Liverpool, 1950), exasesor en materia de innovación educativa del ex primer ministro británico Tony Blair y de otros 10 gobiernos, bromea con que mucha gente cree que solo existe en vídeo. No le falta razón. En 2006 protagonizó una charla TED sobre cómo las escuelas matan la creatividad que ya suma más de 53 millones de visualizaciones en todo el mundo. Desde entonces, es uno de los pensadores educativos más solicitados y su caché puede llegar a los 50.000 euros por conferencia. Critica que el colegio funciona de forma similar a las cadenas de producción industrial: se ofrece la misma enseñanza a todos los niños sin tener en cuenta sus necesidades de aprendizaje. “Es un sistema competitivo que está fallando a los alumnos”, lamenta.
En su último libro, Creative Schools (Penguin Random House), Sir Ken Robinson –en 2003, la reina Isabel II lo nombró caballero por fomentar las artes- propone un modelo de escuela que contemple otros grados de inteligencia más allá de la académica, porque “no todos los niños irán a la Universidad y hay que ayudarles a descubrir su talento”.
Robinson vive en Los Ángeles, desde donde lidera la creación de dos plataformas online, una para conectar a profesores de todo el mundo y acelerar el cambio educativo, y otra para ayudar a los jóvenes a descubrir su vocación. Esta semana visitó Madrid para participar en EnlightED, un evento impulsado por Fundación Telefónica, IE University y South Summit para abordar los retos de la tecnología y la transformación del sistema educativo, donde contestó a las preguntas de EL PAÍS.
Pregunta. ¿Cómo cree que debe ser hoy la escuela?
Respuesta. Vemos la escuela como un lugar de rutinas, calendarios exigentes y exámenes. No tiene por qué ser así. Los colegios dividen a los alumnos por grupos de edad, pero en la vida real no nos relacionamos así. La escuela es una comunidad de personas que aprenden y lo primero que habría que hacer es mezclarlas, no hacer del colegio un lugar tan rígido. Al final del día, cuando los niños finalizan las clases, juegan juntos, no hacen diferenciaciones por edades.
En segundo lugar, una buena escuela es la que tiene horarios flexibles. Si un adulto en su día a día se viese obligado a realizar una actividad diferente cada 40 minutos, se quemaría enseguida. Los colegios tienen que funcionar con ritmos naturales para permitir que los niños dediquen el tiempo necesario a cada tarea. Hoy existen programas suficientemente sofisticados para que cada estudiante trabaje a su ritmo, con sus propios horarios.
P. Las escuelas innovadoras suelen ubicarse en los barrios con rentas más altas y las escuelas privadas llevan, en muchos casos, la delantera. ¿Qué se puede hacer para que la innovación educativa no incremente la desigualdad?
R. No se trata de elegir entre innovación o desigualdad, sino de contectar ambos puntos. La innovación es también un cambio en la estrategia a la hora de gestionar el sistema educativo. Ser más inclusivo también es innovar. Los niños que viven en barrios complicados y que además, en algunos casos, no hablan bien el idioma, tienen que recibir más apoyo. Tienen un punto de partida distinto, por su situación familiar, y para ofrecerles las mismas oportunidades hay que centrarse en dar repuesta a sus necesidades.
P. Los profesores se quejan de que no tienen tiempo ni herramientas para transformar la escuela. ¿Qué les recomienda?
R. Enseñar es complicado, los docentes están sometidos a una gran presión. En mi libro Creative Schools cuento que la revolución debe hacerse de abajo hacia arriba. Hay que entender cómo funcionan los cambios sociales, siempre desde la raíz. Persuadir a los políticos a pensar diferente no es la solución. Los grandes temas que afectan a la educación tienen que ir más allá de un ciclo electoral; no pueden depender de la voluntad de un mandatario. Es como el movimiento MeToo o las acciones para frenar el cambio climático; son iniciativas que surgen al margen de la vida política.
P. ¿Los profesores tienen que hacer la revolución independientemente de lo que marquen los programas oficiales?
R. Cuando un profesor cierra la puerta de la clase, se enfrente a un grupo de estudiantes a su manera, muy pocos sistemas prescriben cómo enseñar, no te dicen qué hacer minuto a minuto. El profesor decide qué hacer. Mucho de lo que pasa en educación no tiene que ver con la legislación, sino con los hábitos.
P. Otra de las grandes tareas pendientes es la revisión de los métodos de evaluación. ¿Cree que PISA -la prueba internacional sobre educación más reconocida del mundo elaborada por la OCDE- está afectando negativamente a los centros?
