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domingo, 5 de noviembre de 2023

PSICOLOGÍA. El amor es una droga que hace efecto solo 15 meses.

Cuanto dura el amor
La neurociencia dice que el enamoramiento dura como máximo un año y tres meses, y la noradrenalina es una de las claves. A partir de allí, la relación pasa a otras fases.

En 1997, el escritor francés Frédéric Beigbeder decía que “el amor dura tres años” en una novela de inspiración autobiográfica del mismo título. El autor explicaba que, en el primer año de enamoramiento, la novedad de la relación hace que esta sea excitante y que la adrenalina amorosa provoque que pasemos por alto los supuestos defectos del otro. En el segundo año, la pasión se reduce. Suele haber menos sexo y menos comunicación, como si los temas para conversar se fueran agotando. En el tercero, emergen las diferencias, motivo por el que muchas rompen o se instalan en el conformismo. Todo esto según la opinión y la pluma de Beigbeder, que no tiene precisamente una mirada optimista sobre el mundo y las relaciones humanas. Pero ¿qué nos dice la ciencia sobre esta cuestión?

Un cuarto de siglo después de aquella novela, la neurocientífica Sara Teller revisa esta cuestión candente en su ensayo Neurocuídate. Entre el cóctel de “drogas” que se liberan con el enamoramiento está la noradrenalina. En palabras de la doctora Teller: “Es una de esas hormonas que liberamos cuando sentimos estrés. Este aumento de la noradrenalina causa taquicardia, palpitaciones, aumento en la presión sanguínea, hace que te tiemblen las manos, eleva la atención, la excitación sexual y puede causar insomnio”.

Estas reacciones fisiológicas explicarían por qué las personas enamoradas padecen ansiedad, sobre todo cuando quien ocupa sus pensamientos no les presta suficiente atención. La neurociencia ha revelado que los enamorados tienen incluso altos niveles de cortisol, la hormona del estrés. “Como muchos de estos síntomas se perciben en el corazón, tal vez por eso se dice que el amor se halla ahí y no en el cerebro”, concluye la autora de Neurocuídate.

Que el flechazo tenga una duración limitada, por lo tanto, podría ser una pura cuestión de supervivencia. Alguien que permaneciera constantemente enamorado tendría las facultades mentales alteradas y no podría operar con normalidad, lo cual iría en detrimento de su trabajo y de otras facetas de su vida personal.

Según la antropóloga y bióloga Helen Fisher, entre 12 y 15 meses después de haberse iniciado el enamoramiento, el “chute” de hormonas decae, con lo que el cerebro recupera su actividad normal, lo que nos procura una visión más clara de quién tenemos delante.

Esto no necesariamente tiene que derivar en apatía y distanciamiento, como apuntaba Beigbeder, sino que puede dar paso a un amor más sereno y sostenible.

Antes de pasar a esta fase, detengámonos a pensar cómo sería vivir “drogado” de amor todo el tiempo, desatendiendo el resto de las cosas de las que debemos ocuparnos, perdidos en una infinidad de wasaps y hormonas descontroladas.

Todo el mundo ha conocido a personas enganchadas al “subidón” del romance, lo que hace que cambien a menudo de pareja para vivir, una y otra vez, esa adrenalina. Sin embargo, ¿se sienten felices y realizadas? ¿Están en paz con ellas mismas? ¿O son como yonquis en busca de su dosis de amor efímero?

Volviendo a la neurociencia, superada la montaña rusa inicial, si permanecemos al lado de la misma persona, la bioquímica del cerebro cambia de nuevo. A medida que la dopamina y la noradrenalina disminuyen, la corteza prefrontal —la del juicio— recupera su actividad y el hipotálamo se calma, bajando la producción de las hormonas que desatan la pasión.

En esta fase madura del amor, podemos ver con claridad dónde estamos y qué proyecto a largo plazo queremos construir. Si la pareja sigue avanzando, se libera oxitocina, considerada la hormona de la confianza o del apego, ya que se produce al estar en contacto con nuestros seres queridos. Según la neurociencia, esto se da incluso entre los perros y sus amigos humanos.

Para que la pasión no vaya decayendo, hasta convertir la pareja en una relación fraternal, necesitaremos mantener vivas en el cerebro la testosterona y la dopamina. La primera se estimula con una vida sexual activa; en cuanto a la dopamina, la hormona del placer, se puede incrementar haciendo cosas emocionantes en pareja:

- Cambiar las rutinas por actividades nuevas.

- Promover conversaciones nutritivas, por ejemplo, haciendo un club de lectura para dos.

- Buscar proyectos comunes para ilusionarse.

- Compartir el sentido del humor, reír juntos al menos una vez al día.

Para un largo camino juntos

— Un ejemplo de que el amor puede durar toda la vida fue el matrimonio entre George H. W. y Barbara Bush, que duró 73 años. A quien fuera presidente le preguntaron por el secreto de su relación. Contestó: “Siempre pensamos que, si cada uno recorre tres cuartas partes del camino, en algún punto nos vamos a encontrar”.

— El neurocientífico Eduardo Calixto afirma que el cerebro tiene tres requisitos para que una relación perdure:

1. Apreciación. Tu pareja debe gustarte físicamente.

2. Inteligencia. Necesitamos admirar a nuestro compañero de vida; sin eso, la relación no se sostiene.

3. Reconocimiento. Que la pareja tenga éxito profesional.

sábado, 18 de junio de 2022

_- La mejor manera de explicar la Guerra Fría es hablando de ajedrez. Entrevista a Leontxo García


_- Ajedrez y ciencia. Ajedrez y pedagogía. Ajedrez y geopolítica. ¿Sabías que el juego de peones, inventado hace siglos, es hoy el mejor campo de experimentación de la inteligencia artificial? ¿Sabías que en España estamos a la vanguardia del uso pedagógico del ajedrez en la escuela? De todo esto y más, hablamos con Leontxo García (Irún, 1956), periodista especializado de ajedrez del diario El País, un mito de la comunicación de este deporte. Viajero incansable, recorre el mundo formando maestros en ajedrez educativo (más de 30.000, lleva) y divulgando los beneficios pedagógicos del juego que muchos consideran un arte. Autor del libro Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas (Crítica), Leontxo García me confiesa cuál es la pieza del tablero que más le gusta: “El peón, porque sólo puede ir hacia delante. Y, si llega a su fin, puede convertirse en reina. Premio a su tenacidad”. La entrevista la realizó Txema Seglers. 

Hondarribia, una tarde de verano de 1976. Tienes 16 años. Llueve y un amigo te propone ir a un club de ajedrez que han abierto en Irún. Movido por la curiosidad, te asomas por el club y, de repente, quedas maravillado. ¿Qué hechizo se produjo allí dentro?

Definir la magia es muy difícil y, de hecho, me he preguntado muchas veces por qué el ajedrez me atrajo tanto. Aquella tarde se produjo el hechizo: quizás por el hecho de ver a las personas de aquel club cómo disfrutaban pensando o quizás porque el ajedrez me mostró a la perfección la cita “Sólo sé que no sé nada”, de Sócrates. Allí dentro, todos los días, yo aprendía cosas nuevas y todo se convirtió en un nuevo reto, cada vez más fascinante. Por eso, imagino, tres años después, fui campeón absoluto de Guipúzcoa.

¿No había nadie de tu familia que jugara al ajedrez? ¿El padre? ¿La madre? ¿Un tío?

No, en casa no había ningún jugador más.

¿Y cómo pasas de ser campeón absoluto de Guipúzcoa a ser el periodista con más prestigio en el mundo del ajedrez detentor de un estilo muy personal? ¿Cómo fueron tus inicios periodísticos?

En San Sebastián se editaba la revista Jaque, y el director me pedía crónicas de los torneos en los que yo jugaba. Y en el año 83 pasa una de esas oportunidades que sólo aparecen una vez en la vida: la semifinal en Londres del torneo de candidatos con los duelos Kasparov-Korchnoi y Smislov-Ribli. Como en Londres yo tenía amigos y, por tanto, cama donde dormir, llamé al diario Deia de Bilbao para ofrecerme como enviado especial. Como les salgo baratísimo, me dicen que sí. Y entonces, cuando estoy en el avión en dirección a Londres, surge el momento clave.

¿Cuál?

Me entra el pánico, me asusto. Me pregunto: Leontxo, pero ¿Dónde te has metido, si tú hasta ahora sólo has escrito para aficionados de ajedrez? ¿Qué vas a hacer ahora? Yo me imaginaba un hipotético lector sentado en la cafetería del pueblo, hojeando el diario mientras desayuna, y que, cuando llegara a la sección de deportes y leyera fútbol, pelota vasca o tenis, no pasara de largo el artículo de ajedrez. ¿Cómo podía hacer que el lector se detuviera en mi crónica? Si me ponía a hablar de la defensa siciliana, mal rayo. Mientras pensaba todo esto con angustia, llego a Londres y me voy directo al hotel donde se alojan los jugadores. Y mientras curioseo por los pasillos, de repente, contemplo la escena que me enciende la bombilla para el resto de mi carrera profesional: en un rincón veo a los miembros del equipo de Kasparov hablando amistosamente con los otros miembros del equipo de Korchnoi, que era el traidor a la patria soviética, el disidente huido de la URSS. Lo que yo estaba viendo estaba prohibido por la ley soviética. Escribí la crónica con el título: “En el ajedrez sí que hay distensión este-oeste”. Y yo me dije: "Leontxo, ese es el camino". Y así en los 39 años posteriores.

¿Por qué el ajedrez tiene tanta carga simbólica y es una metáfora del poder? Por ejemplo, hablemos de la geopolítica como un tablero de ajedrez y tú mismo, cuando explicas los grandes duelos de la historia, explicas el trasfondo político de las partidas.

El ajedrez es boxeo mental, es la lucha encarnizada entre dos mentes, donde la suerte apenas existe. Por ejemplo, para un profesor de historia no existe una manera más eficaz de explicar la Guerra Fría que explicando el combate Spasski-Fischer, justo cuando el botón rojo de la guerra nuclear estaba a punto de ser pulsado. ¿Qué había de más simbólico que el ajedrez para describir la tensión entre Spasski, el héroe soviético de un país donde el ajedrez es mucho más que un deporte, y Fischer, el joven rebelde excéntrico y autodidacta de Estados Unidos? Por eso, el duelo fue primera página en todos los periódicos del mundo.

