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viernes, 4 de abril de 2025

Qué le hace la ira a tu cuerpo, cómo gestionarla y qué podemos aprender de ella

Mujer gritando durante un episodio de ira

Fuente de la imagen,Getty Images

Pie de foto,El enfado explosivo puede ser dañino para la salud. Pero la ira también puede protegernos y darnos ímpetu para la acción.

"El ser humano es una casa de huéspedes.

Cada día una nueva visita, una alegría, una tristeza,

una decepción…"

En su célebre poema "La casa de huéspedes", el escritor persa Rumi, del siglo XIII, recuerda nuestra diaria convivencia con visitantes inesperadas, las emociones.

Algunas pueden ser intensas e incómodas, pero también aliadas que nos revelan información invaluable.

Es el caso de la ira, que puede "secuestrarnos" y ser incluso dañina para la salud, pero también darnos claridad y motivar un cambio positivo.

En BBC Mundo hablamos con dos expertas sobre esta emoción y cómo gestionarla.

La neurocientífica española Nazareth Castellanos es investigadora del Laboratorio Nirakara-Lab, cátedra extraordinaria de la Universidad Complutense de Madrid. Y Dolores Mercado es profesora del posgrado y la licenciatura de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Mexico, UNAM.

¿Qué sucede en nuestro organismo cuando se desata la ira? ¿Qué herramientas podemos utilizar para responder ante ella de forma saludable? ¿Y cómo ayudar a los niños a expresarla?

Qué sucede en el cerebro
Cuando se genera un conflicto, uno de los parámetros que nos habla de nuestra inteligencia emocional y de nuestro estado interior en ese momento es la velocidad de reacción, señala Nazareth Castellanos.

"Se dice que hay veces que el cerebro responde y hay veces que el cerebro reacciona. Lo ideal es que el cerebro responda, pero normalmente reacciona, es decir, responde muy rápido", explica.

"Imagínate que llega alguien y te dice algo que es aversivo. Esa información cuando entra al cerebro sigue su recorrido normal y al pasar por la amígdala, que es la zona más importante para las emociones más aversivas como la ira, la amígdala tiene que interpretar junto al hipocampo y la corteza frontal, esos tres, cuánto de desagradable ha sido esa reacción".

Ilustración que muestra la amígdala en el cerebro. 
La amígdala (en rojo en la imagen) "es la zona del cerebro más importante para las emociones más aversivas como la ira". 

Ilustración que muestra la amígdala en el cerebro

Fuente de la imagen,Science Photo Library

Pie de foto,La amígdala (en rojo en la imagen) "es la zona del cerebro más importante para las emociones más aversivas como la ira".

Cuando ya estamos estresados las neuronas en la amígdala tienen mucha actividad y reaccionamos más rápido ante cualquier estímulo, explica la experta, que nos propone considerar tres situaciones.

En la primera "llega fulanito y me dice algo desagradable. Y entonces el hipocampo y la corteza frontal, entre ambos, moderan a la amígdala. Imagínate el papel de un mediador. Es el escenario un poco idílico y no siempre útil".

En el segundo escenario alguien nos dice algo y nos enfadamos.

"La amígdala aumenta su actividad. Y empiezo a respirar de una forma más rápida, la tensión aumenta, mi corazón late más rápido y mi musculatura lo evidencia. Es lo que debe ser normal. Llega alguien que me dice algo negativo y respondo al enfado ahora".

Cuando ya estamos estresados, las neuronas en la amígdala tienen mucha actividad y reaccionamos más rápido ante cualquier estímulo.

En el tercer escenario ya estamos muy estresados o muy enfadados con fulanito.

"Y llega y me dice algo negativo. Mi amígdala ya está pa, pa, pa, pa, y le envia la información a la corteza frontal, pero sesgada. Se convierte todo en amígdala".

La reacción, en este caso, es exagerada.

"Entonces ahí puedo decir cosas de las que me arrepiento, hay gente a la que le puede dar un infarto. Es el circuito amígdala, hipocampo, corteza frontal. Pero en este caso, el que más voto, el que más peso tiene es la amígdala".

El corazón y el sistema digestivo
Un estudio de 2024, liderado por el profesor de Medicina de la Universidad de Columbia Daichi Shimbo, constató que un ataque de ira de ocho minutos altera la capacidad de los vasos sanguíneos para dilatarse, aumentando el riesgo de daño vascular a largo plazo.

El cambio más inmediato que notamos en un episodio de ira es en el sistema cardiorrespiratorio, ya que aumentan la presión sanguínea, la frecuencia del pulso cardíaco y la frecuencia respiratoria.

Los cambios a nivel digestivo, en cambio, suelen ser más lentos.

"El intestino tiene toda una red de neuronas que se llama el sistema entérico. Entonces el sistema entérico hace que se contraiga el estómago, que se inflame", explica Castellanos.

"Cuanto más arriba en el cuerpo, las cosas son más rápidas. El estómago y el intestino son lentos. Puede que tuve un enfado y ya me he calmado, y al cabo de un rato tengo la tripa hinchada, inflamada, noto ardor, un montón de jugos y tengo mucho malestar tanto estomacal como intestinal".

El intestino tiene toda una red de neuronas que se llama el sistema entérico. En un episodio de ira, "el sistema entérico hace que se contraiga el estómago, que se inflame".

La ira, motor de cambio
"Todas la emociones tienen una función, como dice el poema muy bello de Rumi 'La casa de huéspedes'", señala Castellanos.

"A veces hay que dar un puñetazo a la mesa, no quedarnos en plan está todo bien".

"Hay un libro que me gusta mucho que es 'El optimismo inteligente'. Si fulanito me dice tal cosa y yo intento poner (cara buena), a lo mejor no estoy reaccionando a lo que debiera reaccionar. Hay que tener mucho cuidado", indica.

Dolores Mercado nos recuerda que "la ira es la respuesta emocional que se produce ante una agresión, una injusticia o el obstáculo para lograr los propios objetivos".

"Al igual que todas las emociones tiene una función adaptativa (desde luego protectora) y entre sus funciones están: restaurar la justicia y eliminar los obstáculos al logro de los propios objetivos. Comunicar que se está enojado".

Pero cuando la intensidad es muy alta o su duración es muy grande (es tan frecuente que casi se vuelve habitual), la ira daña fisiológicamente a las personas, su bienestar subjetivo y sus relaciones sociales, agrega la experta de la UNAM.

"También cuando la respuesta no corresponde a la situación ambiental o al estímulo interno, se dice que es una ira irracional. Ésta no es adaptativa".

"Si las mujeres en Londres en los años 1900 no se cabrean, no votamos". Cuando las emociones surgen como reacción a una situación que consideramos injusta, el enfado nos genera una necesidad de acción.

"San Agustín tiene una frase muy bella que dice 'la esperanza tiene dos preciosos hijos: el enfado cuando nos damos cuenta de cómo son las cosas y el valor para cambiarlas'", afirma Castellanos.

El problema es que muchas veces no sabemos vehicular el enfado para llevarlo a una resolución de ese conflicto, agrega.

"En España, por ejemplo, muchas veces decimos que nos enfadamos mucho y no hacemos las cosas. El otro día estaba en el metro,y no funcionaba la máquina para meter la tarjeta", relata.

"Y todo el mundo decía, 'ostia, ostia', pero nadie fue a poner una queja".

"Entonces te has llevado un disgusto inmenso, pero no has cambiado nada".

Castellanos señala que la ira agudiza los recursos neuronales, amplifica la percepción.

"Hay que agradecer sus funciones, muchas de las cosas en que hemos avanzado como seres humanos ha sido gracias a la ira de unos pocos. Si las mujeres en Londres en el mil novecientos no se cabrean, no votamos".

Herramientas para gestionar la ira

1- PERMITIR, OBSERVAR E INVESTIGAR

La psicóloga estadounidense Tara Brach enseña una herramienta para las emociones llamada RAIN (lluvia en inglés). RAIN es el acrónimo de cuatro palabras Recognize (reconocer), Allow (permitir), Investigate (investigar), Nurture (alimentar y cuidar la parte de nuestro interior de donde parte esa emoción).

