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martes, 8 de agosto de 2023

Manuel II el último rey de Portugal. Fin de la monarquía.

Manuel II

El 1 de febrero de 1908 mueren el rey y su heredero en un atentado en la Praça do Comércio de Lisboa.

El fin de la monarquía

El rey Carlos I de Portugal muere de un tiro en Lisboa en 1908

Manuel II
 (1889-1932), el hijo pequeño del rey asesinado, asciende al trono con 18 años. Sería el último rey de Portugal. El rey no pudo mantener la monarquía en Portugal. La primera medida que tomó fue destituir a João Franco, al que acusó de haber tenido que ver en el asesinato de su padre y de su hermano. Nombró al almirante Ferreira do Amaral como primer ministro, que intentó, con una serie de medidas liberales, calmar la situación. A esta política se la llamó en Portugal la "Politica de Acalmação". Con ello se repitieron muchos de los procesos que habían tenido lugar bajo el mandato de Franco y se abrieron periódicos prohibidos. También se dictó una amnistía general. Las cortes se disolvieron y se convocaron elecciones. Los republicanos lograron vencer en las elecciones municipales de Lisboa.

La monarquía portuguesa tendría otros 6 primeros ministros en los últimos 2 años de existencia. Los monárquicos estaban muy divididos. A finales de 1909 el Partido Regeneracionista se divide en dos facciones. El mismo año, en un congreso general republicano se impuso el área radical y su tesis de la revolución armada como objetivo del partido. En 1910 Miguel Bombarda, un psiquiatra y cabecilla del movimiento republicano es asesinado por un paciente. Aunque el suceso no tenía connotaciones políticas, se produjeron levantamientos en Lisboa y en las grandes ciudades del país. Dos días más tarde del suceso se instauró un gobierno provisional a nombre del republicano Teófilo Braga. El 6 de octubre de 1910 se proclama la República Portuguesa en Oporto. Un día antes, el rey había marchado al exilio en Inglaterra. La monarquía portuguesa, que había comenzado en 1139 cuando Afonso Henriques tomó el título de rey, terminaba 771 años después.

En 1932, después de la muerte del último rey de Portugal, una hija bastarda del rey Carlos I (1863-1908) y por lo tanto supuestamente hermana del rey Manuel II, conocida como María Pía de Sajonia-Coburgo Gotha y Braganza (1907-1995),1​de acuerdo con el texto de las Cortes de Lamego que decía que "si el Rey muere sin hijos, en el caso de tener hermano este poseerá el reino en su vida", reclamó el título de Duquesa de Braganza (por la rama constitucional) y defendió ser la legítima reina de Portugal.

Manuel II el último rey de Portugal.

martes, 28 de febrero de 2023

GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. La ‘Cartilla escolar antifascista’ de la República, una obra no solo educativa, también artística.

El Instituto Cervantes de Alcalá de Henares expone originales del cuaderno de lectoescritura que ideó el Gobierno del Frente Popular al comienzo de la Guerra Civil

Un joven lee concentrado una libreta en cuya portada aparece un soldado empuñando una metralleta y cuyo título reza: Cartilla escolar antifascista. La fotografía, tomada por Walter Reuter, abre la exposición dedicada a este documento histórico, publicado en 1937 por el Ministerio de Instrucción Pública del Gobierno de la Segunda República para alfabetizar y aleccionar a los soldados del Ejército durante la Guerra Civil.

La Cartilla escolar antifascista se ideó como un cuaderno de aprendizaje de la lectura, la escritura y el cálculo, pero también como una publicación artística y, a la vez, propagandística, en la que las frases elegidas para la enseñanza y el diseño de las imágenes contenían consignas republicanas. El Instituto Cervantes de Alcalá de Henares ha inaugurado una exposición sobre este documento histórico, que además sirve de homenaje a sus creadores: el diseñador gráfico de origen polaco Mauricio Amster y el fotógrafo berlinés Walter Reuter. La muestra se podrá visitar hasta el 5 de febrero de 2023.

El hallazgo de una lata de 2.200 negativos inéditos de Reuter en el archivo del cineasta y fotógrafo conquense Guillermo Fernández Zúñiga (1909-2005) es lo que ha permitido montar esta exposición, ya que muchos de los ensayos fotográficos que el alemán utilizó para la segunda edición de la Cartilla estaban en esa caja de hojalata redonda. Michel Lefebvre, uno de los dos comisarios de la exposición, califica este hecho de milagro: “Este descubrimiento está al mismo nivel que el de la Caja Roja de Antoni Campañà o la conocida como Maleta Mexicana [los 4.000 negativos de Robert Capa, David Seymour y Gerda Tardo que llegaron a México entre 1941 y 1942]”.

Un joven con un ejemplar de la 'Cartilla escolar antifascista', en el verano de 1937. WALTER REUTER

En la primera edición de la Cartilla, de 25.000 ejemplares, que se publicó en abril de 1937, se utilizaron las ilustraciones de Amster, reputado diseñador en la España de entonces, y las fotografías del cineasta José Val del Omar y el fotógrafo José Calandín. Tuvo tal éxito que se decidió imprimir una segunda edición, ya de una tirada de 100.000 ejemplares, algo extraordinario en una situación de guerra, según Lefebvre. Esta segunda entrega contaba además con un cuaderno de cálculo y con las fotografías de Reuter, afamado fotógrafo que había huido de la Alemania nazi y trabajaba en el Comisariado de Propaganda en 1936. “Cuando llegó la guerra, los dos se comprometieron con la Armada del régimen republicano, pero les asignaron una labor artística, porque físicamente no eran tan útiles”, relata el comisario. La exposición compara los cambios y mejoras entre las dos ediciones.

La Cartilla se distribuyó por todo el frente republicano. Cada lección partía de una frase acompañada de una ilustración. Por ejemplo: “La Unión Soviética nos ayuda” y un collage de un mitin comunista con cientos de participantes en blanco y negro y la bandera comunista en color. La seguía la separación por sílabas de las palabras que contenía esa frase, con caligrafía cursiva, e invitaba a los aprendices a crear palabras nuevas con esas sílabas, algo que recuerda a las técnicas utilizadas en los cuadernillos Rubio, pero con frases propagandísticas.

Foto de Reuter que Amster utiliza para un fotomontaje de la cartilla. En el patio del auditorio de la Residencia de Estudiantes de Madrid los Soldados del VI Ejército posan, el 6 de julio de 1937.

WALTER REUTER

Lefebvre señala que la proliferación de alabanzas a la Rusia de Lenin en sus páginas se debe a que la URSS fue el régimen que más ayudas envió a los republicanos: “Si los franceses hubieran cooperado más, seguramente habría menos propaganda bolchevique”. También se exponen las páginas del suplemento de cálculo, en las que se pueden ver operaciones aritméticas con balas como unidades para contar. En una de las páginas dedicadas a la resta, se lee esta frase: “Cada disparo de la ametralladora resta un cartucho al peine”. Este ejemplo muestra cómo se utilizaban objetos cotidianos para los soldados para que asimilaran los conceptos matemáticos con más facilidad.

Páginas de la cartilla aritmética dedicadas a la suma y a la resta. WALTER REUTER Y MAURICIO AMSTER

Amster, judío polaco nacido en la actual Lviv (Ucrania), estudió Bellas Artes en Viena y artes gráficas en Berlín. En 1930, un paisano suyo lo invitó a Madrid y allí colaboraron en varias editoriales españolas como diseñadores gráficos. Juan Manuel Bonet, el otro comisario de la exposición y experto en la trayectoria de Amster, explica que fue uno de los más importantes grafistas de España y que trajo consigo técnicas desconocidas entonces en el país: “Por un lado, hacía diseños de estilo más soviético o alemán a partir de fotografías, pero también utilizaba la línea clara, que ya se utilizaba en el cómic de Hergé, además de inventar numerosas tipografías”.

El grafista trabajó para proyectos de toda índole e ideología: desde el cartel de la exposición de Picasso de 1936 en el Centro de la Construcción de Madrid hasta la portada de la revista misionera Catolicismo, pasando por la cubierta de un ensayo de Trotsky. “A pesar de que él se alistó en el Partido Comunista en España y era afín al régimen republicano, lo contrataban de todas partes”, apunta Bonet.

Ya era amigo de Reuter cuando este llegó a España y fue él quien le propuso trabajar en la cartilla. Lefebvre, que equipara su importancia artística a la de Robert Capa, cuenta que Reuter era un personaje muy peculiar: “Era guapo como un dios, andaba por ahí con su guitarra acompañado de dos mujeres alemanas. No era comunista, más bien se asociaba a una especie de ecologismo socialista que existía en Alemania. Recorrió Europa a pie y cuando llegó a España le fascinaron los gitanos, a quienes fotografió en Málaga”.

Tanto Amster como Reuter se exiliaron a América Latina después de la guerra: el primero a Chile, donde con la ayuda, entre otros, de Pablo Neruda continuó su carrera de diseñador; y el segundo a México, donde siguió ejerciendo como fotógrafo. “Es curioso que sufrieran el mismo destino que muchos republicanos, aunque ellos no fueran españoles”, comenta Lefebvre.

https://elpais.com/cultura/2022-11-22/la-cartilla-escolar-antifascista-de-la-republica-una-obra-no-solo-educativa-tambien-artistica.html

miércoles, 14 de septiembre de 2022

Crímenes del franquismo. El revisionismo quiere blanquear el genocidio del dictador Francisco Franco

Los ejércitos de Franco, Hitler y Mussolini comenzaron aquí su camino para tratar de arrastrar al mundo hacia su infierno. Hay quienes quieren lavarles la imagen para allanar nuevos caminos hacia el fascismo.

Durante muchos años de recuperada democracia no existió un debate en la sociedad española acerca de las consecuencias de las violaciones de derechos humanos de la dictadura. Las élites del franquismo, que han seguido siéndolo en democracia, conquistaron su impunidad a través de una Ley de Amnistía y establecieron un modelo de democracia en el que las instituciones del Estado se convirtieron en fábricas de ignorancia para ocultar ese pasado.

Durante veinticinco años tras la muerte del dictador, el Parlamento español no debatió sobre los crímenes del franquismo. Los libros escolares ocultaban la historia de la dura represión de la dictadura y todo ese silencio negacionista hizo sobrevivir en el imaginario colectivo el relato franquista que justificaba la necesidad de que un general fascista diera un golpe de Estado y asaltara violentamente el poder con ayuda de los ejércitos de Hitler y Mussolini.

