Mostrando entradas con la etiqueta motivación. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta motivación. Mostrar todas las entradas

domingo, 9 de abril de 2023

ALTAS CAPACIDADES. Niños con altas capacidades: mitos y verdades.

Los menores con gran potencial intelectual no destacan en todo, se desmotivan con facilidad si no se atiende su curiosidad y se sienten diferentes a sus iguales, por lo que precisan de una atención individualizada y una adaptación curricular por parte de los profesores

La imagen de un niño o niña con altas capacidades suele estar distorsionada, ya que a menudo se suele asociar al alto rendimiento escolar y a una adecuada adaptación al sistema social y educativo. Sin embargo, según la última estadística al respecto del curso 2019-2020 del Ministerio de Educación y Formación Profesional, tan solo el 0,47% del total de la población española en edad escolar tiene descubiertas sus altas capacidades, y el 50% de ellos fracasa en los estudios. “Estamos muy lejos de detectar a la mayoría de niños más capaces, con la consiguiente repercusión que supone para un país desperdiciar ese potencial. De hecho, incluso, suelen ser objeto de acoso escolar de forma habitual, como todos los menores que se diferencian por algo”, explica Rosa María Espada, vicepresidenta de la Asociación de Altas Capacidades y Talentos de Arroyomolinos (AACT).

Descubrir la realidad sobre los menores con altas capacidades pasa por dejar mitos atrás y entender cuestiones como, según explica esta experta, que no son buenos en todo y se pueden desmotivar si no se atienden sus necesidades específicas: “Como en el caso de sus intereses, que suelen diferir con los temas tratados en el aula. Tampoco son siempre los más populares del colegio”. Estos niños precisan una atención individualizada y una adaptación curricular por parte de los docentes: “Si el único parámetro que se utiliza para detectar a estos niños es el del rendimiento escolar, gran parte de ellos quedan sin identificar y acaban por creer que no valen ni tienen cabida en el sistema educativo”, explica Espada.  Otro mito que suele acompañar a los niños con altas capacidades es que pertenecen a una alta clase social. Sin embargo, según argumenta, no se trata de algo que influya, excepto si el menor tiene limitaciones económicas que le impidan acceder a actividades que le motiven: “Por ello, es importante que tengan acceso a becas y a actividades, independientemente de su estatus económico”, expresa la experta.

En principio, los padres de un niño al que le detectan altas capacidades se pueden sentir desconcertados y asustados. “Nuestro hijo no era como los de nuestros amigos o los compañeros del colegio. Cuando llegas a este punto, te sientes solo. No lo puedes hablar con cualquiera, porque cuando lo comentas la gente tiene la misma idea sobre el tema que tú cuando empezaste y no se parece en nada a la realidad”, describe Lidia Muñoz, madre de Simón, un niño con altas capacidades de 11 años. Ella aclara que se trata de algo para toda la vida y que conviene acompañar al menor con paciencia, flexibilidad y acudir a una asociación que trabaje en esta cuestión.

“Poder escuchar a alguien que ya ha pasado por esta experiencia es catártico. Descubrir que tu hijo no tiene por qué ser ingeniero o hablar seis idiomas ayuda a rebajar las expectativas y entender que se trata de alguien que piensa más rápido, siente más intensamente el mundo y percibe lo que otros no”, relata Muñoz. La crianza es un reto: “Quizás suspenda, repita algún curso, le cueste encontrar amigos o se sienta diferente a sus iguales. Puede que se dedique a ser titiritero y será perfecto. Lo importante es que haga lo que le apasiona y encuentre su camino”. Esta madre recalca también la importancia de tener en cuenta que se trata de niños, independientemente de sus capacidades: “Puede parecer que tienen más edad de la real por cómo hablan o razonan y, al segundo siguiente, actuar como si tuvieran menos años, pero necesitan lo mismo que el resto, unos padres que les quieran, escuchen, apoyen y jueguen con ellos”.

Perfil psicológico de la alta capacidad
“Nacen con un gran potencial intelectual y varía según el uso que se le da, dependiendo del entorno, la situación de vida individual o la educación. También existe un componente genético y los hermanos o padres suelen tener también altas capacidades”, indica por su parte la pedagoga Maite Garnica, experta en diagnóstico e intervención en altas capacidades y directora de CES Superdotados. Garnica recomienda que cuando los padres sospechen que su hijo puede tener ese potencial intelectual, deberían solicitar una valoración a través del centro educativo o de un gabinete especializado para establecer una atención individualizada: “En este sentido, cada comunidad autónoma tiene su propia legislación al respecto”. Por ejemplo, según informa la pedagoga, la Comunidad de Madrid cuenta con un programa específico para este tipo de alumnos a los que, para formar parte de él, requieren un perfil homogéneo, que incluya la alta creatividad y facilidad para mantener la atención sostenida en el aula.

Una vez que se confirma la alta capacidad, esta especialista hace varias recomendaciones para los progenitores, entre ellas:

-Potenciar la curiosidad y ganas de saber del niño a través de actividades de ocio que le motiven especialmente. 

-Acompañarle y comprenderle en la gestión de las injusticias, de los miedos realistas que tiene y en la baja tolerancia ante el error que suele presentar. 

-Acoger su hipersensibilidad como una forma de percibir y sentir positiva, enseñándole a desarrollar recursos que le ayuden a gestionarlo. 

-Hablarle sobre temas intelectuales como a un niño de mayor edad, pero entendiendo que en cuanto a 
cuestiones emocionales siente como otro niño de su edad. 

-Estar pendientes de su desarrollo en cada área de la vida, como la social, por si en algún momento requiere ayuda más específica.

miércoles, 2 de febrero de 2022

_- La metáfora de la soga

_- El aprendizaje vicario o aprendizaje social (descrito por el psicólogo Bandura) nos hace saber que los seres humanos aprendemos por imitación. El contexto en el que nos movemos nos ofrece comportamientos que, de forma a veces imperceptible, vamos convirtiendo en modelos. Se trata de un aprendizaje que se realiza a través de la observación. La neuropsicología nos dice que existen unas neuronas denominadas “neuronas espejo” que actúan mediante la imitación. Es decir, que un niño o un adulto, observan determinadas conductas en otras personas que luego, gracias a las neuronas espejo, imitarán.

Según Bandura hacen falta cuatro exigencias para que se produzca el aprendizaje social: atención (hay que observar cuidadosamente), retención (asimilar lo observado), reproducción (imitar el comportamiento) y motivación (tener interés). La conducta copiada puede tener un carácter positivo o negativo. Por eso resulta tan importante ofrecer a niños y jóvenes modelos de conducta que, al ser imitados, les ayuden a ser mejores personas.

¿Cómo se puede soportar un comportamiento tan irresponsable, hipócrita, indecente, descarado e insultante como el que ha tenido el primer ministro inglés, Boris Johnson? Y no solo el jefe del ejecutivo sino todos aquellos y aquellas que le acompañaban en las fiestas ilegales. Lo cual desvela un nivel de servilismo preocupante. Prefirieron reírle las gracias al jefe, asistir a la fiesta, celebrar los “viernes del vino” y llevar sus botellas de alcohol… sin pensar en el desprecio que esos hechos suponían para la ciudadanía. Celebraban fiestas aquellos que prohibían al pueblo organizarlas. Nos quedan los hechos un poco lejos geográficamente, pero nos afectan como ciudadanos del mundo y miembros de una democracia europea.

