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miércoles, 10 de agosto de 2022

Qué va, si es mi amigo

El día 20 de julio se celebra en algunos países el Día del Amigo. Recibo en esa fecha felicitaciones, desde Argentina especialmente, y desde otros países de América Latina. Me parece una hermosa iniciativa celebrar la amistad. Porque la amistad es, a mi juicio, una de las columnas que sostienen este mundo nuestro.

Lo cuenta Eduardo Galeano en su hermosa obra “El libro de los abrazos”. Dice que en los suburbios de La Habana, llaman al amigo mi tierra o mi sangre. En Caracas, el amigo es mi pana o mi llave: pana por panadería, la fábrica del buen pan para las hambres del alma y llave…

– Llave, por llave, dice Mario Benedetti.

Y cuenta que cuando vivía en Buenos Aires en tiempo del terror, él llevaba cinco llaves ajenas en su llavero; cinco llaves, de cinco casas, de cinco amigos, las llaves que lo salvaron de la muerte.

Elmer Hubber dice que un amigo es el que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te sigue queriendo. No hay que hacer méritos para conseguir una amistad verdadera. Porque las personas desean que se las quiera en bruto, no en neto. Es decir, como son, con sus cualidades y defectos.

A un amigo se le perdona todo: que te llame a las cinco de la mañana par contarte una tontería, que no te devuelva un libro prestado hace más de cinco años, que te comprometa a hacer algo que no querías, que te pida a las doce de la noche que le ayudes a resolver una avería del coche… Quevedo dijo que valía más un buen amigo que cien parientes. Un amigo es un hermano que se elige. Por eso es tan importante tener buenos amigos (expresión que encierra una clara redundancia: decir buen amigo es como decir fuego ardiendo o hemorragia de sangre). Un mal amigo, no es un amigo.

La amistad exige lealtad. La lealtad no es servilismo. Por eso el amigo es capaz de decirte que te has equivocado. No es amigo quien oculta la verdad, quien halaga sin límite ni motivo, quien dora la píldora. El amigo no te dice lo que tienes que hacer pero te da fuerza para que puedas y quieras hacerlo. El amigo no es capaz de cometer una traición. Puedes dar la espalda y tenerla siempre cubierta cuando él se queda. El amigo es la persona que no es capaz de asestar una puñalada trapera.

La amistad supone generosidad. Surge esta de forma espontánea, sin falsas promesas, sin grandes alardes., sin búsqueda de contrapartidas. El amigo es como la sangre, que acude a la herida sin necesidad de llamarla.

La amistad se mantiene a través del tiempo.. Sin necesidad de pagar el tributo del protocolo ni de los rituales ni de lo regalos obligados. No existen las amistades de una semana.

La amistad está llena de comprensión, escribe las faltas de los amigos sobre la arena y los agradecimientos en el mármol que resiste el paso del tiempo. La amistad potencia las cualidades y aminora los defectos Como decía Jubet: Cuando mi amigo es tuerto, lo miro de perfil.

Es necesario hacer un elogio de la amistad en tiempos en que está de moda la deslealtad y la traición. (Leí hace tiempo un libro de Denis Jeambar e Yves Roucaure titulado “Elogio de la traición”, en el que defiende la tesis de que no traicionar es perecer, de que es necesaria la negación para gobernar). Para algunas personas es más importante defender los propios intereses que mantener lealmente la amistad. El pragmatismo de nuestro tiempo, el eficiencia extremada, la competitividad a cualquier precio, hace que los individuos se pregunten sobre todo si salen ganando o perdiendo con una relación de amistad. En ese mecanismo se sitúan los que desean trepar a cualquier costa, caiga quien caiga. Para este tipo de personas, los amigos sirven en la medida que pueden ser utilizados como escalones para ascender. Cuando ya no sirven, se prescinde de ellos. Si alguien les ofrece más o puede ser más rentable en las transacciones, se convierte en el nuevo destinatario de las adulaciones.

Hace unos meses se produjo en el Partido Popular un cambio de líder por motivos que ahora no voy a comentar. De un día para otro se produjo la desbandada de quienes se decían amigos del líder defenestrado hacia el que se convirtió en el nuevo jefe. Fue una gigantesca y milagrosa conversión. El silencio cubrió con un manto al que se iba y se llenó de adulaciones al que llegaba como líder indiscutible. Resultaba bochornosa la lisonja y lamentable el abandono del amigo. Como si hubiera muerto. Como si ya no existiera. Solo tres personas permanecieron fieles. Admiré y aplaudí su lealtad.

Emerson dijo: La mejor manera de tener un amigo es siéndolo. Quien no es capaz de dar amistad es difícil que la reciba. La relación es un relación de carácter simétrico.

La amistad hace llevadero el sacrificio. Un niño lleva a otro mayor que él a las espaldas, Alguien que ve la escena, le dice al pequeño:

Pesa, ¿eh?
A lo que el niño responde

¡Qué va, si es mi amigo!

Hay que cultivar la amistad: tomar un café sosegadamente, dar un largo paseo mientras se repasan los recuerdos o se formulan proyectos, compartir una larga sobremesa con esa persona que te comprende y te aprecia, a quien comprendes y aprecias, una llamada telefónica para compartir un éxito o un fracaso, un mensaje largo y sincero, un regalo inesperado, He aquí uno de los placeres más grandes de la vida. Una de esas obligaciones que se imponen a la prisa y el ajetreo.

La vida se teje con pequeñas historias de amistad: el asado en la casa de mi editor argentino, los desayunos terapéuticos en Málaga, las angustiosas horas del postoperatorio, la tarde nublada de llanto silencioso, el nombramiento de Padrino Pedagógico en la escuela del Sosneado, el comentario sábado tras sábado durante años en mi blog, la llamada de alegría angustiosa porque el niño había nacido… sin una mano, la visita a la escuela rural de San Luis con el ministro de Educación, el viaje al Valle del Jerte, el detalle de hacerte protagonista de una de sus novelas, la cena que acabó de madrugada para preparar un proyecto, la llamada de cumpleaños durante medio siglo, el justo enfado por no habernos avisado para la mudanza, la noticia terrible de un fallecimiento… La vida. La amistad.

Decía Epicuro: Cada mañana, la amistad recorre la tierra para despertar a las personas, de modo que puedan hacerse felices. Es una hermosa visión de la historia de la humanidad. La vida se teje de pequeñas anécdotas que se van trenzando con los amigos en la cotidianidad y en la emergencia. Los recuerdos se van sucediendo y nos van marcando.

Recuerdo haber leído (no sé si oído a mi admirado y querido Manuel Alcántara, experto en amistades, una historia ejemplar. Un hijo pregunta a su padre:
¿Cuántos amigos tienes?
Uno solo, hijo.
¿Uno solo? Tú has perdido la vida, yo tengo más de mil, le dice, orgulloso, enseñándole a sus seguidores en el móvil.
¿ Estás seguro de que son amigos de verdad?
Claro que sí, me lo han dicho muchas veces.
Mira, hijo, vas a realizar una prueba. Vas a matar una oveja y la metes en un saco, de modo que se vea la sangre. Vas a casa de esos amigos y les dices que has tenido una horrible debilidad y que has matado a un niño. Y les pides que te ayuden a esconder el cadáver que llevas en el saco.

Así lo hace. Va a la casa del primer y mejor amigo y le cuenta lo acordado. El amigo responde:

¡Tú eres un asesino! ¿Cómo he podido pensar que eras mi amigo? Lárgate de aquí cuanto antes. No quiero que me vean contigo. No quiero que me impliquen a mí en el asesinato. Que no te vuelva a ve por aquí. Estoy avergonzado de ti. Uno tras otro le rechazan con diferentes argumentos. Ni uno solo le ayuda. Se acuerda entonces del amigo de su padre. Va con el saco a su casa. Le dice que es hijo de su amigo. Y le explica lo mismo que ha venido diciendo en las casa de sus amigos. Y el amigo de su padre le dice:

Anda, entra rápidamente, vamos a enterrar ahora mismo el cadáver en el jardín. ¡Ah, y de esto no le digas ni media palabra a tu padre! Los amigos están ahí. De forma incondicional. Los amigos y las amigas, lo digo ahora y debería haberlo dicho desde el comienzo. Muchas veces de forma silenciosa, siempre de forma eficaz. Porque están en el silencio, en la distancia. Por eso hay que practicar la amistad. Es hermoso aquel proverbio chino: recorre frecuentemente, el camino que lleva al huerto del amigo, de los contrario crecerá la hierba y no podrás encontrarlo fácilmente.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2022/07/30/que-va-si-es-mi-amigo-2/

jueves, 3 de febrero de 2022

¿Por qué nos resulta más difícil hacer nuevos amigos cuando somos adultos? (y qué puedes hacer para superarlo)

Si alguna vez has intentado hacer nuevos amigos en tu vida adulta, probablemente habrás entendido por qué la soledad está en su nivel más alto. Hacer nuevos amigos se siente como algo simplemente complicado.

En la escuela, hacer amigos puede ser tan simple como jugar juntos en el pasamanos del patio. Pero como adultos, hacer, desarrollar y mantener amistades puede ser mucho más difícil.

Y esto es importante porque necesitamos amigos. Aunque los viejos amigos son oro, nada permanece igual para siempre. Los viejos amigos se mudan o dedican su tiempo a la crianza de los hijos o a sus carreras.

La soledad puede crecer silenciosamente a tu alrededor y vale la pena tomarla en serio. Hoy en día la evidencia sugiere que la soledad crónica puede ser letal -un impacto equivalente a 15 cigarrillos al día, según las tasas de mortalidad.

Pero no eres solo tú, tampoco. En muchos países, la soledad tiene proporciones epidémicas. Y eso ocurría antes de que la covid-19 nos dificultara vernos con nuestros amigos.

El reto de la confianza
Antes de la pandemia, alrededor de un tercio de los australianos informaron haber sentido al menos un episodio de soledad.

Desde que la covid trajo una interrupción generalizada a nuestro trabajo y nuestra vida social, la soledad se ha disparado.

Ahora las encuestas encuentran que más de la mitad (54%) de los australianos informan haber experimentado una mayor soledad desde el inicio de la pandemia.

Así que, a medida que nos acercamos a una nueva normalidad post-covid, vale la pena hacer un balance de tus amistades y evaluar si sientes que tu vida social está bien o si necesita un poco de ayuda.

En un estudio reciente, cuando los investigadores entrevistaron a personas adultas sobre cómo hacer amigos, estas mencionaron que el desafío más importante es la falta de confianza.

Es decir, a las personas les resultó más difícil confiar en alguien nuevo e invertir completamente en ellos como amigos en comparación con cuando eran más jóvenes.

Quizás por eso muchas personas intentan mantener su círculo de viejos amigos el mayor tiempo posible, así como la confianza que pueden haber construido durante muchos años.

Pero ¿para quién fue más difícil? Las mujeres fueron más propensas que los hombres a decir que no hacían nuevos amigos fácilmente porque les costaba confiar en los demás.

Entonces, ¿Qué pasa con la adultez? Bueno, pues como adultos, tenemos una mayor conciencia de nosotros mismos que cuando somos niños.

Si bien esto suele ser positivo, también significa que somos más conscientes de los riesgos de ser juzgados por otros, de no gustar, de ser rechazados y de ser heridos. O tal vez solo significa que hemos pasado por la escuela secundaria y tenemos 20 años.

Si hemos tenido rechazos previos como amigos o sufrimos un abuso de confianza, es posible que nos resulte más difícil confiar en los demás en el futuro. Confiar en un nuevo amigo significa abrirnos y ser vulnerables, tal como lo hacemos en las relaciones.

