Una de las novelas más populares de los últimos tiempos es Hamnet, de Maggie O’Farrell, que narra la vida de Shakespeare y la pérdida de su hijo de 11 años, que acabaría inspirándole la obra Hamlet. Las constantes reediciones de este libro del dramaturgo inglés son la prueba de que el genio de Stratford-upon-Avon, que abordó los principales conflictos del ser humano, sigue plenamente vigente. Un motivo por el que sus obras no dejan de representarse y adaptarse en todos los formatos es que los temas que tratan son universales y atemporales. Parece que hablan de nosotros. A partir de alguna de sus inspiraciones, veamos cómo enfoca Shakespeare el arte de vivir, aplicado a los tiempos actuales:
“Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito”. Este pasaje de Hamlet, que inspiró el título de una obra divulgativa de Stephen Hawking, ha adquirido un sentido especial en tiempos de pandemia. De la misma forma que como personas se sintieron atrapadas por las restricciones de movimientos, otras encontraron la Libertad en su interior, descubriendo premisas de las que no eran conscientes.
En su libro La libertad interior, El periodista Gaspar Hernández afirma que la Libertad se conquista descubriendo nuestra esencia. Cuando conocemos ese territorio, no hay cárcel posible, porque la imaginación, nuestro universo interior, no tiene límites. Una persona abierta siempre encontrará su lugar en el mundo.
“Los amigos que tienes y cuya amistad ya ha puesto una prueba, engánchalos a tu alma con ganchos de acero.” En la misma obra, Shakespeare reflexiona sobre un componente fundamental de la felicidad: la capacidad de crear vínculos de calidad que se convertirán en nuestra red de protección en tiempos de dificultad.
Nuevamente, la crisis generada por la covid-19 nos ha hecho darnos cuenta de la importancia de las relaciones personales más allá de la familia. Quienes cultivan un círculo de amistades sólidas tienen una mayor resiliencia ante los desafíos que la vida nos pone en el camino. Una investigación promovida por La Universidad de Harvard a lo largo de ocho décadas con un grupo de 700 voluntarios, que entraron en el estudio de adolescentes, demostró que las personas con lazos afectivos más fuertes tienen una vida más larga y de mayor calidad.
“El que va demasiado aprisa llega tan tarde como el que va muy despacio”. Este pasaje que en Romeo y Julieta hace referencia al amor resulta significativo en nuestra era, donde se aspira a lo instantáneo. Acostumbrados a comprar con un “click”. y especialmente los más jóvenes han perdido el músculo de la paciencia, que es vital para los proyectos verdaderamente importantes.
No precipitarse como Sugiere Shakespeare, es esencial en todos los campos, También en el de las inversiones. En un análisis interno de la empresa de servicios financieros Fidelity, las carteras de Bolsa más rentables resultaron ser las de quienes no habían hecho movimientos en los últimos 10 años; algunos incluso habían muerto y sus herederos no habían actuado sobre ellas. En el extremo opuesto están los inversores que se mueven emocionalmente, comprando cuando están altas y vendiéndolas, por puro pánico, cuando caen.
“Sabemos lo que somos; pero no lo que podemos ser”. Regresamos a la idea con esta máxima propia de los libros reales de desarrollo personal. Esta es la idea central del Exitoso hábito atómico, De James Clear, que sostiene que el único cambio real es el que parte de la transformación de nuestra identidad. Al mismo tiempo, decidimos si quieres estar vivo o si tienes el diario necesario y una forma normal. Reflexión de esta con integración con una frase de su obra La Tempestad: “Lo que es pasado es prólogo”. Grabada en los Archivos Nacionales de Washington DC, también se aplica a nuestra historia personal. Todo lo que hemos vivido hasta ahora explica quiénes somos y el punto al que hemos llegado. sin embargo, al igual que el cuerpo de un libro empieza después del prólogo, el capítulo I de nuestra vida tiene lugar cada día, si tomamos el pasado como aprendizaje y dejamos de lado el victimismo. El orientalista Alan Watts lo llevaba al extremo al afirmar, contra a todo determinismo, que nadie tiene la obligación de ser quien era hace cinco minutos.
Las 17 vidas de Maggie
– Maggie O’Farrell sorprendió con su libro autobiográfico yo yo yo, donde la autora explicaba 17 encuentros con la muerte que le enseñaron a vivir, como su viaje de pesadilla en un avión con destino a Hong Kong que estuvo a punto de estrellarse. Parte de la idea de que nadie enseña a los niños que un día van a morir. Lo van comprendiendo y asimilando a medida que crecen.