La forma de ejercer la autoridad es muy importante en una democracia. Porque aquellos que han sido colocados en un puesto de responsabilidad por la voluntad del pueblo, tienen la condición de súbditos. Manda el que vota y sirve quien que es elegido. No al revés. La persona elegida adquiere una responsabilidad indiscutible. La primera de todas es servir de ejemplo a los ciudadanos y ciudadanas de un país.

Hace algunos años, dirigí un curso para directores y directoras de centros educativos en la ciudad argentina de Posadas, en la provincia de Misiones. Para hacer visible la idea fundamental de que la autoridad es más una forma de ser y de actuar que una forma de decir, realicé una actividad que tenia dos partes.

Pedí que cinco asistentes se ofrecieran como voluntarios. Les entregué una cuerda de unos diez metros. Y aquí viene la primera parte. Les pedí que se situaran uno detrás de otro agarrados a la cuerda, a una distancia de dos metros. Al último le nombré jefe y le pedí que fuese dando órdenes acerca de lo que quería que hicieran. Las órdenes se iban realizando: avanzad en línea recta, caminad más de prisa, deteneos, girad a la izquierda, avanzad más despacio, agachaos un poquito, levantad la mano izquierda…

Los participantes iban cumpliendo las órdenes con la mayor fidelidad posible. Cuando no oían bien, miraban para atrás y pedían que repitiese la orden. El que había asumido las funciones de mando no ejecutaba todas las órdenes. Se limitaba a mandar y a comprobar que los súbditos cumplieran las indicaciones.

Decía que la actividad constaba de dos partes. Esta era la primera. Para realizar la segunda, yo me puse en la cabecera de la fila, me eché la soga al hombro y dejé detrás de mí, agarrados a la cuerda, a los cinco voluntarios, separados por distancias equidistantes. La única orden que les di fue la siguiente:

– Seguidme y haced lo que yo vaya haciendo…

Fui avanzando y tomando la iniciativa: giré a la derecha, avancé con más rapidez, me agaché, me detuve, giré a la izquierda, levanté la mano derecha… No tenía que decir ni una palabra. Ellos iban repitiendo lo que yo hacia delante de ellos. Solo tenía que pensar que mis iniciativas fueran visibles y factibles para quienes me seguían.

Esa es la concepción de un autoridad educativa. El que dirige es un “primus inter pares”. Él va haciendo en primera línea lo que los demás tienen que ir haciendo detrás. Pero él lo hace primero. Seguidme es un verbo muy diferente a obedecedme.

Cuando, desde la autoridad, hay un desajuste entre lo que se hace y lo que se les exige a los demás, la autoridad se hunde en el descrédito. Es lo que ha pasado en Inglaterra esos días con su Primer Ministro, el señor Boris Johnson. Ha exigido a la ciudadanía que se confine y él ha organizado fiestas en el 10 de Dawning Street, que es la casa que le ha cedido el pueblo que le había votado.

Hay un agravante en su comportamiento que es la mentira. Porque el primer Ministro comenzó negando que hubiera habido fiestas y solo ante la evidencia palmaria de las pruebas, ha comenzado el rosario de disculpas y la petición de perdón al parlamento. Hay, en lo que se ha dado en llamar Partygate, dos motivos de escándalo. El primero es el hipócrita incumplimiento de la ley de quienes quebrantan las prescripciones que imponen a la ciudadanía y la mentira mantenida en el parlamento. Y hay que añadir un nuevo motivo de repulsa en la falta de respeto que supone organizar una fiesta en la víspera del entierro del duque de Edimburgo, esposo de la reina Isabel, a quien Boris Johnson pidió las debidas disculpas.

Otro agravante ha sido el de la reiteración. No hubo solo una fiesta, al parecer. Hubo fiestas de todo tipo: de cumpleaños, de despedida, de celebraciones, de rutina, como desvela el lema “los viernes de vino”… ¿No pensaron que iban a ser fácilmente descubiertos en un lugar tan visible?

No es una cuestión menor la abundancia de alcohol que corría en las fiestas. Para que no faltase se pedía a los asistentes que llevasen sus propias botellas. Y hasta compraron un frigorífico para que la cerveza y otras bebidas estuviesen frescas. Mientras se piensa que aparezca en los envases una llamada similar a la de las cajetillas del tabaco diciendo que el alcohol es malo para la salud, este grupo de irresponsables bebe a espaldas del pueblo, que permanece encerrado en sus casas por orden de los bebedores.

Estos botellones de élite eran lugares de contagio, como lo son los tan criticados botellones de la gente joven, a la que yo mismo he calificado de irresponsable en este mismo lugar.

Se acaba de saber que Scotland Yard va a iniciar una investigación sobre lo sucedido. Lo cual es buena noticia. Porque habrá información fehaciente. A la investigación política se añade ahora la de carácter policial.

Todo lo que aquí se ha dicho se puede aplicar al comportamiento de quienes tienen autoridad en cualquier ámbito de la sociedad: político, académico, empresarial, religioso, deportivo, familiar... No me canso de repetirlo: el ruido de lo que somos llega a los oídos de nuestros hijos (alumnos, súbditos, feligreses, trabajadores…) con tanta fuerza, que les impide oír lo que decimos.

¿Cómo se pueden sentir los ciudadanos o ciudadanas que hayan sido multados por desobedecer las normas que les habían impuesto aquellos que las incumplían impunemente?

Boris Johnson se niega a dimitir. Lo exigen los laboristas y también algunos miembros de su propio partido. La situación es insostenible. Porque las pruebas son incontestables. Las excusas que están dando en sede parlamentaria, lejos de suscitar comprensión despiertan bochorno e indignación: “pensé que eran reuniones de trabajo”, “no me lo advirtieron los miembros de mi equipo”, “es una emboscada con tarta”, dice un tory.

Si un líder de esta catadura dice a los súbditos “seguidme”, quienes lo hagan, acabarán en el precipicio. Porque a lo que lleva esta conducta es a una escandalosa irresponsabilidad.

Los votantes tenemos en las manos la posibilidad de premiar y de castigar. Cuando llega la hora de votar podemos decir a quién no queremos y a quién queremos en el poder. No es justo que un gobernante desprecie al pueblo y sea aclamado con entusiasmo en las siguientes elecciones.

El libro “Aristóteles y un armadillo llegan a la capital”, escrito por los filósofos estadounidenses McCathcar y Klein, tiene como subtítulo “Las mentiras de los políticos analizadas con humor”. En una de las páginas presenta un esbozo de la Casa Blanca delante de la cual caminan dos políticos. Uno le dice al otro: “Pero, ¿cómo puedes estar seguro de que tienes poder, si no abusas de él?”. Eso ha debido de pensar el primer Ministro inglés.

