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domingo, 30 de junio de 2024

¿Necesitamos el lenguaje para pensar?

Two computer images of brains with various parts of each highlighted in red, orange and yellow.
Una red de regiones se activa cuando el cerebro recupera palabras de la memoria, utiliza reglas gramaticales y realiza otras tareas lingüísticas.Credit...vía Evelina Fedorenko
En respuesta a posturas filosóficas tradicionales que afirman que el lenguaje sirve para pensar, un grupo de neurocientíficos afirma que su función es principalmente para comunicarnos. 
 Cuando era estudiante, Evelina Fedorenko asistió a la clase de Chomsky y le escuchó describir su teoría. “Me gustó mucho la idea”, recordó. Pero le desconcertó la falta de pruebas. “Muchas de las cosas que decía las afirmaba como si fueran hechos, la verdad”, dijo. 

Fedorenko se convirtió en neurocientífica cognitiva en el MIT y utilizó el escáner cerebral para investigar cómo el cerebro produce el lenguaje. Después de 15 años, sus investigaciones la han llevado a una conclusión sorprendente: no necesitamos el lenguaje para pensar.

“Cuando empiezas a evaluarlo, no encuentras nada que apoye este papel del lenguaje en el pensamiento”, afirmó.

Cuando Fedorenko comenzó este trabajo en 2009, los estudios habían descubierto que las mismas regiones cerebrales necesarias para el lenguaje también estaban activas cuando las personas razonaban o realizaban operaciones aritméticas.

Pero Fedorenko y otros investigadores descubrieron que este solapamiento era un espejismo. Parte del problema de los primeros resultados fue que los escáneres eran relativamente rudimentarios. Los científicos sacaron el máximo partido de sus escáneres difusos combinando los resultados de todos sus voluntarios, lo que creaba una media general de la actividad cerebral.

En su propia investigación, Fedorenko utilizó escáneres más potentes y realizó más pruebas a cada voluntario. Estos pasos permitieron que ella, y sus colegas, recopilaran suficientes datos de cada persona como para crear una imagen detallada de cada cerebro.

A continuación, los científicos realizaron estudios para identificar los circuitos cerebrales implicados en tareas lingüísticas, como recuperar palabras de la memoria y seguir reglas gramaticales. En un experimento típico, los voluntarios leían un galimatías seguido de frases reales. Los científicos descubrieron ciertas regiones cerebrales que solo se activaban cuando los voluntarios procesaban lenguaje real.

Cada voluntario tenía una red lingüística: una constelación de regiones que se activan durante las tareas lingüísticas. “Es muy estable”, afirmó Fedorenko. “Si te escaneo hoy y 10 o 15 años después, estará en el mismo sitio”.

A continuación, los investigadores escanearon a las mismas personas mientras realizaban diferentes tipos de pensamiento, como resolver un rompecabezas. “Otras regiones del cerebro trabajan muy duro cuando se realizan todas estas formas de pensamiento”, afirmó. Pero las redes del lenguaje permanecieron tranquilas. “Quedó claro que ninguna de esas cosas parece activar los circuitos del lenguaje”, declaró.

En un artículo publicado el miércoles en Nature, Fedorenko y sus colegas argumentan que los estudios de personas con lesiones cerebrales apuntan a la misma conclusión.

Los accidentes cerebrovasculares y otras lesiones cerebrales pueden anular la red del lenguaje y dejar a las personas con dificultades para procesar las palabras y la gramática, lo que se conoce como afasia. Pero los científicos han descubierto que la gente puede seguir haciendo álgebra y jugando al ajedrez incluso con afasia. En experimentos, las personas con afasia pueden mirar dos números —123 y 321, por ejemplo— y reconocer que, utilizando el mismo patrón, a 456 debe seguir 654.

