Mostrando entradas con la etiqueta Inteligencia artificial. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Inteligencia artificial. Mostrar todas las entradas

martes, 5 de marzo de 2024

EDUCACIÓN TRIBUNA. El mejor profesor de matemáticas del mundo, solo para ti

Un chico resuelva un problema matemático en la pizarra
Un chico resuelva un problema matemático en la pizarra.
La inteligencia artificial va a ser una ayuda inestimable para mejorar la enseñanza de esta materia y los profesores tienen que entender que no es ninguna amenaza ni para ellos ni para sus alumnos.

El daño que puede hacer un mal profesor de matemáticas es incalculable. Literalmente: no se puede calcular. Lo que llamamos ansiedad matemática, o miedo a las matemáticas, tiene menos de ansiedad que del más puro, simple y desesperante aburrimiento. El niño y la niña aprenden disciplinadamente a multiplicar matrices, intersectar conjuntos y derivar funciones, pero no entienden una palabra de lo que están haciendo, de qué significa eso, para qué vale, por qué es una forma de pensar de extraordinaria elegancia y eficacia.

Para que los alumnos entiendan los conceptos matemáticos fundamentales, se interesen por ellos y los incorporen a su caja de herramientas para el futuro, hace falta un buen profesor, quizá incluso un gran profesor. Pero claro, ¿cómo se hace eso? Tu cuadro docente no puede estar compuesto por medallas Fields (uno de los galardones más prestigiosos de las matemáticas) y premios Abel  (considerado el Nobel de las matemáticas). Tienes que obrar el prodigio con los recursos humanos que tienes al alcance, que son gente normal con una formación media. Entonces ¿qué hacemos?
 
Respuesta: usar las neuronas, amigos. Las nuestras y las de las máquinas. La inteligencia artificial va a ser una ayuda inestimable para mejorar la enseñanza de las matemáticas, del lenguaje y de todo lo demás. Y los profesores tienen que entender que las máquinas no son ninguna amenaza ni para ellos ni para sus alumnos, sino que están aquí para ayudarles a ambos.

Mientras la atmósfera social se carga de un rechazo a la inteligencia artificial no muy reflexivo, a veces casi religioso, los expertos están proponiendo ideas muy interesantes para introducir las máquinas en las aulas. Mi favorita es la personalización, y voy a intentar explicar por qué.

Como todos los mocosos, aprendí en el colegio a operar con matrices, esos rectangulitos con filas y columnas de números que se pueden sumar, restar, multiplicar y manipular de varias formas. Los chavales aprendíamos esos procedimientos como si fueran una verdad revelada, pasábamos el examen si había suerte y nos poníamos a otra cosa. Aquello me sirvió más o menos para lo mismo que memorizar la lista de los reyes godos: para nada. Instruir a los niños para que se comporten como calculadoras humanas es inútil y dañino. El saber ocupa lugar, y conviene reservar nuestra memoria siempre escasa para cosas más importantes que esos sudokus insustanciales.

Ya era un adulto con entradas en la frente, cuando por fin pude entender de qué iba todo eso, y darme cuenta de lo fascinante, profundo y creativo que resulta ese arte de jugar con las matrices, álgebra lineal en la jerga. Y esa epifanía se debió a mi buena fortuna de descubrir a Gilbert Strang, el mejor profesor de matemáticas del mundo.

Strang, un pionero de la educación en línea, había grabado sus clases de álgebra lineal en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) sus clases de álgebra lineal en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), y las había colgado en la web de la universidad. No era más que el tipo explicando el tema a sus alumnos tiza en mano sobre la pizarra, pero de pronto, de alguna manera, allí se hacía la luz y el entendimiento se abría paso entre la espesura de mi infancia.

Es tan fácil como eso. Basta con tener al mejor profesor del mundo en tu aula. Antes era imposible, pero ahora está al alcance de cualquier escuela urbana o rural. Y ahora demos un paso más. Strang me fue bien a mí, pero seguro que otros alumnos y otros profesores tendrán otras preferencias, otras necesidades, lagunas, demandas de explicación adicional o de volver a la primera casilla sobre algún punto que se te atasca. Ahí es donde la inteligencia artificial puede aportar unos recursos educativos personalizados y muy valiosos.

A partir de ahora, cada alumno puede inventar a su Gilbert Strang, diseñar a su profesor de matemáticas perfecto. El miedo a los robots no nos lleva a ningún lado. Si no puedes vencerlos, únete a ellos. Es por el bien de los niños, amigo.

domingo, 18 de febrero de 2024

_- ChatGPT llegó hace un año a las aulas, ahora los profesores no quieren librarse de él.

_- La inteligencia artificial generativa supuso un terremoto educativo en todos los niveles. Rectores y docentes comparten cómo han integrado el bot en sus clases

Rectores y docentes comparten cómo han integrado el bot en sus clases.

Cuando los alumnos del Máster de Tecnología Aplicada a la Educación de la Universidad Internacional de Valencia (VIU) reciben su primera clase, el profesor empieza con una pregunta a ChatGPT. “¿La inteligencia artificial va a reemplazar a los docentes?”, teclea en el programa. La respuesta, inmediata y breve, es la misma en cada sesión: “No, siempre y cuando estén actualizados y formados”, contesta de forma escrita el bot conversacional. Una capa de asombro se extiende en el aula. A Francisco Recio-Muñoz, quien dirige este posgrado, le parece la contestación que dibuja con mayor precisión el futuro.

Esta semana se ha cumplido un año desde el aterrizaje de ChatGPT 3.5. Su poder conversacional y generativo le valieron la definición de tecnología revolucionaria. En cinco días alcanzó el millón de descargas, un hito nunca antes conseguido en tan poco tiempo por ninguna otra aplicación. El programa es capaz de generar textos coherentes y de entender y procesar el lenguaje natural en distintos contextos. En el ámbito educativo, posee una destreza notable para escribir código informático o para completar un ensayo universitario y podría aprobar el examen de selectividad, aunque por los pelos.

El debate sobre su prohibición parece estar superado. La conversación ahora se ha trasladado a cómo sacar el mayor potencial de esta tecnología en el aula. Para algunos profesores representa un desafío, otros ven con recelo su avance y cada vez más asumen que no podrían volver a dar clase sin el programa.
El profesor de la Universidad de Navarra (UNAV) Francesc Pujol, experto en ChatGPT, esta semana.El profesor de la Universidad de Navarra (UNAV) Francesc Pujol, experto en ChatGPT, esta semana.
Francesc Pujol (53 años) pertenece a este último grupo. El profesor en Liderazgo e Innovación en la Universidad de Navarra exige a sus alumnos en los últimos minutos de cada sesión que le realicen una pregunta “relevante” a ChatGPT de acuerdo al temario revisado durante clase. Después evalúa la respuesta que les devuelve el bot. “Si han hecho una buena pregunta significa que han entendido bien la clase”, explica el profesor, que más tarde las puntúa.

Pujol considera necesario que los estudiantes universitarios se gradúen con nociones básicas en el uso de inteligencia artificial (IA) generativa. “Mi misión es que los alumnos aprendan a pensar para el ámbito profesional. Los resultados ya no van a ser importantes, sino las preguntas. Hay que aprender a formular bien preguntas que nos lleven a escenarios nuevos donde se produzcan distintos tipos de reflexiones. Pero el programa solo me da respuestas buenas cuando le hago preguntas buenas. ¿Y de dónde salen? De entender mejor los problemas que nos rodean”, reflexiona el profesor. “Las empresas no van a esperar medio año a que se formen en inteligencia artificial; buscan personal que sepa aplicarla ya”, resalta.
Germán Ruipérez, fotografiado este jueves junto al rectorado de la UNED en Madrid.Germán Ruipérez, fotografiado este jueves junto al rectorado de la UNED en Madrid
Como él, otros docentes se han visto obligados a adaptar los criterios y las actividades de evaluación. Es el caso de Isidro Navarro (52 años), profesor de arquitectura en la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), que asegura que la llegada de ChatGPT ha supuesto una revolución en sus clases. Gracias a la herramienta de inteligencia artificial generativa DALL-E, los estudiantes son capaces de recrear espacios urbanos o edificios con rapidez, cuando antes este proceso requería “días o semanas”. Germán Ruipérez, catedrático de Lingüística Alemana en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), coincide en la necesidad de adaptación. “Las pruebas de evaluación continua, consistentes en redactar un texto o un resumen, han caído en picado”, comparte.
Imágenes generadas por inteligencia artificial para clases de arquitectura del profesor de la Universitat Politècnica de Catalunya, Isidro Navarro.Imágenes generadas por inteligencia artificial para clases de arquitectura del profesor de la Universitat Politècnica de Catalunya, 
Tanto en el ámbito legal como en el educativo, la sensación es que se ha ido un par de zancadas por detrás de esta tecnología desde su lanzamiento. El auge exponencial durante los primeros meses de ChatGPT abrió el debate en Europa sobre hasta qué punto había que regularizarlo. Italia dio el primer paso a finales de marzo de este año, cuando bloqueó su uso por incumplir la normativa de protección de datos y por carecer de filtros para verificar la edad de los menores. Aunque la prohibición se levantó. A finales de mayo, una ristra de expertos en inteligencia artificial alertaron sobre el “peligro de extinción” que supone esta tecnología para la humanidad.

Persiste la sensación de que el alumnado ha tomado rápidamente la delantera. Pujol lo constató mientras impartía un seminario a 200 alumnos de instituto. Les preguntó cuántos de ellos hacían uso de la herramienta y se levantaron prácticamente todos los brazos. Por ello, Ruipérez opina que ha pillado en fuera de juego a los docentes. “Es una revolución que ha venido de abajo arriba”, comenta el catedrático de Lingüística Alemana.

Los institutos toman las riendas

Serxio Gómez, de 44 años, es profesor de Tecnología en un instituto de A Coruña y habla convencido del potencial de ChatGPT. “Es una herramienta valiosísima que puede servir como un guía o un asesor y para tener un borrador inicial en las actividades y ofrecerles ideas creativas”, relata Gómez. Una visión que comparte Beatriz Méndez (49 años), profesora de Tecnología en el IES Rego de Trabe de Culleredo en la misma ciudad, que empezó a usarlo en marzo de este año para temas de programación. “La parte tediosa de escribir código se ha reducido”, comenta Méndez.

