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jueves, 19 de mayo de 2022

_- Cuando falta el 'alguien' más importante.

_- La empresa fabricante tiene que tener el registro. Verificar quién ha dado la orden en cada caso, si se ha solicitado o no autorización judicial, en definitiva, rastrear el uso que se ha hecho del programa es en lo que se debería estar trabajando por quien tiene autoridad para hacerlo, que son las Cortes Generales

— Todas las preguntas sobre el espionaje que no aclara el cese de la directora del CNI

Mariola Urrea publicó el pasado 9 de mayo un artículo en El País con el título “Cuando ese alguien es más de uno”, en el que pasaba revista a la cadena de decisiones que se habían ido adoptando en relación con el uso del programa Pegasus en nuestro país.

Estoy de acuerdo con lo que ella dice en dicho artículo, de lectura más que recomendable. Con lo que no estoy de acuerdo es con lo que omite. El programa Pegasus, mejor dicho el uso de dicho programa, ha sido conocido de forma generalizada por la opinión pública a raíz de la publicación de un artículo en la revista The New Yorker con base en la investigación de una Universidad canadiense sobre espionaje al nacionalismo catalán. El impacto del artículo en la opinión pública española y en la agenda política ha sido enorme y todavía tiene recorrido.

Mariola Urrea pasa revista a los “alguienes” que han tomado decisiones respecto del programa a partir de ese momento del espionaje catalán, pero deja fuera de su campo de análisis la figura de quien ha tomado la decisión más importante, en mi opinión, de la que traen causa todas las demás, tanto a las que ella se refiere, como todas las demás de las que ella no se ocupa.

El programa Pegasus no nace con el impulso del nacionalismo catalán a lo que se ha acabado denominando el procés, sino que estaba en el mercado, como mínimo, desde 2014. Con la velocidad de los acontecimientos, los cinco años que van de ese 2014 al 2019 en adelante en que se concreta el uso del programa para espiar a los nacionalistas catalanes es una eternidad.

El interrogante más importante, con mucha diferencia, respecto del programa Pegasus es el de quién tomó la decisión de que, una vez conocido el impacto del programa en el ejercicio de los derechos fundamentales más fundamentales, valga la redundancia, el programa pudiera ser adquirido en España. “¿Quién autorizó la compra del programa? ¿Quién decidió la persona o las personas que podrían hacer uso del mismo y en qué condiciones?

El programa es tan letal que no puede ser adquirido fácilmente. ¿Quién fue el “alguien” que está en el origen de la introducción de Pegasus en España?¿Lo adquirió solamente el Estado o fue adquirido también por personas, físicas o jurídicas, privadas? En el caso de que no fuera adquirido solamente por el Estado, ¿fue informado el Gobierno por la empresa fabricante de dicha adquisición con identificación de los compradores y las condiciones para poder hacer uso del mismo?

“Sin orden no hay conocimiento”, fue la primera lección que recibí del profesor Lojendio en 1966, mi primer año como profesor ayudante de clases prácticas. Y el orden en que se han tomado las decisiones respecto del programa Pegasus es lo que falta. Por eso en realidad no sabemos nada. Ahora mismo estamos dando palos de ciego.

Reconstruir ese orden no debería ser difícil. Se trata de un programa del que, por su propia naturaleza, solamente se puede hacer uso de forma limitada y queda rastro de cada vez que se utiliza. Conectar los distintos eslabones de la cadena de utilización del programa en nuestro país debería poder hacerse con facilidad. Es en lo que, en mi opinión, debería estar trabajando la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso de los Diputados. Ir poniendo cronológicamente en orden todas las ocasiones en que se ha hecho uso del programa. La empresa fabricante tiene que tener el registro de todas. Verificar quién ha dado la orden en cada caso, si se ha solicitado o no autorización judicial, en definitiva, rastrear el uso que se ha hecho del programa es en lo que se debería estar trabajando por quien tiene autoridad para hacerlo, que son las Cortes Generales.

Mientras no se empiece por donde se debe empezar, no vamos a poder saber qué ha pasado realmente y a quién o quiénes es exigible responsabilidad y de qué tipo. Y, sobre todo, no vamos a aprender cómo tendríamos que actuar de ahora en adelante.

https://www.eldiario.es/contracorriente/falta-alguien-importante_132_8984760.html

viernes, 13 de mayo de 2022

_- ¿Es el momento de cortar cabezas?

_- En lugar de empezar exigiendo que se corten cabezas, como se está haciendo en España ¿por qué no se exige que el Gobierno presente un proyecto de ley en el que se tipifique como delito la posesión y el uso del programa Pegasus?

