Mostrando entradas con la etiqueta exilio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta exilio. Mostrar todas las entradas

sábado, 8 de junio de 2024

El franquismo diseccionado. Ludovic Lamant.

Casi cincuenta años después de la muerte de Franco, una exposición ofrece en Toulouse una "anatomía" de la dictadura española, una de las más largas de Europa. Y varios libros de historiadores abogan por escribir una historia "transnacional" de la dictadura, situándola en un contexto más amplio.

El proyectil no explotó. La basílica del Pilar de Zaragoza (España), contra la que había sido disparado el 3 de agosto de 1936, se salvó. Según la propaganda franquista, fue una señal de Dios, que había elegido su bando. Años más tarde, un obrero esculpió en la concha una Virgen del Pilar, que otros transformaron después en candelabro.

Es uno de los objetos de exaltación del franquismo, junto a innumerables carteles, revistas, manuales escolares y banderas, que se exponen en Toulouse en la muestra "Anatomía del franquismo", en el Museo de la Resistencia y la Deportación, hasta septiembre.

"Hay tal contraste entre la riqueza de las investigaciones sobre la España franquista de los últimos treinta años y la crasa ignorancia en la que se encuentra Francia, que era absolutamente necesario presentar estos nuevos trabajos", explica François Godicheau, historiador de la Universidad Toulouse-Jean-Jaurès y comisario científico de un ciclo sobre la España franquista, del que forma parte la exposición.

La elección de Toulouse no es baladí, ya que la más española de las ciudades francesas fue la "capital del exilio" durante la Retirada. Pero la exposición no repasa el conocido episodio del exilio de los republicanos durante y después de la guerra. Profundiza en los pilares del régimen franquista (la Falange, el ejército y la Iglesia), describe la hambruna de los primeros años (200.000 personas murieron de hambre en los años 40) y documenta el adoctrinamiento de los más pequeños a través de la escuela.

En el piso de arriba, se disecciona la "purga sistemática de la sociedad" a través de la puesta en marcha de un sistema represivo vertiginoso (miles de republicanos condenados a muerte en las grandes ciudades tras la victoria de 1939, 300.000 funcionarios víctimas de purgas, un millón de prisioneros civiles, políticos o de guerra en enero de 1940...). Esto llevó a los comisarios de la exposición a escribir que "esta larga procesión de medidas punitivas superó con creces a las dictaduras italiana o portuguesa, e incluso a la Alemania nazi, hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial".

Respuesta a las falsificaciones
Entre los elementos más destacados de la exposición se encuentran los álbumes digitalizados del fotógrafo Martín Santos Yubero (que incluyen impresionantes instantáneas de la inauguración del Valle de los Caídos en 1959, la basílica de las afueras de Madrid, en presencia de Franco) y la reproducción de una obra maestra de la pintura española, Silencio, de Juana Francés (1953), que muestra el retrato de una mujer tapándose la boca con la mano, en una sociedad franquista ultrapatriarcal (el original pudo verse en el centro de una vibrante exposición en el Mnac de Barcelona el año pasado, sobre la figura humana después de la guerra).

Al final del recorrido, en una vitrina, se exponen tres objetos conmovedores: un reloj de bolsillo, un anillo y una suela de zapato fabricada con un neumático de caucho. Fueron descubiertos al abrirse en 2000 una fosa de víctimas de la represión franquista por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.

En el verano de 2022, la publicación de una amplia entrevista al ensayista de extrema derecha Pío Moa, autor de tesis revisionistas sobre la Guerra Civil española, en una edición especial de "Le Figaro" desencadenó la ira y la movilización de numerosos especialistas de la España contemporánea en Francia. Es también en este contexto agitado del resurgimiento de la extrema derecha, incluido Vox en España, en el que entra en juego la exposición de Toulouse, con su preocupación por precisar el alcance de los conocimientos y responder a las falsificaciones.

"El asunto Moa demostró que ese desconocimiento del franquismo era fruto de la propia propaganda franquista", insiste François Godicheau. "Describir el franquismo como una dictadura paternalista, ciertamente autoritaria pero no mucho más, que además modernizó el país, es un desastre. Este tipo de discurso es hoy un punto de apoyo para Moa y otros, en el contexto de lo que la 'fachosfera' califica de batalla cultural".

Esta primera exposición, un poco apretada entre las paredes de este museo departamental (apenas tres salas), dejará paso el año que viene a una segunda parte, más centrada en la resistencia al franquismo y en el contexto internacional de la Guerra Fría. El laboratorio universitario Jean-Jaurès, coproductor del evento, también organizó en marzo una conferencia sobre el tema, con la esperanza de "descompartimentar" el franquismo. En ella participaron historiadores especializados en otros temas, como el nazismo, entre ellos Christian Ingrao y Marie-Anne Matard-Bonucci.

"¿Juzgar a Franco?"
Esta preocupación por situar la dictadura de Franco -la más larga de Europa Occidental después de la de Salazar en Portugal- dentro de una historia europea más amplia, e incluso internacional, está en el centro del importante libro de Sophie Baby sobre los problemas e impasses de la criminalización del franquismo (¿Juzgar a Franco?, La Découverte). Frente a una "trayectoria ibérica periférica", en la que "España sólo aparece como una línea de puntos en las historias generales de la historia contemporánea", la historiadora aboga por otorgar a España un lugar central "en la historia del enfrentamiento de las sociedades occidentales con la violencia de masas que las desgarró".

