turco Nusret Gökçe se hizo viral tras un vídeo en el que sazonaba con una pizca de sal un enorme filete, lo que le generó millones de visitas en línea y el apodo de salt bae (el tipo de la sal).

Pero no fue solo su atención al detalle lo que captó la atención.

Estamos obsesionados con la sal: a pesar de las advertencias, casi toda la población mundial consume casi el doble de lo que debería, lo que perjudica nuestra salud.

Sin embargo, un contraargumento está ganando terreno, poniendo en duda décadas de investigación y arrojando luz sobre las preguntas que aún permanecen sin respuesta sobre nuestro condimento favorito.

El sodio, el elemento clave presente en la sal, es esencial para que nuestro cuerpo mantenga el equilibrio hídrico general y transporte oxígeno y nutrientes.

Permite, además, que nuestros nervios tengan latidos eléctricos.

Pero la mayoría de las poblaciones han consumido históricamente más sal de la recomendada y los funcionarios de Salud de todo el mundo han tenido mucho trabajo a la hora de convencernos de reducir su consumo.

¿Cuánto es mucho?

Un pedazo de queso azul como parte de una tabla con nueces de macadamia y aceitunas verdes

Fuente de la imagen,Getty Images

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Un pedazo de queso azul como parte de una tabla con nueces de macadamia y aceitunas verdes

Con 2,7 g por cada 100 g de queso, el queso azul tiene más sal que el agua de mar.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda limitar el consumo de sodio a menos de 2 g al día, lo que equivale a unos 5 g de cloruro de sodio.

En EE.UU., las Guías Alimentarias para Estadounidenses recomiendan que los adultos limiten su consumo a menos de 2,3 g de sodio al día, o aproximadamente una cucharadita de sal.

Investigadores en un artículo de 2022 concluyeron que un consumo moderado de sodio (entre 3 y 6 g al día) es mejor para reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, en comparación con dietas bajas o altas en sodio.

Pero solo una cuarta parte de nuestra ingesta diaria proviene de la sal que le ponemos a los alimentos; el resto se encuentra oculto en los alimentos que compramos, como el pan, las salsas, las sopas y algunos cereales.

Para aumentar la confusión, los fabricantes suelen referirse al contenido de sodio en lugar de a la sal en las etiquetas de los alimentos, lo que puede hacernos pensar que consumimos menos sal de la que realmente ingerimos.

La sal se compone de iones de sodio y cloruro. En 2,5 g de sal hay aproximadamente 1 g de sodio. "El público en general no es consciente de esto y simplemente piensa que el sodio y la sal son lo mismo. Nadie te lo dice", afirma la nutricionista May Simpkin.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC), aproximadamente el 40% del sodio que consumen los estadounidenses proviene de alimentos como pizza, embutidos, burritos y tacos, aperitivos salados, pollo y hamburguesas.

Los riesgos para la salud de consumir demasiada sal

Una vista desde arriba de una mujer asiática anónima y su novio indio comiendo bocadillos mientras pasan su tiempo libre juntos.

Fuente de la imagen,Getty Images



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Unas palomitas de cine grandes con sal (unos 250 g) pueden tener unos 5 g de sal, casi la cantidad necesaria para un día, según las pautas sanitarias.

Las investigaciones han demostrado que el exceso de sal causa hipertensión arterial, lo que puede provocar accidentes cerebrovasculares y enfermedades cardíacas.

Los expertos coinciden ampliamente en que la evidencia en contra del consumo de sal es contundente.

Nuestro cuerpo retiene agua al consumir sal, lo que aumenta la presión arterial hasta que los riñones la eliminan.

El exceso de sal durante un período prolongado puede sobrecargar las arterias y provocar hipertensión arterial prolongada, que causa el 62% de todos los accidentes cerebrovasculares y el 49% de los eventos de enfermedad coronaria, según la OMS.

Se estima que el consumo excesivo de sodio es responsable de 1,89 millones de muertes en todo el mundo cada año.

Un metaanálisis de 13 estudios publicados durante 35 años reveló un 17% más de riesgo de enfermedad cardiovascular total y un 23% más de riesgo de accidente cerebrovascular por consumir 5 g adicionales de sal al día.

Los beneficios para la salud de reducir el consumo de sal

Filete de carne cruda con especias sobre un fondo de pizarra oscura, piedra u hormigón.

 Como era de esperar, reducir el consumo de sal puede tener el efecto contrario.

En un análisis de datos de ocho años de la Encuesta de Salud de Inglaterra, los investigadores descubrieron que una disminución de 1,4 g al día en el consumo de sal probablemente contribuyó a una disminución de la presión arterial, lo que a su vez contribuyó a una disminución del 42% en los accidentes cerebrovasculares mortales y del 40% en las muertes relacionadas con enfermedades cardíacas.

Un ensayo clínico más reciente, publicado en 2023, descubrió que seguir una dieta baja en sodio durante una semana tuvo un efecto reductor de la presión arterial comparable al de un fármaco que se administra habitualmente a pacientes con hipertensión.

Sin embargo, los investigadores que han realizado estudios observacionales suelen concluir que es difícil separar por completo los efectos de consumir menos sal de otros hábitos alimentarios y de estilo de vida, ya que quienes son más conscientes de su consumo de sal tienen más probabilidades de comer de forma más saludable en general, hacer más ejercicio, fumar menos y consumir menos bebidas alcohólicas.

Ensayos aleatorios a largo plazo que comparen a personas que consumen mucha sal con personas que consumen poca podrían establecer una relación causal.

Sin embargo, existen muy pocos estudios de este tipo debido a los requisitos de financiación y las implicaciones éticas.

"Es casi imposible realizar ensayos aleatorios que demuestren el efecto de la sal en el organismo", afirma Francesco Cappuccio, profesor de Medicina Cardiovascular y Epidemiología de la facultad de Medicina de la Universidad de Warwick y autor de la revisión de ocho años.

"Pero tampoco existen ensayos aleatorios sobre la obesidad ni el tabaquismo, que sabemos que son letales".

Mientras tanto, la evidencia observacional es abundante.

Tras el lanzamiento de una campaña del gobierno japonés para persuadir a la población de reducir su consumo de sal a finales de la década de 1960, este se redujo de 13,5 g a 12 g al día.

Durante el mismo período, se observaron descensos en la presión arterial y una reducción del 80% en la mortalidad por ictus.

En Finlandia, el consumo diario de sal se redujo de 12 g a finales de la década de 1970 a tan solo 9 g en 2002, y se observó una disminución del 75-80% en las muertes por ictus y cardiopatías en el mismo período.

Cómo el consumo de sal afecta a todos de manera diferente

Una persona usa un salero para agregar sal a una sartén

Pero un factor adicional que complica la situación es que los efectos del consumo de sal sobre la presión arterial y la salud cardíaca varían de una persona a otra.

Los estudios han demostrado que nuestra sensibilidad a la sal varía, dependiendo de factores tan diversos como la etnia, la edad, el índice de masa corporal, la salud y los antecedentes familiares de hipertensión.

Algunos estudios han descubierto que las personas con mayor sensibilidad a la sal tienen un mayor riesgo de hipertensión arterial asociada a la sal.

De hecho, algunos científicos argumentan que una dieta baja en sal es un factor de riesgo para desarrollar hipertensión tanto como el consumo elevado de sal.

En otras palabras, existe una curva en forma de J o U con un umbral en la parte inferior donde el riesgo empieza a aumentar.

Un metaanálisis, por ejemplo, encontró una relación entre el bajo consumo de sal y eventos cardiovasculares, incluyendo la muerte.

Los investigadores argumentaron que consumir menos de 5,6 g o más de 12,5 g al día se asocia con consecuencias negativas para la salud.