Si el lenguaje no es esencial para el pensamiento, ¿para qué sirve? Para la comunicación, argumentan Fedorenko y sus colegas. Chomsky y otros investigadores han rechazado esa idea, señalando la ambigüedad de las palabras y la dificultad de expresar nuestras intuiciones en voz alta. “El sistema no está bien diseñado en muchos aspectos funcionales”, dijo una vez Chomsky.

Pero estudios a gran escala han sugerido que las lenguas se han optimizado para transferir información de manera clara y eficaz.

En un estudio, un grupo de investigadores descubrió que las palabras de uso frecuente son más cortas, lo que facilita el aprendizaje de las lenguas y acelera el flujo de información. En otro estudio, unos investigadores que estudiaron 37 lenguas descubrieron que las reglas gramaticales colocan las palabras cerca unas de otras para que su significado combinado sea más fácil de entender.

Kyle Mahowald, lingüista de la Universidad de Texas en Austin quien no participó en el nuevo trabajo, dijo que separar pensamiento y lenguaje podría ayudar a explicar por qué los sistemas de inteligencia artificial como ChatGPT son tan buenos en algunas tareas y tan malos en otras.

Los informáticos entrenan a estos programas con grandes cantidades de texto y descubren reglas sobre cómo se conectan las palabras. Mahowald sospecha que estos programas empiezan a imitar la red lingüística del cerebro humano, pero se quedan cortos en el razonamiento.

“Es posible tener un texto gramatical muy fluido que puede o no tener un pensamiento subyacente coherente”, afirmó Mahowald.

Pero Guy Dove, filósofo de la Universidad de Louisville, cree que Fedorenko y sus colegas van demasiado lejos al desterrar el lenguaje del pensamiento, especialmente de los pensamientos complejos. “Cuando pensamos en la democracia, podemos ensayar conversaciones sobre la democracia”, dijo. “No es necesario el lenguaje para tener pensamientos, pero puede ser una mejora”.

Carl Zimmer cubre noticias sobre ciencia para el Times y escribe la columna Orígenes. Más de Carl Zimmer

lunes, 6 de agosto de 2018

El poder del lenguaje para alcanzar el bienestar.

Las palabras que utilizamos tienen la capacidad de transformar nuestra realidad. Ya lo decía el filósofo Ludwig Wittgenstein en 1921: "los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo"

Las palabras que utilizamos tienen la capacidad de transformar nuestra realidad. El lenguaje genera cambios en nuestro cerebro y modifica nuestra percepción del entorno que nos rodea.

El lenguaje va vinculado a las emociones. Nuestras palabras envían constantemente mensajes a nuestro cerebro. A nivel neurológico, el uso del lenguaje positivo genera cambios en el lóbulo parietal, la parte del celebro que determina la forma en la que nos vemos a nosotros mismos. Según los estudios de los neurocientíficos Andrew Newberg y Mark Robert Waldman, las palabras negativas hacen que liberemos cortisol, la hormona del estrés. Por lo cual, adoptar una actitud negativa y usar un lenguaje basado en expresiones como no puedo, fracaso o es imposible podría debilitar la salud física y mental de una persona.

Por el contrario, estudios como el famoso Informe Monja —que demostró que las monjas que usaban en su lenguaje más términos positivos vivían hasta diez años más—, nos muestran que expresar palabras positivas y escuchar lenguaje motivador en nuestro ambiente diario favorece nuestra salud. Somos las palabras que usamos.

Actualmente, son muchas las corrientes que utilizan técnicas asociadas al cambio del lenguaje para tratar diversos trastornos psicológicos. Ejemplo de ello son las terapias cognitivo-conductuales, que demuestran que el fomento de pensamientos positivos a través del lenguaje que usa el paciente mejora su estado mental.

Esta teoría tiene como objetivo sustituir las opiniones negativas de los pacientes sobre sí mismos y sobre lo que les rodea por otras más positivas. Estas técnicas han demostrado ser un tratamiento eficaz para trastornos como la depresión —aunque también para fobias, adicciones o ansiedad—, ya que la actividad de nuestra amígdala cerebral aumenta al percibir un futuro más próspero a través de palabras positivas. En muchas ocasiones, estas terapias han resultado ser igual de eficaces que los medicamentos.

