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miércoles, 22 de marzo de 2023

Así es como Finlandia enseña a los chicos a detectar la desinformación.

La alfabetización mediática es parte del plan de estudios nacional desde preescolar. Los estudiantes del país nórdico son de los más resilientes contra la desinformación en Europa.

Una lección habitual que Saara Martikka, una maestra en Hämeenlinna, Finlandia, enseña a sus alumnos consiste en lo siguiente: muestra artículos noticiosos a los estudiantes de octavo grado y juntos, discuten: ¿Cuál es el propósito del artículo? ¿Cómo y cuándo se escribió? ¿Cuáles son las afirmaciones centrales del autor?

“Solo porque es algo bueno o algo agradable no significa que sea verdad o sea válido”, dijo Martikk. En una clase el mes pasado, les mostró a los estudiantes tres vídeos de TikTok y debatieron las motivaciones de los creadores y el efecto que los vídeos tuvieron en ellos.

Su meta, como la de otros docentes en Finlandia, es ayudar a los estudiantes a aprender a identificar la información falsa.

Finlandia se ubicó en el primer lugar de entre 41 países europeos en resiliencia contra la desinformación por quinta vez consecutiva en una encuesta publicada en octubre por el Open Society Institute en Sofía, Bulgaria. Las autoridades afirman que el éxito de Finlandia no es solo el resultado de su sistema educativo sólido, que es uno de los mejores en el mundo, sino que también se debe a un esfuerzo concertado para enseñar a estudiantes sobre noticias falsas. La alfabetización de medios es parte del plan de estudios nacional que comienza desde preescolar.

“Sin importar lo que el maestro esté enseñando, ya sea educación física, matemáticas o lengua, tienes que pensar: ‘Bueno, ¿cómo incorporo estos elementos en mi trabajo con niños y personas jóvenes?’”, dijo Leo Pekkala, director del Instituto Nacional Audiovisual de Finlandia, que supervisa la educación en medios.

Después de Finlandia, los países europeos que obtuvieron las mayores puntuaciones en resiliencia a la desinformación en la encuesta de Open Society Institute fueron Noruega, Dinamarca, Estonia, Irlanda y Suecia. Los países más vulnerables a la desinformación fueron Georgia, Macedonia del Norte, Kosovo, Bosnia y Herzegovina, así como Albania. Los resultados de la encuesta se calcularon con base en calificaciones por libertad de prensa, nivel de confianza en la sociedad y notas en lectura, ciencia y matemáticas.

Estados Unidos no fue incluido en la encuesta, pero otros sondeos muestran que la información engañosa y la desinformación se han vuelto más frecuentes desde 2016 y que la confianza de los estadounidenses en los medios de comunicación está cerca de su punto más bajo. Una encuesta de Gallup, publicada en octubre, descubrió que solo el 34 por ciento de los estadounidenses confiaban en que los medios masivos reportan las noticias completas, de manera precisa y justa, un porcentaje un poco más alto que la cifra más baja registrada por la organización, en 2016. En Finlandia, el 76 por ciento de los habitantes consideran a los periódicos impresos y digitales como confiables, según una encuesta de agosto realizada por IRO Research, una compañía de investigación de mercado, y encargada por un grupo comercial que representa a periódicos finlandeses.

Finlandia tiene ventajas para contrarrestar la desinformación. Su sistema de escuelas públicas se encuentra entre los mejores del mundo. La educación universitaria es gratuita. Hay una gran confianza en el gobierno y Finlandia fue uno de los países europeos menos afectados por la pandemia. Los maestros son figuras muy respetadas.

Los estudiantes vieron vídeos de TikTok como parte de un ejercicio sobre noticias falsas. Credit... Vesa Laitinen para The New York Times

Además de eso, el finés es hablado por alrededor de 5,4 millones de personas. Pekkala señaló que los artículos que contienen falsedades que son escritos por hablantes no nativos pueden, en ocasiones, ser identificados con facilidad debido a errores gramaticales o de sintaxis.

Aunque a los maestros en Finlandia se les exige que enseñen alfabetización de medios, tienen mucha discreción sobre cómo llevar a cabo las lecciones. Martikka, la maestra de secundaria, comentó que les encargaban a los estudiantes que editaran sus propios videos y fotografías para que vieran lo fácil que era manipular la información. Una maestra en Helsinki, Anna Airas, afirma que ella y sus estudiantes buscaron términos como “vacunación” y discutieron cómo funcionaban los algoritmos de búsqueda y por qué los primeros resultados podrían no siempre ser los más confiables. Otros docentes también aseguraron que en los últimos meses, en el contexto de la guerra en Ucrania, usaron sitios informativos rusos y memes como base para la discusión sobre los efectos de la propaganda financiada por el Estado.

