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lunes, 25 de diciembre de 2023

¿Dulce Navidad?


“Navidad, Navidad, dulce Navidad, la alegría de este día hay que festejar”, dice la letra de una conocida canción navideña. ¿Dulce Navidad? Imagino cómo será la Navidad de los niños y las niñas de Ucrania y los de la franja de Gaza. Cualquier adjetivo del diccionario será más preciso que el que figura en el título del artículo. Cualquiera de estos le convendría más a la realidad de estas criaturas: amarga, cruel, triste, horrible, catastrófica, infame, injusta, espantosa, terrible, dura, desastrosa… Navidad.

Se trata de genocidios puros y duros, tal como los define el convenio del 9 de diciembre de 1948 de las Naciones Unidas en el contexto del proceso de Nürenberg: “Se entiende por genocidio los actos cometidos con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”.

Cuando encendemos la televisión y vemos imágenes del horror no sabemos si se trata de escenas de una película o registros de la realidad. Este es un fenómeno inquietante, como explico en mi libro “Imagen y educación”: La película se hace realidad. De hecho, algunas veces lloramos ante la historia que se cuenta en una película. Pero, de la misma manera, alejamos emocionalmente las escenas recogidas de la realidad como son las de estas guerras, convirtiéndolas en escenas de ficción. Casi setecientos días de guerra en Ucrania. Más de dos meses de guerra en Oriente Próximo. No tenemos ni idea de cuándo llegará el fin. Podemos comer y hablar y reír mientras observamos la barbarie, mientras vemos niños muertos, niños que se han quedado huérfanos, niños y niñas mutilados, edificios destruidos, escenas devastadoras… Se destruyen hospitales, escuelas, museos, viviendas… Y en estas fiestas de Navidad pasearemos viendo la profusión de luces, cantaremos villancicos y comeremos y beberemos felices… El sufrimiento de tantos niños y niñas inocentes será simultáneo en el tiempo a esta riada de festejos.

Decía Plinio el Joven que “la guerra es un atentado contra el género humano”. Pero lo es especialmente contra los niños y las niñas. ¿Qué han hecho para ser víctimas o testigos de esa increíble brutalidad? Sostenía Kant que “la guerra es nefanda porque hace más hombres malos que los que mata”. Traigo a colación esta cita porque la guerra no solo causa daños en quienes la padecen sino en quienes la contemplan. Nos muestra el cruel y estúpido método para resolver los conflictos. “Salvo una batalla perdida no hay nada más triste que una ganada”, dice Arthur Wellesley, duque de Welington que combatió en la guerra de independencia española.

No habrá para los niños y las niñas de la guerra más que miedo y horror en esta Navidad. Miedo a las bombas, a la muerte, al hambre, a la enfermedad, a la pérdida de la familia… Horror ante la destrucción de viviendas, ante la muerte de personas queridas, ante un futuro incierto… La guerra es terrible; las secuelas de la guerra son inenarrables.

Esos niños y esas niñas no tendrán juguetes, ni árboles, ni belenes, ni villancicos, ni regalos, ni fiestas, ni dulces, ni sonrisas, ni luces, ni paz…

La guerra y la Navidad se repelen como fuerzas antagónicas. ¿En nombre de qué Dios se puede robar la Navidad a estos niños y a estas niñas? ¿En nombre de qué causa se les puede arrebatar sus derechos? Derecho a la paz, a la seguridad, al alimento, al cobijo, a la educación, a ser a queridos, a ser protegidos…

Los días se suceden en una y otra guerra sin que el resto del mundo haga otra que mirar asombrado esta brutalidad irracional. He recibido una tarjeta de felicitación en la que se ve a una pareja sentado en un banco al lado de un árbol de Navidad. Ella dice:
– La historia nos juzgará como cómplices de genocidio.
Él contesta:
Oye, que nosotros no hemos hecho nada.
Y ella replica de forma contundente.
Exacto.

Resulta casi inexplicable cómo en muchos países del mundo se celebran estas fiestas con millones de bombillas de colores, con todo el derroche que es imaginable, mientras en otros lugares del mismo mundo personas con iguales derechos mueren y pasan calamidades sin cuento.

¿Qué mundo les vamos a entregar a nuestros hijos y a nuestras hijas? ¿Qué leyes nos hemos dado? ¿Qué educación hemos recibido? ¿A qué escuela fueron los líderes que mantienen un día tras otro la decisión de acabar con la vida de tantos inocentes?

Los mandatarios de los países en guerra, los que tomaron la cruel decisión de exterminar a otro país y la mantienen cada día, ¿cómo pueden dormir y vivir con ese cargo de conciencia? ¿Qué piensan y qué sienten cuando ven en la televisión imágenes tan cargadas de horror? ¿Cómo pueden soportar ver los cadáveres de los niños y de las niñas asesinados? ¿Cómo pueden ver las ambulancias transportando criaturas inocentes medio destrozadas por la metralla?

