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sábado, 12 de agosto de 2023

8 frases de disciplina positiva para educar a tus hijos

Frases disciplina positiva

Frases de disciplina positiva. ¿Qué son? ¿Para qué sirven?

Pues verás. Lo primero que debes saber es que las frases que repetimos a los niños una y otra vez durante la infancia se quedan grabadas en su cerebro como circuitos que se activan una y otra vez durante su adolescencia y su vida adulta. Por decirlo de otra manera; la forma en la que hablas a tus hijos se acaba transformando en su voz interior.

Es posible que tu tengas grabadas frases que escuchaste de pequeña y que te repites una y otra vez como por ejemplo: “Eres un desastre”, “No seas pesada”, “Hazlo bien”, “Lo puedes hacer mejor” o “No puedo más”. La verdad es que todos tenemos frases grabadas en nuestra mente. Y aunque es inevitable tenerlas lo que sí podemos hacer es aprovechar esa tendencia natural de nuestro cerebro a repetir las frases que escuchamos en nuestra infancia para dejar mensajes que en lugar de exigir, preocupar, minusvalorar o poner presión sobre nuestros hijos les den fuerza y libertad.

Por eso, precisamente desde la educación y disciplina positiva buscamos utilizar frases que tengan un impacto positivo en el desarrollo del niño.

Puede ser difícil

Utilizar frases positivas para educar a nuestros hijos puede ser difícil porque en muchos casos la educación que hemos recibido no nos ofrece soluciones positivas. De alguna manera nuestro cerebro ha sido programado de una forma “negativa” con frases parecidas a las que acabas de leer.

Y es precisamente esa forma en la que nosotros hemos sido educados la que hace que nosotros mismos tengamos dificultades como:

Baja autoestima
Poca seguridad a la hora de educar
Tendencia a sentir culpa o vergüenza
Enfado o resentimiento hacia los demás
No tener claridad sobre cómo debemos actuar con nuestros hijos

Por eso, es tan frecuente que, en muchas situaciones nuestro primer impulso a la hora de educar a nuestros hijos sea un impulso negativo. Un impulso que nos invita a “regañar”, “culpar”, “hacer sentir mal” , gritar, amenazar o castigar.

Hay otra manera de actuar

La buena noticia es que hay otra manera de educar. La disciplina positiva ofrece herramientas para transformar un estilo de educación autoritario, basado en el miedo del niño hacia los adultos, a un estilo de educación centrado en la comprensión y el respeto mutuo sin olvidar dos cosas muy importantes. La primera es que los padres tenemos la responsabilidad de educar a nuestros hijos y, en algunos momentos tenemos que decir “no”. La segunda es que los niños se merecen todo nuestro respeto y cuidado y, por ese motivo, debemos ser capaces de decir “no” de una forma positiva que no dañe su autoestima.

Por eso en este post te he querido traer 10 frases de disciplina positiva que te pueden ayudar a hacerte una idea de cómo se educa en positivo. Es importante que entiendas que estas frases reflejan los valores de la disciplina positiva pero que, en la mayoría de los casos es esencial que los padres se formen para desarrollar un estilo de educación positiva.

La formación permite a los padres entender realmente los principios de la disciplina positiva y les ayuda a aprender realmente estrategias y técnicas que les ayuden. Recuerda que la formación lleva unas pocas horas de tu tiempo y se queda contigo para siempre.

Frases para que haga sus tareas

Es frecuente que los niños pequeños olviden sus tareas. La manera más rápida de ayudar a un niño a cumplir con sus tareas es desarrollar rutinas, como explico en este otro post sobre tabla de rutinas disciplina positiva.

Sin embargo, es importante complementar este enfoque basado en rutinas con frases de disciplina positiva que le van a ayudar a darse cuenta de lo que tiene que hacer sin regañar o recriminar.

Por ejemplo:
Si no se está acordando o no le apetece hacer los deberes de la escuela…

Podemos utilizar una frase negativa como:

“¡Llevo media hora esperando a que empieces tus tareas!” o “¡Sólo te interesa jugar al fútbol!”

O elegir frases de disciplina positiva como:

– “¿Cómo crees que te vas a sentir cuando mañana en clase tu profesora te pida tus tareas y no las tienes hechas?”

– “Pues creo que me sentiría mal, mamá”

– “¿Y qué crees que puedes hacer ahora para no sentirte mal mañana?”

Ahora imagina que una tarde Diego no se está acordando de recoger sus juguetes antes de ir a la bañera.