Ambos profesores gallegos coinciden en que el éxito de su uso radica en enseñar al alumnado a utilizarlo como un apoyo más, y no para “copiar y pegar” la información que ofrece. En el caso de Gómez, a principio de curso pactó un contrato con su alumnado en el que él les permitía hacer uso de ChatGPT en sus trabajos a cambio de que los estudiantes presentaran un documento explicando qué instrucciones le habían dado y para qué parte del trabajo lo habían usado. Todos firmaron.
 
Serxio Gómez, profesor de Tecnología en el Instituto Eusebio da Guarda (A Coruña), esta semana.Serxio Gómez, profesor de Tecnología en el Instituto Eusebio da Guarda (A Coruña), esta semana
Un aspecto en el que coinciden tanto profesores de instituto como de universidad es en la reducción de la carga de trabajo. Por ejemplo, en la preparación de clases, como comenta la gallega Méndez, o para la programación de las actividades del centro. Ruipérez estima que su trabajo de una semana se ha reducido “a una décima parte”.

La calculadora ha sido una metáfora recurrente en varios de los entrevistados en este reportaje para comparar el miedo a la introducción de ChatGPT. “Cuando se empezó a utilizar, se hablaba de que iba a limitar la capacidad del alumnado para hacer operaciones, y ahora es una herramienta más”, recuerda el profesor de Tecnología Serxio Gómez. También Ruipérez la menciona. A la gallega Méndez no le preocupa o, al menos, “no más que cuando llegó Google”. Ella apunta a la utilidad que puede tener para “atender la diversidad del alumnado”. Una idea con la que concuerda el catedrático emérito de Sociología Mariano Fernández Enguita. “ChatGPT puede actuar como un tutor para los estudiantes menos equipados. Es mejor que nada”, comenta.
Beatriz Méndez, profesora en el IES Rego de Trabe en Culleredo (A Coruña), esta semana.Beatriz Méndez, profesora en el IES Rego de Trabe en Culleredo (A Coruña), esta semana.
Formación del profesorado
Otra de las preocupaciones es la formación del profesorado. En la Universidad Complutense de Madrid se han ido desplegando cursos, según explica el rector de la institución, Joaquín Goyache, para preparar a los docentes. “Estamos desarrollando un programa para 50 formadores, uno por cada facultad”, anuncia, aunque admite que el proceso no llegará a completarse este año, sino que seguirá durante el siguiente. Esta lentitud preocupa a algunos profesores que opinan que la universidad necesita acelerar el paso para ponerse al día con este tipo de herramientas tecnológicas.

Gutmaro Gómez, profesor de Historia en la Universidad Complutense de Madrid, considera que en el mundo educativo “no todos están acostumbrados a innovar”. “Ven cierto recelo con los cambios tecnológicos, como si los alumnos fueran a usar estas herramientas solo para copiar y no para estudiar”, reclama, y defiende que su clase de Historia Contemporánea “debería empezar a impartirse en aulas de informática”. El docente, que tiene a su cargo alrededor de 200 estudiantes de grado, también ha empezado a usar en sus clases DALL-E para recrear momentos bélicos y generar mapas antiguos.
Gutmaro Gómez, historiador en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense en Madrid, esta semana.Gutmaro Gómez, historiador en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense en Madrid, esta semana.

Este verano, el Parlamento Europeo acordó por amplia mayoría abrir las discusiones para sacar adelante una Ley de Inteligencia Artificial, cuya previsión es que se apruebe antes de que termine el año. La Conferencia de Rectores de las Universidades (CRUE) también está preparando un manual de prácticas responsables para el uso de la inteligencia artificial a nivel universitario. Así lo confirma Daniel Crespo, rector de la Universitat Politècnica de Catalunya. “Debemos hacer un esfuerzo para que nuestros alumnos sean usuarios expertos en el uso de esta tecnología”, subraya Crespo, que rechaza la idea de que las universidades impartan un curso especializado y general para el uso de la inteligencia artificial y aboga porque cada una de las asignaturas moldee el uso por su cuenta. 

Daniel Crespo, en su despacho del rectorado de la Universidad Politécnica de Cataluña.Daniel Crespo, en su despacho del rectorado de la Universidad Politécnica de Cataluña.

Las universidades en línea tampoco quiere quedarse atrás. Eva María Giner, rectora de la VIU, mira con preocupación la llegada de ChatGPT, pero afirma que es mejor actuar con asertividad para que sea una herramienta de apoyo para mejorar el trabajo de docentes y alumnos. “En esta universidad ya es una herramienta vital para mejorar los procesos de evaluación”, comparte Giner.

“Lo que vemos hoy en ChatGPT es la peor versión de lo que tendremos en cinco años”, resuelve Pujol, de la Universidad de Navarra. En la VIU, 600 estudiantes de edades variopintas, que serán futuros profesores o que ya han iniciado este camino, se preparan para liderar la transformación en el aula a través del máster que ofrece la institución. “Son ellos quienes nos piden que les indiquemos cómo usar ChatGPT. No se quieren quedar atrás”, zanja Recio-Muñoz. El director del programa cree que primero los docentes deben entender qué implica la innovación en el aula. “Aunque la transformación sea tecnológica, es un proceso de socialización y de comprensión interna de cada profesor”, sentencia.
 
Eva María Giner, rectora de la Universidad Internacional de Valencia, en una fotografía tomada en la sede esta semana.Eva María Giner, rectora de la Universidad Internacional de Valencia, en una fotografía tomada en la sede esta semana.

lunes, 20 de marzo de 2023

ChatGPT y el método socrático.

La inteligencia artificial se incorporará también al aula, porque ninguna tecnología que sea útil ha dejado de utilizarse

Mientras los docentes se esfuerzan por desarrollar métodos de enseñanza capaces de incorporar las nuevas tecnologías y capturar la atención de unos alumnos cada vez más saturados de estímulos, la tecnología avanza a una velocidad que deja obsoletas las innovaciones antes incluso de que lleguen a implantarse. El pasado 30 de noviembre la compañía Open AI, creada en 2015, lanzó al mundo su ChatGPT, un sistema de inteligencia artificial basado en los modelos neuronales del lenguaje, capaz de hacer de forma autónoma y en cuestión de segundos un resumen perfecto de un informe, traducir un texto, construir un soneto, redactar una noticia o crear un cuento.

Esta nueva herramienta ha generado grandes expectativas. En cinco días logró más de un millón de usuarios y está siendo la gran novedad tecnológica de este año. Las prestaciones que ofrece suponen un salto más disruptivo del que en su momento fueron los motores de búsqueda. El acceso rápido a cualquier información depositada en la red permitió un gran salto en todos los trabajos relacionado con el conocimiento. ChatGPT va más allá. No se limita a ofrecer, como hace Google, una relación de accesos a webs y datos que luego hay que valorar, ordenar, relacionar e interpretar. La propia herramienta hace ese trabajo.

Es cierto que todavía tiene importantes limitaciones, entre ellas que no es capaz de distinguir lo que es verdadero de lo que es falso, si está bien presentado, y que la información que ahora maneja es la producida hasta 2021, pero como recordaba el investigador Michael Wooldridge, del Instituto Alan Turing de Londres, harían falta mil vidas humanas para poder leer todos los textos que tiene introducidos en el sistema. Si en sus primeros pasos ofrece unos resultados tan espectaculares, en un lenguaje tan natural, qué no será cuando tenga acceso a la última información disponible en la red y mejore sus programas de autoaprendizaje.

Todo esto va a tener un impacto enorme en todos los ámbitos relacionados con el conocimiento, pero especialmente en el aula. En los procesos de aprendizaje. Si disponemos de calculadora, ¿para qué aprender a dividir o dedicar tiempo a hacer ejercicios de cálculo? Con el ChatGPT se planteará el mismo viejo dilema, pero aplicado a todo lo que se puede aprender. Hasta ahora, el reto de los docentes era enseñar a los alumnos a buscar en Internet. A discernir entre las fuentes fiables de las que no lo son. A saber interpretar los datos obtenidos y utilizarlos de forma rigurosa y creativa.

Cualquier profesor puede ahora averiguar si el trabajo de un alumno es un mero corta y pega. Basta con hacer una búsqueda en Google para descubrir un plagio. Con ChatGPT va a ser prácticamente imposible discernir de dónde procede la información. Porque todo lo que crea es un trabajo original… hecho a demanda. Y puede utilizar el lenguaje de una forma más precisa, rápida y con más gracia que muchos estudiantes. Y con el tiempo, podrá hacerlo también de forma más creativa.

Todo esto simplifica el acceso a la información, pero complica la enseñanza y el aprendizaje. Al final, la inteligencia artificial se incorporará también al aula, porque ninguna tecnología que sea útil ha dejado de utilizarse. Pero habrá que saber manejarla y es posible que al final del camino, todas estas innovaciones nos conduzcan, paradójicamente, de vuelta a la oralidad. Será la única forma de evaluar. Que el alumno utilice las herramientas que quiera y pueda para buscar la información, pero que sea capaz de explicar el resultado. En persona y de viva voz. Eso llevará a poner más énfasis en la pregunta y en las consecuencias de la respuesta, que en la tecnología. Se trata de incorporar la inteligencia artificial en el aula como una extensión de nuestro cerebro, y utilizar la propia inteligencia, como siempre, para cuestionar las respuestas y resolver los dilemas que se nos presenten. Larga vida al método socrático.

https://elpais.com/sociedad/2023-01-16/chatgpt-y-el-metodo-socratico.html

viernes, 2 de diciembre de 2022

COMPUTACIÓN CUÁNTICA. Nuevo hito cuántico: IBM alcanza con el nuevo procesador Osprey los 433 cúbits, más capacidad que el número de átomos del universo.