Otro estudio, publicado en 2020, halló que las restricciones estrictas en el consumo de sal se asociaban con un peor estado de salud en pacientes con insuficiencia cardíaca, especialmente entre personas más jóvenes y de raza no blanca.

Una persona tiene un sándwich con jamón y otros productos en la mano

Fuente de la imagen,Getty Images

 

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Los embutidos como el pavo, el jamón y el rosbif tienen alrededor de 1,5 g de sal por porción, mientras que dos rebanadas de pan integral pueden aportar otros 0,6 g.

Un estudio diferente con más de 170.000 personas arrojó resultados similares: estableció una relación entre una ingesta baja de sal, definida como menos de 7,5 g, y un mayor riesgo de eventos cardiovasculares y muerte en personas con y sin hipertensión, en comparación con una ingesta moderada de hasta 12,5 g al día (entre 1,5 y 2,5 cucharaditas de sal). Esta ingesta moderada duplica la ingesta diaria recomendada en Reino Unido.

El autor principal del estudio, Andrew Mente, epidemiólogo nutricional de la Universidad McMaster de Ontario, concluyó que reducir la ingesta de sal de alta a moderada reduce el riesgo de hipertensión arterial, pero no ofrece más beneficios para la salud.

Aumentar la ingesta de sal de baja a moderada también podría ser beneficioso.

"Encontrar un punto óptimo en el medio es coherente con lo que se esperaría de cualquier nutriente esencial... donde a niveles altos se presenta toxicidad y a niveles bajos, deficiencia", afirma.

"Siempre se encuentra un nivel óptimo en el punto medio".

Las dudas que persisten

Una mesa con un plato lleno de pastelitos

Fuente de la imagen,Getty Images

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Aunque tiene un sabor más dulce que salado, incluso un solo pastelito tiene aproximadamente 1 g de sal. 

Pero no todos están de acuerdo.

Cappuccio es inequívoco al afirmar que reducir el consumo de sal reduce la presión arterial en todos, no solo en quienes comen en exceso.

Dice que la serie de estudios de los últimos años que concluyen hallazgos contrarios es pequeña, incluye a participantes que ya se encontraban mal y se basa en datos erróneos.

El estudio de Mente, explica, utilizó una prueba de orina en ayunas en lugar del método de referencia de realizar varias pruebas a lo largo de un período de 24 horas.

Sara Stanner, directora científica de la Fundación Británica de Nutrición, una organización benéfica, coincide en la solidez de la evidencia existente de que reducir el consumo de sal en personas con hipertensión reduce la presión arterial y el riesgo de enfermedades cardíacas.

Y no hay muchas personas que consuman niveles tan bajos como 3 g, el nivel que algunas investigaciones consideran peligrosamente bajo.

Esto sería difícil de lograr, afirma Stanner, debido a los niveles de sal en los alimentos que compramos.

"Gran parte de la sal que consumimos se encuentra en los alimentos cotidianos", afirma.

"Por eso, la reformulación en toda la cadena de suministro de alimentos es la estrategia más eficaz para reducir los niveles de sal a nivel nacional, como ha ocurrido en Reino Unido".

Los expertos también tienen opiniones contradictorias sobre si el alto consumo de sal puede compensarse con una dieta saludable y ejercicio.

Algunos, como Stanner, afirman que una dieta rica en potasio, presente en frutas, verduras, frutos secos y lácteos, puede ayudar a contrarrestar los efectos adversos de la sal sobre la presión arterial.


Primer plano de un hombre irreconocible comiendo pizza de pepperoni al aire libre en un restaurante

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Una sola porción de 100 g de pizza de pepperoni congelada puede tener 1,9 g de sal. 

Ceu Mateus, profesor titular de Economía de la Salud en la Universidad de Lancaster, aconseja priorizar la concienciación sobre la sal oculta en nuestra dieta en lugar de intentar evitarla por completo.

"Los problemas que tenemos con el exceso de sal podrían ser similares a los relacionados con la falta de ella, pero aún necesitamos más investigación para comprender qué sucede. Mientras tanto, una persona sana podrá regular pequeñas cantidades", afirma Mateus.

"Debemos ser conscientes de que el exceso de sal es realmente perjudicial, pero no debemos eliminarla por completo de la dieta".

Investigadores en un artículo de 2022 concluyeron que un consumo moderado de sodio de 3 a 6 g al día es lo mejor para reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, en comparación con las dietas bajas o altas en sodio.

A pesar de estudios recientes que argumentan los posibles peligros de una dieta baja en sal y las diferencias individuales en la sensibilidad a la sal, la conclusión más consolidada de la investigación existente es que el exceso de sal definitivamente aumenta la presión arterial.

Tómate el resto con una pizca de… bueno, ya sabes.

viernes, 4 de julio de 2025

¿Qué tan saludables son los tomates?

Son jugosos, versátiles y están en temporada. Estos son sus beneficios nutricionales, y recetas para aprovecharlos al máximo.

Los tomates han avanzado mucho desde el siglo XVI, cuando algunos europeos los llamaban “manzanas envenenadas” porque se creía erróneamente que eran tóxicos. Ahora, son la segunda hortaliza más consumida en Estados Unidos (solo por detrás de las papas) y se les reconoce una serie de beneficios para la salud.

He aquí lo que dicen los expertos en nutrición sobre los tomates, junto con algunas sencillas recetas veraniegas del New York Times Cooking.

Son hidratantes
Los tomates tienen un 95 por ciento de agua. Una taza de tomates crudos, en trozos, contiene poco más de 100 mililitros de agua, lo que los hace incluso más hidratantes que la sandía.

Los tomates frescos y crudos son los que más agua contienen, dijo John Erdman, profesor emérito de nutrición y ciencias de la alimentación de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign. Cuando se cocinan, tienden a perder un poco de agua.

Su licopeno puede ayudar a proteger contra el cáncer Los tomates contienen una gran dosis del antioxidante licopeno, crudos, cocidos o secados al sol. Los tomates y sus derivados (kétchup, salsa para espaguetis, jugo de tomate) aportan más del 80 por ciento del licopeno de la dieta estadounidense, dijo Erdman.

Los antioxidantes como el licopeno pueden ayudar a contrarrestar el estrés oxidativo de nuestro organismo, dijo. Con el tiempo, ese estrés puede causar inflamación crónica, que a su vez puede aumentar el riesgo de muchos tipos de cáncer.

Los científicos no han llegado a la conclusión definitiva de que el consumo de alimentos ricos en licopeno —o en cualquier antioxidante— pueda evitar directamente el cáncer, dijo Rachel Kopec, profesora asociada de Nutrición humana en la Universidad Estatal de Ohio. Pero estudios en humanos y animales —algunos con tomates, otros con otras fuentes de licopeno, como suplementos— han sugerido vínculos entre niveles elevados de licopeno y un menor riesgo de cáncer de próstata y pulmón, entre otros.

Algunos estudios también han sugerido que el licopeno podría ayudar a prevenir enfermedades cardiacas, hepáticas y otras afecciones crónicas. Pero los investigadores tampoco han demostrado aquí la relación causa-efecto, dijo Kopec.

Cuanto más rojo es el tomate, mayor es el nivel de licopeno, dijo Erdman. Los tomates naranjas y amarillos tienen un tipo distinto de licopeno que presumiblemente tiene beneficios similares para la salud, pero los investigadores no lo han estudiado lo suficiente como para saberlo con seguridad. Los tomates verdes no contienen licopeno.

Los tomates cocidos contienen más licopeno que los crudos, añadió Alice H. Lichtenstein, profesora de Ciencia y política de la nutrición de la Universidad de Tufts. Esto se debe a que los tomates cocidos se concentran más cuando pierden algo de agua. Una taza de tomates cocidos contiene unos 7300 microgramos de licopeno, frente a los 4600 de los tomates crudos. Además, dijo Lichtenstein, el calor que se produce al cocinar los tomates rompe sus paredes celulares, haciendo que el licopeno sea más accesible.

