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martes, 18 de abril de 2023

_- Thomas Piketty, azote de los ricos. Una década de verdades incómodas y pocos avances.

_- ‘El Capital en el Siglo XXI’, de Thomas Piketty, cumple 10 años. Pese a su enorme influencia intelectual y académica, una década después, la desigualdad sigue aumentando y el debate sobre la fiscalidad global continúa más abierto que nunca.


The poor stay poor, the rich get rich
That’s how it goes, everybody knows

Leonard Cohen

Hace exactamente diez años se publicaba en su versión en français lo que podríamos denominar como la biblia de la izquierda posmoderna: El Capital en el Siglo XXI, del por aquel entonces no tan conocido y hoy economista estrella, Thomas Piketty.

Para aquellos que habéis vivido debajo de una piedra, o mejor dicho, habéis podido disfrutar tranquilamente de la última década, dejadme que os resuma. Mr Piketty, haciendo un claro guiño a Mr. Marx (Karl) argumenta que el sistema capitalista tal y como está construido sólo puede dar lugar a un aumento constante de la desigualdad. Un alegato que claramente no fue comprado por las grandes fortunas mundiales.

Ochocientas dieciséis páginas de análisis económico y político que podemos resumir en una sola fórmula: r > g. Cuando el retorno de las inversiones en capital son mucho más rentables que los retornos del trabajo (durante un espacio de tiempo considerable) el capitalismo desencadena automática y perversamente un aumento espeluznante de la desigualdad. Y ello, a la postre, desincentiva la pocas ganas de trabajar que nos quedaban. ¿Les suena la gran dimisión?

En otras palabras: que dejes de hacer el idiota y te compres un piso en Chueca con la herencia de tu abuela (si es que eres de los afortunados que tienes abuela con piso) antes de ponerte a estudiar en ICADE. Trabajar está sobrevalorado y no da para mucho. Pero ser un hipster con piso propio que alquila a guiris en airbnb por un pastizal es una manera óptima de comprender el capitalismo. Aunque uno siempre haya sido de izquierdas. Y proclame que lo sigue siendo.

La cuestión es que desde su publicación en 2013 Mr Pikkety ha inundado no sólo las librerías, sino el discurso de la izquierda global. Y lo ha hecho en particular con una frase: Tax the Rich. Es tentador pensar que sólo ha sido un fenómeno fan entre estudiantes de economía y ciencia política, pero ha conseguido conquistar el discurso mainstream, llegando nada más y nada menos que a la Met Gala de la mano de Alexandra Ocasio-Cortez, la congresista más joven (y cool) de la historia de Estados Unidos.

Grosso modo, la propuesta consiste en imponer una tasa a la riqueza de los mega-ricos con el fin de recaudar y redistribuir esos millones entre el llamado precariado (otro concepto de moda entre la izquierda). Esta idea ya se ha traducido en propuestas concretas en España. Tras Yolanda Díaz, única invitada a la puesta de largo española del economista francés, Teresa Ribera ha sido una de las últimas en unirse a la ola Pikettiana sugiriendo una tasa climática a los más ricos para contribuir a los costes derivados de la lucha contra el desastre climático. La factura promete ser tan colosal como el desafío a costear.

Más allá del brillo intelectual de algunas de estas ideas y del buen estilo literario del autor (algo raro entre economistas), la pregunta relevante quizá sea: ¿Hemos aprendido algo o sólo hemos conseguido engordar, paradójicamente, la cuenta corriente y el ego de Monsieur Piketty? Aquí van unas reflexiones de una fan declarada y, a la postre, acaso poco agradecida.

Todos sabemos que a partir de septiembre del 2008 la desigualdad comenzó a escalar hacia niveles históricos y obscenos (y algunos aún no nos hemos recuperado, económica ni democráticamente). No hace falta acudir a ningún gráfico. Si tomamos el año 2013 como base y el índice Gini como referencia que mide de 0 a 1 cómo de desiguales son las sociedades (siendo el 0 el ideal de igualdad en riqueza) vemos que desde la publicación del aclamado libro no mucho ha cambiado sustancialmente. Al menos no a mejor.

Los niveles de desigualdad se encuentran hoy mundialmente cerca del 0,85 (en España 0,71), un nivel que se ha mantenido más o menos constante desde que vio la luz el bestseller que nos ocupa. A pesar de que la desigualdad no ha aumentado de forma estrepitosa (aunque sea escandalosa), eso no quiere decir que podamos abrir el champagne. Ni mucho menos, lo que esta tendencia refleja es algo muy triste: nos sigue resbalando la desigualdad.

Por supuesto, hay muchos factores que han hecho que esta desigualdad mantenga cifras espeluznantes, entre los que se encuentran la presidencia de Donald Trump, una pandemia, el desvarío de Putin y un mundial de fútbol en Catar. Son numerosos los gobiernos, políticos e influencers que han intentado aportar al debate con desigual suerte. Sin embargo, no hemos dado ni con la tecla ni con la fórmula. De hecho, diría que al revés, la hemos cagado bastante.

¿Estoy loca? Sin duda, pero:
Según el último informe de Tax Justice, se pierden más de 400.000 millones de euros al año en paraísos fiscales. O, lo que es lo mismo, el doble del PIB de Ucrania en 2021 antes de ser invadida; o el patrimonio familiar hipotético si Elon Musk y Jeff Bezos decidieran darse el sí quiero. Da que pensar. En España, los tax havens se llevan un 0,5% de nuestro PIB. No hace falta decir que hecha la norma, hecha la trampa. Parece poco apropiado decir que el discurso victimista y señalador hacia los ricos haya funcionado. Pregunta: ¿ha funcionado alguna vez demonizar a los ricos sin legitimar gobiernos decepcionantes en el nombre del pueblo? Está claro que la jugada no está siendo la ganadora, principalmente por tres razones:

Una. Nadie ha tenido la valentía (ni creo que la tenga) de impulsar y capitanear las negociaciones para establecer una tratado internacional (más allá de la UE) que establezca las bases del impuesto global sobre el patrimonio que Piketty plantea. En este sentido, su propuesta aunque loable, resulta obviamente idealista y peligrosamente contraproducente.

Dos. Lo que es un poco ridículo (e ingenuo) es querer imponer una tasa a los más ricos (y que estos la paguen alegremente) con un discurso que los criminaliza y los hace sentir como los villanos de una película (en la bastantes de ellos a menudo lo sean). Qué queréis que os diga. A nadie le gusta que le quiten pasta de su cuenta bancaria por muy capitalista, socialista o comunista que seas. Y por supuesto, esto a los mega-ricos que creen firmemente que su posición social no es cuestión de azar sino de mucho esfuerzo y sudor, les gusta aún menos.

Y tres. No hay nada de lo que disfrute más el top 1% que una cuenta de resultados positiva para seguir invirtiendo pasta. Y la cuenta de resultados del sistema redistributivo español deja mucho que desear. Según datos de 2020 del Observatorio social de La Caixa, la capacidad redistributiva del sistema de impuestos y transferencias español está entre las más bajas de la Unión Europea, con una reducción de 0,194 en el índice de Gini, algo que advirtieron ya en 2013 desde FUNCAS. La cosa es que si queremos convencer a los ricos (o realmente a cualquiera) de pagar impuestos, empecemos por ajustar y mejorar el sistema. Es hora de dejar de echar balones fuera y mirarnos un poco en el espejo.

Habiendo dicho todo esto, no es que no haya que imponer un impuesto a la riqueza del top ya sea el 1%, 5% o 10%. Ni mucho menos. Como una discípula (o groupie) más del economista francés, creo que no estamos entendiendo bien el problema de fondo que Mr Piketty plantea. Nuestro sistema económico está incentivando acumular capital en vez de promover el trabajo. Algo más que cobrarle a los ricos hay que hacer.

El problema principal, como yo lo veo, reside en que en una sociedad cansada, víctima del burnout y con trabajos miserables, el riesgo de fomentar esta contra-cultura demonizadora de la acumulación de capital es más delicado (y peligroso) que nunca. Una población que prefiere invertir el poco dinero que le queda en la cuenta bancaria en una casa de apuestas porque el trabajo ya no dignifica mínimamente la vida. Este es el problema. Si currar es de losers todo el castillo de naipes de la meritocracia se hunde.

Creo firmemente que si de verdad queremos conseguir luchar contra la desigualdad colectivamente, ya es hora de cambiar la narrativa, el discurso y la demagogia. Lo que no podemos pretender es hacer creer a la ciudadanía que con una tasa a los más ricos el problema se termina. Por supuesto que necesitamos un sistema fiscal más equitativo de lo que tenemos ahora, pero no pretendamos convencernos de que estamos así de mal sólo porque se nos fugan millones a paraísos fiscales. La cosa va mucho más allá de eso.

Para terminar ya, no podemos olvidar que la desigualdad se erradica si empezamos desde la cuna. Todo lo demás son parches. Por lo tanto, lo que es realmente necesario es implantar medidas pre-distributivas (que por lo general son más seductoras para todos los públicos) que estrechen aquellas fracturas antes de que perpetúen las brechas entre clases y entre generaciones. Por ejemplo, deberíamos empezar por una sanidad y una educación de calidad que ayude a no tener ciudadanos de primera y de segunda nada más nacer. Mi hija de dos meses fue a vacunarse la semana pasada y una vacuna que neutraliza las infecciones gastrointestinales (voluntaria claro, pero muy recomendable según el pediatra) cuesta 96 euros. Mi hija no tendrá tantos dolores de tripa como algún otro bebé a quién no puedan pagársela. A partir de ahí, comienza la condena de demasiados. Por supuesto, es fundamental un sistema fiscal que dote al Estado de capacidad de acción. Pero, por favor, dejemos de pensar que todos los políticos y las políticas son iguales.

