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jueves, 16 de noviembre de 2023

La ley del embudo

Decía Fernando de Rojas, autor de “La Celestina”, hace cinco siglos: “Inicua es la ley que igual a todos no es”. Un dicho que hoy sigue en plena vigencia. Me voy a referir a una ley inicua que, como es de suponer, no está promulgada en el BOE sino que impera en la sociedad y que algunos utilizan en sus juicios, declaraciones y comportamientos con demasiada facilidad. Hablo de la ley del embudo, que subvierte el principio de igualdad con el que tanto se está machacando a la ciudadanía en el momento crucial en que nos encontramos.

Estoy escuchando estos días unas críticas feroces de la derecha al presidente del gobierno. No me sorprenden porque estoy habituado a estas actitudes agresivas cuando gobierna o quiere gobernar o seguir gobernando la izquierda. Me molestan profundamente porque observo con indignación con qué facilidad se utiliza la ley del embudo: “Para mí la parte ancha, para ti la parte estrecha”. Es decir que, ante hechos, actitudes o palabras similares, “para mí la complacencia y para ti el reproche”, ”para mí la bondad, para ti la maldad”, “para mí el amor a la patria, para ti la destrucción de la patria”, “para mi la generosidad responsable, para ti la ambición desmedida”.

Voy a plantear tres situaciones de estos días en las que se ha utilizado, sin el menor remilgo, la ley del embudo.

Sabido es por todos que Pedro Sánchez, presidente en funciones, ha recibido del Rey el encargo de presentarse a la investidura, una vez fallida la del señor Núñez Feijóo, que quizá ahora se esté enterando de que no ganó las elecciones. Algunos radicales, sin el menor respeto a la democracia, esperaban o, mejor dicho, exigían al Rey que no le hiciese a Sánchez el encargo de la investidura ya que el hacerlo conllevaba una negociación “humillante” con los independentistas y con todos los aborrecibles enemigos de España.

La aceptación del presidente en funciones se debe, según el PP a su enorme ambición personal. Quiere seguir en la Moncloa “a cualquier precio”, cueste lo que cueste, pase lo que pase, tenga que ceder lo que tenga que ceder. Su único objetivo es seguir en el sillón presidencial y para conseguirlo:

– Venderá a España

– Se pondrá de rodillas delante de un prófugo (es imprescindible añadir que se fugó en un maletero)

– Romperá España

– Dará todo lo que le pidan

– Pactará con filoterroristas

– Concederá la autonomía

– Quebrantará la Constitución

– Cederá ante la exigencia de un referéndum de autodeterminación…

En definitiva, hará lo que sea necesario para satisfacer su ambición, su egoísmo, su interés personal, su afán de poder. Hará todo lo posible por mantenerse en el poder porque solo le importa su propio beneficio.

Lo cierto es que el señor Feijóo ha hecho no lo posible, como está haciendo Sánchez, sino lo imposible: ir a una investidura que no podía salir adelante,salvo milagro. Ha hecho llamadas persistentes a los “socialistas buenos” que, de convertirse en tránsfugas, tendrían el honor de ser considerados personas con sentido de estado, se ha puesto de rodillas reiteradamente ante el PNV, ha dialogado con Puigdemont, le ha pedido a quien ha insultado hasta limites insospechados que haga lo posible para que haya un gobierno en solitario del PP solamente por dos años, ha contado con los votos de Vox aunque haya ninguneado al partido de ultraderecha para lavar la cara por los pactos realizados en Extremadura, en Valencia, en Baleares, ha concedido lo que solicitaban Coalición Canaria y Unión del Pueblo Navarro…

Lo que resulta curioso es que la aceptación de Sánchez del encargo del Rey se hace, según repite la derecha, por pura ambición personal. Sin embargo el candidato Feijóo, ante una situación similar, no tenía ambición personal alguna sino la generosidad de servir a España y la responsabilidad de cumplir con el encargo de los electores. Lo que para uno es ambición para el otro es altruismo, lo que para uno es falta de escrúpulos para el otro es responsabilidad y fidelidad al electorado.

Pues no. O los dos tienen ambición personal o los dos tienen generosidad. O los dos no tienen escrúpulos o los dos tienen responsabilidad. De lo contario, se estará practicando la ley del embudo. Para mí la parte ancha de los elogios y para el adversario la crítica que descalifica y el insulto que hiere. Por los mismos hechos.

El señor Feijóo, que ahora comprenderá por qué en Ferraz se recibieron con gran alegría los resultados electorales del día 23 de julio, miente cuando dice que ha podido ser presidente del gobierno pero que no ha querido porque tiene los principios que le faltan al presidente en funciones. No es verdad. Porque de haber aceptado las exigencias de Junts hubiera perdido el apoyo de Vox. Es muy sencillo, los resultados electorales dijeron no a la coalición del PP y Vox, cuya alianza se había visto ya en algunos gobiernos autonómicos.

Y Vox renuncia a formar parte del gobierno no tanto por amor a España cuanto por odio a la izquierda. En las elecciones municipales y autonómicas exigió entrar en el gobierno porque no podía quebrantar el mandato de sus votantes. Ah, pero ahora, con tal de que no gobierne la izquierda, pueden despreciar el mandato de sus electores y electoras. Pregonan su actitud como un gesto de generosidad cuando, en realidad, es una traición a quienes, como ellos mismos dijeron, les habían votado para entrar en el gobierno.

La investidura de Feijóo era un fracaso anunciado. Es comprensible la decepción del PP. Lo veían tan claro, lo tenían tan merecido, habían arrasado de manera tan contundente en las elecciones municipales y autonómicas que no podían creerse los resultados de las generales. Y por eso repitieron miles de veces que habían ganado las elecciones, a pesar de que sabían que el ganador era aquel candidato que pudiera reunir los apoyos necesarios para la investidura.

Hay otra forma de aplicar la ley del embudo. Como acabo de decir, el PP nos aburrió a todos recordando en cada intervención que habían ganado las elecciones y que, por consiguiente, era el partido que tenía que gobernar. Así había sido siempre en la democracia española con la investidura presidencial. Siempre había gobernado el partido ganador, decían. Y es cierto. Pero ahora, la aritmética parlamentaria es otra. Se cansó el señor Feijóo de argumentar que tenía que gobernar porque su partido había ganado. Es la parte ancha del embudo.

Sin embargo, el señor Feijóo impidió que esto sucediese en Extremadura, donde ganó el PSOE y donde acabó gobernando una colación del PP con Vox. Lo mismo sucedió en Valencia, en Baleares y en muchos ayuntamientos. En estos casos ya no era válido el principio defendido hasta la saciedad en las elecciones del 23J.

Es que prácticamente se trataba de hechos simultáneos. Es decir, que no había dado tiempo a un cambio de opinión. No. De lo que se trataba era de aplicar la ley del embudo. Una ley injusta, que viene a decir que lo que yo puedo hacer no lo puedes hacer tú, que lo que es bueno para mí no es bueno para ti.

Voy a plantear una tercera cuestión en la que la derecha aplica esta ley de una forma descarada. Para el PP, respetar la Constitución es una exigencia de la democracia. Como considera que la ley de amnistía no cabe en la Constitución (hay muchos juristas que defienden otra postura) se echan las manos a la cabeza, sacan toda su artillería, acuden en masa a Barcelona a apoyar la manifestación convocada por Sociedad Civil y se presentan como los defensores por antonomasia de la Carta Magna. ¡Oh, la Constitución! No hay nada más respetable, más defendible, más intocable. Ya han anunciado que, de aprobarse la ley de amnistía, llevarán el caso al Tribunal Constitucional. Es la parte estrecha del embudo.

Ahora bien, se puede permanecer cinco años fuera del marco de la Constitución, desobedeciendo su expreso mandato sin que se les caiga la cara de vergüenza. Ahí sigue, sin renovarse, después de cinco años, el Consejo General del Poder Judicial. Un mandato tajante de la Constitución. Las excusas han sido de lo más variopinto, de lo más pintoresco, de lo más interesado: no pueden participar en la negociación ministros de Podemos (¿por qué?), tiene que cambiarse el sistema de nombramiento antes de la renovación (¿por qué?), los jueces tienen que elegir a los jueces (¿por qué?)… Ha estado cerrado el acuerdo y el PP lo ha roto porque el gobierno estaba eliminando el delito de sedición… Es la parte ancha del embudo (¿y qué?).

La ley del embudo no es de uso exclusivo de los partidos de derecha, claro está. Pueden utilizarla todos los partidos y todas las personas. La sociedad sería más democrática, más justa y más habitable si eliminásemos de nuestros análisis, actitudes y comportamientos, tanto personales como grupales, ley del embudo.

domingo, 16 de julio de 2023

Solo se derogan las leyes. Miguel Ángel Santos Guerra

Entérese, señor Feijóo. Me extraña que usted no lo sepa y que ninguno de sus asesores se lo haya advertido. No se puede derogar a Sánchez ni al sanchismo. Porque solo se derogan las leyes. Usted lo que pretende es acabar con Sánchez y con el sanchismo. Eso sí. Sea este lo que usted quiera decir que es. O mejor, lo que a la señora Ayuso le de más rabia soportar. Porque a ella le da mucha rabia todo lo que refiere al Presidente del Gobierno. Les he oído decir tantas cosas de todo tipo sobre el sanchismo (todas malas, por no decir horribles) que me cuesta abarcarlo todo en un golpe de pensamiento. Sencillamente, es el mal en estado puro. Hasta ha dicho que “derogar el sanchismo” es acabar con un modo de gobernar basado en el orgullo para hacerlo desde la humildad. Y es que a humilde no le gana nadie, señor Feijóo. Derogar, si consulta el diccionario, verá que significa dejar sin efecto una norma jurídica o cambiar parte de ella. Eso es derogar.

Usted, si gana las elecciones, podrá proponer al parlamento que derogue todas las leyes que desee, probablemente todas las aprobadas en la legislatura sanchista. Desde la ley sobre eutanasia hasta la ley trans. Ustedes son muy dados a votar en contra de todas las leyes que conquistan derechos y a utilizarlas todas cuando les conviene. Y si no, dígame si los dirigentes y los votantes del PP no se divorcian, si no abortan, si no se casan o acuden a bodas homosexuales… Pero a todo han dicho que no. Y de casi todo han llevado recursos al tribunal constitucional. Han dicho no a la reforma laboral y ahora usted dice que está muy bien, porque tiene el refrendo de los agentes sociales. Pero ya lo tenía entonces cuando votaron en contra, ¿no? Podrá derogar las leyes si tiene los votos suficientes para hacerlo. Pero eso que llama sanchismo no se puede derogar. Porque no es una ley.

Lo que pretende usted es acabar con el sanchismo. Y con Sánchez. Eso sí. Pero, verá, señor Feijóo, eso solo lo pueden hacer los votantes y las votantes. Eso de “vamos a derogar el sanchismo” es una fanfarronada y una inexactitud monumental. Y podría suceder que quienes pueden acabar con el sanchismo no quieran hacerlo. A ver si se lleva una sorpresa. A ver si le pasa lo que le ha hecho usted pasar a la señora Guardiola. Usted piensa que el sanchismo es algo tan odioso, tan perverso, tan maligno, tan soberbio, tan mentiroso que cree que todos los españoles y españolas de bien van a pensar como usted. Pero puede ser que no. Y se puede quedar con las ganas.

A usted le ha hecho el programa el señor Sánchez. Porque lo que va a hacer es acabar con todo lo que él hizo. Como va a terminar con el sanchismo, ya tiene programa para rato. O por lo menos para los primeros días. Pero de proyecto propio, poco.

">Usted se olvida de algunas cuestiones esenciales del sanchismo, como que haya hecho frente a la pandemia y a la vacunación con un éxito indiscutible, de que los datos macroeconómicos sean buenos, de que haya subido el SMI, de que haya garantizado el poder adquisitivo de las pensiones, de que haya salvado muchos empleos con los ERTES, de que haya creado el Mínimo Vital, de que haya promulgado la ley de Muerte Digna, de que haya promulgado la ley trans, la ley de educación, la ley de vivienda y la ley del sí es sí… Anda, que no le ha sacado usted rédito a la ley del sí es sí. Como si a usted le hubieran dolido más los violadores excarcelados o los que han visto reducidas sus penas que a quienes promovieron y promulgaron la ley. Usted, que quiere eliminar el Ministerio de Igualdad, ha utilizado de manera tramposa un error para arremeter contra el Presiente del Gobierno y la Ministra de Igualdad. Estoy seguro de que le han dolido más las excarcelaciones y las reducciones de penas a quienes creen en la violencia de género que a quienes la niegan.

