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sábado, 29 de abril de 2023

La cultura de la cancelación

Las librerías de los aeropuertos siempre me tientan con nuevos títulos. A poco tiempo de que disponga en las conexiones aéreas siempre disfruto ojeando las novedades. En mi reciente viaje a Barcelona, después de repasar el Índice (alguien ha dicho que no se puede fiar uno ni del título ni del índice) he comprado un libro titulado “Así es la puta vida”. El subtítulo te ofrece algunas pistas sobre el contenido: “El libro de ANTI-autoayuda”. Está escrito por el actor y autor catalán, nacido en Manresa, Jordi Wild.

Uno de los capítulos que me llamó la atención fue el titulado “La cultura de la cancelación”. Hace tiempo que estaba dándole vueltas a este problema. La cultura de la cancelación implica quitarle el apoyo o “cancelar” a una persona o un grupo que dijo o hizo algo ofensivo o cuestionable. Y si bien es un fenómeno potenciado por las redes sociales y la instantaneidad que tiene la comunicación en la era digital, no es para nada nuevo.

Las intenciones de este fenómeno suelen ser loables, como erradicar las actitudes nocivas o criminales. No obstante, las consecuencias tienden a ser despiadadas, provocando daños irreparables y desproporcionados a los afectados. Incluso, ha perjudicado a personas que no cometieron un delito y solo pensaron de forma diferente.

La cultura de la cancelación, a mi juicio, representa un peligro para la sociedad. Además, fomenta la intolerancia, coarta la libertad de expresión y pone en riesgo la integridad.

Según Rommel Piña, magister en comunicación social, dice que el fenómeno guarda una estrecha relación con las redes sociales. De esta manera, la cancelación es la vía más reciente de protesta de los internautas ante hechos o comentarios que son considerados inaceptables u ofensivos.

Somos poco tolerantes. Por muy poquito nos sentimos ofendidos. “Vivimos en tiempo de ofendidos. Todo puede ser una ofensa, dice Jordi Wild, porque todo se basa en el criterio del ofendido. Incluso en sus emociones. Si él dice que se siente emocionalmente afectado (sea verdad o no, porque no lo podemos saber) es suficiente para que se cuestione o hasta se censure cualquier contenido. Incluso se pueden prohibir idas y hasta palabras. Todo lo que sea necesario para que el ofendido deje de sentir que se le ofende ”.

Un colectivo de payasos de la ciudad rusa de San Petersburgo ha pedido prohibir la exhibido de la película It, por considerar que denigra su profesión y ofende sus sentimientos.

Las asociaciones de alérgicos del Reino Unido solicitaron la retirada de la película de animación Peter Rabbit porque unos conejos hacen bromas con las alergias.

La película española de animación Tadeo Jones 2 fue criticada porque ofendía a los abogados de oficio con uno de sus chistes.

Cada vez es más difícil decir algo que no resulte ofensivo a alguien en algún lugar del mundo. Guiarnos por las emociones de quienes se ofenden es peligroso. Porque algunos podrían aprovecharse para censurar sencillamente lo que quieren hacer desaparecer del mundo. Otros podrían pretender cosas que no tienen que ser buenas para todos. Otros, en fin, podrían ser tan sensibles que quizás el problema es suyo, no nuestro. Los llamados flanders u ofendidos.

En el programa televisivo La Roca hay una sección en la que se entrega un título de Club de Ofendidos por Juan del Val. Este tertuliano se muestra despectivo con los perros (“los perros son imbéciles”), con los que hacen halterofilia con mucha edad, con los culturistas, con los expertos en psicofonías, con los coachs… Son muchos los haters de Juan del Val.

A mí me censuraron en Argentina el libro “Pasión por la escuela. Cartas a la comunidad educativa” porque contenía una Carta a un profesor homosexual. Una carta que nació de la compasión hacia un ser humano que sufre injustamente.

En la cultura de la cancelación es más fácil eliminar a un enemigo que debatir sus ideas. Es una tendencia que está creciendo cada día, sobre todo en las generaciones más jóvenes… “Si no piensas como yo, no eres digno de mi respeto como ser humano”.

El principal problema que tiene la cultura de la cancelación es que en vez de hacer del mundo un lugar más respetuoso y diverso, lo cual sería maravilloso, favorece que la sociedad sea más intolerante, más uniforme y menos plural. La cultura de la cancelación arrasa el pensamiento critico.

