miércoles, 31 de mayo de 2023

Elecciones. De necesidad, virtud.

Tras el batacazo de Unidas Podemos, no había posibilidad alguna de recomposición entre los socios para seguir gobernando durante seis meses. La disolución anticipada y convocatoria de elecciones no era una opción para Pedro Sánchez, sino una necesidad

El avance electoral de la derecha se está produciendo en casi todos los países europeos. El caso más reciente, el de las elecciones generales de Grecia, ha sido el más llamativo por su intensidad, que desconcertó a todo el mundo. Pero no ha sido el único. España y Portugal se habían mantenido hasta el momento fuera de esa tendencia. Pero, por lo que a España se refiere, está claro que ya no es así. El resultado de las elecciones municipales y autonómicas de este 28M ha dejado claro el viraje hacia la derecha en el conjunto del país.

Ante la constatación de dicho viraje el presidente del Gobierno ha decidido disolver las Cortes Generales y convocar nuevas elecciones para el 23 de julio. El adelanto electoral que parecía inimaginable hace unos días se ha convertido en un imperativo para Sánchez tras el 28M. Se había quedado sin margen de maniobra.

La razón es clara. El desgaste de la coalición en el interior del Gobierno se había hecho muy visible desde la llamada ley del sólo sí es sí. Y no había dejado de ir a más. En este contexto las elecciones del 28M se convertían en una suerte de “condición suspensiva” para la continuidad del Gobierno de coalición. Condición suspensiva con la posibilidad de convertirse en “condición resolutoria”, que es lo que ha ocurrido. Tras el batacazo de Unidas Podemos, no había posibilidad alguna de recomposición entre los socios para seguir gobernando durante seis meses. La disolución anticipada y convocatoria de elecciones no era una opción para Pedro Sánchez, sino una necesidad.

El Gobierno de coalición ha pasado por momentos muy difíciles, pero ha sido un Gobierno de coalición. Ahí está su ejecutoria, una de las mejores de todos los Gobiernos desde la entrada en vigor de la Constitución. Y en las circunstancias más difíciles.

A partir de la noche del 28M el Gobierno de coalición había pasado a convertirse en una “ficción” carente de cualquier credibilidad. El coste de mantenerlo era muy superior al de darlo por acabado y que cada palo aguante su vela en el proceso electoral.

La convocatoria anticipada tiene una doble finalidad:

Provocar una muy alta participación. El 23 de julio es el partido de vuelta en el que se decide el resultado final. El 28M ha sido el partido de ida, en el que PP y Vox han obtenido una buena renta. Pero, por la forma misma en que se han disputado estas elecciones, como la primera vuelta de las generales, como un plebiscito sobre Pedro Sánchez, el carácter de “partido de vuelta” del 23J ya está encima de la mesa. Es una prima evidente para que la ciudadanía acuda a votar.

Y obligar a la izquierda a la izquierda del PSOE a tomar una decisión en diez días. No queda tiempo para marear la perdiz. O cierre de filas en diez días o salga el sol por Antequera, que incluye la posibilidad, por no decir probabilidad, de que algún partido acabe siendo extraparlamentario. Cuanto menos tiempo se tenga para tomar la decisión, mejor. Para los que tienen que tomarla. Y para el PSOE.

La decisión del presidente del Gobierno es un ejemplo de libro de hacer de necesidad, virtud. El 23J lo tiene muy difícil, pero el 10 de diciembre lo habría tenido imposible.

Como un dardo.

El escritor puede disparar contra la ignominia que le rodea o apuntar alto para que alcance solo cierto grado de belleza cruzando el espacio incontaminado.

Son aproximadamente 325 palabras, que equivalen a unos 1.880 caracteres con espacios. El escritor elabora con ellas un artículo como el herrero templa un dardo en el yunque después de calentar el hierro en la fragua. Cada dedo es un pequeño martillo sobre el yunque del teclado. Mientras golpea el hierro incandescente para darle una forma muy aguda, el escritor piensa que ese dardo hecho solo de palabras puede salir del arco disparado en varias direcciones. El escritor puede mandarlo hacia los dulces valles de la infancia donde permanecen todavía intactos los nidos de pájaros, los tebeos amarillos en un armario, la caja de los gusanos de seda en el desván, los aromas de la despensa y las primeras lágrimas. El artículo envuelto en una nostalgia lírica se perderá en la nada. El escritor martillea con los dedos otras palabras. En el yunque del teclado brotan ahora los nombres de Botticelli y Simonetta Vespucci, de Antonello de Mesina que pintó a una Virgen que se parecía a Pier Angeli o tal vez de Dante y Beatriz ya viejos paseando por la orilla del Arno. El escritor los lleva en su memoria desde aquella primavera cuando fue por primera vez a Florencia.

Ahora trata de cargar el dardo con historias de navegaciones, de ciudades lejanas, de amores perdidos, de tantos libros leídos, de tantos viajes y regresos, de éxitos y fracasos. Mientras el escritor golpea las palabras sobre el yunque no olvida toda la basura política y moral que existe a su alrededor y por un momento se propone usar ese dardo como un arma ofensiva solo para salvarse. El trabajo ha terminado. El dardo está ya tenso en el arco. Esta vez son exactamente 324 palabras que, como siempre, sirven para luchar o soñar, la eterna cuestión. El escritor puede disparar el dardo contra la ignominia que le rodea o apuntar alto para que alcance solo cierto grado de belleza cruzando el espacio incontaminado.

https://elpais.com/opinion/2023-04-30/como-un-dardo.html. Manuel Vicent

Equidistancia que erosiona la memoria democrática

Por Victorino Mayoral Cortés | 01/05/2023 |

Fuentes: Nueva Tribuna

En el momento de afrontar la integración de la memoria democrática como una parte significativa del currículo escolar, se ha de tener muy en cuenta la situación, retos y perspectiva de la democracia misma, en su faceta actual como modo de vida y sistema de gobierno representativo, también en España.

En nuestro caso se advierten algunos de esos riesgos, provocados por una derecha conservadora que todavía no ha superado su transición a la militancia democrática normalizada en el occidente europeo y se manifiesta incapaz de desprenderse de sus antiguos vínculos con el franquismo político y sociológico. Que reclama el monopolio del “constitucionalismo”, pero en un alarde permanente de incoherencia se ha opuesto sistemáticamente a incorporar la Educación para la Ciudadanía Democrática en el sistema educativo español, y recientemente ha prometido derogar la Ley de la Memoria Democrática, cuya finalidad reside en la reivindicación y defensa de los valores democráticos y los derechos y libertades fundamentales a lo largo de la historia contemporánea de España y su lógica incorporación al currículo escolar de un Estado democrático.

Como escribió en 1986 H.R. Southworth en su obra El mito de la cruzada de Franco, «durante cuarenta años, los españoles fueron obligados a tragarse una falsa historia de su país, y los efectos secundarios de una dieta tan asquerosa difícilmente pueden desaparecer en pocos meses». Así ha ocurrido, no en pocos meses, pero ni siquiera en pocos años han desaparecido en la enseñanza de nuestra Historia curricular los efectos prolongados de la memoria franquista, cuyo rastro aún puede seguirse a través de las carencias que hasta la fecha ha tenido la enseñanza de nuestra historia y memoria democrática. Inaceptables neutralismos y equidistancias, viejos tópicos heredados del régimen antidemocrático, hábitos debidos a la pereza y la comodidad, temores prolongados por difusas amenazas o rechazos. Deficiencias a las que la incorporación de la memoria al currículo escolar debe poner pronto remedio. De tal modo que en el futuro no salgan de nuestras escuelas generaciones enteras de alumnos que ignoren hechos fundamentales y graves que han marcado nuestra existencia como nación, como la dictadura, la guerra, el exilio…O que carezcan de un conocimiento de los hechos históricos basado en un análisis crítico y valorativo de su significado que favorezca el desarrollo de una conciencia y valores de ciudadanía activa.

Inaceptables equidistancias, como la de aquel que habló de «la guerra de los abuelos”, que han favorecido un trato equiparado de la historia y la memoria de un sistema democrático, como fue la II República y su contrario en términos políticos absolutos que la destruyó. Una dictadura que como dejó escrito Santos Juliá tuvo la violencia ejercida por el Estado y la política de terror como «elemento constitutivo del propio régimen franquista un pilar básico del ordenamiento jurídico-político durante todas las fases por las que pasó la dictadura”, incluida la fase de gobierno de los tecnócratas del Opus y la de lavado de cara de los ”25 años de paz”.

Algunos confundieron deliberadamente amnistía con amnesia y reconciliación con blanqueo de los horrores de una férrea dictadura. Los promotores de la amnesia y de la ocultación o equiparación de ese pasado de represión de libertades y dictadura han mediatizado todo lo que han podido el modo de enseñar la historia contemporánea de España, ocultando o desvaneciendo una parte importante de nuestra memoria democrática. De ahí han derivado las limitaciones y carencias de una memoria democrática frágil e incompleta, toleradas durante una larga etapa desde la Transición, y el tardío reconocimiento de sus fundamentos históricos, de las antiguas raíces democráticas de sus instituciones y declaraciones de derechos por parte del vigente sistema democrático español. Hasta que la aprobación de la Ley de Memoria Histórica por las Cortes en 2007 produjo un giro decisivo y el inicio de un proceso más ambicioso que culminó con la aprobación de la Ley de Memoria Democrática de 19 de octubre de 2022.

Llegados a este punto es preciso considerar con el rigor que merece, la preocupante cuestión que suscita la práctica de la equidistancia, la neutralidad y la equiparación, como comportamiento de una parte no desdeñable del profesorado en el momento de abordar cuestiones relevantes de la memoria democrática ya integradas en el currículo oficial.

Entre las conclusiones del proyecto de investigación realizado en 2021 sobre la incorporación de la memoria democrática al currículo escolar, realizado por un amplio equipo de la Fundación Cives, señalamos una evidencia extraída del análisis de los libros de texto y de la práctica extendida entre segmentos del profesorado: la existencia de una tendencia a omitir los temas “conflictivos” en el aula, así como la abundancia de expresiones sobre responsabilidades compartidas en la represión, síntomas todos ellos de excesos de neutralismo, equidistancia y escasa implicación. Cuyas consecuencias serían la transmisión al alumnado de un mensaje equívoco, conforme al cual los acontecimientos violentos y represivos del pasado reciente son un aspecto más de la historia de España, sin que fuesen aprovechados para aprender de los errores del pasado, y promover así su no repetición.

En cualquier caso, como recogimos en la conclusión XIII de nuestra investigación, es evidente que no se puede dejar el tratamiento de cuestiones tan fundamentales a expensas de la buena disposición de los profesionales de la enseñanza, a su implicación personal en función de sus particulares ideologías o creencias, a su actitud favorable o desfavorable respecto a la memoria democrática curricular, ni a las incomodidades que el ejercicio docente, inspirado en la pertinente deontología profesional, puedan acarrearle en sus relaciones con el equipo directivo, las familias y el alumnado.

No se puede aceptar en este, ni en otros aspectos de la docencia, PIM parental de ninguna especie, ni pretendidas objeciones de conciencia a la recepción de las enseñanzas regladas, una vez garantizada su legalidad y legitimidad conforme a las normas del Estado de Derecho establecido en la Constitución.

El profesorado que imparte sus enseñanzas en el sistema educativo de un Estado democrático debe tener claros al menos los siguientes principios básicos:

1º- Su ejercicio profesional como enseñante está amparado por la libertad de cátedra, como derecho establecido por nuestra Constitución para garantizar la transmisión objetiva del saber y no las meras opiniones personales.

