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jueves, 20 de abril de 2023

DIVORCIO. Rocío López, terapeuta: “Muchas parejas se mantienen juntas por los niños, lo que es cargarles con la responsabilidad de ser hijos pegamento”

La también periodista publica ‘Separada’, un manual coescrito con Miguel Ángel Corrales, su marido y pedagogo, para ayudar a padres y madres en proceso de separación a gestionar la situación sin perder de vista lo primordial: las necesidades de los menores que dependen de ellos Los niños y adolescentes no requieren que sus padres sean pareja, sino que sus necesidades afectivas y emocionales estén cubiertas.

Según datos del INE, durante el año 2021 se produjeron en España 90.582 casos de nulidad, separación y divorcio (un 13,2% más que en 2020). En casi uno de cada dos casos había hijos menores de por medio; hijos que, en muchas ocasiones, acaban atrapados en el conflicto desatado entre sus progenitores. “Solemos cuidar muchos los inicios de las relaciones, muy poquito los procesos y nada los finales. Y el final es tan importante como el inicio, puesto que va a marcar las bases de una nueva etapa como familia”, asegura Rocío López de la Chica (Sevilla, 36 años), terapeuta Gestalt —terapia que integra las conductas, sentimientos y pensamientos del paciente—, periodista y con un máster en Educación Emocional.

De su propia experiencia profesional parte Separada: un acto de amor hacia ti y tus peques (Destino), un libro coescrito junto a su actual pareja, el pedagogo Miguel Ángel Corrales. Con él también comparte el proyecto Creada, a través del cual ayudan a padres y madres en proceso de separación a gestionar la situación sin perder de vista lo primordial: las necesidades de los hijos.

PREGUNTA. En las páginas de Separada defienden que cuando una pareja con hijos se rompe, la familia no se rompe, sino que cambia de molde.
RESPUESTA. Los padres podemos dejar de ser pareja, pero la responsabilidad paternal va a permanecer de por vida. Por eso nosotros creemos que la familia es algo que debemos cuidar, porque el vínculo va a permanecer siempre al haber unos hijos en común. Otra cosa es cómo va a ser ese vínculo, si fuerte o débil, pero nunca va a dejar de existir.

P. Dicen que se sienten más cómodos con el concepto de trasformación familiar que con el de separación, ¿el divorcio sigue estigmatizado?
R. Por desgracia sí. Las cifras de separaciones no dejan de aumentar, pero no podemos olvidar la corta historia de vida que tiene el divorcio legal en España. Hasta el año 1981 era algo ilegal. Partiendo de esa base, a nivel social e ideológico todavía entendemos que la familia, si no está formada por un papá, una mamá y unos hijos, no es tan válida. Todos queremos llegar a ese ideal de familia; y todo lo que esté por debajo de eso se considera en cierto modo un fracaso. Por eso, una de las mayores resistencias a la hora de afrontar una separación con hijos es ese duelo por la familia ideal y estándar que ya no vamos a ser.

P. ¿Ese ideal hace que muchas parejas mantengan su relación pese a todo?
R. Arrastramos la idea de que hay que aguantar por los hijos, creyéndonos que los hijos lo que necesitan es una convivencia perenne con sus padres. Pero nosotros defendemos que no sea a costa de la salud mental. Muchas veces se mantienen parejas que están juntas, pero no unidas; y se mantienen juntas por los niños, lo que es cargar a estos con la responsabilidad de ser hijos pegamento. Al final lo que los hijos aprenden es que una relación amorosa es eso. Tenemos que ser un modelo para nuestros hijos. No se trata de mantener una relación de pareja a toda costa, ni de separarnos haciendo una apología de la separación, sino de entender que lo que daña y lo que beneficia no es el molde de la relación, sino la gestión de la misma. Al fin y al cabo, nuestros hijos nos necesitan felices, no conviviendo a toda costa; y no requieren que seamos pareja, requieren que sus necesidades afectivas y emocionales sean cubiertas, seamos o no pareja.

Rocío López de la Chica, terapeuta Gestalt, periodista y máster en Educación Emocional.

R. L. P. ¿Pueden acabar siendo los hijos unas víctimas perfectas de estos procesos de separación?
R. Por desgracia sí. La forma tradicional de separación suele ser muy beligerante y los niños no son tenidos en cuenta e, incluso, muchas veces son utilizados como moneda de cambio.

