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sábado, 20 de noviembre de 2021

“Si sabes que puedes morir y no te vacunas, eres irracional o estúpido”

                                                      

El neurocientífico Antonio Damasio, una eminencia en el estudio del cerebro, reflexiona sobre la consciencia, la racionalidad y la inteligencia 

En el apartamento de Antonio Damasio (Lisboa, 1944) en Los Ángeles cuelga una enorme fotografía de una sala de conciertos. Un pianista toca una melodía para una audiencia compuesta por sí mismo. En todas las butacas está el mismo hombre, cada uno tiene una postura diferente y parece reflejar un sentimiento distinto. Se trata de una obra del artista alemán Martin Liebscher. Es una inmejorable pieza para adornar la pared de un hombre que ha dedicado su vida a investigar el cerebro y su relación con los sentimientos.
 
Considerado una eminencia en su campo y director del Instituto del Cerebro y la Creatividad de la Universidad del Sur de California (USC), Damasio publica Sentir y saber (editorial Destino). El libro comunica de forma accesible décadas de investigación sobre las sensaciones y los procesos del cerebro. El doctor explica también las diferencias entre mente y consciencia, dos conceptos que suelen confundirse. Además, aboga por un mundo con máquinas inteligentes que puedan sentir. En su opinión, la inteligencia artificial que se abre paso en el mundo moderno tiene un “error de concepto” que priva a las máquinas de cuerpos más hechos a la imagen del humano. Con voz baja y pausada, Damasio conversa en la sala de su casa frente a una edición de la biografía de otro portugués que escribió del ser: Fernando Pessoa.

Boris Cyrulnik: “Los adolescentes más afectados por la pandemia, de adultos, tendrán depresión crónica”

Pregunta. Usted combate la idea de que la consciencia es un misterio. 
Respuesta. Esa posición se está derrumbando. Cada vez más gente cree que este asunto puede ser abordado desde la ciencia. Quizá no tenemos la solución todavía. El mayor problema es que falta reconocer que la mente y la consciencia son diferentes. La clave la tienen los sentimientos. Una vez que podemos sentir dolor, enojo, ira o deseo es que somos conscientes. Y después, todo lo demás —que está en nuestra mente— se engancha a ese sentimiento, que es el de uno mismo vivo. Al final la consciencia es la habilidad de sentir el estado de la vida dentro de nuestro cuerpo en cualquier momento. Y está ahí desde poco después de haber nacido hasta el fin de la vida.

P. Dice que nos beneficiamos de una inteligencia no explícita que nos hermana a organismos milenarios.
R. Las bacterias son inteligentes, los organismos con mil células pueden ser muy inteligentes. Eligen lo que más les conviene para mantenerse vivas, para mantener la homeostasis [el equilibrio al que tiende un cuerpo biológico], pero no saben que lo hacen. Lo hacen de forma implícita. Nosotros tenemos el beneficio de ambas inteligencias. No tenemos forma de regular la digestión, la respiración o la función del corazón, eso se hace de forma implícita. Nos beneficiamos de un nivel de inteligencia encubierto y otro relacionado con nuestro conocimiento. Sentir te da conocimiento. El gran momento del desarrollo de la consciencia es el momento en que las criaturas comenzaron a tener sentimientos. Y estos comenzaron a ser homeostáticos: hambre, sed, el estar bien, enfermedad, dolor y deseo. Todo gira en torno a esto.

P. ¿Y qué pasa con la pérdida de un ser querido o el duelo? No es físico, pero afecta a la consciencia.
R. Lo interesante de la mente es que conforme se ha desarrollado ha tomado prestados de la naturaleza señales y sistemas. Es algo que hacemos también con las estructuras culturales. ¿Qué es una economía? Son proyecciones de nuestras necesidades físicas en la sociedad. ¿Por qué la gente está interesada en descubrir cómo compensar no solo el dolor físico sino también el dolor de la pérdida? Había apego y la tristeza viene con él. La gente es capaz de imaginar mundos, tienes la construcción de cosas que ayudan a hacer tolerable la pérdida. Las ideas fundamentales de la religión giran en torno a eso. Puede decirse que no solo se descubre a Dios, sino una construcción de él que se relaciona con que somos conscientes de nuestro sufrimiento.