La compañía triplica la memoria del computador Eagle en un año y mantiene el plan de superar los 4.000 cúbits en 2022

“Un ordenador cuántico de 273 cúbits tiene más memoria que átomos el universo observable”, según Alberto Casas, investigador del CSIC y autor de La revolución cuántica (Ediciones B, 2022). El físico auguraba en su libro una inminente consecución de este hito, que ya se ha logrado. La multinacional IBM ha presentado este miércoles su nuevo procesador Osprey (águila pescadora), con el que ha alcanzado los 433 cúbits, más del triple de capacidad de la conseguida hace solo un año con el Eagle (127 cúbits) y una décima parte de la que esperan en 2025. Es un paso necesario para desarrollar ordenadores cuánticos efectivos, capaces de hacer cálculos prácticos a gran escala de forma robusta, sin errores.

La física clásica no explica nuestro mundo, aunque hasta ahora nos ha servido, en especial, en el ámbito macroscópico. La ciencia cuántica, que estudia la naturaleza y las interacciones a escala atómica y subatómica, comienza a aportar posibles explicaciones y mantiene dos vías que se entrecruzan: la teórica, que aspira a contestar a preguntas fundamentales, como qué es la materia oscura que conforma el universo, y la práctica, que quiere aplicar las leyes cuánticas a procesos como la computación para multiplicar exponencialmente la capacidad para estudiar y comprender la vida y todo lo que la rodea. Este último camino ha superado una nueva meta.

Un cúbit es la unidad mínima de computación cuántica y, a diferencia del bit convencional —el que se utiliza en la tecnología común—, no tiene solo dos valores (0 y 1), sino que puede tener estos o cualquier superposición de ellos. Si un superordenador actual puede hacer millones de operaciones con bites (el Summit de IBM es capaz de procesar más de 200.000 millones de cálculos por segundo), uno cuántico puede ejecutar trillones. De ahí la importancia de aumentar la capacidad de cúbits en los modelos en desarrollo y minimizar los errores que afectan a esta tecnología.

Este es uno de los logros de IBM, que mantiene su hoja de ruta para conseguir un computador cuántico efectivo. El hito anunciado este miércoles, que se ha conseguido con innovaciones en la programación (software) y en el hardware (elementos físicos o materiales de los ordenadores y sistemas informáticos), es la base para el futuro lanzamiento del Cóndor, que será el primer procesador cuántico universal de más de 1.000 cúbits. A este le seguirá el Kookaburra (Cucaburra), previsto para 2025 y que tendrá una capacidad de más de 4.000. Según el director ejecutivo de IBM, Arvind Krishna, este último computador “será capaz de ejecutar cálculos que precisarían de un ordenador tradicional de casi el tamaño de la Tierra”.

En esta carrera por la “ventaja cuántica”, término que hace referencia a desarrollos basados en esta física que superen a los computadores clásicos, también están compañías como Google o Rigetti.

Para alcanzarla, IBM no se centra solo en las propiedades cuánticas, sino que incluye también procesadores convencionales en función de su eficiencia frente a las tareas de computación. El objetivo es desarrollar un tejido de circuitos para distribuir los problemas complejos entre varios procesadores.

Quantum System Two
IBM

De esta forma, para triplicar la capacidad del Eagle (el procesador que superó la barrera de los 100 cúbits), el nuevo Osprey se incluye en un nuevo IBM Quantum System Two, un sistema modular y flexible para incorporar múltiples chips (circuitos integrados) conectados por un sistema de control. Este estará accesible en línea en el primer trimestre de 2023 y es determinante para desarrollar una arquitectura modular con comunicación cuántica —que aumenta la capacidad computacional— y con un sistema de nube híbrida que permite integrar flujos de trabajo cuánticos y clásicos. “Hemos finalizado cómo será el sistema desde una perspectiva de diseño y estamos trabajando para construirlo, ponerlo y demostrarlo el próximo año”, afirma Jay Gambetta, el físico que lidera el equipo del Centro de Investigación IBM Thomas J Watson para el desarrollo de la computadora cuántica.

Será la base del Crossbill, el primer procesador único hecho de múltiples chips, y del Flamingo, que incluirá enlaces de comunicación cuántica. Ambos desarrollos están previstos para 2024. Un año después, con la combinación de las dos tecnologías, se prevé presentar el Kookaburra, un sistema cuántico de tres procesadores y 4.158 cúbits que pretende abrir la puerta a superar la barrera de los 100.000 cúbits.

El problema del ruido
Pero para aprovechar la ventaja computacional del cúbit hay que sortear un difícil problema. Las superposiciones cuánticas de estados que permiten los trillones de combinaciones y, por lo tanto, la casi infinita capacidad de computación son muy sensibles al medio ambiente. Cualquier mínima circunstancia del entorno (temperatura, ruido electromagnético o vibración) degrada las superposiciones y genera errores.

Jian-Wei Pan, el mayor experto en computación de China, afirma que “construir un ordenador cuántico prácticamente útil y tolerante a los fallos es uno de los grandes desafíos para el ser humano”. “El obstáculo más formidable es la presencia de ruido e imperfecciones. Necesitamos usar la corrección de errores cuánticos y operaciones tolerantes a fallos para superar el ruido y escalar el sistema”, asegura.

Procesador IBM Quantum Osprey. IBM
Una de las fórmulas para paliar esta desventaja es crear entornos donde se minimicen las interacciones con el medio ambiente, como enfriar los sistemas a una temperatura cercana al cero absoluto (-273 ºC). Pero también se pueden abordar los errores una vez que se producen, aplicando sistemas, como el Qiskit Runtime Primitives que incorpora el Osprey presentado este miércoles. Este desarrollo es un entorno de sistemas clásicos y cuánticos que aumenta la velocidad y calidad de la computación. Además, se suma Dynamic Circuits, un modelo alternativo de construcción de circuitos para la corrección de errores cuánticos. IBM prevé incorporar nuevos sistemas de supresión y mitigación de fallos con el fin de ayudar a los desarrolladores del programa fundamental del sistema operativo (kernel) a administrar el ruido y subsanar errores.

Frente a las alternativas materiales, Qiskit Runtime Primitives permite llevar a la programación las soluciones frente al ruido, por lo que facilita, según la compañía, que “los usuarios incorporen la computación cuántica en sus flujos de trabajo y se acelere el desarrollo de aplicaciones cuánticas”.

Oliver Dial, jefe de arquitectura de hardware cuántico en IBM, cree que no están muy lejos de conseguir minimizar el ruido: “En los próximos dos años, podremos hacer algo que nadie ha hecho antes. Es un desafío. Si podemos proporcionar una estimación libre de ruido observable, estaremos en el rango donde podemos comenzar a resolver problemas interesantes con nuestros clientes”.

De esta forma, según IBM, la carrera cuántica que se afianza no exigirá disponer de un ordenador de esta tecnología, sino que un desarrollador podrá incorporar a sus programas determinadas funcionalidades y operaciones de cálculo cuántico que se ejecutarán en la nube y que se integrarán con fluidez en aplicaciones que aunarán la nueva tecnología y la existente.

Un computador de 4.000 cúbits será capaz de ejecutar cálculos que precisarían un ordenador tradicional de casi el tamaño de la Tierra
Arvind Krishna, director ejecutivo de IBM

Alejandro González Tudela, investigador científico en el Instituto de Física Fundamental del CSIC, cree que las posibilidades de la computación cuántica son extraordinarias y que muchas de ellas aún están por descubrir. Uno de los campos de aplicación serán, en su opinión, “las cuestiones de muchos cuerpos, con muchos elementos que interaccionan entre ellos y que son difíciles de resolver en ordenadores clásicos”. Dos ejemplos serían la simulación de moléculas o el desarrollo de nuevos materiales, campos con una dimensión exponencial inalcanzable para los sistemas tradicionales.

La inteligencia artificial (IA) y, en especial, las redes neuronales, las que intentan emular al cerebro humano, también se beneficiarán de esta tecnología para clasificar, analizar y extraer patrones y conocimiento de imágenes, palabras o conceptos de cualquier tipo de lenguaje en cualquier área. En este sentido, IBM, cuenta con un sistema capaz de interpretar el lenguaje de la química para predecir el resultado más probable de una determinada reacción.

Esta convergencia entre bits, redes neuronales y cúbits es la base tecnológica de una nueva era de descubrimientos y de un futuro revolucionario de innovaciones tanto para la ciencia como para las empresas e instituciones.

sábado, 18 de junio de 2022

_- La mejor manera de explicar la Guerra Fría es hablando de ajedrez. Entrevista a Leontxo García


_- Ajedrez y ciencia. Ajedrez y pedagogía. Ajedrez y geopolítica. ¿Sabías que el juego de peones, inventado hace siglos, es hoy el mejor campo de experimentación de la inteligencia artificial? ¿Sabías que en España estamos a la vanguardia del uso pedagógico del ajedrez en la escuela? De todo esto y más, hablamos con Leontxo García (Irún, 1956), periodista especializado de ajedrez del diario El País, un mito de la comunicación de este deporte. Viajero incansable, recorre el mundo formando maestros en ajedrez educativo (más de 30.000, lleva) y divulgando los beneficios pedagógicos del juego que muchos consideran un arte. Autor del libro Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas (Crítica), Leontxo García me confiesa cuál es la pieza del tablero que más le gusta: “El peón, porque sólo puede ir hacia delante. Y, si llega a su fin, puede convertirse en reina. Premio a su tenacidad”. La entrevista la realizó Txema Seglers. 

Hondarribia, una tarde de verano de 1976. Tienes 16 años. Llueve y un amigo te propone ir a un club de ajedrez que han abierto en Irún. Movido por la curiosidad, te asomas por el club y, de repente, quedas maravillado. ¿Qué hechizo se produjo allí dentro?

Definir la magia es muy difícil y, de hecho, me he preguntado muchas veces por qué el ajedrez me atrajo tanto. Aquella tarde se produjo el hechizo: quizás por el hecho de ver a las personas de aquel club cómo disfrutaban pensando o quizás porque el ajedrez me mostró a la perfección la cita “Sólo sé que no sé nada”, de Sócrates. Allí dentro, todos los días, yo aprendía cosas nuevas y todo se convirtió en un nuevo reto, cada vez más fascinante. Por eso, imagino, tres años después, fui campeón absoluto de Guipúzcoa.

