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martes, 28 de enero de 2020

Las organizaciones que llegaron a Haití para "reconstruir" y fueron más destructivas que el terremoto.

Andrés Gaudín
Tiempo argentino

Diez años luego del sismo, el país sigue en ruinas, a pesar de que desde cascos azules, la ONU y cientos de ONG dispusieron de fortunas "despilfarradas" en robos, estafas y retornos a los propios donantes.

Ni los más de cien años de intervención continua de EE UU ni la voracidad de Francia, la potencia colonial, ni los sangrientos dictadores que lo sojuzgaron durante tres décadas –los Duvalier– tuvieron sobre Haití el efecto devastador del sismo del 12 de enero de 2010, que en 130 segundos se cobró más de 316 mil vidas y dejó sin casa a un millón y medio de personas. Una de las catástrofes humanitarias más grandes de la historia borró la precaria infraestructura haitiana. A las fuerzas extranjeras que lo ocupaban desde 2004, se sumó una horda de organizaciones no gubernamentales (ONG) que llegaron a “reconstruir” pero fueron más destructivas que el terremoto.

Aunque no cuenta en su haber con otro pecado que el de haberse independizado antes que todos (1804), cuando Francia era una monarquía poderosa, Haití sigue recibiendo el divino castigo de las potencias occidentales y padece, desde hace más de un siglo, la presencia de tropas extranjeras en su territorio. Apenas días después de la liberación, en los inicios del siglo XIX, el por entonces presidente norteamericano Thomas Jefferson –el esclavista que ilustra los billetes de dos dólares– ya había advertido que “pueden existir como quilombo, o palenque, pero ni se debate la posibilidad de aceptarlos en el mundo de las naciones. Les llaman libertos, pero son negros y eran esclavos”.

Así fue que en 1915 los marines desembarcaron por primera vez en Port-au-Prince. Desde entonces, esas excursiones exclusivas del Pentágono fueron una constante, hasta que en 2004 Estados Unidos encontró socios para la tarea sucia y armó unas fuerzas invasoras de 10 mil soldados de 31 países. Los mayores aportes llegaron, llamativamente, desde tres países donde gobernaban presidentes progresistas: Brasil, Argentina y Uruguay. Según la ONU, la excursión de sus cascos azules se justificaba porque Haití era “una grave amenaza a la seguridad internacional”, aunque su ejército había sido disuelto en 1995.

Diez años después del sismo Haití sigue en ruinas.
Y, además, los cascos azules llevaron la vibro cholerae, la cepa más terrible del cólera, que mata en dos días a un adulto y en dos horas a un niño. Los soldados de la ONU dejaron, también, cientos de niñas y adolescentes, embarazadas de la que la ONU, las ONG y los países invasores no se hacen responsables. Uruguay ha sido una irónica excepción, y todo lo resolvió condenando sin prisión a cuatro cabos que se acostaron con menores haitianas a cambio de un paquete de galletitas.

En 2010, apenas se conoció la conmovedora solidaridad mundial con el pueblo haitiano, mensurable en cientos y cientos de billones de dólares, se multiplicaron las ONG que se anotaron para mandar sus “cooperantes” al país. Resultaron tan violadores como los cascos azules, pero a la promoción de la prostitución, femenina y masculina, agregaron un voraz apetito por el dinero, por las grandes sumas (ver aparte). En pocas semanas Haití pasó a conocerse como la “República de las ONG”, el país del mundo con más organizaciones de ese tipo per cápita. Así fue que en setiembre de 2017, el gobierno haitiano, un gobierno particularmente corrupto, ya había tenido que expulsar a más de 300 ONG.

En ese momento, la británica Oxfam se dio el lujo de enunciar los aterradores récords de sus pares. Para el armado de ese decepcionante cuadro se suman las investigaciones de los diarios Huffington Post, The New York Times, La Jornada y Miami Herald, las agencias EFE y Associated Press, la BBC e investigadores independientes. Diez años después del terremoto, diez años de saqueo, Haití sigue tan destruido como aquel día.

