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lunes, 6 de julio de 2015

Conoce a la gurú del DIY que ha revolucionado Internet. O cómo recorrer los sitios más exóticos del planeta, aprender los mejores DIY para renovar tu armario y tu casa y disfrutar de una buena fotografía sin moverse de un blog.

...Los blogueros de Australia están hechos de otra pasta. Si Gary Pepper Girl capta adeptos gracias a su estilo y su fotografía única, existe otra web (también australiana) que de una manera única engancha a todo manitas dispuesto a llenar su tiempo libre con herramientas, alfileres, pintura y altas dosis de imaginación: Es "A pair and a spare".

Esta bitácora se enmarca en esa categoría del DIY (siglas de Do it yourself, en castellano ‘hazlo tú mismo’) que fue poco a poco abriéndose paso dentro en el mundo de los blogs. En el caso de las webs de moda, entre tanto look y tanto editorial había quien destinaba su presupuesto a adaptar la última tendencia vista en pasarela a golpe de tijera y paciencia. En vista del éxito, decidía compartirlo con los demás internautas. Una intención convertida en una fiebre que no se restringe a la moda, sino que abarca otros terrenos irresistibles tales como la gastronomía o la decoración, y este blog da buena fe de ello. Repasamos los motivos por los que deberíamos seguirle la pista:

1. Unos tutoriales para renovar armario sin dejarse medio sueldo
En A pair and spare, las manualidades son una recopilación de tutoriales que prometen hacer de tu armario un mundo de posibilidades. Y sin tener que derrochar grandes cantidades de dinero. Su autora, una chica de Brisbane llamada Geneva Vanderzeil, es una bloguera y escritora freelance que desde 2008 comparte creativos contenidos donde demuestra que sus manos no conocen límites. 

Asidua de los mercadillos, es capaz de convertir en pura tendencia cualquier prenda de segunda mano que ha adquirido en puestos que va encontrando a su paso. En vez de ir a Zara a comprarse una falda de estilo naïf, decide reinventar una anodina falda vaquera. Para quien no tenga conocimientos de costura, también enseña ideas en las que hasta los más principiantes pueden hacerse un kimono con flecos sin necesidad de enhebrar una aguja. A menudo encuentra auténticas gangas para sus manualidades, como unos Louboutin que adquirió en un mercadillo de Hong Kong (donde reside actualmente), pero no tiene miedo de empezar de cero un proyecto, como los bolsos de piel. A partir de piezas de cuero se ha hecho pequeños bolsos que planea primero sobre el papel: 

Gracias al éxito cosechado, a los dos años de abrir el blog publicó su propio libro con diferentes proyectos para reinventar y actualizar el armario. Desde entonces, ha colaborado con varias marcas como Free People, Asos o Coach tanto en DIY como en talleres. También tuvo blog homónimo en la edición australiana de Harper’s Bazaar.

2. Ideas para hacer de tu casa el próximo catálogo de IKEA
La decoración es su segundo fuerte. Entre sus tutoriales, Vanderzeil enseña a organizar los zapateros utilizando una escalera, crear un moodboard partiendo de una red o llenar tu casa de diferentes centros de plantas y flores, una categoría propia dentro de su blog que haría las delicias de Pinterest. Dale una calabaza o unas pegatinas, que conseguirá hacerte sentir orgulloso hasta de tus maceteros. Entre los mayores retos que se le plantearon fue remodelar de cero un estudio, un proyecto donde ha puesto a prueba muchos de los tutoriales que muestra en su blog. 

lunes, 6 de enero de 2014

Francisco Ferreira, El joven portugués Robin Hood del becario

Francisco Ferreira, un joven portugués que se había quedado en paro, crea una web exitosa en la que denuncia las miserables condiciones laborales de los licenciados de su generación


Licenciado en Comunicación y Publicidad de 30 años de Oporto se quedó en paro en diciembre. Comenzó entonces a rastrear los anuncios de trabajo por Internet y a facturar currículos y cartas de presentación a cientos de ellos. En Portugal, el paro escala por encima del 17%, una cifra jamás alcanzada en el país, así que Ferreira no se limitó a las convocatorias relacionadas con su profesión. Con sorpresa comprobó que nadie le respondía. Nadie. Ferreira supuso que era demasiado mayor para ser becario, demasiado universitario para algunos trabajos y demasiado reivindicativo para los tiempos que corren.