La amistad necesita tiempo
Después del tema de la confianza, sigue el del tiempo. La "falta de tiempo" fue la segunda razón más común que dieron las personas cuando se les preguntó por qué les resultaba difícil hacer amigos durante la adultez.

Esto no es una novedad para muchos de nosotros. Cuando tenemos horarios de trabajo exigentes, vidas familiares muy comprometidas, o una combinación de ambos, nuestro tiempo para invertir en amistades disminuye.

Incluso cuando conocemos a un nuevo amigo prometedor, puede ser difícil sacar tiempo para invertir en él. Este es un problema peor para los adultos mayores, dado que la mayoría de las personas encuentran que sus obligaciones aumentan con la edad.

Entonces, ¿Cuánto tiempo lleva realmente hacer amigos? No debería sorprendernos que las amistades más cercanas tomen más tiempo que las casuales.

Investigadores estadounidenses han tratado de cuantificar esto, estimando que se necesitan aproximadamente 50 horas de contacto compartido para pasar de conocidos a amigos casuales. ¿Y para ser un amigos cercanos? Más de 200 horas.

Además, las horas que pasen juntos deben ser de calidad. Si bien es posible que dediques tiempo a tus compañeros de trabajo, las interacciones profesionales no cuentan mucho.

Para desarrollar una nueva amistad necesitas una conexión personal. No tiene que ser una conversación íntima para fortalecer una amistad, los encuentros casuales y las bromas pueden ser igual de importantes.

Hay muchas otras barreras que nos impiden tener las amistades que queremos. Esto puede incluir tener una personalidad introvertida, problemas de salud, inseguridades personales o mantener una fachada formal y no permitir la entrada de amigos potenciales.

Es más probable que las personas mayores mencionen la enfermedad y la discapacidad como una barrera para socializar, mientras que es más probable que los adultos más jóvenes se detengan por la introversión y el miedo al rechazo.

¿Cómo podemos mejorar para hacer amigos en la adultez?
Es completamente posible superar estas barreras como adultos y construir amistades significativas y duraderas. No tenemos que aceptar la soledad como algo inevitable.

Y si bien puedes pensar que todos los demás tienen una gran vida social, recuerda que la soledad está muy extendida.

Entonces, ¿Cómo lo haces?

-Construye amistades durante diez minutos al día.
No tienes que estar escalando montañas o uniéndote intensamente a través de un pasatiempo compartido para solidificar una nueva amistad. Si dedicas diez minutos al día, puedes mantener las amistades existentes y construir otras nuevas. Envía un mensaje de texto, reenvía un meme, inclúyele al chat grupal o llama a alguien rápidamente. No te dejes atrapar por la cantidad de esfuerzo, energía y tiempo que se dedica a construir amistades. Diez minutos al día puede ser todo lo que necesitas.

-Aprovecha al máximo cualquier tiempo de calidad.
Cuando puedas pasar el tiempo adecuadamente con un amigo o conocido, aprovéchalo al máximo. Evita las distracciones si es posible, deja Instagram para el sofá de la casa y mantente presente con tu nuevo amigo.

-Apóyate en tu vulnerabilidad.
A menudo nos asusta la idea de ser vulnerables. Creo que deberíamos aceptarlo. Recuerda que tú tienes el control de cuánto confías y cuánto te abres. Si tienes problemas con la confianza, considera compartir información personal lentamente, en lugar de todo a la vez.

Sí, existe el riesgo de ser vulnerable, pero también existe la posibilidad de conectarse en un nivel significativo con otra persona que muy bien puede convertirse en un buen amigo. Y esa es una buena recompensa.

*Anastasia Hronis es Psicóloga Clínica de la Universidad Tecnológica de Sydney. Esta nota apareció originalmente en The Conversation y se publica aquí bajo una licencia de Creative Commons.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-60148994

domingo, 31 de enero de 2021

¡Eres un animal! Sobre perros y otros animales amigos del hombre,

Es curioso que utilicemos expresiones como “eres un animal”, “eres un cerdo, “eres un burro”, “eres una bestia”… para insultar, descalificar o despreciar a un ser humano, sin pensar que también nosotros somos animales, sin pensar, por otra parte, que ese animal no ha hecho nunca daño a nadie intencionadamente. Si observamos atentamente los comportamientos de personas y animales, el verdadero insulto sería decirle a un animal irracional: Eres una persona, eres un político, eres un catedrático, eres un periodista, eres una abogada, eres un juez…

Los animales se comportan con más espontaneidad, nobleza y autenticidad que los seres humanos. Con menos crueldad, desde luego. Con ninguna malicia. Ojalá nos comportásemos como ellos. Recuerdo un poema en el que se cuenta que algunos monos (el mono es un animal arborícola que habita sobre todo en los árboles genealógicos), viendo desde un árbol cómo los hombres se pelean y se matan entre sí, se niegan a aceptar que seres tan sanguinarios y crueles sean descendientes suyos. “Qué vergüenza para nuestra especie”, concluyen. Al fin al cabo, como dice Steinbeck, el hombre es el único animal de la creación que bebe sin tener sed, que come sin tener hambre y que habla sin tener nada que decir.

Los animales piensan, sueñan y sufren. Su dolor tiene las dimensiones del planeta. Los niños aplastan lagartijas para ver cómo se mueve el rabo de forma autónoma, una vez separado del resto del cuerpo, la familia abre las puertas del coche y abandona al perro a su suerte, los toreros clavan hierros punzantes en los lomos del toro y acaban matándolo entre vítores y olés, se organizan peleas de perros y de gallos para diversión y juego de los espectadores, los gastrónomos pelan vivos a algunos animales para que la vianda tenga más sabor, los cazadores degüellan vivas a las presas para que las pieles tengan más esplendor, los científicos experimentan en animales con genes y con virus, los ganaderos separan a las crías de sus madres, se sacrifican animales para fabricar abrigos de pieles, los vecinos del pueblo mantienen la costumbre de arrojar entre risas un burro o una cabra desde lo alto del campanario de la iglesia parroquial… ¿Por qué tanto dolor? ¿Por qué tanta crueldad? ¿Por qué tanta insensibilidad? ¿Por qué tantas trampas?

– “Vamos a pescar juntos”, le dijo el pescador a la mosca mientras la colocaba de cebo en el anzuelo.

Las personas admiran las grandes dotes de los animales pero saben que aun más admirable es la inteligencia humana, capaz de imaginar a un perro jugando al póker:

– Tu perro es muy listo, le dijo Aristóteles a Platón, ya que sabe jugar a las cartas.

– No es tan listo como parece, matizó Platón: siempre que le llegan buenas cartas, mueve el rabo.

Un mundo en el que los animales son maltratados no es un mundo habitable para los seres humanos. Porque esa crueldad que se ceba en seres indefensos muestra la dureza de nuestro corazón. Y de un corazón duro no pueden brotar sentimientos nobles y hermosos. “El hombre es un lobo para el hombre”, decimos. Con lo cual el hombre le da una patada al hombre en el trasero del lobo.

Un ornitólogo desconocido dijo : “Si los hombres no los apedrearan, hubiera sido pájaro. Mas si no los apedrearan, hubiera sido hombre”. Si fuéramos más amorosos, más cuidadosos, más amables con los animales, contribuiríamos a mejorar este mundo nuestro.

Mi amiga Lola Alcántara vota una y otra vez al PACMA (Partido Animalista contra el Maltrato Animal), partido político español que trabaja por los derechos de los animales, la defensa del medio ambiente y la justicia social. Lola tiene en su casa cinco perros y tres gatos, a los que quiere y cuida con desvelo. He visto su indignación ante la crueldad humana que sacrifica cada año más de 50000 galgos en España, esos perros de usar y tirar. Me ha explicado con pasión la necesidad de que la ley sea más severa con el maltrato de animales. Si todos fuésemos como Lola Alcántara, el mundo sería mucho mejor.

Mis abuelos paternos tenían un perro llamado Fiel (notable redundancia). Recuerdo que un verano pasó tres días sin aparecer por casa. Lo encontraron hambriento, sediento y extenuado, vigilando un saco de trigo que se había caído del carro en el que se transportaba la carga al silo. La vida por el cuidado de un bien del amo.

Los animales han sido una extraordinaria compañía en los meses de confinamiento. Al terminar el primero, se hizo célebre la burra Baldomera en la localidad malagueña de El Borge, sita en la Axarquía, a unos treinta kilómetros de la capital. El reencuentro con el amo, Ismael Fernández, después de dos meses de ausencia, fue tan emotivo, que la grabación del encuentro ha dado la vuelta al mundo. Conmueve escuchar los rebuznos de la burra y ver las lágrimas de su dueño.

En un estanque del Monasterio de El Escorial hay un precioso cisne blanco que se acerca con rapidez al jardinero Raúl, cada vez que este aparece en la orilla. Es hermoso ver cómo interactúan en una relación cómplice, a través de gestos y sonidos.

Nosotros tenemos una pequeña perra llamada Miluca. Su nombre recoge la primera sílaba de los nombres de cada uno de los moradores de la casa: Miguel, Lourdes y Carla. Es lista, cariñosa y disciplinada. Miluca nos humaniza, nos une, nos hace más sensibles, nos hace mejores. Carla dice:

Una de las cosas más valiosas que habéis hecho por mí es comprar a Miluca.

¿Cómo no emocionarse ante la mirada insondable de un perro el día que ha muerto su amo?, ¿cómo no asombrarse ante la tristeza de una larga ausencia, como le sucedió a Miluca cuando Carla asistió a un curso de quince días en Alemania?

Los animales forman parte de nuestro mundo y de nuestra cultura. Nunca podremos olvidar al loro de Flaubert, al cuervo de Poe, al cisne de Saint Säens, al albatros de Baudelaire, a las moscas de Sartre, a la ballena de Herman Melville, al águila de Tenysson, al escarabajo de Kafka, al mastín de Baskeville…

Los humanos hemos escrito innumerables fábulas protagonizadas por animales de las que, didácticamente, extraemos moralejas, pero conocemos muy poco sobre su mundo interior. No debemos olvidar que de todo lo que ocurre en el mundo solo tenemos visiones humanas. No nos solemos acercar a los animales con respeto, con ternura, con curiosidad. Recuerdo haber leído con emoción el hermoso libro del etólogo y premio Nobel Konrad Lorenz, titulado “El anillo del rey Salomón”. Con qué finura, con qué rigor, con qué interés observa, estudia y describe las costumbres y las emociones de los animales.

¿Cómo nos ven los animales a nosotros?, ¿Cómo nos observan y nos interpretan? Bien pudiera suceder que los gorriones se rieran de nosotros al ver un espantapájaros. Es una señal inequívoca de que allí hay comida para ellos.

No me gusta volcar sobre los animales visiones antropomórficas. No me gustan esas películas en las que los animales hablan como si fueran humanos. Les atribuimos gratuitamente nuestras cualidades: el gallo es arrogante, el lobo es rapaz, el camaleón es hipócrita, el león es valiente, la hormiga es trabajadora, la cigarra es holgazana, la hiena es cruel (por cierto, la hiena duerme al raso, se alimenta de carroña y hace el amor una vez al años, ¿de qué diablos se ríe?).

También tiene aquí presencia la educación. En la escuela y en la casa. De forma coherente y coordinada. A una amiga de mi hija le mandaron del colegio una carta porque había aplastado cruelmente una lagartija en el patio. No sabían que en la casa de la niña había una sala con animales disecados, piezas de caza mayor de su padre.