R. La idea de las pruebas PISA era ofrecer evidencias sobre el funcionamiento de los centros para permitir a los gobiernos tomar decisiones sobre la pertinencia de sus políticas. El problema es la competición que se produce entre países. Su objetivo de posicionarse bien en los rankings les lleva a renunciar al uso de programas innovadores de aprendizaje, por ejemplo en matemáticas o lengua, para poder cumplir con las exigencias de esas pruebas. En los últimos 20 años, Estados Unidos ha gastado miles de millones en exámenes estandarizados -los alumnos realizan cerca de un centenar de evaluaciones externas durante el periodo escolar-.
Esas pruebas no han ayudado a nadie. Las puntuaciones en matemáticas o lengua están en el mismo punto que hace 20 años y eso desmoraliza a los profesores y desmotiva a los jóvenes. Las tasas de graduación tampoco han mejorado; ha sido un experimento fallido. Otro ejemplo es el de Hong Kong, donde hay compañías que ofrecen formación para preparar a los niños de tres años para el examen de acceso a la escuela infantil. Hemos perdido la cabeza.
P. Uno de los grandes fracasos de la escuela es el abandono escolar. ¿Es por falta de motivación?
R. No me gusta la palabra abandono porque esconde un estigma, sugiere que el alumno ha fracasado. Es la escuela la que está fallando a los niños. Está concebida con una visión muy reducida de lo que es el éxito, que suele asociarse con lo meramente académico. La danza es tan importante como las matemáticas, pero hay una visión muy limitada de lo que es la inteligencia. Nos desarrollamos física, emocional, espiritual y socialmente, tenemos diversos talentos. La escuela no lo mide y por ello mucha gente seguirá pensando que ha fracasado.
Hay escuelas alternativas que no se centran únicamente en lo académico sino en descubrir el talento. Funcionan porque tienen una visión alternativa de lo que es el éxito. Un ejemplo es la red de escuelas Big Picture Learning, unos 100 centros con una conexión muy cercana con los padres y aprendizaje individualizado, con diferentes caminos para cada alumno. En la web Alternative Education Resource Organization se pueden encontrar ejemplos de estos centros.
https://elpais.com/sociedad/2018/10/05/actualidad/1538752174_819875.html?rel=mas
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domingo, 21 de octubre de 2018
ENTREVISTA A KEN ROBINSON / EXPERTO EN INNOVACIÓN EDUCATIVA “La escuela tiene una visión muy limitada de lo que es la inteligencia” El exasesor de más de 10 gobiernos critica el academicismo de la escuela y defiende la incorporación de disciplinas como la danza
martes, 29 de mayo de 2018
Cuatro herramientas gratuitas para convertir voz en texto. Ahorra tiempo a la hora de redactar largos correos, preparar discursos o transcribir los apuntes de clase.
Cada vez es menos habitual usar el teclado del móvil. Basta con echar un vistazo alrededor para comprobar el auge de las notas de voz frente a los mensajes de texto o las nuevas formas de preguntar a Google desde estos dispositivos. En concreto, comsCore vaticina que en 2020 la mitad de las búsquedas en Internet se harán con la voz, algo para lo que contaremos con la ayuda de asistentes personales como Siri, Sherpa, Google Now, Amazon Echo o Cortana.
Bastará con dar una orden con la voz para obtener al instante lo que queremos, sin tener que escribir esa petición. Ahora bien, de momento estos asistentes pueden quedarse cortos si necesitamos dictarles textos para ser más rápidos a la hora de redactar largos emails, preparar discursos o ponencias o incluso transcribir automáticamente mensajes de voz (por ejemplo, la grabación de una charla que queremos tener por escrito). Para este tipo de casos, existen aplicaciones web gratuitas, basadas en tecnología de Google, que es posible utilizar sin tener que instalarlas y que además cumplen con su cometido: transformar voz en texto de forma automática.
Eso sí, conviene repasar el texto final para pulirlo o corregir posibles errores, porque aunque estas herramientas cada vez están más afinadas y también se presentan como “asistentes personales”, al fin y al cabo siguen siendo máquinas. Además, al estar basadas en Google, sólo funcionan correctamente si utilizamos el navegador de esta compañía, es decir, Chrome.
