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martes, 9 de julio de 2024

El poder del juego.

Los científicos son admirados, los deportistas son adorados.

 Qué grandes serían Newton y Einstein si además supieran regatear como Mbappé Al parecer el primate aprendió a pensar y a desarrollar la inteligencia jugando. De hecho, al Homo sapiens actual sentado en las gradas del estadio le conmueve más el cerebro el gol marcado de cabeza por la escuadra en el descuento que da la victoria a su equipo que haber levantado las Pirámides, construido el Partenón, inventado el alfabeto, escrito la Odisea, elaborado el teorema de Pitágoras, descubierto la ley de la gravedad, desarrollado toda la ciencia y la técnica necesarias para poder viajar a Marte. Recuerdo aquella noche en que los tres astronautas norteamericanos llegaron a la Luna. La gente observó la hazaña en silencio, entre incrédula y sobrecogida. No se oyó en los alrededores ni aplausos ni gritos. Los vecinos permanecieron callados. Algunos ni se lo creen todavía. En cambio, el famoso gol de Iniesta el 11 de julio de 2010 levantó una explosión casi planetaria de júbilo salido de las entrañas. Los científicos son admirados, los deportistas son adorados. 

 Qué grandes serían Newton y Einstein si además supieran regatear como Mbappé. Al final de unos juegos olímpicos de la antigua Grecia hubo que demoler parte de la muralla de Siracusa para que pudiera entrar en la ciudad la cohorte que acompañaba a uno de sus atletas que volvía coronado con hojas de acebuche por haber vencido en la carrera de cuadrigas. Sin embargo, Arquímedes, que acababa de descubrir en la bañera el principio de física que lleva su nombre, recorrió desnudo las calles gritando ¡Eureka! y lo tomaron por un loco. Hoy el mundo está estructurado como un circo, de manera que media humanidad permanece sentada contemplando cómo en la pista la otra mitad juega, hace el payaso y se degüella sin más. Puede que el dinero y la mafia instalada en los palcos de honor hayan podrido todo el deporte, pero hay un momento glorioso en la cancha en que el atleta arrebata ese segundo al tiempo, ese centímetro al espacio que estaban en poder de los dioses. Y solo por eso son adorados.

sábado, 11 de mayo de 2024

La famosa carta de Einstein en la que dice que Dios es producto de la "debilidad humana" se subastó por US$2,9 millones

La carta de Einstein

FUENTE DE LA IMAGEN,REUTERS

Pie de foto,La carta, de dos páginas y escrita en alemán, está fechada 3 de enero de 1954.

Una de las cartas más famosas de Albert Einstein se vendió en US$2,9 millones, arrasando el precio previsto en la subasta que se celebró en Christie's este martes, en Nueva York.

Antes de que cayera el martillo, la misiva firmada que el físico envió desde Princeton, Estados Unidos, al filósofo judío alemán Eric Gutkind tenía un precio estimado en entre 1 y 1,5 millones de dólares.

El lote estaba compuesto además por el libro de Gutkind "Escoger la vida: la llamada bíblica a la rebelión", que el autor envió a Einstein, el sobre original y una foto del filósofo.

Con la célebre "Carta de Dios", Einstein fusiona sus pensamientos sobre la religión, su identidad judía y su propia búsqueda del sentido de la vida, al tiempo que refuta los argumentos que Gutkind desarrolla en la obra.


La carta, de dos páginas y escrita en alemán, está fechada 3 de enero de 1954. Einstein tenía entonces 75 años y moriría en Estados Unidos un año después.

Dios y la Biblia

Aunque la carta empieza de forma muy diplomática, no deja lugar a dudas sobre la crítica que hace al libro. "La palabra Dios no es para mí más que la expresión y el producto de la debilidad humana", escribía el físico de su puño y letra.

Con un lenguaje llano y sin florituras, Einstein califica la religión judía de "encarnación supersticiosa" como lo son todas las religiones y la Biblia "una colección de leyendas "venerables pero bastante primitivas".