El abuso de poder e una democracia es mucho más grave que en una dictadura. Porque quien comete el abuso traiciona a quien a quien le ha dado poder para que lo use en beneficio de todos, no el suyo propio.

El Adarve. M. iguel Ángel Santos Guerra

martes, 5 de febrero de 2019

_- Cómo conseguir una educación apasionante


The Conservation


Cuando tenía 16 años, en el colegio público en el que estaba estudiando me quedé perplejo el primer día de clase del nuevo curso. La profesora, al iniciar la asignatura, nos dijo que ese año la asignatura no se iba a llamar Ciencias Naturales, sino “aprender a ligar”. Nos quedamos con la boca abierta, y una expresión entre soñadora y asombrada asomó a nuestros ojos. El silencio se hizo ensordecedor. No se oía ni el vuelo de una mosca. Toda nuestra atención dejó de estar pendiente de los miles de entretenimientos con los que solíamos matar el aburrimiento que preveíamos sería esa clase.

No nos lo podíamos creer, pero el entusiasmo pareció aflorar en los cuerpos y emergió una tensión que hizo que prácticamente todos los chicos y chicas del aula se volcaran en una atención inusitada hacia esta nueva profesora. Había captado completamente nuestra curiosidad al conectar con uno de nuestros intereses fundamentales a los 15 años: cómo relacionarnos afectivamente con quienes nos empezaban a gustar y a quienes solo sabíamos hacerles “señales” tirándoles del pelo, empujándoles o haciendo “idioteces”, entre el ridículo, la vergüenza y la sorpresa. Y era un momento en que esto comenzaba a ocupar la mayor parte de nuestro tiempo y de nuestros afanes.

Trabajo por proyectos
Nos explicó que se trataba de un “Proyecto de trabajo” conjunto con la profesora de Lengua, el de Educación Física (entonces le llamábamos “gimnasia”) y el de Dibujo (ahora sería de Expresión Plástica). Nos sorprendió aún más, porque por primera vez creo que fuimos conscientes de que varios “profes” se habían puesto de acuerdo para trabajar conjunta y coordinadamente. Al menos, lo explicitaban. Incluso nos fuimos dando cuenta, a medida que transcurría el curso, de que empezaban a utilizar términos educativos similares, o a actuar en clase de forma bastante parecida.

En aquella época yo no sabía lo que era “trabajar por proyectos” ciertamente, pero lo que sí recuerdo es cómo nos volcamos en ese “proyecto”. Claro que construimos conocimiento científico en Naturales y dimos anatomía del cuerpo humano masculino y femenino y biología y mucho más, pero a partir de aquellas que empezaban a ser nuestras preguntas fundamentales en el descubrimiento de nuestro cuerpo y de nuestras hormonas y a las que casi nadie nos respondía. Claro que dimos Lengua y Literatura y análisis morfológico y sintáctico, pero para escribir poesía en clase de lengua, de cara a expresar nuestros sentimientos a la persona amada, a partir de las poesías de Pablo Neruda, Miguel Hernández o Mario Benedetti, que fue el autor que me apasionó y muchas de cuyas poesías memoricé y aún recuerdo.

Claro que trabajamos Expresión Plástica, artística y corporal, pero también a través de un proyecto de teatro conjunto con Lengua, en el que construimos la decoración de la obra, desarrollamos técnicas teatrales para aprender a expresarnos oralmente o quitar el miedo al contacto físico y a la expresión corporal en público. Tantos aprendizajes…

Una innovación educativa incipiente
El caso es que, 40 años después, sigo recordando aquel curso y la mayor parte de unos aprendizajes que para mí, como para el resto de mis compañeros y compañeras, fueron apasionantes. Y recuerdo con un cariño enorme a aquellos profesores y profesoras que ponían en práctica de forma lúcida, organizada y colectiva lo que hoy denominamos con cierta pomposidad “innovación” y que no dejan de ser propuestas que las grandes pedagogas y pedagogos clásicos han hecho a lo largo de la historia de la educación: Paulo Freire, Celestin Freinet, Ovide Decroly, John Dewey, María Montessori, Anton Makarenko, William H. Kilpatrick, Francesco Tonucci…

Pero para eso es necesario replantear no solo las metodologías, sino también la división disciplinar en asignaturas, y el exceso de contenidos escolares de un currículum que se ha convertido en inabarcable con la última reforma de la LOMCE, así como los sistemas de evaluación implementados basados en continuas pruebas de evaluación y estándares de aprendizaje.

Es difícil diseñar una educación lenta, reposada y apasionante que permita al alumnado pensar, reflexionar y preguntarse, con programas sobrecargados e inmensos, ante los que el propio profesorado se encuentra desbordado y que le obliga a una metodología esencialmente transmisora para cumplir el programa exigido por la administración. Es difícil poder apasionarles por el descubrimiento científico, si se le dan las respuestas en contenidos “enlatados” antes de que se hagan las preguntas a las mismas, por lo que tienden a memorizar esas respuestas, pero sin comprender por qué la humanidad eligió esas y no otras.

Si no estimulamos su curiosidad inmensa, motivándoles para que ensayen respuestas diferentes, se equivoquen y podamos trabajar con la “pedagogía del error” para explicarles la finalidad y la utilidad de las alternativas, difícilmente podremos hacerles entender el sentido del proceso de enseñanza-aprendizaje y acabarán viéndolo como una imposición o, en todo caso, una vía para conseguir un futuro trabajo o una mejor posición social.

En definitiva, para diseñar un currículum apasionante y motivador hemos de repensar los contenidos esenciales del currículum y reducirlos sustancialmente a una buena base de conocimientos que les permita ir añadiendo y asimilando otros después y, sobre todo, confiar y apoyar al profesorado, que son los profesionales y expertos de la educación, para que tengan autonomía suficiente con el fin de que sean ellos, con apoyo de la comunidad educativa de su centros, quienes organicen el currículum que efectivamente conecte con los intereses del alumnado y parta de aquellos aspectos relevantes y fundamentales en los que necesitan las nuevas generaciones educarse para vivir, ser felices y desarrollar nuestra vida en común.

Blog del autor:

https://theconversation.com/como-conseguir-una-educacion-apasionante-110077

miércoles, 8 de agosto de 2018

“La autoestima es clave para la inteligencia de tu hijo”

Alonso Puig defiende que “nunca hay que dar a nadie por perdido” porque en todo ser humano existe grandeza. Señala la importancia de los educadores para descubrir ese potencial, desarrollarlo y dar oportunidades. “Hay que vivir con pasión, con entusiasmo, con confianza en nuestras capacidades y entrenar el cerebro para conseguir nuestro objetivo”, afirma.

Mario Alonso Puig. Bueno, primero me voy a presentar. Algunos tal vez me conozcáis, otros no me conozcáis.

Soy Mario, Mario Alonso Puig. Mi trayectoria fundamentalmente está muy basada en la medicina, en la cirugía, veintiséis años en quirófanos en distintos países, y siempre muy marcada por el interés de como un médico puede verdaderamente conectar con otro ser humano y ayudarle a hacer frente a desafíos que a veces son francamente serios.