Si no puedes con tu enemigo, únete a él. O eso dicen. Lo más inteligente sería dar un volantazo a la estrategia y, sobre todo, a la mentalidad proletaria y cuasi-revolucionaria que lleva con indisimulado orgullo desde hace mucho tiempo la izquierda. ¿Cómo hacerlo? Sinceridad, profesionalidad, desmitificación, abandonando dogmatismos, afrontando contradicciones y creando país. Y educando en todo, con todos, a todos. A ver si para el 20 aniversario puedo escribir otra cosa.

* Elsa Arnaiz Chico es burgalesa, graduada en Derecho y Relaciones Internacionales por la IE University y máster en Big Data por la IE Business School. Presidenta de Talento para el Futuro, el primer ‘lobby’ que trabaja para que la juventud tenga un futuro, preferiblemente mejor.

domingo, 9 de agosto de 2015

25 verdades del economista Thomas Piketty sobre la deuda griega

Salim Lamrani
Al Mayadeen

El autor del libro El capital en el siglo XXI denuncia la hipocresía de la troika y del Fondo Monetario Internacional sobre la cuestión de la deuda. [1]

1. En el pasado, las deudas públicas fueron mucho más importantes que la actual deuda de Grecia. Esta se eleva a 312.000 millones de euros y representa el 170% de la producción anual del país. La deuda de Grecia en realidad es irrisoria, pues la economía del país sólo representa el 2% del PIB de la zona euro. Por lo tanto la deuda apenas representa el 3% del PIB de la zona euro y no constituye un peligro para el equilibrio económico de Europa.

2. Las grandes potencias europeas como Francia, Alemania y el Reino Unido también tuvieron en el pasado, particularmente en el siglo XIX y el siglo XX, una deuda superior al 200% de su PIB. Cada vez que ocurrió, se encontró una solución.

3. “En el siglo XX, Francia y Alemania son los dos países por excelencia que nunca rembolsaron su deuda pública”.

4. “Hay algo irónico” en exigir a Grecia un rembolso imperativo de su deuda olvidando que “Europa se construyó después de la Segunda Guerra Mundial sobre ciertos principios, particularmente la cancelación de las deudas del pasado para invertir en el porvenir”.

5. Así, en 1953, Europa decidió colectivamente cancelar toda la deuda exterior de Alemania pues había “elegido el porvenir”.

6. Existen varios métodos frente al problema de la deuda. El método lento e ineficiente, que se aplica actualmente a Grecia, consiste en pedir a la nación que acumule excedentes presupuestarios (recaudaciones tributarias superiores a los gastos públicos) y los dedique al rembolso de los créditos. Tiene el defecto de durar a veces más de un siglo, socavar el crecimiento económico y tener un costo social muy elevado.

7. “Cuando se supera cierto nivel de deuda pública hay que utilizar métodos más rápidos”. Existen tres que se usaron en el pasado: la inflación moderada, los impuestos excepcionales sobre los patrimonios privados y sobre todo la cancelación de las deudas.

8. “Hubo cancelaciones de deudas en la pasado y habrá otras en el futuro”.

9. “Los gobiernos no tienen el valor de poner [el tema de la cancelación de la deuda] en la mesa”, lo que de todas formas es inevitable si se quiere salir de la crisis y “cuanto antes mejor”.

10. Se presenta al pueblo griego como que vive por encima de sus recursos. No obstante en la actualidad, bajo el gobierno de Alexis Tsipras, el presupuesto de Grecia está en equilibrio sin contar el servicio de la deuda. Incluso hay “un leve excedente primario” equivalente al 1% del PIB, lo que representa 1.830 millones de euros. El rembolso de la deuda se vuelve insostenible, sobre todo si se toma en cuenta el hecho de que los bancos privados concedieron a Grecia préstamos con tasas usurarias que podían alcanzar el 18%, convirtiendo los créditos en algo matemáticamente impagable.

11. Las instituciones financieras internacionales exigen a Grecia, en virtud de los acuerdos impuestos en 2012, que dedique el 4% de su PIB al rembolso de la deuda durante los 30 próximos años. “El presupuesto total de todo el sistema de la enseñanza superior griego representa menos del 1% del PIB. Significa entonces que se le pide al contribuyente griego que dedique, durante los próximos 30 años, cuatro veces más de dinero a rembolsar la deuda del pasado que todo lo que se invierte en la formación superior del país. ¿Acaso es la mejor forma de preparar el porvenir? Desde luego ¡no! Entonces es absurdo”.

12. “Jamás se pidió, afortunadamente, a Alemania, Francia y a los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial que hicieran eso. Se procedió a cancelaciones de las deudas y ello permitió la reconstrucción de Europa en los años siguientes. Pudimos librarnos del peso de la deuda e invertir los recursos públicos en las infraestructuras, la educación y el crecimiento”.

13. “Europa, mediante el Tratado Presupuestario de 2012, eligió el método británico del siglo XIX, de la penitencia durante décadas y décadas, en vez del método europeo de la posguerra, que consistió en proyectarse en el porvenir”.

14. “Hay una amnesia histórica extremadamente grave. La ignorancia histórica por parte de nuestros dirigentes es algo que consterna en absoluto”.

15. “El Gobierno francés tiene una responsabilidad muy grande” en esta situación al no oponerse a la intransigencia de Alemania. El presidente “Hollande debe tomar sus responsabilidades y decir que la restructuración de la deuda es ahora”.

16. Sin un gesto firme hay un riesgo de “prolongar el periodo de incertidumbre”, que tiene un gran impacto en el crecimiento, y “volver a hundir a Grecia en la recesión, lo que es extremadamente grave”.

17. “El problema de la deuda en Europa no es más importante que en Japón o en Estados Unidos”.

18. “Hay mucha hipocresía en todo esto, pues los bancos franceses y alemanes están muy contentos de ver los activos financieros de los griegos ricos que se transfieren a esos mismos bancos y por supuesto no se transmite la información a la Hacienda griega”, privando así al Estado helénico de fuentes de ingresos fundamentales y haciéndose cómplices del fraude fiscal a gran escala.

19. Desde 2010, las instituciones financieras internacionales han cometido “enormes errores en Grecia”. “Incluso el FMI reconoció haber subestimado las consecuencias de las medidas de austeridad en términos de recesión”.

20. Esas medidas de austeridad “llevaron a un aumento desmesurado de la deuda” griega pues el PIB cayó un 25 % entre 2010 y 2015. “Esta fue la razón de la explosión de la deuda hasta un 170% del PIB mientras que sólo representaba un 110%”.

21. “Me ubico en el punto de vista de las jóvenes generaciones griegas. ¿Acaso son responsables de los actos del [primer ministro] Papandreu en 2000 y 2002? No son más responsables de esos errores que los jóvenes alemanes de los años 1950 o 1960 de los errores precedentes. Dios sabe sin embargo que los gobiernos alemanes hicieron cosas mucho más graves que los gobiernos griegos”.

22. “Todas las deudas de la zona euro deben reestructurarse. Hace falta cancelar una parte como siempre ocurrió en la historia”.

23. “Hace seis meses que el Gobierno griego pide una reestructuración de la deuda” y cada vez recibe el rechazo obstinado del Eurogrupo.

24. No obstante en 2012 Europa “prometió a los griegos que cuando el país estuviera en situación de excedente se renegociaría el importe de la totalidad de la deuda”. Hoy Europa se niega a cumplir su promesa.

25. “Los charlatanes que pretenden que se va a expulsar a un miembro de la Unión Europea para disciplinar a los demás son sumamente peligrosos. El ideal europeo está a punto de ser destruido por las decisiones de esos charlatanes”.

Nota:
[1] Thomas Piketty, «C’est à vous», France 5, 23 de junio de 2015. https://www.youtube.com/watch?v=VIzv3peNLFk (sitio consultado el 9 de julio de 2015); Thomas Piketty, «Il faudra parler de la restructuration de la dette grecque», Europe 1, 29 de junio de 2015. https://www.youtube.com/watch?v=e6SUVZmCxgM (sitio consultado el 9 de julio de 2015).

*Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba, the Media, and the Challenge of Impartiality, New York, Monthly Review Press, 2014, con un prólogo de Eduardo Galeano. http://monthlyreview.org/books/pb4710/ Contacto: [email protected] ; [email protected] Página Facebook: https://www.facebook.com/SalimLamraniOfficiel

Fuente: http://espanol.almayadeen.net/Study/Suaxbsfy_0q97qTpAG2_Rg/25-verdades-del--economista-del-a%C3%B1o--thomas-piketty-sobre-la

lunes, 13 de mayo de 2013

Reseña de "¿Dónde están los intelectuales?". de Enzo Traverso

Bien conocido por los lectores hispanos, el historiador Enzo Traverso acaba de publicar un nuevo libro, dedicado en esta ocasión a los intelectuales. El asunto preocupa en general por todas partes y, como es sabido, interesa en particular a los franceses, que es donde ha aparecido la obra. Así, por ejemplo, el portal nonfiction le dedica una amplia reseña, en Mediapart le entrevistan y en Les Grands Débats se sirven del volumen para proponer un debate a tres bandas entre los historiadores Pascal Ory y Michel Winock y el periodista y escritor Pierre Assouline. Este último es quien abre el fuego, con un resumen de la entrada que apareció en su blog La République des livres. Nos quedamos con esta última.