Al investigar la ira podemos preguntarnos: ¿qué es lo que me ha enfadado?, ¿qué quiero cambiar?, ¿es justo que lo cambie?

"A lo mejor yo estoy interpretando mal, porque siempre hay que tener esa autocrítica también. Y con esa mirada humilde, pero práctica. A lo mejor estoy amplificando porque estoy muy nerviosa", afirma Castellanos.

"Para mí, uno de los ejercicios más importantes de la salud mental es poder discernir entre una emoción y otra. Primero contigo, pero de forma muy honesta. Pues cuando la amígdala tiene mucha actividad perdemos honestidad. Me autodefiendo, echo la culpa al otro, porque la amígdala es muy protectora del yo, de la imagen. Se dice siempre que a la amígdala le gusta tener razón. Entonces, claro, hay que bajarla un poco para que tengamos la claridad suficiente".

Mujer reflexionando sentada en un sillónFuente de la imagen,Getty Images Pie de foto,Al investigar la ira podemos preguntarnos: ¿qué es lo que me ha enfadado?, ¿qué quiero cambiar?, ¿estoy amplificando la situación por mi estado nervioso?

2- LA IMPORTANCIA DE LA EXHALACIÓN

Nazareth Castellanos comparte otra herramienta sobre la cual ella y sus colegas realizaron un nuevo estudio, en proceso de publicación en la revista Biological Psychology.

"Cuando estamos muy ansiosos y enfadados el patrón respiratorio se altera. La amígdala hace una cosa que se llama la apnea provocada por la amígdala. Normalmente después de la exhalación hacemos una pequeña apnea, son tiempitos sin respirar. Inhalo, exhalo, una pequeñita parada y vuelvo a inspirar".

"Cuando estoy muy enfadada cambia mucho la respiración. Entonces esa apnea después de la exhalación se altera y eso hace a su vez que mi cerebro se estrese más. Es decir, la amígdala utiliza el cuerpo para propagar su estrés. Por tanto, si yo recurro al cuerpo, puedo acceder a la amígdala".

Si en esos momentos de mucho enfado intentamos pensar "no tenemos control frontal", estaremos llamando a una puerta que será difícil de abrir. Pero la amígdala recibe información no consciente del cuerpo.

Lo que debemos hacer entonces "es intentar ralentizar la respiración, de forma que la exhalación sea más larga que la inhalación". Podemos, por ejemplo, inhalar contando tres y exhalar en seis.

"Hemos visto que esa parte de la exhalación es la que más trabaja sobre esas redes cerebrales que controlan a la amígdala".

La experta señala que basta hacer el ejercicio pocos minutos para comenzar a sentir el efecto. Aunque advierte que llegarán las interferencias.

"Hay que entrenarse y volver a la respiración y si viene un pensamiento dejarlo que pase, porque cuanto más le cierres la puerta más fuerte golpea. Déjalo que entre, pero te pones en esa posición de observarlo".

Ralentizar la respiración y hacer que las exhalaciones sean más largas que las inhalaciones "trabaja sobre las redes neuronales que controlan a la amígdala".

3- EL PODER DEL MANTRA

Otra herramienta compartida por Castellanos proviene de un estudio de la Universidad de Tel Aviv llamado "El efecto mantra".

"Es un artículo que a mí personalmente me ha ayudado", expone.

"Ellos escogieron un grupo de personas y le dijeron, si estás enfadado tienes que repetir durante un tiempo una palabra. Pero tiene que ser una palabra que no tenga ninguna connotación espiritual, ni religiosa, ni emocional, ni Jesucristo, ni Buda, ni amor, nada. Una palabra neutra, mesa, vaso. A nadie le emociona un vaso".

La idea es entonces repetir esa palabra, vaso, vaso, pero en silencio. Los investigadores observaron que repetir ese mantra bajaba la actividad de la amígdala.

Repetir una palabra neutra calma a la amígdala, según el estudio "El efecto mantra". "Gran parte de las interferencias de la amígdala en el enfado son verbales, 'pero si me ha dicho que no', 'pero si yo fui', la amígdala es muy de palabra, es una cotorra enfadada, bla, bla, bla.

"Y entonces si le das palabras, pero no información, la amígdala se calla. Ella necesita lenguaje, pero el pensamiento no es alrededor de lo sinvergüenza que es este tío y tal. Dale lenguaje, pero no le des información".

Ayudar a los niños
En muchos casos los niños son alentados a no expresar la ira.

"Tenemos como miedo a la emoción negativa. Tu hijo tiene que tener rabietas y tienes que saber que para ti va a ser muy desagradable", señala Castellanos.

"El niño que se salte las rabietas es el que preocupa. Otra cosa es que aquello se dispare o sea desproporcionado. Cuando hablamos de emociones, yo creo que la palabra más importante es equilibrio, no ausencia.

"La rabieta cumple una función en el cerebro de un niño que está creciendo. Es un mecanismo por el cual el cerebro genera esas conexiones que van de la amígdala a las partes frontales. Son como pruebas de sonido".

"La rabieta es un mecanismo por el cual el cerebro genera esas conexiones que van de la amígdala a las partes frontales". ¿Cómo pueden los padres ayudar a los niños en ese proceso?

"Yo lo que hago mucho con mi hija es respirar. Tienes que dejarle que se exprese. Que ella sienta que está contenida, que hay alguien ahí que controla, que hay límites con firmeza, límites amorosos. Para mí lo que resulta difícil es no contagiarme de su rabieta, no ponerme yo nerviosa también, porque con el cuerpo de nuestros hijos tenemos una gran sincronización. Ella tiene una rabieta y la tengo yo dentro", admite.

"Entonces muchas veces respiro. O recurro a lo que te decía del efecto mantra. Mientras está ahí, montando un circo tremendo, repetirse una palabra".

Dolores Mercado señala que hay que enseñar a los niños que es normal enojarse y que hay que reconocer cuando se está enojado.

"Hay que darles espacio para que se enojen y expresen su enojo, hay que ayudarlos a analizar la situación que les provocó el enojo, la reacción que ellos tuvieron, las consecuencias de esta reacción y si ellos creen que hubo un buen manejo de la situación.

"Una estrategia consiste en enseñar a no expresar la ira impulsivamente, pensar en la situación y entonces responder. Otra es preguntarse ¿qué es lo que quiero? Y ¿cómo lo puedo lograr?, enseñarles que se logra más intentando soluciones pacíficas que impulsivas y agresivas".

Gestionar la ira, pero no reprimirla
"Un primer problema con la ira reprimida es que no se soluciona el problema que la generó", explica Mercado.

"Una consideración importante es la modalidad de expresión de la ira. En la modalidad explosiva se entra en un circuito de retroalimentación que estimula nuevamente la ira...Cuando se aprende a regular la ira se puede expresar para lograr los cambios en la situación que la provocó, con menor daño personal y social. Se expresa la ira y se solucionan los problemas".

En su libro "Cuando el cuerpo dice NO", el psiquiatra canadiense Gabor Mate explica por qué reprimir la ira y no marcar límites siendo auténticos y respetando nuestros sentimientos conduce a dolencias. Si nosotros no decimos NO, el cuerpo lo hace por nosotros a través de la enfermedad.

"Cualquier emoción que sea reprimida va a salir por otro lado y normalmente se va a somatizar", señala Castellanos.

Mujer con rostro triste. Su marido se ve a la distancia.

En su libro "Cuando el cuerpo dice NO", el psiquiatra canadiense Gabor Mate explica por qué cuando no logramos decir NO respetando nuestros sentimientos, el cuerpo dice NO por nosotros a través de la enfermedad. "Entonces, así como cuando estás mal físicamente eso te va a generar un estado psicológico, el estado psicológico te genera lo otro, va en dos direcciones", añade.