Los animales: magníficos compañeros de viaje. Lord Byron escribió sobre la tumba de su perro: “Aquí yacen los restos de un ser que poseyó la fuerza sin la insolencia, el valor sin la ferocidad y la belleza sin la vanidad”. Es probable que el tamaño de la lápida no diera para más. 

martes, 7 de julio de 2020

_- Estas son las 36 preguntas que conseguirán que te enamores

_- Este cuestionario forma parte de un experimento de 1997 sobre cómo crear intimidad

El estudio culminó con la boda de dos de los participantes y ha vuelto a la actualidad por un artículo publicado en The New York Times

Mandy Len Catron publicó el 9 de enero un artículo en The New York Times (que hemos traducido en Verne) y en el que narra cómo se enamoró con ayuda de 36 preguntas elaboradas por el psicólogo Arthur Aron.

Aunque la escritora usó las preguntas de Aron para enamorarse y que se enamoraran de ella, Aron las planteó en su estudio como una herramienta para generar intimidad, no necesariamente amorosa, de forma gradual. El objetivo era ayudar a los psicólogos a crear una relación cercana en el contexto de un laboratorio, de modo que se pudieran manipular y estudiar las variables de esta relación.

Cuando Aron probó el cuestionario, distribuyó a algunos de los participantes en parejas de hombres y mujeres. Una de las parejas que participó y se conoció en este estudio acabó casándose seis meses más tarde. Según explicaba Aron a Wired, en 2010, "la última vez que contacté con ellos, aún seguían juntos".

Es decir, es posible que este cuestionario diseñado para abrirnos gradualmente funcione. Por si alguien quiere probarlo (bajo su responsabilidad), lo reproducimos a continuación. El estudio original requiere que se trate de alguien completamente desconocido. Se recomienda emplear 45 minutos: un cuarto de hora para cada set de preguntas, aunque tanto Mandy Len Catron como  estos dos voluntarios de The Guardian  necesitaron más tiempo. Los participantes han de leer en voz alta una pregunta cada uno, aunque ambos han de responderlas todas.

Una vez terminado el cuestionario, los sujetos debían alejarse y responder a las preguntas de los investigadores. En el estudio original no se menciona la necesidad de mirarse a los ojos al terminar durante cuatro minutos, pero no es desaconsejable: a Mandy Len Catron le funcionó.

Set I

1. Si pudieras elegir a cualquier persona en el mundo, ¿a quién invitarías a cenar?

2. ¿Te gustaría ser famoso? ¿De qué forma?

3. Antes de hacer una llamada telefónica, ¿ensayas lo que vas a decir? ¿Por qué?

4. Para ti, ¿cómo sería un día perfecto?

5. ¿Cuándo fue la última vez que cantaste a solas? ¿Y para otra persona?

6. Si pudieras vivir hasta los 90 años y tener el cuerpo o la mente de alguien de 30 durante los últimos 60 años de tu vida, ¿cuál de las dos opciones elegirías?

7. ¿Tienes una corazonada secreta acerca de cómo vas a morir?

8. Di tres cosas que creas tener en común con tu interlocutor.

9. ¿Por qué aspecto de tu vida te sientes más agradecido?

10. Si pudieras cambiar algo en cómo te educaron, ¿qué sería?

11. Tómate cuatro minutos para contar a tu compañero la historia de tu vida con todo el detalle posible.

12. Si mañana te pudieras levantar disfrutando de una habilidad o cualidad nueva, ¿cuál sería?

Set II

13. Si una bola de cristal te pudiera decir la verdad sobre ti mismo, tu vida, el futuro, o cualquier otra cosa, ¿qué le preguntarías?

14. ¿Hay algo que hayas deseado hacer desde hace mucho tiempo? ¿Por qué no lo has hecho todavía?

15. ¿Cuál es el mayor logro que has conseguido en tu vida?

16. ¿Qué es lo que más valoras en un amigo?

17. ¿Cuál es tu recuerdo más valioso?

18. ¿Cuál es tu recuerdo más doloroso?

19. Si supieras que en un año vas a morir de manera repentina, ¿cambiarías algo en tu manera de vivir? ¿Por qué?

20. ¿Qué significa la amistad para ti?

21. ¿Qué importancia tienen el amor y el afecto en tu vida?

22. Compartid de forma alterna cinco características que consideréis positivas de vuestro compañero.

23. ¿Tu familia es cercana y cariñosa? ¿Crees que tu infancia fue más feliz que la de los demás?

24. ¿Cómo te sientes respecto a tu relación con tu madre?

Set III

25. Di tres frases usando el pronombre “nosotros”. Por ejemplo, “nosotros estamos en esta habitación sintiendo…”.

26. Completa esta frase: “Ojalá tuviera alguien con quien compartir…”.

27. Si te fueras a convertir en un amigo íntimo de tu compañero, comparte con él o con ella algo que sería importante que supiera.

28. Dile a tu compañero qué es lo que más te ha gustado de él o ella. Sé muy honesto y dile cosas que no dirías a alguien a quien acabas de conocer.

29. Comparte con tu interlocutor un momento embarazoso de tu vida.

30. ¿Cuándo fue la última vez que lloraste delante de alguien? ¿Y a solas?

31. Cuéntale a tu interlocutor algo que ya te guste de él.

32. ¿Hay algo que te parezca demasiado serio como para hacer broma al respecto?

33. Si fueras a morir esta noche sin posibilidad de hablar con nadie, ¿qué lamentarías no haber dicho a alguien? ¿Por qué no se lo has dicho hasta ahora?

34. Tu casa se incendia con todas tus posesiones dentro. Después de salvar a tus seres queridos y a tus mascotas, tienes tiempo para hacer una última incursión y salvar un solo objeto. ¿Cuál escogerías? ¿Por qué?

35. De todas las personas que forman tu familia, ¿qué muerte te parecería más dolorosa? ¿Por qué?

36. Comparte un problema personal y pídele a tu interlocutor que te cuente cómo habría actuado él o ella para solucionarlo. Pregúntale también cómo cree que te sientes respecto al problema que has contado.
 ***** 
"Para enamorarte de cualquiera, haz esto": este es el artículo en el que Mandy Len Catron narra cómo encontró el amor gracias a estas 36 preguntas. Si prefieres leer una entrevista con Arthur Aron, autor del experimento y de las preguntashaz clic aquí.

https://verne.elpais.com/verne/2015/01/21/articulo/1421860773_040293.html

jueves, 18 de junio de 2020

Los niños rapados

Miguel Ángel Santos Guerra

Habrá que ir recuperando la normalidad con tiento (digo con tiento porque acaso fue aquella normalidad lo que nos llevó al desastre). Antes de estallar la crisis tenía preparado este artículo, cuya publicación he ido posponiendo, apremiado por la urgencia obsesiva que impone la pandemia. Hoy he dicho basta, por higiene mental. Me tentaban algunos temas sobre la pandemia. Tiempo habrá. Quiero darme un respiro después de 12 sábados consecutivos. A continuación puedes leer lo que escribí para el sábado 14 de marzo. No quiero que te pierdas esta hermosa historia.

Estoy cansado de oír o de leer cada día, en cada telediario, en cada parte de radio, en los titulares de primera página, noticias horribles: asesinatos, violaciones, tiroteos, asaltos, robos, malos tratos, secuestros, desgracias… ¿Por qué nunca son noticia hechos que reflejen la generosidad, la solidaridad, la amistad y el amor? Debería ser obligatorio empezar las noticias con un hecho hermoso, con una noticia solidaria, con un gesto de ayuda al prójimo. Porque los hay. Porque los hay a montones.

Esta mañana he tenido una agradable sorpresa en este sentido. Regresaba del Colegio en el que había dejado a mi hija Carla. Por el camino escuchaba la radio. Me interesaba tanto la historia que contaba el periodista Carlos Alsina que, al llegar a casa, me quedé encerrado en el coche, escuchando atentamente el final de la pequeña historia, una hermosa historia de solidaridad.

Un grupo de niños del CEIP Fundación Caldeiro de Madrid (un centro de enseñanza que tiene más de un siglo), situado en la Avenida de los Toreros, cerca de la plaza de toros de Las Ventas, era entrevistado a las puertas del colegio, minutos antes de comenzar las clases. También me llamó la atención, el tiempo que le estaba dedicando un programa de radio a un hecho de esta naturaleza, protagonizado por un grupo de escolares. El programa desplazó sus equipos, primero al colegio y luego a la peluquería de la que luego hablaré. Sabemos lo importantes que son los tiempos en los programas de radio y televisión.

Era la hora de empezar el Cole y los niños esperaban el comienzo de sus clases de matemáticas, de lengua, de geografía… Ellos estaban dando allí, sin saberlo, una soberana lección a sus padres y madres, a sus profesores y profesoras, a todos los oyentes del programa.

Alsina entrevistaba a ese pequeño grupo de escolares de 11 y 12 años: Martín, Víctor, David, Pablo, Noah, Diego, Alfonso… Se movía el periodista con soltura explorando las claves de una aleccionadora historia. No es fácil entrevistar a un grupo de niños de esas edades. O no llegan (y despachan todas las preguntas con monosílabos) o se pasan (y no se puede intercalar ni un comentario).

Resulta que un compañero llamado David había perdido el pelo por efectos del tratamiento de quimioterapia ya que, como ellos explicaban, padecía leucemia.

Un miembro del grupo tuvo la idea de acompañar a su amigo y, para que no se sintiera solo, decidieron raparse todos al uno o al cero. Queremos que “no le de ningún tipo de vergüenza estar así”, decía uno de ellos.

Todo el mundo sabe lo que significa el pelo a esa edad y la importancia que tiene la imagen que se proyecta ante los compañeros y, especialmente, ante las chicas. Para ellos fue más importante la amistad. Para ellos fue más importante no dejar solo a su amigo David.

Por otra parte, en pleno invierno, en Madrid, con rigurosas temperaturas, el frío en la cabeza rapada era otro inconveniente que pasaban por alto.

Es por una buena causa, decían los niños, ante las preguntas del periodista. Con buena lógica, les preguntaba cómo habían reaccionado sus padres y madres ante esta curiosa iniciativa. Y aquí tenemos otro hecho aleccionador. Porque los padres, salvo alguna pequeña reticencia (un niño dice con gracia que le dio cinco euros a su padre para persuadirle), aceptaron la idea encantados. Uno de los niños dice que a los padres les pareció “una gran idea”.

Un padre, también profesor, que estaba presente en la entrevista dijo que se sentía orgulloso del gesto que había tenido su hijo, de la actitud de solidaridad que había mostrado con su compañero.

Les preguntaba Carlos Alsina cómo se habían organizado para raparse. Cuentan que acudieron en grupo a una peluquería de la calle Cartagena. También es hermoso saber que el peluquero hizo su tarea de forma gratuita. De tres en tres se fueron sentando en los sillones y fueron viendo cómo la maquinilla iba abriendo caminos en sus pobladas cabelleras. Uno de los niños dice que el peluquero le hizo una carretera en medio de la cabeza. Y que conserva las fotos de recuerdo.

– ¿Qué sentíais cuando vuestros cabellos iban cayendo al suelo?, les pregunta Alsina.

– Nos daba pena, pero también nos sentíamos contentos por lo que estábamos haciendo.

David, el niño enfermo, les ha regalado a cada uno de sus amigos un muñeco “Baby pelón”. De esa forma se recuerdan.

Les pide Carlos Alsina, para cerrar la entrevista, que se dirijan a su amigo por si les está escuchando en el Hospital Gregorio Marañón, donde está ingresado.

