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martes, 5 de enero de 2021

No pierda tiempo ni dinero

He insistido más de una vez en la importancia del etiquetado que los profesores y las profesoras hacemos en las aulas, sea sobre un alumno, un pequeño grupo o el grupo entero. Cuando esa etiqueta es de carácter negativo (“no podrás”, “no llegarás”, “no serás”, “no alcanzarás”…) se produce una invitación al fracaso. Las profecías de autocumplimiento, de las que habla Paul Watzlawick, son muy nocivas porque encierran una condena que, si no se rompe, lleva a los alumnos y a las alumnas al fracaso. La profecía de un suceso conduce al suceso de la profecía. Salvo reacción. La reacción de la rebeldía, del rechazo, de la fortaleza.

Estas profecías no tienen lugar solamente en el ámbito psicológico de las personas. También se producen en el terreno sociológico. Si se anuncia por todos los medios que el fin de semana habrá escasez de combustible en las gasolineras de la ciudad, muchos conductores acudirán a las estaciones de servicio con recipientes y se agotará la gasolina.

Me dicen algunos padres y algunas madres que insista sobre esta cuestión (que también puede producirse en la familia, por cierto), porque es más frecuente en las escuelas de lo que se podría suponer. Dada su importancia y la claridad que sobre el tema existe desde el punto de vista científico voy a plantear de nuevo la cuestión.

Lo haré a través de un nuevo caso que he conocido. Un caso que desvela la existencia de la profecía y también la evidencia de que esa profecía se puede romper con lucidez y valentía. Porque lo malo de este fenómeno no reside solamente en la formulación del veredicto destructivo. Está, sobre todo, en su aceptación del mismo por parte del interpelado. Si el que la recibe no la acepta, si el destinatario de la misma la rechaza, pierde su efecto demoledor.

María de los Huertos Toriani, maestra de mente, alma y corazón, me envía desde Uruguay este relato que quiero compartir con mis lectores y lectoras, con la explícita anuencia de la autora.

Prefiero reproducir literalmente el texto que me envía, con la recomendación de que el lector aplique las matizaciones semánticas que demanda la exégesis del contenido.

“Muchas veces a lo largo de la carrera docente, que ejerzo con absoluto compromiso, he sido testigo y protagonista de la casi esperada vociferación de designios sobre el futuro de niñas, niños y adolescentes.

Es que ya sea porque es inherente a la propia profesión, me refiero a la evaluación y elaboración de juicios sobre los otros (esos otros en crecimiento, en proceso) o por la demanda de las propias familias en relación a saber en qué son buenos sus hijos y en qué no, es que los docentes nos vamos acostumbrando y casi naturalizando a elaborar mandatos que repetimos y /o escuchamos una y otra vez.

Escuché una vez un mandato de un docente sobre mi hijo, en sexto año del liceo, al saber que se iba a inscribir en la facultad de Medicina, me dijo: no pierda tiempo ni dinero, ¿no se da cuenta que su hijo quedó con un examen justamente de biología?

Por supuesto que al ser docente me retiré del lugar solo dando las gracias por el tiempo dedicado, pero cuando llegué a mi casa le comenté a mi hijo lo expresado por esta persona, él solo me escuchó y entonces le dije: el que va a decidir si es bueno en algo o no eres tú, apuesto y confío en lo que deseas hacer. Hoy mi hijo transita el tercer año de facultad.

¿Qué hubiera pasado si yo hubiera escuchado? Me gustaría hoy encontrarme con ese docente y con todos los docentes que en esta etapa deben calificar y/o emitir juicios, para convencerlos de que los mandatos no son necesarios, no estamos obligados a hacerlos.

¿Qué lugar dejamos a la esperanza, qué horizonte dibujamos, desde qué lugar formulamos, qué oportunidades de confianza en ellos depositamos?

En esta culminación y en este año tan particular de pandemia, invito a que pensemos en dar devoluciones con justicia pero no MANDATOS”.

Hasta aquí el relato de la maestra. En este caso, la madre presta su ayuda al hijo para que pueda romper la profecía de quien desmonta con un argumento fútil el deseo del chico de estudiar medicina. La madre le dice al hijo que va a ser él quien decida qué es lo quiere hacer en la vida. Pero es también ella la que se rebela en primera instancia al no dar crédito al diagnóstico.

