_- Hace unos días mi compañera y amiga Carmen Lizárraga, profesora Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Granada, publicó un comentario en Twitter señalando la abismal diferencia de ingresos entre los dueños de Inditex y Mercadona y sus trabajadores. Era una manera rápida, como no puede ser de otra forma en esa red social, de llamar la atención sobre las enormes diferencias de ingresos que se dan en el seno de las empresas, algo que muchos economistas bastante ortodoxos han reconocido siempre como una fuente de ineficiencias y pérdida de productividad, tal y como ella misma se encargó de señalar en un artículo posterior (aquí).
Lo curioso del caso fue la tremenda reacción que suscitó su comentario, desde los insultos más o menos habituales hasta las acusaciones de comunista, bolivariana, ignorante, radical… simplemente porque, tras limitarse a proporcionar los datos de ingresos, recurrió a la ironía escribiendo: “¿Como se llama la película? Con el sudor de los de abajo”.
El caso me parece que va más lejos de la simple anécdota. Cuando se proporcionan datos sobre las grandes desigualdades de nuestro tiempo y se reclaman medidas de política económica para reducirlas casi siempre se suele encontrar ese tipo de reacciones. Los medios de comunicación, los economistas, periodistas o políticos comprometidos con la defensa del orden establecido responden de manera furibunda, descalificadora y repitiendo siempre los mismos argumentos: las diferencias de ingresos actuales son naturales y han existido siempre, se deben exclusivamente al valor que aportan las personas ricas, más innovadoras y competitivas, y no son negativas sino deseables porque su existencia genera crecimiento económico y empleo, además de mucha ayuda a los demás, gracias a su generosidad.
Lo cierto, sin embargo, es que nada de esas supuestas ventajas responden a la realidad.
– En nuestra época hay más milmillonarios (o su equivalente en términos reales) que nunca. En 1996 había 423 en todo el mundo, mientras que, según la revista Forbes, en marzo de este año eran 2.095, cinco veces más (aquí). De ellos, 24 en España, muy por debajo de los 651 de Estados Unidos, 390 de China, 110 de Alemania o 39 de Francia y 36 de Italia.
– La riqueza de los milmillonarios también alcanza hoy día el porcentaje más alto sobre la riqueza total del último siglo y quizá de la historia: esas 2.095 personas representan el 0,00003% de la población mundial mientras que su riqueza equivale al 12% del producto bruto anual de todo el planeta. En Estados Unidos, las 614 personas más ricas tienen una riqueza equivalente a la que poseen los 165 millones que constituyen la mitad más pobre de su población.
– No es verdad que la riqueza de los milmillonarios sea el resultado de su innovación o de que sean capaces de incorporar avances que supongan mejoras en el crecimiento económico o el empleo. Hay una prueba evidente, precisamente en estos últimos meses de pandemia: desde el último mes de marzo al 7 de diciembre, el patrimonio neto de los 651 milmillonarios estadounidenses ha aumentado en un billón de dólares, al pasar de 2,95 billones a 4,01 billones (datos aquí).
Otras investigaciones también han demostrado que la innovación ha cambiado de pautas en los últimos cincuenta años. En los setenta del siglo pasado sí era cierto que la innovación se producía mayoritariamente en el seno o por impulso de compañías privadas, lo que justificaría sus beneficios extraordinarios. Actualmente, por el contrario, se sabe que alrededor de las dos terceras partes de la innovación se produce en el seno o bajo el impulso de equipos en donde están presentes fondos gubernamentales o que cuentan con una importante aportación de fondos públicos (datos aquí). Y eso no solo contrasta con los mayores beneficios extraordinarios que se reciben ahora sino también con la menor contribución fiscal que hacen las empresas y grandes patrimonios: en los años sesenta y setenta del siglo pasado (con menos beneficios) proporcionaban el 30% de los ingresos públicos de Estados Unidos y ahora sólo el 10%.
– Tampoco es verdad que los más ricos del planeta, esas 2.095 personas (sin contar a quienes tienen patrimonios escondidos, dictadores, o delincuentes internacionales), hayan acumulado su enorme riqueza solo gracias a su mérito o esfuerzo personal o contribuyendo a que la economía sea más eficiente y competitiva.
Según las investigaciones de Thomas Piketty y otros investigadores, en Estados Unidos el 60% de la riqueza se hereda y en Europa alrededor del 55% (aquí). Y el economista estadounidense Robert Reich muestra que el origen de las fortunas más grandes del planeta no es precisamente el mérito, la innovación o la mayor eficiencia sino, además de la herencia, el poder del mercado que aniquila la competencia, la información privilegiada y el pago a los políticos para conseguir leyes y normas favorables a sus intereses (aquí).
– También se ha demostrado que no es cierto que se produzca un supuesto efecto positivo de la desigualdad y de la existencia de personas muy ricas sobre el resto de la economía (el llamado “efecto derrame”). No es verdad, como se quiere hacer creer, que cuanto más superricos haya, más riqueza se “derrama” sobre el conjunto de la sociedad.
Una investigación de David Hope y Julian Limberg de la London School of Economics and Political Science (aquí) ha demostrado recientemente que también es falso que sea bueno para la economía que haya superricos y que sus fortunas estén cada día más exentas de impuestos. Después de estudiar lo ocurrido en 18 países de la OCDE durante los últimos 50 años, concluyen que, allí donde han bajado los impuestos, la desigualdad ha aumentado porque las rebajas impositivas solo han beneficiado al grupo que posee el 1% más elevado de la renta. Y en su investigación han comprobado que menos impuestos y más desigualdad va unido a menos crecimiento económico y a más desempleo, de donde deducen que no hay que tener miedo a subir los impuestos a los superricos (en concreto, en estos momentos de crisis por la epidemia) porque eso no va a producir menos actividad o menos empleo, sino todo lo contrario.
– Tampoco es verdad que mucha mayor riqueza vaya unida a una gran filantropía por parte de los superricos. Es significativo, por ejemplo, que cuando Bill y Melinda Gates y Warren Buffet propusieron a otros millonarios donar el 50% de su riqueza durante diez años a fondos de beneficencia sólo consiguieron reclutar a 211, uno de cada diez de los 2.095 milmillonarios del planeta. Y eso, sin entrar a considerar que ese tipo de filantropía no es, en realidad, sino una forma de privatizar la solidaridad que al final supone una merma de ingresos para la provisión de bienes públicos esenciales y para las organizaciones más pequeñas o independientes y que, lógicamente, lleva consigo el control de quien recibe las ayudas, lo que las envilece, a veces, de forma sustancial.
El coste y la bárbara irracionalidad de la desmesurada concentración de la riqueza de nuestros días se percibe con un simple dato sobre la mayor fortuna del planeta, la que posee el dueño de Amazon, Jeff Bezos: su riqueza ha aumentado en 74.000 millones de dólares del 18 de marzo al 7 de diciembre. Eso quiere decir que si ese incremento de ingresos para él solo se hubiera repartido entre todas las personas que emplea Amazon en todo el mundo, poco más de 1,2 millones, cada una de ellas hubiera recibido unos 62.000 dólares mientras que Bezos hubiera seguido siendo ahora en diciembre igual de superrico que hace nueve meses.
Es lógico que los grandes milmillonarios oculten el origen de sus grandes fortunas; que no reconozcan lo decisivo que ha sido a la hora de acumularla la disposición de bienes y recursos públicos por los que no están dispuestos a pagar. Pero lo que no se puede negar es que, en general, la concentración tan extraordinaria de la riqueza que se ha producido en los últimos años ha ido acompañada -en la economía- de menos actividad, de más crisis, de menos empleo, de peor provisión de bienes públicos imprescindibles, y de mercados más concentrados y, por tanto, más ineficientes. Y, desde otros puntos de vista, de menos derechos individuales y sociales, de más injusticias y de menos democracia porque ha aumentado el poder de quienes pueden decidir al margen de la política representativa gracias a su control sobre los partidos, los medios de comunicación y las fuentes de creación de opinión y formación.
Conseguir que no ya los ricos, sino los riquísimos que dominan el planeta, contribuyan como los demás al mantenimiento de la sociedad, que se desincentiven y penalicen sus abusos de poder en los mercados, que se persiga y castigue su torticera influencia en la política o que se fomente la meritocracia y se penalice la gran herencia no es, a la vista de la situación a la que hemos llegado, ni siquiera un objetivo político o ideológico, sino un imperativo ético que debiera defender cualquier persona sensible, honesta y concernida por el futuro del planeta y de las generaciones futuras.
https://juantorreslopez.com/el-problema-no-es-que-sean-ricos-sino-riquisimos-ineficientes-y-a-costa-de-los-demas/
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domingo, 17 de enero de 2021
_- El problema no es que sean ricos, sino riquísimos, ineficientes y a costa de los demás.
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jueves, 24 de diciembre de 2020
Mackenzie Scott, una de las mujeres más ricas del mundo, dona casi US$6.000 millones de su fortuna.
Fue la mujer más rica del mundo, pero el título le duró tan solo unos días.
La decisión de repartir su fortuna entre diversas ONG ha llevado a Mackenzie Scott al puesto número 18 del índice de multimillonarios de Bloomberg.
Y eso que su patrimonio personal pasó de US$23.600 millones a US$60.900 millones este año, colocándola por un breve período de tiempo como la mujer más acaudalada del mundo.
Scott es la exmujer de Jeff Bezos, el CEO de Amazon, y ahora mismo el hombre más rico de la tierra.
A finales del año pasado, cuando ambos decidían poner fin a su matrimonio, Scott recibió en el acuerdo de divorcio una cuarta parte de las acciones que Bezos mantiene en la compañía que fundó.
El valor de Amazon en bolsa ha aumentado casi un 72% en lo que va de año, lo que impulsó el patrimonio neto de ambos.
La pandemia de coronavirus y los confinamientos en muchas partes del mundo han hecho que las ventas de la plataforma de comercio electrónico se disparen.
Todo el mundo parecía estar comprando online y los beneficios de Amazon reflejaron la tendencia.
Esta cifra catapultó a Scott y la llevó a sobrepasar a la histórica fortuna de Francoise Bettencourt, la heredera de la firma de cosméticos L'Óreal.
Pero la decisión de donar su dinero hasta que su "caja fuerte esté vacía", según sus propias palabras, ha empezado a disminuir su patrimonio, lo que le ha llevado a retroceder varios puestos en tan solo unos meses.
"El año pasado me comprometí a devolver la mayor parte de mi riqueza a la sociedad que me ha ayudado a generarla", dijo.
"No tengo dudas de que la riqueza personal de cualquiera es producto de un esfuerzo colectivo y de estructuras sociales que presentan oportunidades para algunas personas y obstáculos para muchas otras", dijo tras suscribir la iniciativa Giving Pledge el año pasado.
Fundada por Warren Buffett y Bill y Melinda Gates y seguida por más de 200 fortunas globales, el proyecto anima a las personas más ricas del mundo a dedicar la mayor parte de su riqueza a causas benéficas.
La fundación Bill y Melinda Gates está detrás de la iniciativa "Giving Pledge".
Cómo está donando su dinero
En julio, Scott anunció que ya había donado unos US$1.700 millones a 116 organizaciones que incluían cuatro colegios y universidades históricamente negros.
Y en los últimos 4 meses ha repartido unos US$4.200 millones a bancos de alimentos y fondos de ayuda de emergencia.
En una publicación, Scott dijo que lo había hecho para ayudar a los estadounidenses que atraviesan dificultades como consecuencia de la pandemia de covid-19.
"Esta pandemia ha sido como una bola de demolición en las vidas de los estadounidenses que ya estaban pasándolo mal", escribió en un blog el martes.
Por esa razón, explicó que había elegido más de 380 organizaciones benéficas a las que donar parte de su riqueza.
Un equipo de asesores le ayudó a evaluar los proyectos de casi 6.500 organizaciones.
Se considera que ella fue el primer trabajador de Amazon.
"Las pérdidas económicas y las consecuencias en la salud han sido peores para las mujeres, para las personas de color y para las personas que viven en la pobreza. Mientras tanto, los multimillonarios han aumentado sustancialmente su capital".
El banco suizo UBS dijo que a los multimillonarios les había ido "extremadamente bien" durante la pandemia.
La suma de estas dos donaciones alcanza casi los US$6.000 millones este año y se prevé que continúe en el mismo camino.
"Tengo una cantidad desproporcionada de dinero para compartir", escribió al sumarse a la iniciativa Giving Pledge.
Además de Scott, otros signatarios incluyen al fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, y su esposa Priscilla Chan, Elon Musk y el fundador de eBay, Pierre Omidyar, y su esposa Pam.
La decisión de repartir su fortuna entre diversas ONG ha llevado a Mackenzie Scott al puesto número 18 del índice de multimillonarios de Bloomberg.
Y eso que su patrimonio personal pasó de US$23.600 millones a US$60.900 millones este año, colocándola por un breve período de tiempo como la mujer más acaudalada del mundo.
Scott es la exmujer de Jeff Bezos, el CEO de Amazon, y ahora mismo el hombre más rico de la tierra.
A finales del año pasado, cuando ambos decidían poner fin a su matrimonio, Scott recibió en el acuerdo de divorcio una cuarta parte de las acciones que Bezos mantiene en la compañía que fundó.
El valor de Amazon en bolsa ha aumentado casi un 72% en lo que va de año, lo que impulsó el patrimonio neto de ambos.
La pandemia de coronavirus y los confinamientos en muchas partes del mundo han hecho que las ventas de la plataforma de comercio electrónico se disparen.
Todo el mundo parecía estar comprando online y los beneficios de Amazon reflejaron la tendencia.
Esta cifra catapultó a Scott y la llevó a sobrepasar a la histórica fortuna de Francoise Bettencourt, la heredera de la firma de cosméticos L'Óreal.
Pero la decisión de donar su dinero hasta que su "caja fuerte esté vacía", según sus propias palabras, ha empezado a disminuir su patrimonio, lo que le ha llevado a retroceder varios puestos en tan solo unos meses.
"El año pasado me comprometí a devolver la mayor parte de mi riqueza a la sociedad que me ha ayudado a generarla", dijo.
"No tengo dudas de que la riqueza personal de cualquiera es producto de un esfuerzo colectivo y de estructuras sociales que presentan oportunidades para algunas personas y obstáculos para muchas otras", dijo tras suscribir la iniciativa Giving Pledge el año pasado.
Fundada por Warren Buffett y Bill y Melinda Gates y seguida por más de 200 fortunas globales, el proyecto anima a las personas más ricas del mundo a dedicar la mayor parte de su riqueza a causas benéficas.
La fundación Bill y Melinda Gates está detrás de la iniciativa "Giving Pledge".
Cómo está donando su dinero
En julio, Scott anunció que ya había donado unos US$1.700 millones a 116 organizaciones que incluían cuatro colegios y universidades históricamente negros.
Y en los últimos 4 meses ha repartido unos US$4.200 millones a bancos de alimentos y fondos de ayuda de emergencia.
En una publicación, Scott dijo que lo había hecho para ayudar a los estadounidenses que atraviesan dificultades como consecuencia de la pandemia de covid-19.
"Esta pandemia ha sido como una bola de demolición en las vidas de los estadounidenses que ya estaban pasándolo mal", escribió en un blog el martes.
Por esa razón, explicó que había elegido más de 380 organizaciones benéficas a las que donar parte de su riqueza.
Un equipo de asesores le ayudó a evaluar los proyectos de casi 6.500 organizaciones.
Se considera que ella fue el primer trabajador de Amazon.
"Las pérdidas económicas y las consecuencias en la salud han sido peores para las mujeres, para las personas de color y para las personas que viven en la pobreza. Mientras tanto, los multimillonarios han aumentado sustancialmente su capital".
El banco suizo UBS dijo que a los multimillonarios les había ido "extremadamente bien" durante la pandemia.
La suma de estas dos donaciones alcanza casi los US$6.000 millones este año y se prevé que continúe en el mismo camino.
"Tengo una cantidad desproporcionada de dinero para compartir", escribió al sumarse a la iniciativa Giving Pledge.
Además de Scott, otros signatarios incluyen al fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, y su esposa Priscilla Chan, Elon Musk y el fundador de eBay, Pierre Omidyar, y su esposa Pam.
Michael Jordan anunció que donaría US$100 millones a Black Lives Matters
Grandes donaciones
Este año ha habido un número relativamente alto de megadonaciones de las celebridades, estrellas del deporte y líderes empresariales que han querido ayudar en la respuesta a la pandemia de covid-19 y otras causas.
