_- OXFAM
Para poner fin a la crisis de desigualdad, debemos construir una economía para los trabajadores, no para los ricos y poderosos.
El año pasado se produjo el mayor aumento de la historia en el número de personas cuyas fortunas superan los mil millones de dólares, con un nuevo milmillonario cada dos días. En 12 meses, la riqueza de esta élite ha aumentado en 762 000 millones de dólares. Este incremento podría haber terminado con la pobreza extrema en el mundo hasta siete veces. El 82% de la riqueza generada durante el último año fue a parar a manos del 1% más rico, mientras que la riqueza del 50% más pobre no aumentó lo más mínimo.
La riqueza extrema de unos pocos se erige sobre el trabajo peligroso y mal remunerado de una mayoría. Mientras las mujeres ocupan mayoritariamente los empleos más precarios, prácticamente todos los súper ricos son varones. Los Gobiernos deben favorecer la creación de una sociedad más igualitaria a base de dar prioridad a los trabajadores y a los pequeños productores agrarios en vez de a los más ricos y poderosos.
Informe:
https://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/file_attachments/bp-reward-work-not-wealth-220118-es.pdf
Resumen: https://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/file_attachments/bp-reward-work-not-wealth-220118-summ-es.pdf
Metodología: https://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/file_attachments/tb-reward-work-not-wealth-methodology-note-220118-es_0.pdf
Fuente: https://www.oxfam.org/es/informes/premiar-el-trabajo-no-la-riqueza
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jueves, 25 de enero de 2018
domingo, 1 de noviembre de 2015
RIQUEZA: TENERLO TODO Y QUERER MÁS. INFORME OXFAM.
La riqueza mundial se concentra cada vez más en manos de una pequeña élite. Esta élite rica ha creado y mantenido su vasta fortuna gracias a las actividades que desarrollan por defender sus intereses en un puñado de sectores económicos importantes, como el financiero y el farmacéutico y de atención sanitaria. Las empresas de estos sectores destinan millones de dólares cada año a actividades de lobby dirigidas a favorecer un entorno normativo que proteja y fortalezca aún más sus intereses. La mayoría de las actividades de lobby que se llevan a cabo en Estados Unidos trata de influir sobre cuestiones presupuestarias y fiscales, es decir, sobre recursos públicos que deberían orientarse a beneficiar al conjunto de la ciudadanía, en lugar de reflejar los
intereses de los poderosos lobistas.
Seguir Leyendo el informe aquí.
viernes, 21 de noviembre de 2014
ESTUDIO DE OXFAM INTERMÓN » La desigualdad de la A a la Z
Ya sea por renta, riqueza o patrimonio, la brecha entre los más ricos y los más pobres no deja de crecer: Y cada día son más lo que viven con menos. Así lo indica el informe 'Iguales' de Oxfam Intermón presentado en Madrid
lunes, 30 de junio de 2014
Con los niños no se juega. La infancia es el sector que más acusa los rigores de la crisis y el que menos capacidad tiene para defenderse
Podría publicar el mismo artículo que escribí hace dos años. Sólo tendría que cambiar alguna cifra. Por ejemplo, que en 2012 Unicef alertó de que dos millones de niños en España vivían bajo el umbral de la pobreza y ahora, en el nuevo informe que ha visto la luz esta semana, el número ha ascendido a dos millones trescientos mil niños. Las cifras hay que meditarlas, porque tienen alma, en este caso, doscientas mil almas más, con nombres y apellidos, niños que padecen la pobreza del primer mundo, que puede traducirse en que no están bien alimentados, pasan frío en invierno, no pueden incorporarse a ciertas actividades escolares por no tener dinero para afrontarlas y se ven expulsados, poco a poco, de la infancia que disfrutan sus compañeros. Son niños condenados a la exclusión social. Mientras habitan los años de la infancia son casi invisibles a nuestros ojos, su padecimiento no perturba la convivencia y, por tanto, no suelen asomar la naricilla en los discursos políticos. Pero la infancia es un tiempo limitado, los niños se convierten en adolescentes, luego en hombres y mujeres, que si antes no se remedia, recordarán con su comportamiento a la sociedad el olvido y la penuria a que fueron sometidos en el primer capítulo de sus vidas.