Tenemos que escuchar opiniones diferentes a las nuestras, tenemos que relacionarnos con quienes tienen una visión diferente de la vida. De lo contrario perderemos la habilidad de comprender puntos de vista ajenos. Solo nos sentiremos a gusto con personas que piensan como nosotros. Eso hará que nos convirtamos en personas más tribales. El tribalismo alimenta la convicción de que “nosotros” somos mejores que “ellos”.

Por supuesto que no hay que admitir discursos de odio hacia un colectivo cualquiera. Otra cosa es que ni siquiera se pueda nombrar un tema para debatirlo o expresar una opinión de manera educada.

Karl Popper, famoso filósofo austríaco, formuló en 1945 la paradoja de la tolerancia. Básicamente dice que si somos totalmente tolerantes con las ideas de los demás también seremos tolerantes con las ideas intolerantes de los demás, lo que finalmente destruirá nuestra tolerancia.

Esta paradoja es habitualmente utilizada por la cultura de la cancelación para justificar sus procedimientos intolerantes. El problema, sin embargo, es que no siempre es fácil definir qué es una idea intolerante.

Otra cuestión que plantea Popper es que incluso las ideas intolerantes deberían ser toleradas siempre y cuando los intolerantes permitan el diálogo y un debate en el plano racional. Si se recurre a la imposición y a la violencia, entonces las ideas intolerantes no se pueden tolerar.

En la actualidad, la cultura de la cancelación tiene defensores y detractores. Entre estos últimos se encuentra un grupo de 150 famosos (entre ellos J.K Rowling, escritora de la famosa saga de Harry Potter), quienes firmaron un manifiesto en contra de este fenómeno en el año 2020.

Si alguien comenta o realiza acciones dentro de la legalidad, invítalos a justificar sus posturas, argumenta las tuyas y cuestiona todo. Esto te ayudará a comprender sus puntos de vista y promover versiones más informadas sobre tu perspectiva.

Ningún ser humano es perfecto. No obstante, resulta difícil darse cuenta y asumir los propios errores. En su lugar, es más sencillo señalar, humillar o agredir al otro que se equivoca. Si aceptamos que somos susceptibles de cometer fallas, seremos más empáticos con aquellos que cometen errores. Lo importante es que nos demos cuenta y rectifiquemos.

Jonathan Rauch, plantea seis señales para identificar una cancelación cultural. Voy a destacar tres

La primer es el punitivismo: se quiere castigar al que es distinto, no comprenderlo ni dialogar con él.

La segunda es la organización en grupos que hacen proselitismo, porque se busca ser más en lugar de tener razón.

La tercera pista es la fanfarronería moral. El discurso de quien cancela, de quien elimina es repetitivo, ritualista y acusatorio y se abusa de las etiquetas para dejar claro que el cancelado es moralmente inferior.

Dice Jordi Wild en el libro citado: “Para mí la cultura de la cancelación es uno de los peores cánceres. Es una verdadera pena que en este mundo cada día más complejo en el que deberíamos intentar dialogar más, intentar entender más al otro, intentar avanzar todos justos, aunque no estemos de acuerdo en todo…Solo nos dedicamos a censurarnos mutuamente porque no toleramos que el otro piense de una manera diferente”.


La cultura de la cancelación es la cultura del dogma. Los que no aceptan el dogma no solo están equivocados sino que son malvados.

Sin pretenderlo, encontré en la librería del aeropuerto de Barcelona ese mismo día otro libro que da respuesta a la cultura de la cancelación (de la eliminación, de la exclusión). Se titula “Educar la tolerancia. Cómo vivir comprometidos con la igualdad y la diversidad, cuya autora es la maestra Coni La Grotteria. Esa es la clave, a mi juicio.

Quiero cerrar citando a Nelson Mandela: “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar; el amor llega más naturalmente al corazón que su contrario”. Que así sea.


domingo, 7 de febrero de 2021

_- De fingir intimidad a enamorarse

_- En su primera cita en una pequeña cena de Rosh Hashaná, la Dra. Margaret Soper y Jason Kessler tardaron una fracción de segundo para actuar como si ya fueran pareja. No pasó mucho tiempo antes de que no fingieran

Fue unos días antes de Rosh Hashaná, y la Dra. Margaret Swenson Soper de repente se encontró sin planes. Ella acababa de enterarse de que las entradas que pensaba que tenía para asistir a los servicios se habían roto y sentía lástima por sí misma.