Entre los más generosos se encontraba el cofundador de Twitter, Jack Dorsey, quien anunció en abril que estaba transfiriendo US$1.000 de dólares de sus activos a un fondo para mitigar los estragos del coronavirus y otras causas.
Esto representa aproximadamente una cuarta parte de su patrimonio neto de US$3.900 millones de dólares.
Por su parte, Bill Gates y su esposa Melinda han comprometido US$305 millones para vacunas, tratamientos y desarrollos de diagnóstico a través de su fundación benéfica.
La autora de la saga de Harry Potter, JK Rowling, donó US$1,3 millones para ayudar a las personas sin hogar y a las personas afectadas por el abuso doméstico durante la pandemia.
Mark Zuckerberg, CEO de Facebook y su esposa Priscilla Chan donaron US$300 millones para "proteger las elecciones estadounidenses".
La mayor parte del dinero se destinó al "Center for Tech and Civic Life", una organización sin fines de lucro que reclutó trabajadores electorales y les proporcionó equipo de protección personal.
En junio, la leyenda del baloncesto Michael Jordan anunció que donaría US$100 millones a Black Lives Matter y causas de injusticia social durante la próxima década.
Grandes donaciones
Este año ha habido un número relativamente alto de megadonaciones de las celebridades, estrellas del deporte y líderes empresariales que han querido ayudar en la respuesta a la pandemia de covid-19 y otras causas.
Entre los más generosos se encontraba el cofundador de Twitter, Jack Dorsey, quien anunció en abril que estaba transfiriendo US$1.000 de dólares de sus activos a un fondo para mitigar los estragos del coronavirus y otras causas.
Esto representa aproximadamente una cuarta parte de su patrimonio neto de US$3.900 millones de dólares.
Por su parte, Bill Gates y su esposa Melinda han comprometido US$305 millones para vacunas, tratamientos y desarrollos de diagnóstico a través de su fundación benéfica.
La autora de la saga de Harry Potter, JK Rowling, donó US$1,3 millones para ayudar a las personas sin hogar y a las personas afectadas por el abuso doméstico durante la pandemia.
Mark Zuckerberg, CEO de Facebook y su esposa Priscilla Chan donaron US$300 millones para "proteger las elecciones estadounidenses".
La mayor parte del dinero se destinó al "Center for Tech and Civic Life", una organización sin fines de lucro que reclutó trabajadores electorales y les proporcionó equipo de protección personal.
En junio, la leyenda del baloncesto Michael Jordan anunció que donaría US$100 millones a Black Lives Matter y causas de injusticia social durante la próxima década.
miércoles, 17 de abril de 2019
Enriquecer a los ricos y asfixiar a los pobres
El programa fiscal del PP es una provocación a quienes aún sufren las secuelas sociales de los recortes
XAVIER VIDAL-FOLCH
15 ABR 2019.
En síntesis apretadísima, el programa fiscal del PP consiste en bajar los impuestos a los ricos y reducir los ingresos de los pobres. En resumen menos apretado, eso se traduce en bajar el impuesto de sociedades (por debajo del 20%), suprimir al 99% el de sucesiones (herencias) y al 100% el de patrimonio, podar a fondo el impuesto sobre la renta (40% el tipo máximo), rebajar el salario mínimo (a 850 euros) y pegar un hachazo a las pensiones. ¡Mientras el FMI aconseja aumentar impuestos a los ricos!
Es una provocación a quienes aún sufren las secuelas sociales de los recortes tras la Gran Recesión. El alma social de este PP no es la centroderechista de Mariano. Es simple ignorancia, cruel y ultra, del dolor social. No es conservadurismo social, sino incitación a la rebelión de las masas. Amén de una gravísima irresponsabilidad política para un partido de los de gobierno, atenta contra la viabilidad económica del Estado, cuyos ingresos fiscales son un 7% inferiores a la media europea.
A no ser que alguien se crea las paparruchas del parlanchín Arthur Laffer. Este —maestro de Daniel Lacalle, el consejero económico de Pablo Casado— fue quien engañó a Ronald Reagan asegurándole (vía Dick Cheney y otros tristes patriotas carniceros) que una rebaja fiscal general, incondicional e inmediata relanzaría la economía. Acabó provocando uno de los peores fiascos presupuestarios (disparo del déficit y de la deuda) de toda la historia americana posterior a la Gran Recesión.
Algunas de las medidas resumidas se aplican en autonomías de la derecha, son clásicas en el programa pepero. Las peores han sido anunciadas oralmente, y claro, luego reinterpretadas y lanzadas contra los mensajeros, acusándoles de tergiversación. Da igual. Ahí están, en el fondo del armario Casado-Lacalle.
Preguntado el primero si desharía la subida del salario mínimo, dijo que sí, pero con el típico circunloquio. “Lo que haré es cumplir la negociación a la que llegó el Gobierno” de Rajoy, “para subir a 850 euros el salario mínimo en 2020”. O sea, hoy, bajarlo. Avisado de su pifia, la disfrazó con que primero escucharía a patronal y sindicatos. Pero hay que agradecerle su sinceridad inicial. Sabemos lo que piensa de verdad, en el fondo.
Lo mismo le pasó a Lacalle tras declarar a El Economista (31 de marzo) que el debate de las pensiones españolas “no es cuánto se revalorizan, sino cuánto se recortan, un 20%, un 30% o un 40%”. También dijo, donde dije digo, digo Diego. Gracias, sincero.
Fuente:
https://elpais.com/elpais/2019/04/14/opinion/1555244562_311678.html
XAVIER VIDAL-FOLCH
15 ABR 2019.
En síntesis apretadísima, el programa fiscal del PP consiste en bajar los impuestos a los ricos y reducir los ingresos de los pobres. En resumen menos apretado, eso se traduce en bajar el impuesto de sociedades (por debajo del 20%), suprimir al 99% el de sucesiones (herencias) y al 100% el de patrimonio, podar a fondo el impuesto sobre la renta (40% el tipo máximo), rebajar el salario mínimo (a 850 euros) y pegar un hachazo a las pensiones. ¡Mientras el FMI aconseja aumentar impuestos a los ricos!
Es una provocación a quienes aún sufren las secuelas sociales de los recortes tras la Gran Recesión. El alma social de este PP no es la centroderechista de Mariano. Es simple ignorancia, cruel y ultra, del dolor social. No es conservadurismo social, sino incitación a la rebelión de las masas. Amén de una gravísima irresponsabilidad política para un partido de los de gobierno, atenta contra la viabilidad económica del Estado, cuyos ingresos fiscales son un 7% inferiores a la media europea.
A no ser que alguien se crea las paparruchas del parlanchín Arthur Laffer. Este —maestro de Daniel Lacalle, el consejero económico de Pablo Casado— fue quien engañó a Ronald Reagan asegurándole (vía Dick Cheney y otros tristes patriotas carniceros) que una rebaja fiscal general, incondicional e inmediata relanzaría la economía. Acabó provocando uno de los peores fiascos presupuestarios (disparo del déficit y de la deuda) de toda la historia americana posterior a la Gran Recesión.
Algunas de las medidas resumidas se aplican en autonomías de la derecha, son clásicas en el programa pepero. Las peores han sido anunciadas oralmente, y claro, luego reinterpretadas y lanzadas contra los mensajeros, acusándoles de tergiversación. Da igual. Ahí están, en el fondo del armario Casado-Lacalle.
Preguntado el primero si desharía la subida del salario mínimo, dijo que sí, pero con el típico circunloquio. “Lo que haré es cumplir la negociación a la que llegó el Gobierno” de Rajoy, “para subir a 850 euros el salario mínimo en 2020”. O sea, hoy, bajarlo. Avisado de su pifia, la disfrazó con que primero escucharía a patronal y sindicatos. Pero hay que agradecerle su sinceridad inicial. Sabemos lo que piensa de verdad, en el fondo.
Lo mismo le pasó a Lacalle tras declarar a El Economista (31 de marzo) que el debate de las pensiones españolas “no es cuánto se revalorizan, sino cuánto se recortan, un 20%, un 30% o un 40%”. También dijo, donde dije digo, digo Diego. Gracias, sincero.
Fuente:
https://elpais.com/elpais/2019/04/14/opinion/1555244562_311678.html
domingo, 30 de octubre de 2016
KEN LOACH. Yo, Daniel Blake “Todas las historias humanas son políticas”. El cineasta inglés estrena a sus 80 años. 'Yo, Daniel Blake', con la que ganó en el pasado festival de Cannes su segunda Palma de Oro
Yo, Daniel Blake es la historia de un hombre bueno abandonado por un sistema malo. Un trabajador honrado sufre un ataque al corazón que le condena al reposo. Sin ingresos, solicita apoyo del Estado y se ve enredado en una cruel espiral burocrática. Esperas absurdas al teléfono, entrevistas humillantes, formularios estúpidos, funcionarios a los que el sistema ha desprovisto de empatía. Kafka en los años de la austeridad. En esa deshumanizadora espiral Daniel se encuentra con Katie, madre soltera de dos hijos, obligada a mudarse a Newcastle porque el sistema dice que no hay lugar donde alojarlos en una ciudad, Londres, con 10.000 viviendas vacías. Daniel se convierte en un padre para Katie y un abuelo para los niños. La humanidad que desprenden subraya la indignidad del monstruo que los condena. He ahí, como habrán reconocido sus fieles, el toque Ken Loach.
Su cine siempre ha estado del lado de los de abajo y, con 80 años, la realidad le sigue proporcionando argumentos para ponerse detrás de la cámara. Yo, Daniel Blake, Palma de Oro en el último festival de Cannes (la segunda de Loach), es una película espartana. No hacen falta piruetas para conmover con esta historia que escribió Paul Laverty, amigo y guionista, después de patearse bancos de alimentos, centros de empleo y otros escenarios trágicos del Reino Unido de hoy, donde conoció a muchos daniels y katies. La realidad de Loach (Nuneaton, 1936) está ahí fuera para quien quiera verla. Pero en un mundo inmune a los datos, la emoción que despliega el cineasta para contar esa realidad resulta más valiosa que nunca. Recibe a EL PAÍS en sus oficinas del Soho londinense.
Pregunta. ¿Cómo hemos llegado a la situación que describe su película?
Respuesta. Es un proceso inevitable, es la forma en que se ha desarrollado el capitalismo. Las grandes corporaciones dominan la economía y eso crea una gran bolsa de gente pobre. El Estado debe apoyarlos, pero no quiere o no tiene recursos. Por eso crea la ilusión de que si eres pobre es tu culpa. Porque no has rellenado tu currículo correctamente o has llegado tarde a una entrevista. Montan un sistema burocrático que te castiga por ser pobre. La humillación es un elemento clave en la pobreza. Te roba la dignidad y la autoestima. Y el estado contribuye a la humillación con toda esa burocracia estúpida.
P. ¿Abandonar a los más desfavorecidos es una elección política?
R. Es una elección política nacida de las demandas del capital. Si los pobres no aceptasen que la pobreza es su culpa, podría haber un movimiento que desafíe el sistema económico. Los medios hablan de gente vaga, de adictos, de personas que tienen demasiados hijos, que compran televisores grandes… Siempre encuentran historias para culpar a los pobres o a los migrantes. Es una forma de demonizar la pobreza. Este invierno muchas familias tendrán que elegir entre comer y calentarse. Hay una determinación de la derecha para no hablar de ello y es asombroso que lo toleremos.
P. La situación recuerda a Cathy Come Home, su película de 1966 sobre una familia joven que se ve en la calle. ¿Qué ha cambiado en 50 años?
R. Ahora es peor. Entonces aún funcionaban los elementos del Estado de bienestar, ahora no. La sociedad hoy no está tan cohesionada. Sucede en toda Europa. El sistema se ha vuelto peor porque el proceso capitalista avanza.
P. ¿Las historias humanas son su vehículo para articular mensajes políticos?
R. Todas las historias humanas son políticas. Tienen consecuencias políticas. Ni Katie ni Dan son animales políticos. No dan discursos, no van a reuniones. Pero la situación en la que se encuentran está determinada por la política. Tiene que haber individuos. No vale alguien que represente algo. Deben ser idiosincráticos. Deben ser personas con cosas particulares que las hagan especiales.
P. ¿Todo el cine es político?
R. El cine estadounidense rinde culto a la riqueza. Los personajes tienen dinero y casas bonitas. Y nunca se explica de dónde viene ese dinero. Todos se ven muy saludables, con cuerpos perfectos. El subtexto es que la riqueza es buena, que el privilegio es bueno. Además de otros mensajes, como que el hombre con la pistola resolverá todos tus problemas. Hay una agenda de derechas en el cine estadounidense. Excepto Chaplin, claro. Sus películas contienen una cierta política radical, la del hombre pequeño que gana.
P. Usted apoya a Jeremy Corbyn, el controvertido líder laborista ¿Cree que su proyecto de izquierda podría cambiar la realidad que describe en su película?
R. Sí, soy optimista. Sanders, Podemos, Syriza... Hay una sensación de que otro mundo es posible. El auge de Corbyn es muy esperanzador, pero es sistemáticamente atacado por toda la prensa, la BBC, incluso los periódicos de izquierdas. Es una gran lucha, pero es muy popular entre las bases.
P. A menudo, como ha demostrado su país, sucede que entre los más desfavorecidos calan los mensajes populistas y xenófobos.
R. Ofrecen una respuesta simple: los inmigrantes se llevan tu trabajo. Es lo mismo que el auge del fascismo en los años 30. Es fácil señalar al diferente. La gente siempre es vulnerable a las respuestas sencillas. La izquierda tiene una respuesta más complicada.
P. ¿Qué piensa cuando oye decir a Theresa May que los tories son el partido de la clase trabajadora?
R. Sería una broma si no fuera porque nadie se lo discute. Es un Gobierno que utiliza el hambre como arma, que hace a la gente hambrienta para disciplinarla. Es propaganda.
P. Insinuó que Jimmy’s Hall (2014) iba a ser su última película, pero volvió y ganó la palma de oro. ¿Con esta sí echa el cierre?
R. No lo sé. Como en fútbol, iremos partido a partido. Hay muchas historias que contar pero físicamente el cine es muy exigente.
P. ¿Cómo le gustaría se recordado?
R. Como alguien que no se rindió, supongo. No rendirse es importante, porque la lucha sigue. Y la gente tiende a rendirse cuando se hace vieja.
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/10/22/actualidad/1477145409_049665.html
Su cine siempre ha estado del lado de los de abajo y, con 80 años, la realidad le sigue proporcionando argumentos para ponerse detrás de la cámara. Yo, Daniel Blake, Palma de Oro en el último festival de Cannes (la segunda de Loach), es una película espartana. No hacen falta piruetas para conmover con esta historia que escribió Paul Laverty, amigo y guionista, después de patearse bancos de alimentos, centros de empleo y otros escenarios trágicos del Reino Unido de hoy, donde conoció a muchos daniels y katies. La realidad de Loach (Nuneaton, 1936) está ahí fuera para quien quiera verla. Pero en un mundo inmune a los datos, la emoción que despliega el cineasta para contar esa realidad resulta más valiosa que nunca. Recibe a EL PAÍS en sus oficinas del Soho londinense.
Pregunta. ¿Cómo hemos llegado a la situación que describe su película?
Respuesta. Es un proceso inevitable, es la forma en que se ha desarrollado el capitalismo. Las grandes corporaciones dominan la economía y eso crea una gran bolsa de gente pobre. El Estado debe apoyarlos, pero no quiere o no tiene recursos. Por eso crea la ilusión de que si eres pobre es tu culpa. Porque no has rellenado tu currículo correctamente o has llegado tarde a una entrevista. Montan un sistema burocrático que te castiga por ser pobre. La humillación es un elemento clave en la pobreza. Te roba la dignidad y la autoestima. Y el estado contribuye a la humillación con toda esa burocracia estúpida.
P. ¿Abandonar a los más desfavorecidos es una elección política?
R. Es una elección política nacida de las demandas del capital. Si los pobres no aceptasen que la pobreza es su culpa, podría haber un movimiento que desafíe el sistema económico. Los medios hablan de gente vaga, de adictos, de personas que tienen demasiados hijos, que compran televisores grandes… Siempre encuentran historias para culpar a los pobres o a los migrantes. Es una forma de demonizar la pobreza. Este invierno muchas familias tendrán que elegir entre comer y calentarse. Hay una determinación de la derecha para no hablar de ello y es asombroso que lo toleremos.
