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viernes, 5 de junio de 2020

Coronavirus | Entrevista con Laura Rojas-Marcos: "Estamos aprendiendo a gestionar la incertidumbre".

En los últimos años se ha puesto de moda una palabra que cobra sentido cuando hay una crisis: "resiliencia".

La psicóloga Laura Rojas-Marcos prefiere el término "personalidad resistente" para hablar de nuestra capacidad de adaptación, de la fuerza interior que nos permite recuperarnos de las adversidades.

Ella, que es especialista en ansiedad, estrés, depresión y psicooncología, asegura que ahora que el coronavirus ha puesto nuestro mundo patas arriba, estamos en el mejor momento que nunca para trabajar una cualidad "que todos podemos aprender a desarrollar".

Nacida en Nueva York y afincada en Madrid, Rojas-Marcos es autora de varios libros sobre desarrollo personal.

Ferviente defensora de la psicología positiva —herencia de su padre, el psiquiatra Luis Rojas-Marcos ("La fuerza del optimismo", 2005)— no pasa por alto que vivimos un momento crítico, pero confía en nuestra "capacidad de reinventarnos" para superarlo.

Lo que sigue es un extracto de la conversación que la psicóloga mantuvo con BBC Mundo desde su confinamiento en Madrid, desde donde ahora también teletrabaja con su consulta de psicoterapia.

Naciones Unidas publicó recientemente un informe en el que avisaba de que se viene una "crisis masiva" de salud mental debido a la pandemia. ¿Cuál es su opinión como especialista?

Sí, así es. Lo que vemos quienes nos dedicamos a la salud mental es un tsunami de síndromes psicológicos.

Algunas personas con una historia clínica que ya estaban recibiendo tratamiento por ansiedad, depresión o cualquier otra enfermedad mental han tenido que intensificarlo, y otras que ya se habían recuperado están recayendo.

Por otro lado, encontramos un aumento en los problemas de adicciones. Es increíble lo que ha aumentado el nivel de consumo de alcohol o el juego online, y eso es algo que realmente me produce miedo y me preocupa.

¡Y qué decir de los problemas relacionales...! Por un lado, estoy viendo que muchas personas están tomando decisiones vitales y que otros están aprendiendo a compartir en la convivencia, pero también hay muchísimos conflictos porque la irascibilidad hace que se generen muchas tensiones.

¿Qué otros desafíos psicológicos identifica con respecto al coronavirus?

En estos momentos, desde mi experiencia en la consulta todo el día y después haciendo voluntariado con los sanitarios, lo que más observo es un nivel de estrés muy agudo, ansiedad, angustia y tristeza... mucha tristeza.

Después de tantas semanas de confinamiento, están surgiendo dos síndromes: el "síndrome de la cabaña" y la "fiebre de la cabina".

El primero es el miedo y la ansiedad a salir a la calle; el segundo, una respuesta emocional asociada a sentimientos de angustia que sucede cuando se pasa mucho tiempo encerrado en algún lugar.

Estamos viendo que los niveles de ansiedad han aumentado drásticamente en varios países.

El miedo, el pavor a ser contagiado, que a veces se vuelve bastante desproporcionado, lleva a que las personas de repente se paralicen, no puedan pensar y actuar, y entonces llega un momento en que no pueden analizar la situación. Hay un pánico generalizado respecto al virus.

La situación de los sanitarios es tremenda. Están sufriendo mucho y están bajo una presión extrema porque, por un lado, no solamente son más conscientes de lo que es una epidemia, sino que además están más expuestos —entonces, el grado de miedo que sienten a contagiar y ser contagiados es muy alto— y, a nivel global, no todos tienen la protección necesaria.

Y algo que voy observando a medida que va pasando el tiempo es que muchos de ellos están desarrollando lo que llamamos en psicología un trastorno por estrés postraumático (TEPT) porque lo que están viendo y viviendo es muy duro.

Si salimos de ese entorno y nos vamos a la ciudadanía, lo que está viviendo todo el mundo es una tragedia sin precedentes. Pero también estoy encontrando muchos aspectos positivos, y eso me maravilla.

La incertidumbre respecto a esta situación es uno de los aspectos más difíciles de manejar. ¿Por ejemplo? ¿Qué cosas positivas observa en esta crisis?