P. Del caso Shakira y Piqué entonces ni hablamos.
R. (Risas) Ahí me falta mucha información, pero sí que hay algo por lo que nosotros abogamos y es no hablar mal del otro progenitor delante de nuestros hijos, porque esa persona ocupa un lugar sagrado en su corazón. Es muy importante que distingamos el rol que ocupa la otra persona como hombre o mujer del rol que ocupa como padre o madre. Para nuestras criaturas somos su dios y su diosa, incluso en la adolescencia, así que es fundamental que respetemos ese lugar sagrado que la otra persona ocupa en la vida de nuestros hijos.

P. Además de hablar mal del otro, ¿cuáles son los errores más habituales que suelen cometer madres y padres al divorciarse en relación con sus hijos?
R. Otro de los errores habituales es el de entrar en la comparación y en la competición con el otro para ser mejor madre o padre. Entrar en esa competición es perdernos, es desconectarnos de nuestros hijos. En la medida en la que entramos a mirar qué hace o no la otra parte, dejamos de mirar a los niños, ponemos la atención fuera. Y es muy importante que en este proceso se tengan en cuenta las necesidades de los hijos para que este cambio que genera mucha inseguridad en ellos lo puedan vivir de una forma ordenada, integrando lo que están viviendo como cualquier otro cambio de su vida.

P. Rafa Guerrero explica en el prólogo que, aunque la separación no sea la muerte de la familia sino una transformación, los niños necesitan un periodo de duelo para aceptar la nueva realidad. ¿Qué dirían que es fundamental cuidar de cara a los hijos en ese periodo de duelo?
R. Lo primero y más importante es cuidar la necesidad de pertenencia. Es la primera necesidad básica que se pone al descubierto cuando dejamos de ser pareja, porque “si papá y mamá, que son mi estructura, dejan de ser pareja, ¿dónde quedo yo?”. Y “si mis padres no se quieren como hasta ahora, ¿yo qué tengo que hacer, elegir entre ellos?”. Eso es lo primero que hay que cuidar, hacerles saber desde lo que decimos,y desde cómo actuamos, que dejamos de ser pareja, pero que siempre seremos una familia. Y la siguiente necesidad es la de sentirse vistos. Por eso es muy importante no entrar en la batalla de egos, porque entonces se quedan huérfanos emocionalmente en el proceso y la adaptación no la pueden lograr.

P. ¿De las separaciones, se sale?
R. (Risas) Se sale e, incluso, muchas veces son una oportunidad para una vida mejor. Si hacemos una separación consciente, esta va inevitablemente unida a un crecimiento personal. Y una separación consciente no tiene por qué darse con los dos progenitores disponibles. La mayoría de las veces ocurre sin que uno de los dos esté disponible para ella. Pero sí, hay vida más allá de la separación y muchas veces es una vida con mucha más luz.

lunes, 9 de mayo de 2022

La psiquiatra que trata a asesinos en serie, abusadores sexuales y otros culpables de actos de extrema crueldad y violencia

Los pacientes de la doctora Gwnen Adshead son lo que comúnmente la sociedad considera "monstruos".

La doctora Adshead es psiquiatra forense y durante décadas ha trabajado como terapeuta de personas que se han involucrado en atroces formas de violencia.

Gran parte de su experiencia la ha obtenido trabajando en el hospital psiquiátrico de alta seguridad Broadmoor, en Inglaterra.

Junto a la escritora y dramaturga Eileen Horne, la doctora Adshead es la coautora del libro The Devil You Know: Stories of Human Cruelty and Compassion (El demonio conocido: historias de crueldad y compasión humanas, traducido literalmente al español).

En el libro, Adshead cuenta las historias de once de sus pacientes.

Entre ellos está Tony, un asesino en serie que decapitó a su primera víctima; Zahra, quien disfrutaba prenderle fuego a otras personas; y Ian, quien abusó sexualmente de sus dos hijos.

En entrevista con BBC Mundo, Adshead habla acerca de la complejidad de estas personas y de cómo su trabajo se enfoca en entender qué los llevó a cometer tanta crueldad.

