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martes, 31 de octubre de 2023

Tiempo varado, poemas a modo de Haiku

Tiempo varado.    

Vienen a continuación una serie de pequeños poemas a modo de haikus. 

    Digo a modo de haikus porque, en puridad, me temo que no pueden ser considerados como tales. Así es, si se entiende por haiku al tipo de poema original de ese nombre que ha de construirse con unas reglas que yo no he respetado en la mayoría de los que habitan en estas páginas. Por cierto, como me parece a mí que ocurre con la inmensa mayoría de sus creadores contemporáneos occidentales. 

     En el sentido más estricto, un haiku es un viejo poema japonés que empezó a escribirse en el siglo XIII con tres versos de cinco, siete y cinco sílabas y que debiera tener dos partes. Una primera ubica espacial o temporalmente al poema, y la segunda contiene una acción espontánea, simple y que impacta en quien lo lee como una especie de rayo inesperado. El purismo exigiría que el haiku contenga en esa primera parte un “kigo”, es decir, una referencia a la estación del año a la que se refiere el poema. De no llevarla, sería un muki y no un haiku. También habría de contener una escena cercana a lo cotidiano y una sensación, expresadas con estilo muy sencillo y directo, y todo ello compuesto con un corte gramatical o cesura. Si de ambas cosas carece, de kigo y de esta última cesura, y si además el poema habla de relación o convivencia entre personas, tampoco sería haiku en puridad, sino un senryū, su hermano rebelde, según se dice.  

      Me parece que fue Roland Barthes, en su libro El imperio de los signos, quien mejor, con más sencillez y luminosidad, ejemplificó lo que es un haiku: “El haiku reproduce el gesto indicativo del niño que muestra con el dedo alguna cosa, diciendo tan solo: ¡esto!, ¡mira allá!, ¡oh!, ¡ah!”. 

     Los poemas de esta pequeña obra quizá puedan llamarse generosamente haikus si se atiende a que están escritos siguiendo la simple regla de tener tres versos de cinco, siete y cinco sílabas (espero que bien contadas) y a que reflejan sentimientos o sensaciones sin demasiada complejidad, de la manera más simple posible y queriendo jugar siempre con cierto doble sentido, provocar la confusión y presentar con espontaneidad las heridas, sorpresas, risas, amores, quebrantos o lamentos que seguramente todas las personas -como el autor en este caso llevamos dentro. 

      He tardado mucho tiempo en completar esta colección de haikus (¿se me permite, entonces, que los llame así?) porque no los he podido escribir cuando me lo he propuesto. Decía José Hierro que la poesía se escribe cuando ella quiere y, al menos a mí, eso es lo que me ocurre. Los haikus que siguen han salido por su propia cuenta y riesgo, a cualquier hora, y algunos en los momentos en que menos podía yo pensar que se me iba a ocurrir escribir un verso. 

       Aunque parezca ordenada, en la secuencia con que los presento en estas páginas no hay orden ni concierto. Y tampoco hay siempre tras ellos -o sí, esa es la gracia- personas, espacios o momentos reales. A mí me ocurre lo que decía Graham Green que le pasa a todas las personas reales: estamos repletos de seres imaginarios. Aunque, al mismo tiempo, debo decir que cada haiku está donde ha querido estar y que yo lo he puesto donde ambos hemos convenido que es su sitio. Lo mismo que todos llevan consigo rostros, almas o situaciones reales, porque mis seres imaginarios también están repletos de personas reales. Aquí, cualquier verso puede ser, al mismo tiempo, lo que dice o parece, y lo contrario; tener detrás a alguien, o que ese alguien no sea nadie. 

        Es sabido que trasladar a versos los sentimientos es algo así como desnudarse en público. A mí eso me produce, por un lado, cierto pudor, pues imagino mirándome como un voyeur a quien, tras cada verso, tan sólo quiera ver lo que del mí real pueda haber. Aunque, por otro, me divierte imaginar las confusiones que ese afán por descubrir provocará, sin duda, en quien quiera ir más allá de lo que son siempre los versos, un sueño, una fantasía, la palabra que se dice y no se dijo o la que, dicha, cobra ahora otro sentido; un juego, la emoción y la magia que permite a cada cual ver en ellos lo que cada quien quiere ver. Según el sofista Gorgias, un engaño. Pero, cuidado. Un engaño, decía, en el que quien engaña es más honesto que quien no engaña, y quien se deja engañar más sabio que quien no se deja. 