Sophie Baby busca entender por qué Franco "no ha sido juzgado y nunca lo será". En el debate público español, desde la izquierda y los movimientos de memoria, se suele culpar a la Transición, el periodo que va desde la muerte de Franco en 1975 hasta la victoria del Partido Socialista en las elecciones legislativas de 1982. En nombre de la reconciliación nacional, la ley de amnistía mutua de 1977 no supuso la ruptura institucional que habría permitido juzgar los crímenes del franquismo. Habría establecido un "pacto para olvidar", que las leyes de memoria aprobadas por los socialistas José Luis Rodríguez Zapatero en 2004 y Pedro Sánchez en 2022 reabrieron finalmente.

Pero la originalidad del trabajo de Sophie Baby radica en que va mucho más allá para encontrar respuestas a la pregunta que sigue siendo tan sensible en España: ¿qué puede hacer la ley ante los crímenes de Estado? Recuerda que la demanda de amnistía ya fue planteada en 1937, en plena guerra, por republicanos que veían en ella una forma de poner fin al conflicto. Se detiene en las comisiones internacionales de investigación, entre ellas la creada por el trotskista David Rousset, que dio lugar al Libro Blanco sobre el sistema penitenciario español en 1953, acompañado de testimonios que fueron la primera expresión abierta de la represión franquista.

Pero Franco se escabulló, "aprovechando el entrecruzamiento de conflictos", de la Guerra Civil española a la Segunda Guerra Mundial y luego a la Guerra Fría, jugando con una "competencia de víctimas" que le permitió "difuminar la cadena de responsabilidades". Durante los juicios de Nuremberg, a partir de 1945, Franco no fue interrogado, a pesar de su alianza con los nazis. Y aunque hubo deportados españoles en el estrado -exiliados republicanos en Francia que posteriormente habían sido hechos prisioneros en campos de concentración- su destino "nunca fue considerado en su especificidad [...], sino sólo como un apéndice de una historia europea que casi inadvertidamente les había alcanzado".

El eco de los desaparecidos en Argentina
Basándose en particular en los trabajos de Nicole Loraux sobre la Grecia antigua, el historiador demuestra que el "paradigma de la amnistía", tal como fue formulado en los primeros años del franquismo por la oposición clandestina, y contrariamente a las ideas preconcebidas, no excluía "ningún sistema de justicia". Pero esta ambición fue pronto neutralizada por un discurso sobre la necesidad de "reconciliación" del país, que triunfó durante los años de la transición, y se reforzó aún más con el fallido golpe de Estado de 1981.

El matizado libro de Sophie Baby sobre los complejos años posteriores a 1975 rechaza las fáciles oposiciones entre venganza y perdón, memoria y olvido. También da voz a la minoría que se opuso a la amnistía de la Transición: desde los partidarios de un Tribunal Internacional para los Crímenes del Franquismo, defendido por un grupo revolucionario de extrema izquierda fundado por exiliados comunistas que habían roto con el PCE español, hasta los que iniciaron, clandestinamente, la vital labor de exhumar las fosas comunes de los fusilados del franquismo.

Sophie Baby amplía decisivamente su análisis a lo que denomina "Euroamérica", el área de movimiento político que se intensificó a finales del siglo pasado por los exiliados en ambas direcciones, a uno y otro lado del Atlántico, a medida que las dictaduras llegaban al poder. Muestra hasta qué punto la dictadura argentina (1976-1983) y la práctica de las desapariciones por parte de la Junta Militar impusieron el concepto de "terrorismo de Estado" en el debate español, rompiendo de golpe las certezas sobre los beneficios de la amnistía.

La España de Felipe González, que se preparaba para ingresar en la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1986, estuvo en la vanguardia de esta batalla por el reconocimiento del delito de desaparición forzada. Un poco más tarde, fue la detención en Londres del ex dictador chileno Pinochet en 1998, bajo la presión del juez Baltasar Garzón, la que hizo historia. Al mismo tiempo, España se convirtió también en un actor importante -y ambiguo- en la lucha antiterrorista, en respuesta a las acciones armadas de la ETA vasca.

Este gran giro en los debates sobre la justicia internacional, de la petición de amnistía a la lucha contra la impunidad, dio lugar a una "paradoja flagrante", en palabras de Sophie Baby: "Que España se hubiera convertido en el paladín de la lucha contra la impunidad, que la justicia universal para la violencia del pasado hubiera tomado forma precisamente en un momento en el que la gente se negaba obstinadamente a criminalizar el franquismo, era una anomalía que todavía no se había cuestionado demasiado". La historiadora dedica las mejores páginas de su libro a explicar esta desconcertante paradoja, que España sólo muy recientemente ha empezado a desentrañar.

No fue hasta finales de los años 90 cuando el "espíritu de consenso" acabó por romperse, bajo el efecto combinado de la conmoción provocada por la exhumación de fosas comunes por parte de asociaciones, y la aparición poco después de nuevos partidos, entre ellos Podemos en 2014, críticos a la vez con "espíritu de la Transición" y que incluso reclamaban una "segunda Transición".

Contrabandistas y traficantes
Prueba de la viveza del campo de la investigación sobre España la da el historiador Pierre Salmon, que acaba de publicar Un antifascismo de combate (éditions du Détour). Fruto de su tesis, esta obra examina los años de la Guerra Civil (1936-1939) a través del prisma de las redes de contrabando de armas procedentes de Francia. Mientras que los voluntarios armados -no menos de 14.000 personas salieron de Francia durante la guerra para luchar en España- han sido estudiados en mayor medida, el mundo del contrabando, que por su propia naturaleza era ilegal y también más restringido, ha estado menos documentado hasta ahora.

En su prefacio, el historiador Nicolas Offenstadt resume el dilema moral al que se enfrentaban los antifascistas, y que Pierre Salmon expone con todo detalle: "¿Cómo permanecer fieles al ideal de la paz, apoyando al mismo tiempo la defensa armada de las fuerzas progresistas españolas?" La cuestión era tanto más dolorosa cuanto que el bando franquista se enfrentaba a un enorme déficit material, ya que contaba con el apoyo de la Alemania nazi y de la Italia fascista en términos de armas y de hombres.