Mi formación fue una formación muy técnica, muy científica, que yo completé buscando qué podía hacer que, la comunicación, qué podía hacer que la conversación activara mecanismos en el cuerpo que favorecieran la curación.

Topé con una ciencia que estaba en sus orígenes, la psiconeuroinmunobiología, que estaba empezando a investigar esto, cómo la mente, a través del sistema nervioso y del sistema endocrino, pueda afectar nuestro sistema de defensa que es el sistema inmune. Aquello me llevó a profundizar en otros campos, el liderazgo, la comunicación y de alguna manera a tomar perspectiva sobre nuestra forma de tratarnos unos a otros, nuestra forma de hablar unos con otros, nuestra forma de entendernos a nosotros mismos, a los demás y al mundo, y si bien la medicina es una ciencia apasionante, el ser humano es la cuestión infinita, empiezas y nunca acabas.

Bueno, mi interés por la educación es mi interés por sacar del ser humano lo que verdaderamente tiene dentro. Yo no creo que ningún ser humano esté llamado a la mediocridad, no lo creo, realmente es que no lo creo, creo que todo ser humano está llamado a la grandeza, y la grandeza no la define la cultura. La grandeza es una cosa que la define nuestra propia naturaleza.

La palabra educación, en el fondo, quiere decir «sacar de dentro», es decir, no somos cubos vacíos que hay que llenar, si no fuegos que hay que encender. En este sentido, me gustaría contaros una historia que a mí personalmente me ha marcado mucho, he hablado en distintos foros sobre esta historia, porque señala lo que, para mí, es la diferencia entre profesores y maestros.

En 1951, en la ciudad de Detroit, nace un joven, un chico de color que pronto nota lo que es la pérdida, porque siendo jovencito el padre se va y se queda la madre, una mujer que no tenía estudios, una mujer que, bueno, se había dedicado a cuidar de sus hijos, y se ve con esta situación, con la situación de que tiene que sacar adelante una familia sin que en ese momento entrara ninguna ayuda económica, se dedica a limpiar apartamentos, a limpiar hospitales, etcétera, etcétera, y claro, cuando uno ha vivido en la ciudad de Detroit como he vivido yo, yo trabajé en un hospital que se llama Henry Ford en neurocirugía.

Cuando uno ha vivido en la ciudad de Detroit pues se da cuenta que Detroit es una ciudad apasionante, pero en ciertas épocas de la historia ha sido una ciudad bastante complicada. En los años cincuenta verdaderamente había un apartheid, una especie de apartheid, es decir, las personas de color se tenían que sentar en sitios distintos que las personas blancas, tenían que ir a baños diferentes, etcétera, etcétera, y claro, este chico era un chico de color, era un chico pobre y que pronto pues fue destacando, no por su talento, sino por lo que consideraban que era su estupidez, tampoco por su serenidad, sino más bien por su tendencia, su temperamento violento.

Cualquiera que hubiera tenido, digamos, una bola de cristal habría imaginado que este chico habría acabado, sin duda, en un penal en los Estados Unidos, si no muerto en un combate entre bandas enfrentadas. Pasaba sus ratos, se olvidaba de su triste condición viendo programas de televisión, hasta que un día su madre decidió que iban a ver menos televisión y se iban a dedicar más a leer libros, y les obligó a leer libros yendo a la biblioteca pública de Detroit, ya que ellos no tenían dinero para comprar libros, y el joven Ben, el joven Benjamin empezó a enamorarse de los libros.

Un buen día, llega al colegio, quiero que entendáis que en el colegio este niño tenía las peores notas, su performance (perfórmans) era francamente lamentable, las notas eran pésimas y lógicamente en poco tiempo sería expulsado del colegio. Pero había un profesor, el profesor de ciencias, que verdaderamente era un maestro, él creía que en todo ser humano hay grandeza, que en todo ser humano hay potencial, y que la misión de un maestro es ayudar a que ese potencial se despliegue y florezca, pero no conseguía que este chico, de alguna manera, respondiera a los distintos intentos que había hecho para que ganara confianza en sí mismo.

Un día, el maestro aparece con una piedra, una piedra muy rara, la levanta delante de la clase y pregunta: «¿Qué es esto?», se produce un silencio porque nadie sabe lo que es eso salvo una persona que ya os imagináis quien era, Benjamin, pero Benjamin era el tonto de la clase.

La primera pregunta es: ¿por qué lo sabía Benjamin?, Benjamin lo sabía porque en la biblioteca pública se había dedicado a leer libros de ciencia y por casualidad o sincronicidad, quien sabe, había encontrado libros sobre minerales y había una foto de esa piedra.

¿Pero vosotros pensáis que el tonto de la clase se atreve a hablar? No, porque tú mismo ya matas la respuesta antes de que nazca, es imposible, si no lo sabe el resto, tengo que estar equivocado aunque parezca que estoy en lo correcto.

Pero el profesor sostenía la roca: «¿De verdad que nadie sabe lo que es esta roca?», y, tímidamente, el joven Benjamin alzó la mano. Cuando una persona solo ve el performance (perfórmans) y solo enjuicia a los demás, es muy fácil decir: «Venga, Benjamin, ¿cómo lo vas a saber tú, si tú no sabes nada? Pero aquel profesor mantuvo un espíritu curioso, interesado, él sabía que en todo ser humano hay grandeza, la buscaba, la llamaba constantemente.

«¿Benjamin, tú lo sabes?»,
«Sí»,
«¿Qué es?»,
«Obsidiana»,
«Correcto», pero el profesor podría haber dicho: «Todo el mundo puede tener suerte en esta vida», podría haber dicho eso, no, porque él estaba buscando el hilo que te lleva a la madeja.

Dijo: «¿Sabes algo más de la obsidiana?», y vaya que si sabía el joven Benjamin, empezó a hablar sobre la obsidiana, las temperaturas elevadísimas, luego el frío cómo cristaliza la roca, etcétera, etcétera.

Lo que podría parecer una cosa sencilla, sin más importancia, banal, supuso un antes y un después en la vida de este chico porque este chico recuperó la confianza en sí mismo, creyó que era posible aprender, creyó en sí mismo, creyó que a pesar de su triste cuna, por decirlo de una manera, podría tener un brillante futuro.

Este chico pasó de ser el último de la clase a ser el mejor estudiante de su colegio, hizo realidad su más profundo sueño, que era absolutamente imposible, ser médico, se convirtió en el mejor neurocirujano infantil de la historia, el profesor Ben Carson.

Ben Carson en 1987 hizo una operación de separar a dos gemelos siameses unidos a nivel craneoencefálico. Todas las cirugías que se habían hecho hasta aquel momento para separar lo que se llama un craneopago, esta malformación craneoencefálicas, todas, los niños habían muerto en la mesa de quirófano. En esta operación, en 1987, intervinieron setenta profesionales de la medicina y duró veintidós horas, los dos niños salieron adelante, vivieron y estuvieron bien y sanos.