Imaginemos que la madre se hubiese adherido a la nefasta indicación y que hubiese apoyado el veredicto del profesor. Entonces, hubiese sido imposible levantar el peso de la doble losa.

Es evidente que lo que la maestra llama mandato consistía en una equivocada predicción, basada en el fracaso en la asignatura de biología. ¿Es ese un motivo suficiente para romper todos los sueños de un estudiante?

No hay mejor prueba del error de ese triste consejo que el hecho de que el hijo de la maestra María de los Huertos esté en tercer curso de Medicina. No hay señal más clara de que algo se puede hacer que el que ya se esté haciendo con éxito. Estoy seguro de que el hijo de la maestra llegará a ser un buen profesional de la medicina. Y, desde luego, su capacidad, su esfuerzo y su ilusión serán mucho más importantes para lograr el éxito que ese fracaso en una asignatura.

Los docentes tenemos el deber de alentar a nuestros alumnos y alumnas en la búsqueda de sus sueños, no la de robarles aquellos que están persiguiendo en su vida laboral o personal. Decía Albert Einstein: “Todos somos genios, pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar a los árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil”.

También recibe un notable castigo la sociedad en la que luego ese profesional ejercerá su profesión. En este caso contaría con un médico menos. Y esos posibles pacientes que recibirían su atención quedarían desprotegidos. Ya sé que estoy hablando de futuribles, pero resulta fácil imaginar lo que sucedería si todas esas predicciones negativas se hubieran tenido en cuenta por parte de sus destinatarios.

La maestra se mostró prudente y respetuosa con su colega, guardó silencio, dio las gracias por el tiempo dedicado y dejó para mejor ocasión la advertencia a su hijo: “el que va a decidir si es bueno en algo o no eres tú, apuesto y confío en lo que deseas hacer”.

Dice la madre que le gustaría encontrarse con ese docente y con los que hacen este tipo de profecías. También a mí. Lo he pensado muchas veces. Sería muy aleccionador para ellos saber que se han equivocado. Sería la mejor manera de aprender.

Especial cuidado deben tener los orientadores y orientadoras que, por oficio, tienen que ayudar a los alumnos y a las alumnas a realizar opciones académicas, personales y profesionales. Nunca deben olvidar que son ellos mismos (me refiero a los alumnos y a las alumnas) quienes tienen que pensar y decidir. Lo que, en última instancia, dicen los alumnos a los orientadores es: “ayúdame a hacerlo solo”. Es decir, ayúdame a pensar por mí mismo, a decidir por mí mismo, a responsabilizarme de mi vida. Las cosas que decimos dan forma al futuro de los destinatarios de nuestros consejos.

He contado esta historia real porque podemos aprender de ella. Es lo que se llama escarmentar en cabeza ajena. Estamos puestos ahí por la sociedad para animar, ayudar, motivar, impulsar, hacer crecer. Cuando utilizamos nuestro conocimiento y nuestra influencia para desalentar, silenciar, hundir y romper los sueños de nuestros hijos e hijas, de nuestros alumnos y alumnas estamos traicionando la esencia de nuestra tarea, el sentido profundo de nuestro trabajo.

Fuente: El Adarve.

lunes, 10 de abril de 2017

_--Golden5, el proyecto basado en lo positivo que quiere revolucionar la educación. "No es buenismo, sino satisfacer las necesidades psicológicas básicas del alumnado", asegura la responsable del método.

_--María José Lera, doctora en Psicología y experta en temas de calidad educativa, se dio cuenta hace tiempo de un detalle.
Observó que, cuando un niño de 12 meses da sus primeros pasos, sus padres le felicitan y le animan a que continúe intentándolo a pesar de que camina fatal. "Se le da un sentimiento de confianza que hace que quiera seguir caminando. Y a base de intentarlo, lo logra", apunta. A continuación se hizo una pregunta: ¿Por qué esa actitud positiva no se repite para todo? ¿Por qué cuando un alumno no sabe hacer una multiplicación sale la mirada negativa de los profesores en lugar de apoyarlo?