Basándose en una lectura crítica de los archivos policiales, Pierre Salmon traza la trayectoria de implicación personal en círculos anarquistas, trotskistas, socialistas y comunistas, e incluso describe las técnicas utilizadas para cruzar la frontera pirenaica. Para el lector general, el libro se vuelve adictivo cuando el historiador documenta las colaboraciones inesperadas -y a menudo infructuosas- entre estos militantes antifascistas y criminales profesionales, a menudo grandes nombres del hampa, a los que compraban armas.

El texto de Pierre Salmon también resulta fascinante cuando intenta ir más allá de los silencios de los archivos policiales sobre la implicación de las mujeres en el contrabando, señalando los "clichés virilistas" que se han pegado a la piel de los contrabandistas desde Henry de Monfreid o Arthur Rimbaud. También dedica algunas páginas a retratos inesperados de mujeres contrabandistas, lo que añade de nuevo complejidad a la realidad del antifascismo de entreguerras.

Cabe mencionar también un libro publicado el año pasado, quizá menos accesible al gran público, pero igualmente estimulante y rico en iconografía prácticamente desconocida a este lado de los Pirineos. En Compagnons de lutte. Avant-garde et critique d’art en Espagne pendant le franquisme, Paula Barreiro López, también profesora e investigadora en la Université Toulouse-Jean-Jaurès, aborda el periodo conocido como "tardofranquismo" (1957-1975), el más descuidado por la investigación hasta la fecha.

Sigue la trayectoria de un colectivo de siete críticos de arte que apoyaron la protesta contra el régimen, teorizando sobre la necesidad de reinyectar la política en el arte. Barreiro López también consigue descompartimentar la lectura del franquismo documentando las redes culturales, en particular las bienales y exposiciones entre España y Sudamérica. Junto a algunas de las figuras más influyentes (Picasso, Miró, Dalí, Tàpies), da a conocer otros colectivos, también vinculados a la escena internacional, pero que la historiografía oficial había dejado al margen.

***
"Anatomía del franquismo", exposición en el Museo Departamental de la Resistencia y la Deportación de Toulouse, hasta el 22 de septiembre de 2024. Entrada gratuita. Un número especial de la revista L'Histoire titulado "L'Espagne de Franco, un pays broyé" (La España de Franco, un país aplastado) acompaña la exposición.

Sophie Baby, ¿Juger Franco? Impunité, réconciliation, mémoire, La Découverte, 376 páginas, 24,50 euros. En el verano de 2023, Sophie Baby y otro historiador del franquismo, Nicolas Sesma, debatieron en un programa de Mediapart sobre la relación entre Vox, el grupo de extrema derecha español, y la historia nacional.

Pierre Salmon, Un antifascisme de combat. Armer l'Espagne révolutionnaire 1936-1939, prefacio de Nicolas Offenstadt, éditions du Détour, 256 páginas, 21,90 euros.

Paula Barreiro López, Compagnons de lutte. Avant-garde et critique d'art en Espagne pendant le franquisme, éditions de la MSH, 500 páginas, 30 euros, traducido del inglés por Phoebe Hadjimarkos Clarke.

Ludovic Lamant Después de trabajar para Reuters y Cahiers du Cinéma, estuvo en Bruselas de 2012 a 2017 cubriendo las crisis europeas para Mediapart. Continúa siguiendo la actualidad europea, estoy pendiente y la de algunos países sudamericanos (Argentina, Perú) y coprograma el espacio "documental" todos los sábados en Mediapart. Ha publicado una guía de Argentina (La Découverte, 2011), un ensayo sobre las políticas españolas nacidas del movimiento de los 'indignados' del 15-M (Squatter le pouvoir, Les mairies rebelles d'Espagne, Editions Lux, 2016) y otro sobre la arquitectura del barrio europeo de Bruselas, que revela las crisis del continente (Bruxelles chantiers, Une critique architecturale de l'Europe, Lux, 2018).
Temática: Francia Franquismo Reino de España

viernes, 1 de marzo de 2019

_- Para los miembros de la Fundación Antonio Machado. Contra la barbarie, contra los insultos indocumentados.

_- Para los miembros de la Fundación Antonio Machado. Contra la barbarie, contra los insultos indocumentados.


Nota de edición: intervenciones del autor (reunidas en un solo texto) en el acto de homenaje a Antonio Machado celebrado el pasado sábado 23 de febrero en el Pati Llimona de Barcelona organizado por el colectivo Juan de Mairena.


[…] resplandece ante todo su integridad, o digámoslo sin latinismo culto, su entereza. Entereza que unifica al hombre y al poeta con su proceder, su saber y su escribir. Jorge Guillén [1]

I. Presentación
Bon dia, tot un honor. Gràcies per la seva presència. Som molts!

Estos días azules /y este sol de la infancia. Nadie es más que nadie. Abro con los últimos versos de Machado y con un aforismo castellano muy de su agrado sobre el que escribió un emocionante discurso dictado en Valencia en la sesión de clausura del Congreso Internacional de Escritores. Cerraré también con el poeta ligero de equipaje.

Debo hablarles en esta presentación brevemente, muy brevemente de cinco cosas.
1. De agradecimientos.
2. Estructura del acto.
3. ¿Por qué hoy?
4. ¿Quiénes somos el colectivo Juan de Mairena?
5. ¿Por qué un homenaje a Machado y al exilio?

1. Agradecimientos.

A todos ustedes por su presencia (gracias, muchas gracias de nuevo) y a las asociaciones y colectivos que nos han dado apoyo. Cito sus nombres, espero que no habite mi olvido en ninguna de ellas: GEXEL, ASEC/ASIC, FI-ENN, IMPULSO CIUDADANO, RECORTES CERO, FUNDACIÓN ANTONIO MACHADO DE COLLIOURE.