Descubrió que el mercado laboral portugués, a juzgar por muchos de los anuncios que encontraba, rayaba a veces la pura miseria, lleno de becarios obligados a trabajar meses enteros sin sueldo o empleadores que pedían a sus trabajadores que se hicieran autónomos (y que se pagaran el coche, el ordenador y el teléfono) para luego obligarlos a hacer turnos de más de ocho horas de oficina. También que existía una especie de mercado paralelo al de los anuncios de trabajo: que bastaba que él enviara un currículo a una empresa (teóricamente) interesada en sus conocimientos y aptitudes para que, pasadas unas horas, comenzara a recibir en su correo electrónico tal cantidad de publicidad engañosa que le hizo sospechar que muchos de esos anuncios no eran sino estrategias de bases de datos para recaudar información.

Algo harto y rodeado de amigos también hartos, con mucho tiempo libre (aún andaba en el paro) y crecientemente indignado, concibió un blog precario y muy rudimentario en el que comenzó a denunciar esos anuncios que ofrecían trabajos directamente ilegales y apeló a otras personas a que le enviaran testimonios de esta moderna explotación laboral que consiste, sobre todo, en ponerle el título de becario a todo el que no cobra un sueldo digno.

Pronto el blog creció hasta transformarse en una web con más de 12.000 seguidores en Facebook. Se denomina Ganhem Vergonha, algo así como “avergüéncense”, y subtitulada “plataforma de denuncia de empleadores sin vergüenza”. Un vistazo a la página permite localizar algunas de las perlas con las que se encuentra Ferreira cada vez que escruta el mercado laboral. Por ejemplo, una tienda de un centro comercial de Oporto que solicita “una becaria no remunerada con incorporación inmediata”. O una empresa que busca ingenieros (con menos de cinco años de experiencia) dispuestos a trabajar como becarios, durante cuatro meses, sin cobrar un euro. Al comentar lo de los cinco años, Ferreira se pregunta: “¿Cuánto tiempo tiene uno que trabajar para dejar de ser becario?”.

La página comenzó a ganar lectores, adeptos y denuncias. El correo electrónico se llenó de testimonios que Ferreira (todavía en el paro) se lanzaba a investigar. Porque desde el principio se obligó a no colgar ninguna denuncia que no hubiera sido comprobada. Y a las denuncias les siguieron las amenazas: “Ya he recibido por lo menos cuatro llamadas de abogados de cuatro empresas que aseguran que me van a llevar a los tribunales. Naturalmente, ninguno lo ha hecho”.

Hubo un caso paradigmático: una empresa de diseño creativo de Oporto que empleaba a becarios (sin pagarles nada, por supuesto) durante más de cuatro meses, a razón de más de ocho horas al día, fines de semana incluidos y, encima, con un ambiente de trabajo que, según supo Ferreira tras hablar con cinco testigos, rayaba el acoso laboral. “Además, si los llamados becarios hacían un diseño de algo que rindiera beneficios, estos, por supuesto, iban a parar a la empresa”. El caso llegó hasta la televisión pública portuguesa, la RTP, que se basó en el trabajo de Ganhem Vergonha para denunciar a la empresa en cuestión.

La página ganó aún más adhesiones, registró aún más denuncias y salió del anonimato. Pero Ferreira, al principio, se escondió detrás de un colectivo ficticio: “Pensaba que si decía en la televisión o en los medios que era yo solo el que había montado todo, no me tomarían en serio. Así que contaba que éramos una agrupación de jóvenes y que yo era solo el representante”.

Asegura que, pese a todo, solo ha denunciado el 10% de los casos que le llegan. “La inmensa mayoría no tienen pruebas, y yo carezco de medios y de tiempo para investigar”, dice, sonriendo, encogiéndose de hombros. Porque, mientras su web crecía y le llovían los mensajes (“ahora tengo decenas sin leer del otro día”), Ferreira encontró trabajo en una agencia de publicidad y ya no dispone de tantas horas para ocuparse de las condiciones laborales de los otros. Confiesa que le encantaría, porque hay sectores jugosos en los que casi ni ha pisado: “En el del Derecho, por ejemplo, donde también recibo denuncias de muchos becarios que trabajan sin recibir un euro”. Trató de que su página web rindiera algún beneficio, pero las donaciones se atascaron en los 130 euros.

...Obsesionado desde sus tiempos de buscador de empleo con los anuncios trampa, ha organizado en Internet una recogida de firmas a fin de que todos los que se publican incluyan el nombre de la empresa y el sueldo que está dispuesta a pagar...
Fuente: El País.

martes, 8 de octubre de 2013

Locura y guerra de clases en EE UU

Para Kugman la solución a la crisis económica pasa por la política. Paul Krugman, probablemente el economista más conocido del mundo, lo tiene claro. Desde su posición progresista –liberal, en Estados Unidos; de izquierdas, en Europa- prescribe su receta.