– Que vengas pronto porque quiero verte todos los días, dice uno de los amigos.

– Que te recuperes pronto y que vengas a jugar otra vez de portero, dice otro.

– Que nos acordamos todos los días de ti y te queremos mucho.

– Que cualquier cosa que quieras nosotros te la damos.

Acude el periodista con su equipo a la peluquería que le han indicado los niños. La peluquería de caballeros está situada en la calle Cartagena de Madrid. Lleva abierta desde 1945. Llega a las 9.15 y ve que está cerrada y que la hora de apertura es a las 10. Decide esperar a que abra. Ese empeño en entrevistar al peluquero también me parece reseñable. Al fin, consigue preguntar a Chema, que así se llama el dueño de la peluquería, por la curiosa demanda de los niños.

Chema dice que los niños se peleaban por ver quién era el primero en raparse el pelo. Dice:

– Esto no está pagado. Esta historia te emociona.

Y añade:

– Fue una fiesta, fue increíble. Si el que tiene que pagar soy yo por esto. Esto es un espectáculo para mí.

Dice Chema que vivió uno de los días más emocionantes como peluquero. Pensó en raparse para solidarizarse el día que estuvieron los niños, pero no se atrevió. Y le pide a Carlos Alsina que le rape el pelo en directo. Y así lo hace. El periodista se decide a manejar la maquinilla siguiendo las indicaciones del profesional. Escuchaba yo el ruido de la maquinilla con la emoción de la voz de los niños, todavía resonando en mis oídos.

Le pide Carlos Alsina al peluquero si le quiere decir algo al niño enfermo:

– Tú sigue con ánimo. Aquí todos estamos contigo. De todo se sale.

Decía Eduardo Galeano, completamente calvo, en sus últimos años:

– Mi peluquero me humilla cobrándome a mitad de precio, pero yo le digo que si el pelo fuera algo importante estaría dentro de la cabeza.

Para estos niños el pelo era algo importante y estaba fuera, bien visible. Por solidaridad con un amigo enfermo, decidieron pelarse para que el compañero no se sintiera solo y triste. Ellos estaban allí para ayudar a quien tanto querían. Nos han dado una ingeniosa lección de generosidad que quiero agradecerles de corazón. Este mundo puede mantener la esperanza en su futuro porque existen niños como estos.

La amistad es una de las columnas que sostienen este mundo. Esta es una hermosa historia de amistad. Decía Aristóteles que “la amistad es un alma que habita en dos cuerpos, un corazón que habita en dos almas”. Pues bien, aquí son nueve los cuerpos. Y un corazón. La historia ha saltado a los medios y todos aplaudimos a estos pequeños escolares, que no buscaban precisamente publicidad, sino la alegría de su amigo. Estoy seguro de que hay gestos hermosos como este que nos dejarían igualmente admirados y sorprendidos. ¿Por qué no son noticia?

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2020/06/06/los-ninos-rapados/

viernes, 6 de marzo de 2020

Ay, los amigos.

De ser un servil halagador a lanzar la primera piedra hay tan solo un paso

Casi nunca le preguntan a la madre de un preso si cree o no en la inocencia de su hijo. De una manera sufrida asume los errores de ese ser al que tanto quiere, y entiende, con admirable inteligencia emocional, que no dejarle solo con su culpa es parte del proceso de reinserción. Hay siempre alguna disculpa, las malas compañías es la más habitual, pero mantener el cariño a pesar de los errores es el mayor soporte para quien ha tropezado. Lo que está ocurriendo con los hombres célebres investigados por acosar, abusar, violar o comportarse inapropiadamente con las mujeres (a veces también con varones) es digno de estudio sociológico. Cuando salieron a la luz los testimonios de mujeres que denunciaban públicamente el acoso sexual al que las había sometido Plácido Domingo, amigos del tenor, admiradores y algunas colegas de su gremio que decían conocerlo tanto como para poner la mano en el fuego por él o dejarse cortar un brazo, se creyeron en la obligación de salir en su defensa y lo hicieron de manera curiosa: el mero hecho de ser amigo lo convertía en inocente y a las denunciantes en embusteras. A esa tesis se apuntaron algunas de esas políticas que echan mano del vocabulario freudiano para definir como histéricas a las mujeres que osan denunciar a un gran hombre. El mero hecho de ser un reputado artista exime de culpa, porque ¿qué mujer en su sano juicio no va a querer meterse en la cama de una estrella?

Es muy posible que ahora comience una desbandada, que aquellos amigos, promotores de la alta cultura, o esas mujeres con las que al parecer siempre fue correctísimo, marquen una fría distancia. Así es como está evolucionando este asunto en Estados Unidos, de donde importamos tan discutibles y veleidosos comportamientos: de ser un servil halagador a lanzar la primera piedra hay tan solo un paso. Se trata de no quedarse atrás en el señalamiento público para que quede claro que uno está libre de pecado. Es una vieja manera de sacudirse una culpa que tiene algo de colectiva dado que forma parte de un sistema que protege al poderoso y silencia a la víctima.

Suele decirse, ya es un concepto manido, que hay que distinguir entre la persona y el artista. A mí me parecería más hondo, en casos como éste, que los que han sido defensores ciegos reflexionaran un poco sobre lo que significa la amistad. Los políticos nos han acostumbrado al odioso teatro de justificar las tropelías de los suyos para salvar el honor de un partido, que es como salvar su propio pellejo. La pertinaz corrupción española nos empuja a ese tipo de cínicas actitudes. Había, en el cierre de filas en torno a Domingo, una legitimación del abuso de poder y el habitual rechazo a todo lo que huela a causa feminista. La tolerancia con el jefazo que mete mano a las chicas está tan instalada como el culpabilizarlas a ellas por ponerse a tiro. Pero ¿y los amigos?, ¿y las colegas?, ¿es una prueba de lealtad con un amigo desacreditar a quien le denuncia?, ¿el apoyo emocional a un acusado al que admiras incluye la humillación de las ya humilladas?

Hay muchas actitudes que se aprenden de la gente humilde. Tan acostumbrados están esos familiares que visitan a sus presos a perder, porque nacen con casi todo perdido, que son capaces de entregar su amor sin necesidad de aprobar un mal comportamiento. El amigo que aísla a un acusado actúa, sobre todo, por miedo al contagio. Hay que ser valiente para admitir que hay ocasiones en que nuestros amigos o algún miembro de nuestra familia tienen una parte reprobable y oscura. Por eso nunca he acabado de entender, en otro orden de cosas, que la Casa Real actúe como si su particular oveja negra no existiera. Existe. Todos contamos con alguna en nuestro entorno. Y la compasión es compatible con admitir que alguien debe estar en la cárcel o ser reprendido públicamente. No hay cariño sin coraje.

https://elpais.com/elpais/2020/02/29/opinion/1582984882_924266.html
Artículo original de Elvira Lindo.
P.D.:
Qué buen artículo, y qué bien ha expuesto los argumentos, las emociones y dudas que tantas veces he sentido pero me ha costado lo imposible verbalizar y argumentar.

Recuerdo que en un caso tan delicado o más que este, le preguntaba a una amiga por la razón de que hubiese firmado una carta a favor de la defensa de la persona que reunía casi todas las probabilidades de haber incurrido en una falta grave. Ella me contestó que la razón principal era que se lo habían pedido amigas. Y ella lo hacía por amistad. Le contesté que lo más importante en ese caso, en mi criterio, no era la amistad, sino la verdad. Y mi amiga volvió a insistir que la amistad estaba por delante de la posible verdad.

 Aquí se afirma, "se creyeron en la obligación de salir en su defensa y lo hicieron de manera curiosa: el mero hecho de ser amigo lo convertía en inocente y a las denunciantes en embusteras" y "la compasión es compatible con admitir que alguien debe ser reprendido" y en fin también es de destacar que es "una culpa que tiene algo de colectiva dado que forma parte de un sistema que protege al poderoso y silencia a la víctima"...

El proceso a seguir ya es conocido; investigar para averiguar y conocer la verdad, hacer justicia y, dentro de lo posible, cumplir con la reparación, tan necesaria aunque en la mayoría de los casos por múltiples causas se torne, en realidad, imposible.

En fin, lo dicho, un formidable artículo en mi opinión.

jueves, 23 de agosto de 2018

Consejos para retomar una vieja amistad


Las antiguas amistades ocupan un espacio peculiar en nuestro círculo social. Quienes alguna vez fueron tus mejores amigos o amigas probablemente conocen algunos de los detalles más íntimos de tu vida —el nombre de tu primera mascota, qué vestido llevaste al baile de graduación, quién te rompió el corazón en el primer año de la universidad—, pero quizá no tengan idea sobre las esperanzas, sueños y temores que tienes hoy.

Cuando esas amistades se distancian o se vuelven menos cercanas, en particular las construidas a lo largo de años o décadas, un vínculo único se pierde. Pasar de ser conocidos a amistades casuales normalmente sucede después de unas cincuenta horas de actividades compartidas y charlas cotidianas, mientras que pueden transcurrir más de doscientas horas antes de que alguien se convierta en nuestra amistad más cercana, de acuerdo con un informe publicado en Journal of Social and Personal Relationships.

Sin embargo, la gente que busca recuperar una amistad cercana después de haber estado separadas por algún tiempo no se ajusta muy bien a este marco. Puede ser confuso sentir que estás de nuevo en el punto de partida con una persona con la que ya tienes una historia compartida.

Los estudios muestran que una amistad de calidad proporciona muchos beneficios a la salud, como una incidencia menor de enfermedades crónicas, niveles más altos de felicidad y tasas de mortalidad más bajas. Las redes de apoyo social sólidas también pueden ser un amortiguador para el estrés, la depresión y la ansiedad, de acuerdo con los investigadores. Así que tiene sentido querer retomar una vieja amistad para encontrar apoyo emocional en el futuro.

Sin embargo, debido a que la mayoría de las personas están a solo un mensaje de texto, correo electrónico o llamada telefónica de distancia, no siempre es claro cómo acercarte a ellas y, honestamente, si siquiera conviene hacerlo. Estas son algunas formas de recobrar la cercanía una vez que la amistad se ha enfriado.

Haz una evaluación
En primer lugar, pregúntate si en verdad esta es una amistad que valga la pena resucitar. Al igual que sucede con los jeans de cintura baja o un corte de cabello estrafalario, la gente también puede dejar atrás a las amistades.

La psicóloga certificada Joy Harden Bradford dijo que las personas deben tomar en cuenta los cambios ocurridos durante el distanciamiento. “Si tenías una mejor amiga en la preparatoria y ahora tienes 30 años, ya ha pasado mucho tiempo desde que dejaste esa amistad”, mencionó. “Realmente ya no conoces a esa persona”.

Miriam Kirmayer, terapeuta e investigadora sobre la amistad, recomienda reflexionar sobre por qué terminó la amistad: ¿se debió a una hiriente traición, a un lento proceso de alejamiento o a algo completamente distinto? Esto te ayudará a discernir qué tan receptiva pueda estar esa persona a tus esfuerzos de acercamiento.

“El grado en que hayan podido permanecer en contacto o qué tan al día estén respecto de la vida de cada una muy probablemente determinará cómo le harán para revivir su relación”, señaló.

También sugirió identificar las variables que, en su caso, hayan cambiado desde su separación. Quizá te encuentres en un momento más estable de tu vida y confíes en que puedes ser alguien más atento esta vez. Pensar en las razones por las que se alejaron y cómo podría ser diferente la relación puede ayudarte a tomar los pasos necesarios para reconstruir una amistad más cercana y duradera, dijo Kirmayer.