Su apuesta es que entender mejor el comportamiento de estas personas, más allá de simplemente juzgarlas, puede ayudar a prevenir más actos violentos, al tiempo que desafía muchas de las ideas que tenemos sobre la naturaleza humana.

"Nuestras mentes están diseñadas para poder disfrutar del sufrimiento de los demás"

¿A qué se refiere el título de su libro?
Viene de un proverbio que dice que quizás es mejor conocer tus propios demonios que no conocerlos. Tiene que ver con que si no sabes qué demonios tienes, es posible que te sorprendan o te veas superados por ellos.

Cuando Elieen Horne, coautora del libro, sugirió ese título, me llamó la atención porque sentí que tiene mucho que ver con el trabajo que hago como terapeuta: de cierta manera, lo que la gente hace es explorar sus demonios internos.

Si asumimos que quizás todos tenemos la capacidad de producir gran maldad, aunque afortunadamente la mayoría de nosotros nunca lo hará, la mayoría de nosotros tenemos demonios que necesitan ser explorados.

Mucho del trabajo que hago como terapeuta es abrir un espacio en el que la gente pueda hablar acerca de esos aspectos de sí mismos que son aterradores y capaces que causar gran crueldad.

Al conocer estas historias creo que es casi inevitable preguntarse si uno mismo sería capaz de cometer semejantes actos…

Es cierto… y siempre me he preguntado si esa es una de las razones por las que siempre mostramos a estas personas en los medios. De hecho, la palabra monstruo está conectada etimológicamente con la palabra mostrar.

Hay algo en la forma en que ponemos a la gente en los medios públicos, las redes sociales, los periódicos, la televisión...

Exponemos a estos "monstruos" y pensamos "¡Oh, que bien que estén ahí", creo que eso quizás nos ayuda a sentir que no somos como ellos.

Pero la verdadera preocupación es: ¿será que bajo ciertas circunstancias cada uno de nosotros tendrá la capacidad de hacer algo monstruoso?

Si muchos factores de riesgo se juntan, ¿nos veríamos en capacidad de cometer una crueldad extrema? Esa es una pregunta muy importante.

Qué dice la ciencia de las personas con psicopatía (y por qué tienen poco que ver con lo que muestran las series policíacas)

¿Y hay respuesta a esa pregunta? ¿Tenemos todos la capacidad de convertirnos en un "monstruo"?

Sí, creo que todos tenemos ese potencial. Si se alinean los factores de riesgo correctos, sí, somos capaces de una gran crueldad.

Usted utiliza el concepto de "entender la crueldad". ¿A qué se refiere?

Cuando hablamos de la maldad humana a menudo se reduce al hecho de ser cruel con otras personas.

Creo que las cosas que tendemos a considerar más malévolas involucran infligir, de manera deliberada, crueldad sobre personas que son extremadamente vulnerables.

Entonces, en mi trabajo, suelo enfocarme particularmente en ayudar a las personas a explorar cómo pudieron llegar a ser tan crueles con otra persona.

Lo que intento es que ellos exploren, expliquen y articulen los sentimientos, las emociones que subyacen esos actos de gran crueldad.

Y también dice que trata de aplicar una "empatía radical" con sus pacientes. ¿Qué significa eso?

La idea general de empatía tiene que ver con ser capaces de ponerse en los zapatos de otra persona.

Cuando vemos a alguien que está angustiado o molesto tratamos de imaginarnos qué se siente ser esa persona, e incluso podemos llegar a sentir alguna respuesta emocional hacia esa persona.

Seguro te habrás dado cuenta de que si estamos sentados junto a alguien que está acongojado, a menudo nos sentimos tristes, eso es parte de la respuesta empática.

Pero cuando trabajas con personas que han sido crueles y con estados mentales desorganizados, hay una necesidad de crear una distancia, necesitas mantenerte cercano pero también mantener una distancia si quieres llegar a la raíz de las cosas.

Así me surgió la idea de la "empatía radical", porque es una empatía que trata de llegar a la raíz de las cosas, pero tiene también cierta distancia que te permita mantener una perspectiva, no solo de esta persona y lo que hizo, sino de las personas a quienes hicieron daño, de manera que no pierdas de vista a las víctimas.

¿Cree que esa "empatía radical" se podría aplicar más allá de su ámbito profesional, en la vida diaria de las personas?