Finlandia, que comparte una frontera de alrededor de 1300 kilómetros con Rusia, desarrolló sus objetivos nacionales para educación de medios en 2013 y aceleró su campaña para enseñar a los estudiantes a detectar desinformación en los años siguientes. Päivi Leppänen, una coordinadora de proyecto en la Agencia Nacional para la Educación de Finlandia, una institución gubernamental, aseveró que la amenaza de desinformación rusa en temas como la intención de Finlandia de unirse a la OTAN “no ha cambiado los fundamentos de lo que hacemos, pero nos ha demostrado que este es el momento para el cual nos hemos estado preparando”.

Aunque los adolescentes de la actualidad han crecido con las redes sociales, eso no significa que sepan cómo identificar y protegerse ante vídeos manipulados de políticos o artículos informativos en TikTok. De hecho, un estudio publicado el año pasado en el British Journal of Developmental Psychology encontró que la adolescencia podría ser el momento en el que más se cree en teorías de conspiración. Los autores del estudio anotaron que un factor que contribuye a ello podrían ser las redes sociales, con su influencia sobre las creencias de la gente joven acerca del mundo.

Aun así, el gobierno finlandés señala que los estudiantes son uno de los grupos más fáciles de concienzar. Pekkala aseguró que, ahora que hay programas en marcha dirigidos a los jóvenes, el gobierno utiliza las bibliotecas como centros para enseñar a las personas de mayor edad a identificar información en línea que tiene la intención de engañar.

Martikka y sus alumnos. La alfabetización mediática se enseña en Finlandia desde el preescolarCredit...Vesa Laitinen para The New York Times

Para maestros de cualquier grupo etario, crear lecciones efectivas puede ser un reto. “Es mucho más fácil hablar de literatura, que hemos estado estudiando durante cientos de años”, dijo Mari Uusitalo, una maestra de secundaria y bachillerato en Helsinki.

Ella comienza con lo básico, enseñando a los estudiantes la diferencia entre lo que ven en Instagram y TikTok y lo que leen en los periódicos finlandeses. “Realmente no pueden entender las noticias falsas o la información errónea ni nada si no entienden la relación entre las redes sociales y el periodismo”, dijo.

En los 16 años de Uusitalo como maestra, ha notado una clara disminución en las habilidades de comprensión de lectura, una tendencia que atribuye a que los estudiantes pasan menos tiempo con los libros y más con los juegos y viendo vídeos. Con destrezas de lectura más deficientes y lapsos de atención más cortos, los estudiantes son más vulnerables a creer en noticias falsas o no tener suficiente conocimiento sobre los temas para identificar información engañosa o incorrecta, dijo.

Cuando sus estudiantes hablaban este verano sobre vídeos filtrados que mostraban a la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, bailando y cantando en una fiesta, Uusitalo moderó una discusión sobre cómo las noticias pueden originarse a partir de vídeos que circulan en las redes sociales. Algunos de sus estudiantes habían creído que Marin estaba consumiendo drogas en la fiesta después de ver vídeos en TikTok y Twitter que insinuaban eso. Marin lo negó y más tarde, una prueba de consumo de drogas resultó negativa.

Uusitalo dijo que su meta era enseñar a los estudiantes métodos que pudieran usar para distinguir entre la verdad y la ficción. “No puedo hacer que piensen como yo”, dijo. “Solo tengo que darles las herramientas para que formen sus propias opiniones”.

Jenny Gross es reportera de asignaciones generales. Antes de unirse al Times, cubrió política británica para The Wall Street Journal. @-jgggross

jueves, 15 de diciembre de 2022

¿Por qué no avanza en las encuestas el Gobierno de Pedro Sánchez si lo está haciendo bien?

Publicado en Público el 6 de octubre de 2022

Prácticamente todas las encuestas que se vienen realizando ponen de manifiesto la misma paradoja: a la gran mayoría de los españoles les parece que las medidas que toma el gobierno son positivas o muy positivas, pero los partidos que lo sostienen pierden intención de voto y todo apunta a que la derecha ganará las próximas elecciones generales.