2º- El Estado al que sirven está en el deber de promocionar la educación en principios, valores y contenidos cívicos democráticos.

3º- La educación para ciudadanía democrática, en la que ha de integrarse la memoria democrática curricular, no es, por tanto, adoctrinamiento.

4º- La memoria democrática curricular se rige también por los principios de verdad, justicia, reparación a las victimas y el deber de no repetición de las graves violaciones de derechos del pasado. Ello requiere del profesor objetividad y no equidistancia, ni ambigüedad ni indiferencia. Y exclusión de todo partidismo sectario en cualquiera de sus manifestaciones.

Gracias a estas leyes y a las normas dictadas para la reforma educativa por la LOMLOE y los reales decretos sobre mínimos curriculares, el sistema educativo ha abierto finalmente sus puertas para la normalización y generalización de la existencia de una memoria democrática que formará parte del currículo de las asignaturas de Historia que se imparten en bachillerato y educación secundaria obligatoria, y en la de educación de valores cívicos y éticos, sin olvidar su incorporación igualmente en la Enseñanza Primaria. Mediante ellas el alumnado podrá adquirir la competencia ciudadana, muy unida al conocimiento de la historia de la democracia en España y los derechos de ciudadanía conquistados gracias a sus graduales avances, haciendo expresamente énfasis en la igualdad entre hombres y mujeres.

Victorino Mayoral Cortés es presidente de la Fundación Cives- 

martes, 30 de mayo de 2023

Hipatia de Alejandría, la ‘pop star’ de la Antigüedad que resiste al olvido.

La filósofa, matemática y astrónoma fue asesinada en tiempos de negros dogmas. Pero su estela de libertad sigue viva.

A veces la muerte es un símbolo que sobrevive al mar del tiempo. Centenares de años después de su asesinato a instancias del obispo Cirilo, Hipatia —intelectual de estilo renacentista que defendió la separación de poderes entre Iglesia y Estado— pervive asociada a la lucha por el compromiso y la libertad, y leer o escuchar su nombre es habitual en proyectos científicos, en escuelas, clubes de lectura, en institutos, calles o cafés.

Su figura fue invocada por Voltaire, Edward Gibbon o Bertrand Russell. Sobre su vida se han hecho documentales y películas como Ágora, de Alejandro Amenábar. En su popularísima serie de televisión Cosmos, Carl Sagan trató la muerte de Hipatia así: “En el año 415, cuando iba a trabajar, cayó en manos de una turba fanática de feligreses de Cirilo. La arrancaron del carruaje, rompieron sus vestidos y, armados con conchas marinas, la desollaron arrancándole la carne de los huesos. Sus restos fueron quemados, sus obras destruidas”.

Los años vuelan, pero el recuerdo de la alejandrina regresa una y otra vez. Es una especie de pop star de la Antigüedad que se adapta a cada época y sobrevive al paso de los siglos. En estos momentos está en marcha Hypatia I, una misión de dos semanas liderada por científicas catalanas en la Estación de Investigación del Desierto de Marte, en Utah, donde han probado, entre otras cosas, un protocolo de comunicaciones con la Tierra. Cada 15 de marzo se celebra el Día de Hipatia para impulsar la investigación científica femenina, y la rapera Gata Cattana —que cantaba aquello de “Yo no camelo perfumes de Nina Ricci, soy más de libros de la Silvia Federici”— nombraba a Hipatia como una de las muchas “hijas de Eva buscando una luz”. Y son muchos más los que siguen recordándola: a finales de 2022 se reeditó la novela Hypatia, de Charles Kingsley (Legare Street Press); en Morir por las ideas. La peligrosa vida de los filósofos (Anagrama, 2022), el ensayista Costica Bradatan reflexiona sobre su brutal muerte, y también la de otros filósofos como Sócrates o Giordano Bruno.

La pregunta es: ¿hay alguien hoy —como Hipatia hace siglos— dispuesto a morir por defender sus ideas?

“Los filósofos viven al borde del abismo, porque la mayoría de las personas buscan respuesta en la religión, no en la filosofía”, reflexiona Bradatan. Para el autor rumano, la pensadora alejandrina vivió la filosofía como una especie de religión secular y su asesinato —como antes la muerte de Sócrates— representa el nacimiento y la consolidación de la filosofía, una especie de fundación a partir de actos sacrificiales. “Son muertes violentas de carácter público, que tienen cierta conexión con la idea de los mártires”, apunta en conversación telefónica.

“Siendo consciente de la posibilidad de asesinato, hacía lo que fuera necesario por sus principios”
Silvia Ronchey, filóloga

Bradatan, que describe la muerte como “un escándalo metafísico”, recoge en su libro una reflexión de Pasolini según la cual la muerte es el editor, el que traduce nuestra vida, porque cuando la estamos viviendo es intraducible y esta carece de significado. Si esto es así, la muerte de Hipatia —filósofa neoplatónica, matemática, astrónoma y docente, devenida después símbolo de la Ilustración, el Romanticismo, el protestantismo, el cientificismo o el feminismo— representa la lucha de la razón frente al fanatismo, un combate por el que dio la vida.

Una pensadora libre
Hipatia sabía que su posición abierta ante la creciente cerrazón cristiana podía ser un peligro. “Era muy consciente de la posibilidad de asesinato, pero también muy valiente. En nombre de sus principios, era capaz de hacer lo que fuera necesario”, apunta Silvia Ronchey, una de las mayores expertas en la figura de la pensadora alejandrina.

Para esta investigadora italiana, la de Hipatia no fue una muerte religiosa, sino una muerte política. “Murió por la libertad de pensamiento, por enfrentarse al fundamentalismo. Fue su posición moderada lo que hizo que la asesinaran”. Su instigador fue el obispo Cirilo, y aunque en la historiografía católica se habla de tumulto callejero, Ronchey revela que en realidad no fue así: “No era un tema de paganos contra cristianos. Hipatia tenía muchos estudiantes cristianos y no era una radical pagana. Probablemente incluso enseñaba cómo mediar con la nueva religión”, explica. Pero Hipatia defendía la separación de poderes entre Iglesia y Estado, mientras que Cirilo ansiaba concentrar todo el poder político. Tras su muerte, en su ciudad se produjo un importante éxodo de intelectuales y filósofos, que huyeron a Atenas en busca de seguridad.

Más allá del contexto histórico, el enfrentamiento entre la duda y el dogma, entre la apertura de miras y el fanatismo es un drama originario arquetípico. Sigue siendo “un conflicto eterno, que todavía no ha acabado, por el que muchos se juegan la vida, como podemos comprobar en Ucrania o por lo que sucede con las mujeres en Irán”, reflexiona esta experta en Bizancio. Por eso, Hipatia es “una figura muy contemporánea, una especie de campeona para la gente que sufre todo tipo de injusticias”, asegura.

¿Un peligro público?
Clelia Martínez Maza, catedrática de Historia Antigua de la Universidad de Málaga, destaca de Hipatia su papel protagonista en la escena intelectual y política del momento, un papel vedado entonces a cualquier mujer, incluyendo a las de la élite o la aristocracia. Su vida y su proceder “era algo muy extraño, observado con recelo. Como si fuera un peligro público”, explica Martínez, subrayando que en aquel tiempo las mujeres no tenían ningún tipo de independencia ni capacidad de acción: “Podía haber mujeres más preparadas que otras, pero su destino era cuidar bien del hogar, los hijos y el marido”.

Hipatia era una mujer que hablaba y opinaba en un mundo de hombres. Era también una excelente docente, “reconocida públicamente a pesar de vivir en una estructura patriarcal, pero una cosa son estructuras que permiten cierta libertad de acción y otra cosa es retarlas”, según Martínez. Fue también una importante figura intermediaria entre las fuerzas vivas religiosas —entre judíos, cristianos, paganos— y pudo ejercer también ese papel porque personificaba el espíritu de consenso.

Queda claro que Hipatia vivió en un pliegue del tiempo especialmente movido, el de la decadencia del Imperio Romano y las luchas internas que la provocaron. Alejandría era entonces la gran metrópoli mediterránea, un lugar de peregrinación para filósofos y pensadores del mundo. Una polis con cierto parecido a la Atenas del siglo V a. C., donde los políticos solían visitar a los filósofos influyentes para recibir consejos sobre cuestiones de Estado.

Pero a partir del año 400 d. C. Alejandría se fue convirtiendo en un lugar cada vez más dividido, donde el nuevo orden reclamaba que los templos paganos debían reconvertirse en iglesias o ser destruidos. Esas tensiones quedaron ejemplificadas en la relación entre el prefecto pagano Orestes y el arzobispo cristiano Cirilo: mientras el primero se mantuvo fiel a su paganismo y cultivó una estrecha relación con Hipatia, Cirilo quiso borrar toda sombra de paganismo de la ciudad y culpó a la filósofa de la negativa del prefecto a someterse a la “verdadera” fe. Fue en ese contexto tan volátil donde Hipatia murió asesinada. En tiempos de negros dogmas, era un enemigo a batir. Pero, paradójicamente, ella fue la que venció, porque su estela de libertad sigue viva.

lunes, 29 de mayo de 2023

Juan Torres López, entrevista sobre la situacón económica mundial.

Entrevista en RNE al catedrático de economía Juan Torres López, sobre la situación económica mundial 

 https://juantorreslopez.com/entrevista-en-radio-nacional-sobre-la-situacion-economica-internacional-y-nacional/

‘Antes del antiimperialismo’, un excelente ejemplo de alta investigación histórica.

Si bien no se enmarca dentro del género, el último libro ganador del Anagrama de Ensayo, obra de Josep M. Fradera, sí es un excelente ejemplo de alta investigación.

Debo confesar al lector que cuando se publicó en la prensa que el ganador del prestigioso Premio Anagrama de Ensayo de 2022 era el historiador Josep M. Fradera, me quedé muy sorprendido e intrigado. He seguido de cerca su trayectoria investigadora en los últimos 40 años: desde Indústria i mercat y Cultura nacional en una sociedad dividida, sin olvidar una preciosa monografía sobre Balmes, hasta los dos volúmenes de la monumental La nación imperial. Derechos, representación y ciudadanía en los imperios de Gran Bretaña, Francia, España y Estados Unidos (1750-1918), publicada en 2015. Con él he mantenido innumerables conversaciones, siempre fascinantes, sobre historia. Nunca me pareció proclive al ensayismo. Decidí esperar a que viera la luz el libro para leerlo y salir de dudas.

Puedo ya confirmar que Antes del antiimperialismo. Genealogía y límites de una tradición humanitaria, una obra excelente, no es un ensayo, excepto que le otorguemos a esta modalidad literaria un sentido tan amplio que integre a todo aquello que no sea novela, cuento, poesía y teatro. Cierto es que vivimos en una época de fronteras genéricas muy permeables y las redefiniciones están a la orden del día. Sin embargo, lo único que convierte al libro en cuestión en un ensayo es, en puridad, el hecho de haber ganado un premio de ensayo. Rápidamente me vino a la memoria otro libro extraordinario, Autobiografía de Federico Sánchez, de Jorge Semprún, un texto algo inclasificable, pero que no era fácilmente definible como novela —en especial en el momento de su aparición, distinto al de colapso de lo supuestamente ficcional de las últimas décadas— si no fuera por haber sido galardonado con el Premio Planeta de novela en la edición de 1977 y por integrar la palabra “novela” en el subtítulo. El universo de los premios literarios no deja de darnos sorpresas. En cualquier caso, si las sorpresas han de ser de este tipo —sea Semprún, sea Fradera—, bienvenidas sean y que más y más sorpresas nos dé la vida.