Sobre la lección que suponen los acontecimientos dramáticos, afirma: “Las cosas de la vida que no están planeadas son más importantes y, a la larga, más formativas. Es preciso esperar lo inesperado, aceptarlo (…) lo mejor no es siempre lo más fácil”.
Francesc Miralles es escritor y Periodista experto en psicología. El País Semanal.
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miércoles, 25 de mayo de 2022
Cómo leer a Shakespeare mejora nuestro mundo interior y nuestras inversiones en Bolsa
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miércoles, 1 de abril de 2020
Consejos inuit para mejorar tu vida
El presente como única realidad. Los verdaderos amigos. Una inesperada salida ante el miedo. Pequeñas lecciones de los pueblos del norte que ayudan a superar las adversidades diarias.
LOS 70.000 inuits —en idioma aborigen, “la gente”— extienden su territorio natural entre Canadá, Alaska, Siberia y Groenlandia. Los pobladores del Ártico tienen una mitología y espiritualidad propias. Según la escritora y ensayista estadounidense Annie Dillard, los inuits creen que “cada individuo posee seis o siete almas, encarnadas por personas diminutas desperdigadas por diferentes partes del cuerpo”. Una de las creencias más bellas de estos pueblos del norte es que las estrellas son agujeros en el cielo que dejan pasar la luz de los seres queridos que ya han fallecido para que desde abajo sepamos que son felices.
Tal vez por las duras condiciones de vida de estos pobladores del frío, su sabiduría popular expresa el arte cotidiano de superar las circunstancias más difíciles. Veamos algunas pinceladas que pueden ser útiles también para nuestro día a día.
Ayurnamat. Este término inuit no tiene una palabra equivalente en nuestro idioma, pero comprende una filosofía vital que podemos englobar en esta frase: “No merece la pena preocuparse por las cosas que no podemos cambiar”. Esta misma idea existe en las tradiciones china y árabe, pero el hecho de que los esquimales posean un vocablo específico indica hasta qué punto está integrado en su cultura. La supervivencia exige centrarse solo en lo que depende de uno mismo, dejando fuera todo aquello sobre lo que no tenemos control.
“No hagas en tu hogar ventanas tan pequeñas que impidan que la claridad entre en las habitaciones”. Tomado de forma literal, es comprensible que en los asentamientos en los que durante buena parte del año la luz es escasa haya que facilitar la entrada del sol. Sin embargo, este dicho inuit tiene una segunda lectura en clave personal. Si tu mirada sobre la realidad es estrecha, siempre lo verás todo oscuro o directamente negro, ya que tu visión está teñida por tu mirada. El mejor remedio contra el pesimismo y la negatividad es ampliar horizontes y entender que hay un mundo muy amplio más allá de nuestros problemas.
“Nunca sabrás de verdad quiénes son tus amigos hasta que el hielo se rompa bajo tus pies”. Llevado a nuestro entorno urbano, la actriz Marlene Dietrich decía que “los únicos amigos que cuentan son los que puedes llamar a las cuatro de la madrugada”. Ciertamente, en situaciones de celebración y de tranquilidad podemos albergar la ilusión de que tenemos muchas amistades, pero la piedra de toque son los momentos difíciles. Ante una ruina económica, una separación o una larga enfermedad —equivalentes al hielo que se rompe—, muchas personas desaparecen y solo una minoría sigue presente, dando lo mejor de sí mismos. Este filtro revelador es una de las cosas que podemos agradecer a la adversidad.
“Los regalos hacen esclavos, así como el látigo hace al perro”. Todos tenemos en mente la imagen de un trineo tirado por perros que surca el territorio nevado. Los animales cumplen con su misión a la fuerza, empujados por el azote de quien los conduce. Del mismo modo, según la sabiduría esquimal, aceptar un obsequio demasiado costoso nos coloca en una posición de debilidad hacia el otro, ya que inconscientemente nos sentiremos obligados a devolver el favor. Esto es algo a tener en cuenta uno mismo al ofrecer un regalo. Habría que preguntarse antes: ¿entrego esto de forma generosa y espontánea, o con el tiempo esperaré algo a cambio?
