Mostrando entradas con la etiqueta Carl Sagan. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Carl Sagan. Mostrar todas las entradas

lunes, 16 de mayo de 2022

Carl Sagan y Ann Druyan: cómo el famoso cosmólogo y la documentalista se enamoraron buscando sonidos para los extraterrestres


Carl Sagan y su prometida Ann Druyan en el Waldorf-Astoria alrededor de 1980 en la ciudad de Nueva York.

A unos 320 millones de kilómetros de distancia hay dos asteroides en órbita perpetua. Giran alrededor del Sol, y sus órbitas son como dos anillos de boda entrelazados.

El primero se llama 2709 Sagan, llamado así por el famoso científico planetario Carl Sagan.

El otro es 4970 Druyan, llamado así por su esposa y colaboradora Ann Druyan.

La pareja se enamoró mientras trabajaba en un proyecto verdaderamente extraordinario: hacer un disco recopilatorio para extraterrestres, patrocinado por la NASA, que sigue viajando a través del espacio a bordo de dos sondas espaciales robóticas.

En ese disco hay un mensaje especial sobre la experiencia de estar enamorado. Si los extraterrestres alguna vez se apoderan de él y descubren cómo descifrarlo, será el amor de Ann por Carl lo que pasará a la historia como el prototipo.

"No hagas preguntas estúpidas"
De cierta forma, Ann no parecía la persona ideal para el trabajo de elegir los mayores éxitos de la humanidad para la NASA.

Había sido una buena estudiante en Queens, Nueva York, en los años 50, hija de un trabajador de la confección y una escritora frustrada.

Pero un día se desencantó de la educación formal cuando una profesora la humilló.

"Nos estaba hablando de Pi y cuando dijo que el valor de era 3.14, etc. empecé a tener una experiencia casi mística. Me invadió un sentimiento de alegría en expansión".

"Levanté la mano, muy emocionada, y dije: 'Señora Ramírez, ¿está diciendo que la relación del radio con la circunferencia de un círculo es la misma para todos los círculos de todo el Universo?' Y ella me miró, furiosa, y dijo: 'No hagas preguntas estúpidas'".

"La alegría del descubrimiento se convirtió en algo vergonzoso. En ese momento perdí el entusiasmo por las matemáticas o ciencias".

Se matriculó en la universidad, pero la dejó y se entregó a la contracultura.

"Nuestros ojos se encontraron"
"Cuando llegaron los años 60, fui tan feliz. Tras las restricciones y la supresión de los años 50, había llegado una apertura mágica de todo. Fui a cada manifestación y participé en todo el júbilo de la contracultura".

Salió con el sobrino de Duke Ellington por un tiempo, conoció a la familia y se la pasaba con la "gente chévere", en reuniones con músicos, como John Lennon, y escritores y cineastas, como Nora Ephron, quien un día la invitó a cenar.

"Recuerdo vívidamente escuchar esa risa fantásticamente libre, atractiva y cautivadora proveniente de este hermoso hombre que estaba acostado en la alfombra de la sala de estar de Nora con las manos entrelazadas detrás de su cuello".

"Nuestros ojos se encontraron. Y lo que siguió fue una conversación maravillosa sobre el béisbol y León Trotsky, y prácticamente todo bajo el Sol: el comienzo de una relación absolutamente espectacular".

No había nada romántico entre Ann y Carl en ese momento ni durante los siguientes tres años.

"Trabajamos juntos en un proyecto y nos dimos cuenta de que estábamos sincronizados y teníamos una hermosa complementariedad y así, para mi alegría eterna, cuando el proyecto discográfico Voyager se hizo realidad, una de las primeras personas a las que Carl recurrió fue a mí... y ¡qué suerte tuve de que lo hiciera!"

"Fue increíble"
El proyecto planeaba enviar un mensaje a los extraterrestres a bordo de las sondas Voyager 1 y Voyager 2.

Corría el año 1977. La misión era ir más allá de lo que cualquier nave espacial había ido antes: sobrevolar Júpiter y Saturno, transmitiendo imágenes y datos a la Tierra. Luego a Neptuno y Urano antes de explorar los confines de nuestro Sistema Solar y finalmente el espacio interestelar.

Tanto la Voyager 1 como la Voyager 2 han llegado al "espacio interestelar" y cada una continúa su viaje único a través del Universo.

Si los extraterrestres alguna vez se topaban con las sondas, encontrarían un disco con imágenes y sonidos destinados a reflejar a los terrícolas.

Carl estaba a cargo y reunió un pequeño equipo, que incluía a su esposa Linda, además de su amiga Ann y su novio Tim.

"Fue increíble. Había abandonando la universidad. Tenía 4 o 5 empleos para mantenerme, y estaba escribiendo mi primera novela".

"Carl sabía de mi pasión por la música, y también le gustaba mi forma de pensar. Tan pronto como la NASA aprobó el proyecto, me dijo: 'Quiero hacer esto contigo'; le dije: 'Voy a necesitar un título', porque, como mujer, estaba acostumbrada a no ser escuchada, interrumpida e invisible".

"Además sabía que como no tenía ninguna credencial académica, sin un título, sería muy difícil acceder al tipo de material que soñaba con poner en el disco. Dijo: 'Puedes ser la directora creativa'".

"Me quedé atónita. Significaba que podía decir: 'Hola. Soy la directora creativa de un proyecto de la NASA para crear un mensaje interestelar'. Aunque algunos pensaban que estaba loca, sonaba muy bien".

El sonido del mundo
Ann fue la encargada de crear la lista de reproducción del disco de oro de las Voyager.

"La idea era acudir a varios etnomusicólogos para que el disco no fuera una producción imperial de la música de Estados Unidos, o sólo música europea.

"Realmente quería que fuera completamente global y averiguar qué piezas eran consideradas grandiosas en otras culturas en lugar de incluir las pocas de otros países que los estadounidenses y los europeos se dignaban escuchar.

"La otra cosa que Carl me pidió que hiciera fue crear un ensayo sonoro: contar la historia de nuestro planeta con los sonidos de la Tierra".

¿Cuáles sonidos?
Además de "Sonidos de la Tierra", los discos llevan la inscripción: "Para los creadores de música: todos los mundos, todos los tiempos" grabada a mano en su superficie.

"Quise contar la historia en orden cronológico, empezando con los sonidos geológicos de la Tierra -volcanes, terremotos, rayos, vientos, lluvia, mar-. Luego, los sonidos de la vida -cantos de pájaros, elefantes y animales de todo tipo- hasta que empiezas a escuchar los sonidos de los primates. Y en última instancia, la risa de un humano.

"Es la de Carl, la misma que escuché por primera vez cuando nos conocimos".

"Después de eso, la tecnología humana -trenes, código morse, sirenas de barcos- para pasar al sonido de un beso y el rugido de la multitud en un estadio".

"Además, me conectaron durante una hora a todo tipo de maquinaria que parecía de muy alta tecnología en 1977 para detectar el movimiento ocular, ondas cerebrales, el sonido de mi corazón, mientras yo meditaba sobre la historia de nuestro planeta, y -al final- sobre la gran gloria del amor.