Cuando recibió el premio Nobel en 2008, Paul Krugman (Albany, Estados Unidos, 1957) ya llevaba casi una década escribiendo columnas en el New York Times. Da clases de Economía y Política Internacional en la Universidad de Princeton, antes lo ha hecho en la de Yale, donde se graduó, en la de Stanford y en el MIT.

El economista Mark Thoma escribió recientemente una excelente columna para el Fiscal Times relacionando la lucha contra el límite de deuda con el tema más importante de la desigualdad extrema. Me gustaría señalar que la realidad es incluso peor de lo que Thoma da a entender.

Él lo expresa en su blog de esta manera: “El incremento de la desigualdad y la diferente exposición al riesgo económico han hecho que un grupo considere que son los que “hacen” en una sociedad en la que mantienen al resto y pagan la mayoría de las facturas, y que el otro grupo son los que “toman” ya que reciben todos los beneficios. El estrato más alto se pregunta, ‘¿Por qué deberíamos pagar la seguridad social cuando recibimos pocos o ninguno de sus beneficios?’ y eso lleva a atacar estos programas”.

Por eso relaciona la lucha contra el límite de deuda con la influencia de los ricos, que quieren desmantelar el Estado de bienestar porque no significa nada para ellos y porque quieren unos impuestos más bajos.

Uno podría añadir que esa misma desigualdad que distancia a los ricos de las preocupaciones normales y corrientes les da un mayor poder y eso hace que sus opiniones en contra del Estado de bienestar tengan una influencia mucho mayor.

Entonces, ¿por qué las cosas están incluso peor de lo que dice Thoma? Porque muchos de los ricos se muestran selectivos a la hora de oponerse a que el Gobierno ayude a los desfavorecidos. Están en contra de cosas como los cupones para alimentos y los subsidios de desempleo. Pero ¿a favor de rescatar a Wall Street? ¡Sí!

En serio. Charlie Munger, el vicepresidente de Berkshire Hathaway, dijo en 2010 que deberíamos “dar gracias a Dios” por los rescates bancarios, pero que la gente normal y corriente que estaba viviendo una época difícil debería “aguantarse y salir adelante”. Y el consejero delegado de AIG - ¡el consejero delegado de una empresa rescatada! -señaló a The Wall Street Journal que las quejas sobre las primas a los ejecutivos de dichas empresas son tan malas como los linchamientos (no me lo estoy inventando)-.

La cuestión es que los súper-ricos no se han convertido en nuestro John Galt; no realmente, aunque piensen que lo han hecho. Se parece mucho más a la guerra de clases pura, a una defensa del derecho de los privilegiados a mantener y a aumentar sus privilegios.

No es Ayn Rand: esto es el Antiguo Régimen.
Fuente: Krugman, El País.
Ver el Blog de Paul Krugman en el País y NYT.

domingo, 29 de enero de 2012

Qué sabe Google sobre mí y cómo puedo hacer que se le olvide

El martes 24 de enero Google anunció un controvertido cambio en su política de privacidad, por el que la gran mayoría de sus servicios pasan a estar integrados en una misma normativa. Con motivo del Día de la Protección de Datos en Europa, nos preguntamos hasta dónde llega el conocimiento que Google tiene de nosotros, qué recuerda y cómo podemos hacer que deje de hacerlo. Para ello nos ponemos en la piel de un usuario medio de los servicios de la compañía.

Andrés es un usuario medio de los servicios de Google. Bueno, tal vez está algo sobreexpuesto en relación con la mayoría de nosotros, pero seguro que nos identificamos con una buena parte de las cosas que Andrés hace cada día.
Nuestro conejillo de indias tiene un ordenador portátil (que utiliza a modo de sobremesa), una 'tablet' y un 'smartphone', ambos de última generación y con Android como sistema operativo. Su navegador favorito es Chrome.

Como casi todos nosotros, hace años que Andrés abrió una cuenta de Google. Al principio sólo pensaba utilizar el correo electrónico de GMail (le parecía más serio que tener una dirección en Hotmail), pero con el tiempo descubrió otras muchas aplicaciones. Y ahora se pregunta hasta qué punto Google está enterado de todo lo que hace.

Por la publicidad que le muestran los bloques de AdWords en numerosas páginas web, ya se ha dado cuenta de que no es precisamente poco. Se mete en las 'Preferencias de Anuncios' de su cuenta de Google, pincha en "eliminar y editar" y descubre las categorías en las que se encuentra etiquetado: aficiones, edad, género...