En primer lugar, ¿qué es un intelectual? No mucho, a la luz del desarrollo de la noción. Pasado el momento de estupor ante la incongruencia de la pregunta, la respuesta parece obvia, y no hay nada mejor para animar un debate o reanimar una conversación. Los malentendidos y las peleas están garantizadas desde el principio, unos tratando de definir el adjetivo y otros, el sustantivo. Où sont passés les intellectuels ? (Textuel) viene a guiarnos a través del laberinto de interpretaciones. El autor, Enzo Traverso, historiador italiano (Piamonte, 1957), que enseñó ideas políticas en la Universidad de Picardie, antes de ser nombrado profesor de romance studies en la Universidad de Cornell (Nueva York), ha dedicado sus investigaciones al fenómeno totalitario, el antisemitismo, las violencias contemporáneas y la guerra civil europea. Su ensayo es de una claridad notable, lo que puede ser debido a su forma: una conversación con Régis Meyran.

Enzo Traverso ha optado por empezar no refiriéndose a un libro, ni siquiera a un pensador, sino a una fotografía de la Agencia France-Presse datada en el año 2000. Muestra a un intelectual palestino, Edward Said (Jerusalén, 1935-Nueva York, 2003), profesor de literatura comparada en Columbia, lanzando piedras contra un puesto de control israelí en la frontera libanesa. Un gesto de protesta al que se abstiene de tomar por cualquier tipo de heroísmo, viendo más bien la revelación de una “postura”. Nada de peyorativo hay en esta observación, en tanto Traverso, recordando lo que la musicología debe a Said (véase su ensayo Du style tardif que acaba de ser publicado en Actes Sud), se sirve de ello para presentarlo como un intelectual de la disonancia y el contrapunto, prefiriendo el contraste frente a la armonía. Para los franceses, pero no sólo para ellos, todo parte del caso Dreyfus. Por un lado, el “Yo acuso” de Zola en L’Aurore de Clemenceau, por otro, la campaña de Action française contra los espíritus decadentes, cosmopolitas, cerebrales, abstractos, trascendidos por Maurice Barrès en Les Déracinés. Es cierto que el intelectual se inscribe en la tradición ilustrada, aunque vívamente combatida, y con qué perseverancia, por los nacionalistas.

Dicho sea de paso, Traverso pone las cosas en claro, en cuanto a cómo los intelectuales franceses han interpretado a veces a los pensadores alemanes antes de instrumentalizarlos. Pensamos en Heidegger, por supuesto; él piensa sobre todo en Nietzsche, de quien Michel Onfray, después de Gilles Deleuze, ha querido hacer un uso libertario cuando era un reaccionario, como mucho un “gran crítico conservador de la modernidad”. Del mismo modo, Enzo Traverso anticipa, en la escritura de la historia, una tendencia de pretensiones posideológicas que juzga nefasta: el humanitarismo con el que algunos quisieran que analizáramos la Segunda Guerra Mundial (resistencia en Italia, Guerra Civil española, resistencia y colaboración en Francia, etcétera) a través del prisma exclusivo de los derechos del hombre.

Así que, ¿cómo definir en adelante a este intelectual cuyo estatuto ha vivido tantos avatares y para el que la fórmula de Sartre (“El que se mete en lo que no le concierne”) ya no es suficiente, si es que alguna vez lo fue? En un ensayo de próxima publicación sobre la historia de los intelectuales italianos (Belles Lettres), Frédéric Attal ha preferido un subtítulo específico: “Profetas, filósofos y expertos”. Digamos que eso es Italia … En el último número de Débat (173, enero-febrero de 2013), Sylvie Laurent desmonta el mito según el cual el intelectual de izquierdas habría desaparecido en los Estados Unidos; está en realidad bien vivo, aunque transformado, pero siempre dispuesto a cumplir su misión, la que había fijado … Edward Said: “El intelectual es aquel que, a contrapelo de su tiempo, elucida las condiciones de ejercicio de un poder a veces invisible”. Digamos que eso es América … Michel Foucault aportó su piedra a este edificio conceptual al proponer esta distinción

* El intelectual específico, a menudo un académico, involucrado en los asuntos de la ciudad haciendo valer su conocimiento.

* El intelectual universal analizando y juzgando sobre la base de valores humanistas.

Fue en los años 70. después, las cosas no son exactamente lo mismo. Clasificamos como …

* Por un lado, el científico o filósofo platónico-rey de la ciudad ideal (espantoso)

* Por otra parte, el consejero del príncipe o el filósofo de la corte (dócil)

* Entre los dos, el intelectual crítico del poder (sin visibilidad)

Al consejero del príncipe, el que ahora mismo lleva la delantera, Traverso lo rebautiza como “experto”: que no se compromete en defender los valores, sino en practicar sus competencias, poniendo de relieve una supuesta neutralidad. Los casos mismos de Traverso y Said lo ilustran: el intelectual no es un escritor ni un periodista, sino un universitario, incluso aunque de alguna manera haya sido desposeído de su mansión por los expertos. Rápidamente comprendemos que el intelectual del tercer tipo, el crítico del poder, es el preferido por el autor, pero su estado es tan precario que es difícil de sopesar. Lo prefiere al específico como lo exaltaba Foucault porque, incluso aunque se presentara como un experto crítico, han pasado cuarenta años y el experto se asemeja a un “técnico gubernamental”, función de la quese sabe que aniquila toda crítica.

Esta evolución, ¿explica que apelemos a la ausencia, la desaparición, la muerte o, con más optimismo, al eclipse de los intelectuales en lo que queda del debate de las ideas? Traverso tiene una explicación: “su aniquilación por el poder de los medios de comunicación”, confiscando el debate intelectual, como fue el caso de la reciente controversia en torno a Freud lanzada por Michel Onfray y su editorial con un perfecto dominio de las herramientas de comunicación. En realidad, no es su tipo. El intelectual conforme a su deseo sería más bien un investigador específico y crítico. ¿Existe eso? ¿Y dónde ubicaríamos, pues, a Marcel Gauchet, Pierre Rosanvallon, Jean-Claude Milner, Alain Finkielkraut y otros? ¿En la subcategoría “Variétés“? Nombres y más nombres! El autor cita muchos filósofos (Jacques Rancière, Alain Badiou, Giorgio Agamben, Nancy Fraser, Toni Negri, Slavoj Zizek), un historiador (Perry Anderson), un geógrafo (David Harvey), un sociólogo (Philippe Corcuff), un escritor (Tariq Ali), teóricos (Homi Bhabha, G.C. Spivak ), que no sabemos que sean ajenos al mundo despiadado de los medios de comunicación, la mayoría sutuados en la extrema izquierda (¿no hay realmente investigadores-específicos-y-críticos si se busca bien?) al tiempo que reconoce: “la ruptura entre los intelectuales críticos y movimientos sociales sigue siendo considerable”. Incluso es un eufemismo expresar así que la distancia que les separa es, en muchas áreas, intransitable. Es en principio a la generación que menciona a la que le correspondería inventar o, al menos, proponer nuevas utopías; sin embargo, parece paralizada, lo que se traduce en una extraña atonía de la protesta cuando los desarreglos de la época deberían, por el contrario, estimularla.

“Ella (la parálisis) sale de la confluencia entre la derrota histórica de las revoluciones del siglo XX y el advenimiento de una crisis del capitalismo igualmente histórica, que priva a una generación de su futuro. Los más sensibles a las injusticias de la sociedad son los jóvenes precarizados que han pasado por la universidad y han tenido acceso a la cultura. Se cumplen las condiciones para una explosión social, pero no hay ninguna mecha para encender la pólvora”.

Se entiende que no haya expectativas -lo que debería ser una preocupación para todos, no sólo para algunos.
Anaclet Pons. clionauta.wordpress.com
Fuente: http://clionauta.wordpress.com/2013/05/03/donde-estan-los-intelectuales/

sábado, 6 de abril de 2013

La traición de los intelectuales

La reescritura que de la historia hacen las élites en el poder se hizo penosamente evidente cuando la nación marcó el décimo aniversario del comienzo de la Guerra de Iraq. Algunos afirmaron que se habían opuesto a la guerra cuando en realidad no había sido así. Otros, los “idiotas útiles de Bush”, sostuvieron que simplemente habían actuado de buena fe en función de la información de que disponían; que si hubieran sabido entonces lo que saben hoy, nos aseguraron, habrían actuado de forma muy diferente. Esto, por supuesto, es falso. Los promotores de la guerra, especialmente los “halcones liberales” –que incluían a Hillary Clinton, Chuck Schumer, Al Franken y John Kerry, además de académicos, escritores y periodistas como Bill Keller, Michael Ignatieff, Nicholas Kristof, David Remnick, Fareed Zakaria, Michael Walzer, Paul Berman, Thomas Friedman, George Packer, Anne-Marie Slaughter, Kanan Makiya y el difunto Christopher Hitchens- hicieron lo que siempre habían hecho: embarcarse en actos de supervivencia. Oponerse a la guerra hubiera sido un suicidio político. Y ellos lo sabían.
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Sin embargo, estos apologistas actuaron no sólo como animadores de la guerra; en la mayoría de los casos ridiculizaron e intentaron desacreditar a todo aquel que cuestionó el llamamiento a invadir a Iraq. Kristof, en The New York Times, atacó al cineasta Michael Moore tildándole de teórico de la conspiración y escribió que las voces contra la guerra estaban sirviendo para polarizar lo que denominó como “cloaca política”. Hitchens dijo que aquellos que se oponían a atacar a Iraq “no creen en absoluto que Sadam Husein sea un chico malo”. Llamó “antiguo hippy descerebrado o vociferante neo-estalinista” al típico manifestante antibelicista. Una década después, los desganados mea culpa de muchos de estos cortesanos evitan siempre mencionar el papel más pernicioso y fundamental que jugaron en la preparación de la guerra: acallar el debate público. Aquellos de nosotros que nos manifestamos contra la guerra, enfrentados a la embestida de los “patriotas” de derechas y sus apologistas liberales, nos convertimos en parias. En mi caso, no importó que yo hablara árabe, no importó que hubiera pasado siete años en Oriente Medio, incluyendo varios meses en Iraq, como corresponsal en el extranjero. No importó que conociera cuáles eran los objetivos de esa guerra. Las críticas de que fuimos objeto tanto yo como otros opositores a la guerra, nos convirtió en sujetos despreciables por parte de una elite liberal que quería cobardemente demostrar su propio “patriotismo” y “realismo” respecto a la seguridad nacional. La clase liberal fomentó un odio rabioso e irracional hacia todos los críticos con la guerra. Muchos de nosotros recibimos amenazas de muerte y perdimos nuestros empleos, en mi caso en The New York Times. Diez años después, esos liberales belicistas siguen ignorando tanto su bancarrota moral como su mojigatería empalagosa. Pero tienen en sus manos la sangre de cientos de miles de seres inocentes.