P. ¿Por qué es el cuerpo tan importante para la mente?
R. Nada de esto tiene sentido sin el cuerpo. No somos fantasmas. Hay algo bello y dramático a lo que debemos enfrentarnos: la vida que se nos va a cada minuto y que es como el acto de un funambulista en el circo. Necesitas habilidad para mantener la vida.

P. Por la importancia del cuerpo usted dibuja una línea de separación con la Inteligencia Artificial (IA).
R. La IA es espectacular, pero somos nosotros quienes le proveemos la consciencia y la guía para que haga cosas que probablemente no podríamos hacer. ¿Vamos a aceptar la IA tal y como es ahora o podemos hacerla aún más inteligente? Es un debate con dos bandos. Uno está conforme con cómo funciona. Otro dice que puede adaptarse más a lo que somos. Para ello debería tener algo parecido a sentimientos. Creo que pueden desarrollarse máquinas así.

P. Científicos en universidades como la suya están trabajando para extender la vida de los humanos hasta los 140 años o más. ¿Cómo cambiaría esto nuestra relación con la mente?
R. Cualquier viejo querrá vivir 10 o 15 años más si se lo ofrecen. Pero no sabemos qué consecuencias podría tener. Es una buena idea y es posible porque muchas de las razones de por qué envejecemos y morimos se pueden corregir, hasta cierto punto. No sabemos el límite. Cada vez la gente vive más y se puede conservar la mente. No tienes que ser viejo e idiota.

P. Usted dice que los sentimientos ya están en el cerebro. ¿Puede este repertorio cambiar con el tiempo?
R. Mire lo que ha pasado con las redes sociales. Es muy fácil manipular a las personas para que crean algo, que no hagan algo o hacerles pensar que algo les gusta más de lo que debería. Hay una posibilidad de cambio en las influencias culturales de cosas como Facebook. Debemos tener cuidado.

P. ¿Nos estamos haciendo menos inteligentes?
R. No lo creo. La habilidad para entender incluso ha mejorado. La inteligencia está. Es la habilidad de ser racional lo que falla. Mira la irracionalidad de todos los que han decidido no vacunarse. ¿De dónde viene eso? Hay gente que está firmando su sentencia de muerte. La capacidad intelectual es la misma, pero no estás siendo racional. Es diferente a no ser inteligente.

P. Uno tendría que ser inteligente para ver que está siendo irracional.
R. Si sabes que existe la posibilidad de que mueras y aun así decides no vacunarte, es que eres irracional o directamente estúpido. No hay vacuna para la estupidez.

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

martes, 22 de junio de 2021

_- Una mezcla de estupidez y perversión

_- Este artículo nace de la conjunción de tres hechos recientes que me han impactado: la muerte de las niñas Anna y Olivia en Tenerife a manos de su padre, unas declaraciones de Ortega Smith, secretario general de Vox, sobre la violencia de género y la lectura de un magnífico libro de la feminista negra bell hooks (así, con minúsculas, por lo que luego explicaré).

No sé si la postura del partido político español Vox sobre la violencia de género es más estúpida o más perversa. Después de reflexionar sobre este dilema, he acabado por concluir que es completamente estúpida y completamente perversa.

Vox no entiende que la violencia que sufren las mujeres tiene como causa el hecho de ser mujeres. Y he oído a su secretario general, Ortega Smith, decir algo tan increíble como esto: si la violencia machista se produjera por el hecho de que las víctimas son mujeres, los agresores atacarían a todas las mujeres que se encuentran por la calle. Qué estupidez.

Dice Ortega Smith que hablar de violencia machista criminaliza a todos los hombres. No, señor Ortega, criminaliza a todos los hombres maltratadores. Y añade el señor Smith que la violencia de género es una gran mentira. Qué perversión.

Negar a estas alturas que existe violencia de género y pretender camuflarla bajo el paraguas de violencia doméstica es una maniobra indecente. Claro que también hay violencia contra los hombres, contra los abuelos, contra los niños. Y no debemos olvidamos de ella. Porque toda violencia es nociva y ha de ser evitada cuando es posible y castigada cuando ha tenido lugar.