Puedes decirle una frase que le haga sentir vergüenza como por ejemplo:

“Siempre te olvidas de recoger tus juguetes”

O utilizar una frase de disciplina positiva que le ayude a prestar atención:

– “Diego ¿Te has fijado que tus dinosaurios están todos por el suelo?”

– “¡Ay, no! Voy a recogerlos, mamá!!”

Frases para mejorar su autoestima

La autoestima debería ser la primera preocupación de todos los que somos padres. ¿Sabías que la educación en positivo ayuda a los niños a crecer con una mejor autoestima?

De hecho, esa es una de las razones por las que cada día miles de padres se interesan por la educación en positivo. Veamos otro ejemplo.

Imagina que tu hija pequeña está saltando bien a la comba.

Puedes darle un comentario positivo que puede ayudarle a sentirse bien, pero también le hará buscar la aprobación de los demás como:

“¡Qué bien saltas!”

O elegir una frase de disciplina positiva que le ayuda a darse valor por si misma como:

“¿Cómo crees que lo estás haciendo?”

Por ejemplo si tu hijo ha decidido meterse en la bañera sin que le tengas que perseguir por toda la casa..

Puedes elegir un comentario clásico (aunque algo recriminatorio) como:

“Muy bien. Así me gusta…no como los otros días”

O una frase de disciplina positiva que le ayudará a entender el valor de cuidar a otras personas:

“Me he sentido muy bien de que hayas venido tan pronto. ¡Hoy el baño contigo ha sido muy fácil y divertido!”

Frases para mejorar su confianza

La confianza es la capacidad del niño para sentirse seguro con sus decisiones y su forma de actuar y, al igual que ocurre con la autoestima es algo en lo que los padres podemos influir mucho.

Imagina que tu hija Lucía ha recogido su plato después de cenar sin que nadie le dijera nada:

Puedes decirle una frase sin contenido como:

“Muy bien Lucía”

O utilizar una frase de disciplina positiva dirigida simplemente a describir lo que el niño ha hecho para que se dé crédito por sus acciones:

– “¡He visto que has recogido tu plato, Lucía!”

– “Sí. Es que ya soy mayor!”

Ahora imagina que tu hijo Mateo acaba de pedir perdón a un niño al que le había dado un empujón sin querer:

Puedes decirle una fase de aprobación como:

“Muy bien. Has pedido perdón al otro niño. Así me gusta”

O elegir una frase de disciplina positiva que de valor a su acción:

– “Mateo. Creo que eso que acabas de hacer es muy difícil. No todos los niños saben pedir perdón”

– ¡Ah! Sí. ¡A mi no me cuesta nada!”

Frases para corregirlo sin dañarlo

Todos los padres, todos, hasta los más hippies o despreocupados tenemos que corregir a nuestros hijos varias veces al día. Es simplemente parte del trabajo como padres o madres. Por ese motivo, porque es parte inherente de nuestro trabajo, me gusta decir a los padres que conviene que aprendan a hacerlo de una forma positiva lo antes posible.

Imagina que tu hijo está pegando a su hermano:

Podemos utilizar el estilo clásico que habrían utilizado nuestros padres y decir:

“Pedro. ¡Muy mal! ¡Siempre estás pegando a tu hermano! ¡Me tienes harto”, aunque de esta manera lo que estaréis consiguiendo es que Pedro se sienta culpable y que su mayor temor (sentirse rechazado por sus padres a consecuencia de su hermano pequeño) se confirme.

O elegir una frase positiva que le ayude a buscar alternativas como:

– “Pedro. Quiero hablar contigo. Sé que a veces te enfadas con tu hermano pequeño pero yo no puedo dejar que le pegues porque te tengo que cuidar. Y cuidarte quiere decir que no puedo dejar hacer daño a otros niños. ¿Qué crees tu que puedes hacer la próxima vez que tu hermano te moleste?”

– ¿Puedo avisarte a ti?

– “Sí. Claro. Eso está mucho mejor. Avisar a un adulto siempre es una buena idea cuando tu no sepas resolver un problema por tí mismo”

Ahora imagina que Alejandra ha tirado el vaso de leche por toda la alfombra.

Podemos utilizar una frase clásica y culpabilizadora

“Siempre tiras todo. ¡A ver si te fijas por donde vas!”