2. Estructura del acto.
Lo iremos viendo a medida que pase la mañana. La idea es finalizar a las 13:30 aproximadamente. Sin interrupciones...No abusaremos. Durante este tiempo: poemas, exilio, relatos, sugerencias, voces, canciones, imágenes… y alguna sorpresa.

3. ¿Por qué hoy?
Porque, como recuerdan, Machado falleció el 22 de febrero de 1939 y hoy, precisamente hoy, 23 de febrero de 2019 (¡23-F!), es una buena fecha para recordar la admirable herencia republicana española. Machado, el autor de Proverbios y cantares es un magnífico representante de todo aquello, de toda aquella España en la que recordando y modificando el título de un libro de otro gran poeta republicano exiliado, Luis Cernuda, nunca habitará nuestro olvido.

4. ¿Quiénes somos el colectivo Juan de Mairena?
Tomamos el nombre de un complementario machadiano (no es fácil estar a la altura) y tenemos interés en su obra y en lo que significa.

Somos un colectivo político-cultural que, por senda machadiana y lorquiana, quiere transitar por caminos de fraternidad, de unión, de acercamiento, de conocimiento y reconocimiento, de proximidad.

Nada de líos y liantes interesados. Nada de desconexiones sin sentido. Nada de alejarnos. Nada de luchas (desalmadas) por el poder. Nada de nuevos muros-estado de separación. Nada de sacar pecho y marcar identidades excluyentes. Nada de convertir cualquier disidencia o diferencia en un memorial incontable (y ficticio) de agravios. Nada de remontarnos a páginas, confeccionadas interesadamente, de la Historia de tres, cuatro, cinco o seis siglos atrás. Nada de desuniones abonadas para separarnos. Nada de cultivar el odio que tanto daño nos hace. Nada de dejar de ser lo que somos. Nada de más acá y más allá del Ebro. Nada de reconstruirnos unidimensionalmente. Nada de todo por la Patria, sea cual sea la Patria. Nada de enfrentamientos. Nada de hablar de Cataluña o del conjunto de España en términos despreciativos.

“España en el corazón” dijo el poeta; Cataluña también en él.

5. ¿Por qué un homenaje a Machado y al exilio?
¿Por qué vivimos, respiramos, pensamos, amamos? Porque necesitamos hacerlo. Pues casi lo mismo. Porque Machado y el exilio republicano está en nosotros. Son nosotros, somos nosotros. Están en nosotros.

Si intentamos recomponernos, ¿qué encontramos? Ciertamente, lecturas que nos han marcado, ese sol de la infancia, buen cine, buena música, teatro que deja huella,personas amigas, poetas, familiares que están y otros que nos han dejado, días azules, situaciones queridas, también errores y aciertos. Y seguro que están también versos, proverbios o canciones machadianas:
«Todo pasa y todo queda,/
pero lo nuestro es pasar,/
pasar haciendo caminos,/
caminos sobre el mar./
Nunca perseguí la gloria/…»
O:
«Nuestras horas son minutos /
cuando esperamos saber, /
y siglos cuando sabemos /
lo que se puede aprender».

Pues por eso entonces, porque somos en parte lo que somos gracias al poeta del pobre aliño indumentario. Jaime Gil de Biedma lo expresó así en 1959:
A ti, compañero y padre,
reconocida presencia.
Por lo que de ti aprendimos,
por lo que olvidado queda.
Por lo que tras la palabra
breve, todavía enseñas.
Por tu tranquila alegría.
Y por su digna entereza.
Por ti. Gracias. Porque en ti
Conocimos nuestra fuerza.

Hablaremos también del exilio. Del exilio, este sí exilio verdadero y doloroso, muy doloroso; del exilio republicano, este también verdaderamente republicano.

De esto último estamos aún más hechos si cabe. ¿Quiénes de nosotros no tiene algún familiar, algún abuelo, algún conocido, algún referente que recordar? Déjenme que piense en la ayuda de la Unión Soviética, en el presidente Lázaro Cárdenas, en Pablo Neruda, en Salvador Allende, en Valparaíso y el Winipeg; en don Manuel Azaña, en don Juan Negrín, en José Díaz, en Companys. Y, sobre todo, en los centenares de miles de republicanos anónimos, muchos de los cuales sufrieron la impiedad del nazismo y murieron en campos de exterminio años después. Su lucha fue decisiva en la victoria contra el nazismo.

Finalizo, doy paso a otras intervenciones, con un texto de Antonio Machado de 1937 para el 1º de Mayo, en un encuentro de las Juventudes Socialistas Unificadas:

Desde un punto de vista teórico, yo no soy marxista, no lo he sido nunca, es muy posible que no lo sea jamás. Mi pensamiento no ha seguido la ruta que desciende de Hegel a Carlos Marx. Tal vez porque soy demasiado romántico, por el influjo, acaso de una educación demasiado idealista, me falta simpatía por la ideal central del marxismo, me resisto a creer que el factor económico, cuya enorme importancia no desconozco, sea el más esencial de la vida humana y el gran motor de la historia. Veo, sin embargo, con entera claridad, que el socialismo, en cuanto supone una manera de convivencia humana basada en el trabajo, en la igualdad de los medios concedidos a todos para realizarlo, y en la abolición de los privilegios de clase, es una etapa inexcusable en el camino de la justicia; veo claramente que es ésa la gran experiencia humana de nuestros días, a la que todos de algún modo debemos contribuir.

“Esa la gran experiencia humana de nuestros días, a la que todos de algún modo debemos contribuir”. También nosotros.