          Casi todo lo que he hecho en mi vida (desde luego, lo más importante e incluso lo que más sacrificio, renuncias, dolor o coste me ha supuesto) lo he realizado siempre por amor, solamente por el gusto de hacerlo o por ambas cosas a la vez, es decir, sin tener más ambición que la de sentirme libre y feliz viviendo la experiencia que, en cada caso, conllevase mi elección. A mí, sin duda, me ha pasado lo que Jean Paul Sartre dijo (no me atrevería yo a decir si con acierto) que le ocurre a todos los seres humanos: he vivido condenado a ser libre. 

          Publicando modestamente estos versos modestos vuelvo de nuevo a perseguir simplemente ese placer de hacer algo sólo por el gusto de hacerlo. Si bien ahora, eso sí, desearía que semejante satisfacción fuese compartida y que, a quien los lea, le gusten estos haikus y los disfrute. Aunque simplemente sea por el mero hecho de leerlos, o quizá de leerme. 

Juan Torres López. 
Sevilla, octubre de 2023. 

domingo, 29 de octubre de 2023

_- El ex gurú económico de Podemos Juan Torres colabora ahora con el PSOE


 Iglesias, junto a Juan Torres, en la presentación de su documento...

El ex gurú económico de Podemos, el economista Juan Torres, ha pasado actualmente a colaborar con el PSOE, según confirma él mismo a EL MUNDO. El catedrático granadino fue el autor del primer documento económico de Podemos, léalo en PDF;pero se desligó posteriormente y ahora suministra las aportaciones que le solicita el secretario de Economía del PSOE, Manuel Escudero. «Sí, estoy colaborando con el PSOE, pero desde mi independencia», afirma Juan Torres.El economista aseguró que se trata de trabajos puntuales y que, por ejemplo, no ha participado en la reciente propuesta de Pedro Sánchez sobre pensiones, financiándolas con un nuevo impuesto a la banca. «No he participado en ella, pero esta iniciativa me parece valiente. Los que han recibido tanta ayuda en la crisis deben contribuir al problema de las pensiones». Torres lamenta la reacción de Podemos acusando a Sánchez de «copiar» su propuesta de mayor tributación bancaria. «Si ha habido copia, deberían estar satisfechos de eso, no quejarse», lamenta. Asegura que, aunque participa en charlas o seminarios a los que es invitado, ya no hace aportaciones ni remite documentos a Podemos.Torres saltó a la palestra cuando firmó con Vicenç Navarro en 2014 el documento llamado servir de base del programa económico de Podemos. Pablo Iglesias, acusado entonces de falta de materia gris económica, presentó el documento junto a ambos profesores. «Juan Torres es autor de las obras más importantes del país», dijo de él Iglesias. «Para Podemos trabajar con los mejores es trabajar con Vicenç Navarro y Juan Torres».

El economista dice que hace aportaciones al partido socialista desde "la independencia"

En aquel documento, Torres y Navarro se situaron contra «la globalización neoliberal», calificaron el euro de «ratonera» y reclamaron cambios de gobernanza de la moneda única, la derogación de la reforma laboral o la creación de una banca pública, entre otras medidas. También defendieron la eliminación del artículo 135 de la Constitución, que garantiza el control del déficit, respaldaron la creación de nuevos impuestos ambientales y el endurecimiento tributario para los más pudientes.Torres asegura que ni militó en Podemos ni va a militar en el PSOE.

«No soy de banderías. El reto económico de España es tan grande que no lo puede resolver un solo partido». Ya realizó aportaciones al programa económico de Sánchez cuando éste se presentó y ganó las primarias el pasado año, aunque no trascendió entonces. Su presencia levanta ampollas en el ala más liberal del PSOE. «Es increíble que Pedro cuente con economistas tan radicales como Torres si pretende ser alternativa de Gobierno», critica un ex ministro socialista. Tras la marcha de Jordi Sevilla como coordinador del programa económico, el secretario general socialista encomendó este importante área de la Ejecutiva a Escudero, considerado a la izquierda de la línea económica tradicional de Pedro Solbes, Elena Salgado, David Vegara, Miguel Sebastián y otras antiguas figuras del partido. Sánchez también escucha en materia económica a la presidenta del partido, Cristina Narbona, y al ex ministro Josep Borrell.Esta actitud de Sánchez le mantiene bajo sospecha en las organizaciones empresariales. También molestó en la Comisión Europea la nueva política comercial del PSOE que, impulsada por Narbona y Escudero, cuestiona tratados comerciales como el CETA con Canadá. Escudero ha defendido que el PSOE tiene que recoger en su línea económica los cambios solicitados en el congreso que devolvió al poder a Sánchez, incluida una nueva sensibilidad con los tratados comerciales y la globalización.

https://www.elmundo.es/espana/2018/01/15/5a5bd067e5fdea06248b461d.html

viernes, 27 de octubre de 2023

Buitres. Eso es lo que son (gracias a las leyes y los gobiernos)

">Buitres. Eso es lo que son (gracias a las leyes y los gobiernos)"> Leyes injustas y hechas para dar privilegio a los fondos de inversión que actúan como buitres arruinan todavía más a los países más endeudados.