"Así que, al final, está esa grabación personal de mi meditación, junto con el sonido más distante jamás registrado en ese momento: la frecuencia de un púlsar, una estrella de neutrones que gira rápidamente.

"Ese sonido del púlsar y el sonido de mis ondas cerebrales son los sonidos más íntimos y los más distantes del disco... y son muy similares".

¿Y lo malo?
Todo suena maravilloso, pero ¿Qué decir de las voces levantadas en la ira o de la guerra, de esos aspectos menos positivos pero igual de humanas?

"Ese fue uno de los grandes debates. La pregunta era: ¿Contamos toda la historia sobre nosotros? Porque también había 116 imágenes en el disco y nos cuestionamos si debíamos mostrar la nube de hongo, Auschwitz, Camboya, lo que hicieron los belgas en el Congo...

Hay fórmulas, gráficos, ilustraciones y fotografías de lugares, gente, actividades.

"Dimos vueltas y vueltas y al final Carl quiso enviar sólo lo que era hermoso porque esas otras cosas podían ser malinterpretadas: ¿eran una amenaza? ¿un alarde?

"En su opinión, no se podía comunicar cuán profundamente nos duelen estos terribles crímenes que nuestra especie ha cometido".

Un honor para privilegiados
Esa es una muestra de cuán grande era la responsabilidad que tenían sobre sus hombros: representar a la humanidad para los extraterrestres.

"El presupuesto era de apenas US$18.000, que era para transporte y cosas por el estilo. No se destinó dinero a ninguna de las personas involucradas, porque era un honor participar".

Así que la tarea estuvo en manos de seis personas blancas que podían permitirse el lujo de no ser pagadas durante seis meses, una sección muy privilegiada de la población mundial.

"Estábamos decididos a incluir música, sonidos, pensamientos, saludos, no solo en 59 idiomas humanos, sino hasta en el idioma de las ballenas jorobadas.

"Para las selecciones estadounidenses de música, por ejemplo, terminamos con sólo tres artistas, y todos eran afroamericanos.

"Y lo hicimos porque estábamos decididos a no agravar el pecado de la apropiación cultural de una forma de arte que, para EE.UU. y Europa en ese momento, sólo era aceptable si se traducía en la obra de artistas blancos".

¿Cuáles?
"'Dark was the night' de Blind Willie Johnson, que era tan infravalorado como artista y ser humano que murió de exposición a los elementos; no podía permitirse el lujo de refugiarse de la lluvia. Incluimos 'Melancholy Blues' de Louis Armstrong, una obra maestra. Y 'Johnny B. Goode' de Chuck Berry.

"En cada reunión, cada vez que alguien mencionaba a Elvis Presley o alguien así, me ponía de pie y decía 'Chuck Berry' porque lo veía no sólo como uno de los grandes novelistas estadounidenses, pues podía crear una novela de tres minutos de duración que tenía toda la profundidad de la narración de un libro entero".

"Además hay música gamelan javanesa, percusión senegalesa, zampoñas y tambor peruanos, música de los aborígenes de Australia, el canto nocturno de los Indios Navajos, que suena como una canción de grillos..."

"El disco Voyager estaba destinado a audiencias extraterrestres en algún momento de un futuro muy improbable, pero también a una audiencia terrestre, y queríamos decir que apreciábamos las voces de todos. Y creo que eso se sostiene".

La melodía china
 

Al final, 27 piezas de música desde Mozart hasta el mariachi fueron incluidas.

Y una en particular cambió la vida de Ann.

"Fue una experiencia tan emocionante. Ninguno de los miembros del equipo había escuchado nunca una auténtica pieza de música china, y nos avergonzábamos de nuestra ignorancia".

"Tras buscar mucho cuál incluir, un amigo me recomendó un etnomusicólogo de la Universidad de Columbia".

"No dudó ni un momento: '¡Fácil! 'Liu Shui' ('Corrientes de agua'). Es una de las piezas más antiguas de la música china, y trata de nuestra relación con el cosmos".

"La tocó, y me deslumbró. Volví corriendo a mi apartamento en Manhattan y llamé a Carl, que estaba en Arizona dando una charla, y dejé un mensaje con el operador del hotel.

Qué dice el mensaje que el astrónomo Carl Sagan les envió a los extraterrestres (y por qué se armó un escándalo por su diseño)

"Esperé alrededor de una hora, muy emocionada de contarle sobre este descubrimiento, y finalmente timbró el teléfono y escuché esta magnífica y hermosa voz decir:

'Regresé a mi habitación de hotel, y encontré el mensaje de que Annie llamó, y me pregunté: '¿por qué no me dejaste este mensaje hace 10 años?'

"Fue como si me hubiera caído un rayo. Le dije, nerviosa: '¿Para siempre?', y él dijo: '¿Quieres decir casarnos?'"

"Recuerda, habíamos sido amigos por tres años, habíamos estado solos muchas veces, y nunca hubo un indicio, ni un guiño, ni una señal de que la relación fuera otra cosa que lo que era.

"Entonces dije: 'Sí. Me caso contigo'. Y ambos colgamos el teléfono".

"Mi corazón latía como si se fuera a salir de mi pecho. Era como el descubrimiento de una verdad científica".

"Y luego volvió a sonar el teléfono, y entré en pánico porque pensé: 'entró en razón y se dio cuenta de que ya está casado'".

"Me dijo: 'Solo quiero asegurarme de que realmente sucedió. Nos vamos a casar, ¿cierto?'"

"Y le dije: 'Sí, nos vamos a casar'. Y eso fue todo".

El registro de las ondas cerebrales de Ann mientras meditaba sucedió muy poco después de esa declaración de amor y al final, después de pensar en la evolución humana y demás, pensó en la naturaleza del amor.

"Pensé en el amor entre los padres y sus hijos, pero además, uno de los estribillos en mi itinerario mental era: 'estamos en problemas en este pequeño mundo'.

"'Somos un peligro para nosotros mismos y para el resto de la vida con la que compartimos el planeta, pero tenemos algo que potencialmente podría ayudarnos. Tenemos amor'".

"Y comencé a explorar mis propios sentimientos en ese momento, días después de ese magnífico descubrimiento".

"Esa una de las cosas hermosas que enviamos a las estrellas: pudimos enviar algo de la alegría de estar vivos, y de la mayor alegría, en mi opinión, ese sentimiento de conexión completa con otro ser humano".

... y vivieron muy felices...
Pero sus parejas también estaban trabajando en el proyecto y aún quedaban algunas semanas para el final.

"No queríamos hacer cosas a escondidas. Además, si nos permitíamos comenzar nuestra relación antes de que se lanzara una de las naves espaciales con el disco, pondríamos en riesgo toda la misión, por lo que ejercimos un enorme autocontrol".

"Esa llamada telefónica tuvo lugar el 1 de junio y no podíamos estar juntos ni decirle nada a nadie antes del 20 de agosto, el día del primer lanzamiento.