“Si tienes miedo, cambia de camino.” Esta inspiración esquimal parece ir en contra del moderno coaching, que aconseja desafiar las creencias limitadoras y salir de la zona de confort; sin embargo, tiene también otra interpretación: para hacer algo desde la duda y la desconfianza, mejor no hacerlo. Un ejemplo de ello sería iniciar una relación sentimental bajo el temor de ser engañados o de que las cosas no salgan bien por cualquier otro motivo. Hay que domar primero el miedo para vivir y amar con libertad.
“El ayer son cenizas y el mañana es madera. Solo hoy arde el fuego con todo su esplendor”. Encontramos equivalentes de esta idea en el zen japonés y, de hecho, en prácticamente todas las tradiciones espirituales. Y es tan simple como difícil de aplicar, a no ser que pongamos conciencia en cada uno de nuestros actos. La existencia se compone de momentos, y quien no sabe disfrutarlos se condena a vivir siempre en la melancolía del pasado o en el anhelo del futuro.
En su libro Pequeño curso de magia cotidiana, Anna Sólyom cita un ritual de los inuits recogido por la historiadora del arte Lucy R. Lippard para momentos en los que la ira se apodera de nosotros: “Una costumbre de los esquimales para aliviar a alguien de su enfado consiste en que esa persona camine siguiendo una línea recta a través del campo. El punto en que el enfado es conquistado es marcado con una vara, como testimonio de la fuerza o la duración del enojo”. Esta práctica presenta una doble ventaja. El hecho de mover el cuerpo en momentos de ofuscación nos ayuda a salir de la encerrona en la que nos ha puesto nuestra mente. Por otro lado, esta forma tan gráfica de medir la ira nos permite distanciarnos de ella y entender nuestra propia emoción como algo que no nos pertenece.
Francesc Miralles es escritor y periodista experto en psicología.
https://elpais.com/elpais/2020/03/02/eps/1583148380_800866.html
LOS 70.000 inuits —en idioma aborigen, “la gente”— extienden su territorio natural entre Canadá, Alaska, Siberia y Groenlandia. Los pobladores del Ártico tienen una mitología y espiritualidad propias. Según la escritora y ensayista estadounidense Annie Dillard, los inuits creen que “cada individuo posee seis o siete almas, encarnadas por personas diminutas desperdigadas por diferentes partes del cuerpo”. Una de las creencias más bellas de estos pueblos del norte es que las estrellas son agujeros en el cielo que dejan pasar la luz de los seres queridos que ya han fallecido para que desde abajo sepamos que son felices.
Tal vez por las duras condiciones de vida de estos pobladores del frío, su sabiduría popular expresa el arte cotidiano de superar las circunstancias más difíciles. Veamos algunas pinceladas que pueden ser útiles también para nuestro día a día.
Ayurnamat. Este término inuit no tiene una palabra equivalente en nuestro idioma, pero comprende una filosofía vital que podemos englobar en esta frase: “No merece la pena preocuparse por las cosas que no podemos cambiar”. Esta misma idea existe en las tradiciones china y árabe, pero el hecho de que los esquimales posean un vocablo específico indica hasta qué punto está integrado en su cultura. La supervivencia exige centrarse solo en lo que depende de uno mismo, dejando fuera todo aquello sobre lo que no tenemos control.
“No hagas en tu hogar ventanas tan pequeñas que impidan que la claridad entre en las habitaciones”. Tomado de forma literal, es comprensible que en los asentamientos en los que durante buena parte del año la luz es escasa haya que facilitar la entrada del sol. Sin embargo, este dicho inuit tiene una segunda lectura en clave personal. Si tu mirada sobre la realidad es estrecha, siempre lo verás todo oscuro o directamente negro, ya que tu visión está teñida por tu mirada. El mejor remedio contra el pesimismo y la negatividad es ampliar horizontes y entender que hay un mundo muy amplio más allá de nuestros problemas.
“Nunca sabrás de verdad quiénes son tus amigos hasta que el hielo se rompa bajo tus pies”. Llevado a nuestro entorno urbano, la actriz Marlene Dietrich decía que “los únicos amigos que cuentan son los que puedes llamar a las cuatro de la madrugada”. Ciertamente, en situaciones de celebración y de tranquilidad podemos albergar la ilusión de que tenemos muchas amistades, pero la piedra de toque son los momentos difíciles. Ante una ruina económica, una separación o una larga enfermedad —equivalentes al hielo que se rompe—, muchas personas desaparecen y solo una minoría sigue presente, dando lo mejor de sí mismos. Este filtro revelador es una de las cosas que podemos agradecer a la adversidad.