Las elites en el poder, especialmente la elite liberal, han estado siempre dispuestas a sacrificar la integridad y la verdad a cambio de poder, ascenso personal, becas de fundaciones, premios, titularidades de cátedras, columnas, contratos de libros, apariciones en televisión, conferencias dotadas de generosos honorarios y estatus social. Saben lo que tienen que decir. Saben a qué ideología tienen que servir. Saben qué mentiras hay que contar: la mayor de las cuales es que asumen posturas morales sobre temas que no son precisamente inocuos o anodinos. Llevan mucho tiempo auspiciando esos juegos. Y, si sus carreras lo requirieran, nos venderían alegremente de nuevo. Leslie Gelb, en la revista Foreign Affairs, explicaba después de la invasión de Iraq: “Mi apoyo inicial a la guerra fue sintomático de las desafortunadas tendencias dentro de la comunidad de la política exterior, es decir, de la disposición e incentivos para apoyar las guerras a fin de conservar su credibilidad política y profesional”, escribió. “Nosotros, ‘los expertos’, tenemos mucho que reflexionar sobre nosotros mismos, aunque ‘pulamos’ a los medios de comunicación. Debemos redoblar nuestro compromiso con el pensamiento independiente, y acoger, en vez de desechar, opiniones y hechos que atacan la sabiduría popular, a menudo equivocada. Eso es al menos lo que nuestra democracia necesita”. La cobardía moral de las elites en el poder es especialmente evidente en lo que se refiere a la trágica situación de los palestinos. De hecho, se utiliza a la clase liberal para marginar y desacreditar a quienes, como Noam Chomsky y Norman Finkelstein, tienen la honestidad, integridad y coraje de denunciar los crímenes de guerra israelíes. Y la clase liberal se ve recompensada por ese sucio papel de ahogar el debate.

“Para mí, nada hay más censurable que esos hábitos mentales de los intelectuales que inducen a evadirse, a ese alejamiento característico de la postura difícil y con principios, que sabes que es correcta pero que decides no asumir”, escribió el difunto Edward Said. “No quieres parecer demasiado político; tienes miedo de parecer polémico; quieres mantener una reputación de ser equilibrado, objetivo y moderado; estás esperando que vuelvan a invitarte, a consultarte, a pertenecer a una junta o comité prestigioso, y por eso permaneces dentro de la corriente dominante establecida; porque esperas conseguir algún día un grado honorario, un gran premio, quizá incluso una embajada”.

Para un intelectual, esos hábitos mentales son corruptos por excelencia”, seguía Said. “Si algo hay que puede desnaturalizar, neutralizar y finalmente acabar con una apasionada vida intelectual, ese algo es la internalización de esos hábitos. A nivel personal, me he topado con ellos en una de las más complicadas de todas las cuestiones contemporáneas: la cuestión palestina, donde el temor a hablar claro sobre una de las mayores injusticias de la historia moderna ha coartado, ofuscado y amordazado a muchos que conocen la verdad y están en posición de servirla. Porque, a pesar del maltrato y denigración sufridos por cualquier claro defensor o defensora de los derechos y autodeterminación palestinos, merece la pena decir la verdad y que un intelectual compasivo y valiente la represente”.

Julien Benda sostenía en su libro publicado en 1927 “La Trahison des Clercs” [La traición de los intelectuales], que esto sólo se produce cuando no nos implicamos en la búsqueda de objetivos prácticos o ventajas materiales que nos puedan servir de conciencia y correctivo. Aquellos que trasladan sus lealtades a los objetivos prácticos del poder y a las ventajas materiales se castran a sí mismos intelectual y moralmente. Benda escribió que en otro tiempo se suponía que los intelectuales eran indiferentes a las pasiones populares. “Que eran un ejemplo de compromiso puramente desinteresado con las actividades de la mente y que generaron la creencia en el valor supremo de esta forma de existencia”. Se les veía “como unos moralistas que estaban por encima del conflicto de los egoísmos humanos”. “Predicaban, en nombre de la humanidad o de la justicia, la adopción de un principio abstracto superior y directamente opuesto a esas pasiones”. Esos intelectuales, reconocía Benda, no eran capaces, con demasiada frecuencia, de impedir que los poderosos “anegaran toda la historia con el ruido de sus odios y sus matanzas”. Pero, al menos, “impidieron que los legos establecieran sus acciones como religión, les impidieron que pensaran de ellos mismos que eran grandes hombres cuando perpetraban esas actividades”. En resumen, afirmaba Benda, “la humanidad hizo el mal durante dos mil años, pero honró a los buenos. Esta contradicción era un honor para la especie humana y creó la grieta por donde la civilización se deslizó en el mundo”. Pero una vez que los intelectuales empezaron a “jugar el juego de las pasiones políticas”, aquellos que habían “actuado como freno sobre el realismo de la gente empezaron a actuar como sus estimuladores”. Y es por esta razón por la que Michael Moore tiene razón cuando culpa a The New York Times y al establishment liberal, incluso más que a George W. Bush y Dick Cheney, por la guerra de Iraq”.

“El deseo de decir la verdad”, escribió Paul Baran, el brillante economista marxista y autor de “The Political Economy of Growth” [La economía política del crecimiento], es “sólo una de las condiciones para ser intelectual. La otra es el coraje, la disposición para emprender investigaciones racionales te lleven donde te lleven… resistiéndote… ante la cómoda y lucrativa conformidad”.

Aquellos que desafían tenazmente la ortodoxia de las creencias, que cuestionan las pasiones políticas dominantes, que se niegan a sacrificar su integridad para servir al culto del poder, son empujados a los márgenes. Son denunciados por las mismas gentes que, años después, afirmarán a menudo que estas batallas morales son las suyas. Pero son sólo los marginados y los rebeldes los que mantienen vivas la verdad y la investigación intelectual. Los que ponen nombre a los crímenes del Estado. Los que dan su voz a las víctimas de la opresión. Los que formulan las preguntas difíciles. Y más importante, los que exponen a los poderosos, junto a sus apologistas liberales, por lo que son.

Chris Hedges, pasó casi dos décadas como corresponsal extranjero en Centroamérica, Oriente Medio, África y los Balcanes. Ha informado desde más de cincuenta países y ha trabajado para The Christian Science Monitor, National Public Radio, The Dallas Morning News y The New York Times, para el que estuvo escribiendo durante quince años.
Chris Hedges. Truthdig. Traducido por Sinfo Fernández.
Fuente: http://www.truthdig.com/report/item/the_treason_of_the_intellectuals_20130331/

Tal vez te interesa recordar a un ciudadano valiente y leal a la causa de la justicia: Olof Palmer, el primer ministro sueco asesinado y cuya muerte -el móvil, las causas, los objetivos y los organizadores de la trama- dista mucho de haber sido aclarada.

viernes, 29 de marzo de 2013

Entrevista al periodista Pascual Serrano, autor de “La comunicación jibarizada” “La comunicación en 140 caracteres juega a favor del enemigo”

Invitado por la Asociación Valenciana José Martí de Amistad con Cuba y el CEPS, el periodista y escritor Pascual Serrano ha presentado en Valencia su último libro, “La Comunicación Jibarizada. Cómo la tecnología ha cambiado nuestras mentes” (Ed. Península).

En el libro analiza las características del pensamiento jibarizado, que el autor considera en un sentido muy amplio: la dispersión de las ideas; el ritmo trepidante y la obsesión por la inmediatez; el “picoteo” de información, la comunicación incesante, la saturación informativa y la ausencia de rigor, entre otras.

Opina Pascual Serrano que, enormemente condicionada por las nuevas tecnologías, este tipo de comunicación “juega a favor del sistema, pero ello no significa que la izquierda no deba utilizarla”. Aunque en los términos adecuados. Por ejemplo, vinculando artículos de reflexión inteligente a mensajes condicionados por el formato de twitter. “Hemos de plantear la batalla en todos los ámbitos”, añade. -Arrancas “La comunicación jibarizada. Cómo la tecnología ha cambiado nuestras mentes” (Ed. Península) afirmando que para transmitir informaciones complejas, el emisor necesita tiempo para la exposición y el receptor, concentración exclusiva.

¿Qué espacio le queda al pensamiento crítico cuando se enfrenta a un público/audiencia modelado por el lenguaje audiovisual y de los 140 caracteres de twitter? -El ejemplo de twitter es el más elocuente, pero no se trata del único formato ni el único soporte, la jibarización de la que hablo en el libro se encuentra presente en muchos ámbitos y ramificaciones: la simultaneidad de mensajes, la sobresaturación de información, la obsesión por la inmediatez... Son estructuras y pautas que actúan en contra del pensamiento crítico y a favor del sistema. Ahora bien, insisto siempre, la izquierda está condicionada por los medios del enemigo y, en consecuencia, ha de utilizarlos. Hemos de plantearles la batalla en todos los ámbitos.