Él aplicó técnicas especiales de cirugía cardíaca a la neurocirugía, a nadie se le habían ocurrido. Entonces, lo que os quiero transmitir es esto, es un ejemplo de como en todo ser humano hay potencial, en todo ser humano hay grandeza, y tenemos, entiendo, que tener esta disposición a crear espacios de oportunidad para que esas personas puedan mostrar lo que en realidad siempre han tenido y siempre tendrán, pero que no todo el mundo mostrará si no ve ese espacio de oportunidad.

Mario Alonso Puig. Por favor.

María: Hola, Mario, soy María.

Mario Alonso Puig: María.

María: Como educadora, creo que la motivación es necesaria para el aprendizaje, y tú dices que hay seis motivaciones fundamentales para una persona, ¿podrías hablarnos de ellas?

Mario Alonso Puig: Sí, es una gran pregunta. La motivación es lo que nos mueve a la acción, y hay, efectivamente, seis motivaciones que además están presentes en las distintas culturas, es una mezcla de nuestra naturaleza y, también, el entorno cultural.

1. La primera es la motivación de estar en entornos seguros, de poder controlar lo que pasa, de saber que el suelo que pisamos es un suelo firme.

2. La segunda es una motivación de sentirnos reconocidos, sentirnos valorados, de tener un cierto estatus.

3. La tercera es de pertenecer al grupo, es decir, que lleguemos a un sitio y entendamos, sintamos que nos acogen, que no nos desprecian, que no nos marginan.

4. La cuarta motivación es una motivación al desafío, al reto. Si en la vida no hubiera retos, María, sería muy aburrida. Yo sé que, a veces, nos gusta mucho estar en la zona de confort, pero durante un tiempo, al cabo de un tiempo no hay quien lo aguante. Entonces, ese reto, ese desafío es una motivación importante.

5. La quinta motivación es la de crecer, mejorar y progresar, y la

6. sexta es la de contribuir al bienestar de otras personas, el tener una vida con propósitos. Lo más importante son las motivaciones fundamentales que nos mueven dentro de las seis.

Si una persona, toda su fuerza la lleva a la aventura, la lleva al descubrimiento, al reto y, sin embargo, no cuida un poco la motivación de la seguridad, pues, a lo mejor, se puede meter en aventuras insensatas, ¿no?

Entonces, hay un equilibrio natural que hace que las personas nos mantengamos, de alguna manera, en una línea razonable. Cuando alguna de ellas toma alguna preponderancia o una significancia demasiado grande, es cuando podemos tener ciertos problemas.

¿Te respondí, María?

María: Sí, gracias.

Mario Alonso Puig: A ti.

Leer todo aquí:
https://aprendemosjuntos.elpais.com/especial/inteligencia-y-desarrollo-personal-mario-alonso-puig/

sábado, 9 de junio de 2018

_- "Un buen maestro sabe que en todo ser humano hay grandeza". Mario Alonso Puig.

_- Mario Alonso Puig Especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo, el doctor Mario Alonso Puig ha dedicado su vida a la Medicina y al estudio de la Inteligencia Humana y la psiconeurobiología. Miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York y de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, Mario Alonso Puig se ha convertido en un referente internacional en el desarrollo del ser humano a través de la inteligencia, la motivación y el liderazgo. Es autor de libros de éxito como “Madera de líder”, “Vivir es un asunto urgente” y “Reinventarse: tu segunda oportunidad”. Alonso Puig defiende que “nunca hay que dar a nadie por perdido” porque en todo ser humano existe grandeza. Señala la importancia de los educadores para descubrir ese potencial, desarrollarlo y dar oportunidades. “Hay que vivir con pasión, con entusiasmo, con confianza en nuestras capacidades y entrenar el cerebro para conseguir nuestro objetivo”, afirma.

Creando Oportunidades
TRANSCRIPCIÓN

Mario Alonso Puig.
Bueno, primero me voy a presentar. Algunos tal vez me conozcáis, otros no me conozcáis.

Soy Mario, Mario Alonso Puig. Mi trayectoria fundamentalmente está muy basada en la medicina, en la cirugía, veintiséis años en quirófanos en distintos países, y siempre muy marcada por el interés de como un médico puede verdaderamente conectar con otro ser humano y ayudarle a hacer frente a desafíos que a veces son francamente serios.

Mi formación fue una formación muy técnica, muy científica, que yo completé buscando qué podía hacer que, la comunicación, qué podía hacer que la conversación activara mecanismos en el cuerpo que favorecieran la curación.

Topé con una ciencia que estaba en sus orígenes, la psiconeuroinmunobiología, que estaba empezando a investigar esto, cómo la mente, a través del sistema nervioso y del sistema endocrino, pueda afectar nuestro sistema de defensa que es el sistema inmune.

Aquello me llevó a profundizar en otros campos, el liderazgo, la comunicación y de alguna manera a tomar perspectiva sobre nuestra forma de tratarnos unos a otros, nuestra forma de hablar unos con otros, nuestra forma de entendernos a nosotros mismos, a los demás y al mundo, y si bien la medicina es una ciencia apasionante, el ser humano es la cuestión infinita, empiezas y nunca acabas.

Bueno, mi interés por la educación es mi interés por sacar del ser humano lo que verdaderamente tiene dentro. Yo no creo que ningún ser humano esté llamado a la mediocridad, no lo creo, realmente es que no lo creo, creo que todo ser humano está llamado a la grandeza, y la grandeza no la define la cultura.

La grandeza es una cosa que la define nuestra propia naturaleza. La palabra educación, en el fondo, quiere decir «sacar de dentro», es decir, no somos cubos vacíos que hay que llenar, si no fuegos que hay que encender. En este sentido, me gustaría contaros una historia que a mí personalmente me ha marcado mucho, he hablado en distintos foros sobre esta historia, porque señala lo que, para mí, es la diferencia entre profesores y maestros.

En 1951, en la ciudad de Detroit, nace un joven, un chico de color que pronto nota lo que es la pérdida, porque siendo jovencito el padre se va y se queda la madre, una mujer que no tenía estudios, una mujer que, bueno, se había dedicado a cuidar de sus hijos, y se ve con esta situación, con la situación de que tiene que sacar adelante una familia sin que en ese momento entrara ninguna ayuda económica, se dedica a limpiar apartamentos, a limpiar hospitales, etcétera, etcétera, y claro, cuando uno ha vivido en la ciudad de Detroit como he vivido yo, yo trabajé en un hospital que se llama Henry Ford en neurocirugía. Cuando uno ha vivido en la ciudad de Detroit pues se da cuenta que Detroit es una ciudad apasionante, pero en ciertas épocas de la historia ha sido una ciudad bastante complicada.

En los años cincuenta verdaderamente había un apartheid, una especie de apartheid, es decir, las personas de color se tenían que sentar en sitios distintos que las personas blancas, tenían que ir a baños diferentes, etcétera, etcétera, y claro, este chico era un chico de color, era un chico pobre y que pronto pues fue destacando, no por su talento, sino por lo que consideraban que era su estupidez, tampoco por su serenidad, sino más bien por su tendencia, su temperamento violento.