En este nuevo libro, Fradera continúa profundizando en un proyecto, que le ha ocupado en los últimos cinco lustros, sobre los imperios contemporáneos y que tiene en el ya citado La nación imperial, en versiones ligeramente disímiles española e inglesa, su obra cumbre. La cronología arranca aquí también en la segunda mitad del siglo XVIII y llega a su final con la I Guerra Mundial, aunque el autor en sus conclusiones reflexione sobre la totalidad del novecientos. El antiimperialismo, tal como lo entendemos en la actualidad, es un fenómeno del siglo XX, no anterior a la etapa de entreguerras. Aunque en el largo siglo XIX se usara el término, no poseía el mismo significado. Existe, en este sentido, un antiimperialismo antes del antiimperialismo, como bien reza el título de la obra, en contextos imperiales distintos.

No aparecieron inicialmente horizontes alternativos, ni en las metrópolis ni en los mundos coloniales; eran aspiraciones dirigidas a la reforma, no a la destrucción imperial. Como apunta Fradera, el antiimperialismo retórico de aquel entonces resultaba, en el fondo, imperialista en la práctica. En Antes del antiimperialismo se abordan las múltiples propuestas humanitarias y de reforma y moralización imperial en un par de imperios liberal-democráticos, Gran Bretaña y Francia, aunque con no pocas referencias a Estados Unidos y España. Estamos ante un libro inteligente, denso, erudito. Cultura y sociedad, política y economía se dan la mano. Acompañan el texto casi un centenar de páginas de notas bibliográficas y 60 de bibliografía, con más de siete centenares de títulos, en su mayoría anglosajones. Una obra, a fin de cuentas, de alta investigación histórica.

El abolicionismo movilizó por vez primera de manera masiva a las mujeres de los grupos privilegiados y educados Empieza el recorrido propuesto por el abolicionismo antiesclavista, la primera crítica explícita a los abusos de la trata de personas en los grandes imperios. A pesar de que la esclavitud se aboliera formalmente en 1833 en el Reino Unido y en 1848 en Francia —mucho más tarde en Estados Unidos y España, y en Brasil, en 1888—, los intentos de subvertir estas disposiciones no fueron pocos y otras formas compulsivas de trabajo campesino continuaron o fueron renovadas, en especial en el oriente británico. El abolicionismo movilizó por vez primera de manera masiva a mujeres de los grupos privilegiados y educados. Los cuáqueros iban a tener un destacado papel. Las acciones y actitudes abolicionistas fueron prolongadas, en ocasiones con los mismos actores o sagas (Wilberforce, Buxton, Clark­son, Schoelcher, por ejemplo), por las que impugnaban el mal trato dispensado a los aborígenes o indígenas. Y, asimismo, las que se rebelaban contra la aplicación de criterios raciales a las condiciones de vida y trabajo.

Fradera dedica un capítulo, el tercero, a la crítica económica de los imperios —en especial al libro de Hobson, de 1902—; el cuarto, al panafricanismo, y el siguiente, al influyente First Universal Races Congress de 1911, que califica como el punto álgido del humanismo reformista anterior al antiimperialismo novecentista. En los albores de la nueva centuria, los logros de la tradición crítica y humanitarista estaban muy por debajo de sus expectativas de moralización y reforma imperiales. Explotación, extinción y hambre, sostiene el autor, evidenciaban un fracaso. El persistente descontento, junto con los cambios en el mundo del imperialismo, en especial desde las posiciones fijadas por las principales potencias en el Berlín de 1885, se encuentran en la base del salto cualitativo que dio lugar al antiimperialismo tal como lo conocemos todavía en nuestros días. Fradera nos lo explica detalladamente en un grandísimo libro.

domingo, 28 de mayo de 2023

La biografía definitiva de Robert Oppenheimer, el padre de la bomba atómica.

‘Prometeo americano’ recopila 30 años de investigaciones sobre el auge y caída del científico que puso su talento al servicio del arma definitiva.

Hay varios aspirantes al incómodo título de padre de la bomba atómica. Se le puede adjudicar a Albert Einstein, que al escribir en 1905 la ecuación más famosa de la historia, E=mc2, reveló al mundo que una pequeña cantidad de materia (m) se puede transformar en una enorme cantidad de energía (E) al multiplicarse por el cuadrado de la velocidad de la luz (c2), que es un número gigantesco. O se le puede atribuir a Leo Szilárd, el excéntrico físico húngaro que en 1939 visitó a Einstein en Long Island y le convenció de que los nazis podían hacerse con las abundantes reservas de uranio del Congo Belga. O tal vez a Alexander Sachs, el economista de Lehman Brothers que percibió de inmediato que, si era posible diseñar un arma con el poder destructivo que predecían aquellos físicos, Estados Unidos debía construirla. Y desde luego al presidente Franklin Delano Roosevelt, que se tomó en serio todo lo anterior y financió el proyecto Manhattan para crear aquel artefacto mortífero.

Pero todos ellos palidecen frente a Robert Oppenheimer, el jefe científico del proyecto Manhattan, su demiurgo y su inspiración, el imán que atrajo al mejor talento de la física de la época y lo puso al servicio del más espantoso de los fines militares, el arma definitiva, el vector llamado a cambiar la historia del siglo XX. Su biografía de referencia, Prometeo americano; el triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer, de Kai Bird y Martin Sherwin, llega a las librerías españolas muy bien editado por Debate, y en un momento muy oportuno. Christopher Nolan estrenará en junio su película Oppenheimer, basada por entero en este libro, así que es un buen momento para leerlo.

Prometeo americano es una obra monumental. Tanto el columnista Bird como el historiador Sherwin son especialistas en el desarrollo del armamento nuclear, y estuvieron treinta años investigando toda fuente de carne o papel relacionada con Oppenheimer. Se publicó en inglés en 2005 y obtuvo el premio Pulitzer al año siguiente. Sherwin murió en 2021. La edición española mide 859 páginas e incluye dos cuadernillos de fotos dignos de mirarse con parsimonia. Porque esta no es solo la historia de un científico jefe de científicos en un remoto laboratorio de alto secreto de Los Álamos, Nuevo México, sino también la de un chaval hijo de emigrantes judíos en la Nueva York de principios del siglo XX, de su ascenso como héroe americano y de su bajada a los infiernos del macartismo.

El apodo de Prometeo encaja bien con Oppenheimer. No solo porque ese titán de la mitología griega robó el fuego a los dioses y se lo entregó a los hombres —esta es la parte más obvia de la analogía nuclear—, sino también porque Zeus se agarró tal berrinche por ese acto de traición que hizo clavar a Prometeo al monte Cáucaso para que un águila le comiera el hígado de forma repetitiva y cruel. Pese a que el artefacto creado en Los Álamos bajo su dirección había resuelto la II Guerra Mundial a favor de su país, y de la manera que más podía satisfacer a los halcones de Washington, fue el propio Partido Republicano el que empezó a desconfiar del físico en los años cincuenta y acabó por destruir su vida y su reputación en nombre de la recién nacida guerra fría.

Oppenheimer había vivido de joven la Gran Depresión de 1929 y el auge del fascismo en Europa —estudió Física Cuántica en Alemania en los años veinte— y se enroló en movimientos sociales de Nueva York donde había comunistas y otros simpatizantes de izquierdas que luchaban contra la discriminación racial y la desigualdad económica. Más tarde, ya después de Hiroshima y Nagasaki, y como muchos otros científicos que habían estado bajo su dirección en Los Álamos, se convirtió en un activista contra la proliferación nuclear. Cuando los republicanos accedieron al Gobierno en 1953, los militares y estrategas que defendían el uso masivo de bombas atómicas se hicieron con un asiento en la Casa Blanca, y pronto dirigieron su punto de mira hacia Oppenheimer, el héroe científico de la guerra y la voz más incómoda que se obstinaba en alzarse contra su estrategia. Eso fue el final de su imagen pública y de su influencia intelectual. Zeus no perdona.

Los autores citan al novelista neoyorquino Edgar Doctorow, que escribió en 1986: “No nos hemos quitado la bomba de la cabeza desde 1945. Primero fue el armamento, después la diplomacia. Ahora es la economía. ¿Cómo podemos suponer que algo tan poderoso, tan monstruoso, no va a conformar después de cuarenta años nuestra identidad? El gran gólem que hemos construido contra nuestros enemigos es nuestra cultura, la cultura de la bomba: su lógica, su fe, su visión”. Una visión que no acaba de disiparse en nuestros días, y que acaso no lo haga nunca.

Los autores compilaron para este libro miles de documentos en archivos de medio mundo, estudiaron todos los escritos de Oppenheimer, hablaron con sus familiares, sus colegas, sus amigos, sus jefes militares y sus contactos políticos. También revisaron los miles de páginas que el FBI reunió sobre él a lo largo de un cuarto de siglo de vigilancia persistente y no siempre justificable. A falta de ver la película de Nolan, y mientras un nuevo Shakespeare no dedique una tragedia al padre de la bomba atómica, la biografía de Bird y Sherwin es lo mejor que tenemos para asomarnos a ese abismo inconcebible.

sábado, 27 de mayo de 2023

Un deseo no es un derecho

El extraordinario caso de la actriz española Ana Obregón ha puesto sobre el tapete el fenómeno de la gestación subrogada (un eufemismo, tramposo como lo son todos), también conocido como vientre de alquiler, expresión que describe con mayor precisión el hecho al que se refiere.

Al parecer, su hijo Alejandro Lequio Obregón, una semana antes de morir, dejó un testamento ológrafo en el que manifestaba su voluntad de convertirse en padre, a través de la donación de semen y la colaboración de una mujer que prestase su óvulo y su vientre para la gestación.

La argucia de viajar a un país en el que es legal la gestación subrogada tendría fácil solución si no existiese la posibilidad de inscribir a la nueva criatura en un país que la prohíbe. Una vez más, hecha la ley, hecha la trampa. Una cosa es la legalidad y otra, a veces muy diferente, es la ética del proceder humano.

Como en España está prohibida la gestación subrogada, la actriz acudió a Miami, primero para firmar el contrato mediante el pago de una importante cantidad (he leído que Ana Obregón pagó 170000 euros, aunque no toda la cantidad sería para la mujer gestante) y luego para recoger a la niña a la que ha puesto los nombres de Ana Sandra y los apellidos Lequio Obregón. Esta niña es nieta biológica de Ana ya que el embrión gestado se ha fecundado con esperma de su hijo, fallecido de cáncer a la edad de veinticinco años y, a la vez, hija por el contrato firmado por la actriz con la madre gestante.

He leído mucho, para escribir este artículo. He conocido los argumentos de algunas feministas clásicas (Amelia Valcárcel, por ejemplo, reconocida filósofa y escritora) sobre su postura contraria a la gestación subrogada. Dice Amelia que no hay ni un solo resquicio argumental que, desde el pensamiento feminista, justifique esta práctica. Con sus palabras textuales: “Todos los argumentos que buscan dar legitimidad social a este fenómeno se basan en la división cuerpo-mente, y lo que tenemos es un cuerpo que ha favorecido la existencia de otro, pero no la afiliación del mismo. Esa madre es madre solo del cuerpo, y ni si quiera de todo él, porque la intención de dar vida a otra persona ni siquiera es suya”.