P. La situación recuerda a Cathy Come Home, su película de 1966 sobre una familia joven que se ve en la calle. ¿Qué ha cambiado en 50 años?
R. Ahora es peor. Entonces aún funcionaban los elementos del Estado de bienestar, ahora no. La sociedad hoy no está tan cohesionada. Sucede en toda Europa. El sistema se ha vuelto peor porque el proceso capitalista avanza.
P. ¿Las historias humanas son su vehículo para articular mensajes políticos?
R. Todas las historias humanas son políticas. Tienen consecuencias políticas. Ni Katie ni Dan son animales políticos. No dan discursos, no van a reuniones. Pero la situación en la que se encuentran está determinada por la política. Tiene que haber individuos. No vale alguien que represente algo. Deben ser idiosincráticos. Deben ser personas con cosas particulares que las hagan especiales.
P. ¿Todo el cine es político?
R. El cine estadounidense rinde culto a la riqueza. Los personajes tienen dinero y casas bonitas. Y nunca se explica de dónde viene ese dinero. Todos se ven muy saludables, con cuerpos perfectos. El subtexto es que la riqueza es buena, que el privilegio es bueno. Además de otros mensajes, como que el hombre con la pistola resolverá todos tus problemas. Hay una agenda de derechas en el cine estadounidense. Excepto Chaplin, claro. Sus películas contienen una cierta política radical, la del hombre pequeño que gana.
P. Usted apoya a Jeremy Corbyn, el controvertido líder laborista ¿Cree que su proyecto de izquierda podría cambiar la realidad que describe en su película?
R. Sí, soy optimista. Sanders, Podemos, Syriza... Hay una sensación de que otro mundo es posible. El auge de Corbyn es muy esperanzador, pero es sistemáticamente atacado por toda la prensa, la BBC, incluso los periódicos de izquierdas. Es una gran lucha, pero es muy popular entre las bases.
P. A menudo, como ha demostrado su país, sucede que entre los más desfavorecidos calan los mensajes populistas y xenófobos.
R. Ofrecen una respuesta simple: los inmigrantes se llevan tu trabajo. Es lo mismo que el auge del fascismo en los años 30. Es fácil señalar al diferente. La gente siempre es vulnerable a las respuestas sencillas. La izquierda tiene una respuesta más complicada.
P. ¿Qué piensa cuando oye decir a Theresa May que los tories son el partido de la clase trabajadora?
R. Sería una broma si no fuera porque nadie se lo discute. Es un Gobierno que utiliza el hambre como arma, que hace a la gente hambrienta para disciplinarla. Es propaganda.
P. Insinuó que Jimmy’s Hall (2014) iba a ser su última película, pero volvió y ganó la palma de oro. ¿Con esta sí echa el cierre?
R. No lo sé. Como en fútbol, iremos partido a partido. Hay muchas historias que contar pero físicamente el cine es muy exigente.
P. ¿Cómo le gustaría se recordado?
R. Como alguien que no se rindió, supongo. No rendirse es importante, porque la lucha sigue. Y la gente tiende a rendirse cuando se hace vieja.
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/10/22/actualidad/1477145409_049665.html
jueves, 20 de octubre de 2016
La secesión de los ricos. "La concentración de riqueza se ha estado produciendo en las sociedades democráticas y con un proyecto de Estado de bienestar"
Los ricos son cada vez más ricos. Esto no es ninguna novedad. Como decía san Vicente Ferrer (seguramente con mayor conocimiento de causa que cualquier agencia de rating), la avaricia va i vé, però mai es deté. (la avaricia va y viene, pero nunca se detiene.) La novedad es que la concentración de riqueza se ha estado produciendo en las sociedades democráticas y con un proyecto de Estado de bienestar.
Aunque la información no abunde —y la opacidad es una astucia de los verdaderamente ricos: ocultar su identidad, el volumen real de su fortuna y eludir la luz pública—, los datos son irrefutables: el periodo de crecimiento económico registrado desde mediados de los años noventa no se tradujo en una mejora de las rentas del empleo. Muy al contrario: la desigualdad salarial apenas cambió y los activos se concentraron en manos de los hogares más pudientes.
En concreto, más del 78% del valor de las propiedades inmobiliarias diferentes a la vivienda principal, casi un 88% del valor de los negocios por cuenta propia y más del 92% del valor de las acciones, está en manos del 20% de los hogares más ricos. El 5% más rico tiene el 31% de la riqueza, el 22% de las viviendas, el 57% de la riqueza financiera y el 22% de la renta. Son datos publicados en 2008 por el VI Informe FOESSA sobre la exclusión y el desarrollo social en España.
Este crecimiento (y sus consecuencias) vino en volandas de una ideología neoliberal que promovía la desregularización y la liberalización. Y lo hacía con una promesa: la riqueza generada, como la lluvia fina, acabaría empapando a todo el mundo. Era cuestión de esperar un poco. Pues bien, lo que el 99% sabemos hoy es que lo que ha llegado es un vendaval que arrasa nuestras condiciones de vida y las de nuestros hijos, que lastra el futuro de esta sociedad, y que, por si fuera poco, nos obliga a pagar los platos rotos.
El segundo mito sostiene que hay que tratar con indulgencia a las grandes fortunas, porque las riquezas por ellas generadas no solo son legítimas, sino que revertirán en la economía productiva y esta inversión redundará en el bienestar general. Por ello, seguramente, durante este periodo se eliminaron tipos impositivos, la economía sumergida se multiplicó por cuatro y el gasto social fue a la baja. No había que molestarles, no fuera caso que abandonaran el país, buscando los refugios que ofrece una economía globalizada. La experiencia ha mostrado que, como los cuervos, han cogido los granos del sembrado (léase economía productiva) para colocarlos en inversiones especulativas y en paraísos fiscales. Los técnicos del Ministerio de Hacienda vienen mostrando en sus rigurosos informes que la economía sumergida se sitúa en torno al 23% del PIB; y que la evasión fiscal de las grandes fortunas, corporaciones empresariales y grandes empresas alcanzó los 42.711 millones de euros en 2010. La impunidad consolida los comportamientos defraudadores.
¿Qué paisaje moral ha quedado después de todo? Esta es una cuestión crucial, ya que una sociedad también consiste en un entramado —frágil— de compromisos, contratos y consensos morales, como la “confianza”. Pues bien, los medios de comunicación muestran cada día los humores que desprende el campo de batalla: avaricia sin mesura, fascinación por el dinero fácil y rechazo a todo impuesto. El objetivo de acumulación sin límites ha tenido dos efectos: la secesión moral de los ricos (no tienen ninguna deuda social, ninguna obligación, ninguna responsabilidad personal, todo se lo deben a sí mismos) y la complicidad (a veces, indignada) de quien les idolatra.
La tarea económica es titánica, la política, gigantesca, pero la regeneración moral no es menos acuciante. Algunos (muy pocos, es verdad) de los que componen ese 0,1% de grandes ricos en EE UU o en Francia han dicho que quieren contribuir a buscar salidas. ¿Por qué no cunde el ejemplo por estas tierras? Quienes padecemos los recortes, no curaremos nuestras heridas, pero podríamos consolarnos al menos pensando que no utilizan esta crisis para ir aún más lejos: para desmantelar el Estado de bienestar.
Antonio Ariño es catedrático de Sociología de la Universitat de València.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/01/25/valencia/1327509435_910723.html
Aunque la información no abunde —y la opacidad es una astucia de los verdaderamente ricos: ocultar su identidad, el volumen real de su fortuna y eludir la luz pública—, los datos son irrefutables: el periodo de crecimiento económico registrado desde mediados de los años noventa no se tradujo en una mejora de las rentas del empleo. Muy al contrario: la desigualdad salarial apenas cambió y los activos se concentraron en manos de los hogares más pudientes.
En concreto, más del 78% del valor de las propiedades inmobiliarias diferentes a la vivienda principal, casi un 88% del valor de los negocios por cuenta propia y más del 92% del valor de las acciones, está en manos del 20% de los hogares más ricos. El 5% más rico tiene el 31% de la riqueza, el 22% de las viviendas, el 57% de la riqueza financiera y el 22% de la renta. Son datos publicados en 2008 por el VI Informe FOESSA sobre la exclusión y el desarrollo social en España.
Este crecimiento (y sus consecuencias) vino en volandas de una ideología neoliberal que promovía la desregularización y la liberalización. Y lo hacía con una promesa: la riqueza generada, como la lluvia fina, acabaría empapando a todo el mundo. Era cuestión de esperar un poco. Pues bien, lo que el 99% sabemos hoy es que lo que ha llegado es un vendaval que arrasa nuestras condiciones de vida y las de nuestros hijos, que lastra el futuro de esta sociedad, y que, por si fuera poco, nos obliga a pagar los platos rotos.
El segundo mito sostiene que hay que tratar con indulgencia a las grandes fortunas, porque las riquezas por ellas generadas no solo son legítimas, sino que revertirán en la economía productiva y esta inversión redundará en el bienestar general. Por ello, seguramente, durante este periodo se eliminaron tipos impositivos, la economía sumergida se multiplicó por cuatro y el gasto social fue a la baja. No había que molestarles, no fuera caso que abandonaran el país, buscando los refugios que ofrece una economía globalizada. La experiencia ha mostrado que, como los cuervos, han cogido los granos del sembrado (léase economía productiva) para colocarlos en inversiones especulativas y en paraísos fiscales. Los técnicos del Ministerio de Hacienda vienen mostrando en sus rigurosos informes que la economía sumergida se sitúa en torno al 23% del PIB; y que la evasión fiscal de las grandes fortunas, corporaciones empresariales y grandes empresas alcanzó los 42.711 millones de euros en 2010. La impunidad consolida los comportamientos defraudadores.
¿Qué paisaje moral ha quedado después de todo? Esta es una cuestión crucial, ya que una sociedad también consiste en un entramado —frágil— de compromisos, contratos y consensos morales, como la “confianza”. Pues bien, los medios de comunicación muestran cada día los humores que desprende el campo de batalla: avaricia sin mesura, fascinación por el dinero fácil y rechazo a todo impuesto. El objetivo de acumulación sin límites ha tenido dos efectos: la secesión moral de los ricos (no tienen ninguna deuda social, ninguna obligación, ninguna responsabilidad personal, todo se lo deben a sí mismos) y la complicidad (a veces, indignada) de quien les idolatra.
La tarea económica es titánica, la política, gigantesca, pero la regeneración moral no es menos acuciante. Algunos (muy pocos, es verdad) de los que componen ese 0,1% de grandes ricos en EE UU o en Francia han dicho que quieren contribuir a buscar salidas. ¿Por qué no cunde el ejemplo por estas tierras? Quienes padecemos los recortes, no curaremos nuestras heridas, pero podríamos consolarnos al menos pensando que no utilizan esta crisis para ir aún más lejos: para desmantelar el Estado de bienestar.
Antonio Ariño es catedrático de Sociología de la Universitat de València.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/01/25/valencia/1327509435_910723.html
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lunes, 26 de septiembre de 2016
Socialismo para los ricos, capitalismo para los pobres
Aníbal Monasterio Astobiza
Las elites son tratadas de una forma especial por las políticas de estado. Hubo una época en la que el resto éramos los destinatarios de las políticas públicas de estado. El adagio que da título a este texto, acuñado por Charles Abrams, describe está notable inversión de las categorías en la teoría y práctica y existe una plétora de ejemplos para el incrédulo. Algunos ejemplos son subsidios y ayudas públicas a empresas y sectores privados, rescates a bancos privados con el dinero de todos los contribuyentes, compra de deuda a empresas privadas por parte de Bancos Centrales, créditos fiscales para salarios bajos financiados por el estado, eliminación de impuestos de patrimonio, exenciones para las empresas, rebajas y deducciones fiscales en impuestos (pero no para las personas físicas), cláusulas de contratos que tipifican lucro cesante por lo que si una empresa privada fracasa en su modelo de negocio el estado cubre gastos... y la lista puede seguir ad libitum.
En cambio, el resto de la ciudadanía (las clases populares y trabajadoras, clase media/trabajadora, pobres o ponga usted el epitome sociológico que más le guste) viven bajo la doctrina férrea de un capitalismo. Algunos ejemplos son individualismo cultural e individualismo expresivo en todas sus formulaciones (búsqueda de estatus social por medio del consumismo y la exploración hedonista) competición por ofertas de trabajo cada vez más precarias y escasas, mercantilización de los derechos y servicios públicos (quien disponga de los recursos para obtenerlos que pague por ellos porque ya no serán ofrecidos por el estado como ejemplo la educación, sanidad...).
Para que el lector se haga una idea, en España el 20% más rico de la población recibe el 25% de las ayuda públicas mientras que el 20% más pobre solo el 10%. José Antonio Noguera, Profesor Titular de Sociología en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y director del grupo de investigación GSADI (Grupo de Sociología Analítica y Diseño Institucional), lo expone de una forma más clara y didáctica. El 10% que declara una renta más alta (renta promedio de 71.000 euros al año en el IRPF) recibe una subvención pública de 350 euros mensuales como media mientras que el 10% con menos ingresos (que declara una media de 2.300 euros al año) recibe únicamente 41 euros mensuales (El estado de bienestar oculto en España, 12 de septiembre 2016, Agenda Pública).
Esto es lo que los politólogos, economistas y científicos sociales llaman “bienestar fiscal” por oposición a “bienestar social”. Sí, sí, a los ricos se les ayuda con subvenciones públicas igual que a los pobres, lo que sucede es que tiene la forma de ser socialismo para los ricos, pero capitalismo para los pobres. En otras palabras, exenciones, reducciones y deducciones impositivas que la administración aplica a los contribuyentes de rentas medias y altas que no recibe la trascendencia y eco mediático que debiera, mientras que las rentas más bajas presentadas de forma pícara como perceptores de prestaciones sociales directas que viven de la ayuda pública; basta para alarmar política y socialmente.
Que a las rentas más altas se les perdonen 7.300 millones de euros no preocupa a nadie y que las rentas más bajas se les creen la imagen de parásitos sociales, ocupa las páginas de los periódicos.
Es como si se tratará a los ricos con guantes de seda y a los pobres con mano de hierro. En una verdadera sociedad de economía capitalista las empresas que toman decisiones que entrañan grandes riesgos y se equivocan, entran en bancarrota, se arruinan y desaparecen. Es la competitividad. Pero las rentas altas o las empresas no quieren una verdadera sociedad de economía capitalista. Quieren que “papa estado” este ahí para socorrerles cuando están en peligro, rescatándoles con el dinero de los contribuyentes. De ahí la cínica expresión “demasiado grande para caer”.
Sí, aunque le parezca contraintuitivo y un absurdo á lo Lewis Carroll, el sistema actual es un socialismo para los ricos y un capitalismo para los pobres.
@anibalmastobiza (https://twitter.com/anibalmastobiza)
Las elites son tratadas de una forma especial por las políticas de estado. Hubo una época en la que el resto éramos los destinatarios de las políticas públicas de estado. El adagio que da título a este texto, acuñado por Charles Abrams, describe está notable inversión de las categorías en la teoría y práctica y existe una plétora de ejemplos para el incrédulo. Algunos ejemplos son subsidios y ayudas públicas a empresas y sectores privados, rescates a bancos privados con el dinero de todos los contribuyentes, compra de deuda a empresas privadas por parte de Bancos Centrales, créditos fiscales para salarios bajos financiados por el estado, eliminación de impuestos de patrimonio, exenciones para las empresas, rebajas y deducciones fiscales en impuestos (pero no para las personas físicas), cláusulas de contratos que tipifican lucro cesante por lo que si una empresa privada fracasa en su modelo de negocio el estado cubre gastos... y la lista puede seguir ad libitum.
En cambio, el resto de la ciudadanía (las clases populares y trabajadoras, clase media/trabajadora, pobres o ponga usted el epitome sociológico que más le guste) viven bajo la doctrina férrea de un capitalismo. Algunos ejemplos son individualismo cultural e individualismo expresivo en todas sus formulaciones (búsqueda de estatus social por medio del consumismo y la exploración hedonista) competición por ofertas de trabajo cada vez más precarias y escasas, mercantilización de los derechos y servicios públicos (quien disponga de los recursos para obtenerlos que pague por ellos porque ya no serán ofrecidos por el estado como ejemplo la educación, sanidad...).