“Los regalos hacen esclavos, así como el látigo hace al perro”. Todos tenemos en mente la imagen de un trineo tirado por perros que surca el territorio nevado. Los animales cumplen con su misión a la fuerza, empujados por el azote de quien los conduce. Del mismo modo, según la sabiduría esquimal, aceptar un obsequio demasiado costoso nos coloca en una posición de debilidad hacia el otro, ya que inconscientemente nos sentiremos obligados a devolver el favor. Esto es algo a tener en cuenta uno mismo al ofrecer un regalo. Habría que preguntarse antes: ¿entrego esto de forma generosa y espontánea, o con el tiempo esperaré algo a cambio?
“Si tienes miedo, cambia de camino.” Esta inspiración esquimal parece ir en contra del moderno coaching, que aconseja desafiar las creencias limitadoras y salir de la zona de confort; sin embargo, tiene también otra interpretación: para hacer algo desde la duda y la desconfianza, mejor no hacerlo. Un ejemplo de ello sería iniciar una relación sentimental bajo el temor de ser engañados o de que las cosas no salgan bien por cualquier otro motivo. Hay que domar primero el miedo para vivir y amar con libertad.
“El ayer son cenizas y el mañana es madera. Solo hoy arde el fuego con todo su esplendor”. Encontramos equivalentes de esta idea en el zen japonés y, de hecho, en prácticamente todas las tradiciones espirituales. Y es tan simple como difícil de aplicar, a no ser que pongamos conciencia en cada uno de nuestros actos. La existencia se compone de momentos, y quien no sabe disfrutarlos se condena a vivir siempre en la melancolía del pasado o en el anhelo del futuro.
Para mitigar y medir el enfado
En su libro Pequeño curso de magia cotidiana, Anna Sólyom cita un ritual de los inuits recogido por la historiadora del arte Lucy R. Lippard para momentos en los que la ira se apodera de nosotros: “Una costumbre de los esquimales para aliviar a alguien de su enfado consiste en que esa persona camine siguiendo una línea recta a través del campo. El punto en que el enfado es conquistado es marcado con una vara, como testimonio de la fuerza o la duración del enojo”. Esta práctica presenta una doble ventaja. El hecho de mover el cuerpo en momentos de ofuscación nos ayuda a salir de la encerrona en la que nos ha puesto nuestra mente. Por otro lado, esta forma tan gráfica de medir la ira nos permite distanciarnos de ella y entender nuestra propia emoción como algo que no nos pertenece.
Francesc Miralles es escritor y periodista experto en psicología.
https://elpais.com/elpais/2020/03/02/eps/1583148380_800866.html
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jueves, 30 de enero de 2020
_- A PRINCIPIOS del siglo XX la ciencia empezó a desarrollar lo que se conocería como mecánica cuántica..
_- Surgida casi al mismo tiempo que la relatividad de Einstein, se ocupaba de los extraños fenómenos —desde un punto de vista humano— que se producen en el mundo subatómico, donde las leyes de la física parecían ser otras que las que rigen el universo visible.
Durante su desarrollo en el siglo pasado, la cuántica resultaba incomprensible para la inmensa mayoría de los mortales, e incluso para muchos científicos, ya que gran parte de sus principios y teorías desafían la lógica humana. En 2004, sin embargo, tres integrantes de la Escuela Ramtha de la Iluminación dirigieron el exitoso What The Bleep Do We Know!?, que en nuestro país se tradujo como ¿¡Y tú qué sabes!? Este documental combinaba entrevistas a varios científicos con animaciones para explicar algunas nociones de la física cuántica. La comunidad científica criticó duramente la película, a la que acusaba de ser pseudociencia, ya que malinterpretaba principios de la física para llevarlos al campo de la cultura new age, en lo que se ha llamado “misticismo cuántico”.
A medida que va siendo asimilada por la sociedad, la ciencia y sus avances siempre acaban influyendo en todos los aspectos de nuestro día a día, incluyendo nuestra manera de ver la vida. Trasladando algunos conceptos a la psicología cotidiana, veamos cuatro lecciones de la física cuántica para el arte de vivir.