Cuidado con las expectativas
Los cambios importantes en la vida —problemas médicos, mudanzas, tener hijos, casarse, divorciarse— pueden afectar la vida de una amistad de maneras que quizá no puedas predecir.

“No deberías portarte como si pudieras confiar en esta persona ni suponer que sabes algo sobre ella porque, en realidad, de alguna manera estás por primera vez frente a un extraño a quien estás conociendo (de nuevo)”, dijo Harden Bradford. Es más sabio mantener la guardia, por lo menos al principio. No le cuentes asuntos delicados al inicio. Revelar detalles sobre relaciones íntimas y finanzas puede abrumar a tu amistad emergente.

Ten un objetivo
Kayleen Schaefer, autora de un libro sobre las relaciones actuales entre mujeres (Text me When You Get Home: The Evolution and Triumph of Modern Female Friendship [Avisa cuando llegues a casa: La evolución y los triunfos de las amistades femeninas modernas]), sugiere ser directa respecto de por qué estás buscando a esta persona después de tanto tiempo. Si la extrañas, dilo abiertamente.

Dijo que se requiere valentía y que es algo arriesgado; comparó restablecer la conexión con iniciar un proceso de cortejo: “Tienes que mostrar el mejor lado de ti mismo, que probablemente sea el más directo y sincero”.

Si resulta que están pasando por una experiencia o etapa de vida similar, comunícate y pídele intercambiar historias o consejos. Este tipo de conversaciones con un objetivo permitirán que haya una conexión genuina sin que la intención parezca intrusiva o chismosa, dijo Kirmayer.

“También te da la oportunidad de reavivar tu relación de manera más orgánica”, mencionó. “Es decir, sin tener que hablar directamente de por qué se terminó su amistad”. Este enfoque ayudará a comenzar su renovada amistad con el pie derecho.

Tantea el terreno
Igual que una persona no pediría matrimonio en una primera cita ni solicitaría vacaciones en los primeros diez minutos de una entrevista de trabajo, puede ser contraproducente precipitarse. En lugar de hacer una entrada triunfal después de años de silencio, acércate con gestos de bajo riesgo.

Kirmayer sugiere ponerse en contacto y felicitar a la persona por algún logro o acontecimiento importante, o bien pedir una recomendación que sabes que brindará con gusto. Por ejemplo: “Escuché que hace poco fuiste a París. ¿Alguna sugerencia de un lugar fabuloso para comer?”.

“Este tipo de interacciones o conversaciones breves te ayudará a calibrar qué tan receptiva está la otra persona y preparará el escenario para charlas más personales o significativas”, dijo. Sugirió también que, si no has visto a esta persona en mucho tiempo, sería provechoso invitarla a una cena grupal o una pequeña fiesta. Si las cosas van bien, quizá puedas sugerir reunirse para salir a solas la próxima vez.

Ve lento
Es comprensible que quieras avanzar con rapidez ya que hayas establecido el primer contacto, pero la socióloga Jan Yager recomienda tomarse tiempo para entrar de nuevo a la vida de esa amistad distanciada.

“Revisa si tu relación tiene una base firme antes de presentar a tus hijos o tu pareja”, dijo la profesora adjunta en el Departamento de Sociología del John Jay College of Criminal Justice y autora de When Friendship Hurts: How to Deal with Friends Who Betray, Abandon, or Wound You (Cuando una amistad duele: Cómo lidiar con amigos que te traicionan, abandonan o hieren). Yager añadió: “Si metes de nuevo a esta persona en tu vida, asegúrate de que ambas mantendrán la amistad esta vez antes de involucrar a tu familia o tu red completa de amistades”.

Si apuras el proceso de reintegración, te arriesgas a terminar decepcionado si el acercamiento no florece como lo habías anticipado.

Toma en cuenta los posibles desenlaces
Yager, doctora en sociología, acepta que en la mayoría de las instancias de una amistad reavivada, el vínculo puede no ser tan íntimo como antes de la ruptura. Sin embargo, ha observado casos en los que la amistad se intensifica tras la reconciliación.

Aunque no sucede muy a menudo, en esos casos valió la pena el tiempo y el esfuerzo para ponerse en contacto.

“Se necesitan dos para comenzar y mantener una amistad, pero solo una para darle fin”, dijo Yager. “Así que ambas deben compartir el objetivo de que su amistad renovada continúe”.

También es posible que, a pesar de tus esfuerzos, esa persona no esté dispuesta o no sea capaz de restablecer la conexión por múltiples razones que pueden ser personales (sentimientos heridos no resueltos), prácticas (no está disponible para nutrir una amistad) o algo totalmente distinto, dijo Kirmayer.

Sin importar el resultado, la terapeuta recomienda practicar la autocompasión si las cosas no se dan como las planeaste, lo que puede ayudar a minimizar el dolor y la pena.

https://www.nytimes.com/es/2018/08/01/revivir-antiguas-amistades/?&moduleDetail=section-news-3&action=click&contentCollection=Cultura&region=Footer&module=MoreInSection&version=WhatsNext&contentID=WhatsNext&pgtype=a


viernes, 17 de agosto de 2018

Los amigos de Kant. Javier Cercas

Michel de Montaigne odiaba con razón la mentira porque consideraba que violaba la primera regla de la relación entre humanos, según la cual todos estamos obligados a decirnos la verdad. Esta norma rige incluso para los autores de ficción, salvo cuando escribimos ficción, en cuyo caso se nos autoriza a saltárnosla para escribir algo que no es exactamente una mentira, aunque se le parece bastante (en latín, mentire significa a la vez mentir e inventar: Atque ita mentitur, dice Horacio en elogio de Homero, sic veris falsa reminiscet; o sea: “Y así miente/inventa, así mezcla lo falso con lo verdadero”). Pero incluso Montaigne admitía que, aunque siempre estemos obligados a no mentir, no siempre estamos obligados a decir la verdad, o al menos toda la verdad, y no conozco ningún filósofo relevante que considere que la regla universal de no mentir no admite excepciones, que no existe eso que Platón llama las “nobles mentiras”. El único es Kant, quien puso un ejemplo célebre: supongamos que un amigo se refugia en mi casa porque le persigue un asesino; supongamos que el asesino llama a la puerta y me pregunta si mi amigo está en casa; en esta situación, dice Kant, yo no estoy autorizado a mentir para intentar salvar a mi amigo, sino que mi obligación es, como siempre, decir la verdad, aunque el asesino entre en mi casa y mate a mi amigo. Sobra decir que los argumentos con que Kant respalda su postura son de una gran solidez lógica, aunque pocos, incluso entre los propios kantianos, parecen dispuestos a aceptarlos (no ha faltado quien califique su punto de vista de lunático, ni quien lo haya considerado una broma), y es posible que esos admirables razonamientos demuestren de forma admirable que la lógica limita con el absurdo. Comentando lo anterior, De Quincey acusa a Kant de cómplice virtual de asesinato.

No dejo de pensar en todo esto desde que Pedro Sánchez y Quim Torra se entrevistaron en La Moncloa y, entre sonrisas, apretones de manos y palmaditas en la espalda, restablecieron las relaciones rotas entre el Gobierno y la Generalitat. Cuando aún no era presidente, Sánchez dijo de Torra que era un racista y un xenófobo, y lo comparó con Le Pen; se quedó corto, claro está: hay candidatos de Le Pen que han sido destituidos por haber dicho sobre sus conciudadanos cosas muchísimo más amables que las que Torra ha escrito sobre los suyos. Sea como sea, si algo sabemos de la reunión que mantuvieron ambos políticos es que Sánchez no le dijo a Torra la verdad de lo que pensaba de él, o al menos toda la verdad. ¿Hizo mal? No: como el diálogo entre ambos Gobiernos es la única vía posible hacia una solución, por remota que sea, Sánchez hizo lo que debía hacer, que es lo que cualquier político serio hubiera hecho, empezando por los que, tras la reunión, afirmaron que hizo mal. Diré toda la verdad: yo me lo pensaría dos veces antes de darle la mano a Torra, y quizá acabaría no dándosela a menos que abominase pública y taxativamente de las atrocidades que ha escrito; pero, si tuviera alguna responsabilidad política (cosa que gracias a Dios nunca ocurrirá), me hartaría de sonreírle, de darle apretones de manos e incluso, si a mano viene, besos con lengua, siempre que tal desenfreno sirviese para empezar a arreglar el problema. En el fondo, supongo, estamos otra vez con la vieja distinción de Max Weber entre “ética de la convicción” —la que se ocupa de los actos sin reparar en sus consecuencias— y “ética de la responsabilidad” —la que, en vez de ocuparse sólo de la bondad de los actos, se ocupa sobre todo de la bondad de las consecuencias de los actos—: la primera es la que debe dominar la vida individual, y por eso es la ética del hombre bueno; la segunda, la que debe dominar la vida colectiva, y por eso es la ética del buen político. Quizá por eso es tan difícil para un buen hombre ser un buen político y para un buen político ser un buen hombre.

No creo que Montaigne discrepara de esto. En cuanto a Kant, la verdad es que, cada vez que recuerdo los impecables argumentos con que prueba que es correcto entregar un amigo a un asesino, me pregunto qué pensarían de él sus amigos.

https://elpais.com/elpais/2018/07/23/eps/1532340977_365231.html

jueves, 11 de enero de 2018

Amigos de una cierta edad ¿Por qué es difícil hacer amigos con más de 30?

Era como una de esas escenas mágicas a ciegas de una rom-com de Hollywood, sin la "rom". Conocí a Brian, un guionista de Nueva York, hace unos años a través del trabajo, lo que llevó a cenar con nuestras esposas y amigos. química que fue instantánea y obvia.

Nos gustaron las mismas canciones de "Blonde on Blonde" de Dylan, las mismas líneas de "Chinatown". Para cuando llegaron los camarones verdes de curry, estábamos terminando las oraciones de los demás. Nuestras esposas se vieron obligadas a interrumpir: "Oigan, chicos, ¿quieren venir a tomar aire?"

Cuando Brian y su esposa se dirigieron hacia el segundo tren después, se me pasó por la cabeza que él era el tipo de persona que podría haber terminado como padrino de una boda si nos hubiéramos conocido en la universidad.

Eso fue hace cuatro años. Nos hemos visto cuatro veces desde entonces. Somos "amigos", pero no somos amigos. Seguimos tratando de superar la barrera, pero la vida se interpone en el camino.

Nuestra historia no es inusual. 
En sus 30 y 40 años, muchas personas nuevas entran en su vida, a través del trabajo, las fechas de juego de los niños y, por supuesto, Facebook. Pero los amigos cercanos reales, del tipo que se hace en la universidad, del tipo que se llama en una crisis, son de menor oferta.

A medida que las personas se acercan a la mediana edad, los días de la exploración juvenil, cuando la vida parecía una gran cita a ciegas, se desvanecen. Los horarios se comprimen, las prioridades cambian y las personas a menudo se vuelven más selectivas en lo que quieren en sus amigos.

No importa cuántos amigos hagas, puede aparecer una sensación de fatalismo: el período para hacer B.F.F.'s, de la forma en que lo hiciste en tu adolescencia o principios de los 20 años, ya casi ha terminado. Es hora de resignarse a amigos situacionales: K.O.F. (tipo de amigos) - por ahora.

Pero a menudo, la gente se da cuenta de cuánto han descuidado para reponer su grupo de amigos solo cuando se encuentran con un gran evento de la vida, como una mudanza, por ejemplo, o un divorcio.