Todo esto se dijo, se dijo hace dos años. Esta semana lo ha vuelto a repetir Carmelo Angulo, el presidente de Unicef en España. En aquel entonces se entregó un informe a los medios y a algunos cronistas que desde siempre (aun sabiendo que no es el tipo de personaje que hace subir un artículo a la lista de los más leídos) dejamos que los niños habiten nuestras columnas, y las organizaciones humanitarias lo saben, son muy conscientes de que los críos ocupan poco espacio en el debate político español. Se nos explicó, porque somos duros de entendederas y queremos titulares llamativos, qué es lo que se quiere decir cuando se habla de miseria en un país europeo, que no es lo mismo que hablar de pobreza en un país pobre. Se señaló que la infancia era y es el sector de la población que más está acusando los rigores de la crisis y el que menos capacidad tiene siempre para defenderse. Se advirtió, en primer lugar, de su penuria presente; en segundo, de las consecuencias sociales que en un futuro no tan lejano devendrían de esa exclusión. No recuerdo si entonces se relacionó el informe con la caída de la natalidad en España, pero dado que esta semana han vuelto a aparecer los datos de ese descenso y del pronóstico aterrador de convertirnos en un país estancado en la vejez, lo hago ahora: no se tienen hijos por miedo a no poder criarlos y educarlos como merecen.
Se pidió hace dos años al Gobierno que abordara un pacto de Estado para la infancia. Pero no se ha hecho. ¿Quién tiene la responsabilidad de que no se haga frente a ese problema de primer orden? Todos los que nos representan. Unos tienen el poder, y otros tienen la capacidad de influir y presionar. Y de alguna manera también nosotros, los que opinamos y opinamos y sobreopinamos, los profesionales de esto y el propio público que opina y sobreopina, porque con preocupante frecuencia nos dejamos seducir y arrastrar por debates que nos permiten lucirnos ideológicamente, que nos ayudan a definirnos, a sacar pecho y a expresar una preocupación impostada sobre asuntos que de ninguna manera son los más urgentes. En estos días, una de esas noticias preocupantes que no aspiraba a la primera plana de nuestra íntima selección de reivindicaciones era la perspectiva de un verano con los comedores escolares cerrados. Por fortuna, hay siempre personas que trabajan calladamente mientras los demás expresamos nuestra sagrada indignación. Por ejemplo, los padres y los trabajadores de la escuela infantil Las Nubes han paralizado el concurso que el Ayuntamiento de Madrid había abierto para la gestión de este centro. ¿A quién se está concediendo por sistema la organización de las escuelas? No a las cooperativas de educadores que ofrecen experiencia, sino a las empresas que ofrecen un trabajo más barato y menos profesional. En este caso, era una empresa de Florentino Pérez. Y ya sabemos quiénes serán los que finalmente sufran el abaratamiento de la educación.
También esta semana se hacía público el informe que Intermón Oxfam ha publicado sobre la fiscalidad en España, Tanto tienes, ¿tanto pagas?, en el que se cuenta que de momento las familias ingresan 50 veces más que las empresas a las arcas del Estado, y advierten de que si la reforma recién anunciada no aborda el fraude fiscal podremos seguir diciendo que se ahoga a unos para salvar a otros. Todo, todo guarda relación, una relación con la infancia, y esta semana ha sido abrumadora en cifras que deberían empujarnos a exigir unas medidas que no pueden esperar ya, un plan de urgencia. Las organizaciones humanitarias pasan a limpio datos que deberíamos escuchar con igual claridad en la boca de nuestros representantes. Y el hecho que nos están señalando, no para que opinemos sino para que nos pongamos a la tarea, es que la desigualdad se ceba especialmente con los niños. Y con los niños, amigos, no se juega.