Me centro en los niños y las niñas porque la Navidad es una celebración especialmente suya. La cristiandad celebra el nacimiento de un niño Dios. Y la cultura ha incorporado esta fiesta a sus tradiciones más significativas que los niños y las niñas viven con enorme ilusión.

Me duele escuchar decir al señor Putin que es importante y necesario cultivar el patriotismo en la juventud. Lo que quiere decir es que el amor a la patria les movilice para ofrecer la vida en la defensa de sus criminales planteamientos. Él toma la decisión de que vayan al frente y ellos ofrecen sus vidas para ir la guerra con alegría y orgullo.

Dalton Trumbo fue un famoso novelista y guionista estadounidense, perseguido por el macarthismo en la época de la caza de brujas. Dirigió una sola película titulada “Johnny cogió su fusil”. El guión fue escrito por el mismo Trumbo sobre una novela antibelicista de su autoría que tenía el mismo título. La película está protagonizada por Thimoty Botons. Cuenta la historia de un joven que es reclutado para combatir en la Primera Guerra Mundial, rompiendo una vida feliz y un futuro cargado de ilusiones y proyectos. En el frente es herido por una explosión y queda convertido en un tronco humano: sin ojos, sin oídos, sin habla, sin piernas ni brazos… Solo se puede comunicar a través de señales de morse dibujadas en la piel. Quienes quedamos en la sala hasta el final de los rótulos de crédito (siempre aconsejo quedarse hasta el final, no solo hasta la palabra fin que, en algunas ocasiones, debería decir por fin) pudimos leer una frase en latín que estaba llena de mordacidad: Dulce et decorum est pro patria mori. Es dulce y honroso morir por la patria. ¿Dulce? Qué horrible trampa la del patriotismo.

Desde sus casas de gobierno Putin y Netanyahu darán órdenes lejos de las trincheras, mientras los patriotas brindan sus vidas en defensa del genocidio. Es decir, que una guerra provoca víctimas en el enemigo y otras entre los combatientes del propio bando.

Acabo de escuchar sobrecogido la entrevista que Angels Barceló ha realizado a Ricardo Martínez, miembro de Médicos sin Fronteras. Qué horror. Qué crueldad. Qué tristeza. Miles de niños y de niñas que llegan a hospitales llenos de sangre y de heces porque el miedo les hace defecar. Muchos de ellos llegan con una etiqueta que produce un dolor insoportable: “niño herido sin familia sobreviviente”. Si se salva, ¿qué será de su vida? Miles de personas durmiendo a la intemperie con frío, sed, con heridas, hacinamiento en escuelas con una ducha para quinientas personas, falta de alimentos, falta de anestesia y de calmantes para los postoperatorios… ¡Con las fronteras cerradas para recibir ayuda humanitaria! ¿Por qué?

Israel tiene derecho a defenderse de los ataques terroristas de Hamás, pero lo que está haciendo sobrepasa todos los límites. Está sometiendo a la población de la franja de Gaza a un exterminio inadmisible.

No solo hay guerra en Ucrania y en la franja de Gaza. Hay más puntos infernales cargados de conflicto y de dolor en esta ¿dulce Navidad?: Siria, Yemen, Afganistán, República Democrática del Congo, Sudán del Sur… Decía Humberto Maturana, querido amigo que nos dejó no hace mucho, que los seres humanos somos “adictos al amor” y «dependientes para la armonía biológica de nuestro vivir cotidiano de la cooperación y la sensualidad, de las caricias y de vínculos positivos y sintonía emocional con los demás, no de la competencia y la lucha». ¿Qué nos está pasando, entonces? Ojalá que la Navidad avive en todos los seres humamos ese núcleo de bondad, de solidaridad y compasión hacia nuestros semejantes que, según Maturana, es consustancial a nuestra condición humana.

El Adarve. Miguel Ángel Santos Guerra.

domingo, 26 de diciembre de 2021

_- Charles Dickens inventó la Navidad (y la denuncia del acoso laboral).


_- El escritor firmó el más popular de los cuentos navideños, que no era solo una fábula sobre la redención, sino también un crudo reflejo de las condiciones de trabajo en el siglo XIX.

Karl Marx explicó en una ocasión a Friedrich Engels que Charles Dickens “había proclamado más verdades de calado social y político que todos los discursos de los profesionales de la política, agitadores y moralistas juntos”. Así lo cuenta Peter Ackroyd en Dickens. El observador solitario (Edhasa, traducción de Gregorio Cantera), su contundente biografía del gran novelista inglés. Sus novelas retrataron de manera feroz y realista la pobreza y las desigualdades de la Inglaterra del siglo XIX. Títulos como Oliver Twist o David Copperfield abrieron los ojos a los ciudadanos sobre la miseria que tenían delante, pero que preferían no ver, y que el propio Dickens padeció cuando, en 1824, tuvo que trabajar en una fábrica de betún a los 12 años. 