>No haga más trampas. A Sánchez le duelen las víctimas de ETA y del machismo igual, al menos, que a usted; ama a España igual, al menos, que usted; busca la prosperidad de los españoles igual de sinceramente, al menos, que usted; desea que España permanezca unida como nación al menos igual que usted y quiere permanecer en la Moncloa con un deseo similar al de usted por llegar a ella…

>Deje de una ves de recordar cuántos violadores vieron reducidas sus penas y dígale a su socio que reconozca que existe la violencia machista. No sea hipócrita, señor Feijóo. Rásguese las vestiduras por lo que es importante respecto a la superación de la violencia de género. Usted ha aceptado la expresión de violencia intrafamiliar porque tiene una visión muy cercana a la de su socio. Deje de manipular la realidad. Ni les ha importado la ley, ni les importa el Ministerio de Igualdad. Menudo chollo han encontrado en la ley del sí es sí. La han convertido en un cesto de piedras contra el gobierno, no contra los violadores. Se han rasgado las vestiduras de forma hipócrita para machacar al Ministerio de Igualdad y a la ministra que lo preside. Como si fueran más y mejores feministas que ella. Qué barbaridad. Existió un error fatal, Incluso un empecinamiento en el error. No les ha importado la ley del sí es sí. Les ha importado golpear con ella al gobierno. Es que da la impresión de que han hecho una ley para excarcelar y para reducir penas. No, señor Feijóo. No haga trampas. Si de verdad le importa la causa de la igualdad, no pacte con el señor Abascal y deje en paz a Irene Montero.

‘Cara a Cara. El Debate’
En el debate asedió a su contrincante con datos falsos. En eso consiste la técnica del galope de Gish o ametralladora de falacias. Sabrá usted, o su asesor para el debate que también lo es de la señora Ayuso, que se trata de abrumar al oponente con el mayor número de argumentos posible sin tener en cuenta la exactitud de los mismos. Se suceden las medias verdades, los datos falsos, las tergiversaciones y los argumentos engañosos. De esta manera resulta imposible al oponente dar respuesta a todas las cuestiones un solo turno de un debate formal. Resulta obvio que hacer un enunciado de este tipo requiere mucho menos tiempo que el necesario para desmontarlo con argumentos. El término fue acuñado por Eugenie Scott y recibe el nombre del creacionista Duane Gish, que utilizó frecuentemente la técnica contra los defensores de la evolución.

Le voy a dar un pequeño consejo lingüístico. No vuelva a decir que el Gobierno debe de hacer o el Gobierno debe de dejar de hacer… Porque cuando el contenido semántico de la frase es de obligación y no de duda, no hace falta ese de que usted repite una y otra vez. No se cómo no le corrigen sus asesores de la política o de la prensa. Porque el señor Jiménez Losantos se lo sabe, pero solo se lo corrige con desprecio a quienes considera enemigos despreciables…" />Pero hay una trampa del debate que quiero destacar. La insistencia en que el presidente firmase un acuerdo de que gobierne la lista más votada es una trampa de manual. Todas las encuestas le dan a usted ganador, y entonces propone que gobierne la lista más votada. Qué listo, señor Feijóo. Y así se quita el engorro de los pactos. Hizo bien el presidente en sugerirle que le explicase la propuesta al señor Vara. Porque, para que eso que tan vehementemente proponía como una solución democrática no sucediese en Extremadura le hizo tragar a la presidenta de la Comunidad sus palabras para desdecirse de aquellos principios que había proclamado enfáticamente el día anterior. El mismo día en que usted decía que la política consistía en respetar la palabra dada.

Lo que importa, señor Feijóo, es cuál es el proyecto, cuál es la filosofía, cuáles son las prioridades, cuánto le importan a usted los pobres y cuánto los ricos., cuánto los sindicatos y cuánto la patronal, cuánto la verdad y cuánto la mentira, cuánto los de arriba y cuánto los de abajo, cuánto lo público y cuánto lo privado, cuánto la libertad y cuánto la censura…

La ola reaccionaria que está recorriendo el mundo puede anegar a nuestro país. Será una desgracia: un retroceso de las libertades, una pérdida de derechos, una vuelta a la censura, un regreso a la exclusión del diferente, una criminalización de los inmigrantes, un aumento de las privatizaciones en detrimento de lo público, un camuflaje de la violencia de género… Eso es lo que nos espera si acaba usted, como desea, con el sanchismo, Menos mal que usted no puede hacerlo. Está en manos de los electores y de las electoras. Espero que sepan lo que hacen cuando vayan a las urnas.

No sé si le gusta leer. Espero y supongo que sí. Por si tiene un ratito después de las elecciones me gustaría aconsejarle (como a mis lectores y lectoras) la obra reciente de Enrique Javier Díaz, un buen colega y amigo leonés. Me refiero a la obra ‘Pedagogía antifascista. Construir una pedagogía inclusiva, democrática y del bien común frente al auge del fascismo y la xenofobia’. Porque muchos de los problemas que tenemos pueden encontrar solución en la escuela.

martes, 6 de septiembre de 2022

_- Seis sabios ciegos y un elefante

_- Repasé de memoria mis casi mil artículos de esta sección y comprobé que nunca había hecho referencia a esta aleccionadora historia. Y decidí compartirla con mis lectores y lectoras, a pesar de que es probable que muchos tengan noticia de alguna de sus múltiples versiones.

Hablamos del origen de los cuentos, que se nutren y que a la vez alimentan a la cultura popular. ¿A quién pertenecen? ¿Quién fue el primero que lo contó o lo escribió? ¿Cómo habría que citarlo? Concluimos que eran de todos y de todas al formar parte de la sabiduría de la humanidad.

He aquí una de las versiones más conocidas de la historia. Había seis sabios que discutían con frecuencia sobre quién de ellos tenía más conocimientos y un mejor y más certero conocimiento de la realidad. Eran continuas las discusiones sobre quién era el más sabio de los seis. Un día se centró la discusión en la forma que tenía un elefante, animal que nunca habían visto porque eran ciegos de nacimiento y porque nunca habían tenido la ocasión de tocarlo ya que jamás se habían adentrado en la selva.

Conocedores de que el rey tenía en su palacio un elefante, decidieron solicitar el favor de que les dejase tocarlo para conocer qué tipo de animal era. El permiso les fue concedido y acordaron la hora y las condiciones de la visita. La expectación no podía ser más grande.

Cuando el primer ciego entró en el enorme recinto en el que se hallaba el elefante, se topó con el costado del animal y, abriendo los brazos, dijo que un elefante era un muro grande, alto y duro.

El segundo sabio, al aproximarse, tocó uno de los colmillos y dijo que no estaba de acuerdo con lo que había dicho el primer sabio. Sin duda estaba equivocado. El elefante, más bien, tenía la forma de una lanza puntiaguda.

El tercer sabio gritó indignado que los dos ciegos que le habían precedido en la definición estaban en el error, ya que el elefante era como una fuerte columna. Lo sabía porque había abrazado una de las enormes patas del elefante.

Cuando el cuarto sabio se acercó por delante y tocó la trompa y comprobó su forma y su movimiento, dijo que el elefante era como una serpiente larga y de piel rugosa. Descalificó la opinión de los tres compañeros que le habían precedido en la descripción. Sin duda, él estaba en lo cierto. Su sentido del tacto no podía engañarle.

El quinto sabio se había desplazado hacia la parte de atrás y había tocado la cola, con cuyo movimiento el elefante pretendía ahuyentar a las moscas que se posaban a cada lado de su parte trasera. Dijo que los cuatro sabios que habían emitido su opinión no podía estar más equivocados. Un elefante era como una soga larga, gruesa y fuerte.

Finalmente, el sexto sabio, que había acariciado una de los orejas del elefante, dijo que ese animal que pretendían describir tenía la forma de un abanico desplegado. Qué equivocados estaban quienes anteriormente habían dicho cosas tan disparatadas.

Ante la radical discrepancia decidieron pedir la opinión de un sabio que gozaba de visión, que vivía en palacio al servicio del rey y que había presenciado lo sucedido en la exploración que los seis sabios ciegos habían hecho del elefante. Fue reclamado para que contase la descripción del elefante y, de ese modo, deshiciese la controversia que visiones tan discrepantes habían creado. Después de exminar al elefante detenidamente les dijo:

– Señores, la discusión que han mantenido, después de que los seis hayan explorado al elefante está viciada en su raíz porque no han hecho una descripción completa del elefante. Se han limitado a describir una de sus partes. Ninguno de ustedes tiene toda la verdad. Cada uno, eso sí, tiene una parte de la misma. Ninguno es poseedor de la verdad íntegra. Si se escuchasen con atención unos a otros, podrían completar la verdad de cada cual con la verdad de los demás. De esa forma se harían una idea más cabal de lo que es un elefante.

Hasta aquí la historia de los seis ciegos sabios y el elefante. Ya he dicho que se trata de una historia que tiene un sinnúmero de variantes, aunque en todas haya elementos comunes: un elefante, varios sabios ciegos, un sabio vidente o un testigo de la discusión que nos conduce a la moraleja.

Nadie es poseedor de la vedad completa. Para hallarla hay que sumar y completar lo que sabe cada uno. Creo que hacen falta tres cosas importantes para encontrar la verdad. La primera es tener la humildad de reconocer que no lo sabemos todo. La segunda es la necesidad de la escucha de lo que saben otras personas. Es en la escucha atenta donde se encuentra la fuente del conocimiento que nos permite completar y enriquecer el que ya tenemos. La tercera es la disposición a contrastar otras visiones de la realidad con la nuestra.

Cuántas veces se da la actitud fundamentalista de pensar que tenemos la verdad absoluta y completa de las cosas. Qué pocas veces pensamos y aceptamos que cada uno tiene una parte de la vedad, una visión sesgada y parcial de la realidad.

Cuenta una leyenda persa que al comienzo de los tiempos los dioses repartieron la verdad dando a cada persona un trocito, de tal manera que para encontrar la verdad hace falta poner el trozo de cada uno. No hay trozo insignificante, no hay trozo despreciable. El de todos es necesario. El nuestro también. Humildemente tenemos que aceptar la verdad de los otros y generosamente poner la nuestra en común. Verdad y comunicación serían las dos caras de una misma moneda.

El deber de buscar la verdad está amenazado por peligros diversos. Uno de ellos es la pereza. Hay quien confunde las firmes convicciones con la pereza de pensamiento. No hace faltar pensar, ni leer, ni escudriñar, ni escuchar, ni dialogar ni esforzarse.

Otra amenaza es la soberbia. Nos creemos en posesión de la verdad. El orgullo nos aherroja en las certezas y no nos permite dudar.

Nicolás de Cusa hablaba de la docta ignorancia, Mientras más sabe una persona, más conciencia tiene de su ignorancia. Lo explico de una manera gráfica. Si represento lo que una persona sabe mediante un pequeño círculo, lo que rodea ese círculo es lo que esa persona se da cuenta que no sabe. Si el círculo es más grande, la sensación de no saber aumenta porque los límites del círculo son mayores. El que más sabe está abrumado por la conciencia de lo que no sabe. Por eso los sabios suelen ser humildes y los necios suelen ser petulantes.

El individualismo nos confina en nuestros pequeños límites. Esa es otra amenaza. Si los ciegos no se escuchan unos a otros, no pueden completar su versión y enriquecerla con las versiones de los demás.

Que me permita Antonio Machado una pequeña corrección a su famosa frase. “Tú verdad no, la verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”. Me gustaría que el poeta hubiese invitado no a guardar la verdad sino a compartirla. Juntos podemos avanzar en la construcción de la verdad si somos humildes y si valoramos la verdad que nos ofrecen los demás.

miércoles, 10 de agosto de 2022

Qué va, si es mi amigo

El día 20 de julio se celebra en algunos países el Día del Amigo. Recibo en esa fecha felicitaciones, desde Argentina especialmente, y desde otros países de América Latina. Me parece una hermosa iniciativa celebrar la amistad. Porque la amistad es, a mi juicio, una de las columnas que sostienen este mundo nuestro.