El macabro asesinato de las niñas, Anna y Olivia, de 1 y 6 años respectivamente, a manos de su padre en Tenerife, viene a corroborar de forma dramática que existe violencia de género. El ensañamiento de arrojar los cadáveres de las niñas al mar y las dificultades de rastreo han añadido un plus de dolor y desesperación. El padre sacrifica a las niñas porque es la forma más cruel de destruir a su mujer. Aterrador. En España llevamos más de 20 muertes de mujeres en este año a causa de la violencia machista.

¿Cómo puede negarse que vivimos en una sociedad androcéntrica desde hace siglos? El Concilio de Trento declaró que las mujeres no tenían alma, las mujeres (por el simple hecho de serlo) están apartadas del poder y del sacerdocio en la iglesia católica, hasta hace poco las mujeres no tenían derecho al voto, hasta hace nada no podían estudiar en la Universidad, las expectativas laborales siguen siendo menores en el caso de las mujeres, los sueldos de las mujeres por los mismos trabajos son menores, la presencia de mujeres en las esferas de poder es mucho menor que la de los varones, las violaciones en grupo solo se producen hacia las mujeres…

Estoy terminando de leer un hermoso libro titulado “Enseñar a transgredir. La educación como práctica de la libertad”. (Es probable que vuelva a él en algún próximo artículo, aunque sobre otros aspectos). Su autora es bell hoocks. Con minúsculas. Porque Gloria Jean Watkins, sustituyó su nombre de pila por el de su abuela materna. Para distinguirse de ella, escribe siempre su nombre y apellido con minúsculas. Por eso y para dar una pequeña muestra de transgresión a una norma de la escritura. bell hooks es una importante autora feminista y negra, de fama internacional, nacida en el año 52 en un pequeño pueblo de Kentucky.

Para refrescar la mente a los militantes, seguidores y votantes de Vox (también para los lectores y lectoras de esta tribuna) voy a plantear las diez tesis sobre las que se sustenta el pensamiento feminista de bell hooks.

1. No hay que quedarse en la superficie. Hay muchas personas que solo conocen el feminismo por lo que dicen los medios de comunicación, por lo que se cuenta en las tertulias de amigos y familiares o por las propias reflexiones. Pero no han leído nada, no han estudiado nada sobre el asunto. bell hooks anima a profundizar sobre el tema. Ella misma tiene más de 30 libros, excelentes por cierto, sobre esta apasionante y decisiva cuestión.

2. El feminismo no solo busca la igualdad. Para hooks el feminismo no solo busca la igualdad, busca acabar con la lacra del sexismo, la explotación sexista, la dominación y la opresión, que son sus verdaderos enemigos. No es un movimiento antihombres, sino que los incorpora y necesita para la causa. El enemigo es el sistema patriarcal. Hay que conocerlo, cambiarlo y no adaptarse a él.

El objetivo del feminismo es el cambio real. El feminismo que defiende hooks es revolucionario y transformador, no reformista. “Las pensadoras revolucionarias no queríamos simplemente modificar el sistema existente para que las mujeres tuvieran más derechos; queríamos transformar ese sistema, acabar con el patriarcado y el sexismo”, aclara.

Los hombres feministas son necesarios y bienvenidos. Para la activista, “la toma de conciencia feminista por parte de los hombres es tan esencial para el movimiento revolucionario como los grupos de mujeres”. Al buscar libros destinados a los hombres y ver que apenas había, hooks escribió algunos y nunca olvida en sus obras la parte masculina. Hay que enseñar a los niños y a los hombres qué es el sexismo y cómo puede eliminarse. 5. Hay que combatir al enemigo interior. Antes de dedicarse a enfrentar al enemigo exterior (el sistema sexista) es necesario hacer frente al pensamiento sexista que nos inculcan desde niños (niñas), que nos hace incorporar mecanismos de dominación. Para hooks el pensamiento feminista nos ayuda a desaprender el autodesprecio de las mujeres y nos libera del arraigo del pensamiento patriarcal en nuestras conciencias.

6. La sororidad es el arma más poderosa para las mujeres. hooks considera que la hermandad femenina no solo es necesaria y benéfica para las mujeres sino que es una de las herramientas más poderosas de transformación de la sociedad.

7. Es fundamental la importancia de la educación feminista. No se refiere a cualquier tipo de educación. hooks advierte de que es imprescindible que haya educación feminista en las escuelas. Es la mejor manera de tener generaciones de hombres y mujeres libres de seísmo. Dice hooks que “permitimos que los medios de comunicación de masas patriarcales sigan siendo el principal lugar en el que la gente aprende acerca del feminismo, y la mayor parte de lo que se aprende en ellos es negativo”.