 Su literatura describe una sociedad despiadada en la que muchos niños estaban condenados desde su nacimiento a la pobreza. La denuncia de la injusticia es algo que impregna toda su obra, no importa que cuente una historia de amor con la Revolución francesa como telón de fondo (tras leer las descripciones que ofrece en Historia de dos ciudades de la forma en que los nobles trataban al pueblo en la Francia anterior a 1789 dan ganas de participar en primera línea en la toma de la Bastilla) o un relato navideño con fantasmas. Canción de Navidad es recordada sobre todo porque, desde su publicación en 1843, cambió la manera en que se celebran estas fiestas, pero su huella social va mucho más allá.

Una película titulada El hombre que inventó la Navidad (Bharat Nalluri, 2017) resume un sentimiento que comparten muchos historiadores: que el descomunal éxito que alcanzó su relato –en apenas unos días vendió 6.000 ejemplares, una barbaridad para la época– rompió para siempre con la tradición puritana que durante siglos había arrinconado la Navidad en el Reino Unido. No es del todo verdad –las navidades llevaban un cierto tiempo celebrándose–, pero tampoco es totalmente falso: muchas de las tradiciones que describe, como el banquete con pavo, se hicieron mucho más populares gracias a su libro. Peter Ackroyd lo plantea así: “Podemos decir que, precisamente en una época en que tanto la ostentación georgiana como la rigidez evangélica estaban en entredicho, Dickens resaltó la vertiente de afable cordialidad de estas fechas. Lo que hizo fue aderezar aquel día con sus aspiraciones, querencias y temores”.

En ‘Cuento de Navidad’, Dickens resaltó “la afable cordialidad de estas fechas” y las vinculó a “aspiraciones y temores”, según su biógrafo La idea de la Navidad como un momento de generosidad se encuentra en el centro del cuento de Dickens, al igual que la posibilidad de redimirse cuando el protagonista, Ebenezer Scrooge, contempla su vida casi como si fuese un extraño en ella, algo que logra gracias a la visita de tres fantasmas. El espíritu de las navidades pasadas le muestra una infancia en la que aparecen ribetes de la del propio Dickens y en la que todavía no era un avaro solitario y huraño que odiaba a todo el mundo. El fantasma de las navidades presentes le enseña que el desprecio hacia la humanidad que siente no siempre es devuelto con la misma moneda. El fantasma que le permite atisbar su futuro le descubre una inmensa soledad, que acaba por ablandarle el corazón.

Al igual que otro gran cuento navideño, ¡Qué bello es vivir!, que acaba de cumplir 75 años, Dickens ofrece a su personaje una segunda oportunidad en la vida: no es que Scrooge y George Baily, el protagonista del filme de Frank Capra, se parezcan en nada. Scrooge es un avaro siniestro que saca los higadillos a aquellos a los que ha prestado dinero en una sociedad en la que una deuda sin pagar podía acabar con una pena de prisión (como le ocurrió al padre del autor), mientras que Baily es un individuo que se ha pasado la vida ayudando a los demás en los peores tiempos posibles. Sin embargo, los dos reciben una ayuda sobrenatural –fantasmas en un caso, un ángel sin alas en otro– para reparar un error vital.

Como siempre en Dickens, la fantasía esconde una denuncia social. Ackroyd cuenta que escribió el libro de manera compulsiva, en apenas seis semanas, durante las que padeció además un desagradable resfriado. Caminaba durante horas por Londres componiendo la trama, que en parte estaba inspirada por un personaje de Los papeles del Club Pickwick, que también tiene la oportunidad de ver su futuro gracias a unos duendes. Pero el elemento fundamental con el que compuso su cuento navideño fueron sus propios recuerdos de infancia, su trabajo en la fábrica de betún y el mundo laboral despiadado del principio de la Revolución Industrial.

Porque Canción de Navidad es sobre todo una denuncia del acoso laboral, de Scrooge hacia Bob Cratchit, su escribiente, obligado a trabajar pasando un frío de bigotes –le escatima hasta el carbón– y que tiene que reclamar sus derechos como si fuesen un favor –librar el día de Navidad–, siempre aterrorizado ante un jefe despótico, colérico e injusto. Una de las descripciones más emocionantes que hace Dickens en todo el libro es cuando, tras cerrar el despacho, Cratchit regresa a casa todavía atemorizado por los gruñidos de su patrón y a la vez alegre por la Navidad: “Con los largos extremos de la bufanda blanca colgándole por debajo de la cintura (pues no tenía abrigo) se dirigió a Cornhill y se deslizó veinte veces por una pendiente tras una hilera de muchachos para celebrar que era Nochebuena y después corrió a su casa en Camden Town, tan deprisa como pudo para jugar a la gallina ciega” (traducción de Nuria Salas Villar para la edición de Cuentos de Navidad de Penguin Clásicos).