Lo cuenta Eduardo Galeano en su hermosa obra “El libro de los abrazos”. Dice que en los suburbios de La Habana, llaman al amigo mi tierra o mi sangre. En Caracas, el amigo es mi pana o mi llave: pana por panadería, la fábrica del buen pan para las hambres del alma y llave…

– Llave, por llave, dice Mario Benedetti.

Y cuenta que cuando vivía en Buenos Aires en tiempo del terror, él llevaba cinco llaves ajenas en su llavero; cinco llaves, de cinco casas, de cinco amigos, las llaves que lo salvaron de la muerte.

Elmer Hubber dice que un amigo es el que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te sigue queriendo. No hay que hacer méritos para conseguir una amistad verdadera. Porque las personas desean que se las quiera en bruto, no en neto. Es decir, como son, con sus cualidades y defectos.

A un amigo se le perdona todo: que te llame a las cinco de la mañana par contarte una tontería, que no te devuelva un libro prestado hace más de cinco años, que te comprometa a hacer algo que no querías, que te pida a las doce de la noche que le ayudes a resolver una avería del coche… Quevedo dijo que valía más un buen amigo que cien parientes. Un amigo es un hermano que se elige. Por eso es tan importante tener buenos amigos (expresión que encierra una clara redundancia: decir buen amigo es como decir fuego ardiendo o hemorragia de sangre). Un mal amigo, no es un amigo.

La amistad exige lealtad. La lealtad no es servilismo. Por eso el amigo es capaz de decirte que te has equivocado. No es amigo quien oculta la verdad, quien halaga sin límite ni motivo, quien dora la píldora. El amigo no te dice lo que tienes que hacer pero te da fuerza para que puedas y quieras hacerlo. El amigo no es capaz de cometer una traición. Puedes dar la espalda y tenerla siempre cubierta cuando él se queda. El amigo es la persona que no es capaz de asestar una puñalada trapera.

La amistad supone generosidad. Surge esta de forma espontánea, sin falsas promesas, sin grandes alardes., sin búsqueda de contrapartidas. El amigo es como la sangre, que acude a la herida sin necesidad de llamarla.

La amistad se mantiene a través del tiempo.. Sin necesidad de pagar el tributo del protocolo ni de los rituales ni de lo regalos obligados. No existen las amistades de una semana.

La amistad está llena de comprensión, escribe las faltas de los amigos sobre la arena y los agradecimientos en el mármol que resiste el paso del tiempo. La amistad potencia las cualidades y aminora los defectos Como decía Jubet: Cuando mi amigo es tuerto, lo miro de perfil.

Es necesario hacer un elogio de la amistad en tiempos en que está de moda la deslealtad y la traición. (Leí hace tiempo un libro de Denis Jeambar e Yves Roucaure titulado “Elogio de la traición”, en el que defiende la tesis de que no traicionar es perecer, de que es necesaria la negación para gobernar). Para algunas personas es más importante defender los propios intereses que mantener lealmente la amistad. El pragmatismo de nuestro tiempo, el eficiencia extremada, la competitividad a cualquier precio, hace que los individuos se pregunten sobre todo si salen ganando o perdiendo con una relación de amistad. En ese mecanismo se sitúan los que desean trepar a cualquier costa, caiga quien caiga. Para este tipo de personas, los amigos sirven en la medida que pueden ser utilizados como escalones para ascender. Cuando ya no sirven, se prescinde de ellos. Si alguien les ofrece más o puede ser más rentable en las transacciones, se convierte en el nuevo destinatario de las adulaciones.

Hace unos meses se produjo en el Partido Popular un cambio de líder por motivos que ahora no voy a comentar. De un día para otro se produjo la desbandada de quienes se decían amigos del líder defenestrado hacia el que se convirtió en el nuevo jefe. Fue una gigantesca y milagrosa conversión. El silencio cubrió con un manto al que se iba y se llenó de adulaciones al que llegaba como líder indiscutible. Resultaba bochornosa la lisonja y lamentable el abandono del amigo. Como si hubiera muerto. Como si ya no existiera. Solo tres personas permanecieron fieles. Admiré y aplaudí su lealtad.

Emerson dijo: La mejor manera de tener un amigo es siéndolo. Quien no es capaz de dar amistad es difícil que la reciba. La relación es un relación de carácter simétrico.

La amistad hace llevadero el sacrificio. Un niño lleva a otro mayor que él a las espaldas, Alguien que ve la escena, le dice al pequeño:

Pesa, ¿eh?
A lo que el niño responde

¡Qué va, si es mi amigo!

Hay que cultivar la amistad: tomar un café sosegadamente, dar un largo paseo mientras se repasan los recuerdos o se formulan proyectos, compartir una larga sobremesa con esa persona que te comprende y te aprecia, a quien comprendes y aprecias, una llamada telefónica para compartir un éxito o un fracaso, un mensaje largo y sincero, un regalo inesperado, He aquí uno de los placeres más grandes de la vida. Una de esas obligaciones que se imponen a la prisa y el ajetreo.

La vida se teje con pequeñas historias de amistad: el asado en la casa de mi editor argentino, los desayunos terapéuticos en Málaga, las angustiosas horas del postoperatorio, la tarde nublada de llanto silencioso, el nombramiento de Padrino Pedagógico en la escuela del Sosneado, el comentario sábado tras sábado durante años en mi blog, la llamada de alegría angustiosa porque el niño había nacido… sin una mano, la visita a la escuela rural de San Luis con el ministro de Educación, el viaje al Valle del Jerte, el detalle de hacerte protagonista de una de sus novelas, la cena que acabó de madrugada para preparar un proyecto, la llamada de cumpleaños durante medio siglo, el justo enfado por no habernos avisado para la mudanza, la noticia terrible de un fallecimiento… La vida. La amistad.

Decía Epicuro: Cada mañana, la amistad recorre la tierra para despertar a las personas, de modo que puedan hacerse felices. Es una hermosa visión de la historia de la humanidad. La vida se teje de pequeñas anécdotas que se van trenzando con los amigos en la cotidianidad y en la emergencia. Los recuerdos se van sucediendo y nos van marcando.

Recuerdo haber leído (no sé si oído a mi admirado y querido Manuel Alcántara, experto en amistades, una historia ejemplar. Un hijo pregunta a su padre:
¿Cuántos amigos tienes?
Uno solo, hijo.
¿Uno solo? Tú has perdido la vida, yo tengo más de mil, le dice, orgulloso, enseñándole a sus seguidores en el móvil.
¿ Estás seguro de que son amigos de verdad?
Claro que sí, me lo han dicho muchas veces.
Mira, hijo, vas a realizar una prueba. Vas a matar una oveja y la metes en un saco, de modo que se vea la sangre. Vas a casa de esos amigos y les dices que has tenido una horrible debilidad y que has matado a un niño. Y les pides que te ayuden a esconder el cadáver que llevas en el saco.

Así lo hace. Va a la casa del primer y mejor amigo y le cuenta lo acordado. El amigo responde:

¡Tú eres un asesino! ¿Cómo he podido pensar que eras mi amigo? Lárgate de aquí cuanto antes. No quiero que me vean contigo. No quiero que me impliquen a mí en el asesinato. Que no te vuelva a ve por aquí. Estoy avergonzado de ti. Uno tras otro le rechazan con diferentes argumentos. Ni uno solo le ayuda. Se acuerda entonces del amigo de su padre. Va con el saco a su casa. Le dice que es hijo de su amigo. Y le explica lo mismo que ha venido diciendo en las casa de sus amigos. Y el amigo de su padre le dice:

Anda, entra rápidamente, vamos a enterrar ahora mismo el cadáver en el jardín. ¡Ah, y de esto no le digas ni media palabra a tu padre! Los amigos están ahí. De forma incondicional. Los amigos y las amigas, lo digo ahora y debería haberlo dicho desde el comienzo. Muchas veces de forma silenciosa, siempre de forma eficaz. Porque están en el silencio, en la distancia. Por eso hay que practicar la amistad. Es hermoso aquel proverbio chino: recorre frecuentemente, el camino que lleva al huerto del amigo, de los contrario crecerá la hierba y no podrás encontrarlo fácilmente.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2022/07/30/que-va-si-es-mi-amigo-2/

domingo, 12 de junio de 2022

_- Por qué votaré a la izquierda

_- Ya sé que las encuestas son favorables a la derecha andaluza. Veo eufóricos a sus líderes porque se sienten a unos centímetros de mantenerse en el poder. Nadie cuestiona a su candidato porque será quien reparta puestos y prebendas. Yo votaré a la izquierda, estaré del lado de los hipotéticos perdedores y voy a explicar por qué.

Diré, antes de justificar el sentido de mi voto, que iré a votar. Creo que es una obligación ciudadana a la que no se debe renunciar. Ni todos los políticos son malos ni todos son iguales. El ejercicio de votar es el único que permite decidir quiénes van a tener la responsabilidad y el honor de gobernar a un pueblo. No votar es dejar las decisiones en manos del azar o de los demás. Y reconocer implícitamente que sería mejor que un caudillo o un salvador nos gobernase, sin necesidad de hacer elección alguna.

Votaré a la izquierda, aunque parezca torpe apuntarse al caballo perdedor. Y aunque parezca equivocado no sumarse al coro de alabanzas (unas, fundadas; otras, no), sobre lo que ha hecho la derecha en estos casi cuatro años. Quien oye al Presidente y al Vicepresidente, podría concluir que antes de llegar ellos al poder, solo había torpeza, estancamiento, clientelismo y corrupción. ¿No se hizo nada bien? ¿No se mejoró nada? ¿No se prosperó en nada? ¿Todos los gobiernos y todos los gestores socialistas fueron corruptos? ¿Cómo hemos sido tan tontos quienes hemos seguido votando a la izquierda una elección tras otra? ¿Cómo no vimos antes (y no vemos ahora) a los salvadores de Andalucía?

“Hemos hecho un esfuerzo”, “hemos destinado tantos millones”, “hemos creado tantos empleos”… Pues claro, no lo va a hacer la oposición sin tener presupuesto ni capacidad de decisión.

Le he oído decir al señor Feijoó que se puede ser socialista y votar al PP. ¿Le parecía tan razonable decir que se puede pertenecer al PP y votar al partido socialista o a Adelante Andalucía? Hágalo usted así, señor presidente, y actúe con el rigor de su propia lógica.

El Presidente Moreno Bonilla, a quien conocí siendo alumno de mi Facultad cuando él era vicedecano de alumnos y yo de profesorado, ha vuelto a visitar a la vaca Fadi. Una simpática broma. No me parece tan plausible hacerse una foto con el Rey para pedir el voto. Y creo que no hace falta explicar por qué.

El señor obispo de Huelva, en su homilía de la romería del Rocío, ha pedido el voto de la ciudadanía para la derecha. El prelado pide que los votantes tengan en cuenta las afinidades o incompatibilidades de los principios morales católicos. Muchas gracias por su consejo, Eminencia, me ha dado un nuevo argumento para votar a la izquierda.

He visto el debate de Televisión Española con los seis candidatos a la Presidencia. Es necesario informarse. Es obligatorio informarse. Escuchar a la paracaidista Olona desgranar su ideario, me dio otro nuevo argumento para votar a quien pienso votar. El contenido y el tono me asustaron: xenofobia, misoginia, homofobia… Lo peor de lo peor. La ultraderecha en estado puro. Como existe la posibilidad (yo diría la seguridad) de que si el PP necesita el apoyo de Vox, se lo va pedir, incluso para formar gobierno como ha pasado en Castilla-La Mancha, mi voto irá a la izquierda.

Sé que han existido en la política nacional, en la autonómica y en la local comportamientos torpes e, incluso, torticeros concebidos en la mente y salidos de las manos de políticos de izquierdas. Y he de decir que esos comportamientos me parecen deleznables en una democracia porque suponen un abuso de la confianza entregada por la ciudadanía. Comportamientos que me duelen más y desapruebo con más contundencia cuando se producen en la izquierda.

Voy a tratar de explicar las razones por las cuales depositaré mi confianza de nuevo en la izquierda. Es una obligación meter en la urna un voto argumentado, un voto racional.

Votaré a la izquierda porque, en todas las cuestiones esenciales de la vida, encarna lo que considero un ideario más elevado, más progresista, más cercano a los desfavorecidos, más abierto de mente, más sensible a los problemas de la sociedad. Concretaré.