Uno de los expertos actuales más reconocidos a nivel mundial, el citado neurocientífico Mark Waldman de la Universidad Loyola Marymount (Los Ángeles), asegura que el cerebro se vuelve más saludable cuando empezamos a usar "tres, cuatro o cinco expresiones positivas por cada una negativa". El lenguaje tiene una potente capacidad de cambiar nuestro mundo. Lo bueno es que, igual que un lenguaje pobre y derrotista nos influye negativamente, también funciona a la inversa.

La solución pasa por comenzar a adoptar una serie de técnicas sencillas y cotidianas, pero muy efectivas. Por ejemplo, usar todavía en lugar de un no radical. Todavía deja las puertas abiertas, plantea una esperanza, evoca una motivación. También debemos olvidarnos de los peros o, al menos, cambiarlos de lugar. No causa el mismo efecto decir: "has hecho un buen trabajo, pero me lo has entregado tarde" que "me lo has entregado tarde, pero has hecho un buen trabajo". Dejar lo malo para el final hace que el efecto negativo perdure, que ese pero anule lo anterior.

Los tiempos verbales también nos dan una gran oportunidad para cambiar nuestras emociones. Si en lugar del condicional usamos el futuro, cambiamos un escenario hipotético por uno cierto. No es lo mismo decir: “Si escribo un libro, sería sobre felicidad” que “Cuando escriba un libro será sobre felicidad”. En el condicional vive la duda, en el futuro la certeza.

Al mismo tiempo, palabras como fracaso, problema, imposible o culpa deben ser desterradas de nuestro lenguaje y sustituidas por construcciones más estimulantes como error, reto, desafío o responsabilidad. Estás últimas no solo nos empujan a crecer y nos abren más puertas, sino que además hacen que nos tratemos con más benevolencia.

Además, cambiar los ¿Y si no podemos,  no es posible ...? negativos por los ¿Y si lo hacemos... Y si sale bien,  y si lo intentamos, no perderemos nada ? positivos hace que entrenemos nuestra valentía y que pasemos de pensamientos que nos hunden a otros que nos impulsan.

Dicho de otra forma, tenemos que dejar de ponernos siempre en lo peor. La precaución es necesaria, pero distingamos entre la advertencia y la parálisis.

Los que triunfan no emplean un lenguaje decaído, sino que expresan un mensaje positivo, fuerte y convincente.

Las palabras no son inocuas: contienen la energía de su significado.
Cambiando tu lenguaje mejorarás tu imagen frente al resto, pues es nuestro vehículo para llegar al otro. Con tus palabras influyes emocionalmente en los demás; con un vocabulario estimulante, mejoras el ambiente que se crea a tu alrededor.

María Fernández es fundadora de Coaching & Media y autora de El pequeño libro que hará grande tu vida.

Fuente: https://retina.elpais.com/retina/2018/07/27/talento/1532701669_217047.html

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"Si cuidas las palabras, las palabras cuidarán de ti"

lunes, 9 de julio de 2018

Ser bilingüe no solo mejora las habilidades cognitivas, sino también las sociales

Ser bilingüe tiene varias ventajas obvias.

Aprender más de una lengua nos permite tener nuevas conversaciones y nuevas experiencias.

En años recientes, varias investigaciones desarrolladas por psicólogos han demostrado que existen otras ventajas menos obvias.
Por ejemplo, que los niños bilingües tienen algunos beneficios cognitivos, como una mejor función ejecutiva, algo que ayuda a resolver problemas y otras actividades mentales complejas.

Ahora, dos nuevos estudios demuestran que crecer en un ambiente multilingüe no solo mejora las habilidades cognitivas de los niños, sino también las sociales.