Cualquiera que hubiera tenido, digamos, una bola de cristal habría imaginado que este chico habría acabado, sin duda, en un penal en los Estados Unidos, si no muerto en un combate entre bandas enfrentadas. Pasaba sus ratos, se olvidaba de su triste condición viendo programas de televisión, hasta que un día su madre decidió que iban a ver menos televisión y se iban a dedicar más a leer libros, y les obligó a leer libros yendo a la biblioteca pública de Detroit, ya que ellos no tenían dinero para comprar libros, y el joven Ben, el joven Benjamin empezó a enamorarse de los libros.

Un buen día, llega al colegio, quiero que entendáis que en el colegio este niño tenía las peores notas, su performance (perfórmans) era francamente lamentable, las notas eran pésimas y lógicamente en poco tiempo sería expulsado del colegio. Pero había un profesor, el profesor de ciencias, que verdaderamente era un maestro, él creía que en todo ser humano hay grandeza, que en todo ser humano hay potencial, y que la misión de un maestro es ayudar a que ese potencial se despliegue y florezca, pero no conseguía que este chico, de alguna manera, respondiera a los distintos intentos que había hecho para que ganara confianza en sí mismo.

Un día, el maestro aparece con una piedra, una piedra muy rara, la levanta delante de la clase y pregunta: «¿Qué es esto?», se produce un silencio porque nadie sabe lo que es eso salvo una persona que ya os imagináis quien era, Benjamin, pero Benjamin era el tonto de la clase. La primera pregunta es: ¿por qué lo sabía Benjamin?, Benjamin lo sabía porque en la biblioteca pública se había dedicado a leer libros de ciencia y por casualidad o sincronicidad, quien sabe, había encontrado libros sobre minerales y había una foto de esa piedra. ¿Pero vosotros pensáis que el tonto de la clase se atreve a hablar? No, porque tú mismo ya matas la respuesta antes de que nazca, es imposible, si no lo sabe el resto, tengo que estar equivocado aunque parezca que estoy en lo correcto. Pero el profesor sostenía la roca: «¿De verdad que nadie sabe lo que es esta roca?», y, tímidamente, el joven Benjamin alzó la mano.

Cuando una persona solo ve el performance (perfórmans) y solo enjuicia a los demás, es muy fácil decir: «Venga, Benjamin, ¿cómo lo vas a saber tú, si tú no sabes nada? Pero aquel profesor mantuvo un espíritu curioso, interesado, él sabía que en todo ser humano hay grandeza, la buscaba, la llamaba constantemente. «¿Benjamin, tú lo sabes?», «Sí», «¿Qué es?», «Obsidiana», «Correcto», pero el profesor podría haber dicho: «Todo el mundo puede tener suerte en esta vida», podría haber dicho eso, no, porque él estaba buscando el hilo que te lleva a la madeja. Dijo: «¿Sabes algo más de la obsidiana?», y vaya que si sabía el joven Benjamin, empezó a hablar sobre la obsidiana, las temperaturas elevadísimas, luego el frío cómo cristaliza la roca, etcétera, etcétera. Lo que podría parecer una cosa sencilla, sin más importancia, banal, supuso un antes y un después en la vida de este chico porque este chico recuperó la confianza en sí mismo, creyó que era posible aprender, creyó en sí mismo, creyó que a pesar de su triste cuna, por decirlo de una manera, podría tener un brillante futuro. Este chico pasó de ser el último de la clase a ser el mejor estudiante de su colegio, hizo realidad su más profundo sueño, que era absolutamente imposible, ser médico, se convirtió en el mejor neurocirujano infantil de la historia, el profesor Ben Carson.

Ben Carson en 1987 hizo una operación de separar a dos gemelos siameses unidos a nivel craneoencefálico. Todas las cirugías que se habían hecho hasta aquel momento para separar lo que se llama un craneopago, esta malformación craneoencefálicas, todas, los niños habían muerto en la mesa de quirófano. En esta operación, en 1987, intervinieron setenta profesionales de la medicina y duró veintidós horas, los dos niños salieron adelante, vivieron y estuvieron bien y sanos. Él aplicó técnicas especiales de cirugía cardíaca a la neurocirugía, a nadie se le habían ocurrido. Entonces, lo que os quiero transmitir es esto, es un ejemplo de como en todo ser humano hay potencial, en todo ser humano hay grandeza, y tenemos, entiendo, que tener esta disposición a crear espacios de oportunidad para que esas personas puedan mostrar lo que en realidad siempre han tenido y siempre tendrán, pero que no todo el mundo mostrará si no ve ese espacio de oportunidad.

Mario Alonso Puig. Por favor.

María: Hola, Mario, soy María.

Mario Alonso Puig: María.

María: Como educadora, creo que la motivación es necesaria para el aprendizaje, y tú dices que hay seis motivaciones fundamentales para una persona, ¿podrías hablarnos de ellas?

Mario Alonso Puig: Sí, es una gran pregunta. La motivación es lo que nos mueve a la acción, y hay, efectivamente, seis motivaciones que además están presentes en las distintas culturas, es una mezcla de nuestra naturaleza y, también, el entorno cultural.

La primera es la motivación de estar en entornos seguros, de poder controlar lo que pasa, de saber que el suelo que pisamos es un suelo firme.

La segunda es una motivación de sentirnos reconocidos, sentirnos valorados, de tener un cierto estatus.

La tercera es de pertenecer al grupo, es decir, que lleguemos a un sitio y entendamos, sintamos que nos acogen, que no nos desprecian, que no nos marginan.

La cuarta motivación es una motivación al desafío, al reto. Si en la vida no hubiera retos, María, sería muy aburrida. Yo sé que, a veces, nos gusta mucho estar en la zona de confort, pero durante un tiempo, al cabo de un tiempo no hay quien lo aguante. Entonces, ese reto, ese desafío es una motivación importante.

La quinta motivación es la de crecer, mejorar y progresar, y

la sexta es la de contribuir al bienestar de otras personas, el tener una vida con propósitos.

Lo más importante son las motivaciones fundamentales que nos mueven dentro de las seis. Si una persona, toda su fuerza la lleva a la aventura, la lleva al descubrimiento, al reto y, sin embargo, no cuida un poco la motivación de la seguridad, pues, a lo mejor, se puede meter en aventuras insensatas, ¿no? Entonces, hay un equilibrio natural que hace que las personas nos mantengamos, de alguna manera, en una línea razonable.

Cuando alguna de ellas toma alguna preponderancia o una significación demasiado grande, es cuando podemos tener ciertos problemas. ¿Te respondí, María?

María: Sí, gracias.