Cuando se trata de defender la enseñanza pública o la sanidad pública, la izquierda se muestra más sensible, más cercana a una concepción del sistema educativo de calidad para todos y para todas. La escuela pública y la sanidad pública es para la izquierda la causa de la justicia.

Cuando se dirime la cuestión de lo público y lo privado, la izquierda se muestra más preocupada por quienes no tienen nada o tienen poco y rehúye la filosofía de que quien tenga dinero tendrá enseñanza, quien tenga dinero tendrá sanidad, quien tenga dinero tendrá seguridad, quien tenga dinero tendrá transporte… La derecha, cuando puede, privatiza.

Cuando se trata de separar el poder de la Iglesia y del Estado, la izquierda está por la labor de que cada poder mantenga su parcela sin interferencias de la Jerarquía en la ordenación de la vida y costumbres de la ciudadanía.

Cuando se procede a repartir los bienes, abundantes o escasos, tiene una mayor sensibilidad para los desfavorecidos, para los pobres, para quienes Paulo Freire denominaba “los desheredados de la tierra”.

Cuando se legisla sobre el aborto es más sensible con la decisión de las mujeres. Y no manipula la realidad con frases huecas y consignas tramposas. Nadie está a favor de la muerte. Me gustaría saber cuántos votantes de la derecha, indignados contra la ley del aborto, han acudido luego a practicarlo a escondidas.

Cuando se trata de defender los derechos de los homosexuales, de las lesbianas, de los transexuales…, está más cerca de quienes sufren que de quienes han ejercido la violencia homófoba durante siglos y de quienes siguen ejerciéndola ahora. Les reconoce su dignidad y sus derechos a emparejarse y a ejercer de padres y madres.

Cuando se revisa la historia, pretende recuperar el derecho de quienes fueron destruidos por la violencia y pasaron cuarenta años de silencio y de oprobio. Pretende reconocer derechos, no abrir heridas.

Cuando se plantean adhesiones o decisiones sobre la guerra, la izquierda es más reticente y, a la vez, más propensa a la negociación y a la palabra.

Cuando se proponen acciones sociales, la izquierda tiene más sensibilidad para atender a quienes tienen necesidades apremiantes, como ha sucedido en el caso de la Ley de dependencia.

Cuando se plantea la decisiva cuestión de la igualdad entre hombres y mujeres, la izquierda crea un Ministerio de Igualdad que es objeto de brutales descalificaciones y de inadmisibles bromas por parte de la derecha. La ultraderecha ni siquiera reconoce que exista la violencia de género. ¿Cuántas mujeres más tienen que morir cada día a manos de sus parejas para que abran los ojos? La violencia de género no llama asesinos a los hombres, llama asesinos a los hombres que matan a sus mujeres.

Cuando hay conflictos laborales está más cercana a los trabajadores que a los empresarios. Es decir, está más cerca de quienes tienen menos dinero y menos poder. Sin olvidar que si no va bien la empresa, nadie irá bien.

Cuando se legisló sobre el matrimonio, legalizó el divorcio, que hoy nos parece a todos un derecho sin el cual estaríamos condenados a mantener una relación desgraciada de por vida. La derecha, que se opuso, tiene entre sus militantes y admiradores, no pocos divorciados y divorciadas que rehicieron oportunamente sus vidas.

Lo mismo sucede con otras cuestiones de capital importancia: la eutanasia, el medio ambiente, la cadena perpetua, la gratuidad de la enseñanza… Es otro modo de ver la vida, de ver la sociedad. No es igual una posición que otra, como algunos sostienen.

Votaré a la izquierda. Sin decir por ello que de un lado estén los buenos y del otro los malos. No. No lo digo. Porque esa dicotomía es un grave error y una lamentable injusticia. Estoy convencido de que hay gobernantes y militantes de derechas que tienen la voluntad de conseguir una sociedad mejor. Lo que me separa de su ideología es que creo que es retrógada, insolidaria y despectiva con quienes piensan de otra forma.

Enhorabuena a quien gane. Aunque sería más certero poder felicitar a la sociedad por el hecho de que quien salga ganador garantice mejor la defensa de los intereses de todos y de todas en una sociedad más libre y más justa.

Fuente: El Adarve, blog de Miguel Ángel Santos Guerra.

domingo, 29 de mayo de 2022

Masacre en la escuela

¿Cómo se puede soportar esta nueva tragedia? ¿Cómo se puede mirar hacia otro lado cuando tenemos delante veintiún féretros de personas inocentes? Diecinueve niños y dos maestras, asesinados en la escuela Robb Elementary School de Uvalde (Texas). ¡Una escuela! El lugar al que habían acudido los niños esa mañana para aprender a ser felices. Esos padres que dejaron a sus hijos allí con la confianza de que estaban en el lugar más seguro del mundo, tuvieron que recoger sus cadáveres con un dolor insoportable. Esas dos maestras que se levantaron con la ilusión de ayudar a sus alumnos y alumnas, nunca sospecharon que les iba a costar la vida. Indignación, tristeza, estupor. También ha muerto por un ataque al corazón el marido de una de las maestras.

El asesino, Salvador Ramos, un joven de dieciocho años, disparó primero a su abuela y se dirigió luego a la escuela en la que había estudiado. Un joven sin antecedentes penales y, se dice, sin ningún trastorno mental. Compró sin ninguna cortapisa dos rifles de asalto por tres mil quinientos dólares y a las cuarenta y ocho horas los utilizó para sembrar la muerte en una escuela. Lo anunció en las redes:

– Voy disparar en una escuela de primaria.

Pese a tener ascendencia latina, Salvador era ciudadano estadounidense. Fue abatido por la policía. Otra muerte más.

Creo que es indiscutible que la venta indiscriminada de armas de fuego impulsa en Estados Unidos la repetición de este tipo de masacres, muchas de ellas en escuelas. Porque no es la primera vez. Ni será la última, desgraciadamente. La historia de las masacres en escuelas estadounidenses es terrible. Por frecuente y por sobrecogedora.

¿No resultan hipócritas muchas reacciones políticas y ciudadanas en un país en el que la venta de armas propicia tantos beneficios y tantos desastres? Se producirá un aluvión de testimonios de rechazo, minutos de silencio, condena del negocio armamentístico… El hecho se irá olvidando, la repulsa irá desapareciendo, la oleada de críticas se irá desvaneciendo… hasta que otro hecho similar vuelva a producir la misma reacción.

Steve Kerr, entrenador de los Warriors, en la comparecencia posterior a un partido, dejó de lado el deporte, y con una enorme emoción y una indignación extrema pidió que los políticos hicieran algo. Dijo que estaba cansado de tantos minutos de silencio mientras no se movía ni un ápice la legislación que pone en las manos de los ciudadanos las armas que permiten segar la vida de los niños y de las niñas en las aulas de una escuela. Su padre murió en un tiroteo cuando él era un niño. Sabe muy bien de lo que habla. Su dolor y su indignación tienen raíces muy profundas.

El oscarizado actor Matthew McConaughey, nacido en Uvalde, pide a sus compatriotas que se miren en el espejo tras el tiroteo. Les pide que ataquen las bases del statu quo que solo provoca dolor y miseria.

El presidente de los Estados Unidos ha dicho: “En el nombre de Dios, ¿cuándo le vamos a hacer frente al lobby de las armas?”.

En Estados Unidos hay más armas que habitantes. La cultura sobre las armas que existe en la mayor potencia del mundo resulta repugnante. Las pistolas ocupan el lugar de los libros. Son objetos de culto. Y el uso de las armas ha causado más muertos que todos los que ha habido en las guerras. Pero igual que se acabó con la esclavitud o con el apartheid se puede acabar con la cultura de la violencia

Hay muchos ciudadanos que al salir de casa cogen su teléfono y su pistola. Son objetos familiares que identifican con la seguridad más que con el riesgo. He visto estos días en un reportaje familias que tienen hasta doscientas armas. El cabeza de familia, a la pregunta de un periodista español sobre si todas esas armas era de guerra, contestó:

No son armas de guerra, son armas de diversión.
¿Diversión? ¿Se lo podría explicar a los padres de los niños muertos en la escuela de Uvalde? ¿Qué diversión es esa que causa tantas lágrimas, tanto dolor?

Los intereses económicos de la industria armamentística se sitúan por encima de la vida de las personas. Los cuatrocientos billones de dólares que genera la industria armamentística en Estados Unidos parecen suficiente motivo para las muertes. La Asociación Nacional del Rifle, tan poderosa, sostiene que la solución a este tipo de situaciones en las escuelas es armar a los profesores. Este mismo fin de semana, después de tres años de suspensión por la pandemia, celebra su convención en el mismo estado de Texas, a unos 400 kilómetros de Uvalde, donde todavía lloran a sus hijos muertos por esas armas que van a exaltar en la convención como objetos de culto. A la convención asistirá el expresidente Donald Trump. Mientras él hable no podrá haber armas en el recinto. ¿No son inofensivas las armas? ¿No sirven solo para defenderse? Estoy seguro de que lamentarán la muerte de los diecinueve escolares y de las dos maestras. Creo que esa conmiseración es una burla. Si Salvador Ramos no hubiera podido comprar los rifles, la masacre no se habría producido.

La argumentación que justifica la venta es que los ciudadanos tienen el derecho de protegerse de posibles agresiones y tienen el deber de proteger a sus familias. Otra vez el estúpido lema: “si quieres la paz, prepárate para la guerra”.

La Segunda Enmienda a la Constitución e los Estados Unidos (o Enmienda II), propuesta el 25 de septiembre de 1789 y aprobada el 15 de diciembre de 1791, protege el derecho del pueblo estadounidense a poseer y portar armas. Estados Unidos es uno de los países con menores limitaciones para adquirir armas de fuego. La Corte Suprema de los Estados Unidos ha aclarado en numerosas ocasiones el texto constitucional: ha afirmado que el derecho a portar armas es un derecho individual que tienen todos los estadounidenses, pero también ha declarado que el derecho no es ilimitado y que no prohíbe la regulación de la producción y compra de armas de fuego o de dispositivos similares.

A pesar de los numerosos casos judiciales, el debate sociopolítico continúa. Los defensores del derecho a portar armas dicen que un pueblo armado realiza una mejor ejecución de la legítima defensa y que evita que la autoridad gubernamental se vuelva tiránica. Los defensores del control de arma afirman que las ciudades estadounidenses serían más seguras si no hubiese tantas armas de fuego, aunque los defensores del derecho a portar armas argumentan que cuando los ciudadanos respetuosos con las leyes se arman, actúan “más rápido y mejor” que la policía estadounidense y, por tanto, las armas reducen las tasas de criminalidad.

Resulta increíble que cada una de estas matanzas provoque un aumento de la venta de armas. La reacción lógica en otra cultura sería acabar con su venta.

He visto estos días reportajes de ferias de venta de armas en las que los niños pasean con sus padres entre todo tipo de armas. En ellas hay espacios para el entrenamiento. Una maestra enseñaba a su hija de diez años a afinar la puntería.

Pretender quitar las armas es un suicidio político. Lo cual quiere decir que la población retira el apoyo a quien prometa acabar con la venta de armas. Y aquí está, a mi juicio, la verdadera cuestión. Es la ciudadanía la que tiene que analizar con rigor lo que sucede. En sociedades donde está prohibida la venta de armas no se producen estas matanzas. ¿Por qué será? Es preciso poner por encima la vida de las personas y no el dinero del negocio. Que hablen los padres y las madres de los niños asesinados. ¿Apoyarían la posibilidad de que Salvador hubiese comprado tan fácilmente la compra de esos dos rifles?

Santiago Abascal, Presidente de Vox, dice que hace falta un cambio radical y urgente en la ley española para que se repartan armas. Es la misma filosofía que está haciendo posible un rosario de atentados en las escuelas de Estados Unidos. ¿Le gusta al señor Abascal este tipo de masacres que con periodicidad insoportable tenemos que sufrir?

“Una sociedad armada es una sociedad educada”, he escuchado en uno de los reportajes que se han emitido estos días. Es exactamente al revés: una sociedad educada, es una sociedad desarmada en la que todos y todas, sin excepción, pueden vivir libremente. En una sociedad educada el trabajo de protección lo hace la policía (sé que los padres de los niños asesinados se quejan justamente de la tardanza en actuar en la escuela de la masacre) y el castigo a los criminales lo hacen los jueces.