Pues que hemos tenido que reinventarnos todos. ¿Qué es lo bueno? Que el ser humano tiene la capacidad de reinventarse y eso es lo que estamos haciendo.

Y hay una serie de aprendizajes que también estamos teniendo todos —unos mejor y otros peor— para gestionar esta situación.

Estamos aprendiendo a gestionar la espera, la (falta de) inmediatez y la tolerancia a la frustración, la paciencia y la comunicación. A gestionar la incertidumbre, cómo rellenamos el tiempo, si somos más o menos productivos.

Tenemos menos prisa, y eso es algo a lo que no estamos acostumbrados. Es un cambio bestial.

También estamos aprendiendo a aprender, que aunque suene muy redundante es un arte; desde trabajar de manera diferente, hasta organizarnos distinto o a vivir el tiempo y el espacio también de una manera diferente.

Y luego estoy viendo a muchas personas que están haciendo un trabajo personal precioso, que están aprovechando este momento —sobre todo aquellos que no están pasando por determinados duelos— para hacer un trabajo de crecimiento personal, de reflexión, de introspección, de toma de decisiones.

Pero también estoy viendo que todos (y me incluyo) estamos más sensibles a la información, a nosotros mismos y a lo que pasa en nuestro entorno, a esa incertidumbre. Hay una serie de preguntas que nos hacemos todos: "¿Qué va a pasar después?" "¿Qué va a ser de mí?"

Cómo proteger tu salud mental durante la pandemia de coronavirus

Precisamente en ese contexto de incertidumbre escuchamos cada vez más la palabra"resiliencia". Es un concepto que a muchos les resulta abstracto. ¿Qué significa y cómo puede aplicarse en una situación tan difícil como esta?

¡Sí, es una palabra maravillosa! Cuando hablamos de resiliencia estamos hablando de desarrollar una personalidad resistente. Una persona resiliente es la persona que ha aprendido de la experiencia vivida, que ha superado la adversidad, la crisis, el dolor, el sufrimiento.

Se trata de cambiar el foco de atención de lo negativo a lo positivo, pero sin fantasías, con los pies en la tierra. Eso viene de uno mismo, del "yo sí puedo".

En la psicología positiva no se niega lo negativo, simplemente se refuerzan las fortalezas, porque dejarse caer en un pozo sin fondo no es la mejor manera de superar una crisis.

Y ese proceso de superación le lleva a uno a construir una parte de sí mismo más fuerte. Entonces, aprende una serie de herramientas y estrategias que le van a ayudar en un futuro a poder superar otras situaciones adversas.

Pero todavía no estamos en esa parte del proceso. Dentro de las diferentes etapas de resiliencia, todavía en el proceso de superación y de gestión de la situación adversa.

¿Cuáles son esas diferentes etapas de la resiliencia?

Frente a cualquier situación está el detonante, el estímulo adverso al que tenemos que adaptarnos y hacer una serie de cambios (radicales, en este caso).

Esa sería la primera etapa: confinarnos en casa, informarnos sobre qué significa esta crisis y cuáles son los efectos. Poco a poco, vamos recibiendo esa información, que vamos interiorizando.

Eso produce miedo, inseguridad, dudas, ansiedad...sobre todo al principio.

Después hay un proceso de adaptación: ¿qué puedo hacer en mi día a día para sobrevivir? Cómo me voy a organizar para alimentarme? ¿Cómo voy a conseguir dinero? ¿Cómo voy a trabajar? ¿Qué puedo hacer si me quedo sin trabajo? Entonces uno empieza a planificar y a organizarse, adaptándose a la circunstancia.

Todo ello produce un nivel de estrés y de ansiedad altísimos. Hasta que llega un momento en que los hábitos se vuelven automáticos a través de la repetición, y nos acostumbramos.

Y entonces llegamos al mantenimiento, que es donde estamos ahora. Ahora mismo estamos manteniendo una serie de hábitos, y ese "mientras tanto" cada uno decide cómo utilizar este momento. Eso es clave.