Fuente: El PaísELVIRA LINDO 29 JUN 2014 -
Todo esto se dijo, se dijo hace dos años. Esta semana lo ha vuelto a repetir Carmelo Angulo, el presidente de Unicef en España. En aquel entonces se entregó un informe a los medios y a algunos cronistas que desde siempre (aun sabiendo que no es el tipo de personaje que hace subir un artículo a la lista de los más leídos) dejamos que los niños habiten nuestras columnas, y las organizaciones humanitarias lo saben, son muy conscientes de que los críos ocupan poco espacio en el debate político español. Se nos explicó, porque somos duros de entendederas y queremos titulares llamativos, qué es lo que se quiere decir cuando se habla de miseria en un país europeo, que no es lo mismo que hablar de pobreza en un país pobre. Se señaló que la infancia era y es el sector de la población que más está acusando los rigores de la crisis y el que menos capacidad tiene siempre para defenderse. Se advirtió, en primer lugar, de su penuria presente; en segundo, de las consecuencias sociales que en un futuro no tan lejano devendrían de esa exclusión. No recuerdo si entonces se relacionó el informe con la caída de la natalidad en España, pero dado que esta semana han vuelto a aparecer los datos de ese descenso y del pronóstico aterrador de convertirnos en un país estancado en la vejez, lo hago ahora: no se tienen hijos por miedo a no poder criarlos y educarlos como merecen.
Se pidió hace dos años al Gobierno que abordara un pacto de Estado para la infancia. Pero no se ha hecho. ¿Quién tiene la responsabilidad de que no se haga frente a ese problema de primer orden? Todos los que nos representan. Unos tienen el poder, y otros tienen la capacidad de influir y presionar. Y de alguna manera también nosotros, los que opinamos y opinamos y sobreopinamos, los profesionales de esto y el propio público que opina y sobreopina, porque con preocupante frecuencia nos dejamos seducir y arrastrar por debates que nos permiten lucirnos ideológicamente, que nos ayudan a definirnos, a sacar pecho y a expresar una preocupación impostada sobre asuntos que de ninguna manera son los más urgentes. En estos días, una de esas noticias preocupantes que no aspiraba a la primera plana de nuestra íntima selección de reivindicaciones era la perspectiva de un verano con los comedores escolares cerrados. Por fortuna, hay siempre personas que trabajan calladamente mientras los demás expresamos nuestra sagrada indignación. Por ejemplo, los padres y los trabajadores de la escuela infantil Las Nubes han paralizado el concurso que el Ayuntamiento de Madrid había abierto para la gestión de este centro. ¿A quién se está concediendo por sistema la organización de las escuelas? No a las cooperativas de educadores que ofrecen experiencia, sino a las empresas que ofrecen un trabajo más barato y menos profesional. En este caso, era una empresa de Florentino Pérez. Y ya sabemos quiénes serán los que finalmente sufran el abaratamiento de la educación.
También esta semana se hacía público el informe que Intermón Oxfam ha publicado sobre la fiscalidad en España, Tanto tienes, ¿tanto pagas?, en el que se cuenta que de momento las familias ingresan 50 veces más que las empresas a las arcas del Estado, y advierten de que si la reforma recién anunciada no aborda el fraude fiscal podremos seguir diciendo que se ahoga a unos para salvar a otros. Todo, todo guarda relación, una relación con la infancia, y esta semana ha sido abrumadora en cifras que deberían empujarnos a exigir unas medidas que no pueden esperar ya, un plan de urgencia. Las organizaciones humanitarias pasan a limpio datos que deberíamos escuchar con igual claridad en la boca de nuestros representantes. Y el hecho que nos están señalando, no para que opinemos sino para que nos pongamos a la tarea, es que la desigualdad se ceba especialmente con los niños. Y con los niños, amigos, no se juega.
Fuente: El PaísELVIRA LINDO 29 JUN 2014 -
martes, 3 de diciembre de 2013
España mejora ligeramente en PISA pero sigue por debajo de la media de la OCDE
Los alumnos obtienen 484 puntos en matemáticas, lo que les deja en el puesto 33 de 65 países
El informe PISA 2012 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que mide cómo manejan los chicos de 15 años de 65 países y regiones (se incluyen, por ejemplo, Shanghái y Hong Kong por separado) sus conocimientos en matemáticas, lectura y ciencias, vuelve a dejar a España por debajo de la media de los países desarrollados. Los alumnos españoles han tenido en matemáticas (destreza en la que se centra esta vez el examen) de media 484 puntos (en 2009, fueron 483), frente a los 494 de la media de la OCDE y a los 489 de la UE. Esto le coloca en el puesto 33 de los países participantes. Entre todos ellos, destacan los alumnos asiáticos y, por encima de los demás, Shanghái, con 613 puntos. Le siguen Singapur (573), Hong Kong (561), Taipéi (560) y Corea del Sur (554). Finlandia, el paradigma en las últimas ediciones de la excelencia educativa, ha caído hasta el puesto número 12, con 519 puntos.