El diario El País, por ejemplo, informaba hace unos días de que medidas que han sido tan criticadas en los medios como el tope al precio del gas y la rebaja del IVA en la factura de luz, las bonificaciones a los carburantes o el impuesto a los beneficios extraordinarios de las energéticas son apoyadas por el 76%, 75% y 66% de los españoles, respectivamente. Y un apoyo semejante o incluso mayor reciben otras más sociales, como las ayudas directas a familias con rentas bajas y la suspensión de los desahucios a los más vulnerables (74%), o los descuentos en los abonos del transporte público (82%).

Al mismo tiempo, sin embargo, en el mismo barómetro se ponía de relieve que ese apoyo no iba acompañado de un aumento en las expectativas de voto del PSOE y Unidas Podemos, sino más bien de todo lo contrario.

Yo no soy experto en este tipo de cuestiones y estoy seguro, además, de que esta paradoja, como casi todas las que tienen que ver con la vida social, tendrá una explicación compleja y no muy fácil de descubrir. Pero, quizá por eso, creo que vale la pena contribuir a la reflexión sobre algo aparentemente tan contradictorio y de lo que depende el futuro material y el bienestar de millones de compatriotas.

En nuestro país, como en casi todo el mundo, el sistema de comunicación social está en manos de empresas dominadas por los grandes capitales. No hay ni un solo medio, ni una televisión o radio privadas de mediano o gran alcance, que no sean propiedad o no respondan a intereses de los bancos, grandes empresas, fondos de inversión o Iglesia Católica. Ni uno solo. Y, además de ello, el gobierno de Sánchez, siguiendo la estela que dejó el de Zapatero en su día, no solo renunció a convertir a la televisión pública en un medio de información plural e independiente, sino que se lo ha entregado a la derecha.

En España se ha dado un caso verdaderamente singular y yo me atrevería a decir que histórico: el gobierno permite que la televisión pública desinforme, manipule los contenidos informativos y hasta mienta, para presentar las noticias del modo que más daño pueda hacer a la mayoría parlamentaria que lo sostiene democráticamente.

No es una opinión, es un hecho que se ha podido comprobar fácilmente viendo día a día los telediarios y las tertulias de RTVE y que vienen denunciando sindicatos y profesionales independientes.

Esa es la cuestión. A mí me parece imposible que la gestión que haga el gobierno se metabolice correctamente por la opinión pública y que esta preste suficiente apoyo electoral a los partidos que lo sostienen sin correcta información sobre lo que verdaderamente hace, sin deliberación democrática sobre sus medidas y cuando toda su acción se presenta en los medios constantemente desdibujada y vinculada a los peores desastres por una legión de periodistas y tertulianos al servicio de sus adversarios políticos. Y máxime, en un país como el nuestro, en el que la derecha política es extremadamente nacionalista y cree que solo ella es España, poque no somos «españoles de bien», o ni siquiera españoles, quienes pensamos o sentimos de modo diferente. La derecha española está convencida de que la izquierda es enemiga y no tiene derecho a gobernar y que, por tanto, es legítimo y necesario hacer cualquier cosa para evitar que lo haga. Y eso es lo que se traduce constantemente en la información mentirosa y malintencionada que emiten los medios privados y la televisión pública.

Pero no acaba ahí la cosa.
Lógicamente, no se puede esperar que la derecha ponga sus mediadores al servicio de un gobierno progresista; o que los bancos, grandes empresas y fondos de inversión permitan que en los medios de su propiedad expongan sus ideas las personas que defienden un reparto más equitativo de su riqueza y poder.

Por tanto, si los partidos políticos que gobiernan y tratan de sacar adelante medidas que vayan contra esos intereses dominantes quieren que la gente sepa con realismo lo que están haciendo, es imprescindible que dispongan de sus propios medios y mediadores.

Y el problema es que, incomprensiblemente, han renunciado a ellos.

Sin medios de comunicación, sin promover televisiones o radios ciudadanas que pudieran presentar la información, no ya de un modo favorable al gobierno, sino al menos más plural, es imposible que se pueda generalizar el apoyo a los partidos que lo conforman, incluso a pesar de que la mayoría de la población considere como positivas las medidas que adopta.