Sin embargo, desde su primer viaje, cuando el fantasma de las Navidades pasadas le muestra un lugar donde trabajó como aprendiz, se da cuenta del poder que un buen patrón puede tener sobre sus empleados. Después de contemplar de nuevo una fiesta de Navidad de su pasado, Scrooge reflexiona: “Él tiene la facultad de hacer que nos sintamos felices o desgraciados, de que nuestro trabajo nos resulte llevadero o gravoso, placentero o arduo. Podría decirse que su poder reside en sus palabras y sus miradas, en cosas tan sutiles e insignificantes que resulta imposible contarlas y enumerarlas”. Tras contemplar aquella escena, el avaro prestamista se queda pensativo y, cuando el fantasma le pregunta si le pasa algo, responde: “Es solo que ahora me gustaría tener ocasión de decirle un par de cosas a mi escribiente”.

Lo primero que hace Scrooge al volver de su viaje astral es subirle el sueldo a Cratchit y darle todo el carbón que necesite para no trabajar congelado, además de ayudar a su familia –sobre todo a su hijo minusválido Tim, al que salva la vida–. Por encima de todo, le devuelve los derechos que le había arrebatado durante años de explotación. Canción de Navidad es un relato universal por muchos motivos: la redención, la posibilidad de cambiar de vida para mejor, la Navidad, su elogio de la tolerancia. Pero, sobre todo, porque narra como pocas veces en la literatura la importancia de la dignidad laboral. Y eso no son paparruchas.


lunes, 29 de diciembre de 2014

El largo abrazo de la lectura. La Navidad es una época ideal para que los niños se aficionen a leer

Con la lectura, con el placer de abrir ventanas, mundos nuevos, posibilidades, con ese desarrollo continuo de la fantasía, la imaginación, el niño va creciendo. Crece como persona y como lector, aunando estas dos vertientes y potenciando una visión más completa de ese encuentro con las letras, con la vida. Fechas éstas con mucho tiempo de ocio, con espacios para compartir la lectura en familia o de forma individual, pero cimentando un hábito, una costumbre que debe hacerse placentera. En esta nueva cita, esta invitación a navegar por títulos y temáticas, para que sea cada cual el que elija a qué aventura atreverse.

VALORES, CLASICOS Y EMOCION
12 poemas de Federico García Lorca, ilustrados por Gabriel Pacheco, en la editorial Kalandraka. Algunos libros no solo son para niños, alcanzan a todos los públicos. Este es uno de ellos, y la belleza y capacidad sugestiva de las ilustraciones potencia más si cabe el poder de la palabra del universal poeta granadino.
Sofía viaja a la Antártida, de Alison Lester, en Ekaré. Una aventura en forma de diario detallado, con sensibilidad y frescura, la protagonista Sofía nos lleva hacia un territorio para que lo disfrutemos, lo conozcamos y aprendamos a cuidarlo. Valores como la ecología, la amistad no son incompatibles con el desarrollo sensorial.
La cocinera del rey, de Soledad Felloza y Sandra de la Prada, en la editorial OQO. Para niños y niñas de 3 a 7 años, una historia de recetas y versos pero que esconde otros valores como la igualdad entre hombre y mujer, bien camuflada, con naturalidad, hace que ser positivo cambie la perspectiva sobre las cosas.
Las tres princesas pálidas, de María José Martín Francés y Carole Hénaff, en Kalandraka. Un libro para soñar, una historia mágica de princesas y un rey, con el atractivo suficiente para no dejarnos apenas respirar. Ilustraciones de coloridos suaves que ambientan oportunamente. Y valores como la humildad acaban por brillar con luz propia ante el pueblo.
Escarabajo en compañía, de Pep Bruno y Rocío Martínez, en Ekaré. Un escarabajo nada aburrido este, con aventuras en las que la amistad, la solidaridad, el juego, la diversión, aparecen como elementos de referencia en estas aventuras que no aburrirán a todo lector que se precie de ese disfrute.
Issun Boshi, de Icinori, en Ekaré. Una preciosa historia, basada en un cuento tradicional japonés, que nos habla del valor y de la entereza para no cejar en la lucha personal por hallar un lugar en el mundo. Unas ilustraciones de tonos cálidos ambientan este relato que gusta de ser escuchado en voz alta.
Un cóndor en Madrid, de Paloma Muiña, en Edelvives, para niños de más de 8 años. La historia de Adriana y Manu es una aventura cargada de acción, ternura, de valores como la amistad y el compañerismo, el respeto hacia los otros, y el abuelo de Adri y Esteban son dos personajes nada aleatorios en esta travesía que Muiña nos plantea desde la agilidad de un lenguaje y la ternura que hacen posible un viaje casi imposible.
Detective por casualidad, de Lucia Vaccarino, en Edebé. A veces los lazos familiares pueden fortalecerse a través de aventuras inesperadas, compartiendo vivencias y momentos, como es el caso de esta madre e hija, que tendrán que descubrir si es real la existencia de ciertos fantasmas en una mansión extraña, ya en las afueras del pueblo. Dinámica y entretenida, esta historia, para niños de más de 10 años, entrará fácil entre sus preferencias lectoras.
La tortuga tranquila y otros cuentos, de Michael Ende, en Algar. Con una prosa fácil y una serie de valores a tener en cuenta, Ende nos deja estos relatos con un poso siempre de humanidad en el papel de los animales protagonistas, y un buen saber hacer al frente de historias para ser contadas y leídas.
Brazos largos, de Jackeline de Barros y Nono Granero, en Canica books. Para que una historia sea entrañable tiene que llegar, extender sus alargados brazos entre los ojos del lector, hacer que esa enredadera te atrape. Abuela y nieta trenzan esta historia -ilustrada tan certera y vivamente- para que cualquier lector que busque lo emotivo de esa historia -universal- recoja todos esos valores y los incorpore a su vivencia personal y lectora. Un libro muy especial para lectores ávidos de buenas sensaciones.

