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miércoles, 31 de mayo de 2023

Como un dardo.

El escritor puede disparar contra la ignominia que le rodea o apuntar alto para que alcance solo cierto grado de belleza cruzando el espacio incontaminado.

Son aproximadamente 325 palabras, que equivalen a unos 1.880 caracteres con espacios. El escritor elabora con ellas un artículo como el herrero templa un dardo en el yunque después de calentar el hierro en la fragua. Cada dedo es un pequeño martillo sobre el yunque del teclado. Mientras golpea el hierro incandescente para darle una forma muy aguda, el escritor piensa que ese dardo hecho solo de palabras puede salir del arco disparado en varias direcciones. El escritor puede mandarlo hacia los dulces valles de la infancia donde permanecen todavía intactos los nidos de pájaros, los tebeos amarillos en un armario, la caja de los gusanos de seda en el desván, los aromas de la despensa y las primeras lágrimas. El artículo envuelto en una nostalgia lírica se perderá en la nada. El escritor martillea con los dedos otras palabras. En el yunque del teclado brotan ahora los nombres de Botticelli y Simonetta Vespucci, de Antonello de Mesina que pintó a una Virgen que se parecía a Pier Angeli o tal vez de Dante y Beatriz ya viejos paseando por la orilla del Arno. El escritor los lleva en su memoria desde aquella primavera cuando fue por primera vez a Florencia.

Ahora trata de cargar el dardo con historias de navegaciones, de ciudades lejanas, de amores perdidos, de tantos libros leídos, de tantos viajes y regresos, de éxitos y fracasos. Mientras el escritor golpea las palabras sobre el yunque no olvida toda la basura política y moral que existe a su alrededor y por un momento se propone usar ese dardo como un arma ofensiva solo para salvarse. El trabajo ha terminado. El dardo está ya tenso en el arco. Esta vez son exactamente 324 palabras que, como siempre, sirven para luchar o soñar, la eterna cuestión. El escritor puede disparar el dardo contra la ignominia que le rodea o apuntar alto para que alcance solo cierto grado de belleza cruzando el espacio incontaminado.

https://elpais.com/opinion/2023-04-30/como-un-dardo.html. Manuel Vicent

sábado, 1 de junio de 2013

Dios y Beatriz. El caso de Beatriz en El Salvador demuestra hasta dónde llega la obsesión y el cinismo de los fanáticos

Amanecemos casi cada día con la noticia de otra mujer asesinada a manos de un macho que la consideraba una posesión doméstica. Una mezcla de animal de compañía, criada y esclava sexual. Para los que de verdad defienden la vida, creyentes o no, esta modalidad de terror debería ser el primer problema de España. Pero, ¿qué tenemos? Declaraciones breves, balbucientes, con el rostro compungido de quien parece tratar con un enemigo imposible o una fatalidad ancestral. Unas medidas tibias, de quita y pon. Porque al mismo tiempo que la actualidad vomita otro crimen, una comandancia combinada de políticos y jefes religiosos opera con las leyes a la manera del posadero Procusto con los huéspedes en la cama de hierro: les serraba los pies para ajustarlos a las medidas del lecho. Renunciar a dominar, esa es la prueba de la propia libertad. Pero del integrismo prehistórico hemos pasado al poshistórico y la mujer sigue siendo la principal víctima. Y las adolescentes. Y las niñas. Resolvamos de una vez el dilema de la educación ética en España. En vez de Religión o Valores Cívicos deberían enseñarles Artes Marciales. Por cierto, la activista tunecina Amina Tyler está procesada por “profanación” (¡enseñar los pechos!) y portar un “arma inflamable”: un aerosol defensivo. En nombre de Dios, la cuestión es dominar. Serrar los pies a las mujeres. Una identidad delictiva muy internacional. Fe o ideología que ocultan un interés: aprovecharse de ellas. Explotarlas. En casa, en la fábrica, en un prostíbulo. Y para eso hay que anular su voluntad: culpabilizarlas, humillarlas. El caso de Beatriz en El Salvador demuestra hasta dónde llega la obsesión y el cinismo de los fanáticos. Quienes martirizan a esta muchacha son de la casta de los poderosos machos que en Guatemala anularon la condena al genocida Ríos Montt. Si hay un Dios, será también diosa y hembra. Debe estar aterrorizado con esta tropa que lo invoca. Fuente: Manuel Rivas, El Pais.