¿No había nadie de tu familia que jugara al ajedrez? ¿El padre? ¿La madre? ¿Un tío?

No, en casa no había ningún jugador más.

¿Y cómo pasas de ser campeón absoluto de Guipúzcoa a ser el periodista con más prestigio en el mundo del ajedrez detentor de un estilo muy personal? ¿Cómo fueron tus inicios periodísticos?

En San Sebastián se editaba la revista Jaque, y el director me pedía crónicas de los torneos en los que yo jugaba. Y en el año 83 pasa una de esas oportunidades que sólo aparecen una vez en la vida: la semifinal en Londres del torneo de candidatos con los duelos Kasparov-Korchnoi y Smislov-Ribli. Como en Londres yo tenía amigos y, por tanto, cama donde dormir, llamé al diario Deia de Bilbao para ofrecerme como enviado especial. Como les salgo baratísimo, me dicen que sí. Y entonces, cuando estoy en el avión en dirección a Londres, surge el momento clave.

¿Cuál?

Me entra el pánico, me asusto. Me pregunto: Leontxo, pero ¿Dónde te has metido, si tú hasta ahora sólo has escrito para aficionados de ajedrez? ¿Qué vas a hacer ahora? Yo me imaginaba un hipotético lector sentado en la cafetería del pueblo, hojeando el diario mientras desayuna, y que, cuando llegara a la sección de deportes y leyera fútbol, pelota vasca o tenis, no pasara de largo el artículo de ajedrez. ¿Cómo podía hacer que el lector se detuviera en mi crónica? Si me ponía a hablar de la defensa siciliana, mal rayo. Mientras pensaba todo esto con angustia, llego a Londres y me voy directo al hotel donde se alojan los jugadores. Y mientras curioseo por los pasillos, de repente, contemplo la escena que me enciende la bombilla para el resto de mi carrera profesional: en un rincón veo a los miembros del equipo de Kasparov hablando amistosamente con los otros miembros del equipo de Korchnoi, que era el traidor a la patria soviética, el disidente huido de la URSS. Lo que yo estaba viendo estaba prohibido por la ley soviética. Escribí la crónica con el título: “En el ajedrez sí que hay distensión este-oeste”. Y yo me dije: "Leontxo, ese es el camino". Y así en los 39 años posteriores.

¿Por qué el ajedrez tiene tanta carga simbólica y es una metáfora del poder? Por ejemplo, hablemos de la geopolítica como un tablero de ajedrez y tú mismo, cuando explicas los grandes duelos de la historia, explicas el trasfondo político de las partidas.

El ajedrez es boxeo mental, es la lucha encarnizada entre dos mentes, donde la suerte apenas existe. Por ejemplo, para un profesor de historia no existe una manera más eficaz de explicar la Guerra Fría que explicando el combate Spasski-Fischer, justo cuando el botón rojo de la guerra nuclear estaba a punto de ser pulsado. ¿Qué había de más simbólico que el ajedrez para describir la tensión entre Spasski, el héroe soviético de un país donde el ajedrez es mucho más que un deporte, y Fischer, el joven rebelde excéntrico y autodidacta de Estados Unidos? Por eso, el duelo fue primera página en todos los periódicos del mundo.

¿Qué alegoría podemos hacer hoy sobre Putin y el ajedrez?
Con la agresión de Ucrania, Putin viola un principio muy importante del ajedrez establecido hace cien años por Aron Nimzowitsch: “La amenaza vale más que su ejecución”. Si Putin se hubiera quedado en el terreno de la amenaza y de la negociación, en realidad habría tenido razón; porque, incluso si Putin fuera el presidente más demócrata del mundo, nunca podría aceptar que Ucrania fuera miembro de la OTAN y cortar el paso de Rusia hacia el mar Negro y, por tanto, hacia el Mediterráneo. Los otros puertos de Rusia están en el Ártico, casi impracticables por el hielo, o Vladivostok, más arriba de Japón. Moralmente, la agresión de Putin es imperdonable, y desde la lógica racional, inexplicable, porque, como te decía, podría tener razón en el terreno de la amenaza y, sin embargo, ahora se ha convertido en un criminal de guerra.

Putin tenía y tiene tres grandes opositores: Boris Nemtsov, Aleksei Navalni y el legendario jugador de ajedrez Gari Kaspárov. El primero murió. El segundo, encarcelado. ¿Y Kaspárov?

En 2013, Kaspárov recibe una información confidencial: quieren asesinar a uno de los tres. Él decide irse de Moscú hacia Nueva York con su esposa y sus hijos; y toma una decisión muy difícil: irse sin su madre, con la que tenía una relación fuerte, vital, por la niñez huérfana del jugador. Kaspárov lo calcula bien, porque en el 2015 asesinan a Nemtsov y luego envenenan a Navalni.

El propio Kasparov protagoniza el duelo más épico jamás visto cuando se enfrenta contra la computadora Deep Blue: la creatividad del cerebro humano contra la fuerza bruta de la máquina. Tú estabas allí.

En los años noventa a todos nos gustaba que una máquina nos hiciera la declaración de la renta; pero nos estremecía que un ordenador ganara el campeón del mundo de ajedrez. No hablo de miedo, sino de terror, de auténtico pánico. Y Kaspárov se convirtió en el estandarte del género humano contra las máquinas. No exagero. Sólo hay que recordar a los titulares de prensa de los periódicos de Estados Unidos, o los anuncios de la calle en Nueva York que decían: “¿Será capaz este hombre de salvar el género humano?”. Incluso un hecho inédito describe la épica del duelo: Kaspárov, que jugaba bajo la bandera rusa contra el operador de IBM que traducía las jugadas de la computadora Deep Blue con bandera estadounidense, recibía el apoyo incondicional del público estadounidense. Nunca visto: ¡los americanos querían que ganara un ruso!

Ésta es buena. Más allá del juego, este duelo sirvió para investigar sobre la inteligencia artificial (IA).

Sí. Los padres de la informática, Claude Shannon y Alan Turing, a finales de los años cuarenta, llegan separadamente a la misma conclusión: que el ajedrez es el mejor campo de experimentación para la IA. El número de partidas diferentes en un tablero de ajedrez es mayor que el número de átomos que hay en el universo entero conocido. Hablamos de un 1 seguido con 123 ceros. Para la mente humana, esa cifra se aproxima al concepto de infinito; pero, por una máquina, se convierte en finita y, por tanto, manejable. Shannon y Turing concluyeron que, si lograban que una máquina ganase un campeón de ajedrez, el proceso científico sería tan complejo y rico que podrían aplicar todo el aprendizaje en otros campos. Y tenían razón, aunque tardaron más de lo que suponían: unos 50 años.

¿En qué campos se aplicó todo lo aprendido?
Ámbitos como el de la ciencia molecular, la fabricación de medicamentos complejos, la previsión meteorológica, las finanzas, la planificación de la agricultura, cuestiones medioambientales, etc. Pero todavía queda lo más impactante: gracias a lo aprendido en el ajedrez, se ha logrado el mayor avance en la historia de la biología: descifrar el comportamiento de las proteínas, esenciales para la vida. Los mayores expertos aseguraban que tardaríamos siglos, pero sólo hemos tardado 25 años.

Si una máquina calcula millones de jugadas en un segundo, ¿por qué fue tan difícil que los ordenadores ganaran los grandes campeones de ajedrez que carecen de la fuerza bruta de la máquina?

Una computadora, en una fracción de segundo, comprende que una dama vale 10 y un peón 1. Pero, en ajedrez, aparecen muchas excepciones y, en una gran cantidad de posiciones, la dama no vale 10 y, en cambio, un peón puede ser muy importante si, por ejemplo, domina casillas vitales. Un niño de seis años esto lo entiende en un minuto por puro sentido común. Pero, ¿Cómo programas el sentido común en una máquina? La computadora sólo entiende un lenguaje de ceros y unos; por eso, posee una fuerza sucia descomunal. El mayor éxito fue cuando los informáticos consiguieron programar en una máquina algo parecido a la intuición humana; es decir, que la computadora comprendiese el valor relativo de las piezas y fuese capaz de sacrificarlas para conseguir al final de la partida un ataque ganador. Esto fue un prodigio.

¿Quieres decir que no sacrificaba una pieza mediante un cálculo preciso y perfecto?
Exacto, lo hacía por vía intuitiva, porque eso le daba un ataque fuerte. Pero el concepto de ataque fuerte es etéreo para una máquina, no para una persona. Cuando programaron esta intuición, los ordenadores ya empezaron a jugar mejor que el campeón del mundo de ajedrez.

Tiene ironía: la computadora gana si se asemeja a nosotros. Y entonces, ¿Qué nos queda a los humanos?
La belleza del juego, que en ajedrez es hija del error. Tú y yo hacemos una partida, yo me equivoco y tú encuentras una combinación brillante que te da la victoria. Los ordenadores procesan jugadas interesantes desde una perspectiva técnica. A nosotros nos queda la belleza.

¿En qué pueden ayudar el ajedrez en la vida cotidiana?
En muchas cosas. Primero, en pensar con coherencia. Hoy, en los países más avanzados entre comillas, de vida rápida y estresante, la gente piensa cada vez menos. Suma el mal uso de las redes, la basura producida por los canales de televisión (mucha en horario infantil) y la desigualdad creciente en muchos países. Entonces, ¿Qué es mejor que un juego que instala en tu mente el hábito de pensar? Ante una situación, un proyecto o un problema, lo primero que debes hacer es pensar. Además, el ajedrez también desarrolla mucho la calidad de la autocrítica. El ajedrez es un juego sin árbitros y, si pierdes, no puedes culpar a nadie de tu derrota.

Importante, sí.