Fruto de reflexiones de ese tipo, Lera, profesora titular en la Universidad de Sevilla, lanzó junto a expertos de otros cuatro países un proyecto educativo llamado Golden5, que fue galardonado con el Premio Europeo Comenius de la Comisión Europea de Educación. Con él persigue dotar de herramientas al profesorado para conseguir un buen clima en el aula que mejore la motivación de los estudiantes, su bienestar psicológico y su rendimiento académico.

¿Y cómo se logra eso? El procedimiento de Lera es sencillo: profesores y colegios se ponen en contacto con ella y con su equipo, que se desplazan donde sea menester para formar a los docentes. Hasta ahora, el proyecto está siendo un éxito especialmente en la zona de Algeciras y en el País Vasco, donde lo aplican 200 centros, casi todos en la provincia de Guipúzcoa.

EL PROBLEMA PRINCIPAL: LA FALTA DE MOTIVACIÓN, NO LA FALTA DE CAPACIDAD.
"Se consigue una mejora notable del rendimiento académico de los niños y del aula en sólo seis semanas. Y también mejora la autoestima de los estudiantes. En cuanto al profesorado, dicen que son más felices y están mejor desde que aplican el programa", asegura la experta.

El truco, afirma, consiste en cambiar la mirada de los profesores hacia una visión positiva. Dice que es la que tienen en los países nórdicos como Noruega, siempre referentes en temas educativos. El Golden5 parte de una premisa: el problema principal en las aulas es la falta de motivación de los estudiantes, que provoca conductas disruptivas y que el profesorado genere una emoción negativa porque el alumno no hace lo que se le pide.

Lo malo lleva a lo malo y lo bueno lleva a lo bueno, centrarnos en los aciertos y recompensarlos, no echar sermones negativos con los errores. Fomentar y premiar la atención, el modelamiento y el moldeamiento.
Para corregir esa falta de motivación, el Golden5 recoge varias estrategias motivacionales que, según asegura Lera, se llevan aplicando con éxito durante muchos años en ámbitos como el deporte pero han pasado de perfil por la educación. La más importante de ellas es conseguir que los profesores resalten únicamente lo positivo del alumno, dejando lo negativo a un lado.

"EL ERROR debemos utilizarlo para reflexionar, estudiar las causas y buscar la solución en adelante, nos sirve para corregir la enseñanza y mejorar el aprendizaje, no para castigar, HAY QUE MINIMIZARLO"
 "Cuando uno comete un error, el error no se debe magnificar, sino que hay que minimizarlo para que no pase nada, darle aliento para que pueda seguir trabajando y hacerle ver que sí que puede. La mirada de culpabilización es un error porque acarrea actuaciones negativas que llevan a que el otro tenga menos confianza. Y ya empezamos: menos confianza, menos motivación, peor comportamiento. Y lo malo lleva a lo malo y lo bueno lleva a lo bueno", explica la experta.
https://youtu.be/d2yqlT8MZO0
Lera admite que esa mirada negativa es la que sale de forma natural porque "cuando las cosas salen como están previstas, y generalmente prevemos el éxito, no se dice nada". Es decir, cuando alguien saca un 10 en un examen, lo habitual es no decir nada, o como mucho dar una pequeña enhorabuena. "Pero cuando no sale lo que tú esperas y el alumno fracasa, suspende, hace mal los ejercicios, entonces surge la necesidad de decir algo", explica mientras asegura que eso es un error.

Aquí hay una falta de conciencia de las repercusiones que tienen las cosas que decimos. El lenguaje, las palabras y la entonación son muy importantes.
Subraya que, si el profesor destaca lo bueno de un alumno, ese estudiante se va a quedar con lo positivo. "La próxima vez que le salga mal algo de matemáticas, dirá: ah, pero yo era muy bueno en matemáticas, lo que pasa es que tengo un mal día. Y seguirá hacia delante", afirma. Y dice que estos comportamientos son habituales en países como Finlandia o Noruega. "Aquí hay una falta de conciencia de las repercusiones que tienen las cosas que decimos", se lamenta.

