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viernes, 15 de marzo de 2024

Recuérdame DAVID HARKINS

Puedes llorar porque se ha ido, o puedes
sonreír porque ha vivido.

Puedes cerrar los ojos
y rezar para que vuelva o puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado;
tu corazón puede estar vacío
porque no la puedes ver,
o puede estar lleno del amor
que compartisteis.

Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el
vacío y dar la espalda,
o puedes hacer lo que a ella le gustaría:
sonreír, abrir los ojos, amar y seguir.

miércoles, 6 de marzo de 2024

Una historia de amor en la mediana edad con un final explosivo. En su nueva novela, “Leaving”, Roxana Robinson reúne a una ex pareja. Uno de ellos está divorciado; el otro todavía está casado. ¿Ahora qué?

En su nueva novela, “Leaving”, Roxana Robinson reúne a una ex pareja. Uno de ellos está divorciado; el otro todavía está casado. ¿Ahora que?

Toda historia de amor necesita un obstáculo, alguien o algo que amenace con mantener separados a los amantes. ¿Qué obstáculos son adecuados para una historia de amor estadounidense contemporánea? El escritor de una historia de este tipo tal vez desee evitar la sobrecomunicación, la tolerancia (real o representada) y el hastío que disipan la tensión romántica. ¿Pueden los amantes todavía estar “desventurados”, condenados desde el principio a trabajar bajo una “estrella maligna”?

Pueden, dice Roxana Robinson, en su elegante historia de amor “Leaving”. (Robinson es autor de nueve obras de ficción anteriores, así como de una biografía de Georgia O'Keeffe).

Warren y Sarah, dos personas de 60 años que fueron pareja en su juventud, se cruzan durante la presentación de “Tosca”. Años atrás, Sarah había pensado en casarse con Warren, pero decidió que sería una elección imprudente como pareja. Las mismas cosas que lo hacen encantador una vez que reaparece a los 60 años (su entusiasmo, su intenso deseo de intimidad) asustaron a la joven Sarah y, en cambio, apostó por Rob. Resultó ser una elección equivocada y el matrimonio fue un fracaso. Cuando Warren y Sarah se encuentran en la ópera, tienen asuntos pendientes.

Los dos viven felices hasta este encuentro. Warren está casado, mientras que Sarah, madre de dos hijos mayores y divorciada desde hace mucho tiempo de Rob, está casada con su hogar en el bosque, su soledad y su perro excepcionalmente humano. Pero a medida que la narrativa avanza suavemente entre los dos puntos de vista, los vemos asombrarse y cambiarse el uno por el otro. El asunto que sigue es maduro, aunque sea destructivo. Sarah, producto de un entorno intensamente de clase alta, es una mujer comedida que habla con frases autoeditadas. Apreciamos su metaconocimiento de su posición. A una amiga que soportó la aventura de su propio marido, Sarah le señala: “Yo soy la otra mujer”.

Imagen La portada de "Leaving" es de color verde brillante, con un lirio tigrado descolorido visible a la izquierda del título, que aparece en letras minúsculas blancas.

Tampoco nos desagrada Janet, la esposa de Warren, pero no nos gustaría casarnos con ella. Ella es un poco tonta, demasiado literal y "tiene miedo de personas diferentes a ella". Por otro lado, ella no merece la duplicidad de Warren, quien intenta “ejecutar su matrimonio sin causar dolor”.

Todos los adultos del libro están representados con delicadeza. Años después de la aventura, Warren le escribe a su hija todavía furiosa: "He hecho algo para dañar nuestra relación, pero como sabes, he hecho todo lo que está en mi poder para expiar lo que he hecho". Expía, lo hace.

Resulta que es Kat, la hija adulta de Warren, quien es la antagonista de esta historia de amor. Cuando Kat se entera de que Warren ha decidido dejar a su madre por Sarah, le ruega: “Por favor, no lo hagas, papá. Aún no lo has hecho. No. Nos matarás. Matarás a nuestra familia”. El dolor de la hija pronto se endurece y se vuelve algo más severo. Finalmente, Kat establece sus condiciones: “Si te divorcias de mamá, yo me divorciaré de ti. Me divorciaré de ti por completo”. Lo que sigue puede poner a prueba la credulidad de algunos lectores y resultar incómodamente realista para otros. Vemos a Warren vacilar ante el exilio de su única hija. “Resultó que era más que nada un padre. Él fue el primero”.

Las demandas de Kat son escandalosas y, sin embargo, hay algo de lógica en ellas. No estamos “casados” con nuestros hijos, pero estamos involucrados en algo profundamente contractual. Podemos situar culturalmente la posición de Warren como el resultado final del estado actual de la paternidad (algunos dirían que la paternidad es excesiva) que se ha convertido en la norma de muchas familias que cuentan con los medios y el tiempo para ello. Esta intimidad que tuvimos o intentamos tener con nuestros hijos tiene un precio y nos deja más desposeídos sin ellos. Un padre de este estilo no puede invocar retroactivamente imperativos sociales de antaño, cuando los niños eran culpables del deber y del contacto continuo.

En lo más profundo del libro, “Leaving” parece una remezcla de Westchester de “La dama del perro” de Chéjov, otra historia de adulterio con un enfrentamiento en el teatro. La narración de Robinson es clásica, página tras página de escenas que se mueven rápidamente y una escritura tan precisa como hileras de tierra labrada. Robinson reelabora musicalmente la frase corta, repitiendo y volviendo hasta que las palabras expresan su significado. Cuando era niña, Sarah “nunca había pasado mucho tiempo con niños; los encontró misteriosos. ¿De qué querían hablar? ¿Qué se les permitía decir a las mujeres? No estaba permitido el desacuerdo con su padre; no le gustó. No hagas una escena, decía su madre. ¿Qué estaba permitido decirles a los niños? Por momentos, la moderación de los personajes me pareció propia de otra época. Pero me relajé con las cadencias y perspicacias magistrales de Robinson. Después de leer “Leaving” y su novela sobre adicción de 2008, “Cost”, leí cualquier historia que tuviera para contar.

Tenía la esperanza, debido a mis tiernos sentimientos por todos los involucrados, que esta historia terminaría con las mismas garantías que la de Chéjov. Pero resulta que cuando Robinson dice "Tosca", quiere decir "Tosca". El final es un bombazo, eminentemente discutible. Esta ágil novela fascina. Robinson demuestra que los escritores todavía pueden evocar los silencios y las renuncias que frustran el deseo y que las estrellas aún se cruzan.

domingo, 31 de diciembre de 2023

Nadie había encontrado el lenguaje para contar esta historia ‘Diario de un peón’.

Diario de un peón’, de Thierry Metz, un libro que es a la vez crónica y poema, narra el trabajo de los más pobres, el trabajo más duro, el de un obrero.

Este es un libro que cuenta una historia que nadie había contado hasta ahora. El librito, sereno y apasionado a la vez, es Diario de un peón, de Thierry Metz. Narra, día a día, el trabajo de los más pobres, el trabajo más duro, el de un peón. Pero este libro, único en su especie, es a la vez crónica y poema. En cierto modo, es un milagro, ya que, en principio, un hombre que trabaja siete u ocho horas al día en una obra, cargando sacos de cemento, descargando bloques de hormigón y cavando zanjas, no tiene ni tiempo ni oportunidad para escribir. A veces lo vemos trabajando de lejos, en la calle o al borde de la carretera. Reconocemos su silueta, pero no sabemos nada de su existencia ni de sus cualidades interiores. Y es que, desde la noche de los tiempos, la escritura ha sido el privilegio de unos pocos, un pequeño grupo de escribas, hombres de letras.

Thierry Metz es un poeta francés contemporáneo; murió en 1997, a los 40 años. Era hijo de un repartidor parisino. En casa de sus padres no había un solo libro. Tampoco había dinero. Thierry Metz bregó toda su vida como peón, jornalero, trabajador agrícola y albañil. Se mataba a trabajar y, durante los periodos de desempleo, escribía.

Metz nos dice cómo el esfuerzo transforma el cemento, el golpe del pico, la jornada de trabajo, en pan, pan de verdad 

Y nos ha legado, entre otros, este libro sereno y apasionado a la vez, Diario de un peón, que relata en un lenguaje nuevo, encendido y conciso, lo que nadie había relatado antes. Y es una de las obras más logradas y admirables jamás escritas. Arthur Rimbaud escribió en un momento de rebeldía: “Siento horror por todos los oficios”. Thierry Metz no sentía horror por su oficio. No lo idealizaba, sino que expresaba toda su crudeza en una prosa densa y clara. Sabía perfectamente que era prescindible, que le utilizaban, que utilizaban a los obreros; era consciente del desequilibrio de su situación y no pretendía escapar de los condicionantes sociales escribiendo. Pero por mucho que le disgustara el materialismo vulgar, pese a la dureza del trabajo y de la injusticia social, no se olvidaba del sol, ni del áspero mango de la herramienta, ni del profundo silencio de sus compañeros, ni de la intensidad del más repetitivo de los trabajos, el inmenso esfuerzo realizado por el mayor número de personas desde tiempos inmemoriales y que constituye el motor esencial de la historia de la humanidad. 

Así, desde el prosaísmo infinito de sus obras, Thierry Metz descubrió una forma de susurrarnos, en un lenguaje modesto pero altivo, meditativo y concreto, el enigma de nuestra condición: “Me gusta creer que, tal vez un buen día, un dios sin nombre se sentará en este montoncito de tierra y ocupará su sitio en la tumba iluminada de mis esfuerzos con palabras cotidianas, meros gorriones. Recobrará el aliento y volverá adonde tienen lugar las cosas, a los desiertos donde se hallan los hombres y sus obras. ‘¡Viernes!’ Ese será su nombre”.

Descubrió una forma de susurrarnos, en un lenguaje modesto pero altivo, meditativo, el enigma de nuestra condición 

En este breve pasaje de Diario de un peón, se ve enseguida por qué Thierry Metz no podía contentarse con ser un simple narrador; habría traicionado su vocación de poeta, habría debido quemar las fórmulas del lenguaje que le había salvado; pero tampoco podía ser solo poeta, habría tenido que olvidar a los suyos, los albañiles y porteadores que, desde Mesopotamia, trajinan en las obras del mundo. Y por eso tuvo que elevar el lenguaje a un punto de equilibrio al que nadie lo había llevado antes que él; tuvo que escribir a la vez un poema y un relato, sin separar el uno del otro, sin dejar nunca que el relato cayera junto al saco de cemento, y sin dejar nunca que el poema volara con los pajarillos. Era necesario que las dos partituras se convirtieran en una, que las contradicciones de la vida social se fundieran en la escritura, y que el dolor del esfuerzo redundara un poco en la belleza del mundo.

Pero le costó caro, demasiado caro, un precio muy alto, querer seguir viviendo entre los suyos, en un mundo de polvo y ladrillos, de sed y dolor, y buscar, en esta dura estancia, el oro del tiempo. Hace falta un esfuerzo inconmensurable, es una tarea imposible; pero la tenaz determinación de Thierry Metz nos ha dejado un librito único, tristemente único, en el que un joven fornido, lleno de esperanza, de palabras, de fuerza y también de tristeza, ha intentado decirnos a gritos, pero en un lenguaje muy dulce y hermoso, a través de la dureza del trabajo, de la desigualdad de condiciones y de la modestia de los salarios, hasta qué punto las palabras de cada día y de cada uno son poesía, y cómo el esfuerzo o el hastío, mediante una transubstanciación muy real, transforman el cemento, el golpe del pico, la jornada de trabajo, en pan, pan de verdad. Pero por el camino, el jefe saca tajada; y la poesía, ¿qué saca?

Éric Vuillard, escritor y cineasta, ganó el premio Goncourt en 2017 por su novela ‘El orden del día’.

‘Diario de un peón’. Thierry Metz. Traducción de Vanesa García Cazorla. Periférica, 2023. 128 páginas. 15 euros.

martes, 7 de noviembre de 2023

“Lo decadente puede convertirse fácilmente en una fuente de inspiración”: Geoff Dyer, el escritor que exploró el final de grandes carreras de la historia

Geoff Dyer, retratado por Matt Stuart.

FUENTE DE LA IMAGEN,CORTESÍA DE GEOFF DYER.

Pie de foto,

Geoff Dyer es autor de novelas como "Amor en Venecia" y "Muerte en Benarés".

Leer "Los últimos días de Roger Federer", del británico Geoff Dyer, es como subirse a una montaña rusa de estados de ánimo.

A veces ríes a carcajadas, a veces te invade la nostalgia. A veces aparecen frases tan certeras que estremecen.

Esta sobre el envejecimiento no tiene pérdida:

“El verdadero interés es cómo cambian las cosas gradualmente y no de repente. Tan gradual que es imperceptible. Nadie lo ha dicho mejor que George Oppen (poeta estadounidense) sobre hacerse viejo: ‘qué extraña cosa que le pasa a un niño pequeño’”.