Para que el lector se haga una idea, en España el 20% más rico de la población recibe el 25% de las ayuda públicas mientras que el 20% más pobre solo el 10%. José Antonio Noguera, Profesor Titular de Sociología en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y director del grupo de investigación GSADI (Grupo de Sociología Analítica y Diseño Institucional), lo expone de una forma más clara y didáctica. El 10% que declara una renta más alta (renta promedio de 71.000 euros al año en el IRPF) recibe una subvención pública de 350 euros mensuales como media mientras que el 10% con menos ingresos (que declara una media de 2.300 euros al año) recibe únicamente 41 euros mensuales (El estado de bienestar oculto en España, 12 de septiembre 2016, Agenda Pública).
Esto es lo que los politólogos, economistas y científicos sociales llaman “bienestar fiscal” por oposición a “bienestar social”. Sí, sí, a los ricos se les ayuda con subvenciones públicas igual que a los pobres, lo que sucede es que tiene la forma de ser socialismo para los ricos, pero capitalismo para los pobres. En otras palabras, exenciones, reducciones y deducciones impositivas que la administración aplica a los contribuyentes de rentas medias y altas que no recibe la trascendencia y eco mediático que debiera, mientras que las rentas más bajas presentadas de forma pícara como perceptores de prestaciones sociales directas que viven de la ayuda pública; basta para alarmar política y socialmente.
Que a las rentas más altas se les perdonen 7.300 millones de euros no preocupa a nadie y que las rentas más bajas se les creen la imagen de parásitos sociales, ocupa las páginas de los periódicos.
Es como si se tratará a los ricos con guantes de seda y a los pobres con mano de hierro. En una verdadera sociedad de economía capitalista las empresas que toman decisiones que entrañan grandes riesgos y se equivocan, entran en bancarrota, se arruinan y desaparecen. Es la competitividad. Pero las rentas altas o las empresas no quieren una verdadera sociedad de economía capitalista. Quieren que “papa estado” este ahí para socorrerles cuando están en peligro, rescatándoles con el dinero de los contribuyentes. De ahí la cínica expresión “demasiado grande para caer”.
Sí, aunque le parezca contraintuitivo y un absurdo á lo Lewis Carroll, el sistema actual es un socialismo para los ricos y un capitalismo para los pobres.
@anibalmastobiza (https://twitter.com/anibalmastobiza)
miércoles, 4 de mayo de 2016
¿Dónde están Marx y Lenin ahora que los necesitamos?
Paul Craig Roberts
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Marx y Lenin iban por delante de su tiempo. Marx escribió antes que nadie sobre la externalización de los puestos de trabajo y la financiarización de la economía. Lenin presidió una revolución comunista que se adelantó al tener lugar en un país en el que los elementos feudales predominaban aún sobre el capitalismo. En el siglo XXI, el capitalismo estadounidense se ha liberado de las regulaciones que lo democratizaban y hacían que estuviera al servicio de la sociedad. Hoy en día el capitalismo se ha financiarizado con la consecuencia de que se ha vaciado de su poder de producción al servicio de la deuda. Cuando yo era joven, un tipo con un millón de dólares era alguien muy rico. Cualquiera que tuviera unos pocos millones era considerado más rico que los ricos. En estos momentos, hay gente en posesión de miles de millones de dólares.
Pocos de ellos han ganado sus miles de millones produciendo bienes y servicios vendidos a los consumidores.
Los economistas neoliberales que prescriben la política económica no sólo en Occidente sino también en Rusia y China, afirman erróneamente que el dinero recibido es dinero ganado. De hecho, ¿cómo consiguieron realmente los de Menos-del-Uno-Por-Cien sus miles de millones?
Los consiguieron a través de conexiones políticas y mediante transacciones puramente financieras.
Cuando la Unión Soviética se desmoronó como resultado de que los comunistas de línea dura arrestaran al presidente Gorbachev, individuos con buenas conexiones en Rusia y en la provincia soviética de Ucrania, especialmente los que estaban bien relacionados con Washington e Israel, se quedaron con los enormes grupos de empresas que anteriormente eran propiedad del Estado.
En EEUU, los multimillonarios son el resultado de los préstamos bancarios para las adquisiciones apalancadas de empresas. Las adquisiciones proporcionan riquezas al adquiriente recortando las jubilaciones de la compañía y utilizando el efectivo de la misma para amortizar el préstamo de la adquisición. A menudo, la compañía y sus empleados se arruinan mientras el tiburón se larga con cantidades inmensas de dinero. La manipulación de la oferta pública inicial es otra fuente de riqueza, al igual que los derivados titularizados.
Los economistas clásicos, y Michael Hudson hoy, definen estos beneficios como “rentas económicas”, y se obtienen sin aumento alguno de la producción real. Es decir, las ganancias de esos multimillonarios son una forma de parasitismo basada en la explotación y no en la creación de una producción real. Las ganancias son consecuencia de la reducción de los ingresos de la producción al servicio de la deuda.
Las economías capitalistas actuales son mucho más disfuncionales de lo que Marx suponía. Durante las últimas dos décadas, las economía occidentales no han estado al servicio más que de los muy ricos, y las masas explotadas se han sometido a su explotación. También en Occidente la gente puede ser esclava.
No hay ninguna razón para que una persona tenga miles de millones de dólares. El dinero eleva el poder político de determinados tipos por encima del poder del electorado. De hecho, el dinero se convierte en el electorado. El dinero se utiliza para comprar control político y eso destruye a un gobierno que sea representativo. Multimillonarios como Sheldon Adelson, George Soros y los hermanos Koch utilizan sus fortunas multimillonarias para controlar al gobierno estadounidense en aras a sus intereses. Que el Tribunal Supremo sea republicano les ha facilitado bastante las cosas.
El aumento del poder financiero en Rusia y China ha creado centros de poder privado en esos países que, al igual de los existentes en EE.UU., son independientes de los gobiernos. Esos centros de poder tienen potencial para capturar a los gobiernos y utilizar las instituciones públicas para concentrar aún más la riqueza en pocas manos. Las privatizaciones en Rusia y China reforzarán el poder independiente de los estrechos intereses privados existentes en Europa y el Reino Unido. Las economías neoliberales garantizan que, finalmente, el dinero controle a los gobiernos.
Oxfam, una organización benéfica internacional con sede en Oxford, Inglaterra, informa que 62 multimillonarios poseen la mitad de la riqueza del mundo.
Fue Warren Buffett, uno de los megamultimillonarios más ricos, quien dijo que la tasa de impuestos que pagaba su secretaria era más alta que la suya. Si los gobiernos no rectifican esta situación, la revolución lo hará.
Pero, según parece, no harán tal los votantes, al menos no en EE.UU. Hillary representa al Uno Por Cien, como atestiguan los 153 millones de dólares en honorarios como oradora, pero el 99% restante son autodestructivos al votar en apoyo de las ambiciones de Hillary para conseguir la presidencia. Al parecer, H.L. Mencken tenía razón, la inmensa mayoría de los estadounidenses son imbéciles.(?)
Paul Craig Roberts fue secretario adjunto del Tesoro de EEUU. Y editor asociado del Wall Street Journal. Su ultimo libro es The Neoconservative Threat to World Order.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2016/04/11/where-are-marx-and-lenin-when-we-need-them/
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Marx y Lenin iban por delante de su tiempo. Marx escribió antes que nadie sobre la externalización de los puestos de trabajo y la financiarización de la economía. Lenin presidió una revolución comunista que se adelantó al tener lugar en un país en el que los elementos feudales predominaban aún sobre el capitalismo. En el siglo XXI, el capitalismo estadounidense se ha liberado de las regulaciones que lo democratizaban y hacían que estuviera al servicio de la sociedad. Hoy en día el capitalismo se ha financiarizado con la consecuencia de que se ha vaciado de su poder de producción al servicio de la deuda. Cuando yo era joven, un tipo con un millón de dólares era alguien muy rico. Cualquiera que tuviera unos pocos millones era considerado más rico que los ricos. En estos momentos, hay gente en posesión de miles de millones de dólares.
Pocos de ellos han ganado sus miles de millones produciendo bienes y servicios vendidos a los consumidores.
Los economistas neoliberales que prescriben la política económica no sólo en Occidente sino también en Rusia y China, afirman erróneamente que el dinero recibido es dinero ganado. De hecho, ¿cómo consiguieron realmente los de Menos-del-Uno-Por-Cien sus miles de millones?
Los consiguieron a través de conexiones políticas y mediante transacciones puramente financieras.
Cuando la Unión Soviética se desmoronó como resultado de que los comunistas de línea dura arrestaran al presidente Gorbachev, individuos con buenas conexiones en Rusia y en la provincia soviética de Ucrania, especialmente los que estaban bien relacionados con Washington e Israel, se quedaron con los enormes grupos de empresas que anteriormente eran propiedad del Estado.
En EEUU, los multimillonarios son el resultado de los préstamos bancarios para las adquisiciones apalancadas de empresas. Las adquisiciones proporcionan riquezas al adquiriente recortando las jubilaciones de la compañía y utilizando el efectivo de la misma para amortizar el préstamo de la adquisición. A menudo, la compañía y sus empleados se arruinan mientras el tiburón se larga con cantidades inmensas de dinero. La manipulación de la oferta pública inicial es otra fuente de riqueza, al igual que los derivados titularizados.
Los economistas clásicos, y Michael Hudson hoy, definen estos beneficios como “rentas económicas”, y se obtienen sin aumento alguno de la producción real. Es decir, las ganancias de esos multimillonarios son una forma de parasitismo basada en la explotación y no en la creación de una producción real. Las ganancias son consecuencia de la reducción de los ingresos de la producción al servicio de la deuda.
Las economías capitalistas actuales son mucho más disfuncionales de lo que Marx suponía. Durante las últimas dos décadas, las economía occidentales no han estado al servicio más que de los muy ricos, y las masas explotadas se han sometido a su explotación. También en Occidente la gente puede ser esclava.
No hay ninguna razón para que una persona tenga miles de millones de dólares. El dinero eleva el poder político de determinados tipos por encima del poder del electorado. De hecho, el dinero se convierte en el electorado. El dinero se utiliza para comprar control político y eso destruye a un gobierno que sea representativo. Multimillonarios como Sheldon Adelson, George Soros y los hermanos Koch utilizan sus fortunas multimillonarias para controlar al gobierno estadounidense en aras a sus intereses. Que el Tribunal Supremo sea republicano les ha facilitado bastante las cosas.
El aumento del poder financiero en Rusia y China ha creado centros de poder privado en esos países que, al igual de los existentes en EE.UU., son independientes de los gobiernos. Esos centros de poder tienen potencial para capturar a los gobiernos y utilizar las instituciones públicas para concentrar aún más la riqueza en pocas manos. Las privatizaciones en Rusia y China reforzarán el poder independiente de los estrechos intereses privados existentes en Europa y el Reino Unido. Las economías neoliberales garantizan que, finalmente, el dinero controle a los gobiernos.
Oxfam, una organización benéfica internacional con sede en Oxford, Inglaterra, informa que 62 multimillonarios poseen la mitad de la riqueza del mundo.
Fue Warren Buffett, uno de los megamultimillonarios más ricos, quien dijo que la tasa de impuestos que pagaba su secretaria era más alta que la suya. Si los gobiernos no rectifican esta situación, la revolución lo hará.
Pero, según parece, no harán tal los votantes, al menos no en EE.UU. Hillary representa al Uno Por Cien, como atestiguan los 153 millones de dólares en honorarios como oradora, pero el 99% restante son autodestructivos al votar en apoyo de las ambiciones de Hillary para conseguir la presidencia. Al parecer, H.L. Mencken tenía razón, la inmensa mayoría de los estadounidenses son imbéciles.(?)
Paul Craig Roberts fue secretario adjunto del Tesoro de EEUU. Y editor asociado del Wall Street Journal. Su ultimo libro es The Neoconservative Threat to World Order.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2016/04/11/where-are-marx-and-lenin-when-we-need-them/
jueves, 2 de julio de 2015
Un país para ricos
Adolfo Muñoz, Txiki
Alfonso Basagoiti, ex-Consejero de Hacienda del Gobierno Vasco, ex-presidente del Círculo de Empresarios y ahora consejero de Euskaltel ha dicho que las vacaciones fiscales “se hicieron rematadamente mal” porque la rebaja de impuestos “se aplicó a pocas empresas” y debió hacerse a todas. Si se hubiera hecho así –dice- “no hubiera habido ningún problema con la UE”. No quiere que las empresas paguen impuestos y no dice la verdad cuando afirma que las empresas vascas pagan más impuestos que las españolas.
La realidad es que en base a subvenciones, bonificaciones y exenciones establecidas en el Impuesto de Sociedades, las empresas o pagan muy poco o no pagan nada.
ELA ha celebrado un Seminario sobre fiscalidad en Donostia los días 18 y 19 de Junio. En él se ha analizado el trato fiscal privilegiado para las rentas que no son de trabajo. Estas son las conclusiones del Seminario.
1.- Los gobiernos favorecen la acumulación de capital a la vez que las Haciendas desfiscalizan esas rentas para que no paguen impuestos. Esos mismos Gobiernos con la patronal atacan a los salarios y las Haciendas deciden que los impuestos recaigan, fundamentalmente, sobre las rentas de trabajo. Por eso aumentan las desigualdades. La competencia fiscal entre países basada en la bajada de impuestos al capital y a las empresas destroza un modelo de sociedad justo y solidario. No es casualidad que los países que mejor están respondiendo a la crisis sean los que más presión fiscal y gasto público tienen.
2.- El poder político y económico no tienen ningún interés en materia fiscal en favorecer la información y la participación social. Hacen creer a la ciudadanía que bajando los impuestos a los ricos ganamos todos. Nos tratan como si fuéramos idiotas. Las Haciendas Vascas son un reino de opacidad; una “caja negra” en la que una pequeña élite, muy cercana al mundo empresarial, decide los impuestos.
3.- La capacidad normativa de las Haciendas Vascas (Concierto y Convenio) se concreta en que tengamos 7 puntos de presión fiscal menos que la media europea (incluso menos que en España). De establecer la presión fiscal media europea se recaudarían 6.600 millones de euros más. Los beneficiados son las rentas altas, empresariales y de capital. En realidad, desde hace muchos años, no ha existido una política fiscal propia en el ámbito vasco. Las Haciendas de los cuatro territorios se han limitado a copiar y pegar lo que hacia Madrid estableciendo, eso sí, más ventajas fiscales a empresas y capital. Rajoy, para tratar de evitar una debacle electoral, anuncia que bajará los impuestos -a sus amigos- en el IRPF y en Sociedades. ¿Alguien duda sobre qué harán las Haciendas Vascas?
4.- Es un contrasentido que la decisión sobre los ingresos esté en manos de las Administraciones que menos gasto tienen a su cargo, las Diputaciones. Este sistema, en la CAPV, deja la política fiscal en manos de un órgano sin control democrático, el Órgano de Coordinación Tributaria. Hay que acabar con los reinos de Taifas en que se han convertido las Haciendas, garantizar la participación social y establecer la decisión y el control democrático en el Parlamento vasco.
5.- Contrariamente a lo que dicen CONFEBASK y la CEN, la fiscalidad vasca es, de todas las del Estado, la que más privilegios recoge para las empresas. Es un grave error, que también comete la izquierda política, prestar atención al tipo nominal (porcentaje) del Impuesto. El tipo nominal no dice nada sobre lo que en realidad pagan las empresas ya que ha sido pervertido con un sinfín de exenciones, bonificaciones y subvenciones -innumerables e inútiles- pensadas para que las empresas o paguen poco o no paguen nada en el Impuesto de Sociedades.
6.- ELA llama la atención sobre la influencia de la patronal en la decisión de los impuestos. Sufrimos situaciones que debieran estar prohibidas, como que un Secretario General de una patronal pase a ser Diputado de Hacienda. Un ejemplo de esa connivencia han sido las vacaciones fiscales. Una decisión, la de incumplir el mandato de Europa, que fue adoptada de común acuerdo entre las Haciendas y Confebask y por la que hemos tenido que pagar 30 millones de € de multa. La fiscalía, en esa “desobediencia contumaz” que duro muchos años, no ha visto voluntariedad para apreciar delito.
