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sábado, 4 de diciembre de 2021

_- Entrevista a David Harvey, geógrafo y teórico social marxista. “No existe una idea buena y moral que el capital no pueda apropiarse y convertir en algo horrendo”

_- Ha pasado más de siglo y medio desde que Karl Marx publicara el primer volumen de El capital. Es una obra enorme e intimidante que muchos lectores podrían sentirse tentados de pasar por alto; el erudito radical David Harvey cree que no deberían hacerlo.

Harvey lleva décadas impartiendo clases sobre El capital. Sus populares cursos sobre los tres volúmenes del libro están disponibles de forma gratuita en la red y los han visitado millones de personas de todo el mundo. El último libro de Harvey, Marx, El capital y la locura de la razón económica, es una guía más breve de los tres volúmenes. En él se ocupa de la irracionalidad inherente a un sistema capitalista cuyo funcionamiento se supone que es todo lo contrario.

Harvey habló con Daniel Denvir para el podcast The Dig, de Jacobin Radio, acerca del libro, las energías a un tiempo creativas y destructivas del capital, el cambio climático y de por qué sigue mereciendo la pena luchar con El Capital.

Lleva bastante tiempo impartiendo clases sobre El capital. Describa brevemente los tres volúmenes.

Marx entra mucho en los detalles y a veces es difícil hacerse una idea exacta del concepto general que aborda El capital. Pero en realidad es sencillo. Los capitalistas empiezan el día con cierta cantidad de dinero, llevan ese dinero al mercado y compran algunas mercancías como medios de producción y mano de obra, y las ponen a trabajar en un proceso laboral que produce una nueva mercancía. Esa nueva mercancía se vende por dinero más un beneficio. Después, ese beneficio se redistribuye de varias maneras, en forma de rentas e intereses, y circula de nuevo hacia ese dinero, que inicia el ciclo de producción nuevamente.

El volumen uno de El Capital es una obra maestra literaria, mientras que los volúmenes dos y tres son más técnicos y más difíciles de seguir

Es un proceso de circulación. Y los tres volúmenes de El capital tratan diferentes aspectos de dicho proceso. El primero se ocupa de la producción. El segundo trata de la circulación y lo que llamamos “realización”: la forma en que la mercancía se convierte de nuevo en dinero. Y el tercero se ocupa de la distribución: cuánto dinero va al propietario, cuánto al financiero y cuánto al comerciante antes de que todo se dé la vuelta y regrese al proceso de circulación.

Eso es lo que trato de enseñar de modo que la gente entienda las relaciones entre los tres volúmenes de El capital y no se pierda totalmente en un volumen o en partes de ellos.

En ciertos aspectos difiere de otros estudiosos de Marx. Una diferencia importante es que presta mucha atención a los volúmenes dos y tres, mientras que a muchos especialistas de Marx les interesa principalmente el primer volumen. ¿Por qué?

Son importantes porque lo dice Marx. En el volumen uno básicamente dice: “En el volumen uno me ocupo de esto, en el volumen dos me ocupo de aquello y en el volumen tres me ocupo de lo de más allá”. Está claro que en la mente de Marx existía la idea de la totalidad de la circulación del capital. Su plan era dividirlo en estas tres partes en tres volúmenes. De modo que sigo lo que Marx dice que hace. Ahora bien, el problema, por supuesto, es que los volúmenes dos y tres nunca se completaron, y no son tan satisfactorios como el volumen uno.

Pedir prestado consiste en hipotecar el futuro. Esa hipoteca sobre el futuro es una parte esencial de lo que trata El capital

El otro problema es que el volumen uno es una obra maestra literaria, mientras que los volúmenes dos y tres son más técnicos y más difíciles de seguir. De modo que puedo entender por qué, si la gente quiere leer a Marx con cierta alegría y placer, se quede con el volumen uno. Pero lo que quiero decir es: “No, si verdaderamente quieres entender su concepto del capital, no puedes quedarte con que se trata de una simple cuestión de producción. Se trata de circulación. Se trata de llevarlo al mercado y venderlo, después se trata de distribuir las ganancias”.

Seguir leyendo aquí.

miércoles, 16 de enero de 2019

Rosa Luxemburgo & Feminismo marxista. Vida y muerte de Rosa Luxemburgo: A cien años del asesinato de la revolucionaria alemana

Alexander Gorski
https://desinformemonos.org

Hace 100 años del asesinato fascista de la feminista y marxista Rosa Luxemburgo.