He leído también, aunque sin mucho detenimiento el libro inconcluso que dejó escrito Alex Lequio y que ha completado su madre Ana Obregón. El idilio de amor materno filial entre este hijo único fallecido y su madre, coronado por el dramático fallecimiento, no justifica, a mi juicio, la iniciativa del encargo. Una vez más hay que recordar que el fin no justifica éticamente los medios.

Hay en el caso cuestiones legales, éticas, económicas, psicológicas y sociales. No todo lo que técnicamente se puede hacer es legal y ético hacerlo. Por otra parte, todo tiene consecuencias para las personas interesadas y para la sociedad en general. Hay prácticas más racionales que otras. Hay prácticas más éticas que otras.

No hay que desdeñar las dimensiones publicitarias del caso. La niña ya ha sido portada de varias revistas. Y lo será en el futuro. Ya se habla del bautizo de la niña, antes del regreso de ambas a España. También ha sido portada de revistas, curiosamente, la madre gestante. Todo es negocio.

En esta historia existen cuestiones decisivas relacionadas con, al menos, seis personas: el donante, la que contrata, la gestante, el marido de la gestante, la niña y el abuelo a la fuerza. Y al hilo de la historia se han involucrado los medios de comunicación y la sociedad entera. Durante unos días ha sido el tema de conversación de toda la ciudadanía.

Cuando crezca esa niña, ¿qué pensará de su popularidad? Le tendrán que contar la verdad. Habrá que explicarle que su padre estaba muerto antes de que ella naciera y que su madre biológica la gestó en un país remoto por un puñado de dinero.

La también actriz española Anabel Alonso ha dicho que se trata de una niña comprada y vendida. Comprada a la madre gestante y vendida a la revista Hola en la que ha aparecido a los pocos días de nacer.

¿Cuáles son los motivos que llevan a una mujer a la decisión de buscar a otra mujer para que geste a una criatura? En el caso de Ana Obregón ella ha dicho que fue una promesa que le hizo a su hijo, pero también que de esa forma ya nunca estaría sola y que a través de la niña podría abrazar a su hijo. Creo que debemos tener hijos para hacerlos felices, no para que ellos nos hagan felices a nosotros. Un hijo no está para hacer felices a los padres sino para que los padres le hagan feliz.

En España es ilegal practicar la gestación subrogada. No faltan argumentos. El cuerpo de la mujer no se comprar ni alquilar. De ahí la decisión de Ana Obregón de viajar a un país donde es legal.

Existe también en este caso el problema de la edad de la que ha de convertirse en su madre. Ana Obregón tiene 68 años. En el caso de la adopción no se pueden tener más de 45. Se entiende que una edad tardía hace, por la ley de la vida, que esa criatura se quede huérfana demasiado pronto y que la persona de edad pueda no estar en condiciones de relacionarse con la niña (y luego con la adolescente) de una forma satisfactoria. El abismo generacional es difícil de saltar.

¿Cómo no plantear el problema de que la mujer que acepta la gestación y pasa nueve meses con el feto dentro de su cuerpo, prescinda luego de su presencia y de su cuidado? Lo ha firmado, sí. Lo ha querido hacer así. Pero, ¿esa voluntariedad es plena cuando está tan mediatizada por la necesidad?

Creo que la mejor solución para una persona o una pareja (del tipo que sea) que quiere tener un hijo es la adopción. Hay muchos niños necesitados de amor y de cuidado. Por eso sería deseable que los trámites de la adopción no fuesen tan largos y tan complejos.

¿Qué pasa en el caso de que haya un embarazo en cuya evolución se detecta una deformación o una discapacidad y la persona que ha hecho la demanda no quiere que siga adelante? ¿Tiene la obligación la madre gestante de abortar?

Creo que hacen falta muchos estudios sobre este proceso, sobre las repercusiones psicológicas de todas las personas que intervienen en él, especialmente de la mujer gestante, el bebé traído a este mundo y la persona que lo ha contratado.

No cabe la menor duda de que se trata de una transacción comercial que cosifica al bebé, que se convierte en una mercancía. La gestación subrogada es otra forma de dominación y de explotación de la mujer. Si la madre gestante no tuviera necesidad de dinero, no se produciría el hecho en la inmensa mayoría de los casos. Está claro que se trata de una explotación del cuerpo de la mujer. Hay quien plantea como aceptable la gestación altruista, es decir en la que no haya compensación económica. Estoy seguro de que, de ser así, disminuiría el fenómeno porque está muy claro que la inmensa mayoría de las mujeres gestantes han asumido esa tarea por la necesidad económica que están sufriendo. Pero, de todos modos, la naturaleza del fenómeno sería la misma: habría entonces un alquiler gratuito del vientre. ¿Cambia algo esencial ese condicionante? Creo que no.

No se puede hacer todo lo que se desea en nombre de la libertad. Creo que ni la mujer gestante ni la proponente (o el proponente) pueden comerciar con el bebé que se concibe, se gesta y al que se da a luz.

Con palabras de Amelia Valcárcel: ‘Mi cuerpo es mío’ es un eslogan, afortunado por cierto, pero no es un fundamento de derecho. No puedes decir mi cuerpo es mío para quedarte con el de otra persona. Lo más terrible que ocurre en este submundo que muchas personas quieren crear es querer utilizar el más hermoso de los nombres, que es el de la libertad, para avalar semejante asunto. Eso es lo más repugnante”. 

El Adarve.

viernes, 26 de mayo de 2023

Elecciones el 28 de mayo. «Si no sirve para nada y todos son iguales, ¿para qué voy a votar?»

He oído la expresión con la que titulo este artículo docenas de veces, pero nunca en boca de alguien rico o con ideas de derechas. No digo que no haya ricos que digan eso, sino que a quien yo oigo decir que no vale la pena ir a votar es a gente que vive al día o malvive o que no es de derechas.

Los datos estadísticos indican claramente que no es una simple percepción mía, subjetiva. En mi tierra, Andalucía, la abstención en los barrios más pobres fue unos quince puntos más alta que la media en las últimas elecciones autonómicas y unos treinta por encima de la registrada en los barrios más ricos. En algunas mesas electorales de barrios pobres, la abstención fue del 90%. Si se toma el conjunto nacional, las diferencias son aún mayores, en los territorios y barrios más pobres puede haber el doble de abstención que en los más ricos.

¿Acaso son los pobres más listos y se dan cuenta de que votar no sirve para nada, mientras que los ricos son más ingenuos y votan en mayor proporción, a pesar de su inutilidad?

No parece que vayan por ahí las cosas. La evidencia histórica demuestra que el disfrute de cualquiera de nuestros derechos, políticos, laborales, ciudadanos… depende de quién gobierne. Se adelanta cuando gobiernan unos y se atrasa cuando lo hacen otros. Los gobiernos no son neutrales.

Poner a unos partidos u otros en los gobiernos sirve para que se reconozcan o no derechos como el del divorcio, el aborto, la negociación colectiva, el salario mínimo, o para que se disfrute en mayor o menor medida de la libertad de expresión, del derecho a la vivienda, a pensiones dignas o a la salud universal, entre otros.

Quien dispone de buena información, sabe qué le interesa y tiene influencia y poder (directamente o por delegación) está siempre interesado en que llegue al gobierno quien crea que más le conviene. Es decir, no renunciará nunca a votar. Sólo quien no es consciente de en qué medida tan grande le afecta que gobiernen unos u otros, renunciará al poder que le proporciona el voto. Un poder, desde luego, que no lo puede todo por sí solo pero que sí es una condición sine qua non, sin el que es imposible que se puedan defender los intereses propios en nuestras sociedades.

Eso explica que haya quien esté interesado en transmitir a quien está menos informado la idea de que votar no vale para nada, tratando de desmotivar su voto y haciendo que, justamente los más desheredados, quienes más necesitarían llevar a los gobiernos a quien pudiera defenderlos, sean justamente los que menos voten.


Por otro lado, también oigo muchas veces decir que no vale la pena votar a quienes se precian de saber muy bien lo que pasa, de estar bien informados y de no dejarse engañar: «son todos iguales», suelen decir.
Pero ¿son todos iguales, realmente?

Entre personas más a la izquierda suele oírse que el PSOE es igual que el PP, que Felipe González era de derechas, Zapatero un traidor y Sánchez un vendido a Estados Unidos.

No se puede negar que, en multitud de ocasiones, el PSOE ha tomado medidas idénticas a las que adopta la derecha, que votan juntos muchísimas iniciativas y que se a menudo se ponen de acuerdo para frenar otras que vienen de su izquierda. Eso es innegable, pero ¿son lo mismo?

Si Felipe González era de derechas, ¿cómo es posible que la derecha política, económica, mediática y religiosa se movilizara como se movilizó para atacarle y exigir que dejara el gobierno, al margen del resultado de las urnas? ¿O es que ya no nos acordamos lo que hacía la derecha y el PP en concreto cuando González presidía el gobierno?

¿La derecha habría tomado las medidas de avance social que se tomaron en los gobiernos socialistas? ¿No fue precisamente la derecha quien recurría constantemente las medidas más progresistas que tomaban? Ni siquiera en materia económica o fiscal, generalmente en manos de socialistas más liberales, se puede decir con objetividad que los gobiernos del PSOE hayan hecho lo mismo que han hecho los del PP. Mucho menos, y por muy conservadora que haya podido ser en estos campos, en materia sanitaria, educativa, laboral o de derechos de ciudadanía. ¿Y acaso el PSOE manipula, incumple la Constitución y boicotea las instituciones para protegerse y mantener sus privilegios, tal y como está haciendo ahora el PP?

¿Lo que dicen los dirigentes socialistas, ni siquiera sus «barones» más conservadores, es lo mismo que dicen Ayuso o Aznar? ¿Es acaso lo mismo lo que proponen en materia económica, social o de derechos en general el PSOE, Izquierda Unida y Podemos? ¿Seguro que estos últimos dicen y hacen lo mismo que PP o Vox?

¿Son iguales el PP, un partido con multitud de dirigentes y cargos públicos condenados por corrupción y financiación ilegal, que Podemos, en más de veinte ocasiones absuelto de acusaciones de esto último o con causas simplemente archivadas?

Es verdad que ha habido casos de corrupción incluso en Izquierda Unida y supongo que en Podemos, pero ¿en la misma proporción? Es muy fácil poner los nombres y los números sobre la mesa y comprobar que no es así, de ninguna manera. Incluso en el caso del PSOE, donde los ha habido en mayor número, la realidad es incomparable con la del PP. Ninguno de sus presidentes o gobiernos ha batido el récord de Aznar: de sus catorce ministros, doce resultaron imputados, implicados en tramas o en escándalos de sobresueldos y alguno incluso encarcelado. Y eso por no hablar de quién se hace rico y quién no en la política.

¿Son la misma cosa los partidos que defienden o no condenan la dictadura franquista y su legado y quienes la sufrieron?

Los partidos y los políticos no son lo mismo. Es una evidencia que unos proponen leyes y medidas que otros recurren o derogan; a unos los financian gratis los bancos y grandes empresas y otros renuncian incluso a préstamos bancarios; y es fácil comprobar que la beligerancia, la exigencia y la crítica que hacen los medios de comunicación a unos partidos y otros no son las mismas en los mismos supuestos. Ni tampoco la difusión que dan a sus propuestas o escándalos.