“Tuve una pequeña fiesta de compasión por mí misma”, dijo el Dra. Soper, de 41 años. “Y luego, a la mañana siguiente, me desperté y pensé: "¿Sabes qué? Voy a pensar en algo".

Se puso en contacto con un grupo de Facebook de otras madres médicas divorciadas y terminó conectándose con una mujer cuyo novio en ese momento, Sandy Climan, organizaba una cena de Rosh Hashana en Los Ángeles, donde vive la Dra. Soper. Después de intercambiar números, el Sr. Climan la invitó a cenar. Como nunca lo había conocido a él ni a su novia, la Dra. Soper buscó el nombre del Sr. Climan en Google y se asustó cuando supo que era un conocido productor de Hollywood.

“De repente me sentí realmente intimidada y pensé: "Espera un minuto, ahora voy a estar en este gran evento elegante de Rosh Hashaná, y voy a ser la médico nerd allí y voy a estar tan fuera de lugar, de lugar", dijo el Dra. Soper, que es una oncóloga de radiación en el Centro Médico Kaiser Permanente de Los Ángeles. "Y luego pensé en este tipo, Jason".

La Dra. Soper y Jason Alon Kessler coincidieron en la aplicación de citas con la Liga en agosto de 2018. Habían pasado las últimas semanas enviando mensajes, pero aún no habían intercambiado números de teléfono. El Sr. Kessler es un guionista que actualmente está trabajando en una próxima serie limitada para Apple Studios, y la Dra. Soper pensó que podría disfrutar de la cena, que al menos sería una primera cita memorable.

Sin que la Dra. Soper lo supiera, el Sr. Kessler, quien se había mudado recientemente a Los Ángeles, tampoco tenía planes para Rosh Hashaná. No iba a poder pasar las vacaciones con su familia en la costa este, y estaba en medio de su propia fiesta de lástima cuando ella mencionó la cena. Él sugirió que él fuera su cita, y la noche siguiente se presentó en su casa con un ramo de flores.

Cuando llegaron a la cena, se dieron cuenta de que lo que habían pensado que sería un gran evento era una comida íntima para las siete. Todos los demás en la mesa eran familiares o amigos cercanos, y la Dra. Soper y el Sr. Kessler tomaron una decisión en una fracción de segundo de fingir que ya eran pareja, para tratar de detener algo de la incomodidad. A medida que avanzaba la noche, se unieron por su secreto compartido y se conocieron a través de sus compañeros de mesa.

"Fingir intimidad era la manera perfecta de permitir que la intimidad real creciera", dijo la Dra. Soper. "Al fingir que nos conocíamos ..." "Nunca nos detuvimos", intervino Kessler, de 40 años.

Pronto estuvieron pasando gran parte de su tiempo libre juntos, y unos cinco meses después de comenzar a salir, el Dra. Soper le presentó al Sr. Kessler a su hijo de 5 años, Eli Zipser. "He estado esperando toda mi vida para encontrar a alguien de quien realmente pudiera enamorarme", dijo Kessler. “Solo los más afortunados entre nosotros pueden encontrar su felicidad para siempre, la persona con la que han estado soñando. Y es una inmensa riqueza que la mía viniera con un hijo tan increíble".

En noviembre de 2019, el Sr. Kessler le propuso matrimonio a la Dra. Soper en una ruta de senderismo cerca del Observatorio Griffith. Era un sendero que recorría a menudo cuando se mudó a Los Ángeles para perseguir su sueño de escribir guiones.

“Se sentaba en ese lugar con vista a la ciudad y se preguntaba qué le deparaba el futuro”, dijo la Dra. Soper. Ahora, dos años después, estaba de vuelta en el mismo lugar, esta vez con la Dra. Soper, que estaba embarazada del primer hijo de la pareja.

El 26 de abril de 2020, la pareja tuvo una versión moderna de una ceremonia de diezaim, una antigua ceremonia de compromiso judía, donde se leyeron los votos y se prestaron sus anillos de boda. El rabino Nicole Guzik, del templo Sinai en Los Ángeles, dirigió la ceremonia de forma remota. La Dra. Soper dio a luz a su hijo, Jordan Kessler, un mes después.