Y como el licopeno es liposoluble, comer tomates con un poco de grasa saludable puede ayudar al organismo a absorber el licopeno, dijo Kopec. Recomienda rociar los tomates con aceite de oliva o acompañarlos con aguacate.

Son ricos en vitaminas y minerales
Los tomates son una buena fuente de potasio, dijo Pinkin Panchal, dietista y profesora adjunta de Ciencias de la nutrición en la Universidad de Rutgers. Un tomate grande crudo tiene 431 miligramos de potasio, casi tanto como un plátano mediano.

Panchal también señaló que los tomates tienen cantidades decentes de folato, una vitamina que ayuda a que tus células se dividan (especialmente importante durante el embarazo) y vitamina K, que ayuda a la coagulación de la sangre y a la salud ósea.

Cómo disfrutarlos
Los tomates frescos son más nutritivos cuando se recogen de la tomatera en su punto óptimo de maduración, por lo que lo mejor es comprarlos localmente y en temporada, dijo Panchal.

Todos los expertos dijeron que, aunque no es necesario comprar productos ecológicos, enjuagar los tomates crudos antes de comerlos puede ayudar a eliminar cualquier residuo o pesticida persistente. Panchal dijo que a ella le gusta aclarar los suyos con un tapón de vinagre blanco destilado mezclado con agua. El vinagre puede eliminar más residuos que el agua sola, dijo.

He aquí algunas formas de saborear los tomates en todo su esplendor veraniego, de NYT Cooking.

1. Tomates y garbanzos al curry con yogur de pepino

Credit...Rachel Vanni para The New York Times. Estilista de alimentos: Barrett Washburne. Un rápido salteo en una sartén caliente intensifica el dulzor natural de los tomates. Este curry de garbanzos se sirve sobre un sabroso yogur de pepino, una combinación inspirada en el chana masala que se come con raita.

Receta: Tomates y garbanzos al curry con yogur de pepino

2. Tomates con vinagreta

Rodajas de tomates amarillos y rojos, espolvoreados con sal y rociados con vinagreta, sobre un plato blanco. Credit...Armando Rafael para The New York Times. Estilista de alimentos: Cyd Raftus McDowell. Salar los tomates directamente en el plato y salpicarlos con una mezcla de orégano, vinagre y aceite de oliva resalta su sabor veraniego por excelencia.

Receta: Tomates con vinagreta

3. Pollo a la sartén con pimientos y tomates

Una sartén de hierro fundido contiene muslos de pollo dorados con pimientos y tomates. Cerca hay un cuenco de arroz y otro de hierbas picadas para adornar.
v Credit...Kelly Marshall para The New York Times. Estilista de alimentos: Samantha Seneviratne. Estilista de atrezzo: Paige Hicks. Los pimientos morrones —que también están en su punto— complementan los jugosos tomates de esta cena en una sola cazuela.

Receta: Pollo a la sartén con pimientos y tomates

4. Ensalada de tomate y sandía con pan rallado y anchoas
Un plato blanco que contiene una mezcla de trozos de tomate, sandía, cebolla roja, hojas de albahaca y pan rallado. En el cuenco hay una cuchara y cerca un plato pequeño de ensalada.

Credit...David Malosh para The New York Times. Estilista de alimentos: Simon Andrews. Dos clásicos del verano —tomate y sandía— cubiertos con un sabroso pan rallado con ajo. Para quien desconfíe de las anchoas: se ablandan en el aceite de oliva y dan al pan rallado un irresistible sabor umami.

Receta: Ensalada de tomate y sandía con pan rallado y anchoas

5. Pasta con tomate rallado
Suavemente calentados con aceite de oliva y ajo, los tomates maduros rallados conservan su frescura en esta pasta vegetariana. Si no tienes tomates gordos y jugosos, puedes utilizar tomates cherry en su lugar.

Receta: Pasta con tomate rallado


domingo, 2 de marzo de 2025

Los efectos de la retirada de EE.UU. de la Organización Mundial de la Salud

Una de las primeras órdenes ejecutivas firmadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue la retirada de su país de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una decisión que poco después secundó el presidente de Argentina, Javier Milei. Esta medida tendrá efectos críticos en la salud global, en especial en los países más pobres, pero también en Estados Unidos y en Argentina, si no se revierte en los 12 meses que quedan para que se haga efectiva.

La orden dictada por el presidente estadounidense es difícil de calificar. Cuesta determinar si es un acto de profunda crueldad o una muestra más de la impresionante ignorancia de la que presume la legión de negacionistas, antivacunas o terraplanistas que, a base de mentiras, se multiplican como las setas en todo el mundo.

Una organización esencial para el planeta

La OMS, fundada en 1948, es una organización internacional que cuenta actualmente con 194 países miembros, lo que representa prácticamente la totalidad de los Estados reconocidos a nivel global. Sus funciones son esenciales para la promoción de la salud en todo el planeta: evalúa, monitorea, proporciona información, asesora y establece estándares internacionales, presta ayuda a los países más pobres y actúa ante epidemias o desastres.

Su intervención ha sido decisiva para erradicar la viruela, reducir casos de polio en todo el mundo en un 99%, o la prevalencia de la malaria y el tracoma. Sin la OMS, hubiera sido imposible lograr avances en materia de salud, así como igualdad en el acceso a servicios sanitarios en casi todos los países.

Estados Unidos ha ejercido un papel fundamental para la organización desde sus inicios. No solo por ser su mayor contribuyente financiero, tanto en aportes obligatorios como en donaciones voluntarias de diversas fuentes, sino también por su capacidad operativa a la hora de brindar asistencia y por la valiosa contribución de su sistema de información e investigación. Muchos analistas internacionales señalan que la OMS proporcionó también a Washington mucho prestigio e influencia, además de abrirle las puertas para obtener otros beneficios complementarios. Y, por ello, la medida que ahora propone el presidente Trump implica renunciar a su propio legado como potencia sanitaria global. Y es seguro que tendrá un efecto contrario al que aparentemente busca.

Su orden se justifica afirmando que la OMS depende de la política de algunos países. Sin embargo, lo que paradójicamente ocurrirá, si finalmente Estados Unidos se retira, renunciando a su liderazgo, será que otros países, encabezados por China, tomarán el relevo y aumentarán su influencia global.

Una medida inhumana y cruel

La retirada de EE.UU. y de otros países, como Argentina, supondrá que esta organización dispondrá de casi un 20% menos de presupuesto. Un recorte significativo que, si no se compensa con aportes más cuantiosos de otros miembros, causará un gran daño para la salud mundial.

Todos los países, sin excepción, van a sufrir los efectos de la menor capacidad de esta organización para evaluar, prever, asesorar, coordinar, actuar o ayudar frente a enfermedades, pandemias o catástrofes sanitarias. Pero es lógico y será inevitable que el perjuicio sea mucho mayor en los más pobres, en donde los sistemas nacionales de salud son más débiles y con mayor dependencia exterior.

Claramente, la decisión que han tomado Trump o Milei podría llevar a la enfermedad o a la muerte a cientos de miles de seres humanos.

Ahora bien, la medida de ambos presidentes es doblemente cruel porque perjudica incluso a sus propias naciones. Hay que ser muy ignorante para no darse cuenta de que Estados Unidos o Argentina también sufrirán las consecuencias de esta decisión.