De vez en cuando hay destinos personales en los cuales se refleja la esencia de toda una época. En esas ocasiones, el caso individual parece ser la ilustración de procesos históricos, la dramatización de rupturas sociales y la síntesis de desarrollos complejos. El asesinato de Rosa Luxemburgo es uno de esos casos.

Hace cien años, el 15 de enero de 1919, la figura legendaria de la izquierda alemana fue asesinada junto con su camarada Karl Liebknecht a sangre fría por paramilitares derechistas, después del fracaso del levantamiento espartaquista, una insurgencia popular en Berlín que tenía el objetivo de defender los logros de la Revolución de Noviembre de 1918. Pero vayamos por orden. No se puede entender el significado de la muerte violenta de Rosa Luxemburgo para la historia alemana sin recapitular la biografía de la teórica marxista y sus circunstancias dramáticas.

Nacida el 5 de marzo de 1871 en una familia judía en Polonia, Luxemburgo comenzó su proceso de politización en la escuela y participó en grupos de estudios alternativos, donde conoció la obra de Carlos Marx por primera vez. En 1889 fue a Zúrich (Suiza), donde estudió una carrera multidisciplinaria y se graduó con una tesis doctoral sobre el desarrollo industrial de Polonia en 1897. Durante esos años Rosa fue una parte activa de la comunidad de migrantes radicales, que se juntó en Zúrich para preparar los derrocamientos de sus respectivos gobiernos. Atraída por el partido socialista más fuerte del continente, se fue a vivir a Alemania, donde fue activa en el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) y se oponía en contra de las emergentes tendencias reformistas y nacionalistas dentro del partido proletario más grande de Europa.

Por su habilidad discursiva y sus publicaciones polémicas se hizo conocida muy rápidamente y se convirtió en uno de los personajes más importantes de la tendencia revolucionaria del SPD. Fue sentenciada a cárcel en varias ocasiones por insultar al emperador Guillermo II de Alemania y por promover posiciones antimilitaristas en sus artículos. Diferente a la mayoría, Rosa veía claramente el peligro de una gran guerra entre los diferentes poderes imperialistas. En septiembre de 1913 habló en Frankfurt en una manifestación que se oponía a las preparaciones para la guerra y dijo frente a la multitud de cientos de miles de personas: “Si nos quieren obligar a disparar en contra de nuestros hermanos extranjeros, hay que decir: No, no lo vamos a hacer!” Por ese llamado a la desobediencia fue condenada a 14 meses de encarcelamiento en febrero de 1914. A finales de julio empezó la Primera Guerra Mundial, la cual tardaría más de cuatro años y costaría 17 millones de vidas y la devastación de todo un continente.

La fracción parlamentaria del SPD votó casi en su totalidad a favor de los créditos necesarios para financiar la guerra. Debido a su posición firme en contra de la guerra, Rosa Luxemburgo pasó casi todo el período bélico en la cárcel en Berlín. No obstante, intervenía regularmente en los debates públicos a través de artículos, en los cuales por ejemplo analizó los desarrollos revolucionarios en Rusia durante el año 1917. Veía la insurrección popular del proletariado ruso en contra del zar con mucha esperanza, aunque también era una de las primeras voces en criticar los conceptos vanguardistas de Lenin. Para ella el camino hacia la revolución radicaba en la organización democrática de las masas, la autogestión obrera de los medios de producción y en las huelgas políticas.

En 1918 el disgusto de las masas alemanas sobre la guerra resultó en un levantamiento popular, hoy conocido como La Revolución de Noviembre, la cual logró la destitución del emperador Guillermo II. Pero dentro del movimiento revolucionario había una división interna. Por un lado, el SPD se apartó de una ruptura radical con el sistema capitalista y optó por la instalación de una democracia liberal-burguesa. Por otro lado, existían fuerzas anticapitalistas que querían aprovechar el momento histórico para establecer un sistema comunista consejista, que se basaría en los comités de base que habían surgido a lo largo del año 1918.