AVENTURAS PARA SOÑAR
Feroz, el lobo, de Margarita del Mazo y Leire Salaberría, en OQO (8-12 años). Una versión revisada la que se nos hace del cuento de Caperucita, con cierto cambio en el rol de los personajes, y con apreciaciones sobre lo poco que hay que fiarse de las apariencias. Una historia -recuerda un poco a la Ensalada de cuentos, de G. Rodari- entrañable y sorpresiva.
Números, de Leo Lionni y Antonio Rubio, en Kalandraka. Un cuento para que los más pequeños no solo aprenda a contar, sino que disfruten con ese juego que se les propone, en el que lo musical y lo visual se compaginan para dar lugar a esta pequeña y deliciosa obra.
Otto, el niño que llegó con la nieve, de Laia Longan, en Algar. Una buena historia para un primer libro es no partir de cero. Longan traza este personaje (Otto) cuya personalidad irá llenando estas páginas con un misterio que guarda y que tendrá que resolver él solo. Intenso y tierno, este relato habla de esas apuestas que hay que hacer en la vida, y en cómo los dioses, en este caso, tienen algo que ver de fondo.
Historias de Tashi, de Anna y Barbara Fienberg, en SM. Jack tiene un nuevo amigo que es toda una caja de sorpresas continuas en forma de historias, que se dejan leer en voz alta. Pueblan este volumen el encuentro de Tashi con seres y personajes de todo tipo y condición, lo cual hará el viaje más intrépido e intenso.
¿Quién puede vencer al viento?, de Charo Pita y Mario Arbona, en OQO. Este cuento, con una base de historias tradicionales, mezclando personajes humanos y animales, nos trae unos valores a tener muy en cuenta, como la insistencia, la confianza, la humildad. Hay que traer al viento para que llueva, y hay que superar una prueba pero no siempre el más fuerte y rápido está preparado.
Enciclopedia de Idhún , de Laura Gallego, en SM. Un volumen completo y pormenorizado para adentrarse en un universo tan fascinante como mágico como Idhún. Este trazado cronológico recorre leyendas, seres mitológicos, pueblos, hábitos... llevándonos por luces y sombras, mitos y héroes, y atrapando a lector que se precie de estos mundos y aventuras.
La bruja del pan pringao, de Pilar Mateos, en Algar. Divertida esta historia de una pequeña empeñada en ser bruja, y cuya insistencia le hará acercarse a su propósito. Para ello nos lleva por un itinerario en el que las travesuras y las anécdotas salpicarán, alegremente, todo ese recorrido.
Erik Vogler y los crímenes del Rey blanco, de Beatriz Osés, en Edebé. Este es un libro para que los jóvenes se adentren con buen pie en la novela policíaca. Misterio, crímenes, bajo una prosa fluida, ágil, con diálogos dinámicos y personajes que se verán envueltos en situaciones inesperadas.
El caso del robot hipnotizador, en Edebé. La Pandilla Click en una nueva aventura en torno a un concurso científico. Parece que el profesor Click puede ganar, pero el malvado de turno pondrá las cosas bien difíciles, y la pandilla tendrá que neutralizar tan aviesas intenciones. La parte final del libro contiene información complementaria y pasatiempos, que hacen más atractiva dicha lectura.
Cara de pájaro, de Rocío Bonilla, en Algar. Un libro con un personaje entrañable de cuya búsqueda nos hará partícipes y cómplices desde el primer momento. La frescura y vitalidad del personaje es un reto para la imaginación, para indagar en esas posibilidades que hacen de lo cotidiano algo mágico.
Carrasco quiere ser un pájaro, y pondrá todo su empeño en ello. Un trocito de horizonte, de Arturo Abad y Miguel Cerro, en OQO. Un cuento que nutre la fantasía, la ensoñación, con ese aire poético que invita a navegar por esas ilustraciones tan cálidas y sugerentes de Miguel Cerro, camino de esa aventura de ir un poco más allá, de intentar descubrir qué nos aguarda, con este pirata, tras el horizonte. Un libro para salir a la búsqueda de sueños alcanzables, en un universo con algunos límites a tener en cuenta.