Y los únicos mediadores que podrían lograr que la sociedad conozca de primera mano y fielmente lo que hacen en el gobierno los partidos de izquierdas y explicar sin manipulaciones ni mentiras la verdadera naturaleza de su gestión, son sus militantes, sus organizaciones de base y las personas que por sus conocimientos o posición social disponen de influencia intelectual y capacidad de diálogo con la sociedad.

Sin embargo, los partidos de izquierdas se han convertido en organizaciones cesaristas, sin apenas presencia efectiva en la sociedad y con una militancia que prácticamente se reduce a la nacida y educada al amparo de los aparatos, con el único fin de controlarlos para ocupar puestos retribuidos. Ni hay militancia dedicada a informar, explicar y difundir la acción del gobierno en la sociedad, ni los dirigentes de los partidos recurren al activismo social o a quienes podrían utilizar su influencia académica, profesional o social para dar apoyo, alcance y legitimación a las medidas que se van adoptando.

Aunque a la inmensa mayoría de la población, como señalan las encuestas, les parecen bien las medidas que adopta un gobierno progresista lo que ocurre es que, prácticamente en el mismo momento en que se han tomado, una legión de periodistas y comunicadores magníficamente bien pagados se dedica a desnaturalizarlas para asociar con el gobierno, no su contenido real, sino el monstruo de mil cabezas en que lo convierten a base de tergiversación y mentiras.

Y ese efecto se produce principal o más fuertemente, tal y como también revelan las encuestas, entre la población que más se beneficia de las medidas del gobierno. Como es lógico que ocurra, pues es a esa parte de la población hacia la que se dirige en mayor medida la mediación que diseña el poder económico y financiero y la derecha a su servicio. Justo la más desfavorecida y a la que ha dejado de hablar, arropar, organizar y movilizar la izquierda que renuncia a sus organizaciones de base, al trabajo de militantes y simpatizantes y a la cooperación de la intelectualidad progresista y del activismo social.

El gobierno gestiona y lo hace bien pero quienes median entre él y la sociedad para informar de las medidas que toma y de sus efectos son sus adversarios políticos. ¿A quién puede extrañar, entonces, que no gane apoyo electoral por muy bien que lo haga? 

lunes, 25 de febrero de 2019

Paparruchas de uno u otro signo. ¿Qué haríamos sin los profesionales que nos defienden de las influencias malignas?

Rafael Poch


A sus 33 años, Claas Relotius era un periodista estrella que acumulaba una decena de premios en Alemania,
la mayoría de ellos por artículos publicados por el semanario Der Spiegel. Entre ellos aquella sobrecogedora historia de los dos hermanitos sirios secuestrados y torturados por el Estado Islámico que luego fueron formados para ser bombas humanas.

“En sus artículos las grandes líneas de la historia contemporánea se hacen claras, de repente todo aparece como algo absoluta y humanamente comprensible”, dijo del periodista el redactor jefe de Der Spiegel, Ullrich Fichter.
Lástima que todo fuera inventado: los artículos de Relotius eran ficción,
siempre en buena sintonía con las versiones dominantes en el mercado informativo, pero paparruchas al fin y al cabo: 55 artículos “completa o parcialmente” inventados entre los publicados por Der Spiegel.

En realidad, el “prestigioso semanario” (agencia EFE dixit), siempre ha publicado paparruchas. A principios de los ochenta efectué un vaciado de las noticias que Der Spiegel había publicado en las tres décadas anteriores sobre la Unión Soviética y una gran parte del material resultante reunía una dosis considerable de burda fantasía. Desde siempre esa publicación ha sido uno de los altavoces preferentes de la propaganda de la guerra fría en Alemania, vía filtraciones de las agencias occidentales de inteligencia. Naturalmente, lo mismo ocurría en el mucho mas soporífero informe de la prensa soviética. La diferencia era que en la URSS muy pocos daban crédito a lo que se publicaba (la ventaja de una mayor miseria impresa era que enseñaba a leer periódicos) mientras que en Alemania lo que decía el “prestigioso semanario” era objeto de devoción.