"Pero a la 1:00 en punto del 22 de agosto hablamos con nuestras parejas y les dijimos que nos habíamos enamorado locamente. A partir de ese momento nunca nos separamos".

Ann y Carl se casaron, tuvieron dos hijos y trabajaron juntos durante muchos años. En particular, coescribieron la serie de televisión Cosmos, que se emitió en 1980 y contó la historia de los orígenes de la vida y el Universo.

Hasta el día de hoy, se clasifica como una de las series científicas más exitosas de todos los tiempos.

¿Cómo fue trabajar, vivir y criar una familia juntos todo el tiempo?

"Era el cielo. En serio. Porque para mí, estar con alguien a quien consideraba una de las personas más inteligentes de su tiempo, y que me tratara con tanto amor y respeto, me dio una confianza que nunca antes había tenido".

"¿Que si discutimos a veces sobre palabras que estaban en los guiones finales? Sí. Por supuesto. Pero con Carl, si podías articular una buena razón por la que no estabas de acuerdo con él, ganabas, y eso es justicia".

"¿Y dejaba calcetines o toallas mojadas en el suelo? Sí... pero esa molestia era tan mínima en comparación con lo demás. Fue gran padre, y un marido genial".

...hasta que...
Estuvieron 20 años juntos hasta 1996, cuando Carl murió a los 62 años

Carl Edward Sagan (Nueva York, 9 de noviembre de 1934 - Seattle, 20 de diciembre de 1996) fue una súperestrella del mundo de la ciencia.

"Fue brutal. Todavía recuerdo vívidamente el sentimiento. Lo experimenté como una amputación masiva. Esa es la única forma en que puedo describirlo".

"Estaba profundamente deprimida y lo que rondaba mi cabeza una y otra vez era: 'Quiero morir. No quiero vivir más. No puedes. Eres madre. Lidia con eso', y eso es lo que hice: poner un pie delante de otro".

"Lo mejor de Carl era que no hay ninguna fantasía que yo pudiera tener que fuera mejor que estar con él, y, de la manera más profunda posible, en todo tipo de situaciones, siempre me dejaba encantada".

Como tributo a Carl, Ann revivió su serie Cosmos e hizo otras dos temporadas.

Mientras tanto, su disco de oro, el mensaje interestelar de la humanidad, sigue viajando por el espacio. ¿Alguna vez imagina que un extraterrestre lo encontrará y decodificará?

"Constantemente, y me pregunto: ¿Disfrutará con Bach, Beethoven, la música china y pensará: ¡Wow, qué vida, qué creatividad, qué genialidad tenía este planeta!?

https://www.bbc.com/mundo/noticias-61411910

miércoles, 15 de julio de 2020

_- 30 años de "un punto azul pálido": la icónica foto de la Tierra que inspiró uno de los textos memorables de Carl Sagan y cambió nuestra perspectiva del planeta

_- Es, sin duda, una de las mejores imágenes espaciales de la historia.

Una fotografía de la Tierra tomada por la misión Apollo 10 a 161.000 kilómetros de distancia.

La famosa foto de la Tierra, conocida como "un punto azul pálido" celebra este 14 de febrero su 30 aniversario.


Fue captada por la sonda Voyager 1 desde una distancia de aproximadamente 6.000 millones de kilómetros.

Para conmemorar esta fecha, la NASA ha remasterizado el cónico paisaje, respetando la esencia de la imagen original.

Esta nueva versión de la foto sigue mostrando a nuestro planeta como un diminuto píxel en la inmensidad del espacio, atrapado dentro de un rayo de sol, solo que se ve un poco más nítido.

El "punto azul pálido" fue parte de una secuencia de fotos tomadas por el Voyager antes de que su sistema de cámara se apagara para ahorrar energía.

Luego de que hiciera un recorrido por los planetas y antes de que se sumergiera en el espacio profundo, la sonda tuvo una última misión.

Carl Sagan y Carolyn Porco, dos científicos de imágenes de la misión, convencieron a los directivos de la NASA para que la nave hiciera un "retrato familiar del sistema solar".

La sonda tomó en total 60 fotos que incluían al Sol y seis de los principales planetas: Venus, Tierra, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.

Mercurio y Marte (y Plutón) quedaron fuera por varias razones.

Solar Orbiter: la misión espacial que por primera vez tomará imágenes de los polos del Sol El planeta rojo, por ejemplo, no se podía distinguir entre las corrientes de luz solar que rebotaban dentro de la óptica de la cámara.

Inspiración Una de las razones por las que la foto se volvió tan famosa es por la popularidad de los escritos del científico y divulgador Carl Sagan.

"Mira de nuevo ese punto. Ese que está aquí. Ese es el hogar. Ese somos nosotros", escribió el científico en su libro "Un punto azul pálido: una visión del futuro humano en el espacio", publicado en 1994.

"En él, todos los que amas, todos los que conoces, todos los que has oído hablar, cada ser humano que haya existido, vivió su vida ahí".

Y comparó a la Tierra con "una mota de polvo suspendida en un rayo de sol".

Un misterio subatómico: ¿a dónde se fue toda la antimateria? La imagen "nos confronta con un poderoso reconocimiento de nosotros mismos, un reconocimiento que nunca deja de conmovernos", dijo Carolyn Porco, al recordarla para la BBC en 2013.

Garry Hunt, quien formó parte del equipo encargado de las imágenes del Voyager, dice que la foto es más relevante hoy que nunca. 30 años después, Hunt aún muestra la imagen en sus conferencias.

"Cada vez que doy una charla sobre el clima y hablo de lo que puedes hacer para lograr un cambio, pongo esta imagen, porque muestra que la Tierra es una mancha aislada", dijo Hunt en el programa Today de la radio de la BBC.

"Este pequeño punto azul es el único lugar donde podemos vivir, y lo estamos haciendo un desastre".

Carolyn Porco recreó el Punto Azul Pálido con la sonda Cassini en 2013, girando el sistema de cámara de esa nave hacia la Tierra y capturando el píxel azul debajo de los anillos de Saturno.

Obtener una vista de nuestro hogar ahora se considera algo imprescindible para todas las misiones que vuelan al espacio remoto.

Se espera que la nave espacial New Horizons, que realizó un sobrevuelo cercano a Plutón en 2015 y que ahora se encuentra a poco más de 7 mil millones de kilómetros de la Tierra, intente repetir la hazaña fotográfica de la Voyager.

"Una perspectiva nunca antes vista" Para Adriana C. Ocampo, científica de la NASA, la imagen de un Pálido punto azul tiene un valor educativo, emocional y cultural.

"Ese puntito nos dio una perspectiva nunca antes vista, fue vernos de una nueva forma", le dice Campo a BBC Mundo.

"Es una imagen que nos sigue dando que pensar. Como especie nos abrió una puerta de lo insignificante que somos en el espacio".

Para la científica, la foto nos muestra lo "frágil que es la Tierra en la inmensidad espacial".