7 CLAVES PARA SER MÁS RESILIENTES, según Laura Rojas-Marcos

1. Ten un plan de acción, te ayudará a tener una sensación de control sobre tu día a día.

2. Usa esta regla de 3: el día tiene 24 horas, si las divides entre 3 quedan 8. Dedica 8 horas a trabajar, 8 a descansar y otras 8 a ti mismo. Será más o menos fácil según cada situación, pero el autocuidado es importante.

3. Mantente ocupado. No estresado, sino de una manera ordenada, aunque puedes cambiar el orden de las tareas para no sentir que todos los días son iguales. El ejercicio y la meditación ayudan mucho.

4. Sé realista, flexible y paciente. Ten los pies en la tierra y al mismo tiempo sé comprensivo y empático contigo mismo.

5. Céntrate en el presente: ¿Hoy qué puedo hacer? Es muy importante cómo te organizas el día.

6. Crea círculos virtuosos. Son los buenos hábitos (amables, responsables, de autocontrol, de diversión, de desahogo). Es lo contrario a los círculos viciosos, que son destructivos.

7. Tener un propósito. ¿Por qué y para qué voy a hacer esto? ¿Qué puedes hacer por ti y qué puedes hacer por otros? Cuando ayudas a alguien te sientes bien.

¿Hay algo que podamos hacer para saber si vamos por buen camino?

Desde hace una semana, una de las preguntas que te hago a la gente es: "¿Qué puedes hacer hoy para que tu futuro 'yo' se sienta orgulloso?" Si tú haces algo hoy que sea constructivo y positivo —para ti o para otros— el día de mañana tú te sentirás orgulloso de ti, y todo eso influye de manera positiva en la autoestima, que ayuda a su vez a poder construir esa personalidad resiliente.

"¿Qué puedes hacer hoy para que tu futuro 'yo' se sienta orgulloso?", reflexiona Rojas-Marcos.

La manera en la que nos resolvamos nos ayudará a ser más resilientes.

Personas que se sienten todo el tiempo víctimas, vulnerables, indefensas, que están deprimidas, que no hacen nada ni por ellas mismas ni por otras personas —y no estoy hablando de una depresión, sino de una actitud pasiva— son personas que, evidentemente, van a tener dificultad para sentirse bien el día de mañana.

Y no hay que hacer grandes cosas, sino pequeñas acciones —desde ayudar a un vecino, hasta cuidar la alimentación— que nos ayudan a construir esa personalidad resiliente y a sentirnos útiles.

Es tener esos momentos de tristeza y vivirlos, pero no quedarnos ahí. Precisamente en esa etapa es donde estamos.

¿Y después? ¿Hacia dónde vamos?

Después toca recoger toda la información y analizar y evaluar todo lo que hemos hecho. Todo eso está lleno de aprendizajes que nos van ayudar a gestionar situaciones difíciles en el futuro.

Y yo no sé lo que va a pasar porque no tengo una bola de cristal, pero sí se que nos vamos reinventar, que nos vamos a reconstruir y que lo vamos a superar. ¿En cuanto tiempo? Pues no lo sé. Eso no lo sabe nadie.

No va a ser fácil. Va a ser lento y tendremos que arrimar mucho el hombro (unos más que otros) y muchos necesitarán ayuda psicológica. Pero si hay algo que me queda claro y de lo que no tengo la menor duda es que lo vamos a superar.

Incluso hay personas que van a salir fortalecidas de esta crisis, más reforzadas... y muy resilientes.

BBC

miércoles, 1 de abril de 2020

Consejos inuit para mejorar tu vida

El presente como única realidad. Los verdaderos amigos. Una inesperada salida ante el miedo. Pequeñas lecciones de los pueblos del norte que ayudan a superar las adversidades diarias.

LOS 70.000 inuits —en idioma aborigen, “la gente”— extienden su territorio natural entre Canadá, Alaska, Siberia y Groenlandia. Los pobladores del Ártico tienen una mitología y espiritualidad propias. Según la escritora y ensayista estadounidense Annie Dillard, los inuits creen que “cada individuo posee seis o siete almas, encarnadas por personas diminutas desperdigadas por diferentes partes del cuerpo”. Una de las creencias más bellas de estos pueblos del norte es que las estrellas son agujeros en el cielo que dejan pasar la luz de los seres queridos que ya han fallecido para que desde abajo sepamos que son felices.