“El lento camino hacia la reconstrucción” se tituló el informe en el que Oxfam aseguró que 7 de cada 10 dólares que entran al país provienen de la cooperación, aunque “olvidó” decir que 9 de cada 10 de esos dólares son manejados por las ONG, Oxfam incluida, o empresas extranjeras. Tampoco dijo que 778 millones se van para el pago de las tropas de ocupación. Una investigación de la AP llegó a una comprobación sorprendente: apenas registrado el sismo, Estados Unidos destinó una ayuda de 379 millones de dólares, pero resultó que de esos 379 millones la mayoría no fue a Haití. La AP comprobó que 33 centavos de cada uno de esos dólares retornaron por razones no precisadas a alguna agencia de Estados Unidos. Quedó probado, además, que otros 42 centavos de cada uno de esos dólares, fueron a dar a las cuentas bancarias de la británica “organización sin fines de lucro” Save the Children.

Un equipo de relatores especiales de la ONU sintetizó todos los robos, estafas y desfalcos en un informe sublevante: por cada U$S 2500 millones de ayuda humanitaria, el 34% fue reembolsado a los propios entes donantes, el 28% se dio a las agencias de la ONU y a las ONG, el 26% fue a las contratistas privadas (entre otras, California Microwave Systems y Blackwater, empresas de Estados Unidos que han hecho fortunas prestando servicios paramilitares en Irak), un 6% se destinó a medicamentos y alimentos, el 5% a sociedades nacionales de la Cruz Roja y un 1% al gobierno de Haití. “Las ONG son una estructura paralela a través de la cual se puede delinquir con total impunidad con el producido del asistencialismo”, concluyó la relatoría de las Naciones Unidas. «

No se salvan ni las más afamadas
Recién en 2018 empezaron a filtrarse detalles del accionar aberrante de las ONG más afamadas del mundo, pero sus propias indagaciones revelan ahora que su quehacer delictivo ha sido una constante. El submundo de las ONG comenzó a visualizarse cuando Oxfam, el gigante fundado en Oxford en 1942, al que el Estado británico financia con 40 millones de dólares al año, admitió cuál fue su verdadero “papel humanitario” en Haití, el país más mísero del Occidente cristiano. Robo de fondos recibidos para asistir a las víctimas de catástrofes, desvío de cuantiosas fortunas a cuentas en paraísos fiscales, abuso sexual, promoción de la prostitución infantil, son algunos de los delitos que hoy azotan a Haití pero que son “normales” en África.

La denuncia del diario inglés The Times, que el 9/2/2018 desnudó toda la podredumbre oculta tras la estructura de Oxfam –hasta su director, Roland van Hauwermeiren, aceptó haber pagado a niñas y adolescentes haitianas para animar sus fiestas, y su cama–, abrió las puertas a un mundo jamás imaginado. Le siguieron la hasta entonces impoluta Cruz Roja, que admitió haber echado a 21 “cooperantes” por haber variados actos de corrupción. Y Médicos sin Fronteras, que despidió a 24 “voluntarios”. Y Save the Children, que se disculpó por el comportamiento de su director, Justin Forsyth, que luego ocupó el mismo cargo en UNICEF. Y Mines Advisory, la ONG a la que, en vida, financiaba Lady Di. Y el Comité Internacional de Rescate, creada en 1933 por el sabio y Premio Nobel Bertrand Russell.

Fuente:
http://www.tiempoar.com.ar/nota/las-organizaciones-que-llegaron-a-haiti-para-reconstruir-y-fueron-mas-destructivas-que-el-terremoto

martes, 8 de enero de 2019

_- Haití se levanta contra la corrupción, el nepotismo, la represión y la impunidad.

_- Jean-Luc Mercier
Rebelión

El domingo 18, día de la movilización en Haití contra la corrupción, el nepotismo y la impunidad y para exigir la rendición de cuentas por el despilfarro de los fondos de Petrocaribe, causó once muertes, 47 heridos y 75 arrestos en la capital y en varias ciudades provinciales.

Petrocaribe es un programa de asistencia creado en 2005 por el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela para ofrecer petróleo a precio subsidiado para los países del Caribe. Los recursos obtenidos por Haití a través de Petrocaribe debían ser invertidos en obras de infraestructura, así como en proyectos económicos y sociales.Sin embargo, varias auditorías realizadas hasta ahora no han logrado determinar el destino de tres mil 800 millones de dólares, parte de esos fondos.

Ese día estuvo doblemente marcado por la conmemoración del 215 aniversario de la Batalla de Vertières y la movilización popular en torno al tema Petrocaribe, que también exige la salida requerida del presidente Jovenel Moïse.