Hay que ofrecer imágenes alternativas. Una de las cuestiones que hooks considera de suma importancia es cuestionar el pensamiento sexista sobre el cuerpo de las mujeres, algo que consiguió romper el movimiento feminista contemporáneo pero que ha sido recolonizado por el sistema patriarcal. hooks advierte: “las niñas hoy en día se odian a sí mismas en lo que se refiere a su cuerpo, tanto como lo hacían sus predecesoras prefeministas”. Por ello, considera fundamental dejar de criticar esas imágenes sin ofrecer alternativas y llama a hacer una crítica profunda de la industria de la belleza y de la moda que conduzca a una revoluciónsostenida. Hasta entonces, “no seremos libres ni sabremos cómo amar nuestros cuerpos como parte de nosotras mismas”.

Las relaciones de pareja tienen que estar libres de sexismo. La activista señala que el amor romántico que nos vende la cultura patriarcal nos vuelve “inconscientes, impotentes y hace que perdamos el control”. Se trata de una forma de amar que sirve a los intereses del patriarcado. En las relaciones personales debe primar el crecimiento mutuo, la autorrealización y las necesidades de todas las partes. “Que sean relaciones en las que todos disfruten de derechos y nadie tenga miedo a la subordinación o al abuso”, explica.

El feminismo es para todo el mundo.Este es el título de un libro de la activista bell hooks. Se trata de una obra que aborda la interseccionalidad de género, raza y clase, tratando de señalar quién es el sujeto del feminismo.

Cierro con un pensamiento de hooks: “Las mujeres y los hombres feministas restaurarán en el futuro las condiciones necesarias para la solidaridad. Así, podremos alcanzar un mundo donde se compartan los recursos y abunden las oportunidades de crecimiento personal para todo el mundo independientemente de su clase”.

Fuente: Blog de Miguel Ángel Santos Guerra.

lunes, 31 de agosto de 2020

Estupidez concentrada

¿Cómo vamos a frenar los rebrotes con reiterados comportamientos irresponsables? ¿Cómo vamos a vencer al virus si no somos conscientes de la gravedad de la situación? ¿Cómo superaremos la crisis con actitudes incívicas?

Hace unos días tuvo lugar en la Plaza de Colón de Madrid una manifestación, que todavía no he logrado digerir. El principio de la libertad de expresión primó, al autorizarla, sobre otro tipo de consideraciones sociales, políticas y éticas. Porque era evidente que quienes se manifestaban contra el uso de la mascarilla, no la iban a llevar puesta. Y quienes protestaban contra la imposición de la distancia de seguridad, no la iban a respetar. Por pura lógica. Es decir, les dieron permiso para incumplir la ley. ¿Por qué gozaron de un privilegio que los demás no tenemos? Les dieron permiso para que ese comportamiento incívico se exhibiese impunemente como una invitación a la desobediencia y a la irresponsabilidad. No es que no me preocupe lo que pasa con la usurpación de derechos fundamentales por parte del poder político, pero creo que en este caso las decisiones están más que justificadas.

“La pandemia es una farsa”, coreaban. Negar que existe un virus que ha afectado a más de veinticuatro millones de personas en el mundo y que ha causado casi un millón de muertos es una necedad insuperable. Imagino que ninguno de los asistentes habrá sufrido la pérdida de un familiar o de un amigo. Porque, de ser así ...“Terroristas, terroristas, terroristas”, gritaban, imagino que refiriéndose a los políticos. Sin pensar que quienes ejercían de tales eran ellos mismos, propiciando el contagio. “No nos dejan respirar”, decía irritada una manifestante. ¿No? “Stop mafia política”, rezaba una pancarta, haciendo una injusta descalificación de toda la clase política. Las imágenes que divulgaron los medios de comunicación mostraban de forma casi insoportable hasta qué extremos puede llegar la estulticia humana.

Personas gritando “Libertad, libertad, libertad”, como si las prescripciones de usar mascarilla, de no fumar por la calle o de guardar la distancia de seguridad fuesen el fruto del abuso de un poder sádico y caprichoso. No. Esas prescripciones salvaguardan la vida y la libertad. Si una persona quiere acabar con su vida, es muy libre de hacerlo. Pero resulta un atropello inadmisible quitarle al prójimo la vida.