La empatía radical se ha vuelto una necesidad en mi trabajo, como una manera de mantener una mente abierta y crear espacios para ayudar a estos hombres y mujeres a reconocer su crueldad, pero creo que si yo puedo hacerlo, cualquier persona puede hacerlo. No creo que sea una habilidad muy especial.

Y creo que es muy importante, especialmente en estos tiempos donde parece que tenemos estados mentales muy polarizados, no encasillar a otras personas que son distintas a mí.

Quizás tenemos más cosas en común con esas personas de lo que pensamos, incluso si tienen posiciones políticas distintas, u opiniones sobre las vacunas que uno no comparte.

¿Cuál sería el límite entre tener empatía radical y justificar la crueldad?

En el libro me interesó dejar claro que quienes trabajamos como terapeutas de agresores nunca, nunca, ofrecemos una excusa para lo que ocurrió.

No se trata de buscar excusas, sino de entender y explicar cómo alguien llegó a cometer estos actos.

La violencia que he visto en el ámbito en el que trabajo es altamente inusual, la mayoría de las personas no expresan sus emociones con crueldad, entonces cuanta más información podamos recopilar acerca de cómo alguien llegó a ese punto, mejor podremos entenderlos, con el fin de manejar el riesgo en el futuro.

Entonces, a todos nos conviene entender esta violencia, pero nadie está sugiriendo que esta explicación sea una excusa.

Por otro lado, las cortes existen para expresar nuestra condena social a personas que son crueles, y eso me parece totalmente razonable, que condenemos esas acciones, ciertamente queremos dejar claro que eso no está bien y que la persona debe responsabilizarse por lo que hizo.

Mi experiencia es mayormente con personas que han cometido asesinatos en momentos en los que no estaban bien mentalmente. Creo que a esas personas les parece útil entender cómo fueron capaces de hacer eso, y, de esa manera, puedan asumir mayor responsabilidad criminal y moral de la manera en que la sociedad queremos que lo haga.

Entonces es un gana-gana.

¿Cuáles son los principales mitos o asunciones que tenemos respecto a las personas que cometen estos actos?

Primero, hay que tener en cuenta que yo no trato a criminales de guerra. No tengo ninguna autoridad o experticia para hablar de lo que ocurre en la mente de personas que instigaron eventos como el Holocausto, por ejemplo.

Aunque me parece interesante que no se haya pensado que esas personas estaban mentalmente enfermas.

Yo solo trato a personas cuya violencia parece estar relacionada con algún tipo de trastorno mental, y en ese grupo particular he notado un par de cosas.

La primera es que muchos de ellos vienen de un ambiente muy trastornado, han sido expuestos a varios tipos de traumas durante su niñez.


En particular, han sido expuestos a violencia física y descuido de forma crónica durante su niñez. Son personas que vivieron con padres que eran violentos entre ellos, que abusaban de sustancias.

Esos factores aumentan significativamente el riesgo de ser violento en la adultez.

Lo otro que he notado es que son personas que han perdido, o nunca han tenido, la capacidad de relacionarse con otras personas.

Esa capacidad del placer en las relaciones sociales es algo que damos por sentado.

Personas como tú o como yo somos capaces de salir y disfrutar un café o dar una caminata con alguien. Esa capacidad es algo que a menudo está ausente en las personas con las que yo trabajo.

Usted también habla de que si bien las cifras muestran que las mujeres son menos violentas, la realidad es mucho más compleja…

Sí, a ver… es un hecho innegable que en números absolutos muchas menos mujeres que hombres actúan de manera violenta.

Los números son incontrovertibles, pero el porqué es una pregunta digna de Premio Nobel.

La respuesta es que hay muchos factores distintos, pero hay dos aspectos que me interesan en particular.

El primero es ¿hay algo en los tipos de masculinidades que se lo ofrecen a los niños y a los hombres jóvenes que hace que aumente el riesgo de violencia?

Y, de forma contraria, ¿hay algo en la feminidad que pueda resultar como un protector para las mujeres?

Lo que he notado trabajando con mujeres es que sus estados de crueldad son muy similares a los de los hombres.

Entonces, no hay diferencia en los niveles de crueldad, la diferencia está en cifras de quienes finalmente llegan a actuar de esa manera.