Ese pensamiento sorprendió a Lisa Degliantoni, una ejecutiva educativa de recaudación de fondos en Chicago, hace unos meses cuando estaba planeando su fiesta de cumpleaños número 39. Después de mudarse de Nueva York a Evanston, Illinois, se dio cuenta de que tenía 857 amigos de Facebook y 509 seguidores en Twitter, pero aún no sabía si podría completar la lista de invitados de su grupo. "Hice un inventario de las fases de mi vida donde logré hacer la mayor cantidad de amigos, y definitivamente fue la escuela secundaria y mi primer trabajo", dijo.

Después de un divorcio de unos 40 años, Robert Glover, un psicoterapeuta en Bellevue, Washington, se dio cuenta de que su lista de amigos se había atrofiado en silencio durante años mientras se concentraba en la carrera y la familia. "De repente, con su esposa fuera de escena, se da cuenta de que está solo", dijo el Dr. Glover, que ahora tiene 56 años. "Asistiría a clases de salsa. En lugar de tratar de recoger a las mujeres, me gustaría presentarme a los hombres: 'Oye, vamos a tomar un trago' ".

En estudios de grupos de pares, Laura L. Carstensen, profesora de psicología y directora del Stanford Center on Longevity en California, observó que las personas tendían a interactuar con menos personas a medida que avanzaban hacia la mediana edad, pero que crecían más cerca de los amigos ellos ya tenían.

Lisa Degliantoni ha reducido las expectativas al tratar de hacer nuevos amigos. "Tomo un enfoque extremadamente eficiente y busco personas con ideas afines para satisfacer necesidades muy específicas", dijo.

Básicamente, sugiere, esto se debe a que las personas tienen un despertador interno que suena en eventos de la vida grande, como el giro 30. Recuerda que los horizontes de tiempo se reducen, por lo que es un punto detener la exploración y concentrarse en el aquí y ahora. "Tiende a centrarse en lo que es más importante desde el punto de vista emocional para usted", dijo, "por lo que no le interesa ir a esa fiesta, le interesa pasar tiempo con sus hijos".

A medida que las condiciones externas cambian, se vuelve más difícil cumplir con las tres condiciones que los sociólogos desde la década de 1950 consideran cruciales para hacer amigos cercanos: la proximidad; interacciones repetidas e imprevistas; y un entorno que alienta a las personas a bajar la guardia y confiar en los demás, dijo Rebecca G. Adams, profesora de sociología y gerontología de la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro. Esta es la razón por la que tantas personas conocen a sus amigos de por vida en la universidad, agregó.

En el mundo profesional, la "proximidad" es difícil de mantener, ya que los colegas de trabajo son reasignados o cambian de trabajo. El año pasado, Erica Rivinoja, una escritora de la serie de NBC "Up All Night", se hizo íntima con una mujer, Jen, cuando trabajaron juntas en un piloto. Casi al instante, conocieron los horarios de ejercicio y las preferencias alimentarias de los demás. Jen podía sentir cuando la señorita Rivinoja necesitaba una sacudida de cafeína, y sin preguntar estaría allí con un té helado.

"Pero tan pronto como terminó el piloto, era difícil estar tan cerca sin esa constante interacción diaria", dijo Rivinoja, de 35 años. De vez en cuando pueden ganar tiempo para tomar un rápido gin-tonic, dijo, pero "no son esas largas tardes que se desangran por la noche pasando el rato en la playa y luego se dirigen a un bar".

El lugar de trabajo puede crujir con la competencia, por lo que las personas aprenden a ocultar las vulnerabilidades y caprichos de sus colegas, dijo el Dr. Adams. Las amistades laborales a menudo adquieren una sensación transaccional; es difícil decir dónde termina el trabajo en red y comienza una verdadera amistad.

Las diferencias en el estado profesional y el ingreso también complican las cosas. "Realmente se pone raro cuando tus amigos están haciendo toneladas más que tú, o toneladas menos", dijo Adriane Duckworth, una ex ejecutiva de marketing que ahora trabaja como artista en Hamilton, Ontario. Recientemente, dio la bienvenida a una nueva pareja prometedora en su círculo de amigos, pero rápidamente rechazaron a la gente con su obsesión por el dinero.

"En nuestra boda, otros amigos nuestros que estaban sentados con ellos en realidad se quejaron con nosotros sobre la pareja que preguntaba a todos cuánto dinero ganaban", dijo la Sra. Duckworth, de 32 años. "Las personas que hicieron menos se sintieron incómodas al discutirlo, y las personas que hicieron lo mismo o más simplemente sentían que era extraño hablar de eso tan despreocupadamente".

Una vez que la gente comienza a unirse, los desafíos solo aumentan. Hacer amigos con otras parejas "es como hacer parejas para dos", dijo Kara Baskin, una periodista que trabaja en Boston. "No solo te preocupa si a la otra mujer le gustas, también te preocupa si a tu marido le gustas, si a tu marido le gusta ella, si a tu marido le gusta él".

No hace mucho, invitó a su nuevo compañero de trabajo a cenar con su esposa. Pero la esposa estaba visiblemente impresionada por la casa amueblada de la Sra. Baskin (acababan de mudarse) y la cena de spaghetti juntos. "Básicamente estaba claro que su esposa había sido engatusada para que asistiera", dijo la Sra. Baskin, de 33 años. "Se sentó en nuestras desvencijadas sillas de la cocina Ikea como si se estuviera metiendo en una mina de carbón".

La pareja se fue rápidamente después del postre. Al día siguiente en el trabajo, el esposo hizo una excusa sobre que su esposa estaba cansada. "Pero no se dijo que no volveríamos a buscar su compañía", dijo Baskin.

AGREGAR niños a la mezcla complica las cosas aún más. De repente, estás rodeado por un nuevo círculo de padres amigos, pero los lazos emocionales pueden ser tenues en el mejor de los casos, como el comediante Louis CK relató en una rutina de pie: "Paso días enteros con la gente, estoy como, yo nunca hubiera salido contigo, no te elegí. Nuestros hijos se eligieron el uno al otro. Basado en ningún criterio, por cierto. Son del mismo tamaño".

Incluso cuando los padres amigos desarrollan un vínculo, las amistades resultantes pueden ser fugaces y estar sujetas a los caprichos de los propios niños.

Caryl Lyons, una planificadora de eventos en Danville, California, y su esposo descubrieron que una incipiente amistad con una pareja de padres y amigos tocó un obstáculo cuando sus hijos pequeños, que habían sido amigos cercanos, se distanciaron. Cuando las familias planearon una barbacoa juntos, su hijo decía: "¿Puedo tener a mis otros amigos?", Dijo la Sra. Lyons, de 44 años.

Los factores externos no son el único obstáculo. Después de los 30 años, las personas a menudo experimentan cambios internos en la forma en que abordan la amistad. El autodescubrimiento da paso al autoconocimiento, por lo que te vuelves más selectivo con quién te rodeas, dijo Marla Paul autora del libro de 2004 "La crisis de la amistad: encontrar, crear y mantener amigos cuando no eres un niño". De todos modos, "El bar es más alto que cuando éramos más jóvenes y estábamos dispuestos a conocer a casi todos por una margarita", dijo.

Manipuladores, reinas dramáticas, ególatras: muchos de ellos ya no hacen el corte.

Thayer Prime, un consultor estratégico de 32 años que vive en Londres, incluso ha desarrollado una juguetona escala de 100 puntos (100 es "mejor amigo para siempre"). En su mente, ella comienza a atracar nuevos candidatos amigos a medida que comienzan a mostrar un comportamiento molesto o desleal. Nueve de cada 10 veces, dijo, sus nuevos amigos terminan de 30 a 60, o poco más que un conocido.

"Conoces a alguien realmente agradable, pero si no devuelven una llamada, baja al 90, si no devuelven dos llamadas, son 50 inmediatos", dijo. "Si llegan tarde a algo en el primer mes, eso significa otro 10 de descuento". (Pero la gente también puede subir de escala con un buen comportamiento, agregó).

Habiendo sido endurecidos por la experiencia, muchas personas desarrollan una visión más fatalista de la amistad.

"Cuando eres más joven, defines lo que realmente significa ser amigos de una manera más seria", dijo mi amigo guionista, Brian. (Su nombre completo es Brian Koppelman, y escribió y es codirector de "Solitary Man" una película de 2010 protagonizada por Michael Douglas sobre un hombre de mediana edad que intenta reconectarse con amigos y familiares).

"Mis ideas de amistad fueron construidas por 'The Godfather' y 'Diner'", dijo. "Tus amigos eran tus hermanos, y cualquier cosa menos la total lealtad a toda costa significaba la excomunión. A medida que envejeces, ese modelo se vuelve irreal".

En ese momento, ha pasado por su parte de relaciones cansadas o fallidas. Usted se ha enfrentado a las responsabilidades de hacer malabares con el trabajo, la familia y los amigos existentes, por lo que se vuelve más cauteloso acerca de ponerse emocionalmente disponible para las personas nuevas. "Eres más consciente de la desventaja", dijo Koppelman, de 46 años. "También eres más consciente de tu propia capacidad para defraudar".

"Realmente no he cambiado mis estándares por lo que significa ser realmente amigos", concluyó. "Es solo que uso la palabra 'amigos' más libremente. Hacer el verdadero tipo, el hermano amable, es mucho más difícil ahora".

Algunos, como la Sra. Degliantoni, la ejecutiva de recaudación de fondos, simplemente reducen sus expectativas. "Tomo un enfoque extremadamente eficiente y busco personas con ideas afines para satisfacer necesidades muy específicas", dijo sobre su estrategia actual. "Tengo un amigo cóctel y un amigo libro y un amigo de crianza y varios amigos de baloncesto y un amigo vecino y un amigo de entrenamiento".

"Es mucho más fácil llenar esos vacíos en mi vida", agregó, "que hacer un acercamiento exhaustivo para un nuevo amigo".

O bien, tocan fondo y hacen retroceder el reloj a sus 20 años sin aliento.

Después de mudarse a Nueva York en sus 30 años, Dave Cervini, un ejecutivo de la estación de radio, estaba tan solo que caminaba con su gato en Central Park, con la esperanza de avivar las conversaciones. Encontrando solo miradas curiosas, decidió comenzar la Red Social de Nueva York, un grupo de actividades para que las personas encuentren amigos pasando el rato en los juegos de los Yankees o en los mezcladores de cata de vinos. La compañía ahora cuenta con 2,000 miembros, la mayoría en sus 30 años. Él considera que 200 de ellos son amigos cercanos.

"Se necesita coraje para que la gente dé el primer paso", dijo. "Con suerte, lo hago más fácil, habiendo estado allí yo mismo".

En ese espíritu, recientemente llamé a Brian. Bromeamos sobre nuestra incapacidad de encontrar tiempo para pasar el rato, e hicimos una cita para la cena en la próxima apertura disponible.

Es dentro de tres meses.

http://www.nytimes.com/2012/07/15/fashion/the-challenge-of-making-friends-as-an-adult.html?mc=adintl&mcid=keywee&mccr=intdesk&ad-keywords=IntlAudDev&kwp_0=632217&kwp_4=2244859&kwp_1=940596

viernes, 7 de julio de 2017

Un contrato para seguir enamorados

Hace unos meses, mi novio y yo nos servimos una cerveza cada uno y abrimos nuestras laptops. Era hora de revisar los términos del contrato de nuestra relación.

¿Acaso queríamos hacer algún cambio? Mientras Mark y yo revisábamos cada categoría, acordamos dos cambios menores: yo saldría a pasear al perro el martes y él el sábado, y ahora yo limpiaría los entrepaños de la cocina, pero él se haría cargo de la tina de baño.