"La imagen nos recuerda la importancia de reconocer como especie que todos estamos en la misma esfera celeste y tenemos que concientizarnos para investigar, explorar y cuidar más nuestro planeta y el sistema solar en el que vivimos".

https://www.bbc.com/mundo/noticias-51497477

https://elpais.com/opinion/2020-05-02/punto-azul.html

miércoles, 1 de abril de 2020

Estar confinado y solo. Lo que esta crisis revela del gran mal oculto de nuestra época

El Reino Unido creó hace dos años un ministerio de la Soledad. Vivirla de cerca por unas semanas puede ayudar a entender lo que supone sufrirla de forma crónica

El gran solitario Michel de Montaigne ya advertía de que es igual de fácil fracasar en soledad que en compañía. “Reclúyete en ti mismo, pero prepárate antes para acogerte allí; sería absurdo confiarte a ti mismo si no sabes gobernarte”, escribió el inventor del ensayo moderno. Las medidas de aislamiento impuestas a un tercio de la humanidad para frenar la expansión del coronavirus están sacando a la luz la epidemia oculta del siglo XXI.

Cuando el Gobierno del Reino Unido decidió crear un Ministerio para la Soledad, a finales de 2018, uno de cada cinco británicos aseguraba que se sentía solo la mayor parte del tiempo. 200.000 personas mayores, averiguaron los sondeos, habían pasado más de un mes sin comunicarse con amigos o familiares. Múltiples estudios médicos han señalado la deriva física y mental a la que puede conducir un aislamiento involuntario. Deterioro del sistema inmunológico, enfermedades cardiacas, alzhéimer o depresión. La trágica paradoja de la crisis actual es que puede conducir a muchas personas a encerrarse más en sí mismas a la vez que les prohíbe las herramientas para intentar salir de esa prisión.

Las buenas noticias, si es que algunas pueden surgir de esta debacle, son que las nuevas tecnologías de comunicación, la creciente sensación de comunidad que está surgiendo y la obligada ralentización de la vida, que ha permitido levantar la alfombra y descubrir lo que había debajo, han puesto el foco sobre un problema hasta ahora ignorado. “La soledad es un estado mental subjetivo. Mucha gente puede sentirse sola en medio de la multitud, ir a una fiesta y ser incapaces de conectar con nadie. Y otros pueden estar solos en casa, o con alguna otra persona, y sentirse muy a gusto consigo mismos”, empieza por aclarar la doctora Sarita Robinson, profesora titular de la Escuela de Psicología en la Universidad de Central Lancashire.

La tesis doctoral de Robinson se titulaba Respuestas Cognitivas y Neuroinmunes ante una Amenaza. “Vivimos un momento artificial, en el que nuestra capacidad de conectar con nuestras redes sociales habituales se ha visto reducida. Y es esa pérdida la que nos puede conducir a una sensación de soledad. Lo que debemos hacer es parar un minuto y autoevaluarnos: ‘¿Me siento realmente solo? ¿Siento que tengo a mi alrededor el apoyo social de amigos y familiares que necesito?”. Si la respuesta no satisface, la solución está al alcance de la mayoría. Videollamadas, grupos de whatsapp o simples conversaciones telefónicas.

El problema surge en aquellos que no consiguen salir del laberinto de su soledad con estas estrategias, o que no tienen acceso a ellas. Ahí es donde debe responder la tribu. “Esa es nuestra responsabilidad social, que no podemos desatender. Y aplaudo las leyes de ‘buen samaritano’ que está poniendo en marcha el Reino Unido, para que un ejército de voluntarios preparados llame a la gente mayor, los más vulnerables, y les ofrezca compañía. Porque esta realidad está ya entre nosotros desde hace mucho tiempo. Son cientos de miles los ancianos olvidados en todos los países. Quizá el coronavirus tenga la virtud de poner en el foco este problema”, dice Robinson.

El idioma inglés diferencia entre loneliness y solitude. El español solo tiene una palabra: soledad. Pero es fácil entender que no es lo mismo sentirse solo que disfrutar de un aislamiento voluntario.

Jacqueline Olds, profesora de Psiquiatría en la Universidad de Harvard, lleva décadas escribiendo sobre el asunto. Y denunciando lo que llama “el culto a la actividad”. “Toda esa gente que llena su tiempo con el trabajo, el gimnasio, los eventos sociales, las tiendas, van a tener ahora una situación complicada cuando tengan que manejar su propia soledad”, dice.

—¿Y cuál es el remedio?

—Hay un fabuloso psicólogo en Estados Unidos, de origen húngaro, llamado Mihály Csíkszentmihály, que escribió hace 25 años un libro llamado Flow (Flujo). Algunas personas tienen un par de veces al día lo que él llama flow experiences (la traducción más aproximada sería la de momentos en los que te dejas llevar). Son situaciones en las que disfrutas tanto lo que estás haciendo que el tiempo parece detenerse y podrías estar toda la vida así. La mayoría de nosotros tenemos una o dos cosas que nos gustan. Otros no. Y van a tener que encontrar aquello que dé contenido a su tiempo— defiende Olds.

Todas estas recetas, admite la profesora, pierden mucho sentido cuando cae sobre las personas una avalancha en forma de ruina económica. Cuando la pobreza entra por la puerta, la felicidad se va por la ventana. “Lo sé, es duro e injusto. Mucho más en Estados Unidos, que no tiene la red de asistencia social de Europa. Ojalá hubiera una gran solución, más allá de las pequeñas respuestas de los cientos de ONG”, dice.

Pero en la medida en que el problema al que haya que enfrentarse sea el de la soledad, ambas profesoras insisten en ver una oportunidad brillante en el hecho de poder redescubrir el valor de la comunicación humana. Robinson sugiere un pequeño juego lleno de anticipación. Cada vez que venga a la cabeza alguna de las cosas que el aislamiento impide (tomar un café o quedar a comer con un amigo, visitar algún lugar concreto) debe escribirse una pequeña nota, aplastarla en una bola de papel y guardarla en un tarro. Y esperar al momento en que todo acabe, para que una mano inocente saque la primera bola y comencemos a cumplir anhelos. “Incluso aquellos que normalmente se sienten solos, he descubierto estos días, tienen mejor ánimo. Creen que, por una vez, todos estamos en el mismo barco”, apunta Olds. “El hecho de que, al final, nos juntemos todos en una misma batalla que no es otra que el de salvar la vida humana, aunque estemos solos en nuestras casas, es algo maravilloso”, asegura.