En la transición, tras la dictadura, llamaron reconciliación a ocultar el pasado, a dejar que los fascistas normalizaran su presencia en la vida política democrática y a dejar sin justicia ni reparación a las víctimas.

El pasado parecía clausurado y resuelto, sin deudas pendientes. Pero en el año 2000, en una cuneta de un pueblo llamado Priaranza del Bierzo, un grupo de arqueólogos y forenses comenzaron a exhumar los cuerpos de 13 civiles republicanos asesinados por pistoleros fascistas el 16 de octubre de 1936. De allí nació la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y un movimiento social que comenzó a denunciar los crímenes de la dictadura. Fue una pequeña grieta en un gigantesco muro de impunidad.

Así se puso en marcha un movimiento social para buscar a los desaparecidos por la represión franquista. Las imágenes de las fosas comunes comenzaron a circular en medios de comunicación. Personas que no conocían esos hechos se indignaron al conocerlos y otras que los habían vivido pero por miedo habían callado comenzaron a contarlos.

Ante esa evidencia física, científica, de la represión, los sectores de la derecha española vinculados al franquismo necesitaban dar una respuesta porque se estaba resquebrajando el relato monolítico impuesto en la transición. Y como no podían atacar a los hijos ni a los nietos de esos republicanos asesinados, enterrados lejos de cementerios y con orificios de bala en sus huesos, decidieron reconstruir editorial, mediática y culturalmente el relato franquista.

Dos autores, César Vidal y Pío Moa, se convirtieron en los principales defensores y difusores de la explicación franquista: la culpa de la guerra fue de la revolución de los mineros de 1934 o esa secreta intención del gobierno de la República de venderle España a Stalin para convertirla en una república soviética.

Pero lo cierto es que el dictador Francisco Franco dejó firmada en el Boletín Oficial del Estado la explicación de lo ocurrido. Se trata de Ley de 23 de Septiembre de 1939 que consideraba que eran no delictivas actuaciones llevadas a cabo desde el 14 de abril de 1931, día de proclamación de la Segunda República, hasta el 18 de julio de 1936, día de su golpe de Estado. Los actos que Franco no consideraba delitos fueron: cualesquiera de delitos contra la Constitución, contra el orden público, infracción de las Leyes de tenencia de armas y explosivos, homicidios, lesiones, daños, amenazas y coacciones cometidos por personas respecto de las que conste de modo cierto su ideología coincidente con el Movimiento Nacional. Es decir, cualquier asesinato, atentado terrorista o delito violento cometido por motivos políticos contra la república desde el primer día de su existencia era declarado legal. El objetivo de Franco no era poner orden, era mantener una estructura social casi medieval, con un altísimo nivel analfabetismo y un modelo de explotación de trabajadores infrahumano y muy beneficioso para los grandes propietarios del país, incluida la iglesia católica.

El fenómeno del revisionismo tuvo enormes apoyos mediáticos, entre ellos la televisión pública durante el Gobierno de José María Aznar. Pero el movimiento de recuperación de la memoria siguió exhumando fosas, ha enseñado miles de asesinatos, ha implicado a Naciones Unidas y ha convertido a millones de españoles en testigos de esos crímenes.

Al terminar la guerra, Franco recogió los cadáveres de “sus” muertos, reparó a sus familias con becas escolares, con pensiones especiales, con puestos como funcionarios para toda la vida, con reconocimiento social y todo el apoyo económico. Pero a las familias que no apoyaron su golpe de Estado no les dejaron buscar a sus muertos, les arrebataron sus bienes a punta de pistola y crearon un apartheid español donde los defensores del fascismo tenían derechos y beneficios sociales y las familias antifascistas podían servir, malvivir o emigrar, como hicieron cerca de dos millones de personas de familias republicanas que emigraron en los años 50 y 60.

Franco hizo desaparecer al menos a 114.226 civiles; creó 300 campos de concentración, uno de ellos específicamente para homosexuales; aplicaba electroschocks a las lesbianas para curarlas de sus ‘aberraciones’; robó bebés a las presas republicanas con las teorías de un psiquiatra, Antonio vallejo Nájera, que investigó la transmisión de un supuesto gen marxista; incluso cuando compró las primeras vacunas contra la poliomielitis solo eran para hijos de vencedores.

La publicación en Francia de obras que justifican la dictadura franquista y la necesidad de su golpe de Estado, que pretenden humanizar el fascismo, hay que entenderla como un fenómeno europeo. Las extremas derechas buscan un relato del pasado que no asuste y que explique que los viejos fascismos fueron útiles para salvar a Europa. La sombra renovada del fascismo viaja en páginas de libros, en programas electorales y se extiende por ciudades, medios de comunicación y parlamentos.

El revisionismo español justifica la dictadura de Franco asegurando que las autoridades de la república estaban fuera de la legalidad. Pero lo que realmente hizo el Gobierno de la República fue construir miles de escuelas para combatir el analfabetismo, separar a la iglesia del Estado, celebrar elecciones democráticas con sufragio universal masculino y femenino, tener gobiernos de izquierdas y de derechas, legislar el divorcio, tener la primera ministra de Europa Occidental o llevar la cultura al último pueblo de la geografía española para mejorar el país.

En España se produjo la primera gran victoria militar del fascismo europeo. Los ejércitos de Franco, Hitler y Mussolini comenzaron aquí su camino para tratar de arrastrar al mundo hacia su infierno. Hay quienes quieren lavarles la imagen para allanar nuevos caminos hacia el fascismo. Mientras tanto, en España hay 114.226 civiles desaparecidos por la violencia franquista y ningún responsable de ninguno de esos crímenes ha sido juzgado jamás.

Las personas que construyeron la Segunda República estaban modernizando este país. La transición a la democracia la hizo España en la década de los años 30 del siglo pasado. Lo que se hizo tras la muerte del dictadura fue recuperarla.

Las personas que lucharon contra Franco querían defender esa democracia. Los republicanos españoles que salieron de España huyendo de Franco siguieron su lucha por la democracia en suelo francés, formando parte de la resistencia y de las fuerzas que liberaron París del nazismo. Sus cuerpos están enterrados desde Noruega hasta el sur de Francia.

Quienes quieren lavar la imagen de Franco necesitan deslegitimar la República. Pero llevamos años viendo sus crímenes en miles de huesos, de vidas rotas y de civiles asesinados en cunetas. La narrativa que quiere dulcificar el fascismo pretende allanar un camino y los únicos caminos que respetan la diversidad y protegen derechos transcurren por el territorio de la democracia.

Emilio Silva, Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. El autor es nieto de un civil desaparecido por la represión fascista en España.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/crimenes-franquismo/revisionismo-quiere-blanquear-genocidio-dictador-francisco-franco

domingo, 24 de abril de 2022

_- Una línea divisoria ambigua.

_- La suciedad acumulada durante las diferentes experiencias monárquicas sale a la superficie de vez en cuando, pero continúa formando parte del paisaje. No fuimos capaces de hacer el barrido después del 14 de abril de 1931, por eso estamos donde estamos

1931 ha sido la única ocasión en que España ha vivido un proceso constituyente genuino. Fue posible por la implosión del sistema político de la Restauración, incapaz de poner en marcha un programa de reformas, que permitiera pasar de la Monarquía Constitucional a la Monarquía parlamentaria. Aunque en las dos primeras décadas del siglo XX la reforma de la Constitución, con la finalidad de ir situando el centro de gravedad del sistema político en el Parlamento, estuvo presente en la agenda política, no llegó a formalizarse como proyecto de ley de reforma constitucional ninguna propuesta. El resultado fue que una manifestación relativamente subalterna del sufragio universal, como son unas elecciones municipales, produjeron un cambio de régimen. España se acostó monárquica y amaneció republicana.

El 14 de abril enterró la Monarquía Española, que es como se denominó la Monarquía del siglo XIX en nuestro país. Desde el momento en que se inició una experiencia democrática indiscutible, el retorno a lo que fue el “Antiguo Régimen monárquico-constitucional” resultó imposible. En esto, la Segunda República se diferenció nítidamente de la otra gran experiencia modernizadora anterior: el Sexenio Revolucionario. La Restauración de la dinastía borbónica se abrió camino con relativa facilidad tras el fracaso de la experiencia monárquica de Amadeo de Saboya y de la Primera República. Eso no sería posible tras el 14 de abril de 1931.

El 14 de abril de 1931 simboliza la democracia. Una vez que se alcanza ese umbral, ya no es posible la vuelta atrás, no es posible la vuelta a una sociedad predemocrática. Se pueden imponer fórmulas políticas anti-democráticas, rabiosamente antidemocráticas incluso, pero no se puede volver al universo predemocrático al que pertenecía la Monarquía española.

Lo más parecido a la línea divisoria del 14 de abril es la línea divisoria del 2 de mayo de 1808. Esta última supuso la quiebra de la Monarquía Absoluta. La primera supuso la quiebra de la Monarquía Constitucional. Desde el momento en que hace acto de presencia la soberanía nacional en 1812 o la soberanía popular en 1931 estamos en otro mundo. Con hipotecas muy fuertes del pasado, pero en otro mundo.

Ambas líneas divisorias intentaron ser borradas de manera brutal. La reacción de Fernando VII frente a la Constitución de Cádiz es similar a la reacción de Franco frente a la Constitución republicana. Se intentó en ambos casos hacerlas desaparecer, como si nunca hubieran existido. Pero el programa de futuro del que cada una de ellas era portadora no pudo ser borrado del horizonte por completo. Se conseguiría retrasarlo, rebajarlo y condicionarlo cuando resultó imposible impedir que empezara a abrirse camino. Pero no se pudo volver al pasado anterior.

La forma en que se intentó condicionar la llegada de la Monarquía Constitucional tras la muerte de Fernando VII y la Monarquía parlamentaria tras la muerte de Franco también tiene similitudes. De la misma manera que el Estatuto Real perimetró el terreno de la futura Monarquía Española, la Ley para la Reforma política condicionó el disfraz de la Restauración monárquica como transición a la democracia.

La forma en que se transitó de Fernando VII a Isabel Segunda es similar a la forma en que se transitó del General Franco al Rey Juan Carlos I de Borbón. Y entre la conducta de la primera Reina constitucional y el primer Rey parlamentario también hay similitudes.

La suciedad acumulada durante las diferentes experiencias monárquicas sale a la superficie de vez en cuando, pero continúa formando parte del paisaje. No fuimos capaces de hacer el barrido después del 14 de abril de 1931 y por eso seguimos estando donde estamos.

