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miércoles, 8 de enero de 2025

Los cubanos que lucharon contra el fascismo en España renacen en el ensayo documental «Escuchar la sombra»


Fuentes: El Salto [Foto: Fotograma del documental ‘Escuchar la sombra’, de Miguel G. Morales]


El cineasta Miguel G. Morales, tras tres años de documentación en diferentes ciudades del mundo, presenta esta cinta en la que trata el paso de los cubanos por España para intentar derrotar al fascismo durante la Guerra Civil, en donde muchos encontraron la muerte.

“En Cuba se canta ‘no te mueras sin ir a España’. Y yo me voy a España ahora a la revolución española, en donde palpitan hoy las angustias del mundo entero de los oprimidos, a ser arrastrado por el gran río de la revolución”. Cantaron y rieron, lucharon y murieron, y los vivos siguieron luchando por los muertos. Se estima que hasta 1.400 cubanos arribaron en España una vez comenzada la Guerra Civil en 1936, ni siquiera cuatro décadas después de haberse liberado del yugo colonial en la isla. Ahora, el cineasta Miguel G. Morales presenta Escuchar la sombra, un documental sonoro y gráfico que podrá verse por primera vez en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

En esta cinta de media hora de duración las personas sin nombre miran a una cámara colocada desde el futuro: “¿Cuáles son las emociones que una derrota puede generar? Hay que apropiarse de la memoria de los vencidos. Llevan consigo la conciencia de la derrota como un pendón de victoria”, relata la voz de la actriz y dramaturga cubana Mariela Brito, hilo conductor de la película, la misma voz que abre este artículo.

El resultado de tres años de un olfateo cuidado al milímetro que ha llevado a Morales a investigar en ciudades como La Habana, Nueva York, Ámsterdam, Toulouse, Barcelona, Salamanca y París es una obra que trae consigo la historia del anonimato silenciado, el mismo que ahora el cineasta tinerfeño pretende desterrar para devolverle al lugar del que procede: la dignidad de un pueblo solidario contra el avance del fascismo.

A través del metraje, cuyo contenido es inédito en más de un 70%, Morales conjuga con exquisito criterio imágenes de Henri Cartier-Bresson, Kati Horna, Walter Reuter, Agustí Centelles, y recupera la obra de Belkis Vega, cineasta cubana. “La idea surgió cuando me enteré de que La Pasionaria había visitado Cuba en 1963, ahí se activó esta película”, cuenta el director. Morales se decantó construir el guion junto al escritor y dramaturgo Atilio Caballero siempre a la par de sus hallazgos investigatorios, lo mismo que sucedió con el diseño sonoro y musical, a cargo de Sara Sánchez y Fabián Yanes, del trabajo que ahora presenta.

La intelectualidad, con la resistencia
Para llegar a su fin, rastrearon los pasos de estos cubanos desde el principio. En su caso, comenzaron en septiembre de 1936, en el grupo Julio Antonio Mella, instalado en Nueva York. Más tarde, el que sería el Partido Comunista de Cuba inició un reclutamiento en la isla. Tenía que ser clandestino, así que viajaron con visado de turistas, con las maletas vacías, con la argucia de decir que iban a visitar la Exposición Universal de París. Así, unos 1.400 cubanos se adentraron en ese terror tan temido como la guerra, tan necesaria como la lucha por la supervivencia en libertad de todo un país.

Aunque Morales no ha querido recrearse en los nombres más conocidos de la intelectualidad cubana que apoyaron sin ambages al bando republicano, sí resuenan personajes como el poeta surrealista Juan Brea, el músico Julio Cueva o el pintor Wilfredo Land. Juan Marinelo, Alejo Carpentier y Nicolás Guillén formarían parte de la delegación cubana convocada en el Congreso de la Alianza de Intelectuales Antifascistas celebrado en Valencia en 1937.

Foto: Grupo de combatientes de viaje a España en 1937, del documental ‘Escuchar la sombra’.


 Pablo de la Torriente, uno de los primeros periodistas que informó de la contienda española en América, también está presente: “Después de conocer a Pasionaria y Miguel Hernández, en un momento dado decidió dejar de escribir para ir al frente, donde llegó a ser comisario político y donde le asesinaron”, cuenta Morales. El poeta de Orihuela le dedicó su segunda elegía, que comienza con estos versos: “Me quedaré en España, compañero”, / me dijiste con gesto enamorado. / Y al fin sin tu edificio trotante de guerrero / en la hierba de España te has quedado”. En definitiva, “el fusil para luchar y el libro para saber por qué luchamos”, como dice Brito en la película.