Les dejo en buena compañía. Con otros compañeros y con más Machado.
II. Barcelona debe ser una ciudad machadiana
La Red de Ciudades Machadianas es una asociación de municipios creada el 22 de febrero de 2009, hace 10 años y un día exactamente. Forman parte de ella hasta el momento Sevilla, Soria, Baeza, Segovia, Collioure y Rocafort (un pueblo valenciano). Han sido invitadas a unirse Madrid y París. También Barcelona. La primera, Madrid, en tiempos de Ana Botella, rechazó el ofrecimiento. Ignoro si el consistorio de estos últimos cuatro años ha hablado del tema. Una leyenda urbana (que tal vez no sea una leyenda) cuenta que Xavier Trías, el ex alcalde convergente de Barcelona, comentó en su día que Machado no iba con su forma de entender la cultura barcelonesa-catalana.

Todas las ciudades que les he citado tienen en común el haber sido lugares de residencia del poeta del torpe aliño indumentario. La Red, una asociación sin ánimo de lucro, surgió con el objetivo principal de difundir la obra y la vida de Machado, así como establecer el intercambio de experiencias entre los municipios asociados y desarrollar una política de promoción y generación de encuentros sobre la figura del autor del Juan de Mairena. Actividades, encuentros, que aspiran a preservar los valores republicanos-democráticos y populares (populares dicho en serio esta vez) que Machado tan bien, y con tantos riesgos y desprecios (también reconocimientos), representaba y representa.

La asociación desarrolla sus actividades tanto en España como en Francia, y desea extender su radio de acción por todos los países del mundo. Más que razonable. Si existe un poeta universal, un poeta de todos los ciudadanos-trabajadores del mundo, ese autor tiene un nombre que está en nuestros labios, en nuestros corazones, en nuestras canciones, dichos y poemas.

No he hablado apenas hasta ahora de Machado y Barcelona y debería haber hablado ya de nuestra ciudad, que también fue suya. Lo hago con brevedad.

El viaje de los Machado a nuestra ciudad fue organizado por el gobierno de la II República. Llegaron a Barcelona, procedentes de Rocafort, en abril de 1938, el poeta, Ana Ruiz su madre, José Machado y Matea Monedero, la esposa de José. Su estancia en nuestra ciudad se prolongaría durante nueve meses, hasta el 22 de enero de 1939. Tuvieron que exiliarse, como tantos otros y en muy duras condiciones. Nada que ver con otros “supuestos exilios”.

Se hospedaron inicialmente los Machado en Barcelona, en el Hotel Majestic (en esas fechas vivía también allí, si no ando errado, León Felipe). Una placa que está en el hall lo recuerda. No fue iniciativa del hotel sino de la “Sociedad cultural andaluza”.

No estuvieron bien los Machado en el Majestic. El ajetreo de la ciudad les incomodaba. Pudieron alojarse finalmente en la Torre Castanyer. Los actuales dueños, la familia Güell, se han negado a recordar la estancia machadiana en su casa. Dicho y hecho queda, con la claridad y desprecio de los poderosos.

No era la primera vez que Machado visitaba nuestra ciudad. Estuvo antes con motivo del estreno de la obra de teatro Las adelfas , escrita junto con su hermano Manuel, en la Sala Eldorado. Fue el 13 de abril de 1928, casi intuyendo el 14 de abril.

En Barcelona, durante 1938-39, incluso antes de su llegada, escribió Machado en La Vanguardia [LV] , que entonces era, así se anunciaba, un “Diario al servicio de la democracia”. Unos 26 artículos en total. El primero fue publicado el 16 de julio de 1937; el último, el 6 de enero de 1939, en una sección titulada “Desde el mirador de la guerra”, un artículo, este último, en el que Machado reflexiona sobre la “turbia política del primer ministro conservador inglés Chamberlain que aprovecha el equívoco y lo cultiva”. En el primero de los artículos, “El poeta y el pueblo”, Machado señalaba un poderoso argumento contra la noción de cultura de élites:

Para nosotros, la cultura no proviene de energía que se degrada al propagarse ni es caudal que se aminore al repartirse; su defensa, obra será de actividad generosa que lleva implícita las dos más hondas paradojas de la ética: solo se pierde lo que se guarda, sólo se gana lo que se da.

No sólo fue en LV (al cabo de poco, como se recuerda, un diario entusiasta del fascismo). Machado siguió colaborando, desde Barcelona, con Hora de España, con el Servicio Español de Información y con Nuestro Ejército. Escribió también el prólogo del libro del presidente Azaña Los españoles en guerra y un segundo prólogo para La corte de los milagros de Valle-Inclán.

Además, en 1938, la editorial Nuestro Pueblo publicó La Tierra de Alvargonzález y canciones del Alto Duero , que fue distribuida entre los combatientes antifascistas, ilustrada con dibujos y un retrato del poeta, hechos por José Machado.

Machado conocía la literatura catalana escrita en catalán. Desde Ramon Llull y Verdaguer hasta contemporáneos como Carles Riba o Joan Maragall.

Poetas catalanes han reivindicado su obra.

Cuando, en 1907, publica Soledades, galerías y otros poemas, una de las reseñas más celebradas sobre su libro la escribió Josep Carner. Años después, finales de los 50, poetas catalanes (y del resto de España) viajaron a Collioure en su honor. Todos recordamos la fotografía que allí se hicieron, entre otros, Jaime Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, Carlos Barral, Josep Maria Castellet.

Miquel Martí i Pol escribió un poema en su honor: “Compliment a Antonio Machado”.

No t'he dut flors, Antonio, t'he portat
un silenci amorós, per no interrompre
el teu íntim diàleg amb la mort
que fa tants anys que dura. Compartir-te
ha estat deturar el temps, per retrobar-me
més ingenu que mai i amb un sanglot
a flor de pell, com una criatura.
No t'he dut res, Antonio, però estimo
més que abans aquest mar que m'ha vist créixer
i prop del qual confio de morir
d'ençà que he vist que tu m'hi acompanyaves.