Albert Einstein

Albert Einstein

FUENTE DE LA IMAGEN,CENTRAL PRESS

Pie de foto,
El pensamiento de Einstein sobre la religión estuvo muy influenciado por la obra del filósofo Baruch Spinoza. "Ninguna interpretación, sin importar cuán sutil sea, cambiará mi punto de vista sobre esto".

"Y el pueblo judío al que pertenezco gustosamente, y en cuya forma de pensar me siento profundamente anclado, no tiene para mí ningún tipo de dignidad diferente a la del resto pueblos. Según mi experiencia, en realidad no son mejores que otros grupos humanos", decía el científico.

De acuerdo en lo esencial

"Escoger la vida" fue el tercer libro de Gutkind. En él presentaba la Biblia como un llamado a la lucha, y al judaísmo e Israel como entes incorruptibles. Y aunque Einstein critica abiertamente esto, en su carta señala las cosas que ambos sí tenían en común.

"Ahora que he expresado de forma abierta nuestras diferencias en lo que respecta a las convicciones intelectuales, todavía tengo claro que estamos muy cerca en lo esencial, es decir, en nuestras evaluaciones del comportamiento humano", escribe Einstein.

"Creo que nos entenderíamos muy bien si conversáramos sobre cosas concretas", concluye.

Aunque provenía de una familia judía, el pensamiento de Einstein hacia la religión se moldearía para siempre durante su estadía en Zurich, cuando los libros del filósofo Baruch Spinoza cayeron en sus manos.

El dios de Spinoza era un dios amorfo e impersonal responsable del orden del universo y la impresionante belleza de la naturaleza. Esta línea de pensamiento, que incluye un fuerte sentido del determinismo, resonó profundamente en el científico.

Subasta de la "Carta de Dios"
Subasta de la "Carta de Dios"

FUENTE DE LA IMAGEN,REUTERS

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La "Carta de Dios" logró venderse en el doble de los US$1,5 millones anticipados.

La "vida feliz"

No es la primera vez que una carta de Einstein es subastada.

El año pasado, una nota escrita a una estudiante de química italiana que había rehusado reunirse con él alcanzó US$6.100.

Se vendió junto con otra serie de cartas de Einstein, incluyendo una nota de 1928 que alcanzó US$103.000, en la que planteaba sus ideas para la tercera etapa de su teoría de la relatividad.

En 2017, una nota en la que ofrecía consejos sobre cómo vivir feliz se vendió en US$1,56 millones, en Jerusalén.

Consiste de una sola frase que lee: "Una vida calmada y humilde traerá más felicidad que la búsqueda del éxito y la constante inquietud que viene con eso".

lunes, 6 de mayo de 2024

Einstein en Japón: 6 reflexiones (y una es sobre la felicidad)

Einstein junto a su esposa en una ceremonia del té

A primera vista, intenso y correspondido: así fue el amor de Albert Einstein por Japón.

No fue sólo su sociedad sino el alma de sus habitantes lo que lo cautivó.

El físico se embarcó hacia la nación nipona en 1922, desde Marsella, en una gira que lo llevaría a diferentes países.

Cuando desembarcó en Japón, el 17 de noviembre, lo esperaba una multitud ansiosa por ver a una de las personas más famosas del planeta.

Había una Einstein manía. Los auditorios en los que expuso su trabajo científico se llenaban en su totalidad.

Era la primera vez que el científico pisaba ese país y en un diario personal que escribió (no para ser publicado) dejó ver sus impresiones sobre sus anfitriones.

Una japonesa sonriendo

Una japonesa sonriendo

FUENTE DE LA IMAGEN,ISTOCK/GETTY IMAGES

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El físico halló la sonrisa japonesa "misteriosa".
De la mano de Ze'ev Rosenkranz, editor de "Los diarios de viaje de Albert Einstein: el Lejano Oriente, Palestina y España 1922-1923" ("The Travel Diaries of Albert Einstein: The Far East, Palestine, and Spain, 1922 - 1923"), BBC Mundo se adentra en un Einstein sin filtros, en un Einstein más introspectivo que reflexiona sobre "su propia identidad y la de los demás".

