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domingo, 7 de enero de 2024

Recomiendo: 4 «Germinal», enseñanzas para la clase obrera actual

 

Fuentes: Rebelión

Germinal, a decir de muchos literatos, es un verdadero poema épico del proletariado y una admirable epopeya del sufrimiento humano; agregaría también que su lectura es una sacudida violenta y una ferviente llamada a la acción. Es una obra que, a mi juicio, todo revolucionario debería conocer. Se trata de una campanada de alerta a las innumerables generaciones que esperan justicia, el árbol genealógico de los Rougon Macquart llega hasta nuestros días. De ahí la intención de recomendar Germinal.

El autor de tan magna obra es Emile Zola, padre del naturalismo, que en un primer momento se llamó novela experimental. Se inscribe en el proyecto de Les Rougnon Macquart, subtitulado “Una historia natural y social de una familia bajo el segundo imperio”, una colección de obras que Zola concibió en 1871 y que concluyó en 1893. Emilia Pardo Bazán señaló: “Adviértase que la idea fundamental de los Rougnon Macquart no es artística sino científica, y que los antecedentes del famoso ciclo, si bien lo miramos, se encuentran en Darwin y Haeckel mejor que en Stendhal, Flaubert o Balzac”. Lo concebido por Bazán se palpita en toda la obra de Germinal: vemos que los personajes están completamente atados a las condiciones sociales que los rodean y su voluntad no está determinada por la ideología que llegan a abrazar, sino por sus condiciones materiales de existencia, por el hambre y la miseria.

Otro elemento significativo que he de mencionar antes de entrar al contenido del libro es el contexto histórico en el que se inscribe. Si bien fue escrita en 1885, aborda la vida de los mineros en 1860; hasta ese año se puede decir que se consolida la revolución industrial y desde entonces hasta 1880 hubo una desaceleración de la expansión económica producto de la crisis provocada por la modernización de la industria. La respuesta a la crisis en varios puntos del mapa europeo fue la protesta. Principalmente en Francia la naciente clase obrera había iniciado el largo camino de la lucha y las lecciones que inevitablemente se arraigan en los pueblos. En 1848 fuimos testigos del importante papel que empezó a jugar esta clase social en toda Europa hasta llegar a ocupar la dirección del movimiento con la Comuna de París en 1871, (año en que Zola concibe la idea de los Rognon Macquart). A pesar de que los movimientos concluyen en derrota, no por ello desaparece la esperanza y la seguridad de que la clase proletaria va a llegar a triunfar. Todo este contexto, sintetizado, influye de manera casi determinante en la obra de Zola.

A continuación, me permito abordar tres aspectos de Germinal: 1) La evolución de las ideas, 2) El aprendizaje a partir de la experiencia y 3) La necesidad de la fraternidad obrera internacional.
La evolución de las ideas

Germinal comienza con la llegada de Esteban Lantier a Montsou, joven obrero de 21 años que ha sido despedido de su trabajo como maquinista por haber abofeteado a su jefe, anda caminando en busca de un trabajo mientras lo acosa el hambre, entonces “una sola idea bullía en su cerebro vacío, de obrero sin trabajo y sin albergue; una sola: la esperanza de que haría menos frío cuando amaneciese”. Por casualidad será contratado en la mina la Voreux, tendrá un salario, aunque miserable y un techo, entonces ya no solo pensará en el hambre y el frío como un tormento, sino en las condiciones inhumanas en que dejan su vida él y todos los mineros bajo tierra, enriqueciendo a otros mientras ellos cada día son más miserables. Observamos en Esteban Lantier la evolución de sus pensamientos, más adelante lo escuchamos decir: “Mira, yo, por la justicia, lo sacrificaría todo: la bebida y las mujeres. ¡No hay más que una cosa que me entusiasme: la idea de que vamos a acabar con todos los burgueses!” Muy rápido se consolida como un líder entre los obreros de Montsou y despierta en ellos el sueño de una vida donde serán los amos, donde ya no padecerán hambre y miseria; no obstante, no tenía una teoría lo suficientemente consolidada para llevar a la práctica y la falta de método minaba el éxito de su lucha. Por último, y después de la derrota, coincidía con la Maheu en que era necesario antes de lanzarse a un movimiento espontáneo, organizarse tranquilamente, conocerse y reunirse en sindicatos, al amparo de las leyes.

Esta evolución de las ideas no solo la vemos en Esteban Lantier como el líder, sino también en todos los obreros de la mina, quienes en un principio lo escuchan con apatía, pero terminan convenciéndose de que un cambio para bien es posible y no solo eso, sino que hay que actuar para que así sea. Esto lo apreciamos con mayor fuerza en la Maheu, una mujer que se resiste incluso a que su esposo participe en la huelga, pero cuando se decide a entrar a la lucha la escuchamos decir: “¡Antes morir, que hacer como si no se tuviera razón, teniéndola! Pero al final de la novela cede ante los acontecimientos y ella misma se va a trabajar, pero ya con otra conciencia […] Estaba segura de que los burgueses pagarían alguna vez aquellas matanzas de infelices, sin necesidad de que nadie se metiese a precipitar los acontecimientos, que llegarían por sus pasos contados; entonces, tal vez los soldados hicieran fuego contra los señores, como lo habían hecho antes contra el pueblo”. Vemos pues, como la clase proletaria va cambiando de parecer, va desarrollando sus ideas hasta alcanzar la madurez y con ello adquiere conciencia de clase.

La dialéctica materialista nos enseña que todo cambia, todo está en constante movimiento y esto aplica también para nuestras ideas, cambian a la par que cambian las condiciones sociales en que nos desenvolvemos, esa es también una enseñanza de Germinal.

El aprendizaje a partir de la experiencia

El movimiento huelguístico fracasó, los trabajadores regresaron a la mina, pero cabe destacar que su fracaso se debe a que en ese momento no estaban en condiciones de triunfar debido a la falta de experiencia revolucionaria y debido a la falta de teoría, no podía ser de otra forma. Pero eso no quiere decir en ningún momento que el movimiento no haya tenido que llevarse a cabo, al contrario, debió de llevarse a cabo porque dejó un aprendizaje que no pudieron haber adquirido de otra manera. Al final de la novela queda expresado cuando Esteban Lantier se despide de los mineros: “Hubo un momento de silencio, y cuando su antiguo jefe les dio la mano en son de despedida, todos se la estrecharon con efusión, todos pusieron en aquel apretón de manos la rabia silenciosa de haber cedido, y la febril esperanza de un desquite”. “Así es que su derrota no satisfacía a nadie; la clase media de Montsou, poco gozosa de su victoria, no se atrevía a darse la enhorabuena, temiendo que el día menos pensado se reproducirían las escenas terribles de la huelga, comprendiendo que la revolución no agachaba la cabeza y que los obreros simulaban paciencia y resignación sólo por tomarse el tiempo de organizarse convenientemente”. Y finalmente “Esteban expuso a sus compañeros con febril entusiasmo: un hombre solo puede ser valiente, pero una muchedumbre muerta de hambre carece de fuerza siempre”. Los obreros de Montsou sabían por qué razón habían sido derrotados y ahora solo pensaban en acumular fuerzas para llegado el momento embestir a la bestia del capital.

La necesidad de la fraternidad obrera internacional

La Compañía Minera de Montsou ha bajado los salarios, ha puesto mayores multas a los obreros argumentando que no hacen bien su trabajo porque son flojos y estos acontecimientos sumados a toda la miseria que han estado padeciendo los obliga a decidir ir a la huelga. Meses han pasado y los burgueses han resistido, finalmente ellos tienen dinero y aunque los mineros tenían una caja de resistencia ya no les queda nada, el hambre los hostiga, pero la decisión está tomada, llegarán hasta las últimas consecuencias, la Compañía tendrá que ceder. Al menos ese era el sueño. Finalmente, los burgueses traen trabajadores belgas a continuar los trabajos de la mina y entonces el movimiento de lucha se ve frustrado. La lección es clara, los capitalistas siempre intentarán echar abajo las luchas de la clase trabajadora y para que estas triunfen no solo es necesaria la valentía y la conciencia de un solo grupo de obreros, sino que es necesaria la fraternidad internacional.

Reflexiones finales

Decía al inicio del texto que creo que todo revolucionario debe leer Germinal y lo reitero nuevamente; al terminar la última página de la novela podemos darnos cuenta de que la historia que narra es una historia aún no concluida. Es la historia de la lucha de clases que aún hoy día sigue en pugna esperando sea resuelta su contradicción. Aquella lucha revolucionaria fracasó, como han fracasado muchas otras, pero estaban atadas a condiciones sociales y naturales específicas, hoy el movimiento revolucionario mundial ha madurado, es riquísimo en experiencias revolucionarias y se puede decir que incluso hay un escenario favorable para que la clase obrera se enseñoree y triunfe sobre el capital. Estados Unidos es el país capitalista por antonomasia y estamos viendo cómo pierde poder a nivel internacional. Los países capitalistas de Europa viven crisis económicas bastante fuertes, las huelgas vuelven a resonar y, por otro lado, China se erige como potencia mundial y abiertamente acepta ser un país socialista. El sistema capitalista se ha vuelto insostenible y observamos como alienta el genocidio en Gaza y la guerra en Ucrania. La necesidad de un cambio hacia un sistema socialista es evidente y por ende sucederá, contribuyamos a ello.

https://elinformadorobreromx.blogspot.com/2023/11/germinal-ensenanzas-para-la-clase.html 

 Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

jueves, 29 de junio de 2023

EDUCACIÓN. La ola reaccionaria en la escuela. Los discursos que sostienen que todo va a peor están calando entre un profesorado exhausto por la falta de recursos, el trabajo en pandemia y la adaptación a los vaivenes normativos

Los discursos que sostienen que todo va a peor están calando entre un profesorado exhausto por la falta de recursos, el trabajo en pandemia y la adaptación a los vaivenes normativos.

Que vivimos en una sociedad polarizada es real. Solo hace falta echar un vistazo al discurso político para comprobar cómo aumentan las proclamas populistas hasta convertirse en una “ola reaccionaria” que no cesa. Quizás no resulte tan evidente, sin embargo, que esta polarización se extiende a otros contextos de una batalla cultural más amplia.

La estrategia trumpista invade también redes sociales, charlas cotidianas y debates educativos. Pero, al igual que el cambio climático no se combate con maceteros en los balcones, el alumnado tampoco aprende más por repetir curso. Es un hecho demostrado por la investigación, pero no importa: como en política, lo que importa no es el dato, sino el relato.

Educar en valores, en la construcción de una ciudadanía activa, competente y crítica, en la igualdad y hasta la accesibilidad para el alumnado con discapacidad se pone en entredicho a golpe discusión de barra de bar. Se asegura, así, que se baja el nivel, que ya no se exige, que se extinguen las especialidades o que la pedagogía es contraria a la calidad educativa. Más grave aún es que, igual que en política, estos eslóganes tienen espacios mediáticos para abrir la puerta a que se extiendan entre la sociedad y quién sabe si, en un futuro cercano, en políticas educativas: la idea es avanzar conceptos en el imaginario social para que luego no suenen graves al legislar.

La educación es, como decía Freire, un acto político: si la política tiene que ver con la construcción de un ideal de sociedad, la educación no es otra cosa que cómo construirla. De ahí que la posición sobre la ausencia de ideología en la educación y la “objetividad” de esta sea parte de una conversación falaz en la que, lejos de no haber ideología, esta no se explicita. Cualquier coloquio sobre la educación que queremos pasa por dialogar sobre ideas de sociedad y escuela, y esto tiene que ver con tener un posicionamiento ideológico.