Tal vez por las duras condiciones de vida de estos pobladores del frío, su sabiduría popular expresa el arte cotidiano de superar las circunstancias más difíciles. Veamos algunas pinceladas que pueden ser útiles también para nuestro día a día.

Ayurnamat. Este término inuit no tiene una palabra equivalente en nuestro idioma, pero comprende una filosofía vital que podemos englobar en esta frase: “No merece la pena preocuparse por las cosas que no podemos cambiar”. Esta misma idea existe en las tradiciones china y árabe, pero el hecho de que los esquimales posean un vocablo específico indica hasta qué punto está integrado en su cultura. La supervivencia exige centrarse solo en lo que depende de uno mismo, dejando fuera todo aquello sobre lo que no tenemos control.

“No hagas en tu hogar ventanas tan pequeñas que impidan que la claridad entre en las habitaciones”. Tomado de forma literal, es comprensible que en los asentamientos en los que durante buena parte del año la luz es escasa haya que facilitar la entrada del sol. Sin embargo, este dicho inuit tiene una segunda lectura en clave personal. Si tu mirada sobre la realidad es estrecha, siempre lo verás todo oscuro o directamente negro, ya que tu visión está teñida por tu mirada. El mejor remedio contra el pesimismo y la negatividad es ampliar horizontes y entender que hay un mundo muy amplio más allá de nuestros problemas.

“Nunca sabrás de verdad quiénes son tus amigos hasta que el hielo se rompa bajo tus pies”. Llevado a nuestro entorno urbano, la actriz Marlene Dietrich decía que “los únicos amigos que cuentan son los que puedes llamar a las cuatro de la madrugada”. Ciertamente, en situaciones de celebración y de tranquilidad podemos albergar la ilusión de que tenemos muchas amistades, pero la piedra de toque son los momentos difíciles. Ante una ruina económica, una separación o una larga enfermedad —equivalentes al hielo que se rompe—, muchas personas desaparecen y solo una minoría sigue presente, dando lo mejor de sí mismos. Este filtro revelador es una de las cosas que podemos agradecer a la adversidad.

“Los regalos hacen esclavos, así como el látigo hace al perro”. Todos tenemos en mente la imagen de un trineo tirado por perros que surca el territorio nevado. Los animales cumplen con su misión a la fuerza, empujados por el azote de quien los conduce. Del mismo modo, según la sabiduría esquimal, aceptar un obsequio demasiado costoso nos coloca en una posición de debilidad hacia el otro, ya que inconscientemente nos sentiremos obligados a devolver el favor. Esto es algo a tener en cuenta uno mismo al ofrecer un regalo. Habría que preguntarse antes: ¿entrego esto de forma generosa y espontánea, o con el tiempo esperaré algo a cambio?

“Si tienes miedo, cambia de camino.” Esta inspiración esquimal parece ir en contra del moderno coaching, que aconseja desafiar las creencias limitadoras y salir de la zona de confort; sin embargo, tiene también otra interpretación: para hacer algo desde la duda y la desconfianza, mejor no hacerlo. Un ejemplo de ello sería iniciar una relación sentimental bajo el temor de ser engañados o de que las cosas no salgan bien por cualquier otro motivo. Hay que domar primero el miedo para vivir y amar con libertad.

“El ayer son cenizas y el mañana es madera. Solo hoy arde el fuego con todo su esplendor”. Encontramos equivalentes de esta idea en el zen japonés y, de hecho, en prácticamente todas las tradiciones espirituales. Y es tan simple como difícil de aplicar, a no ser que pongamos conciencia en cada uno de nuestros actos. La existencia se compone de momentos, y quien no sabe disfrutarlos se condena a vivir siempre en la melancolía del pasado o en el anhelo del futuro. 

Para mitigar y medir el enfado 

En su libro Pequeño curso de magia cotidiana, Anna Sólyom cita un ritual de los inuits recogido por la historiadora del arte Lucy R. Lippard para momentos en los que la ira se apodera de nosotros: “Una costumbre de los esquimales para aliviar a alguien de su enfado consiste en que esa persona camine siguiendo una línea recta a través del campo. El punto en que el enfado es conquistado es marcado con una vara, como testimonio de la fuerza o la duración del enojo”. Esta práctica presenta una doble ventaja. El hecho de mover el cuerpo en momentos de ofuscación nos ayuda a salir de la encerrona en la que nos ha puesto nuestra mente. Por otro lado, esta forma tan gráfica de medir la ira nos permite distanciarnos de ella y entender nuestra propia emoción como algo que no nos pertenece.