Sabemos con seguridad que el teléfono de Angela Merkel durante los años en que fue canciller de Alemania estuvo intervenido, al menos por los Estados Unidos. Que yo recuerde a nadie se le ocurrió pedir que rodaran cabezas en el Gobierno o en los servicios de inteligencia del país. Y todavía no existía el programa Pegasus, ni habíamos oído hablar de Cambridge Analytica y otras herramientas por el estilo.

Por lo que yo he leído, no creo que haya ningún Gobierno europeo que pueda dar garantías a su población de que no se va a poder hacer uso en su país de herramientas como las que incorpora el programa Pegasus. Mientras la empresa israelí que lo fabrica pueda venderlo y no haya ningún control sobre la forma y las condiciones en las que puede ser adquirido y utilizado, el programa se seguirá produciendo y seguirá siendo adquirido. Y seguirá siendo utilizado con los resultados que ya conocemos. Nadie, independientemente del lugar que ocupe en la arquitectura del Estado, puede impedirlo. Exigir, en consecuencia, que rueden cabezas no conduce a ningún sitio. ¿Garantizaría una cabeza cortada que no se podría volver a hacer uso de ese mismo programa o de otro similar?

La Comisión Europea acaba de decir que el espionaje que posibilita un programa como Pegasus resulta inaceptable, pero ha decidido, con buen criterio en mi opinión, que no es ella la encargada de hacer la investigación pertinente sobre el mismo. Una cosa es que la Unión Europea debería plantearse cómo se debe dar respuesta a escala europea al problema que la existencia de un programa como Pegasus plantea y otra distinta es que la Comisión Europea pueda dar ahora mismo esa respuesta.

La búsqueda de dicha respuesta es obvio que tiene que plantearse en el marco de la Unión Europea, que es el club de Estados con un nivel de exigencia democrática más alta del mundo conocido hasta la fecha. No hay organización con la legitimidad democrática que ella tiene para ocuparse de un problema de esta naturaleza. Pero ese proceso lleva su tiempo y tiene que avanzar de la forma en que avanzan estos asuntos en la Unión.

Pegasus o cualquier programa similar es incompatible con la democracia como forma política. Es imposible garantizar el ejercicio de los derechos constitutivos de la personalidad frente al uso de dicho programa. Y sin los derechos constitutivos de la personalidad hablar de democracia es absurdo. A partir de esta premisa habría que diseñar la respuesta jurídica y exigir que cada Estado miembro la haga suya.

Obviamente, nada impide a cualquier Estado miembro no esperar a que llegue la respuesta de la Unión Europea. Cualquier Estado miembro puede tipificar como delito desde ya la posesión y el uso del programa Pegasus. En lugar de empezar exigiendo que se corten cabezas, como se está haciendo en España ¿por qué no se exige que el Gobierno presente un proyecto de ley en el que se tipifique como delito la posesión y el uso del programa Pegasus? ¿O por qué no se promueve un acuerdo entre los distintos grupos parlamentarios para que se apruebe una ley por el procedimiento de urgencia con dicho contenido?

Tal como está el patio político en nuestro país, me temo que son los que están exigiendo que se corten cabezas los que pueden ver amenazadas las suyas.

https://www.eldiario.es/contracorriente/momento-cortar-cabezas_132_8969616.html

martes, 18 de enero de 2022

Réquiem de John le Carré por un mundo acabado.

La novela póstuma del maestro de los libros de espionaje alberga un reguero de claves sobre su mirada decepcionada a la sociedad británica. “El país en el que creyó se estaba evaporando”, cuenta su hijo Nick.

Un caballero inglés que se deja caer por una nueva librería de pueblo y que entabla amistad con su dueño hasta el punto de sugerirle una comunidad en torno a los clásicos podría ser tan entrañable como parece, salvo —¡cuidado!— en una novela de John le Carré. El viejo maestro de las novelas de espionaje, fallecido de neumonía a los 89 años hace 13 meses, no nos abandonó a nuestra suerte sino que dejó sembradas sorpresas. Y la más importante de ellas sale ya a la luz: Proyecto Silverview (Planeta) es su obra póstuma, un auténtico réquiem por ese mundo británico que ha descarrilado. La novela guarda claves de su pensamiento decepcionado y de una concepción de la lealtad aferrada a los principios por encima de cualquier imposición. Como El Cid, Le Carré seguirá ganando guerras después de su muerte.

Una novela póstuma, último misterio de John le Carré
“Es un réquiem por el servicio de inteligencia tal y como él lo había descrito hasta entonces”, cuenta su hijo más joven, Nick Cornwell, por videoconferencia desde Londres. “En todas sus novelas siempre quedaba alguien íntegro como Smiley que hacía lo que había que hacer, capaz de llevar el Santo Grial y sacar el mundo adelante en medio de una catástrofe. Y en esta novela ya no queda nadie. Creo que mi padre encontró esa idea muy difícil cuando la escribió y que esa es una de las razones por las que la guardó”.