Ya durante el Renacimiento Miguel Ángel dijo: en el bloque de mármol esta el David o la Piedad, el maestro, el escultor solo tiene que quitar lo que le sobra,... para sacar de su interior la figura,...

http://aprendemosjuntos.elpais.com/especial/inteligencia-y-desarrollo-personal-mario-alonso-puig/

martes, 26 de julio de 2016

La vida es más que una lista de tareas. Vivimos inmersos en la sociedad del rendimiento y la hiperactividad. ¿Resultado? Ansiedad. Debemos distinguir entre lo importante, lo urgente y lo eliminable

Empecemos con un cuento. El de La Cenicienta. Pero no nos fijaremos ni en el zapato de cristal, ni en la calabaza que se convierte en carruaje, ni en el príncipe azul. Vamos a poner nuestra atención en la cantidad de tareas que debe hacer Cenicienta antes de ir al baile. Fregar, limpiar, planchar, ordenar, cocinar y volver a fregar, limpiar, ordenar… Lógicamente, cuando llega la hora de ir al baile, que es lo que realmente le hace ilusión y lo que de verdad cambiará su vida, está tan cansada que necesita la mágica ayuda del Hada Madrina para conseguirlo. Sin ella, Cenicienta se hubiera quedado en casa, cansada y pensando con ansiedad en todo lo que aún le queda por hacer y en todo aquello para lo que no tendrá tiempo.

"Primero, lo primero” Stephen Covey

Pues bien, nosotros no somos muy diferentes a ella. Antes de poder asistir a nuestros bailes, es decir, a aquello que realmente nos hace ilusión, nos motiva y quién sabe si también puede cambiar nuestras vidas, nos vemos inmersos en un sinfín de quehaceres: la casa perfectamente ordenada, la lavadora tendida, el niño apuntado a cuatro actividades extraescolares; hay que ser, por supuesto, tremendamente productivos en nuestros trabajos, excelentes e imaginativos amantes con una vida social rica, activa y variada… y tener actualizado Facebook. ¡Ah!, y sería bueno comer cinco piezas de fruta al día y correr diez kilómetros y no tener ojeras y… Hacer, hacer y hacer. Al final de nuestro cuento, lo que sucede es que el baile siempre queda relegado a mañana, a “cuando acabe esto…”. Y así pasan los días.

Como mínimo, Cenicienta tiene una excusa, o dos. Las malvadas hermanastras la obligan y la maltratan. Una fuerza externa la presiona, somete y explota. Pero hoy las hermanastras somos nosotros mismos. Byung-Chul Han, en su célebre libro La sociedad del cansancio, nos advierte de que vivimos en una sociedad de gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones y laboratorios genéticos. Es decir, en la sociedad del rendimiento, del multitasking (multitarea). Y una de las características de esta sociedad es que el individuo se autoexplota con la coartada de la obligación. Tenemos a las hermanastras dentro, diciéndonos todo aquello que debemos hacer en una continua y excéntrica carrera en espiral. Porque hoy el único pecado es no hacer nada. Hasta los momentos de ocio o los periodos de vacaciones se han convertido en una conjunción inagotable de tareas que nos dejan más cansados que cuando empezamos.

Además, como señala el filósofo surcoreano, al no haber un explotador externo al que podamos enfrentarnos y oponernos con un rotundo ¡no!, la lucha resulta más complicada. Sin embargo, también es verdad que basta con querer para vencer a las dos hermanastras que nos tiranizan y desatar la magia del Hada Madrina que llevamos dentro.

Admitamos pues que nos rodea el afán de productividad, que quien más quien menos se deja seducir por esas insoportables apps que nos alertan de todo aquello que nos queda por hacer. O por las libretas preparadas para que podamos hacer listas que cumplir. O por libros que nos explican cómo hacerlo todo, cómo llegar a todas partes y que el tiempo nos cunda más. Pero llega el momento de abandonar esa locura, porque en el fondo, y paradójicamente, no hay nada menos productivo que el afán de productividad. Byung-Chul Han asegura que el multitasking nos conduce a un estado de atención superficial y debemos tener en cuenta que los logros de la humanidad se deben a una atención profunda y contemplativa. Así, también nuestros logros dependen de saber poner el foco y la atención en aquellas cosas importantes, en los bailes que merecen la pena. Y para ello vamos a atacar al enemigo con sus mismas armas y confeccionar una lista, pero inteligente, que nos sirva a nosotros y no que acabemos nosotros sirviéndola a ella. ¿Cómo?

El baile, en primer lugar. Hay que darle la vuelta a la lista. No dejar el baile para “cuando acabe todo esto”. Ocuparnos primero de lo fundamental, de nosotros mismos. Empezar el día dedicándonos a aquello que sabemos que nos hará bien. Imaginemos un tipo que tiene que escribir un artículo y antes de empezar, sin embargo, lee los correos pendientes, atiende las alertas de las redes sociales y contesta un par de whatsapps. ¿Resultado? Cansancio antes de empezar. Cenicienta bien puede ir al baile y dejar esas otras cosas que requieren menos brillantez para después.

Bien, ¿y qué hacemos con todo lo demás? Porque está claro que hay cosas que no podemos simplemente dejarlas de lado. ¿Cómo hacer entonces? Ayudará dividir el registro de tareas en tres grandes grupos.

Cosas que afrontar. Lo que tengamos que hacer, hagámoslo. Una vez hayamos ido al baile, no dejemos que esas otras cosas que volverán a aparecer tarde o temprano revoloteen por nuestra cabeza. Por ejemplo, una llamada incómoda que vamos postergando. ¡Son tres minutos! Pero si seguimos retrasándola, en lugar de 180 segundos llegará a durar seis meses en nuestra cabeza.

Cosas que organizar. No hace falta que carguemos con todo. Podemos delegar, pedir ayuda, repartir tareas, conseguir que ciertas cosas se realicen sin que recaigan en nosotros.

Cosas que no hacer. Seguro que en esta lista hay muchos elementos que realmente no son necesarios. Que se pueden eliminar directamente y, de esta manera, liberar espacio. Cada uno debe decidir cuáles. Pero es importante que nos demos cuenta de que en este punto radica la primera gran victoria personal para olvidarnos de la vorágine de la hiperactividad sin sentido. Renunciar a todo aquello que ni nos aporta ni es estrictamente necesario. Saber qué es lo que no hay que realizar es tan importante como ponerse manos a la obra con aquello que sí lo es.

Los grandes bailarines no son geniales por su técnica. Son geniales por su pasión” Martha Graham

Una vez hemos conseguido dejar de correr en esa espiral del día a día fruto de esta sociedad de la multitarea, es el momento de empezar a bailar. Y lo más importante es descubrir cuál es nuestra música. Qué nos hace felices. Qué es lo que realmente nos importa. Sir Ken Robinson lo llama el elemento, y nos asegura que “descubrir el elemento es recuperar capacidades sorprendentes en nuestro interior, y desarrollarlo dará un giro radical no solo al entorno laboral, sino también a las relaciones y, en definitiva, a la vida”. La buena noticia es que todos estamos invitados a un baile en el que seremos protagonistas. Algunos lo conocen ya y solamente deberán mantener a raya a las dos hermanastras. Otros, por el contrario, aún no lo han descubierto y deberán mirar en su interior, porque allí está, esperando a que lo saquen a bailar. Si la respuesta a estas tres preguntas es afirmativa, es que ya lo hemos encontrado:

¿Tenemos ganas de bailar? Si no nos da pereza, si siempre que pensamos en ello nos crece un hormigueo, si cuando estamos desarrollando esa actividad, aunque no sea todas las veces que quisiéramos, lo afrontamos con ganas y dedicación. Si la contestación es sí, atentos, porque puede ser que este sea nuestro elemento. El baile que nos está esperando.