Contracorriente. Javier Pérez Royo.

jueves, 29 de julio de 2021

_- Puntualización al exministro Ignacio Camuñas

_- Empiezo esta puntualización declarando mi ignorancia. No conocía a Ignacio Camuñas en el papel de historiador sentando cátedra sobre el pasado. He quedado sorprendido que no quisiera discutir con sus aparentes "colegas". Las afirmaciones que ha hecho en un discursito que ha corrido como el fuego por las redes sociales son muy rotundas. La responsabilidad de la guerra civil corresponde a la República; el 18 de julio no fue un golpe de Estado; la derecha no es la culpable del 36; hay que responder a la izquierda. Es decir, las derechas (Vox, PP, C´s) deben pasar a la ofensiva y olvidarse de los más o menos 5.000 libros (Eduardo González Calleja) que se han escrito sobre el período republicano.

Hay que regresar, en consecuencia, a los embustes de los conspiradores de 1936: peligro inminente, revolución roja a la vuelta de la esquina, riesgo existencial para la PATRIA. Se materializaron en una guerra civil que siempre desearon las izquierdas. Camuñas retoma el espíritu de la Carta Colectiva del Episcopado español (1937) y del Dictamen sobre la ilegitimidad de los poderes actuantes en 18 de julio de 1936 (1939).

Tan altisonante palabrería se halla en la misma línea que las denuncias contra el "Gobierno social-comunista", como si la URSS siguiera existiendo, un peligro inminente se abatiera sobre el Occidente cristiano (singularmente sobre España) y los equivalentes de la Comintern continuaran proyectando amenazas sobre el baluarte de la civilización europea, expuesto a las influencias foráneas, a los refugiados de otras creencias y colores de piel, a la delicuescencia de las costumbres y, no en último término, al abuso despótico de los poderes del Estado. ¿Y el PP? Vuelve a sus orígenes, a los "siete magníficos", que probablemente Camuñas no ha olvidado.

Es decir, en el año de gracia jacobeo de 2021 un retorno. No, por supuesto, de la República, sino del gran régimen que levantó a España de la ruina en la que la habían dejado las variopintas izquierdas, merced a la sabiduría del Inmarcesible, aunque innombrable.

Quedan olvidadas muchas cosas. La conspiración monárquica, militar, fascista, cuyos orígenes remontan a, por lo menos, 1932. A las estupideces que propagaron incansablemente La Nación y los medios de su cuerda. A la ayuda solicitada a Mussolini en dinero para pagar a pistoleros falangistas y fomentar la subversión de un sector del Ejército. También, cuando llegó el momento, para obtener armamento. En suma, todo lo que los historiadores hemos ido aprendiendo a lo largo de los últimos cuarenta años, visitando archivos, buscando papeles, entrecruzando evidencias.

Él, Ignacio Camuñas, ministro del Gobierno de España en los años primeros de la Transición, dotado de presciencia, conoce a la perfección los mecanismos que han impulsado la Gran Historia de España. Se pronuncia, con verbo arrebatador, sobre verdades trascendentes, cuya actualidad inmanente hace suya. Son eternas, aunque las izquierdas, enconadas, siguen desparramando vituperios sobre un pasado que deforman, prostituyen, aborrecen. No él.

Para llorar. Recuerda los años iniciales de la República Federal de Alemania, cuando la huella nacionalsocialista seguía perviviendo, más o menos disfrazada, en ciertos despachos ministeriales, en algunas minorías del Bundestag y en una publicística de medio pelo en la que encontraban acomodo los testimonios de militares, diplomáticos y pensadores que todavía no habían renegado de su pasado inmediato. Una arruga en la historia. Como la dictadura franquista.

¿Y qué decir del líder del PP? Uno de sus antecesores, ministro de Desinformación y Turismo, hubiese saltado a la brecha, recitado de memoria treinta o cuarenta páginas de datos, referencias, autores, todos en atropellada confusión. Él, en cambio, se contenta con una sonrisita cómplice, como abobado ante la facundia del orador que lanza rayos y centellas contra las izquierdas, siempre culpables de los desmanes que llevaron a la guerra civil. Porque lo dice él.

Moraleja: empieza a levantarse el telón sobre lo que nos espera de cara a los debates parlamentarios del proyecto de Ley de Memoria Democrática. Ya lo anuncia el Sr. Casado: la eliminará de un plumazo y la sustituirá por una ley sobre la Concordia.

Pero, ¿qué concordia puede desarrollar y elaborar un partido que se niega a aceptar la Historia y prefiere "su" pequeñita historia de simples creencias?. Porque muchos españoles no nos vemos representados ni en él ni en ella. Como simples ciudadanos. También como historiadores.

¿Me permitirá Ignacio Camuñas que le refiera a mis dos últimos libros sobre los orígenes de la guerra civil? Han tenido algún éxito y estoy ya deseando que bien él, en plan de historiador, o con la ayuda de alguno de sus "colegas", desmonte "mis" falacias, "mis" argumentos y, sobre todo, los papeles que he ido recopilando a lo largo de tres años en casi veinte archivos españoles y extranjeros. Le deseo, les deseo, mucho ánimo y mucha suerte. Los necesitarán.

Ángel Viñas Historiador, economista, diplomático. Es catedrático emérito de la UCM.

miércoles, 12 de agosto de 2020

Zafra y la guerra civil

Cada vez que se reivindica la memoria de las víctimas de la violencia fascista hay quienes cuestionan esa reivindicación.

Basta con recordar que, en sitios como Zafra, fueron asesinadas en apenas unos meses de 1936 cerca de doscientas personas, para que haya quien ponga reparos a la oportunidad de rememorarlas o hasta busque justificaciones a esa violencia.

Y quienes lo hacen no siempre son descarados fanáticos ultras. Hay gente que ha interiorizado ese discurso miserable sin serlo o, incluso, a pesar de figurar antepasados suyos entre las víctimas.

Les molesta hablar de eso. Es como si no fueran capaces de acomodar esos hechos entre sus convicciones y los rechazaran como quien rechaza una pieza que no encaja en un puzle.
En cualquier caso, a todos esos negacionistas les resulta una historia insoportable (“los rojos, ¿las víctimas?”) y construyen varios argumentos defensivos ante ella.

Unos dicen que es hora de olvidar (cuando no se puede olvidar lo que no se conoce), o dicen que en todas las guerras hay muertos (aunque esas doscientas víctimas no murieran con las armas en la mano), o dicen que todos mataron (cuando es evidente que en Zafra solo hubo víctimas entre los partidarios de la República y de la izquierda), o dicen que hablar de eso es airear viejas disputas entre bandos (dándoles a los asesinos rango de contendientes, en vez de verdugos), o -en fin- dicen que eso atenta contra la concordia (cuando no hay paz sin justicia).

En la historia las víctimas son inapelables, sea cual sea su ideología. La injusticia de sus muertes no puede proseguir con la injusticia del silencio sobre ellas. El pebetero de la memoria nunca puede dejar de arder por ellas.

El próximo miércoles, día 12, en el auditorio al aire libre del Instituto “Suárez de Figueroa”, con las limitaciones de aforo que impone la situación actual, habrá un acto de divulgación histórica sobre lo que ocurrió en Zafra en agosto de 1936.

Tomado de J. M. Lama.

jueves, 20 de septiembre de 2018

-Los franquistas asesinaron en el Campo de Gibraltar a más de mil civiles indefensos. Una sociedad democrática no puede permitir homenajes ni lugares de culto a genocidas

La Asociación de Familiares de Represaliados por el Franquismo en La Sauceda y El Marrufo (Afresama) y el Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar queremos manifestar:

-Ningún genocida puede tener un monumento en una sociedad sana y democrática. Los restos de Franco, José Antonio y demás autores intelectuales y materiales del genocidio contra el pueblo español no pueden descansar en un lugar público convertido en homenaje permanente al fascismo y sus terribles consecuencias.

-Quienes predican que hay que amar al prójimo y poner la otra mejilla frente al agresor no pueden permitir que sus símbolos amparen a los responsables de una guerra contra el pueblo español que costó la vida a más de un millón de personas, el exilio de más de medio millón y el fusilamiento o la cárcel para centenares de miles de hombres y mujeres inocentes.

-Sabemos los nombres y apellidos de unas seiscientas personas que fueron fusiladas en el Campo de Gibraltar por los sublevados contra la democracia española. Aquí no hubo guerra, sólo una represión feroz y cruel contra una población civil indefensa perpetrada según el plan de los militares traidores al pueblo que en Andalucía asesinaron a unas 60.000 personas inocentes en las tapias de los cementerios o en las cunetas de las carreteras. Los historiadores aseguran que esa cifra de 600 desaparecidos hay que multiplicarla al menos por tres para saber cuantas personas fueron realmente asesinadas. La mayoría de los fusilamientos los cometieron los fascistas al principio de la guerra sin juicio previo, sin ninguna instrucción policial y no hay rastro documental de buena parte de ellos. Sólo en Algeciras, que en 1936 tenía 22.000 habitantes, los fascistas fusilaron a más de 300 personas. En La Línea, sólo en un día, el 19 de julio, las tropas sublevadas asesinaron a más de cien personas junto al cuartel de Ballesteros.

-Nos sentimos profundamente ofendidos, agraviados e indignados por la proliferación estos días en la televisión, las radios y los periódicos de comentaristas y tertulianos que defienden abiertamente a los genocidas y el genocidio. ¿Se imaginan ustedes qué podrían sentir las familias de Miguel Ángel Blanco o de Ernest Lluch si cada vez que alguien fuese a hablar en la tele del aniversario de los atentados de Hipercor aparecieran miembros de ETA o HB defendiendo los atentados y la lucha armada? Pues eso es lo que sentimos nosotros todos estos días. Un asco tremendo y un dolor sin consuelo. Con la diferencia de que los asesinos de nuestros padres y abuelos no fueron sometidos a juicio, no pagaron por sus crímenes y encima han gozado y gozan de impunidad y respetabilidad para una parte de la sociedad que siguen sin romper con el franquismo.

-El juez Garzón le puso nombre a 115.000 personas asesinadas por las huestes franquistas cuyos restos siguen esparcidos por las cunetas y fosas comunes de los cementerios de toda España. Cualquier Estado civilizado y democrático haría lo mínimo: Ordenar una investigación judicial, hallar los restos mortales de todos ellos, devolvérselos a sus familias, poner nombre y apellidos a los culpables de tanto crimen, juzgarlos y reparar el daño sufrido por las víctimas. Pero amparado por un aparato judicial en gran parte heredero del franquismo, los jueces se han escudado en la Ley de Amnistía de 1977 para decir que los crímenes de los funcionarios, militares, policías y dirigentes del franquismo están perdonados, y que por eso no hay nada que investigar ni fosas que descubrir.