Una última línea para denunciar el cúmulo de bulos que han surgido sobre la masacre. Qué mundo el nuestro. Hay que luchar sin descanso para que sea mejor. Digamos al unísono: Por mí que no quede.

El Adarve. Miguel Ángel Santos Guerra.

sábado, 26 de marzo de 2022

Conducir por la vida con el freno de mano puesto.

Atrapados por la guerra, la pandemia, la erupción de un volcán, la inflación galopante, la subida del precio de la luz y de los carburantes, el desabastecimiento de los mercados… y otros males mayores, corremos el riesgo de olvidar problemas psicológicos que pasan inadvertidos. Uno de ellos es el de la autoestima de nuestros niños, niñas y jóvenes.

Hace unos días recibí un largo mensaje de Cristina Gutiérrez-Lestón, directora de la experiencia educativa La Granja, que comenzó hace años en Barcelona y ahora ha llegado también a Madrid. La Granja es una experiencia de alto nivel educativo que trabaja las emociones de niños y jóvenes en un espacio de ocio situado en plena naturaleza. Miles de niños y de jóvenes han pasado por esta vivencia que tiene el cielo por techo y echa sus raíces en el terreno de las emociones.

En el mensaje plantea Cristina una cuestión de enorme importancia: muchos niños y jóvenes de hoy muestran una inquietante baja autoestima. Es un fenómeno preocupante por todo lo que significa y por las consecuencias que ese hecho tiene para la infancia y la juventud. Dice Maxwel Maltz que la baja autoestima es como conducir por la vida con el freno de mano puesto.

Cristina comparte en su comunicado algunos casos con los que se encuentra en su trabajo: “Yo no soy importante, ni soy amiga mía. No me merezco tratarme bien porque no lo valgo”, dice Anna, una niña de 10 años. Anna, además, añadió: “a veces me hago una bolita en la cama y lloro en silencio, y no quiero que nadie me escuche”.

“Me odio a mí mismo: no me gusto físicamente, ni mi comportamiento ni como soy. Tengo un corazón blando, pero lo protejo con una capa de piedra dura y negra”, confiesa Javi, un niño de 10 años.

“Yo, cuando me enfado conmigo, voy al espejo y me insulto. Y me critico mirándome directamente a los ojos. En la escuela estoy más alegre, pero por dentro sufro siempre”, dice Sara, 9 años

Dice Cristina: “Es lo que ahora nos encontramos prácticamente cada día los profesionales de La Granja: bajísima autoestima. Nuestro proyecto de ocio educativo se transformó hace 18 años, en un espacio donde, además, se entrenaban las competencias emocionales de niños, jóvenes y docentes (con una metodología avalada por el Grupo de Investigación en Orientación Psicopedagógica de la Universidad de Barcelona). Ya entonces, las carencias emocionales que veíamos en los niños/as, debidos en buena parte a la sobreprotección, hicieron que nos replanteáramos nuestro proyecto educativo, por donde cada año pasan más de 20.000 alumnos de escuelas públicas y privadas”.

Nos alegra, añade Cristina, el nuevo Real Decreto del Ministerio de Educación para fomentar la autoestima en infantil el próximo curso, pero no es suficiente. En los 38 años que llevo trabajando con niños/as, nunca he visto lo que me encuentro cada día y con una intensidad que empieza a rayar la patología mental de manera global; una ansiedad que los ahoga, un estrés que los hace andar sin sentido, también un desánimo y una apatía que no les permite sonreír (una chica de 13 años me dijo ayer “yo no sé sonreír”). También vemos mucha rabia sin regulación que los hace pegarse e insultarse como una nueva forma de relacionarse, y por supuesto un miedo atroz, de aquel que paraliza.

Además, la tristeza lleva a muchos a la autolesión y el aislamiento, junto con notable y profunda baja autoestima y desconexión con uno mismo. Soy positiva y paciente, pero ahora es necesario y urgente que los medios nos ayudéis a los educadores en esta especie de lucha que tenemos para la salud emocional, haciendo programas o secciones serias y con periodicidad, y en espacios con una alta audiencia para que las herramientas para afrontar estos problemas en casa o en el aula, o en el trabajo, puedan llegar a toda la sociedad”.

Los seres humanos disfrutamos de una asombrosa aptitud para observarnos, analizarnos y valorarnos interiormente. La introspección es una maravillosa cualidad de la especie humana. El concepto de uno mismo se forja desde la infancia.

Cuando hablamos de alta autoestima es necesario diferenciar la autoestima saludable o constructiva basada en cualidades que fomentan el sano bienestar del individuo y de los demás, de la autoestima narcisista o destructiva que se alimenta del sentimiento de superioridad o de poder sobre el prójimo.

Los dos extremos son nocivos. La autoestima destructiva nos lleva a la depresión y, en última instancia, al suicidio. El otro extremo nos lleva a la petulancia y al narcisismo. El alcalde Nueva York, Edward I. Koch, en una entrevista realizada en la televisión, dijo al periodista: “¡Pero basta ya de mí! Hablemos de ti… ¿Qué piensas de mí?”. Es un grave error considerarse el ombligo del mundo.

Luis Rojas Marcos publicó hace algunos años un libro titulado “La autoestima. Nuestra fuerza secreta”. Define la autoestima como “el sentimiento, placentero de afecto o desagradable de repulsa, que acompaña a la valoración global que hacemos de nosotros mismos”.

William James es el primer investigador que analizó metódicamente el fenómeno de la autoestima. Sus ideas, plasmadas en 1980 en un texto pionero (Principios de psicología), han servido durante un siglo de modelo a todos los estudiosos de esta capacidad única de los seres humanos.

James sostenía que a la hora de valorarnos solemos manejar tres componentes. El primero y más importante es el “yo espiritual”. Este componente se refiere a nuestras facultades mentales, las creencias, y las inclinaciones más íntimas, nuestro estilo de pensar, de sentir y de actuar. En definitiva, los rasgos de nuestra personalidad. En segundo lugar, el “yo social”, las cualidades o defectos que reconocen en nosotros los demás, y la buena o mala reputación que tenemos en nuestro entorno social. El “yo material” es el tercer componente e incluye nuestra imagen corporal, las riquezas, el patrimonio económico y las propiedades que son importantes para nosotros.

Vivimos una época en la que los medios nos presentan a los triunfadores, a los que tienen éxito, a los que han llegado a la cumbre del deporte, de la canción, del dinero, de la belleza, de la política… ¿Qué es, al lado de estos semidioses, un joven que no tiene dinero, ni trabajo, ni fama, ni poder, ni presente, ni futuro?

Hay que pensar en la manera de fortalecer la autoestima. ¿Qué podemos hacer los adultos, padres y madres, y también el profesorado? Existe una amplísima bibliografía sobre el tema. Tengo delante una docena de libros: “Cómo educar la autoestima”, de José Antonio Alcántara; “Educar en la autoestima”, de María José Quiles; “La autoestima”, de Christophe André…

Es importante lo que nosotros pensamos de nuestros hijos o alumnos. Nosotros somos el espejo en el que se miran. Cargar de reproches, de descalificaciones, de desprecios, es el mejor modo de destruir un buen autoconcepto.

Es preciso evitar las profecías de autocumplimiento: Tú no vales, tú no sirves, tú nunca podrás, tú nunca llegarás, tú nunca aprenderás, tú nunca serásLa profecía de un suceso se suele convertir en el suceso de la profecía.

Es necesario cultivar la asertividad. Ayudarle a tomar conscientemente las decisiones por sí mismo, que se responsabilice de las consecuencias, que tenga libertad para equivocarse.

Conviene ayudar a que se acepte a sí mismo: su imagen, su origen, sus capacidades, su forma de ser y de relacionarse, su propia historia, con sus éxitos y sus fracasos.

No hay que hacer comparaciones destructivas. Siempre habrá otro más listo, más guapo, más fuerte, más competente, más simpático, más sociable, más atractivo… Cuando el punto de comparación es un hermano, la situación se agrava.

Hay que saber gestionar los errores, de modo que sean fuente de aprendizaje y no de desaliento. Es importante que no se humille a quien cometa una equivocación.

Es bueno fijar unos objetivos alcanzables para poder lanzarse, desde el logro, a nuevas metas. Por eso es importante que se ajusten los fines a los medios de que se dispone.

Sobre todo, hay que manifestar afecto y cariño de una forma auténtica, persistente y clara. De esa forma puede entender, que es digno de amor porque es como es.

Una cuestión decisiva la de la autoestima. “De todos los juicios que hacemos a lo largo de la vida, ninguno es tan relevante como el que hacemos sobre nosotros mismos. Porque este juicio es el motor de nuestra existencia”, dice Nathaniel Branden en su libro “Honrando el yo”. ¡A la tarea!

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2022/03/19/con-el-freno-de-mano-puesto/

sábado, 19 de febrero de 2022

_- Tongo, tongo o tonto, tonto

_- En época de elecciones los políticos casi se muestran serviles con los votantes. Todo son halagos, promesas, parabienes y sonrisas. La cercanía es constante en mítines, reuniones y encuentros de todo tipo. Necesitan hablar con el pueblo, necesitan al pueblo. Van corriendo detrás de los electores y las electoras para pedirles el voto. Lo hemos visto estos días durante la campaña electoral por la presidencia de la Comunidad de Castilla y León, mi querida tierra.

“Si te he visto, no me acuerdo”, dirán algunos bajo cuerda. Los halagos se vuelven desprecios, las promesas se olvidan, los parabienes desapareen y la cercanía se transforma por arte de magia en lejanía y olvido. Ahora ya están atrincherados en sus despachos y hace falta pedir audiencia para que te escuchen durante unos minutos.

Es cierto que no se puede generalizar. Yo no lo hago, al menos. No digo que todos los políticos sean iguales y, mucho menos, que todos los políticos sean malos. Defiendo con rotundidad la buena voluntad de muchas personas que se dedican a la política. Cuando no se manifiesta esa bondad hay que denunciarlo públicamente.

Hemos visto un caso de olvido de los intereses de los ciudadanos y ciudadanas en el proceso de votación de la Ley de Reforma Laboral. Es que no se ha hablado de la ley. De si es buena o de si es mala, de si es beneficiosa para la ciudadanía o no. De si es buena para el país o no. Y por qué. Lo que se ha hecho es convertir la ley en un arma arrojadiza contra el adversario político. Y los apoyos no se han producido por modificaciones o mejoras del texto legal sino por la concesión de prebendas a cambio del sí.

Los motivos de la oposición para rechazarla no se han basado en el análisis de la ley. Ni los de los socios de gobierno, salvo el PNV. Se han ignorado los beneficios que reporta su articulado y las consecuencias positivas que su aprobación suponía para la llegada de fondos europeos.

¿Qué importancia tenían los trabajadores y las trabajadoras, los empresarios y las empresarias? Porque ellos veían la bondad de la ley, aunque fuese mejorable. ¿Qué valor le daban a los acuerdos alcanzados por los sindicatos y la patronal? ¿Qué importancia tenían los que durante el período electoral eran tan necesarios como votantes? Lo que importa es machacar al gobierno, es destruir a Sánchez, es echar de la Moncloa a los socialistas y a los comunistas, a los independentistas y a los etarras. Les pedíamos a estos que abandonasen la vía armada y que abrazasen la vía política pero, cuando lo han hecho, siguen siendo igual de malditos. Se trataba de dar una patada a Sánchez en el culo de los trabajadores y las trabajadoras. Que sufran.

No podía creer lo que veía. Me tenía que frotar los ojos ante la pantalla del televisor para dar crédito a lo que estaba pasando en el Congreso de los Diputados.

Se trataba de votar la Ley de Reforma Laboral que habían pactado (oh, milagro) los sindicatos y la patronal. Un acuerdo importante ya que la ley en vigor se había aprobado con el rechazo de los sindicatos, en un momento de mayoría absoluta del Partido Popular. Era muy conveniente que se aprobase la Ley porque de ello dependía, como he dicho, la recepción de importantes fondos europeos.

La aritmética parlamentaria, después de negociaciones interminables, auguraba una votación ajustada: 176 síes y 173 noes. Si no había imprevistos, errores, deserciones, compra o venta de votos. Existían algunos temores. Porque dos diputados de UPN (Unión del Pueblo Navarro), los señores Sergio Sayas y Carlos García Adanero, decían que iban a votar sí por disciplina de voto, pero que su postura personal era de rechazo. ¿Cómo se pudieron fiar de ellos?

