El coronavirus lleva dos años perturbando la vida social. Un estudio reciente sugiere que ahora somos menos extrovertidos, creativos, afables y meticulosos, sobre todo los jóvenes.
Asistir a clases, crear primeras impresiones memorables en el nuevo trabajo de oficina o llenar el auditorio de un concierto: muchos eventos sociales que habían sido ritos de paso para los jóvenes se vieron alterados por la pandemia de coronavirus.
Eso ha hecho que personas como Thuan Phung, un estudiante del penúltimo año en la Escuela de Diseño de Parsons que vive en Hell’s Kitchen en Manhattan, se sienta “raro” con las interacciones en la vida real. Después de dos años de clases en línea, regresó a las aulas.
“En Zoom puedes silenciar la conversación”, dijo Phung, de 25 años. “Me tomó un tiempo saber cómo hablar con la gente”.
Ahora, un estudio reciente sobre la personalidad sugiere que la incomodidad que él experimenta no es inusual para la gente de su generación, quienes se vieron forzados a aislarse debido a las restricciones generadas por la pandemia cuando tenían unos 20 años, una época de ansiedad social para muchos.
La covid no solo reconfiguró la manera en que trabajamos y nos relacionamos con los demás, sino que también cambió nuestra forma de ser, según el estudio que también encontró que algunos de los efectos más pronunciados se observaron entre los adultos jóvenes.
Es posible que los rasgos principales de nuestra personalidad se hayan atenuado un poco, de manera que nos hemos vuelto menos creativos y extrovertidos, no tan agradables y menos escrupulosos, según la investigación que fue publicada en septiembre en la revista PLOS ONE.
Estos declives equivalen a “cerca de una década de cambio de personalidad normativo”, señaló el estudio. Los menores de 30 años mostraban una “madurez alterada”. Ese cambio es contrario a la forma en que normalmente se desarrolla la personalidad de un adulto joven a lo largo del tiempo, escribieron los autores.
“Si los cambios son duraderos, esta evidencia sugiere que los eventos estresantes para toda la población pueden sesgar ligeramente la trayectoria de la personalidad, sobre todo en los adultos más jóvenes”, indicó el estudio.
Los autores del estudio sobre la personalidad se basaron en los datos de Understanding America Study, un panel por internet de la Universidad del Sur de California que en 2014 comenzó a recopilar las respuestas de encuestas, a partir de datos disponibles al público de unos 7000 participantes que respondieron a una evaluación de la personalidad administrada antes y durante la pandemia.
Angelina Sutin, autora principal del artículo y profesora de la Universidad Estatal de Florida, dijo que los resultados del estudio mostraron que, en promedio, la personalidad de los participantes se alteró durante la pandemia, aunque enfatizó que los hallazgos solo captaron “un momento en el tiempo” y podrían ser temporales.
“La personalidad tiende a ser bastante resistente al cambio. Quizá solo una pandemia mundial o algo de ese tipo” la afecte dijo Sutin. “Pero es difícil señalar con exactitud qué aspecto de la pandemia provocó estos cambios”.
Sutin y sus coautores tampoco saben si esos cambios de personalidad persistirán.
Los investigadores analizaron cinco dimensiones de la personalidad: el neuroticismo, es decir la tolerancia al estrés y a las emociones negativas; la apertura, definida como la falta de convencionalismo y la creatividad; la extroversión; la afabilidad, o el hecho de ser “confiado y directo”; y la meticulosidad, el grado de responsabilidad y organización de una persona.
Gerald Clore, profesor emérito de psicología de la Universidad de Virginia, dijo que los autores fueron “cautelosos” en sus conclusiones y en subrayar la necesidad de nuevos estudios para reexaminar los resultados.
La pandemia en sí misma fue un “experimento formidable”, dijo Clore, quien teorizó que tal vez haya sido la reestructuración de las rutinas, en vez del estrés general, lo que modificó la personalidad de las personas.
Quizá como un reflejo de los cambios que hubo, el interés por la psicoterapia se disparó durante toda la pandemia, según comentaron varios terapeutas. La terapia virtual también está en auge.
En Talkspace, una plataforma que ofrece terapia en línea, el número de usuarios individuales activos aumentó un 60 por ciento desde marzo de 2020 hasta un año después, dijo John Kim, un portavoz de la compañía.
El número de adolescentes que buscan terapia en BetterHelp aumentó casi cuatro veces desde 2019, declaró un portavoz de esa compañía que ofrece terapia en línea.
Los terapeutas que ejercen en Estados Unidos dicen que han observado que sus clientes tienen dificultades para sortear las restricciones de la vida pandémica y lidiar con las vicisitudes de las normas sociales.
Nedra Glover Tawwab, una terapeuta con sede en Charlotte, Carolina del Norte, que tiene un consultorio privado y más de un millón de seguidores en Instagram, dijo que notaba una creciente incomodidad a medida que la gente se reintegraba poco a poco a las rutinas del pasado, como trabajar en una oficina.