7.- Las normas fiscales vascas regulan sistemas de elusión fiscal para usar sociedades interpuestas con el único objeto de no pagar impuestos. Además, las Haciendas Vascas, no han adoptado ninguna medida efectiva para impedir la evasión de capitales a paraísos fiscales. Al contrario, cuando Madrid ofrece una amnistía fiscal para regularizar los capitales evadidos, nos enteramos por los medios de comunicación que en las Haciendas Vascas existe un trato más favorable para el evasor que el que ofrece el Estado. Los paraísos fiscales existen porque los Gobiernos quieren. Más allá de la hipocresía, los gobiernos no tienen interés en acabar con los ellos; al contrario, los usan como escusa en su cruzada para dar privilegios al capital.
8.- La lucha contra el fraude no es una prioridad de la Haciendas. No hay voluntad y, como consecuencia, tampoco medios humanos suficientes para proceder a inspeccionar las rentas y actividades en las que se concentra el fraude. Si a la pasividad de las Haciendas se le suma la inexistencia de una policía judicial especializada y que los jueces que tramitan los delitos fiscales carecen de una formación específica, es fácil entender por que los delitos fiscales son tan excepcionales. ELA exige reforzar las medidas coercitivas para obligar a las rentas que se refugian en el fraude, la elusión y la evasión a cumplir con sus obligaciones.
9.- ELA exige, además, que la política de distribución de renta se haga por la vía del gasto social y no con ventajas fiscales. La mayor parte de las ventajas fiscales establecidas en los diferentes impuestos (subvenciones, deducciones, exenciones…) tienen un componente netamente regresivo, beneficiando a quien más renta obtiene.
10.- ELA constata -y lamenta- la inmensa fuerza que tiene el sistema para integrar, también en fiscalidad, a las fuerzas políticas que alcanzan responsabilidades institucionales. El resultado no puede ser, en nuestra opinión, que la disputa institucional se haga a costa de relativizar la política social. Sin cambio en la política fiscal es imposible el cambio en la política social. Sin pedagogía fiscal alternativa la derecha seguirá imponiendo políticas antisociales.
El sistema fiscal vasco permite al capital la elusión, la evasión y el fraude. El problema no termina ahí porque, además, ese capital -que no paga impuestos- tiene un gran control sobre el poder político para condicionar que el gasto público se dirija a satisfacer sus intereses destruyendo el gasto social.
Adolfo Muñoz, "Txiki", Secretario General del sindicato ELA
Alfonso Basagoiti, ex-Consejero de Hacienda del Gobierno Vasco, ex-presidente del Círculo de Empresarios y ahora consejero de Euskaltel ha dicho que las vacaciones fiscales “se hicieron rematadamente mal” porque la rebaja de impuestos “se aplicó a pocas empresas” y debió hacerse a todas. Si se hubiera hecho así –dice- “no hubiera habido ningún problema con la UE”. No quiere que las empresas paguen impuestos y no dice la verdad cuando afirma que las empresas vascas pagan más impuestos que las españolas.
La realidad es que en base a subvenciones, bonificaciones y exenciones establecidas en el Impuesto de Sociedades, las empresas o pagan muy poco o no pagan nada.
ELA ha celebrado un Seminario sobre fiscalidad en Donostia los días 18 y 19 de Junio. En él se ha analizado el trato fiscal privilegiado para las rentas que no son de trabajo. Estas son las conclusiones del Seminario.
1.- Los gobiernos favorecen la acumulación de capital a la vez que las Haciendas desfiscalizan esas rentas para que no paguen impuestos. Esos mismos Gobiernos con la patronal atacan a los salarios y las Haciendas deciden que los impuestos recaigan, fundamentalmente, sobre las rentas de trabajo. Por eso aumentan las desigualdades. La competencia fiscal entre países basada en la bajada de impuestos al capital y a las empresas destroza un modelo de sociedad justo y solidario. No es casualidad que los países que mejor están respondiendo a la crisis sean los que más presión fiscal y gasto público tienen.
2.- El poder político y económico no tienen ningún interés en materia fiscal en favorecer la información y la participación social. Hacen creer a la ciudadanía que bajando los impuestos a los ricos ganamos todos. Nos tratan como si fuéramos idiotas. Las Haciendas Vascas son un reino de opacidad; una “caja negra” en la que una pequeña élite, muy cercana al mundo empresarial, decide los impuestos.
3.- La capacidad normativa de las Haciendas Vascas (Concierto y Convenio) se concreta en que tengamos 7 puntos de presión fiscal menos que la media europea (incluso menos que en España). De establecer la presión fiscal media europea se recaudarían 6.600 millones de euros más. Los beneficiados son las rentas altas, empresariales y de capital. En realidad, desde hace muchos años, no ha existido una política fiscal propia en el ámbito vasco. Las Haciendas de los cuatro territorios se han limitado a copiar y pegar lo que hacia Madrid estableciendo, eso sí, más ventajas fiscales a empresas y capital. Rajoy, para tratar de evitar una debacle electoral, anuncia que bajará los impuestos -a sus amigos- en el IRPF y en Sociedades. ¿Alguien duda sobre qué harán las Haciendas Vascas?
4.- Es un contrasentido que la decisión sobre los ingresos esté en manos de las Administraciones que menos gasto tienen a su cargo, las Diputaciones. Este sistema, en la CAPV, deja la política fiscal en manos de un órgano sin control democrático, el Órgano de Coordinación Tributaria. Hay que acabar con los reinos de Taifas en que se han convertido las Haciendas, garantizar la participación social y establecer la decisión y el control democrático en el Parlamento vasco.
5.- Contrariamente a lo que dicen CONFEBASK y la CEN, la fiscalidad vasca es, de todas las del Estado, la que más privilegios recoge para las empresas. Es un grave error, que también comete la izquierda política, prestar atención al tipo nominal (porcentaje) del Impuesto. El tipo nominal no dice nada sobre lo que en realidad pagan las empresas ya que ha sido pervertido con un sinfín de exenciones, bonificaciones y subvenciones -innumerables e inútiles- pensadas para que las empresas o paguen poco o no paguen nada en el Impuesto de Sociedades.
6.- ELA llama la atención sobre la influencia de la patronal en la decisión de los impuestos. Sufrimos situaciones que debieran estar prohibidas, como que un Secretario General de una patronal pase a ser Diputado de Hacienda. Un ejemplo de esa connivencia han sido las vacaciones fiscales. Una decisión, la de incumplir el mandato de Europa, que fue adoptada de común acuerdo entre las Haciendas y Confebask y por la que hemos tenido que pagar 30 millones de € de multa. La fiscalía, en esa “desobediencia contumaz” que duro muchos años, no ha visto voluntariedad para apreciar delito.
7.- Las normas fiscales vascas regulan sistemas de elusión fiscal para usar sociedades interpuestas con el único objeto de no pagar impuestos. Además, las Haciendas Vascas, no han adoptado ninguna medida efectiva para impedir la evasión de capitales a paraísos fiscales. Al contrario, cuando Madrid ofrece una amnistía fiscal para regularizar los capitales evadidos, nos enteramos por los medios de comunicación que en las Haciendas Vascas existe un trato más favorable para el evasor que el que ofrece el Estado. Los paraísos fiscales existen porque los Gobiernos quieren. Más allá de la hipocresía, los gobiernos no tienen interés en acabar con los ellos; al contrario, los usan como escusa en su cruzada para dar privilegios al capital.
8.- La lucha contra el fraude no es una prioridad de la Haciendas. No hay voluntad y, como consecuencia, tampoco medios humanos suficientes para proceder a inspeccionar las rentas y actividades en las que se concentra el fraude. Si a la pasividad de las Haciendas se le suma la inexistencia de una policía judicial especializada y que los jueces que tramitan los delitos fiscales carecen de una formación específica, es fácil entender por que los delitos fiscales son tan excepcionales. ELA exige reforzar las medidas coercitivas para obligar a las rentas que se refugian en el fraude, la elusión y la evasión a cumplir con sus obligaciones.
9.- ELA exige, además, que la política de distribución de renta se haga por la vía del gasto social y no con ventajas fiscales. La mayor parte de las ventajas fiscales establecidas en los diferentes impuestos (subvenciones, deducciones, exenciones…) tienen un componente netamente regresivo, beneficiando a quien más renta obtiene.
10.- ELA constata -y lamenta- la inmensa fuerza que tiene el sistema para integrar, también en fiscalidad, a las fuerzas políticas que alcanzan responsabilidades institucionales. El resultado no puede ser, en nuestra opinión, que la disputa institucional se haga a costa de relativizar la política social. Sin cambio en la política fiscal es imposible el cambio en la política social. Sin pedagogía fiscal alternativa la derecha seguirá imponiendo políticas antisociales.
El sistema fiscal vasco permite al capital la elusión, la evasión y el fraude. El problema no termina ahí porque, además, ese capital -que no paga impuestos- tiene un gran control sobre el poder político para condicionar que el gasto público se dirija a satisfacer sus intereses destruyendo el gasto social.
Adolfo Muñoz, "Txiki", Secretario General del sindicato ELA
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viernes, 21 de noviembre de 2014
ESTUDIO DE OXFAM INTERMÓN » La desigualdad de la A a la Z
Ya sea por renta, riqueza o patrimonio, la brecha entre los más ricos y los más pobres no deja de crecer: Y cada día son más lo que viven con menos. Así lo indica el informe 'Iguales' de Oxfam Intermón presentado en Madrid
martes, 8 de julio de 2014
Charlatanes, cascarrabias y Kansas
Hace dos años, Kansas se embarcó en un extraordinario experimento fiscal: rebajó drásticamente el impuesto sobre la renta sin tener ninguna idea clara de con qué sustituiría los ingresos perdidos. Sam Brownback, el gobernador, propuso la norma —en términos porcentuales, la mayor rebaja tributaria en un año aprobada nunca por un Estado— en estrecha colaboración con el economista Arthur Laffer. Y Brownback predijo que la bajada impulsaría un auge económico; “Fíjense en Texas”, proclamó.
Pero Kansas no va muy bien; de hecho, su economía se está quedando a la zaga tanto de los Estados vecinos como de Estados Unidos en general. Mientras tanto, el presupuesto del Estado se ha hundido en las profundidades del déficit, lo que ha hecho que Moody’s rebaje la calificación de su deuda. Hay en esto una lección importante, pero no es la que creen. Sí, el desastre de Kansas demuestra que las bajadas de impuestos no tienen poderes mágicos, pero eso ya lo sabíamos. La verdadera lección es el poder imperecedero que tienen las malas ideas, siempre que dichas ideas beneficien a la gente adecuada.
¿Por qué, después de todo, iba nadie a creer a estas alturas en la economía de la oferta, que afirma que las rebajas tributarias impulsan tanto la economía que se financian por sí solas, en gran medida o del todo? Esta doctrina se estrelló y ardió hace dos décadas, cuando casi toda la derecha —tras afirmar, engañosamente, que el rendimiento económico durante el mandato de Ronald Reagan validaba su doctrina— empezó a predecir que la subida de impuestos a los ricos por parte de Bill Clinton provocaría una recesión o incluso una depresión pura y dura. Lo que en realidad se produjo fue una expansión económica espectacular.
Y los liberales que han aceptado durante mucho tiempo la economía de la oferta y quienes la defienden no han sido los únicos que se han visto desacreditados por la experiencia. En 1998, en la primera edición de su muy vendido libro de texto sobre economía, el profesor de Harvard N. Gregory Mankiw —todo un republicano, y más tarde presidente del Consejo de Asesores Económicos de George W. Bush— escribía un párrafo muy famoso sobre el daño causado por los “charlatanes y cascarrabias”. En concreto, subrayaba la función desempeñada por “un pequeño grupo de economistas” que “aconsejaron al candidato presidencial Ronald Reagan que bajase de forma generalizada el impuesto sobre la renta para aumentar los ingresos tributarios”. Encabezando ese “pequeño grupo” se encontraba ni más ni menos que Art Laffer.
Y los defensores de la economía de la oferta, lejos de haber reparado su error después, han seguido equivocándose en los últimos años de forma tan grotesca como en la década de 1990. Por ejemplo, han pasado cinco años desde que Laffer nos avisó a los estadounidenses de que “podíamos esperar una rápida subida de los precios y unos tipos de interés muchísimo más altos en los próximos cuatro o cinco años”. Casi todos los de su bando le dieron la razón. Pero lo que hemos visto ha sido más bien poca inflación y unos tipos de interés más bajos que nunca.
De modo que ¿cómo han terminado los charlatanes y cascarrabias dictando las políticas de Kansas y, en menor medida, las de otros Estados? Sigamos el rastro del dinero.
La bajada de impuestos de Brownback no ha salido de la nada. Ha llegado tras un programa presentado por el Consejo Estadounidense de Intercambio Legislativo, o ALEC, que también ha respaldado una serie de estudios económicos cuyo propósito era demostrar que las rebajas de impuestos a las corporaciones y los ricos fomentan un crecimiento económico rápido. Los estudios son tan malos que dan vergüenza ajena, y la Junta de Especialistas del consejo —a la que pertenecen Laffer y Stephen Moore, de la Fundación Heritage— no se ha mostrado muy entusiasta a la hora de darles credibilidad. Pero es lo bastante bueno para los que trabajan contra el Gobierno.
¿Y qué es el ALEC? Es un grupo secreto, financiado por grandes corporaciones, que elabora borradores de modelos de leyes para políticos conservadores de nivel estatal. Ed Pilkington, de The Guardian, que ha conseguido algunos documentos filtrados del ALEC, lo describe como “casi un servicio de citas entre políticos estatales, políticos elegidos para cargos locales y muchas de las mayores empresas de Estados Unidos”. Y, cómo no, la mayoría de los esfuerzos del ALEC van encaminados a la privatización, la liberalización y las rebajas de impuestos a las corporaciones y los ricos.
Y me refiero exactamente a los ricos. El ALEC, a la vez que apoya las grandes rebajas del impuesto sobre la renta, pide que se aumenten los impuestos al consumo —cuyo peso recae especialmente en las familias con pocos ingresos— y que se reduzcan las ayudas basadas en la renta destinadas a las familias de clase trabajadora. De modo que su programa contempla bajarles los impuestos a los de arriba y subírselos a los de abajo, al tiempo que se recortan los servicios sociales...
Fuente:PAUL KRUGMAN 6 JUL 2014 - El País.
Pero Kansas no va muy bien; de hecho, su economía se está quedando a la zaga tanto de los Estados vecinos como de Estados Unidos en general. Mientras tanto, el presupuesto del Estado se ha hundido en las profundidades del déficit, lo que ha hecho que Moody’s rebaje la calificación de su deuda. Hay en esto una lección importante, pero no es la que creen. Sí, el desastre de Kansas demuestra que las bajadas de impuestos no tienen poderes mágicos, pero eso ya lo sabíamos. La verdadera lección es el poder imperecedero que tienen las malas ideas, siempre que dichas ideas beneficien a la gente adecuada.
¿Por qué, después de todo, iba nadie a creer a estas alturas en la economía de la oferta, que afirma que las rebajas tributarias impulsan tanto la economía que se financian por sí solas, en gran medida o del todo? Esta doctrina se estrelló y ardió hace dos décadas, cuando casi toda la derecha —tras afirmar, engañosamente, que el rendimiento económico durante el mandato de Ronald Reagan validaba su doctrina— empezó a predecir que la subida de impuestos a los ricos por parte de Bill Clinton provocaría una recesión o incluso una depresión pura y dura. Lo que en realidad se produjo fue una expansión económica espectacular.
Y los liberales que han aceptado durante mucho tiempo la economía de la oferta y quienes la defienden no han sido los únicos que se han visto desacreditados por la experiencia. En 1998, en la primera edición de su muy vendido libro de texto sobre economía, el profesor de Harvard N. Gregory Mankiw —todo un republicano, y más tarde presidente del Consejo de Asesores Económicos de George W. Bush— escribía un párrafo muy famoso sobre el daño causado por los “charlatanes y cascarrabias”. En concreto, subrayaba la función desempeñada por “un pequeño grupo de economistas” que “aconsejaron al candidato presidencial Ronald Reagan que bajase de forma generalizada el impuesto sobre la renta para aumentar los ingresos tributarios”. Encabezando ese “pequeño grupo” se encontraba ni más ni menos que Art Laffer.