"Tenemos que comprender que son dos caras de la misma moneda y que cuidar la salud mental es cuidar la salud física y cuidar la salud física es cuidar la salud mental".

Castellanos señala que es importante recordar esa conexión especialmente en situaciones adversas en la vida, en las que sabemos que nuestro cuerpo y salud mental van a sufrir.

"Entonces dices, ¿pues cómo me preparo?

"Hemos hecho un estudio muy bonito en el que hemos visto que cuando estamos mal en cuestiones de salud mental, el cerebro escucha más al cuerpo. Por tanto, si tomas una mala dieta y tienes una alteración de la salud mental te va a afectar más, la comida basura te la puedes permitir cuando estés bien de vez en cuando, pero si estás mal te va a sentar peor", indica.

"Dices, 'estoy atravesando una situación porque me han despedido, porque me he separado, porque ha habido un duelo, esto me va a afectar', estoy un poco más obligada a cuidar mi cuerpo.

"Heidegger tiene un concepto muy bonito del 'dasein', que es el ser, dice que es intrínseco del ser cuidarse. El que no se cuide está traicionando a su ser".

Mujer con los ojos cerrados en un momento de introspección.

"Siempre es importante escuchar a nuestras emociones", afirma Dolores Mercado. Expresar la ira, observarla, investigarla y no reprimirla.

El maestro budista Thich Nhat Hahn afirmó que debemos atender a nuestras emociones como una madre atiende amorosamente a su bebé que llora.

"Siempre es importante escuchar a nuestras emociones", afirma Mercado.

"La ira es un sistema de lectura de la realidad y un medio de comunicación de la emoción de las otras personas y hacia ellas. Requiere del análisis de la situación (reflexión) para obtener la mayor ganancia de ella".

Como señala el poema de Rumi sobre las emociones, no hay que cerrar la puerta cuando llegan los huéspedes inesperados.

"Sé agradecido con quien quiera que venga,

porque cada uno ha sido enviado

como una guía del más allá".


viernes, 18 de octubre de 2024

"Creía que el amor de mi vida quería robarme a mi bebé": qué es la psicosis posparto (y en qué se diferencia de la depresión posnatal)

Laura Dockrill sonriendo, con una copa de champán

Fuente de la imagen,Cortesía de Hugo White

Pie de foto,Laura Dockrill publicó esta foto en las redes sociales en 2018, en la que se ve feliz. Pero las apariencias engañan.


La vida de la poeta, escritora e ilustradora británica Laura Dockrill era encantadora.

Tenía una carrera exitosa y su sueño adolescente se había cumplido: estaba con su amor de la infancia, la estrella de rock Hugo White.


Por si fuera poco, acababa de dar a luz a Jet, un bebé muy deseado.

Días después, publicó en sus redes sociales la foto que ves arriba, con una leyenda que decía: "¿Adivina qué? Soy madre", y un montón de emojis.

"Supongo que fue como un anuncio para mostrarle al mundo que estaba bien, feliz y alegre y todas esas cosas... pero no lo estaba".

Eso le contó a la BBC en una entrevista que nos lleva a un lugar al que rara vez vamos: al interior de la mente de una mujer que no ingresa fácil y dichosamente al mundo de la maternidad.

"Días después de que me tomara esa foto, me ingresaron en un pabellón psiquiátrico", revela la escritora.

Se supone que convertirse en madre es algo natural y hermoso. Pero hoy en día sabemos que una de cada diez madres sufren de depresión posnatal.

Con lo que tal vez estemos menos familiarizados es con la psicosis posparto.

Afecta a una de cada 1.000 madres y es considerada como una emergencia psiquiátrica que requiere hospitalización (más detalles al final del artículo).

La buena noticia es que, aunque es uno de los tipos de colapso más feroces y repentinos, también es una de las condiciones que se puede tratar con más éxito.

De ahí la importancia de saber de su existencia, pues una vez identificada, se puede curar totalmente, al punto de que sólo queden recuerdos, como los de Laura.

El encuentro
"Recuerdo que la comida de la fotografía, me agarraba con las manos a la parte inferior de la silla. Me sentía desanclada, como si estuviera hecha de píxeles y fuera a salir volando", cuenta Laura.

"Y recuerdo que escuché la sirena de una ambulancia o de una patrulla de policía y pensé: 'Vienen por mí'".

En su mente, los había llamado quien le había tomado la foto, su marido Hugo.

Era, sin que ella estuviera en capacidad de saberlo en ese momento, una sinrazón.

Su relación había sido, y seguía siendo, como de cuento.

Laura y Hugo abrazados en un jardín Fuente de la imagen,Cortesía de Hugo White Pie de foto,

Laura y Hugo fueron durante años grandes amigos, pero luego se separaron por una década. Se habían conocido cuando Laura tenía 14 años. Llegó por casualidad con sus amigas y algunos chicos a una casa en la que él estaba.

"De repente, apareció. Recuerdo verlo bajando las escaleras, con una sudadera con capucha y una sonrisa traviesa y ojos brillantes", dice.

Laura quedó prendada y todo iba bien.

"Empezamos a charlar de inmediato y parecía genuinamente interesado en mí. Nos gustaba la misma música y todo. Pero yo todo el tiempo me repetía: 'No te enamores. Te estás arriesgando al fracaso'", cuenta.

"Mi autoestima era tan baja que incluso cuando le estaba hablando sobre mis amigas, diciéndole: 'Esa es la chistosa, esa es la inteligente...' y él me dijo: 'Entonces tú debes ser la bonita', no pude creer que lo decía en serio".

Laura recuerda: "Pensaba que alguien tan atractivo que podía estar con quién deseara, no podía escogerme a mí".

"Terminé emparejándolo con una de mis amigas... el error más grande que he cometido, y él probablemente se sintió insultado, después de haberme dejado en claro que yo le gustaba".

A pesar de todo, Laura y Hugo se volvieron mejores amigos.

"Estábamos juntos todo el tiempo. Yo fui al funeral de su mamá, él vino a la boda de mi mamá y mi padrastro... en todos los momentos importantes estuvimos uno al lado del otro", cuenta.

"Nos mandábamos música y cartas, que, aunque no lo comprendí en el momento, eran de amor".

Hugo y Laura jóvenes y maquillados Fuente de la imagen,Cortesía de Hugo White Pie de foto,

Durante años se lo pasaban juntos.

El tiempo pasó y cuando Laura tenía 19 años, se atrevió a hacer lo que nunca antes había hecho.

"Decidí revelarle lo que sentía. Se sorprendió tanto que no dijo nada... ¡nada!", cuenta ella.

"Me dio tal vergüenza que pensé: 'Hasta aquí llegamos. No podemos seguir siendo amigos'. Le había dicho que lo quería y no había respondido, y eso era imperdonable".

Fue así que dejaron de verse por 10 años.

El reencuentro

Durante esa década, la banda de indie rock The Maccabees, en la que Hugo tocaba, se hizo cada vez más exitosa.

"Era difícil ver a su banda en carteles y encabezar los festivales en los que estaba y a los amigos preguntando: '¿Has escuchado esta nueva melodía de The Maccabees?', y nosotros, sin hablar", cuenta Laura.

Y agrega: "De vez en cuando nos mandábamos un mensaje de texto de feliz cumpleaños, pero no nos vimos".

Un día, cuando ambos tenían 30 años y acababan de terminar con relaciones afectivas largas, se encontraron para tomarse un café y ponerse al día.

"Fue muy amigable, así que nos volvimos a encontrar. Pero sentía que era difícil leer a Hugo", confiesa ella.

"Pensé que era muy ingenuo creer que podíamos retomar la relación de donde la dejamos. Había tanto sin decir y habían pasado tantas cosas".