Las protestas llevaron al gobierno haitiano a desplegar el domingo más de 3.000 agentes policiales. Grupos de la oposición convocaron manifestaciones en diferentes zonas de la capital, Puerto Príncipe, y en la norteña Cabo Haitiano en demanda de una investigación profunda sobre el presunto desvío de fondos millonarios del programa petrolero Petrocaribe.

Con pancartas en las que reclamaban se averigüe el paradero de unos 3.800 millones de dólares de Petrocaribe , miles de personas marcharon frente al Palacio Nacional en Puerto Príncipe, se dirigieron a la sede del Parlamento y recorrieron el populoso barrio de Delmas, donde se les unían más manifestantes.

Según una investigación del Senado, al menos 14 exfuncionarios estuvieron vinculados al desvío de los fondos durante el gobierno del expresidente Michel Martelly (2011-2016) y ninguno ha sido procesado judicialmente.

El exsenador Moïse Jean-Charles, quien encabezó las protestas en Cabo Haitiano, 130 kilómetros al norte de la capital, también pidió la renuncia del presidente Jovenel Moïse y de su gobierno por considerar que se han negado a profundizar la investigación. Moïse canceló el domingo el viaje que tenía previsto junto a los miembros de su gabinete a Cabo Haitiano para conmemorar el 215 aniversario de la batalla de Vertieres, la cual representó el último paso de los haitianos para obtener su independencia de Francia.

Los inconformes bloquearon varias calles con basura y neumáticos en llamas que emitían un denso humo negro, el cual cubrió gran parte de Puerto Príncipe durante la tarde. La mayoría de los negocios permanecieron cerrados y el transporte colectivo dejó de operar. El transporte público y el comercio informal quedaron completamente paralizados.

Grupos opositores, como la coalición Sector Democrático y Popular, aprovecharon la protesta para pedir la renuncia del presidente, Jovenel Moise e instaron a seguir paralizando las actividades, hasta la renuncia del mandatario.

Haití vive una fuerte crisis económica y la moneda nacional, el gourde, está en caída libre frente el dólar, mientras la inflación se sitúa en el 14 % cada mes desde el inicio del año, y hay un alto índice de desempleo. Uno de los principales problemas, que causa resentimiento en la población, es el de los privilegios y la impunidad de las fuerzas de la ONU, Minustah. Son 7.000 soldados de Argentina, Brasil, Uruguay y otros países, que -según las denuncias de los movimientos sociales- roban a la gente, violan a las mujeres y niños y les contagian enfermedades, y todo ello sin ningún castigo.

Estas circunstancias, sumadas al escándalo de corrupción de Petrocaribe, han generado en una parte importante de la población total desconfianza en la capacidad del actual régimen para mejorar la situación.

El Parlamento haitiano publicó en 2017 un informe en el que involucra a exfuncionarios, del partido actualmente en el poder, en irregularidades en el uso de los fondos de Petrocaribe, pero hasta ahora nadie ha sido procesado por este caso, en el que se desviaron más de 2.000 millones de dólares, según una investigación del Senado.

El líder opositor Moise Jean Charles afirmó ayer en Cabo Haitiano, en declaraciones a la prensa, que solo con la salida del presidente Jovenel Moise del poder habrá un juicio por el caso de Petrocaribe.

El presidente-banana
Jovenel Moïse, quien triunfó en los comicios nacionales de su país en octubre de 2015 y noviembre de 2016, este martes fue nombrado presidente electo por el Consejo Electoral Provisional de Haití. Entonces, la crisis política que atravesaba la nación caribeña ocasionó que la declaratoria del vencedor se pospusiera por más de un mes.

De acuerdo al Consejo Electoral haitiano, Moïse, del partido de derecha Tet Kale se impuso con el 55,6% de los votos en los comicios del 20 de noviembre de 2016. En segundo lugar quedó Jude Célestin, de la Liga Alternativa para el Progreso y Emancipación de Haití, con 19,5% del caudal electoral.

La declaratoria se produjo después de semanas de incertidumbre, denuncias de fraude de parte de partidarios de Célestin y protestas de seguidores de Moïse que reclamaban que sea nombrado presidente electo. El Consejo Electoral señaló, luego de un recuento, que en la votación hubo irregularidades pero no el "fraude masivo" denunciado.