Francesc Miralles es escritor y periodista experto en psicología.

https://elpais.com/elpais/2020/03/02/eps/1583148380_800866.html

domingo, 13 de agosto de 2017

_- Cómo ser un adulto resiliente



_- Gran parte de las investigaciones científicas sobre la resiliencia —nuestra capacidad de recuperarnos de la adversidad— se ha enfocado en cómo desarrollar esta en los niños. Sin embargo, ¿qué hay de los adultos?


Si bien la resiliencia es una habilidad fundamental para un desarrollo saludable en la niñez, la ciencia demuestra que los adultos también pueden tomar acciones para impulsarla; a menudo es cuando más la necesitamos. La adultez puede traer consigo todo tipo de factores que causan estrés, incluyendo un divorcio, la muerte de alguno de los padres, reveses profesionales y preocupación ante la jubilación, pero muchos de nosotros no cultivamos las habilidades para enfrentar tales adversidades, como se requiere para superar estos retos.

La buena noticia es que algunas de las cualidades de una edad más avanzada, como una mejor capacidad para regular las emociones, la perspectiva obtenida a partir de las experiencias de vida y la preocupación por las generaciones futuras, pueden darles a las personas mayores una ventaja sobre las más jóvenes en cuanto al desarrollo de la resiliencia, dijo Adam Grant, profesor de Administración y Psicología de la Facultad Wharton de la Universidad de Pensilvania.

“Hay un conjunto de comportamientos que se pueden aprender de manera natural y que contribuyen a la resiliencia”, dijo Grant, quien escribió junto con Sheryl Sandberg, la directora de operaciones para Facebook, el libro Option B: Facing Adversity, Building Resilience and Finding Joy. “Esas son las conductas hacia las que gravitamos cada vez más conforme vamos creciendo”.

El año pasado, Dennis Charney, un investigador de la resiliencia y decano de la Facultad de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinaí, en la ciudad de Nueva York, salía de una tienda de alimentos cuando recibió un balazo de un exempleado insatisfecho. Charney pasó cinco días en terapia intensiva y tuvo una recuperación difícil. “Después de 25 años de estudiar la resiliencia, yo mismo tuve que ser resiliente”, dijo Charney, coautor del libro Resilience: The Science of Mastering Life’s Greatest Challenges. “Es bueno estar preparado de antemano, pero una vez impactado por un trauma no es demasiado tarde para cultivar la capacidad de salir adelante de manera resiliente”.

Los científicos que estudian el estrés y la resiliencia dicen que es importante pensar en esta última como si fuera un músculo emocional, el cual puede fortalecerse en cualquier momento. Aunque es útil desarrollar la resiliencia antes de que se presente una crisis pequeña o grande, también hay pasos activos que podemos tomar durante y después de las crisis para acelerar la recuperación emocional.

Estas son algunas de las formas en las que puedes cultivar la resiliencia en la adultez:

• Practica el optimismo.
El optimismo es en parte heredado y en parte aprendido. Así que, si naciste en una familia de pesimistas, de cualquier forma puedes encontrar a tu optimista interior.

Ser optimista no significa ignorar la realidad de una situación difícil. Después de la pérdida de un empleo, por ejemplo, mucha gente se siente derrotada y piensa: “Nunca me recuperaré de esto”. Un optimista reconocerá el reto, pero con más esperanza, y dirá: “Esto será difícil, pero es una oportunidad de replantearme mis objetivos de vida y conseguir un trabajo que realmente me haga feliz”.

Aun cuando suene trivial, tener pensamientos positivos y rodearte de gente positiva en verdad ayuda. Steven Southwick, profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Yale y coautor del libro de Charney, señala que el optimismo, al igual que el pesimismo, puede ser contagioso. Así que su consejo es: “Júntate con personas optimistas”.