¿UN MÉTODO QUE CREA PROFESORES BLANDOS?
Pero la contra argumentación es obvia y es la que se le plantea constantemente a los responsables del Golden5. Si sólo se destaca lo positivo, ¿cómo se puede corregir lo negativo? ¿no va a provocar ese comportamiento que el profesor pierda autoridad en el aula, que se construya una imagen de blando? ¿cómo va a saber un niño abordar el fracaso si nadie le ha hecho ver sus propios errores?

Lera responde con una metáfora: "Es como si tú sabes que cuando pase un tiempo vas a tener menos comida. Y dices: vamos a empezar ya a no comer para estar preparado. Pues no. Porque entonces cuando venga no vas a estar preparado, sino hambriento y te vas a sentir peor y te vas a sentir enfermo. Al contrario, come mucho ahora para que cuando venga el mal tiempo estés con fuerza".

No van a ser más fuertes porque le comentemos antes los errores. La fortaleza se fomenta con la superación de dificultades con éxito.
La experta insiste en que el niño "necesita que le destaquen sus fortalezas, estar fuerte en sus expectativas de autoeficacia" para que cuando llegue el fracaso tenga estrategias para autorregularse y decir: 'No pasa nada porque yo esto lo supero". "No es buenismo, sino satisfacer las necesidades psicológicas básicas del alumnado. Aplicar las teorías más básicas de la psicología del desarrollo. No va a ser más fuerte porque le comentemos antes los errores. Al contrario, porque va a ir con desconfianza", zanja.

LO MALO, "EN PRIVADO Y EN VOZ BAJA, con tono de ayuda, aclaración, aviso, advertencia, no de reproche o castigo". El alumno siente que las palabras son de respeto y cooperación en el proceso de enseñanza-aprendizaje, en el camino del conocimiento. Nunca de sorna, ironía o humillación. 
El Golden5 se basa también en el llamado 'efecto audiencia'. Lera explica que el profesorado debe tomar conciencia de que nunca tiene que decir en público lo que el niño hace mal porque su audiencia lo comparte. "El niño va a sentir que no sólo el profesor ve que él no vale, sino que 25 niños van a percibirlo también. Con lo cual va a creerse que no vale. Si aplicamos ese efecto audiencia a algo positivo, 25 niños van a percibir que es muy bueno y se creerá que es muy bueno", indica.

Por eso, recomienda a los docentes decir lo bueno en público. Y lo malo callárselo y decírselo "por detrás al niño, en bajito". "Decir en público a los chavales cosas que están mal lleva a la confrontación y a la desmotivación. Porque si tengo 15 años y me has hecho sentir humillado en el aula, yo voy a empezar con comportamientos disruptivos", asevera.

¿A ti qué te parece el método? Puedes votar en nuestra encuesta. http://m.huffingtonpost.es/2017/03/27/golden5-el-proyecto-basado-en-lo-positivo-que-quiere-revolucion_a_21897793/

lunes, 4 de abril de 2016

16 cosas que he aprendido enseñando. El profesor español que quedó finalista del Global Teacher Prize nos explica qué cosas ha aprendido de sus alumnos y de su experiencia

1. Que debemos hacernos muchas preguntas. Los alumnos me han hecho preguntas maravillosas. Por ejemplo: "¿Por qué tenemos dobleces en las orejas?". Ellos me han enseñado a admirarme otra vez por lo que nos rodea y a valorar las pequeñas cosas.

2. Que la escuela no es una burbuja. No es solo un lugar donde adquirir conocimientos: en la escuela también se aprende a vivir en sociedad y es el lugar perfecto para ayudar a los padres a educar a sus hijos. Así que el conocimiento es solo una parte: el hacerles conscientes de que somos parte de la sociedad y darles herramientas para ser seres sociales es fundamental.

3. Que debemos sintonizar con el mundo de los niños. No debemos arrastrar a los niños hasta el mundo de los adultos e intentar que piensen como nosotros, porque todavía no han vivido en la adultez. Sin embargo, los adultos sí hemos sido niños, por lo que, para hacernos entender, nosotros tenemos que hacer el viaje hasta su mundo.