La pareja había planeado esperar hasta después de la pandemia para tener una gran boda, pero a medida que pasaban los meses, finalmente optaron por casarse en una ceremonia íntima con solo ellos dos y sus hijos.

Se casaron el 29 de diciembre, en la misma ruta de senderismo cerca del Observatorio Griffith. La jueza Judith Meyer de la Corte Superior del Condado de Los Ángeles ofició, mientras sus hijos, Eli y Jordan, observaban.

¿En cuanto a su anfitrión de Rosh Hashaná, el Sr. Climan?

"Hemos estado en dos cenas de Acción de Gracias con él, una de las cuales le dijimos que estaba embarazada", dijo Kessler. "Se ha convertido en una relación especial para nosotros".

https://www.nytimes.com/2021/01/29/style/from-feigning-intimacy-to-falling-in-love.html?surface=most-popular&fellback=false&req_id=940130796&algo=bandit-all-surfaces-decay-decay-02&variant=2_bandit-all-surfaces-decay-decay-02&imp_id=887609455&action=click&module=Most%20Popular&pgtype=Homepage

P. D.: Este artículo me trae a la memoria a William James, cuando lo estudiamos en clase de filosofía en bachillerato. Aquello de "no lloras porque estás triste, sino que estás triste porque lloras". Aquí sería: No te comportas como un enamorado porque la amas, sino que la amas porque te comportas como un enamorado. O también, si os comportáis como enamorados terminaréis enamorados,... Para enamorarse hay que actuar como enamorados... 

Lejos de la filosofía idealista alemana. Es el estado lo que lleva al comportamiento y no el comportamiento el que lleva al estado. 

Dicho de otra forma, comportarte como un enamorado sin estarlo, es un teatro no una realidad, estás fingiendo, actuando, no sintiendo un verdadero amor romántico. Sin duda, en nuestro mundo actual, da para mucho diálogo,...


William James (1842-1919) es el precursor del Funcionalismo (sinónimo de Psicología norteamericana para muchos), este enfoque se centra en el propósito y función de los procesos mentales, interesándose en la dimensión pragmática de la mente. Escribió “Principios de Psicología” (1890) es una de las grandes obras de esta ciencia. Él sin embargo se definía como filósofo por eso se dice de él que fue "psicólogo a pesar de sí mismo".

De sus postulados, el que suscitó y suscita mayor investigación y controversia fue su “teoría de la emoción”. En el artículo titulado “ What is an emotion?” (1884) afirma que la emoción es consecuencia de los cambios fisiológicos y no un antecedente o causa de los mismos. Esto fue realmente innovador ya que hasta entonces se creía que los cambios corporales son consecuencia de los sentimientos.

Postuló:
“Para el sentido común, cuando perdemos nuestra fortuna nos sentimos abatidos y lloramos; si tropezamos con un oso, temblamos y echamos a correr; si un rival nos insulta, nos encolerizamos y golpeamos. La hipótesis que defendemos considera incorrecto este orden; sostiene que uno de los estados de ánimo no es inmediatamente inducido por el otro, sino que entre los dos se interponen los cambios corporales y que la tesis más racional es la de decir que estamos tristes porque lloramos, irritados porque reñimos, medrosos porque temblamos, y no en orden inverso […..] sin los estados corporales consecutivos a la percepción, esta última sería un mero estado cognoscitivo, pálida incolora, desprovista de calor emocional” (“Principios de Psicología” 1890, pág. 1068)...

En cualquier caso ya sabes “Sonríe porque te sentirás alegre”. Dicho de otro modo. Estás alegre porque sonríe y no es que sonrías porque estés alegre.

domingo, 13 de julio de 2014

Placeres capitales en Venecia. Una ‘pasta povera’ en el restaurante La Cusina o un cóctel Bellini en el Cips Club del hotel Cipriani. En góndola, camino de la isla Giudecca para redescubrir la ciudad de Casanova

El tiempo nos hace prisioneros y cada paso que das es un paso menos, por eso te recomiendo una vez en la vida regalarte el privilegio de poder pecar y disfrutar de alguno de los placeres perfectos que ofrece Venecia y la belleza. Los pecados que se convierten en placeres capitales.