Esta información se encuentra almacenada en su propio ordenador (en una 'cookie') y a ella acceden los anuncios contextuales repartidos por media 'world wide web'.

De acuerdo con esto, Google piensa que es un varón de unos 25 años al que le gusta la tecnología, el cine y los deportes. No va mal encaminado. Pero así, a simple vista, no da la impresión de que la información en manos de la compañía sea tanta y de carácter tan reservado como dicen. Sospecha en voz alta: "Seguro que esto no es ni la mitad de lo que Google sabe sobre mí".

Poco después se entera de que es posible llegar fácilmente al fondo del asunto, con sólo seguir un puñado de enlaces. Y entonces toma una decisión: va a hacer caso a los consejos de la Agencia de Protección de Datos y a tomarse en serio su privacidad de ahora en adelante.
En su 'Dashboard', Andrés comprueba la cantidad de sitios a los que, a lo largo del tiempo, ha dado permiso para acceder a su cuenta de Google: Facebook, LinkedIn, About.me... Lo que no sabía es que existe la opción de revocar esos permisos, por si se arrepiente de haberlos otorgado, e incluso la posibilidad de crear una contraseña específica para el acceso desde cada uno de ellos. Es lo que se llama la "verificación en dos pasos".

Cuando se puso de moda, Andrés se abrió un perfil en la red social Google+ , donde publica sus fotos, vídeos, enlaces... Ahora es consciente de que ha puesto parte de su día a día (sus fotos, sus vídeos, sus círculos de amistades...) en manos de Google, y de que el grueso de ello está accesible para cualquiera con una conexión a internet.

Afortunadamente, existe otra función de Google que es desconocida para muchos (Andrés era uno de ellos hasta hace poco), y que permite modular la información sobre uno mismo que los demás pueden ver en internet. Gracias a "Me on the Web", nuestro amigo ha creado una alerta que le avisa cada vez que su información personal se hace pública en la Red. Después puede pinchar aquí y pedirle al buscador que haga desaparecer sus huellas.

Desde que sabe hacer todo esto, Andrés cuida mucho más su identidad  digital. Puede controlar al detalle, a través de su 'Profile' lo que la gente puede saber de él a través de Google. Pero todavía le preocupa lo que la propia Google puede estar averiguando sin que se dé cuenta.

Lo siguiente que revisa es su perfil y sus bitácoras en Blogger. Allí creó dos blogs: 'El rincón de Andrés', donde cuenta sus pequeñas aventuras cotidianas, y un segundo blog sobre cine y series de televisión. Con esto empiezan a perfilarse sus gustos y, además, se suma una gran cantidad de detalles sobre su vida a todos esos que antes había aprendido a controlar.

Pero abrir un blog personal es lo que tiene, y no le puede echar la culpa a Google de lo que él decida publicar. La política de privacidad   es clara y, desde luego, parece claro que sus datos personales no se filtran a no ser que él mismo se vaya de la lengua en lo que escribe.

Además, Andrés utiliza Calendars para acordarse de las fechas importantes, de los eventos a los que piensa acudir y de las citas con sus amigos y familiares. En las bases de datos de Google, piensa Andrés, ya no solo está lo que ha hecho cada día, sino también lo que tiene pensado hacer en los días futuros. "Incluso mi lista de cosas pendientes en Tasks ".

A través de las huellas que va dejando en Google News (y de las búsquedas que, todavía, de vez en cuando realiza) también saben en Mountain View lo que Andrés lee. Por los 'feeds' que almacena en Google Reader conocen a la perfección los temas que le interesan y dónde se conecta para acceder a información sobre ellos. Y gracias a Youtube pueden descubrir también el tipo de vídeos que le emocionan, le hacen reír o le sirven para estar al día.

Por si fuera poco, en Google Docs están algunos de sus documentos más reveladores. Su currículum (donde aparecen completos sus datos de contacto), sus trabajos de cuando iba a la universidad, las tablas estadísticas de su pequeña 'start-up' innovadora, las diapositivas con la idea revolucionaria que piensa presentar en la reunión con un inversor potente.

Todo esto es privado. Sólo él (y las personas con que elija compartirlo) tienen acceso. Pero se encuentra almacenado en los servidores de Google y el buscador se reserva el derecho a facilitar el acceso a estos datos a terceros en ciertos supuestos, tal como se especifica en el apartado "Qué datos personales compartimos" de su nueva Política de Privacidad.