¿Qué alegoría podemos hacer hoy sobre Putin y el ajedrez?
Con la agresión de Ucrania, Putin viola un principio muy importante del ajedrez establecido hace cien años por Aron Nimzowitsch: “La amenaza vale más que su ejecución”. Si Putin se hubiera quedado en el terreno de la amenaza y de la negociación, en realidad habría tenido razón; porque, incluso si Putin fuera el presidente más demócrata del mundo, nunca podría aceptar que Ucrania fuera miembro de la OTAN y cortar el paso de Rusia hacia el mar Negro y, por tanto, hacia el Mediterráneo. Los otros puertos de Rusia están en el Ártico, casi impracticables por el hielo, o Vladivostok, más arriba de Japón. Moralmente, la agresión de Putin es imperdonable, y desde la lógica racional, inexplicable, porque, como te decía, podría tener razón en el terreno de la amenaza y, sin embargo, ahora se ha convertido en un criminal de guerra.

Putin tenía y tiene tres grandes opositores: Boris Nemtsov, Aleksei Navalni y el legendario jugador de ajedrez Gari Kaspárov. El primero murió. El segundo, encarcelado. ¿Y Kaspárov?

En 2013, Kaspárov recibe una información confidencial: quieren asesinar a uno de los tres. Él decide irse de Moscú hacia Nueva York con su esposa y sus hijos; y toma una decisión muy difícil: irse sin su madre, con la que tenía una relación fuerte, vital, por la niñez huérfana del jugador. Kaspárov lo calcula bien, porque en el 2015 asesinan a Nemtsov y luego envenenan a Navalni.

El propio Kasparov protagoniza el duelo más épico jamás visto cuando se enfrenta contra la computadora Deep Blue: la creatividad del cerebro humano contra la fuerza bruta de la máquina. Tú estabas allí.

En los años noventa a todos nos gustaba que una máquina nos hiciera la declaración de la renta; pero nos estremecía que un ordenador ganara el campeón del mundo de ajedrez. No hablo de miedo, sino de terror, de auténtico pánico. Y Kaspárov se convirtió en el estandarte del género humano contra las máquinas. No exagero. Sólo hay que recordar a los titulares de prensa de los periódicos de Estados Unidos, o los anuncios de la calle en Nueva York que decían: “¿Será capaz este hombre de salvar el género humano?”. Incluso un hecho inédito describe la épica del duelo: Kaspárov, que jugaba bajo la bandera rusa contra el operador de IBM que traducía las jugadas de la computadora Deep Blue con bandera estadounidense, recibía el apoyo incondicional del público estadounidense. Nunca visto: ¡los americanos querían que ganara un ruso!

Ésta es buena. Más allá del juego, este duelo sirvió para investigar sobre la inteligencia artificial (IA).

Sí. Los padres de la informática, Claude Shannon y Alan Turing, a finales de los años cuarenta, llegan separadamente a la misma conclusión: que el ajedrez es el mejor campo de experimentación para la IA. El número de partidas diferentes en un tablero de ajedrez es mayor que el número de átomos que hay en el universo entero conocido. Hablamos de un 1 seguido con 123 ceros. Para la mente humana, esa cifra se aproxima al concepto de infinito; pero, por una máquina, se convierte en finita y, por tanto, manejable. Shannon y Turing concluyeron que, si lograban que una máquina ganase un campeón de ajedrez, el proceso científico sería tan complejo y rico que podrían aplicar todo el aprendizaje en otros campos. Y tenían razón, aunque tardaron más de lo que suponían: unos 50 años.

¿En qué campos se aplicó todo lo aprendido?
Ámbitos como el de la ciencia molecular, la fabricación de medicamentos complejos, la previsión meteorológica, las finanzas, la planificación de la agricultura, cuestiones medioambientales, etc. Pero todavía queda lo más impactante: gracias a lo aprendido en el ajedrez, se ha logrado el mayor avance en la historia de la biología: descifrar el comportamiento de las proteínas, esenciales para la vida. Los mayores expertos aseguraban que tardaríamos siglos, pero sólo hemos tardado 25 años.

Si una máquina calcula millones de jugadas en un segundo, ¿por qué fue tan difícil que los ordenadores ganaran los grandes campeones de ajedrez que carecen de la fuerza bruta de la máquina?

Una computadora, en una fracción de segundo, comprende que una dama vale 10 y un peón 1. Pero, en ajedrez, aparecen muchas excepciones y, en una gran cantidad de posiciones, la dama no vale 10 y, en cambio, un peón puede ser muy importante si, por ejemplo, domina casillas vitales. Un niño de seis años esto lo entiende en un minuto por puro sentido común. Pero, ¿Cómo programas el sentido común en una máquina? La computadora sólo entiende un lenguaje de ceros y unos; por eso, posee una fuerza sucia descomunal. El mayor éxito fue cuando los informáticos consiguieron programar en una máquina algo parecido a la intuición humana; es decir, que la computadora comprendiese el valor relativo de las piezas y fuese capaz de sacrificarlas para conseguir al final de la partida un ataque ganador. Esto fue un prodigio.

¿Quieres decir que no sacrificaba una pieza mediante un cálculo preciso y perfecto?
Exacto, lo hacía por vía intuitiva, porque eso le daba un ataque fuerte. Pero el concepto de ataque fuerte es etéreo para una máquina, no para una persona. Cuando programaron esta intuición, los ordenadores ya empezaron a jugar mejor que el campeón del mundo de ajedrez.

Tiene ironía: la computadora gana si se asemeja a nosotros. Y entonces, ¿Qué nos queda a los humanos?
La belleza del juego, que en ajedrez es hija del error. Tú y yo hacemos una partida, yo me equivoco y tú encuentras una combinación brillante que te da la victoria. Los ordenadores procesan jugadas interesantes desde una perspectiva técnica. A nosotros nos queda la belleza.

¿En qué pueden ayudar el ajedrez en la vida cotidiana?
En muchas cosas. Primero, en pensar con coherencia. Hoy, en los países más avanzados entre comillas, de vida rápida y estresante, la gente piensa cada vez menos. Suma el mal uso de las redes, la basura producida por los canales de televisión (mucha en horario infantil) y la desigualdad creciente en muchos países. Entonces, ¿Qué es mejor que un juego que instala en tu mente el hábito de pensar? Ante una situación, un proyecto o un problema, lo primero que debes hacer es pensar. Además, el ajedrez también desarrolla mucho la calidad de la autocrítica. El ajedrez es un juego sin árbitros y, si pierdes, no puedes culpar a nadie de tu derrota.

Importante, sí.

Te digo otra: el pensamiento flexible, vital hoy en día en el siglo XXI. En los últimos 25 años, el mundo ha cambiado más que en ningún otro período de la historia de la humanidad. Y cambiará más. La mitad de nuestros niños de los países avanzados ejercerán profesiones que todavía no existen, que requerirán tecnología todavía no inventada. El ajedrez desarrolla mucho la capacidad de adaptarte rápidamente a una realidad cambiante, porque, durante una partida, el reloj pierde segundos y un movimiento plantea una nueva relación entre las piezas. Son procesos cerebrales que automatizas y trasladadas a tu vida.

Las matemáticas, la música y el ajedrez son los tres ámbitos que más niños prodigio han dado. Tú en tu libro señalas también el valor de la inteligencia emocional en el ajedrez educativo.

Sí, es un tipo de inteligencia importantísima en la pedagogía del siglo XXI. He dicho antes que el ajedrez es boxeo mental, pero también es una lucha de emociones. Tienes que controlarlas durante la partida e intentar conocer las de tu contrincante para saber cómo jugar.

De hecho, hablas del ajedrez como el deporte más violento de todos y que por eso hay que dominar las emociones aún más.

Sí, porque un jugador de fútbol u otro deportista puede desahogar la tensión gritando, corriendo o saltando; pero, en el ajedrez, como mucho, puedes pasear por el escenario y poco más. Toda la tensión se acumula durante cuatro o cinco horas sobre el tablero y es necesario saber gestionarla. Primero, identificar las emociones y, después, comprender cuándo sientes angustia; o si estás demasiado confiado; o si tienes miedo al rival, si eres muy o poco prudente, etc. Todo el universo de las emociones está en juego durante una partida.

¿Y qué es lo que mejor funciona en materia educativa?
El uso interdisciplinario y transversal del ajedrez. Por ejemplo, la geometría, las matemáticas o el álgebra se explican de una manera eficaz y divertida con el ajedrez, y sin que el profesor tenga que saber jugar. La inteligencia emocional es transversal en todo el plano educativo y así los niños aprenden jugando con ellos.

¿Y cómo estamos en materia educativa?
España está a la vanguardia mundial de ajedrez educativo, a partir de lo que yo llamo el “milagro del 11 de febrero de 2015”, cuando todo el Congreso de los Diputados por unanimidad apoyó al ajedrez como herramienta educativa. En 2018, 10 de las 17 comunidades autónomas ya habían introducido el ajedrez en los horarios lectivos, de las cuales cinco lo están haciendo muy bien. Cataluña es una. De hecho, ha recibido la etiqueta de modelo de buenas prácticas para el resto del mundo.

¿Y cómo valoran los propios maestros y educadores el ajedrez educativo?
Cuando se dan cuenta de que el ajedrez funciona tan bien de forma transversal e interdisciplinaria, llegan a la conclusión de que el juego debe tener su propia hora lectiva, con objetivos pedagógicos apropiados a cada etapa, sea infantil, primaria o secundaria. Y es muy importante hacerlo así.

En comparación con los hombres, ¿por qué hay tan pocas mujeres jugadoras de ajedrez? Es un misterio analizado a lo largo de la historia del ajedrez. Señalas que existen dos grandes teorías avaladas por estudios científicos sobre esta cuestión: la primera afirma que las mujeres están menos dotadas para ámbitos cuantitativos (matemáticas, física, ingeniería…). La segunda, que ambos sexos nacen con el mismo potencial intelectual, pero que, por circunstancias socioculturales (discriminación social), muchas mujeres no se dedican a dichos ámbitos.