Vi una persona (un individuo aparentemente adulto) pidiendo y dando abrazos, exponiendo de forma inconsciente e irresponsable al contagio a los demás. Había en su invitación majadera un toque festivo que producía lástima por una parte, risa por otra y, sobre todo, irritación. Como si fuera el ser humano más solidario, más amable, más simpático. El más guay del mundo.

Ese tío es un imbécil, se me escapó en voz alta.
Había una señora que decía que el uso de la mascarilla dificultaba el contacto con la divinidad. No hay estupidez de más alto grado. El colmo de los colmos de la imbecilidad humana.

Carmen, del colectivo ‘#StopConfinamiento’, ha dicho en declaraciones a Europa Press que se ha organizado esta manifestación para reclamar “derechos humanos y libertades que les están quitando con la excusa de un supuesto virus que ya no produce fallecidos”. Ah, ¿no?

Vi una pancarta con el siguiente texto: “Déjenos vivir”. No sé a quién se hacía esa petición. Es probable que al presidente del gobierno. Como si todas las medidas que está tomando no tuviesen la única pretensión de garantizar la vida de los ciudadanos y las ciudadanas.

Otra pancarta rezaba así: “El sistema controla a través del miedo. La prensa manipula. Despierta”. No es el sistema quien induce al miedo, es la realidad de la pandemia, la presencia de un virus que hiere y mata. No es la prensa quien maneja los hilos, es el contagio que se propaga de manera difícil de controlar. Hay que despertar, sí, pero ante la magnitud del problema, ante la necesidad de la solidaridad, ante la asunción de responsabilidades.

También se niegan al uso de vacunas. ¿Con qué argumentos? ¿Con qué análisis científicos? Cuando todo el mundo clama por la vacuna, cuando la comunidad científica mundial trabaja de forma denodada por encontrar la solución que nos salve de esta terrible crisis, estos miles de manifestantes claman inconscientemente contra todas las evidencias científicas.

¿Qué sucedería si toda la población adoptase las actitudes y los comportamientos de estos iluminados? ¿Qué pasaría si todos actuásemos con ese grado de irresponsabilidad y de estupidez? ¿O es que solo esos miles de manifestantes tienen bula para hacer su santa voluntad? ¿Por qué los demás tenemos que sacrificarnos por el bien común y ellos (y ellas) no lo tienen que hacer?

No quiero seguir mostrando otros textos de pancartas u otros gritos y eslóganes exhibidos. Todos en la misma línea, todos en la misma ridícula negación de la realidad. Estamos inmersos en una pandemia, el virus sigue actuando y tenemos que defendernos de sus nocivos y letales efectos.

¿Por qué se produce ese fenómeno sociológico, desde mi punto de vista tan irracional? No me cabe la menor duda de que un porcentaje elevado de manifestantes son personas que han sido arrastradas por líderes irresponsables. No puedo creer que las aproximadamente tres mil personas que acudieron a la cita hayan acudido como resultado de una elaboración personal.

Algunos, quizás, se hayan dejado arrastrar por una insensata actitud de ir contracorriente, de oponerse al poder, de hacer lo contrario de lo establecido, de ir en contra de lo que todo el mundo hace. Ese ataque de singularidad que parece convertirles en personas fuera de serie por hacer algo que el sentido común condena.

También habrá quien piense que está defendiendo una noble causa a favor de los derechos humanos y hasta pagará gustoso la multa que le impongan por quebrantar las normas. Pequeños y ridículos héroes de una causa estúpida.

Habrá también en la decisión de acudir componentes políticos. Había pancartas que hacían referencia al “virus comunista“, otras que pedían la dimisión del gobierno y algunas que insultaban a la clase política.

Cuando sucede un hecho de esta naturaleza, siempre acudo a mi fuente principal de pensamiento. ¿Cómo aprendieron a pensar en la escuela?, ¿con qué rigor son capaces de analizar los hechos?, ¿qué nexos causales son capaces de establecer?, ¿qué importancia le conceden a la ciencia? Pero, sobre todo, ¿qué aprendieron de solidaridad, de respeto a la vida del prójimo, del hecho de ser ciudadanos y ciudadanas? ... Me pregunto, en definitiva, por el fin fundamental de la educación y por el éxito y el fracaso de la misma.