¿Qué podemos hacer? Por ejemplo, vincular a los 140 caracteres de twitter un artículo de Juan Torres sobre las causas de la crisis.

-¿Cómo podría recuperarse la idea de pensamiento crítico? -En primer lugar, defendiendo el papel esencial de la escuela pública. También me parece fundamental reivindicar el libro, y por varias razones. Porque hay un autor reconocido que se juega su prestigio y trayectoria al publicarlo. Además, en el libro el lector encuentra una reflexión terminada y mucho más elaborada que en Internet. Por el contrario, en la red todo es inconcluso y mucho más dinámico. Habría que plantear también la propiedad colectiva de los medios de comunicación, bien a través de la propiedad estatal bien mediante la propiedad comunitaria financiada con recursos públicos. Es ésta la única manera de salirse de los criterios de mercado y los objetivos de rentabilidad empresarial.

-¿Podría incurrir en el elitismo el periodismo/comunicación reflexivo y crítico que propones? ¿Puede pecar de excesivamente denso y complejo hasta el punto de quedarse en círculos cerrados?

-Siempre hubo un público minoritario para los contenidos más complejos y otro popular para los mensajes más sencillos. A partir de ahí una sociedad, con su modelo educativo y comunicativo, debe plantearse si intenta elevar el nivel de los sectores populares o reducir el de los más formados. Nosotros hemos logrado que el ingeniero escriba en su móvil sin acentos, en cambio el operario manual sigue sin comprender el conflicto sirio. Es evidente que estamos en la segunda opción, la de reducir el nivel de los más formados.

-¿Consideras que caben puntos intermedios? Un periodismo crítico y reflexivo, pero también directo y fácil de entender por el lector/audiencia.

-Seguro, pero hace falta talento del comunicador. Existen muchos ejemplos de comunicadores con grandes dotes de divulgación. Ahí están los documentales de Michael Moore por ejemplo. -Apuntas asimismo el problema de la sobresaturación informativa. Pero, ¿cómo escapar a ella en un mundo crecientemente complejo y fragmentado en múltiples campos de conocimiento? (rescates financieros, crisis ecológica, desahucios, inmigración, América Latina….).

-Seleccionando, el problema no es sólo el exceso, es la ausencia de referentes que nos ayuden a seleccionar. Como no tenemos filtros y queremos abarcarlo todo, elegimos los más breve, lo más jibarizado. Y entonces no lo entendemos y debemos seguir buscando. Debemos de cambiar nuestro método. Es preferible, ante un tema complejo, un extenso reportaje de Le Monde Diplomatique o un libro que no un centenar de noticias de veinte segundos en televisión.

-La oferta informativa en la Red es infinita. Pero también es cierto que el internauta (igual que el lector de prensa) selecciona uno o varios medios, los que sigue periódicamente (incluso sigue en la red los medios tradicionales). O que en las redes sociales también se difunden artículos largos y reflexivos.

¿Podrían estos argumentos relativizar la influencia de Internet?
-Para comenzar hemos de saber que, en internet, redes sociales incluidas, terminamos yendo a los grandes medios mayoritariamente. Así lo muestran los estudios. Las redes lo que han provocado es que el modelo de medio de comunicación que intentaba dar respuesta a las necesidades informativas en todos los ámbitos (nacional, internacional, cultura, deportes, etc...) está desapareciendo. Ya no entramos a la portada de El País o de rebelion.org, vemos las secciones, los titulares y elegimos. A través de las redes la gente llega a informaciones concretas sin pasar por la portadas.

Por último, es verdad que en internet caben los textos largos, alguien me podrá decir que, incluso, más que en el papel, lo que dudo es que la gente pueda estar leyendo durante un hora en su pantalla un texto sin desviarse hacia un hipervínculo, interrumpir por un mensaje de chat o evitar la tentación de consultar su correo.
-Se dice en muchas ocasiones que Internet y las nuevas tecnologías se expansionan en detrimento de la capacidad de razonamiento, al proponer lenguajes simples y con predominio de la imagen.

Pero, ¿podría interpretarse que la Red incorpora fórmulas tradicionales sólo que con formatos nuevos? Me refiero a que la prensa del XIX también difundía folletines y se recreaba con los grandes crímenes. O que la propaganda obrera siempre se ha basado en imágenes y consignas. O que el periodismo sensacionalismo es algo muy antiguo…
-Es verdad que siempre hubo eso. Pero las técnicas de superficialidad y espectacularidad actuales son mucho más fascinantes y hacen más difícil que la reflexión compleja pueda competir. Me sorprendo, en las presentaciones de La comunicación jibarizada, como los docentes cuentan alarmados que los jóvenes no leen, no soportan una charla de más de veinte minutos, no pueden permanecer una hora sin un estímulo cibernético.

-En tu anterior libro, “Contra la neutralidad”, planteas ejemplos de periodistas comprometidos, que inyectan pasión en sus textos. ¿Es esto compatible con el rigor de las informaciones? ¿Y con una información que apele al raciocinio del lector?

-Por supuesto que es compatible. Para eso escribí el libro. Para mostrar el compromiso y el rigor juntos en las crónicas de John Reed o Kapuscinski. Y en la medida en que ellos interpretan y analizan, sin pretender hacer un panfleto, e incorporan los antecedentes y el contexto necesario están estimulando la reflexión por parte del lector. La que no permite el raciocinio del lector es la información que no aporta los suficientes elementos de contexto para comprender los acontecimientos. 

-Dedicas un capítulo de “La comunicación jibarizada” al ritmo trepidante y la inmediatez. ¿Pero alguna vez el periodismo ha sido, salvando las tecnologías dominantes en cada periodo histórico, algo diferente? En cualquier filme de periodistas aparece la obsesión por las primicias y por alcanzar el mito de la información en tiempo real.

-Una cosa es querer informar el primero de un acontecimiento, y otra es correr a contar el recuento del 5% de los votos en las elecciones de Afganistán y nunca informar del resultado del 100% porque ya se ha perdido el interés por el asunto. Nos sucede como a los niños el día de Reyes, solo queremos desempaquetar noticias, pero no comprenderlas.

-Afirma Pablo Iglesias, presentador de La Tuerka, que la izquierda se maneja muy bien en el campo del análisis y los diagnósticos de situación. Pero fracasa estrepitosamente a la hora de pasar a la difusión y llegar a la gente. Y esto es así porque no asume que las reglas del juego las marca el enemigo y, en consecuencia, no incorpora sus formatos (tertulias, lenguaje muy simple y directo, etc.)
¿Qué opinas?
-Tiene razón. Hay determinadas cuestiones formales que no las terminamos de comprender o lo hacemos tarde. Necesitamos décadas para aceptar que un documento escrito, si tenía márgenes, interlineado mayor y gráficos era más agradable y lograba más lectores. En vídeo, muchos siguen sin preocuparse por la iluminación, el encuadre o contar con varios ángulos de grabación. Claro, también puede suceder lo contrario, que desde el periodismo no comprometido y comercial tienden a simplificarnos y frivolizar cada día más, en el contenido y en la forma, y eso crear unos cánones estéticos que nos condicionen.

-Has afirmado muchas veces que el periodismo alternativo que se realiza en España es muy deficiente. ¿Observas con el tiempo alguna mejoría?

-Seguimos dominados por el adjetivo fácil, la ausencia de fuentes rigurosas, la no búsqueda del dato necesario. En pocas palabras, el buen trabajo periodista. Es tanta la necesidad de comunicar y tanta la pulsión ideológica que nos domina, que olvidamos el periodismo. Además, es que la gran mayoría de los colaboradores de los medios de comunicación alternativos no están pensando en hacer periodismo sino con ejercitar la militancia. Y no es lo mismo.

-¿Por qué incluso la militancia de izquierda no considera como “suyos” los medios alternativos e, incluso, atiende muchas veces mejor a los periodistas de medios convencionales?

-Porque incluso en la izquierda continuamos rindiendo culto al medio masivo y al dominante. Pero esto no es algo nuevo. Históricamente se ha despreciado y minusvalorado a los medios alternativos. Pienso en el líder del partido político de izquierda que se iba corriendo al “ABC” para hacer unas declaraciones. O cuando alguien te remitía un texto a Rebelión.org, te decía si se lo podías publicar ya que no lo habían hecho “El País” o “El Mundo”. Ya entonces se asumía que la prensa alternativa jugaba en segunda división.

-Por último, ¿Qué futuro profesional aguarda a los periodistas de izquierda que todavía quedan?

-Por primera vez no mucho mejor futuro que a los de derecha con la crisis que están viviendo las empresas. Pero creo que hay esperanza. En los últimos meses han aparecido media docena de experiencias colectivas en formato de cooperativa que, a diferencia del periodismo alternativo, tienen como objetivo una solución laboral para sus miembros. Estas experiencias, además, pueden ser más viables que algunas grandes empresas. Porque estás últimas deben dar muchos beneficios a los accionistas, y las cooperativas lo único que pretenden es garantizar la subsistencia de sus trabajadores. Enric Llopis.


miércoles, 13 de febrero de 2013

¿Censura en "El País"? ¿El diario al servicio de don Mariano y del bloque dominante?

El martes de esta semana, 5 de febrero, Miguel Ángel Aguilar publicó uno de sus artículos en El País en el que hablaba de los ingresos de don Mariano Rajoy y de su trayectoria profesional. Ha desaparecido. Algunas almas puras han escrito al defensor del lector del diario pidiendo explicaciones.

El jueves de esta misma semana, según parece, el artículo ha desaparecido también de la caché de google. 

Lo he comprobado. NO se encuentra por ninguna parte.