El primer día del 1919, esas fuerzas radicales fundaron el Partido Comunista de Alemania (KPD). Mientras el SPD quería consolidar su nuevo poder y entró en alianza con fuerzas derechistas, sobre todo con grupos paramilitares, que estaban compuestos mayoritariamente por soldados derechistas. En la segunda semana de enero, en un acto de desesperación, las fuerzas radicales intentaron rebelarse en contra del abuso a sus esfuerzos revolucionarios. Rosa Luxemburgo era escéptica sobre las posibilidades de derribar al gobierno socialdemócrata de transición de esa manera. Tenía razón. El SPD y sus aliados paramilitares suprimieron brutalmente la insurgencia conocida como Levantamiento Espartaquista.

El 15 de enero Rosa Luxemburgo fue detenida, torturada y luego asesinada por miembros de un grupo paramilitar. Su cuerpo fue tirado en un canal de Berlín y no fue encontrado hasta el 31 de marzo. En este momento la revolución ya había sido sofocada. Por lo tanto se puede decir que el asesinato de Rosa Luxemburgo marcó el final de un ciclo de insurgencias en Alemania, que llevó en si la esperanza de un cambio profundo en el país más poderoso de Europa.

Además, su asesinato por un grupo paramilitar en alianza con el SPD significó la traición de la socialdemocracia alemana que empezó con su aprobación de la Primera Guerra Mundial. El SPD nunca sería de nuevo una fuerza progresista, incluso hoy en día. Esa división de la izquierda alemana también explica porqué uno de los movimientos obreros más grandes en la historia mundial no fue capaz de frenar al fascismo que tomó el poder 14 años después de la muerte de Rosa Luxemburgo. Con la muerte de Rosa Luxemburgo se enterró la esperanza de un camino diferente para Alemania y Europa.

Los años 1918/19 parecen lejos hoy en día, cuando la clase trabajadora europea muestra una clara tendencia a la derecha. Aún así, el legado de la vida y muerte de Rosa Luxemburgo lleva en sí una multitud de lecciones y esperanzas. Como ella lo escribió unos días antes de su muerte:

“¡El orden reina en Berlín!, ¡esbirros estúpidos! Vuestro orden está edificado sobre arena. La revolución, mañana ya se elevará de nuevo con estruendo hacia lo alto y proclamará, para terror vuestro, entre sonido de trompetas: ¡Fui, soy y seré!“


Imagen de Rosa Luxemburgo

Fuente: https://desinformemonos.org/vida-muerte-rosa-luxemburgo-cien-anos-del-asesinato-la-revolucionaria-alemana/

jueves, 18 de enero de 2018

_- Los hijos de los esclavos del siglo XXI, aprenden a escribir. La esclavitud sigue presente en Mauritania (entre otros países). Se transmite de generación en generación por la posesión de la madre y los esfuerzos por liberar a los niños no siempre dan frutos.

_- Las minúsculas casas de madera o de bloques sin enlucir, apenas una habitación donde dormir y protegerse del sol abrasador, se desparraman de manera anárquica sobre la arena de Tarhil. Nada que se parezca a calles o que revele una mínima planificación. Y, sin embargo, aquí vive gente. Mucha gente. Sólo un descascarillado edificio amarillo de dos plantas se levanta en medio del barrio. A su sombra, 123 niños de entre siete y 12 años que no tienen ni siquiera papeles en los que aparezca su nombre o su edad aprenden a leer y escribir, las únicas herramientas que les van a permitir romper las cadenas invisibles que les atan a una miseria secular que les ha acompañado a ellos y sus familias. Son hijos y nietos de esclavos, descendientes de siervos sin derechos que siguen tan excluidos y oprimidos como sus padres y abuelos, porque en esta Mauritania del siglo XXI la esclavitud y sus tristes consecuencias siguen vivas y coleando.

El pequeño Bouba debe tener unos ocho años y apenas si dice tres palabras en francés. “Bonjour, ça va”, repite machacón, tratando de llamar la atención de los visitantes extranjeros. La sequía y la pobreza forzaron a sus abuelos a abandonar su pueblo natal, en Atar, para venir a instalarse en este barrio del distrito de Riad, en la desértica Nuakchot, la recién nacida capital de la también recién nacida Mauritania. Al calor de posibilidades de tener un trabajo digno. Eran los años setenta del siglo pasado y lo único que conocían era su propia esclavitud, la servidumbre a su señor. Analfabetos, nómadas que pastoreaban los camellos del amo. Nadie los liberó, pero tampoco nadie los reclamó cuando se fueron. Como los abuelos de Bouba, cientos de miles de haratines o moros negros se empeñaron en vivir y tener hijos y nietos, en ser libres. Otros ni siquiera pensaron en ello. Porque un sólido edificio de opresión y servilismo levantado durante siglos no se puede derribar en un día.