"Los últimos días de Roger Federer" es un libro “inclasificable”, como muchos críticos definen la obra y estilo de Dyer.

Es una retahíla de pensamientos del autor sobre el final de la carrera de algunas de las personalidades más brillantes de la historia (Bob Dylan, Nietzsche, Beethoven, Jim Morrison, De Chirico y muchos otros) y de la suya propia, y de todos los placeres, culpas, logros y frustraciones que ha dejado por el camino a sus 65 años.

El título es un homenaje a uno de sus grandes ídolos contemporáneos, el tenista Roger Federer, que se retiró en septiembre de 2022.

Pero, extrañamente, Federer apenas aparece en el libro.

Por eso arrancamos así esta entrevista con Dyer, que realizamos en el marco del Hay Festival de Querétaro, que se celebra entre el 7 y 10 de septiembre en esa ciudad mexicana.

En "Los últimos días de Roger Federer" Dyer reflexiona sobre el paso del tiempo. En esta foto aparece en su niñez, vestido de vaquero.
Geoff Dyer, vestido de vaquero cuando era niño.

FUENTE DE LA IMAGEN,CORTESÍA DE GEOFF DYER.

Pie de foto,
¿Por qué “Los últimos días de Roger Federer” si el tenista casi no aparece en el libro?

Reflejar cómo acaban las carreras era un tema que planeaba por mi mente y esto fue acentuado por el hecho biológico de que ya no soy un tipo de 35 años.

Era consciente de que estaba cerca de ese estadio en mi vida y pensé que usar el nombre de Roger Federer era una buena forma de condensar todos los argumentos y temas del libro en una persona.

Cuando arranqué el texto me preguntaba si Roger continuaba jugando, no porque fuera a ganar otro Grand Slam, que parecía casi imposible, sino porque realmente amaba lo que hacía y le daba sentido a su vida.

Pensé que él era un buen emblema del tema, aunque el libro nunca fuera a tratar sobre él.

Pero cuando escribiste el libro todavía no se había retirado. ¿Cómo viviste su retiro y último partido en 2022?

Fue muy bueno para mí, porque cuando anunció su retirada, el libro ya estaba publicado, y le dio un nuevo empujón en ventas (ríe).

Su anuncio fue una sorpresa, aunque de alguna forma ya había casi parado de jugar.

Y ese último partido a dobles que jugó con Nadal…

El tenis no fue para nada interesante y la Laver Cup tampoco es un torneo interesante, pero esa fotografía en que ambos aparecen llorando agarrados de la mano fue una forma maravillosa de terminar su carrera.
 
Nadal y Federer lloran durante la despedida de Federer en la Laver Cup.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Nadal y Federer, rivales y amigos, protagonizaron una icónica y emotiva escena el día del retiro del suizo.


En el libro hablas de lo mucho que lloras últimamente. ¿Lloraste también con esa imagen?

Claro que lloré. Aunque para mi crédito diré que las lágrimas de Roger parecían también deberse a esa terrible canción pop que pusieron en su homenaje.

Pienso que mis lágrimas tenían un motivo mucho más profundo (dice entre risas).

En el libro sigues haciendo honor a tu fama de autor “inclasificable”: lo mismo hablas de finales de carrera, que de etapas de tu vida, que de cómo afrontar libros que en principio parecen aburridos...

Lo digo de todos mis libros: nunca siento que encajan en ninguna categoría que reciben.

Quizás más que otro, este es simplemente un libro de esos que no están definidos por su contenido sino por la forma en que el autor, en este caso yo, llena sus páginas con su conciencia.

De eso trata, de lograr que mi conciencia interese lo suficiente al lector aunque no conozca o esté interesado en algunas de las personas sobre las que escribo.

¿Y alguna recomendación para lectores obsesivos como yo que no podemos dejar un libro sin acabar por muy malo que sea?

Con respecto a lo de cuándo saber si abandonar un libro, a mí me gustan los libros que se revelan gradualmente, que sorprenden.

Hay una tendencia en las editoriales que no me gusta nada, que es escribir introducciones que preparen al lector, un tanto emulando las intenciones con las que el escritor vendió su obra a la editorial. Se usa la introducción como instrumento de venta.

Tampoco me gusta cuando en las introducciones te anuncian de lo que va a tratar cada capítulo.

Es una de las razones por las que mi libro tiene una estructura tan sutil, para que el lector tenga que averiguar por sí mismo lo que está ocurriendo.

Frase de Geoff Dyer.
Cuando exploraste todos estos finales de carrera, ¿quién crees que la acabó de la forma más divertida y quién de la más trágica?

Diría que el final más trágico de carrera fue el de Nietzsche, que sufrió un severo deterioro mental.

Acaba viviendo como un zombie y tiene una especie de vida póstuma cuando en realidad sigue vivo. Y luego se complica más al enfrentarse al antisemitismo que le hizo terminar odiando a su hermana. Es muy desafortunado.

Pero luego también "su regreso" fue espectacular. De alguna forma, su reputación ha trascendido más que la de Marx o Freud, otros de los padres del pensamiento moderno.

La vida de Hemingway también acabó de forma terrible, no solo por su suicidio, sino porque su declive duró mucho tiempo.

Y cuando pienso en el mejor final, ese tiene que ser el de Beethoven. Esos últimos cuartetos son tan avanzados musicalmente y tienen una profundidad psicológica tan grande que para mí son realmente un triunfo.

Geoff Dyer

FUENTE DE LA IMAGEN,CORTESÍA DE GEOFF DYER.

Pie de foto,

Geoff Dyer es graduado de la Universidad de Oxford en Reino Unido.


¿Y para ti qué imaginas como final de carrera?

Difícil de decir.

En mi caso, el final ideal de carrera sería llegar a un punto en que pueda continuar diciendo lo que quiera decir y, sobre todo, sin abandonar este modo de vida de escritor por culpa de otras personas o circunstancias, como tener poco dinero o no conseguir una editorial que publique mis libros.

Quiero que mi final sea que simplemente no quise escribir más. Lo más importante es acabar la carrera de forma independiente.

Una de las cosas más reconfortantes sobre la vida de escritor es que es una prueba constante de tus habilidades cognitivas.

Es muy interesante, cuando uno va envejeciendo, ir probándose y ver si uno es capaz, si tiene el poder mental de seguir.

Todo el tiempo que estuve analizando este desarrollo potencial en la vida de otros era consciente de que quizás no solo estaba mirando estas vidas a través de una ventana, sino también mi propia situación a través de un espejo.

Tu libro en muchos momentos es una oda a la decadencia, un estado que muchos aceptan por la nostalgia, la belleza o la sabiduría, pero que muchos otros rechazan por viejo y anticuado ¿En qué grupo te encuentras tú?

Es sorprendente, pero lo decadente o lo que está en declive puede convertirse fácilmente en una especie de inspiración, y permitirnos continuar.

La decadencia puede transformarse en una especie de cualidad habilitadora.

lunes, 7 de agosto de 2023

En el "El Nombre de la Rosa" de Umberto Eco.

...Cuando el abad ciego pregunta al investigador William de Baskerville: “¿Qué anheláis verdaderamente?”

Baskerville contesta: “Quiero el libro griego, aquél que, según vosotros, jamás fue escrito. Un libro que sólo trata de la comedia, que odiáis tanto como a la risa. Se trata probablemente del único ejemplar conservado de un libro de poesía de Aristóteles. Existen muchos libros que tratan de la comedia. ¿Por qué este libro es precisamente tan peligroso?”

El abad contesta: “Porque es de Aristóteles y va a hacer reír”.

Baskerville replica: “¿Qué hay de inquietante en el hecho de que los hombres puedan reir?”

El abad: “La risa mata el miedo, y sin miedo no puede haber fe. Aquél que no teme al Demonio no necesita más de Dios."

🔸El nombre de la rosa.
El nombre de la rosa (título original Il nome della rosa en italiano) es una novela histórica de misterio escrita por Umberto Eco y publicada en 1980.

Ambientada en el turbulento ambiente religioso del siglo XlV, la novela narra la investigación que realizan fray Guillermo de Baskerville y su pupilo Adso de Melk alrededor de una misteriosa serie de crímenes que suceden en una abadía del norte de Italia.

La gran repercusión de la novela provocó que se editaran miles de páginas de crítica de El nombre de la rosa, y se han señalado referentes que incluyen a Jorge Luis Borges, Arthur Conan Doyle y el escolástico Guillermo de Ockham.

En 1987 el autor publicó Apostillas a El nombre de la rosa, una especie de tratado de poética en el que comentaba cómo y por qué escribió la novela, aportando pistas que ilustran al lector sobre la génesis de la obra, aunque sin desvelar los misterios que se plantean en ella. El nombre de la rosa ganó el Premio Strega en 1981 y el Premio Médicis Extranjero de 1982, entrando en la lista «Editors' Choice» de 1983 del New York Times.

El gran éxito de crítica y la popularidad adquirida por la novela llevó a la realización de una versión cinematográfica homónima, dirigida por el francés Jean-Jacques Annaud en 1986, con Sean Connery como el franciscano Guillermo de Baskerville y Christian Slater encarnando a su discípulo, Adso.

#losretosdelarazón #elnombredelarosa

viernes, 28 de julio de 2023

‘Danza humana’, renuevos de Montaigne.

Portada de ‘Danza humana’, de Rafael Argullol.


Rafael Argullol dialoga consigo mismo en un volumen de mil páginas y escritura libérrima, en el que recorre los hitos de la historia de la cultura. El autor pone fin así a la trilogía iniciada con ‘Visión desde el fondo del mar’ y ‘Poema’.

Son ya muchos años, toda una vida podría decirse, los que lleva Rafael Argullol explorando una escritura extraterritorial que rechaza lindes genéricos y aduanas disciplinarias, una escritura que alguna vez llamó “transversal” pero que es esencialmente agenérica y libérrima, serenamente tornadiza y metamórfica, en la que lo lírico y lo narrativo se impregnan de especu­lación filosófica, de remembranza autobiográfica o de confesión. Emanada de un yo ubicuo, es una escritura intensamente personal concebida a menudo como una expedición de descubrimiento que aparece jalonada por la historia de la cultura (arte, literatura, filosofía y religión salen al camino constantemente) y elevada por una mirada universalista que sitúa a los seres humanos en su pequeñez cósmica y al mismo tiempo en su irresoluble fluctuación entre la luz y la tiniebla. Esa vía pareció alcanzar su expresión más granada en 2010 con Visión desde el fondo del mar, sin embargo se prolongó en otro magno esfuerzo de disciplina escrituraria, Poema (2017), y ahora está claro que culmina con esta Danza humana que cierra, así, una trilogía que suma más de 3.000 páginas.

Cada volumen constituye a su modo una forma elíptica y minuciosa de autorretrato, cada uno obedeciendo a unas reglas internas distintas que determinan tanto la vertiente que se escudriña como la estrategia de escritura escogida. El conjunto es fastuoso y no cabría en esta reseña ni siquiera una sobria descripción de un proyecto que trata de explorar una conciencia particular, la de Argullol, con su depósito laberíntico de experiencias y tiempos, desde su función de receptáculo testimonial de una época, la nuestra, y de caja de resonancia de una tradición cultural en la que la literatura y la filosofía, la historia y el arte, la espiritualidad y la estética se interpelan e intersecan. Por eso debo limitarme a esta Danza humana, escrita entre el 9 de mayo de 2019 y el 6 de octubre de 2021 (los breves capítulos van datados como un diario) y organizada en diez libros nucleados en torno a otros tantos conceptos esenciales en la vida del escritor y, vale decir, de cualquier ser humano. A saber: verdad, restitución, desprendimiento, enigma, jovialidad, divinidad, antagonismo, afinidad, luz y libertad.

El orden en que aparecen no es arbitrario porque la secuencia conforma un itinerario, del mismo modo que cada uno de los libros se plantea como un viaje al corazón de esos conceptos mediante la creación de sucesivos destinatarios que no dejan de ser desdoblamientos parciales del autor: Elia (la que lo rescatará en el futuro), Jano, Ra, Marcello, Sleipner (el caballo octópodo de Odín), Gaspar (un ciprés), Miguel, o Å (el pueblo noruego), con el que se abre y cierra la obra.

Argullol se deja arrastrar por una escritura en torrente, que avanza sin prisa impulsada por un motor de interrogantes sobre sí mismo (que son extrapolables a cualquier lector) y abandonada a su propio devenir, día a día En diálogo consigo mismo a través de esas máscaras, Argullol se deja arrastrar por una escritura en torrente, que avanza sin prisa impulsada por un motor de interrogantes sobre sí mismo (que son extrapolables a cualquier lector) y abandonada a su propio devenir, día a día, entre tiempos y lugares de un pasado remoto y otros de un futuro intuido, mientras las emergencias del presente (los disturbios de 2019 en Barcelona o el curso de la pandemia) le devuelve al aquí y ahora del acto de escribir y del propósito que lo mueve.