Te digo otra: el pensamiento flexible, vital hoy en día en el siglo XXI. En los últimos 25 años, el mundo ha cambiado más que en ningún otro período de la historia de la humanidad. Y cambiará más. La mitad de nuestros niños de los países avanzados ejercerán profesiones que todavía no existen, que requerirán tecnología todavía no inventada. El ajedrez desarrolla mucho la capacidad de adaptarte rápidamente a una realidad cambiante, porque, durante una partida, el reloj pierde segundos y un movimiento plantea una nueva relación entre las piezas. Son procesos cerebrales que automatizas y trasladadas a tu vida.

Las matemáticas, la música y el ajedrez son los tres ámbitos que más niños prodigio han dado. Tú en tu libro señalas también el valor de la inteligencia emocional en el ajedrez educativo.

Sí, es un tipo de inteligencia importantísima en la pedagogía del siglo XXI. He dicho antes que el ajedrez es boxeo mental, pero también es una lucha de emociones. Tienes que controlarlas durante la partida e intentar conocer las de tu contrincante para saber cómo jugar.

De hecho, hablas del ajedrez como el deporte más violento de todos y que por eso hay que dominar las emociones aún más.

Sí, porque un jugador de fútbol u otro deportista puede desahogar la tensión gritando, corriendo o saltando; pero, en el ajedrez, como mucho, puedes pasear por el escenario y poco más. Toda la tensión se acumula durante cuatro o cinco horas sobre el tablero y es necesario saber gestionarla. Primero, identificar las emociones y, después, comprender cuándo sientes angustia; o si estás demasiado confiado; o si tienes miedo al rival, si eres muy o poco prudente, etc. Todo el universo de las emociones está en juego durante una partida.

¿Y qué es lo que mejor funciona en materia educativa?
El uso interdisciplinario y transversal del ajedrez. Por ejemplo, la geometría, las matemáticas o el álgebra se explican de una manera eficaz y divertida con el ajedrez, y sin que el profesor tenga que saber jugar. La inteligencia emocional es transversal en todo el plano educativo y así los niños aprenden jugando con ellos.

¿Y cómo estamos en materia educativa?
España está a la vanguardia mundial de ajedrez educativo, a partir de lo que yo llamo el “milagro del 11 de febrero de 2015”, cuando todo el Congreso de los Diputados por unanimidad apoyó al ajedrez como herramienta educativa. En 2018, 10 de las 17 comunidades autónomas ya habían introducido el ajedrez en los horarios lectivos, de las cuales cinco lo están haciendo muy bien. Cataluña es una. De hecho, ha recibido la etiqueta de modelo de buenas prácticas para el resto del mundo.

¿Y cómo valoran los propios maestros y educadores el ajedrez educativo?
Cuando se dan cuenta de que el ajedrez funciona tan bien de forma transversal e interdisciplinaria, llegan a la conclusión de que el juego debe tener su propia hora lectiva, con objetivos pedagógicos apropiados a cada etapa, sea infantil, primaria o secundaria. Y es muy importante hacerlo así.

En comparación con los hombres, ¿por qué hay tan pocas mujeres jugadoras de ajedrez? Es un misterio analizado a lo largo de la historia del ajedrez. Señalas que existen dos grandes teorías avaladas por estudios científicos sobre esta cuestión: la primera afirma que las mujeres están menos dotadas para ámbitos cuantitativos (matemáticas, física, ingeniería…). La segunda, que ambos sexos nacen con el mismo potencial intelectual, pero que, por circunstancias socioculturales (discriminación social), muchas mujeres no se dedican a dichos ámbitos.

Es una pregunta importante, sí. ¿Por qué por cada mujer que juega al ajedrez, hay entre 7 y 14 hombres? ¿Y por qué ocurre esto en un deporte donde la fuerza bruta no sirve para nada? El ajedrez, en la inmensa mayoría de los países, tiene un sello de masculinidad. Según algunos estudios científicos, hay diferencias entre un cerebro masculino y uno femenino: existen porque las hormonas son diferentes. Lo que no se sabe es hasta qué punto son distintas. Sin embargo, hay que investigar más y, desde una perspectiva rigurosamente científica, dejar abierta la posibilidad de que un sexo esté más capacitado que otro para determinadas actividades, y al revés. Ahora bien, ante tu pregunta, yo diría que es más por una razón educativa que genética.

Tú lo expresas con una frase: las mujeres, si quieren, pueden jugar tan bien como los hombres; pero, normalmente, no quieren.

Es un hecho (otra cosa es explicarlo) que, cuando se llega a la pubertad, el número de niñas que abandonan el ajedrez es muy grande, más que el de niños. Y ocurre justo cuando existe la explosión hormonal propia de la edad. Para la mayoría de niños de esta edad, convertirse en lo mejor en alguna actividad suele ser una prioridad. En cambio, para la mayoría de niñas de esa edad, no lo es. Suelen tener otras prioridades como, por ejemplo, ampliar su círculo social.

Tú haces una lista de las grandes jugadoras de la historia del ajedrez y entre ellas destacas Judit Polgar, la más importante, considerada la mejor jugadora de ajedrez de la historia, la única mujer que ha conseguido estar entre los 10 primeros jugadores de la clasificación mundial.
Exacto. Judit Polgar y sus hermanas, también grandes jugadoras de ajedrez, tuvieron pubertad, una enorme inundación de progesterona en los cerebros y, en cambio, no dejaron de jugar al ajedrez. Y, además, lograron resultados impresionantes.

Cuentas una escena de cómo Judit Polgar sembraba el pánico entre los grandes jugadores de ajedrez. Y cómo éstos se extrañaban de ver a una mujer compitiendo por el campeonato mundial.

Yo fui educado en la España franquista, y, cuando jugaba torneos internacionales y me enfrentaba a una mujer, yo sentía una presión enorme que yo mismo me infundía, como si por la educación que yo había recibido fuera inconcebible perder con una mujer. Me duró poco, porque, al igual que el nacionalismo se cura viajando, el machismo, también. En una dosis mayor o menor, el machismo es universal. Y, en ajedrez, más aún, porque siempre ha sido un mundo muy masculino, con pocas mujeres. La irrupción de Judit Polgar fue una revolución total en los torneos de élite. Ella era capaz de ganar incluso al campeón del mundo. Por último, cuando los grandes jugadores se acostumbraron, la aceptaron como uno más del grupo, pero duró algunos años.

Hablemos de la famosa serie Gambito de dama. Una jugadora de ajedrez como protagonista. Ha generado mucho interés por el ajedrez.
En Gambito de dama hay aspectos positivos, pero hay algo que no me gusta: la protagonista no pierde ni una sola partida hasta que la gana el campeón estadounidense. Esto es absolutamente imposible por muy grande que sea tu talento, incluso si eres el mejor jugador de la historia. Es imposible que nadie gane hasta que pierdes con el campeón. Ofrece un mensaje muy negativo, especialmente para niños.

¿Cuál?
Vivimos en una sociedad en la que parece que si pulsas un botón consigues lo que quieres. Es muy importante enseñar a los niños que cuantas más veces caigan, más veces se levantarán y más habrán aprendido de estas caídas. Si no subrayamos este mensaje, crearemos una sociedad de personas muy blandas. A veces me invitan a torneos de niños y cuando quieren que hable, antes de jugar, les digo que algunos de ellos estarán muy contentos cuando ganen, y otros, muy tristes cuando pierdan. Pero, en ajedrez, contrariamente a otros deportes, la suerte no influye, y que si pierden se pregunten por qué han perdido. Así, habrán aprendido algo útil para la próxima partida y, sobre todo, para la vida, fuera del ajedrez.

Hablemos de ajedrez y salud. Para disfrutar de los beneficios del ajedrez, ¿no es necesario ser un profesional, ¿verdad?
Hay dos planos distintos que se confunden. Muchas personas piensan que el ajedrez es para gente muy inteligente. Es un pensamiento erróneo, ya que equipara a un profesional del maratón con una persona a la que le gusta correr a veces. Lo mismo ocurre con el ajedrez. Hay un proverbio hindú que dice que el ajedrez es un mar inmenso, donde un mosquito bebe y un elefante se baña. Para disfrutar del ajedrez, basta con ser un mosquito; no es necesario ser un elefante.

¿Qué beneficios tiene la práctica del ajedrez en materia de salud?
Hay suficientes evidencias científicas que permiten afirmar que la práctica frecuente de ajedrez a lo largo de la vida ralentiza el envejecimiento cerebral y, por tanto, el alzhéimer o la demencia senil. España tiene la segunda esperanza de vida más alta después de Japón y quizás hacia el año 2040 será aún más alta. Nuestros abuelos ya habían asumido que era necesario realizar ejercicio físico. Pero, ahora, comprendemos que también debemos practicar alguna gimnasia mental, y el ajedrez, no es la única, pero sí la mejor según la ciencia.

¿Por qué al ajedrez, metáfora de la inteligencia, considerado por muchos un juego, un deporte e incluso un arte, le ha faltado visibilidad?
Al ajedrez les ha pasado igual que al balonmano. El balonmano tenía raíces escandinavas y eslavas, y no se cuidó su marketing. El ajedrez era una pasión popular en la URSS, pero sin ningún interés por la imagen y la comunicación. Ahora, esto ha cambiado. Cuando el joven Magnus Carlsen, actual campeón del mundo, firmó un contrato con la marca de ropa juvenil G-Star, tuvo que realizar sesiones fotográficas, entrevistas, fiestas, etc. Y esto ha llevado al ajedrez a ámbitos donde antes no habían llegado.

Por cierto, una curiosidad para acabar: las aperturas en el ajedrez son los primeros movimientos de una partida. Hay un montón, algunas muy famosas como la apertura italiana, la española, la escocesa, etc. Pero existe también la apertura catalana. ¿Es buena para jugar?
Sí. La apertura española y la catalana están entre las más antiguas y todavía están vigentes, de las más utilizadas hoy en día. De la española, hace cuatro siglos, y de la catalana, más de cien años. Son dos concepciones diferentes del ajedrez que muestran su época. La defensa española tiene que ver con la época romántica y lo más importante es hacer jaque mate al rey, lo más rápido posible. En cambio, la apertura catalana es un bombardeo: en lugar de ocupar el centro con los peones desde el minuto uno, presionas el centro del tablero de lejos e invitas a tu rival a tomar el centro para atacarle después.