Solo quien vea el mundo en blanco y negro, es decir, como no es en realidad, puede decir que PSOE, PP, Vox, Izquierda Unida o Podemos son lo mismo y que sus dirigentes se comportan de la misma forma.

Es verdad que cualquier persona de esas que no suelen ir a votar porque piensan que no vale la pena y que todos son lo mismo podrían tener otras razones para no hacerlo. La democracia de partidos es muy imperfecta y los partidos son una fuente constante de frustración porque incumplen promesas, hacen en muchas ocasiones lo contrario de lo que dicen y se olvidan a menudo de quien los vota. Pero, incluso así, se pierde mucho más no votando que yendo a votar a pesar de todo ello.

De hecho, esa idea de inutilidad y de rechazo, esa visión en negativo de la política se siembra a propósito porque se busca la abstención de quienes, por su situación económica, más necesitan gobiernos de izquierdas. La polarización, la zafiedad, la divulgación constante de bulos y mentiras… se promueven para eso. Aunque tampoco podemos engañarnos. Desgraciadamente, son los propios partidos de izquierdas (unos más que otros, también es verdad) quienes dan pie a que su electorado se abstenga en tan gran medida. Primero, porque no tienen una estrategia específica de acercamiento a la población que los necesita y se comportan como aparatos ajenos a la gente normal y corriente. Segundo, porque generan ellos mismos el desafecto y la lejanía cuando se empeñan en magnificar con malas formas las diferencias y los encontronazos entre sí, en lugar de subrayar lo que los une y la cooperación. Y, sobre todo, porque no se empeñan en poner en pie espacios de participación, organización y movilización que proporcionen poder real a la ciudadanía, sin el cual no se pueden llevar a cabo desde los gobiernos sus promesas más decisivas.

El próximo domingo tenemos una nueva oportunidad de mostrar si nos dejamos engañar una vez más o no; si nos dejamos llevar por el desaliento y el negativismo que tan sutilmente propagan la derecha y sus medios de comunicación, o si vamos a votar por quien, más o menos imperfectamente, sabemos que son los únicos que pueden defender los intereses de la que gente que menos tiene.


_- Hospitales y residencias como negocio financiero: más muertes y más gasto innecesario

_- La derecha española se empeña en hablar de ETA en campaña electoral, como si siguiera poniendo bombas, para que no se hable de los auténticos problemas de España. Por ejemplo, de lo que está pasando y va a pasar en los hospitales y las residencias de mayores en los que se está dejando que penetren cada día más los fondos de inversión llamados en inglés «private equity«.

Estos últimos son capitales que adquieren paquetes mayoritarios de empresas para hacerse con su control con el fin de venderlas en un plazo de entre cinco y diez años. Para ello, se recurre casi siempre al mismo procedimiento: se impone una nueva estrategia de dirección orientada a aumentar los ingresos y recortar al máximo los costes; se endeuda a la empresa, muchas veces con el propio fondo y con el solo objetivo de repartir dividendos más elevados; y se venden sus activos (edificios, locales, instalaciones…) incluso también al fondo, el cual cobra luego por alquilarlos a la empresa.

Lo característico de esta inversión es esa forma de gestión orientada a conseguir el máximo beneficio a corto plazo y, sobre todo, que está orientada a venderla en un plazo de tiempo muy corto. Es decir, no se invierte para consolidar una empresa y desarrollar aún más su actividad, sino para «ensillarlas con montañas de deuda y luego exprimirlas como si fueran naranjas”, en palabras de Bill Pascrell, presidente del Subcomité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes sobre Supervisión de Estados Unidos.

En su inicio, esta inversión se realizaba sobre todo tipo de empresas (fue la causante, por ejemplo, de la quiebra de la conocida tienda de juguetes ToysRUs) pero últimamente se están centrando en el sector de la salud y los cuidados, de modo que sus efectos son mucho más relevantes social y personalmente.

Aunque la presencia de estos fondos es relativamente reciente y su actividad es muy opaca, ya se dispone de multitud de investigaciones académicas, parlamentarias o de organizaciones profesionales que proporcionan evidencias abrumadoras sobre las consecuencias que tienen sobre la gestión de las empresas que capturan y, sobre todo, sobre la salud y las condiciones de vida de las personas.

Voy a resumir brevemente lo que sabemos que ha ocurrido en otros países para hacernos una idea de lo que va a pasar en España cuando se consolide la tendencia que ya ha comenzado a darse.

En el caso de las residencias, se puede decir, en general, que las que son propiedad de estos fondos generan peores resultados por «anteponer las ganancias a las personas», tal y como dice una Hoja Informativa de la Presidencia de Estados Unidos.

La American Medical Association descubrió que las personas que están en residencias propiedad de estos fondos tienen más probabilidades de acudir a urgencias o de ser hospitalizas por causas que podrían haber sido evitadas con una mejor atención. Y, sin embargo, que estas residencias salen más caras que el resto. Prácticamente lo mismo descubrió otro estudio de la Universidad de Pensilvania.

Un documento de trabajo de diversos académicos publicado en el National Bureau Of Economic Research en 2021 mostró que la gestión de este tipo de capital aumentó la probabilidad de muerte durante la estancia y los 90 días siguientes en un 10% y la prescripción de medicamentos antipsicóticos en un 50%; disminuyó las horas de personal de enfermería de primera línea y la movilidad de los residentes, y el gasto de los contribuyentes por residente en un 11%.

Otro estudio demostró que la tasa de infección por COVID-19 y la tasa de mortalidad de los hogares de personas mayores en residencias propiedad de estos fondos fue entre un 30 % y un 40 %, respectivamente, más elevada que en el conjunto de las residencias en Estados Unidos.

Un informe del Instituto Veblen ha demostrado que «la toma de control de grupos de residencias de ancianos va acompañada de reorganizaciones y arreglos financieros, que parecen sobre todo destinados a preparar una reventa rápida y no a establecer un modelo económico viable diseñado para el largo plazo»

En relación con la gestión de hospitales completos o de servicios concretos, las evidencias también son abrumadoras:

– La American Medical Association ha demostrado que los pacientes pagaron más cuando los servicios que se proporcionan están controlados por este tipo de capitales o que los médicos atendieron a más pacientes, lo que indica utilización innecesaria de servicios para aumentar los ingresos. Se ha comprobado que esto último ocurre incluso en el caso de la odontología infantil financiarizada, un servicio en el que en Estados Unidos se han detectado prácticas sin anestesia para incrementar beneficios, o que se califica a nacimientos normales como de emergencia para cobrar más.

– Para aumentar beneficios se reduce la oferta de servicios con menos margen y eso ha hecho, en concreto, que los private equity hayan cerrado hospitales rurales en Estados Unidos); se recorta personal; y se sustituyen a profesionales médicos por otros de menor formación, lo cual se ha demostrado que incrementa el gasto y la probabilidad de tener que volver a ser tratados.

– En los hospitales y servicios gestionados por estos fondos hubo mayor escasez de medios como mascarillas, ventiladores en la pandemia.

– Una investigación de la Universidad de Berkeley muestra que estos capitales ni siquiera mejoran la medicina privada suministrada por el mercado puesto que «amplifican y aceleran la concentración y las prácticas anticompetitivas». Y concluye que «este negocio es fundamentalmente incompatible con un sistema de salud estable y competitivo que sirva a los pacientes y promueva la salud y el bienestar de la población».

– En Estados Unidos, las llamadas «facturas sorpresa» que suponen gastos imprevistos y fraudulentos asociadas a los servicios de salud propiedad de estos fondos se han extendido tanto que hasta el presidente Trump dijo que estaba decidido a terminar con ellas.

– En multitud de casos se ha comprobado que estos servicios están asociados a comportamientos fraudulentos. Sólo para hacer frente a reclamaciones por presentación de facturas al gobierno estos fondos han gastado 500 millones de dólares desde 2013.

– Una fuente tan poco sospechosa de radicalismo como la revista Forbes asociaba a estos fondos con «recortes draconianos para apoyar al personal y/o intercambiar médicos por otros profesionales menos costosos como enfermeras», «presionar a los médicos para que brinden más atención médica (a menudo innecesaria)»; o «aumentar los precios sabiendo que las aseguradoras no tendrán más remedio que aceptar».

Es normal que la adquisición de hospitales completos, residencias o servicios concretos por este tipo de capitales tenga efectos como los que acabo de señalar (entre otros que es imposible señalar en un texto limitado como este). Se trata de inversiones que, como he dicho, no se llevan a cabo para consolidar la actividad en la que se invierte, sino para obtener altísimos beneficios al venderlas al poco tiempo y, mientras tanto, utilizando el control de la gestión para extraer todo tipo de rentas de la empresa adquirida. Es un procedimiento destructor de empresas, pues las deja exhaustas, endeudadas y con cargas inasumibles a medio y largo plazo y por ello muchas de ellas terminan quebrando. Pero, lógicamente, todo esto es mucho peor cuando lo que adquieren estos capitales son servicios sanitarios y de cuidados, hospitales o residencias de mayores. Como dice un amplio estudio realizado por Public Citizen también en Estados Unidos sobre su actividad en estos campos, de lo que estamos hablando es de «la diferencia entre la vida y la muerte».

Es un proceso que en España ha comenzado a darse y que va a extenderse cada día más, tal y como han mostrado, entre otros, el libro de Manuel Rico ¡Vergüenza! El escándalo de las residencias, o los artículos de Juan Pedro Velázquez-Gaztelu, El gran negocio de las residencias, y los aparecidos en Infolibre.

Por eso es muy urgente que se abra en nuestro país un debate amplio y riguroso y que se exija al gobierno central y a los autonómicos que legislen al respecto; al menos, como se ha comprometido a hacer para frenar los efectos que he mencionado, alguien tan poco sospechoso como el presidente Biden en Estados Unidos. Entre otras cosas, porque los inmensos beneficios que obtienen estos fondos a costa de suministrar peores servicios, de obligarnos a gastar más y provocando muertes innecesarias los pueden conseguir gracias a la opacidad de sus operaciones, a los privilegios fiscales de los que gozan y, en resumidas cuentas, porque, para colmo, se les está ayudando a que hagan todo eso con dinero público.

"Aquí aprendo cosas que no son para niños de mi edad, pero a mí me pone feliz": el centro para niños superdotados más grande de América Latina

Una lección sobre el desarrollo de la inteligencia y los cambios en el cerebro que dieron lugar al lenguaje verbal no parece la materia más habitual para alumnos de 7 años.

Pero en esta escuela se enseña sobre este y muchos otros temas que mantienen estimulados a los niños, quienes levantan la mano sin parar para formular perspicaces preguntas y opinar sobre lo que expone su profesora que, pacientemente, va respondiendo uno a uno.

En el llamado Centro de Atención al Talento (CEDAT), localizado en Ciudad de México, todos sus alumnos tienen un denominador común: ser superdotados. O dicho de otra manera, según la explicación oficial, que cuentan con un coeficiente intelectual superior a 130 puntos.

Aquí, junto a las clases más avanzadas de ciencias, historia o idiomas, los alumnos reciben de maestros superdotados o especialistas otras materias como robótica o conocimientos sobre medicina y primeros auxilios.

Pero igualmente llamativo es ver que los niños están reunidos en las clases no por su edad (que oscilan entre 2,5 y 17 años), sino por su capacidad y desarrollo intelectual.