Y aunque no lo declara, esta inmersión en la naturaleza humana desde la irreductible subjetividad del escritor no deja de ser tributaria del gesto de Montaigne cuando, admitiendo los límites de su entendimiento, quiso ensayarse (esto es, ponerse a prueba) ante los grandes problemas filosóficos (la muerte, el amor, el conocimiento) y las pequeñeces del vivir cotidiano (el dolor corporal, la decrepitud o los placeres de los sentidos) y confesó a su lector al comienzo de sus Ensayos: “Soy yo mismo la materia de mi libro”. Argullol podría suscribir el aserto, pero sería un necio quien no entendiera que, en el fondo, somos todos nosotros la materia de un libro que pone a bailar las preguntas fundamentales.

sábado, 22 de abril de 2023

_- ¿Qué libros de Gabriel García Márquez hay que leer?

_- Invitamos a los lectores hispanohablantes a ampliar nuestra lista de recomendaciones.

En esta nota reciente compartí mis libros favoritos del Nobel colombiano —entre ellos Crónica de una muerte anunciada, que me cautivó cuando lo leí en la escuela—; la belleza y el atractivo de la obra de García Márquez es la variedad de narrativas y estilos que ofrece.

¿Prefieres la mordaz crítica de la burocracia y la corrupción política de El coronel no tiene quien le escriba, basada en su abuelo? ¿O tal vez tu estilo es más afín a su Relato de un náufrago, una crónica de supervivencia escrita desde la perspectiva de un marinero varado en el Caribe? Sea lo que sea, queremos saber qué título añadirías a la lista y para qué tipo de lector o estado de ánimo lo recomendarías.

Según sus padres, Gabito llegó a este mundo cubierto de aceite de hígado de bacalao, con dos cerebros y la memoria de un elefante. Nació en Aracataca, Colombia, en 1927, aunque siempre insistió que fue en 1928, como un guiño a la historia colombiana: ese fue el año de la terrible masacre cometida contra varios trabajadores de las plantaciones de banano en su amada costa caribeña. Ese episodio, dijo alguna vez, quizás fue su primer recuerdo.

Así empieza la mitología de Gabriel García Márquez, el mago del realismo mágico, un premio Nobel que combinó la verdad con la ficción para abarcar la inmensa realidad de la vida en América Latina. La vastedad de sus trabajos era igual de universal. Su obra —al menos 24 libros, incluyendo novelas, recopilaciones de cuentos y piezas de no ficción— abarca casi todos los generos, desde potentes novelas policiales, así como romances hasta comentarios políticos y ficción histórica. Si estás vivo, en sus libros hay algo para ti.

Sin embargo, la atracción principal es su ficción. En un artículo publicado después de su muerte, la crítica de The New York Times, Michiko Kakutani, describió el universo de García Márquez como “un sueño febril donde el amor, el sufrimiento y la redención giran sin parar alrededor de sí mismos en una cinta de Moebius”. Al describir la condición humana como si fuera un evangelio, García Márquez destilaba sabiduría cósmica en una sola línea con un movimiento rápido de su muñeca. Casi toda su ficción tuvo raíces en su experiencia personal —a su madre le gustaba recalcar que estaba escrita en código y ella tenía la llave— y extrajo temas recurrentes de su obsesión por el amor, la memoria, el poder absoluto y la búsqueda de una identidad colectiva.

Su vida no estuvo libre de controversias. Su amistad con Fidel Castro desencadenó la ira del FBI y facciones de la izquierda desconfiaron de sus intenciones. El autor peruano Mario Vargas Llosa, eterno rival literario que alguna vez fue su amigo, le pegó un puñetazo por meter sus narices —y quizás algo más— en su crisis matrimonial. Para la década de los noventa, García Márquez ya no estaba a salvo en su propio país, y recorría las calles de Colombia en un Lancia Thema con ventanas blindadas y un chasis a prueba de bombas. Eventualmente se fue a la Ciudad de México, donde murió en 2014.

Sin embargo, sigue siendo una presencia gigantesca en la literatura latinoamericana, sirviendo como una prueba de fuego en la región: las nuevas generaciones de escritores le rinden homenaje o se rebelan contra su influencia. Sus libros se venden tan bien que incluso las copias piratas siguen circulando ampliamente, difundiendo su característico ingenio y humor, irónico y terrenal, con márgenes desiguales y textos emborronados.

¿Estás listo? Es hora de entrar al laberinto.
Quiero empezar con su mayor obra
Respeto tu ambición. Gabo también lo haría. Solo hay una respuesta correcta y es Cien años de soledad (1967). El autor siempre tuvo grandes planes para esa novela que toca los temas principales que desarrollaría en el resto de su obra. Es una historia de su ciudad natal, en la costa colombiana, y del Caribe, donde los españoles fueron derrotados por primera vez y donde empezó el proyecto de Latinoamérica. Es Gabriel García Márquez en su esencia.

La novela cuenta la historia de la mítica familia Buendía, liderada por José Arcadio Buendía, y del pueblo de Macondo, una alegoría al lugar de nacimiento de García Márquez y a Latinoamérica en general. El libro, publicado en vísperas de una época de terror y represión en América del Sur, es una parábola inequívoca del imperialismo: tiene catástrofes naturales, guerras civiles y plagas de insomnio. Macondo sobrevive a un desastre tras otro —incluida una versión ficcionalizada de la masacre de las bananeras en 1928— hasta que el poblado finalmente es arrasado por un huracán, como lo profetizaba un manuscrito descifrado por el último descendiente de los Buendía.

A García Márquez le tomó 18 meses escribir Cien años de soledad, pero pasó casi dos décadas rumiando la historia en su cabeza. Mientras leía las pruebas de su novela La hojarasca, una aproximación temprana a Macondo y sus personajes, le dijo a su hermano: “Esto es bueno, pero yo voy a escribir una vaina que se va a leer más que El Quijote”. No estaba tan equivocado.

Florentino Ariza también.
Es la década de los treinta. Han pasado cincuenta y un años, nueve meses y cuatro días desde que el amor de su vida, la bella Fermina Daza, lo rechazó por un doctor adinerado. Pero cuando su rival, Juvenal Urbino, muere de una súbita y absurda manera (tratando de perseguir a un loro en un árbol de mango), Florentino vuelve a retomar su pasión.

Así empieza El amor en los tiempos del cólera (1985), una novela en la que, como el novelista Thomas Pynchon escribió en su reseña para El Times, “el voto eterno del corazón se enfrenta con los términos limitados del mundo”. Nos trasladamos a fines del siglo XIX, al comienzo de un brote de cólera que invadirá esta ciudad caribeña ficticia durante el próximo medio siglo. En el camino, somos testigos del cortejo y el amor floreciente entre Florentino y Fermina, que se desenvuelve a través de cartas y telegramas, hasta que el padre de ella lo finaliza abruptamente al comprometerla con el irresistible doctor Juvenal Urbino. Como un poeta condenado a la búsqueda eterna del amor, Florentino espera su momento, mientras trabaja como operador de telégrafo y se enreda en 622 “amores continuados” mientras reserva su fidelidad para su único y verdadero amor.

García Márquez se inspiró en su hogar. Su padre, Gabriel Eligio García, era un seductor experto con fluidez en poesía y canciones de amor, que cortejó a Luisa Santiaga durante su tiempo libre en la oficina pública de telégrafos, para gran molestia de su familia. Es como si García Márquez le diera la vuelta a la historia de sus padres en su cabeza y simplemente la contara desde allí.

La selección de Doce cuentos peregrinos (1992) sirve como una sala de juegos y una especie de apéndice de la obra de García Márquez. Una clarividente usurpa lentamente la propiedad de una distinguida familia vienesa vendiéndoles los sueños que ella les interpreta. Una pareja caribeña pobre se apiada de su depuesto presidente cuando lo encuentran viviendo en la miseria y el exilio en París. Una mujer es admitida por error en un sanatorio cuando su auto se avería en el desierto de Los Monegros, en España, y su esposo, un mago en apuros, la abandona allí en represalia por una infidelidad imaginaria. Hay bromas astrológicas e insultos brutales: tener un Sol en Piscis o un signo ascendente no es excusa para la estupidez, se nos dice; en Nápoles, hasta Dios se va de vacaciones en agosto; y un grupo de turistas ingleses se describe como “uno solo muchas veces repetido en una galería de espejos”.

Todos estos relatos siguen a latinoamericanos en Europa, animados por la preocupación de García Márquez por la historia, la identidad y el destino de su región.

Creo que podría tener una maldición
¿Te sientes perdido? ¿Tu vida está en ruinas? Puedes leer El general en su laberinto (1989), un relato de ficción sobre Simón Bolívar, el político y revolucionario conocido como el “Libertador” de Sudamérica. Bolívar, debilitado por la enfermedad y rechazado por el gobierno que ayudó a crear, se embarca en un último viaje por el río Magdalena, donde hace un balance de su vida mientras vuelve a visitar los campos de batalla de las glorias pasadas y las traiciones. La corona española ha sido vencida, pero la Sudamérica unificada que anhelaba se dividía por intrigas y celos, asesinatos y golpes de Estado.

“El destino de la idea bolivariana de la integración parece cada vez más sembrado de dudas, salvo en las artes y las letras”, recalcó García Márquez en un discurso de 1995. Esta novela histórica es un lamento por el pasado de su continente a través de los ojos de su primer soñador desilusionado. El epígrafe del libro, tomado de una carta del Libertador de 1823, lo resume así: “Parece que el demonio dirige las cosas de mi vida”.

Todos en el pueblo de Sucre sabían que Santiago Nasar, el protagonista de Crónica de una muerte anunciada (1981), iba a ser asesinado en la mañana de la llegada del obispo, excepto el propio Nasar. Sus asesinos, los gemelos Vicario, se lo habían dicho a todo el mundo y afirmaban que lo iban a matar por arruinar el matrimonio de su hermana con un hombre de dinero. Veinte años después, el narrador, un sucedáneo del propio García Márquez, regresa a su ciudad natal para reconstruir el asesinato. Entrevista tras entrevista, lo que al principio parece ser un misterio se convierte en una historia de clase, intriga y movilidad social en un pueblo pequeño que finalmente acusa a toda la comunidad.

¿Qué es lo más raro que escribió?
Hay muchas posibles respuestas para esta pregunta. Mi favorita, sin embargo, es Memoria de mis putas tristes (2004), su última novela.

Para marcar el comienzo de su cumpleaños noventa, un hombre hace una visita de rutina a su burdel favorito, pero con una petición especial: quiere celebrar el hito con una virgen. Para eso, elige a una niña de 14 años. La diferencia de edad es ciertamente desconcertante —“No me importa cambiar pañales”, bromea con la madame— y probablemente única en las novelas de García Márquez. Sin embargo, en vez de consumar la transacción, la niña se derrumba en la cama, exhausta por cuidar a sus hermanos y trabajar en una fábrica de botones. Se enamora de la noche a la mañana y se despierta con una revelación trascendental: la vida no es efímera como el río siempre cambiante de Heráclito, “sino una ocasión única de voltearse en la parrilla y seguir asándose del otro costado por noventa años más”. La naturaleza mojigata y cíclica de la vida, representada aquí una última y excitada vez por García Márquez.

Cuéntame más de su trabajo de no ficción
García Márquez se fogueó trabajando en salas de redacción en todo el continente americano y como corresponsal en Europa, Estados Unidos y otros lugares. Publicó libros notables de no ficción, incluido un relato de suspenso de una serie de secuestros en la era de Pablo Escobar en Colombia, pero El escándalo del siglo (2019), una colección póstuma de sus artículos publicados entre 1950 y 1984, ofrece una muestra más diversa de su obra. La antología —no todas las piezas son estrictamente de no ficción— abarcan desde los primeros despachos que hizo para varios medios cuando tenía 20 años hasta las columnas que escribió para El País cuando era un novelista de éxito. La antología incluye un colorido informe sobre la idolatría en el pueblo de La Sierpe en la Colombia rural, una crónica surrealista de una sequía en Caracas, y su breve y espontáneo encuentro con Ernest Hemingway cuando tenía 28 años y vivía en París.

Quiero explorar los rincones de su mente
¿Listo para sumergirte en su mente? García Márquez escribió una autobiografía de sus primeros años, y Gerald Martin también compiló una biografía ejemplar en 2008. Pero si lees detenidamente, El otoño del patriarca (1975), un paisaje onírico de un tirano novelesco, verás que funciona como una biografía alternativa, aunque más metafísica.