4. Que no se trata de cambiar a los niños sino nuestra perspectiva de ellos. En mi libro hablo de un alumno al que descubrí escupiendo en el asiento de mi moto como respuesta a una mala nota. Al año siguiente, me tocó ser su tutor, y le pregunté: "¿Qué es lo que más te gusta?". Me dijo que le gustaba escribir cuentos, así que le pedí que transformara en cuentos las unidades de ciencias, para luego explicarlas a sus compañeros. Finalmente aprobó todo porque su autoestima había aumentado.

5. Que no hay alumnos imposibles. Hay alumnos con los que me ha costado conectar. Curiosamente, son los que más me han enseñado. Creo que muchas veces los abordamos de forma negativa, como reprendiéndoles de antemano: "¿Por qué haces esto?" o "¿Por qué haces aquello?". Es mejor acercarse de forma positiva: "A ti, ¿qué es lo que te gusta hacer? ¿Qué puedes enseñar a los demás?".

6. Que podemos cambiar la competitividad por la cooperación. Dedico los primeros días de clase a hablar sobre respeto y cooperación. Abro esas puertas para que ellos las crucen durante el curso. Por lo general, siempre da buenos resultados. En el aula tenemos un programa en el que los alumnos con más facilidades para las distintas materias se convierten en "altruistas", mientras que quienes tienen más dificultades son "buscadores". Siempre se ayudan y se animan entre ellos.

7. Que las clases sean divertidas no significa que den malos resultados. Más bien es lo contrario. Pese a que las clases puedan ser divertidas y que hagamos actividades donde participan más de lo normal, es fundamental hablar con los alumnos sobre autoexigencia positiva, sobre la necesidad de que sean exigentes consigo mismos.

8. Que nuestra vida está llena de ideas para las clases. De niño, yo era una persona extremadamente tímida, lo que me trajo algunos problemas. Y no quiero que a mis alumnos les ocurra lo mismo, así que los invito a que se suban encima de las mesas y a que expresen lo que piensan. Si nos detenemos a pensarlo, la expresión oral debería estar más presente en las escuelas, porque es una herramienta que usamos cada día de nuestra vida.

9. Que los alumnos deben ir felices a clase. Si un adulto se cansa de su trabajo, tiene la posibilidad de marcharse. Sin embargo, los niños no tienen ese margen de elección, así que debemos esforzarnos en que se sientan cómodos.

10. Que te pueden enseñar muchas cosas que ellos llevan dentro. Por ejemplo, en una escuela con niños poco interesados en los estudios, había un chico que tocaba el cajón flamenco. Le pedí que, un rato antes de cada clase, me enseñara a tocarlo. Los demás alumnos se unieron a sus lecciones y comenzaron a venir al aula con más ganas.

11. Que por encima de la vocación está la actitud. El año previo a la universidad aún no tenía claro a qué dedicarme: que si filología inglesa, que si periodismo, que si filosofía... Al final opté por la primera, por una razón muy sencilla: era la única que podía estudiarse en Zaragoza. Al empezar la carrera, me veía como traductor o intérprete, pero cuando empecé a buscar trabajo me encontré delante de 25 niños, y aquello me encantó. Tuve suerte.

12. Que el humor es necesario en las aulas. Los niños suelen ser felices. Cuando un niño pasa varios días sin reírse, hemos de preguntarnos qué le ocurre, porque no es normal.

13. Que los maestros, los padres y la administración debemos entendernos. La educación es algo que nos incumbe a todos, así que todos albergamos nuestras propias opiniones. Pero debemos trabajar de una manera coordinada. Jamás se conseguirá nada tirando piedras de unos tejados a otros porque, en el fondo, los únicos perjudicados van a ser los niños.

14. Que siento repelús cuando los medios se refieren a mí como "el mejor profesor de España". Me siento muy afortunado por haber sido finalista en el Global Teacher Prize, pero eso no me convierte en el mejor maestro de España. Hay multitud de maestros que trabajan en la misma dirección y que se merecen el mismo reconocimiento. Los medios de comunicación deberían sacar a la luz esas historias.