Europa, la ONU, y todos los organismos internacionales de derechos humanos no paran de ponerle la cara colorada al Gobierno español. Los crímenes de genocidio, los crímenes contra la humanidad nunca prescriben. Es obligación del Estado investigarlos y reparar a las víctimas o sus familiares. Afresama y el Foro pusieron una denuncia en el juzgado de Jerez cuando aparecieron los restos de los 28 fusilados del Marrufo. Pero el juez decretó el archivo de la causa. Nuestra abogada presentó el pertinente recurso, también rechazado. Luego entregamos toda la documentación sobre La Sauceda y el Marrufo y la de los 600 asesinados en el Campo de Gibraltar al Grupo de Trabajo de la ONU sobre Desapariciones Forzosas e Involuntarias y a los abogados de la querella presentada en Argentina contra los criminales franquistas que investiga la jueza María Servini.

-Nos gustaría pensar que en España hay jueces a los que se les cae la cara de vergüenza viendo cómo tiene que venir una jueza de otro país a hacer su trabajo. Nosotros alentamos y apoyamos con todas nuestras fuerzas la acción de la jueza Servini y de cualquier otra instancia internacional que colabore en romper la impunidad del franquismo. La razón, el derecho natural y los principios más elementales de la justicia nos asisten. Esperamos que el nuevo Gobierno de España no se limite solo a sacar los restos de Franco del valle de Cuelgamuros, clausure los monumentos de exaltación al fascismo y elimine toda la simbología franquista que aún existe en este país.

-Y esperamos que se anulen las condenas dictadas por los tribunales franquistas contra nuestros padres, madres, abuelos y abuelas. Los traidores al pueblo español juzgaron y condenaron por rebelión a quienes sólo habían permanecido fieles al orden constitucional. La justicia al revés. Los traidores juzgando y condenando a los traicionados. El Estado español debe devolver a nuestros familiares el buen nombre que jamás han perdido en nuestras conciencias.

Blas Infante, un notario de pueblo defensor de los jornaleros y los trabajadores, fue asesinado por un pelotón de fusilamientos compuesto por falangistas. Sus restos mortales yacen aún en una de las fosas comunes del cementerio de Sevilla junto a los de otros cuatro mil asesinados. En 1940, Blas Infante, cuando llevaba cuatro años muerto, fue condenado por rebelión y a su familia se le impuso una multa de 20.000 pesetas de las de entonces. Andalucía necesita reparar esta aberración. Los andaluces necesitamos recuperar los restos de Blas Infante, los de sus compañeros de fosa y los de las 60.000 personas asesinadas por los franquistas.

Necesitamos saber quiénes y cómo los asesinaron y necesitamos que el Estado heredero asuma su responsabilidad, anule las sentencias contra las víctimas y condene a los culpables de su asesinato. Y si alguien (Ejército, Guardia Civil, Iglesia católica, Tribunal Supremo, o presidente de Gobierno) pide perdón por tanto crimen y tanta infamia, mucho mejor.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=246335

martes, 14 de agosto de 2018

A propósito de la carta de desagravio a Franco



Yo también soy un militar retirado. Y si no me sorprende la carta que, ya van más de 600, altos mandos militares retirados han firmado en pretendido desagravio a la figura “militar” del general Franco es porque, desgraciadamente, he tenido que vivir el ambiente irrespirable de los cuartos de banderas y de las cámaras de oficiales durante mucho tiempo.

Sin entrar en más disquisiciones, quiero plantear únicamente dos cuestiones:

El General Franco se levantó en armas contra el gobierno legítimo de la República, provocando una guerra de exterminio que no hubiera podido ganar si no hubiese sido por el aporte de las tropas coloniales y sus métodos y por el apoyo decidido de las dos potencias fascistas del momento, Alemania e Italia.

Tanto en su ofensiva militar como tras su traicionera victoria, ordenó la ejecución de los más terribles crímenes de guerra y de lesa humanidad, en especial contra la población civil que, entre otras cosas, han puesto a España en el oprobioso segundo lugar entre los países del mundo en número de desaparecidos, tras Camboya.

Me llena de vergüenza que profesionales de las Fuerzas Armadas defiendan esta memoria, pretendiendo que tuvo una brillante carrera y una conducta ejemplar como militar. El principal deber de un militar es ser leal a su pueblo y defender su soberanía hasta la muerte; y su conducta debe estar siempre guiada por el respeto a las leyes de la guerra y al derecho a la vida de los no combatientes, o se convierte en un vulgar criminal amparado por su posición de fuerza incuestionable.

Las 600 firmas no hacen otra cosa que poner en evidencia, ante todo el pueblo español, lo que solo para los que hemos vivido la vida militar resulta patente y que los poderes públicos se han venido esmerando por negar desde la muerte del dictador: la mentalidad fascista pervive con fuerza entre los mandos militares.

El pueblo español tiene un grave problema con sus mandos militares, pese a todos los esfuerzos por blanquear su imagen a base de implicarles en el juego de las criminales intervenciones militares imperialistas desatadas por la potencia hegemónica y que se publicitan como de mantenimiento de la paz.

Los sucesivos gobiernos españoles y la práctica totalidad de las fuerzas parlamentarias han sido corresponsables del mantenimiento de esta situación, implicando a sus Fuerzas Armadas en la supuesta “defensa colectiva” contra enemigos de la Patria inexistentes o definidos desde fuera. La mentalidad supremacista y antipopular implícitas en el fascismo de sus mandos militares es funcional a este objetivo.

Todo ello, en lugar de prepararse para defender nuestra propia soberanía de su inevitable acoso en el caso hipotético de unas políticas realmente soberanas, como vienen demostrando, una y otra vez, los casos de Yugoslavia, Afganistán, Irak o Libia, todas ellas arrasadas por la OTAN o algunos de sus socios.

Hablan de la obsesión de la izquierda por desacreditar la figura “militar” de Franco… será porque ellos dicen ser ni de derechas ni de izquierdas, solo militares patriotas. Yo les digo que son patriotas los que defienden de veras la soberanía, la independencia y la liberación de sus compatriotas de la tiranía difusa de los poderosos, no los que se alzan en armas en nombre de la entelequia “patria” por ellos construida, ni los que colaboran en la destrucción de países que nada han hecho contra nosotros.

Manuel Pardo de Donlebún. Capitán de navío de la Armada, en la Reserva y miembro del Colectivo Anemoi

"Declaración de respeto y desagravio al general Francisco Franco Bahamonde, soldado de España",

miércoles, 16 de mayo de 2018

Los crímenes del franquismo y su impunidad

Daniel Campione


Intervención en Foro Debate “Los crímenes del franquismo: Impunes en España, denunciados en Argentina”. Realizado en Facultad de Filosofía y Letras-UBA, el 4 de mayo de 2018

En primer lugar, saludamos el trabajo de los querellantes argentinos, que se enfrentan a la búsqueda de clausurar la memoria de la República, de la revolución proletaria y campesina acaecida en la España de 1936, y la criminal represión que se encargó de segar todo el movimiento hacia las transformaciones sociales radicales. La política de supresión de la memoria tuvo inicio desde los comienzos de la dictadura de Franco, y después de su muerte continuó con los gobiernos de la transición española, que pergeñaron una supuesta reconciliación basada en el olvido, sin excluir en absoluto a los gobiernos socialistas.

Quizás, para comenzar a hablar de la represión bajo la dictadura franquista, convenga transcribir un fragmento escrito por José María Pemán, uno de sus ideólogos:

“La guerra, con su luz de fusilería, nos ha abierto los ojos a todos. La idea de turno o juego político, ha sido sustituida para siempre, por la idea de exterminio y expulsión, única salida válida frente a un enemigo que está haciendo de España un destrozo que jamás en la historia nos lo causó ninguna nación extranjera. 24 de julio de 1936.

Por su parte, el general Emilio Mola, durante la preparación del alzamiento llamó a “eliminar sin escrúpulos ni vacilación alguna a todos los que no piensen como nosotros.”

La acción represiva del franquismo responde a un plan sistemático que es puesto en obra desde el mismo alzamiento del 17 de julio de 1936. Escribe Paul Preston: “En el caso de los militares rebeldes, el programa de terror y aniquilación constituía el eje central de su plan y de los preparativos para llevarlo a cabo.” Tuvo un propósito de exterminio no circunscripto al campo militar, sino extendido al plano social e ideológico. Se buscó arrasar con los miembros más activos de las clases subalternas en primer lugar, pero también se actuó sobre los menos destacados, para sembrar el terror en la generalidad de la población. En muchos casos los considerados “marxistas convictos y confesos” fueron asesinados sin más trámite o después de parodias judiciales. Seguidores menos activos y hasta algunos indiferentes terminaron igual ejecutados o enviados a la cárcel o represaliados de diversas maneras. ¡A la cárcel con el neutral¡ escribió un periodista falangista. Los familiares eran asimismo represaliados, empezando por las mujeres, en muchos casos viudas de “rojos”, y los bebés y niños pequeños, que fueron robados por millares.

Se asesina en masa cuando hay una amenaza militar, una seria resistencia contra el avance golpista; pero también se lo hace cuando hay poca o ninguna lucha para imponer el alzamiento militar, como en Logroño, Jerez de la Frontera, Pamplona, Valladolid, amplias zonas de Galicia y decenas o centenares de pequeñas ciudades, pueblos y aldeas que cayeron inermes frente a los facciosos. Buena parte de los crímenes franquistas durante la guerra civil se produjeron con independencia de las acciones bélicas.

Un elemento para entender el carácter de la acción represiva es que en la primera etapa del conflicto todavía no se había configurado una guerra civil propiamente dicha. La resistencia obrera y campesina, junto con militares leales, había detenido el golpe en buena parte de España, pero el ejército de la República había dejado de existir. Así lo analiza Francisco Espinosa Maestre, un experto en las acciones represivas, sobre todo en el sur: “…salvo excepciones, a un lado hubo fuerzas militares y paramilitares fuera de la ley y al otro la población civil. …no estamos ante lo que habitualmente entendemos por una guerra sino simplemente ante un golpe militar, no estamos ante batallas sino ante vulgares matanzas.” Recién será un tiempo después, en particular cuando se logra configurar una defensa organizada y con armamento y equipo razonable ante el ataque a Madrid, cuando se den los presupuestos de una guerra civil en el sentido estricto del término.