O elegir una frase más positiva que le ayude a reflexionar antes de actuar como:

– “Alejandra, se te ha caído la leche en la alfombra. Vamos a coger la bayeta y limpiarla la alfombra pero antes de eso quiero que me respondas una cosa:
¿Qué podríamos haber hecho distinto para que esto no ocurriera?”

– “Podría haberme tomado la leche en la cocina”

– “Si. Porque además es la norma que tenemos en casa para no manchar con comida en otros sitios”

Todos los padres pueden aprender

Como decíamos al principio de este post educar es una tarea dura, pero puede ser mucho más ligera para ti y para tus hijos si educas en positivo. Como puedes ver las herramientas de la disciplina y sobre todo su enfoque centrado en el niño y las necesidades tanto de los padres como de los niños son muy eficaces y positivas para su autoestima y confianza. La realidad es que todos los padres pueden aprender a educar de forma positiva si deciden invertir un poco de su tiempo y dinero en formarse.

De la misma forma que invertimos en ropa, comida de calidad o medicinas para nuestros hijos, afortunadamente cada vez hay más padres y madres que deciden invertir un poco de su tiempo y dinero en aprender una nueva forma de educar. Una forma de educar que hace las cosas fáciles a los padres y ayuda a los niños a aprender de una forma positiva para su confianza y autoestima. Recuerda que la formación de educación y disciplina positiva lleva unas pocas horas de tu tiempo y se queda contigo para siempre.

 ÁLVARO BILBAO 
Soy Álvaro Bilbao, doctor en psicología y neuropsicólogo, pero, sobre todo, padre de 3 niños. Me he formado en el Hospital Johns Hopkins y el Kennedy Krieger Institute. He colaborado con entidades como la OMS y el Chidren Center de Nueva York. Soy también autor del bestseller "El cerebro del niño explicado a los padres" (traducido a 14 idiomas) y del curso online "Educar en positivo".


3 conceptos clave para educar en positivo

miércoles, 1 de abril de 2020

Consejos inuit para mejorar tu vida

El presente como única realidad. Los verdaderos amigos. Una inesperada salida ante el miedo. Pequeñas lecciones de los pueblos del norte que ayudan a superar las adversidades diarias.

LOS 70.000 inuits —en idioma aborigen, “la gente”— extienden su territorio natural entre Canadá, Alaska, Siberia y Groenlandia. Los pobladores del Ártico tienen una mitología y espiritualidad propias. Según la escritora y ensayista estadounidense Annie Dillard, los inuits creen que “cada individuo posee seis o siete almas, encarnadas por personas diminutas desperdigadas por diferentes partes del cuerpo”. Una de las creencias más bellas de estos pueblos del norte es que las estrellas son agujeros en el cielo que dejan pasar la luz de los seres queridos que ya han fallecido para que desde abajo sepamos que son felices.

Tal vez por las duras condiciones de vida de estos pobladores del frío, su sabiduría popular expresa el arte cotidiano de superar las circunstancias más difíciles. Veamos algunas pinceladas que pueden ser útiles también para nuestro día a día.

Ayurnamat. Este término inuit no tiene una palabra equivalente en nuestro idioma, pero comprende una filosofía vital que podemos englobar en esta frase: “No merece la pena preocuparse por las cosas que no podemos cambiar”. Esta misma idea existe en las tradiciones china y árabe, pero el hecho de que los esquimales posean un vocablo específico indica hasta qué punto está integrado en su cultura. La supervivencia exige centrarse solo en lo que depende de uno mismo, dejando fuera todo aquello sobre lo que no tenemos control.

“No hagas en tu hogar ventanas tan pequeñas que impidan que la claridad entre en las habitaciones”. Tomado de forma literal, es comprensible que en los asentamientos en los que durante buena parte del año la luz es escasa haya que facilitar la entrada del sol. Sin embargo, este dicho inuit tiene una segunda lectura en clave personal. Si tu mirada sobre la realidad es estrecha, siempre lo verás todo oscuro o directamente negro, ya que tu visión está teñida por tu mirada. El mejor remedio contra el pesimismo y la negatividad es ampliar horizontes y entender que hay un mundo muy amplio más allá de nuestros problemas.

“Nunca sabrás de verdad quiénes son tus amigos hasta que el hielo se rompa bajo tus pies”. Llevado a nuestro entorno urbano, la actriz Marlene Dietrich decía que “los únicos amigos que cuentan son los que puedes llamar a las cuatro de la madrugada”. Ciertamente, en situaciones de celebración y de tranquilidad podemos albergar la ilusión de que tenemos muchas amistades, pero la piedra de toque son los momentos difíciles. Ante una ruina económica, una separación o una larga enfermedad —equivalentes al hielo que se rompe—, muchas personas desaparecen y solo una minoría sigue presente, dando lo mejor de sí mismos. Este filtro revelador es una de las cosas que podemos agradecer a la adversidad.