Y, aquí, la clave: cuando nos llegue un mensaje sobre educación, debemos preguntarnos: ¿a qué perspectiva política corresponde? ¿Qué idea de escuela o de sociedad ofrece? Muchas veces, bajo esa asepsia ideológica, de aparente objetividad para no explicitar la visión desde la que se habla, campan a sus anchas nuevas versiones del neoconservadurismo que no nos dejan ver que hay “un elefante en la habitación”: una ideología concreta que nos pasará inadvertida si no leemos los discursos educativos también en clave política.

Este es el caso de un artículo publicado en este medio, titulado El derecho a soñar (estudiando), tildado por algunos como repleto de verdades incómodas. En él, no se explicita que la idea de educación desde quien escribe tiene que ver con ese ideal conservador o negacionista de los conocimientos y los datos educativos acumulados por la ciencia. Sin embargo, la tesis se centra en cuestiones de sobra desmontadas: cualquier tiempo pasado fue mejor, la dichosa cultura del esfuerzo, lo malvado de la tecnología; un permanente estado de alarma donde se mueve también una parte del profesorado: todo va mal; todo va a peor. Igual que ocurre con los partidos de ultraderecha que, capitalizando el desencanto, consiguen votos en barrios populares, estos discursos reaccionarios están calando entre un profesorado exhausto ante la falta de recursos, el trabajo intenso en pandemia y la compleja adaptación ante los vaivenes normativos.

Como en todos los discursos populistas, plantean ideas simples, apelan a lo conocido, a lo emocional y a la experiencia para ofrecer seguridad, de forma que sus ideas se puedan asimilar fácilmente en el imaginario social, aunque se limiten a ofrecer culpables o echar balones fuera. Ante problemas complejos, más autoridad, más repetición, más deberes y más meritocracia sin tener en cuenta posiciones marginales de partida: son algunas de sus reclamaciones permanentes, ignorando las conclusiones de las investigaciones y como si esas recetas no se hubieran probado ya.

Todo el mundo opina sobre educación desde su sesgo del superviviente (“pienso así porque, a mí, así me fue bien”), con lo que se invisibiliza a todos esos compañeros que abandonaron en el sistema educativo de entonces. En ese territorio, los estragos de los mensajes alarmistas de tono conservador dañan el pilar de la escuela pública como palanca de progreso y baluarte de la diversidad. Así se ha defendido en multitud de ocasiones desde estudios e investigaciones que, además, ponen de relieve la capacidad de supervivencia de esta ola, en la resistencia ante cualquier dato que se presente.

La mejora de la escuela pública, como pilar esencial del estado del bienestar, merece ser construida desde la disonancia crítica hacia las exigencias de la sociedad neoliberal y capitalista que nos eclipsa. Pero esta mejora tiene que trascender el marco de falacias dicotómicas que ofrecen disyuntivas disparatadas: conocimiento o pedagogía, digitalización o culturización, emoción o racionalidad. ¿Es necesario elegir entre ordenador o libro de texto? ¿La relevancia de la educación emocional excluye el rigor académico en las aulas? ¿Que se haya demostrado que la repetición perjudica a los más vulnerables conduce a una bajada de nivel? En definitiva, ¿en qué datos se apoyan estos mensajes alarmistas?

Las oleadas reaccionarias parecen llevarnos a elegir entre dos modelos educativos presuntamente antagónicos: una nueva y una vieja escuela, en un dualismo absurdo que allana el camino a la alianza neocon, aumentando el negacionismo contra los avances científicos. Aquí es donde ganan, al plantear una estrategia que construye una frontera política que divide y confronta a la sociedad, como cuenta Steven Watson en su artículo New Right 2.0: Teacher populism on social media in England (2020).

El cataclismo en las aulas es una invención para dinamitar la versión más progresista de la educación pública, como trampantojo del opinador de sofá. Los centros actuales son diversos, pero el barco fantasma de docentes disfrazados, purpurina y kahoots no es la nota dominante, sino un espejismo puntual en comunidades que sobreviven aún —como cualquier lector o lectora con adolescentes en casa podrá comprobar— a golpe del canon de la escuela clásica, pese a que algunos viven de defender que la escuela se ha convertido en un parque de atracciones.

Los colegios e institutos, en su autonomía, avanzan a ralentí, marcados por los efectos de la segregación y de una libertad educativa orquestada para que solo elijan las élites. Mientras, los vencidos del pasado siguen condenados al ostracismo, como demuestra nuestra todavía elevada tasa de repetición (un 25 % de estudiantes llegan al final de la ESO con algún curso perdido, según estadísticas del Ministerio).

Pero la oleada del populismo pedagógico prosigue, espoleada por vítores que sortean la inequidad, para defender que cada vez se aprende menos. En cambio, todos los datos indican que el saber nunca llegó a tantos como lo hace ahora, en la escuela más universalista de nuestra democracia. Pero, al igual que con los indicadores económicos, en campaña electoral seguiremos escuchando el “todo mal” y veremos otra vez augurar el apocalipsis escolar. Ya se sabe que las profecías no hace falta demostrarlas y, ante su falta de realización, siempre puede retrasarse su fecha de cumplimiento. Y, mientras esperamos, la ola reaccionaria prospera como una corriente que arrastra logros educativos que ha costado décadas conseguir.

miércoles, 22 de marzo de 2023

Así es como Finlandia enseña a los chicos a detectar la desinformación.

La alfabetización mediática es parte del plan de estudios nacional desde preescolar. Los estudiantes del país nórdico son de los más resilientes contra la desinformación en Europa.

Una lección habitual que Saara Martikka, una maestra en Hämeenlinna, Finlandia, enseña a sus alumnos consiste en lo siguiente: muestra artículos noticiosos a los estudiantes de octavo grado y juntos, discuten: ¿Cuál es el propósito del artículo? ¿Cómo y cuándo se escribió? ¿Cuáles son las afirmaciones centrales del autor?

“Solo porque es algo bueno o algo agradable no significa que sea verdad o sea válido”, dijo Martikk. En una clase el mes pasado, les mostró a los estudiantes tres vídeos de TikTok y debatieron las motivaciones de los creadores y el efecto que los vídeos tuvieron en ellos.

Su meta, como la de otros docentes en Finlandia, es ayudar a los estudiantes a aprender a identificar la información falsa.

Finlandia se ubicó en el primer lugar de entre 41 países europeos en resiliencia contra la desinformación por quinta vez consecutiva en una encuesta publicada en octubre por el Open Society Institute en Sofía, Bulgaria. Las autoridades afirman que el éxito de Finlandia no es solo el resultado de su sistema educativo sólido, que es uno de los mejores en el mundo, sino que también se debe a un esfuerzo concertado para enseñar a estudiantes sobre noticias falsas. La alfabetización de medios es parte del plan de estudios nacional que comienza desde preescolar.

“Sin importar lo que el maestro esté enseñando, ya sea educación física, matemáticas o lengua, tienes que pensar: ‘Bueno, ¿cómo incorporo estos elementos en mi trabajo con niños y personas jóvenes?’”, dijo Leo Pekkala, director del Instituto Nacional Audiovisual de Finlandia, que supervisa la educación en medios.

Después de Finlandia, los países europeos que obtuvieron las mayores puntuaciones en resiliencia a la desinformación en la encuesta de Open Society Institute fueron Noruega, Dinamarca, Estonia, Irlanda y Suecia. Los países más vulnerables a la desinformación fueron Georgia, Macedonia del Norte, Kosovo, Bosnia y Herzegovina, así como Albania. Los resultados de la encuesta se calcularon con base en calificaciones por libertad de prensa, nivel de confianza en la sociedad y notas en lectura, ciencia y matemáticas.

Estados Unidos no fue incluido en la encuesta, pero otros sondeos muestran que la información engañosa y la desinformación se han vuelto más frecuentes desde 2016 y que la confianza de los estadounidenses en los medios de comunicación está cerca de su punto más bajo. Una encuesta de Gallup, publicada en octubre, descubrió que solo el 34 por ciento de los estadounidenses confiaban en que los medios masivos reportan las noticias completas, de manera precisa y justa, un porcentaje un poco más alto que la cifra más baja registrada por la organización, en 2016. En Finlandia, el 76 por ciento de los habitantes consideran a los periódicos impresos y digitales como confiables, según una encuesta de agosto realizada por IRO Research, una compañía de investigación de mercado, y encargada por un grupo comercial que representa a periódicos finlandeses.

Finlandia tiene ventajas para contrarrestar la desinformación. Su sistema de escuelas públicas se encuentra entre los mejores del mundo. La educación universitaria es gratuita. Hay una gran confianza en el gobierno y Finlandia fue uno de los países europeos menos afectados por la pandemia. Los maestros son figuras muy respetadas.

Los estudiantes vieron vídeos de TikTok como parte de un ejercicio sobre noticias falsas. Credit... Vesa Laitinen para The New York Times

Además de eso, el finés es hablado por alrededor de 5,4 millones de personas. Pekkala señaló que los artículos que contienen falsedades que son escritos por hablantes no nativos pueden, en ocasiones, ser identificados con facilidad debido a errores gramaticales o de sintaxis.

Aunque a los maestros en Finlandia se les exige que enseñen alfabetización de medios, tienen mucha discreción sobre cómo llevar a cabo las lecciones. Martikka, la maestra de secundaria, comentó que les encargaban a los estudiantes que editaran sus propios videos y fotografías para que vieran lo fácil que era manipular la información. Una maestra en Helsinki, Anna Airas, afirma que ella y sus estudiantes buscaron términos como “vacunación” y discutieron cómo funcionaban los algoritmos de búsqueda y por qué los primeros resultados podrían no siempre ser los más confiables. Otros docentes también aseguraron que en los últimos meses, en el contexto de la guerra en Ucrania, usaron sitios informativos rusos y memes como base para la discusión sobre los efectos de la propaganda financiada por el Estado.

Finlandia, que comparte una frontera de alrededor de 1300 kilómetros con Rusia, desarrolló sus objetivos nacionales para educación de medios en 2013 y aceleró su campaña para enseñar a los estudiantes a detectar desinformación en los años siguientes. Päivi Leppänen, una coordinadora de proyecto en la Agencia Nacional para la Educación de Finlandia, una institución gubernamental, aseveró que la amenaza de desinformación rusa en temas como la intención de Finlandia de unirse a la OTAN “no ha cambiado los fundamentos de lo que hacemos, pero nos ha demostrado que este es el momento para el cual nos hemos estado preparando”.

Aunque los adolescentes de la actualidad han crecido con las redes sociales, eso no significa que sepan cómo identificar y protegerse ante vídeos manipulados de políticos o artículos informativos en TikTok. De hecho, un estudio publicado el año pasado en el British Journal of Developmental Psychology encontró que la adolescencia podría ser el momento en el que más se cree en teorías de conspiración. Los autores del estudio anotaron que un factor que contribuye a ello podrían ser las redes sociales, con su influencia sobre las creencias de la gente joven acerca del mundo.

Aun así, el gobierno finlandés señala que los estudiantes son uno de los grupos más fáciles de concienzar. Pekkala aseguró que, ahora que hay programas en marcha dirigidos a los jóvenes, el gobierno utiliza las bibliotecas como centros para enseñar a las personas de mayor edad a identificar información en línea que tiene la intención de engañar.

Martikka y sus alumnos. La alfabetización mediática se enseña en Finlandia desde el preescolarCredit...Vesa Laitinen para The New York Times

Para maestros de cualquier grupo etario, crear lecciones efectivas puede ser un reto. “Es mucho más fácil hablar de literatura, que hemos estado estudiando durante cientos de años”, dijo Mari Uusitalo, una maestra de secundaria y bachillerato en Helsinki.