A veces se tiende a asimilar la violencia ejercida por fuerzas republicanas con la producida por las fuerzas franquistas. No hay tal cosa, la violencia de los “nacionales” fue dirigida desde la cúspide, se extendió a lo largo de toda la guerra y aún después. Fue una política de venganza social, destinada al castigo de quienes habían osado cuestionar el orden social existente. Dios, la familia y la propiedad requerían una reparación. Desde su punto de vista, al impulso revolucionario de masas inficionadas por el marxismo, cabía oponer la espada vengadora de la reacción.

Una vez terminada la guerra, la política de la venganza continúa. Se ha estimado que hubo 50.000 ejecutados en la posguerra. La diferencia era que las ejecuciones “por bando de guerra” o “ley de fugas”, los “paseos” que terminaban en tiros en la nuca fueron progresivamente reemplazadas por consejos de guerra, que realizaban verdaderas parodias de juicios en las que la condena solía estar predeterminada, dando lugar a verdaderos asesinatos judiciales. Se aplicaba también la ley de “responsabilidades políticas”, que inculpaba a todos aquello que “con actos concretos o pasividad grave” se habían opuesto al triunfo del movimiento nacional. En las cárceles se hacinaban presos en número diez o veinte veces mayor que la capacidad de esas prisiones, muchos millares hacían trabajo esclavo como parte del sistema de “redención de penas por el trabajo”, que dio lugar a la versión española de los campos.

No hay que olvidar el papel de la Iglesia, a la vez legitimadora y beneficiaria de las políticas de exterminio. La institución eclesiástica vivió “una larga época de felicidad, con una dictadura que la protegió, la cubrió de privilegios, defendió sus doctrinas y machacó a sus enemigos.” (J. Casanova)

Se ha dicho que el conflicto español ha sido guerra de clases, de ideología, de religión, de nacionalidades. Fue todo eso, pero hay que prestar mucha atención al primero de los términos. Propietarios rurales y patrones de fábrica se vengaban de quienes habían puesto en duda su derecho de propiedad y sus privilegios, lo que constituía una falta imperdonable, de la que había que impedir la menor posibilidad de que se repitiera.

El triunfo franquista proyecta su sombra hasta el día de hoy. España ha vuelto a ser una monarquía, y no cualquiera: La que instauró el propio Caudillo poniendo al frente a un príncipe escogido por él y educado bajo su tutela. Son herederos de Franco los que hoy gobiernan España, por medio de un partido que fue conformado por dirigentes de la dictadura, convertidos por conveniencia a los ideales democráticos.

Desde Argentina hacemos votos por una España diferente, en la que el poder salga de una vez de manos de quiénes, en más de un sentido, son herederos de Franco y pueda constituirse un efectivo poder popular, al modo que soñaron los mejores luchadores de la República.

sábado, 14 de abril de 2018

14 de abril, memoria, verdad, justicia y reparación

Enrique Javier Díez Gutiérrez


El Presidente del Gobierno del Partido Popular, que hace unos días envió a cuatro ministros a cantar a voz en cuello en la calle como novios de la muerte, homenajeó en Argentina a las víctimas de la dictadura de ese país. Lo hace el presidente de un país que tiene todavía a las de nuestra dictadura en las cunetas y acaba de oponerse su partido en el Congreso a exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos, dignificar a las víctimas enterradas allí y convertirlo en un centro nacional de la memoria. Rajoy recorrió en Buenos Aires el Parque de la Memoria y lanzó al río de la Plata una ofrenda floral en honor a los asesinados. El Parque de la Memoria es uno de los denominados “lugares de la memoria”, un espacio público que recuerda a las víctimas del terrorismo de Estado. Contrasta radicalmente con el Valle de los Caídos en España, donde se rinde honor a Francisco Franco y donde permanecen sepultados cientos de restos de represaliados sin identificar y que funciona en la práctica como un monumento al franquismo. Contrasta con Argentina, donde uno de los principales centros ilegales de detención de la dictadura, la Escuela de Mecánica de la Armada, ha sido convertida en un "espacio de memoria" en el que se explican los crímenes cometidos por el gobierno militar, los procesos judiciales, se recogen testimonios de los supervivientes y se organizan visitas en las que personas que estuvieron confinadas allí cuentan su experiencia.

Por eso Argentina es considerada un ejemplo mundial en la recuperación de la memoria histórica y la reivindicación de los derechos de las víctimas de la dictadura militar que asoló el país. Aunque los juicios a las Juntas Militares que condenaron a la cabeza del régimen, tras la recuperación de la democracia, fueron empañados por las posteriores leyes de Punto Final y Obediencia Debida, además de los indultos del gobierno de Carlos Menem, sin embargo, desde 2005 el país se ha embarcado en un proceso de reapertura de las causas judiciales, que ha supuesto la derogación de esas leyes exculpatorias y también de los indultos, juzgando cientos de crímenes de lesa humanidad.

De ahí el contraste con un presidente de un gobierno que escribe en el memorial una pequeña carta donde muestra “mi testimonio de admiración y mi reconocimiento a todos los que dieron su vida por la libertad y los derechos de todos”. Y cuyo silencio pasmoso, cuando un periodista argentino le preguntó qué iba a hacer con las víctimas del franquismo, muestra claramente la política de su partido respecto a la memoria histórica, dado que su partido es heredero del franquismo y se ha negado sistemática y reiteradamente a condenar los crímenes de la dictadura franquista.

Más que por acudir a los lugares de la memoria, Rajoy ha sido criticado por su “hipocresía” al alabar a las víctimas de la dictadura argentina, pero menospreciar, e incluso obviar, a las españolas, recordándole su partida de 0 euros durante muchos años seguidos para memoria histórica en los presupuestos o que el Estado sigua financiando y permitiendo las actividades de la Fundación Francisco Franco.

De hecho, las principales organizaciones de derechos humanos argentinas –Abuelas de Plaza de Mayo, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, CELS y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, entre otros– se han negado a acompañar a Rajoy en su visita, plantándole. Todos estas asociaciones y organismos defensores de los derechos humanos le hicieron llegar una carta en la que le exigían que se juzguen los crímenes cometidos durante el franquismo y que “contribuya a la Memoria, Verdad y Justicia” de las víctimas de la dictadura.

También le reclamaron que “adopte las medidas necesarias” para que “el Estado español extradite” a exfuncionarios y antiguos miembros de las fuerzas de seguridad españoles imputados en la causa que desde hace ocho años encabeza la jueza federal María Servini de Cubría y en la cual aparece el exministro leonés Rodolfo Martín Villa, que ocupó diversos altos cargos a lo largo de los años del régimen dictatorial franquista, investigado por delitos de lesa humanidad por los "sucesos de Vitoria" de 1976, cuando él era ministro de Relaciones Sindicales, en los que la represión policial de una concentración de trabajadores dejó cinco muertos, así como por estar acusado de ser responsable de otros seis asesinatos cometidos en operativos policiales cuando era titular del Ministerio de la Gobernación, cartera entonces encargada de las fuerzas de seguridad del Estado.

Pero el gobierno Rajoy lo ha impedido anulando la legislación española que aplicaba el principio de la jurisdicción internacional para juzgar crímenes de lesa humanidad, por el que España se había convertido en pionera en materia de derechos humanos a nivel internacional.

Todos estos graves hechos, que marcan la política del Partido Popular y del Gobierno Rajoy, han llevado a que el Relator Especial de Naciones Unidas sobre la promoción de la Verdad, la Justicia, la Reparación y las Garantías de No Repetición, se haya pronunciado en 2017 recordándole a España que "el Estado debe atender de forma urgente los reclamos de las víctimas de la guerra civil y del franquismo". El relator señaló como prioridad las exhumaciones, el Valle de los Caídos y la nulidad de las sentencias arbitrarias adoptadas durante la Guerra Civil y el franquismo.

Por eso las asociaciones de memoria histórica seguimos luchando por la verdad, la justicia y la reparación y celebramos cada 14 de abril en el Cementerio de León la memoria, la dignidad, la lucha y los valores por los que dieron su vida tantos luchadores antifranquistas y republicanos que fueron asesinados por la dictadura que el PP se niega siquiera a condenar. Este año además se iniciarán los actos de homenaje en el Campo de Tiro de Puente Castro a las 11 horas, recordando el lugar de la memoria donde fueron asesinados masivamente tantos defensores de la democracia republicana.

El homenaje continuará posteriormente, a las 12 horas, como todos los años en el Cementerio de León, conducido por Eloina Terrón, Coordinadora Provincial de Izquierda Unida de León, donde participarán como ponente principal Maite Mola, Vicepresidenta del Partido de la Izquierda Europea que hará el discurso inicial; a continuación, intervendrá José Sarrión, Procurador en las Cortes de CyL de Izquierda Unida; y posteriormente asumirá la palabra Ana Marcello, diputada nacional de Unidos Podemos. Finalmente tomarán la voz diversos poetas y cantautores que pondrán palabras, música y poesía a la dignidad.

Este acto anual rinde tributo a la memoria de aquellos que fueron represaliados por la defensa de la legalidad republicana y de una sociedad más justa y democrática, sí, pero también es una mirada al futuro compartiendo la lucha y los valores por una República de justicia y dignidad para toda la humanidad que es su legado y nuestro compromiso, transformando el olvido y no-memoria propiciado por la dictadura, en un espacio de impulso para seguir luchando por una tercera república de la justicia social, el trabajo digno y la solidaridad.

Enrique Javier Díez Gutiérrez. Vicepresidente del Foro por la Memoria de León

jueves, 25 de enero de 2018

_- Un siglo de Marcelino Camacho

Público.es

“Ni nos domaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar”


Estos días de enero Marcelino Camacho hubiera cumplido cien años. Un siglo de lucha, dignidad y compromiso, tres de las características definitorias de la trayectoria vital, sindical y política del sindicalista y militante comunista soriano. Conviene recordar especialmente en estos tiempos a figuras imprescindibles del movimiento obrero de nuestro país como Camacho, y la conmemoración de su centenario se antoja como una oportunidad de oro para reivindicar la vigencia de los valores que él defendió durante toda su vida. Desde aquí quiero aplaudir la iniciativa de su sindicato, CCOO, y sus partidos, el PCE e Izquierda Unida, de organizar diversos actos con motivo de la efeméride. La ocasión lo merece.

Cuatro notas biográficas: Marcelino Camacho fue un trabajador metalúrgico, hijo de ferroviario, comprometido desde muy joven con los valores de izquierdas. Luchó defendiendo a la República durante la Guerra Civil. Sufrió en los campos de concentración y en las cárceles franquistas. Organizó las Comisiones Obreras en la clandestinidad y fue su primer secretario general, cargo que desarrolló hasta 1987. También fue diputado por el PCE en las Cortes Generales en la legislatura constituyente y en la primera legislatura de la restauración democrática, hasta su dimisión a principios de 1981.