En mi laboratorio de desarrollo psicológico llevamos a cabo un estudio, en colaboración con los psicólogos Boaz Keyzar, Zoe Liberman y Samantha Fan de la Universidad de Chicago, que se publicó el año pasado en la revista Psychological Science, con el que demostramos que los niños multilingües se pueden comunicar mejor que los niños monolingües.

Tomamos a un grupo de niños en Estados Unidos, de 4 a 6 años con diferentes orígenes lingüísticos, y les dimos una actividad en la que tenían que tomar en consideración la perspectiva de alguien más para poder entender qué les quería decir.

Por ejemplo, un adulto le decía al niño: “¡Ah, un auto pequeño! ¿Puedes mover el auto pequeño por mí?” Los niños podían ver tres –pequeño, mediano y grande–, pero estaban situados de tal manera que podían observar que el adulto no podía ver el auto más pequeño. Ya que el adulto solo podía ver el mediano y el grande, cuando decía “pequeño”, se refería al auto que el niño veía como “mediano”.

Encontramos que los niños bilingües se desempeñaron mejor en esta actividad que los niños monolingües. Si lo pensamos, esto tiene sentido intuitivo. Interpretar lo que alguien quiere decir, muchas veces requiere estar atento no solo al contenido, sino al contexto que lo rodea. ¿Qué es lo que mi interlocutor sabe o no sabe? ¿Qué está tratando de expresar? Los niños que viven en ambientes multiculturales cuentan con experiencias sociales para considerar la perspectiva de los otros: tienen que determinar quién habla qué lengua y a quién, quién entiende qué contenido y los lugares y momentos en que se hablan distintas lenguas.

También fue muy interesante encontrar que los niños monolingües que tenían contacto regular con otra lengua tenían el mismo talento que los niños bilingües en esta prueba; por ejemplo, los que tienen abuelos que hablan otro idioma. Al parecer, crecer en un ambiente en el que se hablan muchas lenguas, más que ser bilingüe, es el factor detonante.

Usted se preguntará si nuestros descubrimientos simplemente se pueden tratar de otro ejemplo de las habilidades cognitivas superiores que tienen los niños bilingües. Nosotros también nos preguntamos eso. Así que le dimos a todos los niños una prueba cognitiva estándar para la función ejecutiva. Encontramos que los niños bilingües tenían mejores resultados que los niños monolingües, pero no así los niños monolingües que tienen contacto regular con otra lengua. Estos niños “expuestos” tuvieron resultados similares a los monolingües en las pruebas cognitivas, pero similares a los bilingües en las pruebas de comunicación.

Algo más que las habilidades cognitivas –algo más “social”– debe explicar su facilidad para adoptar la perspectiva del otro.

En un estudio que le da seguimiento al primero, próximo a publicarse en la revista Developmental Science, mis colegas y yo examinamos los efectos de la exposición multicultural en niños más pequeños: bebés de 14 a 16 meses, que apenas hablan. En este estudio, dirigido por Zoe Libermar en colaboración con el profesor Keysar y la psicóloga Amanda Woodward, a los bebés se les enseñan dos versiones del mismo objeto, como un plátano. Una versión la pueden ver tanto el adulto como el bebé; la otra, solo la puede ver el bebé y no es visible para el adulto. Cuando el adulto le pregunta al bebé por “el plátano”, el bebé podría darle cualquiera de los dos objetos –ambos son plátanos– ; sin embargo, si el bebé entendió el contexto social, tomaría más veces el plátano que el adulto sí podía ver.

Observamos que los bebés de ambientes monolingües toman cualquier plátano; en cambio, los bebés con ambientes multilingües, incluyendo a los que están expuestos a una segunda lengua, aunque sea poco, ya han entendido la importancia que tiene poder adoptar la perspectiva del otro para la comunicación: con más frecuencia tomaban el plátano que el adulto podía ver.