Google Docs
Para utilizar Google Docs de forma gratuita sólo es necesario tener una cuenta de Google asociada a una dirección de correo electrónico. Una vez que iniciamos sesión desde Chrome, basta con abrir un nuevo documento y dentro del menú “Herramientas” activar la opción “Escritura por voz”. Inmediatamente aparecerá el icono de un micrófono sobre el que hay que hacer clic para comenzar a dictar.
Uno de los puntos fuertes de Google Docs es que, una vez transcrito el texto, también es posible editarlo sin utilizar el teclado, a través de numerosos comandos de voz. Aunque de momento, como indica la propia compañía, estas funciones sólo están disponibles en inglés.
Dictation
Creada por Amit Agarwal, un columnista especializado en tecnología, se trata de una de las herramientas de dictado que más popularidad está ganando durante los últimos meses. Se puede abrir una sesión nueva en Dictation cada vez que queramos utilizarla o bien añadirla como una una extensión de Chrome para tenerla más a mano en el caso de que la necesitemos cuando navegamos por Internet.
Permite guardar el resultado en un archivo .txt desde el que después podemos copiar y pegar el texto donde queramos.
Speechnotes
Al igual que Dictation, Speechnotes puede añadirse como extensión de Chrome, pero además es posible descargarla en formato app para dispositivos Android.
Tiene un diseño muy limpio e intuitivo con una parte central en la que se va transcribiendo el texto flanqueado por dos columnas que son de gran ayuda: en la derecha aparecen descritos los comandos y accesos directos que podemos usar para facilitar el dictado y en la de la izquierda tenemos todas las acciones que podemos realizar con el texto final: guardarlo, enviarlo por email, subirlo a Google Drive o imprimirlo, entre otras.
Speechlogger Personal
Muy similar a la anterior, dado que comparten desarrolladores, Speechlogger Personal también cuenta con una versión app para dispositivos Android. Sus creadores la presentan con dos ventajas competitivas frente a herramientas parecidas: la puntuación automática y la posibilidad de traducir los textos transcritos a varios idiomas. Gracias a esta última función, Speechlogger Personal puede utilizarse como intérprete cuando necesitamos comunicarnos con alguien en una lengua extranjera.
https://elpais.com/tecnologia/2017/10/03/actualidad/1507030404_989048.html?rel=lom
Bastará con dar una orden con la voz para obtener al instante lo que queremos, sin tener que escribir esa petición. Ahora bien, de momento estos asistentes pueden quedarse cortos si necesitamos dictarles textos para ser más rápidos a la hora de redactar largos emails, preparar discursos o ponencias o incluso transcribir automáticamente mensajes de voz (por ejemplo, la grabación de una charla que queremos tener por escrito). Para este tipo de casos, existen aplicaciones web gratuitas, basadas en tecnología de Google, que es posible utilizar sin tener que instalarlas y que además cumplen con su cometido: transformar voz en texto de forma automática.
Eso sí, conviene repasar el texto final para pulirlo o corregir posibles errores, porque aunque estas herramientas cada vez están más afinadas y también se presentan como “asistentes personales”, al fin y al cabo siguen siendo máquinas. Además, al estar basadas en Google, sólo funcionan correctamente si utilizamos el navegador de esta compañía, es decir, Chrome.
Google Docs
Para utilizar Google Docs de forma gratuita sólo es necesario tener una cuenta de Google asociada a una dirección de correo electrónico. Una vez que iniciamos sesión desde Chrome, basta con abrir un nuevo documento y dentro del menú “Herramientas” activar la opción “Escritura por voz”. Inmediatamente aparecerá el icono de un micrófono sobre el que hay que hacer clic para comenzar a dictar.
Uno de los puntos fuertes de Google Docs es que, una vez transcrito el texto, también es posible editarlo sin utilizar el teclado, a través de numerosos comandos de voz. Aunque de momento, como indica la propia compañía, estas funciones sólo están disponibles en inglés.
Dictation
Creada por Amit Agarwal, un columnista especializado en tecnología, se trata de una de las herramientas de dictado que más popularidad está ganando durante los últimos meses. Se puede abrir una sesión nueva en Dictation cada vez que queramos utilizarla o bien añadirla como una una extensión de Chrome para tenerla más a mano en el caso de que la necesitemos cuando navegamos por Internet.
Permite guardar el resultado en un archivo .txt desde el que después podemos copiar y pegar el texto donde queramos.
Speechnotes
Al igual que Dictation, Speechnotes puede añadirse como extensión de Chrome, pero además es posible descargarla en formato app para dispositivos Android.