¿Censura? Lo parece. ¿Sorprende? Sorprende.
. A. Aguilar es un periodista nada crítico con la actual dirección de El País y, además, es poco afable, por decirlo suavemente, con cualquier organización o ciudadano que tenga algo que ver, aunque sea remotamente, con la izquierda transformadora. Digamos que es muy PSOE, muy derecha-derechona del PSOE.

Además, en principio, el diario-global no parece abonar en demasía en estos momentos el gobierno Rajoy. Lo contrario parece más verdadero. Esperemos. La paciencia es una excelente virtud en estos casos.

Algunos pasajes del artículo censurado:
El primer punto está en la mente indignada de todos: “La intervención del presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, ante el comité ejecutivo nacional de su partido el pasado sábado, 2 de febrero, ha agravado la situación en que se encuentra el caso Gürtel-Bárcenas. Primero, por el formato elegido de máximo blindaje y mínima credibilidad.

“Quiero”, dijo el presidente, “que en este asunto operemos con la máxima transparencia, el máximo rigor y la máxima diligencia”. Pero a continuación las maneras venían a desmentirle.

Porque de las ruedas de prensa sin preguntas, lo que Esteban González Pons, vicesecretario del PP, llamaba notas de prensa audiovisuales, se ha pasado a un escalón superior. Ahora, los periodistas han dejado de ser testigos, ni siquiera comparten lugar con el compareciente. Recluidos en otra sala, solo les llega una señal de televisión realizada por los servicios del partido. Una cámara fija ofrece el plano único del presidente Rajoy, que lee en un atril.

Pero nadie ajeno al comité ejecutivo nacional pudo dar fe de cómo sucedió”.

El segundo punto habla de las estúpidas referencias de don Mariano a sus hazañas oposicionales juveniles y a sus motivaciones políticas de fondo: “Segundo, porque si Rajoy proclama nada tener que ocultar, no temer a la verdad, no haber venido a la política ni a ganar dinero ni a engañar a Hacienda; ser a los 23 años, en 1978, Registrador de la Propiedad con una plaza; ganarse muy bien la vida; ingresar más dinero en su profesión que como político; haber venido a la política perdiendo dinero porque para él, el dinero no es lo más importante en esta vida; todas estas protestas nos obligan a reclamar que se muestre "con máxima transparencia, máximo rigor y máxima diligencia" toda su trayectoria como Registrador”.

Por eso, prosigue MAA, queremos saber cosas como las siguientes. Su batería de preguntas basadas en la biografía más o menos conocida del presidente: La primera nos ubica en Villafranca, León: “Si es cierto que siguió disfrutando de los beneficios del Registro de Villafranca, provincia de León, y de Padrón, provincia de la Coruña, cuando fue elegido diputado al Parlamento de Galicia en 1981, director general de Relaciones Institucionales de la Xunta en 1982”.

La segunda nos traslada un poco lejos, al Pirineo catalán: “Si al concursar voluntariamente y obtener en 1982 el registro de Berga en el Pirineo catalán, contraviniendo entre otras la obligación de residir en la localidad donde tiene su sede el Registro, continuó obteniendo ingresos de esa plaza, que se encuentra a más de mil kilómetros de Pontevedra, ciudad donde seguía teniendo su residencia efectiva y sus responsabilidades políticas como concejal del Ayuntamiento, presidente de la Diputación y Diputado al Congreso desde 1986 y vicepresidente de la Xunta en 1987. Porque si Rajoy como político concursaba buscando mejores plazas y figuraba como registrador en activo, debemos saber cuánto cobraba de sus cargos políticos y cuánto recibía de los registros”.

La tercera va de compatibilidades: “Si es cierto que nunca solicitó la declaración de compatibilidad del Ministerio de la Presidencia, a que estaba obligado por la Ley de Incompatibilidades de los funcionarios públicos, porque en ese caso alardear de ser persona escrupulosa con el cumplimiento de la legalidad resultaría excesivo”.

La cuarta habla de Elche y Santa Pola: “Si los registros de Elche y Santa Pola, que solicitó y le fueron adjudicados en sucesivos concursos, los atendió alguna vez personalmente, cuánto cobró hasta 1990 y si simultaneaba esa tarea con otras responsabilidades políticas.

La quinta va de designaciones: “Si, cuando a partir de marzo 1990 pide que se le declare en servicios especiales y su plaza en Santa Pola, queda encomendada a su buen amigo Francisco Riquelme, titular del Registro de Elche, esa designación a título de "sustituto accidental permanente", era la que correspondía según el cuadro legal de sustituciones de la Dirección de Registros y del Notariado”.

La sexta va de acuerdos entre colegas: “Si a partir de ese momento y siguiendo ejemplos acreditados se repartía al 50% los beneficios del Registro de Santa Pola con el sustituto que le hacía el trabajo”.

La séptima va de repartos y cambios legislativos pro domo sua: “Si después de 1998 a partir de algunos cambios legales, aprobados en el Consejo de Ministros donde él se sentaba, los beneficios del Registro de Santa Pola se han partido entre el amigo Riquelme y el Colegio de Registradores al 50%”. Son cuestiones relevantes, concluye MAA, “porque permitirían confirmar cuanto es el dinero perdido de Mariano Rajoy y evaluar su desprendimiento y su entrega sacrificada a la política, sin atender a las pérdidas que ese afán de servicio le acarreaba”. De momento, recuerda finalmente el conservador periodista de El País , “en la Declaración de Actividades presentada en el Congreso de los Diputados el 1 de diciembre de 2011 el punto segundo "Ejercicio de la función pública o de cualquier puesto al servicio de una Administración Pública" figura en blanco y tampoco especifica la Administración para la que presta sus servicios, ni si ha solicitado el pase a la situación de servicios especiales o equivalente”

¿Hay censura entonces? ¿Por qué? ¿Desde dónde? ¿Esta es una práctica ajustada al ideario liberal del diario de don Cebrián y de sus amigos usamericanos? Salvador López Arnal. Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría

domingo, 3 de febrero de 2013

Cortafuego

El ideal de la derecha es el orden en la calle y la caja llevada hacia el negocio redondo

En teoría la derecha es el poder y al poder le pertenece por naturaleza el cortijo, el caballo y la pistola. La derecha en este país a lo largo de la historia ha sido apalancada por la iglesia, por los banqueros y empresarios, por la barra de la justicia y un acendrado equipo de periodistas y leguleyos. La ideología de la derecha es el dinero, huidizo como un corzo o voraz como un tiburón, según venga la baraja, a veces redimido por las obras de caridad y perfumado por la erudición académica. El ideal de la derecha es el orden en la calle y la caja llevada hacia el negocio redondo. A la hora de robar legalmente se sirve de las notarías y el atraco a los bancos lo ejecuta desde los despachos del propio consejo de administración. La patria es su coartada. La serpiente le ofrece la manzana envenenada, la muerde y no le pasa nada. Puede que esto no sea más que un cúmulo de lugares comunes, pero explica por qué la corrupción de la derecha, por muy obscena que sea, en lugar de afectar a la esencia del poder se detiene en unas personas corruptas concretas. Entre el poder y los políticos del Partido Popular siempre habrá un cortafuego.

Por el contrario, la izquierda en teoría no es un poder sino un sueño de igualdad, de fraternidad y de justicia. Trata de despertar lo más noble del individuo para ponerlo al servicio del bien común. El afán de redención de los desheredados la lleva a veces a asaltar el Palacio de Invierno a sangre y fuego, pero parece gozar más poniendo la otra mejilla, según manda el evangelio. Puede que esto no sea más que un cúmulo de frases gastadas, pero explica por qué no se precisa que la corrupción de la izquierda sea muy grave, como a veces lo es. Basta con que un concejal socialista meta mano en la caja para que todo el viejo idealismo y la moral se pudran de raíz hasta dejar a la izquierda en medio de la ciénaga. No necesita morder la manzana; con solo olerla es expulsada del paraíso. El escándalo del Partido Popular aun podría llegar más lejos. Si mañana convocara elecciones lo seguirían votando diez millones de ciudadanos, mientras la gente culpabilizada de izquierdas se quedaba en la cama. Hasta que un día se rompe el equilibrio. La corrupción se hace asfixiante, se produce la rebelión y de repente todo estalla. Manuel Vicent. El País.

Opinión de Soledad Gallego-Díaz, subdirectora de El País.

jueves, 27 de septiembre de 2012

La fiebre del oro. El expolio de la RDA

Heiner Müller definió en una ocasión “el socialismo real” como una época «entre la edad de hielo y el comunismo». La expresión no parece decir nada, pero en realidad dice mucho. El fracaso de la revolución mundial, que dejó a la Unión Soviética completamente aislada en el plano internacional (una situación que en última instancia acabó favoreciendo el ascenso de Stalin y todo lo que ello supuso), primero, y la extensión de su modelo a toda Europa oriental manu militari tras la Segunda Guerra Mundial después, creó una situación particularmente extraña en los países que formaban el bloque oriental. Por una parte se reclamaban en lo ideológico portadores de la idea del comunismo, una idea que justificaba todas las estrecheces y medidas de excepción del presente, mientras que, por la otra, era cada vez más evidente el estancamiento político y económico, que se traducía en el tedio y la apatía de la ciudadanía. La “dictadura del proletariado”, la fase de transición que había de conducir al comunismo, se había convertido en una forma de estado –en una particularmente desagradable para muchos ciudadanos– y la espera, en un modo de vida en que ni se avanzaba ni se retrocedía. El socialismo realmente existente se encontraba, efectivamente, en algún lugar «entre la edad de hielo y el comunismo».