Durante un tiempo, la salud de la población estuvo pendiente de la iniciativa política y del quehacer de los sanitarios. Hoy depende de la responsabilidad de los ciudadanos y ciudadanas.

Hay que exigir que las prescripciones estén fundamentadas en evidencias científicas y no en intereses partidistas o económicos. Pero hoy se sabe cómo se transmite el virus y las decisiones que se toman buscan evitar la propagación que lleve a la muerte a las personas más vulnerables y que conduzca a la destrucción completa de la economía.

Me imagino a estos manifestantes explicando a sus hijos y a sus hijas su postura ante la crisis sanitaria y económica que vivimos. Me los imagino diciéndoles que hagan lo que les de la gana, que no se pongan la mascarilla, que abracen a todo el mundo, que no respeten la distancia de seguridad… Es decir que entiendan la libertad sin restricciones porque no importa que sus caprichos y sus veleidades destruyan no solo la libertad de los demás sino la vida. Y, como consecuencia de ese comportamiento irresponsable, que arruinen del todo la economía del país. Claro que hay ideas para todo. Una de las manifestantes decía que ese comportamiento constituía un ejemplo para que sus hijos aprendiesen actitudes democráticas.

Estoy haciendo una llamada a la responsabilidad, a la conciencia ciudadana, al respeto a la vida de los otros, a la idea de que la libertad individual termina cuando destruye la libertad de los demás.

Me gustaría dialogar con alguno de los convocantes o de los asistentes. Me gustaría conocer y rebatir las argumentaciones que utilizan. Aunque, cuando lo imagino, me viene a la mente el pensamiento de Mark Twain: “Nunca discutas con un idiota. Te rebajará a su nivel y te ganará por la experiencia”.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2020/08/29/estupidez-concentrada/

miércoles, 30 de marzo de 2016

Otro aspecto desatendido de la historia del siglo XX. Occidente nunca tomó en consideración la propuesta de la URSS de formar un frente defensivo frente al nazismo.

En el texto que publiqué en estas páginas el pasado 11 de febrero sobre los dilemas a los que se ha enfrentado la izquierda democrática en sus relaciones con los partidos comunistas, prometí abordar en mi siguiente artículo una iniciativa comunista con la que estuve profundamente de acuerdo: a saber, la intención que desde finales de 1934 hasta el Pacto de Múnich de septiembre de 1938 mostró la URSS de convencer a las principales potencias occidentales de la necesidad de aceptar una alianza meramente defensiva, que plantara cara a las amenazas militares constantemente expresadas por la Alemania nazi y la Italia fascista (las dos potencias que estaban garantizando la victoria final de Franco en la Guerra Civil española).

P. Llega usted a decir que Blum perdió su alma por no ayudar a la República Española.
R. Sí, porque finalmente fue una enorme injusticia no ayudar a un Gobierno amigo, socialista, que tenía todo el derecho a comprar armas para defenderse de los militares. Perdió su alma y al mismo tiempo se equivocó, porque, si se hubiera aliado con los ingleses para oponerse a Hitler, quizá habría evitado la Segunda Guerra Mundial. Fue el mismo error que se cometió con la ocupación de Renania en marzo de 1936.

P. En descargo de Blum cuenta usted que era judío y que la presión de la prensa de la derecha era enorme. Dice incluso que ningún político del siglo XX ha sido tan calumniado como él.
R. No creo que ser judío fuera un factor importante en este caso. Fue más bien la presión de la prensa de la derecha, como Acción Francesa, un periódico que fue muy agresivo contra él. Hay que tener en cuenta que la derecha y la extrema derecha francesas flirteaban con Hitler y Mussolini y preferían que Franco ganara la guerra.

P. A finales de la Guerra Civil, tanto Churchill como el presidente americano Roosevelt reconocieron haberse equivocado. ¿Nunca hizo Blum lo mismo?
R. Nunca admitió su error. Siempre dijo que gracias a la no intervención se había evitado la guerra, lo que no fue cierto.
“Si Blum se hubiera aliado con los ingleses para oponerse a Hitler, quizá habría evitado la Segunda Guerra Mundial”

P. Usted fue el jefe de France Presse en España durante cinco años, de 2005 a 2010. Supongo que durante ese tiempo también comprendió que la Guerra Civil y la división social seguían muy presentes en la sociedad española.
R. Exacto. En aquellos años se debatía la Ley de Memoria Histórica de José Luis Rodríguez Zapatero, que quedó descafeinada, y se produjo la caída de Garzón, que a mí me pareció un disparate. Un juez que había sido tan importante en la persecución de Pinochet, expulsado de la magistratura por querer investigar los crímenes del franquismo. ¿Cómo era posible?