Es una pregunta importante, sí. ¿Por qué por cada mujer que juega al ajedrez, hay entre 7 y 14 hombres? ¿Y por qué ocurre esto en un deporte donde la fuerza bruta no sirve para nada? El ajedrez, en la inmensa mayoría de los países, tiene un sello de masculinidad. Según algunos estudios científicos, hay diferencias entre un cerebro masculino y uno femenino: existen porque las hormonas son diferentes. Lo que no se sabe es hasta qué punto son distintas. Sin embargo, hay que investigar más y, desde una perspectiva rigurosamente científica, dejar abierta la posibilidad de que un sexo esté más capacitado que otro para determinadas actividades, y al revés. Ahora bien, ante tu pregunta, yo diría que es más por una razón educativa que genética.

Tú lo expresas con una frase: las mujeres, si quieren, pueden jugar tan bien como los hombres; pero, normalmente, no quieren.

Es un hecho (otra cosa es explicarlo) que, cuando se llega a la pubertad, el número de niñas que abandonan el ajedrez es muy grande, más que el de niños. Y ocurre justo cuando existe la explosión hormonal propia de la edad. Para la mayoría de niños de esta edad, convertirse en lo mejor en alguna actividad suele ser una prioridad. En cambio, para la mayoría de niñas de esa edad, no lo es. Suelen tener otras prioridades como, por ejemplo, ampliar su círculo social.

Tú haces una lista de las grandes jugadoras de la historia del ajedrez y entre ellas destacas Judit Polgar, la más importante, considerada la mejor jugadora de ajedrez de la historia, la única mujer que ha conseguido estar entre los 10 primeros jugadores de la clasificación mundial.
Exacto. Judit Polgar y sus hermanas, también grandes jugadoras de ajedrez, tuvieron pubertad, una enorme inundación de progesterona en los cerebros y, en cambio, no dejaron de jugar al ajedrez. Y, además, lograron resultados impresionantes.

Cuentas una escena de cómo Judit Polgar sembraba el pánico entre los grandes jugadores de ajedrez. Y cómo éstos se extrañaban de ver a una mujer compitiendo por el campeonato mundial.

Yo fui educado en la España franquista, y, cuando jugaba torneos internacionales y me enfrentaba a una mujer, yo sentía una presión enorme que yo mismo me infundía, como si por la educación que yo había recibido fuera inconcebible perder con una mujer. Me duró poco, porque, al igual que el nacionalismo se cura viajando, el machismo, también. En una dosis mayor o menor, el machismo es universal. Y, en ajedrez, más aún, porque siempre ha sido un mundo muy masculino, con pocas mujeres. La irrupción de Judit Polgar fue una revolución total en los torneos de élite. Ella era capaz de ganar incluso al campeón del mundo. Por último, cuando los grandes jugadores se acostumbraron, la aceptaron como uno más del grupo, pero duró algunos años.

Hablemos de la famosa serie Gambito de dama. Una jugadora de ajedrez como protagonista. Ha generado mucho interés por el ajedrez.
En Gambito de dama hay aspectos positivos, pero hay algo que no me gusta: la protagonista no pierde ni una sola partida hasta que la gana el campeón estadounidense. Esto es absolutamente imposible por muy grande que sea tu talento, incluso si eres el mejor jugador de la historia. Es imposible que nadie gane hasta que pierdes con el campeón. Ofrece un mensaje muy negativo, especialmente para niños.

¿Cuál?
Vivimos en una sociedad en la que parece que si pulsas un botón consigues lo que quieres. Es muy importante enseñar a los niños que cuantas más veces caigan, más veces se levantarán y más habrán aprendido de estas caídas. Si no subrayamos este mensaje, crearemos una sociedad de personas muy blandas. A veces me invitan a torneos de niños y cuando quieren que hable, antes de jugar, les digo que algunos de ellos estarán muy contentos cuando ganen, y otros, muy tristes cuando pierdan. Pero, en ajedrez, contrariamente a otros deportes, la suerte no influye, y que si pierden se pregunten por qué han perdido. Así, habrán aprendido algo útil para la próxima partida y, sobre todo, para la vida, fuera del ajedrez.

Hablemos de ajedrez y salud. Para disfrutar de los beneficios del ajedrez, ¿no es necesario ser un profesional, ¿verdad?
Hay dos planos distintos que se confunden. Muchas personas piensan que el ajedrez es para gente muy inteligente. Es un pensamiento erróneo, ya que equipara a un profesional del maratón con una persona a la que le gusta correr a veces. Lo mismo ocurre con el ajedrez. Hay un proverbio hindú que dice que el ajedrez es un mar inmenso, donde un mosquito bebe y un elefante se baña. Para disfrutar del ajedrez, basta con ser un mosquito; no es necesario ser un elefante.

¿Qué beneficios tiene la práctica del ajedrez en materia de salud?
Hay suficientes evidencias científicas que permiten afirmar que la práctica frecuente de ajedrez a lo largo de la vida ralentiza el envejecimiento cerebral y, por tanto, el alzhéimer o la demencia senil. España tiene la segunda esperanza de vida más alta después de Japón y quizás hacia el año 2040 será aún más alta. Nuestros abuelos ya habían asumido que era necesario realizar ejercicio físico. Pero, ahora, comprendemos que también debemos practicar alguna gimnasia mental, y el ajedrez, no es la única, pero sí la mejor según la ciencia.

¿Por qué al ajedrez, metáfora de la inteligencia, considerado por muchos un juego, un deporte e incluso un arte, le ha faltado visibilidad?
Al ajedrez les ha pasado igual que al balonmano. El balonmano tenía raíces escandinavas y eslavas, y no se cuidó su marketing. El ajedrez era una pasión popular en la URSS, pero sin ningún interés por la imagen y la comunicación. Ahora, esto ha cambiado. Cuando el joven Magnus Carlsen, actual campeón del mundo, firmó un contrato con la marca de ropa juvenil G-Star, tuvo que realizar sesiones fotográficas, entrevistas, fiestas, etc. Y esto ha llevado al ajedrez a ámbitos donde antes no habían llegado.

Por cierto, una curiosidad para acabar: las aperturas en el ajedrez son los primeros movimientos de una partida. Hay un montón, algunas muy famosas como la apertura italiana, la española, la escocesa, etc. Pero existe también la apertura catalana. ¿Es buena para jugar?
Sí. La apertura española y la catalana están entre las más antiguas y todavía están vigentes, de las más utilizadas hoy en día. De la española, hace cuatro siglos, y de la catalana, más de cien años. Son dos concepciones diferentes del ajedrez que muestran su época. La defensa española tiene que ver con la época romántica y lo más importante es hacer jaque mate al rey, lo más rápido posible. En cambio, la apertura catalana es un bombardeo: en lugar de ocupar el centro con los peones desde el minuto uno, presionas el centro del tablero de lejos e invitas a tu rival a tomar el centro para atacarle después.

Leontxo García Periodista y divulgador del ajedrez 

Traducción: Josep M. Gil

sábado, 20 de noviembre de 2021

“Si sabes que puedes morir y no te vacunas, eres irracional o estúpido”

                                                      

El neurocientífico Antonio Damasio, una eminencia en el estudio del cerebro, reflexiona sobre la consciencia, la racionalidad y la inteligencia 

En el apartamento de Antonio Damasio (Lisboa, 1944) en Los Ángeles cuelga una enorme fotografía de una sala de conciertos. Un pianista toca una melodía para una audiencia compuesta por sí mismo. En todas las butacas está el mismo hombre, cada uno tiene una postura diferente y parece reflejar un sentimiento distinto. Se trata de una obra del artista alemán Martin Liebscher. Es una inmejorable pieza para adornar la pared de un hombre que ha dedicado su vida a investigar el cerebro y su relación con los sentimientos.
 
Considerado una eminencia en su campo y director del Instituto del Cerebro y la Creatividad de la Universidad del Sur de California (USC), Damasio publica Sentir y saber (editorial Destino). El libro comunica de forma accesible décadas de investigación sobre las sensaciones y los procesos del cerebro. El doctor explica también las diferencias entre mente y consciencia, dos conceptos que suelen confundirse. Además, aboga por un mundo con máquinas inteligentes que puedan sentir. En su opinión, la inteligencia artificial que se abre paso en el mundo moderno tiene un “error de concepto” que priva a las máquinas de cuerpos más hechos a la imagen del humano. Con voz baja y pausada, Damasio conversa en la sala de su casa frente a una edición de la biografía de otro portugués que escribió del ser: Fernando Pessoa.

Boris Cyrulnik: “Los adolescentes más afectados por la pandemia, de adultos, tendrán depresión crónica”

Pregunta. Usted combate la idea de que la consciencia es un misterio. 
Respuesta. Esa posición se está derrumbando. Cada vez más gente cree que este asunto puede ser abordado desde la ciencia. Quizá no tenemos la solución todavía. El mayor problema es que falta reconocer que la mente y la consciencia son diferentes. La clave la tienen los sentimientos. Una vez que podemos sentir dolor, enojo, ira o deseo es que somos conscientes. Y después, todo lo demás —que está en nuestra mente— se engancha a ese sentimiento, que es el de uno mismo vivo. Al final la consciencia es la habilidad de sentir el estado de la vida dentro de nuestro cuerpo en cualquier momento. Y está ahí desde poco después de haber nacido hasta el fin de la vida.

P. Dice que nos beneficiamos de una inteligencia no explícita que nos hermana a organismos milenarios.
R. Las bacterias son inteligentes, los organismos con mil células pueden ser muy inteligentes. Eligen lo que más les conviene para mantenerse vivas, para mantener la homeostasis [el equilibrio al que tiende un cuerpo biológico], pero no saben que lo hacen. Lo hacen de forma implícita. Nosotros tenemos el beneficio de ambas inteligencias. No tenemos forma de regular la digestión, la respiración o la función del corazón, eso se hace de forma implícita. Nos beneficiamos de un nivel de inteligencia encubierto y otro relacionado con nuestro conocimiento. Sentir te da conocimiento. El gran momento del desarrollo de la consciencia es el momento en que las criaturas comenzaron a tener sentimientos. Y estos comenzaron a ser homeostáticos: hambre, sed, el estar bien, enfermedad, dolor y deseo. Todo gira en torno a esto.