Buitres. Eso es lo que son (gracias a las leyes y los gobiernos)

Muchas de las personas que lean estas líneas quizá no hayan oido hablar nunca de los «fondos buitres» o no sepan a qué se dedican y por qué se llaman así.

Voy a explicar a continuación de una manera muy sencilla y elemental cómo operan y el daño tan grande que hacen porque es tanto el silencio habitual que suele haber en torno a ellos que bien se les podría aplicar el verso de Dante: «No meditáis en cuánta sangre cuesta».

En los últimos cuarenta años, y por razones que no voy a explicar aquí, se ha multiplicado el negocio bancario de la deuda y los hogares, empresas y gobiernos tienen que dedicar cada día más ingresos a pagarla, junto a sus intereses. Cuando su situación se pone mal y no pueden afrontarla, tratan de alcanzar acuerdos con sus acreedores para reestructurarla o incluso para conseguir quitas. La reestructuración es un acuerdo entre deudores y acreedores para modificar los plazos y condiciones del pago de la deuda y la quita consiste en anular una parte de ella para que el deudor pueda pagarla sin arruinarse. Lógicamente, los acreedores prefieren este tipo de acuerdos a no cobrar nada.

Pues bien, los llamados fondos buitres son grandes capitales que se dedican a comprar la deuda de los gobiernos (principalmente) o empresas, pero no para cobrarla, sino para especular con ella.

Cuando saben que un Estado está en apuros compran parte de su deuda, lógicamente a muy bajo precio, precisamente porque está en dificultades.

En esa situación, los demás acreedores estarán tratando de llegar a acuerdos de reestructuración para procurar cobrar el máximo posible. Es entonces cuando los buitres pleitean para pedir que no se acuerde nada. Lo hacen allí donde saben que los jueces les van a dar la razón porque, previamente, se han aprobado leyes que permiten que un solo acreedor paralice el acuerdo alcanzado incluso por todos los demás sin excepción. El buitre no quiere cobrar su deuda, sino paralizar el pago para que, al cabo de los años, la suma a cobrar por el título que compró a bajo precio se haya multiplicado a base de intereses e indemnizaciones. Así logran obtener rentabilidades de hasta el 1.270%, como ocurrió con el fondo Singer en Argentina en 2016.

Para que los buitres puedan obtener estos beneficios gigantescos arruinando a países enteros se ha generado un entramado verdaderamente diabólico: primero, se logró que más del 60% de los acreedores de los países endeudados sean privados y que Nueva York fuese la sede judicial donde se dirimen más del 50% de los contratos de ese tipo; luego, se aprobaron las leyes que dan a los acreedores los derechos que he mencionado; tercero, se mantienen despachos de abogados literalmente dedicados a expoliar a pueblos enteros; y, final y lógicamente, se financia a grupos de presión encargados de conseguir que los políticos y gobiernos permitan todo esto y lo pongan en marcha.

La deuda es, de por sí, una esclavitud impuesta por la banca a la humanidad: el 42% de la población mundial (3.300 millones) vive en países en donde se dedica más dinero a pagar intereses que a salud o educación; en unos 20 países más que a educación y en 45 más que a sanidad. Y, para colmo, cuando se disponen a pagar, ya al límite de sus recursos, los fondos buitres especuladores los arruinan todavía más actuando con la maldad y la saña que he explicado.

Afortunadamente, la gente, no los gobiernos, ha comenzado a movilizarse contra este auténtico terrorismo financiero y en Nueva York hay ya iniciativas para cambiar esas leyes que permiten la especulación de los fondos buitres. Aunque no lo parezca, porque apenas se informa de ello, la humanidad despierta y se da cuenta de lo que pasa porque la inmensa mayoría está de acuerdo con lo que decía Quevedo: es quitar la codicia y no añadir dinero lo que hace ricos a los seres humanos. 

miércoles, 24 de noviembre de 2021

_- Economía mundial: El riesgo de una tormenta perfecta

_- Cuando las economías se hundieron a causa de la Covid-19, los líderes políticos y los economistas de los grandes organismos internacionales decían que no se sabía cuándo llegaría la recuperación pero que, una vez que comenzara, las economías registrarían una recuperación muy potente y duradera. Otros, por el contrario, dijimos que eso no iba a ocurrir porque la economía internacional no estaba afectada tan solo por los efectos del confinamiento sino también por una crisis muy profunda que se había comenzado a manifestar ya antes de la pandemia.