Rosenkranz es el director asistente del Einstein Papers Project, un proyecto del Instituto de Tecnología de California que ha reunido, traducido y publicado miles de documentos del Nobel alemán y que cuenta con el patrocinio de la Universidad de Princeton de Estados Unidos y la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Estas son seis reflexiones sobre el país que lo acogió como a una estrella:

1. Modales delicados
El padre de la teoría de la relatividad expresó su admiración por la elegancia de los japoneses y por la delicadeza de sus modales.

Dos japonesas saludándose

Dos japonesas saludándose

FUENTE DE LA IMAGEN,ISTOCK/GETTY IMAGES

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El refinamiento de los modales de los japoneses cautivó a Einstein.

"Pensaba que la sonrisa y la personalidad japonesas eran muy misteriosas", señala Rosenkranz.

El sentido del orden así como la limpieza le fascinaron.

La ceremonia del té o chanoyu, que para muchos representa la esencia de lo japonés, fue una tradición que le gustó.

Consiste en servir el té en un ambiente tranquilo para tomarlo, sentado en el piso y sin zapatos, con un familiar, un amigo o un grupo pequeño de invitados.

Es un ritual, influenciado por el budismo, que busca celebrar ese momento, celebrar el presente.

Dos geishas sirviendo el té 

Dos geishas sirviendo el té

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La ceremonia del té es una parte esencial de la cultura japonesa. "Einstein alabó la calma del alma japonesa", indica el académico.

A sus habitantes los percibía como "muy cálidos" y con sentido del humor.

"Llegó a comparar el temperamento de los japoneses con el de los italianos, lo cual resulta muy interesante", dice el editor.

"A Einstein le atraía mucho Italia, admiraba su arquitectura y arte, pero para él, Japón fue una experiencia muy especial, algo que nunca había vivido en ninguna otra parte".

2. En armonía con su entorno
"Después de tres semanas de estar en Japón, Einstein declaró su amor por el país, especialmente por su arquitectura, sus viviendas, sus templos, sus jardines", le cuenta a BBC Mundo el académico.

Estaba encantado con la belleza del paisaje y notó que los japoneses se encontraban "unidos en armonía con la naturaleza y eso se expresaba en su arte".

Paisaje

Paisaje

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El Nobel alemán quedó fascinado con los paisajes que vio en las diferentes ciudades de Japón que visitó. "Quedó extremadamente impresionado con las artes, especialmente las visuales", indica el historiador.

Aunque le fascinaron la pintura y el tallado en madera, halló el teatro "muy exótico".

Ilustración antigua: Puerta del templo Shinto hecha por Hiroshige 

Ilustración antigua: Puerta del templo Shinto hecha por Hiroshige I

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Las artes plásticas japonesas impresionaron a Einstein. En esta imagen se ve una ilustración antigua: "Puerta del templo Shinto" hecha por Hiroshige I.

De hecho, en una parte de su diario se llega a preguntar si su fuerte inclinación artística se debe a una "disposición natural".

Sin embargo, una manifestación artística que lo perturbó un poco fue el canto.

"Lo encontró extraño, incómodo y alienante", indica el investigador.

3. Mucho menos materialismo que en Occidente
"Einstein tuvo múltiples identidades: como alemán, como suizo, como judío, como europeo y como occidental", indica Rosenkranz.

Paisaje japonés 

Paisaje japonés

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Las casas, los templos, la arquitectura en general enamoró al científico que sólo visitó Japón en una oportunidad. "En sus diarios de viaje vemos que era muy europeo en sus actitudes y opiniones".

Y así fue como el creador de la teoría de la relatividad vio a Japón y a los otros países que visitó: con un lente europeo.

"Algo que es realmente interesante es que sus diarios revelan una clara discrepancia entre sus pronunciamientos públicos, que eran progresistas y humanitarios (que invitaban a la tolerancia), y algunos pasajes de sus notas privadas, en los que expresaba prejuicios y estereotipos sobre las personas que conoció", indica el experto.