Tiene un diseño muy limpio e intuitivo con una parte central en la que se va transcribiendo el texto flanqueado por dos columnas que son de gran ayuda: en la derecha aparecen descritos los comandos y accesos directos que podemos usar para facilitar el dictado y en la de la izquierda tenemos todas las acciones que podemos realizar con el texto final: guardarlo, enviarlo por email, subirlo a Google Drive o imprimirlo, entre otras.
Speechlogger Personal
Muy similar a la anterior, dado que comparten desarrolladores, Speechlogger Personal también cuenta con una versión app para dispositivos Android. Sus creadores la presentan con dos ventajas competitivas frente a herramientas parecidas: la puntuación automática y la posibilidad de traducir los textos transcritos a varios idiomas. Gracias a esta última función, Speechlogger Personal puede utilizarse como intérprete cuando necesitamos comunicarnos con alguien en una lengua extranjera.
https://elpais.com/tecnologia/2017/10/03/actualidad/1507030404_989048.html?rel=lom
jueves, 9 de enero de 2014
El progreso en la guerra contra la pobreza. El caso paradigmático de Norteamérica
"Culpabilizar a la persona es el mejor camino para excluir a la sociedad de la responsabilidad conjunta de solucionar un problema"
Borja Monreal Gainza
La Guerra de Estados Unidos contra la pobreza cumplió 50 años esta semana, y un gran número de personas han llegado también a la conclusión tal como el presidente Reagan lo expresó: "Hemos luchado una guerra contra la pobreza, y la pobreza ganó"
Esa percepción hace recaer la sospecha sobre el derecho a los cupones de alimentos, al aumentos de salario mínimo y a las extensiones de las prestaciones por desempleo.
Un lector llamado Frank ha publicado en mi página de Facebook: "Todos los folletos/asistencias de gobiernos en el mundo no hará que mejoren los padres de la gente. Esto es por qué las ideas de la izquierda, aunque siempre elaborada con la mejor de las intenciones, nunca funcionará. ... Toda esta ayuda se desperdicia".
Sin embargo, una mirada más cuidadosa a la evidencia sugiere que tal punto de vista es completamente equivocado.
De hecho, la primera lección de la guerra contra la pobreza es que podemos hacer progresos contra la pobreza, pero que es un trabajo duro, cuesta arriba.
Las medidas más precisas, utilizando cifras de la Oficina del Censo que tengan en cuenta los beneficios, sugieren que las tasas de pobreza han disminuido en más de un tercio desde 1968. Hay un consenso de que sin la guerra contra la pobreza, otras actuaciones de fuerzas (como el encarcelamiento masivo, el aumento de las madres solteras y la disminución de los sindicatos) habrían crecido con una pobreza mucho mayor.
Un estudio de la Universidad de Columbia sugiere que sin los beneficios del gobierno, la tasa de pobreza habría aumentado a 31 por ciento en 2012.
De hecho, un promedio de 27 millones de personas lograron anualmente salir de la pobreza mediante programas sociales entre 1968 y 2012, de acuerdo con el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca.
El mejor ejemplo de cómo los programas de lucha contra la pobreza del gobierno pueden tener éxito, involucra a la tercera edad. En 1960, alrededor del 35 por ciento de los estadounidenses mayores eran pobres. En 2012, el 9 por ciento eran. Eso es porque la tercera edad puede votar, por lo que los políticos le escucharon a ellos y por los programas que se aplicaron como el Seguro Social y Medicare.
En cambio, los niños no tienen voz, por lo que son el grupo de edad con más probabilidades de ser pobres hoy. Eso es un fracaso práctico y moral.
No quiero que nadie sea pobre, pero, si tengo que elegir, diría que es más bien una prioridad ayudar a los niños que a los adultos mayores. En parte, eso se debe a que cuando los niños se ven privados de oportunidades, las consecuencias pueden incluir toda una vida de fracaso escolar, el subempleo y la delincuencia.
Las investigaciones de las neurociencias subrayan por qué las intervenciones tempranas son tan importantes.
El desarrollo temprano del cerebro resulta tener consecuencias de por vida, y la investigación de estudios en humanos, y animales por igual, sugiere que un alto estrés en la primera infancia en la pobreza cambia el cerebro físico de maneras sutiles que deterioran el rendimiento educativo y los resultados en la vida.
Una revisión cuidadosa de los programas de lucha contra la pobreza en un nuevo libro, "Los legados de la Guerra contra la Pobreza", muestra que muchos de ellos tienen un claro impacto - aunque a veces no tanto impacto como sus defensores esperaban.