Cierto es que las cosas han cambiado mucho en los últimos tiempos y que el mantra del fin de las ideologías ha ido calando en amplios sectores de nuestra sociedad, pero para combatir determinados discursos es conveniente armarse de argumentos y reivindicar el legado de personas como Marcelino Camacho, estandarte de una generación que nos ha ido dejando pero cuyo recuerdo debe permanecer más vivo que nunca. Se dice que esto ya no va ni de izquierdas ni de derechas. Se insiste en que no hay clases sociales y se machaca a los jóvenes insistentemente con la idea de que el paraíso está en el consumo y el individualismo. Háztelo tú. Todo está en tu interior. Si quieres puedes. Los sindicatos están anticuados, ya no sirven. Los políticos son todos iguales…

Pero si algo ha demostrado la tozuda historia de la humanidad es que si las personas no nos agrupamos y organizamos para conseguir nuestros objetivos comunes las élites del poder siempre llevarán las de ganar. Y sabemos que van ganando aunque nosotros seamos más. Esto Marcelino Camacho y muchos militantes de su generación lo tuvieron meridianamente claro, y de ahí la importancia del movimiento obrero (y especialmente el PCE y CCOO) durante la larga noche del franquismo, algo que interesadamente poco a poco va desapareciendo de los libros de historia. Sin su lucha, sin su sacrificio y sin su trabajo muchas de las conquistas sociales de nuestro país nunca hubieran llegado. Porque, a pesar de lo que muchos creen, no llegaron gratis.

Y conviene tener presente que aún quedan muchas conquistas pendientes, máxime en tiempos de retroceso, corrupción y expolio. Conviene recordarlo ahora que empieza a calar cierto discurso desde la izquierda que reniega del papel del PCE o CCOO en la Transición. Sí, quizá las cosas se pudieron hacer mejor, de eso no hay duda, pero hoy jugamos con ventaja cuando decimos que se cedió demasiado en aquellos tiempos tan complicados y violentos, con una correlación de fuerzas extraordinariamente favorable a los sectores conservadores y herederos del régimen totalitario de Franco. No digo que se estén despreciando los años de cárcel, torturas, exilio y sufrimiento de personas como Marcelino Camacho, pero quienes nacimos ya en los ochenta o incluso más tarde tenemos la obligación de ponernos en el sitio de aquella generación heroica que se lo jugó todo por nosotros. Todo, también la libertad y la vida. ¿Cuántos hoy estaríamos dispuestos sinceramente a ello? Por eso creo que cuando hablamos hoy de presos políticos o exilio debemos ser muy cuidadosos, recordar a esta generación y huir de la frivolidad velozmente. Y no todo el mundo lo hace.

Hoy me pregunto qué pensaría Marcelino Camacho de la situación política que nos está tocando vivir. ¿Qué pensaría de todo lo que estamos perdiendo las clases populares en los últimos años? ¿Cómo reivindicaría la vigencia de sus ideales de juventud? ¿Qué pensaría de las victorias de las derechas y la falta de entendimiento de las izquierdas? ¿Qué papel jugaría en la construcción de Unidos Podemos y la unidad de la izquierda transformadora en las Españas? ¿Qué pensaría de Catalunya y de cómo cierta izquierda ha antepuesto la identidad nacional a la clase social, pactando incluso con la derecha? ¿Qué pensaría de Trump, del auge de la extrema derecha en Europa o del Brexit? Nunca lo sabremos, desgraciadamente. Y no seré yo quien aventure los supuestos pensamientos de alguien que ya no está entre nosotros.

Hoy debemos brindar todos por la memoria de Marcelino Camacho. Todos: sindicalistas de clase, comunistas y gentes de izquierdas en general los primeros, sí. Pero cualquier demócrata de convicción y corazón debe saber que tiene mucho que agradecer a aquella generación que Camacho representa como pocos. Porque aquellos valores que él defendía hoy tienen la máxima vigencia: la defensa de los derechos de la mayoría ante los injustos abusos de las élites del poder.
Miguel Guillén Burguillos es politólogo
Fuente: http://blogs.publico.es/otrasmiradas/12375/un-siglo-de-marcelino-camacho/

martes, 11 de julio de 2017

_- Cuando el rey iguala a franquistas con sus víctimas. Olga Rodríguez eldiario.es

_- Si aplicamos la lógica del discurso de Felipe VI podríamos imaginarle afirmando que tanto los aliados como los nazis nos helaron el corazón . De Italia diría que hubo "falta de reconocimiento y de respeto" tanto por parte de Mussolini como de los demócratas. El rey entrega una medalla a un exministro franquista pero no homenajea ni defiende verdad, justicia y reparación para las víctimas del franquismo.

En España es habitual que las autoridades homenajeen a personalidades con un pasado franquista mientras niegan reconocimiento, verdad, justicia y reparación a las víctimas. La medalla que el exministro de la dictadura Rodolfo Martín Villa recibió este miércoles en el Congreso es un ejemplo. Semejante gesto, una gota más en el enorme magma de la impunidad que reina en este país, contrasta con la desprotección e invisibilidad que sufren las víctimas.

Como han recalcado al menos cinco mecanismos de Naciones Unidas, España ni investiga ni permite investigar la desaparición de más de cien mil personas durante el régimen franquista. Como denuncian diversas organizaciones de derechos humanos, entre otras Amnistía Internacional, a las víctimas se les sigue negando sus derechos.

Como recordaba en una información el diario New York Times en 2014, "hoy en día, la política, los negocios y la ley en España están salpicados de personas con vínculos directos o indirectos con Franco. (...) Los tribunales españoles han rechazado oír estos casos [de las víctimas] durante cuarenta años".

Como ha señalado el relator de Naciones Unidas Pablo de Greiff, España ha hecho muy poco por las víctimas de su dictadura: "Algunos problemas no desaparecen. No pueden ser barridos bajo la alfombra. La gente, como es lógico, no olvida".

Y como siempre decía el abogado Carlos Slepoy, en España se practicó una persecución sistemática contra aquellas personas que se opusieron al golpe de Estado de 1936 y defendieron la democracia.

Pretender presentar los crímenes de lesa humanidad del franquismo como simples bajas en el frente de batalla es ignorar que en cientos de pueblos y ciudades los golpistas, casa por casa, arrestaron, tirotearon e hicieron desaparecer a gente cuyo único "delito" era ser republicano.

La represión continuó a lo largo de las siguientes décadas, llegó hasta los años setenta –con asesinatos y torturas– y sobrepasó la muerte de Franco, con la matanza de Vitoria en marzo de 1976, en la que la policía disparó con fuego real y pelotas de goma a trabajadores en huelga reunidos en asamblea. Murieron cinco personas y 150 resultaron heridas de bala.

El ministro de Relaciones Sindicales en aquella época era Rodolfo Martín Villa, a quien la justicia argentina ordenó detener en 2014 precisamente por los hechos de Vitoria. Como recuerda la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, Martín Villa también fue ministro de Gobernación cuando se ordenó la quema de miles de documentos para borrar los crímenes del franquismo. Y e s el mismo a quien los reyes entregan ahora una medalla por su papel en la Transición española y en las elecciones constituyentes de 1977.

A pesar de las denuncias de la ONU, Felipe VI nunca ha reconocido o defendido justicia, verdad y reparación para las familias de las víctimas que a día de hoy siguen buscando los restos de sus padres, abuelos o hermanos. A pesar de las innumerables pruebas de los crímenes de lesa humanidad de la dictadura, el rey continúa sin mencionarlos.

Quizá por eso este miércoles el monarca tergiversó en el Congreso los versos de Antonio Machado. En vez de recitar "una de las dos Españas ha de helarte el corazón", el rey readaptó su significado y habló de "las dos Españas que helaban el corazón de Antonio Machado".

El poema real, escrito cuando aún reinaba Alfonso XIII, dice así:

"Ya hay un español que quiere vivir
y a vivir empieza
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo, te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón"

Machado, republicano, tuvo que huir de la España que le helaba el corazón. La dura ruta hacia el exilio quebró su frágil salud y murió poco después de llegar a Francia. Fue enterrado con la bandera republicana, la de la democracia aplastada por los franquistas.

Hoy, décadas después, un rey español retuerce las palabras del poeta y con ello, nuestra memoria. No solo manipulando a Machado, sino evitando mencionar el nombre de Franco, las atrocidades de la dictadura, el sufrimiento de las víctimas, la impunidad de los crímenes del franquismo y el elevado número de desaparecidos.

Felipe VI afirmó el miércoles que "la falta de reconocimiento y de respeto dividieron a los españoles", como si no hubiera habido un responsable claro del golpe de Estado y de la persecución sistemática. También dijo que desde 1812 las sucesivas constituciones no fueron capaces de "proporcionar ni garantizar la estabilidad política, el progreso social y económico ni la convivencia en paz y libertad", como si el gobierno republicano no hubiera dejado más remedio a Franco que sublevarse ante su "imposibilidad de garantizar la convivencia en paz y libertad".

Si aplicamos la lógica de su discurso, podríamos imaginar al rey afirmando que tanto los aliados como los nazis nos helaron el corazón. De Italia diría que hubo "falta de reconocimiento y de respeto" tanto por parte de Mussolini como de los demócratas que lucharon contra los fascistas. Y puede que para definir la Sudáfrica del apartheid afirmara que tanto los negros como el gobierno de Pretoria cometieron crímenes, para igualar de ese modo a opresores y oprimidos y concluir que todo fue "una tragedia", término con el que este miércoles definió la Guerra Civil y la dictadura.

Al fin y al cabo, 40 años después de las elecciones constituyentes españolas la Casa Real presume de que por primera vez desde la muerte de Franco un rey ha usado la palabra dictadura en las Cortes para referirse a... la dictadura. Presentar semejante atraso como mérito en un discurso marcado por una falsa equidistancia es un insulto a todas las víctimas y familiares que nunca han recibido medallas, ni homenajes oficiales ni atención por parte de los reyes y de tantas otras autoridades.