Personas caminando por Tokio 

Personas caminando por Tokio

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Einstein le advirtió a Japón que "no se volviera demasiado occidentalizado y materialista". Hoy, la nación asiática es uno de los centros financieros del mundo globalizado.

Su opinión de los japoneses era muy positiva, comparada con la que se formó de los chinos, a quienes describió como "obtusos".

 Sin embargo, en esos mismos escritos, expresó su repudio a la actitud de superioridad de algunos europeos, a quienes calificó de "insensibles y materialistas".

De hecho, "hizo una advertencia para que Japón no se volviera demasiado occidentalizado y materialista", señala Rosenkranz.

"No quería que Japón estuviera influenciado por el carácter materialista de las sociedades occidentales"

Ze'ev Rosenkranz
Y es que, para Einstein, los japoneses, cuya modestia lo cautivó, eran "menos ostentosos y materialistas que los occidentales".

Tenía una posición ambivalente, explica el experto. Por una parte se mostraba precavido para que Japón no adoptara ciertos valores occidentales y, por otra parte, quería que ese país acogiera la ciencia y la educación occidental.

Einstein y su esposa Elsa.

Einstein y su esposa Elsa.

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Pie de foto
En su viaje a Japón, Einstein estuvo acompañado de su esposa, Elsa. Esta foto es de otro viaje que hicieron en 1932. "No quería que Japón estuviera influenciado por el carácter materialista de las sociedades occidentales ni por su ritmo de vida apresurado, agitado" y competitivo.

Y en otra sección de su diario, manifestó lo que le pareció "una falta de curiosidad científica, la cual lo llevó a creer en una cierta inferioridad intelectual" de los japoneses.

Clase de ciencia 

Clase de ciencia

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El Nobel alemán destacó la importancia de que Japón fomentara la educación científica.

Pero esa curiosidad científica que Einstein llegó a cuestionar es uno de los factores que ha contribuido a que Japón haya avanzado tanto en el área científica en las últimas décadas.

Por citar sólo un ejemplo, los japoneses han ganado 25 premios Nobel, la mayoría de ellos en ciencias. Ningún otro país no occidental lo iguala en galardonados.

Desde 1949, los científicos nipones han conquistado el Nobel de Física en siete oportunidades; el de Química en seis ocasiones y el de Medicina en cuatro ediciones.

Tres fueron de Literatura y uno de la Paz.

4. El interés individual subordinado al colectivo
Un aspecto de la sociedad japonesa que atrajo a Einstein es lo que él describió como la armonía social.

Niños en un circulo 

Niños en un circulo

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La combinación de los intereses individuales con los de la sociedad llamó la atención del padre de la teoría de la relatividad. De acuerdo con Rosenkranz, el científico notó con admiración que "el individuo subsumía sus necesidades a las del colectivo".

"Él percibió la sociedad japonesa como muchísimo menos individualista que las sociedades occidentales y mucho más humilde", indica el editor.

Las seis semanas que estuvo en Japón le permitieron ir más allá de los estereotipos, algo que -reflexiona el historiador- no sucedió en China, donde estuvo unos pocos días: "Su impresión de los chinos fue muy superficial" y ofensiva.

En cambio, su opinión sobre Japón fue muy positiva desde el principio, en parte porque llegó a establecer relaciones cercanas con algunos japoneses.

Una de esas amistades lo llevó a concluir que la cohesión familiar en Japón era mucho más fuerte que en Occidente.

Familia japonesa

Familia japonesa

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En su diario de viaje, Einstein resaltó lo que calificó como la cohesión en el núcleo familiar japonés.

"Quedó impresionado con la familia de su anfitrión, quien era el director de la publicación progresista que lo invitó a Japón. Le llamó la atención la armonía que había en la casa, donde vivía no sólo su anfitrión con su esposa y sus dos hijos, sino otras personas", cuenta Rosenkranz.

Einstein percibió que "todos vivían en armonía entre sí".

"Le impactó lo que él vio como el típico autocontrol japonés dentro de la sociedad, lo cual -consideró- contribuía a la armonía social y pensó que eso era algo que Occidente podía aprender de Japón".