“Los regalos hacen esclavos, así como el látigo hace al perro”. Todos tenemos en mente la imagen de un trineo tirado por perros que surca el territorio nevado. Los animales cumplen con su misión a la fuerza, empujados por el azote de quien los conduce. Del mismo modo, según la sabiduría esquimal, aceptar un obsequio demasiado costoso nos coloca en una posición de debilidad hacia el otro, ya que inconscientemente nos sentiremos obligados a devolver el favor. Esto es algo a tener en cuenta uno mismo al ofrecer un regalo. Habría que preguntarse antes: ¿entrego esto de forma generosa y espontánea, o con el tiempo esperaré algo a cambio?

“Si tienes miedo, cambia de camino.” Esta inspiración esquimal parece ir en contra del moderno coaching, que aconseja desafiar las creencias limitadoras y salir de la zona de confort; sin embargo, tiene también otra interpretación: para hacer algo desde la duda y la desconfianza, mejor no hacerlo. Un ejemplo de ello sería iniciar una relación sentimental bajo el temor de ser engañados o de que las cosas no salgan bien por cualquier otro motivo. Hay que domar primero el miedo para vivir y amar con libertad.

“El ayer son cenizas y el mañana es madera. Solo hoy arde el fuego con todo su esplendor”. Encontramos equivalentes de esta idea en el zen japonés y, de hecho, en prácticamente todas las tradiciones espirituales. Y es tan simple como difícil de aplicar, a no ser que pongamos conciencia en cada uno de nuestros actos. La existencia se compone de momentos, y quien no sabe disfrutarlos se condena a vivir siempre en la melancolía del pasado o en el anhelo del futuro. 

Para mitigar y medir el enfado 

En su libro Pequeño curso de magia cotidiana, Anna Sólyom cita un ritual de los inuits recogido por la historiadora del arte Lucy R. Lippard para momentos en los que la ira se apodera de nosotros: “Una costumbre de los esquimales para aliviar a alguien de su enfado consiste en que esa persona camine siguiendo una línea recta a través del campo. El punto en que el enfado es conquistado es marcado con una vara, como testimonio de la fuerza o la duración del enojo”. Esta práctica presenta una doble ventaja. El hecho de mover el cuerpo en momentos de ofuscación nos ayuda a salir de la encerrona en la que nos ha puesto nuestra mente. Por otro lado, esta forma tan gráfica de medir la ira nos permite distanciarnos de ella y entender nuestra propia emoción como algo que no nos pertenece.

Francesc Miralles es escritor y periodista experto en psicología.

https://elpais.com/elpais/2020/03/02/eps/1583148380_800866.html

domingo, 10 de septiembre de 2017

_- Ni sonreír ni salir: esto es lo que necesita cuando está triste. Y que dejen de darle consejos sobre cómo superarlo

_- Si la vida le da limones, haga limonada. Muy bonito. Pero es que a usted no le gusta la limonada. Es ácida y le hace poner esa cara… picassiana. Pero mejor que no lo diga en alto, que no lo verbalice, porque todos le tacharán de pesimista. Dirán que es un flojo, que no sabe disfrutar. Así que toca seguir sonriendo. Porque, si sonríe a la vida, esta le devolverá una sonrisa. Porque, si se convence, todo irá bien. Porque, si puede soñarlo, puede hacerlo. Y demás. Ese es el camino a la felicidad. ¿Seguro? Docenas de estudios aseguran que no, que tan malo es dejarse arrastrar por la depresión y el abatimiento como evitar los problemas y sonreír sin ningún fundamento, creando así una tendencia contraria al optimismo mal entendido y defendiendo la necesidad de, por qué no, estar de morros de vez en cuando.

Una de las voces más decididas en la lucha contra el empacho de felicidad es la de la activista americana Bárbara Ehrenreich. En su libro “Sonríe o muere: La trampa del pensamiento positivo”, lanza su alternativa a lo que denomina una “realidad a medias”, esa caravana de mensajes ilusorios que la sociedad parece haber dado por buenos. Ehrenreich padeció un cáncer de mama y, durante su proceso de curación, comprobó cómo nadie le permitía sentirse asustada, preocupada. Y se plantó: ¿por qué no iba a tener miedo en una situación tan crucial? En sus tesis afirma lo que para ella resulta más lógico: mirar hacia otro lado no soluciona los problemas ni te hace sentir mejor, y solo aprendiendo a gestionar correctamente las emociones se puede vivir auténticamente conectado con los sentimientos y llevar una vida consecuente con aquello que está ocurriendo.