1. No hay una sola verdad. Uno de los experimentos más célebres de la física cuántica es el de la doble rendija. En un laboratorio donde se emitía un haz de luz hacia una pantalla con dos rendijas se descubrió que cuando los físicos observaban una partícula, esta pasaba obedientemente por una de las dos rendijas; pero cuando no estaban observando, la partícula pasaba por ambas rendijas al mismo tiempo.
¿Cómo es posible que el observador defina la realidad? Sería complejo de explicar, pero hay que partir de que en el universo cuántico todas las posibilidades coexisten al mismo tiempo. No hay una sola verdad. Como en la película Rashōmon, de Akira Kurosawa, donde cuatro personas relatan la muerte de un mismo hombre de modo totalmente distinto, saber que hay tantas realidades como miradas nos libera de la necesidad estresante de tener razón.
2. La verdad es siempre provisional. La ciencia avanza impulsada por la “prueba y error”, e incluso verdades que se han dado por infalibles durante siglos son desmontadas posteriormente por la ciencia, que aporta nuevas explicaciones. Aplicando esta cura de humildad, podemos asumir que lo que hasta hoy era válido para nuestra vida puede no serlo mañana. Y también sucede a la inversa. Como señalaba Steve Jobs en su célebre discurso de Stanford, muchas cosas que al vivirlas nos parecían erróneas o inservibles, al “unir los puntos” descubrimos que han sido vitales para nuestro futuro.
3. Todo es relativo. Las dos teorías de la relatividad de Einstein, de 1905 y 1915, no están incorporadas en la formulación matemática de la mecánica cuántica, aunque son necesarias para entender lo que sucede dentro del átomo y en las partículas elementales. Consciente de lo difícil que resultaba la relatividad del tiempo para el público general, en una conferencia el físico lo explicó así: “Si uno se sienta sobre una placa caliente durante un segundo, parecerá una hora. Pero si una chica hermosa se sienta en tu regazo durante una hora, parecerá un segundo. ¡Eso es la relatividad!”. Con este ejemplo, Einstein estaba hablando de tiempo psicológico. Dependiendo de la actitud con la que hacemos algo, el tiempo vuela de forma fluida y agradable o nos quema lentamente.
4. Es comprensible que no entiendas nada. Richard Feynman, premio Nobel de Física en 1965, era un científico extravagante que abría cajas fuertes y aseguraba inspirarse en los bares de top less, aunque participó en proyectos de gran calado.
Es bien conocida su frase: “Si usted piensa que entiende la mecánica cuántica es que no la ha entendido en absoluto”. Esta misma idea puede aplicarse a nuestra capacidad para descifrar nuestra propia existencia. Tal vez nuestra misión como seres humanos no sea comprender la vida, sino simplemente vivirla.
Nuestra Carl Sagan de la cuántica — Sonia Fernández-Vidal ha ejercido en la física cuántica el papel que Carl Sagan hizo para divulgar la astrofísica. Desde 2011 ha llevado la ciencia a todo el mundo, incluidos los niños, con novelas como La puerta de los tres cerrojos, traducida a 15 idiomas.
— En Desayuno con partículas, Fernández-Vidal advierte sobre el mal uso de la física cuántica por parte de personas que no tienen formación en esta ciencia: “A veces se utiliza la etiqueta ‘cuántica’ para terapias alternativas y técnicas energéticas que pueden o no funcionar —no entraremos a juzgarlo—, pero que son totalmente ajenas a lo que se estudia en una Facultad de Física”.
Francesc Miralles es escritor y periodista experto en psicología.
https://elpais.com/elpais/2020/01/20/eps/1579517803_686433.html?por=mosaico
https://www.bbvaopenmind.com/articulos/el-mundo-despues-de-la-revolucion-la-fisica-de-la-segunda-mitad-del-siglo-xx/
Durante su desarrollo en el siglo pasado, la cuántica resultaba incomprensible para la inmensa mayoría de los mortales, e incluso para muchos científicos, ya que gran parte de sus principios y teorías desafían la lógica humana. En 2004, sin embargo, tres integrantes de la Escuela Ramtha de la Iluminación dirigieron el exitoso What The Bleep Do We Know!?, que en nuestro país se tradujo como ¿¡Y tú qué sabes!? Este documental combinaba entrevistas a varios científicos con animaciones para explicar algunas nociones de la física cuántica. La comunidad científica criticó duramente la película, a la que acusaba de ser pseudociencia, ya que malinterpretaba principios de la física para llevarlos al campo de la cultura new age, en lo que se ha llamado “misticismo cuántico”.