Tres años antes de morir, David Cornwell, al que todos conocemos como John le Carré (1931-2020), encargó a su hijo Nick que se hiciera cargo de sus obras si quedaba algo inacabado. Hay fragmentos, hay artículos o material que siguen en revisión, pero lo más completo y coherente que dejó sin publicar fue esta novela de 2014, guardada casi como ese luminoso Santo Grial que solo Smiley podría llevar a su altar. “Estuvo a punto de enviarla para su publicación cuando la terminó y por alguna razón la aparcó. A veces hablaba de retomarla, de trabajarla más, como cualquier escritor. Cuando fui a leerla yo temía que fuera mala pero me encontré que era perfecta: completa, reflexiva, corta como sus primeras obras, contenida, centrada en la hipocresía británica y muy próxima a Una verdad delicada, que es la perfecta destilación de su escritura”, cuenta el hijo. La edición ha sido mínima porque, como asegura su hijo, “él corrió la maratón y yo le di el empujoncito final para que cruzara la meta”. El resultado “es un clásico de Le Carré en todos los sentidos”.

¿Es por tanto un réquiem por Inglaterra?
—Cuando la escribió no era tanto un réquiem como esa música que suena en una película justo antes de que muera el personaje. En 2014 hubo unas elecciones en las que pasó lo contrario de lo esperado, luego vino el Brexit y ahí seguimos, en nuestra decadencia. Es un libro que observa y reconoce el momento en el que todo empieza a torcerse.

Los servicios de espionaje eran para John le Carré una metáfora de la propia sociedad británica, cuenta su hijo. Y el aroma a decepción que traza la novela desde la mirada de ese caballero que frecuenta la librería y que —sí, lo han adivinado— es un viejo espía será indeleble. “El fin de la verdad y la integridad en el servicio de inteligencia se convierte aquí en una acusación al Reino Unido”.

Los (buenos) espías de Proyecto Silverview han perdido la fe en su país y en el servicio de inteligencia; y el libro rezuma esa pelea habitual en Le Carré entre la lealtad a los principios, a los amigos y amores que lo han dado todo, frente a la lealtad a los funcionarios, a la burocracia, a las órdenes frías dictadas tantas veces por la conveniencia política y los intereses oscuros. Y ese sentimiento que plasmó Le Carré en 2014 en estas páginas solo fue creciendo y profundizándose en él al mismo ritmo en que el Reino Unido optó por el Brexit y la distancia del mundo. “El país en el que él creyó”, asegura Nick Cornwell, “se estaba evaporando”.

Y eso no significa que tuviera nostalgia de la Guerra Fría. Él la odiaba por todo lo que se hizo mal en la época que tan bien supo reflejar y, por el contrario, albergó grandes esperanzas en la oportunidad que se abrió a su término: aspiró entonces y creyó posible un futuro de libertad, a salvo de totalitarismos y de unilateralidad, de gran acercamiento a Europa y con soluciones para los más vulnerables, describe Cornwell con gran emoción en su tono. “Toda su escritura es sobre compasión, sobre comunidad. ¿Significa eso que perdió la fe? No lo sé, pero que se desaprovechara esa oportunidad disparó su ira e hizo su escritura más feroz”. De lo que tuvo nostalgia, lo que lamentó, es que el mundo no aprovechara esa oportunidad. “Él siempre miró al futuro, quería un futuro mejor en lugar de un pasado mejor”.

“No hemos cambiado el mundo”, reflexiona uno de los viejos espías que protagonizan Proyecto Silverview. “Creo que yo habría sido más útil en un club juvenil”.

Y ese derrotismo concentrado en el microcosmos de un pequeño pueblo en la costa británica que reúne todos los males del mundo, como describe su hijo, es el sabor que deja la novela en el paladar.

—¿Recibió el reconocimiento que sintió que merecía?
—No creo que ningún autor del mundo crea que le han reconocido como se merece. En el mundo anglosajón y sobre todo en Reino Unido fue interpretado como autor de thriller porque cometió la temeridad de vender libros. Pero solo tenía que viajar y verse fuera para ser acogido como escritor esencial, literario, único para reflejar la Guerra Fría y sus consecuencias.