ALBUMES ILUSTRADOS
Antes, después, de Anne-Margot Ramstein y Mathhias Aregui, en la editorial SM. Album ilustrado que no contiene ni un sola palabra, todo son ilustraciones con ese lenguaje narrativo que se nos propone y que hace que nos detengamos en el antes y el después de las cosas, el principio y el fin, intervalo en el que transcurre la acción. La plasticidad de la propuesta nos lleva por ese hilo que se traza muy relacionado con la humanidad y lo cotidiano.
Cadavercita roja, de Luis Murillo y Emi Ordás, en Algar. Un álbum ilustrado que nos trae esta reinterpretación del cuento de Caperucita en una aventura de una zombi, su abuelita y un lobo, en un ambiente muy particular. Solo las ilustraciones ponen los pelos de punta, creando una atmósfera propicia para los amantes de historias terroríficas.
El viaje de Pipo, de Satoe Tone, en SM. Album ilustrado que alcanzó el Premio I. de Ilustración de la Feria de Bolonia 2013. Ilustraciones cálidas que ambientan esta historia de Pipo y una oveja que emprende un viaje a través de los sueños. El roce y las vivencias crean un vínculo entre ambos personajes.
Al sur de la alameda, de Lola Larra y Vicente Reinamontes, en Ekaré. Una novela gráfica que habla de la importancia de la educación pública, y de la reivindicación que los estudiantes chilenos hicieron en su momento. Nicolás y Paula son dos de los protagonistas de esta trepidante novela que nos mantiene atentos desde la primera página.
El miedo del pasillo, de Raimon Portell y Sergi Portela, en Algar. Narrar con alegría ese miedo infantil es una forma de conjurarlo. A través de este álbum tan oportunamente ilustrado con colores cálidos, no estridentes, y con una letra adecuada para los más peques, nos adentramos en un pasillo con un misterio franqueable.
La vuelta al mundo de Mouk, de Marc Boutavant, en SM. Album con vistosas ilustraciones que hacen más ameno y divertido ese itinerario a través de distintas culturas del personaje de Mouk. Descubrir otras formas de vivir, de alimentarse, otros idiomas, fortalece lazos con otros amigos, otras gentes, y con este planteamiento dicho acercamiento se potencia.

OTROS LIBROS, OTRAS LECTURAS
Altos vuelos, de Golden Cosmos, en Barbara Fiore. Preciosa la composición y la presentación de este desplegable, con referencia a la historia de la aviación, que hará pasar un rato entrañable y placentero a los lectores, no solo por el contenido en sí sino también por la ductilidad del formato y las posibilidades que nos ofrece.
A mares, de M Jesús Jabato, en Factoría K. La poesía, cuando la música y el ritmo se conjugan a un tiempo, puede resultar todo un placer para el lector, para el disfrute de los sentidos. En este libro hay un buen ramillete de poemas que invitan a la ensoñación en torno al mar, para todos los públicos.
Arrepita de manteca, de Rosana Faría, en Ekaré. Para los más peques este cuento -que suena a canción por la musicalidad- sobre la importancia de la lactancia materna, la familia, poniendo en alza valores del grupo que funciona como un todo en torno a los más pequeños.
¿Dónde está mi zapato?, de Tomi Ungerer, en la editorial Kalandraka. Para primeros lectores todo un clásico de la Literatura Infantil y Juvenil que aún mantiene las constantes vitales de frescura y planteamiento distinto. Para despertar la destreza visual, surgen esas ilustraciones que tienen la capacidad de sorprendernos a cada instante. Una creatividad que merece estar en toda biblioteca que se precie.
Las meriendas de Lila, de Moulin Roty, en SM. Una forma atractiva de acercar a los niños a la cocina, a través de la familia y de este libro con vistosas propuestas para hacer meriendas y postres, ahora que la cocina se ha puesto de moda.
Máquinas voladoras, de Nick Arnold, en Edebé. Este libro-caja es una incursión en el mundo de la aerodinámica, de manera lúdica, bien explicada. Ese vuelo de explorador que a los niños les permite soñar, ya desde pequeños, con ese misterio eterno de mantenerse en el aire. Práctico y original, un regalo ideal para estas fechas.
El diluvio universal, en Barbara Fiore. Es un álbum un tanto especial, no solo por el contenido, sino por el tratamiento de éste y el diseño y acabado de los desplegables que podemos encontrar en el interior y que son llamativos. La cronología del interior ayuda a seguir la línea narrativa propuesta en torno a Noé, un personaje interesante, y cuyas ilustraciones dan otra perspectiva sobre esta historia.
Dragonero, de John Lacey, en Ekaré. Una correspondencia en forma de correos electrónicos nos invita a entrar en esta aventura de Eduardo y su madre con su tío Manuel respecto a un dragón que les ha dejado y que les está causando no pocos problemas. Divertida y entretenida, esta lectura trepidante invita a los lectores a no despegar sus ojos de estas páginas.
Cuentos a patadas, de José Urriola, en Ekaré. Un volumen este interesante y distinto, no solo por la temática (deporte rey), también por el tono, por la forma de transmitir una serie de reflexiones en torno a la historia del fútbol, con buen sentido del humor, en el que a través del protagonista veremos el paralelismo entre fútbol y vida.
Lo que cuentan las estatuas del mundo, de Montse Ganges, en Ekaré. Para niños a partir de 12 años. Un planteamiento original el que se nos propone, en el que las estatuas son las protagonistas, con voz, invitándonos a un viaje un tanto especial hacia la fantasía y el conocimiento.
Fuente: http://www.diariocordoba.com/noticias/cuadernos-del-sur/largo-abrazo-lectura_928044.html