Y los defensores de la economía de la oferta, lejos de haber reparado su error después, han seguido equivocándose en los últimos años de forma tan grotesca como en la década de 1990. Por ejemplo, han pasado cinco años desde que Laffer nos avisó a los estadounidenses de que “podíamos esperar una rápida subida de los precios y unos tipos de interés muchísimo más altos en los próximos cuatro o cinco años”. Casi todos los de su bando le dieron la razón. Pero lo que hemos visto ha sido más bien poca inflación y unos tipos de interés más bajos que nunca.
De modo que ¿cómo han terminado los charlatanes y cascarrabias dictando las políticas de Kansas y, en menor medida, las de otros Estados? Sigamos el rastro del dinero.
La bajada de impuestos de Brownback no ha salido de la nada. Ha llegado tras un programa presentado por el Consejo Estadounidense de Intercambio Legislativo, o ALEC, que también ha respaldado una serie de estudios económicos cuyo propósito era demostrar que las rebajas de impuestos a las corporaciones y los ricos fomentan un crecimiento económico rápido. Los estudios son tan malos que dan vergüenza ajena, y la Junta de Especialistas del consejo —a la que pertenecen Laffer y Stephen Moore, de la Fundación Heritage— no se ha mostrado muy entusiasta a la hora de darles credibilidad. Pero es lo bastante bueno para los que trabajan contra el Gobierno.
¿Y qué es el ALEC? Es un grupo secreto, financiado por grandes corporaciones, que elabora borradores de modelos de leyes para políticos conservadores de nivel estatal. Ed Pilkington, de The Guardian, que ha conseguido algunos documentos filtrados del ALEC, lo describe como “casi un servicio de citas entre políticos estatales, políticos elegidos para cargos locales y muchas de las mayores empresas de Estados Unidos”. Y, cómo no, la mayoría de los esfuerzos del ALEC van encaminados a la privatización, la liberalización y las rebajas de impuestos a las corporaciones y los ricos.
Y me refiero exactamente a los ricos. El ALEC, a la vez que apoya las grandes rebajas del impuesto sobre la renta, pide que se aumenten los impuestos al consumo —cuyo peso recae especialmente en las familias con pocos ingresos— y que se reduzcan las ayudas basadas en la renta destinadas a las familias de clase trabajadora. De modo que su programa contempla bajarles los impuestos a los de arriba y subírselos a los de abajo, al tiempo que se recortan los servicios sociales...
Fuente:PAUL KRUGMAN 6 JUL 2014 - El País.
martes, 1 de julio de 2014
sábado, 24 de mayo de 2014
Glasgow y la diferencia de esperanza de vida de sus barrios.
"En agosto de 2008, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó una encuesta donde mostraba que la diferencia en la esperanza de vida entre un niño nacido en un barrio rico de Glasgow - sur y el oeste - y otro dado a luz en un barrio pobre de la ciudad - este - era de veintiocho años; nos escribió en 2010, "Vivir pobre en una ciudad rica", una investigación inspirada en esta estadística terrible. El informe de la OMS podría causar un terremoto social; pero lo que ha provocado es un suspiro de cansancio y una buena cantidad de intenciones filantrópicos.
Cuatro años después, la situación es todavía más oscura. La desigualdad se ha disparado en el Reino Unido con la aplicación sistemática de un mayor plan de austeridad en Europa, que asciende hasta 110 millones de euros. Un plan aclamado por editorialistas europeos bajo el título de "milagro Inglés". El primer ministro, David Cameron, ahora aboga por el "adelgazamiento del Estado" no como un mecanismo excepcional, sino como un modo de gobernanza "permanente" (discurso pronunciado ante el alcalde de Londres, 18 de noviembre de 2013). Filantrópico.
En marzo, un estudio de Oxfam reveló que las cinco familias más ricas del Reino Unido son propietarias de tanto como los doce millones de súbditos británicos más pobres, es decir, € 33,6 mil millones. Probablemente esos datos, como el publicado por la OMS, podían causar un terremoto social. Pero no provocó eso, solo algunos suspiros de cansancio y un poco de buenas intenciones ...
La película fotográfica es una adaptación de la encuesta "Vivir pobres en una ciudad rica", publicado en Le Monde diplomatique en julio de 2010. Todas las imágenes están reproducidas con los elementos de la película y pertenecen a Julien Brygo.
Julien Brygo había hecho una película fotográfica anterior para Le Monde diplomatique dedicado a las jóvenes de Filipinas entrenadas para trabajar en el servicio doméstico en los países del Golfo o de Hong Kong.
Fuente: http://www.monde-diplomatique.fr/carnet/2014-05-22-Glasgow-contre-Glasgow
Glasgow: la ciudad más enferma del Reino Unido (BBC)
viernes, 12 de julio de 2013
Por qué la deuda pública no debería pagarse
Vicenç Navarro. El Plural.com
No hay plena conciencia a nivel popular de l as causas de los recortes públicos, y ello como consecuencia de la timidez de los medios de mayor difusión a la hora de enfrentarse a la banca, a la cual deben gran cantidad de dinero. En el caso de que ustedes crean que estoy exagerando, les ruego que consideren los siguientes datos. Pero antes permítanme que explique que el argumento que se utiliza para recortar el gasto público es que el Estado (tanto central como autonómico) debe dinero a aquellas instituciones financieras que se lo han prestado.
La primera pregunta es ¿Por qué el Estado tiene que prestar dinero cuando en realidad podría imprimirlo y crearlo? Hay suficiente papel en el país para imprimir tanto dinero como el Estado necesite. Esto es lo que ocurre en los países que tienen su propio Banco Central. Pero España no tiene un Banco Central. Lo que se llama Banco Central Europeo (BCE) no es un Banco Central, en realidad es un lobby de la banca como he indicado varias ocasiones. Lo que hace el BCE es imprimir dinero y se lo presta a intereses muy bajos (menos de un 1%) a la banca privada, en teoría para facilitar el crédito. Pero el crédito no existe ni se le espera. La banca privada tiene otras inversiones mucho más jugosas que le generan mucho más dinero, como es comprar bonos públicos del Estado español, que tienen unos intereses muy altos, del 5 al 6 y al 7%. Es el negocio del siglo. Y el Estado que necesita dinero queda endeudado hasta la médula. Como reflejaba el presupuesto para este año, el Estado español tiene que pagar en intereses nada menos que 38.590 millones de euros, que es el equivalente al 3,86% del PIB, una cantidad mayor que la de los recortes de gasto público en los servicios públicos del estado del bienestar (como sanidad y educación) que están haciendo tanto daño.
Pero la cosa es incluso peor. Las instituciones financieras poseen bonos públicos (que generan los intereses) y estos bonos tienen un periodo de expiración que el Estado tiene que pagar cuando termina el plazo. Pues bien, cuando se suman estas cifras (la de los bonos que expiran este año) a las anteriores, resulta que el Estado tiene que pagar este año un total equivalente a nada menos que un 19% del PIB. Esta es la cantidad que el estado tiene que pagar este año a las instituciones financieras (calculado por Eduardo Garzón en su blog).
¿Y quiénes son estas entidades? Pues la banca española es la que tiene el 38,74% de la deuda pública y la extranjera (en la que domina la alemana) tiene el 37,29%. Y a ellos va el dinero que se consigue a base de recortes. ¿Lo entienden? Naturalmente, la gente se enojaría si supiera esto. Y de ahí la creación de todo un aparato mediático para que la gente no se entere y acepte el argumento de que hay que recortar su sanidad, sus pensiones y una larga lista de transferencias y servicios públicos para que disminuyan el déficit y la deuda pública y así se dé confianza a los mercados financieros (es decir, a la banca) para que estos mercados les presten dinero al estado de nuevo. Hay toda una serie de instrumentos que promueven esta visión de la realidad, desde los mayores medios de desinformación a centros de estudios económicos como Fedea, financiada por la banca, la misma banca que aparece en los asuntos comerciales como la gran cuidadora del bienestar de la ciudadanía.
La ciudadanía comienza ya a ver que todo es una farsa, que se reproduce con la complicidad de la clase política gobernante y los medios. En realidad, es un problema de fácil solución, que consiste en que el Estado no tenga que pedir prestado a la banca privada, creando su propio Banco Central. De hecho, si España hubiera tenido su propio Banco Central, la deuda pública española sería en lugar del 84% del PIB, el 30%. ¿Se dan cuenta?
No hay plena conciencia a nivel popular de l as causas de los recortes públicos, y ello como consecuencia de la timidez de los medios de mayor difusión a la hora de enfrentarse a la banca, a la cual deben gran cantidad de dinero. En el caso de que ustedes crean que estoy exagerando, les ruego que consideren los siguientes datos. Pero antes permítanme que explique que el argumento que se utiliza para recortar el gasto público es que el Estado (tanto central como autonómico) debe dinero a aquellas instituciones financieras que se lo han prestado.
La primera pregunta es ¿Por qué el Estado tiene que prestar dinero cuando en realidad podría imprimirlo y crearlo? Hay suficiente papel en el país para imprimir tanto dinero como el Estado necesite. Esto es lo que ocurre en los países que tienen su propio Banco Central. Pero España no tiene un Banco Central. Lo que se llama Banco Central Europeo (BCE) no es un Banco Central, en realidad es un lobby de la banca como he indicado varias ocasiones. Lo que hace el BCE es imprimir dinero y se lo presta a intereses muy bajos (menos de un 1%) a la banca privada, en teoría para facilitar el crédito. Pero el crédito no existe ni se le espera. La banca privada tiene otras inversiones mucho más jugosas que le generan mucho más dinero, como es comprar bonos públicos del Estado español, que tienen unos intereses muy altos, del 5 al 6 y al 7%. Es el negocio del siglo. Y el Estado que necesita dinero queda endeudado hasta la médula. Como reflejaba el presupuesto para este año, el Estado español tiene que pagar en intereses nada menos que 38.590 millones de euros, que es el equivalente al 3,86% del PIB, una cantidad mayor que la de los recortes de gasto público en los servicios públicos del estado del bienestar (como sanidad y educación) que están haciendo tanto daño.
Pero la cosa es incluso peor. Las instituciones financieras poseen bonos públicos (que generan los intereses) y estos bonos tienen un periodo de expiración que el Estado tiene que pagar cuando termina el plazo. Pues bien, cuando se suman estas cifras (la de los bonos que expiran este año) a las anteriores, resulta que el Estado tiene que pagar este año un total equivalente a nada menos que un 19% del PIB. Esta es la cantidad que el estado tiene que pagar este año a las instituciones financieras (calculado por Eduardo Garzón en su blog).
¿Y quiénes son estas entidades? Pues la banca española es la que tiene el 38,74% de la deuda pública y la extranjera (en la que domina la alemana) tiene el 37,29%. Y a ellos va el dinero que se consigue a base de recortes. ¿Lo entienden? Naturalmente, la gente se enojaría si supiera esto. Y de ahí la creación de todo un aparato mediático para que la gente no se entere y acepte el argumento de que hay que recortar su sanidad, sus pensiones y una larga lista de transferencias y servicios públicos para que disminuyan el déficit y la deuda pública y así se dé confianza a los mercados financieros (es decir, a la banca) para que estos mercados les presten dinero al estado de nuevo. Hay toda una serie de instrumentos que promueven esta visión de la realidad, desde los mayores medios de desinformación a centros de estudios económicos como Fedea, financiada por la banca, la misma banca que aparece en los asuntos comerciales como la gran cuidadora del bienestar de la ciudadanía.
La ciudadanía comienza ya a ver que todo es una farsa, que se reproduce con la complicidad de la clase política gobernante y los medios. En realidad, es un problema de fácil solución, que consiste en que el Estado no tenga que pedir prestado a la banca privada, creando su propio Banco Central. De hecho, si España hubiera tenido su propio Banco Central, la deuda pública española sería en lugar del 84% del PIB, el 30%. ¿Se dan cuenta?
miércoles, 15 de mayo de 2013
Lo que vale tu oficio. De la valeur ignorée des métiers. El valor ignorado de los oficios. (colgado en el 2010, marzo y vuelto a traer)
Alimenté par la récession, les frasques de la City et la perspective des élections législatives du printemps, le débat sur les inégalités s’installe au Royaume-Uni. Une recherche dévoile la face cachée du système de rémunération.
A force d’évaluer toutes choses et toutes gens à l’aune de leur rendement monétaire — que rapportez-vous aux actionnaires? —, il était fatal qu’on retournât un jour la question aux évaluateurs, mais posée d’un autre point de vue : que rapportez-vous à la société ?
C’est à un tel renversement de perspective qu’invite une étude publiée en décembre dernier sous l’égide de la New Economic Foundation . Eilis Lawlor, Helen Kersley et Susan Steed, trois chercheuses britanniques, y abordent non sans malice la question des inégalités, en comparant la rémunération de certains métiers, sélectionnés aux deux extrémités de l’échelle des revenus, à la «valeur sociale» qu’engendre leur exercice.
Dans le cas d’un ouvrier du recyclage, payé 6,10 livres sterling de l’heure (environ 7 euros), les auteures estiment que « chaque livre dépensée en salaire générera 12 livres de valeur » pour l’ensemble de la collectivité. En revanche, « alors qu’ils perçoivent des rétributions comprises entre 500 000 et 10 millions de livres, les grands banquiers d’affaires détruisent 7 livres de valeur sociale pour chaque livre de valeur financière créée ». Ainsi le bilan collectif des activités les mieux rétribuées s’avère-t-il parfois négatif, ce que suggérait déjà la tempête financière déchaînée depuis 2008…
Baptisée «retour social sur investissement», la méthode utilisée pour quantifier la valeur générée par un emploi prend la théorie économique standard à son propre piège. Les hauts salaires refléteraient l’apport des cadres supérieurs à l’entreprise. «La pensée orthodoxe dit que notre utilité dérive de l’argent, soulignent les chercheuses. Plus on en gagne, plus on est utile. Il s’ensuit que pour maximiser le bien-être collectif, il faut accroître le revenu total.»
Pareille vision du monde conduit notamment à n’attribuer aucune valeur au travail domestique, très majoritairement dévolu aux femmes. Et à perdre de vue que le processus économique s’étend en deçà et au-delà de l’échange monétaire. Car la production et la consommation de biens et de services provoquent des répercussions (…)
La version intégrale de cet article dans Le Monde diplomatique actuellement en kiosques. Marz de 2010
Alimentado por la recesión, los imprevistos de la City y la perspectiva de las elecciones legislativas de primavera, el debate sobre la desigualdad se instala en el Reino Unido. Una investigación desvela la cara oculta del sistema de remuneración.
A fuerza de evaluar todas las cosas y a todas las gentes en relación con su rendimiento monetario - ¿Qué ofrece usted a los accionistas?- Estaba cantado que un día la cuestión volviese a los evaluadores, pero propuesta desde otro punto de vista: ¿Qué ofrece usted a la sociedad?
Lo que supone un cambio de perspectiva al que invita un estudio publicado en diciembre ultimo bajo la dirección de la New Economic Foundation. Eilis Lawlor, Helen Kersley y Susan Steed, tres investigadores británicos, abordan, no sin malicia, la cuestión de las desigualdades, comparando la remuneración de ciertos oficios o profesionales, seleccionados en las dos extremidades de la escala de ingresos, al “valor social” que produce su ejercicio.
En el caso de un obrero del reciclaje, pagado a 6,10 libras esterlinas por hora (alrededor de 7 euros), los autores estiman que «cada libra dispensada en salario genera 12 libras de valor» para el conjunto de la colectividad. En revancha, «mientras que ellos perciben retribuciones comprendidas entre 500.000 y 10 millones de libras, los grandes banqueros de negocios destruyen 7 libras de valor social por cada libra de valor financiero creado». Así el balance colectivo de las actividades mejor retribuidas se muestran, a veces, negativo, lo que sugiere ya la tempestad financiera desencadenada desde 2008.
Bautizado «retorno social sobre inversión», el método utilizado para cuantificar el valor generado por un empleo toma la teoría económica estándar, tiene su propia trampa. Los altos salarios reflejarán la relación de cuadros superiores de la empresa. «El pensamiento ortodoxo dice que nuestra utilidad deriva del dinero, subrayan los investigadores. Cuanto más se gana, más útil se es. De ello se sigue que para maximizar el bienestar colectivo, es necesario acrecentar el ingreso total.»