El libro también es un libro sobre la muerte. La de Deborah, una de las protagonistas, es un retrato premonitorio de la de la propia esposa de John le Carré, fallecida de cáncer apenas dos meses después que él. Pero tras las reflexiones sobre la lucha, la ira y la fragilidad que desencadena la enfermedad se cierra el telón, se vuelve a abrir y llega lo más parecido a la inmortalidad. “Es imposible saber si él será eterno, pero mientras debatamos sobre Guerra Fría, el siglo XX y sus consecuencias en el siglo XXI habrá que hacer referencias a él porque capturó ese momento de una manera única”, asegura Nick. “Su habilidad para detectar historias que con el tiempo se convierten en titulares fue especial, así que concluyo que sí: él estará ahí para siempre”. Su gran legado, si por algo quisiera ser recordado Le Carré, dice, es por la compasión.

Cornwell, cuarto hijo del autor, afrontó las muertes de su padre (en diciembre por neumonía) y de su madre (en febrero por cáncer) en plenas restricciones por la pandemia y por ello no perdona al habitante de Downing Street: “Sí, soy uno de tantos que no pudimos hacer lo que hubiéramos querido haber hecho por nuestros padres en sus últimos días, mientras el primer ministro bebía vino en Downing Street. Por eso estoy enfadado con él”. El episodio de las fiestas de Boris Johnson mientras los ciudadanos sufrían bien podría ser otro capítulo de un libro de Le Carré, pero ese no lo veremos. A cambio, leeremos Proyecto Silverview.

El País. https://elpais.com/cultura/2022-01-13/requiem-de-john-le-carre-por-un-mundo-acabado.html

miércoles, 26 de mayo de 2021

_- Crypto AG: cómo un escándalo de espionaje internacional hace tambalear la reputación de neutralidad de Suiza.

_- Es difícil exagerar cuánto ha sacudido a Suiza el escándalo de Crypto AG.

Durante décadas, los servicios de inteligencia estadounidense y alemán usaron los dispositivos de encriptación y líneas de comunicación seguras de la empresa suiza -Crypto AG- para espiar a otros países. El escándalo se destapó la semana pasada provocando indignación.

Desde la Guerra Fría hasta los años 2000, Crypto AG vendió sus aparatos a más de 120 gobiernos del mundo. Las máquinas estaban encriptadas pero hace unos días se reveló que la CIA y los servicios de espionaje de la entonces Alemania Occidental (BND, en sus siglas germanas) habían trucado los aparatos para que pudieran romper los códigos e interceptar miles de mensajes.

Habían circulado rumores sobre ello en el pasado, pero ahora todo el mundo lo sabe.

Por qué la neutralidad de Suiza importa
Hay pocos países en el planeta que hayan elegido la neutralidad como bandera: Austria es uno de ellos; Suiza, otro. Pero ningún país la ha convertido en su símbolo como lo hicieron los suizos.

Ahora que el escándalo de Crypto AG ha estallado con todo tipo de vergonzosos detalles, no hay ni un periódico o televisión en el país que no esté poniendo en cuestión la neutralidad del país europeo.

"Ha quedado destruida", es una frase que se repite.

Un juez federal ya está trabajando en el caso y políticos de todas partes del espectro están pidiendo una comisión parlamentaria que investigue el asunto.

Suiza es un país cuya neutralidad le permitió representar los intereses de Estados Unidos en Irán durante 30 años, y los intereses de Teherán en Washington.

El país europeo negoció duramente en la sombra con EE.UU. para permitir la entregada de ayuda humanitaria a Irán para aliviar al país de los peores efectos de las sanciones.

También es una nación que vendió dispositivos de encriptación con fallos a Irán, con el sello de "Made in Switzerland" (fabricado en Suiza), para que así Washington pudiera escuchar a escondidas.

La neutralidad suiza es venerada como si formara parte del ADN del país, de una identidad nacional única, y no la política pragmática de una pequeña nación que rentó a mercenarios para el resto de Europa hasta que sus líderes decidieron que sería más seguro no participar en la batalla de ninguna manera.

"Sobrevivimos a dos guerras mundiales", es una frase que uno comúnmente escucha en Suiza. Puede resultar irritadora para ciudadanos de otros países europeos que también sobrevivieron a esos conflictos, de manera bastante más desgarradora.

Pero es cierto: la neutralidad suiza mantuvo al país al margen de esas guerras; y en 1945 su economía y su infraestructura emergieron como si de una especie de fénix se tratara y sin un solo rasguño, mientras que sus vecinos barrían las cenizas y los escombros.

Cómo los suizos se convirtieron en útiles para todo el mundo
La neutralidad, no obstante, no es una especie de campo de fuerza que mantiene a los enemigos fuera de tus fronteras; no se trata de una palabra mágica que entonas y automáticamente los hombres malos te dejen en paz.

En la Segunda Guerra Mundial, Suiza hizo todo tipo de cosas para asegurarse de que sus vecinos se mantuvieran lejos.