La guerra más allá de lo bélico
Cuba fue el país que más brigadistas aportó a la causa antifascista en relación con el número de habitantes totales de la isla. “En la Brigada Abraham Lincoln llegaron a estar más de 350 de ellos. La mayoría eran comunistas, pero en el archivo histórico de la CNT pude comprobar que hasta una decena de ellos comulgaban con el anarquismo”, enfatiza el cineasta. Para él, “lo más bonito de esta historia es que apenas estaban adscritos a un partido, sino unidos por la lucha a favor de la humanidad”.

A través de una sucesión de imágenes en las que no aparece absolutamente nada relacionado con lo meramente bélico, ni una trinchera, metralleta, bombardeo, ni siquiera un atisbo de muerte, Morales consigue ofrecer un recorrido en el que las mujeres tienen en la obra el mismo protagonismo que entonces. “Hemos intentado explicar en la narración cómo el papel de las mujeres estaba totalmente normalizado, tanto en la retaguardia como en el campo de batalla. Es una forma de romper los relatos de los propios archivos con los que hemos trabajado”, en sus propias palabras.

“A veces es posible hacer política a las puertas del infierno”, cuenta Brito. En otras tantas ocasiones, hasta la vida sonriente prevalece en las más pésimas de las condiciones. En Escuchar la sombra hay armónicas que suenan, cubanos convertidos en milicianos que bailan, se afeitan, fuman, comen, lavan sus ropas y descansan donde y como pueden. Blancos y negros, mestizos y mulatos, todos ellos uno, encontraron en España un espacio en el que hermanarse.

De los campos de concentración a otras revoluciones
La película también habla de su destino. “Encontré un microfilm ruso investigando en Nueva York en el que aparecían las fichas de salida de estos cubanos, que terminaron la mayoría en campos de concentración de Francia”, aclara el director. Morales comprobó cómo la Guerra Civil española solo había sido el punto de partida para otros tantos, quienes decidieron seguir combatiendo al fascismo en la Segunda Guerra Mundial y, más tarde, en la revolución de su propio país. Con las fichas en la mano, el cineasta vio que también la gran mayoría de ellos no eran militares, sino trabajadores de los oficios más variopintos, como conductores, mecánicos y carpinteros.

La imagen predomina la escena de este ensayo documental. Brito lo ilustra cuando dice que “la mirada clasifica y almacena, ordena, a su manera”. La mirada, por fin, gira el foco para centrarse en los rostros y andaduras de los sin nada en “un canto a la memoria de los llamados vencidos que nunca lo fueron, los que sacrificaron y pusieron el cuerpo en aras de un mundo mejor”, finaliza Morales.

Fuente:"https://www.elsaltodiario.com/cine/cubanos-lucharon-fascismo-espana-renacen-ensayo-documental-escuchar-sombra">https://www.elsaltodiario.com/cine/cubanos-lucharon-fascismo-espana-renacen-ensayo-documental-escuchar-sombra

martes, 28 de febrero de 2023

GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. La ‘Cartilla escolar antifascista’ de la República, una obra no solo educativa, también artística.

El Instituto Cervantes de Alcalá de Henares expone originales del cuaderno de lectoescritura que ideó el Gobierno del Frente Popular al comienzo de la Guerra Civil

Un joven lee concentrado una libreta en cuya portada aparece un soldado empuñando una metralleta y cuyo título reza: Cartilla escolar antifascista. La fotografía, tomada por Walter Reuter, abre la exposición dedicada a este documento histórico, publicado en 1937 por el Ministerio de Instrucción Pública del Gobierno de la Segunda República para alfabetizar y aleccionar a los soldados del Ejército durante la Guerra Civil.

La Cartilla escolar antifascista se ideó como un cuaderno de aprendizaje de la lectura, la escritura y el cálculo, pero también como una publicación artística y, a la vez, propagandística, en la que las frases elegidas para la enseñanza y el diseño de las imágenes contenían consignas republicanas. El Instituto Cervantes de Alcalá de Henares ha inaugurado una exposición sobre este documento histórico, que además sirve de homenaje a sus creadores: el diseñador gráfico de origen polaco Mauricio Amster y el fotógrafo berlinés Walter Reuter. La muestra se podrá visitar hasta el 5 de febrero de 2023.

El hallazgo de una lata de 2.200 negativos inéditos de Reuter en el archivo del cineasta y fotógrafo conquense Guillermo Fernández Zúñiga (1909-2005) es lo que ha permitido montar esta exposición, ya que muchos de los ensayos fotográficos que el alemán utilizó para la segunda edición de la Cartilla estaban en esa caja de hojalata redonda. Michel Lefebvre, uno de los dos comisarios de la exposición, califica este hecho de milagro: “Este descubrimiento está al mismo nivel que el de la Caja Roja de Antoni Campañà o la conocida como Maleta Mexicana [los 4.000 negativos de Robert Capa, David Seymour y Gerda Tardo que llegaron a México entre 1941 y 1942]”.