Se procede a la votación presencial a cuyos votos habría que añadir los votos que se que se habían emitido de forma telemática. Catorce votos exactamente.

Al hacer el recuento, la presidenta del Congreso, Meritxel Batet, comete un error y da por rechazada la Ley con el consiguiente alborozo, los intensos aplausos y el jolgorio de la derecha. ¿Qué es lo que aplaudían? ¿Que no se produjesen las mejoras para los trabajadores y las trabajadoras? ¿Descalificar el acuerdo social? ¿Que no llegasen los fondos europeos? Cuesta explicar tanta alegría.

Segundos después la presidenta anuncia: “Me informan los servicios de la Cámara que la Ley ha sido aprobada por 175 votos a favor y 174 en contra”. Y ahora los aplausos y el regocijo eran de los partidos del gobierno de coalición y de todos los que habían votado favorablemente. Mientras tanto, los diputados de la derecha gritaban: ¡tongo, tongo, tongo!, aunque creo que deberían haber dicho, refiriéndose a su distraído diputado:¡tonto, tonto, tonto!

¿Qué había pasado? Dos cosas que habían roto las previsiones de unos y otros.

Los dos diputados de UPN, antes citados, habían roto la disciplina de voto de su partido y, aunque habían dicho durante todo el día que iban a votar que sí, a la hora de la verdad, votaron que no. Ese cambio, del que algunos recelaban, hacía que ganase el no. 174 síes y 175 noes. La operación habría sido perfecta. La maniobra era magistral.

Pero hubo otro hecho insospechado. Un diputado del PP, Alberto Casero, se equivocó a la hora de emitir el voto telemático y en lugar de votar no, votó sí. Con lo cual el resultado era de 175 síes y 174 noes.

Los dos diputados díscolos habían traicionado a su partido ya que habían dicho que acatarían la decisión. Y habían mentido a todo el mundo, principalmente a los partidos del gobierno. Se puede invocar el voto por conciencia en algunos casos. En este, no. No se puede decir que “no le quiero lanzar un salvavidas a Sánchez”, “o no me llevo bien con el jefe de mi partido”, o “no me llamaron por teléfono”, sean cuestiones de conciencia. Ni “yo conozco lo que piensan los electores”, es un argumento que tenga que ver con la ética. Se convirtieron en tránsfugas porque fueron elegidos en listas cerradas y fueron votados por pertenecer a UPN. Es el partido el que tiene que tomar la decisión.

Y ahora vienen las reacciones. El PP, de forma visceral y alocada habla de error informático, luego de error humano subsanable, después de que no habían dejado entrar en el Congreso al Diputado Casero (¡enfermo de gravedad!, que no podía ir a votar, pero sí a reclamar), después de que no se hubiera reunido la mesa del Congreso, luego que era necesaria una comprobación telefónica invocando una norma de 2012 ya caducada, luego hablan de pucherazo, de conspiración, de fraude electoral, de prevaricación de la Presidenta de la Cámara.

Pus bien, no hay una mínima prueba de error informático, no era subsanable el error del diputado porque no se puede votar dos veces, nadie pidió la reunión de la mesa, las puertas del Congreso se cierran preceptivamente desde el inicio al final de la votación, no hubo omisión de llamada para la comprobación del sentido del voto porque esa comprobación ya se hace en el sistema de votación (“Compruebe si el sentido de su voto es correcto”, se dice en el proceso de votación), y nunca antes se ha hecho una llamada desde 2020 ya que había caducado la norma de 2012, ni es posible, cuando se ha votado telemáticamente, volver a votar presencialmente. Se podría hablar de pucherazo o complot si hubo connivencia entre el PP y la mentirosa actitud de los dos diputados de UPN. Si el señor Casero hubiera pulsado el sí, ¿estaríamos hablando de conspiración?

El PP no ha soportado esta rocambolesca derrota. Con la bonita jugada que habían preparado para ganar el partido, se desesperaron porque alguien por torpeza o despiste, metió un gol en propia puerta. Y los goles en propia puerta suben al marcador.

Y ahora vuelvo al comienzo del artículo. ¿Dónde han estado los intereses de los ciudadanos y las ciudadanas del país? ¿Cuándo se ha preocupado la oposición del interés común en esta votación? ¿En quién han pensado los tránsfugas para desobedecer la orden del partido? Si se hubiesen tenido en cuenta los intereses de la ciudanía, esta ley debería haber tenido un respaldo unánime, no digo mayoritario, digo unánime.

Tenemos que ser exigentes. En primer lugar tenemos que informarnos de lo que sucede. Y luego, analizar con rigor esa información, levantar la voz con energía y tomar decisiones racionales y justas a la hora de votar.

El Adarve

lunes, 14 de febrero de 2022

_- No dejéis que los niños vayan a él

_- Alejandro Palomas es un escritor catalán, licenciado en filosofía inglesa por la Universidad de Barcelona, master en Poesía por el New College de San Francisco y traductor en varias editoriales. Ha escrito numerosos libros: “Un país con tu nombre”, “El tiempo que nos une”, “El alma del mundo”… y así hasta 71.También es autor de la trilogía “Una madre”, “Un perro” y “Un amor”, la última de las cuales le valió el premio Nadal en 2018. Tiene ahora 55 años.

Hace unos días, ha agitado la conciencia de la sociedad al desvelar un secreto que ha estado minando su paz interior desde que tenía 8 años. Cuenta Alejandro que un hermano de La Salle, abusó sexualmente de él de forma reiterada y brutal. He oído declaraciones desgarradoras en las que cuenta, con llamativos detalles, los indecentes comportamientos de su educador. Cuesta llamar educador a una persona que se comporta así. Cuesta llamar profesor a un maltratador, a un abusador.

Cuenta Alejandro cómo un día, cuando debía subir al cuarto del religioso, sintió tal reacción de repulsa que los pies le llevaron a la salida del Colegio y luego, después del viaje de tren, en una carrera desesperada, a su casa. No podía dejar de llorar. La madre, que estaba planchando, al verle llorar sin consuelo, le preguntó por el motivo del llanto. Con tanta insistencia que el niño acabó confesando:

El hermano L. me hace cosas y me hace mucho daño… No tardó la madre en entender cuáles eran las cosas que le hacía el religioso. Los abusos se habían producido en el coche, en cuarto del profesor, en la enfermería del campamento… Una y otra vez.

Acudió el padre de Alejandro (que era miembro del AMPA y amigo del profesor L.) al Colegio y allí le pidieron discreción y le aseguraron que no se volverían a repetir los hechos. Es decir, antepusieron la salvaguarda de la imagen del Colegio a la justicia y a la defensa de la dignidad de la víctima. Y dejaron al religioso seguir instalado en una vergonzosa impunidad y en plena libertad para seguir repitiendo sus actuaciones con otras víctimas. Alejandro cuenta que el religioso comenzó, después de la queja del padre, comenzó a ignorarle, aunque hubo un nuevo intento de agresión sexual en los vestuarios, que resultó frustrado porque llegaron otras personas.

Le han preguntado a Alejandro si tenía conocimiento de otros casos como el suyo en el Colegio. Y, con honestidad que le honra, responde que no tenía noticias sobre ello.

Estremece pensar en el dolor de este niño. Y en la vida que ha tenido después. Durante muchos años, según dice, ha estado en terapia para superar el trauma. “Yo me veo como alguien solo. Soy impar y siempre lo seré. No me fío de nadie, ni de mi mejor amigo. No puedo… Vivo en una campana de cristal. Cuando voy a abrazar a un amigo, toco cristal. Después toco al amigo, pero primero, cristal. No sé explicarlo de otra forma”, concluye.

Los hechos tienen unos agravantes demoledores. El primero es la condición religiosa y educativa de quien le destruye para propiciarse unos placeres fugaces y obscenos. La mano que golpea es la que tenía que proteger. La persona que condena es la que tenia que salvar. Abusa de ese niño quien le echa encima pecados mortales que, supuestamente, le conducirán de cabeza al infierno. Es un educador el que destruye todos los cánones del respeto y la dignidad. La antítesis del proceso educativo.

El segundo agravante es que los hechos tienen lugar en el marco de una institución educativa. A la escuela se va para aprender, para convivir, para ser feliz. Pero Alejandro encuentra en esa institución una trampa mortal. Más le valiera no haber acudido nunca a ella.

El tercer agravante es la reiteración de los hechos, ya que no se trata de un abuso aislado. Se trata de un plan elaborado, de la elección cuidadosa de una víctima. Dice Alejandro, en declaraciones al periódico El País: “Desde febrero de 1975 hasta las Navidades de 1976, sufrí abusos por parte del hermano L., del Colegio de La Salle de Premià de Mar (Barcelona)”. La inicial L. es el apellido del acusado, por el que se le conocía popularmente en el colegio. La institución explica que siguió en ese mismo colegio hasta hace algunos años, aunque no aclara hasta cuándo. Ahora tiene 91 años y está retirado en una residencia para religiosos en Cambrils (Tarragona).

Un cuarto agravante es la edad de la víctima que hace que la vulnerabilidad no pueda ser mayor. A esa edad tan plástica esos abusos dejan una huella que, como se ha visto en el caso de Alejandro, permanecen casi medio siglo después. Y durarán toda la vida. Dice Alejandro: “Soy una persona mermada. A los 8 años me convertí en un superviviente”

“El hermano L., además de estar a cargo de la sección de deportes, era profesor de lengua en el Colegio de La Salle de Premià. Era muy querido y muy popular, el típico al que se acercaban todos los niños”, describe Palomas, que llegó al colegio con seis años, cuando su familia se mudó de Barcelona a Vilassar de Mar, a 25 kilómetros de la capital catalana.

“Yo era un niño, dice Alejandro, que lo somatizaba todo. Cuando estaba angustiado en el colegio, que era casi siempre, se me infectaban las amígdalas y tenía unas fiebres brutales. Llamaban a mi familia y me llevaban a casa en coche. ¿Y quién me llevaba? El hermano L.”, recuerda Palomas, que en aquel entonces cursaba 4º de EGB. Durante aquellos trayectos, asegura que el religioso abusaba de él de forma humillante. Me pregunto cómo entregaba al niño a sus padres después de lo que había pasado.

Hay una cuestión que me ha parecido especialmente cruel. Después de consumar sus abusos, le decía: “¿Te das cuenta de lo que me has obligado a hacer?”. Pienso que esa culpabilización era un retorcimiento moral de extremada crueldad. Dice al respecto Alejandro: ”Yo, que no entendía nada, me preguntaba, primero, qué había hecho él, y segundo, qué estaba haciendo yo”.

Me pregunto cómo puede vivir un religioso con esos comportamientos tan opuestos a sus convicciones. Cómo conciliar el sueño, asistir a misa, confesarse una y otra vez, hablar a otros sobre la castidad y el respeto a la dignidad de la persona.

Ha guardado ese secreto toda la vida. Y ahora lo ha contado con toda la crudeza que los hechos exigen. “Pensé que hacía falta una cara con un nombre conocido y una historia que contar”. Para él, la pregunta que suelen escuchar las víctimas, “¿por qué ahora?”, no está bien planteada. La cuestión, afirma, es: “¿por qué no hasta ahora?”. También ha contribuido a hacer estas declaraciones el hecho de haber fallecido su madre. Y haber conocido que la Institución de La Salle no aceptaba de buen grado la investigación sobre los abusos. Dice que fue decisiva la lectura del informe de El País sobre “los abusos en la congregación religiosa de La Salle”.

¿Qué hacer? En primer lugar, resulta imprescindible que las personas que han vivido este horror levanten su voz y denuncien los hechos. No por venganza. Por justicia. Y porque el silencio tiene como efecto inevitable una invitación a que se repetían los hechos impunemente.

En segundo lugar, la Iglesia y las instituciones educativas que de ella dependen tienen que colaborar con la justicia para esclarecer los hechos y, en caso de que se confirme la culpabilidad de alguno de sus miembros, pedir perdón a las víctimas y compensarlas debidamente.

En tercer lugar, la Iglesia tiene que velar para que los profesionales que se dedican a la educación sean personas equilibradas, psicológicamente sanas y, por supuesto, honestas.

A las demás víctimas de abusos sexuales, Alejandro les diría, después de envolverlas en un largo abrazo: “No eres culpable”. Él sintió culpa durante mucho tiempo.