A medida que va siendo asimilada por la sociedad, la ciencia y sus avances siempre acaban influyendo en todos los aspectos de nuestro día a día, incluyendo nuestra manera de ver la vida. Trasladando algunos conceptos a la psicología cotidiana, veamos cuatro lecciones de la física cuántica para el arte de vivir.
1. No hay una sola verdad. Uno de los experimentos más célebres de la física cuántica es el de la doble rendija. En un laboratorio donde se emitía un haz de luz hacia una pantalla con dos rendijas se descubrió que cuando los físicos observaban una partícula, esta pasaba obedientemente por una de las dos rendijas; pero cuando no estaban observando, la partícula pasaba por ambas rendijas al mismo tiempo.
¿Cómo es posible que el observador defina la realidad? Sería complejo de explicar, pero hay que partir de que en el universo cuántico todas las posibilidades coexisten al mismo tiempo. No hay una sola verdad. Como en la película Rashōmon, de Akira Kurosawa, donde cuatro personas relatan la muerte de un mismo hombre de modo totalmente distinto, saber que hay tantas realidades como miradas nos libera de la necesidad estresante de tener razón.
2. La verdad es siempre provisional. La ciencia avanza impulsada por la “prueba y error”, e incluso verdades que se han dado por infalibles durante siglos son desmontadas posteriormente por la ciencia, que aporta nuevas explicaciones. Aplicando esta cura de humildad, podemos asumir que lo que hasta hoy era válido para nuestra vida puede no serlo mañana. Y también sucede a la inversa. Como señalaba Steve Jobs en su célebre discurso de Stanford, muchas cosas que al vivirlas nos parecían erróneas o inservibles, al “unir los puntos” descubrimos que han sido vitales para nuestro futuro.
3. Todo es relativo. Las dos teorías de la relatividad de Einstein, de 1905 y 1915, no están incorporadas en la formulación matemática de la mecánica cuántica, aunque son necesarias para entender lo que sucede dentro del átomo y en las partículas elementales. Consciente de lo difícil que resultaba la relatividad del tiempo para el público general, en una conferencia el físico lo explicó así: “Si uno se sienta sobre una placa caliente durante un segundo, parecerá una hora. Pero si una chica hermosa se sienta en tu regazo durante una hora, parecerá un segundo. ¡Eso es la relatividad!”. Con este ejemplo, Einstein estaba hablando de tiempo psicológico. Dependiendo de la actitud con la que hacemos algo, el tiempo vuela de forma fluida y agradable o nos quema lentamente.
4. Es comprensible que no entiendas nada. Richard Feynman, premio Nobel de Física en 1965, era un científico extravagante que abría cajas fuertes y aseguraba inspirarse en los bares de top less, aunque participó en proyectos de gran calado.
Es bien conocida su frase: “Si usted piensa que entiende la mecánica cuántica es que no la ha entendido en absoluto”. Esta misma idea puede aplicarse a nuestra capacidad para descifrar nuestra propia existencia. Tal vez nuestra misión como seres humanos no sea comprender la vida, sino simplemente vivirla.
Nuestra Carl Sagan de la cuántica — Sonia Fernández-Vidal ha ejercido en la física cuántica el papel que Carl Sagan hizo para divulgar la astrofísica. Desde 2011 ha llevado la ciencia a todo el mundo, incluidos los niños, con novelas como La puerta de los tres cerrojos, traducida a 15 idiomas.
— En Desayuno con partículas, Fernández-Vidal advierte sobre el mal uso de la física cuántica por parte de personas que no tienen formación en esta ciencia: “A veces se utiliza la etiqueta ‘cuántica’ para terapias alternativas y técnicas energéticas que pueden o no funcionar —no entraremos a juzgarlo—, pero que son totalmente ajenas a lo que se estudia en una Facultad de Física”.
Francesc Miralles es escritor y periodista experto en psicología.
https://elpais.com/elpais/2020/01/20/eps/1579517803_686433.html?por=mosaico
https://www.bbvaopenmind.com/articulos/el-mundo-despues-de-la-revolucion-la-fisica-de-la-segunda-mitad-del-siglo-xx/
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