Fuente:
http://www.eldiario.es/zonacritica/rey-iguala-franquistas-victimas_6_659744036.html

martes, 4 de julio de 2017

Teatro combativo contra los silencios. Carla Chillida estrena en Tercera Setmana 'Las solidarias', un homenaje a las mujeres libertarias

Sin miedos a crear polémica, llegando al extremo de la provocación, poniendo al espectador cara a cara con temas de los que no se hablan por un olvido, en ocasiones, intencionado. Con el teatro como herramienta artística, la dramaturga y bailarina  Carla Chillida (Valencia, 1985) no duda en hurgar en las heridas y los silencios, con el claro objetivo de despertar mentes y provocar debate. Con una corta pero intensa trayectoria de teatro político y combativo, la directora y actriz ha estrenado en el festival de artes escénicas Tercera Setmana, de Valencia, Las solidarias, la última producción de su compañía, en la que pone el foco en la lucha de las mujeres libertarias durante la Segunda República española y la Guerra Civil. Acompañada en el escenario por Margarida Mateos, Paula Romero y Yarima Osuna, todas ellas procedentes de la danza o de un teatro muy físico, Carla Chillida dirige un poderoso y contundente espectáculo de dos horas, en el que no hay un momento de descanso, con música en directo, movimientos coreográficos y una estudiada puesta escénica con el grafismo artesanal muy presente. Utilizando testimonios, discursos y poemas de mujeres que hicieron del movimiento libertario un grito de lucha,  Las solidarias, escrito por Patricia Pardo, entra de lleno en el mundo femenino.

Este es el sexto montaje de la compañía A tiro hecho, creada en 2011 en Valencia por la propia Carla Chillida junto al grafista Elías Taño. Se estrenaron aquel año con No te salves. Homenaje a Mario Benedetti, un espectáculo “combativo pero amable”, y desde entonces su discurso se ha ido radicalizando de manera deliberada. “Se nos cierran muchas puertas, pero se nos abren otras interesantes como plazas públicas, centros sociales o agrupaciones. Todo es más precario, pero nos mueve la gratificación de hacer el teatro en el que creemos”, asegura Chillida, que la temporada pasada presentó con mucho éxito de público su anterior trabajo, La sección, en el Teatro del Barrio de Madrid.

“Las nuevas mujeres libres no tendrán que empezar de nuevo”. Las solidarias es un hermoso recuerdo a todas aquellas mujeres que lucharon durante la República y la Guerra Civil por conquistar derechos en el marco personal, social y profesional. Temas como la maternidad, el amor romántico, la violencia de género o las violaciones van apareciendo a lo largo de esta función. La primera parte está centrada en el relato más personal de las cuatro actrices protagonistas, -“partimos de nosotras mismas y de nuestro relato como mujeres. Hemos reflexionado sobre lo que nos pasa a nosotras en el papel que nos han asignado, de la rabia y las dificultades de ser a día de hoy una mujer y de que te reconozcan en tu trabajo, de cómo la violencia de género está cada día más presente”, explica Carla Chillida-, para poner el foco, en la segunda parte, en las mujeres del movimiento libertario, en aquellas que “nunca deberíamos olvidarlas por lo que han luchado por las generaciones posteriores”. “Lo que consiguieron en muy pocos años fue enorme. Gracias a ellas se aprobó la ley del aborto y muchas cosas más”, añade la directora, enormemente agradecida.

En un gran ejercicio de memoria histórica y tras una exhaustiva investigación sobre la realidad de estas mujeres libres, Las Solidarias saca a escena, en unos caballetes con fotos y nombre, a muchas de aquellas revolucionarias, Sara Berenguer, Yolanda Besteiro, Maria Cambrils y otras, cuyo lema ‘La revolución será feminista o no será’, unas serigrafías que se realizan manualmente al final de la función.

Esta decisión para luchar contra el olvido invade también la obra de Javier Sahuquillo (Valencia, 1982), La capilla de los niños, estrenada también en Tercera Setmana, certamen dirigido por Salva Bolta. En este caso se trata de la obsesión de su autor y director por sacar del silencio el asesinato de las niñas de Alcásser, del que el próximo mes de noviembre se cumplen 25 años. A través de uno de los crímenes más impactantes de la historia de España, en el que tres chicas de 14 y 15 años fueron violadas, torturadas y salvajemente asesinadas en aquella localidad valenciana, y todas las incógnitas que todavía invaden el suceso, La capilla de los niños indaga en la memoria colectiva e individual, a través de un juego, muchas veces cómico, en el que se parte de que toda gran mentira necesita su dosis de verdad. Interpretada por Laura Sanchis y Juan Vera, este montaje de la compañía Perros daneses que combina hechos reales y ficticios, busca, en una narración arriesgada, penetrar en la realidad de un crimen que, más allá del horror, “destruyó la seguridad de la clase media español”. “¿Quién estuvo detrás de todo ello? ¿Hay más implicados que los sujetos juzgados? En ocasiones, se modifica el recuerdo en favor del poder”, se lamenta Sahuquillo.

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/06/20/actualidad/1497940251_777294.html

jueves, 6 de abril de 2017

Gibson: “He llorado por España. Me duele que no esté en paz consigo misma”. El hispanista recoge en 'Aventuras ibéricas' seis décadas de trabajo de campo sobre los españoles.

Desembarcó en España con 18 años, hace casi 60. Tiene la nacionalidad desde 1984: es, probablemente, lo más castizo que hay en su barrio, Lavapiés (Madrid) y hace una tortilla “bastante buena”, pero Ian Gibson asegura que no ha perdido la distancia necesaria para ejercer su oficio de hispanista, esto es, una especie de perito de lo español. “Yo soy dublinés. Aquí no soy uno más, aunque sí me siento como en casa", aclara. Presenta Aventuras ibéricas (Ediciones B), un largo paseo de 412 páginas en el que recorre libros, lugares y personajes para resumir esas seis décadas de peritaje.

Al principio, antes de enamorarse de la historia y la obra del "desaparecido más famoso del mundo", el poeta Federico García-Lorca, fueron los pájaros. Lo confiesa en el libro. “Mi pasión era la ornitología y sobre todo, los ánsares o gansos salvajes. Me fascinaban. Cuando me enteré por un conocido naturalista, Michael Rowan, de que casi 100.000 invernaban en el Coto de Doñana apenas me lo podía creer”. La posibilidad de verlos hizo que entre Italia y España eligiera lo segundo. Entonces, explica, “no sabía nada de la Guerra Civil, ni de la dictadura, ni de la censura, era una oveja irlandesa descarriada”, así que lo más que le sorprendió en su primera impresión del país en el que ha terminado pasando la mayor parte de su vida, fue “el miedo”. Era una España de uniforme: el luto de las viudas -Gibson vivía entonces en casa de una que jamás se atrevió a contarle qué le había ocurrido a su marido- y el gris de los hombres que corrían detrás de otros: "Eran muy altos y fuertes. Antes de ver a los grises nunca había tenido miedo a la policía", recuerda.

Con 26 años se instaló definitivamente en España con su familia y el propósito de hacer una tesis doctoral sobre las raíces juveniles y populares de la obra de Lorca que se convirtió "en una investigación casi detectivesca sobre su asesinato”. En el libro revela que cometió "pequeños delitos" para obtener información. "Robé algunos documentos, nada importante. Quise robar otro y al final no me atreví, y me hice unas tarjetas de visita falsas". Siguiendo el rastro del poeta, Gibson se presentó en una comandancia militar como Michel Groyane, "catedrático de Botánica de la Universidad de Grenoble" para hacerse con unos mapas de la localidad granadina de Víznar. Y fue así como España le "atrapó".

Pregunta. De todos los nativos a los que ha entrevistado en estos 60 años, ¿cuál le ha impresionado más? ¿Quién le ayudó a entender mejor este país?

Respuesta. El encuentro con Salvador Dalí fue fascinante. Me recibió vestido de seda blanca y con una barretina roja. Tenía párkinson y le salían tubos por todos los orificios de la cara. Me habló en una mezcla de catalán y francés de su relación con Federico [García Lorca]… Fue uno de los momentos cumbre de mi vida. También Santiago Carrillo, y Gil Robles…

P. En el libro recuerda a algunos de sus predecesores, como el británico Richard Ford, autor de la que usted considera "la mejor guía de España”. Decía Ford que el principal problema de los españoles es que, salvo alguna excepción, llevaban siglos “malgobernados por corruptos”. Lo escribió en 1845. ¿Cuál cree usted que es el principal problema hoy?
R. España tiene muchos problemas. Uno es de identidad. No promociona esa mezcla maravillosa de razas, culturas, lenguas… ¿por qué no se enseña a los niños unos rudimentos básicos de árabe? Luego, la gente se queja de que los líderes se forran y se van. Piensan que si tienes un puesto hay que aprovecharlo, como decía Ford. Hay constantes, como esa, que se repiten. En la Segunda República todo empieza a florecer, pero la izquierda está dividida y la derecha unida. Queremos una democracia sólida pero todo es demasiado provisional. Ahora, Rajoy tiene la espada de Damocles de las elecciones mientras en el PSOE no saben qué va a ser, si Susana Díaz o Pedro Sánchez… Lo que está pasando me recuerda a la segunda república, a Largo Caballero e Indalecio Prieto. Si a Prieto le hubiesen dejado ser jefe de gobierno en 1936 no creo que hubiese pasado lo que pasó porque él no hubiera mandado a Franco a Canarias, lo habría tenido cerca para controlarlo. Pero los de Largo Caballero no le dejaron. En fin, el libro es una llamada a la sensatez. España tiene todos los ingredientes para ser un gran país si resuelve todos los problemas pendientes, si deja de tejer y destejer, como decía Larra. Si hay una verdadera cámara territorial en la que se utilicen todos los idiomas. Es importante que los otros españoles sepan algo de catalán. Sueño con la República Federal Ibérica.

P. ¿Le duele España?
R. Sí. Claro que he llorado por España. Me da pena ver sus posibilidades y me duele profundamente que este país no esté en paz consigo mismo, me produce rabia y dolor el tema de la guerra.

P. El periodista estadounidense David Rieff acaba de publicar Elogio del olvido, un libro en el que rechaza que la memoria histórica sea "un deber moral" y alerta “del peso del rencor y de la venganza". ¿España debe olvidar?
R. ¿Qué se gana olvidando? Se puede olvidar cuando se sabe toda la verdad. Ya se puede afrontar porque estamos a muchos años del 36. La Guerra Civil debería estudiarse en todas las escuelas y los muertos deben salir de las cunetas. La derecha de este país tiene que reconocer que aquí hubo un holocausto y no oponerse a las exhumaciones. El PP se ha comportado de una manera vil con este tema. Ellos [el bando nacional y sus descendientes] exhumaron a los suyos y no darles un entierro digno a los demás cae en el ámbito del pecado. Lorca simboliza todo eso. Alguno ha dicho que quiero hacerme una foto con su calavera cuando la realidad es que no sería capaz de ver sus restos, me daría un infarto. Lo que quiero es saber dónde está y qué hicieron. Seguiré queriendo saber hasta que me muera.