Ella comienza con lo básico, enseñando a los estudiantes la diferencia entre lo que ven en Instagram y TikTok y lo que leen en los periódicos finlandeses. “Realmente no pueden entender las noticias falsas o la información errónea ni nada si no entienden la relación entre las redes sociales y el periodismo”, dijo.

En los 16 años de Uusitalo como maestra, ha notado una clara disminución en las habilidades de comprensión de lectura, una tendencia que atribuye a que los estudiantes pasan menos tiempo con los libros y más con los juegos y viendo vídeos. Con destrezas de lectura más deficientes y lapsos de atención más cortos, los estudiantes son más vulnerables a creer en noticias falsas o no tener suficiente conocimiento sobre los temas para identificar información engañosa o incorrecta, dijo.

Cuando sus estudiantes hablaban este verano sobre vídeos filtrados que mostraban a la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, bailando y cantando en una fiesta, Uusitalo moderó una discusión sobre cómo las noticias pueden originarse a partir de vídeos que circulan en las redes sociales. Algunos de sus estudiantes habían creído que Marin estaba consumiendo drogas en la fiesta después de ver vídeos en TikTok y Twitter que insinuaban eso. Marin lo negó y más tarde, una prueba de consumo de drogas resultó negativa.

Uusitalo dijo que su meta era enseñar a los estudiantes métodos que pudieran usar para distinguir entre la verdad y la ficción. “No puedo hacer que piensen como yo”, dijo. “Solo tengo que darles las herramientas para que formen sus propias opiniones”.

Jenny Gross es reportera de asignaciones generales. Antes de unirse al Times, cubrió política británica para The Wall Street Journal. @-jgggross

sábado, 4 de febrero de 2023

Lo normal es que los niños no obedezcan: cómo guiarles con paciencia cuando transgreden la norma.

Además de cerciorarse de que el pequeño ha entendido las órdenes, cuando surge un conflicto padres y madres deben invitarle a buscar una solución o preguntarle si tiene alguna idea sobre cómo actuar en un futuro.

Olivia no quiere ir al colegio. Ella está feliz con su abuela en casa, en pijama y en zapatillas, mirando cómo hace ganchillo o cocinando garbanzos como una chef estrella. La abuela le viste entre gritos y llantos, la arrastra por toda la calle y la niña le dice que está hartísima de ir al cole y tener que colorear sin salirse de la raya. En otros cuentos, Olivia no quiere ducharse o se enfada muchísimo si pierde jugando. No obedece y los adultos se afinan la paciencia. Escritos por Elvira Lindo e ilustrados por Emilio Urberuaga (equipo Manolito Gafotas), la editorial SM ha reeditado en letra caligráfica esos cuentos. Y lo cierto es que a los padres y las madres (incluso a la comunidad educativa) les preocupa y les frustra la falta de obediencia de las Olivias.

La maestra de Educación Infantil Coni La Grotteria es experta en educación para la paz y en dificultades del aprendizaje. Acaba de publicar Educar en la tolerancia (Plataforma Actual, 2023) y afirma que la naturaleza en la primera infancia lleva a los niños y a las niñas a explorar, a experimentar con los límites y con el grado de poder de sus referentes. Lo normal es que no acaten, sean libres, no entiendan lo que se les impone y tengan sus momentos de rebelión y hartazgo. La naturaleza de los niños se basa en cubrir sus necesidades y deseos, y la libertad es parte indiscutible para que así sea. ¿Y los padres? “Más que preocuparnos, debemos revisar nuestra actitud porque la integración de límites y normas es un proceso que requiere paciencia y coherencia”, explica La Grotteria.

Para la maestra de Educación Infantil Ainhoa Carmona Ponce también es normal que los niños y niñas no obedezcan: “En ocasiones, sobre todo de pequeños, les damos demasiadas consignas a seguir y simplemente no entienden lo que les decimos porque aún no tienen el desarrollo del lenguaje o la comprensión para entenderlo”. Sería pertinente hacerse preguntas como ¿puedes contarme qué has entendido? ¿puedes recordarme cuál era la norma? Otras veces, muchísimas, niños y niñas se guían por el deseo de lo que quieren o necesitan en ese momento, ya que, según Carmona, cuanto más pequeños, más primitivo es el cerebro y la capacidad de autorregulación es menor. “Tratamos de enseñarles cómo encajar en la sociedad en la que viven, pero muchas veces no tenemos en cuenta lo que realmente necesitan”, afirma la maestra.

Tania García-Medina es neuroeducadora, docente y asesora educativa. Explica que neurológicamente “venimos precableados” para aprender y explorar, y en ese proceso de descubrimiento está el hacer malabares con los límites impuestos. “Es normal que de primeras el instinto de los niños les empuje a sobrepasar los límites, a desobedecer y a descubrir qué ocurre si se transgrede esa norma o esa orden”, reflexiona. Afirma que a partir de los 18 meses es cuando comienzan a tener conciencia de individuo (conciencia del yo) y es en esa etapa en la que, aunque aún no pueden valerse por sí mismos, es frecuente escucharles decir “yo, yo”, “yo solo”, “no, no”. “Esa desobediencia es fruto de una búsqueda de la autonomía y de la autoafirmación que comienza a despertar”, asegura.

La neuroeducadora anima a revisar el concepto de hacerles entrar por el aro y de educar en la obediencia sin peros: “Se trataría de buscar que nuestros niños sean cooperativos y colaborativos y eso está lejos de una comunicación basada en órdenes”. Propone revisar el estilo comunicativo y usar otras estrategias, como cambiar las órdenes por preguntas del tipo: ¿Me puedes ayudar a guardar los zapatos en el armario? O ¿cuándo puedes encargarte de recoger la habitación? Ofrecer tiempos y espacios para reflexionar y pactar normas y necesidades contribuye a que desarrollaren el pensamiento crítico, la adaptación, las funciones ejecutivas y la autorregulación.

“Cuando las normas y pautas sociales son pactadas con ellos, teniéndolos en cuenta y haciéndolos partícipes de su creación, es realmente sorprendente observar cómo desde muy pequeños, desde los dos o tres años aproximadamente, empiezan a colaborar y cumplir misiones que han decidido que son importantes para su bienestar”, prosigue García-Medina.

Para la psicóloga y cocreadora de la llamada disciplina positiva Jane Nelsen hay que mantenerse amable y firme. Los límites con menores de cuatro años los deben poner los padres, pero “haciéndolos cumplir con amabilidad y firmeza”. Y avisa: “Cuando un niño viole un límite, no le dé un sermón ni lo castigue”. La conocida educadora aboga por hacerles “preguntas de curiosidad”: ¿Qué ha pasado? ¿Qué crees que lo ha provocado? ¿Qué se te ocurre para resolver este problema?

Para aquellos contextos en los que no se puedan pactar y dialogar esas normas (por ejemplo, el volumen de voz en una biblioteca o el comportamiento en un médico o ir al colegio), para García-Medina es importante cerciorarse de que la norma o lo que se espera de ellos ha sido entendido, así como explicarles los motivos que llevan a que esa regla sea por un bien común: “No es lo mismo que te digan ‘Silencio’ a secas a que te expliquen y comprendas que la biblioteca es un espacio en el que las personas leen o estudian, y que para esa actividad hace falta poco ruido”.

¿Qué hacer si no obedecen?
En caso de que los pequeños no obedezcan, el primer paso es mantener la calma dice Coni La Grotteria: “Si es una conducta que les pone en peligro, marcar el límite con firmeza y poner al infante seguro”. Y prosigue: “Si la conducta está acompañada de una emoción como el enfado, hay que legitimar esa expresión e intentar que sienta que su necesidad es atendida y no estamos negando o prohibiendo sus emociones”. Si es una conducta negativa que se repite con frecuencia, es recomendable dedicarle tiempo a hablar de las consecuencias de sus actos, establecer límites más claros, darle opciones para que pueda resolver sus problemas.

Jane Nelsen propone algunas formas para obtener la colaboración de un menor. “Mostrar empatía sin excusar la conducta. La empatía no significa que esté de acuerdo con la conducta o lo justifique. Significa únicamente que comprende su percepción”. Y leemos en Cómo educar con firmeza y cariño (Medici, 2007): “Invite al niño a centrarse en una solución. Pregúntele si tiene alguna idea sobre qué hacer en un futuro para evitar ese problema. Si no la tiene, hágale algunas sugerencias”.

Por tanto, no se trata de educar en la obediencia sino de que exploren la vida a través de diversas experiencias, tomando decisiones y asumiendo consecuencias adaptadas a cada edad con un acompañamiento adulto que les proporcione seguridad, firmeza y amor.


domingo, 29 de enero de 2023

Crear para aprender: la escritura creativa en el aula.

Los autores proponen encajar de verdad dentro de la programaciones de Lengua actividades de elaboración de textos literarios.

Cuando uno piensa en escritura creativa en el ámbito educativo, automáticamente se le viene a la cabeza Gianni Rodari y su Gramática de la fantasía (Booket, 2002), libro que, más allá de prescribir recetas o técnicas de escritura, encierra toda una filosofía de trabajo en torno a la creatividad: cualquier docente es conocedor del binomio fantástico o el error creativo y los ha usado alguna vez.

También se le vienen a uno a la cabeza esas actividades que no son las habituales, otras que los niños y niñas no perciben igual y acaban llegando a casa diciendo que no han dado clase; hoy han jugado. Esas tareas que se preparan para días especiales, efemérides como el Día del Libro o, simplemente, para rellenar ratos muertos.

No son pocos los docentes que con mucho entusiasmo preparan un taller de escritura creativa para su clase o su centro de forma más organizada y secuenciada. Incluso desde la administración educativa se proponen iniciativas más que decentes en los que se anima al profesorado a participar, como el programa de Creatividad literaria en Andalucía, ahora insertado en ComunicA, un programa más amplio, o Escribir como Lectores, que ha lanzado este curso la Consejería de Educación de Canarias, por poner algunos ejemplos, además de los puntuales talleres de escritura creativa que se ofertan de forma ocasional sobre todo en el ámbito de algunos centros de profesorado (CEP).

Pero una sensación inevitable acaba saliendo a la luz: las actividades están muy bien, pero no hay tiempo. Hay que dar el temario y esas otras actividades —muchas veces concebidas como transversales— son difíciles de engarzar. Además de la falta de tiempo, tal vez también el docente las perciba como actividades ajenas al currículum. Quizá, también constituyan tareas demasiado abiertas en las que cuesta tener el control de la clase. En tal caso, ¿por qué no encajarlas de verdad en las programaciones, de manera que realmente formen parte de ella? Tampoco son pocas las referencias en la legislación vigente a la escritura o reescritura de textos por parte del alumnado, a partir de textos que se vean en clase. Y aquí es donde surge la pregunta de: “Vale, sí, pero ¿cómo?”, que diría Meirieu, en otro libro totalmente recomendable: Aprender, sí, pero ¿cómo? (Octaedro, 2009). 