Nada más leerlo, sorprendido por la cantidad de cosas que no sabía sobre la forma en que se utilizan sus datos, se conecta a GTalk para contárselo a su mejor amigo. El contenido de su chat quedará almacenado en los servidores de Google, a no ser que especifique lo contrario  y marque la conversación como privada.

Y todo esto sin que Andrés hubiera pensado todavía en su teléfono móvil...

Como Andrés utiliza las aplicaciones de GMail, Blogger, Reader y Google+ la empresa ya hacía tiempo que tenía su número de teléfono, asociado a muchos de estos servicios cuando se usa el servicio SMS. No obstante, el hecho de tener un móvil con Android ha desnudado otros aspectos de su personalidad que él creía ocultos a los ojos del gigante.

Para empezar, Andrés se encuentra constantemente localizado . Google revisa su ubicación, gracias a la conexión móvil, para ofrecerle búsquedas y otras funciones adaptadas al lugar en que se encuentra, así como para guiarle a través de Maps y Navigation , que le dicen como llegar a donde, de antemano, él ha confesado que tiene pensado ir.

Además, casi por inercia y, desde luego, por comodidad, sincronizó todos sus contactos (los del móvil, los de gmail, los de facebook, los de tuenti...) con su cuenta de Google, para acceder a ellos desde cualquier terminal.

Ahora los datos personales, números de teléfono, emails, direcciones físicas y un largo etcétera de datos de sus amigos y conocidos están también en los servidores de Google. Por culpa de Andrés y sin que ellos lo sepan.

"Madre mía como se enteren...", piensa. Y accede al gestor de contactos para eliminar algunos, los más comprometidos.
David G. Ortiz. La Información.

Fuente: http://noticias.lainformacion.com/arte-cultura-y-espectaculos/internet/que-sabe-google-sobre-mi-y-como-puedo-hacer-que-se-le-olvide_QZrwGe6bTCAw2DnhFpnFg7/

sábado, 4 de junio de 2011

Manifiesto por una política de izquierdas para Extremadura

El panorama político de Extremadura se encuentra ante una incertidumbre que no se había visto en las casi tres décadas de vida democrática, ni siquiera comparable con la pérdida de la mayoría absoluta del PSOE en la legislatura de 1995 a 1999. Las urnas han confeccionado una Asamblea de Extremadura en la que nadie tiene a priori la mayoría suficiente para gobernar si no se producen acuerdos de alguna naturaleza.
Extremadura no es un territorio aislado ni de España ni del resto del mundo. Los resultados electorales apuntan a un giro conservador y la aritmética ha permitido escasas excepciones para albergar gobiernos diferentes de los del PP. Extremadura es uno de esos escasos lugares en los que el espectro político y social que se encuentra a la izquierda del PP tiene posibilidades de articular una manera diferente de gobernar de la que ya conocen, desde hace muchos años, la ciudadanía de la Comunidad de Madrid o de Castilla y León.
Extremadura tiene sus particularidades y la situación no es absolutamente idéntica a la de otras regiones: ha tenido a lo largo de 28 años un gobierno monocolor del PSOE, con sus virtudes y sus defectos, con sus éxitos y sus fracasos. Durante todo este tiempo las relaciones entre el PSOE e IU no han sido buenas y en el recuerdo han quedado agravios que reavivan desencuentros. Ahora ambas fuerzas se encuentran ante la tesitura histórica de ponerse de acuerdo de alguna manera o de dejar el gobierno extremeño, por primera vez, en manos del Partido Popular.
Es por este motivo que diferentes personas de la región, de todos los ámbitos profesionales y sin adscripción directa a ninguno de los dos partidos, hacemos un llamamiento para que tanto PSOE como IU hagan los mayores esfuerzos posibles para llevar a cabo una política de izquierdas para Extremadura, en la que haya un compromiso inquebrantable de la defensa de la educación y la sanidad pública, del empleo, de la progresividad fiscal, del respeto escrupuloso al medio ambiente y de la regeneración y profundización democrática.
Entendemos que propiciar un gobierno del PP mediante la abstención de representantes de la mayoría social de izquierdas sólo respondería a ajustes de cuentas del pasado entre organizaciones políticas, que estarían anteponiendo sus intereses estratégicos sin reparar en las consecuencias que dichas posiciones pueden tener para las clases trabajadoras, para los pequeños empresarios, agricultores y trabajadores autónomos y, en definitiva, para toda la base social que ha apoyado a ambas formaciones.
Lejos de dar indicaciones a cada fuerza política sobre lo que debe o no debe hacer, quienes suscriben este documento reclaman tanto al PSOE como a IU una profunda reflexión sobre lo que desean para el futuro de Extremadura, y un llamamiento para que hagan cuanto esté en sus manos para que en Extremadura podamos tener políticas de izquierdas que mejoren la vida de la mayoría de la población y en especial de las personas más necesitadas.
Ver el blog aquí

lunes, 24 de enero de 2011

El listo del Banco de España

Leo en El Público la carta abierta que Ignacio Escolar (una de la cincuenta personas mas influyentes de España según el periódico El Mundo) dirige a Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, y no puedo menos que estar de total acuerdo.