Al parecer, la exposición multilingüe ayuda a obtener la habilidad básica de las relaciones interpersonales. Por supuesto, convertirse en alguien totalmente bilingüe o multilingüe no es fácil para todo el mundo. Sin embargo, las mejoras sociales que identificamos parecen surgir por el simple hecho de crecer en un ambiente donde haya contacto con muchas lenguas y no solo por ser bilingüe. Esto puede ser bueno para los padres que no son bilingües, pero desean que sus hijos tengan algunos beneficios del multilingüismo.

Katherine Kinzler es profesora asociada de psicología y desarrollo humano en la Universidad de CornellSer bilingüe tiene varias ventajas obvias. Aprender más de una lengua nos permite tener nuevas conversaciones y nuevas experiencias. En años recientes, varias investigaciones desarrolladas por psicólogos han demostrado que existen otras ventajas menos obvias. Por ejemplo, que los niños bilingües tienen algunos beneficios cognitivos, como una mejor función ejecutiva, algo que ayuda a resolver problemas y otras actividades mentales complejas.

Ahora, dos nuevos estudios demuestran que crecer en un ambiente multilingüe no solo mejora las habilidades cognitivas de los niños, sino también las sociales.

En mi laboratorio de desarrollo psicológico llevamos a cabo un estudio, en colaboración con los psicólogos Boaz Keyzar, Zoe Liberman y Samantha Fan de la Universidad de Chicago, que se publicó el año pasado en la revista Psychological Science, con el que demostramos que los niños multilingües se pueden comunicar mejor que los niños monolingües.

Tomamos a un grupo de niños en Estados Unidos, de 4 a 6 años con diferentes orígenes lingüísticos, y les dimos una actividad en la que tenían que tomar en consideración la perspectiva de alguien más para poder entender qué les quería decir.

Por ejemplo, un adulto le decía al niño: “¡Ah, un auto pequeño! ¿Puedes mover el auto pequeño por mí?” Los niños podían ver tres –pequeño, mediano y grande–, pero estaban situados de tal manera que podían observar que el adulto no podía ver el auto más pequeño. Ya que el adulto solo podía ver el mediano y el grande, cuando decía “pequeño”, se refería al auto que el niño veía como “mediano”.

Encontramos que los niños bilingües se desempeñaron mejor en esta actividad que los niños monolingües. Si lo pensamos, esto tiene sentido intuitivo. Interpretar lo que alguien quiere decir, muchas veces requiere estar atento no solo al contenido, sino al contexto que lo rodea. ¿Qué es lo que mi interlocutor sabe o no sabe? ¿Qué está tratando de expresar? Los niños que viven en ambientes multiculturales cuentan con experiencias sociales para considerar la perspectiva de los otros: tienen que determinar quién habla qué lengua y a quién, quién entiende qué contenido y los lugares y momentos en que se hablan distintas lenguas.

También fue muy interesante encontrar que los niños monolingües que tenían contacto regular con otra lengua tenían el mismo talento que los niños bilingües en esta prueba; por ejemplo, los que tienen abuelos que hablan otro idioma. Al parecer, crecer en un ambiente en el que se hablan muchas lenguas, más que ser bilingüe, es el factor detonante.

Usted se preguntará si nuestros descubrimientos simplemente se pueden tratar de otro ejemplo de las habilidades cognitivas superiores que tienen los niños bilingües. Nosotros también nos preguntamos eso. Así que le dimos a todos los niños una prueba cognitiva estándar para la función ejecutiva. Encontramos que los niños bilingües tenían mejores resultados que los niños monolingües, pero no así los niños monolingües que tienen contacto regular con otra lengua. Estos niños “expuestos” tuvieron resultados similares a los monolingües en las pruebas cognitivas, pero similares a los bilingües en las pruebas de comunicación.

Algo más que las habilidades cognitivas –algo más “social”– debe explicar su facilidad para adoptar la perspectiva del otro.