[No te he traído flores, Antonio, te he traído
un silencio amoroso, para no interrumpir
tu íntimo diálogo con la muerte
que hace tantos años que dura. Compartirte
ha sido detener el tiempo, para reencontrarme
más ingenuo que nunca y con un sollozo
a flor de piel, como una criatura.
No te he llevado nada, Antonio, pero amo
más que antes este mar que me ha visto crecer
y cerca del cual confío morir
desde que he visto que tú me acompañabas]

Vuelvo a las ciudades machadianas. La propuesta-pregunta que ahora les hago es sencilla: ¿nos parece bien la situación?, ¿vamos a permitir, vamos a seguir permitiendo, que Barcelona siga sin estar vinculada a la red de ciudades machadianas? ¿No vamos a hacer nada al respecto?

Formar parte de la red es fácil: basta que el municipio lo acuerde en un pleno (por mayoría si no ando errado).

Los gastos son insignificantes para una ciudad como Barcelona: 2.000 euros anuales (una milésima de euro por barcelonés).

¿Nos ponemos a ello? ¿Intentamos conseguir que Barcelona esté donde le corresponde, en esta red hermana machadiana? Por mi parte, y por parte del colectivo, en esos estamos.

Nota:
(1) Tomado de Félix Ovejero, “Manuel Sacristán: un marxista socrático”. Iñaki Vázquez Álvarez y SLA (editores), El legado de un maestro, Barcelona, FIM-El Viejo Topo, 2005.

jueves, 25 de enero de 2018

_- Un siglo de Marcelino Camacho

Público.es

“Ni nos domaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar”


Estos días de enero Marcelino Camacho hubiera cumplido cien años. Un siglo de lucha, dignidad y compromiso, tres de las características definitorias de la trayectoria vital, sindical y política del sindicalista y militante comunista soriano. Conviene recordar especialmente en estos tiempos a figuras imprescindibles del movimiento obrero de nuestro país como Camacho, y la conmemoración de su centenario se antoja como una oportunidad de oro para reivindicar la vigencia de los valores que él defendió durante toda su vida. Desde aquí quiero aplaudir la iniciativa de su sindicato, CCOO, y sus partidos, el PCE e Izquierda Unida, de organizar diversos actos con motivo de la efeméride. La ocasión lo merece.

Cuatro notas biográficas: Marcelino Camacho fue un trabajador metalúrgico, hijo de ferroviario, comprometido desde muy joven con los valores de izquierdas. Luchó defendiendo a la República durante la Guerra Civil. Sufrió en los campos de concentración y en las cárceles franquistas. Organizó las Comisiones Obreras en la clandestinidad y fue su primer secretario general, cargo que desarrolló hasta 1987. También fue diputado por el PCE en las Cortes Generales en la legislatura constituyente y en la primera legislatura de la restauración democrática, hasta su dimisión a principios de 1981.

Cierto es que las cosas han cambiado mucho en los últimos tiempos y que el mantra del fin de las ideologías ha ido calando en amplios sectores de nuestra sociedad, pero para combatir determinados discursos es conveniente armarse de argumentos y reivindicar el legado de personas como Marcelino Camacho, estandarte de una generación que nos ha ido dejando pero cuyo recuerdo debe permanecer más vivo que nunca. Se dice que esto ya no va ni de izquierdas ni de derechas. Se insiste en que no hay clases sociales y se machaca a los jóvenes insistentemente con la idea de que el paraíso está en el consumo y el individualismo. Háztelo tú. Todo está en tu interior. Si quieres puedes. Los sindicatos están anticuados, ya no sirven. Los políticos son todos iguales…

Pero si algo ha demostrado la tozuda historia de la humanidad es que si las personas no nos agrupamos y organizamos para conseguir nuestros objetivos comunes las élites del poder siempre llevarán las de ganar. Y sabemos que van ganando aunque nosotros seamos más. Esto Marcelino Camacho y muchos militantes de su generación lo tuvieron meridianamente claro, y de ahí la importancia del movimiento obrero (y especialmente el PCE y CCOO) durante la larga noche del franquismo, algo que interesadamente poco a poco va desapareciendo de los libros de historia. Sin su lucha, sin su sacrificio y sin su trabajo muchas de las conquistas sociales de nuestro país nunca hubieran llegado. Porque, a pesar de lo que muchos creen, no llegaron gratis.

Y conviene tener presente que aún quedan muchas conquistas pendientes, máxime en tiempos de retroceso, corrupción y expolio. Conviene recordarlo ahora que empieza a calar cierto discurso desde la izquierda que reniega del papel del PCE o CCOO en la Transición. Sí, quizá las cosas se pudieron hacer mejor, de eso no hay duda, pero hoy jugamos con ventaja cuando decimos que se cedió demasiado en aquellos tiempos tan complicados y violentos, con una correlación de fuerzas extraordinariamente favorable a los sectores conservadores y herederos del régimen totalitario de Franco. No digo que se estén despreciando los años de cárcel, torturas, exilio y sufrimiento de personas como Marcelino Camacho, pero quienes nacimos ya en los ochenta o incluso más tarde tenemos la obligación de ponernos en el sitio de aquella generación heroica que se lo jugó todo por nosotros. Todo, también la libertad y la vida. ¿Cuántos hoy estaríamos dispuestos sinceramente a ello? Por eso creo que cuando hablamos hoy de presos políticos o exilio debemos ser muy cuidadosos, recordar a esta generación y huir de la frivolidad velozmente. Y no todo el mundo lo hace.