Grandes profesionales
Lo mismo ocurría con las crónicas de los corresponsales anglosajones en Moscú en los años noventa. Tras su paso por Moscú, uno de ellos llegó a dirigir el New York Times, su colega del Washington Post, también galardonado con el Pulitzer, sería después director del New Yorker… periodistas de peso. Por aquella época vivían en Moscú unos cuantos norteamericanos asilvestrados que capitaneados por un tal Mark Ames, fundaron un semanario en inglés que se llamaba The eXile. Cada semana se dedicaban a leer con lupa las crónicas de los dioses del New York Times, Washington Post, Independent. Financial Times y demás, en las que detectaban enormes cantidades de descarados plagios y fusiladas de la prensa rusa que se hacían pasar por riguroso informe propio. The eXile lo hacía con un desparpajo y un rigor admirables. La desacralización de aquellos medios y aquellos “grandes profesionales” fue rotunda.

Lo que ahora se llama “fake news” el diccionario de la Real Academia lo define como “paparrucha (“Noticia falsa y desatinada de un suceso, esparcida entre el vulgo”). Los periodistas, por lo menos una buena parte de ellos, son, desde siempre, esparcidores de paparruchas. Los hay de diversas categorías, pero los más cualificados son los militantes de causas poderosamente establecidas y apadrinadas. Véase por ejemplo, el caso de la angelical red documentalmente destapada en noviembre y diciembre por “Anonymous” llamada “Integrity initiative”, un escándalo que ha sido tan profusamente divulgado por la propaganda rusa como silenciado por los medios occidentales.

Contra la influencia perniciosa
“Defending Democracy Against Disinformation”, se define esta virtuosa Ong. Dirigida por dos tipos vinculados a los servicios secretos británicos, Daniel Lafayeedney y Christopher Donnelly, creada desde el gobierno de su majestad y con antenas en las embajadas del Reino Unido en muchos países, la “Integrity Initiative” (II) es financiada por el gobierno británico, la OTAN, el Departamento de Estado, el ministerio de defensa de Lituania y Facebook, según los documentos filtrados que nadie ha desmentido. Dedicada a “contrarrestar la desinformación y maligna influencia de Rusia en Europa”, la II se dedica a realizar operaciones de propaganda en países europeos. En muchos de ellos la organización dispone de “equipos” de periodistas y académicos, militantes de la defensa de occidente. Cada equipo tiene un líder y también, lo que parece un contacto en la respectiva embajada británica del país en cuestión. En Alemania, por ejemplo, los documentos dan cuenta de catorce miembros del “equipo” local, periodistas de medios como Tagespiegel, Die Zeit, Die Welt o el Berliner Zeitung. En el Reino Unido la II animó una campaña, otra más, contra Jeremy Corbin, presentándole algo así como el “tonto útil” de los rusos en la isla. ¿Y en España?

Superlópez al rescate
Los documentos de Anonymous relatan la operación realizada el pasado 7 de junio por los superlópez locales para impedir el nombramiento del Coronel Pedro Baños al frente de la Dirección de Seguridad Nacional. La Wikipedia explica así el asunto:

“El 7 de junio de 2018 se anunció que asumiría la Dirección de Seguridad Nacional de España con la responsabilidad del secreto de las comunicaciones del Gobierno, la coordinación de los consejos de Seguridad Nacional, Seguridad Marítima y Ciberseguridad, además de las gestiones de crisis migratorias y energéticas. 5​6​ Días después trascendió que finalmente el Presidente de Gobierno Pedro Sánchez optaba por el General Miguel Ángel Ballesteros para el puesto”.

Un documento de la “Integrity Initiative”, explica así la secuencia: A mediodía del 7 de junio, el “equipo español”, liderado por un tal “Nico de Pedro”, que resulta ser “investigador principal del CIDOB”, el principal centro de relaciones internacionales de Barcelona, y “responsable del programa sobre Rusia”, así como por otros dos miembros, Borja Lasheras y Quique Badía-Masoni, “se entera de que el conocido pro Kremlin Pedro Baños está apunto de ser nombrado director del departamento de seguridad nacional que trabaja estrechamente con la oficina del presidente del gobierno y que es muy influyente en la organización de la política”. “A las 14:00 el líder del equipo español alerta a otros miembros del equipo y prepara un dossier para informar a los principales medios españoles. El equipo inicia una campaña en Twitter para intentar impedir el nombramiento”.

“15:45 : el líder del equipo español alerta al equipo británico de II que activa la red de II para generar apoyo internacional para la campaña de Twitter. El equipo británico crea un grupo de WhatsApp para coordinar la respuesta de Twitter, hacerse contactos en Twitter para concienciar y hacer que la gente retwitee el material. Publica el material de Nico de Pedro en la web española stopFake´s que fue retuiteada también por influencers clave. El equipo envía material a El País y El Mundo para publicar y alerta a contactos en las embajadas del Reino Unido y Francia.