Lo que le falta a la novela en la trama lo compensa con detalles grotescos y despiadados, narrando la historia de un dictador anciano que aterroriza a un país caribeño anónimo. Un amigo sospechoso de traición es asado y servido en un banquete. Los miembros del círculo íntimo del dictador son ametrallados después de que finge su propia muerte. En un momento, le vende el mar Caribe a los Estados Unidos, que lo reparte y lo envía poco a poco a Arizona. Todo lo que queda atrás es un cráter gigante.

García Márquez se refirió a este libro como un “poema sobre la soledad del poder” y también lo calificó como su mejor novela. Es amorfa, decadente, lírica, y se inspira en una multitud de innumerables dictadores de América Latina y más allá. Es posible que también haya liberado algunos de sus demonios personales. “Soy el patriarca”, le dijo una vez a Martin. “Si no entiendes eso… ¿cómo vas a ser mi biógrafo?”.

https://www.nytimes.com/es/2023/04/10/espanol/obras-esenciales-garcia-marquez.html

sábado, 7 de enero de 2023

_- José Manuel Fajardo: “El mal social se nutre de la gente corriente” El escritor afincado en Lisboa vuelve con una novela breve que desgrana el proceso que lleva a las personas a sacar lo peor de ellos mismos

_- El escritor afincado en Lisboa vuelve con una novela breve que desgrana el proceso que lleva a las personas a sacar lo peor de ellos mismos


Lleva escribiendo desde los ocho años. Quizá por eso José Manuel Fajardo (Granada, 65 años) ha llegado siempre demasiado pronto a casi todo. Escribía novelas históricas como Carta del fin del mundo (1996) antes de que el género viviera el bum de los últimos años. Con Una belleza convulsa (2001), sobre el secuestro de un periodista a manos de ETA, se adelantó 15 años al fenómeno que supuso Patria, de Fernando Aramburu. “Así me va”, bromea el escritor, que ha publicado una novela breve en la que une dos ciudades y dos tiempos distintos a través de la fina línea del odio. El libro, editado por el Fondo de Cultura Económica, se llama precisamente así: Odio. Granadino de nacimiento aunque criado desde los cuatro años en Madrid. Fajardo ha vivido en el País Vasco, donde escribía de terrorismo en El Mundo, hasta que la presión del entorno de ETA le hizo tomar la decisión de salir de España. ”Apliqué la técnica del yudo: utilizar la energía del enemigo contra él. Estaba agobiado y enfurecido. Así que un día me dije que tenía que pensar en mi carrera de escritor’, y decidí hacer lo que siempre había soñado: irme a París a vivir como escritor”. Recuerda. Diez años después se mudó a Lisboa, donde vive desde hace doce.

Pregunta. Llevaba diez años sin publicar. Pero ¿cuánto tiempo llevaba sin escribir?

Respuesta. He estado cinco sin escribir ficción. Tuve un frenazo inesperado, porque, después de publicar mi anterior novela, Mi nombre es Jamaica, en 2010, cerré en cierto modo un ciclo de escritura que había durado 20 años, con libros muy distintos pero que daban vueltas a las mismas ideas y preocupaciones, y me encontré en busca de un territorio nuevo. Pensé que sobre esos aspectos de la extraña construcción de España a través de amputarnos miembros de la sociedad, a fuerza de exilios, abandonos y persecuciones, ya había dicho todo lo que tenía que decir. Y me costó un tiempo encontrar un nuevo territorio.

P. ¿Llegó demasiado pronto a la novela histórica?
R. En realidad yo nunca he tenido voluntad de escribir novela histórica, yo escribo historias que ocurren en determinado momento histórico. A mí la literatura me gusta como descubrimiento, me gusta escribir desde donde no sé si soy capaz de hacerlo. Cuando ya sé que puedo escribir desde un cierto punto ya no quiero seguir ahí, quiero descubrir nuevos territorios de escritura. Eso para mí hace que la literatura siga siendo divertida y una fuente de conocimiento.

P. Da la sensación de que Odio está escrito de un tirón, igual que se lee. ¿Cómo fue el proceso?
R. Me encanta que dé esa sensación, porque es completamente falsa. La novela está escrita a lo largo de cinco años. Muy despacio, porque me costó mucho dar con la estructura. Hay una parte que transcurre en el Londres de finales del siglo XIX, pero yo no quería escribir una novela más sobre el Londres victoriano. Me rompí mucho la cabeza hasta que me di cuenta de que la intención fundamental era escribir sobre el odio en épocas distintas. Cuando comprendí que esa era la estructura que debía tener el libro, fue cuando ya di con la forma de escribirlo. Y eso me ha costado tiempo.

P. Todo empezó con un cuento, ¿verdad?
R. El origen es un cuento que escribí a petición de Fernando Marias, que era un buen amigo. A él le gustó mucho, pero me dijo que ahí había una novela, y que yo tenía que escribirla. Así que disciplinadamente me puse a darle la vuelta a esa tortilla. Quería entrar en la época del Londres victoriano y enfrentarla como en un juego de espejos al París del presente, para relatar cómo nuestro lado oscuro se manifiesta a lo largo del tiempo. Porque el odio de hoy no es una novedad. Es un odio viejo, que viene de muy atrás, y para poder entenderlo me pareció una buena idea presentarlo así.

El escritor y periodista José Manuel Fajardo, en Madrid. JUAN BARBOSA

P. Dice que quería escribir un libro que fuera como un directo a la mandíbula. ¿Lo ha conseguido?
R. Lo que buscaba era divertirme mucho escribiéndolo. Mi idea era hacer una de esas novelas cortas que a mí me encantan. Yo soy devoto de Pedro Páramo o La balada del café triste o Bartleby, el escribiente, libros que son como diamantes, pequeños, brillantes, tallados y duros. Espero haberlo logrado, pero eso lo tiene que decir el lector. Quería que fuera un libro de impacto y para eso tenía que ser breve.

P. Ninguno de los dos protagonistas son personas especialmente desgraciadas, ¿por qué los ha escogido?
R. Porque el mal social se nutre de la gente corriente. Cuando una sociedad se desquicia, no lo hace por los desesperados. Estos viven en la marginalidad y su resentimiento y odio pueden hacer ruido, pero raramente perturban el orden social, o pueden hundir la sociedad en un abismo. Esto sucede cuando las personas que no están desesperadas se psicopatizan, cuando se dejan llevar por miedos más fantasmales que reales y empiezan a temer que van a perder lo que tienen o lo que no han llegado a tener y creen que ya no van a conseguir. Empiezan a sentirse frustrados en sus deseos y a considerar que la violencia está legitimada como herramienta. Entonces esas personas normales, que no han sido víctimas de grandes afrentas, empiezan a comportarse como marginados, a convertirse en seres furibundos y a odiar a quienes son más débiles que ellos. Cuando encuentran esa espita para dar salida a su odio es cuando una sociedad se desmorona. Es lo que pasó con los fascismos del siglo XX y es un poco lo que está ocurriendo en el mundo de hoy. El libro nace por mi preocupación por este auge de la irracionalidad, el odio y la violencia que está tocando a ese tipo de personas a las que en realidad no les está pasando nada, pero viven, gritan, se enfurecen y odian como si de verdad les estuviera pasando algo.

Me preocupa este auge de la violencia que está tocando a ese tipo de personas a las que en realidad no les está pasando nada, pero se enfurecen y odian como si de verdad les estuviera pasando algo

P. ¿Cuál es el germen del odio?
R. El odio es muchas veces heredado. En la novela los padres de los protagonistas son dos misóginos y estos también lo son. En gran medida de lo que hablo es del odio al otro, al que no tiene tu color de piel, al que no tiene tu religión, no tiene tu estatus social o no es de tu país, es decir, el que es distinto. Y el primer otro que todos encontramos es el otro sexo. La primera otredad. Según un informe de la ONU de 2019, más del 90% de los homicidios en el mundo los cometen hombres. Cómo no va a existir la violencia de género. La violencia tiene género, y es esencialmente masculina. La misoginia es la primera escuela del odio al otro, y después ya puede convertirse en odio racista, xenófobo...

El primer otro que todos encontramos es el otro sexo. La misoginia es la primera escuela del odio al otro, y después ya puede convertirse en odio racista, xenófobo...

P. ¿Se ha dado cuenta de que dedica muchas más palabras a describir la fealdad y la miseria que la belleza?
R. En este libro es inevitable porque estoy hablando de la fealdad humana. La descripción es un agente activo de la narración, para mí. En estos lugares de la novela la descripción juega como espejo del alma de los personajes, esa fealdad que los rodea es el reflejo de lo que está creciendo dentro de ellos. Yo creo que, al igual que la belleza puede ser sanadora, si vives rodeado de fealdad, si comes en unos platos de plástico y vives rodeado de mugre, si todo a tu alrededor es tosco, eso enferma, eso hace que te vuelvas miserable.

P. ¿Cómo ve España cuando vuelve a su país?
R. Encuentro un país que me fascina y del que no me sé desentender. Yo creo que para mi salud espiritual y mental es bueno que viva fuera de España, porque me desespera a veces tanto que, si viviera inmerso en la sopa nacional, acabaría de los nervios de nuevo y no tengo ganas. Me da pena, porque yo luché de joven por la democracia. Es una tristeza ver cómo ahora vuelven los discursos franquistas después de habernos librado de toda esa pobreza de espíritu, porque esa dictadura, además de terrible, era mediocre, gris, sucia, con una moral infame. Me vuelve loco pensar que todo esto pueda volver.



lunes, 2 de enero de 2023

Cien años de José Hierro, de la cárcel al Premio Cervantes.

En el centenario de su nacimiento, varios libros y una exposición en la Biblioteca Nacional repasan la vida y obra de uno de los autores clave del siglo XX español. Preso del franquismo, premio Cervantes y académico remolón, conoció el mayor de los éxitos con su último libro: ‘Cuaderno de Nueva York’

Unos meses antes de su muerte, me solicitaron de este periódico una semblanza de José Hierro (1922-2002), ingresado en estado muy grave en el hospital de una ciudad no lejos de la mía. Eufemismos aparte, se me pedía una necrológica para esa noche. Por si acaso. Aunque eran usos habituales, procedentes de un mundo sin Wikipedia, redacté aquella nota sintiéndome un villano. No me alivió la analogía con el Pereira de la novela de Tabucchi, quien acopiaba información para su periódico a fin de que los obituarios que había de componer sobre muertos aún vivos no le pillaran de improviso. Aquel escrito mío no tuvo que publicarse, aunque la prórroga que se le concedió al poeta duró poco.

Hasta aquí mi pellizco de mala conciencia. Lo recuerdo ahora porque, pese a que llevaba dadas muchas vueltas en torno a su poesía, tuve la incomodidad añadida de escribir de alguien que, en su sencillez, me resultaba inescrutable. Veinte años después he avanzado poco, al punto de que, antes que aclarar los misterios que lo envuelven, me limitaré a desplegarlos.

Siendo un adolescente pasó por numerosas cárceles franquistas por colaborar con una agrupación de ayuda a los presos, entre ellos su padre El primero de tales misterios consiste en que, siendo Hierro autor de 15 o 20 poemas en rigor excepcionales, cuando se habla de él suelen enfatizarse ciertos rasgos inesenciales que, quizá por consabidos, parecen impostados: el chinchón, la escritura en un bar acunado por el sonsonete de las tragaperras, las zapatillas incompatibles con el estatus académico, su modo aparatoso de quitarse importancia, los cigarros a hurtadillas en los paréntesis de la botella de oxígeno, sus artes culinarias (¡ah!, esas paellas que acaso aprendiera a preparar cuando el malogrado José Luis Hidalgo, con el señuelo de un trabajo inexistente, lo reclamó a su lado en Valencia para alejarlo de Santander, donde pesaba mucho su pasado carcelario). Él no puso ningún reparo en dar pasto a esa imagen, como si quisiera abroquelar la poesía tras un anecdotario de llaneza campechana.

El segundo misterio se produce por su empecinamiento en vestirse con el uniforme de la grey: “Yo, José Hierro, un hombre / como hay muchos”. En la poética que redactó para la Antología consultada (1952) de Francisco Ribes, afirmó, en línea con los socialrealistas, que el poeta debería cantar “lo que tiene de común con los demás hombres, lo que los hombres todos cantarían si tuviesen un poeta dentro”, privilegiando el documento sobre el monumento: “Si algún poema mío es leído por casualidad dentro de cien años, no lo será por su valor poético, sino por su valor documental”. Qué placer comprobar que se equivocaba. Y cuando esa caracterización se hizo imposible de sostener, especialmente a partir de Libro de las alucinaciones (1964), recurrió a una dicotomía entre los poemas que llamaba reportajes y los que llamaba alucinaciones, aunque las a menudo contradictorias definiciones que da de ellos confunden más que aclaran, me malicio que a sabiendas. Lo evidente es que algunos de esos reportajes generan en nuestro interior deslumbramiento espiritual y ofuscación de los sentidos. Quien lo dude, lea su poema ‘Réquiem’ (Cuanto sé de mí, 1957), donde la asepsia notarial, fría como las luces de un tanatorio, origina una llamarada que se propaga hasta incendiarlo todo.