P. ¿Cree que España sigue sin tener superada esa etapa de su historia?
R. Adoro España y no quiero criticar a ese país, pero tuve esa impresión hace 10 años y ahora recuerdo aquello cuando veo que la alcaldesa de Madrid quiere aplicar la Ley de Memoria Histórica y, por tanto, desechar los símbolos franquistas. La pregunta es por qué los anteriores alcaldes, Alberto Ruiz-Gallardón y Ana Botella, no hicieron nada entre 2007 y 2015.
 
Para la gran mayoría de los libros dedicados a la historia del siglo XX, el periodo que va desde 1917 a 1991 se caracteriza por la incesante rivalidad entre el comunismo soviético y la democracia capitalista occidental, una rivalidad que la necesidad de defenderse frente a la agresión militar nazi-fascista-japonesa que tenían ambas partes interrumpió desde mediados de 1941 a mediados de 1945. Poco dicen o lo hacen en tono desdeñoso, de la iniciativa soviética que, en nombre de la “seguridad colectiva”, pretendió constituir una alianza militar defensiva entre el este y el oeste, entre la Rusia soviética y las potencias democráticas capitalistas, es decir, Gran Bretaña y Francia.

La ausencia de la revolución mundial con la que tanto habían soñado y la aparición de regímenes autoritarios profundamente nacionalistas en gran parte de Europa entre 1923 (Mussolini) y 1933 (Hitler) había llevado a los soviéticos a reconsiderar su actitud hacia el mundo capitalista. En lugar de tacharlo simplemente de enemigo al que había que destruir, distinguieron, por una parte, entre regímenes autoritarios y racistas, y, por otra, aquellos que tenían parlamentos dignos de tal nombre y elecciones libres, con clases medias dispuestas a reconocer los derechos de los sindicatos y los partidos marxistas. Iosif Stalin, que en 1930 ya se había afianzado como líder supremo del régimen soviético, anunció la fórmula del “socialismo en un solo país” (la URSS) y el deseo de cooperar diplomática y militarmente con las democracias europeas.

En 1933 la rápida consolidación de la dictadura nazi en Alemania y el hecho de que Hitler no dejara de amenazar con destruir a la URSS, indujeron todavía más a Stalin a buscar un entendimiento con las potencias democráticas. Desde finales de 1934 su ministro de Asuntos Exteriores, Maxim Litvinov, casado con una inglesa y él mismo admirador tanto de esta cultura como de la francesa, intentó en repetidas ocasiones, en la Sociedad de Naciones con sede en Ginebra y en conversaciones privadas con diplomáticos ingleses y franceses, convencer a los occidentales de la necesidad de establecer una alianza militar defensiva que protegiera, tanto a la Unión Soviética como a las potencias capitalistas democráticas de la amenaza de una guerra de conquista nazi.

¿Por qué Occidente nunca se tomó en serio la oferta de Stalin y Litvinov? En primer lugar, hay que comprender que las actitudes británicas determinaron la respuesta a las exigencias de Hitler. Francia seguía padeciendo un miedo mortal a una Alemania que la había derrotado durante la guerra franco-prusiana de 1870-1871 y que había estado a punto de llegar a París durante la de 1914-1918. Por su parte, Estados Unidos, durante el periodo de entreguerras, aceptó totalmente el liderazgo diplomático británico. El Tratado de Versalles había obligado a Alemania a encajar grandes pérdidas territoriales y a abonar ingentes reparaciones, cuyo objetivo era que el país sufragara totalmente la reconstrucción material de Francia y Bélgica. Llegado el año 1933, gran parte de los británicos, entre ellos miembros de los partidos Liberal y Laborista, estaban convencidos de que había sido un grave error atribuir toda la responsabilidad política y moral de la guerra a la Alemania imperial.