• Reescribe tu historia.
Cuando Charney estaba recuperándose del balazo, sabía que su vida había cambiado para siempre, pero reestructuró la situación, enfocándose en la oportunidad que le presentaba ese duro golpe. “Una vez que eres víctima de un trauma, eso se queda contigo”, dijo. “Pero yo sabía que podía ser un modelo. Tengo a miles de estudiantes que observan mi recuperación. Esto me da la oportunidad de usar lo que he aprendido”.

Ha sido demostrado en un estudio tras otro que podemos beneficiarnos de cambiar el discurso personal que moldea nuestra forma de ver el mundo y a nosotros mismos. En estudios sobre escritura expresiva, obtuvieron mejores calificaciones los estudiantes universitarios a los que se les enseñó a reformular sus conflictos como una oportunidad de crecimiento, y fue menos probable que abandonaran sus estudios. Una investigación realizada en Harvard encontró que las personas que consideraban el estrés como un combustible para un mejor desempeño obtenían mejores resultados en sus exámenes y manejaban mejor el estrés –desde el punto de vista fisiológico– que aquellos a quienes se les había enseñado a ignorarlo.

“Se trata de aprender a reconocer la historia explicativa que tiendes a usar para tu vida”, dijo Southwick. “Observa lo que te dices a ti mismo y cuestiónalo. No es fácil. Requiere práctica”.

• No te lo tomes personal.
Tenemos la tendencia de culparnos por las adversidades de la vida y rumiar acerca de lo que podríamos haber hecho diferente. En su momento, una situación difícil parece no tener fin. Para fortalecer tu resiliencia, recuerda que incluso si cometiste un error, con toda seguridad hubo varios factores que contribuyeron al problema; cambia tu enfoque hacia los próximos pasos a seguir.

“Decirte a ti mismo que una situación no es personal, que no lo abarca todo ni es permanente, puede ser extremadamente útil”, dijo Grant. “Casi no hay fracasos que sean completamente personales”.

• Recuerda tus recuperaciones.
En tiempos difíciles, a menudo recordamos que otras personas —como los refugiados de guerras o un amigo con cáncer— la han pasado peor. Aunque esto pueda ser cierto, obtendrás un mayor impulso resiliente si te recuerdas a ti mismo los retos que tú ya has superado personalmente.

“Es más fácil identificarte con quien eras antes que con alguien de otro país”, dijo Grant. “Recuerda y di: ‘Ya pasé por algo peor en el pasado. Esto no es lo más horrible que he enfrentado o enfrentaré. Sé que puedo lidiar con esto’”.

Sallie Krawcheck, antigua ejecutiva de Wall Street, dijo que después de un despido bastante público, se recordó a sí misma lo afortunada que era de tener una familia sana y un colchón financiero. Aunque nunca ha estudiado la resiliencia, cree que algunos retos que enfrentó a temprana edad —como el que la molestaran en la secundaria (“Fue brutal”, dijo) o pasar por un divorcio doloroso— la ayudaron a recuperarse también en el ámbito profesional. “Simplemente creo en los resurgimientos”, dijo Krawcheck, quien recientemente fundó Ellevest, una plataforma de inversión en línea para mujeres. “Considero estos reveses como parte de un viaje y no un fracaso que pueda terminar con mi carrera. No había nada que pudieran hacerme en Wall Street que fuera tan malo como la secundaria”.

• Apoya a otros.
Los estudios sobre resiliencia muestran que las personas son más resilientes cuando cuentan con redes sólidas de apoyo de amigos y familiares que les puedan ayudar a enfrentar las crisis. Sin embargo, puedes obtener un impulso resiliente aún mayor cuando tú das el apoyo.

En un estudio sobre resiliencia psicológica realizado en 2017 entre veteranos del Ejército de Estados Unidos, quienes tenían niveles más altos de gratitud, altruismo y sentido de propósito también presentaban mayores habilidades de resiliencia.

“Cualquier manera en la que puedas acercarte a otros y ayudarlos es una forma de salir de ti mismo, lo que constituye una forma importante de aumentar tu propia fuerza”, dijo Southwick. “Una parte de la resiliencia es asumir la responsabilidad de tu vida y de crear una vida que consideres significativa y con propósito. No tiene que ser una misión elevada: puede ser tu familia. Mientras aquello en lo que participes tenga sentido para ti, eso puede impulsarte a superar todo tipo de adversidades”.