Hoy me pregunto qué pensaría Marcelino Camacho de la situación política que nos está tocando vivir. ¿Qué pensaría de todo lo que estamos perdiendo las clases populares en los últimos años? ¿Cómo reivindicaría la vigencia de sus ideales de juventud? ¿Qué pensaría de las victorias de las derechas y la falta de entendimiento de las izquierdas? ¿Qué papel jugaría en la construcción de Unidos Podemos y la unidad de la izquierda transformadora en las Españas? ¿Qué pensaría de Catalunya y de cómo cierta izquierda ha antepuesto la identidad nacional a la clase social, pactando incluso con la derecha? ¿Qué pensaría de Trump, del auge de la extrema derecha en Europa o del Brexit? Nunca lo sabremos, desgraciadamente. Y no seré yo quien aventure los supuestos pensamientos de alguien que ya no está entre nosotros.

Hoy debemos brindar todos por la memoria de Marcelino Camacho. Todos: sindicalistas de clase, comunistas y gentes de izquierdas en general los primeros, sí. Pero cualquier demócrata de convicción y corazón debe saber que tiene mucho que agradecer a aquella generación que Camacho representa como pocos. Porque aquellos valores que él defendía hoy tienen la máxima vigencia: la defensa de los derechos de la mayoría ante los injustos abusos de las élites del poder.
Miguel Guillén Burguillos es politólogo
Fuente: http://blogs.publico.es/otrasmiradas/12375/un-siglo-de-marcelino-camacho/

jueves, 17 de septiembre de 2015

Adolfo Sánchez Vázquez: filósofo, militante, humanista

En días pasados, en la Facultad de Fi­losofía y Letras, tuvo lugar un muy pertinente homenaje a Adolfo Sánchez Vázquez, con motivo del centenario de su nacimiento. Homenaje pertinente porque Adolfo fue sin duda uno de los profesores que más prestigio le han conferido a esa facultad universitaria y porque, en su campo, abrió ojos y caminos no sólo para estudiantes y profesores, sino porque al nivel de las polémicas universales que se despiertan alrededor de estos temas, el nombre de Adolfo Sánchez Vázquez está siempre presente como uno de los fundamentales.

Nos enorgulleció su amistad y ahora nos llena de alegría el prestigio general que ha cobrado, como un gran intelectual que, desde la izquierda, supo llevar a lo más alto sus explicaciones e interpretaciones. Adolfo se hizo universal por propio mérito y así es considerado hoy por colegas de prácticamente todas partes del mundo.

Es muy impresionante su trayectoria. Desde los primeros años, en su natal Algeciras, despertó en él poderosamente el sentimiento de solidaridad que se debe a los más necesitados y este aspecto de su carácter, que fue en su vida aspecto central de su voluntad y vocación, fue seguramente uno de los motivos fundamentales de Adolfo Sánchez Vázquez como militante de izquierda, y posteriormente, de su muy completa formación intelectual en torno al marxismo, que fue sin duda, ya como profesional, uno de los aspectos más atractivos de su existencia.

Subrayemos, pues, que Sánchez Vázquez vino del contacto personal con hombres y mujeres a los libros, y no al revés. Es decir, en más de un sentido su elaboración intelectual fue vivida antes, y seguramente por ello, la firmeza de sus convicciones y su fortaleza ante las vicisitudes que ha pasado por todas partes del mundo, especialmente en el gran país (la Unión Soviética), que más tarde se derrumbó.

Pero veamos la manera en que Adolfo Sánchez Vázquez, ya en su tiempo de profesor y militante de altos vuelos, emprendió la crítica del marxismo staliniano y del dogmatismo y carácter vertical e inamovible de la teoría que, como creían muchos de sus seguidores, la fortalecían y hacían invencible, cuando en realidad, según lo demostró la historia, la debilitaban y fueron sua reales sepultureros (los dogmatismos). Esta evolución negativa de la teoría revolucionaria fue vista lúcidamente por Adolfo Sánchez Vázquez y sin duda es un aspecto inolvidable de su fuerza intelectual. Y, sin duda, de su fuerza de carácter.

Uno de los aspectos más atractivos de la personalidad intelectual de Sánchez Vázquez es cuando, sin el mínimo temor a los dogmáticos, sostuvo que la teoría de Marx se había degradado enormemente porque sus seguidores habían puesto de lado la influencia que había ejercido el pensamiento de Hegel sobre Marx, y que de ahí provenían precisamente las interpretaciones de la historia como conflictos sucesivos y contradicciones sin fin, y que, sin esa visión, la historia se convierte en lineal y no contradictoria, es decir, plena de la riqueza y capacidad inventiva del hombre en ella, que la convierte en tremendamente creadora y variada.

Por supuesto, Sánchez Vázquez estuvo en contra de los dogmatismos en que se convirtió la doctrina de Marx y Lenin bajo el estalinismo, y en contra de los despiadados crímenes que marcaron el socialismo real. Por supuesto, una de las mayores preocupaciones que ocuparon la vida intelectual y militante de Sánchez Vázquez fue la de denunciar que en el socialismo real hubo una grotesca y burda falsificación del marxismo que casi lo convirtió su contrario y que ahora una de las principales metas de las fuerzas progresistas en el mundo, era demostrar que el socialismo real se había despojado de la teoría de Marx, y su misión consistía en regresarlo a su significado y valores originales, sin los cuales no podría vivir o se falsificaría para siempre.