Si partimos, como ejemplo, del poema de Raquel Lanseros titulado Amor propio, preguntarles a los alumnos y las alumnas cómo se ven dentro de 10 o 20 años puede constituir el arranque de una situación de aprendizaje. Se puede partir del análisis de este poema, cuál es el tema que trata, quién es el hablante o el objeto lírico. Realizar una comprensión lectora que pueda resultar enriquecedora (¿por qué habla de hologramas?); declamar el poema, trabajando así aspectos de la oralidad como el tono, el volumen o la dicción. También, cómo no, trabajar gramática y ortografía, pero desde el texto: qué tiempos verbales se usan en el poema, uso de las comas, tipos de oraciones…

Todo esto, que podría llevarse a cabo durante una semana, terminaría con la creación, por parte del alumnado, de su propio poema. Aquí surge de nuevo otra imagen que, quizá por prejuicios, se suele tener de la escritura creativa: la de la página en blanco, la de que esas actividades son solo para unos pocos agraciados; es decir, una actividad selectiva e, incluso, discriminatoria. Pero si se sabe otorgar un andamiaje adecuado para cualquier estudiante (proporcionar distintas formas de presentación o articulación, por ejemplo), todo el alumnado podrá hacer su propio poema con mayor o menor solvencia, por lo que estaremos haciendo un replanteamiento inclusivo de la actividad, siguiendo los principios del Diseño Universal. En este caso concreto, podemos, por ejemplo, usar la estructura de la segunda estrofa para que los estudiantes tengan desde donde partir y responder a la pregunta de la situación de aprendizaje que planteamos al final del párrafo anterior. Versos impares: mientras yo + verbo + sustantivo. Verso pares: él/ella + verbo + sustantivo. Versos final: reflexión/conclusión a la que llegas o propósito que te planteas.

Con todo esto, la intención es que el alumnado, en su diversidad, participe en tareas del tipo suelo bajo y techo alto, accesibles para todos, pero con amplias posibilidades de profundizar. Lo suficientemente abiertas para que tenga que tomar decisiones y fomentemos, de paso, su autonomía personal, no sin el andamiaje adecuado que les sirva de ayuda para sostenerse y de acicate para impulsarse. Se trata, por lo tanto, de revisar los procesos de didáctica de la lengua y la literatura, para lo cual se hace necesario trascender los enfoques que parten de la perspectiva historicista en donde se abusa de la memorización a veces sin sentido, o que parten de los contenidos para que estos sean medio y fin a la vez. En técnicas como la presentada o en otras como la creación de caligramas a partir de otros textos vanguardistas, la elaboración de greguerías o el diseño del collage literario, en técnicas cooperativas o a través de propuestas individuales, estaremos explorando el placer del alumnado por elaborar mensajes artísticos originales y, según cada una de sus singularidades, para que sientan la motivación de escribir, que al fin y al cabo es un objetivo prioritario en la enseñanza obligatoria.

El eje es ahora, en definitiva, hacer de la formación literaria un proceso exclusivamente activo, de construcción de un corpus identitario propio en el que la experimentación con el lenguaje sea el objeto y el objetivo, con consecuencias didácticas plenas en el proceso de edificación cultural y emocional de cada persona. Y, para ello, el paso previo es crear con las palabras para poder aprender de nuestro «yo» presente y futuro, ese «yo» del que habla Raquel Lanseros en su poema: una fórmula amplia de construcción del mundo que nos rodea y que todo estudiante tiene dentro de sí.

miércoles, 6 de octubre de 2021

_- Homenaje a Paulo Freire (y II) de Miguel Ángel Santos Guerra

_- Dediqué mi anterior artículo a rendir homenaje a Paulo Freire con ocasión del primer centenario de su nacimiento el día 19 de septiembre de 1921. Hice referencia al Prólogo que escribí para el libro “100 cartas para Paulo Freire de quienes pretendemos enseñar”. Continúo hoy el merecido homenaje a quien tanto nos enseñó, con algunos comentarios sobre el libro que ya circula online y está preparándose en soporte de papel.

Leí con devoción los 100 relatos que contiene este libro maravilloso. Hay títulos hermosos y sugerentes (“No me contaron, no me avisaron que podía gritar mi esperanza”, “Entre avatares y circunstancias”, “Uma vida entre ensinar, aprender e sonhar”, “Entre letras e lutas”, ”Carta al maestro de los tiempos”, “Desde abajo construimos el futuro”, “Ventanas que guardan sueños”, ”Las sincronías del universo”, “Tejiendo nuestras redes de emancipación”, ”La docencia como un campo minado de circunstancias”, “Estamos siendo. Presencias en pandemia”, ”La educación como un acto de amor o amor al acto de libertad”…). Hay pasión contenida, experiencias magníficas, cinco idiomas distintos, sentimientos a flor de piel… Es una cosecha fecunda de tantas sementeras que Paulo Freire hizo a través de sus conferencias, de sus escritos, de su compromiso político, de sus experiencias, de sus iniciativas, de sus trabajos, de su encarcelamiento, de su exilio… Las cartas están atravesadas por muchos sentimientos y muchas ideas. Rezuman esperanza, muestran compromiso y rebosan agradecimiento.

Hay cartas escritas desde Chile (47), Brasil (15) México (12), Argentina (11), Colombia (3), Uruguay (3), Puerto Rico (2), Paraguay (2), Cuba (2), Venezuela (2), Costa Rica (1), China (1), Polonia (1), España (1) y Perú (1). Tres autores se sitúan en dos países diferentes. Por eso la suma es de 103, aunque el número de cartas sea de 100.

Los autores y las autoras se dirigen a Paulo Freire como amigo, hermano, camarada, luchador, humanista, educador, guía, mentor, sembrador, pedagogo y, sobre todo, maestro. Maestro de maestros y maestras. Y siempre con el adjetivo, que es más que sustantivo, de querido.

La mayoría de los textos recoge algún pensamiento de Paulo Freire. He estado tentado de hacer una recopilación de las citas que han utilizado los autores y autoras para hacer presentes las palabras literales de nuestro centenario, admirado y querido maestro. Será para otra ocasión.

Voy a tratar de rastrear, después de leer de forma consecutiva, ordenada y reverente las cartas, algunas claves significativas, que serían como el denominador común de todas ellas.

1. En todas las cartas se puede encontrar, casi de forma tangible, al destinatario. 
Son cartas que hablan de Paulo Freire y que, a su vez, están dirigidas a Paulo Freire. El libro es un espejo en el que, al mirarnos, podríamos contemplar la imagen de Paulo. Las cartas explican, ejemplifican, adaptan, aplican, contextualizan, sus teorías y propuestas. Hay en ellas pasión, compromiso, sinceridad, afecto y admiración. Si se quemasen las cartas, las cenizas hablarían de Paulo Freire.

2. Existen numerosas e intensas referencias, explícitas e implícitas, a la pandemia que estamos atravesando con dolor, incertidumbre y coraje. 
Un contexto en el que el pensamiento de Freire vierte luz para el análisis y tiñe de emociones para la comprensión y la mejora. La pedagogía del virus nos ha enseñado muchas cosas (De Sousa Santos, 2020) y la filosofía de Freire es un poderoso elemento inspirador para hacer frente con lucidez, ética y eficacia a las exigencias del nuevo contexto.

3. Hay en las cartas un profundo sentimiento de gratitud. 
Decía Jean de la Bruyère: “Solo un exceso es recomendable en el mundo: el exceso de gratitud”. Algunos firmantes manifiestan que su vida fue otra después de conocer a Paulo Freire, después de leer un libro suyo o de reflexionar sobre sus planteamientos pedagógicos, políticos y sociales. Creo que no será fácil encontrar otro fenómeno parecido en el mundo. La palabra gracias abre y cierra muchas de las cartas que contiene este epistolario. En realidad, todo él es un homenaje agradecido a quien no solo mostró el camino sino que lo recorrió con paso firme y apresurado. Una forma de manifestar la gratitud es evidenciar que aquella doctrina recibida ha caído en tierra fértil. No hay forma más bella y más eficaz de autoridad que el ejemplo.

4. Existe otro eje que atraviesa todas las cartas y es la esperanza que está consustancialmente adherida a la educación como práctica de la libertad. 
El fatalismo, nos decía Freire, es la antítesis de la educación, la destrucción de la esperanza. La tarea educativa es intrínsecamente optimista porque parte de un presupuesto básico: el ser humano pueden aprender, el ser humano puede mejorar. La educabilidad se rompe en el momento en que pensamos que el otro no puede aprender y que nosotros no podemos ayudarle a conseguirlo. Sin optimismo podemos ser buenos domadores/as pero no buenos educadores/as.

5. Aparece en los relatos un compromiso con los más vulnerables, con los oprimidos a quienes Paulo Freire tenía reservado un puesto de privilegio en el corazón. 
Muchas experiencias presentadas en el libro tienen que ver con personas, grupos y pueblos especialmente necesitados. Freire fue y sigue siendo su gran valedor. La emancipación nos hace pasar de una mentalidad ingenua a una mentalidad crítica. No hay mayor opresión que aquella en la que el oprimido mete en su cabeza los esquemas del opresor.

6. Muchos relatos hablan de una lucha sin cuartel contra la opresión, contra la dominación, contra la injusticia social. 
También algunos (cuánta falta nos hace) se rebelan contra el patriarcado. bell hooks (así, con minúsculas), feminista e intelectual negra que tanto admiraba a Paulo Freire, reivindica esta lucha contra este núcleo perverso de dominación (hooks, 2021). Dice esta educadora progresista: “Cuando llegué a la obra de Freire, justo en un momento de mi vida en el que estaba empezando a cuestionar de forma profunda e integral la política de dominación, el impacto del racismo, del sexismo, de la explotación de clase y del tipo de colonización interna, me sentí identificada hasta la médula con los campesinos marginados de los que habla o con mis hermanos y hermanas negros, con mis camaradas de Guinea-Bisau”. La lucha no puede detenerse.

7. En todas las cartas, sin excepción, se percibe una profunda emoción. 
Se manifiesta la amorosidad que Paulo Freire predicaba y practicaba. La tarea de enseñar gana autoridad por el amor a lo que se enseña y el amor a los que se enseña. No hay posibilidad de comunicación liberadora sin amor. Los seres humanos estamos hechos de ideas y de emociones. No hay educación sin amor. Las cartas de este libro nacen de la cabeza de los autores y autoras que las escriben, pero pasan luego por el corazón. O viceversa.

8. En los textos se cuentan experiencias muy diversas, que abarcan todos los niveles del sistema educativo, desde la etapa infantil a la Universidad. 
Resulta impactante ver cómo la teoría y la práctica de la educación liberadora llega a experiencias muy diferentes: escuela popular, práctica comunitaria, bachilleratos, educación rural, educación diferencial, pedagogía teatral, tutoría, docencia, dirección, alfabetización, acción sindical, práctica socioeducativa, formación docente… En definitiva, en todos los contextos donde sean posibles procesos emancipadores.

9. De manera palmaria se explicita el compromiso político de la educación. 
Debe haber más política en la educación y más educación en la política. Muchas cartas hacen referencia a la concepción política de la tarea educativa. No hay neutralidad posible en la asunción de la conciencia ciudadana.

Nada más elocuente que decir que se trata de un libro para Paulo Freire y sobre Paulo Freire. Un libro que conmemora un acontecimiento que ocurre cada siglo. Habrá que esperar otros cien años para tener un libro como este. Doy por seguro que en 2121 se seguirá escribiendo y hablando sobre el pedagogo del diálogo, del contexto, de la lectura profunda, de los oprimidos, del saber situado, de la alfabetización, de la esperanza, de la emancipación, de la libertad y de la justicia

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2021/10/02/homenaje-a-paulo-freire-y-ii/

domingo, 28 de febrero de 2021

Cómo aprender nuevas habilidades de manera efectiva a cualquier edad

Comenzando con lecciones de ajedrez, Tom Vanderbilt decidió pasar un año persiguiendo una variedad de nuevas habilidades para sí mismo. Aprendió a cantar, dibujar, hacer malabares y surfear.