La última versión del “Contrato de relación entre Mark y Mandy”, un documento de cuatro páginas con interlineado sencillo que firmamos y fechamos, tendría una vigencia exacta de doce meses, transcurridos los cuales tendríamos la opción de revisarlo y renovarlo, como habíamos hecho en otras dos ocasiones. El contrato especifica todo, desde las cuestiones sexuales hasta las finanzas y nuestras expectativas a futuro. Y me encanta.

Escribir un contrato de relación podría sonar calculador o poco romántico. Pero cada relación es contractual: nosotros solo hacemos los términos más explícitos. Nos recordamos que nuestro amor no es algo que nos pasa, sino algo que hacemos juntos. Después de todo, este método fue lo que nos unió en primer lugar.

Hace dos años y medio, escribí una columna de Modern Love sobre cómo Mark y yo habíamos pasado nuestra primera cita poniendo a prueba un experimento psicológico que utilizaba 36 preguntas para ayudar a dos extraños a enamorarse. Esa experiencia nos ayudó a pensar en el amor no como una cuestión de suerte ni del destino, sino como la práctica de realmente darse a la tarea de conocer a otra persona y permitir que esa otra persona nos conozca. Pensar en el amor de una forma deliberada parece funcionarnos bien.

En el pasado, no me había funcionado esperar que una relación funcionara simplemente porque las dos personas involucradas se amaban. Pasé mis veintes con un hombre que sabía exactamente qué quería y cómo quería ser él. Yo lo único que quise fue que él me amara.

Estuvimos juntos casi una década, y en ese tiempo de algún modo dejé de lado mis hábitos y preferencias. Si quería dividir los gastos en alimentos, él sugería que compráramos solo las cosas que nos gustaban a los dos. Si quería que pasáramos juntos los fines de semana, podía ir a esquiar con él y sus amigos. Y eso hacía. Hice que mi vida fuera como la suya.

No fue sino hasta que me fui a vivir a otro lado que comencé a darme cuenta de que no había habido lugar para mí en nuestra relación, y no solo porque mi ex no me lo había ofrecido: a mí nunca se me ocurrió pedirlo. Estaba enamorada y el amor significaba hacer, ¿no es así? Pero ¿qué pasa si lo amé demasiado?

Años antes, había leído Un cuarto propio de Virginia Woolf y pensé que lo había entendido, pero no fue así. A los veinte, me entregué por completo al amor y no fue sino hasta que la relación terminó, a los 29, cuando me di cuenta de lo que significaba habitar plenamente mis días y la amplitud de mi propia mente. Me dio tanta dicha descubrir que mi tiempo era mío, así como cada una de mis decisiones, ya fuera qué cocinar o a qué hora irme a la cama.

Decidí que en mi próxima relación amaría con mayor moderación, reservándome más para mí misma.

Cuando conocí a Mark, se amoldó a mi vida tan fácilmente que me sorprendió. Mis amigos lo adoraban. Mi perro, Roscoe, aullaba de alegría al verlo. Pero tenía mis dudas cuando comenzamos a hablar de vivir juntos.

Me preguntaba si las minucias de la vida doméstica nos convertirían en criaturas insignificantes que peleaban por la ropa sucia. Sobre todo, me preocupaba perderme de nuevo, por un hombre y una relación, rebasada por esas ideas anquilosadas de cómo el amor lo puede todo.

Mark tenía sus propias reservas. “No quiero hacer esto solo porque es lo que se supone que debemos hacer”, me dijo. “Solo quiero que vivamos juntos si eso mejorará nuestras vidas”. Pasamos semanas enumerando con angustia los pros y los contras de vivir juntos. Me había topado con un libro, The New I Do: Reshaping Marriage for Skeptics, Realists and Rebels, que recomienda contratos de matrimonio a corto plazo. Nos gustó la idea y nos dimos cuenta de que podíamos adoptar este método para vivir juntos.

Muchos de nosotros no nos damos cuenta de cómo el amor romántico actúa como una fuerza organizadora de nuestra vida, pero es una fuerza poderosa. Algunos usan el término “escalera mecánica de las relaciones” para describir cómo tendemos a seguir guiones familiares a medida que avanzamos en una relación, desde las salidas informales, pasando por la unión libre, el matrimonio y la familia. Estos guiones que nos dicen cómo debería ser el amor están tan omnipresentes que algunas veces resultan invisibles.

En mi última relación, había pasado demasiado tiempo preocupándome por subir la escalera. Ni siquiera estaba segura de lo que quería, pero me daba pánico intentar averiguarlo al hablar de ello. En cambio, peleaba por todo: el dinero, las tareas domésticas o cómo pasar el fin de semana. Si estaba enojada, me resultaba más fácil ser honesta. Con Mark, quería hacerlo mejor.

Nuestro contrato aborda mucho de lo que tiene que negociarse en cualquier relación, en especial si se vive con la otra persona. Comienza con nuestras razones para estar juntos: “Aspiramos a ayudarnos a ser amigos, miembros de la comunidad y ciudadanos del mundo más éticos y generosos”. Me parece que suena idealista, pero he tenido relaciones en las que acabé sintiéndome sola y disminuida. Esta ocasión, quería tener una intención más clara sobre lo que sucedería al exterior y al interior.

Los términos van de lo familiar (“Nos cuidaremos cuando alguno se enferme”) a lo imaginativo (“Si los dos nos enfermamos, le toca al perro”). De hecho, hay toda una sección para Roscoe, en la que detallamos sus horarios de paseos, visitas al veterinario e incluso lo dulce que pensamos que es.

Tenemos una sección sobre los invitados a la casa (pueden quedarse hasta dos semanas, pero deben contar con la aprobación de ambas partes) y una cláusula que tiene que ver con la ropa sudada que usa Mark para correr (“Mark acuerda colgar esa ropa en el cuarto de huéspedes o en la cara interna de la puerta del baño, pero quiere que Mandy sepa que este podría ser un incidente bastante común”).

Acordamos dividir la cuenta cuando salgamos a comer, con una excepción: “Las ocasiones especiales (la noche en la que uno invite a cenar al otro, celebraciones, etcétera) no se dividirán, de tal modo que una persona pueda invitar a la otra”. Era importante para mí que desayunáramos juntos porque era algo que solíamos hacer en mi familia durante mi infancia, así que lo pusimos por escrito.

Es sorprendente lo empoderador que puede ser ponerles palabras a tus deseos e inseguridades, por pequeñas que sean, y hacerles lugar. Es algo tan sencillo… pero no fue fácil. No estaba habituada a saber qué quería de una relación, mucho menos a decirlo en voz alta. Ahora, tengo que hacer ambas cosas.

No queríamos dar nada por hecho, lo cual significaba tener las conversaciones que antes solía evitar. En el apartado de “Sexo e intimidad”, por ejemplo, escribimos que estábamos de acuerdo en ser monógamos porque, en este preciso momento, la monogamia nos venía bien. Sin embargo, no damos por hecho que eso sea lo que vamos a querer siempre.

Nuestro contrato no es infalible ni es la solución a todos los problemas. No obstante, sí reconoce que cada uno tiene deseos que merecen expresarse y reconocerse. Mientras dábamos por terminada la más reciente renovación, Mark tecleó un nuevo encabezado antes del final: Matrimonio. “Y, ¿qué opinas?”, me preguntó, recargándose en la silla como si acabara de preguntarme de qué restaurante quería ordenar comida.

Me quedé mirando mi cerveza fijamente. Esta no era la primera vez que hablábamos sobre matrimonio, pero ahora, con el contrato abierto, parecía oficial. Me retorcí, sabiendo que una parte de mí quería decir: “Hagámoslo”, mientras que la otra quería rechazar la institución en general y amarnos y comprometernos en nuestros propios términos.

“¿Qué nos ofrece el matrimonio que no tengamos ya?”, pregunté.

“Buena pregunta”, dijo.

“Sería bonito escuchar los discursos graciosos y alentadores que nos dedicarán nuestros amigos”, dije. “Pero en realidad no quiero planear una boda ni pagarla”.

Estuvo de acuerdo. Nos gusta esto que hemos creado.

Sé que se supone que un compromiso de toda una vida debe incluir una sorpresiva propuesta de matrimonio, una aceptación llorosa y una publicación en Facebook de selfis felices. Sin embargo, se trata del resto de nuestras vidas, así que quiero que lo pensemos bien, juntos.

Por último, Mark tecleó: “Acordamos que el matrimonio es un tema de conversación en curso”.

Pareciera algo trivial ponerlo por escrito, pero hablar —en lugar de solo esperar y hacerse preguntas— ha sido un alivio para ambos.

Mientras termino de teclear esto, Mark está corriendo y el perro ronca a un volumen terriblemente dulce; yo estoy en casa en la amplitud de mi propia mente. Fracasé en mi meta de amar con mayor moderación, pero por primera vez en mi vida siento que hay lugar para mí en mi relación y espacio para que podamos decidir exactamente cómo queremos practicar el amor.

Pareciera que estamos subiendo la escalera mecánica de la relación, pero yo prefiero pensar que subimos por las escaleras que no son automáticas.

https://www.nytimes.com/es/2017/06/26/modern-love-36-preguntas-contrato/?smid=fb-espanol&smtyp=cur

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MODERN LOVE; Juega bien estas cartas: las 36 preguntas para enamorarse de cualquiera


sábado, 12 de noviembre de 2016

Cuando Buero Vallejo se quejó a Fraga. Las cartas inéditas entre el dramaturgo y el escritor Vicente Soto revelan cómo la dictadura atrapó a uno en Madrid y a otro en Londres


Dibujo de Buero Vallejo de la estación de Atocha de Madrid.

En los años en los que arreciaba el franquismo en España, dos escritores fraguaron una intensa amistad que fue creciendo a lo largo de medio siglo con la levadura de una correspondencia continuada y sincera. Las cartas iban y venían de Londres a Madrid cada semana: Querido Toni; querido Vicente. Toni es el dramaturgo Antonio Buero Vallejo (1916-2000); Vicente Soto (1919-2011), el escritor valenciano al que conoció en una tertulia madrileña y que pasó a máquina Historia de una escalera, estrenada en 1949. Por aquel entonces comenzó la amistad.

Este año se cumplen 100 del nacimiento de Buero, en Guadalajara. Con ese motivo, el profesor Domingo Ródenas, de la Universidad Pompeu Fabra, publica una selección de aquellas cartas, inéditas hasta ahora, que abarcan desde 1954 hasta 2000. Medio siglo de intimidad que sale a la luz gracias a la colección Obra Fundamental de la Fundación Banco de Santander. Medio siglo de pesimismo y ánimos compartidos, de análisis cultural, de vida familiar, de esperanza en el futuro. "Ven a vernos a Londres", rogaba Soto a su amigo. "No se te ocurra volver a España", recomendaba Buero.

Ambos autores representan la doble cara de una moneda amarga: la dictadura. El comunista Buero —siete años estuvo en la cárcel— tenía prohibido salir de país; a Soto, el hambre y el hostigamiento —era afín al partido socialista— le forzaron al exilio. Llegó a Londres en 1954, solo y sin papeles, y empezó fregando platos. Luego reagrupó a su familia. La vida allí era de otro planeta.

La única forma de verse eran las cartas. El volumen presentado ayer constituye una literatura íntima, secreta, para mostrarlo al público, “sin preservar nada, la familia ha sido muy generosa”, dijo ayer el profesor Ródenas.