Movilizaciones masivas, enviar a todos los hombres entre los 18 y los 60 años de edad a defender las fronteras, minar los túneles y los pasos alpinos, todo ello fue parte de sus esfuerzos... y hasta ahora lo que se destacaba con honor en los libros de Historia suizos.

Pero hubo algo más, de igual importancia: Suiza hizo de sí mismo un socio útil, para todos los bandos.

Los nazis alemanes encontraron un lugar seguro en los bancos suizos para el oro y el arte que saquearon. El país envió trenes llenos de armas por toda Suiza para apoyar al hombre fuerte italiano Benito Mussolini.

Al mismo tiempo, el jefe de las Fuerzas Armadas de Suiza, el general Henri Guisan, mantenía conversaciones secretas con los franceses sobre combatir juntos en el caso de que ambos países fueran invadidos. Hay una calle con el apellido del general, Guisan, en cada localidad suiza.

Mientras tanto, el organismo de recopilación de inteligencia estadounidense, la Oficina de Servicios Estratégicos, envió a Allen Dulles a Europa.

Dulles abrió su oficina en la capital de Suiza, Berna, y se quedó allí durante el resto de la guerra, espiando a los alemanes. Posteriormente se convertiría en el director de la CIA.

¿Quién lo sabía?
En la década de los 1990, los suizos meditaron mucho sobre la Segunda Guerra Mundial.

Los libros de Historia fueron reescritos para incluir la vergonzosa política de devolver a los refugiados judíos a la frontera. Se abrieron comisiones de investigación, se organizaron memoriales y un ministro del gobierno suizo, Kaspar Villiger, se disculpó formalmente.

Se trató del mismo Kaspar Villiger que ahora es acusado de saber que la CIA controlaba Crypto AG, cuando él era ministro de Defensa en los 90; y que la firma estaba vendiendo máquinas de encriptación con fallos alrededor del mundo para espiar a gobiernos extranjeros.

Cabe señalar que Villiger lo niega. Pero se hicieron muchas preguntas sobre Crypto en Suiza en los 90, así que es extraño que el ministro de Defensa no las escuchara, o no les diera seguimiento.

Preguntado por Villiger en la televisión suiza, la presidenta de la Confederación Suiza, Simonetta Sommaruga, consideró que las especulaciones no tenían sentido.

"Lo discutiremos cuando tengamos los hechos", afirmó.

¿Puede Suiza tenerlo todo a la vez?
¿Cómo es posible que coexistan dos conceptos como la neutralidad y la cooperación?

Quizá de la misma manera en la que Suiza se enorgullece de no combatir en guerras, pero vende grandes cantidades de armas.

O en la manera en que sus banqueros solían decir "el dinero no huele". En otras palabras, que eran felices de guardar el dinero de cualquier conflicto sangriento, brutal régimen militar, capo de la droga o estafa fiscal del que procediera.

O de una manera más generosa; Suiza quería sobrevivir a la Guerra Fría, sus valores eran occidentales: ¿por qué no hacer la vista a gorda con algunas operaciones encubiertas del jefe protector de Europa, Estados Unidos, en una de las compañías de ingeniería de precisión suiza de clase mundial?

Alemania Occidental tuvo acceso junto a EE.UU. a la comunicaciones secretas de varios países desde la Guerra Fría, a través de Crypto. Para ser justos, hay millones de suizos que reflexionan profundamente sobre estas cuestiones, y quienes han promovido numerosas campañas por una política menos interesada, especialmente cuando se trata de la banca o del comercio de armas, dos aspectos sobre los que pesa ahora una regulación más estricta.

Aun así, cada pocos años parece que los suizos se topan con una llamada de atención sobre su neutralidad.

Tienen que aprender otra vez de nuevo que la neutralidad no es un brillante faro de esperanza en el corazón de Europa; más bien una táctica pragmática y a menudo de sucia supervivencia en un continente con una muy sangrienta historia.

Y, a veces, como ocurrió con Crypto AG, ese pragmatismo, junto al deseo de ver el mito de la neutralidad más que la realidad, lleva a algunas decisiones muy cuestionables.

https://www.bbc.com/mundo/51518992

sábado, 16 de abril de 2016

Scotland Yard pidió disculpas e indemnizó a siete mujeres que denunciaron traumas por compartir relaciones con agentes infiltrados

La policía británica ha pedido disculpas e indemnizado a siete mujeres que mantuvieron relaciones con agentes infiltrados en los grupos de activismo político en los que ellas militaban. Estas mujeres, cuyas protestas siempre fueron pacíficas, descubrieron años después de que sus novios desaparecieran sin dejar rastro que en realidad eran espías a sueldo del Estado.