Con la caída del Muro de Berlín la historia entró de lleno en todo el bloque oriental. Lo hizo como capitalismo dinámico y como «destrucción creativa». Es una parte de la historia de Europa que no figura en los libros de texto, ni de la que los medios de comunicación escriben artículos conmemorativos, porque, como recordarán, se había producido «el fin de la historia», aquella perversión hegeliana acuñada por Francis Fukuyama y explotada a la perfección por los think tanks estadounidenses. La proclamación de la “victoria de la Guerra fría” nunca fue suficiente para los ganadores. Había que clavar la cabeza del enemigo en una lanza y pasearla por todos los rincones del país chorreando sangre. En la mejor y más ancestral tradición germánica, se sobreentiende. Y eso fue exactamente lo que hicieron las élites políticas y económicas alemanas. Cuando un periodista le preguntó a Lothar Späth, a la sazón miembro del Presidium de la CDU, si la terapia de choque económica para la República Democrática Alemana era una forma de capitulación incondicional, éste respondió lacónicamente: «le contestaré brutalmente: sí». [1]

El mayor matadero de Europa
Desde hace unas semanas se proyecta en algunas pequeñas salas de Alemania Goldrausch – Die Geschichte der Treuhand, un documental basado en el reportaje de investigación de Dirk Laabs, Der deutsche Goldrausch – Die wahre Geschichte der Treuhand [La fiebre del oro alemana – La verdadera historia de Trehuand] (Múnich, Pantheon, 2012). El documental –algo lastrado por su realización para televisión– es desde luego oportuno: cuando Alemania está, un día sí y al otro también, en el punto de mira de los articulistas de todo el sur de Europa, nos recuerda que las primeras víctimas de la élite política y empresarial alemana no fueron otros que sus propios compatriotas.

¿Qué fue Treuhand?
¿Qué significó para miles de alemanes? Inmediatamente antes de su desintegración y con la intención de facilitar el proceso de reunificación, el último gobierno de la RDA creó una agencia para la privatización (Treuhandanstalt) de las empresas estatales de Alemania oriental (Volkseigener Betriebe, VEB). La sede se estableció en la Alexanderstraße de Berlín, a tiro de piedra de la celebérrima Alexanderplatz. El 1 de julio de 1990 Treuhand asumió la gestión de 8.400 empresas, 25.000 comercios al por menor, 7.500 restaurantes y hoteles y 1'7 millones de héctareas de tierra cultivable. Todas estas empresas, grandes y pequeñas, daban empleo a más de cuatro millones de trabajadores. Y a todo ello aún había que sumar el capital confiscado al Ministerio de Seguridad del Estado y parte de las propiedades del Ejército de Alemania oriental (Nationale Volksarmee). Uno de los primeros directores de Treuhand estimó en 1990 en 600 mil millones de marcos el valor total de su catálogo de empresas. La propiedad de titularidad pública de la RDA, un estado en vías de desaparición, debía, a propuesta de Werner Schulz (Alianza 90/Los Verdes) y otros representantes del movimiento ciudadano en Alemania oriental, distribuirse de manera equitativa entre sus ciudadanos, quienes, al fin y al cabo, habían contribuido a su construcción y desarrollo. Si los ciudadanos de la RDA habían de convertirse en ciudadanos de derecho de la nueva Alemania tal y como pedían sus vecinos occidentales, a la fuerza habían de poseer un capital propio. Treuhand tenía que ser el organismo encargado de dárselo, pero de este modelo no quedó más que la idea y Treuhand acabó convirtiéndose en todo lo contrario a lo que supuestamente tenía que ser.

Como primera señal de lo que los antiguos ciudadanos de Alemania oriental habrían de ver en los próximos años, los puestos directivos de Treuhand se reservaron a alemanes occidentales. Tras la dimisión de Rainer Maria Gohlke por disputas con el consejo administrativo, Detlev Karsten Rohwedder asumió la presidencia del organismo. Rohwedder era un empresario socialdemócrata que se había hecho un nombre en Alemania occidental saneando y privatizando empresas del sector industrial, labor por la que recibió en 1983 el premio de Directivo del año. Rohwedder asumió el cargo convencido de que 40 años de “socialismo real” habían perjudicado más al tejido industrial de Alemania que la Segunda Guerra Mundial...
seguir leyendo en Sin Permiso, Ángel Ferrero.

Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=5270

Foto: Puesta de sol en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz. 22-09-2012.

jueves, 15 de marzo de 2012

Mentiras como verdades

Es una vieja táctica que muchas veces funciona, lo vimos con lo de las armas de destrucción masiva que tenía Sadam Husein. Se trata de repetir insistentemente una mentira, para que parezca una verdad.
Desde el Gobierno y los sectores interesados llueven declaraciones sobre la necesidad de la reforma laboral para crear empleo. Dicen que si el empresario no los ha creado hasta ahora, a pesar de su buena disposición, es por la rigidez de la ley hasta ahora vigente.
Error, o más bien mentira malintencionada.
La reforma laboral no es más que abaratamiento del despido y sumisión de salario y condiciones laborales a la voluntad de los empresarios. Y el empresario no es ese ser altruista que nos pintan. Es alguien que quiere ganar dinero, cuanto más mejor. Por tanto, intentará reducir sus costes laborales y si su negocio puede sacarlo con cuatro trabajadores, no lo hará con ocho y si puede pagarles menos, también lo hará. Es decir, la mano de obra para el empresario es algo inevitable que se interpone entre él y sus beneficios.— Miguel A. González. En El País.

domingo, 13 de marzo de 2011

Enemigo: la opinión pública

Bradley Manning, el soldado al que se acusa de haber filtrado información confidencial sobre el Departamento de Estado y sobre las guerras de Afganistán y de Irak (incluido el vídeo en el que se aprecia cómo se ametralla desde un helicóptero a varios civiles desarmados), permanece detenido desde julio de 2010 en la base de los marines de Quantico (Virginia), sin que nadie parezca escandalizado por las condiciones, extraordinariamente duras, de su encarcelamiento ni el riesgo de que sea condenado a 54 años de prisión.
Manning está aislado 23 horas al día en una celda en la que no puede hacer ejercicio físico; solo puede comunicarse con alguien tres horas a la semana y, debido, según su abogado, a que hizo un comentario sarcástico a sus carceleros, se le ha sometido a rituales humillantes, como obligarle a permanecer desnudo siete horas al día. Los responsables de la cárcel aseguran que ese es el tratamiento "normal" para alguien que puede tener tendencias suicidas, algo que su abogado niega y que en todo caso obligaría, se supone, a aliviar antes las feroces condiciones de aislamiento que a desnudarle.
No se sabe bien cuáles fueron los motivos que llevaron al joven soldado Manning, de 23 años, natural de Oklahoma, relacionado con algunas comunidades de hackers a través de un antiguo novio, a filtrar esos documentos confidenciales y a quebrar la disciplina militar, si es que realmente él fue el responsable de enviar esa documentación a WikiLeaks. Se comprende que la Administración norteamericana desee someterle a juicio, pero tanto el número de delitos de los que se le acusa como las condiciones de su detención deberían provocar la indignación de los defensores de los derechos humanos y la vergüenza de sus guardianes.
Manning habrá cometido seguramente algún delito, pero de su conducta no se han derivado muertes ni perjuicios que no compensen los beneficios que también ha acarreado. La información difundida gracias a este joven militar ha permitido restablecer la verdad en muchos casos de engaño y embuste a los que se sometió a los ciudadanos, no por motivos de seguridad nacional, ni mucho menos, sino por la comodidad personal y seguridad de los propios responsables de los hechos denunciados.
¿Se supone que Bradley Manning debe ser condenado a una pena muy superior a la que se merecen los militares que ametrallaron, impunemente, a la población civil? Eso es lo que va a suceder, si sigue adelante la acusación de "colaboración con el enemigo". ¿Quién es el "enemigo" al que el soldado entregó el vídeo del ametrallamiento desde el helicóptero? ¿Los rebeldes afganos o iraquíes, que evidentemente ya sabían lo que había ocurrido, sin necesidad de WikiLeaks, o la opinión pública norteamericana, a la que se había negado oficialmente que algo así hubiera sucedido? ¿Salieron a descubrir al enemigo y se encontraron que eran ellos mismos, parafraseando la famosa tira cómica de un conocido dibujante de Estados Unidos?
Robert McNamara, responsable de la escalada en la guerra de Vietnam, conocida gracias a los llamados Papeles del Pentágono, reconoció al final de su vida que la filtración de aquellos documentos no había supuesto un peligro para la seguridad nacional, sino que había sido algo muy "incómodo y molesto". "La verdad es que tomamos las decisiones que tomamos de acuerdo con lo que creíamos que eran los principios y la tradición de este país. Sin embargo, estábamos equivocados, terriblemente equivocados, y les debemos una explicación a las generaciones futuras", confesó. Los papeles filtrados por el soldado Bradley ayudarán a generaciones futuras a entender qué pasó en las guerras de Irak y Afganistán y cómo funcionaba el mundo en aquellos años. Nunca ayudó al enemigo, sino a la opinión pública norteamericana y mundial, y no se merece nuestro olvido ni el trato cruel al que se le está sometiendo.
SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ, El País, 13/03/2011

viernes, 9 de abril de 2010

La opinión de Amnistia sobre el juicio al juez Garzón

Amnistía Internacional considera insólito que el juez Garzón pueda ser juzgado por investigar las desapariciones de más de 100.000 personas ocurridas durante la Guerra Civil y la dictadura franquista.

La “Ley de Amnistía de 1977” ha sido invocada para perseguir al único juez que ha intentado dar respuesta a víctimas de desaparición forzada y sus familias. 

Si este juicio se produce, será la primera vez en todo el mundo – al menos que tengamos constancia en Amnistía Internacional - que un magistrado, en democracia, es sentado en el banquillo por intentar conseguir verdad, justicia y reparación para las víctimas de crímenes internacionales. Además, enviará un mensaje tremendamente negativo para otros jueces que lo intenten, tanto en España, como en el resto del mundo.