P. ¿Y qué pasa con la pérdida de un ser querido o el duelo? No es físico, pero afecta a la consciencia.
R. Lo interesante de la mente es que conforme se ha desarrollado ha tomado prestados de la naturaleza señales y sistemas. Es algo que hacemos también con las estructuras culturales. ¿Qué es una economía? Son proyecciones de nuestras necesidades físicas en la sociedad. ¿Por qué la gente está interesada en descubrir cómo compensar no solo el dolor físico sino también el dolor de la pérdida? Había apego y la tristeza viene con él. La gente es capaz de imaginar mundos, tienes la construcción de cosas que ayudan a hacer tolerable la pérdida. Las ideas fundamentales de la religión giran en torno a eso. Puede decirse que no solo se descubre a Dios, sino una construcción de él que se relaciona con que somos conscientes de nuestro sufrimiento.

P. ¿Por qué es el cuerpo tan importante para la mente?
R. Nada de esto tiene sentido sin el cuerpo. No somos fantasmas. Hay algo bello y dramático a lo que debemos enfrentarnos: la vida que se nos va a cada minuto y que es como el acto de un funambulista en el circo. Necesitas habilidad para mantener la vida.

P. Por la importancia del cuerpo usted dibuja una línea de separación con la Inteligencia Artificial (IA).
R. La IA es espectacular, pero somos nosotros quienes le proveemos la consciencia y la guía para que haga cosas que probablemente no podríamos hacer. ¿Vamos a aceptar la IA tal y como es ahora o podemos hacerla aún más inteligente? Es un debate con dos bandos. Uno está conforme con cómo funciona. Otro dice que puede adaptarse más a lo que somos. Para ello debería tener algo parecido a sentimientos. Creo que pueden desarrollarse máquinas así.

P. Científicos en universidades como la suya están trabajando para extender la vida de los humanos hasta los 140 años o más. ¿Cómo cambiaría esto nuestra relación con la mente?
R. Cualquier viejo querrá vivir 10 o 15 años más si se lo ofrecen. Pero no sabemos qué consecuencias podría tener. Es una buena idea y es posible porque muchas de las razones de por qué envejecemos y morimos se pueden corregir, hasta cierto punto. No sabemos el límite. Cada vez la gente vive más y se puede conservar la mente. No tienes que ser viejo e idiota.

P. Usted dice que los sentimientos ya están en el cerebro. ¿Puede este repertorio cambiar con el tiempo?
R. Mire lo que ha pasado con las redes sociales. Es muy fácil manipular a las personas para que crean algo, que no hagan algo o hacerles pensar que algo les gusta más de lo que debería. Hay una posibilidad de cambio en las influencias culturales de cosas como Facebook. Debemos tener cuidado.

P. ¿Nos estamos haciendo menos inteligentes?
R. No lo creo. La habilidad para entender incluso ha mejorado. La inteligencia está. Es la habilidad de ser racional lo que falla. Mira la irracionalidad de todos los que han decidido no vacunarse. ¿De dónde viene eso? Hay gente que está firmando su sentencia de muerte. La capacidad intelectual es la misma, pero no estás siendo racional. Es diferente a no ser inteligente.

P. Uno tendría que ser inteligente para ver que está siendo irracional.
R. Si sabes que existe la posibilidad de que mueras y aun así decides no vacunarte, es que eres irracional o directamente estúpido. No hay vacuna para la estupidez.

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

lunes, 5 de octubre de 2020

_- Qué es la inteligencia, qué tan importante es y por qué no deberías decirle a nadie que es inteligente. Analía Llorente. BBC Mundo.

_- ¿Alguna vez escuchaste o dijiste las frases "eres muy inteligente" o "qué inteligente es este niño"?

Si es así, quizás deberías empezar a replantearte si estás en lo cierto. No por el calificativo hacia la persona a quien quieras elogiar, sino por el propio concepto de inteligencia.

Creer que la inteligencia es única y universal es un mito porque hay muchas maneras de entenderla y definirla, señalan los especialistas consultados por BBC Mundo.

Incluso aseguran que la frase 'una persona es inteligente' debería ser anulada.

Pero ¿qué es la inteligencia?
Según la primera entrada en el diccionario de la Real Academia Española, inteligencia es la "capacidad de entender o comprender" y la segunda es la "capacidad de resolver problemas".

Por eso, "cuando alguien dice que un niño es inteligente en general se piensa exclusivamente en una inteligencia lógica, racional, analítica y que es solo un tipo de inteligencia", le dice a BBC Mundo Julián De Zubiría, consultor en Educación de las Naciones Unidas para Colombia.

La inteligencia generalmente está asociada al pensamiento lógico.
De hecho, los especialistas en psicología no están del todo de acuerdo con el significado que aparece en el diccionario.

"Los conceptos de 'inteligencia' son intentos de clarificar y organizar un grupo complejo de fenómenos. Aunque cierto grado de comprensión ha sido alcanzado en ciertas áreas, ninguna conceptualización ha respondido todas las preguntas importantes, y ninguna tiene un carácter universal", señala el estudio "Inteligencia: conocimientos e incógnitas" (Intelligence: Knows and Unknows) firmado por varios profesionales de la Asociación Estadounidense de Psicología en 1996.

Y añade: "De hecho, cuando se le pidió a una docena de teóricos prominentes que definiesen inteligencia, dieron dos docenas de definiciones distintas entre sí".

Es equivocado decir que una persona es inteligente.

Julián De Zubiría, consultor en Educación de las Naciones Unidas para Colombia
Según la psicóloga Susana Urbina, quien participó de ese estudio, "hubo un afán de definir la inteligencia como si fuera un concepto que todo el mundo entienda".

"Quizás en otro siglo se pudo entender pero hoy no es así. No es un concepto simple", le dice a BBC Mundo.

Ser inteligente
Para Julián De Zubiría, cuando uno califica que alguien 'es inteligente' está cometiendo varios errores.

"El primero es que está hablando de la inteligencia en singular. Por lo tanto, está desconociendo la diversidad de inteligencias", dice este educador colombiano director del Instituto Alberto Merani, en Bogotá, Colombia, que monitorea a miles de niños con capacidades cognitivas altas.

Para el profesor Julián De Zubiría lo correcto sería decirle a alguien que "está" en lugar de que "es" inteligente. Efectivamente, existen diferentes teorías que sostienen que hay múltiples tipos de inteligencia.

Una de las más conocidas es la del psicólogo e investigador estadounidense Howard Gardner que considera que hay inteligencia lingüística, musical, lógica-matemática, espacial, corporal-kinestética, interpersonal y naturalista.

Según otras teorías, también están la inteligencia emocional, intrapersonal, creativa y la colaborativa, entre otras.

"La idea de que había una sola inteligencia condujo a una escuela dedicada al trabajo solo de la razón y la lógica", describe De Zubiría.

Nacer inteligente
El segundo error que desataca el profesor en la frase 'ser inteligente' es el verbo que se emplea.

"En la vida no hay gente que sea o no sea inteligente, sino que hay gente que se va volviendo más o menos inteligente según tenga más o mejores padres, maestros y medios culturales enriquecidos", le dice a BBC Mundo.

Una persona no nace inteligente sino que se va haciendo a lo largo de la vida, señalan los especialistas. Por eso, "sería más lógico decir cuan 'está' que cuan 'es' inteligente una persona. Porque cuando se dice 'es' se presupone que es una capacidad estable", añade De Zubiría autor del ensayo "Mitos y realidades sobre la inteligencia y el talento".

Del mismo modo, para la psicóloga Susana Urbina, especialista en evaluación psicológica, "la frase 'es inteligente' debería ser anulada".

"Una persona no nace siendo inteligente. Tiene condición genética y física y luego va adquiriendo las inteligencias. El medioambiente tiene mucho que ver con eso", explica.

¿Qué es la neuroeducación y cómo puede cambiar la forma de enseñar y aprender?

Medir la inteligencia
A principios del siglo XX, el psicólogo francés Alfred Binet inventó el primer examen de inteligencia, una prueba de predicción del rendimiento escolar, para diferenciar a los niños capaces de los menos capaces.

"Creo que se ha sobrevalorado la inteligencia porque no es el único bien o el bien necesariamente principal", opina la psicóloga Susana Urbina.

Este tipo de evaluación derivó en otras que fueron usadas por diferentes escuelas para determinar el ingreso de estudiantes.

"Desgraciadamente los psicólogos hemos sido culpables por haber creado estas pruebas de inteligencia", reconoce Urbina que también es profesora en la Universidad del Norte de la Florida, Estados Unidos.

Un psicobiólogo respondió tus preguntas "En realidad son pruebas que asesoran y estiman los diferentes tipos de habilidades que tienen las personas", describe y aclara que no son determinantes.

Seleccionar a un niño en un colegio mediante un test de inteligencia es un error absurdo"
Julián De Zubiría, consultor en Educación de las Naciones Unidas para Colombia.

Por su parte, De Zubiría detalla que "estas pruebas de inteligencia surgieron en 1905, por lo tanto se diseñaron con las ideas de ese entonces y hoy la inteligencia analítica es distinta a la que creíamos un siglo atrás".

"Hoy sabemos que el conocimiento no sería un buen indicador de inteligencia, porque alguien podría no saber mucho pero sí procesar muy bien la información".

Para el profesor, este tipo de test deberían estar prohibidos porque "terminan discriminando o sobrevalorando a un niño y un padre termina creyendo que su hijo es muy inteligente porque puntuó en un test de hace más de un siglo".

¿Tener inteligencia es sinónimo de éxito? Según los especialistas consultados, inteligencia y éxito no van de la mano.

"Si la inteligencia analítica no es acompañada de esfuerzo, trabajo, buenos orientadores y buenos padres es sinónimo de fracaso", dice De Zubiría.

¿La inteligencia garantiza el éxito? No siempre...
Mientras que la psicóloga Urbina hace hincapié en que cada persona tiene un concepto diferente de lo que es el éxito.

"En este tipo de sociedad se valora mucho la riqueza y la inteligencia en el sentido de la acumulación de muchos títulos universitarios y puestos de trabajo importantes, entonces eres inteligente", analiza.

¿Cuánto debería preocuparnos la "estupidez artificial"? El sexismo de la inteligencia artificial: ¿por qué Alexa, Cortana y la gran mayoría de asistentes virtuales son femeninas?

Entonces ¿es importante ser inteligente?
Ambos expertos coinciden en que "la inteligencia" racional y lógica medida en las pruebas no es importante en la vida.