En 1985, Charlotte, una activista medioambiental inglesa, tuvo a su primer hijo tras 14 horas de parto. Su novio, Bob Robinson, no se movió de su lado. Dos años más tarde, la relación se resquebrajaba. Habían detenido a dos amigos por incendiar unos grandes almacenes en protesta porque vendían abrigos de piel. Bob temía que él fuera el siguiente en caer en manos de la justicia y desapareció. Lo último que Charlotte supo de Bob Robinson fue una larga carta de despedida con matasellos de Valencia. Charlotte no se recuperó nunca de aquel abandono; su hijo creció sin padre, y así pasaron 24 años, hasta que en junio de 2012 encontró en el Daily Mail una foto de Bob, “su” Bob. La noticia era que el tercer implicado en aquel incendio de finales de los ochenta en unos grandes almacenes era un policía infiltrado. Hoy, Bob, que se apellida Lambert, es profesor universitario, especializado en espionaje y actividades antiterroristas. Charlotte sintió que todos sus recuerdos se ponían del revés. A Bob nunca le persiguió la policía. Él era la policía.

Resultó que Bob tenía dos hijos anteriores al que tuvo con Charlotte. A lo largo de toda su relación con ella siguió felizmente casado con su mujer, a la que veía cuando no estaba de servicio. De servicio en casa de Charlotte, espiándola a ella y a sus amigos, informando a sus jefes de Scotland Yard de los planes de los activistas medioambientales en general y del Frente de Liberación Animal en particular. Colaborando con ellos en lo que hiciera falta para dar verosimilitud a su coartada: participar en manifestaciones, organizar protestas, lanzar artefactos incendiarios o tener niños con compañeras de militancia.

En noviembre pasado, Scotland Yard pidió disculpas públicamente (y pagó cantidades de dinero no reveladas) a siete mujeres que, ejerciendo una acción conjunta, denunciaron el trauma sufrido por las relaciones engañosas y manipuladoras que mantuvieron con agentes infiltrados en los movimientos de izquierda desde los ochenta hasta la primera década de 2000. La policía ha destacado que estas mujeres se han comportado a lo largo de todo este doloroso proceso con coraje y dignidad.

Otra de las indemnizadas es Helen Steel. No es la primera vez que aparece en la prensa. De 1994 a 1997 fue una de las dos personas llevadas a juicio por la multinacional McDonald’s por difamación. Conocido como McLibel, aquel fue el juicio civil más largo de la historia en Reino Unido: duró 313 días. El Tribunal de Derechos Humanos europeo terminó dando la razón a los acusados, y las revelaciones de los últimos meses han descubierto que uno de los autores de aquel panfleto incendiario no es otro que Bob Lambert, alias Bob Robinson, el padre del hijo de Charlotte. El poli infiltrado, que tenía buena pluma.

Pero Helen Steel también tuvo un novio que desapareció. Ella creía que se llamaba John Barker. Vivieron juntos de 1990 a 1992. Estaban muy enamorados. Pero él decía haber sido víctima de malos tratos en la infancia y que no sabía enfrentarse a sus demonios. Huyó a Sudáfrica, y Helen temió durante años que se hubiera suicidado. Lo que había sucedido es que sus jefes le querían de vuelta, detrás de una mesa, en Scotland Yard, llamándose de nuevo John Dines. Hoy, Dines dirige un curso para policías en Sidney. El pasado 9 de marzo, Helen viajó a Australia para encararse con él un cuarto de siglo después de verle por última vez. Él le pidió perdón.

Pero las preguntas que Helen, Charlotte y las demás querrían hacerles a esos policías y al Estado que sufragó sus actividades durante años no tienen respuesta. ¿Qué derecho tenía el Estado a violar así mi intimidad? ¿Soy una mujer o una coartada? ¿De verdad me querías?
Fuente:
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/04/11/actualidad/1460386267_448855.html

Recordáis la película, "La vida de los otros", que hace una merecida crítica de los comportamientos no democráticos de los gobernantes de la RDA. Eso se acabó con el fin de la RDA. La duda persiste respecto a lo que hacen actualmente nuestros gobiernos, ¿siguen jugando con los otros como en este caso se ve? ¿Cuantas veces han jugado? ¿Siguen haciéndolo? ¿Permiten atentados para instrumentalizarlos políticamente en vez de impedirlos? Las dudas son muchas,...

miércoles, 8 de julio de 2015

Consejo de Seguridad de Francia se reúne, convocado por Hollande, para tratar caso de espionaje por parte de EEUU

Agencias
El presidente de Francia, François Hollande, convocó a su gabinete, servicio de inteligencia y altos mandos militares a una reunión de emergencia para tratar el tema de espionaje por parte del gobierno aliado de Estados Unidos entre 2006 y 2012. El jefe de Estado galo calificó este miércoles de “inceptable entre aliados” que EEUU espiara a los tres últimos presidentes como indican los diarios Libération y Médiapart, en relación con las interceptaciones hechas durante seis años por la Agencia de Seguridad estadounidense (NSA).