Leontxo García Periodista y divulgador del ajedrez 

Traducción: Josep M. Gil

martes, 28 de agosto de 2018

“Hay una gran presión económica para hacer obsoletos a los humanos”. En su libro 'Vida 3.0', el profesor del MIT propone argumentos para un debate global que evite que la llegada de la Inteligencia Artificial acabe en desastre.

Cuando el rey Midas le pidió a Dionisio transformar en oro todo lo que tocase cometió un fallo de programación. No pensaba que el dios sería tan literal al concederle el deseo y solo fue consciente de su error cuando vio a su hija convertida en una estatua metálica. Max Tegmark (Estocolmo, 1967) cree que la inteligencia artificial puede presentar riesgos y oportunidades similares para la humanidad.

El profesor del MIT y director del Future of Life Institute en Cambridge (EE UU) estima que la llegada de una Inteligencia Artificial General (IAG) que supere a la humana es cuestión de décadas. En su visión del futuro, podríamos acabar viviendo en una civilización idílica donde robots superinteligentes harían nuestro trabajo, crearían curas para todas nuestras enfermedades o diseñasen sistemas para ordeñar la energía descomunal de los agujeros negros. Sin embargo, si no somos capaces de transmitirle nuestros objetivos con precisión, también es posible que a esa nueva inteligencia dominante no le interese nuestra supervivencia o, incluso, que asuma un objetivo absurdo como transformar en clips metálicos todos los átomos del universo, los que conforman nuestros cuerpos incluidos.

Para evitar el apocalipsis, Tegmark considera que la comunidad global debe implicarse en un debate para orientar el desarrollo de la inteligencia artificial en nuestro beneficio. Esta discusión deberá afrontar problemas concretos, como la gestión de las desigualdades generadas por la automatización del trabajo, pero también un intenso esfuerzo filosófico que triunfe donde llevamos siglos fracasando y permita definir y acordar qué es bueno para toda la humanidad para después inculcárselo a las máquinas.

Estos y otros temas relacionados con la discusión que Tegmark considera más importante para el futuro de la humanidad son los que recoge en su libro Vida 3.0: ser humano en la era de la inteligencia artificial, un ambicioso ensayo que han recomendado gurús como Elon Musk en el que el cosmólogo sueco trata de adelantarse a lo que puede suceder durante los próximos milenios.

Pregunta. Los humanos, en particular durante los últimos dos o tres siglos, hemos tenido mucho éxito comprendiendo el mundo físico, gracias al avance de disciplinas como la física o la química, pero no parece que hayamos sido tan eficaces entendiéndonos a nosotros mismos, averiguando cómo ser felices o llegando a acuerdos sobre cómo hacer un mundo mejor para todo el mundo. ¿Cómo vamos a dirigir los objetivos de la IAG sin alcanzar antes acuerdos sobre estos asuntos?

Respuesta. Creo que nuestro futuro puede ser muy interesante si ganamos la carrera entre el poder creciente de la tecnología y la sabiduría con la que se gestiona esa tecnología. Para conseguirlo, tenemos que cambiar estrategias. Nuestra estrategia habitual consistía en aprender de nuestros errores. Inventamos el fuego, la fastidiamos unas cuantas veces y después inventamos el extintor; inventamos el coche, la volvimos a fastidiar varias veces e inventamos el cinturón de seguridad y el airbag. Pero con una tecnología tan potente como las armas atómicas o la inteligencia artificial sobrehumana no vamos a poder aprender de nuestros errores. Tenemos que ser proactivos.

Es muy importante que no dejemos las discusiones sobre el futuro de la IA a un grupo de frikis de la tecnología como yo sino que incluyamos a psicólogos, sociólogos o economistas para que participen en la conversación. Porque si el objetivo es la felicidad humana, tenemos que estudiar qué significa ser feliz. Si no hacemos eso, las decisiones sobre el futuro de la humanidad las tomarán unos cuantos frikis de la tecnología, algunas compañías tecnológicas o algunos Gobiernos, que no van a ser necesariamente los mejor cualificados para tomar estas decisiones para toda la humanidad.

P. ¿La ideología o la forma de ver el mundo de las personas que desarrollen la inteligencia artificial general definirá el comportamiento de esa inteligencia?
R. Muchos de los líderes tecnológicos que están construyendo la IA son muy idealistas. Quieren que esto sea algo bueno para toda la humanidad. Pero si se mira a las motivaciones de las compañías que están desarrollando la IA, la principal es ganar dinero. Siempre harás más dinero si reemplazas humanos por máquinas que puedan hacer los mismos productos más baratos. No haces más dinero diseñando una IA que es más bondadosa. Hay una gran presión económica para hacer que los humanos sean obsoletos.

La segunda gran motivación entre los científicos es la curiosidad. Queremos ver cómo se puede hacer una inteligencia artificial por ver cómo funciona, a veces sin pensar demasiado en las consecuencias. Logramos construir armas atómicas porque había gente con curiosidad por saber cómo funcionaban los núcleos atómicos. Y después de inventarlo, muchos de aquellos científicos desearon no haberlo hecho, pero ya era demasiado tarde, porque para entonces ya había otros intereses controlando ese conocimiento.

P. En el libro parece que da por hecho que la IA facilitará la eliminación de la pobreza y el sufrimiento. Con la tecnología y las condiciones económicas actuales, ya tenemos la posibilidad de evitar una gran cantidad de sufrimiento, pero no lo hacemos porque no nos interesa lo suficiente o no le interesa a la gente con el poder necesario para conseguirlo. ¿Cómo podemos evitar que eso suceda cuando tengamos los beneficios de la inteligencia artificial?
R. En primer lugar, la tecnología misma puede ser muy útil de muchas maneras. Cada año hay mucha gente que muere en accidentes de tráfico que probablemente no morirían si fuesen en coches autónomos. Y hay más gente en América, diez veces más, que mueren en accidentes hospitalarios. Muchos de esos se podrían salvar con IA si se utilizase para diagnosticar mejor o crear mejores medicinas. Todos los problemas que no hemos sido capaces de resolver debido a nuestra limitada inteligencia es algo que podría resolver la IA. Pero eso no es suficiente. Como dice, ahora mismo tenemos muchos problemas que sabemos exactamente cómo resolver, como el hecho de que haya niños que vivan en países ricos y no estén bien alimentados. No es un problema tecnológico, es un problema de falta de voluntad política. Esto muestra lo importante de que la gente participe en esta discusión y seleccionemos las prioridades correctas.

Por ejemplo, en España, el Gobierno español ha rechazado unirse a Austria y muchos otros países en la ONU en un intento para prohibir las armas letales autónomas. España apoyó la prohibición de armas biológicas, algo que apoyaban los científicos de esa área, pero no han hecho lo mismo para apoyar a los expertos en IA. Esto es algo que la gente puede hacer: Animar a sus políticos para que afronten estos asuntos y nos aseguremos de que dirigimos la tecnología en la dirección adecuada.

P. La conversación que propone en Vida 3.0 sobre la Inteligencia Artificial en el fondo es muy parecida a la que se debería tener sobre política en general, sobre cómo convivimos entre nosotros o como compartimos los recursos. ¿Cómo crees que el cambio en la situación tecnológica va a cambiar el debate público?
R. Creo que va a hacer las cosas más drásticas. Los cambios producidos por la ciencia se están acelerando, todo tipo de trabajos desaparecerán cada vez más rápido. Muchos se ríen de la gente que votó a Trump o a favor del Brexit, pero su rabia es muy real y los economistas te dirán que las razones por las que esta gente está enfadada, por ser más pobres de lo que eran sus padres, son reales. Y mientras no se haga nada para resolver estos problemas reales, su enfado aumentará.

La Inteligencia Artificial puede crear una cantidad enorme de nueva riqueza, no se trata de un juego de suma cero. Si nos convencemos de que va a haber suficientes impuestos para proporcionar servicios sociales y unos ingresos básicos, todo el mundo estará feliz en lugar de enfadado. Hay gente a favor de la Renta Básica Universal, pero es posible que haya mejores formas de resolver el problema. Si los gobiernos van a dar dinero a la gente solo para apoyarles, también se lo puede dar para que la gente trabaje como enfermeros o como profesoras, el tipo de trabajos que se sabe que dan un propósito a la vida de la gente, conexiones sociales...

No podemos volver a los criterios de distribución del Egipto de los faraones, en los que todo estaba en manos de un puñado de individuos, pero si una sola compañía puede desarrollar una inteligencia artificial general, es solo cuestión de tiempo que esa compañía posea casi todo. Si la gente que acumule este poder no quiere compartirlo el futuro será complicado.

P. Si no hacemos nada, ¿cuál serían las principales amenazas provocadas por el desarrollo de la IA?
R. En los próximos tres años comenzaremos una nueva carrera armamentística con armas letales autónomas. Se producirán de forma masiva por los superpoderes y en poco tiempo organizaciones como ISIS podrán tenerlas. Serán los AK-47 del futuro salvo que en este caso son máquinas perfectas para perpetrar asesinatos anónimos. En diez años, si no hacemos nada, vamos a ver más desigualdad económica. Y por último, hay mucha polémica sobre el tiempo necesario para crear una inteligencia artificial general, pero más de la mitad de los investigadores en IA creen que sucederá en décadas. En 40 años nos arriesgamos a perder completamente el control del planeta a manos de un pequeño grupo de gente que desarrolle la IA. Ese es el escenario catastrófico. Para evitarlo necesitamos que la gente se una a la conversación.

https://elpais.com/elpais/2018/08/07/ciencia/1533664021_662128.html

“La gente, estadísticamente, está mejor, pero hay una tremenda cantidad de sufrimiento individual”
“Los expertos se equivocan sistemáticamente”

domingo, 14 de enero de 2018

Educación: Aprender lo que no puedan hacer las máquinas

Las capacidades de investigación y creación no pueden enseñarse en una clase magistral ni en simulacros de proyectos, se necesitan procesos de aprendizaje activos, basados en la experiencia y la experimentación

El aula desaparecerá en un sentido literal y figurado. Dejará de ser el espacio dominante dado que los entornos sociales diversos y reales pasarán a ser los laboratorios de aprendizaje


Juan Freire - Especialista en cultura digital, innovación y educación 28/12/2017 -

Las tecnológicas, a la conquista del suculento mercado de la educación EFE

La educación en la que hemos vivido instalados en la era industrial fue definida por el pedagogo Paulo Freire como “bancaria”, dado que está destinada a “depositar” en el cerebro del que aprende capas de contenidos. El estudiante, pasivo, se dedica a “acumular” y asimilar contenidos hasta que éstos alcanzan una masa crítica que le permite desempeñar una acción efectiva como podría ser una profesión. Es una educación industrial, que se aísla en el aula y en la escuela y olvida casi por completo los procesos sociales como la interacción con la sociedad, el diálogo, la práctica, las experiencias...