"Esa mide poquísimas de las cosas. Pero las inteligencias que uno usa en el mundo concreto, cotidiano, práctico para resolver problemas que nos presenta la cotidianidad, son decisivas en la vida", opina De Zubiría.

Para Urbina, la inteligencia se ha sobrevalorado, porque "no es el único bien. La compasión, la comprensión, la ternura, la honestidad, son valores que podemos poner por delante de la inteligencia".

"No quiero decir que la inteligencia o que las pruebas no tengan valor. Pero no hay que sobrevalorarlas", concluye.

martes, 30 de junio de 2020

_- Qué es el cociente de adaptabilidad (AQ), la medida de "inteligencia" clave para encontrar trabajo en el futuro.

_- Antes, si querías evaluar qué tanto alguien podría ascender en la escala profesional, podrías haber considerado pedirle que hiciera una prueba de cociente intelectual.

Durante años se pensó que la prueba del cociente intelectual (IQ, por sus siglas en inglés), que mide la memoria, el pensamiento analítico y la capacidad matemática, era una de las mejores formas de predecir nuestras perspectivas de trabajo futuras.

Más recientemente, se ha prestado mayor atención a la inteligencia emocional (EQ, por sus siglas en inglés), caracterizada como un conjunto de habilidades interpersonales, de autorregulación y comunicación.

La EQ ahora es generalmente vista como un kit de herramientas que juega un papel importante en ayudarnos a tener éxito en múltiples aspectos de la vida.

Tanto el IQ como la EQ se consideran importantes para nuestro éxito profesional. Pero hoy en día, a medida que la tecnología redefine cómo trabajamos, las habilidades que necesitamos para prosperar en el mercado laboral también están evolucionando.

Por ello, hay que agregar el coeficiente de adaptabilidad -o AQ- un conjunto subjetivo de cualidades definidas libremente como la capacidad de cambiar y florecer en un entorno de cambio rápido y frecuente.

"El IQ es lo mínimo que necesitas para conseguir trabajo, pero el AQ es qué tanto éxito tendrás con el tiempo", explica Natalie Fratto, vicepresidenta de Goldman Sachs en Nueva York, que se interesó en el AQ cuando estaba invirtiendo en start-ups tecnológicas. Posteriormente presentó una charla TED muy popular sobre el tema.

Fratto dice que el AQ no es solo la capacidad de absorber nueva información, sino la capacidad de resolver lo que es relevante, desaprender el conocimiento obsoleto, superar los desafíos y hacer un esfuerzo consciente para cambiar.

El cociente de adaptabilidad también implica flexibilidad, curiosidad, coraje, resistencia y habilidades para resolver problemas.

A medida que la sociedad cambia, ¿podría el AQ ser más crucial para el éxito profesional que el IQ? Si es así, ¿hay alguna manera de perfeccionar tu AQ para preparar tu carrera para el futuro?

Adaptarse o volverse obsoleto
Amy Edmondson, profesora de liderazgo y gestión en la Harvard Business School, dice lo que hace el AQ más valioso que el IQ es la velocidad vertiginosa del cambio en el lugar de trabajo.

La tecnología ha cambiado enormemente cómo se realizan muchos trabajos, y esta alteración continuará: en los próximos tres años, 120 millones de personas en las 12 economías más grandes del mundo podrán necesitar nuevas habilidades debido a la automatización, según un estudio de IBM de 2019.

Los puestos que implican detectar patrones en los datos -abogados que revisan documentos legales o médicos que hacen un diagnóstico del paciente, por ejemplo- son fáciles de automatizar, dice Dave Coplin, director ejecutivo de The Envisioners, una consultora de tecnología con sede en Reino Unido.

Esto se debe a que un algoritmo puede realizar estas tareas más rápido y con mayor precisión que un humano, explica.

Los puestos que implican detectar patrones en los datos son fáciles de automatizar.
Para evitar la obsolescencia, los trabajadores que realizan estos trabajos necesitan desarrollar nuevas habilidades como la creatividad para resolver nuevos problemas, empatía para comunicarse mejor y responsabilidad, usando la intuición humana para complementar el conocimiento de las máquinas.

"Si un algoritmo puede hacer el 30% de las tareas que solía hacer, ¿qué puedo hacer con esa capacidad libre? Los exitosos son aquellos que eligen hacer cosas que los algoritmos no pueden hacer".

Edmondson dice que cada profesión requerirá adaptabilidad y flexibilidad, desde la banca hasta las artes.

Pongamos que eres un contador. Tu cociente intelectual te ayudará a pasar los exámenes para calificar, luego tu EQ te ayudará a conectarte con el entrevistador, conseguir un trabajo y desarrollar relaciones con clientes y colegas. Después, cuando los sistemas cambien o los aspectos del trabajo se automaticen, necesitarás tu AQ para acomodar esta innovación y adaptarte a nuevas formas de desempeñar tu labor.

Los tres cocientes son complementarios, ya que todos te ayudan a resolver problemas y, por lo tanto, a adaptarte, explica Edmondson. Un candidato ideal posee los tres, pero no todos los tienen.

"Hay genios rígidos", dice. Con un buen IQ, pero nada de AQ te costará adoptar nuevas formas de trabajar usando tus habilidades existentes, y un bajo AQ hace que sea más difícil adquirir otras nuevas".

Preguntando "¿y si...?"
El AQ se busca cada vez más a nivel de contratación. Según el estudio de IBM, 5.670 ejecutivos calificaron globalmente las habilidades conductuales como las más críticas para la fuerza laboral actual, y la principal de ellas fue la "disposición a ser flexible, ágil y adaptable al cambio".


Un estudio de IBM encontró que "la disposición a ser flexible y adaptable al cambio" era la habilidad más crítica para los trabajadores en 2019. Will Gosling, de la consultora británica Deloitte, dice que no existe un método definitivo, como puede ser la prueba de cociente intelectual, para medir la adaptabilidad, pero las empresas han despertado y están cambiando sus procesos de reclutamiento para ayudar a identificar a las personas que pueden tener un alto AQ.

Deloitte ha comenzado a utilizar simulaciones inmersivas online en las que se evalúa a los candidatos sobre qué tan bien se adaptan a los posibles desafíos laborales -una de ellas implica elegir cómo animarían a sus reacios colegas a unirse al equipo de triatlón de la empresa-.

La consultora también busca contratar personas que hayan demostrado que pueden desempeñarse en diferentes funciones, industrias o geografías. "Esto demuestra que son ágiles y aprenden rápido", explica Gosling.

Fratto, de Goldman Sachs, por su parte, sugiere tres formas en las que el AQ podría manifestarse en potenciales candidatos: si pueden imaginar posibles versiones del futuro preguntando "¿y si…?", si pueden desaprender información para desafiar las presunciones y si disfrutan explorando o buscan nuevas experiencias.

La experta dice que esta no es una receta definitiva para el AQ, pero los reclutadores deben plantear este tipo de preguntas para descubrir señales del cociente en los candidatos. De hecho, se las hace a los fundadores de start-ups que buscan su inversión.

"Misión crítica"
Lo bueno del AQ es que, aunque no puede medirse, los expertos dicen que puedes trabajar para desarrollarlo.

"Los exitosos son aquellos que eligen hacer cosas que los algoritmos no pueden hacer", dice Amy Edmondson. Penny Locaso, fundadora de la compañía educativa BKindred, dice que algunas personas tienen personalidades más curiosas o valientes, lo que puede explicar por qué son naturalmente mejores para adaptarse que otras.

"Sin embargo, si uno no continúa navegando por el borde de su incomodidad, la adaptabilidad con la que nace podría disminuir con el tiempo".

Sugiere tres formas para aumentar la adaptabilidad: primero, limitar las distracciones y aprender a concentrarse para que se pueda determinar qué adaptaciones hacer.

Segundo, hacer preguntas incómodas, como pedir un aumento de sueldo, para desarrollar el coraje y normalizar el miedo.

En tercer lugar, tener curiosidad por las cosas que te fascinan a través de conversaciones más que buscando la respuesta en Google, algo "que hace que nuestros cerebros sean perezosos" y disminuye nuestra capacidad para resolver desafíos difíciles.

Otto Scharmer, profesor titular de la MIT Sloan School of Management, quien ha escrito libros sobre el aprendizaje del futuro emergente, sugiere otros métodos. En una charla TED, recomienda estar abierto a nuevas posibilidades, tratar de ver una situación a través de los ojos de otra persona y reducir el ego para sentirse cómodo con lo desconocido.

Una cosa que sí sabemos es que los lugares de trabajo del futuro funcionarán de manera diferente. Puede que no todos estemos cómodos con el ritmo del cambio, pero podemos prepararnos.

Como dice Edmondson: "Aprender a aprender es fundamental para la misión. La capacidad de aprender, cambiar, crecer, experimentar será mucho más importante que la experiencia en el tema". BBC Mundo

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jueves, 6 de febrero de 2020

Esta es la esencia de la docencia: "Si para corregir necesitas humillar; no sabes enseñar"

"Un anciano se encuentra a un joven quien le pregunta:

 - ¿Se acuerda de mí?
Y el anciano le dice que NO.
Entonces el joven le dice que fue su alumno.
Y el profesor le pregunta:
- ¿Qué estás haciendo, a qué te dedicas?

El joven le contesta:
- Bueno, me convertí en Profesor.

- Ah, que bueno ¿como YO? (le dijo el anciano)

- Pues, sí.
De hecho, me convertí en Profesor porque usted me inspiró a ser como usted.

El anciano, curioso, le pregunta al joven qué momento fue el que lo inspiró a ser Profesor.

Y el joven le cuenta la siguiente historia:

- Un día, un amigo mío, también estudiante, llegó con un hermoso reloj, nuevo, y decidí que lo quería para mí y lo robé, lo saqué de su bolsillo. Poco después, mi amigo notó el robo y de inmediato se quejó a nuestro Profesor, que era usted. Entonces, usted se dirigió a la clase:

- El reloj de su compañero ha sido robado durante la clase de hoy.
El que lo robó, por favor que lo devuelva.

No lo devolví porque no quería hacerlo.

Luego usted, cerró la puerta y nos dijo a todos que nos pusiéramos de pie y que iría uno por uno para buscar en nuestros bolsillos hasta encontrar el reloj.