Esta vez, el más famoso de los informes internacionales, constantemente utilizado como imagen de la mala situación de la educación en España, apunta algunas señales de mejora. En lectura, obtiene 488 (en 2009 fue 481) frente a una media OCDE de 496. Y en ciencias 496 (en 2009 fue 488) mientras la media OCDE es 501.
Pero, volviendo al área principal de la evaluación de 2012, las matemáticas, la evolución refleja muy poca variación con respecto a la media en 2003, cuando esta prueba internacional que se celebra cada tres años también se centró en esa competencia, España tuvo entonces 485, mientras que la media de la OCDE fue de 500. "PISA define competencia matemática como la capacidad de los individuos para formular, emplear e interpretar las matemáticas en diferentes contextos. O, en otras palabras, pretende describir las capacidades de los individuos para razonar matemáticamente y utilizar conceptos, procedimientos, datos y herramientas matemáticas para explicar y predecir fenómenos", explica el blog del Instituto de Evaluación del Ministerio de Educación.
Por comunidades, de las 14 que aumentado la muestra de examinados para tener datos propios (Canarias, Castilla-La Mancha y Comunidad Valencia han preferido no hacerlo), la mitad están por debajo de la media de la OCDE en matemáticas: Cataluña (493), Cantabria (491), Galicia (489), Baleares (475), Andalucía (472), Murcia (462) y Extremadura (461). La otra mitad, claro, por encima: Aragón (496), Asturias (500), La Rioja (503), Madrid (504), País Vasco (505), Castilla y León (509) y, prácticamente al nivel de Finlandia y Canadá, Navarra (517).
Entre los especialistas y los políticos suele haber dos lecturas muy distintas de este informe: los que aseguran que los resultados españoles en PISA son un desastre o, por lo menos, que muestran un sistema instalado en la mediocridad e incapaz de mejorar, y los que aseguran que, teniendo en cuenta que los resultados estadísticos tienen una desviación típica de 100 puntos sobre una media de 500, el país está dentro de la gran masa de países, quizá claramente por debajo de países como Finlandia o Corea del Sur, pero muy cerca de Francia o Estados Unidos... Fuente El País.
El informe PISA 2012 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que mide cómo manejan los chicos de 15 años de 65 países y regiones (se incluyen, por ejemplo, Shanghái y Hong Kong por separado) sus conocimientos en matemáticas, lectura y ciencias, vuelve a dejar a España por debajo de la media de los países desarrollados. Los alumnos españoles han tenido en matemáticas (destreza en la que se centra esta vez el examen) de media 484 puntos (en 2009, fueron 483), frente a los 494 de la media de la OCDE y a los 489 de la UE. Esto le coloca en el puesto 33 de los países participantes. Entre todos ellos, destacan los alumnos asiáticos y, por encima de los demás, Shanghái, con 613 puntos. Le siguen Singapur (573), Hong Kong (561), Taipéi (560) y Corea del Sur (554). Finlandia, el paradigma en las últimas ediciones de la excelencia educativa, ha caído hasta el puesto número 12, con 519 puntos.
Esta vez, el más famoso de los informes internacionales, constantemente utilizado como imagen de la mala situación de la educación en España, apunta algunas señales de mejora. En lectura, obtiene 488 (en 2009 fue 481) frente a una media OCDE de 496. Y en ciencias 496 (en 2009 fue 488) mientras la media OCDE es 501.