Existen dos razones por las que esta forma de entender la educación, que sigue siendo dominante, se ha hecho disfuncional en nuestra sociedad. La primera, la más popular, parte de la evidencia de que la tecnología digital es capaz de ofrecer de forma más rápida, barata y con niveles de calidad al menos similares, muchos defienden que superiores, lo que antes ofrecían las aulas, profesores y las instituciones educativas.

La segunda aborda las razones profundas del cambio. En un mundo transformado por completo por la tecnología y los cambios sociales, la educación convencional no encara las verdaderas necesidades de los ciudadanos y profesionales contemporáneos. Vivimos en un mundo donde una proporción creciente de las tareas técnicas, sencillas y sofisticadas, están en manos de “máquinas inteligentes”. Nuestro principal reto individual y colectivo es vivir y gestionar la incertidumbre y los problemas complejos, aquellos que no podemos ni tan siquiera definir o para los que las soluciones no se adaptan a recetas predefinidas (o dicho de otro modo aquellos que, al menos por el momento, la Inteligencia Artificial no puede abordar), y para ello necesitamos capacidades de investigación y de creación. Esto no puede aprenderse en una clase magistral ni en simulacros de proyectos, se necesitan procesos de aprendizaje activos, basados en la experiencia y la experimentación.

¿Por que aún no ha sucedido la disrupción educativa?
De la mano de la tecnología, diferentes sectores, desde la cultura o los medios de comunicación a la política o el transporte público, se han ido desbaratando en las dos últimas décadas. La educación ha salido aparentemente indemne, aunque ya empieza a mostrar sus primeras grietas. Posiblemente su resistencia se deba a las barreras de entrada que oponen superestructuras muy tradicionales y fuertemente atrincheradas en su estatus social y político. Los aparentes intentos de disrupción en educación han venido de la mano de la tecnología y de los nuevos métodos, pero han sido más burbuja que verdadero cambio dado que se han orientado principalmente a dar servicio a las instituciones educativas y sus prácticas “formativas”, ancladas en el pasado o sujetas a una innovación tímida y lenta.

El software educativo más habitual aumenta el entorno educativo del aula manteniendo su estructura y reglas de juego o propone digitalizar ese formato. En el mundo del hardware y contenidos, tablets, pizarras digitales, apps, libros digitales, plataformas de contenidos … todos pretenden algo similar: mejorar el sistema conservando el sistema. Por otra parte los nuevos métodos, que se declaran alternativos a los “bancarios”, como el método del caso, el aprendizaje basado en proyectos, el aprendizaje cooperativo, o design thinking implican una transición a un aprendizaje más activo. Pero en la mayor parte de casos a costa de una trivialización de los problemas y retos que motivan el aprendizaje. Por ejemplo, el aprendizaje basado en proyectos en que el resultado está ya predefinido y se convierte en una tarea rutinaria equivalente a lo que sucede con la educación convencional. Por otra parte, se cambia el método sin cuestionar el contexto. Aprender de forma activa es una experiencia que requiere de un nuevo contexto, abierto y diverso, y por tanto de una nueva cultura de aprendizaje.

Las dos próximas décadas en educación
Hasta el momento hemos pensado en el futuro analizando críticamente el presente. Lo que sigue es una prospectiva de lo que en mi opinión es probable que suceda en los próximos años y puede acabar por convertirse en la “era de la disrupción educativa”.

1. El aprendizaje activo será el “nuevo normal”, y estará basado en comunidades intergeneracionales e “indisciplinares” (que se unen por su interés en un problema, no por afinidad disciplinar) y trabajan sobre “lo que nos afecta”. En este contexto gana protagonismo lo local, lo que nos es próximo y los problemas complejos. Los sucedáneos de aprendizaje activo, controlado y trivializado, no cumplirán las promesas y serán poco a poco abandonados o relegados a un papel menor.

2. Las competencias transversales, antes denominadas “blandas”, irán tomando más y más protagonismo porque finalmente serán casi las únicas que no puedan ser sustituidas por máquinas y algoritmos.

3. Las necesidades de aprendizaje son múltiples y cada persona, a lo largo de su vida, precisa aprender de formas diferentes. Si hasta el momento la educación buscó asegurar un nivel común y homogéneo de los estudiantes, a partir de ahora la educación deberá adaptarse a las múltiples necesidades y oportunidades. Pasaremos a entender la educación como un proceso que no termina nunca y que discurre con fases dentro de las instituciones educativas y fases en otros contextos profesionales y cívicos. En este nuevo escenario la certificación perderá valor de forma radical en favor del reconocimiento por pares y la acreditación progresiva y acumulativa de competencias y capacidades.

4. El aula desaparecerá en un sentido literal y figurado. Dejará de ser el espacio dominante para la educación dado que los entornos sociales diversos y reales pasarán a ser los laboratorios de aprendizaje.

5. Pasaremos de un sistema centrado en el profesor a otro organizado alrededor de los que aprenden y en los que emergerán una diversidad de agentes que acompañan, facilitan y median en el aprendizaje: entrenadores, mentores, expertos, colaboradores, diseñadores pedagogos...

6. La tecnología será invisible y flexible y estará presente en todos los procesos de aprendizaje. El “e-learning” tradicional y puro será una opción más y ganará reconocimiento él que sucede al “margen del sistema” dentro de comunidades digitales.

7. La Inteligencia Artificial será una herramienta esencial de mejora continua mediante las analíticas de aprendizaje. Pero se necesitará un nuevo enfoque que permita generar datos de la observación de los nuevos procesos de aprendizaje activo y no las analíticas convencionales que se generan en la educación “bancaria”.

8. El cambio vendrá de múltiples iniciativas, algunas nuevas y otras de transformación de la escuela o la universidad que compitan pero también dialoguen entre si. Las nuevas iniciativas serán una combinación de emprendimiento y proyectos educativos de corporaciones que no están ahora mismo en el mundo de la educación. En el caso de las transformaciones de las instituciones ya existentes requerirán el liderazgo de pequeños equipos de profesores y directivos comprometidos y con capacidad de acción que actuarán sobre la pedagogía pero también sobre la propia organización.

http://www.eldiario.es/sociedad/Educacion-Aprender-puedan-hacer-maquinas_0_723378320.html

martes, 10 de octubre de 2017

Entrevista a Belén Gopegui, novelista. "Muchos de mis libros procuran contradecir la idea de que 'esto es lo que hay', de que cualquier intento de transformación real sería peor"

Hay narraciones que son bellas, pero no siempre las ideas y las narraciones se acompasan en un mismo pentagrama literario. Y esto ocurre en tus obras literarias: Hay historias para contar, hay ideas para transmitir.

La resistencia a la sociedad del control, la religión del “dataísmo”, la pérdida de derechos y libertades, la sociedad, la política y el poder están representados en tus ficciones. En “Quédate este día y esta noche conmigo”, Olga y Mateo desafían al bot (robot) de Google.

-¿Consideras muy acotada- aunque no es poco- la interpretación que reduce la idea de resistencia y ofensiva de tus personajes solo a una pelea contra los paradigmas de interpretación que impone el algoritmo de Google al presentar una solicitud de trabajo que reúne 50 mil palabras…, un manuscrito que inspira tu novela con interpelaciones y diálogos desafiantes a un para nada neutral robot?

-Una novela es cada una de sus páginas, intentar sintetizarla siempre hace que se pierdan rasgos, relaciones contradictorias, el contexto narrativo de cada afirmación. De manera que sí, me parece una interpretación algo limitada, pero la entiendo. No estoy de acuerdo, en cambio, con que se diga, por ejemplo, como se ha dicho, que el enemigo de esta historia es la estadística, cuando, precisamente, una de las cosas que los personajes reclaman es que la estadística no se privatice. La estadística es una herramienta para mirar a la sociedad y cuando así se utiliza creo que es interesante; del mismo modo considero, y se dice en la novela, que un modelo matemático utiliza el lenguaje para componer un relato acerca del comportamiento de cierto trozo del mundo en cierto espacio de tiempo. La estadística, las matemáticas, la literatura, procuran con sus recursos comprender el mundo. El problema surge cuando estos recursos se desvían, se empobrecen y manipulan por grandes corporaciones que no buscan comprender porque sólo quieren obtener rentabilidad.

–En todos estos años hemos entregado datos sobre nuestro comportamiento, datos biométricos sobre nuestro cuerpo. Se afirma que los gigantes tecnológicos saben más de nosotros que nosotros mismos. La línea que divide la ficción de la realidad se esfuma. Las nuevas tecnologías construyen la realidad según nuestros deseos y fantasías… A un siglo de la Revolución Rusa, a 150 años de la obra maestra de Carlos Marx, El Capital, sin mencionar las grandes luchas de la humanidad por vivir en un mundo más justo se ha producido una revolución sin revolución… Hoy el poder ha cambiado de humanos a algoritmos. Y todo este recorrido breve es para preguntarte si los seres humanos ya no somos un secreto para nadie, ¿cómo es posible escribir literatura descubriendo “ese secreto” inspirador que nos sostiene en nuestra condición singular e irreemplazable de ser humanos?