En un estudio que le da seguimiento al primero, próximo a publicarse en la revista Developmental Science, mis colegas y yo examinamos los efectos de la exposición multicultural en niños más pequeños: bebés de 14 a 16 meses, que apenas hablan. En este estudio, dirigido por Zoe Libermar en colaboración con el profesor Keysar y la psicóloga Amanda Woodward, a los bebés se les enseñan dos versiones del mismo objeto, como un plátano. Una versión la pueden ver tanto el adulto como el bebé; la otra, solo la puede ver el bebé y no es visible para el adulto. Cuando el adulto le pregunta al bebé por “el plátano”, el bebé podría darle cualquiera de los dos objetos –ambos son plátanos– ; sin embargo, si el bebé entendió el contexto social, tomaría más veces el plátano que el adulto sí podía ver.

Observamos que los bebés de ambientes monolingües toman cualquier plátano; en cambio, los bebés con ambientes multilingües, incluyendo a los que están expuestos a una segunda lengua, aunque sea poco, ya han entendido la importancia que tiene poder adoptar la perspectiva del otro para la comunicación: con más frecuencia tomaban el plátano que el adulto podía ver.

Al parecer, la exposición multilingüe ayuda a obtener la habilidad básica de las relaciones interpersonales. Por supuesto, convertirse en alguien totalmente bilingüe o multilingüe no es fácil para todo el mundo. Sin embargo, las mejoras sociales que identificamos parecen surgir por el simple hecho de crecer en un ambiente donde haya contacto con muchas lenguas y no solo por ser bilingüe. Esto puede ser bueno para los padres que no son bilingües, pero desean que sus hijos tengan algunos beneficios del multilingüismo.

Katherine Kinzler es profesora asociada de psicología y desarrollo humano en la Universidad de Cornell

https://www.nytimes.com/es/2016/03/18/ser-multilingue-no-solo-mejora-las-habilidades-cognitivas-sino-tambien-las-sociales/

martes, 21 de febrero de 2017

Reflexiones. El lenguaje es la manifestación más maravillosa del pensamiento humano, una fuente inagotable de alegrías y desafíos.

Miquel Roca, padre de la Constitución hace cuatro décadas, abogado de Cristina de Borbón en la actualidad, ha pedido a la ciudadanía que reflexione sobre la sentencia del caso Nóos.

Me he propuesto complacerle y reflexionar, aunque el primer objeto de mi análisis no es jurídico, sino semántico. Si un tribunal me impusiera una multa de más de 265.000 euros, ¿me consideraría yo absuelta? Me parece que no. Interpretaría que he sido condenada, puesto que si los jueces me hubieran hallado inocente, no me obligarían a pagar esa enorme, al menos para mí, cantidad de dinero.

Sigo reflexionando. El tribunal ha impuesto dicha multa a Cristina de Borbón por considerarla responsable a título lucrativo de los delitos cometidos por su marido. Es exactamente la misma calificación aplicada al PP por el tribunal que juzga el caso Gürtel.

A propósito de la igualdad de los españoles ante la ley, reflexiono sobre el revuelo jurídico, político y mediático que desencadenó la imputación del partido del Gobierno en un proceso de corrupción. Y, me pregunto, si los jueces condenaran al PP por esa responsabilidad, obligándole a devolver lo que obtuvo gracias a los delitos de Correa, ¿también resultaría absuelto?

El lenguaje es la manifestación más maravillosa del pensamiento humano, una fuente inagotable de alegrías y desafíos. A partir de ahí, cada uno es responsable de lo que dice. Por eso reflexiono sobre el júbilo expresado por el PP ante una sentencia que manda tres años a la cárcel a un dirigente de su partido, modelo de presidente autonómico hasta hace muy poco. Y me pregunto por el poder de la Monarquía, a la que sus súbditos aman más que a sí mismos.

No encuentro ninguna respuesta, excepto la que explica por qué soy republicana.

Almudena Grandes
http://elpais.com/elpais/2017/02/18/opinion/1487446327_201595.html