El desgobernado gobernador se ha pasado la vida con la misma cantinela: recorte del gasto público, retraso de la edad de jubilación y moderación salarial. No se le conocen ni otras letras ni otras músicas. Y ahora nos enteramos que el Estado le ha tenido que prestar 12.000 millones de euros a las cajas de ahorros a través del fondo de rescate para paliar una negligencia del Banco que preside MAFO (Miguel Ángel etc.…) que no hizo su función de prevenir, alertar y atajar el estallido de la burbuja inmobiliaria. Y esto último no lo decimos ni Escolar ni yo, sino la mismísima Comisión Europea. ¿Recorte del gasto público?

Y eso que los españoles le pagamos al señor Ordóñez 165.000 euros al año para que haga su trabajo, que el solo entiende como aparecer en cada foro posible para dar sus tres y reiterativas recetas mágicas.Como consecuencia del desaguisado anterior el conjunto de las cajas de ahorro del país van a acometer un ERE colectivo que va a … ¡¡¡prejubilar!!! a 15.000 empleados desde no los 65 ni los 67 años por los que clama Ordóñez, sino desde los 55 años.

No se puede ser más inconsecuente, ni ineficaz a tan alto salario. Y es una desgracia común que tenemos en España. La de tener unos gobernantes y gobernadores muy por debajo de los gobernados. ¡Dios que buen vasallo, si tuviera buen señor! Se escribe en el Cantar del Mío Cid.

A veces uno tiene la impresión que son el mismo. Que no hay diferencia entre MAFO y Aznar, entre Zapatero y Mariano Rubio. Que son un mismo ectoplasma que nos ataca con diferentes caras y supuestas ideologías.

La marea los ha arrastrados a nuestras playas y tenemos que soportar sus cantinelas, su música celestial y la insoportable levedad de su ser.

No podemos consentir que esta gente nos venda la gloria y el castigo, al mismo tiempo. Como decía Carlos Cano de sus oportunistas aprendices del baile de sevillanas, “Que le den, que le den, que le vayan dando.”