“Pretender que solo se experimenten emociones positivas es tan absurdo como imposible”, afirma Rosana Pereira, psicóloga del gabinete Haztúa y experta en Psicología positiva, que añade: “Es evidente que, ante una situación normal, es preferible ser optimista, pero las emociones mal llamadas negativas cumplen una función adaptativa que nos ayuda a sobrevivir”. Porque la ira, la tristeza, el estrés o el miedo son mecanismos que, bien gestionados, nos permiten adaptarnos a nuestra realidad y alumbrar soluciones o vías de escape. “Esto es así desde que el hombre es hombre: el cavernícola no trataba de dialogar con un guepardo ni hacía caso omiso cuando este iba a atacarle; simplemente, escapaba a toda prisa movido por el miedo a ser devorado”, constata Pereira.

Ahora bien, ese temor, enfado, agotamiento o frustración deben servir como motor de cambio, deben revelarse como el germen que dispare el pensamiento crítico y la búsqueda de alternativas. Negarlos fomenta únicamente la rigidez emocional y provoca además que quien se siente mal por una situación negativa sume un grado extra de malestar, al saberse incapaz de sonreír a la vida. Y más. Según Ángel Luis Sánchez, psicólogo y director del Instituto de Desarrollo, soslayar estas alertas es peligroso: “Un miedo no escuchado puede desembocar, con el tiempo, en ataques de pánico descontrolados, igual que una tristeza ignorada puede convertirse en depresión”.

Por eso, no deben ser obviadas, pero tampoco hay que permitir que dobleguen la voluntad. “Lo importante es que nadie se quede enganchado en el derrotismo y que entienda que todo lo que siente es una respuesta lógica a lo que le sucede”, continúa Pereira, estableciendo así la línea entre los fundamentos de la Psicología positiva y las frases categóricas de los gurús de la felicidad. Y define a la primera como un complemento de la Psicología tradicional, puesto que “no se queda únicamente en arreglar una situación de dolor emocional, sino que muestra las pautas para gestionar mejor esas emociones adaptativas negativas y enseña a afrontar los problemas y a lograr un mayor bienestar”.

Tampoco se le escapa que la Psicología positiva, en ocasiones, es vinculada a esas frases categóricas y al optimismo irresponsable y mal entendido. “Existe mucho intrusismo y los gurús hacen flaco favor a la Psicología. Cualquier sentencia contundente nos tiene que hacer sospechar; no hay que olvidar que la Psicología es de todo menos contundente”, porque habla y trabaja con personas, y cada una reacciona de una forma distinta. Y en esa línea caminan también otros estudios que señalan los peligros de una Psicología positiva mal aplicada.

La investigadora María Prieto-Ursúa, del departamento de Psicología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, habla de la tiranía de la actitud positiva. Explica que, efectivamente, en ocasiones es complicado sentirse feliz viendo el telediario, pero que prescindir de esa carga de sufrimiento nos aleja de la solidaridad, la sensibilidad y el ánimo por mejorar la situación. Y evidencia que muchos seguidores entusiastas de la Psicología positiva pueden haber malinterpretado su mensaje y haberlo llevado al extremo, a la “necesidad de mantener una actitud positiva o de optimismo en todas las circunstancias”.

Entonces, al mal tiempo, ¿solo buena cara?

No. Porque, así, será imposible afrontar lo que está ocurriendo y concentrarse en darle una solución. “Un optimismo excesivo puede llevar a que confiemos demasiado en el futuro y a que no pongamos lo suficiente de nuestra parte para que aquello que pretendemos termine por llegar”, confirma Ángel Luis Sánchez.

Así que, al próximo que le invite a mirar hacia otro lado y a sonreírle a la vida, quizá deba explicarle la utilidad de estar triste, enfadado, colérico, de atravesar todas las fases emocionales que desencadenan los problemas. Tal vez deba contestar a su sonrisa sacándole la lengua. Y si la vida le da limones… vaya con la vida. Habrá que seguir trabajando para convertirlos en naranjas.

https://elpais.com/elpais/2017/08/29/buenavida/1504000199_685876.html?por=mosaico