La soledad afecta especialmente a la gente mayor, pero atormenta mucho más a los jóvenes, como demostró en 2010 una encuesta de la Fundación para la Salud Mental del Reino Unido. Hasta un 36% de las personas entre 18 y 34 años admitían un estado de tristeza. Y a los inmigrantes, y a los desempleados, y a las madres o padres solteros, y a las personas con problemas mentales, y paradójicamente, a aquellos que se dedican a atender a los dependientes. Ahora el coronavirus ha hecho que la soledad afecte a mucha más gente, aunque viva acompañada. Y amenaza con agravar esta epidemia oculta, pero puede ser el inicio de su solución. Aproximarse al abismo por unas semanas puede ser un modo de entender lo que supone vivir cada día asomado a él de un modo crónico. 

https://elpais.com/ideas/2020-03-30/estar-confinado-y-solo-lo-que-esta-crisis-revela-del-gran-mal-oculto-de-nuestra-epoca.html

Cómo afrontar el confinamiento


jueves, 30 de enero de 2020

_- A PRINCIPIOS del siglo XX la ciencia empezó a desarrollar lo que se conocería como mecánica cuántica..

_- Surgida casi al mismo tiempo que la relatividad de Einstein, se ocupaba de los extraños fenómenos —desde un punto de vista humano— que se producen en el mundo sub­atómico, donde las leyes de la física parecían ser otras que las que rigen el universo visible.

Durante su desarrollo en el siglo pasado, la cuántica resultaba incomprensible para la inmensa mayoría de los mortales, e incluso para muchos científicos, ya que gran parte de sus principios y teorías desafían la lógica humana. En 2004, sin embargo, tres integrantes de la Escuela Ramtha de la Iluminación dirigieron el exitoso What The Bleep Do We Know!?, que en nuestro país se tradujo como ¿¡Y tú qué sabes!? Este documental combinaba entrevistas a varios científicos con animaciones para explicar algunas nociones de la física cuántica. La comunidad científica criticó duramente la película, a la que acusaba de ser pseudociencia, ya que malinterpretaba principios de la física para llevarlos al campo de la cultura new age, en lo que se ha llamado “misticismo cuántico”.

A medida que va siendo asimilada por la sociedad, la ciencia y sus avances siempre acaban influyendo en todos los aspectos de nuestro día a día, incluyendo nuestra manera de ver la vida. Trasladando algunos conceptos a la psicología cotidiana, veamos cuatro lecciones de la física cuántica para el arte de vivir.

1. No hay una sola verdad. Uno de los experimentos más célebres de la física cuántica es el de la doble rendija. En un laboratorio donde se emitía un haz de luz hacia una pantalla con dos rendijas se descubrió que cuando los físicos observaban una partícula, esta pasaba obedientemente por una de las dos rendijas; pero cuando no estaban observando, la partícula pasaba por ambas rendijas al mismo tiempo.

¿Cómo es posible que el observador defina la realidad? Sería complejo de explicar, pero hay que partir de que en el universo cuántico todas las posibilidades coexisten al mismo tiempo. No hay una sola verdad. Como en la película Rashōmon, de Akira Kurosawa, donde cuatro personas relatan la muerte de un mismo hombre de modo totalmente distinto, saber que hay tantas realidades como miradas nos libera de la necesidad estresante de tener razón.

2. La verdad es siempre provisional. La ciencia avanza impulsada por la “prueba y error”, e incluso verdades que se han dado por infalibles durante siglos son desmontadas posteriormente por la ciencia, que aporta nuevas explicaciones. Aplicando esta cura de humildad, podemos asumir que lo que hasta hoy era válido para nuestra vida puede no serlo mañana. Y también sucede a la inversa. Como señalaba Steve Jobs en su célebre discurso de Stanford, muchas cosas que al vivirlas nos parecían erróneas o inservibles, al “unir los puntos” descubrimos que han sido vitales para nuestro futuro.

3. Todo es relativo. Las dos teorías de la relatividad de Einstein, de 1905 y 1915, no están incorporadas en la formulación matemática de la mecánica cuántica, aunque son necesarias para entender lo que sucede dentro del átomo y en las partículas elementales. Consciente de lo difícil que resultaba la relatividad del tiempo para el público general, en una conferencia el físico lo explicó así: “Si uno se sienta sobre una placa caliente durante un segundo, parecerá una hora. Pero si una chica hermosa se sienta en tu regazo durante una hora, parecerá un segundo. ¡Eso es la relatividad!”. Con este ejemplo, Einstein estaba hablando de tiempo psicológico. Dependiendo de la actitud con la que hacemos algo, el tiempo vuela de forma fluida y agradable o nos quema lentamente.

4. Es comprensible que no entiendas nada. Richard Feynman, premio Nobel de Física en 1965, era un científico extravagante que abría cajas fuertes y aseguraba inspirarse en los bares de top less, aunque participó en proyectos de gran calado.

Es bien conocida su frase: “Si usted piensa que entiende la mecánica cuántica es que no la ha entendido en absoluto”. Esta misma idea puede aplicarse a nuestra capacidad para descifrar nuestra propia existencia. Tal vez nuestra misión como seres humanos no sea comprender la vida, sino simplemente vivirla.

Nuestra Carl Sagan de la cuántica — Sonia Fernández-Vidal ha ejercido en la física cuántica el papel que Carl Sagan hizo para divulgar la astrofísica. Desde 2011 ha llevado la ciencia a todo el mundo, incluidos los niños, con novelas como La puerta de los tres cerrojos, traducida a 15 idiomas.

— En Desayuno con partículas, Fernández-Vidal advierte sobre el mal uso de la física cuántica por parte de personas que no tienen formación en esta ciencia: “A veces se utiliza la etiqueta ‘cuántica’ para terapias alternativas y técnicas energéticas que pueden o no funcionar —no entraremos a juzgarlo—, pero que son totalmente ajenas a lo que se estudia en una Facultad de Física”.

Francesc Miralles es escritor y periodista experto en psicología.

https://elpais.com/elpais/2020/01/20/eps/1579517803_686433.html?por=mosaico

https://www.bbvaopenmind.com/articulos/el-mundo-despues-de-la-revolucion-la-fisica-de-la-segunda-mitad-del-siglo-xx/

jueves, 22 de febrero de 2018

_- Negación de la ciencia frente al placer de la ciencia

_- "No es perfecta. Puede utilizarse mal. Es sólo una herramienta. Pero sin duda es la mejor herramienta que tenemos, se autocorrige, progresa y se puede aplicar a todo. Tiene dos reglas. Primero: no hay verdades sagradas; toda presunción debe ser examinada críticamente; los argumentos de autoridad no tienen valor. Segundo: lo que sea inconsistente con los hechos debe ser desechado o revisado. Debemos comprender el cosmos como es, y no confundir lo que es con lo que quisiéramos que fuera. Lo obvio es a veces falso, lo inesperado es a veces cierto".
Carl Sagan en Cosmos (1980), a propósito de la ciencia.


Que los conservadores dudan de que los hallazgos científicos y las teorías que entran en conflicto con sus creencias políticas y religiosas sean evidentes incluso a partir de un escaneo superficial de los medios de derecha. La negación de la evolución y del calentamiento global y la resistencia contra la investigación con células madre son los ejemplos más atroces en las últimas décadas. No es sorprendente, porque esperamos que los que están a la derecha dejen que su política triunfe sobre la ciencia, lo que equivale a una historia de perro muerde a hombre.