Hugo White en el escenarioFuente de la imagen,Getty Images Pie de foto,

Hugo White tocando con The Maccabees en 2012 en Birmingham, Inglaterra. "Además tenía mis propios prejuicios: yo todavía vivía a la vuelta de la esquina de la casa en la que crecí. ¿Por qué le iba a interesar mi minúscula vida cuando él había visto el mundo y había estado en giras por lugares increíbles y probado otro tipo de vida?", reconoce.

Sin embargo, hubo una pregunta que no pudo evitar hacerle: "¿Alguna vez sentiste algo por mí en ese entonces?".

"Y él simplemente dijo: 'Por supuesto que sí'. Fue un gran momento".

Por fin, esa larga historia de amor comenzaba y pronto Laura quedó embarazada de su hijo, Jet, que ahora tiene 6 años.

Pero después de un parto traumático, su felicidad se tornó en algo que jamás imaginó.

El desencuentro

"Fue en la sala de maternidad que todo se puso realmente mal", señala Laura.

Y explica: "Me volví salvaje. Bebía litros y litros de agua directamente de la jarra. Aunque soy vegetariana, cogía pollo o lo que encontrara y me lo devoraba arrancando toda la carne del hueso".

"Tenía una rara y desafortunado reacción a la epidural y me rascaba todo el tiempo hasta sangrar", agrega.

"Me sentía como un tigre enjaulado, cansado y agresivo".

Cuenta que al bañarse, alucinó que la manguera y cabeza de la ducha "eran una serpiente contra la que luchaba".

Pero en vez de advertir que no se sentía bien, actuó como todo lo contrario.

"Ojalá lo hubiera dicho, pero, no todas nos sentimos bien en esos momentos. La gente te dice: 'Es la tristeza posparto, pasará. Son las hormonas'. Y yo pensaba: ¿por qué no puedo ser más valiente? ¿Dónde está mi instinto maternal?".

En casa, le seguían pasando cosas: "Sonaba una canción en la radio y pensaba, ¿me está hablando a mí? ¿O ese osito de peluche me está mirando feo? Paranoia, conspiración, pensamientos acelerados... perdí todo sentido de la realidad".

Pero había una idea por demás aterradora: "Creía que Hugo, el amor de mi vida, estaba tratando de alejarme de Jet".

"Eso era realmente horrible, porque todo lo que cualquiera trataba de hacer para ayudarme, yo interpretaba como algo en mi contra".

Fue a la cantante Adele, amiga de Laura, a quien primero se le ocurrió que podía tener psicosis posparto.

Preocupada cada vez más por las llamadas extrañas de su amiga, buscó en Google "volverse loca después de tener un bebé".

La cantante Adele y LauraFuente de la imagen,Getty Images Pie de foto,

Adele es amiga de Laura desde la adolescencia. Su canción "My Same", del álbum 19, trata sobre Laura. Después de ser diagnosticada con psicosis posparto, Laura se despertó en su primer Día de la Madre en una sala psiquiátrica, aún convencida de que todo era un plan en su contra.

Eso, curiosamente, la ayudó a mejorarse.

"Estaba segura de que todos planeaban quitarme a Jet en un juicio por la custodia y que estaban haciendo todo eso para reunir evidencia", cuenta.

"Pensaba que si no asistía a todas las reuniones, comía todas mis comidas, tomaba todos mis medicamentos, dirían que no estaba cooperando en el hospital. Así que quería parecer una buena madre para poder ganar esa batalla legal".

Poco a poco, tuvo que aprender a confiar en sí misma y en Hugo.

"Hubo un momento en el hospital que lo acusé diciéndole que sabía que estaba planeando deshacerse de mí y le dije cosas horribles. Recuerdo que él simplemente se arrodilló, me tomó las manos, y me dijo que estaba enferma y que no era mi culpa".

"La forma en que me habló hizo que todo lo demás se volviera borroso y fue la primera vez que lo vi", narra Laura.

"Él me sacó de la psicosis. Estaba tomando muchos medicamentos, pero el amor es definitivamente la medicina que me sanó".

Laura en una playa con su hijo Fuente de la imagen,Cortesía de Hugo White
Pie de foto,"Siento que he visto a los monstruos del mundo y todavía amo el mundo aún más", dice Laura.

Laura se recuperó después de dos semanas en el hospital y ahora comparte sus experiencias para ayudar a otros.

"Siento que he visto a los monstruos del mundo y todavía amo el mundo aún más", dice Laura, y añade: "Pero me hubiera gustado que alguien me hubiera hablado de las enfermedades mentales, cómo son, pero también cómo pedir ayuda".

"La enfermedad no discrimina. Puede sorprender absolutamente a cualquier persona y cualquier cosa puede desencadenarla", explica.

Plasmó sus memorias en What Have I Done? Motherhood, Mental illness & Me ("¿Qué he hecho? La maternidad, la enfermedad mental y yo"), publicado en 2020.

Tanto ella como su marido son embajadores de la organización benéfica Action on Postpartum Psychosis.

Recientemente Laura publicó I love you. I love you. I love you ("Te amo. Te amo. Te amo"), una novela basada en su historia con Hugo.

*Si quieres escuchar la entrevista completa en inglés de BBC Outlook, haz clic aquí.

línea azul La depresión posparto y la psicosis posparto son dos afecciones de salud mental distintas pero potencialmente graves.

Depresión posparto

La depresión posparto puede interferir con la capacidad de cuidar al bebé y realizar otras tareas diarias. Si no se trata, puede durar muchos meses o más.

Los síntomas pueden incluir:

Estado de ánimo depresivo o cambios graves de humor
Dificultad para establecer un vínculo con el bebé
Perder el apetito o comer mucho más de lo habitual
Insomnio o dormir demasiado
Terrible fatiga o falta de energía
Intensa irritabilidad, ira, desasosiego, desesperanza, ansiedad y ataques de pánico
Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio

Psicosis posparto

La psicosis posparto es menos común pero más grave: puede causar pensamientos o conductas que ponen en riesgo la vida y requiere tratamiento inmediato.

Entre los síntomas están:

Sensación de confusión y desorientación
Pensamientos obsesivos acerca del bebé
Alucinaciones e ideas delirantes
Problemas de sueño
Demasiada energía y malestar
Paranoia
Intentos de la madre de lastimarse a sí misma o al bebé * 

Fuente: Clínica Mayo 

jueves, 18 de enero de 2018

_- Los hijos de los esclavos del siglo XXI, aprenden a escribir. La esclavitud sigue presente en Mauritania (entre otros países). Se transmite de generación en generación por la posesión de la madre y los esfuerzos por liberar a los niños no siempre dan frutos.

_- Las minúsculas casas de madera o de bloques sin enlucir, apenas una habitación donde dormir y protegerse del sol abrasador, se desparraman de manera anárquica sobre la arena de Tarhil. Nada que se parezca a calles o que revele una mínima planificación. Y, sin embargo, aquí vive gente. Mucha gente. Sólo un descascarillado edificio amarillo de dos plantas se levanta en medio del barrio. A su sombra, 123 niños de entre siete y 12 años que no tienen ni siquiera papeles en los que aparezca su nombre o su edad aprenden a leer y escribir, las únicas herramientas que les van a permitir romper las cadenas invisibles que les atan a una miseria secular que les ha acompañado a ellos y sus familias. Son hijos y nietos de esclavos, descendientes de siervos sin derechos que siguen tan excluidos y oprimidos como sus padres y abuelos, porque en esta Mauritania del siglo XXI la esclavitud y sus tristes consecuencias siguen vivas y coleando.

El pequeño Bouba debe tener unos ocho años y apenas si dice tres palabras en francés. “Bonjour, ça va”, repite machacón, tratando de llamar la atención de los visitantes extranjeros. La sequía y la pobreza forzaron a sus abuelos a abandonar su pueblo natal, en Atar, para venir a instalarse en este barrio del distrito de Riad, en la desértica Nuakchot, la recién nacida capital de la también recién nacida Mauritania. Al calor de posibilidades de tener un trabajo digno. Eran los años setenta del siglo pasado y lo único que conocían era su propia esclavitud, la servidumbre a su señor. Analfabetos, nómadas que pastoreaban los camellos del amo. Nadie los liberó, pero tampoco nadie los reclamó cuando se fueron. Como los abuelos de Bouba, cientos de miles de haratines o moros negros se empeñaron en vivir y tener hijos y nietos, en ser libres. Otros ni siquiera pensaron en ello. Porque un sólido edificio de opresión y servilismo levantado durante siglos no se puede derribar en un día.