La fascinación de Tom Vanderbilt por el proceso de aprendizaje permanente comenzó con los pasatiempos de su hija: piano, fútbol, taekwondo.

Quería animarla en sus nuevas búsquedas y la acompañaba a las lecciones o torneos. Mientras ella ejercitaba su mente, él contestaba correos electrónicos, jugaba con su teléfono o miraba al vacío hasta que su hija terminaba la clase.

Pronto reconoció la hipocresía de la situación. "Le estaba recalcando la importancia de tener una educación amplia en todas estas habilidades diferentes", dice. "Pero ella podría haberme preguntado fácilmente: 'Bueno, ¿por qué no haces tú todas estas cosas?'"

Comenzando con lecciones de ajedrez, decidió pasar un año persiguiendo una variedad de nuevas habilidades para sí mismo. Aprendió a cantar, dibujar, hacer malabares y surfear.

En ningún momento aspiró a dominar por completo esas habilidades o mostrar su destreza con una hazaña extraordinaria, como ganar el programa de televisión "American Idol".

"Como adultos, instantáneamente nos presionamos con metas", dice. "Sentimos que no tenemos el lujo de participar en el aprendizaje por aprender". En cambio, él quería deleitarse con el placer del proceso.

Vanderbilt detalla su viaje en su libro Beginners (Principiantes) publicado en enero de 2021, que combina sus revelaciones personales con la ciencia de vanguardia que estudia la adquisición de habilidades.

Deseoso de saber más, el libro trata sobre los mitos del aprendizaje en adultos y los beneficios sustanciales que la "mentalidad de principiante" puede traer a nuestras vidas.

Cómo aprender bien
Vanderbilt comenzó el proyecto hacia finales de sus 40 consciente de que tendría dificultades para igualar las habilidades de aprendizaje de niños como su hija.

Los niños son especialmente buenos para captar patrones implícitamente, entendiendo que ciertas acciones conducirán a ciertos tipos de eventos, sin necesidad de ninguna explicación o descripción de lo que están haciendo. Pero después de los 12 años, perdemos parte de esa capacidad para absorber nueva información.

Vanderbilt descubrió los beneficios que la "mentalidad de principiante" puede traer a nuestras vidas. Si bien los adultos pueden no absorber nuevas habilidades tan fácilmente como un niño, todavía tienen"neuroplasticidad" en el cerebro.

Sin embargo, no deberíamos ser demasiado pesimistas acerca de nuestras propias habilidades. Si bien los adultos pueden no absorber nuevas habilidades tan fácilmente como un niño, todavía tenemos "neuroplasticidad", la capacidad del cerebro para reconfigurarse en respuesta a nuevos desafíos.

En su año de aprendizaje, Vanderbilt conoció a muchas personas, mucho mayores que él, que todavía estaban ejerciendo ese "superpoder".

Es más, la investigación de Vanderbilt reveló algunos principios básicos del buen aprendizaje que cualquiera puede usar para hacer que nuestro proceso de aprender sea más efectivo.

El primero puede parecer obvio, pero se olvida fácilmente: necesitamos aprender de nuestros errores. Por lo tanto, en lugar de repetir sin pensar las mismas acciones una y otra vez, debemos ser más concentrados y analíticos, pensando en lo que hicimos bien y lo que hicimos mal. (Los psicólogos llaman a esto "práctica deliberada").

Vanderbilt notó esto al jugar al ajedrez. Podrías dedicar horas a cientos de juegos en línea, pero eso no sería tan efectivo como estudiar las estrategias de profesionales o discutir las razones de tus pérdidas con un profesor de ajedrez.

La "repetición sin repetición"
Un segundo principio es más contrario a la intuición: debemos asegurarnos de que nuestra práctica sea variada.

Hacer malabarismo, por ejemplo, le permitió aprender a cambiar los objetos o cambiar la altura a la que los arrojaba. Luego probó hacer lo mismo sentado y caminando.

La "repetición sin repetición" hace que los patrones aprendidos del cerebro se vuelvan más flexibles.

Tal como un científico le dijo a Vanderbilt, esto es "repetición sin repetición", haciendo que los patrones aprendidos del cerebro se vuelvan más flexibles. Esto ayuda a enfrentar las dificultades impredecibles, como un error en uno de los movimientos que podría llevarlo a perder el control.

De una manera aún más enigmática, Vanderbilt descubrió que a menudo aprendemos mejor cuando sabemos que tendremos que enseñar a otros la misma habilidad.

No está claro por qué es así, pero esa expectativa parece aumentar el interés y la curiosidad de las personas, lo que activa la atención del cerebro y ayuda a garantizar que deje rastros más fuertes en la memoria. (Vanderbilt tuvo muchas oportunidades de enseñar lo que había aprendido, ya que a menudo incluía a su hija en sus proyectos).

Entonces, sea lo que sea que estés tratando de dominar personalmente, considera compartir esa habilidad con alguien que conoces.

Y si bien puede resultar útil observar a verdaderos expertos que ejecutan una habilidad, Vanderbilt descubrió que también puede ser útil observar a otros novatos, ya que permite analizar más fácilmente lo que están haciendo bien y lo que están haciendo mal.

"Abrirse a un extraño"
Con este conocimiento, Vanderbilt hizo un buen progreso en cada una de las habilidades que se propuso aprender. Cantar, dice, fue uno de los mayores obstáculos, desde el punto de vista emocional. "Fue el proceso de abrirse a un extraño de la manera más cruda", explica.

Cuando superó esos nervios, sin embargo, también resultó ser el desafío más gratificante. "Es lo que probablemente más me gustó, porque tiene un placer inherente y te hace sentir muy bien". Le fue tan bien que eventualmente se convirtió en miembro del coro Britpop de Nueva York.

El mayor desafío que debió enfrentar Vanderbilt, se convirtió en el más gratificante.

Si estás inspirado para emprender un nuevo pasatiempo, Vanderbilt aconseja comenzar con algo que sea fácil de integrar en tu estilo de vida actual. Incluso puede que te sorprenda la velocidad de tu progreso, apunta.

"Mucha gente se obsesiona con la idea de que esto es solo una gran inversión de tiempo -que el camino no tiene fin- y eso es muy desalentador para ellos".

Vanderbilt descubrió que su habilidad para dibujar, por ejemplo, había mejorado significativamente en el mismo tiempo que normalmente le tomaría ver varios capítulos de una serie de televisión.

¿Por qué aprender algo nuevo?
Es posible que aún te preguntes por qué deberías hacer el esfuerzo de aprender algo nuevo, cuando podrías estar relajado en tu sofá.

Vanderbilt explica que hay muchos beneficios generales al adquirir cualquier habilidad nueva, incluidos algunos cambios cerebrales a largo plazo que podrían compensar parte del deterioro mental que a menudo viene con el envejecimiento.

Hay muchos beneficios generales al adquirir cualquier habilidad nueva, incluidos algunos cambios cerebrales a largo plazo que podrían compensar parte del deterioro mental que a menudo viene con el envejecimiento.

El autor señala un estudio de adultos, de 58 a 86 años, que completaron un algunos cursos en materias como español, música, composición y pintura.

Después de unos meses, no solo habían logrado un buen progreso en las habilidades individuales, sino que también mostraron una mejora pronunciada en las pruebas cognitivas más generales, igualando el rendimiento de los adultos que eran 30 años más jóvenes.

Curiosamente, los beneficios parecían provenir de probar múltiples habilidades, en lugar de centrarse exclusivamente en una experiencia en particular.

Como escribe Vanderbilt en su libro: "En lugar de correr un maratón, estás sometiendo tu cerebro a una variedad de entrenamientos en intervalos de alta intensidad. Cada vez que comienzas a aprender esa nueva habilidad, te estás remodelando. Estás entrenando tu cerebro nuevamente para ser más eficiente".

Solemos ver a los aficionados como si se tratara de alguien superficial y sin dedicación. Pero parece que la persona dedicada a distintos oficios, el principiante perpetuo, puede tener un cerebro más agudo que el maestro de una sola habilidad.

La búsqueda permanente de muchos intereses diferentes puede incluso aumentar tu creatividad. Como David Epstein también señaló en su libro Range, los premios Nobel tenían muchas más probabilidades de haber disfrutado de actividades artísticas como la música, la danza, las artes visuales o la escritura creativa que otros científicos.

Los momentos de fracaso
A medida que aprendes una nueva habilidad, habrá frustraciones y momentos de fracaso, pero estos pueden ser las experiencias más importantes de todo el proceso.

Después de años de experiencia en el periodismo, Vanderbilt dice que los nuevos desafíos fueron un cambio recibido de buena manera dentro su "complacencia profesional".

"De algún modo me abrió la mente y me devolvió la sensación de no saber", explica.

Esto fue especialmente cierto en el caso de habilidades como el dibujo, que de alguna manera le resultaron familiares. "El aprendizaje de la habilidad fue a menudo diferente de lo que imaginaba. Mis expectativas fueron tumbadas constantemente".

"Mentalidad de principiante"
Numerosas investigaciones han demostrado que la humildad intelectual -la capacidad de reconocer los límites de nuestro conocimiento- puede mejorar enormemente nuestro pensamiento y nuestra toma de decisiones.

Y esa capacidad para reconsiderar nuestras ideas preconcebidas y abrir nuestras mentes a nuevas formas de pensar puede ser cada vez más significativa en el cambiante mundo actual.

Numerosas investigaciones han demostrado que la humildad intelectual -la capacidad de reconocer los límites de nuestro conocimiento- puede mejorar enormemente nuestro pensamiento y nuestra toma de decisiones.

Ya sea que estemos aprendiendo por placer o tratando de mejorar nuestras habilidades profesionales, todos podríamos hacer bien en cultivar esa "mentalidad de principiante", donde nada es seguro y todo se puede aprender.

Aunque nuestra capacidad para aprender fácilmente una nueva habilidad disminuye con la edad, aprovechar la "mentalidad de principiante" puede ayudarte a aprender de manera efectiva en la adultez.

*David Robson es autor de "La trampa de la inteligencia: por qué la gente lista hace cosas tontas".

https://www.bbc.com/mundo/vert-cap-56177440

jueves, 18 de febrero de 2021

_- "Aviso a navegantes": el artículo de Rosa Montero que arrasa en Twitter

_- Ah, si de joven yo hubiera sabido que iba a envejecer y que me iba a morir, creo que hubiera vivido de otra manera

Esto es una advertencia: ayer mismo me acosté teniendo 16 años y hoy me he despertado con más de sesenta. Quiero decir que la vida vuela. Ah, si de joven yo hubiera sabido que iba a envejecer y que me iba a morir, creo que hubiera vivido de otra manera. Lo que acabo de decir es una boutade, lo sé; pero, al mismo tiempo, es cierto que, con los años, llegas a un territorio, el de la vejez y la Parca merodeante, que antes nunca habías visto con verdadera claridad. Y entonces te dices: ah, cuánto tiempo perdido. Y no porque mi existencia me desagrade, al contrario, creo que ha sido y es muy intensa y que he hecho todo cuanto he querido hacer. Pero con qué nervios, de qué forma tan atormentada o tan aturullada, cuántas veces he vivido con el cuerpo aquí y la cabeza en otra parte. Por no hablar de la cantidad de tiempo y de energía perdidos en tonterías, como, por ejemplo, en creerme fea a los 18 años (cuando estaba más guapa que nunca), o en reconcomerme de angustia temiendo no estar a la altura en algún trabajo. Por eso, repito: si yo hubiera sabido que iba a envejecer y que me iba a morir, hubiera vivido de otra manera.