Que los liberales son tan culpables de tendencias anticientíficas como los relatos de humanos mordisqueando caninos y, sin embargo, los de la izquierda son tan escépticos de la ciencia bien establecida cuando los hallazgos chocan con sus ideologías políticas, como con los OGM (Organismos Genéticamente Modificados), la energía nuclear, la ingeniería genética y psicología evolutiva-escepticismo de lo último que llamo "creacionismo cognitivo" por su aprobación de un modelo de pizarra en blanco en el que la selección natural operaba en los humanos solo desde el cuello hacia abajo.

En realidad, las actitudes anticientíficas se forman en ventanas cognitivas muy estrechas, aquellas en las que la ciencia parece oponerse a ciertos puntos de vista políticos o religiosos. La mayoría de las personas adoptan la mayor parte de la ciencia la mayor parte del tiempo.

¿Quién es escéptico de la ciencia y cuándo?
Esa pregunta fue el título de una conferencia de octubre de 2017 a la que asistí Asheley R. Landrum, psicóloga de la Texas Tech University, que estudia los factores que influyen en la comprensión y la percepción del público sobre la ciencia, la salud y las tecnologías emergentes. Comenzó citando encuestas que encontraron que más del 90 por ciento de republicanos y demócratas coincidieron en que "la ciencia y la tecnología brindan más oportunidades" y que "la ciencia mejora nuestras vidas". También revisó evidencia modesta en apoyo de la "hipótesis del déficit de conocimiento". "Que postula que el escepticismo público de la ciencia es el resultado de un conocimiento científico inadecuado. Aquellos que saben más acerca de la ciencia del clima, por ejemplo, son un poco más propensos a aceptar que el calentamiento global es real y causado por humanos que aquellos que saben menos sobre el tema.

Pero ese efecto modesto no solo se borra cuando se toma en cuenta la ideología política, sino que tiene un efecto opuesto en un extremo del espectro político. Para los republicanos, mientras más conocimiento tengan sobre la ciencia climática, menos probable es que acepten la teoría del calentamiento global antropogénico (mientras que la confianza de los demócratas aumenta). "Las personas con más conocimiento solo aceptan la ciencia cuando no está en conflicto con sus creencias y valores preexistentes", explicó Landrum. "De lo contrario, usan ese conocimiento para justificar más fuertemente sus propias posiciones".

Landrum y sus colegas demostraron el efecto experimentalmente e informaron los resultados en un documento de 2017 en el Journal of Risk Research titulado "Memes culturalmente antagónicos y el virus Zika: una prueba experimental", en el que los participantes leen una noticia sobre los riesgos para la salud pública del zika que estaba relacionado con el cambio climático o la inmigración. Previsiblemente, cuando Zika estuvo conectado con el cambio climático, hubo un aumento en la preocupación entre los Demócratas y una disminución en la preocupación entre los Republicanos, pero cuando el Zika se asoció con la inmigración, los efectos fueron revertidos. El escepticismo, al parecer, depende del contexto. "Somos buenos para ser escépticos cuando la información entra en conflicto con nuestras creencias y valores preexistentes", señaló Landrum. "Somos malos para ser escépticos cuando la información es compatible con nuestras creencias y valores preexistentes".

En otro estudio de 2017 publicado en Avances en psicología política, "Curiosidad científica y procesamiento de información política", Landrum y sus colegas encontraron que los demócratas liberales eran mucho menos propensos que los republicanos fuertes a leer voluntariamente una "historia sorprendente escéptica del clima", mientras que un "la sorprendente historia relacionada con el clima"era mucho más probable que la leyeran los de la izquierda que los de la derecha". Un factor mitigante alentador fue la "curiosidad científica", o la "motivación para buscar y consumir información científica para el placer personal", que "parece contrarrestar en lugar de agravar las características de la firma del razonamiento con motivación política".

Los autores concluyeron que "las personas que tienen el deseo de ser sorprendidas por la información científica -que les resulta agradable descubrir que el mundo no funciona como esperaban- no quitan esta característica de su personalidad cuando se involucran en información política, sino que complacen también en ese contexto, exponiéndose más fácilmente a la información que desafía sus expectativas sobre los hechos en cuestiones controvertidas. El resultado es que estos ciudadanos, a diferencia de sus contrapartes menos curiosos, reaccionan con una mente más abierta y responden de manera más uniforme en todo el espectro político a la mejor evidencia disponible ".

En otras palabras, valorar la ciencia por placer puro es más un baluarte contra la politización de la ciencia que hechos solamente.

Este artículo fue publicado originalmente con el título "Por amor a la ciencia" 

https://www.scientificamerican.com/article/science-denial-versus-science-pleasure/

lunes, 24 de abril de 2017

Ciencia poética. Lucrecio es el Newton, el Einstein y el Carl Sagan de Roma. Su obra 'De la naturaleza' conserva intacta toda su actualidad.

El libro De la naturaleza ha recorrido más de dos milenios estableciendo una relación fuerte con cada época. Esta edición de Acantilado —muy bella y muy útil— ofrece el original latino de Lucrecio y una de sus mejores traducciones, realizada por Eduard Valentí Fiol. Un libro bilingüe es un instrumento de gran precisión. Este incluye además dos acercamientos contemporáneos: la introducción de Valentí y la presentación de Stephen Greenblatt, muy distintas a pesar de su proximidad. Valentí, heredero de una tradición gloriosa, representa el ideal de la filología moderna a mediados del XX: fijar el texto latino, traducirlo y comentarlo de modo riguroso. Greenblatt traza una semblanza breve y seductora, síntesis de la cultura posmoderna: intérprete libérrimo, relaciona, conecta y sabe llegar, more americano, al gran público, cosa vista con desconfianza por la filología tradicional europea. Su modelo general de una cultura poética encuentra aquí una aplicación perfecta a la ciencia.

El De rerum natura ha sido el clásico preferido por la izquierda moderna. Ateos, materialistas e ilustrados vieron en Lucrecio a uno de los suyos. Lo ejemplifican algunos de sus traductores, como el revolucionario Marchena, el republicano Gil-Albert o el ácrata García Calvo. Greenblatt lo encaja bien en la izquierda posmoderna: su Lucrecio es pacifista, ecologista y tan antiimperialista que resulta incluso antirromano (algo difícil de conciliar con el inolvidable principio de la obra). Por supuesto, también perfila un Lucrecio anticristiano, al superponerle el troquel bipolar de Estados Unidos. Si solo existen creacionistas y darwinistas, Lucrecio cae, con toda razón, del lado de estos últimos, pues explica la desaparición de especies por la supervivencia de los más aptos y es enemigo acérrimo de las religiones. Pero la cuestión requiere algunos matices: en realidad el cristianismo llegó después y fue él el antilucreciano (por antiepicúreo). Otros poetas epicúreos, como Virgilio y Horacio, han gozado de gran aceptación por parte del cristianismo europeo. Existe, por otra parte, una tradición minoritaria de cristianos epicúreos, explorada por Michel Onfray. Y lo esencial: la divinidad está muy presente en el libro. Es una divinidad propia de un filósofo y de un poeta. También de un científico. No es desde luego un Dios religioso. Pero eso es algo que la ciencia actual parece haber dejado en el pasado. Actualísimo es el análisis que hace Lucrecio de la divinización de la Tierra, pues a la vez la desmitifica y la tolera.