Un tercer misterio afecta a su insistencia en considerarse un poeta agotado desde los primeros compases, como si su poesía fuera un remanente fósil del poeta que fue un día. Dado a conocer en 1947 con Tierra sin nosotros y Alegría (premio Adonáis), para entonces tenía casi rematado su libro Con las piedras, con el viento…, publicado en 1950 porque perdió el manuscrito y hubo de rehacerlo a partir de una copia incompleta de 1947 que conservaba el matrimonio Ribes-Escolano. En el prólogo, un Hierro aún veinteañero afirmaba que la poesía “en mí se va apagando”, y en ‘El canto seco’, de Quinta del 42 (1952), el poeta de 30 años escribe: “No cantaré ya nunca más. El canto / se me ha secado en la garganta”; versos, por cierto, que remiten inequívocamente al Antonio Machado de ‘A Xavier Valcarce’. Y así muchas veces. Desde Libro de las alucinaciones pasaron cerca de tres décadas hasta Agenda (1991). Su idea de poeta amortizado le hacía sorprenderse del éxito del reeditadísimo y terminal Cuaderno de Nueva York (1998), que contiene una vanitas titulada ‘Vida’ que, en modo soneto, hubiera firmado un Quevedo en estado de gracia: “Después de todo, todo ha sido nada, / a pesar de que un día lo fue todo. / Después de nada, o después de todo / supe que todo no era más que nada”.

La música de su poesía es un misterio: Hierro oye primero los sones y secuencias rítmicas del poema futuro. Solo después habilita una letra El último misterio, este auténticamente gozoso, es el de la música de su poesía. Hierro oye primero los sones y secuencias rítmicas del poema futuro; solo después habilita una letra, que corre a zaga de la música callada. Cuando semántica y fonética alcanzan a concertarse, surge el poema memorable. A este proceso, escoltado por algún añadido de acarreo, dedica Lorenzo Oliván Las palabras vivas, con la sabiduría de quien, poeta como es, no confunde la carraca métrica con la espiración rítmica.

El mismo Oliván es el antólogo de los poemas de Vida: Biografía y antología de José Hierro, cuyo título va más lejos que su contenido, pues no se nos ofrece una biografía atenida a las convenciones del género, sino un conjunto de textos de Jesús Marchamalo que conforman una semblanza incitadora del poeta. En ella se adivina el genio creador de un muchacho que conoció el dolor y la alegría; residió, poco más que adolescente, en numerosas cárceles franquistas por colaborar con una agrupación de ayuda a los presos —entre ellos su padre, que salió de la cárcel para prepararse a morir—, y peregrinó de un empleo a otro manteniendo la fidelidad a esa vocación que, de puertas afuera, parecía llevar al desgaire, como si se excusara por ser lo que de ningún modo hubiera renunciado a ser. De orden heterogéneo, pero con valiosos trabajos y material iconográfico —al igual que Vida—, es el catálogo coordinado por Juan José Lanz para la exposición del centenario en la Biblioteca Nacional, que cierra este rastreo por el territorio de un autor fundamental de nuestra poesía.

https://elpais.com/babelia/2022-12-28/cien-anos-de-jose-hierro-de-la-carcel-al-premio-cervantes.html

miércoles, 28 de diciembre de 2022

_- Serrat, ahora y siempre,



_- Barquito de papel, sin nombre, sin patrón
y sin bandera,
navegando sin timón
donde la corriente quiera.

Aventurero audaz,
jinete de papel
cuadriculado,
que mi mano sin pasado
sentó a lomos de un canal.

Cuando el canal era un río,
cuando el estanque era el mar,
y navegar
era jugar con el viento,
era una sonrisa a tiempo,
fugándose feliz
de país en país,
entre la escuela y mi casa,
después el tiempo pasa
y te olvidas de aquel
barquito de papel.

Barquito de papel,
en qué extraño arenal
han varado
tu sonrisa y mi pasado,
vestidos de colegial.


Corren buenos tiempos,
buenos tiempos para la bandada
de los que se amoldan a todo
con tal que no les falte de nada.

Tiempos fabulosos,
fabulosos para sacar tajada
de desastres consentidos
y catástrofes provocadas.

Tiempos como nunca
para la chapuza,
el crimen impune
y la caza de brujas.

Corren buenos tiempos,
buenos tiempos para equilibristas,
para prestidigitadores
y para sadomasoquistas.

Y silenciosa
la mayoría,
aguantando el chaparrón
al pie de un cañón
de papel maché
come el pan nuestro
de cada día
con un culo así
contra la pared.
Llorando en el mar
viéndolas venir,
viéndolas pasar,
pasar,
pasar.

Corren buenos tiempos,
buenos tiempos para esos caballeros
locos por salvarnos la vida
a costa de cortarnos el cuello.

Tiempos fabulosos
fabulosos para plañideras,
charlatanes visionarios
y vírgenes milagreras.

La vida te la dan
pero no te la regalan.
La vida se paga
por más que te pene.
Así ha sido desde que Dios
echó al hombre del Edén,
por confundir lo que está bien
con lo que le conviene.

Si a plazos o al contado
la vida pasa factura,
rebaña y apura
hasta las migajas.
Que si en cada alegría
hay una amargura,
todo infortunio esconde
alguna ventaja.

Bienaventurados los necios que se arriesgan a prestar consejos
porque serán sabios a costa de los errores ajenos.

Bienaventurados los pobres porque saben, con certeza,
que no ha de quererles nadie por sus riquezas.

Bienaventurados los adictos a emociones fuertes
porque corren buenos tiempos para la gente marchosa.

Bienaventurados los dueños del poder y la gloria
porque pueden informarnos de qué va la cosa.

Bienaventurados los que alcanzan la cima
porque será cuesta abajo el resto del camino.

Bienaventurados los que catan el fracaso
porque reconocerán a sus amigos.

En cualquier circunstancia
por lastimosa que sea,
busca la manera
de comer perdices;
que a pesar de lo alto que
nos coloquen el listón,
hay que brincar
con la intención
de ser felices.

Bienaventurados los castos porque tienen la gracia divina
y la ocasión de dejar de serlo a la vuelta de la esquina.

Bienaventurados los que aman porque tienen a su alcance
más de un cincuenta por ciento de un gran romance.

Bienaventurados los que están en el fondo del pozo
porque de ahí en adelante sólo cabe ir mejorando.

Bienaventurados los que presumen de sus redaños
porque tendrán ocasiones para demostrarlo.

Bienaventurados los que contrajeron deudas
porque alguna vez alguien hizo algo por ellos.

Bienaventurados los que lo tienen claro
porque de ellos es el reino de los ciegos.

Joan Manuel Serrat Teresa (Barcelona, 27 de diciembre de 1943) es un cantautor, compositor, actor, escritor, trovador, poeta y músico.

Su obra tiene influencias de otros poetas, como Mario Benedetti, Antonio Machado, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pablo Neruda, Joan Salvat-Papasseit y León Felipe entre otros; así como de diversos géneros, como el folklore catalán, la copla, el tango, el bolero y del cancionero popular de Latinoamérica, pues ha versionado canciones de Violeta Parra y de Víctor Jara. Es uno de los pioneros de lo que se dio en llamar la Nova Cançó catalana. Joan Manuel Serrat es conocido también con los sobrenombres de El noi del Poble-sec (‘el chico del Pueblo Seco’, su barrio natal) y el Nano.

Ha sido reconocido con nueve doctorados Honoris Causa por su contribución a la música y literatura española, además del Grammy Latino “Persona del Año” en 2014, entre otros importantes galardones.

Biografía
Niñez

Joan Manuel Serrat Teresa nació el 27 de diciembre de 1943 en el barrio barcelonés del Pueblo Seco, en una familia obrera. Su padre, José Serrat, fue un anarquista español afiliado a CNT y su madre, Ángeles Teresa, era una ama de casa originaria de Belchite (Zaragoza). Su niñez, en la que pudo disfrutar del ambiente de las calles de su barrio, lo marcó profundamente, hasta tal punto que un gran número de sus canciones narran la cotidianidad de Cataluña tras la Guerra Civil (ejemplos son: «La Carmeta», «La tieta» y «El drapaire» como personajes estereotipo de su barrio).

A los doce años, Serrat se matriculó como alumno interno en la Universidad Laboral Francisco Franco de Tarragona, donde cursó el Bachillerato Laboral Superior, en la especialidad "Industrial Minera", titulándose en la modalidad de tornero fresador.

Inicios musicales

Serrat realizó estudios de perito industrial a la vez que tocaba la guitarra como aficionado. En 1965 se graduó en el área de la agronomía como perito agrícola y, en la misma época, se presentó en el programa Radioscope de Salvador Escamilla en Radio Barcelona, en el que interpretó sus primeras canciones. Salvador Escamilla fue quien le ofreció la primera oportunidad de presentarse en público; poco tiempo después, le llamaron para ofrecerle un contrato y grabar su primer disco. Su primer concierto lo realizó en el teatro L'Avenç de Esplugas de Llobregat.

Se le reconoce como uno de los pioneros de lo que se dio en llamar la Nova Cançó catalana y fue miembro del grupo Els Setze Jutges (ingresó como el decimotercero de los dieciséis), un grupo de cantantes en lengua catalana que tenía como referente a la chanson francesa (con exponentes como Jacques Brel, Georges Brassens o Léo Ferré, entre otros), y que defendieron la lengua catalana durante la dictadura franquista.

En 1965 se editó su primera grabación, el EP denominado Una guitarra, con cuatro canciones: «Una guitarra», «Ella em deixa», «La mort de l'avi» y «El mocador». En 1966 apareció su segundo EP Ara que tinc vint anys con las canciones: «Ara que tinc vint anys», «Quan arriba el fred», «El drapaire» y «Sota un cirerer florit».

El músico Francesc Burrull colaboró con Joan Manuel Serrat desde 1967 realizando los arreglos del EP Cançó de matinada, donde además del tema homónimo figuran Me'n vaig a peu, Paraules d'amor y Les sabates. En 1972, Burrull volvió a reencontrase con Serrat para hacer los arreglos del álbum Miguel Hernández, uno de los trabajos más destacados del cantautor catalán, del que Burrull será director musical y pianista, a principios de los años 70; su relación con Serrat duró hasta que Joan Manuel volvió a trabajar con Ricard Miralles, en 1974.

En 1968 publicó sus primeras canciones en español, con varios simples que serían recogidos en el LP La paloma el año siguiente. Al mismo tiempo, iba componiendo nuevas canciones en catalán que se editaban también en formato sencillo y luego recopilados, de modo que en 1969 se editó el LP Com ho fa el vent.

Cuando, a finales de los sesenta, Serrat comenzó a cantar en español, a aparecer en portadas de revistas y a hacer películas como Palabras de amor (1968), dirigida por Antoni Ribas; La larga agonía de los peces fuera del agua (1969), con la dirección de Francesc Rovira Beleta; y Mi profesora particular (1972), dirigida por Jaime Camino, con guion de Juan Marsé y Jaime Gil de Biedma, algunos de sus «seguidores de siempre» pasaron a considerarlo un traidor de la «causa catalanista». Él se defendió diciendo que el castellano también era su lengua materna, pues su madre era aragonesa.

El conflicto de Eurovisión
En 1968 se anunció que Serrat sería el representante de España en el Festival de Eurovisión. En cuanto a la canción que debía interpretar, se barajaban dos: El titiritero, del propio Serrat, y La, la, la. Al final se decidió que fuese esta última, al considerarse, por su estilo, más apta para el festival. El tema no había sido compuesto por Serrat, sino por Manuel de la Calva y Ramón Arcusa (integrantes del Dúo Dinámico), quienes, sin embargo, se basaron en el estilo poético presente en las letras de Serrat, así como en su misma temática: el canto a las cosas sencillas de la vida (la madre, la tierra, el despertar de un nuevo día, la naturaleza...).

Pero, Serrat comenzó a recibir muchas presiones de algunos miembros de la Nova Cançó así como de otros sectores catalanistas, por presentarse a un festival en el que representaría a España, cantando en español. Ante este clima de quejas, su discográfica en catalán, Edigsa, decidió posponer el lanzamiento del segundo disco, Cançons tradicionals.

El 8 de marzo se emitió un programa especial en Televisión Española titulado Así es... Así canta... Así compone... Joan Manuel Serrat, con el fin de promocionar - en televisión - al recién nominado representante de España en Eurovisión. En ese programa, Serrat cantó cuatro temas en catalán: Cançó de matinada, Paraules d'amor, Me'n vaig a peu y Ara que tinc vint anys, y los tres temas que hasta el momento había grabado en español: El titiritero, Mis gaviotas y Poema de amor.