“Nos hemos acostumbrado tanto a aislarnos que ahora creemos que nos encanta”, mencionó Glover Tawwab. “Pero, ¿eres así de verdad? ¿O es lo que has tenido que aceptar durante esta época?”.
Algunas personas han sobrellevado el estrés, el agotamiento y la frustración de la pandemia con una nueva actividad: gritar en espacios abiertos junto con otras personas. La tendencia ya lleva más de un año atrayendo participantes.
Sarah Harmon, una terapeuta en Boston, organizó su primer evento de gritos primitivos en marzo de 2022 para dejar de lado los sentimientos que, según dijo, estaban explotando.
“La pandemia no nos dio nada; no permitía nada de esa liberación, nada de esa recarga”, dijo Harmon.
También explicó que la proliferación y popularidad de esos eventos muestran que las personas tienen necesidades insatisfechas y pocas formas de procesar o liberar sentimientos reprimidos como la ira.
Desde abril, Heather Dinn, de Zionsville, Indiana, ha organizado grupos que se reúnen en un campo de fútbol para gritar cada mes. Ella dice que el grito es una oportunidad para que las personas que reprimieron sus frustraciones se liberen de una carga emocional “desbordante” antes de que estalle.
“Cuando dejamos que todo se quede atorado, simplemente se queda ahí y no va a ninguna parte”, dijo Dinn, terapeuta de salud y estilo de vida.
Delta Hunter, una terapeuta de Nueva York que organiza un grupo de terapia de ansiedad social, dijo que la pandemia “agravó” la ansiedad existente.
“Las personas desean conectarse y procesar juntas y no pudimos hacer nada de eso”, opinó Hunter. “Por eso la gente se sintió muy perdida”.
Los adultos más jóvenes, principalmente los adolescentes, se han enfrentado a mayores restricciones en las actividades y experiencias típicas de la adolescencia y la juventud, según concluyó el estudio de Sutin que también detectó que los individuos menores de 30 años mostraron las caídas más bruscas en la meticulosidad y la afabilidad.
“Cuando todo tu mundo se traslada al espacio virtual, pierdes ese campo de entrenamiento para poder ser más afable”, dijo Harmon, y añadió que observó mucha ansiedad social en las generaciones más jóvenes, quizá porque no habían acumulado tantas experiencias presenciales y la capacidad para afrontar situaciones.
Hace varios meses, el consultorio de Anviksha Kalscheur en Chicago creó un programa de apoyo a los adolescentes para ayudarles a afrontar sus sentimientos de desconexión y aislamiento.
Según la especialista, en general, los adolescentes expresaron una perspectiva negativa hacia el futuro y una mayor ansiedad social. Los terapeutas detectaron un “pequeño nubarrón” en la perspectiva de sus clientes cuando se trataba de percibir la incertidumbre de los años venideros, explicó Kalscheur.
La conexión, el apego y la interacción con terceros son fundamentales para el desarrollo de la personalidad, afirmó Kalscheur, y añadió que la identidad y la personalidad aún se están formando en los adolescentes más jóvenes.
“Están en esa etapa de desarrollo pero no están recibiendo esas señales, esos apegos, ese aprendizaje, es decir todas esas piezas diferentes que hay y en las que ni siquiera solemos pensar”, dijo. “Así que, por supuesto, tu entorno tiene un impacto enorme además en ese marco temporal concreto”.
Cuánto durarán los cambios del periodo pandémico sigue siendo una incógnita, según los autores del estudio.
Los terapeutas, entre ellos Glover Tawwab, afirmaron que el periodo de transición a la interacción en persona tras el peor momento de la crisis podría suponer una oportunidad para reintegrarse lentamente y volver a conectar con la gente y las experiencias de modo más intencionado.
“Este es un momento maravilloso para observar realmente qué cosas echas de menos y de qué cosas prefieres alejarte”, manifestó. “Así que ahora tenemos este tiempo para crear lo que de verdad queremos”.
Grace Wilentz, una poeta de 37 años que vive en Dublín, dijo que el lado positivo de la pandemia es que adquirió mayor conciencia de sí misma y eso la ha llevado a reavivar algunas amistades con personas que se había distanciado. Ha reservado tiempo para volver a conectarse con viejos amigos durante los almuerzos de los días de trabajo.
“Esperaba que esas relaciones fueran un difíciles de revivir”, dijo. “Pero, en cierto modo, son más ricas y sólidas”.
La transformación positiva es posible en tiempos de incertidumbre, dijo Kalscheur.
“A veces, se necesita un colapso real de nuestras normas sociales, culturales e incluso de salud mental para transformarnos en algo mejor”, dijo. “Es casi como si tuvieras que tocar fondo para volver a reconstruir”.
https://www.nytimes.com/es/2022/11/17/espanol/pandemia-cambio-personalidad.html