Pero, nos dijo que cerráramos los ojos, porque lo buscaría solamente si todos teníamos los ojos cerrados.
Así lo hicimos, y usted fue de bolsillo en bolsillo, y cuando llegó al mío encontró el reloj y lo tomó.
Usted continuó buscando los bolsillos de todos, y cuando terminó, dijo:
- "Abran los ojos. Ya tenemos el reloj".

Usted no me dijo nada, y nunca mencionó el episodio.
Tampoco dijo nunca quién fue el que había robado el reloj.
Ese día, usted salvó mi dignidad para siempre.
Fue el día más vergonzoso de mi vida.
Pero también fue el día que mi dignidad se salvó de no convertirme en ladrón, mala persona, etc. Usted nunca me dijo nada, y aunque no me regañó ni me llamó la atención para darme una lección moral, yo recibí el mensaje claramente.

Y gracias a usted entendí que esto es lo que debe hacer un verdadero educador.
¿Se acuerda de ese episodio, Profesor?

Y el Profesor responde:
- "Yo recuerdo la situación, el reloj robado, que busqué en todos, pero no te recordaba, porque yo también cerré los ojos mientras buscaba."

Esto es la esencia de la docencia:
Si para corregir necesitas humillar; no sabes enseñar"

Inspirado en un cuento de Borges.
Desconozco el autor.

jueves, 14 de marzo de 2019

Diez genios que vivían en el más completo (y armonioso) desorden

Acumulaban objetos siguiendo una línea temporal, su propia personalidad desbordante o dejándose llevar por alguna obsesión. Solo las mentes geniales pueden encontrar el orden en este caos Abundan las teorías que relacionan de forma directa la creatividad con el desorden, al menos tanto como las que vinculan tener un espacio de trabajo organizado con la productividad y la capacidad de sacar adelante el trabajo. Se sea partidario de que cierto Diógenes es imprescindible para desarrollar la imaginación o se sea pro Marie Kondo, sorprende ver la cantidad de genios que trabajaron o vivieron, muy a menudo mezclando ambas cosas, sumidos en el caos. Mark Zuckerberg - Una mesa 'vivida' desorden FACEBOOK

desorden

Las imágenes del controvertido creador de Facebook trabajando en su escritorio son sobreanalizadas hasta el infinito, y de ellas se extraen principalmente dos lecciones: una, hay que tapar la webcam de tu ordenador. Dos: una mesa de trabajo desordenada, vivida, normal, en la que se acumulan libros, cables y botellas de Gatorade, no está reñida con ser multimillonario.

 https://elpais.com/elpais/2019/02/15/icon_design/1550236325_184393.html#?id_externo_nwl=newsletter_icon_design20190221

sábado, 26 de agosto de 2017

Estas lecturas te pueden hacer más inteligente. Leer es a la inteligencia lo que el entrenamiento físico a la capacidad muscular. Pero no vale cualquier soporte ni cualquier género.

Mujer, entre 30 y 55 años, con formación académica y urbanita. Ese es el perfil de las personas que más leen en España, según el  Informe de la Lectura en España 2017 a cargo de la Federación Española de Gremios de Editores de España (FGEE). Lo que ninguna estadística de índice de lectura le dirá es cómo funciona el cerebro de los lectores ávidos.

Si usted se encuentra en el grupo de los amantes de los libros, tiene razones para pensar que su cerebro es privilegiado. El hábito de la lectura no solo estimula la conexión entre sus neuronas, también podría potenciar su capacidad de empatía, es decir, ponerse en el lugar de los demás en las alegrías y en las penas; y alargar su esperanza de vida.

En el desarrollo de la cognición influyen muchos aspectos, desde la genética al medio donde vivimos, la alimentación y la educación. Como recuerda el neuropsicólogo Pablo Duque, nuestro desarrollo cognitivo nos ha permitido inventar cosas que se han instalado en el cerebro, como memorizar, razonar, percibir los colores. De hecho, la lectura, junto con la escritura, el cálculo y la orientación derecha-izquierda, tiene su propia posición en el cerebro.

Estudios recientes se han adentrado en la capacidad del ambiente para modificar nuestra inteligencia. En concreto, para descubrir si aprender a leer en la infancia nos hace más inteligentes. Los resultados de una investigación de la Universidad de Edimburgo de 2015 —a partir de un diseño longitudinal sobre el desarrollo cognitivo en gemelos monocigóticos evaluados en cinco momentos diferentes desde los 7 a los 16 años— indicaron que los gemelos con mejor capacidad de lectura inicial a los 7 años, comparados con su gemelo idéntico, tienden no sólo a tener una mejor capacidad de lectura en las mediciones posteriores, sino también puntuaciones más altas en las pruebas de inteligencia general.

“Los vínculos entre la lectura y la inteligencia que se encuentran en el presente estudio se extienden más allá de la inteligencia verbal y nos muestran que leer también se asocia con la inteligencia no verbal”, señala Pablo Fernández-Berrocal, catedrático de Psicología de la Universidad de Málaga y especialista en inteligencia emocional.

Desde los años 90, estudios como los del reconocido psicólogo Howard Gardner, enmarcados en la nueva neurociencia cognitiva, establecieron que la inteligencia no era una capacidad fijada e innata en cada persona, sino un conjunto de habilidades cognitivas en distintos campos de la experiencia humana, susceptibles de desarrollarse y mejorar durante todas las etapas del desarrollo humano. Y al contrario, podían estancarse si no se ejercitaban. Es lo que se llama neuroplasticidad, la capacidad de las neuronas de aumentar el número de conexiones entre ellas y establecer un mayor número de redes neuronales a partir de su interacción con el entorno.

“Dentro de esta interacción, la lectura es uno de los mayores catalizadores. Aunque la capacidad intelectual —entendida de forma amplia— es diferente en cada persona, ya que en parte la determina la genética, devorar libros es un medio de potenciarla. La lectura es a la inteligencia lo que el entrenamiento físico a la capacidad muscular”, señala Ayoze González, Responsable de la  Unidad de Neurología en Hospital San Roque de Las Palmas (Gran Canaria).

La lectura, además, potencia otras habilidades personales. “Al leer, el cerebro hace representaciones visuales de los paisajes, escenas o momentos, potenciando la imaginación y capacidad visuoespacial. Diversos estudios recientes indican, además, que las personas que leen literatura con frecuencia desarrollan más la empatía. Esto es así, porque al leer, la persona se identifica con los personajes, con sus vivencias y aventuras, poniéndose en su lugar e identificándose afectivamente con ellas”, matiza este neurólogo, presidente de la Sociedad Canaria de Neurología (SOCANE).

Que la inteligencia no es un concepto estático y único, sino que engloba diferentes habilidades cognitivas, lo prueban los casos de personas que aprenden un idioma con mucha facilidad pero tienen dificultades para resolver problemas matemáticos, o las que tienen gran facilidad para la localización espacial, pero manifiestan problemas para expresar el lenguaje.

"Cada persona tiene una capacidad innata que puede potenciarse y desarrollarse. Y la lectura es un medio de potenciar las diferentes inteligencias, no solo la lingüística. Puede mejorar la inteligencia espacial, la inteligencia emocional, la capacidad de anticipación y lógica. La lectura es una manera de potenciar la plasticidad neuronal, mejorando las capacidades innatas a través de nuevas redes neuronales, y aumenta el desarrollo de las personas. En los países soviéticos se seleccionaba a los niños que destacaban en las matemáticas aplicadas y se les entrenaba desde pequeño jugando al ajedrez. Esto potenciaba unas capacidades innatas y las hacía crecer. Lo mismo pasa con la lectura. Hay personas que son inteligentes y no leen, claro, pero la pregunta es ¿serían mucho más inteligentes si además potenciaran esa cualidad? Seguramente sí”, indica el neurólogo Ayoze González.

En papel y de ficción, mejor
¿Hay algunas condiciones que favorezcan los beneficios de la lectura? Algunos estudios recientes señalan que el soporte en papel tiene un impacto positivo en la  comprensión, el aprendizaje y la comunicación. “Algunas pequeñas investigaciones han comparado los resultados en estas habilidades entre escolares que leen en papel o en medios electrónicos, pero con conclusiones difíciles de interpretar. Aún así parece que las personas que leen en medios electrónicos refieren mayor dificultad para transportarse al mundo que están leyendo o para identificarse con los personajes. Probablemente se relaciona con la mayor fatiga que genera la lectura en medios digitales o con una mayor dificultad para mantener la atención. En gran parte de las encuestas, un alto porcentaje de personas siguen prefiriendo subjetivamente leer en papel que en medios electrónicos. En cualquier caso, la lectura es positiva, sea cual sea el medio utilizado”, advierte el neurólogo González.

El género podría también tener algo que decir en la relación entre la lectura y el desarrollo de nuestra cognición, ya que algunos autores vinculan el hábito de leer ficción con el desarrollo de la habilidad de la mentalización, o lo que es lo mismo, comprender mejor a las personas de nuestro alrededor, debido a que la lectura de pasajes de la literatura de ficción —en comparación con los de no ficción o ficción popular (superventas)— mejora nuestra teoría de la mente, la habilidad para comprender y predecir la conducta de otras personas, sus conocimientos, sus intenciones, sus emociones y sus creencias.

Pero, atención, no confunda mentalización con empatía. “Cuando una persona entiende la mente de otra, puede interpretar o entender lo que piensa, eso es la mentalización. Empatía es sentir lo que otro siente, no solo entenderlo, y requiere una capacidad superior porque llega más allá del cerebro normal del resto”, destaca el neuropsicólogo Pablo Duque, director general de iNEURO.

Los lectores de ficción literaria (obras de mayor calidad estilística y complejidad narrativa y de caracteres) realizaron significativamente mejor los test relacionados con la teoría de la mente. “Según estas investigaciones, las novelas de cierta calidad, a diferencia de las más populares y fáciles de leer, requieren una mayor atención intelectual y un pensamiento creativo más afinado, al estar llenas de personajes complejos cuyas vidas no son fácilmente discernibles, haciendo necesarios recursos interpretativos más flexibles para inferir los sentimientos y pensamientos de los personajes. Sin embargo, la ficción popular tiende a describir el mundo y las personas de una forma mucho más coherente y predecible; de esa forma, reafirma las expectativas de los lectores y no tiene por qué mejorar la teoría de la mente”, describe Fernández-Berrocal.