Las epidemias, infecciones o enfermedades que la OMS ayuda a combatir no entienden de fronteras, como ha demostrado el Covid-19. Por lo tanto, cuanto más se expandan fuera de un país, más riesgo tendrán de sufrirlas también los que hayan abandonado la organización. Retirarse de ella limita la experiencia y capacidad de monitoreo del sistema de salud, retrasa las respuestas y, sin la cooperación activa de una organización global, se tendrá más dificultades para hacer frente a riesgos sanitarios, como la gripe aviar o brotes de sarampión, que ya han empezado a manifestarse, o a otros que puedan venir en el futuro.

Así lo advierten especialistas como Jesse Bump, profesor de políticas de salud global y director ejecutivo del Programa Takemi en Salud Internacional, quien recientemente declaró que en Estados Unidos serían “más vulnerables a la importación de enfermedades que se propagarían a otros lugares (…) Con la disminución de la inmunización contra las enfermedades infantiles, es más probable que tengamos brotes de polio, sarampión y similares”.

En un mundo tan interconectado como el actual, aislarse de organismos cuyo objetivo es combatir enfermedades globales –ya sea por razones financieras, como dice Trump, o por autonomía, como sostiene Milei– recuerda a la tremenda insensatez de los ricos que, hace más de cien años, protestaban cuando tenían que pagar el saneamiento de los barrios populares de sus ciudades. Sin entender que cualquier tipo de enfermedad, desatada por falta de saneamiento, se propagaría sin remedio y llegaría también a sus casas.

Mentiras y negacionismo de la ciencia

Tanto Trump como Milei, junto a los equipos de oligarcas multimillonarios que los acompañan, han tomado esa decisión mintiendo a sus compatriotas.

El mandatario de EE.UU. se queja del coste financiero de la contribución obligatoria de su país, sin mencionar que esta se fija objetivamente en función de la población y el Producto Interno Bruto. Y sin considerar los beneficios que le producciones. Como también acusa sin pruebas a la OMS de dependencia política, cuando su país es el más influyente de todos.

Por su parte, Milei afirma que toma esta decisión para tener «más flexibilidad para adoptar políticas» y para que ningún «organismo internacional intervenga en nuestra soberanía». Pero oculta que esta organización no dicta ni impone políticas, sino que, a lo sumo, hace recomendaciones que pueden seguirse o no.

La OMS pudo haber tenido retrasos e incluso haber cometido errores en la última pandemia de Covid-19, pero en ningún caso esto justifica que algún país la abandone por esa razón. Por el contrario, debería impulsarlos a fortalecerla.

Al sostener que sus decisiones responden a ideologías o preferencias políticas y no de conclusiones científicas, lo que hacen Trump, Milei y su cohorte de oligarcas es precisamente destruir la confianza en el soporte más potente que ha tenido el progreso de la humanidad a lo largo de la historia: la ciencia.

Lo hacen porque saben perfectamente que la única forma de consolidar su estrategia de dominio imperial es engañar y mantener a los pueblos en la ignorancia y la confusión. Ya lo dijo el libertador latinoamericano Simón Bolívar ante el Segundo Congreso de Venezuela en 1819: “La esclavitud es hija de las tinieblas y un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción.”

Esperemos que haya presión social y se imponga la sensatez. Las consecuencias de esta decisión irresponsable, si no se revierte, serían dramáticas.

Juan Torres López

martes, 31 de octubre de 2023

Qué puedes hacer para dormir mejor en un vuelo de larga distancia, según una experta en salud del sueño


Personas durmiendo en un avión

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A algunas personas les resulta más fácil dormir en un avión que a otras.



Para la mayoría de nosotros, la perspectiva de un vuelo de larga distancia es emocionante, aunque también da un poco de nervios. Estamos en camino a un lugar diferente, quizás de vacaciones, o para reencontrarnos con amigos o familiares.

Incluso trabajar puede ser más interesante cuando estás en un sitio nuevo.

Por supuesto, quieres llegar descansado y listo para empezar. Pero, por su propia definición, un vuelo de larga distancia implica viajar por un período de tiempo largo, por lo general de más de 12 horas.

Si estás viajando de Nueva York a Singapur, pueden ser cerca de 19 horas.

Todo ese tiempo estás confinado en un asiento supuestamente reclinable, pero uno siente que apenas se mueve, mientras que el asiento de adelante parece reclinarse diez veces más que el tuyo.

¿Qué puedes hacer para lograr un descanso decente?

Acepta la situación

El primer consejo para dormir en este entorno es reducir un poco tus expectativas. Los humanos simplemente no están diseñados para dormir en una posición casi vertical.

A menos que tengas la suerte de volar en una clase donde el asiento pueda ponerse de manera horizontal, es muy poco probable que bajes del avión habiendo dormido de corrido por ocho horas.

Bajar las expectativas ayuda te ayudará a relajarte.

Investigaciones de colegas y mías han demostrado que los pilotos –que tienen una litera para dormir en sus pausas durante el vuelo- duermen de forma liviana y fragmentada.

A pesar de que no tienen un sueño de mucha calidad, puedes quedarte tranquilo que nuestra investigación también muestra que los pilotos siguen siendo muy buenos en su trabajo durante un vuelo de larga distancia.

Esto, sumado a otros hallazgos de varios estudios de laboratorio, nos dice que, incluso unas pocas horas de sueño liviano tiene sus beneficios.

Entonces, aunque no puedas dormir tus habituales ocho horas durante el vuelo, dormir un poco te ayudará a sentirte bien y funcionar mejor en tu destino.

Además, no somos buenos para juzgar cuánto dormimos, particularmente durante el sueño liviano e interrumpido. Con lo cual es probable que hayas dormido más de lo que piensas.

Calcula tu sueño y tus bebidas

El horario de tu vuelo, y el consumo de alcohol y cafeína tendrán un impacto directo en tu capacidad de dormir en el avión.

Suponiendo que estés adaptado a la zona horaria de donde parte el vuelo, los vuelos diurnos harán que sea mucho más difícl dormir en el avión, mientras que los vuelos nocturnos harán que sea más fácil.

La cafeína y el alcohol tienen un impacto directo en la calidad del sueño.

Todos los humanos tenemos un sistema de cronometraje circadiano (de 24 horas) que nos programa para dormir por la noche y estar despiertos durante el día. Estar dormido (o despierto) en contra de este sistema de cronometraje biológico presenta desafíos significativos.

Nuestro estado de alerta disminuye de forma natural en medio de la tarde, lo que hace que este sea un buen momento para tratar de dormir en un vuelo diurno.

En un vuelo nocturno, será más fácil dormir después de que sirvan la cena. De otro modo estarás luchando contra los ruidos, la luz y el movimiento de gente a tu alrededor.

Como estimulante, la cafeína nos ayuda a mantenernos alerta. Incluso si eres un bebedor habitual de café y puedes dormirte después de consumir cafeína, tu sueño será más liviano y te despertarás con más facilidad.

Por otro lado, el alcohol nos da sueño pero interfiere con la habilidad del cerebro de entrar en la fase REM (también conocida como sueño onírico).

Aunque puedas sentir que te duermes más fácilmente después de beber alcohol, tu sueño se verá más perturbado una vez que tu cuerpo metabolice el alcohol e intente recuperar el sueño REM que perdió.

¿Y si tomo melatonina u otras drogas?

Alguna gente encuentra que tomar una pastilla para dormir o melatonina puede ayudarla en un vuelo. Esto es una elección muy personal. Antes de tomar cualquier medicación para dormir o melatonina debes consultar con un médico, y solo tomar lo que te prescribieron.

Tomar algo para dormir en un vuelo es una elección muy personal.

Muchos medicamentos para dormir no permiten que se tenga un sueño normal y pueden hacer que te sientas aturdido o somnoliento después de despertarte.