Por las páginas circulan comentarios sobre Luther King, el malogrado Kennedy, el estrecho y escurridizo mundo editorial español de la época, los nuevos escritores que triunfaban en el tardofranquismo, pero también las costumbres y entretenimientos personales, el yoga que practicaba Buero o sus creencias en los platillos volantes; o Soto le cuenta a Buero que ha estado Cela en su restaurante (donde fregaba platos): “Estuve charlando con él un buen rato. Cela dijo tantas porquerías, tantas y tan puercas cosas —obsesionado por todo lo escatológico y lo sexual, entregado ya cínicamente a su manía—, como no recuerdo haber oído a nadie en tan poco tiempo”.

En su cárcel española Buero no es ajeno al éxito: sus obras más conocidas triunfan en las salas patrias y en el extranjero, pero no le dejan salir. “En 1963 se reúne con Fraga, que ya es ministro de Franco y le hace ver el absurdo de esa situación”. Todo está a punto de cambiar cuando el Buero “generoso y comprometido siempre” firma a favor de la protesta minera y pasa cuatro años sin estrenar en un teatro oficial. El profesor Ródenas se llevó ayer las manos a la cabeza cuando mencionó que este año, el centenario del nacimiento del dramaturgo, “ninguna sala ha programado nada de él”. Le parece insólito.

Horas de madrugada
Por su parte, Soto, que se acostaba a las siete de la tarde para levantarse a las tres de la madrugada y escribir hasta que marchaba al trabajo, vivió los sinsabores del olvido. En 1967 recibió el Premio Nadal por su obra La zancada que, en contra de lo usual, no le abrió las puertas a publicaciones inmediatas.

Con éxito o sin él, ambos autores cayeron en cierto olvido, cuando no maltrato, según el profesor Ródenas, y fueron arrollados por una nueva generación de jóvenes escritores. Buero se lamentaba en 1969 de los editores que escurrían el bulto con su amigo Soto. Los veía “acomplejados y derrotistas con lo propio” y dedicados todos a “ciertos novelistas sudamericanos”. El King’s College restañara en parte esa herida con un homenaje que tributará en enero al autor de Vidas humildes, cuentos humildes (1948) o Tres pesetas de historia (1983). El legado de Soto ya está trasladándose a este colegio británico para recuperar su memoria.

La de Buero no parece tampoco estar en su mejor momento, habida cuenta de que en su centenario no ha sido representado en salas oficiales. “A Buero se le acusó de cierta derechización, algo que le espantaba. Él seguía participando en mítines del PCE en la Transición. También estuvo en la calle para impedir el desahucio del dramaturgo Lauro Olmo, por ejemplo”, recordó ayer Rodénas.

Más cauto había sido en sus cartas cuando la dictadura soltaba sus dentelladas. Soto se derramaba desde el inicio en cariño hacia el dramaturgo adusto, pero el autor de En la ardiente oscuridad no se fue soltando sino con los años. Aquella levadura de las cartas fue fraguando en una amistad cocida a fuego lento que solo acabó con la muerte de Buero en 2000.

La última carta recogida en el libro, cuando ya las conversaciones telefónicas las fueron espaciando, es un pésame de Soto a la viuda, un día después del fallecimiento. “Ayer le vimos aquí en casa. No estoy hablando de fantasmagorías. De repente se nos plantó delante, en la pantalla de la tele. Millones de ingleses y otros europeos tuvieron que verle también [... ]Se subrayó su paso por la cárcel, su condena, su significación, toda su obra. ¿Queréis creer que hasta de Historia de una escalera se mostró una larga escena?”. Era un 29 de abril del año 2000.


EL LÁPIZ DE UN ARTISTA
AURORA INTXAUSTI
El universo de Buero Vallejo es el de un creador total, como autor teatral fue sobresaliente pero no lo fue menos en otras disciplinas artísticas. El retrato que realizó a su amigo Miguel Hernández en la cárcel de la plaza de Conde de Toreno de Madrid en 1940, es uno de los más conocidos. Coincidiendo con el centenario de su nacimiento, la Fundación SGAE ha montado una exposición, coordinada por Ignacio Armada, en la que se incluyen materiales del Centro de Documentación y Archivo de la SGAE (CEDOA), del Fondo Buero Vallejo y de la Fundación Juan March, que permanecerá abierta al público hasta el próximo 10 de enero en la Sala Berlanga de Madrid.

La muestra comienza con un retrato de Buero, que apareció en la portada de uno de los boletines de la SGAE de los años ochenta y contiene, además, ejemplares del algunos de los libros y publicaciones del dramaturgo; reproducciones de sus ilustraciones que exploran su faceta de dibujante o fotografías de su archivo personal con algunas de sus obras que se representaron en teatros, así como carteles de estas.

El nombre de Antonio Buero Vallejo está asociado a algunas de sus obras como Historia de una escalera. Armada destaca que la película está desaparecida y tan solo se conservan dos fotografías que podrán verse en la muestra. En la misma, se exponen, entre otros, los libretos originales de La tejedora de sueños, que se estrenó en el Teatro Español en 1952.

Uno de los materiales más destacables de la exposición es el texto Campanadas a medianoche (editorial Stockcero), la adaptación que realizó el dramaturgo español del guion de la película homónima de Orson Welles que se estrenó en 1965, manuscrito que se daba totalmente por perdido. Su hijo Carlos Buero lo encontró rebuscando entre el material de su padre cuando este falleció, en 2000.

“Fue como encontrar un tesoro, increíble, no nos lo podíamos ni imaginar, estábamos convencidos realmente de que ese texto estaba perdido y si no lo estaba, de que sería un texto menor”, asegura Luis Deltell, editor del libro junto a Jordi Massó.

 http://cultura.elpais.com/cultura/2016/11/08/actualidad/1478626435_661356.html

domingo, 27 de marzo de 2016

La razón de los animales. La curiosa amistad entre un anciano y un pingüino alimenta la reflexión sobre hombres y animales

“Odio y detesto a ese animal llamado hombre”. Jonathan Swift.

La historia de amor entre un anciano brasileño y un pingüino dio la vuelta al mundo la semana pasada. João Pereira de Souza, viudo de 71 años, se encontró al pingüino hace cinco años cubierto de alquitrán en una playa cerca de su humilde hogar. Lo limpió, le dio de comer unas sardinas y lo lanzó al mar. El pingüino nunca se olvidó de su salvador. Vuelve a visitarle con regularidad, conviviendo con Pereira semanas o incluso meses antes de regresar a su gélido habitat natural.

Según un reportaje en The Wall Street Journal, los dos pasean juntos por la playa, se bañan en el mar. Si un perro o un gato se acerca a Pereira, el pingüino lo espanta con aleteos y chillidos. “Lo quiero como si fuera mi hijo”, dice Pereira, cuyos hijos en Río de Janeiro se quejan de que dedica más tiempo al pingüino que a ellos.

¿Por qué causó tanto interés la noticia?
Será en parte porque a los seres humanos nos fascinan las historias (solo hay que darse una vuelta por YouTube para verlo) que revelan nuestra afinidad con los demás habitantes de la tierra. Criados en casi todas las culturas con cuentos o películas de animales a los que se les atribuyen características humanas (viene a la mente Madagascar con su león, jirafa, cebra, hipopótamo y simpática tropa de pingüinos), parecemos tener una necesidad de creer que algo de verdad hay en estas fantasías infantiles.

Por otro lado, la historia del hombre que adoptó al pingüino, o del pingüino que adoptó al hombre, apela a valores que no suelen saltar a la vista en las noticias que recibimos en nuestros teléfonos móviles, iPads, radios, televisores o, para los nostálgicos, en periódicos de papel. Puede ser que el pingüino solo vaya a visitar al viejo por sus sardinas, pero nos conmueve la historia porque elegimos ver una inusual pureza en la relación hombre y animal, una sencilla reafirmación de valores como la generosidad, la lealtad y el afecto incondicional que no acostumbramos a ver cuando leemos sobre los atentados terroristas de los islamonazis, la desesperación de los refugiados sirios, el cinismo putinesco, la imbecilidad trumpiana, la rapacidad de las multinacionales, los nacionalismos rabiosos, la malhumorada parálisis que hoy define a la política española y la corrupción de los gobernantes mire uno por donde mire, por ejemplo en el país de João Pereira donde el expresidente Lula fue detenido la semana pasada por la policía.

Vi la historia de Pereira y el pingüino y pensé inmediatamente en unas líneas de un poema de Walt Whitman que ronda en mi cabeza desde la primera vez que lo leí hará más de 30 años. Aquí van, traducidas:

Creo que podría dar la vuelta y vivir con los animales,
Son tan plácidos e independientes,
Me detengo y los observo largo rato.
Ellos no se trastornan ni lloriquean por lo que les toca vivir,
No permanecen despiertos en la oscuridad llorando por sus pecados.
No me enferman con sus discusiones sobre el deber a Dios.
Ninguno está insatisfecho, ninguno enloquece con la manía de poseer cosas,
Ninguno se arrodilla ante otro ni ante sus antepasados que vivieron hace miles de años,
Ninguno es respetable o desdichado en toda la faz de la tierra.

La idea que quiere transmitir Whitman se podría resumir en la famosa cita, atribuida entre muchos a Charles de Gaulle: “Cuanta más gente conozco, más quiero a mi perro”. O sea, contemplamos las mezquindades de los seres humanos y los desastres que provocan y nos cuestionamos la premisa en la que se basan la mayoría de nuestras creencias, que somos superiores al resto de las criaturas del mundo animal, que nosotros —y solo nosotros— estamos hechos a imagen Dios. Se ha escrito bastante sobre el tema, con la opinión científica dividida entre aquellos que concluyen que somos especiales y los que ven al ser humano como una bestia más de la naturaleza.

Un biólogo británico llamado Henry Gee ha escrito un libro en el que concluye que no hay diferencias cualitativas entres los hombres y los animales. No representamos la cima de la evolución; no somos más excepcionales, argumenta Gee, “que un conejillo de indias o un geranio”. Marc Bekoff, profesor universitario neoyorquino, es un experto sobre el comportamiento de los animales que ha escrito sobre la vida emocional de las abejas, el altruismo de las ratas, la espiritualidad de los chimpancés. Berkoff comparte con Gee la opinión de que la diferencia en la complejidad mental de los hombres y los animales es meramente proporcional.

En el otro lado del debate está Michael Tomasello, un psicólogo estadounidense que ha dedicado su vida a investigar las diferencias entre los humanos y los primates. Tomasello concluye que la diferencia elemental reside en que nosotros somos capaces de cooperar para lograr objetivos comunes y que ellos son casi siempre por naturaleza egoístas y competitivos. O sea, que somos animales sociales poseídos de la virtud de la empatía, capaces de dar el salto mental que nos permite entender las emociones y necesidades —incluso la lengua y la cultura y la religión— del prójimo.

Persuasivo, Tomasello. Me inclino más hacia su tesis. João Pereira siente amor; el pingüino siente hambre. Pero el hecho de que nuestros procesos cerebrales sean más complejos que los de los animales no nos convierte en seres más sensatos, nobles o decentes. Por eso me inclino también hacia la visión de Whitman: los animales dan menos asco que nosotros. En "Los viajes de Gulliver", una salvaje sátira contra lo que entendemos como la civilización, Jonathan Swift acaba comparando los vicios, las idioteces y las crueldades de los humanos, "los yahoos", con la racional serenidad de los caballos. Gulliver, anticipándose a Whitman, acaba conviviendo en un establo con dichos animales. Se anticipa también a João Pereira, que parece preferir la compañía de su amigo el pingüino a la de los seres de su propia especie. Es difícil convencerse de que carece de razón.

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/03/13/actualidad/1457898824_971486.html