¿Se detiene el tiempo? A pesar de las advertencias del Hada Madrina, Cenicienta está tan encantada en el baile que pierde la percepción del tiempo. Le dan las doce de la noche sin que se dé ni cuenta. Solo las campanadas del reloj la pueden sacar del estado de flow en el que ha caído, el verdadero hechizo cotidiano, y que se caracteriza porque enfocamos nuestra energía y sentimos una implicación total en la tarea, tal como lo definió Mihály Csíkszentmihályi en 1975. Si aquí la respuesta es que sí, seguro que ese es el baile que andamos buscando.

¿Se activará la magia? La magia no es otra cosa que la pasión. Y la pasión es el motor de la grandeza, la autorrealización y la maestría. Si descubrimos aquello que nos apasiona, seremos capaces de focalizar nuestra energía en ello y descubrir que Platón estaba en lo cierto cuando afirmaba que “todas las cosas serán producidas en superior cantidad y calidad, y con mayor facilidad, cuando cada hombre trabaje en una sola ocupación, de acuerdo con sus dones naturales, y en el momento adecuado, sin inmiscuirse en nada más”

http://elpais.com/elpais/2015/03/27/eps/1427474949_926013.html

viernes, 7 de junio de 2013

El Principito, Valentín Fuster y su libro, "El círculo de la motivación".

Es una cuestión de disciplina —me decía más tarde el Principito—.
Cuando por la mañana uno termina de arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta.
Hay que dedicarse regularmente a arrancar los baobabs, cuando se les distingue de los rosales, a los cuales se parecen mucho cuando son pequeñitos.
Es un trabajo muy fastidioso pero muy fácil.

«Solo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos»

«Te haces responsable para siempre de lo que has domesticado»

«El tiempo que perdiste con tu rosa hace que tu rosa sea tan importante»

«Esta es la caja. El cordero que quieres está dentro». Imaginación es lo que se necesita para ver lo que hay dentro, la caja es una alusión a la imaginación que los adultos ya no suelen usar.

Los baobabs: son los problemas, hay que solucionarlos antes que sean demasiado complicados, es la moraleja que nos deja el autor, cuando nos alerta: «¡Niños, atención a los baobabs!». Los niños somos nosotros. Hay que tener disciplina, cuidado, estar atento siempre para diferenciar lo bueno de lo malo y actuar en consecuencia.

Los volcanes: tareas comunes del día a día, no son un problema como los baobabs, son simplemente cosas que hay que hacer para que todo vaya bien, y hay que hacerlo aunque no nos guste, aquí se vuelve a hacer hincapié en la disciplina.

El zorro personaje medular de la historia, quien le hace ver al principito la esencia, pero también las dificultades y costos de la amistad.

XI

El segundo planeta estaba habitado por un vanidoso:

-¡Ah! ¡Ah! ¡Un admirador viene a visitarme! -Gritó el vanidoso al divisar a lo lejos al principito.

Para los vanidosos todos los demás hombres son admiradores.
-¡Buenos días! -dijo el principito-. ¡Qué sombrero tan raro tiene!
-Es para saludar a los que me aclaman -respondió el vanidoso. Desgraciadamente nunca pasa nadie por aquí.
-¿Ah, sí? -preguntó sin comprender el principito.
-Golpea tus manos una contra otra -le aconsejó el vanidoso.
El principito aplaudió y el vanidoso le saludó modestamente levantando el sombrero.

"Esto parece más divertido que la visita al rey", se dijo para sí el principito, que continuó aplaudiendo mientras el vanidoso volvía a saludarle quitándose el sombrero.

A los cinco minutos el principito se cansó con la monotonía de aquel juego.

-¿Qué hay que hacer para que el sombrero se caiga? -preguntó el principito.

Pero el vanidoso no le oyó. Los vanidosos sólo oyen las alabanzas.

-¿Tú me admiras mucho, verdad? -preguntó el vanidoso al principito.

-¿Qué significa admirar?

-Admirar significa reconocer que yo soy el hombre más bello, el mejor vestido, el más rico y el más inteligente del planeta.
-¡Si tú estás solo en tu planeta!
-¡Hazme ese favor, admírame de todas maneras!
-¡Bueno! Te admiro -dijo el principito encogiéndose de hombros-, pero ¿para qué te sirve?
Y el principito se marchó.

"Decididamente, las personas mayores son muy extrañas", se decía para sí el principito durante su viaje.
Antoine de Saint-Exupéry, El Principito
Leer aquí El Principito

Una introducción al libro de Fuster aquí.

jueves, 29 de marzo de 2012

Motivación en tiempos de crisis

Algunas empresas refuerzan el compromiso de su plantilla.
El reconocimiento es el motor de la satisfacción en el trabajo.

Buen ambiente, sueldo y realización personal mueven la satisfacción laboral del español.
El 97% de los empleados creen que la felicidad les hace más productivos.

Honestidad y transparencia. Esos son los principios que tienen que reinar entre los directivos que gestionan unas plantillas en las que se ha instalado el miedo a las consecuencias de la crisis, a la pérdida de puestos de trabajo que está acarreando el descenso de las ventas y de los beneficios de las empresas españolas en que trabajan, según Euprepio Padula, fundador de Padula & Partners. Así es como se acaba con la cultura del presentismo y la desmotivación de los equipos, que actualmente campan a sus anchas en las organizaciones.
Aunque los dirigentes de las compañías sepan que la motivación es una corriente interior de cada persona, también son conscientes de que poner las bases para incentivarla corre de su cuenta. Y hay empresas que se mueven en esta dirección, que pretenden que sus trabajadores tengan buenas relaciones entre ellos y sean reconocidos, los motores de la satisfacción en el trabajo, tal y como se desprende del estudio realizado por el Instituto Coca-Cola de la Felicidad. Su presidente, Carlos Chaguaceda, explica que promover la motivación de los equipos no es una acción altruista por parte de las empresas, sino una fórmula para elevar su productividad y su orgullo de pertenencia, que, en definitiva, redundan en un mejor funcionamiento de la compañía. Conforme a dicho estudio, el 76,5% de las personas que se consideran muy felices creen buena la empresa en la que trabajan, mientras que solo lo hacen el 54,8% de los poco felices.
Adecco es otra de las multinacionales que está trabajando sobre la felicidad de sus trabajadores. Algo que se consigue con un buen ambiente laboral, un sueldo razonable y realización personal, según reflejan los resultados de una encuesta que ha realizado entre 1.800 trabajadores españoles; el 97% de los cuales creen que de la motivación se deriva mayor productividad. Los horarios y el desarrollo de las habilidades personales le siguen en la lista de prioridades de los empleados para estar contentos en el trabajo... Leer más en El País.