Aunque grabó la canción que competiría en Eurovisión, en estudio y en varios idiomas (e hizo el equivalente de entonces a los videoclips actuales) destinados a distintas cadenas de televisión europeas, el 25 de marzo anunció que no iría a Eurovisión si no era cantando La, la, la, en catalán. La versión más extendida - que Serrat nunca ha negado - sobre el motivo de este sorpresivo hecho fue que Serrat había decidido no cantarla si no podía hacerlo en catalán, a modo de que pretendía llamar la atención sobre la situación marginal, en la que se mantenía en esos años a la lengua catalana. Para otras personas, sin embargo, fue una maniobra publicitaria. Así, según indica Àngel Casas en su libro 45 revoluciones en España, lo que realmente pasó fue que su representante, José María Lasso de la Vega, intentó a través de este suceso, que el cantante recuperara su público más catalanista, que estaba perdiendo poco a poco. Se trataba de que Serrat cantara - al menos - un verso de la canción en catalán, en su presentación en el festival. El representante pensó que la mejor manera de conseguirlo sería decir que el cantante exigía cantar toda la letra en catalán para, más tarde y tras una supuesta negociación con las autoridades, llegar a un acuerdo que le permitiera al menos cantar el ansiado verso y contentar así a la audiencia "de casa". Sin embargo, este plan falló y su puesto en el festival fue cubierto por la cantante Massiel, que sólo tuvo unos pocos días para ensayar y promocionar la canción, pero aun así se llevó el premio de Eurovisión 1968.

1969-1974

En 1969 participó en el IV Festival Internacional da Canção Popular de Río de Janeiro, con la canción «Penélope», que compuso en colaboración con Augusto Algueró. La canción ganó los premios a: mejor letra, música e interpretación, dando impulso a su primera gira por Hispanoamérica, algo que se transformó en costumbre de ahí en adelante. El éxito de Serrat fue inmediato sobre todo en Argentina, Uruguay y Chile, país en el que debutó actuando en el Teatro Municipal de Santiago, en un concierto que se transmitió en vivo por la Televisión Nacional de Chile.

Ese mismo año nació su primer hijo, Manuel (Queco), fruto de su relación con la modelo catalana, Mercè Domènech.

Como broche de oro de su exitoso año, publicó el disco titulado Dedicado a Antonio Machado, poeta, con el cual logró un gran éxito de ventas, a pesar del veto que pesaba en su contra, que impedía incluso promocionar en la radio sus trabajos.

Participó al año siguiente, en el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, en 1970 como artista invitado; también fue protagonista del programa "Sábados Circulares", que tenía una gran audiencia en Argentina y los países de la región, por lo que su fama creció aún más en Latinoamérica Joan Manuel Serrat presentándose en la Televisión Argentina en Sábados Circulares.

. En ese mismo año, se edita Mi niñez. De este último disco "salen" dos canciones modificadas por la censura franquista: «Fiesta» y «Muchacha típica», que son editadas en su versión original en Hispanoamérica, y en versión modificada en España. De este periodo también es «Edurne», que es publicada en 1974, y tampoco evita la censura. A finales de ese año, el álbum Serrat/4 contiene otra canción afectada por la censura: «Conillet de vellut» (Conejito de terciopelo), que es censurada por la mención que se hace a una relación sexual en la que participan tres personas. A finales de 1970, Serrat junto a un grupo de intelectuales y artistas, se encierran en el Monasterio de Montserrat, en Barcelona, en señal de protesta por el proceso de Burgos y en contra de la pena de muerte. Algunas leyendas urbanas afirman que en aquel encierro compuso la canción «Mediterráneo», a la que, en sus primeros borradores, llamó «Amo el mar» o «Hijo del Mediterráneo». No obstante, este tema fue compuesto, al igual que el resto del disco, entre agosto y noviembre de 1970, según declaraciones del propio Serrat, y "a caballo" entre el ya desaparecido Hotel Batlle de Calella de Palafrugell (Costa Brava), Fuenterrabía (País Vasco) y Cala d'Or en Mallorca.

En 1971 editó definitivamente Mediterráneo, uno de sus álbumes más importantes. A este disco pertenece la canción «Aquellas pequeñas cosas», que contiene una de sus letras más personales y evocativas. Logra estar, casi un año, en forma continua, en la lista de los 10 discos más vendidos de España, y varias semanas como el número 1 absoluto, a pesar de la estricta censura en su contra. También, participa por segunda vez en el Festival de Viña del Mar, actuando gratis en apoyo al gobierno de Salvador Allende.

Al año siguiente, rinde tributo a otro de los grandes poetas españoles: Miguel Hernández, en su disco de homenaje homónimo.

En 1973, publica el LP Per al meu amic en catalán, considerado por algunos críticos como uno de los más logrados de su carrera. Finalmente, en 1974 le retiran el veto en Televisión Española, y puede realizar un programa especial, titulado A su aire, que fue grabado en directo en el teatro de la Alianza del Pueblo Nuevo de Barcelona; en este recital interpretó también, canciones en catalán. Actuó así mismo, en la película La ciudad quemada, dirigida por Antoni Ribas.

Su exilio

En 1975, acusados del asesinato de varios policías, se condenó a muerte, en Consejo de Guerra, a once militantes del FRAP y ETA, a seis de los cuales más tarde se les conmutó la pena por prisión. Cuando se llevó a cabo la ejecución de los cinco restantes, Serrat estaba en México y en rueda de prensa condenó al régimen franquista y las medidas represivas. Además, se solidarizó con la postura del presidente de México, Luis Echeverría Álvarez, que había mantenido la postura mexicana de reconocer solo al gobierno de la Segunda República Española, en el exilio. A raíz de estas declaraciones tuvo que exiliarse durante un año en México, debido a la orden de búsqueda y captura que se emitió contra él. Además, tal y como ya había ocurrido en 1968, sus trabajos fueron retirados de la difusión y censurados por el régimen.

Esta situación afectó, especialmente, a su recién estrenado disco ...Para piel de manzana, el primero que grabó para la casa discográfica Ariola. Además, durante su estancia en México no pudo componer ninguna canción; de hecho, el disco que editó al año siguiente no es más que el término de un proceso ya anterior. Para sobreponerse a la situación, realizó una gira con sus músicos por todo el territorio mexicano, montado de un bus, bautizado La Gordita, ofreciendo recitales a bajo costo. Ha confesado que aquel fue un periodo muy duro de su vida, pues vivía en la constante desazón de no saber si en algún momento podría volver a su tierra o nunca ocurriría el retorno.

De esa época son sus canciones más combativas. Aunque, como ya se dijo, no compuso, se sirvió de las composiciones de otros cantautores o musicalizó poesías de otros poetas, que le permitieron exponer la postura combativa que en esos momentos de precariedad postulaba. Existen grabaciones no oficiales en las que Serrat canta Mazúrquica modérnica de Violeta Parra, La poesía es un arma cargada de futuro o La vida no vale nada, entre muchas otras.

Tampoco pudo realizar giras por Hispanoamérica, pues ya algunas dictaduras, como la de Chile, le habían negado la entrada.

Serrat en la España democrática

En 1977 publicó el disco-homenaje al poeta catalán Joan Salvat-Papasseit titulado Res no és mesquí (Nada es mezquino), con arreglos del músico Josep Maria Bardagí, en el marco de un regreso a una España indecisa y enrarecida tras la muerte del dictador Franco. Lo hizo con temor, pues al no haberse promulgado aún la amnistía existía la posibilidad de que fuera apresado y enjuiciado. Afortunadamente, nada ocurrió y Serrat se reincorporó, con cautela, a la vida pública de su país.

En 1978 contrajo matrimonio con Candela Tiffón y un año después nació su primera hija, María.

También en 1978, grabó su disco titulado 1978. Finalmente, gracias a la promulgación de la ley de amnistía, durante el gobierno de Adolfo Suárez, se reintegró totalmente a sus actividades como ciudadano español y participó activamente en la campaña política en favor del PSOE.

Década de 1980

En 1980 editó su disco Tal com raja (traducido al español, Tal como sale). Ese año murió su padre, Josep Serrat, lo que significó un duro golpe en su vida personal. En 1981 publicó En tránsito, con el que consiguió situarse en lo más alto de las listas españolas y dar un aire maduro y renovado a su obra. En ese año retornó a TVE, en un especial de una hora, bajo el título de Música, maestro. Abre con «Visca l'amor», un poema de Salvat-Papasseit musicalizado por Guillermina Motta. Posteriormente, sus conciertos son abiertos con la extensión de los arreglos de «Para la libertad», poema de Miguel Hernández musicalizado por Serrat.

En 1983 salió a la luz Cada loco con su tema, un disco que editó Ariola con grandes temas y que recibió del Ministerio de Cultura de España el "Premio Nacional para Empresas Fonográficas", trabajo con el que realizó una gran gira por Sudamérica, excepto Chile, pues su entrada a este país fue impedida a través de un decreto emanado del Ministerio del Interior del dictador Pinochet. En Argentina, con la retirada inminente de la dictadura militar, su recital en el Luna Park constituyó un acontecimiento histórico que simbolizó la victoria de la democracia. Ese mismo año se publicó un LP doble que contiene la gira 83 por España: En directo. Poco antes había salido al mercado un vinilo ilegal con el mismo título, que es más conocido como Serrat al Grec, que consiste en la publicación de algunos temas de Serrat tocados en vivo; el disco fue oportunamente retirado. Un anuncio de compresas donde aparece la canción «Hoy puede ser un gran día» sin la autorización expresa de Serrat causó su indignación y un conflicto con su representante, quien terminó por perder su puesto, pues la Audiencia Provincial de Madrid resolvió a favor de Bartolomé Espadalé, el productor publicitario, dictando el sobreseimiento de la querella interpuesta en 1982 por Serrat.

En 1984 publicó Fa vint anys que tinc vint anys, con los temas «Plany al mar» y «Seria fantàstic» como principales éxitos, y en 1985 El sur también existe, musicalizando poemas del poeta uruguayo Mario Benedetti. También editó Bienaventurados, en 1987, una dura crítica a las Iglesias cristianas, tanto católica como protestante, y a las dictaduras aún restantes (Lecciones de urbanidad); y Material sensible, en 1989, un trabajo en catalán que significa el último disco en el que trabajaría Capgròs.

Década de 1990

En 1991, publicó su álbum Utopía y en 1994 Nadie es perfecto. En 1996 estrenó su doble disco en homenaje a sus compañeros de la nova cançó, de título Banda sonora d'un temps, d'un país, último disco de Serrat que se publicaría en formato LP (Ariola, 1996). Ese mismo año, se unió a Víctor Manuel, Ana Belén y Miguel Ríos para realizar una gira por toda España con el espectáculo titulado El gusto es nuestro, que fue llevado por varios países de América en 1997, editándose además en disco y en formato DVD.

En 1998 editó Sombras de la China, con los arreglos de Kitflus, quien ayudó también en la composición de algunos temas. Tras la llegada de la democracia en Chile, el 26 de abril de 1990, Serrat realizó un concierto en el Estadio Nacional Julio Martínez Prádanos, donde entre otros temas, interpretó «Volver a los 17», de Violeta Parra, debido a los 17 años que el cantante tenía prohibición de entrar.

Década de 2000

Posteriormente realizó su homenaje a la canción hispanoamericana en Cansiones firmado por Tarrés|Serrat en el año 2000, con adaptaciones de temas populares de varios países de Iberoamérica, y autores reconocidos como Violeta Parra, Víctor Jara, Simón Díaz, José Alfredo Jiménez y Enrique Santos Discépolo, entre otros. En el año 2000 se edita su discografía oficial anterior digitalizada en formato CD.

En 2002, Serrat publica Versos en la boca, en el que además de temas propios después de cuatro años, da voz con su música a los poetas Tito Muñoz, Eduardo Galeano y Luis García Montero.

A finales de 2003 lanza al mercado Serrat sinfónico en colaboración con la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña, bajo la dirección musical del maestro Joan Albert Amargós, con la colaboración especial de Ricard Miralles al piano y Roger Blavia a la percusión. En esta producción presenta 15 temas ya conocidos y uno nuevo, el poema de Federico García Lorca de título Herido de amor que Serrat había musicalizado con anterioridad para Ana Belén.

En 2004, participa en el proyecto Neruda en el corazón, con un disco colectivo en el que interpreta el Poema XX de Pablo Neruda, con música de Ramón Ayala "el Mensú", el espectáculo se presentó en directo en concierto único el 5 de julio de 2004 en el Palau Sant Jordi de Barcelona, dentro de la programación del Fórum Universal de las Culturas 2004 de Barcelona. También en 2004, El Periódico de Catalunya le otorga el premio "Català de l'Any" (‘catalán del año’) en homenaje a sus cuarenta años de carrera, en el mismo año participa en el acto institucional del Día de Cataluña en el Parque de la Ciudadela, interpretando Cançó de bressol.