Esto se debe a que cada uno progresa a su ritmo, pero en promedio, estos alumnos aprenden entre un 30% y 50% más rápido que un niño promedio. Esto les permite que en un solo curso escolar pueden aprobar dos grados… o incluso más.

Aburridos en las otras escuelas
La llegada de los alumnos superdotados a este centro, cuyos responsables lo definen como el más grande de su tipo en América Latina, no siempre es sencillo.

Primero, porque muchas veces resultan difíciles de localizar. A algunos comportamientos frecuentes en estos niños -se distraen en la escuela tradicional porque están aburridos, se muestran hiperactivos…- se responde a veces con diagnósticos equivocados como trastorno por déficit de atención e incluso con fuertes medicaciones como antipsicóticos o antidepresivos.

Para hacerse una idea, se calcula que en torno a un 3% de la población es superdotada, lo que entre los menores de edad de México equivaldría a un millón de niños y adolescentes. Sin embargo, según el CEDAT, en el país no están identificados más de 11.500.

Pero una vez detectados, su llegada a un centro como este con una enseñanza especializada cambia su vida por completo, especialmente al rodearse de personas con sus mismas capacidades con los que conviven sin miedo al rechazo.

"Mi otra escuela era fácil. A mí me gustaba la astronomía pero no me platicaba con mis amigos de eso porque me daba pena. Yo así tan joven… era como ser un 'miniprofesor'", cuenta Alexis Martínez, alumno del CEDAT de 7 años.

"En cambio, aquí aprendo cosas que no son para niños de mi edad, que otros se quedarían como… '¿qué es esto?'. Pero a mí me pone feliz ver estas cosas", agrega.

Los alumnos aprenden algunos conocimientos de medicina en el centro.

Su compañera Mikella Gamborino asiente. "Las otras escuelas eran bien fáciles. Yo me siento aquí, hablo y digo 'ay, ya estoy con los míos'. Sí siento diferencia, me siento mejor y me comunico mejor".

Escuchar a Alexis y Mikella es casi hipnotizante. Una vez pasada la vergüenza inicial, muestran su locuacidad y agudeza mental hablando casi sin parar. Se interrumpen, se complementan, y saltan de un tema a otro sin darse cuenta, con enormes sonrisas contagiosas.

Él nos explica con todo lujo de detalles los entresijos y curiosidades de la tabla periódica de elementos, y nos cuenta qué le gustaría estudiar más sobre el síndrome de Edwards ("una trisomía en el cromosoma 18", explica) para ayudar a quienes ocasiona retrasos graves en el desarrollo. Ella nos sorprende presentándose en chino mandarín, uno de los varios idiomas que estudia.

Alexis es apasionado de las ciencias y conoce multitud de datos sobre la tabla de elementos.

Estereotipo de "ratón de biblioteca" Pero entre tantos temas que dejan en evidencia su mayor nivel intelectual, también hablan de otros que hacen recordar que siguen siendo niños de 7 años.

Conversan sobre anime japonés ("son caricaturas japonesas, como el Chavo del 8 aquí", aclara Alexis) y de chistes que leyeron en un libro. Ambos se emocionan cuando les permiten entrar entre gritos y alboroto a un pequeño supermercado donde se les enseña sobre ahorro y economía doméstica, y Mikella no puede aguantar la risa cuando trata de manejar con más o menos éxito un pequeño robot por control remoto.

Precisamente romper estereotipos sobre los superdotados y subrayar que continúan siendo niños es uno de los objetivos del CEDAT.

"Cuando se habla de niños genio aún pensamos en el típico nerd o ratón de biblioteca desadaptado o estático. Pero este es un prototipo que no suelen cumplir. Tampoco son tradicionalmente los niños que sacan dieces en la escuela, muchas veces porque ya no les interesa", explica Andrew Almazán, docente en el CEDAT e hijo de los directores del centro que fue fundado en 2010.

Él sabe bien de lo que habla porque detectaron que era superdotado con 4 años, cuando ya sabía leer y escribir. Recuerda cuánto se aburría en las clases, que era hiperactivo y que le gustaba mucho moverse, lo que le llevó a sufrir bullying y también le implicaba problemas de conducta y autoridad con los profesores.

Las paredes de la oficina del doctor Almazán están repletas de títulos académicos.

"A veces yo encontraba un error y los cuestionaba. Les decía que eso no estaba bien, que no era exacto. Y después tuve que aprender que no se cuestiona cuando uno tiene 5 años, que a un profesor no le gusta que le digan que está mal", recuerda divertido.

Acabó abandonando la escuela tradicional a los 9 años y ahí empezó una trayectoria académica de infarto. A los 12 empezó a estudiar Psicología y Medicina en la universidad. A sus dos licenciaturas le siguieron seis maestrías y dos doctorados en centros tan prestigiosos como Harvard en Estados Unidos o Oxford en Reino Unido.

Hoy, con solo 28 años y recién casado, continúa estudiando y realizando investigaciones sobre los menores superdotados en México desde el CEDAT.

Este centro no recibe ningún apoyo económico público sino que se financia de manera totalmente privada gracias a los pagos de matrícula y cuotas de los familiares de alumnos, quienes siempre deben tener un coeficiente mínimo de 130 para ser admitidos.

No obstante, en el centro aseguran que los honorarios se pueden personalizar a las capacidades económicas más bajas de las familias con otras modalidades, como una enseñanza de menos horas diaria o asesorías mensuales para aquellos que viven fuera de Ciudad de México.

El doctor Almazán empezó a estudiar Medicina con solo 12 años.

Más niños que niñas
En los estudios del doctor Almazán siempre sale a relucir una realidad que es también visible en los pasillos del CEDAT: la existencia de menos niñas superdotadas que niños .

Almazán afirma que hay factores genéticos que explican esta realidad, ya que para que una niña sea superdotada debe contar con dos progenitores que también lo sean. En el caso de un niño, en cambio, es suficiente con que lo sea solo uno de los padres.

Además, también apunta a que en muchos casos es más difícil encontrar a estas niñas porque "socialmente pueden ser más pasivas, obedecen más que el niño, que choca más y a quien se le acaba haciendo una prueba para ver qué le ocurre. Pero muchas de ellas se mimetizan más con el entorno con tal de ser aceptadas".

Los alumnos también cuentan con una reproducción de supermercado para aprender sobre economía doméstica.

"Por todo esto vemos que hay una discrepancia considerable todavía en cuestiones de género que intentamos cerrar. La brecha no debería ser mayor a seis niños por cuatro niñas, pero en cambio es más fuerte… de siete frente a cuatro, o incluso de ocho frente a dos", asegura el experto.

Cuando a estos niños no se les ofrece una educación adaptada a su realidad, "hay como un proceso de atrofia", compara Almanza. Las capacidades se van perdiendo por falta de uso y hace que estas personas se acaben frustrando o incluso deprimiendo.

El experto reconoce que aún quedan grandes desafíos como concientizar tanto a la sociedad como a las autoridades de que estos niños existen. "Ahora hay más conciencia de que medicarlos no es la solución, pero a veces la presión también hace pensar a algunos padres que darles un tratamiento es más fácil… Hay muchos retos, pero estamos motivados", le dice a BBC Mundo.

Los jóvenes alumnos aprenden sobre algunos misterios de la física cuántica.

Mientras, Alexis y Mikella continúan su formación en el CEDAT y sueñan con su futuro. Él aspira a ser "químico, veterinario o médico". Ella quiere ser astronauta, pero apunta a una ambición aún mayor si cabe.

"Quiero estudiar las células humanas para que muten y tengan características… ¿conoce a Flash, que va súper rápido? El cuerpo humano podría acabar teniendo esas características que vemos en televisión. Muchos van a pensar que eso no es verdad y que estoy loca, pero sí se puede lograr", dice convencida.

Antes de despedirnos, le preguntamos por una frase que les motive y Alexis recita una de Albert Einstein: "La imaginación es más importante que el conocimiento".

"Me inspira porque es como que no importa lo que sepas ahora. Lo que importa es que vas a descubrir cosas, y eso va a ser lo que te va a hacer inteligente", asegura antes de regresar a su aula.

¿Cuál es el perfil de los niños superdotados?
Hiperactividad, que disminuye al presentarse una tarea demandante o de interés.
Aprendizaje rápido.
Distraído (por la hipersensibilidad de los sentidos), aunque con la capacidad de aprendizaje sin prestar atención.
Interviene en conversaciones de adultos, puede comprenderlas y le gusta conversar con gente mayor.
Continuamente arma objetos o estructuras.
Tiende a querer imponer sus reglas.
Sensible en el área emocional.
Tiene baja tolerancia a la frustración, lo que genera una búsqueda incansable por conseguir siempre sus objetivos.


PD.: Hay muchas cuestiones discutibles en este informe. En primer lugar considerar que hay mas niños que niñas de altas capacidades, es una discriminación, injusta y falsa, además, la educación de estos niños no debe ser confiada a un centro privado donde prevalece el dinero de la familia, debe impartirse en centros públicos.y hay muchos matices que marcan diferencias de criterios y falta de fundamentos científicos. Estos niños y niñas son muy valiosos y merecen ser atendidos mucho mejor, la falta de diagnóstico y tratamiento e intervención muestra las carencias e injusticias a los que estos niños son olvidados de la atención justa y necesaria.

jueves, 25 de mayo de 2023

MATEMÁTICAS. Stanislaw Ulam, el matemático que ‘arregló' la bomba H.

El investigador polaco ideó el método de Montecarlo, que permitió mejorar el diseño que se estaba persiguiendo hasta entonces.

En 1942, Estados Unidos, en colaboración con Canadá y Reino Unido, creó el Proyecto Manhattan, con el objetivo de fabricar la bomba atómica antes que las potencias del Eje. En el diseño teórico de la bomba, que se llevó a cabo en el laboratorio secreto de Los Álamos (Nuevo México), participaron muchos científicos europeos que habían emigrado a Estados Unidos huyendo de los nazis. Entre ellos estaba Stanislaw Ulam (nacido un 13 de abril de 1909 y fallecido en 1984), un brillante matemático polaco que contribuiría decisivamente al diseño de la bomba de hidrógeno.

Ulam creció en una familia acomodada en la ciudad de Leópolis (actualmente, en Ucrania), donde se integró en una vibrante comunidad matemática. Sin embargo, la oferta de plazas en las universidades polacas era escasa, lo que, unido a su condición de judío, le llevó a emigrar a América en 1935. Cuatro años más tarde, Alemania invadía Polonia. Toda su familia moriría en el Holocausto, salvo su hermano, que le había acompañado a Estados Unidos.

Ulam intentó alistarse en la aviación americana, pero afortunadamente fue rechazado por sus problemas de visión y continuó trabajando en la universidad hasta 1943, cuando recibió la invitación del físico alemán Hans Bethe para ir a Los Álamos a trabajar en el diseño de la bomba atómica.

La energía atómica se puede obtener de dos maneras: con el proceso de fisión, que consiste en dividir átomos grandes, como el uranio o el plutonio, o con el proceso de fusión, es decir, uniendo átomos pequeños, como el hidrógeno. En ambos casos el proceso comienza con un “encendido” que provoca la división (o unión) de unos pocos átomos, seguido de una “reacción en cadena”, en la que el proceso se extiende al resto de los átomos.