A esto había que añadir que las clases dirigentes británicas compartían, de forma más “respetable”, los prejuicios raciales nazis. No les parecían bien los campos de concentración ni que se rompieran los escaparates de las tiendas judías, pero estaba claro que pensaban que el mundo estaría mucho mejor si los elementos “arios” y “nórdicos” de los países de habla inglesa, y también de Alemania y Escandinavia, ejercían el liderazgo político del “mundo civilizado”. En consecuencia, estaban psicológicamente preparados para aceptar las exigencias de Hitler, no sólo en cuanto a la reocupación de Renania (1936) y la anexión de Austria (1938), sino respecto a la reconstrucción del poderío militar germano.

Si a los Gobiernos británicos del periodo 1936-1938 les hubiera preocupado realmente la defensa de la democracia política en el continente europeo, la Guerra Civil española les habría proporcionado una oportunidad clara de poner coto a las ambiciones militares de Hitler. Sin embargo, desde el mismo inicio de esa contienda los Gobiernos, primeros de Baldwin y después de Chamberlain, otorgaron ayuda económica y diplomática encubierta a los generales sublevados, advirtiendo a los sucesivos Ejecutivos republicanos franceses de que no concedieran ayuda ni militar ni económica a una República que los conservadores británicos consideraban dominada por comunistas y anarquistas. Por su parte, los soviéticos ayudaron esporádicamente a la República española entre septiembre de 1936 y marzo de 1939, y el carácter esporádico de su contribución se debió en gran medida a la inquietud que sentían ante las incursiones militares de Japón en la frontera siberiana y a la frialdad con la que los británicos acogían la idea de la seguridad colectiva en Europa.

Después de la invasión y anexión de Austria, que no suscitó resistencia diplomática o militar alguna, Hitler acusó estridentemente a la república democrática de Checoslovaquia de maltratar a su minoría alemana, exigiendo que las partes de territorio checo en las que por lo menos el 50% de la población fuera de “raza” alemana pasaran inmediatamente a soberanía del Reich. Esta exigencia no era tan aceptable para el Gobierno británico como las anteriores. Hitler contuvo a la minoría nazi de Checoslovaquia en los infrecuentes momentos en los que parecía que los británicos podían oponerse a la anexión. Pero a comienzos de septiembre el primer ministro británico organizó la “Conferencia de Múnich” (con asistencia del Reino Unido, Francia, Alemania e Italia), que en realidad puso el destino de Checoslovaquia en manos de Hitler, sin consultar ni al propio Gobierno checoslovaco ni a la Unión Soviética, que había firmado con los checos un tratado defensivo parecido al que Rusia esperaba negociar con franceses y británicos.

Por su combinación de estupidez política y cobardía moral, esta política se conoce con el nombre de “apaciguamiento”. Fue la misma que, al ofender a la Unión Soviética, hizo que Stalin buscara su propio acuerdo con Alemania, concediendo así a Hitler la oportunidad de iniciar la Segunda Guerra Mundial sin tener que luchar en dos frentes, algo que había ocasionado la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial. Y la única fuerza militar que consiguió finalmente salvar a la Europa democrática fue la alianza defensiva que, formada por Gran Bretaña, Estados Unidos y la Unión Soviética entre junio de 1941 y mediados de 1945, los soviéticos habían perseguido entre finales de 1934 y septiembre de 1938.

Lo que en este artículo califico de aspecto desatendido de la historia del siglo XX son esos cinco años de iniciativas soviéticas. Cuando Hitler se traicionó a sí mismo al ocupar Praga, capital del Estado checoslovaco, el 15 de abril de 1939, después de haber firmado el Pacto de Múnich, el Foreign Office británico comenzó a buscar aliados en el este, en previsión de que el Führer decidiera pronto lanzarse a una generalizada guerra de conquista. Después de infructuosas conversaciones con los Estados del sureste de Europa y con Turquía, los británicos decidieron finalmente acercarse a los soviéticos. Pero, para entonces, a finales de mayo y en junio, la Alemania nazi y la Rusia soviética ya estaban negociando el tratado de alianza que anunciaron el 22 de agosto de 1939.

Gabriel Jackson es historiador norteamericano.

http://elpais.com/elpais/2012/02/28/opinion/1330446090_375619.html

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http://cultura.elpais.com/cultura/2013/05/04/actualidad/1367698785_961126.html