Puedes gastarte los ahorros que no sabes si tendrás tiempo de gastar, irte de luna de miel o, como decía Truman Capote (otro asiduo del Palazzo Dandolo), tener un amigo rico, pero procura no morir sin comer, beber o amar en uno de estos rincones de la Serenísima.

Ya lo dijo Peggy Guggenheim: una vez que la ciudad te ha mirado nadie puede salvarte. Regresarás a ella una y otra vez. Volverás con una u otra excusa a la isla de los Comedores de Loto. Nada te prepara para el hechizo veneciano y nada puede apartarlo de ti, ni siquiera las hordas de turistas de un solo día que forman un torrente humano por la Strada Nuova. Incluso en lo más tórrido del Carnaval o en lo más alto de la temporada alta, Venecia puede ser solo tuya. Si miras hacia arriba, en lo más alto de este poema de piedra está el oasis perfecto para escapar no solo de la vulgaridad y de la crisis, sino también de la realidad, porque esta isla está fuera del mundo y te transportará a otro universo en el que la vida real parece un sueño.

Nuestra ruta por los mejores de los pecados capitales comienza en el edificio que se ha convertido en uno de los símbolos de Venecia: el Palazzo Dandolo, sede del hotel Danieli, o, mejor dicho, de Il Danieli, porque el Danieli no es un hotel, sino que se ha convertido en un mito. En su hall con chimenea y en un baile de máscaras, Onassis encontró la mirada de María Callas y en una de sus habitaciones con vista a la isla de San Giorgio se consumó su amor por primera vez, pero no por última. Proust, que había leído durante años sobre Venecia, describió el sonido de las campanadas desde sus ventanas. Il Danieli es el lugar perfecto para la vida eterna y para sumergirnos en los tres pecados: comer, beber, amar. Empezaremos por el menos prohibido.

01 COMER
Nadie debería morir sin haber gozado del restaurante con las mejores vistas y quizá la mejor cocina de Venecia. El Terrassa del Danieli domina la plaza del Agua, que se extiende de la Salute a la isla de San Giorgio. Su chef, Gian Nicola Colucci, mezcla los sabores de Oriente y de Occidente con platos que recuperan la cocina de los dogos venecianos. Por algo el Danieli está a pocos pasos del puente de los Suspiros y del palacio Ducal, en un extremo de la Piazza di San Marcos. Si atravesamos la piazza por la acera del café Florián, escondido en una callejuela diminuta encontraremos el hotel Europa Regina, uno de los secretos bien guardados de Venecia. Su terraza, mirando a la Salute, puede ser el refugio perfecto en Carnaval, cuando las multitudes invaden la ciudad por unas horas. Aquí está otro de mis pecados de gula favoritos, por obra y gracia del chef Alberto Fol, alma del restaurante La Cusina, que recorre Italia recuperando viejas recetas como un arqueólogo del apetito. Su pasta povera al guazzetto di frutti di mare puede convertir a un anciano en joven y a un amargado en hombre feliz, al menos el tiempo en que dura el vino y la luna sobre la iglesia de Santa Maria della Salute. Y la última sorpresa para el paladar y la pecadora lengua está al otro lado de la laguna, pero comienza en el embarcadero de San Marcos. Allí, en un buen día de verano, puede oírse jurar en veinte lenguas, pero todos los pesares quedan atrás si subimos a una góndola como hizo Casanova y nos alejamos de nuevo del gentío para escondernos en la isla de la Giudecca en otro lugar mítico de Venecia: el hotel del Orient Express, el Cipriani, donde se alojan los viajeros que quieren entrar en la leyenda del tren Venecia-Simplon, el refugio de las estrellas de Hollywood durante la Mostra de Venecia... (Ilustración Urban Sketchers)
Leer más aquí en el País de los viajes.

jueves, 7 de julio de 2011

Le llaman amar


"Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio.

Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto".
Julio Cortazar, “Rayuela”

domingo, 10 de enero de 2010

¿Qué necesito de los demás para ser feliz? amor, pérdida y duelo.

La familia, la pareja y los amigos son una fuente de cariño y apoyo, pero también de problemas. Para mejorar nuestros vínculos afectivos hemos de empezar por cuidar nuestra relación con nosotros mismos.
Segunda entrega de esta serie de tres reportajes sobre crecimiento personal.