“La esclavitud sigue presente en Mauritania, nunca ha desaparecido”, asegura Aminetou Mint El-Moctar, conocida activista por los Derechos Humanos y líder abolicionista que ha hecho de su vida puro compromiso, “se transmite de generación en generación a través de la mujer, lo que se llama esclavitud por nacimiento”. Es difícil hablar de cifras en la opaca Mauritania, pero la asociación Global Slavery Index habla de unas 155.000 personas aún sometidas a sus amos en este país, mientras que El-Moctar piensa que pueden ser incluso el doble. “Son agricultores y pastores en el interior o esclavos domésticos en Nuakchot. No tienen estudios ni la posibilidad de tenerlos, están alienados, sus padres fueron esclavos y ellos también lo son, es lo único que conocen. No hay argollas ni cadenas ni hacen falta, es la estructura social, la ignorancia y el miedo lo que les mantiene ligados a sus amos”, añade.

En la escuelita de Tarhil, la maestra Belly Diallo, de 18 años, hace lo que puede. “Estos niños son pobres de solemnidad, sus familias no tienen nada, son descendientes de esclavos en primera o segunda generación. Llegan aquí sin haber pisado una escuela porque no tienen certificados de nacimiento ni dinero para comprar material, aquí les damos libretas y bolígrafos y les enseñamos a leer y escribir en árabe y francés”. Construida por la Asociación de Mujeres Jefas de Familia de Mint El-Moctar, la iniciativa pretende dar una oportunidad a quienes no la tendrán de otra forma, romper el ciclo de la pobreza. Hadjiatou Said es la directora. “Llevamos dos años funcionando, pero tenemos otros cuatro centros como este, dos más en Nuakchot y otros dos en Rosso y Kaedi”.

Sobre el papel, la esclavitud fue abolida en 1981. Sin embargo, durante décadas esta decisión pasó sin pena ni gloria, pues no se perseguía ni sancionaba a los esclavistas, que siguieron manteniendo esta práctica con total impunidad. Hubo que esperar hasta 2007 para que el Parlamento mauritano criminalizara la esclavitud. “Sin embargo, las penas de cárcel eran ridículas y las indemnizaciones a las víctimas insignificantes. El problema principal estuvo en su aplicación, sólo se llegó a producir una condena a partir de esta ley, una sola”, aclara Mint El-Moctar. Hace sólo unos meses la presión de las asociaciones abolicionistas logró forzar una reforma legal para considerar la esclavitud un crimen contra la Humanidad y endurecer la norma, aprobando penas de hasta 10 ó 15 años para los culpables y reparaciones más elevadas.

“Pero el problema sigue siendo el mismo, la falta de voluntad política para aplicar la ley. Hay más de un centenar de dossiers y nada. Las víctimas están por todas partes, en Atar, en Nema, en Zoueratt, pero no se hace nada. Es una ley para consumo extranjero, el discurso oficial sigue negando incluso la existencia de la esclavitud, pero nosotros continuaremos luchando para que se aplique la legislación”, añade El-Moctar. En este empeño están junto a otros colectivos como SOS Slaves, Terres des Hommes, la Confederación Libre de Trabajadores de Mauritania o la Iniciativa para el Renacimiento del Movimiento Abolicionista (IRA), cuyo líder y presidente, el también activista por los Derechos Humano Biram Dah Abeid, se encuentra en prisión desde el pasado mes de enero por organizar una marcha contra la esclavitud.

Ahmed Khalifa nació esclavo. “Mi señor era traductor para los franceses en la época de la colonización. Tenía muchos camellos, cabras, de todo. Mi madre le pertenecía y compró a mi padre para que le cuidara a los animales; así se conocieron. Mi caso fue distinto al de muchos, yo crecí en el desierto, tenía libertad para jugar y mis padres estaban juntos. Eso sí, recuerdo que había niños que iban al colegio y yo no pude, no me dejaban”. A los 15 años, en 1975, Khalifa fue liberado por su amo y ahora colabora con los movimientos abolicionistas. “Tenemos un sistema que perpetúa la dominación, que sigue considerando a los negros inferiores. Esto debe cambiar”, explica.

El problema no es solo la persistencia de la esclavitud. La discriminación en múltiples formas que sufren los haratines en este país se extiende también a otras etnias negroafricanas, wolofs, peuls, sarakollés, etc, que comparten este mismo territorio llamado Mauritania. O incluso a los emigrantes que llegan hasta aquí procedentes de otros países en busca de una vida mejor. En el sur del país, cerca de Senegal, aún duele lo sucedido en 1989, cuando miles de negros fueron expulsados de sus tierras tradicionales y obligados a cruzar la frontera tras un serio incidente entre agricultores sedentarios y pastores nómadas. La violencia degeneró en una masacre de senegaleses en Mauritania seguida de una auténtica caza al mauritano en Senegal y en un conflicto que supuso la ruptura de relaciones diplomáticas durante años.

Muchos de esos negros expulsados han vuelto y se han encontrado sus tierras ocupadas por otras personas, lo que ha generado nuevas frustraciones. La espiral de tensiones entre la minoría de moros blancos, que detentan el poder, y la amplia mayoría de haratines y negroafricanos, casi siempre excluidos de la toma de decisiones, no dibujan un panorama halagüeño. “El presidente Abdel Aziz fue a rezar a Kaedi por las víctimas del genocidio y piensa que con eso está todo arreglado. Este país necesita una comisión de reconciliación, saber quién ha matado a quién, que se juzgue a los culpables de aquello, indemnizar a las víctimas y crear un monumento al que poder ir a rezar por los fallecidos. Mientras esto no ocurra la herida seguirá sangrando”, remata Aminetou Mint El-Moctar.

En la puerta de la escuela para descendientes de esclavos de Tarhil, que recibe el apoyo financiero de Unicef, la pequeña Aisha sonríe. Es la hora del recreo y los niños corretean por la arena. “Una vez que reciben las primeras nociones intentamos que se incorporen a la educación reglada, pero para eso tenemos que conseguirle papeles primero. El proceso es lento y arbitrario, a veces no lo conseguimos”, señala Khalifa. Al igual que en Mauritania, países de la banda saheliana como Mali, Níger o Sudán siguen tolerando, de una forma o de otra, prácticas esclavistas que vienen de lejos y que perpetúan formas de dominación incompatibles con los convenios y acuerdos internacionales que esos mismos países han firmado. Si le sumamos el sudeste asiático se calcula que en el mundo hay unos 27 millones de esclavos a causa de deudas, tradiciones o trata de personas. Mientras tanto, en este edificio amarillo de las afueras de Nuakchot, Aisha, Bouba y los demás se preparan cada día para que haya un mañana diferente.

AMINETOU MINT EL-MOCTAR: “NECESITAMOS MENOS TRIBU Y MÁS CIUDADANÍA”
 Resultado de imagen de AMINETOU MINT EL-MOCTAR
No conoce otra forma de vida que la militancia. Nacida en 1956 en Nuakchot, a los 13 años ya conoció la cárcel y la tortura. “Casi me dolían más los golpes de mi padre si me pillaba yendo a las manifestaciones que los palos en prisión. Era muy rebelde, jugaba siempre con los niños porque no quería ser inferior a ellos, no quería que me dijeran a qué podía jugar o no. Era la época de la guerra de Argelia, de los conflictos en Indochina y Vietnam, luego de la ocupación ilegal del Sahara por Marruecos, fue una época de compromiso y militancia”, dice Aminetou Mint El-Moctar, activista de Derechos Humanos mauritana cuyo nombre ha sonado este año para el Premio Nobel de la Paz por su lucha pacífica de años contra la esclavitud.