La victoria de Moïse de octubre de 2015 también había sido impugnada y finalmente anulada tras violentos disturbios. Tan solo el 21% de los ciudadanos habilitados para votar acudieron a las urnas en noviembre de 2016.

Moïse, de 49 años, es un empresario que proviene del distrito rural de Trou-du-Nord, en el departamento Nordeste de Haití. Estudió ciencias de la educación en la Universidad de Quisqueya, en la capital Puerto Príncipe, considerada como el mejor centro académico privado de Haití.

"En 1996 deja la capital y se traslada a la comuna de Port-de-Paix (en el departamento Noroeste) con el ardiente sueño de desarrollar el interior del país", se puede leer en la biografía de su sitio web oficial, donde se detalla que sus primeros movimientos empresariales estaban relacionados con la venta de partes de autos y después comenzó el cultivo de bananas.

Sus emprendimientos le valieron llegar a ser, en menos de una década, secretario general de la Cámara de Comercio e Industria de Haití. Además del rubro de la exportación de bananas, Moïse tiene proyectos empresarios relacionados a la generación de energía eólica y solar y otros negocios relacionados con la agricultura.

Una de sus cartas de presentación durante la campaña electoral haitiana fue su origen en un distrito rural. Su segunda bandera es el éxito que logró en algunas de sus iniciativas empresariales, y así fue que pudo llegar al electorado haitiano de las regiones con mayores dificultades económicas poniéndose a él mismo como un "ejemplo de éxito posible".

Es más, durante la campaña aprovechó el sobrenombre por el que muchos le llaman en su país: "el hombre banana". Su llegada a la política fue posible gracias al apoyo del expresidente haitiano Michel Martelly (2011-2016) y el partido de derecha Tet Kale. Es la primera vez que Moïse ocupa un cargo público en su vida. Martelly, quien además es uno de los músicos más conocidos en Haití, dejó el mando de su país en medio de varias denuncias de corrupción y acusaciones de sus adversarios políticos.

Tras un fin de año marcado por protestas en las calles y denuncias de fraude, Moïse pidió a los haitianos que "pasen la página". La inestabilidad política lleva mucho tiempo afectando a la economía de un país que ya antes de las elecciones de 2015 era el más pobre de América. Más del 60% de las personas que viven en Haití sobreviven con menos de dos dólares al día, de acuerdo a los reportes de Naciones Unidas.

Más de la mitad de la población haitiana es analfabeta y el 90% de la educación está en manos privadas sin posibilidades de acceso para la mayor parte de la población. El desempleo es del 80%. La situación social es también muy desigual. El 95% de la población es negra sin embargo existe una discriminación manifiesta tanto lingüística como por el color de la piel. La discriminación se hace notar sobre todo en la distinción entre campo y ciudad. Depende de donde nazcas serás campesino o ciudadano, esto está totalmente interiorizado. Los mulatos conforman el 5% restante y controlan todo el país.

El interés estratégico de Haití en medio del Caribe hace que nada pueda hacerse sin el consentimiento y la supervisión de los EEUU. En este sentido las intervenciones han sido constantes. “Ya en 1986 Haití producía arroz suficiente para alimentar a toda la población. Con la llegada de las políticas neoliberales se bajaron los aranceles de importación del 30% al 2% y el arroz pasó a ser tan barato que los agricultores no pudieron competir con el arroz que se importaba de EEUU y se marcharon a la capital como desplazados internos por esta violencia económica", señala Gulin Bonhomme, profesor haitiano e investigador para la paz

Siete años después de que un devastador terremoto mató a más de 200.000 personas en enero de 2010, unos 55.000 haitianos siguen en campamentos improvisados con condiciones de vida extremadamente pobres, según la Organización Internacional para las Migraciones. Y las esperanzas de recuperación económica se vieron afectadas todavía más a principios de octubre de 2016 por el huracán Matthew, que dejó daños estimados en más de 2.000 millones de dólares.

Las políticas del FMI
Ya el 6 de julio, Haití había sido escenario de protestas en rechazo al aumento en los precios de la gasolina, el petróleo y el kerosene, una medida acordada en febrero entre el gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ante la violencia, la medida fue revertida al día siguiente y el presidente Jovenel Moïse llamó a la población a regresar a sus hogares.

