La imagen de un niño o niña con altas capacidades suele estar distorsionada, ya que a menudo se suele asociar al alto rendimiento escolar y a una adecuada adaptación al sistema social y educativo. Sin embargo, según la última estadística al respecto del curso 2019-2020 del Ministerio de Educación y Formación Profesional, tan solo el 0,47% del total de la población española en edad escolar tiene descubiertas sus altas capacidades, y el 50% de ellos fracasa en los estudios. “Estamos muy lejos de detectar a la mayoría de niños más capaces, con la consiguiente repercusión que supone para un país desperdiciar ese potencial. De hecho, incluso, suelen ser objeto de acoso escolar de forma habitual, como todos los menores que se diferencian por algo”, explica Rosa María Espada, vicepresidenta de la Asociación de Altas Capacidades y Talentos de Arroyomolinos (AACT).
Descubrir la realidad sobre los menores con altas capacidades pasa por dejar mitos atrás y entender cuestiones como, según explica esta experta, que no son buenos en todo y se pueden desmotivar si no se atienden sus necesidades específicas: “Como en el caso de sus intereses, que suelen diferir con los temas tratados en el aula. Tampoco son siempre los más populares del colegio”. Estos niños precisan una atención individualizada y una adaptación curricular por parte de los docentes: “Si el único parámetro que se utiliza para detectar a estos niños es el del rendimiento escolar, gran parte de ellos quedan sin identificar y acaban por creer que no valen ni tienen cabida en el sistema educativo”, explica Espada. Otro mito que suele acompañar a los niños con altas capacidades es que pertenecen a una alta clase social. Sin embargo, según argumenta, no se trata de algo que influya, excepto si el menor tiene limitaciones económicas que le impidan acceder a actividades que le motiven: “Por ello, es importante que tengan acceso a becas y a actividades, independientemente de su estatus económico”, expresa la experta.
En principio, los padres de un niño al que le detectan altas capacidades se pueden sentir desconcertados y asustados. “Nuestro hijo no era como los de nuestros amigos o los compañeros del colegio. Cuando llegas a este punto, te sientes solo. No lo puedes hablar con cualquiera, porque cuando lo comentas la gente tiene la misma idea sobre el tema que tú cuando empezaste y no se parece en nada a la realidad”, describe Lidia Muñoz, madre de Simón, un niño con altas capacidades de 11 años. Ella aclara que se trata de algo para toda la vida y que conviene acompañar al menor con paciencia, flexibilidad y acudir a una asociación que trabaje en esta cuestión.
“Poder escuchar a alguien que ya ha pasado por esta experiencia es catártico. Descubrir que tu hijo no tiene por qué ser ingeniero o hablar seis idiomas ayuda a rebajar las expectativas y entender que se trata de alguien que piensa más rápido, siente más intensamente el mundo y percibe lo que otros no”, relata Muñoz. La crianza es un reto: “Quizás suspenda, repita algún curso, le cueste encontrar amigos o se sienta diferente a sus iguales. Puede que se dedique a ser titiritero y será perfecto. Lo importante es que haga lo que le apasiona y encuentre su camino”. Esta madre recalca también la importancia de tener en cuenta que se trata de niños, independientemente de sus capacidades: “Puede parecer que tienen más edad de la real por cómo hablan o razonan y, al segundo siguiente, actuar como si tuvieran menos años, pero necesitan lo mismo que el resto, unos padres que les quieran, escuchen, apoyen y jueguen con ellos”.
Perfil psicológico de la alta capacidad
“Nacen con un gran potencial intelectual y varía según el uso que se le da, dependiendo del entorno, la situación de vida individual o la educación. También existe un componente genético y los hermanos o padres suelen tener también altas capacidades”, indica por su parte la pedagoga Maite Garnica, experta en diagnóstico e intervención en altas capacidades y directora de CES Superdotados. Garnica recomienda que cuando los padres sospechen que su hijo puede tener ese potencial intelectual, deberían solicitar una valoración a través del centro educativo o de un gabinete especializado para establecer una atención individualizada: “En este sentido, cada comunidad autónoma tiene su propia legislación al respecto”. Por ejemplo, según informa la pedagoga, la Comunidad de Madrid cuenta con un programa específico para este tipo de alumnos a los que, para formar parte de él, requieren un perfil homogéneo, que incluya la alta creatividad y facilidad para mantener la atención sostenida en el aula.
Una vez que se confirma la alta capacidad, esta especialista hace varias recomendaciones para los progenitores, entre ellas:
-Potenciar la curiosidad y ganas de saber del niño a través de actividades de ocio que le motiven especialmente.
-Acompañarle y comprenderle en la gestión de las injusticias, de los miedos realistas que tiene y en la baja tolerancia ante el error que suele presentar.
-Acoger su hipersensibilidad como una forma de percibir y sentir positiva, enseñándole a desarrollar recursos que le ayuden a gestionarlo.
-Hablarle sobre temas intelectuales como a un niño de mayor edad, pero entendiendo que en cuanto a
cuestiones emocionales siente como otro niño de su edad.
-Estar pendientes de su desarrollo en cada área de la vida, como la social, por si en algún momento requiere ayuda más específica.