Es importante recordar que la melatonina es una hormona que nuestro cerebro usa para indicarnos que es de noche. La melatonina puede ayudarte a dormir, pero dependiendo cuándo y cuánto tomes, puede cambiar tu reloj circadiano.

Esto podría hacer que te alejes aún más de estar alineado con la zona horaria de tu destino.

Tomar melatonina en tu tarde y noche biológica desplazará tu sistema de cronometraje circadiano hacia el este (o más temprano) y tomarla hacia el final de tu noche y mañana biológica y empujará tu sistema circadiano hacia el oeste (o más tarde). Todo se complica muy rápidamente.

Prepara tu ropa y accesorios

Prepárate de modo que puedas crear la mejor situación posible para dormir dentro de los límites de tu asiento.

Usa capas de ropa cómodas como para que te puedas sacar cosas si tienes calor o poner si tienes frío, y mantén tu frazada y no la pierdas bajo tu asiento.

Vístete con capas y no pierdas tu frazada.

La luz y los ruidos interrumpen el sueño, así que lleva un antifaz para los ojos y tapones de oído (o un auricular que tape el ruido) para bloquearlos. Practica con ambos objetos en tu casa, ya que puede tomar tiempo acostumbrarse a usarlos.

Una parte normal y necesaria del proceso de quedarse dormido es la relajación, incluida la de nuestros músculos del cuello.

Al sentarnos, esto significa que nuestras pesadas cabezas ya no tendrán un buen apoyo, lo que provoca esos horribles cabeceos que la mayoría de nosotros hemos experimentado.

Trata de sostener tu cabeza con una almohada de cuello, o si te sientas al lado de la ventana, con la pared del avión. A menos que conozcas a la persona sentada al lado, apoyarles la cabeza no es una una buena opción.

Trata de no forzarlo

Finalmente, si te despiertas y te cuesta volver a dormir, no insistas.

Aprovecha el entretenimiento que ofrece el vuelo. Esta es una de las pocas ocasiones en que los científicos te dirán que está bien recurrir a la tecnología, y mirar una película o muchos capítulos de una serie de TV, o, si prefieres, escuchar música o leer un buen libro.

Padre e hijo en un avión 
Padre e hijo en un avión

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Si no te puedes dormir, no insistas, aprovecha para mirar películas o escuchar música.


Cuando te dé sueño, puedes volver a intentar dormir, pero no te estreses o preocupes por dormir lo suficiente.

Nuestro cerebro es muy bueno para dormir, confía en que tu cuerpo compensará lo que le falta cuando pueda.

*Leigh Signal es profesora de Manejo de la Fatiga y Salud del Sueño, investigadora, Universidad Massey, Nueva Zelanda.

*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original.



miércoles, 30 de agosto de 2023

Por qué la velocidad a la que comes puede ser tan importante para tu salud como lo que comes


Hombre comiendo frente al computador

Mirando la TV, sentados en el escritorio con los ojos puestos en la computadora, parados frente la mesada de la cocina o, incluso, caminando.

¿Cuántas veces has desayunado o almorzado así, a las corridas, sin darte unos minutos de tiempo para saborear lo que tienes entre las manos o en el plato?

El ritmo vertiginoso de la vida diaria y a veces simplemente la pura costumbre nos lleva a comer a muy rápido.

Y aunque muchas personas prestan atención a qué tipo de alimentos se llevan a la boca, ya sea por una cuestión de peso o de salud, se suele pensar menos –o nada- en la velocidad a la que ingerimos los alimentos.

Sin embargo, el ritmo de la ingesta tiene un impacto directo en nuestra salud ya que afecta una serie de propiedades de los alimentos así como la forma en la que el cuerpo responde a ellos.

Comer rápido o despacio “cambia no solo la velocidad a la que la comida entra en tu estómago, sino también a la que entra en tu tracto gastrointestinal", le explica a la BBC la doctora Sarah Berry, experta en nutrición en el área de salud cardio-metabólica del King’s College de Londres.

"Y eso es muy importante porque tiene un efecto dominó en la liberación de muchas hormonas que te dicen qué tan lleno estás, qué tanta hambre tienes, y que además están involucradas en cómo tu cuerpo va a procesar los alimentos”, añade.

Misma comida, diferentes resultados
Una de las diferencias más visibles es que las personas que comen más rápido tienden a tener sobrepeso, una mayor acumulación de grasa en la zona de la cintura y niveles más elevados de colesterol LDL (el colesterol que conocemos como “malo”).

Quienes comen rápido suelen tener sobrepeso.

Esto se debe a que tienden a consumir más calorías -entre 100 y 200 adicionales- que contribuyen al aumento de peso, en comparación con aquellos que comen más despacio.

“Cuando comes más lento, se produce un aumento en lo que llamamos hormonas de la saciedad (PYY, GLP1) que le dicen a tu cuerpo: 'hey, estás lleno'”, señala Berry.

Al mismo tiempo, tiene lugar una “reducción en las llamadas hormonas del hambre (grelina), y eso limita el deseo de comer más”, añade la investigadora.

¿Cómo es posible que una misma comida tenga un impacto tan distinto cambiando solo la velocidad de la ingesta?

Según Berry hay dos razones.

La primera es que las señales de saciedad demoran entre 5 y 20 minutos hasta llegar al cerebro, asi que si comes rápido, dado que esta señales no han llegado, puedes continuar comiendo sin darte cuenta de que ya comiste lo suficiente.

La segunda, es que, al comer despacio, “la liberación de nutrientes en el intestino es más lenta, y eso significa que hay una liberación más sostenida y prolongada de las hormonas que te dicen que estás lleno y una supresión más prolongada de las hormonas del hambre que te dicen que comas”.

Glucosa
Es importante tratar de hacer una pausa para comer y no hacerlo rápido frente al ordenador.

Para demostrar las diferencias derivadas de la velocidad de la ingesta, Berry realizó un experimento con el corresponsal de salud y cencia de la BBC James Gallagher.

Tras colocarle un monitor para medir la concentración de glucosa en sangre, le pidió que comiense exactamente lo mismo durante dos días (un desayuno de cereales y fruta, un almuerzo de ensalada acompañada de pan y una cena de pollo con vegetales), un día de forma muy lenta y el otro mucho más rápido.

Al analizar los resultados, se vio que la respuesta fue mucho mayor el día que comió velozmente.

“Cuando comes tu comida mucho más rápido, los carbohidratos estimulan la liberación de insulina, pero esta no se libera lo suficientemente rápido como para eliminar la glucosa de tu torrente sanguíneo, por eso tiene una mayor respuesta cuando comes rápido”, dice Berry.

“Y esto es importante porque sabemos que estos grandes picos de glucosa en sangre, si se repiten en exceso a lo largo de los años, pueden aumentar el riesgo de diabetes de tipo 2, enfermedades vasculares y otras complicaciones metabólicas”, añade.

Si estás acostumbrado a comer rápido, cambiar de hábito no es sencillo, pero uno de los trucos más efectivos consiste en apoyar los cubiertos en el plato entre bocado y bocado.

Otro es hacer un esfuerzo consciente para masticar más la comida.

Y, por último, otra recomendación que además tiene muchos otros beneficios es reducir la cantidad de alimentos ultraprocesados en favor de aquellos menos procesados.

Esto es porque la textura suele ser más blanda en los alimentos altamente procesados, y esta diferencia de textura hace que se consuman a una mayor velocidad (entre un 30% y 50% más rápido).

lunes, 24 de abril de 2023

Qué es el "electroma", la red bioeléctrica del cuerpo humano que los científicos apenas comienzan a investigar (y cómo puede revolucionar el tratamiento del cáncer y de las heridas)

El cuerpo humano está lleno de átomos con carga eléctrica (iones) que circulan por nuestras células generando una corriente.