Teresa Casas "No poder tener hijos ha sido una lección de amor incondicional" 35 años. Casada. Gestora financera. El detonante de su fortalecimiento fue el no poder ser madre.

Elma Roura "Mi madre ha sido mi gran maestra en el arte de vivir" 25 años. Vive en pareja. Terapeuta y fundadora del centro Desarrolla-te. El detonante de su fortalecimiento personal fue el sufrimiento derivado de la relación con su madre.

Carlos Ocho "El amor llena de dicha al que ama y no tanto al amado" 28 años. Soltero, con pareja. 'Product manager' de la escuela de negocios EADA. El detonante de su fortalecimiento fue una ruptura de pareja que le desgarró por dentro.

Nuria Chiva "Lo que buscaba en los demás era lo que no me daba a mí misma" 27 años. Vive en pareja. Educadora social. El detonante de su fortalecimiento fue una depresión, en la que cayó por olvidarse de sí misma.

Gisèle Rottier "La muerte de mi hijo me hizo despertar a la vida" 55 años. Divorciada y con tres hijos. Empresaria. El detonante de su fortalecimiento fue la muerte de su hijo Víctor.

Aunque cada proceso de duelo es diferente, la reconocida psiquiatra suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross (1924-2004), autora de La muerte: un amanecer, estableció cinco fases que atravesamos al sufrir una pérdida:

1. Negación:
Negamos lo que nos ha sucedido, pues no somos capaces de asumir las consecuencias que implica la muerte del ser querido.

2. Ira:
Adoptamos el rol de víctima, sintiendo ansiedad, irritación y enfado, y buscando culpables con quienes canalizar nuestro malestar.

3. Lucha:
Intentamos cambiar lo que ha sucedido, negociando con los demás e incluso con la vida la posibilidad de recuperar al ser querido.

4. Tristeza:
Al empezar a reconocer la realidad de la situación, nos sentimos desanimados, frustrados y derrotados, lo que puede hundirnos en la depresión.

5. Aceptación:
Finalmente asumimos y aceptamos la pérdida, recuperando la normalidad de nuestra vida, pero con un nuevo nivel de comprensión, madurez y consciencia.

Rafael de la Fuente Labori, 22 años. Soltero, con pareja. Estudia ADE y Derecho, y realiza prácticas en una empresa. El detonante de su fortalecimiento fue la temprana muerte de su padre. "Perder a mi padre me hizo madurar y valorar a mi familia".

Para evitar las emociones negativas desde el inicio, "podemos aprender a aceptar las cosas tal como nos vienen, y a los demás, tal como son".

Aceptar no quiere decir estar de acuerdo con lo que ha pasado o se ha dicho de nosotros. Ni siquiera tolerarlo o resignarse.

"Aceptar significa no reaccionar mecánica e impulsivamente, lo que nos permite tomar la mejor actitud y conducta en cada momento y frente a cualquier persona", concluye esta terapeuta.

Nadie dijo que vivir fuera un asunto fácil. Y mucho menos cuando la vida consiste en relacionarse con los demás. Diariamente. Dado que no podemos cambiar lo que nos ha ocurrido, sí tenemos la opción de modificar nuestra actitud, de reinterpretar ciertos acontecimientos adversos y dolorosos de una forma más sabia y objetiva, dejando en nuestro corazón un poso de paz.

Ver nuestros conflictos relacionales como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje es una cuestión de entrenamiento y compromiso. Y de cambiar el foco de atención, dejando de señalar a los demás, para empezar a mirarse a uno mismo.

Tal como dijo el sabio Darío Lostado:
"Si no te conoces tú, ¿quién te conocerá?
Si no te conoces a ti, ¿a quién conocerás?
Si no te aceptas tú, ¿quién te aceptará?
Si no te aceptas a ti, ¿a quién aceptarás?
Si no te amas tú, ¿quién te amará?
Si no te amas a ti, ¿a quién amarás?"
10/01/2010.

Si deseas seguir leyendo el excelente reportaje, segundo de la serie aquí tienes el enlace a "El País".

Aquí los otros reportajes: 1. ¿Quién manda en mi vida? 3. Qué me aporta mi trabajo actual.