“La esclavitud sigue presente en Mauritania, nunca ha desaparecido”, asegura Aminetou Mint El-Moctar, conocida activista por los Derechos Humanos y líder abolicionista que ha hecho de su vida puro compromiso, “se transmite de generación en generación a través de la mujer, lo que se llama esclavitud por nacimiento”. Es difícil hablar de cifras en la opaca Mauritania, pero la asociación Global Slavery Index habla de unas 155.000 personas aún sometidas a sus amos en este país, mientras que El-Moctar piensa que pueden ser incluso el doble. “Son agricultores y pastores en el interior o esclavos domésticos en Nuakchot. No tienen estudios ni la posibilidad de tenerlos, están alienados, sus padres fueron esclavos y ellos también lo son, es lo único que conocen. No hay argollas ni cadenas ni hacen falta, es la estructura social, la ignorancia y el miedo lo que les mantiene ligados a sus amos”, añade.

En la escuelita de Tarhil, la maestra Belly Diallo, de 18 años, hace lo que puede. “Estos niños son pobres de solemnidad, sus familias no tienen nada, son descendientes de esclavos en primera o segunda generación. Llegan aquí sin haber pisado una escuela porque no tienen certificados de nacimiento ni dinero para comprar material, aquí les damos libretas y bolígrafos y les enseñamos a leer y escribir en árabe y francés”. Construida por la Asociación de Mujeres Jefas de Familia de Mint El-Moctar, la iniciativa pretende dar una oportunidad a quienes no la tendrán de otra forma, romper el ciclo de la pobreza. Hadjiatou Said es la directora. “Llevamos dos años funcionando, pero tenemos otros cuatro centros como este, dos más en Nuakchot y otros dos en Rosso y Kaedi”.

Sobre el papel, la esclavitud fue abolida en 1981. Sin embargo, durante décadas esta decisión pasó sin pena ni gloria, pues no se perseguía ni sancionaba a los esclavistas, que siguieron manteniendo esta práctica con total impunidad. Hubo que esperar hasta 2007 para que el Parlamento mauritano criminalizara la esclavitud. “Sin embargo, las penas de cárcel eran ridículas y las indemnizaciones a las víctimas insignificantes. El problema principal estuvo en su aplicación, sólo se llegó a producir una condena a partir de esta ley, una sola”, aclara Mint El-Moctar. Hace sólo unos meses la presión de las asociaciones abolicionistas logró forzar una reforma legal para considerar la esclavitud un crimen contra la Humanidad y endurecer la norma, aprobando penas de hasta 10 ó 15 años para los culpables y reparaciones más elevadas.

“Pero el problema sigue siendo el mismo, la falta de voluntad política para aplicar la ley. Hay más de un centenar de dossiers y nada. Las víctimas están por todas partes, en Atar, en Nema, en Zoueratt, pero no se hace nada. Es una ley para consumo extranjero, el discurso oficial sigue negando incluso la existencia de la esclavitud, pero nosotros continuaremos luchando para que se aplique la legislación”, añade El-Moctar. En este empeño están junto a otros colectivos como SOS Slaves, Terres des Hommes, la Confederación Libre de Trabajadores de Mauritania o la Iniciativa para el Renacimiento del Movimiento Abolicionista (IRA), cuyo líder y presidente, el también activista por los Derechos Humano Biram Dah Abeid, se encuentra en prisión desde el pasado mes de enero por organizar una marcha contra la esclavitud.

Ahmed Khalifa nació esclavo. “Mi señor era traductor para los franceses en la época de la colonización. Tenía muchos camellos, cabras, de todo. Mi madre le pertenecía y compró a mi padre para que le cuidara a los animales; así se conocieron. Mi caso fue distinto al de muchos, yo crecí en el desierto, tenía libertad para jugar y mis padres estaban juntos. Eso sí, recuerdo que había niños que iban al colegio y yo no pude, no me dejaban”. A los 15 años, en 1975, Khalifa fue liberado por su amo y ahora colabora con los movimientos abolicionistas. “Tenemos un sistema que perpetúa la dominación, que sigue considerando a los negros inferiores. Esto debe cambiar”, explica.