En las últimas décadas, muchas de las investigaciones científicas que buscaban develar cómo funciona el cuerpo humano se enfocaron en estudiar tres sistemas clave: el genoma, el proteoma y el microbioma.

El primero es la secuencia de ADN que posee cada organismo y que contiene toda su información genética. El segundo, el conjunto de proteínas que fabrican los genes, que son los "ladrillos esenciales" de la vida. Y el tercero es el ecosistema de microorganismos que viven en el cuerpo y son determinantes para la salud.

Ahora está empezando a crecer el interés en otro sistema que es fundamental para la vida, no solo humana sino también de plantas y animales: la red bioeléctrica que hace funcionar a todo organismo, y que algunos científicos han empezado a llamar el "electroma".

"Así como las señales eléctricas sustentan las redes de comunicación del mundo, estamos descubriendo que hacen lo mismo en nuestros cuerpos: la bioelectricidad es la forma en que nuestras células se comunican entre sí", explicó en un reciente artículo en el sitio Nesta la divulgadora científica Sally Adee, una experta en este campo, y autora del libro "Somos eléctricos", que saldrá en febrero.

Según Adee -a quien algunos atribuyen haber acuñado el neologismo "electroma"- "es difícil exagerar cuán total y absolutamente todos tus movimientos, percepciones y pensamientos, y los míos, están controlados por la electricidad".

Entender el electroma es clave, señala, porque interviniendo en el proceso bioeléctrico del cuerpo podemos "arreglarlo cuando algo sale mal, ya sea por trauma, defectos de nacimiento o cáncer".

Cómo funciona
Mustafa Djamgoz, profesor emérito en Biología del Cáncer del Imperial College de Londres, es uno de los primeros científicos que está aplicando la bioelectricidad para tratar esta enfermedad.

Djamgoz, quien también enseña Neurobiología en esa prestigiosa universidad británica, estudia los procesos bioeléctricos del cuerpo desde hace décadas y desde 2019 es el coeditor en jefe de "Bioelectricity", la única revista científica dedicada a este campo.

Pero antes de entender cómo usa la bioelectricidad para tratar el cáncer, BBC Mundo le pidió que explicara qué es y cómo se genera esta corriente en nuestro interior.

"Todos los elementos que tenemos en nuestro cuerpo, por ejemplo, el sodio, el potasio, el calcio, el magnesio y el zinc, atraviesan una reacción química que hace que se separen sus átomos, formando lo que se conoce como iones, que son partículas con carga eléctrica", detalla.

Los iones circulan por nuestras células, generando una corriente eléctrica.

"Los fluidos de nuestro cuerpo están llenos de estos iones. Los de carga opuesta se atraen, los que tiene la misma carga se rechazan. Y al circular por nuestro cuerpo generan una corriente".

El experto aclara que se trata de una corriente de muy baja potencia: apenas 70 milivoltios (una pila AA común tiene 1.500 milivoltios, compara).

Pero la bioelectricidad del cuerpo es esencial para su funcionamiento -dice- ya que es a través de estas señales eléctricas que las distintas partes del cuerpo se comunican.

Ley fundamental
Djamgoz destaca que la red bioeléctrica del cuerpo funciona bajo los mismos principios fundamentales que aplican a todo circuito eléctrico, incluida la ley de Ohm (que establece que el voltaje es equivalente a la corriente multiplicada por la resistencia).

La gran diferencia es que mientras la electricidad tradicional se mueve a lo largo del núcleo conductor dentro de un cable, la bioelectricidad es generada por iones que fluyen a través de la membrana celular (la cubierta).

Dado que la membrana es como un sello, para penetrar en la célula los iones deben atravesar una especie de compuerta: unas proteínas llamadas "canales iónicos", que están incrustados en la membrana.

Cuando fluyen por estos canales se produce la conducción eléctrica.

Al experto le resulta paradójico que el sistema bioeléctrico haya sido mucho menos estudiado que otros que gobiernan el cuerpo, por ejemplo, el genoma, ya que es mucho menos difícil de entender.

"Tenemos 22.000 genes y cada persona tiene una composición genética diferente, es por eso que tenemos medicina personalizada. Pero en la bioelectricidad hay una sola ley fundamental, que aplica para todos", afirma.

También resalta que todas las células y tejidos de nuestro cuerpo -las neuronas, nervios, músculos, cartílagos, intestino, etc- utilizan el mismo proceso para comunicarse.

"Cuando pensamos en las propiedades eléctricas del cuerpo lo primero en lo que pensamos es el cerebro, el corazón y los músculos, pero la realidad es que incluso los microbios en nuestro intestino, el sistema inmunológico y las células cancerígenas generan señales eléctricas", dice.

"La bioelectricidad realmente es una de las fuerzas o mecanismos más fundamentales de la naturaleza", afirma.

El experto en cáncer y neurobiología del Imperial College de Londres, Mustafa Djamgoz, es uno de los pioneros en el uso de la bioelectricidad para tratar enfermedades.

Cáncer
Volviendo a cómo Djamgoz aplica la bioelectricidad para frenar el avance del cáncer, el revolucionario tratamiento que está desarrollando tiene que ver con la forma en que se transmiten las señales eléctricas dentro del cuerpo.

Como ya mencionamos, para entrar y salir de células, los iones -o átomos con carga eléctrica- utilizan canales iónicos, unas proteínas que están en las membranas de las células. Funcionan como compuertas: cuando se abren, el ion puede pasar.

En el caso del cáncer, que es básicamente una enfermedad que ocurre cuando las células crecen y se propagan de forma descontrolada, estos canales iónicos juegan un papel fundamental -explica- ya que "son las que controlan la proliferación y migración de células".

Gracias a investigaciones que comenzó en la década de 1990 el experto y su equipo descubrieron un dato revelador: que las células cancerígenas se tornan agresivas -es decir, que tienden a multiplicarse y propagarse- cuando son "eléctricamente excitables".

"Las células cancerígenas generan un zumbido de actividad eléctrica y esto las hace hiperactivas", explica.

El dato -señala- es muy importante, porque "el problema con el cáncer no es tener un tumor. Puedes vivir con un tumor, siempre y cuando sea local. El problema grande es cuando el cáncer se propaga, un proceso que llamamos metástasis".

El científico descubrió que la clave para frenar ese crecimiento hiperactivo era cerrar las compuertas eléctricas de esas células. Es decir, bloquear los canales iónicos, más específicamente los canales de iones de sodio, que son los responsables de provocar la "excitación electrónica" que promueve el crecimiento del cáncer.

Utilizando fármacos para bloquear esos canales logró frenar la proliferación y propagación de células cancerígenas en animales. Su próximo desafío es realizar pruebas en seres humanos, un proceso mucho más complejo.

Las células cancerígenas se propagan cuando son "eléctricamente excitables".

Sin embargo, sostiene que ya tiene indicios de que la técnica también podría funcionar en personas.

A finales de 2022, William Brackenbury, experto en ciencias biomédicas en la Universidad de York, en Reino Unido, y exestudiante de doctorado de Djamgoz, publicó los resultados de un estudio epidemiológico que analizó información de 53.000 pacientes de cáncer (de tres tipos: mama, próstata y colon).

Unos 150 de esos pacientes también tenían angina crónica, una enfermedad coronaria que se trata usando un medicamento llamado ranolazina, que bloquea los canales de iones de sodio en las condiciones de bajo oxígeno que también se produce en los tumores que crecen.

El trabajo mostró que esas personas que tomaban el bloqueador sobrevivían en promedio un 60% más tiempo que el resto de los pacientes de cáncer que no estaban tomando ese fármaco.

