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jueves, 25 de mayo de 2023

Gramsci predijo este momento de dominación sin hegemonía. Entrevista

Ugo Palheta, sociólogo francés e investigador de la Universidad de Lille, fundador de la revista Contretemps, está especializado en el estudio de la desigualdad y en los últimos años ha trabajado sobre las conexiones entre neofascismo y políticas neoliberales. Le entrevista Filippo Ortona, periodista del diario italiano il manifesto.

En 2018 publicó La possibilité du fascisme: France, la trajectoire du désastre (ed. La Découverte).

Emmanuel Macron está inmerso en una crisis sin precedentes en Francia. Paradójicamente, cuanto más se agrava la crisis, más improbable parece que dé un paso atrás en la reforma de las pensiones. ¿Cómo se explica esta contradicción?

Existe una profunda crisis de legitimidad de las políticas neoliberales, algo que tiene su origen ya hace mucho tiempo, pero que ha alcanzado su punto culminante durante el mandato de Macron. Toda su presidencia se ha visto marcada por movilizaciones muy fuertes: el movimiento contra la Loi Travail de François Hollande (para el que Macron fue ministro de Economía), los “chalecos amarillos” (“gilets jaunes”), las huelgas de 2019 contra el anterior intento de reforma de las pensiones, las refinerías, los hospitales, los movimientos antirracistas y feministas... y, hoy, este movimiento social de amplitud histórica.

El proyecto neoliberal parece haber llegado a ese momento que Gramsci caracterizó como dominación sin hegemonía: ahora se sostiene gracias a la coacción represiva, por un lado, y a la debilidad de la izquierda política y del movimiento social, por otro. Este último es lo suficientemente fuerte como para causar grandes sacudidas a cualquier intento de imponer reformas neoliberales, pero demasiado débil como para lograr su abandono efectivo, por no hablar de la disolución del Parlamento o la dimisión de Macron.

Nos encontramos en un momento intermedio en el que el poder político está debilitado por la oposición social, pero todavía lo suficientemente fuerte como para avanzar. Sin embargo, la cuestión está ahora sobre la mesa, en la agenda del movimiento: la legitimidad de la constitución de la Quinta República, su carácter autoritario y bonapartista.

El carácter autoritario de la Quinta República es uno de los temas centrales que se cuestionan. ¿Por qué Macron ha decidido llevar tan al extremo los mecanismos de la Constitución francesa?

La Constitución de la V República se toma algunas libertades en este sentido con respecto a las normas democráticas, al tratarse de un texto fundamentalmente bonapartista, que otorga un poder desenfrenado al ejecutivo. Desde su entrada en vigor en 1958, Francia no ha sido nunca una democracia liberal normal del tipo al que estamos acostumbrados en Occidente.

El otro aspecto, más general, es el momento que atraviesa el capitalismo: el matrimonio entre democracia y capitalismo era un fenómeno temporal. Este matrimonio se basaba en la unión de las libertades formales y la democracia social, en la limitación (aunque fuera mínima) de la explotación y la garantía de tasas de crecimiento para el capital: la legitimidad del sistema residía en la intersección de estos factores. Ese equilibrio entró en crisis hace décadas, y aún vivimos dentro de esta larga crisis del capitalismo. La imposición de la Constitución Europea en 2005, contra el referéndum en el que los franceses la rechazaron, o el funesto destino reservado a Syriza en 2015, son ejemplos de cómo el capital tiende ahora a emanciparse de la democracia: en primer lugar de la socialdemocracia, pero en este momento también de la democracia política, como estamos viendo en Francia.

La crisis francesa se debe a esta intersección entre la historia institucional del país y la larga crisis del capitalismo, que tiende a emanciparse de los mecanismos democráticos.

En las últimas semanas, una serie de sondeos han mostrado un crecimiento del apoyo a la extrema derecha de Marine Le Pen. ¿Cómo es posible, dada la ausencia total de Rassemblement National (Reagrupamiento Nacional - RN) en el movimiento social?

Una de las razones es que los sondeos se realizan en un momento en el que la mayoría de la gente piensa que este movimiento social tiene pocas posibilidades de ganar la batalla de las pensiones. Para que esta lucha produzca el mayor efecto posible para la izquierda en términos electorales, tendría que desembocar en una victoria. Pero hay otro aspecto: la extrema derecha ofrece hoy una continuidad "razonable" a las políticas neoliberales. En cambio, la izquierda de "ruptura radical" aparece para muchos como algo arriesgado. Una política de ruptura con el neoliberalismo en Francia podría desencadenar una contraofensiva del capital, como ocurrió en Grecia o Sudamérica, y la gente lo tiene en cuenta.

En cambio, la extrema derecha ofrece una forma de continuidad: lo que propone Le Pen no es una ruptura con el neoliberalismo, sino una versión de éste presentada como más razonable, que continuaría algunas políticas intensificando otras. Esto es cierto en materia de seguridad, donde el programa de la RN es totalmente compatible con la evolución racista de la política francesa en las últimas décadas, pero lo es especialmente en política económica. Por ejemplo, en materia de pensiones, Marine Le Pen propone hasta 43 años de cotización y la jubilación a los 60 años sólo para quienes empezaron a trabajar antes de los 20 años: básicamente, una versión algo más moderada de la reforma de Macron.

¿Qué diferencia a Macron de la extrema derecha, ya que, según usted, esta última mantiene una continuidad con el Gobierno actual?

El ámbito político del discurso de la extrema derecha francesa es el de la Nación Amenazada por los Enemigos, internos y externos. Sobre esto construye su discurso, su intento de hegemonía. Si llega al poder, continuará con las reformas neoliberales, añadiendo además una política de represión contra los movimientos sociales y los sindicatos, un modelo similar al puesto en práctica por Orbán en Hungría, una especie de ordonacionalismo. Al hacerlo, podría restaurar la legitimidad del proyecto neoliberal, bajo los auspicios de políticas cada vez más xenófobas y mediante la construcción sistemática de la figura del Enemigo Interior: ya sean los sindicatos, los movimientos sociales, los ecologistas, los inmigrantes, etc. A diferencia de Macron, la base electoral de Le Pen no la limita a ella en absoluto en este sentido: podrá llegar hasta el final en este proceso, construido sobre una mezcla de nacionalismo reaccionario y políticas neoliberales violentas, tanto en el fondo como en la forma.

Ugo Palheta profesor asociado de la Universidad de Lille y codirector de la revista “Contretemps”. 

Fuente: il manifesto global, 3 de mayo de 2023 
Traducción: Lucas Antón.