El proceso de fusión es más complicado y libera mucha más energía que el de fisión. Pero el encendido del proceso de fisión se puede llevar a cabo con un explosivo tradicional, mientras que el del proceso de fusión requiere una enorme cantidad de energía, que solo se puede conseguir usando una bomba de fisión. Por tanto, para construir una bomba de fusión es necesario haber obtenido antes la bomba de fisión. Cuando estos procesos se llevan a cabo de golpe, se libera una enorme cantidad de energía y se obtiene una bomba. Se suele llamar “bomba de hidrógeno” a la bomba que emplea el proceso de fusión, reservando el término “bomba atómica” para la bomba que utiliza el proceso de fisión.

En Los Álamos, Ulam se integró en el equipo de Edward Teller, que investigaba el diseño de la bomba de hidrógeno. En julio de 1945 el Proyecto Manhattan probó con éxito la primera bomba atómica y en agosto Hiroshima y Nagasaki fueron arrasadas por las primeras armas nucleares de la historia. La guerra había terminado y la mayoría de los científicos de los Álamos volvieron a sus universidades.

Sin embargo, cuatro años después, Rusia obtuvo su primera bomba atómica y el presidente estadounidense Harry Truman dio entonces prioridad a la construcción de la bomba de hidrógeno. Teller volvió a juntar a su equipo y retomó el proyecto, que dirigía de una manera muy personalista. El trato entre Ulam y Teller fue tenso desde el principio, a lo que no ayudó que el polaco, junto con su colaborador Cornelius Everett, dedicara los seis primeros meses de su estancia a realizar unos cálculos pormenorizados sobre la viabilidad del proyecto de Teller.

Casinos y simulaciones
Para ello, usó un método, ideado por él mismo, que denominó como método de Montecarlo en honor a un tío suyo, que frecuentaba el casino. Consiste en resolver un problema a partir de un gran número de simulaciones. Por ejemplo, para hallar el área de una figura geométrica complicada (para la que no podamos aplicar las fórmulas que aprendimos en la escuela) la solución tradicional es aproximar el área con figuras sencillas, más y más grandes, contenidas en la figura geométrica. El método de Montecarlo, por otro lado, propone tomar primero un cuadrado que contenga a la figura y, después, calcular la probabilidad de que un punto aleatorio del cuadrado esté en la figura ejecutando un gran número de simulaciones. Si, por ejemplo, el cuadrado mide seis metros cuadrados y estimamos que el 33% de los puntos del cuadrado están en la figura, entonces podremos deducir que el área de la figura será aproximadamente dos metros cuadrados.

El método de Montecarlo suele ser mucho más rápido resolviendo problemas que el método tradicional. Aunque no fue el primero en concebir ese método —ya se empleó en el experimento de la aguja de Buffon del siglo XVIII— Ulam fue el primero en comprender el enorme potencial que tendría, gracias a los primeros ordenadores que estaba desarrollando su amigo, el matemático húngaro John Von Neumann. Hoy en día el método sigue usándose: es básico en ciencia e ingeniería y se usa en ámbitos tan dispares como la animación 3D o la biología evolutiva.

Estos resultados, junto con otros que obtuvo con el físico italiano Enrico Fermi, fueron fulminantes: el método de Teller no permitía ni que la reacción en cadena comenzara ni que se mantuviera. Poco después, los cálculos serían repetidos y confirmados con el ordenador MANIAC de Von Neumann. No obstante, en 1951 el mismo Ulam descubrió que, si el hidrógeno era comprimido suficientemente utilizando una bomba atómica, entonces la reacción en cadena funcionaría. Tras incorporar este cambio al diseño de Teller, que recibe el nombre de proceso de Teller-Ulam, el proyecto de la bomba de hidrógeno continuó hasta conseguir la primera explosión en el atolón de Enewetak en 1952. La potencia de esta bomba fue 400 veces mayor que las bombas atómicas que cayeron en Japón en 1945. Los rusos no conseguirían la primera explosión funcional de una bomba de hidrógeno hasta 1955, con el diseño de Sakharov.

La vida de Ulam está recogida en la interesante autobiografía Aventuras de un matemático, que fue llevada al cine en 2020. Ahí expuso su posición respecto a la investigación de armas atómicas: “Al contrario que aquellos que se oponían violentamente a la bomba […], yo nunca tuve dudas sobre los trabajos puramente teóricos. No me parecía inmoral intentar calcular los fenómenos físicos […]. Lo que pensaba es que uno no debe empezar proyectos que conduzcan a la catástrofe. Pero una vez que sabemos que tales posibilidades existen, ¿acaso no es mejor examinar si son reales o no? Un engaño aún mayor es creerse que si tú no lo haces, no se podrá hacer […]”.

Federico Cantero Morán es profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro del ICMAT.

https://elpais.com/ciencia/cafe-y-teoremas/2023-04-13/stanislaw-ulam-el-matematico-que-arreglo-la-bomba-h.html

Gramsci predijo este momento de dominación sin hegemonía. Entrevista

Ugo Palheta, sociólogo francés e investigador de la Universidad de Lille, fundador de la revista Contretemps, está especializado en el estudio de la desigualdad y en los últimos años ha trabajado sobre las conexiones entre neofascismo y políticas neoliberales. Le entrevista Filippo Ortona, periodista del diario italiano il manifesto.

En 2018 publicó La possibilité du fascisme: France, la trajectoire du désastre (ed. La Découverte).

Emmanuel Macron está inmerso en una crisis sin precedentes en Francia. Paradójicamente, cuanto más se agrava la crisis, más improbable parece que dé un paso atrás en la reforma de las pensiones. ¿Cómo se explica esta contradicción?

Existe una profunda crisis de legitimidad de las políticas neoliberales, algo que tiene su origen ya hace mucho tiempo, pero que ha alcanzado su punto culminante durante el mandato de Macron. Toda su presidencia se ha visto marcada por movilizaciones muy fuertes: el movimiento contra la Loi Travail de François Hollande (para el que Macron fue ministro de Economía), los “chalecos amarillos” (“gilets jaunes”), las huelgas de 2019 contra el anterior intento de reforma de las pensiones, las refinerías, los hospitales, los movimientos antirracistas y feministas... y, hoy, este movimiento social de amplitud histórica.

El proyecto neoliberal parece haber llegado a ese momento que Gramsci caracterizó como dominación sin hegemonía: ahora se sostiene gracias a la coacción represiva, por un lado, y a la debilidad de la izquierda política y del movimiento social, por otro. Este último es lo suficientemente fuerte como para causar grandes sacudidas a cualquier intento de imponer reformas neoliberales, pero demasiado débil como para lograr su abandono efectivo, por no hablar de la disolución del Parlamento o la dimisión de Macron.

Nos encontramos en un momento intermedio en el que el poder político está debilitado por la oposición social, pero todavía lo suficientemente fuerte como para avanzar. Sin embargo, la cuestión está ahora sobre la mesa, en la agenda del movimiento: la legitimidad de la constitución de la Quinta República, su carácter autoritario y bonapartista.

El carácter autoritario de la Quinta República es uno de los temas centrales que se cuestionan. ¿Por qué Macron ha decidido llevar tan al extremo los mecanismos de la Constitución francesa?

La Constitución de la V República se toma algunas libertades en este sentido con respecto a las normas democráticas, al tratarse de un texto fundamentalmente bonapartista, que otorga un poder desenfrenado al ejecutivo. Desde su entrada en vigor en 1958, Francia no ha sido nunca una democracia liberal normal del tipo al que estamos acostumbrados en Occidente.

El otro aspecto, más general, es el momento que atraviesa el capitalismo: el matrimonio entre democracia y capitalismo era un fenómeno temporal. Este matrimonio se basaba en la unión de las libertades formales y la democracia social, en la limitación (aunque fuera mínima) de la explotación y la garantía de tasas de crecimiento para el capital: la legitimidad del sistema residía en la intersección de estos factores. Ese equilibrio entró en crisis hace décadas, y aún vivimos dentro de esta larga crisis del capitalismo. La imposición de la Constitución Europea en 2005, contra el referéndum en el que los franceses la rechazaron, o el funesto destino reservado a Syriza en 2015, son ejemplos de cómo el capital tiende ahora a emanciparse de la democracia: en primer lugar de la socialdemocracia, pero en este momento también de la democracia política, como estamos viendo en Francia.

La crisis francesa se debe a esta intersección entre la historia institucional del país y la larga crisis del capitalismo, que tiende a emanciparse de los mecanismos democráticos.

En las últimas semanas, una serie de sondeos han mostrado un crecimiento del apoyo a la extrema derecha de Marine Le Pen. ¿Cómo es posible, dada la ausencia total de Rassemblement National (Reagrupamiento Nacional - RN) en el movimiento social?

Una de las razones es que los sondeos se realizan en un momento en el que la mayoría de la gente piensa que este movimiento social tiene pocas posibilidades de ganar la batalla de las pensiones. Para que esta lucha produzca el mayor efecto posible para la izquierda en términos electorales, tendría que desembocar en una victoria. Pero hay otro aspecto: la extrema derecha ofrece hoy una continuidad "razonable" a las políticas neoliberales. En cambio, la izquierda de "ruptura radical" aparece para muchos como algo arriesgado. Una política de ruptura con el neoliberalismo en Francia podría desencadenar una contraofensiva del capital, como ocurrió en Grecia o Sudamérica, y la gente lo tiene en cuenta.

En cambio, la extrema derecha ofrece una forma de continuidad: lo que propone Le Pen no es una ruptura con el neoliberalismo, sino una versión de éste presentada como más razonable, que continuaría algunas políticas intensificando otras. Esto es cierto en materia de seguridad, donde el programa de la RN es totalmente compatible con la evolución racista de la política francesa en las últimas décadas, pero lo es especialmente en política económica. Por ejemplo, en materia de pensiones, Marine Le Pen propone hasta 43 años de cotización y la jubilación a los 60 años sólo para quienes empezaron a trabajar antes de los 20 años: básicamente, una versión algo más moderada de la reforma de Macron.

¿Qué diferencia a Macron de la extrema derecha, ya que, según usted, esta última mantiene una continuidad con el Gobierno actual?

El ámbito político del discurso de la extrema derecha francesa es el de la Nación Amenazada por los Enemigos, internos y externos. Sobre esto construye su discurso, su intento de hegemonía. Si llega al poder, continuará con las reformas neoliberales, añadiendo además una política de represión contra los movimientos sociales y los sindicatos, un modelo similar al puesto en práctica por Orbán en Hungría, una especie de ordonacionalismo. Al hacerlo, podría restaurar la legitimidad del proyecto neoliberal, bajo los auspicios de políticas cada vez más xenófobas y mediante la construcción sistemática de la figura del Enemigo Interior: ya sean los sindicatos, los movimientos sociales, los ecologistas, los inmigrantes, etc. A diferencia de Macron, la base electoral de Le Pen no la limita a ella en absoluto en este sentido: podrá llegar hasta el final en este proceso, construido sobre una mezcla de nacionalismo reaccionario y políticas neoliberales violentas, tanto en el fondo como en la forma.

Ugo Palheta profesor asociado de la Universidad de Lille y codirector de la revista “Contretemps”. 

Fuente: il manifesto global, 3 de mayo de 2023 
Traducción: Lucas Antón.

miércoles, 24 de mayo de 2023

_- Una canallada anticonstitucional

_- Desde la entrada en vigor de la Constitución no ha habido un solo caso comparable de aplicación de política penal de “reeducación y reinserción” como el protagonizado por los exmilitantes de ETA que fueron condenados en su día. La reacción del PP y Vox pone al descubierto la hipocresía de sus dirigentes.