Los datos macroeconómicos que se han ido conociendo en las últimas semanas nos han dado la razón. Los precios están registrando las mayores subidas de las últimas tres décadas y el crecimiento del PIB es bastante más bajo del estimado tan solo hace unos pocos meses.

En España nos sorprendió la subida de precios interanual a finales de septiembre (5,5%) por haber sido la más elevada de los últimos 29 años, pero es justo el mismo record que la de Alemania (4,5%) y un año menos que la de Estados Unidos (4,4%), la más alta desde 1992, según los datos del Banco Mundial.

Los datos de evolución del Producto Interior Bruto también han mostrado que las economías han perdido ya el fuelle que se disparó con enorme potencia al acabar el confinamiento.

En España, el crecimiento ha estado muy por debajo del previsto. El Instituto Nacional de Estadística registró un crecimiento interanual del 17,5% de mayo a junio de este año. Sin embargo, el estimado para el periodo de junio a septiembre solo ha sido del 2,7%, lo que da idea del frenazo. Sobre todo, si se tiene en cuenta que el consumo de los hogares ha caído en el trimestre veraniego (-0,5%), aunque no la inversión (2%), ni las exportaciones (6,4%).

En Alemania ha ocurrido más o menos lo mismo. El PIB solo creció el 1,8% en el tercer trimestre de este año, casi la mitad de lo previsto en abril y dos décimas menos que España. Y una investigación reciente de David Blanchflower, profesor de Dartmouth y ex miembro del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra, y Alex Bryson, profesor de la University College de Londres, sugiere que Estados Unidos entrará en recesión a final de año.

Quienes antes decían que la recuperación sería potente y sin reservas, ahora señalan que nos encontramos ante problemas «transitorios». Dicen que no hay que preocuparse demasiado por la subida de precios porque se debe a circunstancias pasajeras como el alza en los costes de la energía o los desajustes provocados por la presión de la demanda retenida durante el confinamiento. La ralentización de la actividad parece haberles sorprendido tanto que no terminan de explicarla.

A mi juicio, es un error creer que nos encontramos ante un simple incidente como consecuencia de la pandemia y, por tanto, pasajero y resoluble a poco que todo se vaya normalizando.

Para entender lo que nos está sucediendo hay que poner los datos que ahora se están empezando a registrar en todo el mundo junto a los que teníamos antes de la pandemia.

Al hacerlo, se podrá descubrir que no estamos sufriendo solamente el impacto de un simple trastorno, por muy grave que haya sido el provocado por la Covid-19 y el confinamiento que paralizó a gran parte de la actividad económica.

Sufrimos lo que los médicos llaman «morbiilidad asociada». Es decir, la confluencia, no necesariamente al mismo tiempo, de otros males con la enfermedad primaria.

El error es creer que las economías han padecido o siguen padeciendo el efecto de la pandemia como única enfermedad, cuando la realidad es que fue una patología económica asociada a otra -la primaria- que ya se estaba padeciendo con anterioridad.

Es verdad que el confinamiento ha producido un bloqueo en los canales de suministro por diferentes razones: muchas empresas productoras tuvieron que cerrar y no han tenido capacidad material de recuperar el ritmo de producción anterior, otras compradoras aumentaron sus pedidos excesivamente por prevención mal gestionada, produciendo acaparamiento; y las de logística y transporte se han visto afectadas por los cambios tan imprevistos y rápidos en la oferta y la demanda cuando, además, hay problemas de rotación en los mercados laborales. Y también es verdad que la demanda, en casi todas las economías, rebotó inicialmente con fuerza tras el confinamiento, produciendo una inevitable presión sobre los precios.

Pero la prueba evidente de que no se trata tan solo de problemas de ajuste coyuntural es que afectan de modo muy desigual a diferentes sectores. Y la complejidad del desajuste lo demuestra el hecho de que no se esté resolviendo como dice la economía convencional que debiera resolverse, mediante el mecanismos de los precios. Estamos comprobando, efectivamente, que la subida de precios no solo no reduce el exceso de demanda sino que incluso este aumenta a medida que se van elevando.

Para entender el presente hay que analizar lo que estaba ya sucediendo justo antes de la pandemia.

En primer lugar, un proceso que venía de largo de caída de la tasa de beneficio en la industria como consecuencia del freno en la inversión productiva y de la constante retención de la demanda de consumo a causa de la caída de la masa salarial,

En segundo lugar, el resquebrajamiento de la globalización dominante en las últimas décadas como consecuencia de las asimetrías y brechas cada vez más grandes que ha venido produciendo, no solo entre grupos sociales y naciones sino incluso entre las diferentes franjas del capital, de las empresas.