• Descansa del estrés.
Los tiempos de estrés manejable representan una oportunidad de cultivar tu resiliencia. “Debes cambiar la manera en que piensas el estrés”, dijo Jack Groppel, cofundador del Johnson &  Johnson Performance Institute, que hace poco comenzó a ofrecer un curso de resiliencia. “Debes invitar al estrés a tu vida. Un ser humano necesita estrés; el cuerpo y la mente quieren estrés”.

La clave, dijo Groppel, es reconocer que nunca eliminarás el estrés de tu vida. Por lo tanto, hay que crear oportunidades frecuentes para que el cuerpo se recupere de este, al igual que harías para dejar descansar a tus músculos entre repeticiones de levantamiento de pesas. Tomar una caminata a modo de descanso, dedicarle cinco minutos a meditar o ir a almorzar con alguna amistad son maneras de darles a tu cuerpo y a tu mente un descanso del estrés.

“El estrés es el estímulo para el crecimiento, y la recuperación es cuando el crecimiento ocurre”, dijo Groppel. “Así es como desarrollamos el músculo de la resiliencia”.

• Sal de tu zona de confort.
La resiliencia no solo proviene de las experiencias negativas. Puedes cultivar tu resiliencia poniéndote en situaciones desafiantes. Groppel está planeando escalar el monte Kilimanjaro con su hijo, por ejemplo. Así que toma unas vacaciones intrépidas o corre un triatlón. Comparte tus habilidades poéticas secretas con extraños en un evento de lectura de poesía.

“Hay algo biológico en ello”, dijo Charney. “Tus sistemas para regular la hormona del estrés se harán menos reactivos al estrés para que puedas manejarlo mejor. Vive tu vida de manera que adquieras las habilidades que te permitan manejarlo”.

https://www.nytimes.com/es/2017/07/31/resiliencia-edad-avanzada/?smid=fb-espanol&smtyp=cur

Más aquí.

miércoles, 8 de abril de 2009

Resiliencia

"Habrá un momento político para luchar contra los crímenes de guerra, un momento filosófico para criticar las teorías que preparan esos crímenes, un momento técnico para repara esas heridas y un momento resiliente para retomar el curso de nuestra existencia" .
Boris Cyrulnik. Resiliencia.

Una entrevista a Stefan Vanistendael, psicólogo, referente por sus teorías sobre la resiliencia o resilencia. Deseo que os guste. Me quedo con la frase de que "el humor constructivo nos abre la inteligencia".
"Queremos ser admirados más que amados, qué error"
IMA SANCHÍS - 16/12/2008

57 años. Nací en Holanda, soy belga, y vivo en Suiza con una inglesa. Sin hijos, lástima. Sociólogo, jefe de investigación en la Oficina Internacional Católica de la Infancia (BICE), en Ginebra. La crítica con humor es necesaria y la espiritualidad cristiana una buena guía ética. (Lo que para mi es discutible que siempre lo sea, al menos en las versiones que observamos. No siempre las religiones son fuentes de buenas éticas)

¿Qué tenemos cuando ya no nos queda nada?
La capacidad de crecer a través de grandes dificultades, la resiliencia. Lo que da sentido a nuestra vida son esas pequeñas cosas que nos conectan con la vida: la amistad, la pareja, los hijos...
Eso no son pequeñas cosas.

Tener responsabilidad por otro, aunque sea un gato, es suficiente. Pero se trata de vivir conectado positivamente. Y la belleza (la naturaleza o el arte) y el humor me parecen dos maneras de conectarse con la vida muy poderosa. El humor es el último tesoro, en situaciones difíciles, como dictaduras, la gente desarrolla un humor muy agudo.

A veces sarcasmo.
El sarcasmo es dañino para el que lo practica y para quienes lo sufren. Pero el humor constructivo nos abre la inteligencia.

¿Y cómo nace el humor?
En la infancia deriva de una aplicación estricta de la lógica, y me parece delicioso. Los adultos creemos que somos los más capaces de pensar lógicamente, pero no es cierto, nos lo impiden los filtros, las normas sociales y nuestra experiencia de vida. En cambio los argumentos lógicos aunque inocentes de un niño son demoledores.

Póngame un ejemplo.
"¿Qué quieres para Navidad?", pregunta el papá. "Un Tampax, porque con él puedo montar a caballo, nadar e ir en bicicleta".