Marxista convencida y enfrentada a los sucesivos regímenes militares que ha conocido su país, nunca quiso abandonar Mauritania: “No vamos a cambiar las cosas desde el exterior”. El objetivo final de su lucha es “sustituir el cóctel de pertenencia tribal y comunitario en el que se estratifica esta sociedad por la promoción del concepto de ciudadanía". "Queremos una Mauritania unida bajo un estado de Derecho, queremos cambiar la mentalidad de la población, queremos justicia de verdad, que se reconozcan los derechos de las mujeres, de los niños, que se persiga la violencia y la discriminación en todas sus formas”, asegura.

Convertida en la bestia negra del régimen, los ataques también le han llegado desde quienes interpretan la religión como un coto privado y excluyente. El 5 de junio de 2014, el predicador radical Yadhid Ould Dahi lanzó una fatua asegurando que quien la matara o le sacara los ojos sería “recompensado por Alá”. El líder del grupo Amigos del Profeta acusaba de herejía a la activista por su lucha por los derechos de la mujer y sus críticas a la poligamia. El Gobierno, sin embargo, no le ha proporcionado ningún tipo de protección.

https://elpais.com/elpais/2016/01/28/planeta_futuro/1453980566_653576.html

miércoles, 31 de mayo de 2017

Valentín Ladrero publica “Músicas contra el poder” (La oveja roja) Música popular y resistencias en el siglo XX.


Enric Llopis


“Nunca se supo quién cantó por primera vez una estrofa de ‘blues”, recuerda Valentín Ladrero. Pero allí radicaba el origen de buena parte de la música negra que se produjo a lo largo del siglo XX. Se trataba con el ‘blues’ de aligerar la tristeza, expansionar la ira y celebrar el gozo de la población afroamericana, puede que en un campo de trabajo al norte del Misisipi, en una granja aislada o en la velada en unos almacenes vacíos de los Estados Unidos, durante las primeras décadas del siglo XX. Esta música que aspiraba a la libertad –fundamentada en los mitos de la muerte, el sexo y el diablo- partía de los “hollers”, los cantos de labor de aquellas cuadrillas que retiraban de sol a sol piedras de las carreteras o se dejaban la piel en las plantaciones de algodón. “Mientras el ‘jazz’ representó el bullicio festivo de la vida en comunidad, el ‘blues’ caviló en soledad sobre su conflicto con las leyes redactadas por el hombre blanco”, resume Ladrero en el libro “Músicas contra el poder. Canción popular y política en el siglo XX”, publicado en 2016 por Ediciones La Oveja Roja.

El autor comienza el libro dando cumplidas explicaciones sobre esta música que representó la mugre y los problemas; aunque en los años 20 del pasado siglo el ‘blues’ rompió el aislamiento y, debido a que se optimizaron las grabaciones, llegó tanto al proletariado negro urbano como a algunos blancos liberales. Y se socializó esta música del sufrimiento. Sloan, Patton, Johnson, Son House… Después irrumpió la “Gran Depresión” y se desplomaron las grabaciones de ‘blues’ en Estados Unidos, como acreditan por ejemplo las ediciones de copias de la Compañía Columbia. Sin duda fue una manera de hacer música que dejó huella. “Con el ‘blues’ la población blanca norteamericana conoció por primera vez, en el siglo XX, la sensibilidad artística y las condiciones de vida de la población negra”, explica el autor del libro. Después advino otro género afroamericano, montaraz y voluptuoso, el ‘jazz’, asociado a la innovación, los experimentos y las rupturas. Y también a la política, como se aprecia en la implicación del ‘free jazz’ en la lucha por los derechos civiles.

El magno trabajo de Valentín Ladrero, de 670 páginas, tal vez se explique mejor con unos trazos biográficos. El autor pensaba dedicarse al periodismo o la sociología, pero tras empezar a colaborar en la prensa y la radio se adentró en el mundo de la música. Y así, durante quince años, trabajó en la industria discográfica. Hasta que se lo dejó y actualmente participa en el movimiento ecologista. Ya no se acerca a la música del mismo modo que en su etapa profesional, ahora escribe, habla y escucha discos sin las ataduras de antaño.

En “Músicas contra el poder” se refiere al “hedonista”, “salvaje” y “orgulloso” ‘funk’, que se abrió paso como alternativa al optimista y algodonoso ‘soul’ de manera que lo “negro” se tornó aún más amenazante. Estas palabras recogidas en el Festival de Wattstax (Los Ángeles, 1972) recogen las ambiciones de una época: “¡Poder para la gente de color! ¡El poder del soul! ¡Poder negro! ¡Queremos poder y lo queremos ahora! ¿Queréis escuchar funk?” Del partido de los Panteras emergieron bandas como The Lumpen, en alusión a los jóvenes residentes en las viviendas del gueto. Fueron los años del Black Power, “nunca antes la población afroamericana tuvo tanto empeño en devolver con la misma moneda tantos siglos de humillación y racismo”, explica el escritor. Y así, en el libro se suceden las descripciones de géneros (populares) vinculados a la protesta. Del paro y las drogas en los barrios estadounidenses surgió el ‘hip hop’, con raíces en el grafiti. En los años 80 del siglo pasado, el ‘hip hop’ político en Estados Unidos engarzaba con la tradición de los Panteras y el Ejército de Liberación Negro.

El texto de Valentín Ladrero aborda múltiples frentes, entre otros la guerra española de 1936. El sector republicano difundió las canciones populares y obreristas, algunas de ellas publicadas durante la conflagración: “Cancionero Juvenil”, “Seis canciones de guerra” o el “Cancionero de las Brigadas Internacionales”, en 1938. En el frente se hacía uso, asimismo, de las danzas regionales, la Internacional y el Himno de Riego. “‘¡Ay Carmela!’ fue una de las canciones más populares de la guerra”, detalla Ladrero. El libro penetra en pormenores como la experiencia del corresponsal del “Afro-American” de Baltimore en Madrid, Langstone Hughes, quien observó la admiración de los miembros de la Alianza de Intelectuales Antifascistas cuando llegó con una caja repleta de ‘swing’. Sin embargo, la música también anidaba en el “vientre de la bestia”, en palabras del autor de “Músicas contra el poder”. El ministro de Propaganda del III Reich, Joseph Goebbels, no tenía en estima una de las canciones que expresó toda la crudeza de la contienda, “Lilí Marlén, canción de un joven centinela”. La consideraba “sentimental y decadente”. A Hitler le obsesionaba Wagner, pero el nazismo estigmatizó el ‘jazz’ por tratarse, supuestamente, de una música “degenerada” debido a su origen negro.

El tercer bloque del libro, sobre la canción popular, atraviesa el océano. Un periódico argentino empleó por primera vez el término “tango” en 1886. Fue, según Ladrero, “el bálsamo y prodigio que llegó para curar las heridas de una Argentina en construcción”. En el tango cobraron sentido grandes palabras como deshonra, traición, hambre y sexo. Junto a toda la metafísica, hubo canciones y tangos anarquistas, que se agregaron a las milongas, habaneras y guajiras. Cátulo Castillo compuso tangos de carácter social, por ejemplo “Tinta Roja”, “El Aguacero” y “Caminito al taller”, pieza interpretada por Carlos Gardel en 1925. Celedonio Flores, llamado “el hijo del pueblo” escribió en 1932: “Quisiera que alguien pudiera escucharlo/en esa elocuencia que las penas dan,/y ver si es humano querer condenarlo/por haber robado/¡un cacho de pan!”