El problema no es solo la persistencia de la esclavitud. La discriminación en múltiples formas que sufren los haratines en este país se extiende también a otras etnias negroafricanas, wolofs, peuls, sarakollés, etc, que comparten este mismo territorio llamado Mauritania. O incluso a los emigrantes que llegan hasta aquí procedentes de otros países en busca de una vida mejor. En el sur del país, cerca de Senegal, aún duele lo sucedido en 1989, cuando miles de negros fueron expulsados de sus tierras tradicionales y obligados a cruzar la frontera tras un serio incidente entre agricultores sedentarios y pastores nómadas. La violencia degeneró en una masacre de senegaleses en Mauritania seguida de una auténtica caza al mauritano en Senegal y en un conflicto que supuso la ruptura de relaciones diplomáticas durante años.

Muchos de esos negros expulsados han vuelto y se han encontrado sus tierras ocupadas por otras personas, lo que ha generado nuevas frustraciones. La espiral de tensiones entre la minoría de moros blancos, que detentan el poder, y la amplia mayoría de haratines y negroafricanos, casi siempre excluidos de la toma de decisiones, no dibujan un panorama halagüeño. “El presidente Abdel Aziz fue a rezar a Kaedi por las víctimas del genocidio y piensa que con eso está todo arreglado. Este país necesita una comisión de reconciliación, saber quién ha matado a quién, que se juzgue a los culpables de aquello, indemnizar a las víctimas y crear un monumento al que poder ir a rezar por los fallecidos. Mientras esto no ocurra la herida seguirá sangrando”, remata Aminetou Mint El-Moctar.

En la puerta de la escuela para descendientes de esclavos de Tarhil, que recibe el apoyo financiero de Unicef, la pequeña Aisha sonríe. Es la hora del recreo y los niños corretean por la arena. “Una vez que reciben las primeras nociones intentamos que se incorporen a la educación reglada, pero para eso tenemos que conseguirle papeles primero. El proceso es lento y arbitrario, a veces no lo conseguimos”, señala Khalifa. Al igual que en Mauritania, países de la banda saheliana como Mali, Níger o Sudán siguen tolerando, de una forma o de otra, prácticas esclavistas que vienen de lejos y que perpetúan formas de dominación incompatibles con los convenios y acuerdos internacionales que esos mismos países han firmado. Si le sumamos el sudeste asiático se calcula que en el mundo hay unos 27 millones de esclavos a causa de deudas, tradiciones o trata de personas. Mientras tanto, en este edificio amarillo de las afueras de Nuakchot, Aisha, Bouba y los demás se preparan cada día para que haya un mañana diferente.

AMINETOU MINT EL-MOCTAR: “NECESITAMOS MENOS TRIBU Y MÁS CIUDADANÍA”
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No conoce otra forma de vida que la militancia. Nacida en 1956 en Nuakchot, a los 13 años ya conoció la cárcel y la tortura. “Casi me dolían más los golpes de mi padre si me pillaba yendo a las manifestaciones que los palos en prisión. Era muy rebelde, jugaba siempre con los niños porque no quería ser inferior a ellos, no quería que me dijeran a qué podía jugar o no. Era la época de la guerra de Argelia, de los conflictos en Indochina y Vietnam, luego de la ocupación ilegal del Sahara por Marruecos, fue una época de compromiso y militancia”, dice Aminetou Mint El-Moctar, activista de Derechos Humanos mauritana cuyo nombre ha sonado este año para el Premio Nobel de la Paz por su lucha pacífica de años contra la esclavitud.

Marxista convencida y enfrentada a los sucesivos regímenes militares que ha conocido su país, nunca quiso abandonar Mauritania: “No vamos a cambiar las cosas desde el exterior”. El objetivo final de su lucha es “sustituir el cóctel de pertenencia tribal y comunitario en el que se estratifica esta sociedad por la promoción del concepto de ciudadanía". "Queremos una Mauritania unida bajo un estado de Derecho, queremos cambiar la mentalidad de la población, queremos justicia de verdad, que se reconozcan los derechos de las mujeres, de los niños, que se persiga la violencia y la discriminación en todas sus formas”, asegura.