En tercer lugar, un acortamiento del ciclo económico como consecuencia de la continuada aplicación de políticas económicas inadecuadas que frenan la extensión de las fases expansivas o de recuperación y así impiden que se pueda crear suficiente producción y empleo.

En cuarto lugar, el continuado privilegio de la actividad financiera que ha creado una economía drogo-deuda-dependiente con millones de empresas zombis que han de dedicar todos sus beneficios, si es que llegan, a pagar la deuda, y que paralizan el aumento de la productividad y la innovación. Un estudio de Bloomberg calculó que así se encuentran 527 de las 3.000 mayores firmas de Estados Unidos y algunas estimaciones señalan que a nivel global podrían estar en esa situación más del 20% de las empresas.

En ese contexto y por esas causas, ya antes de la pandemia se venía produciendo un proceso de relocalización empresarial, de búsqueda de nuevos nichos de aprovisionamiento y ventas y, sobre todo, el inicio de una auténtica revolución en el sistema global de logística.

Esto último es, en realidad, lo que explica (y no la pandemia) la mayor parte de los cuellos de botella que vienen provocando la escasez de suministros que lleva consigo tantas pérdidas (110.000 millones de dólares se calcula que está suponiendo para la industria mundial del automóvil) y que está obligando a muchas empresas a realizar movimientos estratégicos de gran calado para no desaparecer si las perturbaciones prosiguen.

Durante el confinamiento se observaron los primeros síntomas de la perturbación (desacoplamientos, bloqueos de rutas, retraso de contenedores, aumento de tarifas, escasez de transportistas..) y muchas empresas tuvieron que diversificar rápidamente sus cadenas de aprovisionamiento para evitar riesgos. Eso exacerbó los desajustes, ciertamente, pero si todo ello está resultando tan problemático es porque se estaba produciendo un cambio crucial desde antes. Y la prueba es que las cosas, en lugar de ir a mejor a medida que se han ido recuperando los intercambios, están empeorando.

El sistema global de logística había estado respondiendo a la crisis industrial y de la globalización que he mencionado generando una auténtica revolución tecnológica orientada a automatizar las redes globales mediante la digitalización y la inteligencia artificial, un proceso desarrollado a través de estrategias diferentes y con distintas velocidades y resultados, sobre todo, entre China y Estados Unidos. Y aquí está la clave.

La pandemia ha acelerado el proceso (tal y como ha ocurrido en otros momentos de la historia en que se han producido shock inesperados) pero lo ocurrido con la pandemia no es el proceso mismo.

Lo que está sobre la mesa y genera los problemas que están sufriendo las empresas y las economías en su conjunto no es la normalización del sistema de aprovisionamiento anterior a la crisis de la Covid. Este no va a volver a ser lo que era. Ahora se trata de algo más importante. La globalización ya no se va a seguir guiando por la misma lógica de competencia anterior. El coste y el precio van a dejar de ser determinantes de la ganancia y pasarán a serlo la inmediatez y la seguridad y las empresas han de modificar sus estrategias de producción, aprovisionamiento y localización. Este es el desorden en el nos empezamos a mover y el que provoca la escasez y subidas de precios y por eso es ingenuo creer que se va a resolver en cuestión de unos meses.

Lo que está en juego es el rediseño y el control del nuevo sistema logístico global digitalizado y automatizado gracias a la inteligencia artificial que está en proceso de desarrollo y la readaptación productiva y espacial de las empresas para adaptarse al cambio. La nueva guerra fría tendrá allí uno de sus escenarios principales Quien lo domine, dominará el mundo en la nueva fase de la historia cuyo nacimiento ha acelerado la Covid-19.

Muy pronto vamos a ver cómo este tema pasa a primer plano de las agendas internacionales, aunque de manera cada día más conflictiva entre las dos grandes potencias y sin solución a corto plazo para los bloqueos en el suministro y la subida de precios. Estos van a ir a más porque ni los gobiernos ni los bancos centrales están en condiciones de poner orden para aliviarlos sin quebrar la lógica que guía a un capitalismo neoliberal herido por su fracaso para hacerse sostenible (concentrando la renta y la riqueza ha triunfado plenamente). De hecho, han agudizado el problema al no haber tenido presente el cambio que se estaba produciendo a la hora de inyectar los recursos tan cuantiosos que han proporcionado a las economías. Si se siguen equivocando y desatan una crisis de deuda tendremos la combinación que provocará una tormenta perfecta.