Entonces, lo interesante es entender cómo pasas de un estado mental a la acción.

¿Es correcto afirmar que hay personas genéticamente violentas?

No, no es correcto. Hay una gran cantidad de investigación en esa área y no hay ninguna evidencia de que haya genes para la violencia, en absoluto.


Lo que sí hay son genes para neurotransmisores que hasta cierto punto podrían contribuir a que una persona se altere.

Puede haber cierta disposición genética a los trastornos del estado de ánimo que pueden contribuir un poco al riesgo, pero eso representa solo un poco del riesgo de violencia.


Otra de la cosas que ha quedado clara es que nuestros genes son modificados por nuestra experiencia.

Una de las preguntas interesantes es, volviendo un poco a lo que mencionaba sobre los traumas infantiles, ¿hay algo en la exposición crónica al trauma durante la niñez que tenga un impacto en cómo los genes de ciertos neurotransmisores se desarrollan?

Eso es una pregunta empírica, pero incluso si pudieras demostrar eso, está tan lejos de cometer un acto violento que no es realmente significativo.

Si queremos reducir la cantidad de violencia en el mundo no lo lograremos mirando los genes de las personas, lo lograremos observando cómo se enfurece la gente, cómo entran en conflictos, cómo las personas comienzan a comprender las mentes de otros.

¿Cree que su trabajo de alguna manera le sirve de algo a los familiares de las víctimas?

He trabajado con muchas personas que han asesinado a sus familiares. A menudo ellos tienen familiares que van a visitarlos al hospital y que mantienen una relación.

Cuando un familiar mata a otro es una catástrofe para toda la familia.

Mi experiencia es que en esas circunstancias muchas víctimas sienten cierta satisfacción de que su familiar esté recibiendo ayuda.


He trabajado en clínicas de trauma y he conocidos víctimas de violencia muy grave que tienen la esperanza de que la persona que lo atacó reciba ayuda.

La gente puede llegar a ser increíblemente generosa en ese sentido, pero también he conocido víctimas que estaban comprensiblemente llenas de rabia y con afán de venganza.

Y eso lo entiendo, sería una locura de mi parte no entender esa reacción.

¿Qué siente usted al tratar a sus pacientes?
Tristeza, tristeza abrumadora.

Mi experiencia como terapeuta me ha dado un nuevo nivel al significado de la palabra tragedia.

Una tragedia es algo que data de los antiguos griegos en la que la persona comete una acción con consecuencias irreversibles.

De esa manera, nunca puedes volver al lugar al que estabas antes. En la vida hay muchas cosas que podemos cambiar y avanzar hacia algo mejor, pero cuando matas a alguien es como si destruyeras un mundo.

Como dice el Talmud "quien mata a una persona, es como si matara a un mundo entero".

Creo que es trágico cuando eso ocurre. Lo es para quien muere y para quienes lo rodean, pero para el perpetrador también lo es porque no puede volver a la vida que tenía antes.


Entonces, para mí la sensación más abrumadora es siempre la tristeza y un sentido de profunda tragedia.

¿Qué lecciones destaca de su experiencia trabajando con sus pacientes?

Hay un buena noticia y es que la violencia muy grave, particularmente por parte de personas con una enfermedad mental, es muy inusual.

Pero, el otro lado de eso es que el hecho de que sea inusual hace que debamos tomarla muy en serio.


Debemos invertir tiempo, esfuerzos y dinero en acercarnos a los problemas que hace que la gente actúe de manera violenta, porque cuanto mejor lo entendamos, más probable es que tratemos de organizarnos para prevenir que ocurra en el futuro.

A nivel personal, mis pacientes me han enseñado las inmensas posibilidades que las personas cambien para bien.

Que incluso quienes han cometido actos terribles pueden cambiar para bien, no sin pagar un precio, no sin angustia.

He aprendido que en realidad hay poca gente que no logra cambiar si se lo proponen.

