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sábado, 20 de noviembre de 2021

“Si sabes que puedes morir y no te vacunas, eres irracional o estúpido”

                                                      

El neurocientífico Antonio Damasio, una eminencia en el estudio del cerebro, reflexiona sobre la consciencia, la racionalidad y la inteligencia 

En el apartamento de Antonio Damasio (Lisboa, 1944) en Los Ángeles cuelga una enorme fotografía de una sala de conciertos. Un pianista toca una melodía para una audiencia compuesta por sí mismo. En todas las butacas está el mismo hombre, cada uno tiene una postura diferente y parece reflejar un sentimiento distinto. Se trata de una obra del artista alemán Martin Liebscher. Es una inmejorable pieza para adornar la pared de un hombre que ha dedicado su vida a investigar el cerebro y su relación con los sentimientos.
 
Considerado una eminencia en su campo y director del Instituto del Cerebro y la Creatividad de la Universidad del Sur de California (USC), Damasio publica Sentir y saber (editorial Destino). El libro comunica de forma accesible décadas de investigación sobre las sensaciones y los procesos del cerebro. El doctor explica también las diferencias entre mente y consciencia, dos conceptos que suelen confundirse. Además, aboga por un mundo con máquinas inteligentes que puedan sentir. En su opinión, la inteligencia artificial que se abre paso en el mundo moderno tiene un “error de concepto” que priva a las máquinas de cuerpos más hechos a la imagen del humano. Con voz baja y pausada, Damasio conversa en la sala de su casa frente a una edición de la biografía de otro portugués que escribió del ser: Fernando Pessoa.

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Pregunta. Usted combate la idea de que la consciencia es un misterio. 
Respuesta. Esa posición se está derrumbando. Cada vez más gente cree que este asunto puede ser abordado desde la ciencia. Quizá no tenemos la solución todavía. El mayor problema es que falta reconocer que la mente y la consciencia son diferentes. La clave la tienen los sentimientos. Una vez que podemos sentir dolor, enojo, ira o deseo es que somos conscientes. Y después, todo lo demás —que está en nuestra mente— se engancha a ese sentimiento, que es el de uno mismo vivo. Al final la consciencia es la habilidad de sentir el estado de la vida dentro de nuestro cuerpo en cualquier momento. Y está ahí desde poco después de haber nacido hasta el fin de la vida.

P. Dice que nos beneficiamos de una inteligencia no explícita que nos hermana a organismos milenarios.
R. Las bacterias son inteligentes, los organismos con mil células pueden ser muy inteligentes. Eligen lo que más les conviene para mantenerse vivas, para mantener la homeostasis [el equilibrio al que tiende un cuerpo biológico], pero no saben que lo hacen. Lo hacen de forma implícita. Nosotros tenemos el beneficio de ambas inteligencias. No tenemos forma de regular la digestión, la respiración o la función del corazón, eso se hace de forma implícita. Nos beneficiamos de un nivel de inteligencia encubierto y otro relacionado con nuestro conocimiento. Sentir te da conocimiento. El gran momento del desarrollo de la consciencia es el momento en que las criaturas comenzaron a tener sentimientos. Y estos comenzaron a ser homeostáticos: hambre, sed, el estar bien, enfermedad, dolor y deseo. Todo gira en torno a esto.

P. ¿Y qué pasa con la pérdida de un ser querido o el duelo? No es físico, pero afecta a la consciencia.
R. Lo interesante de la mente es que conforme se ha desarrollado ha tomado prestados de la naturaleza señales y sistemas. Es algo que hacemos también con las estructuras culturales. ¿Qué es una economía? Son proyecciones de nuestras necesidades físicas en la sociedad. ¿Por qué la gente está interesada en descubrir cómo compensar no solo el dolor físico sino también el dolor de la pérdida? Había apego y la tristeza viene con él. La gente es capaz de imaginar mundos, tienes la construcción de cosas que ayudan a hacer tolerable la pérdida. Las ideas fundamentales de la religión giran en torno a eso. Puede decirse que no solo se descubre a Dios, sino una construcción de él que se relaciona con que somos conscientes de nuestro sufrimiento.

P. ¿Por qué es el cuerpo tan importante para la mente?
R. Nada de esto tiene sentido sin el cuerpo. No somos fantasmas. Hay algo bello y dramático a lo que debemos enfrentarnos: la vida que se nos va a cada minuto y que es como el acto de un funambulista en el circo. Necesitas habilidad para mantener la vida.

P. Por la importancia del cuerpo usted dibuja una línea de separación con la Inteligencia Artificial (IA).
R. La IA es espectacular, pero somos nosotros quienes le proveemos la consciencia y la guía para que haga cosas que probablemente no podríamos hacer. ¿Vamos a aceptar la IA tal y como es ahora o podemos hacerla aún más inteligente? Es un debate con dos bandos. Uno está conforme con cómo funciona. Otro dice que puede adaptarse más a lo que somos. Para ello debería tener algo parecido a sentimientos. Creo que pueden desarrollarse máquinas así.

P. Científicos en universidades como la suya están trabajando para extender la vida de los humanos hasta los 140 años o más. ¿Cómo cambiaría esto nuestra relación con la mente?
R. Cualquier viejo querrá vivir 10 o 15 años más si se lo ofrecen. Pero no sabemos qué consecuencias podría tener. Es una buena idea y es posible porque muchas de las razones de por qué envejecemos y morimos se pueden corregir, hasta cierto punto. No sabemos el límite. Cada vez la gente vive más y se puede conservar la mente. No tienes que ser viejo e idiota.

P. Usted dice que los sentimientos ya están en el cerebro. ¿Puede este repertorio cambiar con el tiempo?
R. Mire lo que ha pasado con las redes sociales. Es muy fácil manipular a las personas para que crean algo, que no hagan algo o hacerles pensar que algo les gusta más de lo que debería. Hay una posibilidad de cambio en las influencias culturales de cosas como Facebook. Debemos tener cuidado.

P. ¿Nos estamos haciendo menos inteligentes?
R. No lo creo. La habilidad para entender incluso ha mejorado. La inteligencia está. Es la habilidad de ser racional lo que falla. Mira la irracionalidad de todos los que han decidido no vacunarse. ¿De dónde viene eso? Hay gente que está firmando su sentencia de muerte. La capacidad intelectual es la misma, pero no estás siendo racional. Es diferente a no ser inteligente.

P. Uno tendría que ser inteligente para ver que está siendo irracional.
R. Si sabes que existe la posibilidad de que mueras y aun así decides no vacunarte, es que eres irracional o directamente estúpido. No hay vacuna para la estupidez.

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.