Otra metafísica (libertaria) es la del flamenco, creación de los gitanos andaluces en un contexto de hambre y durísimas jornadas en el campo. A menudo se ha establecido la comparación entre el ‘blues’ y el flamenco, ambos surgidos a partir de la identidad étnica y la marginación social. El libro “Andalucía: su comunismo libertario y su cante jondo”, de Carlos y Pedro Caba, afirma dónde escuchar en todo su vigor el cante jondo: en el campesino solitario, el recluso de la penitenciaría, la mujer del prostíbulo y el obrero de la mina. Además, en la calle y en medio de la epopeya barrial de los extrarradios nació en los años 70 la rumba. Igual que el cine quinqui y que palabras como chabolo, chorar, chorbo o chatarra. La rumba como “un acto asilvestrado ininteligible para el poder, enseñando los dientes torcidos y los tatuajes de la cárcel, el lugar más citado en sus letras”, escribe el autor de “Músicas contra el poder”. Los chunguitos cantaban letras de esta guisa: “Si me das a elegir entre tú y mis ideas,/que yo sin ellas/ soy un hombre perdido/ay amor, me quedo contigo”.

Muy poco que ver con la explosión libertaria de la “chanson” y el mayo del 68 o, antes, con la bohemia existencialista de la Francia liberada, la resistencia y el periodo de entreguerras. Siempre con un modo singular de concebir la libertad, en la diversa nómina de la “chanson” figuran artistas como Maurice Chevalier, Charles Trenet, Boris Vian, Yves Montand, Juliette Gréco, Leo Ferré (“Hablo, ladro como un perro. Soy un perro”), Georges Moustaki (quien cantó el derecho a la pereza y la felicidad) o el belga Jacques Brel. El recorrido continúa con la canción política italiana, a partir de la experiencia de la segunda guerra mundial y en los años 60 con las revueltas, manifestaciones y ocupaciones de fábricas. Así, se difundieron piezas del cancionero como “Cara moglie”, de Ivan Della Mea. En 1961 Gianno Bosio y Roberto Leydi fundaron Edizioni Avanti! con el fin de difundir la canción política. Pero además de los grandes procesos y tendencias, el libro de “La oveja roja” se detiene en la caracterización de significados artistas. Violeta Parra se quitó la vida el cinco de febrero de 1967, antes de la victoria de la Unidad Popular chilena. En canciones como “La Carta” hace ver toda la dureza de la lucha de clases: “Me viene a decir la carta/que en mi patria no hay justicia,/los hambrientos piden pan,/plomo les da la milicia, sí”.

Las canciones de amor y combate de la Nueva Troba Cubana, el “corrido” durante la revolución mexicana, la voz libre de Paco Ibánez (“Galopa caballo cuatralbo, jinete del pueblo que la tierra es tuya/¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar!”), las “Trovas do vento” de la Revolución de los Claveles… Y el punk: “Un escorzo anfetamínico del viejo ‘rock and roll’, una deformación del caos y el ruido; su falta de pericia instrumental fue sustituida por actitud y carácter, acelerando y memorizando antiguos acordes aprendidos en las casas okupadas”, explica Valentín Ladrero. El movimiento se despliega –en todo su nihilismo- durante la crisis más aguda tras la segunda guerra mundial. ¿Y el ‘reggae’? “Fue el ‘soul’ jamaicano, cuajado por la protesta y el sufrimiento”, subraya el autor. “Se impregnó del relato político, de la trascendencia política rastafari y de las fantasías afrocéntricas recogidas en los textos de los intelectuales radicales negros de principios de siglo”. En el libro hay también espacio para el más rápido y más peligroso Hardcore, las maneras de vivir del rock urbano, el sonido altermundialista o la música industrial y el cibercapitalismo.

lunes, 24 de agosto de 2015

El mal comportamiento de tantos líderes visionarios

Elon Musk: Tesla
Steve Job: Apple
Jeff Bezos: Amazon.

Mientras leía, Elon Musk: Tesla, Espacio X y la búsqueda de un futuro fantástico," de Ashlee Vance, yo estaba alternativamente asombrado y descorazonado, casi exactamente la misma ambivalencia que sentía después de leer  “Steve Jobs” de Walter Isaacson y "La Tienda de Todo: Jeff Bezos y la Edad del Amazon" de Brad Stone.

Los tres líderes son sin duda (unos de) los más extraordinarios visionarios de negocios de nuestro tiempo. Cada uno de ellos ha introducido productos únicos que han cambiado -o en el caso del Sr. Musk, tienen un enorme potencial de cambiar- la forma en que vivimos.

Yo estaba impresionado por las formas innovadoras, valientes, persistentes y creativas, como los tres construyeron sus negocios. También me encantan sus productos. Tengo un Mac Pro y un iPhone, y yo he sido un cliente leal de Apple durante 20 años. Compro muchos libros y otros productos en Amazon, atraídos por una combinación de precios bajos, facilidad de compra y entrega fiable y rápida. El Tesla Model S es sin duda el mejor coche que he conducido nunca, y todo es eléctrico, recargable en el garaje.

Evidentemente, he comprado lo que estos chicos están vendiendo.

Lo que me desanima es la poca atención y el poco aprecio que ellos dan (o en el caso del Sr. Jobs, dio) a trabajadores y empleados leales, y cómo de innecesariamente crueles y degradantes pueden ser su comportamiento con las personas que les ayudaron a hacer sus sueños realidad.

Para ser justos, los líderes tienen también defensores leales. En Apple, por ejemplo, los sucesores del señor Jobs -incluyendo a Tim Cook, el jefe del Ejecutivo, y Jonathan Ive, jefe de diseño- han argumentado que el Sr. Jobs maduró significativamente como líder en sus últimos años. Sr. Musk y el Sr. Bezos tienen altos dirigentes que han trabajado con ellos durante muchos años. Pero incluso un admirador como el Sr. Ive se quedó desconcertado por la forma en que el Sr. Jobs trataba a la gente.

"Él es un tipo muy sensible," dijo el Sr. Ive Isaacson poco antes de que Jobs muriera en 2011. "Esa es una de las cosas que hace que su comportamiento antisocial, su mala educación, sea inconcebible. Puedo entender por qué las personas que tienen la piel dura y sin sentimientos puedan ser groseras, pero no a las personas sensibles."

Dado el extraordinario éxito de estos hombres, la pregunta obvia es si siendo implacablemente duros con la gente, e incluso crueles, pueden conseguir que se obtengan mejores resultados.

Al igual que lo dicen sus biógrafos, creo que la respuesta es no. Nuestra investigación en el Proyecto de Energía ha demostrado que más empleados sienten que sus necesidades están siendo satisfechas en el trabajo -sobre todo, por el respeto y el aprecio- y que lo realizan mejor.

Como el Sr. Isaacson escribe de Jobs:  "No era necesario ser desagradable. Impidió más de lo que ayudó".

Del mismo modo, una persona que trabajó con el Sr. Musk dijo al Sr. Vance: "Él puede ser tan dulce y leal, y luego desprecia con fuerza a la gente cuando no le es necesaria."

En Amazon, los arranques de ira del Sr. Bezos llegaron a ser llamados "de locos". "Era capaz de hipérbole y crueldad en estos momentos", escribe el señor Stone, "y con los años dió algunas reprimendas devastadoras para los empleados."

¿Por qué esos hombres tan brillantes se comportaban de una manera tan destructiva?
La primera respuesta es que pueden. E genio cubre una gran cantidad de pecados. Un gran producto es un gran producto, y usted no tiene que hacer todo bien para tener éxito. La mayoría de los clientes no les importa cómo se hizo la salchicha, ni el tiempo durante el que tiene buen sabor.

Los empleados, por su parte, están dispuestos a sacrificar mucho para trabajar por un visionario. Por mucho que el Sr. Jobs fuera, el Sr. Musk y el Sr. Bezos son líderes apasionados, inspiradores y carismáticos.

"Numerosas personas entrevistadas para este libro denunciaron las horas de trabajo, estilo contundente de Musk y sus expectativas a veces absurdas", escribió el Sr. Vance. "Sin embargo, casi todas las personas -incluso aquellos que habían sido despedidos- todavía adoraban a Musk y hablaron acerca de él en términos generalmente reservados para los superhéroes o deidades.