15. Que los maestros no debemos olvidar por qué elegimos esta profesión. Cuando una maestra llega por primera vez a una escuela, su rostro, lleno de ilusión, lo ilumina todo. Debemos ser perseverantes, porque en esta profesión hay gente desilusionada. Uno de nuestros retos es contagiar a toda esa gente que hace tiempo que perdió la ilusión por esta profesión, mostrándoles todas las cosas maravillosas que podemos hacer.

16. Que todos los niños y niñas tienen algo que todos los seres humanos tenemos: la necesidad de sentirse queridos, el anhelo de sentirse escuchados y el deseo de sentirse útiles. Y que, por encima de todas las metodologías que puedan aparecer, debemos ir a lo básico y construir sin olvidar jamás esos principios.

http://verne.elpais.com/verne/2016/03/23/articulo/1458749516_864305.html

miércoles, 7 de octubre de 2015

3 claves para motivar a tu hijo cuando no quiere estudiar. Demostrarles el valor del esfuerzo, regañar pero darles refuerzos positivos y educar con el ejemplo son algunas de las ideas de los expertos

“Es que estudiar es un rollo”
Esa es la frase que nuestros hijos nos suelen repetir cuando les mandamos hacer los deberes o prepararse ese examen que sabemos que apenas se han mirado. El problema es que no nos paramos a pensar que detrás de esa frase hay más de lo que parece. Puede que lo que nuestro hijo necesite en ese momento no sea solo una orden, sino motivos para ponerse a estudiar. Puede que el problema no sea falta de capacidad, sino falta de motivación.

Es lógico, vivimos en una sociedad en la que la prensa del corazón y los programas de televisión nos ofrecen modelos a seguir más que cuestionables, y al final, es fácil que se caiga en esa idea de “es que estudiar no sirve para nada”. Esa es la idea contra la que intenta luchar David Calle, uno de los profesores online más conocidos de la red gracias a su portal en YouTube Unicoos, donde ofrece clases gratuitas de ciencias, que han sido la salvación de muchos alumnos. “Los niños y los jóvenes no son conscientes de la dificultad más allá del confort de sus habitaciones, y no ven que personas que admiran han llegado hasta dónde están a base de trabajar más duro que nadie”, por lo que “es nuestra obligación transmitirles esperanza, pero también grandes dosis de realidad”.

De hecho, el profesor se plantea que si por algo han destacado sus vídeos respecto a otros de contenido similar, es por la energía que transmite a sus alumnos. “No paro de insistirles en que si se esfuerzan no hay casi nada que no puedan conseguir. Y trato de ser el primero que no se rinde nunca, que trabaja como un loco, que no para una día tras otro de hacer cosas diferentes para mejorar, con tal de servirles de inspiración y que sepan que todo tiene su recompensa, pero que viene acompañado de esfuerzo”. Y es que se educa más con el ejemplo, que con la palabra.

NO TE RINDAS NUNCA (perseverancia)
En ese buscar ideas diferentes para mejorar, David Calle acaba de publicar el libro ‘No te rindas nunca’ (Planeta), que lejos de ser un libro de ciencias, es un manual en el que buscar la motivación que a veces les falta a nuestros hijos, y que nosotros no sabemos muy bien cómo inspirarles. “El libro propone otra forma de ver las cosas, para que afronten todos los retos que les esperan de forma más optimista y más positiva. Para que piensen que el primer beneficiado serán ellos mismos. Además, incluye varios capítulos dedicados a consejos para estudiar y preparar los exámenes, para que puedan descubrir que no hay nada imposible”. De esta forma, y al más estilo “twitter”, con frases cortas y directas, el autor recoge datos, anécdotas, historias de personajes conocidos, esquemas e ideas que sirven a modo de consejos, pero también de inspiración. Así acuña ideas como aquella de “no se trata de ser el mejor, sino lo mejor que puedas llegar a ser tú mismo”.

Planteando cómo la motivación es un aspecto clave de la educación, la pedagoga Cristina Conde, explica que “los educadores creemos que es clave generar en nuestros alumnos motivación, que tengan ganas de aprender, curiosidad, incertidumbre”. Desde su perspectiva profesional, esta muchas veces puede generarse haciendo preguntas para que ellos mismos busquen las respuestas, aunque después se les ayude a aclarar los conceptos y a buscar ejemplos que les ayude a entenderlo. Igualmente, no se olvida de la importancia del refuerzo positivo. “El refuerzo positivo consiste en valorar todo aquello que hacen bien y reconocérselo con frases como ‘muy bien’, ‘eso es’, ‘estas mejorando mucho’, ‘sigue así’. Y es que muchas veces nos acordamos de realizar las críticas, pero no de dar las necesarias “palmaditas”, como un “tú vales mucho, no te rindas nunca”.