Todo esto viene al hilo, claro está, del cambio de año. Esto del calendario no es más que una convención, pero cómo remueve y cómo escuece. En estas fechas es imposible no dedicar siquiera un minuto a sentir el viento del tiempo contra la cara, a revisar someramente el pasado, a preguntarte sobre tu futuro. Acabo de leer un libro extraordinario que viene bien para acompañar estas congojas. Se trata de Instrumental: memorias de música, medicina y locura, de James Rhodes (Blackie Books). El británico Rhodes tiene una biografía totalmente improbable. Por ejemplo, es pianista, un buen concertista. Sin embargo, empezó a estudiar piano mal y tarde, y luego lo dejó por completo durante 10 años hasta retomar la música en sus veintimuchos. No creo que haya habido en el mundo un caso así. Si abandonas un instrumento de ese modo, simplemente no es posible ser un músico de esa calidad. Pero él lo es. He aquí su primer milagro.

Tiene varios más, algunos espeluznantes. El libro de Rhodes cuenta con una crudeza que yo no había visto la experiencia de una víctima de pedofilia. A los seis años recién cumplidos, James fue violado por su profesor de boxeo del colegio. Y el tipejo lo siguió haciendo durante cinco años impune y sistemáticamente, hasta que Rhodes cambió de escuela. El niño, amenazado por el pedófilo, avergonzado y amedrentado, no dijo nunca nada a nadie; pero otros profesores lo veían llorar, lo veían salir con las piernas sangrando del despacho del monstruo y no hicieron nada. El libro de Rhodes es un grito indignado a esa pasividad tan común ante los abusos infantiles. Como las pequeñas víctimas no se atreven a denunciar, es muy cómodo ignorar un horror que se queda escondido, como los malvados ogros de los cuentos, en los cuartos oscuros y en las pesadillas de los niños. Y otra enseñanza más de este tremendo libro: las violaciones dejan secuelas. En primer lugar, graves secuelas físicas, porque es una brutalización continuada de un cuerpo muy pequeño (el músico tuvo que ser operado varias veces); y, por supuesto, una catarata de catástrofes psíquicas. Prostitución en la adolescencia, un año de internamiento en un psiquiátrico, tres intentos de suicidio, cortes autoinfligidos con una cuchilla, drogas, furia y dolor. 
Y este es el segundo milagro: ha sobrevivido a todo eso.

Tercer milagro: James es la prueba de que el arte y la belleza ayudan. En el caso de James, es la música lo que amansó su fiera interior. Todos podemos y debemos recurrir a ello: cuanta más belleza en nuestras vidas, más fuera del tiempo y de la pena, más inmortales.

Pero aún queda por contar un cuarto milagro. Aunque la existencia de Rhodes parece larguísima y convulsa, sólo tiene 40 años. Guau, eso es vivir deprisa. Como decía Lou Reed: mi día equivale a tu año. Pues bien, al final el autor apuesta por su segunda esposa, Hattie, y se atreve a dar unos consejos para el bien amar. Antes, al leer el libro, Rhodes me había parecido un hombre conmovedor y admirable, pero también furioso y herido, demasiado intenso como para tenerlo muy cerca. Pero en estas páginas finales habla de la convivencia con tan modesta, honda sabiduría que me ha dejado admirada. Como, por ejemplo: 
“Lo que más deteriora una relación es tratar de salir ganando”
Pequeña gran verdad. Hace falta vivir mucho y pensar mucho para llegar a tan poco. O sea, que se puede aprender, aunque vengas con las heridas más crueles. Se puede recomenzar una y otra vez. Aviso a navegantes para sortear los escollos de este año: recordemos que, como prueba Rhodes, siempre hay futuro. Nunca seremos tan jóvenes como hoy y la vida se conquista día a día.

@BrunaHusky

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sábado, 13 de febrero de 2021

_- Michael Sandel: "El primer problema de la meritocracia es que las oportunidades en realidad no son iguales para todos"

_- Irene Hernández Velasco

Michael J. Sandel ganó el premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2018.

Michael Sandel (Mineápolis, 1953) es mucho más que un filósofo o un intelectual.

Muchos consideran que este profesor de Derecho de la Universidad de Harvard es algo así como una especie de estrella del rock de la filosofía.

Y la verdad es que las cifras de sus charlas y conferencias rozan las de los conciertos multitudinarios. Sandel ha llenado de seguidores la catedral de San Pablo en Londres, ha atiborrado de gente la emblemática Casa de la Ópera en Sídney, ha congregado a 14.000 personas en un estadio de Seúl…

Y eso por no hablar de sus cifras en internet. Sus clases magistrales se han visto decenas de millones de veces en YouTube y se han hecho absolutamente virales.

El último libro de Sandel lleva por título "La Tiranía de la Meritocracia" y en él analiza en profundidad ese concepto, tan de moda en los últimos años, según el cual todo el mundo debe disfrutar de las mismas oportunidades, lo que en teoría garantizaría que los que lleguen a lo alto habrían conseguido el éxito por sus propios métodos.

Sandel, sin embargo, arremete contra esa idea y las numerosas falacias que en su opinión esconde.

¿Qué tiene de malo la meritocracia?
En determinada manera, la meritocracia es un ideal atractivo porque promete que si todo el mundo tiene las mismas oportunidades, los ganadores merecen ganar. Pero la meritocracia tiene un lado oscuro. Hay dos problemas con la meritocracia.

Uno es que en realidad no estamos a la altura de los ideales meritocráticos que profesamos o proclamamos, porque las oportunidades no son realmente las mismas.

Los padres adinerados son capaces de transmitir sus privilegios a sus hijos, no dejándoles en herencia grandes propiedades sino dándoles ventajas educativas y culturales para ser admitidos en las universidades.

El curso "Justice", de Michael Sandel, ha sido uno de los más populares de los últimos 40 años en la Universidad de Harvard.

En su libro usted revela por ejemplo que la inmensa mayoría de los estudiantes de universidades tan prestigiosas como la de Princeton o Yale pertenecen a familias muy ricas…

Así es. De hecho, en las universidades de la denominada Ivy League (que incluye a las universidades de Brown, Columbia, Cornell, Dartmouth College, Harvard, Pensilvania, Princeton y Yale, algunas de las más prestigiosas de Estados Unidos) hay más estudiantes que pertenecen al 1% de las familias con más ingresos del país que al 60% con menos ingresos.

Así que el primer problema de la meritocracia es que las oportunidades en realidad no son iguales.

¿Y el segundo problema?
El segundo problema de la meritocracia tiene que ver con la actitud ante el éxito. La meritocracia alienta a que quienes tienen éxito crean que éste se debe a sus propios méritos y que, por tanto, merecen todas las recompensas que las sociedades de mercado otorgan a los ganadores.

Pero si los que tienen éxito creen que se lo han ganado con sus propios logros, también tienden a pensar que los que se han quedado atrás son responsables de estar así.

Así que el segundo problema de la meritocracia es un problema de actitud ante el éxito que lleva a dividir a las personas en ganadores y perdedores. La meritocracia crea arrogancia entre los ganadores y humillación hacia los que se han quedado atrás.

Y si la meritocracia es algo en realidad tan perverso, ¿por qué en las últimas décadas muchos políticos, sobre todo del centro-izquierda, la han abrazado?

Es una pregunta muy interesante. Durante las últimas décadas, los partidos de centro, de izquierdas y derechas han adoptado una versión neoliberal de la globalización que ha provocado un aumento de las desigualdades.

Y los partidos de centro-izquierda han respondido a estas desigualdades no buscando reducirlas directamente a través de políticas económicas, sino ofreciendo la promesa de que era posible ascender socialmente, lo que en mi libro llamo 'la retórica del ascenso'.

La idea es que si creamos igualdad de oportunidades, entonces no tenemos por qué preocuparnos mucho de la desigualdad porque la movilidad puede permitir a las personas ascender de trabajos con salarios estancados a otros mejores.

Los partidos de centro-izquierda han ofrecido la retórica del ascenso en lugar de responder directamente a la desigualdad.

En Seúl, Corea del Sur, Sandel dio una conferencia en un estadio ante 14.000 personas.

Por decirlo de otro modo: en lugar de encarar directamente la desigualdad ofrecieron el mensaje de que se podía conseguir la movilidad individual si se accedía a la educación superior, decían que para ganar en la economía global había que ir a la universidad y sacarse un título universitario, porque el dinero que uno iba a cobrar dependía de lo que había aprendido y estudiado, y que si uno se esforzaba podía lograrlo.

Todos esos lemas forman parte de la retórica del ascenso, y los partidos de centro-izquierda pensaron que era una forma inspiradora de alentar a las personas a mejorar su propia condición como individuos obteniendo un título universitario.

Y, de alguna manera, ese mensaje es inspirador, todo el mundo quiere creer que si trabaja duro, puede mejorar su condición.

Pero aunque puede ser de algún modo un mensaje inspirador, por otro lado es insultante, porque implica que si no has ido a la universidad y estás pasándolo mal en la nueva economía, la culpa de tu fracaso es sólo tuya. Y eso, insisto, es insultante para muchos trabajadores.

Lo que las élites, las élites políticas y meritocráticas olvidan, es que la mayoría de la gente no tiene un título universitario. En Estados Unidos y en Gran Bretaña, casi dos de cada tres personas no tienen un título universitario.

Es un error crear una economía en la que la condición para el éxito es un título universitario que la mayoría de la gente no tiene. Y eso vale también para Europa.

Y, de ese modo, los partidos de centro izquierda han perdido a muchos de los votantes de la clase trabajadora que tradicionalmente eran su base de apoyo. Lo hemos visto con el Partido Demócrata en Estados Unidos, con el Partido Laborista en Gran Bretaña, con los partidos socialdemócratas en Europa…

Esos partidos se han ido convirtiendo cada vez más en partidos de clases profesionales, de élites con formación universitaria, y han ido perdiendo apoyo entre los trabajadores sin educación universitaria.

¿Y a dónde se han ido esos votantes?
Esos votantes comenzaron a apoyar a políticos y a partidos populistas autoritarios, apoyaron a Donald Trump en Estados Unidos, el Brexit en Gran Bretaña y a partidos populistas autoritarios en Francia, en España y en otros países.

¿Qué tiene que ver exactamente la meritocracia con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca tras las elecciones de 2016 o con el auge de los populismos?

En las últimas décadas, se ha ido profundizando la división entre ganadores y perdedores, envenenando nuestra política y separándonos. Esa división tiene que ver en parte con las crecientes desigualdades de las últimas décadas.

En las universidades de la Ivy League hay más estudiantes que pertenecen al 1% de las familias con más ingresos del país que al 60% con menos ingresos.

Pero también se tiene que ver con cómo han cambiado las actitudes ante el éxito con el aumento de desigualdad.

Los que han llegado a la cima en la era de la globalización, llegaron a creer que su éxito era todo suyo porque lo habían ganado por sus propios méritos, y que los perdedores no tenían a nadie a quien culpar de su fracaso más que a ellos mismos.

Eso refleja la idea meritocrática, porque si las posibilidades son iguales para todos, los ganadores merecen sus ganancias.

A medida que estas actitudes se afianzaban, la arrogancia meritocrática llevó a los ganadores a creer que su éxito era el resultado de sus propios talentos y del trabajo duro, y llevó la desmoralización y la humillación a los perdedores.

Y una de las formas más potentes y poderosas de reaccionar contra eso es la acción violenta y populista contra las élites.