Me he visto impresionada y conmovida por el coraje que han mostrado algunas personas que están dispuestas a mirar a sus estados más oscuros y trastornados, están dispuestas a tomar ese riesgo, y creo que eso nos trae esperanzas a todos.

jueves, 23 de agosto de 2018

Consejos para retomar una vieja amistad


Las antiguas amistades ocupan un espacio peculiar en nuestro círculo social. Quienes alguna vez fueron tus mejores amigos o amigas probablemente conocen algunos de los detalles más íntimos de tu vida —el nombre de tu primera mascota, qué vestido llevaste al baile de graduación, quién te rompió el corazón en el primer año de la universidad—, pero quizá no tengan idea sobre las esperanzas, sueños y temores que tienes hoy.

Cuando esas amistades se distancian o se vuelven menos cercanas, en particular las construidas a lo largo de años o décadas, un vínculo único se pierde. Pasar de ser conocidos a amistades casuales normalmente sucede después de unas cincuenta horas de actividades compartidas y charlas cotidianas, mientras que pueden transcurrir más de doscientas horas antes de que alguien se convierta en nuestra amistad más cercana, de acuerdo con un informe publicado en Journal of Social and Personal Relationships.

Sin embargo, la gente que busca recuperar una amistad cercana después de haber estado separadas por algún tiempo no se ajusta muy bien a este marco. Puede ser confuso sentir que estás de nuevo en el punto de partida con una persona con la que ya tienes una historia compartida.

Los estudios muestran que una amistad de calidad proporciona muchos beneficios a la salud, como una incidencia menor de enfermedades crónicas, niveles más altos de felicidad y tasas de mortalidad más bajas. Las redes de apoyo social sólidas también pueden ser un amortiguador para el estrés, la depresión y la ansiedad, de acuerdo con los investigadores. Así que tiene sentido querer retomar una vieja amistad para encontrar apoyo emocional en el futuro.

Sin embargo, debido a que la mayoría de las personas están a solo un mensaje de texto, correo electrónico o llamada telefónica de distancia, no siempre es claro cómo acercarte a ellas y, honestamente, si siquiera conviene hacerlo. Estas son algunas formas de recobrar la cercanía una vez que la amistad se ha enfriado.

Haz una evaluación
En primer lugar, pregúntate si en verdad esta es una amistad que valga la pena resucitar. Al igual que sucede con los jeans de cintura baja o un corte de cabello estrafalario, la gente también puede dejar atrás a las amistades.

La psicóloga certificada Joy Harden Bradford dijo que las personas deben tomar en cuenta los cambios ocurridos durante el distanciamiento. “Si tenías una mejor amiga en la preparatoria y ahora tienes 30 años, ya ha pasado mucho tiempo desde que dejaste esa amistad”, mencionó. “Realmente ya no conoces a esa persona”.

Miriam Kirmayer, terapeuta e investigadora sobre la amistad, recomienda reflexionar sobre por qué terminó la amistad: ¿se debió a una hiriente traición, a un lento proceso de alejamiento o a algo completamente distinto? Esto te ayudará a discernir qué tan receptiva pueda estar esa persona a tus esfuerzos de acercamiento.

“El grado en que hayan podido permanecer en contacto o qué tan al día estén respecto de la vida de cada una muy probablemente determinará cómo le harán para revivir su relación”, señaló.

También sugirió identificar las variables que, en su caso, hayan cambiado desde su separación. Quizá te encuentres en un momento más estable de tu vida y confíes en que puedes ser alguien más atento esta vez. Pensar en las razones por las que se alejaron y cómo podría ser diferente la relación puede ayudarte a tomar los pasos necesarios para reconstruir una amistad más cercana y duradera, dijo Kirmayer.

Cuidado con las expectativas
Los cambios importantes en la vida —problemas médicos, mudanzas, tener hijos, casarse, divorciarse— pueden afectar la vida de una amistad de maneras que quizá no puedas predecir.

“No deberías portarte como si pudieras confiar en esta persona ni suponer que sabes algo sobre ella porque, en realidad, de alguna manera estás por primera vez frente a un extraño a quien estás conociendo (de nuevo)”, dijo Harden Bradford. Es más sabio mantener la guardia, por lo menos al principio. No le cuentes asuntos delicados al inicio. Revelar detalles sobre relaciones íntimas y finanzas puede abrumar a tu amistad emergente.