Una de las cuestiones de mayor interés que surgieron en este coloquio sobre Adolfo Sánchez Vázquez es cuando alguien afirmó, sin mayor conocimiento de causa, que el socialismo como tal había quedado ya al margen de las opciones históricas, sobre todo después de la derrota sufrida por los países del socialismo real y del triunfo del capitalismo globalizado en prácticamente todas partes del mundo. A este seudoargumento, que se deshace tan fácilmente, del socialismo como alternativa, me reduje a contestar que es la existencia del propio capitalismo globalizado y neoliberal, al que muchos han denominado certeramente capitalismo salvaje (pero ¿hay un capitalismo que no sea salvaje?), precisamente por su afán ilimitado de ganancias, por la explotación que ejerce sobre muy grandes mayorías, por haberse convertido en una verdadera fábrica de pobres y por haber impulsado la mayor concentración de riquezas de que se tenga noticia en la historia humana, y por la degradación moral e intelectual que implica.

Vale la pena también mencionar que las cuestiones estéticas propiamente dichas y las de la ética, en estricto sentido filosófico, ocuparon espacio importante en la obra de este humanista mexicano y español de nuestro tiempo. Una vez más, por todo ello, nos congratulamos de este homenaje especial que se le rinde en la Facultad de Filosofía y Letras de nuestra Universidad Nacional Autónoma de México.

Muchos otros argumentos podrían añadirse, pero nos baste recordar ahora que el propio Adolfo Sánchez Vázquez, siguiendo de cerca en esto a Ernst Bloch, insistió siempre en la necesidad de vivir permanentemente con un principio de esperanza que proporcione a los desheredados del mundo el optimismo necesario para seguir adelante con su carga, pero con la convicción de que el mundo es cambiable y que de ninguna manera podemos pensar en una historia congelada y sin alternativas, muerta, y la principal de esas alternativas es la de la liberación de los más pobres para que efectúe una lucha sin cuartel, seguros de que al final de cuentas triunfarán sus sueños y esperanzas.

O, retomando la frase celebre de Walter Benjamin: Sólo tenemos esperanza por aquellos que han perdido toda esperanza.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2015/09/07/opinion/027a1pol

jueves, 15 de agosto de 2013

Josefina Piquet, una mujer del 36

Exiliada tras la Guerra Civil, dedicó sus últimos años a contar sus experiencias durante el conflicto y el franquismo

Su lema: “Si la vida te da limones, añádales agua y azúcar y prepara una buena limonada”.

Josefina Piquet se consideraba una mujer afortunada, a pesar de haber quedado sepultada bajo los escombros de las bombas de la Guerra Civil en Figueres, camino del exilio, con solo cuatro años; a pesar de haber vivido su infancia y juventud exiliada en Francia, repudiada por sus compañeros de clase que le tiraban piedras y la insultaban; a pesar del miedo, el hambre y la soledad que vivió allí y del insomnio y la angustia que padeció una vez instalada en su ciudad, Barcelona. Pero Josefina, fallecida el pasado lunes, decía que el victimismo paraliza a las personas y que se debe transformar en algo positivo. Y así cambió su vida cuando decidió abrir la puerta del pasado.

Nacida en Barcelona en el año 1934, Josefina Piquet era hija única de una familia de tradición anarquista, el padre formó parte de la Columna Durruti. Por este motivo, y con solo dos años, a Josefina la nombraron mascota del lado republicano. El 9 de febrero del 1939 pasaba la frontera con su madre, mientras su padre quedaba en el campo de concentración de Saint Cyprien. Se encontrarían dos años más tarde, pero su progenitor continuaría jugándose la vida luchando contra el nazismo y acogiendo a refugiados españoles. Es estremecedor el relato de estos 11 años de exilio en Francia, hasta que, en 1950, los Piquet regresaron a Barcelona.

Tampoco sería fácil la vida en plena dictadura, pero Josefina estudió en el Liceo Francés y enseguida trabajó de secretaria de dirección con solo 16 años. Hasta que se casó en 1958 y dejó la empresa porque una mujer casada no podía trabajar. Tuvo dos hijos.

A finales de 1997 conoció a un grupo de mujeres que empezaban a hablar de su experiencia en la Guerra Civil y la posguerra. Ella no era miliciana, ni había estado en prisión ni en la clandestinidad, como muchas de ellas, pero contaría la experiencia de una niña a quién el trauma de la guerra había cambiado la vida.

Así entró Josefina Piquet en el colectivo Les dones del 36, mujeres que rondando los ochenta años se iban a escuelas, institutos o a centros cívicos a hablar de su experiencia. Ella era la más joven y la llamaban La Nena. Muchas de ellas no habían hablado jamás en público, y mucho menos a estudiantes, que salían emocionados y se preguntaban por qué les habían escondido ese tramo de la historia. En 2005, a raíz de una de las crónicas que publicaba entonces en EL PAÍS, les propuse escribir un libro con la biografía de cada una de ellas. El grupo se disolvió en el 2006 porque muchas ya no podían seguir aquel ritmo. Se despidieron con otro libro editado por ellas: Les dones del 36, un silenci convertit en paraula.

Pero Josefina tenía claro que continuaría divulgando su mensaje. Su discurso era claro y sincero, no le importaba hacer kilómetros y habló ante todo tipo de público, incluso en Francia, en los mismos escenarios que la habían ninguneado. Y en uno de ellos le otorgaron hace poco la Medalla de Oro de la ciudad. Colaboró en el Memorial Democràtic y en el Museu d’Història de Catalunya. A raíz de la exposición Les presons de Franco se integró en el grupo de voluntarios Consell de savis, una actividad oral que aporta la experiencia de la vida de estas personas a grupos de estudiantes.

En los últimos ocho años, Josefina colaboró con la Fundació Congrés Català de Salut Mental, dirigido por la psicóloga clínica Anna Miñarro, que la ha llevado a cursos, jornadas y congresos relacionados con la palabra y la reflexión sobre los traumas de la guerra. Josefina responde al modelo de mujer fuerte, valiente, positiva, que no se rendía ante nada. Su lema: “Si la vida te da limones, añádales agua y azúcar y prepara una buena limonada”.
Isabel Olesti es escritora.