-El intento de Google y de otra multitud de empresas de poseer todos los secretos al tiempo que nadie posee los suyos es contradictorio y, por el momento, no se cumple. Por más datos de que dispongan, aún no son capaces de interpretar el sentido de todas las variables. Y aún no son capaces, a veces, de acceder al secreto de aquellas y aquellos que quieren oscuridad. Estoy de acuerdo en parte con esta frase que cita Olga: “Sería deseable que aquellos de nosotros que comenzáramos a sentir un poco y de forma diferente lo ocultáramos”. Porque hoy los datos son una fuente de poder, otra más, y no vivimos en una sociedad justa ni igualitaria, por lo tanto entregar los datos a las empresas es, en cierto modo, entregarnos al más fuerte. No siempre es fácil no entregarlos, pero a veces se pueden distorsionar y creo que es importante organizarse políticamente para que esos datos no pasen a manos de ninguna gran corporación. En cuanto a la literatura, en alguna literatura sí habitan formas si no de descubrir, sí de elaborar y dar espacio a los secretos, y hacerlo de tal modo que sea difícil acceder a ellos por parte de quien sólo busca valor de cambio.

–Dijiste en un reportaje que la condición humana es una singularidad irreductible. Un recorrido por los distintos ámbitos en los que nacen, se desarrollan e inciden en nuestras vidas presentes y futuras, los vertiginosos avances tecnológicos y neuro-científicos nos conmina a interrogarnos en torno a cómo nos pensamos como seres humanos en la contemporaneidad. ¿Sentís que este interrogante busca también una respuesta en tu literatura?

– Creo que dije irreemplazable, en el sentido de que no debiera ser posible cambiar a unos seres humanos por otros, pues, somos al mismo tiempo iguales y distintos. Pero no niego que tal vez un día lejano se puedan descomponer en pequeños procesos todos los pasos que realiza nuestro pensamiento, nuestra emoción, nuestro cuerpo. Mi novela no quiere oponer lo humano a la ciencia ni a la tecnología, actividades que por otro lado considero perfectamente humanas. Lo que sí quiere es considerar la ciencia, la tecnología, el conocimiento como algo que debiera ser público, común, y debiera formar parte de lo que la especie humana haga para mejorar su presencia en este planeta. Por el contrario, se nos presenta la ciencia como un supuesto conocimiento neutral que, como decías, nunca lo es, que está casi siempre en manos de quien tiene más capital, y el capital se sostiene, al final, con la violencia.

– Tus personajes, no solo Olga y Mateo , también Alex y Carla, en el Comité de la Noche, quiénes se unen a un grupo clandestino que ha decidido enfrentar los desmanes de estos tiempos provocados por inescrupulosas trasnacionales que propician el tráfico y la compraventa de sangre o los protagonistas de Acceso No autorizado, que algunos consideran anticipatoria en muchos sentidos, y que narra el encuentro de dos héroes, el político desgastado y el héroe sin rumbo, un hacker, que desde la red espera reescribir el código de lo real. Todos, parecen expresar desde distintas situaciones e historias la rebelión de quienes rechazan un futuro- que ya está presente- en apariencia inevitable. ¿Nos orienta a pensar que somos aún capaces de tomar decisiones ensanchando los escasos márgenes de libertad para vivir y pensar cómo queremos, como deseamos? ¿Hay una unidad de sentido que atraviesa todas tus historias?

-No estoy segura, las personas cambian, a veces no es la misma la persona que empieza una novela que quien la termina. En todo caso si es cierto que muchos de mis libros procuran contradecir la idea que se nos repite continuamente desde quien detenta un poder no democrático —pues no creo, y esto también lo decía Kant, que la democracia sea posible en el capitalismo en la medida en que no hay independencia civil de las personas sino que la mayoría tiene que suplicar, de algún modo, que quien tiene capital para contratarle, le contrate y le permita así, “ganar” su vida—, la idea, decía, de que “esto es lo que hay”, de que cualquier intento de transformación real sería peor. El mito con que se intenta justificar este modo de vida es la supuesta igualdad de oportunidades, pero como he dicho alguna vez, conseguir la igualdad de oportunidades es mucho más utópico que llevar a cabo una revolución, como prueba el hecho de que no se haya logrado en ningún país a lo largo de cientos de años. Por otro lado, creo que en la vida de cada persona llega un momento en que los seres humanos comprenden que la vida no tiene sentido y que por tanto, son ellos quienes, si les importa, tendrán que encontrárselo, y tendrán que hacerlo en común con otros seres humanos, y preferirán no dejar que se lo impongan.

–En la utopía negativa de Julio Cortázar en su libro “Fin del Mundo del Fin” que muta de creativa fantasía a presagio describe un mundo imaginado sin lectores y sólo plagado de escribas condenados a escribir día y noche, concluye con la condena a extinguirse de los escribas, la única raza que sobrevive, aunque precariamente, ya sin lectores, produciendo día y noche textos sin sentido. ¿Los escritores, la literatura van camino a extinguirse junto a esos lectores-seres humanos que conocimos hasta hoy, devenidos en fórmulas matemáticas?

– Es cierto que en este momento la escritura empieza a equipararse a la lectura. Las redes sociales no permiten, al menos de momento, existir sin emitir. Quien no emite textos, fotografías o meras señales de aprobación o disgusto, no cuenta. En el mundo analógico la presencia de un cuerpo es suficiente para saber que alguien está ahí, a tu lado o tal vez enfrente. En el mundo analógico el silencio puede no ser mera ausencia. El mundo digital que, insisto, no es neutral sino que ha sido diseñado de un modo y podría, por tanto, haber sido y ser diseñado de formas diferentes —tal como una pantalla de ordenador o de celular han sido diseñadas para interactuar con usuarios individuales, por ejemplo—, en el mundo digital que hoy conocemos es necesario estar generando constantemente ruido que después será transformado en un sentido determinado y no en otro por quien se apropie de ese ruido en forma de datos. La imagen de Cortázar cobra así realidad, escribimos sin cesar, emitimos para existir, y leemos sin cesar pequeños fragmentos que otros emiten. Leer un libro, en cambio, es apartarse, emitir silencio durante más tiempo del esperado, no dejar en manos ajenas la transformación del ruido en sentido sino llevar a cabo esa transformación despacio y, en la medida de lo posible, en calma. Si nadie lee libros desaparecerán quienes los escriben, pero sucederá debido a que se está diseñando un modo de vida que sustituye el criterio por la mera preferencia irreflexiva, y no porque hayamos devenido en fórmulas matemáticas, insisto en que no tengo nada en contra de las matemáticas sino al contrario, precisamente porque considero que importan creo que es necesario reapropiárselas.

Lidia Fagale, periodista. Secretaria General de la UTPBA

Ficha técnica/BELÉN GOPEGUI

Licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid. Alumna de filosofía de Juan Blanco. Ha publicado las novelas La escala de los mapas (1993), Tocarnos la cara (1995) La conquista del aire (1998) Lo real ( 2001) El lado frío de la almohada (2004), El Padre de Blancanieves (2007), Deseo de ser punk (2009), todas ellas en la editorial Anagrama y en De bolsillo, y Acceso no autorizado (2011) y El comité de la noche (2014) en Penguin Random House. En SM ha publicado El balonazo (2008), El día que mamá perdió la paciencia (2009) El amigo que surgió de un viejo ordenador (2012) y El blog de la verdad extraordinaria, este último junto con Luis Ruiz de Gopegui. En Foro Complutense, la conferencia Un pistoletazo en un concierto y en UDP una selección de sus ensayos titulada Rompiendo algo (2014). Ha colaborado en el guión de La suerte dormida, dirigida por Ángeles González-Sinde. Es autora del guión de El principio de Arquímedes, dirigida por Gerardo Herrero, quien también dirigió Las razones de mis amigos, basada en la novela La conquista del aire. Ha escrito la pieza teatral El coloquio en colaboración con Unidad de Producción Alcores. Ecologistas en Acción ha publicado su cuento para niñas y niños Mi misión era acercarme a Miranda (2015), Fuera de la burbuja (2017) en la colección Gran Angular, y la novela Quédate este día y esta noche conmigo (2017) en Penguin Random House. Escribe artículos en diversos medios.

Fuente original:
http://www.utpba.org/2017/09/28/entrevista-a-belen-gopegui/

Google y el realismo
Novela con mucho de apólogo moral, la nueva obra de Belén Gopegui reflexiona sobre la inteligencia artificial

Mateo y Olga tienen poco en común. Él apenas pasa de los 20 años y ella ha cumplido algo más de 60. Pertenecen a dos estratos sociales diferentes (más precario el de Mateo) y sus concepciones del mundo tampoco coinciden. No obstante, los une la voluntad de resistir como motas de polvo “contra un río”. Se conocen en una biblioteca y empiezan a pasar las tardes en un bar de extrarradio. Han decidido presentar juntos una extraña solicitud de trabajo a Google que incluya aquello que Google es incapaz de jerarquizar. Quieren “colapsar la maquinaria”.

Belén Gopegui ficcionaliza (?) en Quédate este día y esta noche conmigo dicha solicitud, a la que añade los breves comentarios de la evaluadora. El resultado es una conversación moral sobre un país del sur de Europa (mejor dicho, un monólogo a dos voces, incluso un manifiesto transgeneracional) que impugna el mapa de la realidad de los nuevos mundos virtuales.

Quédate este día y esta noche conmigo es una novela, pero también un apólogo (una narración cuyo propósito es instruir sobre algún principio ético o moral, dice Wikipedia). Fiel a esa voluntad, Gopegui sacrifica la flexibilidad narrativa para ajustar la pertinencia moral del discurso de sus protagonistas. Pero recordemos: es una novela, no un ensayo disfrazado de ficción. Son los dos personajes, Olga y Mateo, quienes especulan acerca de conceptos como la libertad individual, el mérito y la responsabilidad, y al hacerlo no son heroicos ni clarividentes (tampoco son ellos quienes reparten los títulos de héroe), sino personas normales con voluntad de anonimato que han despertado de ciertas ilusiones. Su mayor dificultad es ser comunes... seguir aquí.