Convertida en la bestia negra del régimen, los ataques también le han llegado desde quienes interpretan la religión como un coto privado y excluyente. El 5 de junio de 2014, el predicador radical Yadhid Ould Dahi lanzó una fatua asegurando que quien la matara o le sacara los ojos sería “recompensado por Alá”. El líder del grupo Amigos del Profeta acusaba de herejía a la activista por su lucha por los derechos de la mujer y sus críticas a la poligamia. El Gobierno, sin embargo, no le ha proporcionado ningún tipo de protección.

https://elpais.com/elpais/2016/01/28/planeta_futuro/1453980566_653576.html

lunes, 16 de enero de 2017

John Berger. Dónde hallar nuestro lugar. Diez comunicados

1
Alguien pregunta: ¿todavía eres marxista? Nunca antes ha sido tan extensa como hoy la devastación ocasionada por la búsqueda de la ganancia, según la define el capitalismo. Casi todo mundo lo sabe. Cómo entonces es posible no hacerle caso a Marx, quien profetizó y analizó tal devastación. La respuesta sería que la gente, mucha gente, ha perdido sus coordenadas políticas. Sin mapa alguno, no saben a dónde se dirigen.

2
Todos los días, la gente sigue señales que apuntan a algún sitio que no es su hogar, sino a un destino elegido. Señales carreteras, señales de embarque en algún aeropuerto, avisos en las terminales. Algunos hacen sus viajes por placer, otros por negocios, muchos motivados por la pérdida o la desesperación. Al llegar, terminan por darse cuenta que no están en el sitio indicado por la señales que siguieron. Donde se encuentran tiene la latitud, la longitud, el tiempo local y la moneda correctos, y no obstante no tiene la gravedad específica del destino que escogieron.

Se hallan junto al lugar al que escogieron llegar. La distancia que los separa de éste es incalculable. Puede ser únicamente la anchura de un vía pública, puede estar a un mundo de distancia. El sitio ha perdido lo que lo convertía en un destino. Ha perdido su territorio de experiencia.

Algunas veces algunos cuantos de estos viajeros emprenden un viaje privado y hallan el lugar que anhelaban alcanzar, que a veces es más rudo de lo que imaginaban, aunque lo descubren con alivio sin límites. Muchos nunca lo logran. Aceptan los signos que siguieron y es como si no viajaran, como si se quedaran siempre donde ya estaban.

...

9
A un kilómetro de distancia de donde escribo, hay un campo donde pastan cuatro burros, dos hembras y dos burritos. Son de una especie particularmente pequeña. Cuando las madres aguzan sus orejas ribeteadas de negro, me llegan a la altura del mentón. Los burritos, de unas cuantas semanas de edad, son del tamaño de unos perros terrier grandes, con la diferencia de que sus cabezas son casi tan grandes como sus costados.

Me brinco la barda y me siento en el campo apoyando la espalda en el tronco de un manzano. Ya tienen sus rutas propias por todo el campo y pasan por debajo de ramas tan bajas que yo tendría que ir a gatas. Me observan. Hay dos áreas en donde no hay pasto alguno, sólo tierra rojiza, y es en uno de estos anillos a donde vienen varias veces en el día a rodarse sobre su lomo. Primero las madres, luego los burritos. Éstos tienen ya una franja negra en los lomos.

Ahora se aproximan. El olor de los burros y el salvado --no el de los caballos, que es más discreto. Las madres rozan mi cabeza con sus quijadas. Son blancos sus hocicos. Alrededor de sus ojos hay moscas, mucho más agitadas que sus propias miradas interrogantes.

Cuando se quedan a la sombra, en el lindero del bosque, las moscas se marchan y pueden quedarse casi inmóviles por media hora. En la sombra del medio día, el tiempo se alenta. Cuando uno de los burritos mama (la leche de burra es la más semejante a la humana), las orejas de la madre se echan hacia atrás y apuntan a la cola.

Rodeado de los cuatro burros en la luz del día, mi atención se fija en sus patas, dieciséis de ellas. Son esbeltas, contundentes, contienen concentración, seguridad. (Las patas de los caballos parecen histéricas en comparación.). Estas son patas para cruzar montañas que ningún caballo se atrevería, patas para soportar cargas inimaginables si se consideran tan sólo las rodillas, las espinillas, las cernejas, los jarretes, las canillas, los cuartos, las pezuñas. Patas de burro.