Quiero dedicar este artículo a Luis R. Aizpeolea, Àngels Barceló, Xavier Vidal Folch y Aimar Bretos, a los que sigo desde siempre, es decir, a unos desde hace muchos años y a otros desde menos porque cada uno de ellos tiene la edad que tiene. Yo soy mayor que todos ellos.

He oído o leído los comentarios que han hecho en la Cadena Ser o en El País a propósito de la reacción producida por la inclusión en las listas electorales de Bildu de 44 candidatos condenados, siete de los cuales lo fueron por delitos con derramamiento de sangre.

Estoy de acuerdo con lo que han dicho o escrito, aunque he echado a faltar un punto que es el que quiero exponer en este artículo.

El artículo 25 de la Constitución reconoce el principio de legalidad penal en unos términos que, visto lo ocurrido, resulta imprescindible reiterar de manera expresa. Tras reconocer el principio en el 25.1, la Constitución añade en el 25.2 lo siguiente: “Las penas privativas de libertad (…) estarán orientadas hacia la reeducación y la reinserción social”.

El constituyente de 1978 rechazó de manera rotunda, haciendo uso del imperativo “estarán orientadas”, que la condena por un acto constitutivo de delito que pueda conllevar la privación de libertad pueda convertirse en “la muerte civil” de la persona condenada. El principio de legalidad penal constitucionalmente reconocido está dirigido a lo contrario: a que la persona condenada pueda ser reeducada y se pueda reinsertar en la sociedad.

Desde la entrada en vigor de la Constitución no ha habido un solo caso comparable de aplicación de política penal orientada a la “reeducación y reinserción” como el protagonizado por los nacionalistas aberzales que militaron en ETA y que fueron condenados en su día a penas privativas de libertad. El éxito de la Constitución ha sido extraordinario. Cuantitativa y cualitativamente.

La renuncia a la lucha armada y a la práctica del terrorismo; la constitución de un partido político, Bildu, cuyos Estatutos pasaron el control del Registro de Partidos del Ministerio de Interior; la disolución de ETA, y una ejecutoria ininterrumpida de participación en el sistema político de manera inequívocamente democrática han sido el mayor homenaje que se le ha hecho a la Constitución desde su entrada en vigor.

Que personas que han luchado contra la democracia española de la forma en que ellos lo han hecho hayan reconocido expresamente que lo que hicieron fue un error, hayan pedido perdón a las víctimas por el daño causado y el dolor infligido y hayan manifestado su voluntad de actuar dentro de la Constitución de la que abominaban, que es lo que la democracia española les ha venido exigiendo desde los años ochenta del siglo pasado, es un éxito gigantesco. Desde hace doce años esa exigencia ha sido aceptada por el nacionalismo aberzale. Es la mejor prueba del éxito del imperativo de la “reeducación y reinserción” querida por el constituyente.

La inclusión de los 44 candidatos condenados por sus conductas como miembros de ETA, tras haber cumplido íntegramente las penas que les fueron impuestas y tras haber transcurrido el tiempo de inhabilitación que conllevaban, es un paso más en la aceptación de la Constitución. No es una falta de respeto a las víctimas, sino todo lo contrario.

La reacción que se ha producido por parte del PP y Vox ha sido una canallada anticonstitucional, que pone al descubierto la hipocresía de sus dirigentes, que no dejan de autocalificarse de constitucionalistas mientras incumplen de manera manifiesta la Constitución. En la renovación del Consejo General del Poder Judicial y en lo que sea.

Es posible, mejor dicho, es seguro que Bildu ha pecado de ingenuidad y no ha explicado a la opinión pública el sentido que tenía la presentación de esas candidaturas antes de formalizarlas. Pero hay que ser muy canalla para reaccionar de la forma en que lo han hecho Alberto Núñez Feijóo, Isabel Díaz Ayuso, Santiago Abascal…

El nacionalismo vasco y catalán forman parte de la Constitución material de España, que no podrá ser gobernada democráticamente sin su concurso. Cuanto más tiempo tarden en reconocerlo las derechas españolas tanto peor nos irá a todos. Pero está claro que, dada la reacción producida en estos días, queda mucho camino por recorrer.

Los nazis de la OTAN

En mayo de 1945, el Institut français d’opinion publique reveló que el 57 por ciento de los franceses entendían que la Unión Soviética había sido la potencia que había derrotado a la Alemania de Hitler. Sólo el 20 por ciento consideraba que se debía a la intervención de Estados Unidos. Para 2004, los franceses pensaban exactamente lo contrario: sólo el 20 por ciento atribuían un rol relevante a los soviéticos y sus 27 millones de muertos.

El caso de los alemanes no es muy distinto. Aunque Alemania enfrentó la historia del nazismo con más coraje y más éxito que lo hicieron los estadounidenses con la esclavitud, la Confederación y la Guerra Civil, también pecó de amnesia programada con respecto al rol jugado por la Unión Soviética en su liberación.

En marzo de 1952, el malo y exaliado de Gran Bretaña y Estados Unidos, Joseph Stalin, le envió a Washington, Paris y Londres una propuesta para resolver la nueva escalada militarista. La propuesta consistía en unificar Alemania, no obligando que la parte occidental se convirtiese al comunismo sino que la Alemania comunista adoptase el sistema de democracia liberal de la Alemania capitalista. A cambio, Stalin proponía el retiro inmediato de todas las fuerzas de ocupación de la nueva Alemania unificada, el establecimiento de un ejército propio, independiente, pero neutral y libre de alianzas. El acuerdo de paz también aliviaría a una Unión Soviética degastada por la guerra y con desventaja militar.

La propuesta fracasó cuando Bonn y Washington aceptaron el regalo de la Alemania comunista pero no lo que demandaba Moscú a cambio, es decir, la neutralidad de la Alemania unificada y el enfriamiento de la escalada armamentista. El Plan A de Occidente era integrar a la Alemania occidental al sistema militar del bloque capitalista antes de cualquier otra negociación. A lo largo de ese año, Stalin envió tres propuestas más, con el mismo resultado.

En los años 80s, los archivos desclasificados mostraron que las propuestas de Stalin iban en serio, pero en 1952 se acusó a Moscú de proponer un imposible con fines propagandísticos. El más que razonable plan de paz del mayor aliado de Occidente contra los nazis pocos años antes, fracasó. El objetivo de Washington, Bonn y Londres era continuar expandiendo su maquinaria militar a cualquier precio. Todo en nombre de la democracia y la libertad.

En 1961, la OTAN nombró al general Adolf Bruno Heusinger como jefe de su poderoso Comité Militar en Washington. Heusinger había sido uno de los más cercanos oficiales de Hitler (el tercero en la línea de mando) que nunca fueron condenados por las potencias vencedoras de Occidente, sino todo lo contrario: como fue el caso de otros miles de nazis menos conocidos, fueron premiados a cambio de su pasión y conocimiento en “la lucha contra el comunismo”. El nombramiento de Heusinger se produjo cuando la Unión Soviética lo reclamó para ser juzgado por sus crímenes de guerra, sobre todo durante la invasión nazi a los países de la Europa del Este y de la misma Rusia a comienzos de la Segunda Guerra Mundial.

Aparte de su nombramiento como jefe militar de la OTAN, Heusinger fue condecorado por Estados Unidos con la medalla Legion of Merit, creada por Franklin D. Roosevelt. Heusinger la colgó junto con la Cruz de Hierro y la Cruz Nazi al Mérito de Guerra, otorgadas por Hitler, entre otros ornamentos que los militares importantes se cuelgan en las fiestas de sociedad. En 1971, Johannes Steinhoff, también honrado con una Cruz de Hierro nazi, fue nombrado jefe militar de la OTAN. Ernst Ferber, condecorado con la Cruz de Hierro fue nombrado jefe de las Fuerzas Aliadas de Europa Central de la OTAN en 1973. Karl Schnell también recibió la Cruz de Hierro nazi y también sucedió al General Ferber como como jefe de las Fuerzas Aliadas de la OTAN en Europa Central en 1975. Franz Joseph Schulze también recibió una Cruz de Hierro nazi y fue nombrado jefe de las Fuerzas Aliadas de Europa Central de la OTAN en 1977. Entre otros…

Nada de esto debe sorprender si consideramos que la misma idea de una OTAN había surgido en la Alemania nazi como una forma de alianza con el bloque capitalista contra los soviéticos. Alianza que, a nivel empresarial, político y económico, ya existía mucho antes de que estallara la guerra. Heinrich Himmler, uno de los principales organizadores del ahora llamado Holocausto judío, fue uno de los primeros en proponer esta idea. Reinhard Gehlen, Hans Speidel, Albert Schnez y Johannes Steinhoff, otros de los militares nazis más poderosos, protegidos y premiados por Occidente, tuvieron más suerte y fueron empleados por Washington y la CIA, todos unidos por un nuevo enemigo común (el exaliado en tiempos de guerra) y con un plan claro de alianza militar que se llamó OTAN.

Existían dos razones a la luz del día para la negativa de las potencias occidentales a la propuesta de Stalin de 1952. Como desarrollamos en otros libros, las palabras crean la realidad que creemos es independiente de las palabras. La primara razón era puramente militarista, resumida en lo que el presidente Eisenhower consideró uno de los mayores peligros para la democracia y, en 1961, llamó el “complejo industrial militar”. La segunda razón también procede de las profundidades de la historia: en solo treinta años, la Unión Soviética había realizado una de las proezas económicas y sociales más impresionantes de la historia moderna, todo a pesar de haber sido el país que más sufrió, social y económicamente, en su lucha contra el nazismo.

El objetivo era, a cualquier precio, evitar el mal ejemplo del éxito ajeno. Aunque la propaganda de “los medios libres” insistieran en lo contrario, la inteligencia de los países occidentales no veían ninguna posibilidad de alguna invasión militar soviética. Que Stalin confirmase dichos informes con una propuesta que apuntaba a reducir la tensión belicista del mundo capitalista era inaceptable.

Cuando la Unión Soviética cometió suicidio en 1991 (en condiciones mucho peores, Cuba mantuvo su sistema comunista), Rusia cayó en una crisis económica y social al mejor estilo capitalista, empeorando casi todos los indicadores sociales; una especie de regreso a la Rusia zarista, pero los poderosos medios lo vendieron como una “salida de la crisis” festejando la apertura de un gigante McDonald’s en Moscú como símbolo de libertad y de alimentación democrática.

Toda esta historia, como otros casos, fue olvidada. Según Stephane Grimaldi, director del Museo Caen Memorial: “En 1945, el gran aliado era Stalin y la Unión Soviética; su papel estaba absolutamente claro para los franceses”. Pero el efecto Guerra Fría y la masiva propaganda cultural de Hollywood, el mayor creador de mitos modernos del siglo XX, dio vuelta el juicio sobre un hecho relevante del pasado. Lo mismo hizo Hollywood con la mitificación de la guerra contra México en 1845 con películas como The Alamo. Lo mismo con el lavado moral del rol de la Confederación en la Guerra Civil. Más recientemente, lo mismo hizo con la invención de un triunfo moral (similar al del Sur durante la “reconstrucción”) en la Guerra de Vietnam con innumerables películas, aparte de libros, del apoyo de una prensa funcional y un periodismo mayoritariamente obediente.

Ahora que Rusia no es más comunista, queda clara la paranoia calvinista por mantener al resto de la humanidad bajo control moral y productivo, a cualquier precio y en nombre de la libertad y la democracia.