Sin embargo, las protestas continuaron y han dejado al menos tres muertos, así como daños a edificios gubernamentales, comercios, hoteles y oficinas de negocios. Los disturbios ocurrieron en la capital Puerto Príncipe, en la ciudad Cap-Haitien y en las comunas de Les Cayes, Jacmel y Petit-Goave.

Las protestas y el descontento social en el país por los ajustes exigidos por el FMI hicieron que el primer ministro haitiano, Jack Guy Lafontant, presentara su renuncia el 14 de julio.

Ayuda "humanitaria"
La medida de "ajuste" del FMI implicaba el aumento de la gasolina en 38%, del diésel en 47% y el del kerosene,utilizado por la mayoría de los haitianos para alumbrar sus casas, debido a que no tienen electricidad, en 51%..

Se trataba de un acuerdo de "ayuda humanitaria" entre el Gobierno de Haití y el FMI, realizado sin el consentimiento de la población, como parte de un programa de ajustes, cuyo propósito era poner fin a los subsidios que tienen los productos derivados del petróleo bajo el pretexto de reducir el déficit presupuestario gubernamental y "estabilizar" la economía.

La deuda de Haití con el FMI dio un salto tras el terremoto de 2010, que dejó al menos 222 mil 570 fallecidos, 1,5 millones de personas en la indigencia y pérdidas materiales calculadas en 7.900 millones de dólares. Se trató de un "préstamo" de 114 millones de dólares que debía empezar a ser reembolsado tras un período de cinco años y medio.

Las ONGs
Las promesas de la comunidad internacional se hicieron esperar y se prometieron 16 mil millones de dólares para la reconstrucción de Haití, un dinero que acabó en manos de las ONGs, nunca repercute en el país. “Es el país de las ONGs, con más de 14 mil, en una nación pequeña de nueve millones. Las ONGs hacen sus proyectos y nadie los controla. De los 10 mil millones de dólares que llegaron de la ONU la mayor parte fue para las ONGs que nunca transfieren competencias a los haitianos, sino que los colocaron en una situación de dependencia, pasividad y desamparo, indica Bonhomme.

Haití se ha convertido en la gallina de los huevos de oro de las ONGs que acuden como moscas. Nadie sabe a ciencia cierta cuantas ONGs hay, ni lo que hacen, o en que se gastan los fondos. La duplicación de servicios y la ingente acumulación de material sin utilizar es prácticamente la norma. Sólo 300 están inscritas, así que hay cientos que actúan sin control alguno. La mayoría de ellas son cajas negras que nadie supervisa.

El británico David Harvey sostiene que las ONGs son los caballos troyanos de la globalización neoliberal, mientras que Ricardo Seitenfus afirma que “hay una relación causa-efecto entre la infelicidad de los haitianos y la felicidad de las ONGS y el peligro más grande que afrontamos ahora es la ‘oenegización’ del país. Haití nunca estuvo tan debilitado como ahora y le toca dialogar y aceptar muchas cosas pero hay una relación perversa entre la debilidad del estado haitiano y la fuerza de las ONGS en el país”

El capitalismo tiene la habilidad de mercantilizarlo todo. Dónde hay una necesidad que cubrir cabe la posibilidad de traficar, montar negocios y sacar pingues beneficios. La enfermedad, la educación, el sexo, la paternidad, el deporte, el reposo, respirar aire libre, el arte... ¿ Por qué no traficar con la compasión?, señala el Servicio Informático Ecuménico y Popular.

La mercantilización de las ONGs significa que el centro de atención de los traficantes de ayuda deja de ser “los damnificados”. Todo mercado capitalista genera en sus operadores una ineludible necesidad de crecer y ganar cota en un medio cada vez más competitivo. El centro de atención pasa a ser “los donantes”. Se trata de ofrecer “un producto humanitario” cada vez más atractivo y “venderlo” utilizando sofisticadas técnicas de marketing.

Para ello es preciso contar con técnicos y directivos experimentados. El periódico español El País dedicó una página entera al tema en enero de 2011 con el título “Profesionales de la solidaridad”, un sector que ocupa en España a 529.000 empleados remunerados (y mucho incauto mal remunerado). Cita sin desparpajo el caso ejemplar de un dinámico economista, con larga experiencia como director de ventas de Procter & Gamble, que ha sido fichado por una ONG fundada por un magnate de la banca. Cada vez son más concurridos los cursos y postgrados de especialización en ONGs impartidos por escuelas de negocios.