5. Amor por la nación
La gira de Einstein por Asia, Medio Oriente y España se produjo en momentos en que Alemania era sacudida por la turbulencia política.

Einstein y su esposa Elsa.

Einstein y su esposa Elsa.

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Su esposa lo acompañó en muchos de sus viajes.

"Hubo muchos asesinatos e intentos de asesinato, especialmente de figuras judías y de la izquierda, a manos de extremistas de la derecha radical", recuerda Rosenkranz

"En junio de 1922, pocos meses antes de que Einstein se embarcara en ese viaje, se desencadenó un factor decisivo: el asesinato del ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, el judío Walther Rathenau".

Tras lo sucedido, Einstein estaba determinado a abandonar Alemania definitivamente, "pero pocas semanas después revirtió su decisión y pensó que era un buen momento para estar lejos de Berlín por unos seis meses, que fue lo que duró su viaje".

Un niño japonés junto a la ecuación de la teoría de la relatividad 

Un niño japonés junto a la ecuación de la teoría de la relatividad

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El Japón que acogió a Einstein lo admiraba profundamente.

Era claro que al científico no le gustaban los nacionalismos, pero le conmovió el patriotismo de los japoneses, el amor por su país.

Según el historiador, le impresionó ver cuán emocionados se pusieron los japoneses que viajaban con él cuando el barco se acercaba a su tierra.

También le pareció interesante que, en su opinión, algunos japoneses percibieran al emperador como "un dios".

6. El camino hacia felicidad
Cuando el padre de la teoría de la relatividad se encontraba en su habitación en el Hotel Imperial de Tokio, un mensajero llamó a su puerta. Tenía un paquete para él.

Tras recibirlo, Einstein se dio cuenta de que no tenía dinero para darle una propina.

Notas escritas por Einstein

Notas escritas por Einstein

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Pie de foto,
Pie de foto,Un mensajero del hotel en el que Einstein se hospedaba se quedó, por muchos años, con el secreto de la felicidad de Einstein. Le pidió que esperara y agarró dos hojitas con el membrete del hotel y una pluma.

Escribió: "Una vida humilde y tranquila trae más felicidad que la persecución del éxito y la constante inquietud que implica".

En la segunda hoja escribió: "Donde hay una voluntad, hay un camino".

Y las firmó.

Una señora sentada en un banco con una estatua de Einstein 

Una señora sentada en un banco con una estatua de Einstein

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Pie de foto,

Un homenaje a Einstein en Tokio. La estatua evocaba una celebre foto... Einstein 
Einstein

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Pie de foto,...  ésta que fue tomada en 1951.

Se las entregó al mensajero y le dijo que algún día esas notas tendrían valor.

En octubre de 2017, una casa de subastas de Jerusalén  las vendió por US$1.560.000.

Lo que escribió en la capital japonesa trascendió como la teoría de la felicidad de Einstein.

Aunque no es claro si había llegado a ella hacía mucho tiempo atrás o si fue Japón el que lo inspiró a concebirla, lo cierto es que los japoneses lo marcaron.

Así se lo dejó ver a sus hijos en una carta en la que les contaba sobre sus viajes:

"De todas las personas que he conocido, los japoneses son los que más me gustan, pues son modestos, inteligentes, considerados y tienen una inclinación por el arte", escribió, según la biografía de Walter Isaacson "Einstein: Su vida y Universo" ("Einstein: His Life and Universe").

lunes, 21 de agosto de 2023

Oppenheimer y Einstein: la complicada relación entre el "padre" de la bomba atómica y el nobel de Física


Albert Einstein y Robert Oppenheimer

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Albert Einstein y Robert Oppenheimer convivieron en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.


“Ahora te toca lidiar con las consecuencias de tu logro”. 

 Esa es la frase que el físico Albert Einstein le dice a su colega Robert Oppenheimer en una de las escenas finales de Oppenheimer, la película que narra como este último se convirtió en la década de 1940 en el “padre” de la bomba atómica al liderar el Proyecto Manhattan del gobierno de EE.UU. 