“Leer ficción nos permite vivir miles de vidas en una. Nos ayuda a comprender cómo se sienten otras personas, a conocerlas mejor y predecir su comportamiento. Es una capacidad esencial para relacionarnos con éxito en nuestra vida personal y profesional. Amar los libros nos ayuda a entender a los demás, y esta mejor comprensión emocional nos puede ser muy útil para amar de forma más inteligente a las personas”, asegura este psicólogo.

Pero la cuestión clave, todavía pendiente de respuesta, es averiguar las causas de las diferencias entre la ficción y la no ficción. “Una posible explicación es que durante la lectura de ficción, la simulación de la experiencia social que se produce podría involucrar a los mismos procesos sociocognitivos empleados durante la comprensión del mundo real social (la inferencia mental, el seguimiento de los objetivos, el reconocimiento de la emoción). La exposición repetida podría dar lugar a una intensificación de estos procesos sociales y empáticos, que a su vez podrían aplicarse a otros contextos en la vida real”, recalca el catedrático de Psicología.

Sin embargo, para especialistas en Neuropsicología pediátrica como Roser Colomé, la relación entre el desarrollo cognitivo y el tipo de soporte y de género podría no estar clara. “Se ha observado que los niños  disléxicos se benefician de la lectura electrónica al modificar ciertas variables como la fuente tipográfica, el tamaño de la letra, el uso de diferentes colores o de palabras más o menos largas; y también por el contenido, ya que con en soporte electrónico pueden leer un libro que les muestre los sinónimos más sencillos para comprenderlo o destaque las palabras en negrita y los números en dígitos. Es cierto que la costumbre de leer en papel hace más difícil hacerlo online, pero no hay suficiente conocimiento para determinar una cosa u otra para las vías de desarrollo de la lectura", explica.

Protección frente al Alzheimer
Si la lectura de libros podría aumentar nuestra capacidad para adaptarnos y cambiar nuestro entorno, como señala el psicólogo Berrocal, ¿leer nos podría hacer vivir más años? Que la lectura pueda contribuir a la longevidad es una relación que todavía goza de una evidencia muy preliminar, sin poder llegar a conclusiones definitivas. Sin embargo, en un estudio de Social Science & Medicine de 2016, los investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale observaron una reducción del 20% en la mortalidad de los que leían libros media hora al día, en comparación con los que no leían libros, y con una ventaja de supervivencia de 23 meses en personas mayores de 65 años independientemente de la educación o el nivel socioeconómico.

“Sus resultados mostraron que cualquier nivel de lectura de libros da una ventaja de supervivencia significativamente mayor que leer periódicos. Esto es un hallazgo muy novedoso porque indica que la lectura de libros en lugar de la lectura en general es la que provoca esta ventaja de supervivencia”, anota Berrocal, quien prosigue: “Esta investigación no señala los mecanismos por los que la lectura de libros puede aumentar la supervivencia, pero los autores especulan que puede ser por sus beneficios cognitivos, algo que coincide con otros estudios que han encontrado que la lectura aumenta la conectividad de las células cerebrales”.

El beneficio de la lectura en la calidad del envejecimiento está claro. Cuantas más conexiones y redes neuronales se hayan desarrollado a lo largo de la vida de la persona, menor impacto tendrá la pérdida progresiva asociada al envejecimiento. “Es decir, cuanta mayor reserva cognitiva tenga, mayor será la capacidad de mantenerse mentalmente sano durante mayor tiempo. Aunque estemos en fases iniciales de una enfermedad neurodegenerativa, si conseguimos potenciar la neuroplasticidad de las neuronas sanas, conseguiremos mantener, e incluso desarrollar, nuevas conexiones neuronales que permitan contrarrestar durante un tiempo la enfermedad”, concluye el neurólogo Ayoze González.

https://elpais.com/elpais/2017/08/17/buenavida/1502967529_141367.html

jueves, 27 de abril de 2017

_--“No respetamos en absoluto la inteligencia de los niños” La escritora Lea Vélez publica una novela en contra de la educación estandarizada.

_--“Mamá, si el agua no tiene color, ¿por qué la vemos?”. “¿Por qué el sol, si es fuego, arde en ese espacio sin oxígeno?”. “A lo mejor Dios existe porque es una metáfora”.

Estos niños, de curiosidad extrema e inteligencia fuera de lo común, se llaman Richard y Michael, cuando planteaban estas preguntas tenían cuatro y seis años, y hoy, si quisieran, podrían demandar por plagio a su madre, la escritora Lea Vélez (Madrid, 1970) por reproducir sus diálogos, coma por coma, en Nuestra casa en el árbol (Destino), una novela-manifiesto contra la educación estandarizada, que es la historia de su familia hecha ficción.

En realidad, la segunda parte de su historia, la que comienza cuando enviuda, en 2011, y debe asumir sola la crianza de dos niños, superdotados como ella, que sufren como cualquier otro las flaquezas de un sistema de enseñanza “más basado en la memoria que en la reflexión”. Porque la primera, el relato de cómo acompañó a su marido hasta la muerte por cáncer ya la contó, y con gran éxito, en primera persona, en El jardín de la memoria (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores).

“De alguna forma estoy construyendo un retrato de lo que nos va pasando, pero me aburro rápido. Una vez que he hecho algo no me interesa volver a hacerlo igual”, explica Vélez. “Por eso decidí escribir desde la ficción. Eso sí, con retales de la realidad”.

La protagonista de Nuestra casa en el árbol (Destino), un canto a la libertad, la felicidad del ahora y el amor, no se llama Lea sino Ana, no tiene dos sino tres hijos, y no vive en Madrid; se marchó al sur de Inglaterra al hostal que heredó de su marido para escapar del dolor y de un sistema educativo que amenazaba con malograr la estabilidad emocional de sus hijos y frustrar sus vocaciones.

“Suele ocurrir que a los superdotados los toman por vagos o por tontos”, dice Vélez —que acabó por matricular a Michael y Richard en el sistema británico de enseñanza— con un discurso incendiado e incendiario. “Los profesores lo achacan a todo salvo a que están aburridos. Me ocurrió con mis hijos. Yo me decía: ‘Si con cinco años me están preguntando la composición del sol, ¿cómo dicen en el colegio que no les interesa nada?’. ¿Cómo les va interesar si aún les están enseñando a colorear y les obligan a escribir cien veces ‘el pato patea el patio’. La pasión de uno de mis hijos por la física era tal que necesitaba saber cómo se llaman los planetas, cómo giran. Hay que darles alpiste... si no, se rebelan. No estamos respetando en absoluto la inteligencia de los niños. Que si son sucios, ruidosos, les hablamos con lengua de trapo... Los despreciamos de una manera que ríete de la lucha de la mujer”.

La gran metáfora de esta denuncia la tiene en su jardín en Villanueva de la Cañada (Madrid). Es una casa que construyó, tablero a tablero, durante un año, sobre las ramas de una encina para demostrar a sus hijos que una mujer puede hacer lo que se proponga. Mientras sube las escaleras y abre la trampilla de acceso explica el paralelismo: “Te tienes que adaptar al árbol como a las necesidades de los niños. La gente me decía: ‘¿Por qué no te vas a Leroy Merlin y te compras un kit y lo subes?’. Y ves que no puedes porque te tienes que amoldar a las ramas; no puedes poner tornillos a machamartillo y menos en una encina enferma...”.

Lea Vélez despertó tarde a la escritura en una familia fanática de los libros. Hija de Carlos Vélez, el que fuera director de Encuentros con las letras, tenía 24 años cuando sintió la necesidad de convertir sus emociones en palabra escrita. Acababa de terminar periodismo, estaba a punto de iniciar la carrera de guionista, que ejerció durante años —su firma está tras series de televisión como La verdad de Laura— y, sobre todo, se había enamorado de un hombre 20 años mayor, su futuro marido, y necesitaba contarlo. “Luego, cuando murió, el pudor se esfumó, yo que siempre tuve respeto a inventar porque creo que todo está inventado en literatura, encontré de pronto, una voz muy honesta en mi escritura...”.

En Nuestra casa en el árbol, en efecto, no hay rastro de pudor. Hay memoria, humor, reflexión, y un gran homenaje a Michael y Richard, sus brillantes diálogos y sus reflexiones sobre el mundo de los adultos. “Estoy plagiando descaradamente a mis hijos”, confiesa la escritora. Su tercer libro en solitario es una apropiación de vida... ¿debida?

 http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/11/actualidad/1491931385_386100.html?rel=lom

viernes, 22 de julio de 2016

Ken Robinson: “Pagamos un alto precio por sacar los sentimientos de la escuela”

Brillante orador y escritor superventas, asesora a Gobiernos e instituciones para promover un sistema educativo que no encorsete el talento y se tome en serio la creatividad.

HA SIDO asesor del ex primer ministro británico Tony Blair y de más de una decena de Gobiernos. Millones de personas siguen sus conferencias, gestionadas por la misma agencia que supervisa las apariciones del político George W. Bush o el Nobel de Economía Joseph Stiglitz. Sir Ken Robinson –la reina Isabel II lo nombró caballero en 2003 por el fomento de las artes– es uno de los pensadores educativos más solicitados de las últimas dos décadas. Y predica un mensaje devastador para la escuela tradicional: los niños nacen con cualidades que, a menudo, el sistema entierra. Su colegio, al que llegó por casualidad, le cambió la vida.

Era un crío de rizos pelirrojos que perseguía un balón en el barrio de Walton, en Liverpool, cuando su padre sentenció: “Este niño jugará al fútbol en el Everton”. Pero la polio se cruzó en su camino. A Ken Robinson (Liverpool, 1950) lo enviaron a un centro de educación especial para los descartados del sistema, niños con problemas físicos o retrasos en el aprendizaje. En aquella clase, que él define como “un montón de individuos diferentes que recordaba a la cantina de La guerra de las galaxias”, sus profesores, Mr. Strafford y Mrs. York, fomentaron las aptitudes que lo han convertido en uno de los grandes referentes de la enseñanza y en un prolífico escritor de best sellers.

Ken Robinson llega sonriente a la cita en una oficina compartida a escasos metros del campus de la Universidad de California, en Los Ángeles. “Llevo muchos años aquí. Ya soy angelino”, comenta, aunque su piel pálida y su acento lo desmientan. El inglés se apoya en un bastón –tiene la pierna derecha más corta que la izquierda–, tiende una mirada brillante y enarbola un discurso rotundo: “Pagamos un precio muy alto por sacar los sentimientos de la escuela”.