Me ha parecido bien que el presidente del Gobierno haya querido entrevistarse con Alejandro Palomas. Podemos imaginarnos el dolor de las víctimas pero el contacto directo con ellas nos permite vivirlo en otra dimensión. Por otra parte, la víctima, en este caso, se siente escuchada y apoyada. Y pide que lo que prometa el Presidente se haga realidad sin demora.

Para todos aquellos que, desde el seno de la Iglesia, atacan la ideología de género, pienso en el hecho de que estos abusos solo se conocen en religiosos varones. No he conocido en mi vida el caso de una sola religiosa que haya abusado de niños o niñas a su cargo en instituciones educativas. ¿Podrían explicarme por qué?

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2022/02/05/no-dejeis-que-los-ninos-vayan-a-el/

miércoles, 2 de febrero de 2022

_- La metáfora de la soga

_- El aprendizaje vicario o aprendizaje social (descrito por el psicólogo Bandura) nos hace saber que los seres humanos aprendemos por imitación. El contexto en el que nos movemos nos ofrece comportamientos que, de forma a veces imperceptible, vamos convirtiendo en modelos. Se trata de un aprendizaje que se realiza a través de la observación. La neuropsicología nos dice que existen unas neuronas denominadas “neuronas espejo” que actúan mediante la imitación. Es decir, que un niño o un adulto, observan determinadas conductas en otras personas que luego, gracias a las neuronas espejo, imitarán.

Según Bandura hacen falta cuatro exigencias para que se produzca el aprendizaje social: atención (hay que observar cuidadosamente), retención (asimilar lo observado), reproducción (imitar el comportamiento) y motivación (tener interés). La conducta copiada puede tener un carácter positivo o negativo. Por eso resulta tan importante ofrecer a niños y jóvenes modelos de conducta que, al ser imitados, les ayuden a ser mejores personas.

¿Cómo se puede soportar un comportamiento tan irresponsable, hipócrita, indecente, descarado e insultante como el que ha tenido el primer ministro inglés, Boris Johnson? Y no solo el jefe del ejecutivo sino todos aquellos y aquellas que le acompañaban en las fiestas ilegales. Lo cual desvela un nivel de servilismo preocupante. Prefirieron reírle las gracias al jefe, asistir a la fiesta, celebrar los “viernes del vino” y llevar sus botellas de alcohol… sin pensar en el desprecio que esos hechos suponían para la ciudadanía. Celebraban fiestas aquellos que prohibían al pueblo organizarlas. Nos quedan los hechos un poco lejos geográficamente, pero nos afectan como ciudadanos del mundo y miembros de una democracia europea.

La forma de ejercer la autoridad es muy importante en una democracia. Porque aquellos que han sido colocados en un puesto de responsabilidad por la voluntad del pueblo, tienen la condición de súbditos. Manda el que vota y sirve quien que es elegido. No al revés. La persona elegida adquiere una responsabilidad indiscutible. La primera de todas es servir de ejemplo a los ciudadanos y ciudadanas de un país.

Hace algunos años, dirigí un curso para directores y directoras de centros educativos en la ciudad argentina de Posadas, en la provincia de Misiones. Para hacer visible la idea fundamental de que la autoridad es más una forma de ser y de actuar que una forma de decir, realicé una actividad que tenia dos partes.

Pedí que cinco asistentes se ofrecieran como voluntarios. Les entregué una cuerda de unos diez metros. Y aquí viene la primera parte. Les pedí que se situaran uno detrás de otro agarrados a la cuerda, a una distancia de dos metros. Al último le nombré jefe y le pedí que fuese dando órdenes acerca de lo que quería que hicieran. Las órdenes se iban realizando: avanzad en línea recta, caminad más de prisa, deteneos, girad a la izquierda, avanzad más despacio, agachaos un poquito, levantad la mano izquierda…

Los participantes iban cumpliendo las órdenes con la mayor fidelidad posible. Cuando no oían bien, miraban para atrás y pedían que repitiese la orden. El que había asumido las funciones de mando no ejecutaba todas las órdenes. Se limitaba a mandar y a comprobar que los súbditos cumplieran las indicaciones.

Decía que la actividad constaba de dos partes. Esta era la primera. Para realizar la segunda, yo me puse en la cabecera de la fila, me eché la soga al hombro y dejé detrás de mí, agarrados a la cuerda, a los cinco voluntarios, separados por distancias equidistantes. La única orden que les di fue la siguiente:

– Seguidme y haced lo que yo vaya haciendo…

Fui avanzando y tomando la iniciativa: giré a la derecha, avancé con más rapidez, me agaché, me detuve, giré a la izquierda, levanté la mano derecha… No tenía que decir ni una palabra. Ellos iban repitiendo lo que yo hacia delante de ellos. Solo tenía que pensar que mis iniciativas fueran visibles y factibles para quienes me seguían.

Esa es la concepción de un autoridad educativa. El que dirige es un “primus inter pares”. Él va haciendo en primera línea lo que los demás tienen que ir haciendo detrás. Pero él lo hace primero. Seguidme es un verbo muy diferente a obedecedme.

Cuando, desde la autoridad, hay un desajuste entre lo que se hace y lo que se les exige a los demás, la autoridad se hunde en el descrédito. Es lo que ha pasado en Inglaterra esos días con su Primer Ministro, el señor Boris Johnson. Ha exigido a la ciudadanía que se confine y él ha organizado fiestas en el 10 de Dawning Street, que es la casa que le ha cedido el pueblo que le había votado.

Hay un agravante en su comportamiento que es la mentira. Porque el primer Ministro comenzó negando que hubiera habido fiestas y solo ante la evidencia palmaria de las pruebas, ha comenzado el rosario de disculpas y la petición de perdón al parlamento. Hay, en lo que se ha dado en llamar Partygate, dos motivos de escándalo. El primero es el hipócrita incumplimiento de la ley de quienes quebrantan las prescripciones que imponen a la ciudadanía y la mentira mantenida en el parlamento. Y hay que añadir un nuevo motivo de repulsa en la falta de respeto que supone organizar una fiesta en la víspera del entierro del duque de Edimburgo, esposo de la reina Isabel, a quien Boris Johnson pidió las debidas disculpas.

Otro agravante ha sido el de la reiteración. No hubo solo una fiesta, al parecer. Hubo fiestas de todo tipo: de cumpleaños, de despedida, de celebraciones, de rutina, como desvela el lema “los viernes de vino”… ¿No pensaron que iban a ser fácilmente descubiertos en un lugar tan visible?

No es una cuestión menor la abundancia de alcohol que corría en las fiestas. Para que no faltase se pedía a los asistentes que llevasen sus propias botellas. Y hasta compraron un frigorífico para que la cerveza y otras bebidas estuviesen frescas. Mientras se piensa que aparezca en los envases una llamada similar a la de las cajetillas del tabaco diciendo que el alcohol es malo para la salud, este grupo de irresponsables bebe a espaldas del pueblo, que permanece encerrado en sus casas por orden de los bebedores.

Estos botellones de élite eran lugares de contagio, como lo son los tan criticados botellones de la gente joven, a la que yo mismo he calificado de irresponsable en este mismo lugar.

Se acaba de saber que Scotland Yard va a iniciar una investigación sobre lo sucedido. Lo cual es buena noticia. Porque habrá información fehaciente. A la investigación política se añade ahora la de carácter policial.

Todo lo que aquí se ha dicho se puede aplicar al comportamiento de quienes tienen autoridad en cualquier ámbito de la sociedad: político, académico, empresarial, religioso, deportivo, familiar... No me canso de repetirlo: el ruido de lo que somos llega a los oídos de nuestros hijos (alumnos, súbditos, feligreses, trabajadores…) con tanta fuerza, que les impide oír lo que decimos.

¿Cómo se pueden sentir los ciudadanos o ciudadanas que hayan sido multados por desobedecer las normas que les habían impuesto aquellos que las incumplían impunemente?

Boris Johnson se niega a dimitir. Lo exigen los laboristas y también algunos miembros de su propio partido. La situación es insostenible. Porque las pruebas son incontestables. Las excusas que están dando en sede parlamentaria, lejos de suscitar comprensión despiertan bochorno e indignación: “pensé que eran reuniones de trabajo”, “no me lo advirtieron los miembros de mi equipo”, “es una emboscada con tarta”, dice un tory.

Si un líder de esta catadura dice a los súbditos “seguidme”, quienes lo hagan, acabarán en el precipicio. Porque a lo que lleva esta conducta es a una escandalosa irresponsabilidad.

Los votantes tenemos en las manos la posibilidad de premiar y de castigar. Cuando llega la hora de votar podemos decir a quién no queremos y a quién queremos en el poder. No es justo que un gobernante desprecie al pueblo y sea aclamado con entusiasmo en las siguientes elecciones.

El libro “Aristóteles y un armadillo llegan a la capital”, escrito por los filósofos estadounidenses McCathcar y Klein, tiene como subtítulo “Las mentiras de los políticos analizadas con humor”. En una de las páginas presenta un esbozo de la Casa Blanca delante de la cual caminan dos políticos. Uno le dice al otro: “Pero, ¿cómo puedes estar seguro de que tienes poder, si no abusas de él?”. Eso ha debido de pensar el primer Ministro inglés.

El abuso de poder e una democracia es mucho más grave que en una dictadura. Porque quien comete el abuso traiciona a quien a quien le ha dado poder para que lo use en beneficio de todos, no el suyo propio.

El Adarve. M. iguel Ángel Santos Guerra

martes, 25 de enero de 2022

_- A bulo limpio

_- Cada día se hace más necesario disponer de criterios para discernir qué tipo de información es la que nos llega. En primer lugar porque la cantidad de información que recibimos es abrumadora. A través de la televisión, de las redes, de la radio, de la prensa, de libros y revistas, de conversaciones con amigos y conocidos, recibimos tanta información que no podemos asimilarla en su integridad. Y menos, analizarla. En segundo lugar porque hay muchos intereses en juego en la información que circula. Intereses de muy diverso tipo: políticos, económicos, religiosos, ideológicos, comerciales, publicitarios… En tercer lugar porque abundan los especialistas en el engaño y porque, esos especialistas manejan con maestría los secretos de la información.

Decía Aldous Huxley que una verdad sin interés puede ser eclipsada por una falsedad emocionante. Tenemos la tendencia a aceptar como ciertas aquellas noticias que apoyan nuestras creencias y a rechazar las que las cuestionan. “¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido entre el conocimiento? ¿Dónde el conocimiento que hemos perdido entre la información?”, dice T. S. Elliot.

En Francia, una insidia transfóbica se está utilizando como munición electoral. El bulo en cuestión afecta a la primera dama, Brigitte Macron, 23 años mayor que su esposo. Según el bulo, la esposa del presidente sería originariamente un hombre llamado Jean-Michel Trogneux, lo que es completamente falso. El episodio revela un transfondo de carácter más general. La deriva trumpista de la vida política francesa promovida por la ultraderecha sería el más importante de ellos, especialmente si las presidenciales de 2022 terminan enzarzadas en perversas teorías de la conspiración como ha sucedido con las dos últimas estadounidenses.

El equipo de abogados de la primera dama francesa pretende realizar una tarea complicada. Rastreará a todos los usuarios que han compartido este bulo en las redes sociales y también investigará el origen del mismo. Algunas informaciones apuntan a que el origen del rumor estaría en el medio de comunicación de extrema derecha, Faits et Documents.

En diciembre de 2020 una imagen se viralizó bajo el mismo argumento que se ha empleado con Brigitte Macron: la exprimera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, nació con sexo masculino. En esa imagen se ve al expresidente del país, Barack Obama, junto a su mujer, la cual aparece con el pelo rapado y los rasgos faciales cambiados. En este caso, la imagen que pretendía servir para demostrar que Michelle era una mujer transexual era un montaje realizado a partir de una fotografía compartida por Obama en su perfil de twiter.

Durante el mes de mayo en “Maldita sea” comenzaron a recibir capturas de pantalla de una publicación que comparaba dos supuestas imágenes de la esposa del presidente del Gobierno Pedro Sánchez, Begoña Gómez: una actual y una antigua. La publicación afirmaba que el presidente del país se había casado con un trans.

Lo bulos se crean, se difunden y se mantienen. Ayer mismo le oí decir a Donald Trump que en las últimas elecciones se había producido un fraude que le había arrebatado la presidencia. Es decir que, contra todas las evidencias y contra la decisión de los tribunales, sigue alimentando ese bulo que utiliza para promoverse como candidato a las próximas elecciones.