"Los medicamentos como la ranolazina pueden convertir los cánceres agresivos en un estado benigno, es decir, no metastásico, permitiendo a los pacientes vivir con el cáncer de forma crónica, como la diabetes. Esto también elimina los efectos secundarios tóxicos e indeseables de tratamientos como la quimioterapia", señala el experto del Imperial College.

Djamgoz ya patentó su tratamiento contra el cáncer usando un bloqueador de canales de iones de sodio en varios países incluyendo Reino Unido, Japón, Canadá, Australia y Estados Unidos.

Otros usos médicos
Pero la bioelectricidad no solo tiene potencial para la cura del cáncer.

Esa misma "excitación electrónica" que hace que las células cancerígenas se multipliquen, puede ser usada para un fin positivo: curar heridas.

Como explica Adee, se descubrió que las células de la piel "generan un campo eléctrico cuando se lesionan".

"La corriente de la herida llama al tejido circundante, atrayendo ayudantes como agentes curativos, macrófagos para limpiar el desorden y células reparadoras de tejido de colágeno llamadas fibroblastos", señala.

Las heridas generan un campo eléctrico para ayudar a su sanación.

En 2012, el científico Richard Nuccitelli logró medir la corriente eléctrica de heridas y halló que esta aumenta cuando está la lesión, disminuye a medida que la herida sana y vuelve a ser indetectable cuando se completa la curación.

También descubrió que las personas cuya corriente de lesión era débil sanaban más lentamente que las personas cuya corriente de lesión era "más fuerte" y que la fuerza de la corriente de la herida disminuye con la edad, emitiendo una señal que es solo la mitad de fuerte en los mayores de 65 años que en los menores de 25 años, cuenta la experta en su artículo.

Este hallazgo ha llevado a algunos científicos a intentar estimular la electricidad natural del cuerpo para acelerar la sanación de heridas.

Dos estudios publicados en la última década sobre el tratamiento de una de las heridas más difíciles de sanar, las escaras, que afectan especialmente a las personas que están postradas en una cama, mostraron que la estimulación eléctrica "casi duplicó su tasa de curación", cuenta Adee, citando los trabajos de Koel y Hoghton en 2014 y Girgis y Duarte en 2018.

La divulgadora científica señala que incluso hay evidencias de que la misma técnica puede acelerar la curación de huesos fracturados.

¿Por qué no se usa?
Pero la gran pregunta es: si ya hay investigaciones que muestran que la bioelectricidad del cuerpo puede ser alterada para ayudar a curarnos ¿por qué los médicos no están aplicando estas técnicas?

Djamgoz dice que los principales motivos son tres.

"Primero, que la profesión médica es muy conservadora. Toma mucho tiempo para que las ideas cambien. Si tomas, por ejemplo, el caso del cáncer: aún lo tratamos usando quimioterapia, radioterapia y técnicas y métodos de tratamiento que tienen más de 50 años", afirma.

Parte de este conservatismo tiene que ver con el hecho de que "estamos lidiando con la vida humana" -dice- y hay temor a cometer errores.

La quimioterapia se empezó a usar para tratar el cáncer después de la Segunda Guerra Mundial.

Pero en la práctica, cuando alguien quiere probar "algo que está fuera de lo convencional, la reacción instintiva es oponerse".

"Uno de los motivos por lo que no hay más personas tomando riesgos es que no hay financiamiento. Las personas quieren ir a lo seguro", señala.

Un segundo factor por el que falta inversión en este campo es comercial, dice.

"Las grandes empresas farmacéuticas que desarrollan medicamentos caros no necesariamente quieren este tipo de medicación, que es barata".

El tercer y último motivo que enumera el profesor Djamgoz es más curioso: para usar la bioelectricidad hay que entender un poco de física y "el médico o biólogo promedio le tiene miedo" a esta disciplina científica, asegura.

"Hay casi como un prejuicio... dicen 'Dios mío, esto es física, no lo entiendo'".

Adee cita un estudio de 2019 realizado por la Universidad Goethe de Alemania y la Universidad de Nueva México en EE.UU. que "encontró que la idea de que la electricidad es relevante en biología todavía es demasiado novedosa y contraria a la intuición para una amplia aceptación".

"Incluso cuando los médicos han oído hablar de esto, no saben cómo usarlo", señala.

Dos de los científicos que participaron en ese estudio, que analizó los motivos por los que pocos cirujanos ortopédicos utilizan la estimulación eléctrica para curar fracturas -"a pesar de que funciona tan bien"-, coincidieron con el profesor del Imperial College sobre los primeros dos puntos.

Pero la experta rusa en medicina regenerativa Liudmila Leppik y el cirujano plástico y especialista en ortopedia estadounidense-argentino John Barker dijeron a BBC Mundo que no creían que la falta de conocimiento de los médicos sobre Física sea uno de los problemas.

El problema no son los médicos sino la ausencia de pautas de tratamiento claras y herramientas estandarizadas que se puedan utilizar fácilmente, halló el estudio.

"Yo no creo que ninguno de nosotros, los doctores, entendamos profundamente los mecanismos de cómo funcionan cualquiera de las drogas que les damos a los pacientes, y sin embargo los administramos todos los días", afirmó Barker, quien trabajó por décadas con la estimulación eléctrica y hoy está retirado.

Por su parte, Leppik opinó que "el médico y biólogo promedio estudió Física en la universidad y creo que entiende los conceptos básicos de la electricidad. Pero también entienden lo poco que saben sobre las reacciones celulares a la electricidad".

En ese sentido, el trabajo en el que colaboraron ambos mostró que no existen pautas claras que especifiquen cómo utilizar la electricidad en un consultorio o una mesa de operaciones.

Ni siquiera está claro si se debe usar corriente continua o alterna, cuánto tiempo se debe aplicar y qué tan fuerte debe ser.

Otro factor fundamental que mostró el estudio es que aún no existen herramientas estandarizadas que los médicos pueden usar con sus pacientes.

"Cuestión de tiempo"
A pesar de estas limitaciones, los expertos coinciden sobre el enorme potencial que tiene el campo de la bioelectricidad.

"Es uno de los principales desarrollos que están por suceder. Es solo cuestión de tiempo", predice Djamgoz, quien señala que la financiación para esta área científica está aumentando.

Barker, en tanto, advierte que, aunque el potencial es indudable, la ciencia no suele crecer de forma lineal.

"La electricidad sirve para curar. Punto. Hay muchas investigaciones que lo prueban. Pero hace 40 o 50 años también sabíamos que los autos electrónicos tenían muchas ventajas, y sin embargo tuvo que llegar el loco de Elon Musk, que se jugó invirtiendo en esa industria, para cambiar el stato quo", observa.

Experto cree que el interés por usar la electricidad para usos médicos seguramente crecerá ahora que "está explotando el campo de la microelectrónica".

"No tengo dudas de que será un gran avance. Solo falta que desarrollan un dispositivo fácil de usar".

miércoles, 1 de febrero de 2023

Qué problemas para la salud trae la falta de vitamina B12 (y por qué no siempre se puede resolver tomando suplementos)

 

B12

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES


Durante varios meses del verano de 2022, mi perra Scout vomitó a las 3 de la mañana casi todos los días. Si tienes un perro, conoces el sonido. Y todas las veces, ella se comía el desastre que hacía antes de que yo llegara, lo que dificultaba el diagnóstico de la causa.

El veterinario y yo finalmente decidimos que mis hortensias eran la fuente del problema, pero mantener a Scout lejos de ellas no funcionó. Empezó a parecer cansada todo el tiempo, algo muy preocupante en un cachorro labrador típicamente hiperactivo.

Luego, un día, Scout vomitó una bola de pelo, pero no cualquier bola de pelo. En los perros, el pelo normalmente pasa fácilmente a través del sistema digestivo, pero esta bola de pelo estaba envuelta alrededor de un trapo de limpieza que era demasiado grande para moverse.