Ten un objetivo
Kayleen Schaefer, autora de un libro sobre las relaciones actuales entre mujeres (Text me When You Get Home: The Evolution and Triumph of Modern Female Friendship [Avisa cuando llegues a casa: La evolución y los triunfos de las amistades femeninas modernas]), sugiere ser directa respecto de por qué estás buscando a esta persona después de tanto tiempo. Si la extrañas, dilo abiertamente.

Dijo que se requiere valentía y que es algo arriesgado; comparó restablecer la conexión con iniciar un proceso de cortejo: “Tienes que mostrar el mejor lado de ti mismo, que probablemente sea el más directo y sincero”.

Si resulta que están pasando por una experiencia o etapa de vida similar, comunícate y pídele intercambiar historias o consejos. Este tipo de conversaciones con un objetivo permitirán que haya una conexión genuina sin que la intención parezca intrusiva o chismosa, dijo Kirmayer.

“También te da la oportunidad de reavivar tu relación de manera más orgánica”, mencionó. “Es decir, sin tener que hablar directamente de por qué se terminó su amistad”. Este enfoque ayudará a comenzar su renovada amistad con el pie derecho.

Tantea el terreno
Igual que una persona no pediría matrimonio en una primera cita ni solicitaría vacaciones en los primeros diez minutos de una entrevista de trabajo, puede ser contraproducente precipitarse. En lugar de hacer una entrada triunfal después de años de silencio, acércate con gestos de bajo riesgo.

Kirmayer sugiere ponerse en contacto y felicitar a la persona por algún logro o acontecimiento importante, o bien pedir una recomendación que sabes que brindará con gusto. Por ejemplo: “Escuché que hace poco fuiste a París. ¿Alguna sugerencia de un lugar fabuloso para comer?”.

“Este tipo de interacciones o conversaciones breves te ayudará a calibrar qué tan receptiva está la otra persona y preparará el escenario para charlas más personales o significativas”, dijo. Sugirió también que, si no has visto a esta persona en mucho tiempo, sería provechoso invitarla a una cena grupal o una pequeña fiesta. Si las cosas van bien, quizá puedas sugerir reunirse para salir a solas la próxima vez.

Ve lento
Es comprensible que quieras avanzar con rapidez ya que hayas establecido el primer contacto, pero la socióloga Jan Yager recomienda tomarse tiempo para entrar de nuevo a la vida de esa amistad distanciada.

“Revisa si tu relación tiene una base firme antes de presentar a tus hijos o tu pareja”, dijo la profesora adjunta en el Departamento de Sociología del John Jay College of Criminal Justice y autora de When Friendship Hurts: How to Deal with Friends Who Betray, Abandon, or Wound You (Cuando una amistad duele: Cómo lidiar con amigos que te traicionan, abandonan o hieren). Yager añadió: “Si metes de nuevo a esta persona en tu vida, asegúrate de que ambas mantendrán la amistad esta vez antes de involucrar a tu familia o tu red completa de amistades”.

Si apuras el proceso de reintegración, te arriesgas a terminar decepcionado si el acercamiento no florece como lo habías anticipado.

Toma en cuenta los posibles desenlaces
Yager, doctora en sociología, acepta que en la mayoría de las instancias de una amistad reavivada, el vínculo puede no ser tan íntimo como antes de la ruptura. Sin embargo, ha observado casos en los que la amistad se intensifica tras la reconciliación.

Aunque no sucede muy a menudo, en esos casos valió la pena el tiempo y el esfuerzo para ponerse en contacto.

“Se necesitan dos para comenzar y mantener una amistad, pero solo una para darle fin”, dijo Yager. “Así que ambas deben compartir el objetivo de que su amistad renovada continúe”.

También es posible que, a pesar de tus esfuerzos, esa persona no esté dispuesta o no sea capaz de restablecer la conexión por múltiples razones que pueden ser personales (sentimientos heridos no resueltos), prácticas (no está disponible para nutrir una amistad) o algo totalmente distinto, dijo Kirmayer.

Sin importar el resultado, la terapeuta recomienda practicar la autocompasión si las cosas no se dan como las planeaste, lo que puede ayudar a minimizar el dolor y la pena.

https://www.nytimes.com/es/2018/08/01/revivir-antiguas-amistades/?&moduleDetail=section-news-3&action=click&contentCollection=Cultura&region=Footer&module=MoreInSection&version=WhatsNext&contentID=WhatsNext&pgtype=a