Ya en 2004, en el marco de la gira de Versos en la boca se rumoreaba de que sufría de algún mal. Sin embargo, ante las consultas de la prensa, Serrat, con gran humor, señalaba: «Si el doctor me pide que deje el vino, cambio de doctor». Y es que ya llevaba, en silencio, un proceso de quimioterapia, para tratar de reducir un carcinoma en la vejiga. En 2005 se hace pública la noticia de la enfermedad.

Tras su recuperación emprende una nueva gira intimista junto a Ricard Miralles interpretando sus temas clásicos bajo el título Serrat 100x100, una gira con 150 conciertos que se inicia el 6 de mayo de 2005 en Valladolid y finaliza el 14 de diciembre de 2006 en San Sebastián en una primera etapa. El 15 de marzo de 2006 recibe el título de doctor honoris causa de la Universidad Complutense de Madrid por su contribución a la cultura española en general y catalana en particular y, diez días después, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo por toda su trayectoria profesional.

Serrat en la actualidad

Joan Manuel Serrat, durante una visita a la Casa Rosada, Argentina.

El 24 de marzo de 2006, el Ayuntamiento de Barcelona otorga la Medalla de Oro de la ciudad a Joan Manuel Serrat «por su aportación cívica y por el prestigio conseguido como músico y ciudadano a nivel internacional». El 18 de abril de 2006 publica el disco Mô con canciones en catalán, su primera producción en esa lengua en 17 años. Mô es el nombre que los locales dan a la ciudad de Mahón, en Menorca, localidad en la que Serrat tiene una casa y pasa los veranos. Durante los siguientes meses, Serrat realiza una gira de 48 conciertos de promoción de este nuevo disco por Cataluña, Valencia, Baleares y Madrid, se inicia el 27 y 28 de abril de 2006 en Mahón (Menorca), realiza 19 conciertos en el Teatro Nacional de Cataluña de Barcelona y finaliza la gira el 4 de octubre de 2006 en Gerona, tras la que continuaría con una segunda sesión de conciertos con su gira Serrat 100x100.

En 2007 es galardonado con la Medalla de Honor del Parlamento de Cataluña en reconocimiento por su labor en defensa de la lengua y la cultura catalana como miembro en los años 60 de Els Setze Jutges y como caballero de la Legión de Honor de la República Francesa.

También en 2007 realiza una gira junto a Joaquín Sabina llamada Dos pájaros de un tiro, que los lleva por 30 ciudades españolas y 20 americanas y que se inicia en Zaragoza el día 29 de junio de 2007 y finaliza el 18 de diciembre en Buenos Aires después de 71 conciertos. En ella, el catalán interpreta las mejores canciones del ubetense mientras este hace lo propio con el repertorio del noi del Poble-sec. De los conciertos celebrados en Madrid se graba un disco en directo y un DVD con más material que se edita en diciembre de 2007. El nombre de dicho disco es, al igual que la gira, Dos pájaros de un tiro.

A mediados de 2008, Serrat retoma por tercera vez su gira intimista Serrat 100x100 llevándola junto a Ricard Miralles por algunos países de América y por España, con conciertos programados hasta el mes de julio de 2009.

Fue uno de los integrantes de la Plataforma para el Apoyo de Zapatero, apoyando la candidatura socialista de José Luis Rodríguez Zapatero para la presidencia del Gobierno, una plataforma en la que participaron actores, deportistas, cantantes y españoles destacados.

En 2009 Serrat graba junto a Joan Albert Amargós un segundo disco en homenaje al poeta Miguel Hernández, de título Hijo de la luz y de la sombra, que es editado en febrero de 2010 y el Ministerio de Cultura de España le concede el Premio Nacional de Músicas Actuales en su primera edición. En marzo de ese mismo año, es operado con éxito de un nódulo pulmonar que le habían diagnosticado en un control rutinario. Es dado de alta 5 días después, pero este hecho retrasa la gira de su disco Hijo de la luz y de la sombra que se inicia finalmente el 23 de abril en Elche.

El 16 de diciembre de 2010 recibe en el Teatro Solís de Montevideo (Uruguay) el premio Memoria del Fuego, de manos del escritor Eduardo Galeano. El premio (una estatuilla del escultor Octavio Podestá), fue instituido por el semanario Brecha con motivo de su 25º aniversario y reconoce a un creador que a sus valores artísticos le suma el compromiso social y con los derechos humanos.

El 6 de febrero de 2012, presentó junto a Joaquín Sabina La orquesta del Titanic, su primer álbum de estudio grabado con el cantautor ubetense. Además, anunciaron una gira de presentación del disco que los llevaría por Uruguay, Argentina, Chile, México, Estados Unidos, Costa Rica, República Dominicana y España.

Durante la gira Dos pájaros contraatacan en Argentina graban un nuevo CD DVD en vivo en el escenario del Luna Park de Buenos Aires: En el Luna Park que es editado en 2012.

Para conmemorar su medio siglo con la música, el artista escogió medio centenar de composiciones, la mayoría regrabadas y con gran abundancia de duetos para el lanzamiento de un disco titulado Antología desordenada que se publicó el 4 de noviembre de 2014.

Antología Desordenada también es el nombre de la gira de celebración de 50 años de carrera que llevó a cabo desde el 24 de febrero de 2015 hasta el 21 de noviembre, con más de un centenar de conciertos en: Argentina, Uruguay, Chile, España, Francia, Portugal, Italia, Reino Unido, Puerto Rico, República Dominicana, EE. UU, México, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador y Perú. En marzo de 2016 se anuncia la celebración de un concierto, al que siguieron varios más en una nueva gira, para conmemorar el 20 aniversario de la mítica gira "El gusto es nuestro", junto a Ana Belén,Víctor Manuel y Miguel Ríos. Dicha gira recorrerá ciudades como Madrid, Barcelona, Granada, Valencia o Zaragoza, desde junio a octubre de 2016. El 21 de octubre de 2016 sale a la venta el doble CD y DVD que recoge el concierto celebrado el 15 de junio en el Barklaycard Center de Madrid.

Sus poetas

Algunos de sus temas de más éxito han sido poemas musicalizados basados en las obras de algunos de los más laureados poetas de lengua española y catalana: Antonio Machado, a quien le dedica un monográfico completo en 1969: Dedicado a Antonio Machado, poeta, constó de 12 canciones que popularizaron la figura y la obra del poeta. Miguel Hernández, con dos discos completos dedicados a la evocación de su figura poética: Miguel Hernández e Hijo de la luz y de la sombra (2010).

Rafael Alberti, el poema La paloma con música del italiano Sergio Endrigo y del argentino Carlos Guastavino en 1969 para el disco de igual título. León Felipe, el tema Vencidos en 1971 para su disco Mediterráneo.

Joan Vergés, el poema El vell en su disco Per al meu amic de 1973.
Joan Salvat Papasseit, al que dedicó un disco monográfico en 1976: Res no és mesquí. Debe considerarse también una canción-homenaje que Serrat le compuso, publicada en primera instancia en el disco Serrat/4, de título Cançó per a en Joan Salvat Papasseit.

Ernesto Cardenal, la canción Epitafio para Joaquín Pasos en 1975.

José Agustín Goytisolo, Historia conocida en el álbum 1978.

Josep Palau i Fabre, Serrat pone música al poema Vaig com les aus para su disco Tal com raja en 1980.

Josep Vicenç Foix, su poema És quan dormo que hi veig clar grabado en Tal com raja.

Josep Carner, del poeta catalán pone música a El gall para el disco Bestiari de Guillermina Motta y a El falcó para Fa vint anys que tinc vint anys. Pere Quart, la canción Infants incluida en Fa vint anys que tinc vint anys.

Jaime Sabines, la canción La lluna para Material sensible en 1989.

Mario Benedetti, al poeta uruguayo le dedica el disco monográfico El sur también existe (1985), Serrat musicaliza y colabora en la letra de Maravilla en el disco Utopía (1992), y también en el tema Historia de vampiros incluida en el disco Nadie es perfecto (1994). Además canta a dúo el tema Papel mojado en el álbum La vida ese paréntesis (1998) de Tania Libertad con música de Víctor Merino.

José María Fonollosa, adapta el poema Subway I para la canción Por dignidad que se incluye en Nadie es perfecto.
Eduardo Galeano, los temas Secreta mujer en Sombras de la China y La mala racha en el disco Versos en la boca.
Joan Barril, con el periodista y escritor barcelonés, Serrat compone las canciones Salam Rashid en 1989 y Mírame y no me toques en 1992.
Luis Cernuda, adapta un poema del poeta sevillano para el tema Más que a nadie grabado en su disco Sombras de la China en 1998.
Tito Muñoz, Tarrés en el disco Cansiones (2000) y De cuando estuve loco en Versos en la boca (2002).
Luis García Montero, el tema Señor de la noche en su disco Versos en la boca.
Federico García Lorca, el poema Herido de amor en Serrat sinfónico, que grabó anteriormente Ana Belén en su disco Lorquiana.
Pablo Neruda, Serrat participa junto a otros artistas en el proyecto Neruda en el corazón, cantando el poema XX.

Sus músicos
Joan Manuel Serrat, a lo largo de su carrera como cantante y compositor, se ha hecho acompañar por músicos de gran renombre en España. El esmerado trabajo en equipo que estos músicos y Serrat aplican a cada una de las producciones, son aspectos que el público aprecia en gran medida, al punto que no pasa desapercibido quien firma los arreglos. Los cinco más importantes son, en atención a su trascendencia: Ricard Miralles, Josep Mas "Kitflus", Josep Maria Bardagí, Francesc Burrull y Antoni Ros-Marbà, quienes se encargaron de gran parte de los arreglos de sus discos. Entre otros músicos que también han realizado arreglos para Serrat encontramos a Juan Carlos Calderón (Mediterráneo) y a Joan Albert Amargós (Serrat sinfónico e Hijo de la luz y de la sombra). Merece también mencionarse, por su relevante colaboración en grabaciones y giras durante siete años, al guitarrista mallorquín y amigo personal Gabriel Rosales (Barcelona, 1942; Palma, 2015), cuya impronta musical quedó patente en muchos de los trabajos más conocidos en los inicios de su carrera musical.

Joan Manuel Serrat en Valencia en 2008.

La formación que le acompaña en la gira de 2015 Antología Desordenada está formada por Josep Mas "Kitflus" en los teclados, Ricard Miralles en el piano, Vicente Climent en la percusión, David Palau en las guitarras, y Rai Ferrer en el bajo y contrabajo.

Serrat y la cultura popular

Dentro del repertorio serratiano varios discos rescatan especialmente cantos populares, entre los que se incluyen Cançons tradicionals, álbum editado en 1968 (reeditado en 1973, en un EP), un conjunto de canciones populares del folclore catalán. Además, del cancionero popular catalán también ha cantado la nana La lluna, la pruna (canción de cuna) que interpreta durante la grabación del especial A su aire para Televisión Española en 1974, en Barcelona. El álbum Cansiones, firmado por Tarres|Serrat, su álter ego, en el cual registra un catálogo hispanoamericano, con la interpretación de autores como Violeta Parra y Víctor Jara. Diversas fuentes señalan que este disco estaba proyectado para la década de los setenta, pero las convulsiones de la época hicieron que este proyecto se pospusiese.

Serrat ha interpretado en vivo otras canciones del cancionero popular de Hispanoamérica en sus presentaciones, entre otras, Volver a los 17 de Violeta Parra, interpretado en el concierto que ofrece en el Estadio Nacional de Chile en 1990, tras diecisiete años de ausencia forzada a raíz de la prohibición que contra él pesaba por parte de la dictadura de Augusto Pinochet. En aquel entonces Serrat expresa que aquella canción tenía una nueva lectura: volvía, efectivamente, a un país, tras 17 años de serle vedado el ingreso. Del cancionero de Atahualpa Yupanqui ha interpretado La tarde, Milonga del solitario, Coplas del payador perseguido, Milonga del peón de campo, Canción de los horneros, Luna tucumana, Zamba del grillo, Caminito del indio y Vendedor de yuyos.

Serrat y la copla

La copla es uno de los géneros de referencia en la educación musical de Serrat: la escuchaba en la radio y se la escuchaba cantar a su madre y sus vecinas cuando era un niño, como así declara en multitud de entrevistas. Las voces de Concha Piquer, Juanita Reina, Miguel de Molina, Angelillo o Juanito Valderrama forman parte de su banda sonora personal. Asiste personalmente al entierro de Concha Piquer y prologa el libro Juanito Valderrama: Mi España Querida de Antonio Burgos. En 2003, declara que él hacía copla a su manera, canciones como Romance de Curro el Palmo o Pueblo blanco, podrían considerarse cercanas a este género.