Pero, volviendo al área principal de la evaluación de 2012, las matemáticas, la evolución refleja muy poca variación con respecto a la media en 2003, cuando esta prueba internacional que se celebra cada tres años también se centró en esa competencia, España tuvo entonces 485, mientras que la media de la OCDE fue de 500. "PISA define competencia matemática como la capacidad de los individuos para formular, emplear e interpretar las matemáticas en diferentes contextos. O, en otras palabras, pretende describir las capacidades de los individuos para razonar matemáticamente y utilizar conceptos, procedimientos, datos y herramientas matemáticas para explicar y predecir fenómenos", explica el blog del Instituto de Evaluación del Ministerio de Educación.
Por comunidades, de las 14 que aumentado la muestra de examinados para tener datos propios (Canarias, Castilla-La Mancha y Comunidad Valencia han preferido no hacerlo), la mitad están por debajo de la media de la OCDE en matemáticas: Cataluña (493), Cantabria (491), Galicia (489), Baleares (475), Andalucía (472), Murcia (462) y Extremadura (461). La otra mitad, claro, por encima: Aragón (496), Asturias (500), La Rioja (503), Madrid (504), País Vasco (505), Castilla y León (509) y, prácticamente al nivel de Finlandia y Canadá, Navarra (517).
Entre los especialistas y los políticos suele haber dos lecturas muy distintas de este informe: los que aseguran que los resultados españoles en PISA son un desastre o, por lo menos, que muestran un sistema instalado en la mediocridad e incapaz de mejorar, y los que aseguran que, teniendo en cuenta que los resultados estadísticos tienen una desviación típica de 100 puntos sobre una media de 500, el país está dentro de la gran masa de países, quizá claramente por debajo de países como Finlandia o Corea del Sur, pero muy cerca de Francia o Estados Unidos... Fuente El País.
jueves, 22 de noviembre de 2012
Se dispara la pobreza infantil en España
La crisis se ceba con los más necesitados de protección y es ahí, al analizar el impacto sobre sus vidas, donde encontraremos un buen indicador de la intensidad de la violencia de esta crisis. Una violencia estructural, silente, aparentemente neutra en la selección de sus objetivos pero certeramente eficaz en su impacto sobre los de siempre, los más desprotegidos.
Nadie más necesitado de protección que un niño y, por tanto, nada más cruel que negarles el futuro. Esa contradicción en los términos que es el grito angustiado de decenas de miles de jóvenes de este país, “somos una juventud sin futuro”, se hace aún más obscena cuando la pueden convertir en propia los niños y niñas que ni siquiera han llegado a jóvenes: “somos una niñez sin futuro”.
Y es que, en este país, la pobreza infantil ha aumentado un 45% desde que comenzó la crisis. En estos momentos, la tasa de pobreza infantil llega al 27,2% de la población, es decir, más de 2.226.000 niños y niñas malviven bajo el umbral de la pobreza. ¿Puede ser de otra manera cuando el número de hogares con niños con todos sus miembros adultos que se encuentran sin trabajo creció un 120% tan sólo en los primeros cuatro años de la crisis? ¿Sabemos el drama que esconden las puertas de cada uno de esos hogares? Algo podemos imaginar: son hogares en los que no se pueden cubrir las necesidades de alimentación, de vestimenta, de calefacción, las escolares, incluso de vivienda y, como el empleo ni está ni se le espera y las políticas sociales están en fase de desmantelamiento, el problema se va enquistando: según Unicef, la pobreza crónica, es decir, aquellos que llevan tres de los últimos cuatro años bajo el umbral de la pobreza ha aumentado en un 53% en tres años.
Familias sin futuro; jóvenes sin futuro; niños sin futuro. Ese es nuestro futuro. Y lo más grave de todo, lo que revuelve más las entrañas, es saber que acabar con eso tiene un precio. Que sabemos cuánto cuesta erradicarlo, acabar con ello, lograr que la infancia vuelva a tener futuro. Y lo que cuesta es, evidentemente, mucho menos de lo que nos está costando rescatar a bancos e instituciones financieras, culpables parciales de esta crisis que hace engordar, cada día, las cifras de la pobreza infantil.