En muchos casos se trata de verdaderas corporaciones multinacionales con oficinas abiertas en paraísos fiscales para “gestionar” los cuantiosos fondos que reciben al margen de las onerosas regulaciones fiscales de los “gobiernos”. 77 ONGs están siendo investigadas por tales prácticas.

Las autoridades de Haití se vieron en la obligación de abrir una investigación contra todas las ONG en el país tras el escándalo de Oxfam, cuyo equipo se vio involucrado en casos de explotación y abuso sexual, negligencia y nepotismo en 2011 en la isla, según informó el ministro de Planificación y Cooperación Externa haitiano, Aviol Fleurant. El presidente Moise, aseguró que el caso de Oxfam solo es la punta del "iceberg" y reclamó que se investigara también a otras ONG como Médicos Sin Fronteras (MSF).

Tras el terremoto, el país también sufrió una epidemia de cólera, de la cual es acusado el personal de paz de Naciones Unidas. La enfermedad mató a más de ocho mil personas y más de 650 mil se enfermaron. A esta catástrofe se unieron los huracanes Matthew e Irma en 2016 y 2017, tras los cuales miles de personas siguen viviendo en campamentos.

El terremoto sirvió de excusa para una nueva intervención "humanitaria" de Estados Unidos en Haití, donde años antes, entre 1951 y 1986, fue responsable de implementar la dictadura de los Duvalier para controlar y saquear los recursos naturales de la isla. Esta calamidad que atravesaba el país también abrió la oportunidad para la "ayuda humanitaria" de la ONU, que tomó el control de la isla con la misión MINUSTAH (7 mil soldados y policías).

La intervención extranjera terminó siendo un fraude económico, pues mientras el país seguía sufriendo las consecuencias del terremoto, millones de dólares en "ayuda humanitaria" de Occidente no llegaron nunca a la población. Casi el 9% de este financiamiento quedó en fundaciones y organizaciones no gubernamentales extranjeras, entre ellas la Fundación Clinton.

La deuda externa de Haití se estima en unos 890 millones de dólares, de los cuales el 41% corresponde al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), su mayor acreedor, y el 27% al Banco Mundial (BM).

Jean-Luc Mercier. Sociólogo haitiano, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Un cable de WikiLeaks muestra críticas al programa nuclear japonés

Un cable de la embajada estadounidense en Japón, filtrado por WikiLeaks y sacado a la luz pública por The Guardian, muestra cómo Taro Kono, un miembro de la cámara baja nipona, critica las actividades de energía nuclear de Japón. Los puntos criticados por Kono son diversos, pero se refieren fundamentalmente a la forma de actuar por parte del Ministerio de Economía, Comercio e Industria (METI) y las empresas eléctricas del país. El cable, con fecha de finales de 2008, recoge estas críticas realizadas durante una cena entre este miembro de la cámara baja en la que también estaban presentes miembros del Agregado Energético y Económico.

Taro Kono, según el cable de la embajada estadounidense, se mostró muy en contra del programa nuclear de Japón y de su forma de hacer las cosas. Especialmente se hace referencia a temas relacionados con el costo y la seguridad de la energía nuclear. Se afirma que las compañías electicas japonesas habrían ocultado costes y problemas con la energía nuclear mientras que el sobrecoste usado en estas áreas se había puesto en el programa de reciclaje de uranio de cara a la opinión pública.

También se critica que las eléctricas, después del accidente sucedido en el reactor de Monju en 1996, se han enfocado en planes para el reprocesamiento de los materiales en lugar de cancelar los planes nucleares.

Hollywood se preocupa más por su taquilla en Japón que por las víctimas
“Ya que los trenes no funcionan con total normalidad, no se sabe cuántos cines funcionarán este fin de semana en Tokio, una zona menos afectada por el terremoto de 8,9 que ha asolado el norte de Japón”, se lamentaba el Hollywood Reporter el sábado, apenas 48 horas después del tremor. “Ni en los nueve mercados que hay por todo el país ni en el territorio en general”.