Ha compartido escenario con Juanito Valderrama, Lola Flores (interpretando Ay pena, penita, pena), Rocío Jurado (cantando el Himno de Andalucía), ha cantado en solitario las coplas No me quieras tanto y La niña de puerta oscura, entre otras. Ha grabado a dúo con Manolo Escobar, el pasodoble Qué bonito es Badalona, con Juanito Valderrama el tema Pena mora en el disco Homenaje a Juanito Valderrama, la copla Antonio Vargas Heredia en dúo post mortem con Carlos Cano en el disco homenaje Que naveguen los sueños, o su posterior homenaje a la figura de Bambino en el disco Bambino, por ti y por nosotros, muestran su vinculación musical con los artistas que dieron altura artística a la copla.

Serrat y el tango

Otro de los géneros que se encuentran en la memoria musical de Serrat es el tango, a través de su padre, gran aficionado al mismo. Ya profesionalmente, Serrat demuestra su amor por el tango interpretándolo en numerosas ocasiones, especialmente en sus visitas a Argentina:

Cambalache de Enrique Santos Discépolo, durante diversos conciertos de la gira de 1983 en España que quedó plasmado en su disco En directo (1984).
El último organito en Cansiones (Tarrés) (2000).
Fangal en Cansiones (Tarrés) (2000).
Sur (1970) - Caño 14 de Buenos Aires (con Aníbal Troilo)
A Buenos Aires (1970), en el programa de televisión argentino Sábados circulares.

Amablemente (34 puñaladas) en 1985, en el programa de TV3 Cap d'any.
Melodía de arrabal (1988), en directo en el Teatro Albéniz de Madrid, con la Orquesta De Osvaldo Pugliese.
Malena (1990), en el programa Querido Cabaret de TVE.
Margot (1990), en el mismo programa Querido Cabaret de TVE.
Taconeando (1990), en el mismo programa Querido Cabaret de TVE.
Ninguna (a capella en 1990), en Querido Cabaret.
Cuando me entrés a fallar y Afiche (2000), a cappella en el Programa del Troesma.
Serrat y el bolero

El bolero es también un género con relevancia por su popularidad en España entre los años 40 y 60 del siglo XX, años de infancia y primera juventud de Serrat. Su medio de difusión era la radio, al igual que los anteriores géneros. Las voces de Antonio Machín, Juanito Segarra, Bonet de San Pedro, Jorge Sepúlveda, Lorenzo González o José Guardiola llegaban a todos los rincones.

Serrat y la radio
En 1990 Serrat realizó para Radio Nacional de España el programa La radio con botas, en él hacía un repaso a la sociedad española desde 1939 hasta las vísperas del mágico 1992.

Fútbol
Serrat se confiesa seguidor del Fútbol Club Barcelona de España, del Boca Juniors de Argentina, del Peñarol de Uruguay, del Independiente Santa Fe de Colombia y de la Universidad de Chile. En repetidas ocasiones ha interpretado el Himno del Barça. Especialmente recordada es la que realizó en el acto conmemorativo del centenario del club catalán en 1999. Le dedica una canción a Ladislao Kubala, jugador del Barça, con dos versiones en lenguas catalana e italiana. También inmortaliza la delantera del club con "Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón" en una estrofa de su canción Temps era temps (Había una vez).

Turismo: la Barcelona serratiana

Placa conmemoratoria del lugar de su nacimiento.

Serrat vivió durante toda su infancia en el nº 95 de la calle de Poeta Cabanyes, aunque nació en la Clínica La Alianza de Barcelona, a los pocos días ya vivía en esa casa el Noi de Poble-sec, una placa conmemorativa en la fachada de la finca indica la efemérides. La casa fue inmortalizada en la canción Si hagués nascut dona (Si hubiese nacido mujer) grabada en su CD Mô y en el "balcón con albahaca" de la canción Mi niñez.

El Pueblo Seco está situado junto al Barrio Chino ahora más conocido como El Raval, zona que en los años 40, los primeros de Serrat, reunía todo un conjunto de elementos característicos por los que era conocida: su ambiente portuario y obrero, sus prostíbulos y también por ser lugar de diversión al ser una zona de cabarés, teatros y cafés-concierto, sobre todo en la mítica avenida del Paralelo, que separa El Pueblo Seco de El Raval. Destaca la miseria que sacudía a sus habitantes en aquellos años de posguerra, recuerdos de una infancia gris, pintada con los pinceles de la dictadura, son los que le vuelven a la mente a Serrat sobre aquellos años. Allí se respiraban los aires artísticos de un pequeño París, ambiente que poco a poco fue haciéndose más y más decadente, lo que influye profundamente en la formación de la personalidad de Serrat.

El Pueblo Seco ha sido desde siempre un barrio popular, un barrio de las orillas que ha ido absorbiendo las oleadas de emigrantes que han llegado (primero de origen español y a comienzos del siglo XXI desde todo el mundo), de gente que viene a trabajar y en contacto con la gente de esta tierra da lugar a esa rica mezcla.

La familia de Serrat fue un ejemplo más, madre aragonesa y padre catalán, pertenecientes al bando de los perdedores en la Guerra Civil española, un importantísimo detalle biográfico que sin duda marca un carácter determinado en el Serrat niño y adolescente, un posicionamiento cultural y de convivencia con el entorno en esa primera etapa de desarrollo de la personalidad y que coherentemente ha mantenido toda la vida.

Serrat nació en 1943 y pasó su niñez en años de posguerra en su barrio natal que se encuentra situado en una ladera de la montaña de Montjuic, en la misma en la que se levantaban barracas donde los inmigrantes vivían en condiciones de hacinamiento, en el límite con El Pueblo Seco.

La Feria de Muestras de Montjuic fue construida para acoger la Exposición Internacional de 1929, un acontecimiento histórico para la ciudad de Barcelona, en el que se reformó y urbanizó gran parte de la montaña de Montjuic. Este hecho queda reflejado en la canción Por las paredes pero desde la perspectiva del sufrimiento y el esfuerzo de miles de trabajadores emigrantes: «Con sangre murciana y de Almería se edificó una exposición». Trabajadores a los que también homenajea Serrat en Caminito de la obra o en Els veremadors. En la actualidad toda la montaña de Montjuic que domina el barrio de El Pueblo Seco conforma en su conjunto un paisaje verde y limpio con parques, museos, áreas deportivas y zonas de ocio en lo que es la mayor extensión de recreo de la ciudad, la parte positiva del progreso que ahora hace irreconocible el barrio a los recuerdos de Serrat.

Una guía turística de Barcelona publicada en la web oficial del Ayuntamiento de Barcelona como reclamo turístico de la ciudad con sus diferentes itinerarios permite reconocer al detalle en varios itinerarios todas las curiosidades de la Barcelona de Joan Manuel Serrat.

Repercusión, homenajes y críticas
Son muchos los artistas y autores de canciones que han realizado homenajes a la figura y la obra de Joan Manuel Serrat. Entre los más destacables están Ahí te mando mi guitarra, Juan Manuel, compuesto por Manuel Alejandro e interpretado por Blanca Villa mientras Serrat se encontraba en el exilio por sus declaraciones contra la pena de muerte; el reciente Maldito Serrat del cantautor argentino Ignacio Copani; Mi primo el Nano, que compuso su amigo Joaquín Sabina, y la Canción para un maño, un tema de Georges Brassens adaptado por Paco Ibáñez.

Aparte de estas canciones que tratan monográficamente la figura de Joan Manuel Serrat, existen otras que hacen mención al nombre de Joan Manuel Serrat o a alguna de sus canciones. Son los casos de Alberto Cortez en su versión en directo de No soy de aquí, del propio Joaquín Sabina cuando grabó No hago otra cosa que pensar en ti en el disco Serrat, eres único, de Presuntos Implicados en "Ser de agua" o de cantautores como Juan Carlos Baglietto, Fito Páez, Javier Ruibal, Víctor Heredia, Fernando Delgadillo, Ricardo Arjona, Amaury Pérez, Vicente Feliú, Alejandro Filio, Kiko Tovar, Cacho Duvanced, Ramiro Segrelles, Joan Isaac, Guillermina Motta, Gerardo Peña, Hernaldo Zúñiga, Liuba María Hevia, Alejandro Nardecchia, Miquel Pujadó, Joan Baptista Humet, entre otros.

También se puede citar en este apartado la letra de Sóc el millor, que compuso Francesc Pi de la Serra, aunque más que en homenaje fue una dura crítica hacia Serrat por su decisión de Joan Manuel de cantar también en español. También cabe destacar la versión humorística del tema Ara que tinc vint anys, que grabó La Trinca con un cambio en el título: Ara que tinc 80 anys.

Algunos premios y reconocimientos recibidos

Fotogramas de Plata a la mejor actividad musical (1970 y 1972)

Premio Ondas especial de la Organización por su trayectoria profesional en la historia de la música popular española en 1995.

Doctorado honoris causa por la Universidad Nacional del Comahue (Neuquén, Argentina) en 1999.

Doctorado honoris causa por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos de Cuernavaca (Morelos, México), el 16 de mayo de 2003.

Doctorado honoris causa por la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), el 25 de noviembre de 2005.

Doctorado honoris causa por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México), el 12 de enero de 2006.

Doctorado honoris causa por la Universidad Complutense de Madrid, el 15 de marzo de 2006.

Doctorado honoris causa por la Universidad Miguel Hernández de Elche, el 21 de mayo de 2010.

Doctorado honoris causa por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, el 14 de junio de 2011.

Doctorado honoris causa por la Universidad Nacional Autónoma de México, el 22 de septiembre de 2011.

Doctorado honoris causa por la Universidad Autónoma del Estado de México, el 13 de octubre de 2015

Premio Micrófono de Oro, en 2003.

Medalla de Oro de la ciudad de Barcelona, el 24 de marzo de 2006.

Su tema Mediterráneo fue elegido como la mejor canción de la lengua española del siglo XX por la Revista Rolling Stone, en 2006.

Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo por toda su trayectoria profesional, el 25 de marzo de 2006.

Medalla de Honor del Parlamento de Cataluña, en 2007.

Premio Nacional de Músicas Actuales, en 2010.

Orden del Águila Azteca en grado de insignia, por el gobierno federal de México en 2010.

Premio Ciudad de Barcelona de música por su trabajo "Hijo de la luz y de la sombra" (2010).

Premio Luna del Auditorio Nacional como mejor espectáculo Iberoamericano a lado de Joaquín Sabina. (2013).

Latin Grammy, premio honorífico como persona del año 2014. (2014).

Premio Ondas, Por su trayectoria artística.(2014).

Premio Cortes de Cádiz, 2015.

Alta Distinción de la Generalitat Valenciana

Gran Cruz de la Orden de Jaime I el Conquistador, 2017.

Doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional de Rosario (UNR), el 7 de octubre de 2017

Traducciones
Joan Manuel Serrat tradujo algunas de las composiciones que hizo en catalán al español para interpretarlas ante los hispanoparlantes, entre las que se encuentran En cualquier lugar (En qualsevol lloc), Tiempo de lluvia (Temps de pluja) y Palabras de amor (Paraules d'amor).
Por otra parte, Joan Isaac, en su disco Joies robades (2002), grabó junto a Serrat en catalán Aquellas pequeñas cosas.
En Italia Gino Paoli grabó en 1974 un disco de traducciones Gino Paoli canta Serrat. Francesco Guccini cantó una versión en dialecto modenés de La tieta. En Israel, el cantante David Broza grabo un CD con canciones de Serrat traducidas al hebreo. La que mas exito tuvo fue "La mujer que yo quiero" (Ha isha she iti, en fonetica)

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Cómo te extraño,
motín de la razón,
soledad sonora,
cincuenta años
algunos más que yo
cumplirías ahora.
Jondura en vena,
cura de hierbabuena,
galope inerte,
patera hundida,
viva la mala vida,
muera la muerte.
Del horizonte
penando vengo, hermano,
rezando voy
al Sacromonte,
donde hasta los gitanos
saben quién soy.
Maestro escuela,
duque de las duquelas
de la memoria,
pan con tomillo,
coñac de carajillo
sin achicoria.
Las churumbelas
que en la cuna mamaron
por bulerías
pasan papelas
de las que te mataron
cuando vivías.
Corazoncito
herido en el combate
con las entrañas,
qué huerfanito,
se ha quedado el tomate,
el polo y la caña.
Con qué desgana
se hacen las gaditanas
tirabuzones,
sin tu saeta
va la Esperanza a dieta
de camarones,
de pescaílla,
de boga y de jurel
de la mar amarga,
qué pesadilla
la silla sin José
la venta Vargas.


La vida ese parentesis, por Tania Libertad, poema de Mario Benedeti.