Deambulan, con la cabeza baja, pastando, mientras sus orejas no se pierden de nada; los observo, con sus ojos cubiertos de piel. En nuestros intercambios, tal como ocurren, en la compañía de mediodía que nos ofrecemos ellos y yo, hay un sustrato de algo que sólo puedo describir como gratitud. Cuatro burros en un campo, mes de junio, año 2005.

10
Si, entre otras muchas cosas sigo siendo marxista.

John Berger

Fuente y leer más
http://www.sinpermiso.info/textos/dnde-hallar-nuestro-lugar-diez-comunicados

lunes, 24 de octubre de 2016

Falleció el filósofo marxista húngaro György Márkus (1934-2016)

El jueves 5 de octubre falleció,a los 82 años de edad, en South New Wales, Australia, György Márkus (GM), integrante de la Escuela de Budapest (EB), formada alrededor de György Lukács, una de las dos escuelas de pensamiento crítico marxista de Europa más importantes del siglo XX (junto con la Escuela de Frankfurt). Interrumpo, por ello, temporalmente la serie de entregas sobre Agnes Heller, su compañera en la EB y también compañera de exilio (1978) en Australia, cuando la represión en Hungría llegó al colmo de impedir la entrada a la universidad al hijo mayor (Gyuri) de GM. En Economía Moral he narrado y comentado, muchas veces, el pensamiento de GM, particularmente el expresado en sus libros Marxismo y antropología (Grijalbo, 1973/1985) y Language and Production. A Critique of the Paradigms (Lenguaje y producción. Una crítica de los paradigmas) (Reidel, 1986), del cual no hay versión en español, pero el capítulo 5 de la segunda parte (La posibilidad de una teoría crítica) se encuentra en español en Desacatos número 23, precedido de un resumen que yo hice de los capítulos uno a cuatro de dicha parte (sobre el paradigma de la producción) de este formidable libro, que es una nueva lectura (crítica) del pensamiento de Marx. Venida a menos la teoría crítica de Walter Benjamin, Horkheimer, Adorno, Marcuse, Fromm, etcétera, de la Escuela de Frankfurt, como narra Stefan Gandler en Fragmentos de Frankfurt (Siglo XXI, 2009), la muerte en México de Adolfo Sánchez Vázquez y de Bolívar Echeverría, el abandono del marxismo por parte de Heller, y la muerte de Márkus, son hechos que marcan el fin del marxismo crítico del siglo XX. Toca a los que quedamos, sobre todo los jóvenes, mantener esa llama que corre el riesgo de extinguirse.

Márkus publicó dos libros recientemente: Culture, Science, Society: The Constitution of Modernity, 2011, Leiden, Brill; y una nueva edición con una introducción de Axel Honneth (2014), de Marxismo y antropología en inglés. El primero es un grueso volumen (666 páginas) con más de 20 ensayos de Márkus sobre marxismo, cultura, ciencia, arte, Lukács, Hegel, Adorno, Benjamin, etcétera. Aparte de Marxismo y antropología, y sólo se consigue en librerías de usado y en bibliotecas, y de lo incluido en Desacatos, ya citado, hay tres textos disponibles en español de Márkus, dos de ellos en Mundo Siglo XXI (Revista del CIECAS-IPN dirigida por Luis Arizmendi): el debate entre Bolívar Echeverría (BE) y GM, que se inició cuando BE aceptó comentar el ensayo de GM publicado en Desacatos. Envié a GM la versión traducida del comentario de BE, al que GM respondió con un ensayo tituladoEl legado de Marx. Ambos están en Mundo Siglo XXI, número 21, 2010. La contra-réplica de BE nunca llegó: nuestro querido Bolívar falleció antes de escribirla. Cuando le escribí a GM sobre el fallecimiento de BE, GM lamentó su muerte prematura y el carácter dolorosamente inconcluso de nuestro debate. Mundo Sigo XXI publicó también el ensayo de GM La crítica de la autonomía estética de Benjamin (2008, número 12). Está disponible en español el libro en que Márkus es coautor con Heller y Ferenc Fehér: Dictadura y cuestiones sociales (FCE, 1986; pésima traducción del título original: Dictadura sobre las necesidades), del cual GM escribió la primera parte (sobre la estructura económica y social) de las dictaduras ‘socialistas’ con las que, así, los tres saldaron cuentas.