Muchos trabajadores sienten que las élites los desprecian, que no los respetan, no respetan el tipo de trabajo que hacen.

Y eso creó una ira y un resentimiento cada vez más profundos entre los trabajadores, que sabían que estaban trabajando duro pero recibiendo menos dinero, porque los salarios de los trabajadores están estancados desde hace cuatro décadas.

Los partidos populistas autoritarios apelan a los agravios de esas personas que sienten que este sistema los desprecia, un resentimiento que las actitudes meritocráticas hacia el éxito han alimentado.

La mayoría de las ganancias de la globalización fueron a parar al 20% más rico, y la mitad inferior de los trabajadores no recibió ninguna de esas ganancias, ninguna. Pero no fue sólo exclusión económica.

También ese sentido de humillación que surge al sentir que las élites te menosprecian, que consideran que tú eres el culpable de tu propio fracaso y que si ellos tienen éxito es porque se lo han ganado. Eso creó la ira y el resentimiento al que apelaron figuras populistas autoritarias como Donald Trump.

Donald Trump, efectivamente, siempre ha criticado a las élites. Pero, al mismo tiempo, se ve a sí mismo como el resultado de la meritocracia, como un hombre que se ha hecho a sí mismo. Es un poco contradictorio, ¿no cree?

Donald Trump ha sido un hombre de negocios que ha ganado mucho dinero. Pero la ira y el resentimiento no son contra aquellos que aspiran a tener riqueza y una posición social.

De ese modo, y a pesar de tener mucho dinero, Donald Trump expresaba el sentimiento de agravio contra las élites meritocráticas, porque él mismo a lo largo de su carrera empresarial siempre se ha sentido despreciado por las élites financieras, las élites profesionales y las élites intelectuales de Nueva York.

Las actitudes ante el éxito han cambiado con el aumento de desigualdad.

Y hay mucha verdad en eso, nunca fue aceptado ni respetado por las élites de Nueva York o las élites meritocráticas.

Por eso siempre sintió una profunda inseguridad, que procedía de sentirse menospreciado. Y paradójicamente eso le permitió, a pesar de ser un hombre rico, expresar el sentimiento de resentimiento que muchos trabajadores sentían por las élites meritocráticas.

Y si la meritocracia no es buena, si no funciona correctamente, ¿qué deberíamos hacer para lograr sociedades más igualitarias?

Creo que deberíamos concentrarnos menos en preparar a la gente para la competencia meritocrática y centrarnos más en la dignidad del trabajo.

Debemos impulsar medidas y políticas que hagan la vida mejor y más segura para los trabajadores, independientemente de cuáles sean sus logros y títulos académicos.

En el libro ofrezco varias formas en las que podríamos cambiar el discurso político hacia esa dirección. Y en ese sentido me parece muy interesante la elección de Joe Biden como presidente de EE.UU. tras derrotar a Donald Trump.

Biden es el primer candidato demócrata a la presidencia en 36 años sin un título de una prestigiosa universidad de la Ivy League, ¡el primer candidato demócrata en 36 años!

Eso muestra cómo durante las últimas cuatro décadas el Partido Demócrata ha sido un reflejo del dominio de las élites meritocráticas.

Y creo que parte del éxito de Biden reside precisamente en que al no provenir de la élite meritocrática, ha sido capaz de conectar de manera más efectiva con los votantes de la clase trabajadora. Durante la campaña electoral, por ejemplo, Biden habló de la necesidad de renovar la dignidad del trabajo.

Pero no me malinterprete: no digo que debamos abandonar el proyecto de igualdad de oportunidades. Ese es un proyecto muy importante, moral y políticamente.

El error es asumir que crear más igualdad de oportunidades es una respuesta suficiente a las enormes desigualdades de ingresos y riqueza que ha provocado la globalización neoliberal.

La pandemia de coronavirus ha revelado la importancia fundamental que tienen para la sociedad muchos trabajos que sin embargo están muy mal pagados. ¿Cree que eso puede ayudar a cambiar mentalidades?

Potencialmente, sí. Puede ayudar a que asumamos que el dinero que mucha gente recibe por su trabajo no es la verdadera medida de su contribución al bien común, una idea errónea y que debemos de cambiar.

La experiencia de la pandemia proporciona una posible apertura para un debate público sobre lo que realmente es una contribución valiosa al bien común, más allá del veredicto del mercado laboral.

Aquellos de nosotros que tenemos el lujo de poder trabajar desde casa nos hemos dado cuenta de lo mucho que dependemos de algunos trabajadores a los que a menudo pasamos por alto.

No se trata sólo de aquellos que trabajan heroicamente en los hospitales cuidando a los pacientes de Covid, sino también de los trabajadores de reparto, los empleados en almacenes, el personal de supermercados, los conductores de camiones, los proveedores de atención médica a domicilio, los cuidadores de niño... Ninguno de esos trabajos es de los mejor pagados.

Y, sin embargo, ahora reconocemos a los que los hacen como trabajadores esenciales, como trabajadores clave. Así que la experiencia de la pandemia podría ser el comienzo de un debate público amplio sobre cómo reconocer la importancia del trabajo y las contribuciones a la sociedad que esas personas hacen.

Depende de nosotros, es una pregunta abierta. Pero creo que la experiencia de la pandemia ha puesto de relieve las desigualdades que existen en nuestras sociedades y la importante contribución de quienes sin embargo no obtienen las mayores recompensas por parte del mercado.

"A pesar de tener mucho dinero, Donald Trump expresaba el sentimiento de agravio contra las élites meritocráticas".

¿Considera entonces que esos trabajadores esenciales deberían estar mejor pagados?

Sí. Creo que se les debería pagar mejor como medida de emergencia durante esta pandemia. Pero también creo que deberían recibir en general un mejor salario, incluso cuando superemos la pandemia.

Reconocer el importante papel de los trabajadores esenciales durante esta pandemia debería impulsarnos a establecer un salario digno para todos los trabajadores.

Y también deberíamos proporcionar permisos pagados por enfermedad a todos los trabajadores durante la pandemia, porque muchos de esos trabajadores están poniendo en riesgo su salud al realizar el trabajo que hacen, mientras que el resto de nosotros podemos proteger nuestra salud quedándonos en casa.

Se les debería proporcionar un salario digno, permisos por enfermedad remunerados y otras medidas para mostrar el reconocimiento de la sociedad a la importancia de su contribución.

Un estudio de la New Economic Foundation de 2009 revela que algunos de los trabajos mejor pagados son socialmente muy destructivos, son trabajos que no aportan nada al bien común...

Así es, y de eso me ocupo en el capítulo 7 de "La Tiranía de la Meritocracia". ¿Por qué ganan por ejemplo tanto dinero los muy generosamente pagados ejecutivos de la industria financiera de Wall Street?

A veces asumimos que las transacciones financieras especulativas son algo de vital importancia para la economía y la sociedad.

Pero los estudios han demostrado, y cito algunos de esos estudios en el libro, que más allá de cierto punto, la ingeniería financiera compleja y la especulación no sólo no contribuyen a la productividad de la economía sino que en realidad es un lastre para la productividad, algo que daña a la economía real.

Y si eso es así, entonces recompensar a esos ejecutivos financieros pagándolos generosamente no es consistente con cómo se pagan las contribuciones verdaderamente valiosas a la economía y el bien común.

¿Y qué propone?
Propongo un cambio en la estructura tributaria. Sugiero que consideremos establecer un impuesto a las transacciones financieras especulativas y a la actividad financiera especulativa, que gravemos esa actividad y usemos el dinero recaudado para reducir el impuesto sobre el trabajo que en Estados Unidos pagan los trabajadores ordinarios.

El mensaje de mi libro es abrir un amplio debate público sobre lo que se considera una contribución verdaderamente valiosa a la economía y al bien común, y revisar nuestra política fiscal y otras políticas del mercado laboral para que éstas den mayor reconocimiento y respeto a aquellos que hacen contribuciones valiosas y que actualmente están mal pagados y poco reconocidos.

Muchos padres, ya sean ricos o pobres, inculcan a sus hijos que si se esfuerzan y trabajan duro lograrán las metas que se propongan, un mensaje muy meritocrático. ¿Es peligroso decirles eso?

Sí y no, depende. Por supuesto, que los padres animen a sus hijos a estudiar y trabajar mucho es una cosa buena que da a los jóvenes la inspiración y la motivación para esforzarse.

Eso es algo positivo, pero hasta cierto punto. Los padres deben tener cuidado y combinar ese mensaje con otro, deben animar a sus hijos a trabajar duro, pero no sólo para que puedan obtener un trabajo que les permita ganar mucho dinero, también debemos fomentar en nuestros hijos el amor por el aprendizaje en sí mismo.

No debemos convertir la educación sólo en un instrumento de progreso económico, porque eso privará a nuestros hijos del amor por el aprender por el placer de aprender.

Y otro aspecto importante que debemos inculcarles es que si tienen éxito el día de mañana será en parte gracias a su propio esfuerzo, pero en parte gracias también a sus maestros, a su comunidad, a su país, a los tiempos en que viven, a las circunstancias, a las ventajas de las que hayan podido disfrutar...

Enseñar a nuestros hijos que su éxito sólo es resultado de su propio esfuerzo podría hacerles olvidar que están en deuda con los demás, incluida su comunidad. Debemos criar niños que tengan un sentido de gratitud y humildad cuando tengan éxito.


http://www.neweconomics.org/

martes, 5 de enero de 2021

No pierda tiempo ni dinero

He insistido más de una vez en la importancia del etiquetado que los profesores y las profesoras hacemos en las aulas, sea sobre un alumno, un pequeño grupo o el grupo entero. Cuando esa etiqueta es de carácter negativo (“no podrás”, “no llegarás”, “no serás”, “no alcanzarás”…) se produce una invitación al fracaso. Las profecías de autocumplimiento, de las que habla Paul Watzlawick, son muy nocivas porque encierran una condena que, si no se rompe, lleva a los alumnos y a las alumnas al fracaso. La profecía de un suceso conduce al suceso de la profecía. Salvo reacción. La reacción de la rebeldía, del rechazo, de la fortaleza.

Estas profecías no tienen lugar solamente en el ámbito psicológico de las personas. También se producen en el terreno sociológico. Si se anuncia por todos los medios que el fin de semana habrá escasez de combustible en las gasolineras de la ciudad, muchos conductores acudirán a las estaciones de servicio con recipientes y se agotará la gasolina.

Me dicen algunos padres y algunas madres que insista sobre esta cuestión (que también puede producirse en la familia, por cierto), porque es más frecuente en las escuelas de lo que se podría suponer. Dada su importancia y la claridad que sobre el tema existe desde el punto de vista científico voy a plantear de nuevo la cuestión.

Lo haré a través de un nuevo caso que he conocido. Un caso que desvela la existencia de la profecía y también la evidencia de que esa profecía se puede romper con lucidez y valentía. Porque lo malo de este fenómeno no reside solamente en la formulación del veredicto destructivo. Está, sobre todo, en su aceptación del mismo por parte del interpelado. Si el que la recibe no la acepta, si el destinatario de la misma la rechaza, pierde su efecto demoledor.

María de los Huertos Toriani, maestra de mente, alma y corazón, me envía desde Uruguay este relato que quiero compartir con mis lectores y lectoras, con la explícita anuencia de la autora.

Prefiero reproducir literalmente el texto que me envía, con la recomendación de que el lector aplique las matizaciones semánticas que demanda la exégesis del contenido.

“Muchas veces a lo largo de la carrera docente, que ejerzo con absoluto compromiso, he sido testigo y protagonista de la casi esperada vociferación de designios sobre el futuro de niñas, niños y adolescentes.