Las normas internacionales de derechos humanos dicen claramente que el crimen de desaparición forzada NO prescribe y entorpecer su investigación es un delito, por tanto ninguna “Ley de Amnistía” puede contradecirlas. 

jueves, 8 de abril de 2010

El juez Varela juzgará a Garzón por su causa al franquismo

El magistrado del Supremo, que deniega las pruebas solicitadas por el juez, sugiere a la Sala Penal una condena de hasta 20 años de inhabilitación

El magistrado del Tribunal Supremo Luciano Varela sentará al juez Baltasar Garzón en el banquillo de los acusados por un presunto delito de prevaricación que habría cometido al abrir una causa por las desapariciones del franquismo sin contar con competencias legales. Varela ha transformado las diligencias en un procedimiento abreviado y da un plazo a las partes (Manos Limpias, Falange Española de las JONS y Libertad e identidad) para formular un escrito de acusación. El auto admite recurso, aunque todos los presentados hasta la fecha han sido rechazados por el Supremo y su interposición no paralizaría el proceso.
Seguir leyendo aquí.
En este blog ya publicamos noticias, ver aquí.

En Estados Unidos hoy en el New York Time;" Spain: Super Judge Charged With Abuse of Power" Leer la noticia aquí. Y más noticias sobre el juez Baltasar Garzón del NYT aquí.
En Francia en Le Monde,Espagne : le juge Garzon sera jugé pour son enquête sur le franquisme Leer la noticia aquí. Y también, aquí. "Le juge Garzon devant la justice pour ses investigations sur les crimes franquistes"

En el Reino Unido, en The Guardian, Spain's 'superjudge' Garzón faces rightwing backlash. Leer el artículo aquí. Leer más aquí.


miércoles, 10 de junio de 2009

Dear Mr. President, canción de Pink, con subtítulos en español.



Pink's excellent song, Dear Mr. President, with Spanish subtitles.
Dear Mr. President, a excelente canción de Pink, con subtítulos en español.
La traducción no es literal, precisamente, para que se entienda el mensaje de la mejor manera posible.
Dedicated to the ones who believe a human life is much more precious than a barrel of oil or a piece of land.
Dedicado a todos quienes creen que una vida humana es mucho más valiosa que un barril de petróleo o un pedazo de tierra.

martes, 14 de abril de 2009

Eric Hobsbawm. ¿Qué viene a continuación? El socialismo fracasó; ahora, el capitalismo está en quiebra

Eric Hobsbawm
The Guardian (10 de abril)

(Traducido del inglés por S. Seguí)
Sea cual sea el logotipo ideológico que adoptemos, el desplazamiento del mercado libre a la acción pública debe ser mayor de lo que los políticos imaginan.
El siglo XX ha quedado ya atrás, pero aún no hemos aprendido a vivir en el XXI, o al menos a pensarlo de un modo apropiado. No debería ser tan difícil como parece, dado que la idea básica que dominó la economía y la política en el siglo pasado ha desaparecido, claramente, por el sumidero de la historia. Lo que teníamos era un modo de pensar las modernas economías industriales –en realidad todas las economías–, en términos de dos opuestos mutuamente excluyentes: capitalismo o socialismo.
Hemos vivido dos intentos prácticos de realizar ambos sistemas en su forma pura: por una parte, las economías de planificación estatal, centralizadas, de tipo soviético; por otra, la economía capitalista de libre mercado exenta de toda restricción y control. Las primeras se vinieron abajo en la década de los 80, y con ellas los sistemas políticos comunistas europeos; la segunda se está descomponiendo ante nuestros ojos en la mayor crisis del capitalismo global desde la década de 1930. En algunos aspectos es una crisis de mayor envergadura que aquélla, en la medida en que la globalización de la economía no estaba entonces tan desarrollada como hoy y la crisis no afectó a la economía planificada de la Unión Soviética. Todavía no conocemos la gravedad y la duración de la actual crisis, pero sin duda va a marcar el final de la clase de capitalismo de libre mercado que se impuso en el mundo y sus gobiernos en una época que dio inicio con Margaret Thatcher y Ronald Reagan... continua leyendo con clik en el título,
Sitio del original, en inglés:
http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2009/apr/10/financial-crisis-capitalism-socialism-alternative

viernes, 13 de marzo de 2009

La máscara de la paz, por primera vez. Y la canción, "In the death car", Bregovic, Goran

Una música para acompañar a un escrito de un general.

La máscara de la paz, por primera vez
Kosovo, 1999-2009

Fabio Mini
Il Manifesto

Traducido por Gorka Larrabeiti

En un libro entrevista de 2003 el embajador estadounidense Christopher Hill, uno de los protagonistas del asunto del Kosovo y responsable del fracaso diplomático que condujo a la guerra, pronuncia estas frases esclarecedoras: 1) “a los diplomáticos les gusta pensar que se ocupan de cuestiones importantes. En realidad, se ocupan de cuestiones urgentes”; 2) “A menudo se suelen definir como urgentes asuntos que son violentos”; 3) “Holbrooke (artífice de Dayton y del monstruo institucional de Bosnia) en 1998 se empeñó en convencer a Washington de que las cosas en Kosovo eran graves”. Se podría decir que la guerra del Kosovo de hace diez años siguió el hilo lógico de estas palabras, que se pueden leer como una constatación, una premonición o un cínico plan en el que la catástrofe humanitaria y la violencia sirven para que las cosas se vuelvan graves, urgentes, y por consiguiente, para justificar cualquier intervención, por ilógica, ilegítima o irresoluta que sea. En 1995 se sabía que Kosovo era tan importante como Bosnia. Se sabía que la solución debía ser regional y no cantonal. Sin embargo, no se incluyó en los debates de Dayton, lo que causó gran malestar entre los kosovares, que confiaban en ello tanto porque Milosevic defendía la soberanía de Serbia como porque la cuestión no era “urgente”. Es decir: que todavía no era lo bastante violenta. Lo que se reiteró en Dayton fue el mensaje que lanzaron quienes a partir de 1991 se apresuraron a reconocer la independencia de los nuevos estados balcánicos: la política internacional anteponía la preponderancia étnica, especialmente si coincidía con la cultural y religiosa. De ahí que de 1995 a 1998 en Kosovo se emprendieran muchas iniciativas para colmar el "vacío” de la violencia y para adaptarse al criterio dominante. El gobierno serbio se empeñó en trasplantar al Kosovo a los serbios que habían huido de las masacres de los croatas y a la lucha a los “terroristas” albaneses, mientras los kosovares recurrían a la asesoría yihadista, a la financiación a través de tráficos ilegales y a la diligente frecuencia de cursos de instrucción para el combate que generosamente les ofrecían los servicios secretos de Estados Unidos y de otros países europeos. Es en 1998 cuando madura la violencia militar que consiente a los diplomáticos ocuparse no de lo importante, sino de lo que “finalmente” es urgente. Considerando lo que ocurrió después -las masacres, limpiezas y contra-limpiezas étnicas, las víctimas de la guerra y el balance final- la guerra del Kosovo no parece distinta del resto de guerras balcánicas en las que los pretextos y la actividad diplomática sirvieron a menudo para que se precipitara la situación y se diera inicio a experimentos socio-políticos imposibles.

Pero Kosovo es mucho más que eso, y la diferencia se ve en los avatares post-bélicos. En esta última década el Kosovo se ha construido como un “no-estado” sobre una base mono-étnica, al que se le impide una soberanía nacional legítima y que es financiado y ocupado por fuerzas internacionales que no deben inmiscuirse con los asuntos locales, sean legales o ilegales. Todo aquel que se ha opuesto a esta construcción ha sido amenazado, eliminado o considerado como un criminal; todo aquel que ha favorecido la realización del proyecto ha sido bien retribuido e incluso premiado. El ejemplo del Kosovo se ha convertido en el paradigma del predominio de la lógica étnica y de los clanes sobre la del orden y la soberanía de los estados. En este sentido, ha puesto en compromiso el principio en que se fundan las Naciones Unidas. Además, Kosovo ha demostrado que es el primer ejemplo de una guerra moderna especialmente hipócrita y violenta: la guerra que jamás termina, que se disfraza de operación de paz; la guerra que no tiende a la victoria y a la estabilidad sino a la realización del caos, del colapso organizativo e institucional; la guerra que determina el derrumbe de los criterios fundamentales de la política internacional y de la propia ética política. Kosovo ha conseguido dar un nuevo significado a la balcanización, vinculado todavía al conflicto, pero ligado a la asimetría institucional que permite la ruptura de los equilibrios internos e internacionales, la alteración del equilibrio de poderes y del reparto de responsabilidades. Kosovo debería ser un ejemplo negativo y enseñar nuevas filosofías y actitudes ante los problemas internacionales, pero no se percibe ni voluntad de aprender ni de cambiar. Los hacedores y los escuderos de este Kosovo están orgullosos de ello y lo apoyan. La dinastía Clinton, que llegó a la guerra, gestiona esa diplomacia que antes de intervenir ha de asegurarse de que las cosas son urgentes. Holbrooke es el enviado especial en Afganistán y Pakistán, y su pupilo Hill es el responsable del área Asia-Pacífico, y será el próximo embajador en Iraq. Áreas todas ellas en las que se necesita de todo excepto urgencias.

Fabio Mini es general del Ejército Italiano, ex-comandante de la OTAN en Kosovo
Publicado originalmente en:
http://www.ilmanifesto.it/il-manifesto/in-edicola/numero/20090322/pagina/11/pezzo/245435/

Arizona dream, Iggy Pop & Goran Bregovic