John Grumley (JG) es profesor de filosofía en la Universidad de Sydney donde fue alumno de GM. En 2002 co-coordinó Culture and Enlightenment. Essays for György Márkus (Ashgate, Reino Unido). En la introducción dice JG que GM, es un gran contador de cuentos. Sus cuentos son sobre la historia de la filosofía. Urde sus narrativas con un conocimiento impar de la historia de la filosofía y la cultura, y con un ojo agudo para las distinciones y matices filosóficos. Goza las paradojas pero nunca es frívolo. No hay nada que disfrute más que problematizar distinciones clave, excavar su historia oculta, exponer sus tensiones secretas y sus inconsistencias definitivas. En particular, disfruta ser capaz de mostrar que los filósofos contemporáneos no son tan astutos ni tan originales como a veces les gusta creer. Quiere conjurar la perplejidad, sacudir nuestras preconcepciones y complacencias, pero finalmente nos deja un poco más sabios que antes.

JG escribió, en este momento de pérdida, un obituario titulado György Márkus: El Rey Oculto (1934-2016) que me envió y me autorizó citar. Traduzco y extracto:

Nacido en Budapest en 1934, György Márkus (en lo sucesivo George) apenas sobrevivió al intento de los nazis en 1944 para exterminar a todos los judíos de Hungría. Su familia se había escondido, su padre salió una noche para no volver nunca y el resto de su familia sólo se salvó de ser detectada por las autoridades [nazis] debido a la rapidez mental de su muy joven hermana que sabía que no podía responder a sus preguntas con honestidad. Recibió su educación universitaria en la Universidad Lomonosov de Moscú a partir de 1953, donde conoció a su esposa Maria (polaca). Se casaron en 1956 [hace 60 años]… Cuando George llegó a Sydney en marzo de 1978, a los 43 años… [estaba] en la plenitud de sus facultades intelectuales. Había estado enseñando en la Universidad de Budapest desde 1957, donde fue reconocido por sus maravillosas conferencias sobre la historia de la filosofía moderna. Era ya el autor de lo que aún sigue siendo la mejor reconstrucción de la antropología de Marx, Marxismo y antropología(1965, [en húngaro; 1971, en alemán; 1973, en español] y en inglés, 1978) y co-autor, junto con ex alumnos, del libro [en húngaro, que no ha sido traducido] ¿Es una economía política crítica posible? (1970), una disección crítica pionera de las contradicciones internas de la crítica de la economía política de Marx… Después de su protesta internacional contra la invasión soviética de Checoslovaquia, este grupo entró en conflicto creciente con el régimen de Kadar [en Hungría] y, finalmente, la mayoría fue despedida de sus puestos académicos… En los siguientes años vivieron principalmente de traducciones, hasta que un nuevo acoso político a la educación de los hijos de Márkus los obligó a emigrar… [La vida profesional de Márkus en Australia estuvo llena de éxitos docentes y académicos; sin embargo] su teoría de la cultura, el proyecto principal de los años posteriores a Budapest, quedó incompleto [a pesar de que] una gran colección de ensayos post-Budapest sobre el tema, se publicaron en el libro Culture, Science, Society: The Constitution of Cultural Modernity [Cultura, ciencia, sociedad: la constitución de la modernidad cultural] (Brill, 2011), pues estas 650 páginas representan solamente un fragmento de un todo. La amplitud de este estudio, que incorpora todos los dominios de la alta cultura, la ciencia, la filosofía y el arte en una perspectiva global, es tan vasta que constituye un desafío para cualquier ser humano… George nunca se centró en publicar. Una vez me dijo que nunca había presentado un artículo a una revista en la forma en que la mayoría de los académicos lo hacen. Cuando terminaba un escrito él simplemente esperaba a que otros le preguntaran si tenía algo que pudiera ser utilizado. Para él, a menudo era suficiente haber resuelto un problema en su propia mente. Más allá de esto, se aburría con un tema. Eventualmente, su salud y la pérdida gradual de la memoria, minaron su poder y se vio obligado a dejar de escribir. Muchas veces después, habló de esto con tristeza: ¡no ser ya capaz de trabajar!... Tomó la noticia de su propio diagnóstico terminal con valor. Incluso bromeó diciendo que él era un hombre muy rico porque no sólo tenía un cáncer, sino tres… Haber sido estudiante de Márkus fue el mayor privilegio que, en retrospectiva, parece casi increíble; tal era la enorme suerte de los involucrados.

Fuente original: http://www.jornada.unam.mx/2016/10/14/opinion/024o1eco