Es este uno de los libros mayores del paganismo grecolatino, hecho de una refinada naturalidad cultural. Sin ella, corremos el riesgo de no ver. Por ejemplo: al describir los avatares del texto (que desde el primer momento ha estado al borde de desaparecer varias veces) el propio Greenblatt incurre en una suerte de providencialismo cultural, al retratar a Poggio (el humanista del Renacimiento que salvó el texto) como “el agente por medio del cual sucedió algo importante”. ¿No presupone esta frase una suerte de Providencia, muy contraria, por cierto, al epicureísmo?

Como todos los clásicos, Lucrecio es irreductible a una época o a una ideología, incluso a las suyas. Por eso está a disposición de todos los que han ido llegando a él.

También es un gran liberador. Libera de los fanatismos religiosos, pero también (atención) de las servidumbres del sexo. Como todos los epicúreos, predica un raro ascetismo. Tanto, que lo que este libro científico contiene es una suerte de evangelio de Epicuro, ensalzándolo como a un hombre sagrado. Esta tendencia del racionalismo científico a convertirse en escuela, secta o cuasi-religión es muy interesante. El hecho de que se diera ya en la Antigüedad, y precisamente entre los seguidores del más enemigo de los fanatismos, debería servirnos de aviso.

La ciencia moderna debe mucho a Lucrecio: la biología darwinista, la psicología, como ha visto David Konstan, y, sobre todo, la física: su admirable hipótesis atomista se ha visto confirmada hace solo unas décadas. Paradójicamente (aquí los físicos deberían ayudar a los filólogos) es probable que átomos no sea ya la mejor traducción para las partículas elementales, cuyos movimientos —“batallas y escaramuzas, escuadrón contra escuadrón”— se parecen más a los de los protones.

Poesía, filosofía y ciencia discurren aquí simultáneas. El lector contemporáneo puede disfrutar una cuarta faceta: la de narrador magistral. Poeta del cosmos, Lucrecio es el Newton, el Einstein y el Carl Sagan de Roma. ¿Qué prevalece? La poesía, en la Antigüedad. La ciencia, ahora. Lucrecio transmite una visión general de las cosas (filosófica) con un lenguaje creativo, bello y preciso (es decir, poético) para dar una explicación científica de una realidad que también es bella. En nuestra época la ciencia ha sometido a la filosofía y ha eclipsado a la poesía. Por eso, una traducción en prosa como esta tiene la eficacia de llegar a los científicos, a los filósofos y al gran público.

Como poeta, Lucrecio da voz a la naturaleza. Aborda la imperfección del mundo. Es un entusiasta, “agotado por la larga carrera de la vida”. Usa metáforas (“murallas que rodean el vasto mundo”) y un idioma muy rico (“esplendorosas mieses y ufanos viñedos”). Afronta el amor y la muerte. Emplea mitos. Y a veces incurre en una ingenuidad preciosa. Por ejemplo, cuando afirma que el sol, la luna y las estrellas son exactamente del tamaño que las vemos.

De la naturaleza es uno de los textos más vigentes de la antigüedad. Se encuentra —verdadero prodigio— en las bibliotecas de letras y en las de ciencias. Pensando en Lucrecio, Virgilio llamó afortunado al que conoce las causas de las cosas.

De rerum natura / De la naturaleza. Lucrecio. Prólogo de Stephen Greenblatt. Traducción, prólogo y notas de Eduard Valentí Fiol. Acantilado. Barcelona, 2013. 608 páginas. 33 euros

http://cultura.elpais.com/cultura/2013/08/07/actualidad/1375886296_322245.html

jueves, 27 de octubre de 2016

El físico y comunicador científico Richard Feynman propuso otro criterio para distinguir ciencia de seudociencia, al que puede recurrir cualquier profano en ciencia tentado por una terminología sofisticada que le suena a científica...

"No es perfecta. Puede utilizarse mal. Es sólo una herramienta. Pero sin duda es la mejor herramienta que tenemos, se autocorrige, progresa y se puede aplicar a todo. Tiene dos reglas. Primero: no hay verdades sagradas; toda presunción debe ser examinada críticamente; los argumentos de autoridad no tienen valor. Segundo: lo que sea inconsistente con los hechos debe ser desechado o revisado. Debemos comprender el cosmos como es, y no confundir lo que es con lo que quisiéramos que fuera. Lo obvio es a veces falso, lo inesperado es a veces cierto".
Carl Sagan en Cosmos (1980), a propósito de la ciencia. 



Richard Feynman propuso un método sencillo para distinguir entre ciencia y pseudociencia

¿Cómo podemos saber si una afirmación es científica? Se trata de una pregunta de suma importancia, puesto que estamos rodeados de proposiciones que tienen visos de ser creíbles, utilizan el lenguaje de la ciencia y a menudo lo hacen así precisamente para tratar de refutar algún consenso científico. Como hemos visto en el caso de la cruzada anti-vacunas, ser víctima de los argumentos pseudocientíficos puede tener efectos terribles. De modo que es pertinente preguntarse sobre cómo la gente corriente, los padres corrientes y los ciudadanos corrientes pueden evaluar este tipo de argumentos.

El problema de la demarcación, o qué es y qué no es ciencia, ha ocupado a los filósofos durante cierto tiempo, y la respuesta más famosa procede del filósofo de la ciencia Karl Popper, que propuso su teoría de la “falsabilidad” en 1963. Según Popper, una idea es científica si es posible imaginarse un enunciado de la misma que pueda demostrarse falso. Aunque la definición estricta de ciencia de Popper ha tenido cierto uso durante años, también ha sido objeto de críticas, tanto porque una parte de la ciencia aceptada ya fue refutada en su día (la teoría de la gravedad de Newton, la teoría atómica de Bohr), como porque una parte de la ciencia teórica actual no puede falsarse (por ejemplo, la teoría de cuerdas). Sea como fuere, para los legos en la materia el problema sigue sin resolverse. Si una teoría científica escapa a nuestra comprensión es improbable que podamos vislumbrar el modo de refutarla.

El físico y comunicador científico Richard Feynman propuso otro criterio, al que puede recurrir cualquier profano en ciencia tentado por una terminología sofisticada que le suena a científica. Simon Oxenham, en Big Think pone como ejemplo al médico y comunicador Deepak Chopra, alguien que puede calificarse de “infame por abusar del lenguaje científico para hacer parecer como profundas afirmaciones sin sentido” (lo que Daniel Dennett llama “deepities”). A modo de lenitivo para hacer frente a este tipo de proposiciones confusas, Oxenham nos remite a una conferencia que Feynman pronunció en 1966 en un encuentro de la National Science Teachers Association. En vez de sugerir que los no expertos se enfrenten derechamente a afirmaciones formuladas con ropaje científico, Feynman les recomienda traducirlas primero al lenguaje corriente con el fin de asegurarse de que lo que la proposición asevera sea un concepto lógico y no simplemente una colección de términos especializados.