Tomado del blog http://lucasleonsimon.wordpress.com/

domingo, 26 de julio de 2009

The Wire


Periodistas, maleantes y Baltimore
Un buen número de críticos de televisión e incluso analistas políticos, como Jacob Weisberg o Tim Goodman, han calificado a The Wire como la mejor serie en toda la historia de la televisión: “Ninguna otra serie ha hecho nunca nada remotamente parecido a lo que ha logrado ésta: retratar la vida social, política y económica de una ciudad americana con la amplitud, la precisión observadora y la visión moral de la mejor literatura”, escribe Weisberg en Slate.
Tras quince años pateando las calles de Baltimore (Maryland) como reportero de sucesos, David Simon escribió el guión de una obra maestra. ‘The Wire’ es ya una serie de culto. Su creador reflexiona sobre los males de las leyes, la prensa y EE UU.
David Simon estaba convencido de que una serie de televisión sobre traficantes, delincuentes, políticos y policías en Baltimore tenía que meter al equipo de rodaje en los barrios bajos de esa ciudad si quería ser realista.
Baltimore es fascinante pero criminal. Mezcla el sabor histórico y la herencia portuaria con el drama de una realidad en declive y un proceso de desindustrialización que ha dejado en el paro a dos de cada tres negros en un lugar en el que tres de cada cuatro habitantes son de esa raza. En esas calles y esos suburbios desangelados, que son insoportáblemente gélidos en invierno y pegajósamente húmedos en verano, no hay nada más familiar que el sonido de un disparo. Hay casi 300 crímenes al año, tres veces más que en Los Ángeles y seis más que en Nueva York.
The Wire’ existe porque David Simon se pateó esas calles durante casi 15 años como periodista de sucesos del Baltimore Sun. Se camelaba a los agentes de policía para patrullar con ellos y se trabajaba las fuentes a la antigua usanza: con amigos en el lado de los buenos y en el lado de los malos.
En realidad, David Simon de lo que quiere hablar es de periodismo. Acaba de ir a Washington para comparecer ante unas sesiones del Comité de Comercio del Senado que analiza el futuro de esta profesión. A un lado está su carrera en el gremio y sus años de reportero en la calle; al otro, la situación actual de la prensa y el periodismo. Cuando él trabajaba en el Baltimore Sun, el periódico tenía 500 personas en la redacción; dos ediciones en la calle, matutina y vespertina, y hacía secciones locales para cada barrio de la ciudad. Simon visitó la redacción por última vez hace un par años. “Estaba medio vacía. Había un montón de mesas que parecían no tener dueño, y eso fue antes de la última serie de despidos en el Sun”. Hoy, dos años después, sólo hay 150 personas en la redacción. Los dueños vendieron el periódico a la Times-Mirror Company en 1986 y esa empresa fue absorbida después por el gigante Tribune, que se declaró en bancarrota hace unos meses.
El Sun ha sufrido los mismos males que gran parte de la prensa mundial: reducción del número de lectores, competencia de la prensa gratuita, descenso de los ingresos publicitarios… Cuarenta periodistas han recibido en mayo la notificación de su despido. “No es sólo culpa de la aparición de Internet”, argumenta Simon. “No sé en España, pero en EE. UU. los dueños de esta industria cometieron el error de asociarse y conglomerarse, y después esta prensa conglomerada se lanzó a la Bolsa para aumentar al máximo sus beneficios. Les bastaba con que el periódico fuera atractivo o sofisticado, pero no prestaban atención a los contenidos. Yo me fui del Baltimore Sun en la tercera reducción de plantilla, y eso ocurrió en 1995, cuando nadie tenía Internet en la cabeza”.
“Mire: el periodismo es una profesión. Yo mismo no era un buen periodista de investigación los primeros años. Lo único que hacía era intentar explicar al lector el quién, el qué, el cuándo y el dónde de una noticia, y quizá a veces el cómo. Pero tuve que patearme las calles durante cuatro años para conseguir mis primeras fuentes y, sobre todo, para entender los asuntos a los que me dedicaba y ser así capaz de explicar a los lectores el porqué de las noticias. Por qué hay una guerra entre bandas de distribución de droga. Por qué aumenta la violencia en Baltimore y la policía no puede hacer nada. Por qué mueren cada vez más policías. El porqué es lo que convierte al periodismo en un juego de adultos, y la única manera de explicar el porqué es mediante periodistas absoluta y enteramente comprometidos con la cobertura de un asunto determinado o una institución. Y para tener ese tipo de periodistas en plantilla, los periódicos tienen que pagarles lo suficiente. Por eso no tengo absolutamente ninguna fe en eso que se llama periodismo ciudadano, o lo que hacen la mayoría de los bloggers.
Lo que hacen ellos es comentar las noticias, y a veces lo hacen de manera original, tanto que a veces lo que escriben puede ser interesante. Pero eso es comentar, y comentar no es hacer periodismo. El periodismo no es un hobby, es una profesión”
.

Sus ataques a la blogosfera durante la comparecencia en el Senado le han proporcionado una avalancha de críticas… en la blogosfera. Acusa a los bloggers de dedicarse en la mayoría de los casos “a amontonar informaciones que encuentran en otros lugares sin hacer ellos mismos ningún ejercicio de periodismo. Y acusó a los bloggers de escribir mucho sobre corrupciones sin haberse dedicado nunca a conocer por dentro las instituciones que critican”. Con esta percepción sobre el mundo del periodismo, parece lógico que la quinta y última temporada de The Wire girase en torno a los medios de comunicación y sus herramientas de manipulación. La profesión que él retrata en la serie ha perdido sus ideales y en buena medida su razón de ser, porque es incapaz de entender la complejidad de aquello que ocurre ante sus ojos. Se conforma con sucesos que tienen principio y fin en lugar de buscar la verdad de las cosas.
“Mi posición política está más a la izquierda que la de la mayoría de la gente de mi país”, dice David Simon. “Yo creo que el experimento americano ha descarrilado. De algún modo, aunque acepto la inevitabilidad y la certeza del capitalismo como motor de la economía, no considero que el capitalismo puro y duro pueda ser nunca el sustituto de un orden social. Eso es lo que ha ocurrido en este país en los últimos 25 años y el resultado de eso es The Wire: una sociedad en la que los individuos están marcados por el trabajo que logran o el lugar en el que nacen. Cuando se le da rienda suelta al capitalismo desaparecen los derechos de los trabajadores porque los trabajadores se convierten en sólo una herramienta del capitalismo, dejan de ser seres humanos. Si estás en lo alto de la pirámide productiva y te beneficias de esta dinámica, fenómeno; pero si estás en la parte de abajo, eres una víctima.
Su pasión está ahora volcada en Nueva Orleans. Allí prepara su nueva serie, Treme, el nombre de un barrio de la ciudad que mezcla lo mejor de la cultura criolla y el jazz con la peor situación de delincuencia y criminalidad tras el paso de la tormenta.
Y eso, por supuesto, es otra alegoría en la era pos-Bush: “Estamos viendo qué podemos reconstruir, o qué tiene sentido reconstruir. No es sólo un dique: es todo aquello que debería habernos protegido, desde nuestras instituciones económicas y políticas hasta las regulaciones empresariales que deberían haber servido para supervisar que no hubiera desastres económicos. Y resulta que esos mecanismos eran tan débiles como los que construyeron los ingenieros del ejército en Nueva Orleans”.
De la crónica de JAVIER DEL PINO 26/07/2009 El País.