 En el filme Einstein aparece en la última etapa de su vida, cuando compartía los espacios del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton con Oppenheimer, quien fue director de la institución de 1947 a 1966.

 Eran dos de los más importantes científicos de su época, pero mantenían importantes diferencias, tanto por cómo entendían la física, como por la forma en que creían que sus investigaciones podrían servir -o perjudicar- al mundo. 

 “Fuimos colegas cercanos y algo amigos”, dijo Oppenheimer en una conferencia en París en 1965, en la que se conmemoraba el décimo aniversario de la muerte de Einstein. 

 En su película, aspira a hacerse con 13 premios en la 96ª edición de los Oscarel director Christopher Nolan pone a los dos físicos a conversar en unos diálogos que, aunque ficticios, reflejan la relación de un abrumado Oppenheimer que buscaba el consejo de un paternal Einstein. Y es que, aunque en la vida real mantenían importantes diferencias, se tenían mucho respeto.

 Tom Conti y Cillian Murphy en una escena de Oppenheimer .

Tom Conti y Cillian Murphy en una escena de Oppenheimer

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 Pie de foto, Tom Conti interpreta a Albert Einstein y Cillian Murphy a Robert Oppenheimer en la película de Christopher Nolan. 

 Dos vidas en paralelo 

Cuando el joven Robert Oppenheimer se graduó y especializó en física teórica en la década de 1920, Einstein ya era nobel de Física y una figura clave de la ciencia por su Teoría de la Relatividad General (1915) y otros trabajos que influyeron en el científico estadounidense. 

 En medio de la creciente persecución a los judíos en Alemania, Einstein salió de Europa y se instaló en Princeton, Nueva Jersey, en 1932, donde continuó sus trabajos. 

Un tiempo después, en agosto de 1939 firmó la carta dirigida al presidente Franklin D. Roosevelt escrita por su colega Leó Szilárd, en la cual advertían a la Casa Blanca de que Alemania podría desarrollar una bomba atómica por los hallazgos científicos de la fisión del uranio en el país europeo. 

Esto presuntamente precipitó la creación del ultrasecreto Proyecto Manhattan al frente del cual el gobierno de EE.UU. situó a Oppenheimer en 1942, cuando ya era uno de los científicos más destacados en su campo. La carta Szilárd-Einstein.
 
La carta Szilárd-Einstein

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 La carta escrita por Szilárd y firmada por Einstein fue enviada al presidente Roosevelt en agosto de 1939. 

 Según diversas fuentes, aquel Einstein de 64 años no fue incluido en el proyecto por su origen alemán y sus ideas de izquierda. Pero también influyeron las diferentes concepciones sobre las teorías de la física que existían entre él y Oppenheimer. 

 Kei Bird y Martin J. Sherwin afirman en su el libro biográfico “Prometeo americano: el triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer” (en el cual se basa la película de Nolan) que el físico estadounidense pensaba en Einstein “como un santo patrón vivo de la física, no como un científico en activo”

 Nolan trató de reflejar en su película el tipo de relación que había entre ambos: “Vi la relación entre ellos como la del maestro que había sido sustituido y cuyo trabajo había sido asumido por el más joven”, contó el director al diario The New York Times. 

 ¿Participó Einstein en la bomba atómica? 

Con el Proyecto Manhattan en marcha, la película muestra a un Oppenheimer dubitativo sobre el alcance que podría tener una detonación como la de la bomba atómica que desarrollaba. Acude a Einstein para conocer su opinión. Sin embargo, esta fue una licencia creativa del director estadounidense, pues realmente esos intercambios no ocurrieron como se muestran en el filme. 

 “Una de las pocas cosas que he cambiado es que no fue a Einstein a quien Oppenheimer consultó al respecto, sino a Arthur Compton, quien dirigió un puesto de avanzada del Proyecto Manhattan en la Universidad de Chicago”, explicó Nolan al diario neoyorquino. 