El ejemplo que utiliza Feynman procede de la fuente más rudimentaria, un “manual de ciencia de primer curso” que “empieza a enseñar ciencia de un modo desafortunado”: muestra al alumno la imagen de un “un perro de juguete al que se le da cuerda”, después una imagen de un perro de verdad y después una motocicleta. Para cada caso se le pregunta al estudiante: “¿qué hace que se mueva?”. Feynman cuenta que la repuesta que da “el manual del profesor (…) ‘es la energía la que hace que se muevan’”. Sólo uno pocos estudiantes habrán intuido un concepto tan abstracto como éste, a menos que hayan aprendido la palabra previamente, que de hecho es lo único que la lección les enseña. Feynman nos muestra que la respuesta bien podría haber sido: ‘lo mueve Dios’ o ‘un espíritu provoca su movimiento’ o ‘la movilidad es lo que hace que se mueva’.

Bien al contrario, afirma, una buena lección de ciencia “debe partir de la reflexión acerca de qué habría respondido un ser humano corriente”. El empleo del concepto de energía en el lenguaje corriente permite al estudiante explicarlo, y Feynman sostiene que esto constituye una prueba para determinar “si has enseñado una idea o si has enseñado una definición. Puedes probarlo del siguiente modo”:

Sin utilizar la nueva palabra que acabas de aprender, trata de reformular con tus propias palabras lo que has aprendido. Sin utilizar la palabra “energía”, cuéntame qué sabes acerca del movimiento de un perro.

La insistencia de Feynman en el leguaje corriente recuerda a la afirmación que suele atribuirse a Einstein de que no puedes decir que has entendido algo a menos que seas capaz de contárselo a tu abuela. Este método, sostiene Feynman, impide que acabemos aprendiéndonos “recetas místicas para responder a las preguntas”. Oxenham lo describe como “un procedimiento valioso para poner a prueba si realmente hemos aprendido algo o si sólo creemos que hemos aprendido algo”.

Este procedimiento resulta igualmente útil para poner a prueba las afirmaciones de los demás. Si alguien es incapaz de explicar algo en su lenguaje corriente, entonces debemos preguntarnos si realmente comprende lo que afirma. En palabras de Feynman: “es posible presentarlo en la forma debida y llamarlo ciencia, pero es pseudociencia”.

¿La prueba del lenguaje corriente de Feynman resuelve el problema de la demarcación? No, pero si la utilizamos como guía cuando nos enfrentamos a afirmaciones que están formuladas en una jerga científica, y por eso nos parecen verosímiles, sin duda puede ayudarnos a ser más claros y a advertir cuándo algo carece de sentido. Y si alguien quiere saber cómo los científicos pueden explicar ideas complicadas de un modo llano y accesible, no tiene más que leer o escuchar al propio Feynman.

Josh Jones doctor en filología inglesa, escritor, editor y músico. Cofundador de la revista virtual Guernica y editor y colaborador habitual en Open Culture.

Fuente: Open Culture, abril de 2016 Traducción: Jordi Mundó

http://www.sinpermiso.info/textos/richard-feynman-propuso-un-metodo-sencillo-para-distinguir-entre-ciencia-y-pseudociencia

jueves, 1 de septiembre de 2016

Un país de espaldas a la ciencia. EE UU, Suecia o Japón no invierten en I+D+i porque sean ricos, son ricos porque invierten en I+D+i

Carl Sagan, el reconocido divulgador, lo definió como nadie: “Estamos rodeados de ciencia y tecnología, pero nadie sabe nada sobre ciencia y tecnología”.

La vida digital, las consecuencias de conocer qué hay dentro de nuestro genoma, la inteligencia artificial, el big data, los coches autoconducidos y hasta WhatsApp; las innovaciones científicas y tecnológicas nos admiran, nos rodean y nos hacen la vida mejor, aun cuando nos neguemos a comprenderlas. Solo el 14% de los ciudadanos españoles asegura estar interesado por la ciencia y la tecnología, frente al 25% que no lo está, según datos de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología. Y este clásico desinterés ciudadano, que podría ser simplemente un error, se ha trasladado a la esfera política, y ha convertido ese error en un desastre.

La ciencia, la tecnología y la innovación constituyen el factor productivo primordial de las grandes economías mundiales, y su fuente principal de riqueza. Estados Unidos, Suecia, Finlandia, Japón o Corea del Sur no invierten en I+D+i porque sean ricos, son ricos porque invierten en I+D+i.

Estados Unidos gasta más de un 2,8% de su PIB en ciencia y tecnología y, según asegura su Gobierno, ese esfuerzo es responsable de más de la mitad del desarrollo económico e industrial del país desde la II Guerra Mundial. La inyección de dinero en ciencia y tecnología es constante, y se ha ido manteniendo incluso en los peores años de la crisis. “La ciencia y la tecnología han conseguido que Estados Unidos sea el mejor país sobre la Tierra”, ha dicho su presidente, Barack Obama. La inversión española, mientras, da tumbos según sople el viento económico: entre el año 2002 y el 2008 se realizó un considerable esfuerzo por ponernos a la altura del resto de los socios de la UE, pero desde 2010 hasta 2014, el descenso acumulado en los presupuestos ha sido del 10%, según datos del último informe Cotec. Esa caída es muy dolorosa para los científicos españoles, obligados a buscar fondos europeos para sus proyectos o a emigrar. Pero es solo el principio: “Están por ver los efectos del recorte del gasto público sobre los resultados de la actividad investigadora, debido al desfase temporal propio de los procesos de investigación”, ha advertido la OCDE al Gobierno español.

Las empresas y cuidadanos españoles son, sin embargo, pioneros en la adopción de los resultados de la innovación y la tecnología. Las empresas españolas están por encima de la media mundial en su digitalización, según un reciente informe de PwC, y España es el país europeo con mayor adopción de aplicaciones de redes sociales y mensajería electrónica entre sus ciudadanos. Es, sin embargo, innovación y tecnología que producen otros. “Ser pro-ciencia es la única manera de asegurarse de que Estados Unidos siga liderando el mundo”, ha dicho Obama. Durante su primer y único debate televisado, ninguno de los cuatro principales candidatos a la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones españolas fue preguntado por su política de inversión en ciencia e innovación, ni creyó conveniente ni relevante explicar las consecuencias para los ciudadanos de vivir en un país de espaldas a la ciencia. Pero las hay: según un informe del Círculo Cívico de Opinión, si España hubiera invertido anualmente en I+D el mismo porcentaje que el resto de países de la OCDE desde 1970, en el año 2005, habríamos sido, por cabeza, un 20% más ricos.

http://politica.elpais.com/politica/2016/06/13/actualidad/1465830050_964684.html