lunes, 1 de junio de 2009

Saramago e Italia

La editorial italiana Einaudi, propiedad de Silvio Berlusconi, no publicará 'El Cuaderno' de José Saramago por sus críticas al primer ministro italiano, informó hoy el semanario 'L'Espresso'. Esas críticas son las que se recogen en estos textos del blog del Premio Nobel publicados el 17 de septiembre de 2008 y el 17 de febrero de 2009 Berlusconi & Cia. 

Según la revista norteamericana Forbes, el Gotha de la riqueza mundial, la fortuna de Berlusconi asciende a casi 10 mil millones de dólares. Honradamente ganados, claro, aunque con no pocas ayudas exteriores, como por ejemplo, es la mía. Puesto que soy publicado en Italia por la editorial Einaudi, propiedad del dicho Berlusconi, algún dinero le habré hecho ganar. Una ínfima gota de agua en el océano, obviamente, pero al menos le habrá llegado para pagar los puros, suponiendo que la corrupción no sea su único vicio. Salvo lo que es de conocimiento general, sé poquísimo de la vida y milagros de Silvio Berlusconi, il Cavalieri. Mucho más que yo sabe, sin duda, el pueblo italiano que una, dos, tres veces lo ha sentado en el sillón de primer ministro. Pues bien, como solemos oír decir, los pueblos son soberanos, y no sólo soberanos, también son sabios y prudentes, sobre todo desde que el continuado ejercicio de la democracia ha facilitado a los ciudadanos ciertos conocimientos útiles acerca del funcionamiento de la política y sobre las diversas formas de alcanzar el poder. Esto significa que el pueblo sabe muy bien lo que quiere cuando es llamado a votar. En el caso concreto del pueblo italiano, que es de él de quien hablamos, y no de otro (ya les tocará el turno), está demostrado que la inclinación sentimental que experimenta por Berlusconi, tres veces manifestada, es indiferente a cualquier consideración de orden moral. Realmente, en la tierra de la mafia y de la camorra ¿qué importancia puede tener el hecho probado de que el primer ministro sea un delincuente? En una tierra en que la justicia nunca ha gozado de buena reputación ¿qué más da que el primer ministro consiga que se aprueben leyes a medida de sus intereses, protegiéndose contra cualquier tentativa de castigo a sus desmanes y abusos de autoridad? Eça de Queiroz decía que si paseáramos una carcajada alrededor de una institución, ésta se desmoronaría hecha añicos. Eso era antes. ¿Qué diremos de la reciente prohibición, ordenada por Berlusconi, de que la película W. de Oliver Stone sea exhibida allí? ¿Hasta ahí llegan los poderes de il Cavaliere? ¿Cómo es posible que se haya cometido semejante arbitrariedad, para colmo sabiendo nosotros que, por más carcajadas que demos alrededor de los quirinales, no se van a caer? Es justa nuestra indignación, aunque debamos hacer un esfuerzo para comprender la complejidad del corazón humano. W. es una película que ataca a Bush, y Berlusconi, hombre de corazón como lo puede ser un jefe mafioso, es amigo, colega, compinche del todavía presidente de los Estados Unidos. Están bien uno con otro. Lo que no estará nada bien es que el pueblo italiano acabe llevando una cuarta vez las posaderas de Berlusconi hasta la silla del poder. No habrá, entonces, carcajadas que nos salve.