Para empezar, uno de los programas sociales más básicos que funciona -de hecho paga por sí mismo muchas veces- es la asistencia de planificación familiar para adolescentes en situaciones de riesgo. Esta realidad ha sido uno de los programas sociales más exitosos de Estados Unidos en los últimos años. La tasa de natalidad de adolescentes se ha reducido a la mitad en aproximadamente los últimos 20 años.
Otra serie de gran éxito son los programas de orientación para los padres involucrados para lograr que las mujeres embarazadas no tomen alcohol y fumen menos y para alentar a las madres en situación de riesgo a hablar con sus hijos más. Programas como Nurse -Family Partnership, Healthy Families America, Niño, Save the Children y Treinta millones de palabras, Proyectos todos que han tenido un gran éxito en ayudar a los padres a hacer un mejor trabajo con sus hijos.
La educación temprana tiene igualmente una fuerte evidencia del impacto.
Los críticos señalan que con el Head Start, por ejemplo, lo que ganan en el cociente intelectual parece desaparecer en unos pocos años. Eso es verdad y decepcionante. Pero en los últimos cinco años, los estudios rigurosos de investigadores como David Deming han demostrado que los egresados de Head Start también han mejorado los resultados de la vida: la tasa de asistencia más alta a graduación de la escuela secundaria y la universidad, y menos probabilidades de estar fuera de la escuela y sin un trabajo.
Otra área de éxito: Los programas que fomenten el empleo, especialmente para los grupos más en riesgo. El crédito tributario por ingreso del trabajo - es un gran beneficio para los trabajadores pobres y para la sociedad-.
Del mismo modo, un programa llamado Academias de Carrera Profesionales ha tenido excelentes resultados en la formación de adolescentes en riesgo en carreras especializadas y en darles la experiencia laboral práctica. Incluso ocho años después, aquellos jóvenes asignados al azar a Academias Profesionales ganan significativamente más que los de los grupos de control.
Como ese ejemplo sugiere, cada vez más tenemos investigaciones de primera clase -los ensayos aleatorios controlados, poniendo a prueba los programas antipobreza tan rigurosamente como si fueran productos farmacéuticos- que nos dan evidencia sólida de lo que funciona o no.
Así que dejemos la grandilocuencia y demos un vistazo a la evidencia.
Los críticos tienen razón en que el trabajo para combatir la pobreza es difícil y que la dependencia puede ser un problema.
Pero la premisa de que gran parte de la oposición de hoy a los cupones de alimentos y otros beneficios -y que la ayuda del gobierno fracasa inevitablemente- es simplemente incorrecto. Y la pobreza infantil es tan inconcebible en una nación rica hoy como lo era hace medio siglo.
Fuente: The NYT Nicholas Kristof
Borja Monreal Gainza
La Guerra de Estados Unidos contra la pobreza cumplió 50 años esta semana, y un gran número de personas han llegado también a la conclusión tal como el presidente Reagan lo expresó: "Hemos luchado una guerra contra la pobreza, y la pobreza ganó"
Esa percepción hace recaer la sospecha sobre el derecho a los cupones de alimentos, al aumentos de salario mínimo y a las extensiones de las prestaciones por desempleo.
Un lector llamado Frank ha publicado en mi página de Facebook: "Todos los folletos/asistencias de gobiernos en el mundo no hará que mejoren los padres de la gente. Esto es por qué las ideas de la izquierda, aunque siempre elaborada con la mejor de las intenciones, nunca funcionará. ... Toda esta ayuda se desperdicia".
Sin embargo, una mirada más cuidadosa a la evidencia sugiere que tal punto de vista es completamente equivocado.
De hecho, la primera lección de la guerra contra la pobreza es que podemos hacer progresos contra la pobreza, pero que es un trabajo duro, cuesta arriba.
Las medidas más precisas, utilizando cifras de la Oficina del Censo que tengan en cuenta los beneficios, sugieren que las tasas de pobreza han disminuido en más de un tercio desde 1968. Hay un consenso de que sin la guerra contra la pobreza, otras actuaciones de fuerzas (como el encarcelamiento masivo, el aumento de las madres solteras y la disminución de los sindicatos) habrían crecido con una pobreza mucho mayor.
Un estudio de la Universidad de Columbia sugiere que sin los beneficios del gobierno, la tasa de pobreza habría aumentado a 31 por ciento en 2012.