Hace 15 años que vive en la megalópolis californiana. Tras dar clases en la Universidad de Warwick (Coventry, Inglaterra), recaló allí con su mujer, Terry, también de Liverpool y escritora, y con sus dos hijos, James y Kate.

El Elemento. Descubrir tu pasión lo cambia todo (Grijalbo, 2009), que se ha traducido a 21 idiomas, es su libro más conocido. Contiene las historias de éxito que desgrana en sus charlas. Habla, por ejemplo, de cómo Matt Groening, el creador de Los Simpson, encontró su camino cuando se enteró de que “había otras personas que no sabían dibujar pero vivían de ello”. O del economista Paul Samuelson, que siempre consideró los números “pura diversión”.

El éxito de Robinson está estrechamente ligado al crecimiento de las redes sociales. En febrero de 2006 protagonizó  una charla TED –organización pionera en proponer un formato de conferencias breves que se difunden por Internet–, que desde entonces suma una media de 10.000 visionados diarios y roza ya los 40 millones. En aquella ponencia de 19 minutos y 24 segundos, que tituló ¿Matan las escuelas la creatividad?, cuenta la anécdota de una niña retraída que siempre pintaba en clase. “¿Qué dibujas?”, le preguntó la maestra. “Estoy pintando a Dios”, respondió. Cuando su profesora le hace entender que nadie lo ha visto nunca, ella replica: “Mejor, en cinco minutos podrán saber cómo es”.

En sus charlas defiende que bailar es tan importante como sumar. Creo que la gente que piensa que bailar no es importante, probablemente ni baila ni nunca lo ha intentado. Y lo digo en serio. Los humanos tenemos un cuerpo, no somos programas, y nuestra relación con él es fundamental para nuestro bienestar. Muchos problemas del mundo civilizado tienen que ver con la obesidad, la diabetes o la depresión. En Estados Unidos hay una generación de jóvenes que, por primera vez, puede que vivan menos que sus padres debido a enfermedades cardiacas y otras dolencias vinculadas a una dieta pobre y poco ejercicio. El sistema educativo trata la vida humana como si solo importase lo que existe entre las dos orejas. La danza está relacionada con el resto de las artes y ciencias, y yo defiendo una concepción holística de la inteligencia. Además, resulta que hay un montón de matemáticas en la danza, pregunte a cualquiera que baile profesionalmente.

En 1997, el Gobierno británico le pidió formar una comisión nacional para asesorarle sobre cómo potenciar la creatividad en la escuela de los 5 a los 18 años. ¿Ha cambiado el sistema educativo desde su informe? El Gobierno actual avanza en sentido contrario, como ocurre en Estados Unidos. Pero el de entonces, con Tony Blair de primer ministro, llevaba tiempo planteando que hacían falta cambios. El mundo evoluciona rápida y profundamente, y los sistemas educativos que funcionaban en el siglo XIX no sirven para los retos actuales. Cuando Blair llegó al poder lideró una serie de reformas que tuvieron justo el efecto contrario: más estandarización, más pruebas, un currículo menos flexible. Así que unos cuantos le dijimos que, ya que lo pregonaba, debía tomarse en serio la creatividad. Si defiendes la alfabetización y te importa que la gente aprenda a leer y a escribir, no te limitas a dejar libros a su alrededor a ver si muestran interés. Si vas en serio con la creatividad, necesitas una estrategia para impulsarla, por eso reuní a 50 personas y creamos una comisión gubernamental para diseñarla.

Robinson forma parte de una corriente de pensadores que busca transformar el sistema con innovaciones, y que se enfrenta a otra, también muy relevante, que reclama reforzar la disciplina y evaluar de forma sistemática el modelo. Rechaza la proliferación de exámenes estandarizados que se da en Estados Unidos –donde los alumnos se enfrentan  a hasta un centenar de evaluaciones externas hasta un centenar de evaluaciones externas a lo largo de su vida escolar– y que está empezando a implantarse en España. Su modelo pasa por una escuela que promueva disciplinas como la danza o el teatro, y que experimente con técnicas novedosas como el aprendizaje basado en proyectos, consistente en enseñar a los alumnos a través de casos reales. Por ejemplo, montar una empresa de jabones para aprender química y economía.

Lo cierto es que han transcurrido casi dos décadas y sus ideas no han calado. Al menos no de forma mayoritaria. Bueno, es difícil saberlo. Pero llevo hablando de esto mucho más de 20 años. Empecé en 1972, cuando conseguí mi primer trabajo en educación. Y hay otros que comenzaron mucho antes: Maria Montessori, John Dewey y muchos más. Siempre ha habido expertos que han reclamado una aproximación más humana y personalizada y no un sistema que se asemeje a una cadena de producción industrial. La gente piensa que es una excentricidad decir que la escuela funciona como una fábrica, pero es cierto. Se divide en compartimentos separados, a los que la gente acude durante unas horas fijas; los días se distribuyen en bloques de tiempo y los alumnos son evaluados de forma periódica para saber si son aptos para seguir ahí. A los que no se adaptan se les responsabiliza de su fracaso, pese a que es el sistema el que les ha fallado. La gente entiende esto y cada vez hay más colegios que quieren aplicar otras teorías.

De ellos habla en su último libro, Escuelas creativas (Grijalbo). La educación es un sistema dinámico y complejo. Hablo con mucha gente y a menudo veo que han recibido una influencia positiva porque sienten que, de alguna forma, les estoy dando permiso para innovar. Trato de justificar por qué la creatividad no es un conjunto extravagante de actos expresivos, sino la forma más elevada de expresión intelectual. Así funcionan los grandes académicos. La ciencia se ha cimentado sobre un pensamiento rico, original y creativo unido al entendimiento crítico. Estas charlas han logrado abrir ese debate. Hay países enteros cambiando, como Finlandia, Corea del Sur, Singapur, Hong Kong y otras zonas de China, que ya empiezan a planteárselo.

¿Y Estados Unidos? Aún no. Al menos no a nivel nacional. Lo debaten, como hizo Inglaterra, pero luego hacen algo diferente. Afortunadamente, la educación va más allá de los discursos de los políticos. Yo trato de ayudar a la gente para que sean ellos los que modifiquen el sistema.

Usted proclama que los títulos universitarios ya no valen nada. No es que no valgan nada, es que valen menos. Cuando yo empecé en esto, si tenías un doctorado, formabas parte del 0,01% de la población mundial que lo había cursado, y ya no es así. Funciona como la inflación. Antes, una carrera era todo lo que necesitabas para conseguir un buen trabajo; ahora hace falta también un máster. ¿Dónde acaba? Supongo que dentro de unos años tendrás que ganar un Nobel para trabajar. “Ah, tienes un Nobel, qué bien. Pero ¿qué tal dominas el Excel?”. Las promesas de una buena educación superior comienzan a tambalearse. Algunos empiezan a pensar que tal vez no sea imprescindible ir a la universidad. Aunque, de momento, la pelota está en el campo de los titulados porque sus rentas son mayores que el promedio. Yo solo digo que eso está cambiando.

¿A quién perjudica el sistema actual? Cuando ves a niños a los que la escuela les da un mal servicio, que abandonan las aulas pensando que son estúpidos y acaban en las calles como pandilleros, en la cárcel, en trabajos precarios o que hunden su vida en antidepresivos y alcohol… No digo que la educación sea la respuesta a todo esto, pero creo que un mejor comienzo vital les brindaría la oportunidad de descubrir sus auténticas cualidades y elegir su camino. Esto ocurre a menudo en los buenos colegios. Hay profesores estupendos que son capaces de rescatar niños al borde del abismo y encauzarlos. Cuando digo que es una cuestión de derechos humanos no es una exageración: la gente tiene derecho a dirigir su propia vida.

En lo que Ken Robinson sí parece un auténtico angelino es en su aura de estrella. Sus charlas las gestiona la Washington Speakers Bureau, que pide un caché de entre 6.700 a 36.000 euros por conferencia. Además de figuras políticas estadounidenses, entre los representados de la agencia se encuentra el cocinero José Andrés o el expresidente José María Aznar. En 2015 le contrató Meridianos –que invitó a El País Semanal a Los Ángeles para entrevistar a Robinson–, la fundación española que busca opciones para menores marginados y que participa en la primera red europea de empleo para jóvenes exinfractores y en riesgo de exclusión social.

¿Cuál es el papel de los padres? Ahora trabajo en un libro dirigido a ellos, porque me preguntan mucho, y a veces las familias son parte del problema. Muchas de las presiones que llegan a los colegios provienen de padres angustiados por la educación de sus hijos. Otros muchos consideran que el sistema vigente está bien y piden más deberes y programas de refuerzo. Creo que les puedo ayudar porque solo conocen el modelo que vivieron ellos, y hay algunos mitos que me gustaría desterrar porque así presionarán para lograr un cambio. En Estados Unidos, los Estados están aprobando progresivamente el matrimonio homosexual, y eso hace 20 años era impensable. No estaba en la agenda, pero la gente transmitió que no tenía sentido y los gobernantes tuvieron que hacerles caso. El cambio llegó de abajo arriba, como ocurre siempre con los derechos civiles, y así es como debe transformarse el sistema.

¿Cómo educó usted a sus hijos? Me lo preguntan mucho y siempre respondo que cada niño es único. Mis chicos –el mayor, James, tiene ahora 31 años, y Kate ha cumplido 26– compartieron colegio en Inglaterra durante un tiempo. Para él era bueno, pero para ella no tanto. A James le interesa más la teoría, y a Kate, el diseño y la danza, y esa escuela era muy académica, así que decidimos cambiarla. Nos mudamos a Los Ángeles cuando ya eran adolescentes y la situación se repitió. Al final, sacamos a Kate del centro a los 16 años y la educamos en casa. Mi mujer se encargó de casi todo. Le diseñamos un programa y luego fue al colegio universitario [con titulaciones de dos años]. Lo curioso es que ahora le fascina la educación. No la hemos convencido nosotros, pero seguramente nuestra trayectoria le ha influido: dirige un proyecto del Gobierno finlandés, The HundrED, concebido para identificar los cien programas de enseñanza más innovadores del mundo.

http://elpaissemanal.elpais.com/documentos/ken-robinson/