"Francia y EEUU son a menudo aliados en el mundo en nombre de la democracia y de la libertad. Que haya habido esa cobertura evidentemente no es aceptable ni comprensible", señaló en la cadena "i-Télé" el ministro de Agricultura y portavoz gubernamental, Stéphane Le Foll.

Al mismo tiempo, el canciller francés, Laurent Fabius, llamó a la embajadora estadounidense, Jane Hartley, para que explique la razón de la llamada "operación de envergadura" contra gobiernos de París (capital).

La noche de este martes, la organización mediática de investigación, WikiLeaks, filtró al menos cinco documentos que revelan que la NSA puso en marcha "una operación de gran envergadura" para pinchar a los expresidentes Jacques Chirac y Nicolás Sarkozy, así como al actual mandatario y sus colaboradores más próximos como diplomáticos o jefes de gabinete.

Foll, adelantó en la reunión de urgencia Hollande conversará con los principales ministros del gobierno, jerarcas militares y de los servicios de inteligencia para definir nuevos patrones de protección de la seguridad nacional. El gobierno de Hollande dejó claro, tras conocer la noticia, que no tolerará que acciones de ninguna clase expongan o vulneren al seguridad de la nación.

La Casa Blanca asegura que no espió las comunicaciones del presidente Hollande, tras la divulgación de las documentos por parte de WikiLeaks, aunque no mencionó si interceptaba a los dos exmandatarios. Estas nueva difusión de información secreta se da a tres años del refugio político de Julian Assange, fundador de WikiLeaks, otorgado por Ecuador.

En abril medios alemanes divulgaron informaciones extraídas de las investigaciones internas de los servicios secretos de ese país y de la Cancillería, que constataban el espionaje de EE.UU. a la sede de la Presidencia francesa (el Elíseo), al Ministerio galo de Exteriores y a la Comisión Europea (CE).

Fuente: http://matrizur.org/index.php?option=com_content&view=article&id=35708:consejo-de-seguridad-de-francia-se-reune-convocado-por-hollande-para-tratar-caso-de-espionaje-por-parte-de-eeuu-&catid=46:conocimiento-y-tecnologia&Itemid=69

jueves, 30 de octubre de 2014

Las formas ocultas en que nos siguen el rastro en nuestra vida cotidiana

"Yo no tengo nada que ocultar", dice mucha gente cuando se enfrentan al problema de la seguridad y la privacidad en la era de internet y la hiperconectividad.

"Cuando les pregunto sobre su salario, no me responden; cuando les pregunto sobre sus fantasías sexuales no me responden", dice el experto en seguridad Bruce Schneier.

"Eso de 'yo no tengo nada que ocultar' es estúpido, es un comentario tonto", agrega el hombre que ayudó al periodista Glen Greenwald a analizar los documentos que filtró Edward Snowden de la NSA (siglas de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos).

Más aún, insiste, la vida cotidiana de casi todos está siendo monitoreada en formas que nadie imagina y los detalles que se van acumulando podrían ser usados en contra de cualquiera en el futuro.

Las palabras de Schneier, quien participó de la BBC Future's World-Changing Ideas Summit (Cumbre de BBC Future sobre ideas que cambiarán el mundo) el 21 de octubre, se hacen eco de las que escribió Edward Snowden en un email que le envió a la documentalista Laura Poitras (quien colaboró con Greenwald en la recolección y análisis de los documentos de la NSA).

"Cada torre de telefonía celular que pasas, amigo que tienes, artículo que escribes, sitio que visitas, asunto (de correo electrónico) que escribes y paquete de datos que transmites está en manos de un sistema cuyo alcance no tiene límites pero cuyas salvaguardas sí los tienen", dijo Snowden en esa misiva.

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Bruce Schneier Schneier quiere que los gobiernos utilicen los sitemas de vigilancia sólo para monitorear a sospechosos, no a toda la población.

Prácticamente todo lo que uno hace puede rastrearse hoy en día, dice Schneier, "todo lo que involucre una computadora, todo lo que haces en línea, todo lo que haces en tu teléfono, todo lo que haces que involucra cualquier tipo de sistema (electrónico) de pago".

Como ejemplo, Schneier dijo en la World-Changing Ideas Summit que cosas tan simples como la información sobre cuánto pagan pasajeros por viajes en taxi -información que debería ser anónima- es muy fácil de vincular con personas puntuales utilizando datos sobre la ubicación de esos sujetos.