UNA NUEVA FORMA DE EDUCAR
Pese a estas ideas, Cristina Conde opina que uno de los motivos por los que muchas veces los alumnos se enfrentan a sus tareas de clase con falta de motivación es simplemente “por la obligatoriedad con la que se toman las actividades. Además, normalmente se estudia por motivación extrínseca, es decir, para alcanzar las recompensas prometidas o para evitar los castigos. Sin embargo, cuando un alumno estudia con motivación intrínseca, es decir, por interés propio, es entonces cuando aprende de verdad”.

Para ello, quizás, lo que sea necesario es dar otra perspectiva a la educación, que desde el punto de vista de la experta también puede apoyarse en las posibilidades que aportan las nuevas tecnologías. “Las tablets, plataformas educativas, o los juegos educativos online son herramientas extraordinarias para captar la atención de los alumnos y realizar sesiones más dinámicas y atrayentes”, aporta la pedagoga, que insiste en que “la combinación de diferentes elementos permite crear sesiones adaptadas a las necesidades de los niños de nuestro tiempo. Además, sea cual sea la metodología elegida, es conveniente buscar siempre la participación del alumnado”.

En ese sentido, David Calle, tras años de experiencia, tanto en academias como de “profesor online”, recuerda una frase de W. B. Yeats: “Enseñar no es como llenar un cubo, sino como encender una hoguera”, y es que en su opinión “eso es lo que debemos hacer los profesores en las aulas, y los padres en sus casas, encender hogueras”.

LA ACTITUD DE LOS PADRES
Para el autor de ‘No te rindas nunca’(persistencia), es igual de importante lo que ocurre dentro de las aulas como fuera de ellas, y es que muchas veces la desmotivación viene de casa. “No creo en el castigo, creo más en el refuerzo positivo que en el negativo, pero lo que no tiene sentido es que después de haber suspendido varias asignaturas les compremos un nuevo móvil, el último modelo de zapatillas o una videoconsola. No puede premiárseles si no están dando todo lo que tienen (para lo que es importante conocer a nuestros hijos)”, agregando que “lo que sí podemos premiar son sus éxitos, por muy pequeños que sean, proporcionalmente, por supuesto…”

Así, el consejo de David Calle, que además de su propia faceta de padre, acostumbra a tratar con sus alumnos en las redes sociales, es que “los padres deben ser exigentes, un equilibrio entre firmes, pero cariñosos. Debemos regañarles, desde el cariño y el respeto, pero debemos hacerlo. De hecho, les ayuda a tolerar el fracaso y a aceptar la crítica”. Y es que, en su libro llama a los jóvenes a reflexionar sobre la frase “si tus padres fueran tus amigos serías huérfano”. Pese a ello, recuerda que también es bueno compartir con nuestros hijos tanto nuestros éxitos, como nuestros fracasos, “que sepan que nadie es infalible, pero que el esfuerzo y el trabajo duro tiene recompensas”.

Cristina Conde, por su parte, recuerda que si obviamente todos queremos lo mejor para nuestros hijos, “en ocasiones madres y padres se desesperan y pierden la paciencia, cosa que tampoco ayuda.”. Así, su recomendación es que “los padres piensen como les gustaría a ellos que se lo explicaran, teniendo en cuenta la edad que tienen sus hijos”. De esta forma concluye apuntando que “hoy en día el estrés y las prisas con las que viven muchos adultos no ayuda a sus hijos a asimilar los conocimientos que necesitan para su desarrollo”, por eso, no viene mal que también nos podamos apoyar en las tecnologías y en libros motivacionales para buscar esas ideas que nosotros mismos no encontramos.

http://smoda.elpais.com/articulos/como-motivar-a-nuestros-hijos-para-que-estudien/6820