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Feliz Navidad 2013

Lionel Tiger: Christmas is perhaps the most popular holiday in the world because it gets right to the bedrock of what religion is about, which is you’ve got to take care of the mother and the child.

Lionel Tiger: La Navidad es quizás la fiesta más popular del mundo, ya que va directa a la base de lo que trata la religión, qué es de lo que tienes que cuidar, de la madre y el niño.
Fuente aquí.

lunes, 23 de diciembre de 2013

La Liga británica recordará la Tregua de Navidad de 1914 construyendo un campo de fútbol

El 24 de diciembre de 1914, los soldados alemanes desplegados en Ypres (Bélgica), empezaron a decorar sus trincheras y cantar el más célebre de sus villancicos, Noche de paz. Los soldados británicos desplegados en la frontera no respondieron con balas, sino entonando sus propias canciones navideñas. Aquella noche empezó una tregua singular e histórica que durante unos días haría que más de 100.000 soldados, sobre todo alemanes y británicos, pero también franceses, confraternizaran para celebrar la Navidad en medio de un conflicto que todos esperaban que fuera corto y definitivo, pero que resultó un larguísimo y amargo aperitivo de otra guerra.

La tregua se extendió por numerosas trincheras del frente occidental en aquellas primeras Navidades de la I Guerra Mundial. Al año siguiente se repitieron las escenas de confraternización, pero a una escala mucho más pequeña. En 1916 ya casi no hubo tregua: las batallas del Somme y de Verdún, en las que murieron más de un millón y medio de soldados, habían dejado ya claro que aquella era una guerra cruel y larga.

Esa tregua espontánea, materializada para sorpresa y malestar de los altos mandos, ha pasado a la historia “como un momento en el que soldados comunes y corrientes reaccionaron contra sus líderes y la locura monstruosa de la I Guerra Mundial”, ha recordado estos días en un artículo en el Financial Times la historiadora Margaret MacMillan, que acaba de publicar 1914. De la paz a la guerra.

Hay una imagen que ha representado por encima de todas la confraternización navideña entre ambos bandos: la de soldados enemigos jugando al fútbol. Quizás el primer partido fue el que enfrentó a británicos y alemanes en tierra de nadie junto a Ypres. En su recuerdo, equipos infantiles de Reino Unido, Alemania, Francia y Bélgica juegan desde 2011 un torneo amistoso en esa población belga. Desde el año que viene, coincidiendo con el primer centenario de la I Guerra Mundial, la Premier League inglesa se ha comprometido a construir en Ypres un campo de hierba artificial.

En los próximos meses van a empezar los actos de conmemoración de aquella guerra terrible. Una catarata de libros, reportajes y por supuesto actos institucionales acompañarán un centenario que se promete largo de una guerra que empezó el 28 de julio de 1914 y no acabó hasta el 11 de noviembre de 1918. La historiadora de Oxford subraya que el centenario debería servir no solo para recordar aquella guerra, sino para intentar comprenderla.