Es que ya sea porque es inherente a la propia profesión, me refiero a la evaluación y elaboración de juicios sobre los otros (esos otros en crecimiento, en proceso) o por la demanda de las propias familias en relación a saber en qué son buenos sus hijos y en qué no, es que los docentes nos vamos acostumbrando y casi naturalizando a elaborar mandatos que repetimos y /o escuchamos una y otra vez.

Escuché una vez un mandato de un docente sobre mi hijo, en sexto año del liceo, al saber que se iba a inscribir en la facultad de Medicina, me dijo: no pierda tiempo ni dinero, ¿no se da cuenta que su hijo quedó con un examen justamente de biología?

Por supuesto que al ser docente me retiré del lugar solo dando las gracias por el tiempo dedicado, pero cuando llegué a mi casa le comenté a mi hijo lo expresado por esta persona, él solo me escuchó y entonces le dije: el que va a decidir si es bueno en algo o no eres tú, apuesto y confío en lo que deseas hacer. Hoy mi hijo transita el tercer año de facultad.

¿Qué hubiera pasado si yo hubiera escuchado? Me gustaría hoy encontrarme con ese docente y con todos los docentes que en esta etapa deben calificar y/o emitir juicios, para convencerlos de que los mandatos no son necesarios, no estamos obligados a hacerlos.

¿Qué lugar dejamos a la esperanza, qué horizonte dibujamos, desde qué lugar formulamos, qué oportunidades de confianza en ellos depositamos?

En esta culminación y en este año tan particular de pandemia, invito a que pensemos en dar devoluciones con justicia pero no MANDATOS”.

Hasta aquí el relato de la maestra. En este caso, la madre presta su ayuda al hijo para que pueda romper la profecía de quien desmonta con un argumento fútil el deseo del chico de estudiar medicina. La madre le dice al hijo que va a ser él quien decida qué es lo quiere hacer en la vida. Pero es también ella la que se rebela en primera instancia al no dar crédito al diagnóstico.

Imaginemos que la madre se hubiese adherido a la nefasta indicación y que hubiese apoyado el veredicto del profesor. Entonces, hubiese sido imposible levantar el peso de la doble losa.

Es evidente que lo que la maestra llama mandato consistía en una equivocada predicción, basada en el fracaso en la asignatura de biología. ¿Es ese un motivo suficiente para romper todos los sueños de un estudiante?

No hay mejor prueba del error de ese triste consejo que el hecho de que el hijo de la maestra María de los Huertos esté en tercer curso de Medicina. No hay señal más clara de que algo se puede hacer que el que ya se esté haciendo con éxito. Estoy seguro de que el hijo de la maestra llegará a ser un buen profesional de la medicina. Y, desde luego, su capacidad, su esfuerzo y su ilusión serán mucho más importantes para lograr el éxito que ese fracaso en una asignatura.

Los docentes tenemos el deber de alentar a nuestros alumnos y alumnas en la búsqueda de sus sueños, no la de robarles aquellos que están persiguiendo en su vida laboral o personal. Decía Albert Einstein: “Todos somos genios, pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar a los árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil”.

También recibe un notable castigo la sociedad en la que luego ese profesional ejercerá su profesión. En este caso contaría con un médico menos. Y esos posibles pacientes que recibirían su atención quedarían desprotegidos. Ya sé que estoy hablando de futuribles, pero resulta fácil imaginar lo que sucedería si todas esas predicciones negativas se hubieran tenido en cuenta por parte de sus destinatarios.

La maestra se mostró prudente y respetuosa con su colega, guardó silencio, dio las gracias por el tiempo dedicado y dejó para mejor ocasión la advertencia a su hijo: “el que va a decidir si es bueno en algo o no eres tú, apuesto y confío en lo que deseas hacer”.

Dice la madre que le gustaría encontrarse con ese docente y con los que hacen este tipo de profecías. También a mí. Lo he pensado muchas veces. Sería muy aleccionador para ellos saber que se han equivocado. Sería la mejor manera de aprender.

Especial cuidado deben tener los orientadores y orientadoras que, por oficio, tienen que ayudar a los alumnos y a las alumnas a realizar opciones académicas, personales y profesionales. Nunca deben olvidar que son ellos mismos (me refiero a los alumnos y a las alumnas) quienes tienen que pensar y decidir. Lo que, en última instancia, dicen los alumnos a los orientadores es: “ayúdame a hacerlo solo”. Es decir, ayúdame a pensar por mí mismo, a decidir por mí mismo, a responsabilizarme de mi vida. Las cosas que decimos dan forma al futuro de los destinatarios de nuestros consejos.

He contado esta historia real porque podemos aprender de ella. Es lo que se llama escarmentar en cabeza ajena. Estamos puestos ahí por la sociedad para animar, ayudar, motivar, impulsar, hacer crecer. Cuando utilizamos nuestro conocimiento y nuestra influencia para desalentar, silenciar, hundir y romper los sueños de nuestros hijos e hijas, de nuestros alumnos y alumnas estamos traicionando la esencia de nuestra tarea, el sentido profundo de nuestro trabajo.

Fuente: El Adarve.

domingo, 13 de diciembre de 2020

_- El "mejor maestro del mundo" de 2020 que donó la mitad de su premio a los otros finalistas

_- Poco después de ser reconocido con el Premio Global a la Enseñanza, el indio Ranjitsinh Disale ya había repartido la mitad de su remuneración con los otros finalistas.

En total, recibió US$1 millón como reconocimiento por contribuir a la mejora de la educación de niñas en una aldea de India.

Los profesores "siempre creen en dar y compartir", dijo Disale, y dio el ejemplo dando la mitad del premio a los otros profesores que integraron la lista de los mejores 10.

El Premio Global a la Enseñanza, también conocido como el "Nobel de la Educación", se entrega anualmente al ganador de entre un grupo de docentes que "hayan realizado una contribución sobresaliente a su profesión".

Este año, además, se entregó un premio especial, el "Héroe Covid", que ganó el profesor británico Jamie Frost por gestionar un portal web gratuito para repasar matemáticas.

Los ganadores fueron anunciados por el actor británico Stephen Fry durante una ceremonia virtual.

Pero, ¿Qué hizo tan especial a Disale para merecer el prestigioso galardón?

La educación, "un derecho innato"
Disale enseña en la escuela primaria Zilla Parishad de la aldea india Paritewedi, en una zona propensa a las sequías del estado occidental de Maharashtra.

Los jueces de la competición galardonaron a Disale por trabajar y asegurar que niñas en desventaja social acudan a la escuela y consigan grandes resultados en lugar de acabar ineducadas y sometiéndose a matrimonios prematuros.

El premio fue anunciado en una ceremonia en línea por el actor británico Stephen Fry.

Disale también da clases de ciencia en línea para alumnos en 83 países y gestiona un proyecto internacional para conectar jóvenes en diferentes zonas de conflicto.

"En estos tiempos difíciles, los maestros dan lo mejor de sí mismos para asegurar que cada estudiante accede al derecho innato de una buena educación", dijo Disale, de 32 años.

Proyecto innovador y revolucionario
Cuando Disale llegó a su primera escuela, esta se encontraba en un edificio dilapidado, clavado entre un establo de ganado y un trastero.

La mayoría de sus alumnas venían de comunidades tribales donde no se prioriza la educación y es común que acaben contrayendo matrimonio en la adolescencia.

Por si fuera poco, el plan de estudios no estaba adaptado al idioma principal de sus estudiantes, el kannada.
El ganador dijo que ser profesor es "dar y compartir" y dividió su premio.

Tras un gran esfuerzo, Disale aprendió este idioma y adaptó todos los libros de texto desde primero a cuarto grado de enseñanza. Además, utilizó códigos QR que incorporaban audios con poemas, videoconferencias, historias y tareas en kannada.

A través de estos códigos, Disale también diseñó una enseñanza personalizada según la necesidad de cada estudiante.

Su impacto, según el portal del galardón, ha sido "extraordinario": ya no hay matrimonios adolescentes en la aldea y el 100% de las niñas va a la escuela.

Recientemente, su escuela recibió el premio a la mejor del distrito y el 85% de sus estudiantes sacan las máximas notas en los exámenes anuales.

Su innovación con los códigos QR ha supuesto una revolución en la educación del país.

El uso de códigos QR se ha generalizado para reforzar la educación en India.

Tras su éxito, el estado de Maharashtra introdujo este esquema en su territorio para los cursos de primer a decimosegundo grado.

En 2018, el ministerio de Educación de India anunció que todos los libros de texto del Consejo Nacional de Investigación e Información Educativa integrarían códigos QR.

Además de su labor docente, Disale también ha contribuido a luchar contra la desertificación del estado donde enseña. En los últimos 10 años, las zonas verdes se han incrementado de un 25% a un 33%.

En total, 250 hectáreas de tierra alrededor de su aldea se salvaron de la desertificación.

'Héroe Covid'
La decisión de compartir su premio incluyó a otro candidato, ganador del premio especial "Héroe Covid": el británico Jamie Frost.

Jamie Frost recibió el premio especial "Héroe Covid".

Frost, profesor de la escuela Tiffin en Kingston-upon-Thames, en las afueras de Londres, fue elogiado por su trabajo dirigiendo la plataforma de aprendizaje en línea DrFrostMaths, que ayudó a las familias con niños que estudiaban desde casa durante el confinamiento.

El profesor de matemáticas advirtió que la pandemia había agravado las desigualdades educativas.

"Es por eso que he pasado cada hora que pude adaptando mi plataforma de aprendizaje en línea gratuita para ayudar a los estudiantes de todo el mundo a salir de sus aulas", dijo.

El primer ministro británico, Boris Johnson, elogió la "creatividad e ingenio" de Frost y los maestros ganadores.


Jamie Frost es profesor de matemáticas y enseña en la escuela Tiffin, Kingston-Upon-Thames. Es uno de esos profesores extremadamente apasionados que siempre estuvo destinado al aula, aunque al principio no se diera cuenta. Como estudiante de la Universidad de Oxford, ganó el Premio de Investigación de Microsoft a la mejor disertación de tesis. Luego realizó un doctorado en Ciencias de la Computación. Mientras enseñaba, como parte de sus estudios de posgrado, la respuesta positiva y entusiasta de sus estudiantes lo inspiró, haciéndole darse cuenta de que tenía una verdadera pasión y talento para la profesión, por lo que organizó una semana de experiencia laboral en su antigua escuela.

Jamie Frost, además de enseñar en la escuela Tiffin, también ha creado y administra el sitio web “DrFrostMaths”, una plataforma gratuita de aprendizaje en línea con recursos didácticos, videos y un banco de preguntas de exámenes para aprender matemáticas. El sitio fue desarrollado tanto para apoyar a estudiantes de bajo rendimiento escolar, como para llegar a aquellos que no tienen acceso a clases de matemáticas. Sin embargo, ahora ha superado ampliamente esa ambición.

La plataforma ahora es un éxito mundial, con recursos de aprendizaje que se han descargado más de seis millones de veces, con visitas diarias a la página alrededor del medio millón y, a menudo, a más de 800 usuarios en simultáneo. Los datos y anécdotas sugieren que el sitio es utilizado de alguna manera por más de la mitad de todas las escuelas secundarias del Reino Unido. Jamie viaja internacionalmente para hablar sobre sus métodos de enseñanza y sus recursos se han utilizado en todo el mundo para brindar enseñanza a escuelas en Zimbabwe, a estudiantes discapacitados e incluso a jóvenes de 18 a 21 años en una prisión de Ohio, EEUU.