Una vez que se eliminó este objeto extraño, los vómitos de la noche a la mañana terminaron. Sin embargo, Scout aún necesitaba tratamiento por una razón diferente y sorprendente: el objeto había inhibido un paso en la absorción de vitamina B12 en su cuerpo.

La B12 es un nutriente esencial involucrado en el funcionamiento adecuado de las células sanguíneas, los nervios y muchos otros procesos críticos en el cuerpo.

Soy nutricionista registrada y enseño nutrición y ciencia de los alimentos a estudiantes universitarios, pero aun así me perdí la deficiencia de B12 que estaba causando la fatiga de mi cachorro.

Los médicos pueden ignorarlo fácilmente en las personas, a pesar de que la deficiencia de B12 es un problema de salud común que afecta aproximadamente al 6% al 20% de la población de EE.UU.

La vitamina B12 es escasa en la dieta y se encuentra únicamente en alimentos de origen animal.

Afortunadamente, los humanos solo necesitan 2,4 microgramos de B12 al día, una cantidad muy, muy pequeña. Sin una cantidad adecuada de vitamina B12 en el cuerpo, la salud general y la calidad de vida se ven afectadas negativamente.

Signos y síntomas
Uno de los principales síntomas de la deficiencia de vitamina B12 es la fatiga, un nivel de cansancio o agotamiento tan profundo que afecta las actividades de la vida diaria.

Alimentos

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Signos y síntomas
Uno de los principales síntomas de la deficiencia de vitamina B12 es la fatiga, un nivel de cansancio o agotamiento tan profundo que afecta las actividades de la vida diaria.

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Otros síntomas son neurológicos y pueden incluir hormigueo en las extremidades, confusión, pérdida de memoria, depresión y dificultad para mantener el equilibrio. Algunos de estos pueden ser permanentes si no se aborda la deficiencia de vitaminas.

Sin embargo, dado que puede haber tantas causas para estos síntomas, los médicos pueden pasar por alto la posibilidad de una deficiencia de vitamina B12 y no detectarla.

Además, tener una dieta saludable parece descartar cualquier deficiencia de vitaminas. Caso en cuestión: como sabía que la dieta de Scout era buena, no consideré la deficiencia de vitamina B12 como la fuente de sus problemas.

Cómo se absorbe la B12
La investigación es clara en cuanto a que las personas que consumen dietas basadas en plantas deben tomar suplementos de B12 en las cantidades que normalmente brindan las multivitaminas estándar.

Sin embargo, cientos de millones de estadounidenses que consumen B12 también pueden estar en riesgo debido a condiciones que podrían estar obstaculizando la absorción de B12 en su cuerpo.

Uno de los síntomas de la falta de vitamina B12 es la fatiga.

La absorción de B12 es un proceso complejo de varios pasos que comienza en la boca y termina en el otro extremo del intestino delgado. Cuando masticamos, nuestra comida se mezcla con la saliva. Cuando se traga la comida, una sustancia en la saliva llamada proteína R, una proteína que protege a la B12 de ser destruida por el ácido estomacal, viaja al estómago junto con la comida.

Células específicas en el revestimiento del estómago, llamadas células parietales, secretan dos sustancias que son importantes para la absorción de B12. Uno es el ácido estomacal: separa los alimentos y la vitamina B12, lo que permite que la vitamina se una a la proteína R de la saliva. La otra sustancia, llamada factor intrínseco, se mezcla con los contenidos del estómago y viaja con ellos a la primera parte del intestino delgado: el duodeno.

Una vez en el duodeno, los jugos pancreáticos liberan B12 de la proteína R y la entregan al factor intrínseco. Este emparejamiento permite que la B12 se absorba en las células, donde luego puede ayudar a mantener las células nerviosas y formar glóbulos rojos sanos.

Una deficiencia de vitamina B12 generalmente implica un colapso en uno o más de estos puntos en el camino hacia la absorción.

Factores de riesgo para la deficiencia de B12
Sin saliva, la vitamina B12 no se unirá a la proteína R de la saliva y se inhibe la capacidad del cuerpo para absorberla. Y hay cientos de medicamentos diferentes que pueden causar sequedad en la boca, lo que resulta en una producción de saliva demasiado baja. Incluyen opioides, inhaladores, descongestionantes, antidepresivos, medicamentos para la presión arterial y benzodiazepinas, como Xanax, que se usan para tratar la ansiedad.

Otro contribuyente potencial a la deficiencia de vitamina B12 son los bajos niveles de ácido estomacal. Cientos de millones de estadounidenses toman medicamentos contra las úlceras que reducen los ácidos estomacales que causan las úlceras. Los investigadores han relacionado firmemente el uso de estos medicamentos con la deficiencia de vitamina B12, aunque esa posibilidad puede no compensar la necesidad del medicamento.

La falta de ácido estomacal dificulta la absorción de B12
La producción de ácido estomacal también puede disminuir con el envejecimiento. Más de 60 millones de personas en EE.UU. tienen más de 60 años y unos 54 millones tienen más de 65 años. Esta población enfrenta un mayor riesgo de deficiencia de vitamina B12, que puede aumentar aún más con el uso de medicamentos reductores de ácido.

La producción de ácido gástrico y el factor intrínseco por parte de las células parietales especializadas en el estómago es fundamental para que se produzca la absorción de B12. Pero el daño al revestimiento del estómago puede impedir la producción de ambos.

En los humanos, el deterioro del revestimiento del estómago se debe a una cirugía gástrica, inflamación crónica o anemia perniciosa, una afección médica caracterizada por fatiga y una larga lista de otros síntomas.

Otro culpable común de la deficiencia de vitamina B12 es la función inadecuada del páncreas. Alrededor de un tercio de los pacientes con mal funcionamiento del páncreas desarrollan una deficiencia de vitamina B12.

Y, por último, la metformina, un fármaco utilizado por alrededor de 92 millones de estadounidenses para tratar la diabetes tipo 2, se ha asociado con la deficiencia de vitamina B12 durante décadas.

Tratamiento para la deficiencia de B12
Si bien algunos médicos miden de forma rutinaria los niveles de B12 y otras vitaminas, un examen de control rutinario incluye solo un conteo sanguíneo completo y un panel metabólico, ninguno de los cuales mide el estado de B12.

Si experimentas síntomas potenciales de una deficiencia de B12 y también tienes uno de los factores de riesgo anteriores, debes consultar a un médico para que te haga una prueba. Se necesita un análisis de laboratorio adecuado y una discusión con un médico para descubrir o descartar si los niveles inadecuados de B12 podrían estar en juego.

En el caso de mi perra Scout, sus síntomas llevaron al veterinario a realizar dos análisis de sangre: un hemograma completo y una prueba de B12. Estos también son buenos puntos de partida para los humanos. Los síntomas de Scout desaparecieron después de unos meses de tomar suplementos orales de B12 que también contenían una forma activa de folato de vitamina B.

En los humanos, el tipo de tratamiento y la duración de la recuperación dependen de la causa y la gravedad de la deficiencia de vitamina B12. La recuperación completa puede tardar hasta un año, pero es muy posible con el tratamiento adecuado.

El tratamiento para la deficiencia de vitamina B12 puede ser oral, aplicarse debajo de la lengua o administrarse por la nariz, o puede requerir varios tipos de inyecciones. Un suplemento de vitamina B12 o un multivitamínico balanceado pueden ser suficientes para corregir la deficiencia, como lo fue para Scout, pero es mejor ver a un médico para garantizar un diagnóstico y tratamiento adecuados.

*Diane Cress es profesora asociada de Nutrición y Ciencias de los Alimentos, Universidad Estatal Wayne, EE.UU.

*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original (en inglés)