Porque es un conflicto que los europeos tienden a reducir a las trincheras embarradas del frente occidental, olvidando que hubo también un frente oriental en Europa y que se extendió a zonas de África, Oriente Próximo y Asia. Una guerra que cada cual recuerda según le fue en ella. Los australianos y los neozelandeses piensan en Galípoli, los canadienses en la batalla de Vimy, los británicos la han reducido a la batalla del Somme, los rusos prefieren acordarse de la II Guerra Mundial, el Gobierno belga cada vez la ignora más al tiempo que los flamencos la han hecho casi suya y los alemanes prefieren conmemoraciones discretas.

“Deberíamos darnos cuenta de que la visión que tenemos de la guerra ha cambiado radicalmente con el paso del tiempo y aquellos que la padecieron directamente la veían a menudo de forma que nos parecería asombrosa”, escribe MacMillan.

Y recuerda que los británicos primero honraron a sus soldados como héroes para darse cuenta 10 años después de que no había sido más que la antesala de otra guerra.
Más en El País.

sábado, 31 de diciembre de 2011

Los comedores escolares como barómetro de la crisis económica en USA...

La crisis económica está llevando a más y más familias a las filas de los pobres y los "casi pobres" como poco a poco ocurre recibiendo cheque tras cheque de beneficencia. Este patrón de progreso está escalofriántemente claro desde que el aumento del número de niños que antes estaban clasificados de clase media, ahora se sitúan a un nivel que lo clasifican para recibír comidas gratis o a precio reducido, bajo el Programa Federal de Financiación de almuerzos escolares.
Un análisis reciente de los datos federales realizado por "The Times", mostró que el número de niños que reciben almuerzos subvencionados aumentó a 21 millones de dólares en el último año escolar desde los 18 millones en el curso 2006-7, un aumento del 17 por ciento. Durante ese período, cerca de una docena de estados - incluyendo Nevada, Florida, Tennessee y Nueva Jersey - experimentaron aumentos del 25 por ciento o más. En Nueva York, el mes pasado, un poco más de un 62 por ciento de los niños de la ciudad fueron propuestos para almuerzo gratis - desde un 57 por ciento en 2007.
Bajo las normas federales, los niños de familias con ingresos de hasta un 130 por ciento del nivel de pobreza - 29.055 dólares para una familia de cuatro - son elegibles para recibir comidas gratis, las familias de cuatro miembros que ganan hasta 41.348 dólares se sitúan en un nivel de ingresos dentro de los baremos para recibir un almuerzo a un costo reducido.
Los sistemas escolares de todo el país están mejorando su trabajo mediante el registro de familias necesitadas para el programa de almuerzo, gracias a una ley de 2004 que les obliga a registrar en las listas de inscripción otra lista de asistencia social y de los que son beneficiarios de cupones de alimentos. Mientras que los datos muestran que ha aumentado a más estudiantes, los expertos dicen que la mala situación económica es el principal factor causante de ese aumento.

El gobierno federal gastó casi 11 millones de dólares en este programa en el año fiscal 2010 y es probable que gaste más en 2011. Mientras que los críticos de los programas de protección, inevitablemente, se quejan de los costos, el verdadero problema es por qué tantos millones de niños estadounidenses necesitan esta ayuda. ver la noticia en el NYT, 30-12-2011.Naturalmente, eso mismo está ocurriendo, además de en USA, en nuestro país. ¿Con qué extensión e intensidad? No se sabe, porque como en tantas cosas, no se disponen de datos públicos al respecto.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Felicitación en estas fechas navideñas

Esta es la Felicitación que Jimena (5 años cumplió en este mes) ha dibujado sola para su family y en especial para Hannah y Yago que están lejos, en California. Hacer doble clik sobre la foto. Y otra digital para todos Entra aquí.

1. Haz click en la bola de nieve más grande.
2. Arrastra las otras dos encima de la grande, por orden de tamaño.
3. Colocadas las tres bolas, haz click en el muñeco.


Resumen del año en Google:



Enlaces del año en el NYT

General Overviews

Images of the Year

Words of the Year

Current Affairs and Politics

The Arts, from The Times “Year in Culture” Special

2011 Predictions

Retrospectives from Previous Years

jueves, 10 de diciembre de 2009

Planeta Suroeste: Felicitación por Navidad

"He visto el video y me parece sencillamente una maravilla de belleza, sencillez y musicalidad. Cosas así son las que me gustan. Felicidades para el grupo musical, la profe y los alumnos que cantan tan bien, el que ha tomado el video, todos los músicos, para todos. Por favor continuar haciendo MUSICA, es un placer oiros. Y una felicitación muy especial para esa viola que le dan un punto tan especial; introduce en lo popular del villancico, el toque de lo académico y clásico, una MARAVILLA. Me ha encantado y va a ser mi postal de navidad por internet este año".
La buena música me gusta y esto es muy buena música recogida por un folklorista extremeño "don Bonifacio Gil, recogió de manos del pueblo este bello villancico de Navalvillar de Pela" y ahora este grupo lo devuelve con una belleza inigualable. Gracias.