Un joven con un ejemplar de la 'Cartilla escolar antifascista', en el verano de 1937. WALTER REUTER

En la primera edición de la Cartilla, de 25.000 ejemplares, que se publicó en abril de 1937, se utilizaron las ilustraciones de Amster, reputado diseñador en la España de entonces, y las fotografías del cineasta José Val del Omar y el fotógrafo José Calandín. Tuvo tal éxito que se decidió imprimir una segunda edición, ya de una tirada de 100.000 ejemplares, algo extraordinario en una situación de guerra, según Lefebvre. Esta segunda entrega contaba además con un cuaderno de cálculo y con las fotografías de Reuter, afamado fotógrafo que había huido de la Alemania nazi y trabajaba en el Comisariado de Propaganda en 1936. “Cuando llegó la guerra, los dos se comprometieron con la Armada del régimen republicano, pero les asignaron una labor artística, porque físicamente no eran tan útiles”, relata el comisario. La exposición compara los cambios y mejoras entre las dos ediciones.

La Cartilla se distribuyó por todo el frente republicano. Cada lección partía de una frase acompañada de una ilustración. Por ejemplo: “La Unión Soviética nos ayuda” y un collage de un mitin comunista con cientos de participantes en blanco y negro y la bandera comunista en color. La seguía la separación por sílabas de las palabras que contenía esa frase, con caligrafía cursiva, e invitaba a los aprendices a crear palabras nuevas con esas sílabas, algo que recuerda a las técnicas utilizadas en los cuadernillos Rubio, pero con frases propagandísticas.

Foto de Reuter que Amster utiliza para un fotomontaje de la cartilla. En el patio del auditorio de la Residencia de Estudiantes de Madrid los Soldados del VI Ejército posan, el 6 de julio de 1937.

WALTER REUTER

Lefebvre señala que la proliferación de alabanzas a la Rusia de Lenin en sus páginas se debe a que la URSS fue el régimen que más ayudas envió a los republicanos: “Si los franceses hubieran cooperado más, seguramente habría menos propaganda bolchevique”. También se exponen las páginas del suplemento de cálculo, en las que se pueden ver operaciones aritméticas con balas como unidades para contar. En una de las páginas dedicadas a la resta, se lee esta frase: “Cada disparo de la ametralladora resta un cartucho al peine”. Este ejemplo muestra cómo se utilizaban objetos cotidianos para los soldados para que asimilaran los conceptos matemáticos con más facilidad.

Páginas de la cartilla aritmética dedicadas a la suma y a la resta. WALTER REUTER Y MAURICIO AMSTER

Amster, judío polaco nacido en la actual Lviv (Ucrania), estudió Bellas Artes en Viena y artes gráficas en Berlín. En 1930, un paisano suyo lo invitó a Madrid y allí colaboraron en varias editoriales españolas como diseñadores gráficos. Juan Manuel Bonet, el otro comisario de la exposición y experto en la trayectoria de Amster, explica que fue uno de los más importantes grafistas de España y que trajo consigo técnicas desconocidas entonces en el país: “Por un lado, hacía diseños de estilo más soviético o alemán a partir de fotografías, pero también utilizaba la línea clara, que ya se utilizaba en el cómic de Hergé, además de inventar numerosas tipografías”.

El grafista trabajó para proyectos de toda índole e ideología: desde el cartel de la exposición de Picasso de 1936 en el Centro de la Construcción de Madrid hasta la portada de la revista misionera Catolicismo, pasando por la cubierta de un ensayo de Trotsky. “A pesar de que él se alistó en el Partido Comunista en España y era afín al régimen republicano, lo contrataban de todas partes”, apunta Bonet.

Ya era amigo de Reuter cuando este llegó a España y fue él quien le propuso trabajar en la cartilla. Lefebvre, que equipara su importancia artística a la de Robert Capa, cuenta que Reuter era un personaje muy peculiar: “Era guapo como un dios, andaba por ahí con su guitarra acompañado de dos mujeres alemanas. No era comunista, más bien se asociaba a una especie de ecologismo socialista que existía en Alemania. Recorrió Europa a pie y cuando llegó a España le fascinaron los gitanos, a quienes fotografió en Málaga”.

Tanto Amster como Reuter se exiliaron a América Latina después de la guerra: el primero a Chile, donde con la ayuda, entre otros, de Pablo Neruda continuó su carrera de diseñador; y el segundo a México, donde siguió ejerciendo como fotógrafo. “Es curioso que sufrieran el mismo destino que muchos republicanos, aunque ellos no fueran españoles”, comenta Lefebvre.

https://elpais.com/cultura/2022-11-22/la-cartilla-escolar-antifascista-de-la-republica-una-obra-no-solo-educativa-tambien-artistica.html