Como es de esperar, los estrenos previstos se vieron deslucidos. La catástrofe obligó a cerrar 680 cines por todo el país, 110 de ellos en Tokio. Así que Enredados, que en su primer fin de semana en Estados Unidos recaudó 48 millones, se ha quedado en unos (por otro lado, casi inexplicables, dadas las circunstancias) 1,75 millones en el Japón devastado. En total, la taquilla nipona bajó un 52%. Milagrosamente poco para un país en su peor crisis en 60 años. Pero quizá demasiado para esta industria. Así que los estudios han tomado (y anunciado sin miramientos) medidas. Contaban con Japón para rentabilizar títulos como Linterna Verde, Kung Fu Panda 2 o Transformers 3. Ayer, en una serie de anuncios entre el narcisismo y la celeridad corporativa, empezaron a explicar la reconfiguración de su estrategia nipona.

Warner ha anunciado la retirada de Más allá de la vida, de Clint Eastwood, porque mostraba muy gráficamente cómo un tsunami asolaba el sureste asiático. Y entre bastidores, cancelaba el estreno de El Rito, un drama sobrenatural que protagoniza Anthony Hopkins, para no perjudicar su potencial taquillero.Sony sopesa ahora hacer lo mismo con Battle: Los Angeles, que pensaba estrenar a principios de abril. La película ofrece exactamente lo que promete en el título (la destrucción de California) y Sony sospecha que haya perdido su gancho comercial en un país asolado.

Clint Eastwood, por primera vez, se adentra en el género sobrenatural con "Mas allá de la vida". Recomiendo la película por lo bien hecha que está, no por el contenido; un reflejo en el cine de la moda actual de la vuelta al espiritismo, al más allá... La dirección es soberbia y esos actores se mueven en su salsa, una exquisita muestra de sabores inolvidables; desde el encanto y la frescura de la francesa Cécile De France (Marie Lelay) a la bondad, ingenuidad e inocencia de los chicos George y Frankie McLaren (Marcus/ Jacob) o la madurez y el dominio del actor Matt Damon (George) que muestra sus poderes sobrenaturales. Tres personajes redondos, tres historias entrañables, tres ciudades magnificas; San Francisco, Londres, París. Tanta perfección merecía otra causa mejor, más auténtica, en un mundo donde sobran tantas imposturas, engaños y mentiras. Lo que ahora se hace, quizás con estos sucesos -crisis económica y terremoto tsunami del Japón-, tan evidente y necesario como nunca.

sábado, 20 de marzo de 2010

Así va

Cuando Lisboa fue destruida por un terremoto en 1755, la Iglesia católica dictaminó que era un justo castigo de Dios (¿les recuerda algo semejante derroche de compasión?). Y la obvia insensatez de esa afirmación cruel (habían muerto miles de inocentes, niños incluidos, en un país además especialmente religioso) creó una conmoción mundial y una reacción aconfesional encabezada por Voltaire. Aquel seísmo fue el comienzo de la muerte de los dioses.
Han pasado 250 años de aquello, pero la Iglesia sigue diciendo cosas igual de insensatas e insensibles. Las crudas palabras del obispo Munilla (que la pobreza espiritual de España es un mal mayor que la tragedia de Haití) también han provocado un sonoro escándalo. Para peor, en vez de pedir excusas, el prelado se justificó diciendo que hablaba a "nivel teológico", con lo cual solidificó su error de expresión y lo convirtió en lo que sin duda es: pura y berroqueña ideología. Ah, sí, seguro que hablaba teológicamente. Sólo hundido a ciegas en el dogma puede uno tener una percepción tan deformada de la realidad y creer que la tibieza católica de los españoles es peor que el atroz sufrimiento de los haitianos y que el pavoroso colapso de un país entero: un abismo en la Tierra. Es la teología como sinónimo del fanatismo. Si Munilla quería hacer una reflexión moral, podría haber hablado de que el horror de ahora es una consecuencia del horror de antes. Haití, ya se sabe, es uno de los países más míseros, corruptos y desesperados del planeta; la esperanza de vida no llega a los 52 años y sólo uno de cada 50 ciudadanos recibe salario. Eso sí que es pobreza espiritual; quiero decir que algo funciona muy mal en un mundo que permite la existencia de estos infiernos. Pero, ya ven, a Munilla y Cía. sólo parece interesarles lo teológico. Así va la Iglesia: matando ella sola a Dios con sus torpezas. 19-1-10 El País.
Lucio Dalla, Caruso.