¿Por qué nos reímos tan poco?
Porque todo funciona muy bien en la vida cotidiana, el humor viene cuando algo no funciona bien, y gracias a él no se pierde la confianza. Cuando la madre esconde su cara tras las manos, el bebé pasa de la angustia a la sorpresa de volver a recuperarla y lo hace a través del humor.

El humor, ¿un mecanismo de defensa?
Es mucho más que eso, nos ayuda a ajustar situaciones que nos desorientan. Un señor muy viejo me dijo: "Tengo un gran problema que no puedo resolver, pero comparado con la inmensidad de la vida es pequeño".

Eso es un acto de realismo.
Sí, nos permite redescubrir una perspectiva más amplia. Nos da ese equilibrio esencial entre el ideal y la realidad. Queremos ser más guapos e inteligentes, pero somos lo que somos, ese es el mensaje del humor.

¿El humor se puede enseñar?
Se aprende viviendo, pero uno se puede esforzar. Sabemos que la lógica extrema tiene un efecto humorístico, recuperarla puede crear bastantes situaciones oxigenantes. La risa es un indicador de salud mental.

¿Cómo trabajar el humor con niños?
Se debe permitir, establecer un clima en el que pueda fluir. El humor necesita confianza para que no se convierta en sarcasmo y algunas normas como que no te puedes reír de los otros, sino con los otros. Y no olvidar nunca que no te puedes tomar en serio a alguien que no tiene sentido del humor.

Humor y belleza son sus caballos de batalla...
Sí, y a menudo cuando la gente quiere ser seria pierde estas dos cualidades imprescindibles. En una ocasión un preso me invitó a dar una conferencia en una prisión francesa. En la mesa el preso puso un enorme ramo de flores, me sorprendió en una cárcel. Al terminar la conferencia dije una tontería.

¿? Le pregunté al preso qué podía hacer yo con esas flores (me iba en avión). Él me miró:
"Estaban ahí para embellecer el acto", luego las cogió y se las llevó a su celda. Aquello era toda una economía de la belleza: eran las flores de la misa que él recuperó para mi conferencia y luego para su celda.

Habla usted de humor y espiritualidad.
El juego está muy cerca del humor, es otra manera de colocarse en la vida. Con humor podemos librarnos de la obsesión de controlarlo todo. La integración de lo que no es perfecto en la vida me parece fundamental en la espiritualidad, que consiste en vivir la vida como es, con imperfecciones.

¿Qué ha aprendido usted en la vida?
Las malas intenciones existen, pero lo más común es que con buenas intenciones se haga daño a los demás. Hay que ser prudente con nuestras buenas intenciones y con nuestra buena conciencia.

Sí señor.
Bonhoeffer, gran teólogo alemán asesinado por los nazis, decía que cuando en la vida has perdido los referentes, la buena conciencia no sirve; sin embargo, la mala conciencia por lo menos te mantiene despierto. Necesitamos una trascendencia en la vida, y no estoy pensando en Dios, sino en responder a la pregunta ¿qué me hace feliz?
Igual nos ensimisma demasiado.

Curiosamente es una pregunta que se hace muy poco en trabajo social y con los niños. Es fácil de comprender y muy difícil de responder, pero es trascendental porque siempre nos invita a dar un paso más.

¿La felicidad es la capacidad de integrarlo todo?
Y la de recibir. Al principio una relación se basa en la admiración, pero llega el momento en que se descubren los puntos débiles, la fragilidad del otro y cosas peores.

O respetas o rompes.
Respetar la fragilidad del otro puede estar en el corazón de un crecimiento relacional muy positivo entre dos personas. Pero en nuestra actual sociedad hay una tendencia a eliminar la fragilidad, queremos ser admirados más que amados, y eso es un error.
(Sobre el tema también tenéis aquí, una entrevista a Anna Forés, también especialista en Resiliencia, que publicó en “El Periódico” de Cataluña, el pasado 10.12.2008). Y otra entrevista con el considerado mayor experto francés en resiliencia BORIS CYRULNIK

http://www.eldiario.es/consumoclaro/cuidarse/Resiliencia-arte-superar-adversidades_0_489601985.html