P. ¿Cuál es su lugar favorito en este país que ha recorrido de arriba a abajo?
R. Dos. Granada y el Cabo de Creus en L'Empordà, epicentro del mundo de Dalí, donde he pasado horas de intensa felicidad investigando. El territorio lorquiano y el daliniano en toda su diversidad. Ahí me muevo como pez en el agua.

P. ¿Y a qué lugar no volverá jamás?
R. Al Valle de los Caídos. Es el sitio más siniestro que conozco. Jamás he visitado algo tan tétrico. Ver al que probablemente sea el mayor asesino español de todos los tiempos bajo esa descomunal cruz me parece terrible. No pienso volver a poner los pies ahí hasta que saquen a Franco, el único español frío que ha existido, el que firmaba penas de muerte tomándose un café.

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/03/23/actualidad/1490227728_499409.html?rel=lom

martes, 21 de febrero de 2017

Reflexiones. El lenguaje es la manifestación más maravillosa del pensamiento humano, una fuente inagotable de alegrías y desafíos.

Miquel Roca, padre de la Constitución hace cuatro décadas, abogado de Cristina de Borbón en la actualidad, ha pedido a la ciudadanía que reflexione sobre la sentencia del caso Nóos.

Me he propuesto complacerle y reflexionar, aunque el primer objeto de mi análisis no es jurídico, sino semántico. Si un tribunal me impusiera una multa de más de 265.000 euros, ¿me consideraría yo absuelta? Me parece que no. Interpretaría que he sido condenada, puesto que si los jueces me hubieran hallado inocente, no me obligarían a pagar esa enorme, al menos para mí, cantidad de dinero.

Sigo reflexionando. El tribunal ha impuesto dicha multa a Cristina de Borbón por considerarla responsable a título lucrativo de los delitos cometidos por su marido. Es exactamente la misma calificación aplicada al PP por el tribunal que juzga el caso Gürtel.

A propósito de la igualdad de los españoles ante la ley, reflexiono sobre el revuelo jurídico, político y mediático que desencadenó la imputación del partido del Gobierno en un proceso de corrupción. Y, me pregunto, si los jueces condenaran al PP por esa responsabilidad, obligándole a devolver lo que obtuvo gracias a los delitos de Correa, ¿también resultaría absuelto?

El lenguaje es la manifestación más maravillosa del pensamiento humano, una fuente inagotable de alegrías y desafíos. A partir de ahí, cada uno es responsable de lo que dice. Por eso reflexiono sobre el júbilo expresado por el PP ante una sentencia que manda tres años a la cárcel a un dirigente de su partido, modelo de presidente autonómico hasta hace muy poco. Y me pregunto por el poder de la Monarquía, a la que sus súbditos aman más que a sí mismos.

No encuentro ninguna respuesta, excepto la que explica por qué soy republicana.

Almudena Grandes
http://elpais.com/elpais/2017/02/18/opinion/1487446327_201595.html

lunes, 18 de julio de 2016

Artículo originalmente publicado en News Chronicle. Londres, 29 de julio de 1936. AUTOR Jay Allen

Acabo de llegar de Tetuán donde he tenido una entrevista sensacional con el general Francisco Franco, jefe de los rebeldes españoles. Salí de su caluroso cuartel general con dos convicciones:
1ª. Realmente cree que tiene todavía la posibilidad de dominar a la República.
2.ª Si considera posible el fracaso cercano tendrá la tentación de provocar un incidente internacional de la mayor gravedad.


A mi pregunta: ¿Ahora que el golpe ha fracasado en sus objetivos, por cuánto tiempo seguirá la matanza?
Contestó tranquilamente: ‘No habrá compromiso ni tregua, seguiré preparando mi avance hacia Madrid. Avanzaré —gritó—, tomaré la capital. Salvaré España del marxismo, cueste lo que cueste”.

Le pregunté si no había llegado el momento de los tablas.
Me miró con lo que creo era auténtica sorpresa y dijo: "No, no ha llegado. He tenido dificultades, la deserción de la flota fue un duro golpe, pero seguiré avanzando. Pronto, muy pronto, mis tropas habrán pacificado el país y todo eso (…) será pronto algo como una pesadilla”.

¿Eso significa que tendrá que matar a la mitad de España?
El general Franco sacudió la cabeza con sonrisa escéptica, pero dijo: “Repito, cueste lo que cueste (…)”

¿Qué haría su gobierno si venciera?
General Franco: "Yo establecería una dictadura militar y más tarde convocaría un plebiscito nacional para ver lo que el país quiere. Los españoles están cansados de política y de políticos (…)”.

¿Cómo consiguió usted colaborar con la República con aparente lealtad durante tanto tiempo? (Franco fue jefe de Estado Mayor en 1934 y 1935). General Franco: “Colaboré realmente todo el tiempo en que pensé que la República representaba la voluntad popular”.

Y las elecciones de febrero, ¿no representaron la voluntad popular?
General Franco: “Los elecciones nunca la representan (…)”

¿Pero cómo va a pacificar España si la matanza sigue? ¿No teme que una guerra civil prolongada destruirá a la República, destruirá el Ejército y la Marina y dejará el camino abierto al comunismo?
General Franco: “No. Los ejércitos se forjan en la guerra. Esta es la lucha entre la España verdadera y los marxistas”

El jefe rebelde parecía cansado cuando se despidió. Al dejar el palacio vi a oficiales en mangas de camisa bebiendo jerez.

Necesité varios días para arreglar esta entrevista. Hasta hoy, el general Franco había dado solamente comunicados oficiales a la prensa. Tras mandarle una lista de preguntas, vía Algeciras, sonó el timbre de mi teléfono. El que llamaba era el oficial de Estado Mayor de Algeciras. "¿Le gustaría ver al general?", preguntó. Siguiendo sus instrucciones me dirigí a Tánger. Cuando llegué a la zona española, dos moros armados me detuvieron, y mi coche, incluido el neumático de repuesto, fue registrado. En la garita de la frontera, fascistas de camisa azul lo registraron de nuevo.

Después de esperar una hora, se me comunicó que podía ir a Tetuán con escolta. Antes de llegar al palacio del alto comisario en Tetuán fui cacheado dos veces. Después de esperar un rato en el elegante despacho del alto comisario, un hombre de poca estatura entró en la habitación. Era el general Franco, vestido de uniforme completo con fajín, con borlas de rojo y amarillo.

Es asombrosamente pequeño (otro enano que quiere ser dictador). Sus ojos son amables, su nariz aguileña, sus manos y pies muy pequeños. Tendrá barriga muy pronto.

A los cuarenta y tres años es el general-niño de España. También fue el capitán más joven y el más joven teniente. Es evidente que sus hombres le adoran.

http://ctxt.es/es/20160713/Politica/7191/Franco-Allen-Golpe-de-estado-Rep%C3%BAblica-militares.htm

viernes, 5 de junio de 2015

Misa republicana en París

Colocando el miércoles los restos de cuatro resistentes en el Panteón republicano de París en medio de una gran ceremonia, una especie de misa laica en el corazón de la capital, François Hollande ha dado una lección de historia. Mejor dicho: de cómo la historia se acomoda desde el poder. La pugna electoral de Hollande para lograr un segundo mandato en las presidenciales de 2017 ya ha empezado. Necesitado de recursos de prestigio, la efectista escenificación del miércoles en el templo que acoge a los grandes hombres de la República desde la época de Voltaire y Rousseau, incluyó una emotiva homilía presidencial. Esencialmente, el asunto consistió en la habitual campaña de imagen y presencia en la que, a falta de otras sustancias, se reduce la política. Respecto al contenido, el discurso del Presidente, que el Elíseo anunciaba como crucial, no pasó de corriente.

Hollande ha logrado que en el Panteón siga sin haber ni un solo resistente comunista, pese a que esa fuerza fue un componente esencial -e inicial- de la Resistencia. Hasta el miércoles, el único resistente allí presente era Jean Moulin, sin duda una personalidad indiscutible y unificadora -pero no comunista como señalamos por error en nuestra crónica de la edición impresa de ayer. Los cuatro que Hollande ha añadido (Geneviève de Gaulle, sobrina del general, la etnóloga Germaine Tillion, Pierre Brossolette, cuadro de los servicios de información gaullistas, y el ex ministro de educación del Frente Popular Jean Zay), todos ellos grandes figuras, mantienen en el Panteón de la República un homenaje incompleto a la Resistencia. El Presidente lo reconoció al decir en su discurso que las cinco personalidades ahora representadas en el Panteón “no son toda la Resistencia”, movimiento con “muchos rostros”, dijo, entre los que citó a, “comunistas, gaullistas, socialistas, radicales y hasta monárquicos”

¿Qué habría costado incluir entre los panteonizados ayer a Marie-Claude Vaillant-Couturier, comunista que fue compañera de internamiento en Ravensbruck de Tillion y de Gaulle, o al emigrante del affiche rouge, Missak Manouchian, líder del grupo filocomunista de los veintitrés fusilados en febrero de 1944, lleno de judíos y extranjeros, entre ellos el español Celestino Alonso? La caída de aquellos veintitrés dio lugar a una intensa campaña de propaganda xenófoba de los nazis y del gobierno de Vichy, no exenta de actualidad en la Europa de hoy. Renunciando a eso, el homenaje fue, ciertamente, incompleto.

La Resistencia no es una rancia memoria. Sus valores de indignación, rebelión y compromiso activo contra la injusticia y la tiranía, son perennes y universales. Su programa, el Programa del Consejo Nacional de la Resistencia de 15 de marzo de 1944, destinado a definir el régimen democrático auspiciado tras la liberación y que lleva la impronta de Jean Moulin, es de una actualidad asombrosa. Contiene el grueso de lo que hoy se necesita; desde, “una verdadera democracia económica y social, que implique apartar las grandes feudalidades económicas y financieras de la dirección de la economía”, hasta “garantizar la subordinación de los intereses particulares al interés general”, pasando por, “una libertad de prensa independiente de la potencia del dinero”, la “instrucción para todos”, la “nacionalización de los grandes medios de producción, las fuentes de energía, las riquezas del subsuelo, los seguros y los grandes bancos”.

Lo que en 1944 era consenso básico para un futuro decente, hoy es “izquierda radical”, “extremismo”, naturalmente “populismo” y otras sandeces. Se comprende, así, por qué la historia debe ser bien acomodada.
La Vanguardia
Fuente original: http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/?p=111