Es algo que la empresa Neustar, dedicada al análisis de datos, demostró recientemente. Bicicletas soplonas

"Si alguien visita un club de striptease, por ejemplo, dejará de ser algo privado", dice Chris Baraniuk, de la publicación BBC Future.

Y recuerda que en Londres, recientemente, la autoridad de transporte público difundió torpemente los datos respecto a viajes hechos en las bicicletas de alquiler de la ciudad, incluyendo el número que identifica a cada usuario.

La información difundida acerca del uso de las bicicletas públicas de Londres podría servir para reconstruir el recorrido de usuarios individuales... sigue.
Fuente: BBC. http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/10/141028_tecnologia_vigilancia_oculta_nc

domingo, 14 de julio de 2013

Un mundo al revés. Los gobiernos se han convertido en espías para hacer más ricos a los ricos

Muchos libros e incluso investigaciones de instituciones como el Parlamento Europeo han puesto de manifiesto en los últimos años que el espionaje de Estados Unidos y otros gobiernos ha sido continuado, arbitrario y casi siempre realizado al margen de las normas o acuerdos internacionales.

Los hechos son impresionantes. Las agencias de información controlan prácticamente la totalidad de las comunicaciones que se llevan a cabo en el mundo cada día, cada hora o cada segundo; bien sean telefónicas o, por supuesto, a través de la red. Algo que según se dice supone vigilar unas 3.000 millones de ellas en todo el mundo, que es lo que se calcula que controla la red de espionaje conocida como Echelon.

Pero las pruebas que ha presentado en los últimos días el antiguo informático de la CIA y la NSA, Edward Snowden, suponen un gran salto cualitativo en el conocimiento que tenemos de todas las cloacas y miserias que el Gran Hermano ha creado últimamente.

Por si nos quedaba alguna duda, su denuncia corrobora que todos sin distinción estamos siendo vigilados, que todos somos sospechosos por definición y que de todos nosotros se sabe todo lo que decimos, sin que quien nos vigila se someta a ningún tipo de prevención ni control legal. Aunque ni siquiera eso es lo más revelador de sus denuncias.

La justificación que siempre se ha dado para saltarse las leyes, e incluso las normas que los propios gobiernos han dictado, es la seguridad y, más concretamente, la lucha contra el terrorismo. Pero las denuncias de Snowden demuestran que nada de eso es verdad. Ahora sabemos que Estados Unidos no vigila a sospechosos, sino a millones de personas normales y corrientes y a sus aliados, a unas 38 embajadas, la inmensa mayoría de ellas de países amigos tan interesados o más en combatir el terrorismo, así como también a diversas instituciones europeas.

Los datos que ha revelado Snowden demuestran igualmente que la información que busca con prioridad el espionaje estadounidense y las comunicaciones que más le interesan no son las relativas a las amenazas terroristas sino las que tienen que ver con los centros económicos y financieros y las que pueden beneficiar a sus grandes bancos y empresas. Algo que ya detectó una investigación del Parlamento Europeo cuando descubrió que grupos empresariales como Thomson-CSF o Airbus habían perdido negocios multimillonarios a favor de empresas estadounidenses después de haber sido espiados.

No es verdad, pues, que el control ilegal al que nos someten se haga para proporcionarnos más seguridad frente al terrorismo. Se nos vigila para favorecer al 1% de la sociedad que se queda con más de 90% de los ingresos y de la riqueza que se está creando en el mundo.

Los gobiernos, y especialmente el de Estados Unidos, se han convertido en espías de sus ciudadanos para hacer aún más ricos a los más ricos de entre los ricos y lo hacen saltándose incluso los mandatos constitucionales que se supone garantizan que las personas y todo lo que nos pertenece quede a salvo de pesquisas y aprehensiones arbitrarias.

Las peripecias y amenazas que está sufriendo Snowden demuestran que nuestro mundo está Patas arriba, como dice el título de un libro de Eduardo Galeano. Demasiados gobiernos, con Estados Unidos a la cabeza, se han convertido en estados que no respetan los derechos humanos y que persiguen a quienes tienen la valentía de denunciarlo. Quien delinque queda impune y quien lucha contra los delincuentes es el perseguido y condenado de antemano.

Se nos hace creer que las policías, los espías y las agencias de información están para protegernos y resulta que son, en realidad, la mano que utilizan los de arriba para ganar más dinero, crear miedo y silenciarnos. Se nos dice que luchan para defender los derechos humanos cuando en realidad los pisotean para proteger a quienes solo buscan quedarse con todo. Son el príncipe malo del poema de José Agustín Goytisolo.
@juantorreslopez