“Einstein es la personalidad que la gente conoce entre la audiencia”, añadió. The Gadget antes de la prueba

The Gadget antes de la prueba

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Pie de foto,

Oppenheimer y su equipo desarrollaron la primera bomba atómica. 

 Oppenheimer trabajó entre 1943 y 1945 en el Laboratorio de Los Álamos, en Nuevo México, a miles de kilómetros de Princeton. No está claro si en todo este tiempo el físico estadounidense tuvo algún encuentro o consultas con Einstein. 

Pero el mismo Oppenheimer se refirió en 1965 a las afirmaciones de que Einstein había participado de alguna manera en la creación de aquella arma de destrucción masiva. “Las afirmaciones de que trabajó en la creación de la bomba atómica eran en mi opinión, falsas”, dijo en la conferencia de París de ese año.

Desde su punto de vista, la carta de 1939 en la que instaban al presidente Roosevelt a poner atención a las capacidades alemanas de desarrollo de una bomba atómica “no tuvo prácticamente efecto alguno” en el gobierno de EE.UU.

 “Ahí va un tonto” 

Después de exitosa prueba de la primera bomba atómica, Oppenheimer enfrentó el problema moral de que su trabajo fuera empleado como un arma de destrucción masiva y no solo como una amenaza, como ocurrió en agosto de 1945 en los bombardeos a Hiroshima y Nagasaki. 

Diversos científicos, entre ellos Einstein, Szilárd y otros condenaron que las bombas fueran arrojadas sobre las ciudades japonesas, pues consideraban que ese país ya estaba prácticamente derrotado. 

La trama de la película de Nolan explora cómo Oppenheimer intentó persuadir al gobierno de Washington de la necesidad de establecer límites al uso de la tecnología que había desarrollado. Pero los políticos se volvieron en su contra y cuestionaron su pasado cercano a los comunistas, considerándolo un riesgo para la seguridad nacional, por lo que tuvo que testificar ante un comité gubernamental. 


 Cillian Murphy en Oppenheimer 

Cillian Murphy en Oppenheimer

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En su filme, Nolan trata de reflejar el agobio que siente Oppenheimer por las consecuencias de la bomba. 

Bird y Sherwin cuentan en su libro que Einstein le dijo a Oppenheimer que "no tenía la obligación de someterse a la caza de brujas, pues había servido bien a su país”, según la conversación que presenció la secretaria del físico estadounidense, Verna Hobson. 

 Le dijo que “si este era el premio que le ofrecía Estados Unidos, debería darle la espalda". 

 Sin embargo, Hobson aseguró que Oppenheimer “amaba Estados Unidos” y que tal amor “era tan profundo como su amor por la ciencia”. 

“Einstein no entiende”, le dijo Oppenheimer a Hobson. 

 Para el nobel de Física, Oppenheimer no debía esperar mucho de Washington. Y le dijo a su secretaria señalando a Oppenheimer tras aquella conversación: "Ahí va un narr (tonto en alemán)", según cuentan Bird y Sherwin. 

Robert Oppenheimer y Albert Einstein en una reunión personal en Princeton

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Como director de Princeton, Oppenheimer mandó instalar una antena en la casa de Einstein para que escuchara los conciertos de música clásica de Nueva York que tanto le gustaban, según Bird y Sherwin. 

 A pesar de sus desacuerdos, ambos se tenían mutua admiración y respeto, aunque a su manera. 

Einstein es recordado por decir que Oppenheimer era “un hombre inusualmente capaz, de educación polifacética” al que admiraba "por su persona, no por su física"

 A su vez, al conmemorar los 10 años de la muerte de Einsten y los 50 años de la Teoría General de la Relatividad, Oppenheimer celebró de manera muy peculiar los aportes del genio de origen alemán. 

 “El trabajo inicial de Einstein fue paralizantemente hermoso, pero lleno de errores”, dijo Oppenheimer en París al explicar que para la compilación de los trabajos de Einstein en la que participó hizo falta una década de correcciones. 

Pero añadió: “Un hombre cuyos errores toman 10 años en ser corregidos es un gran hombre”.