De hecho, un promedio de 27 millones de personas lograron anualmente salir de la pobreza mediante programas sociales entre 1968 y 2012, de acuerdo con el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca.
El mejor ejemplo de cómo los programas de lucha contra la pobreza del gobierno pueden tener éxito, involucra a la tercera edad. En 1960, alrededor del 35 por ciento de los estadounidenses mayores eran pobres. En 2012, el 9 por ciento eran. Eso es porque la tercera edad puede votar, por lo que los políticos le escucharon a ellos y por los programas que se aplicaron como el Seguro Social y Medicare.
En cambio, los niños no tienen voz, por lo que son el grupo de edad con más probabilidades de ser pobres hoy. Eso es un fracaso práctico y moral.
No quiero que nadie sea pobre, pero, si tengo que elegir, diría que es más bien una prioridad ayudar a los niños que a los adultos mayores. En parte, eso se debe a que cuando los niños se ven privados de oportunidades, las consecuencias pueden incluir toda una vida de fracaso escolar, el subempleo y la delincuencia.
Las investigaciones de las neurociencias subrayan por qué las intervenciones tempranas son tan importantes.
El desarrollo temprano del cerebro resulta tener consecuencias de por vida, y la investigación de estudios en humanos, y animales por igual, sugiere que un alto estrés en la primera infancia en la pobreza cambia el cerebro físico de maneras sutiles que deterioran el rendimiento educativo y los resultados en la vida.
Una revisión cuidadosa de los programas de lucha contra la pobreza en un nuevo libro, "Los legados de la Guerra contra la Pobreza", muestra que muchos de ellos tienen un claro impacto - aunque a veces no tanto impacto como sus defensores esperaban.
Para empezar, uno de los programas sociales más básicos que funciona -de hecho paga por sí mismo muchas veces- es la asistencia de planificación familiar para adolescentes en situaciones de riesgo. Esta realidad ha sido uno de los programas sociales más exitosos de Estados Unidos en los últimos años. La tasa de natalidad de adolescentes se ha reducido a la mitad en aproximadamente los últimos 20 años.
Otra serie de gran éxito son los programas de orientación para los padres involucrados para lograr que las mujeres embarazadas no tomen alcohol y fumen menos y para alentar a las madres en situación de riesgo a hablar con sus hijos más. Programas como Nurse -Family Partnership, Healthy Families America, Niño, Save the Children y Treinta millones de palabras, Proyectos todos que han tenido un gran éxito en ayudar a los padres a hacer un mejor trabajo con sus hijos.
La educación temprana tiene igualmente una fuerte evidencia del impacto.
Los críticos señalan que con el Head Start, por ejemplo, lo que ganan en el cociente intelectual parece desaparecer en unos pocos años. Eso es verdad y decepcionante. Pero en los últimos cinco años, los estudios rigurosos de investigadores como David Deming han demostrado que los egresados de Head Start también han mejorado los resultados de la vida: la tasa de asistencia más alta a graduación de la escuela secundaria y la universidad, y menos probabilidades de estar fuera de la escuela y sin un trabajo.
Otra área de éxito: Los programas que fomenten el empleo, especialmente para los grupos más en riesgo. El crédito tributario por ingreso del trabajo - es un gran beneficio para los trabajadores pobres y para la sociedad-.
Del mismo modo, un programa llamado Academias de Carrera Profesionales ha tenido excelentes resultados en la formación de adolescentes en riesgo en carreras especializadas y en darles la experiencia laboral práctica. Incluso ocho años después, aquellos jóvenes asignados al azar a Academias Profesionales ganan significativamente más que los de los grupos de control.
Como ese ejemplo sugiere, cada vez más tenemos investigaciones de primera clase -los ensayos aleatorios controlados, poniendo a prueba los programas antipobreza tan rigurosamente como si fueran productos farmacéuticos- que nos dan evidencia sólida de lo que funciona o no.
Así que dejemos la grandilocuencia y demos un vistazo a la evidencia.
Los críticos tienen razón en que el trabajo para combatir la pobreza es difícil y que la dependencia puede ser un problema.
Pero la premisa de que gran parte de la oposición de hoy a los cupones de alimentos y otros beneficios -y que la ayuda del gobierno fracasa inevitablemente- es simplemente incorrecto. Y la pobreza infantil es tan inconcebible en una nación rica hoy como lo era hace medio siglo.
Fuente: The NYT Nicholas Kristof
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