Pablo Casado progresa adecuadamente. La “anti-España” se le resiste, pero ya ha dicho que la alternativa del 28 de abril consiste en votar al PP o al Frente Popular. Conviene recordar, una vez más, que el Frente Popular fue una coalición legal de partidos legales, que ganó limpiamente unas elecciones para formar un gobierno legítimo, al que puso fin un golpe de Estado militar que desencadenó una guerra civil. A estas alturas, ninguna persona sensata e informada ignora que los culpables de aquella guerra fueron los golpistas. El Frente Popular, como la democracia, como la II República Española, fueron sus víctimas. Que Casado no cuide sus palabras significa que no le importa asumir unos delirios guerracivilistas que contrastan groseramente con su continua presentación del PP como partido centrado y moderado. Albert Rivera, siempre más moderno, emplea una retórica diferente para llegar más o menos al mismo sitio. Se ha apresurado a decir que no pactará con el PSOE y que solo aislará con un cordón sanitario a quienes quieren romper su país. Es un argumento defectuoso, porque vamos a unas elecciones anticipadas, precisamente, por la negativa independentista a aprobar los Presupuestos del Gobierno, pero tiene la virtud de clarificar el campo de juego mucho antes de que empiece la campaña electoral. A mí se me ocurren muchas maneras de romper España, y casi todas tienen un lugar en el programa de Vox, pero es evidente que, para Rivera, la soberanía es una cuestión de kilómetros cuadrados y no de la dignidad de las personas. En cualquier caso, tanto Casado como Rivera, han hablado y es útil resumir lo que han dicho.
Solo están dispuestos a gobernar juntos y, si hace falta, con Abascal.
Están todos ustedes avisados.
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