En España, las declaraciones del Ministro Alberto Garzón en The Guardian han sido manejadas tan arteramente por el Partido Popular que se han convertido en un auténtico bulo. Un bulo que se ha transformado en el eje de la campaña electoral de la comunidad de Castilla y León. El Ministro de consumo no está contra los ganaderos, ni ha dicho que España exporte carne de mala calidad, ni ha pretendido dañar los interés del país. No. Ha dicho que la carne que se produce en las macrogranjas es de peor calidad que la que procede de la ganadería extensiva. Una obviedad con la que todos estamos de acuerdo. No está contra los ganaderos sino a favor de unas posiciones que promueve la Unión Europea. Con la cantidad de ocasiones en las que la oposición ha echado pestes del gobierno y del país! Ahora están en la denuncia al gobierno por la distribución de fondos europeos.

La prueba de la trampa es el insidioso lema que ha resumido la historia: Ganadería o comunismo. Una dicotomía disparatada y tramposa. Es decir lo bueno y lo malo. Es decir, nosotros estamos con los buenos y ellos son los malos. Y se han lanzado a las granjas como si nunca hubieran pensado en otra cosa. Están queriendo decir que solo les importan las vacas, los ganaderos y la patria. Cuando lo único que les importa son los votos. Qué burda trampa. Lo que más me sorprende es que haya una sola persona que se la trague. ¿Alguien puede pensar que esta maniobra es completamente ajena a la campaña electoral de la comunidad de Castilla y León?

Tengo delante de mí un libro titulado “Bulos científicos. De la tierra plana al coronavirus”, de Alexandre López-Borrull, Doctor en Química y Licenciado en documentación. Se presenta, curiosamente, como “experto en desinformación y revistas científicas”.

Los dos términos que configuran el título del libro parecen contradictorios. O es un bulo y, por consiguiente, no es una noticia científica o es un dato científico y entonces no se puede calificar de bulo. Un bulo es una noticia falsa que se difunde, generalmente, con el fin de hacer daño a alguien.

El autor analiza quince bulos. Sobre el origen del virus, la llegada del hombre a la luna, el negacionismo de las vacunas, la existencia del Sida, el creacionismo frente al evolucionismo, el corte de digestión al bañarse, el cambio climático, la clonación humana, la homeopatía, las curas contra el cáncer, los transgénicos…

Hay un capítulo en el que me quiero detener, aunque sea brevemente. El título ya nos dice muchas cosas. “Trump y Bolsonaro. Cuando tu presidente es el bulo científico”. ¿Por qué estos perfiles por encima de otros?, se pregunta el autor. Y lo explica así: “Principalmente porque, aunque estos presidentes fueron elegidos de forma democrática, existe un debate político, social y académico de cómo se ayudaron en mayor o menor medida de las fake news difundidas por campañas masivas de desinformación, tanto en Estados Unidos donde se investigó la “trama rusa” como en Brasil con un uso intensivo de whatsapps. Nadie como Donadl Trump ejemplifica el uso del concepto fake news para situar en la otra orilla (la de la mentira) a los medios que le son críticos”. Ambos mandatarios se convirtieron en negacionistas activos. Jair Bolsonaro tachó la crisis de “truco mediático”. Todo el mundo sabe que Trump aconsejaba el desinfectante como un buen remedio contra el virus y Bolsonaro apostaba por la hidroxicloroquina. ¡Qué barbaridad!

Existe otra forma de burlarse de la verdad. Consiste en negar un hecho cierto o de darle la vuelta a unas declaraciones y considerarlas bulos, cuando no lo son.

¿Qué hacer ante los bulos? El Informe de la OCDE, “Lectores del siglo XXI: desarrollo de habilidades de alfabetización en un mundo digital”, presentado en mayo de 2021, señalaba que el 54% de los estudiantes no saben distinguir entre noticias verdaderas y falsas, y que carecen de los conocimientos necesarios para navegar con criterio por internet y para hacer un uso responsable de las tecnologías.

Esta situación es sobradamente conocida desde mucho tiempo atrás: organismos internacionales como la UNESCO, la Comisión Europea y el Parlamento Europeo están reclamando a los gobiernos desde hace décadas que introduzcan en sus sistemas educativos contenidos relacionados con la educación mediática. Por ello, no debe extrañarnos que, en noviembre de 2020, en plena pandemia, el Parlamento Europeo aprobara el Informe sobre el refuerzo de la libertad de los medios de comunicación: protección de los periodistas en Europa, discurso del odio, desinformación y papel de las plataformas, una muestra indudable que expresa la enorme preocupación que existe en la Unión Europea sobre la necesidad de avanzar en el campo de la alfabetización mediática.

Una de las tareas de la educación es facilitar las herramientas necesarias para interpretar la realidad que nos llega, para discernir lo que es verdadero y lo que es falso, para descubrir los hilos ocultos que mueven la realidad y la información, para detectar los bulos creados. La educación es el mejor detector de mentiras.

El Adarve.

miércoles, 19 de enero de 2022

_- Bondad anónima

_- No conozco ningún otro signo de superioridad que la bondad. Beethoven (1770-1827) 

Decía Ernesto Sábato que “en la bondad se encierran todos los géneros de la sabiduría”. Es cierto. He abierto el artículo con esta cita porque hay mucha gente que identifica al bueno con el tonto, al generoso con el ingenuo, al altruista como estúpido. “Es tan bueno, que parece tonto”, se dice. El inteligente solo mira por sí mismo. Es necesario llegar a descubrir con Platón que “buscando el bien de nuestros semejantes encontramos el nuestro”.

Voy a contar algo que ha pasado hace unos días. Explicaré dónde y qué. Hay un supermercado de Mercadona en una barriada de Málaga que se llama El Palo. Yo fui paleño durante ocho años. Y todavía conservo el ático en el que viví. Muchas veces iba a comprar a ese supermercado que se encuentra a pocos metros de mi vivienda. Y hoy en día, aunque ahora vivo en La Cala del Moral, acudo algunas veces a él por comodidad o por nostalgia.

Pues bien, en estas navidades, me han enviado una noticia que me ha llamado la atención. Y que ha tenido lugar en ese Mercadona de El Palo. Una señora mayor (84 años contantes y sonantes) deposita su compra sobre la cinta y contempla cómo la cajera va pasando los diversos productos por el lector óptico. Cuando la cajera termina le dice el total (62 euros) que tiene que abonar y le pregunta si va a pagar con tarjeta. La respuesta de la anciana es afirmativa. Saca de su bolso una cartera, extrae la tarjeta bancaria y la introduce por la ranura del datáfono. Cuando marca el pin, comprueba que hay un error. Vuelve a introducir otro número y se repite el rechazo. La señora se pone muy nerviosa porque ve que la gente de la cola empieza a impacientarse.

Llama por teléfono a su hijo con el fin de que la ayude a recordar el pin de su tarjeta. Pero el hijo no responde a la llamada porque, como se ha sabido después, se encuentra visitando a su hermana, ingresada en un Hospital y, en ese momento, está hablando con los médicos. La señora, desbordada por la situación, se echa a llorar desconsoladamente.

Encuentra en su bolso 15 euros y cuando le va a decir a la cajera que deje solo productos que puede pagar con el dinero que lleva, esta le dice para su sorpresa:

Señora, puede llevárselo todo. Ha pagado su cuenta ese joven con jersey marrón que está atravesando la puerta de salida.
Lo que más me ha llamado la atención de esta historia es que el joven se fuese sin decirle a la señora que él se había hecho cargo de su cuenta. Lo cual significa que no se trata de un préstamo sino de una donación, ya que no espera recuperar ese dinero. Pero, sobre todo, su retirada silenciosa muestra claramente que no pretendía conseguir el reconocimiento de la desconsolada compradora. Esa persona hizo buenas las palabras de Séneca: “La mayor recompensa de una buena acción es haberla hecho”.

La noticia ha tenido más relevancia porque la señora ha resultado ser la madre del conocido chef Chicho Marín, que busca al joven benefactor con un tuit que se ha hecho viral. Dice así: “Almas buenas. Gracias a la persona que hoy, con tanta generosidad, le ha pagado la compra a mi madre al ver que no se acordaba del pin. Si lees esto me gustaría poder pagártelo. Gracias de corazón. Ha llorado mucho por su impotencia ante la falta de memoria”. Que yo sepa, el generoso y anónimo donante no se ha presentado, sea por no conocer el reclamo del hijo, sea porque desea mantener el anonimato. En una llamada al supermercado acabo de comprobar que no se ha sabido nada más del joven donante.

Creo que hechos de este tipo, deberían ocupar obligatoriamente la cabecera de los periódicos, de los telediarios y de los informativos de la radio. ¿Por qué suelen ser noticia los escándalos financieros, los robos de bancos, los timos más diversos en los que el interés de algunos conlleva el daño de los demás…?

Si fuese obligatorio abrir las noticias con hechos de este tipo podríamos tener otra imagen sobre la realidad, sentir más seguridad en las casas y en la calle, ideas que podríamos imitar, un mayor optimismo sobre el futuro de la especie… Pero no. Una noticia llamativa es una desgracia, un delito, un robo, un atentado, una violación, un secuestro, un atraco, un asesinato…

Hace ya algunos años leí el libro “El poder de la bondad”, de Piero Ferrucci. Lo he recuperado ahora de la biblioteca. Dice el autor en las primeras páginas: “Ningún periódico publicará mañana la noticia de una madre que leyó a su hijo un cuento para que se durmiera, o de un padre que le preparó el desayuno a su hija, o de alguien que nos ha escuchado con atención, de un amigo que nos ha ayudado, o de un extraño que nos ha llevado la maleta…”.

Estoy seguro de que son más numerosos los hechos marcados por la generosidad, por el amor, por el respeto, por la honestidad, por la confianza, por la empatía, por el perdón, por la gratitud, por la humildad, por la paciencia, por la comprensión, por la bondad, que aquellos que muestran la perversión o la maldad de los seres humanos.

Las personas bondadosas son más fuertes y están destinadas a vivir una vida más interesante, más larga y más satisfactoria que las personas que carecen de esta cualidad. Sharon Salzberg, en su maravilloso libro Loving Kindness, cita la forma en que Buda enumera los beneficios de la bondad. Si una persona es bondadosa dormirá con facilidad, se despertará con alegría, tendrá sueños agradables, la gente le querrá, los animales le amarán, los devas (seres celestiales) le protegerán, los peligros externos no le lastimarán, lucirá un rostro radiante, su mente será serena, no morirá en un estado de confusión, renacerá en un ámbito feliz.

La bondad beneficia a los destinatarios de esa actitud pero también a quienes son bondadosos. Hay un refrán español que siempre me ha parecido pesimista y mezquino: “por la caridad entró la peste”. A veces, por ser generosos, nos vemos perjudicados. Dice Piero Ferrucci en el libro citado: “El auténtico beneficio de la generosidad, para quien la ofrece, no es un beneficio material sino una revolución interior. Nos volvemos más fluidos, más dispuestos a arriesgarnos. Concedemos menos importancia a los bienes materiales y más a las personas. Y los límites entre nosotros y los demás son menos radicales, de forma que nos sentimos parte de un todo en el que es posible compartir recursos, emociones y nuestro propio ser”.

La bondad debe ejercerse con alegría. Cuando necesitamos ayuda nos gusta recibirla de alguien que se alegra de brindarla y no de quien se sacrifica al hacerlo. La alegría y el buen humor son componentes básicos de la bondad. Decía Ernest Heminguay: “La gente buena, si se piensa un poco, ha sido siempre gente alegre”.

Desde que Norman Cousins se curó a sí mismo de espondilitis anquilosante (artritis crónica, AS por sus siglas en inglés) viendo vídeos de los hermanos Marx han proliferado los estudios sobre los efectos sanadores del humor, que tiene otras virtualidades, por empleo, fomenta nuestra creatividad. Los sujetos que acababan de ver una película cómica resolvían un problema práctico mejor que quienes no la habían visto. También se ha comprobado que el sentido del humor pose la facultad de aliviar el dolor físico, de reducir el estrés, de reforzar el sistema inmunitario y de disminuir la presión sanguínea. Me gusta decir que el humor es un forma de bondad.

Fuente: El Adarve. Miguel Ángel Santos Guerra.