“Resultado: para las 19.45 el equipo español informa de que la campaña ha creado un ruido significativo en Twitter. Contactos en el Partido Socialista confirman que el Presidente del gobierno ha recibido el mensaje. Algunos diplomáticos también expresan preocupación. Finalmente, tanto el Partido Popular como Ciudadanos piden al Presidente del gobierno que pare el nombramiento”.

Los nombres de algunos de estos superlópez a sueldo de la OTAN ya habían sido divulgados con motivo de otro encargo militante, este a cargo de la Ong del magnate George Soros: confeccionar una lista de periodistas “prorusos” durante la crisis de Ucrania. Pero estas cutres actividades remuneradas, de las que solo trasciende una pequeña parte, no son lo más corriente. Lo mayoritario es divulgar paparruchas por conformismo, por efecto de lo que llamo “el efecto rebaño” (el concepto gringo correspondiente es “mainstream”): dejarse llevar por la corriente en la que están las empresas mediáticas, editoriales y sabidurías convencionales de importación y a la que mucho informador conformista y sin criterio se suma, normalmente sin cobrar e incluso creyendo que defiende derechos humanos.

En este muestrario, el caso del periodista Relotius resulta hasta simpático. Él no participaba en campañas, por dinero, ni por convicción, ni por una mezcla de ambas cosas, o por ñoñez y tontuna vaciedad.
Relotius embellecía con habilidad una realidad imaginaria y le sacaba partido. 
No era un mercenario, ni un agitador, sino un creador de la paparrucha.
En el mundo del periodismo real, sus premios hay que considerarlos genuinos y bien merecidos.

(Publicado en Ctxt)

miércoles, 2 de mayo de 2018

“Existe una verdad periodística” Soledad Gallego-Díaz defiende el oficio como principal soporte de la democracia.


Soledad Gallego-Díaz (Madrid, 1951) se dio ayer cuenta de que lleva muchos años en el oficio y de que ha tenido “mucha suerte” al trabajar en lo que le gusta. Convencida de que el periodismo tiene “una función social imprescindible para las democracias avanzadas”, defiende a capa y espada la “verdad periodística”. “El periodismo trata de hechos, no de opiniones. Consiste en contar hechos y a partir de ahí formular opiniones. Los hechos tienen una verdad demostrable y no existen verdades alternativas ni hechos alternativos”. En un momento en el que proliferan los bulos y las mentiras fabricadas para moldear las opiniones, Gallego-Díaz sostiene que nada desprestigia más el oficio que la oleada de noticias falsas y considera que la manera de luchar contra este fenómeno es “el periodismo independiente”. Contraria a legislar contra las fake news, aboga por la transparencia para saber de dónde salen, quiénes las financian y cómo se distribuyen.

“Estamos”, dice, “en un momento muy interesante. Hoy existen grandes posibilidades gracias a los medios técnicos, pero estos medios entrañan una serie de peligros”. Y uno de esos riesgos es confundir el periodismo con la comunicación. “El periodismo exige cumplir una serie de reglas. Es quizá menos brillante que la comunicación pero es más importante para el desarrollo de la democracia”. Después de años de crisis, en los que los reporteros han contado lo mal que vivía la gente, cree que ha llegado el momento de contar cómo viven “los superricos”.

Vinculada a EL PAÍS, durante casi cuatro décadas, Gallego-Díaz ha sido corresponsal en Bruselas, París, Londres, Buenos Aires y Nueva York, además de Defensora del lector. Actualmente escribe un artículo semanal, es analista de la cadena SER y socia de Ctxt. Sus inicios profesionales discurrieron en la agencia Pyresa y ayer quiso rendir homenaje a aquellos profesionales, “extraordinariamente valientes”, que en países como México o Guatemala se juegan la vida por contar “las cosas que pasan” en circunstancias difíciles. Del trabajo del que se siente más orgullosa, con el que más ha disfrutado y en el que más pasión ha volcado es el de la construcción europea. “La UE es un proyecto decisivo. Ha cometido errores y a veces tiene atracones de ideología que le producen enfermedades, pero es el mecanismo más inteligente para hacer frente al futuro”.

https://elpais.com/elpais/2018/04/03/opinion/1522779450_614829.html