 Por ejemplo Job no tenía licencia en su coche, y aparcaba regularmente en los espacios reservados para minusválidos. Como dijo el Sr. Ive de su actitud: "Yo creo que él siente que tiene libertad y licencia para hacerlo. Las reglas normales de compromiso social, siente como que no se aplican a él."

Empleados de Amazon recogen ejemplos de más humillaciones vicerales del Sr. Bezos, incluyendo: "¿Estás perezoso o es simplemente incompetente?" "¿Por qué me haces perder la vida?" Y "Lo siento, me tomo mis pastillas estúpidas hoy?"

Cuando asistente ejecutivo leal del señor Musk de 12 años pidió un aumento significativo, él le dijo que tomara unas vacaciones de dos semanas, mientras pensaba en ello. Cuando regresó, le dijo que la relación no iba a funcionar. Según el Sr. Vance, no han hablado desde entonces.

Abusivo como todo esto suena, yo diría que la mayoría de la mala conducta de estos hombres están basadas en el miedo, es impulsiva y reactiva más que consciente de que hacen daño. No nace de un sentimiento de superioridad, sino de inseguridad.

Algunos de mis datos, por desgracia, son de mi propia experiencia. Pasé la mayor parte de mi vida adulta temprana sin descanso tratando de demostrar mi valía y preocupándome de que yo siempre estaba a la altura. He pasado mis últimos años mucho más centrado en tratar de convertirme en un líder cariñoso y alentador. Aún así, yo conozco bien la sensación de ansiedad que puede surgir cuando un acuerdo viene deshecho, un proyecto no está cuajando o un empleado parece estar cayendo corto. Sé lo aterrador que puede ser sentirse fuera de control.

La gente como estos tres visionarios anhelan profundamente el control. Cada uno de ellos era mucho más probable que actuase de repente y se comportase mal cuando no estaba haciendo exactamente lo que quería -cuando sentía que los demás estaban fallando respecto al nivel esperado normal. Los tres han invertido horas y horas y toda su energía en la construcción y gestión de sus negocios- y mucho menos en todo lo demás, incluyendo el cuidado de las personas que trabajaban para ellos o incluso la comprensión de lo que hacían podría ser similar a ellos. En gran medida, la gente era simplemente un medio para un fin.

Entiendo lo que es tener uno mismo completamente atado algo con éxito externo. Ninguna cantidad es siempre suficiente.

La cuestión que su estilo de gestión plantea no es si ser duro, duro y exigente sin descanso, hace que la gente trabaje mejor.
Por supuesto no es así, y ciertamente no es sostenible. ¿Puede alguien realmente dudar de que las personas son más productivas en los lugares de trabajo cuando les ayuden a ser más saludable y más felices?

La pregunta más apta es cuánto estos hombres podrían haber mejorado más las miles de vida de las personas -y tal vez tendrían aún más éxito- si hubieran invertido tanto en el cuidado de ellos como lo hicieron en concebir grandes productos.

"Trate de no convertirse en un hombre de éxito", dijo Albert Einstein, "sino más bien en un hombre de valor."
NYT


http://www.nytimes.com/2015/06/27/business/dealbook/the-bad-behavior-of-visionary-leaders.html?WT.mc_id=2015-AUGUST-INYT-INTL_REG_ENG-0804-0808&WT.mc_ev=click&ad-keywords=IntlAudDev&_r=0

domingo, 10 de enero de 2010

¿Qué necesito de los demás para ser feliz? amor, pérdida y duelo.

La familia, la pareja y los amigos son una fuente de cariño y apoyo, pero también de problemas. Para mejorar nuestros vínculos afectivos hemos de empezar por cuidar nuestra relación con nosotros mismos.
Segunda entrega de esta serie de tres reportajes sobre crecimiento personal.

Teresa Casas "No poder tener hijos ha sido una lección de amor incondicional" 35 años. Casada. Gestora financera. El detonante de su fortalecimiento fue el no poder ser madre.

Elma Roura "Mi madre ha sido mi gran maestra en el arte de vivir" 25 años. Vive en pareja. Terapeuta y fundadora del centro Desarrolla-te. El detonante de su fortalecimiento personal fue el sufrimiento derivado de la relación con su madre.

Carlos Ocho "El amor llena de dicha al que ama y no tanto al amado" 28 años. Soltero, con pareja. 'Product manager' de la escuela de negocios EADA. El detonante de su fortalecimiento fue una ruptura de pareja que le desgarró por dentro.

Nuria Chiva "Lo que buscaba en los demás era lo que no me daba a mí misma" 27 años. Vive en pareja. Educadora social. El detonante de su fortalecimiento fue una depresión, en la que cayó por olvidarse de sí misma.

Gisèle Rottier "La muerte de mi hijo me hizo despertar a la vida" 55 años. Divorciada y con tres hijos. Empresaria. El detonante de su fortalecimiento fue la muerte de su hijo Víctor.

Aunque cada proceso de duelo es diferente, la reconocida psiquiatra suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross (1924-2004), autora de La muerte: un amanecer, estableció cinco fases que atravesamos al sufrir una pérdida:

1. Negación:
Negamos lo que nos ha sucedido, pues no somos capaces de asumir las consecuencias que implica la muerte del ser querido.

2. Ira:
Adoptamos el rol de víctima, sintiendo ansiedad, irritación y enfado, y buscando culpables con quienes canalizar nuestro malestar.

3. Lucha:
Intentamos cambiar lo que ha sucedido, negociando con los demás e incluso con la vida la posibilidad de recuperar al ser querido.

4. Tristeza:
Al empezar a reconocer la realidad de la situación, nos sentimos desanimados, frustrados y derrotados, lo que puede hundirnos en la depresión.

5. Aceptación:
Finalmente asumimos y aceptamos la pérdida, recuperando la normalidad de nuestra vida, pero con un nuevo nivel de comprensión, madurez y consciencia.

Rafael de la Fuente Labori, 22 años. Soltero, con pareja. Estudia ADE y Derecho, y realiza prácticas en una empresa. El detonante de su fortalecimiento fue la temprana muerte de su padre. "Perder a mi padre me hizo madurar y valorar a mi familia".

Para evitar las emociones negativas desde el inicio, "podemos aprender a aceptar las cosas tal como nos vienen, y a los demás, tal como son".

Aceptar no quiere decir estar de acuerdo con lo que ha pasado o se ha dicho de nosotros. Ni siquiera tolerarlo o resignarse.

"Aceptar significa no reaccionar mecánica e impulsivamente, lo que nos permite tomar la mejor actitud y conducta en cada momento y frente a cualquier persona", concluye esta terapeuta.

Nadie dijo que vivir fuera un asunto fácil. Y mucho menos cuando la vida consiste en relacionarse con los demás. Diariamente. Dado que no podemos cambiar lo que nos ha ocurrido, sí tenemos la opción de modificar nuestra actitud, de reinterpretar ciertos acontecimientos adversos y dolorosos de una forma más sabia y objetiva, dejando en nuestro corazón un poso de paz.

Ver nuestros conflictos relacionales como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje es una cuestión de entrenamiento y compromiso. Y de cambiar el foco de atención, dejando de señalar a los demás, para empezar a mirarse a uno mismo.

Tal como dijo el sabio Darío Lostado:
"Si no te conoces tú, ¿quién te conocerá?
Si no te conoces a ti, ¿a quién conocerás?
Si no te aceptas tú, ¿quién te aceptará?
Si no te aceptas a ti, ¿a quién aceptarás?
Si no te amas tú, ¿quién te amará?
Si no te amas a ti, ¿a quién amarás?"
10/01/2010.

Si deseas seguir leyendo el excelente reportaje, segundo de la serie aquí tienes el enlace a "El País".

Aquí los otros reportajes: 1. ¿Quién manda en mi vida? 3. Qué me aporta mi trabajo actual.