Semejante visión del mundo conduce claramente a no atribuir ningún valor al trabajo doméstico, muy mayoritariamente desempeñado por las mujeres. Solo perdiendo de vista que el proceso económico se extiende más allá del intercambio monetario. Porque la producción y el consumo de bienes y de servicios provocan repercusiones (…)
El artículo continua... por ejemplo: El método permite así mismo establecer que un consejero fiscal cuyo trabajo consiste en privar a la sociedad de parte de los impuestos, destruye cuarenta y siete veces más de valor que crea, contrariamente a la empleada de guardería que, por la educación prodigada a los niños y el tiempo liberado a los padres, rinde a la sociedad 9,43 veces lo que ella percibe en salario. Estos número ponen en evidencia una cosa aberrante. "No buscamos la precisión en los cálculos" dicen los autores. "Algunos aspectos del valor puede que probablemente se nos hayan escapado. Se trata de llamar la atención sobre el problema". De oponer la creación de valor para la sociedad a la creación de valor para el accionariado; de sugerir el cambio de un modo de remuneración que valoriza sobrepagando las profesiones más inútiles y simétricamente desanima a las profesiones más útiles para la mayoría... Y continúa con datos muy interesantes que deshacen las falsas ideas con las que nos han machacado para justificar, y que aceptemos, las injustas diferencias de ingresos a favor de los que ocupan puestos de poder, pero que no necesariamente sirven a la mayoría social ni su trabajo repercute en el bienestar social.
La versión integra del artículo en Le Monde Diplomatique en los quioscos en marzo de 2010. Y el trabajo original integro en inglés de donde proviene la información nos lo podemos descargar gratis desde aquí, o desde aquí.
En formato PDF, tiene 44 páginas y está colgado en la página Web http://www.neweconomics.org/
A force d’évaluer toutes choses et toutes gens à l’aune de leur rendement monétaire — que rapportez-vous aux actionnaires? —, il était fatal qu’on retournât un jour la question aux évaluateurs, mais posée d’un autre point de vue : que rapportez-vous à la société ?
C’est à un tel renversement de perspective qu’invite une étude publiée en décembre dernier sous l’égide de la New Economic Foundation . Eilis Lawlor, Helen Kersley et Susan Steed, trois chercheuses britanniques, y abordent non sans malice la question des inégalités, en comparant la rémunération de certains métiers, sélectionnés aux deux extrémités de l’échelle des revenus, à la «valeur sociale» qu’engendre leur exercice.
Dans le cas d’un ouvrier du recyclage, payé 6,10 livres sterling de l’heure (environ 7 euros), les auteures estiment que « chaque livre dépensée en salaire générera 12 livres de valeur » pour l’ensemble de la collectivité. En revanche, « alors qu’ils perçoivent des rétributions comprises entre 500 000 et 10 millions de livres, les grands banquiers d’affaires détruisent 7 livres de valeur sociale pour chaque livre de valeur financière créée ». Ainsi le bilan collectif des activités les mieux rétribuées s’avère-t-il parfois négatif, ce que suggérait déjà la tempête financière déchaînée depuis 2008…
Baptisée «retour social sur investissement», la méthode utilisée pour quantifier la valeur générée par un emploi prend la théorie économique standard à son propre piège. Les hauts salaires refléteraient l’apport des cadres supérieurs à l’entreprise. «La pensée orthodoxe dit que notre utilité dérive de l’argent, soulignent les chercheuses. Plus on en gagne, plus on est utile. Il s’ensuit que pour maximiser le bien-être collectif, il faut accroître le revenu total.»
Pareille vision du monde conduit notamment à n’attribuer aucune valeur au travail domestique, très majoritairement dévolu aux femmes. Et à perdre de vue que le processus économique s’étend en deçà et au-delà de l’échange monétaire. Car la production et la consommation de biens et de services provoquent des répercussions (…)
La version intégrale de cet article dans Le Monde diplomatique actuellement en kiosques. Marz de 2010
Alimentado por la recesión, los imprevistos de la City y la perspectiva de las elecciones legislativas de primavera, el debate sobre la desigualdad se instala en el Reino Unido. Una investigación desvela la cara oculta del sistema de remuneración.
A fuerza de evaluar todas las cosas y a todas las gentes en relación con su rendimiento monetario - ¿Qué ofrece usted a los accionistas?- Estaba cantado que un día la cuestión volviese a los evaluadores, pero propuesta desde otro punto de vista: ¿Qué ofrece usted a la sociedad?
Lo que supone un cambio de perspectiva al que invita un estudio publicado en diciembre ultimo bajo la dirección de la New Economic Foundation. Eilis Lawlor, Helen Kersley y Susan Steed, tres investigadores británicos, abordan, no sin malicia, la cuestión de las desigualdades, comparando la remuneración de ciertos oficios o profesionales, seleccionados en las dos extremidades de la escala de ingresos, al “valor social” que produce su ejercicio.
En el caso de un obrero del reciclaje, pagado a 6,10 libras esterlinas por hora (alrededor de 7 euros), los autores estiman que «cada libra dispensada en salario genera 12 libras de valor» para el conjunto de la colectividad. En revancha, «mientras que ellos perciben retribuciones comprendidas entre 500.000 y 10 millones de libras, los grandes banqueros de negocios destruyen 7 libras de valor social por cada libra de valor financiero creado». Así el balance colectivo de las actividades mejor retribuidas se muestran, a veces, negativo, lo que sugiere ya la tempestad financiera desencadenada desde 2008.
El artículo continua... por ejemplo: El método permite así mismo establecer que un consejero fiscal cuyo trabajo consiste en privar a la sociedad de parte de los impuestos, destruye cuarenta y siete veces más de valor que crea, contrariamente a la empleada de guardería que, por la educación prodigada a los niños y el tiempo liberado a los padres, rinde a la sociedad 9,43 veces lo que ella percibe en salario. Estos número ponen en evidencia una cosa aberrante. "No buscamos la precisión en los cálculos" dicen los autores. "Algunos aspectos del valor puede que probablemente se nos hayan escapado. Se trata de llamar la atención sobre el problema". De oponer la creación de valor para la sociedad a la creación de valor para el accionariado; de sugerir el cambio de un modo de remuneración que valoriza sobrepagando las profesiones más inútiles y simétricamente desanima a las profesiones más útiles para la mayoría... Y continúa con datos muy interesantes que deshacen las falsas ideas con las que nos han machacado para justificar, y que aceptemos, las injustas diferencias de ingresos a favor de los que ocupan puestos de poder, pero que no necesariamente sirven a la mayoría social ni su trabajo repercute en el bienestar social.
La versión integra del artículo en Le Monde Diplomatique en los quioscos en marzo de 2010. Y el trabajo original integro en inglés de donde proviene la información nos lo podemos descargar gratis desde aquí, o desde aquí.
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sábado, 23 de febrero de 2013
''ES COMO LA VENECIA DEL SIGLO XVI'' La rebelión de los ricos y su 'teoría de la fuente del poder'
A principios del siglo XIX Estados Unidos presumía de ser una de las sociedades más igualitarias del planeta. En una carta fechada en 1814 Thomas Jefferson aseguraba que en su país no había pobres: “La mayor parte de nuestra población es trabajadora; nuestros ricos, que pueden vivir sin trabajar, son pocos, y tienen una riqueza moderada. La mayoría de la clase trabajadora tiene propiedades, cultiva su propia tierra, tiene una familia, y puede establecer precios competitivos que les permiten alimentarse abundantemente, vestir muy por encima de la mera decencia, trabajar moderadamente y criar a sus familias”. Para Jefferson esta equidad era la esencia misma del recién independizado país: “¿Puede ser cualquier estado de la sociedad más deseable?”
El tercer presidente de los Estados Unidos estaba obviando la situación de toda la población afroamericana que vivía en la esclavitud pero, al margen de esto, tenía razón en una cosa: pese a lo que podría parecer, la sociedad estadounidense del siglo XIX era relativamente igualitaria en términos económicos. Mucho más que hoy en día.
Tras el revulsivo que supuso la revolución industrial, donde una gran oligarquía controlaba toda la producción, y la desigualdad alcanzó una de sus cotas más altas, la situación fue estabilizándose hasta los años ochenta del siglo XX. Desde entonces, la brecha entre ricos y pobres no ha dejado de crecer: entre 1980 y 2007 la desigualdad ha aumentado en un escandaloso 135%. Hoy en día, en EE.UU., el 1% de la población controla el 23,5% de la riqueza. Y las cifras son similares en el resto de los países industrializados. En España, en 2008, el 1% más rico de la población controlaba el 18,3% de la riqueza del país (Davies, J., Sandström, S., Shorrocks, A., y Wolff, E., 2008).
Este auge de la desigualdad es el que trata de analizar un nuevo estudio, «The Rise of the Super-Rich» ('el auge de los super-ricos') publicado en la revista American Sociological Review, que, centrándose en el caso estadounidense, asegura que, a partir 1980, los ricos supieron imponer sus criterios en el Congreso, los sindicatos perdieron fuelle, disminuyeron los impuestos a las rentas altas y, en definitiva, el 1% más adinerado no dejó de acumular riqueza, mientras el resto de la sociedad la perdía. Una tendencia que no ha disminuido ni un ápice desde entonces, y que es similar a la que están viviendo las sociedades europeas. La desigualdad vuelve a niveles de la era industrial La situación no es nueva.
Con la llegada de la industrialización se vivió una situación parecida en todo el mundo occidental: la brecha de la desigualdad creció enormemente, auspiciada por gobiernos y élites. Entre 1913 y hasta que finalizó la II Guerra Mundial, el 1% de la población acumuló entre el 11,3% y el 23,9% de la riqueza de Estados Unidos. Tal como el propio Franklin D. Roosevelt argumentó en un discurso en 1932, durante una reunión de la Commonwealth, la revolución industrial había sido posible “gracias a un grupo de titanes financieros cuyos métodos no habían sido examinados con demasiado cuidado”. El presidente justificó esto tirando de pragmatismo, en su opinión Estados Unidos tenía el derecho de aceptar esta realidad “agridulce”. El resultado, tal como reconocía el propio presidente, era que la igualdad de oportunidades había desaparecido.
En 1928 la diferencia entre ricos y pobres de Estados Unidos alcanzó su cenit: el 1% de la población controlaba cerca del 25% de la riqueza. Desde entonces, pese a la “agridulce” visión de Roosevelt, la brecha empezó a disminuir. La lucha por los derechos civiles, los sindicatos –que pese la represión de la Guerra Fría tuvieron una gran fuerza en los Estados Unidos– y, en definitiva, la extensión de cierto estado del bienestar, lograron que en 1975 la diferencia entre ricos y pobres disminuyera notablemente: en 1975 el 1% más rico “solo” acumulaba el 8,9%. La brecha había disminuido en un 63%.
La situación ha dado un vuelco desde entonces, al menos a nivel estadístico: ¿Qué ha ocurrido en los últimos 30 años para que la brecha de la desigualdad sea similar a la de la revolución industrial?
El ejemplo veneciano Para la experiodista del Financial Times y actual redactora jefe de Reuters, Chrystia Freeland, el hecho de que la brecha entre ricos y pobres sea la mayor desde la época dorada de la industrialización no es accidental: “Ahora, como entonces, los titanes están buscando tener una mayor presencia en la política, que coincida con su poder económico. Ahora, como entonces, el peligro inevitable reside en que van a confundir su propio interés con el del bien común”. Esta es la teoría que traza en su último libro, Plutocrats: The Rise of the New Global Super-Rich and the Fall of Everyone Else (‘Plutócatras: el auge de los nuevos super-ricos globales y la caída del resto del mundo’, Pinguin Press).
Para Freeland la situación que estamos viviendo se parece en gran medida a la que se dio en la República de Venecia en el siglo XVI, y que acabó para siempre con la prosperidad de la ciudad de los canales. Una lección histórica que utiliza para ilustrar el peligro al que nos enfrentamos si no se trata de atajar rápidamente esta desigualdad.
A principios del siglo XIV Venecia era una de las ciudades más ricas de Europa. Su sistema económico se regía por la colleganza, una forma básica de sociedad anónima, creada para financiar una expedición comercial. Estas primeras empresas tenían una particularidad esencial, estaban abiertas a todo el mundo, lo que permitía a cualquier emprendedor participar en las finanzas junto a hombres de negocios ya establecidos, que financiaban sus viajes comerciales. Este sistema llevó a la prosperidad a la República Veneciana, que se convirtió en el centro neurálgico del comercio mundial.
En 1315, justo cuando Venecia se encontraba en el punto más alto de su poder económico, las personas más adineradas de la República presionaron para que se legislara a su favor. Se creó un veto oficial a la movilidad social, El libro de oro, un registro de la nobleza, que dejaba fuera del sistema a todo aquel que no estuviera inscrito en el mismo.
Bajo el control de los oligarcas Venecia empezó a recortar las oportunidades económicas de la población general y la prosperidad de la República entró en barrena. La ciudad se estancó: en 1500 la población de la ciudad era menor que la que tenía en 1330.
Nunca volvió a recuperar su esplendor. La desigualdad proviene de decisiones políticas El caso de Venecia sirve para ilustrar una idea clara: si (sólo) las élites económicas toman partido en las decisiones políticas estas irán encaminadas (sólo) a su propio beneficio, que no es el del conjunto de la sociedad. “La ironía del auge político de los plutócratas”, cuenta Freeman, “es que, como los oligarcas de Venecia, están amenazando el sistema que han creado”.
Para Thomas W. Volcho y Nathan J. Kelly, autores del estudio de la American Sociological Review, cuya tesis es similar a la de Freeman, el aumento de la desigualdad no es casual, y no tiene que ver con la crisis (aunque ésta ha aumentado la brecha), sino con unas determinadas decisiones políticas, fruto de la presión del 1% más rico.
El fundamento teórico de su trabajo se basa en la Power Resource Theory (“la teoría de la fuente del poder”), según la cual la distribución de la riqueza y el poder se debe al éxito o fracaso de las distintas ideologías políticas.
En su opinión, los trabajadores y la clase media solo tienen dos formas de lograr una distribución progresiva de la riqueza: a través de la política y el mercado. Esta desigualdad iría de la mano, por tanto, del declive de los partidos de izquierda (que empujaban a favor de la redistribución de la riqueza en la esfera política) y los sindicatos (que empujaban en el mercado).
En EE.UU, desde 1978, los tipos impositivos máximos han bajado del 39% al 15%, lo que en su opinión es decisivo para entender el aumento de la brecha entre ricos y pobres.
En definitiva, lo que Kelly y Volcho quieren dejar claro es que, pese a lo que muchos piensan, la desigualdad no es fruto de los vaivenes del mercado, que se escapan del control, sino de unas determinadas decisiones políticas. Es cierto que el mercado influye en las decisiones gubernamentales (algo que se ha hecho evidente en los últimos tiempos), pero esas decisiones repercuten a su vez en la economía. Un círculo vicioso destinado a crear mayor desigualdad, si no se toman medidas para atajar la tendencia.
El tercer presidente de los Estados Unidos estaba obviando la situación de toda la población afroamericana que vivía en la esclavitud pero, al margen de esto, tenía razón en una cosa: pese a lo que podría parecer, la sociedad estadounidense del siglo XIX era relativamente igualitaria en términos económicos. Mucho más que hoy en día.
Tras el revulsivo que supuso la revolución industrial, donde una gran oligarquía controlaba toda la producción, y la desigualdad alcanzó una de sus cotas más altas, la situación fue estabilizándose hasta los años ochenta del siglo XX. Desde entonces, la brecha entre ricos y pobres no ha dejado de crecer: entre 1980 y 2007 la desigualdad ha aumentado en un escandaloso 135%. Hoy en día, en EE.UU., el 1% de la población controla el 23,5% de la riqueza. Y las cifras son similares en el resto de los países industrializados. En España, en 2008, el 1% más rico de la población controlaba el 18,3% de la riqueza del país (Davies, J., Sandström, S., Shorrocks, A., y Wolff, E., 2008).
Este auge de la desigualdad es el que trata de analizar un nuevo estudio, «The Rise of the Super-Rich» ('el auge de los super-ricos') publicado en la revista American Sociological Review, que, centrándose en el caso estadounidense, asegura que, a partir 1980, los ricos supieron imponer sus criterios en el Congreso, los sindicatos perdieron fuelle, disminuyeron los impuestos a las rentas altas y, en definitiva, el 1% más adinerado no dejó de acumular riqueza, mientras el resto de la sociedad la perdía. Una tendencia que no ha disminuido ni un ápice desde entonces, y que es similar a la que están viviendo las sociedades europeas. La desigualdad vuelve a niveles de la era industrial La situación no es nueva.