Bastaría con 26.000 millones de euros para resolver ese problema. Con ese dinero podríamos conseguir que ningún niño se fuera a la cama sin cenar; que todos pudieran vestirse adecuadamente; que vivieran en hogares que cumplieran condiciones de salubridad y habitabilidad dignas; que pudieran acudir a la escuela; que no experimentaran en carne propia las desigualdades heredadas y todos tuvieran, desde el inicio de sus vidas, igualdad de oportunidades con independencia de dónde y de quién nacieron. En definitiva, con ese dinero podríamos conseguir que el capitalismo salvaje no las convirtiera en el eslabón más débil de una cadena que, a la búsqueda del plusvalor, tensa hasta quebrarlo por su parte más tierna.
Que toleremos que el sistema en el que vivimos permita expoliarle la infancia a millones de niñas y niños de este país es la prueba más evidente de que, camino de la modernidad, hemos llegado a la barbarie.
Alberto Montero Soler (@amonterosoler) es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga y presidente de la Fundación CEPS. Acaba de publicar junto a Juan Pablo Mateo el libro "Las finanzas y la crisis del euro: colapso de la Eurozona", en Editorial Popular. Puedes leer otros textos suyos en su blog La Otra Economía.
Nadie más necesitado de protección que un niño y, por tanto, nada más cruel que negarles el futuro. Esa contradicción en los términos que es el grito angustiado de decenas de miles de jóvenes de este país, “somos una juventud sin futuro”, se hace aún más obscena cuando la pueden convertir en propia los niños y niñas que ni siquiera han llegado a jóvenes: “somos una niñez sin futuro”.
Y es que, en este país, la pobreza infantil ha aumentado un 45% desde que comenzó la crisis. En estos momentos, la tasa de pobreza infantil llega al 27,2% de la población, es decir, más de 2.226.000 niños y niñas malviven bajo el umbral de la pobreza. ¿Puede ser de otra manera cuando el número de hogares con niños con todos sus miembros adultos que se encuentran sin trabajo creció un 120% tan sólo en los primeros cuatro años de la crisis? ¿Sabemos el drama que esconden las puertas de cada uno de esos hogares? Algo podemos imaginar: son hogares en los que no se pueden cubrir las necesidades de alimentación, de vestimenta, de calefacción, las escolares, incluso de vivienda y, como el empleo ni está ni se le espera y las políticas sociales están en fase de desmantelamiento, el problema se va enquistando: según Unicef, la pobreza crónica, es decir, aquellos que llevan tres de los últimos cuatro años bajo el umbral de la pobreza ha aumentado en un 53% en tres años.
Familias sin futuro; jóvenes sin futuro; niños sin futuro. Ese es nuestro futuro. Y lo más grave de todo, lo que revuelve más las entrañas, es saber que acabar con eso tiene un precio. Que sabemos cuánto cuesta erradicarlo, acabar con ello, lograr que la infancia vuelva a tener futuro. Y lo que cuesta es, evidentemente, mucho menos de lo que nos está costando rescatar a bancos e instituciones financieras, culpables parciales de esta crisis que hace engordar, cada día, las cifras de la pobreza infantil.
Bastaría con 26.000 millones de euros para resolver ese problema. Con ese dinero podríamos conseguir que ningún niño se fuera a la cama sin cenar; que todos pudieran vestirse adecuadamente; que vivieran en hogares que cumplieran condiciones de salubridad y habitabilidad dignas; que pudieran acudir a la escuela; que no experimentaran en carne propia las desigualdades heredadas y todos tuvieran, desde el inicio de sus vidas, igualdad de oportunidades con independencia de dónde y de quién nacieron. En definitiva, con ese dinero podríamos conseguir que el capitalismo salvaje no las convirtiera en el eslabón más débil de una cadena que, a la búsqueda del plusvalor, tensa hasta quebrarlo por su parte más tierna.
Que toleremos que el sistema en el que vivimos permita expoliarle la infancia a millones de niñas y niños de este país es la prueba más evidente de que, camino de la modernidad, hemos llegado a la barbarie.
Alberto Montero Soler (@amonterosoler) es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga y presidente de la Fundación CEPS. Acaba de publicar junto a Juan Pablo Mateo el libro "Las finanzas y la crisis del euro: colapso de la Eurozona", en Editorial Popular. Puedes leer otros textos suyos en su blog La Otra Economía.
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