Con la llegada de la industrialización se vivió una situación parecida en todo el mundo occidental: la brecha de la desigualdad creció enormemente, auspiciada por gobiernos y élites. Entre 1913 y hasta que finalizó la II Guerra Mundial, el 1% de la población acumuló entre el 11,3% y el 23,9% de la riqueza de Estados Unidos. Tal como el propio Franklin D. Roosevelt argumentó en un discurso en 1932, durante una reunión de la Commonwealth, la revolución industrial había sido posible “gracias a un grupo de titanes financieros cuyos métodos no habían sido examinados con demasiado cuidado”. El presidente justificó esto tirando de pragmatismo, en su opinión Estados Unidos tenía el derecho de aceptar esta realidad “agridulce”. El resultado, tal como reconocía el propio presidente, era que la igualdad de oportunidades había desaparecido.
En 1928 la diferencia entre ricos y pobres de Estados Unidos alcanzó su cenit: el 1% de la población controlaba cerca del 25% de la riqueza. Desde entonces, pese a la “agridulce” visión de Roosevelt, la brecha empezó a disminuir. La lucha por los derechos civiles, los sindicatos –que pese la represión de la Guerra Fría tuvieron una gran fuerza en los Estados Unidos– y, en definitiva, la extensión de cierto estado del bienestar, lograron que en 1975 la diferencia entre ricos y pobres disminuyera notablemente: en 1975 el 1% más rico “solo” acumulaba el 8,9%. La brecha había disminuido en un 63%.
La situación ha dado un vuelco desde entonces, al menos a nivel estadístico: ¿Qué ha ocurrido en los últimos 30 años para que la brecha de la desigualdad sea similar a la de la revolución industrial?
El ejemplo veneciano Para la experiodista del Financial Times y actual redactora jefe de Reuters, Chrystia Freeland, el hecho de que la brecha entre ricos y pobres sea la mayor desde la época dorada de la industrialización no es accidental: “Ahora, como entonces, los titanes están buscando tener una mayor presencia en la política, que coincida con su poder económico. Ahora, como entonces, el peligro inevitable reside en que van a confundir su propio interés con el del bien común”. Esta es la teoría que traza en su último libro, Plutocrats: The Rise of the New Global Super-Rich and the Fall of Everyone Else (‘Plutócatras: el auge de los nuevos super-ricos globales y la caída del resto del mundo’, Pinguin Press).
Para Freeland la situación que estamos viviendo se parece en gran medida a la que se dio en la República de Venecia en el siglo XVI, y que acabó para siempre con la prosperidad de la ciudad de los canales. Una lección histórica que utiliza para ilustrar el peligro al que nos enfrentamos si no se trata de atajar rápidamente esta desigualdad.
A principios del siglo XIV Venecia era una de las ciudades más ricas de Europa. Su sistema económico se regía por la colleganza, una forma básica de sociedad anónima, creada para financiar una expedición comercial. Estas primeras empresas tenían una particularidad esencial, estaban abiertas a todo el mundo, lo que permitía a cualquier emprendedor participar en las finanzas junto a hombres de negocios ya establecidos, que financiaban sus viajes comerciales. Este sistema llevó a la prosperidad a la República Veneciana, que se convirtió en el centro neurálgico del comercio mundial.
En 1315, justo cuando Venecia se encontraba en el punto más alto de su poder económico, las personas más adineradas de la República presionaron para que se legislara a su favor. Se creó un veto oficial a la movilidad social, El libro de oro, un registro de la nobleza, que dejaba fuera del sistema a todo aquel que no estuviera inscrito en el mismo.
Bajo el control de los oligarcas Venecia empezó a recortar las oportunidades económicas de la población general y la prosperidad de la República entró en barrena. La ciudad se estancó: en 1500 la población de la ciudad era menor que la que tenía en 1330.
Nunca volvió a recuperar su esplendor. La desigualdad proviene de decisiones políticas El caso de Venecia sirve para ilustrar una idea clara: si (sólo) las élites económicas toman partido en las decisiones políticas estas irán encaminadas (sólo) a su propio beneficio, que no es el del conjunto de la sociedad. “La ironía del auge político de los plutócratas”, cuenta Freeman, “es que, como los oligarcas de Venecia, están amenazando el sistema que han creado”.
Para Thomas W. Volcho y Nathan J. Kelly, autores del estudio de la American Sociological Review, cuya tesis es similar a la de Freeman, el aumento de la desigualdad no es casual, y no tiene que ver con la crisis (aunque ésta ha aumentado la brecha), sino con unas determinadas decisiones políticas, fruto de la presión del 1% más rico.
El fundamento teórico de su trabajo se basa en la Power Resource Theory (“la teoría de la fuente del poder”), según la cual la distribución de la riqueza y el poder se debe al éxito o fracaso de las distintas ideologías políticas.
En su opinión, los trabajadores y la clase media solo tienen dos formas de lograr una distribución progresiva de la riqueza: a través de la política y el mercado. Esta desigualdad iría de la mano, por tanto, del declive de los partidos de izquierda (que empujaban a favor de la redistribución de la riqueza en la esfera política) y los sindicatos (que empujaban en el mercado).
En EE.UU, desde 1978, los tipos impositivos máximos han bajado del 39% al 15%, lo que en su opinión es decisivo para entender el aumento de la brecha entre ricos y pobres.
En definitiva, lo que Kelly y Volcho quieren dejar claro es que, pese a lo que muchos piensan, la desigualdad no es fruto de los vaivenes del mercado, que se escapan del control, sino de unas determinadas decisiones políticas. Es cierto que el mercado influye en las decisiones gubernamentales (algo que se ha hecho evidente en los últimos tiempos), pero esas decisiones repercuten a su vez en la economía. Un círculo vicioso destinado a crear mayor desigualdad, si no se toman medidas para atajar la tendencia.
Fuente: http://www.elconfidencial.com/
viernes, 21 de septiembre de 2012
¿Deben los ricos cargar con el peso de la crisis?
Lo que está claro es que deben colaborar solidariamente ¿o no son ciudadanos de este mundo?
El polémico impuesto establece el 75% a los ingresos por encima del millón de euros. En Francia no se habla de otra cosa, pero el debate no es una mera debilidad gala. En tiempos de recesión y austeridad, el tema es central en atribulados países como Grecia, Portugal, España e Irlanda, en el utilitarista Reino Unido o en la aparentemente eficiente Alemania. El doble peso de la deuda soberana y el déficit fiscal europeo exige sacrificios. El problema es quién paga los platos rotos del tema de fondo: el estallido financiero de 2008. Con el polémico impuesto del 75% a los ingresos por encima del millón de euros, el presidente de Francia Francois Hollande ha dado un mensaje claro...
El polémico impuesto establece el 75% a los ingresos por encima del millón de euros. En Francia no se habla de otra cosa, pero el debate no es una mera debilidad gala. En tiempos de recesión y austeridad, el tema es central en atribulados países como Grecia, Portugal, España e Irlanda, en el utilitarista Reino Unido o en la aparentemente eficiente Alemania. El doble peso de la deuda soberana y el déficit fiscal europeo exige sacrificios. El problema es quién paga los platos rotos del tema de fondo: el estallido financiero de 2008. Con el polémico impuesto del 75% a los ingresos por encima del millón de euros, el presidente de Francia Francois Hollande ha dado un mensaje claro...
miércoles, 4 de julio de 2012
Un empresario americano, Nick Hanauer, denuncia en TED, la falacia de que los ricos, los ahora llamados emprendedores en vez de lo que son realmente, capitalistas, son los que crean empleos.
Enlace alternativo al vídeo censurado https://www.youtube.com/watch?v=cLm4QF3IPdU
Es evidente que si no hay demanda, ni actividad económica, el paro seguirá aumentando, en un circulo vicioso; más paro trae menos demanda, menos demanda trae más paro. El empobrecimiento de la mayoría de la población y su influencia negativa en la economía no es compensado por el enriquecimiento cada vez mayor de los más ricos. La parte de los salarios dedicada a impuestos entre IRPF, impuestos municipales sobre basuras, agua, alcantarillado, vehículos, viviendas, ... han crecido de media más que los salarios desde los 70.
Es evidente que si no hay demanda, ni actividad económica, el paro seguirá aumentando, en un circulo vicioso; más paro trae menos demanda, menos demanda trae más paro. El empobrecimiento de la mayoría de la población y su influencia negativa en la economía no es compensado por el enriquecimiento cada vez mayor de los más ricos. La parte de los salarios dedicada a impuestos entre IRPF, impuestos municipales sobre basuras, agua, alcantarillado, vehículos, viviendas, ... han crecido de media más que los salarios desde los 70.
Los impuestos sobre energía (combustibles, gas, electricidad), el IVA sobre el consumo, sobre los medicamentos, la falta de becas el pago de transporte para los estudiantes, amas de casa y trabajadores,... hacen que suponga una perdida de más del 35% de sus ingresos. Mientras los grandes Banco y Fortunas cotizan un 1%, cuando no evaden todo mediante los paraísos fiscales. Es evidente, y así lo defienden prestigiosos economistas como Paul Krugman o Joseph Stiglitz, que es necesario un cambio.
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martes, 30 de agosto de 2011
Alemanes "acomodados" piden también un impuesto especial para los más ricos
Mientras, en España, Cospedal descarta más impuestos para ricos: “No es momento de demagogias” ha declarado.
Los 16 millonarios franceses que pidieron un "impuesto a los ricos" a mediados de la semana pasada tienen un correlato en Alemania, donde ya hace dos años que un grupo de personas "acomodadas" pidió un impuesto del 5% para los patrimonios que superen el medio millón de euros.
Lo pidieron 23 personas en 2009 en un manifiesto que puede firmar cualquiera que tenga más de esos 500.000 euros. Este impuesto especial a los mayores patrimonios sería limitado, hasta que se restablezca el equilibrio presupuestario en las finanzas públicas. Después de un par de años, el impuesto especial de patrimonio que piden estos ciudadanos se limitaría al 1% anual.
Tras el llamamiento francés, los medios han vuelto a fijarse en este manifiesto, que cuenta ahora mismo con unos 50 firmantes. Si se tiene en cuenta que en Alemania hay más de dos millones de hogares con un patrimonio superior a los 500.000 euros, la cifra no impresiona demasiado, pero impulsa un debate sobre la necesidad de gravar más a los ricos.
A diferencia del llamamiento francés o de la reciente petición en el mismo sentido del estadounidense Warren Buffett, los firmantes del manifiesto alemán son en su mayoría ciudadanos de clase media acomodada. Uno de sus portavoces es el psiquiatra berlinés Dieter Lehmkuhl, al que recientemente se ha sumado la Iglesia evangélica alemana. El Instituto Alemán de Investigación Económica DIW también propuso el pasado diciembre que se aplicaran medidas similares o que se recuperara temporalmente el impuesto de patrimonios, derogado en 1997 a instancias del Tribunal Constitucional.
El canciller socialdemócrata Gerhard Schröder (SPD) bajó durante su mandato el tipo máximo del IRPF del 53% al 42%. Su sucesora, Angela Merkel, subió el IVA al 19% para todos, pero unificó la tasa a los beneficios bursátiles en el 25%, independientemente de los ingresos totales del beneficiario. Son reformas fiscales que han redundado en beneficios para los mayores ingresos.
Desde que se suprimió el de patrimonio, la suma de todos los impuestos patrimoniales en Alemania únicamente reporta a las arcas públicas el 0,9% del PIB. Solo el 2,3% de los ingresos fiscales proviene de impuestos a los patrimonios -sucesiones, donaciones o propiedades-, según la OCDE. En EE UU este impuesto supone en cambio el 12,1% del total.
Los 16 millonarios franceses que pidieron un "impuesto a los ricos" a mediados de la semana pasada tienen un correlato en Alemania, donde ya hace dos años que un grupo de personas "acomodadas" pidió un impuesto del 5% para los patrimonios que superen el medio millón de euros.
Lo pidieron 23 personas en 2009 en un manifiesto que puede firmar cualquiera que tenga más de esos 500.000 euros. Este impuesto especial a los mayores patrimonios sería limitado, hasta que se restablezca el equilibrio presupuestario en las finanzas públicas. Después de un par de años, el impuesto especial de patrimonio que piden estos ciudadanos se limitaría al 1% anual.
Tras el llamamiento francés, los medios han vuelto a fijarse en este manifiesto, que cuenta ahora mismo con unos 50 firmantes. Si se tiene en cuenta que en Alemania hay más de dos millones de hogares con un patrimonio superior a los 500.000 euros, la cifra no impresiona demasiado, pero impulsa un debate sobre la necesidad de gravar más a los ricos.
A diferencia del llamamiento francés o de la reciente petición en el mismo sentido del estadounidense Warren Buffett, los firmantes del manifiesto alemán son en su mayoría ciudadanos de clase media acomodada. Uno de sus portavoces es el psiquiatra berlinés Dieter Lehmkuhl, al que recientemente se ha sumado la Iglesia evangélica alemana. El Instituto Alemán de Investigación Económica DIW también propuso el pasado diciembre que se aplicaran medidas similares o que se recuperara temporalmente el impuesto de patrimonios, derogado en 1997 a instancias del Tribunal Constitucional.
El canciller socialdemócrata Gerhard Schröder (SPD) bajó durante su mandato el tipo máximo del IRPF del 53% al 42%. Su sucesora, Angela Merkel, subió el IVA al 19% para todos, pero unificó la tasa a los beneficios bursátiles en el 25%, independientemente de los ingresos totales del beneficiario. Son reformas fiscales que han redundado en beneficios para los mayores ingresos.
Desde que se suprimió el de patrimonio, la suma de todos los impuestos patrimoniales en Alemania únicamente reporta a las arcas públicas el 0,9% del PIB. Solo el 2,3% de los ingresos fiscales proviene de impuestos a los patrimonios -sucesiones, donaciones o propiedades-, según la OCDE. En EE UU este impuesto supone en cambio el 12,1% del total.
J. GÓMEZ - Berlín - El País, 30/08/2011
sábado, 27 de agosto de 2011
Los ricos, algunos, quieren pagar más impuestos
¿Hasta qué punto se habrán hecho mal las cosas, para que hayan tenido que ser los ricos los que pidan públicamente que les suban los impuestos? ¿Hasta qué punto los Gobiernos han hecho políticas nefastas, favoreciendo a las grandes fortunas y asfixiando a las clases bajas y medias?
Estos días es noticia que 16 directivos de grandes empresas francesas y el adinerado filántropo estadounidense, Warren Buffet, están sugiriendo a sus Gobiernos que les suban los impuestos para superar esta difícil coyuntura económica.
Los ricos, que no son tontos, se han dado cuenta de que la locomotora económica está a punto de pararse, y, por ello, están dispuestos a poner combustible por su cuenta para que la máquina de ganar dinero no se pare. Así es de simple. Lo lamentable es que la iniciativa haya tenido que partir de los grandes capitales y no de los ineptos políticos que tenemos en Occidente, que cada vez representan peor a la ciudadanía.
Estos días es noticia que 16 directivos de grandes empresas francesas y el adinerado filántropo estadounidense, Warren Buffet, están sugiriendo a sus Gobiernos que les suban los impuestos para superar esta difícil coyuntura económica.
Y es que es de cajón. Si un obrero pierde el empleo, o pierde paulatinamente poder adquisitivo y le fríen a impuestos, ¿Cómo va consumir para que los poderes económicos puedan seguir obteniendo beneficios? Si alguien tiene un burro de carga, y cada día le va recortando un poco el pienso, a la vez que le va aumentando la carga, ¿Cómo sobrevivirá el burro? ¿Adónde irán las ganancias del amo si el burro muere por inanición o revienta? Mal negocio para los dos, ¿verdad? Pues eso. O buscamos la equidad o esto se va al carajo.
Los ricos, que no son tontos, se han dado cuenta de que la locomotora económica está a punto de pararse, y, por ello, están dispuestos a poner combustible por su cuenta para que la máquina de ganar dinero no se pare. Así es de simple. Lo lamentable es que la iniciativa haya tenido que partir de los grandes capitales y no de los ineptos políticos que tenemos en Occidente, que cada vez representan peor a la ciudadanía.
PEDRO SERRANO - Valladolid - El País, 26/08/2011
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