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miércoles, 14 de septiembre de 2022

Crímenes del franquismo. El revisionismo quiere blanquear el genocidio del dictador Francisco Franco

Los ejércitos de Franco, Hitler y Mussolini comenzaron aquí su camino para tratar de arrastrar al mundo hacia su infierno. Hay quienes quieren lavarles la imagen para allanar nuevos caminos hacia el fascismo.

Durante muchos años de recuperada democracia no existió un debate en la sociedad española acerca de las consecuencias de las violaciones de derechos humanos de la dictadura. Las élites del franquismo, que han seguido siéndolo en democracia, conquistaron su impunidad a través de una Ley de Amnistía y establecieron un modelo de democracia en el que las instituciones del Estado se convirtieron en fábricas de ignorancia para ocultar ese pasado.

Durante veinticinco años tras la muerte del dictador, el Parlamento español no debatió sobre los crímenes del franquismo. Los libros escolares ocultaban la historia de la dura represión de la dictadura y todo ese silencio negacionista hizo sobrevivir en el imaginario colectivo el relato franquista que justificaba la necesidad de que un general fascista diera un golpe de Estado y asaltara violentamente el poder con ayuda de los ejércitos de Hitler y Mussolini.

En la transición, tras la dictadura, llamaron reconciliación a ocultar el pasado, a dejar que los fascistas normalizaran su presencia en la vida política democrática y a dejar sin justicia ni reparación a las víctimas.

El pasado parecía clausurado y resuelto, sin deudas pendientes. Pero en el año 2000, en una cuneta de un pueblo llamado Priaranza del Bierzo, un grupo de arqueólogos y forenses comenzaron a exhumar los cuerpos de 13 civiles republicanos asesinados por pistoleros fascistas el 16 de octubre de 1936. De allí nació la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y un movimiento social que comenzó a denunciar los crímenes de la dictadura. Fue una pequeña grieta en un gigantesco muro de impunidad.

Así se puso en marcha un movimiento social para buscar a los desaparecidos por la represión franquista. Las imágenes de las fosas comunes comenzaron a circular en medios de comunicación. Personas que no conocían esos hechos se indignaron al conocerlos y otras que los habían vivido pero por miedo habían callado comenzaron a contarlos.

Ante esa evidencia física, científica, de la represión, los sectores de la derecha española vinculados al franquismo necesitaban dar una respuesta porque se estaba resquebrajando el relato monolítico impuesto en la transición. Y como no podían atacar a los hijos ni a los nietos de esos republicanos asesinados, enterrados lejos de cementerios y con orificios de bala en sus huesos, decidieron reconstruir editorial, mediática y culturalmente el relato franquista.

Dos autores, César Vidal y Pío Moa, se convirtieron en los principales defensores y difusores de la explicación franquista: la culpa de la guerra fue de la revolución de los mineros de 1934 o esa secreta intención del gobierno de la República de venderle España a Stalin para convertirla en una república soviética.

Pero lo cierto es que el dictador Francisco Franco dejó firmada en el Boletín Oficial del Estado la explicación de lo ocurrido. Se trata de Ley de 23 de Septiembre de 1939 que consideraba que eran no delictivas actuaciones llevadas a cabo desde el 14 de abril de 1931, día de proclamación de la Segunda República, hasta el 18 de julio de 1936, día de su golpe de Estado. Los actos que Franco no consideraba delitos fueron: cualesquiera de delitos contra la Constitución, contra el orden público, infracción de las Leyes de tenencia de armas y explosivos, homicidios, lesiones, daños, amenazas y coacciones cometidos por personas respecto de las que conste de modo cierto su ideología coincidente con el Movimiento Nacional. Es decir, cualquier asesinato, atentado terrorista o delito violento cometido por motivos políticos contra la república desde el primer día de su existencia era declarado legal. El objetivo de Franco no era poner orden, era mantener una estructura social casi medieval, con un altísimo nivel analfabetismo y un modelo de explotación de trabajadores infrahumano y muy beneficioso para los grandes propietarios del país, incluida la iglesia católica.

El fenómeno del revisionismo tuvo enormes apoyos mediáticos, entre ellos la televisión pública durante el Gobierno de José María Aznar. Pero el movimiento de recuperación de la memoria siguió exhumando fosas, ha enseñado miles de asesinatos, ha implicado a Naciones Unidas y ha convertido a millones de españoles en testigos de esos crímenes.

Al terminar la guerra, Franco recogió los cadáveres de “sus” muertos, reparó a sus familias con becas escolares, con pensiones especiales, con puestos como funcionarios para toda la vida, con reconocimiento social y todo el apoyo económico. Pero a las familias que no apoyaron su golpe de Estado no les dejaron buscar a sus muertos, les arrebataron sus bienes a punta de pistola y crearon un apartheid español donde los defensores del fascismo tenían derechos y beneficios sociales y las familias antifascistas podían servir, malvivir o emigrar, como hicieron cerca de dos millones de personas de familias republicanas que emigraron en los años 50 y 60.

Franco hizo desaparecer al menos a 114.226 civiles; creó 300 campos de concentración, uno de ellos específicamente para homosexuales; aplicaba electroschocks a las lesbianas para curarlas de sus ‘aberraciones’; robó bebés a las presas republicanas con las teorías de un psiquiatra, Antonio vallejo Nájera, que investigó la transmisión de un supuesto gen marxista; incluso cuando compró las primeras vacunas contra la poliomielitis solo eran para hijos de vencedores.

La publicación en Francia de obras que justifican la dictadura franquista y la necesidad de su golpe de Estado, que pretenden humanizar el fascismo, hay que entenderla como un fenómeno europeo. Las extremas derechas buscan un relato del pasado que no asuste y que explique que los viejos fascismos fueron útiles para salvar a Europa. La sombra renovada del fascismo viaja en páginas de libros, en programas electorales y se extiende por ciudades, medios de comunicación y parlamentos.

El revisionismo español justifica la dictadura de Franco asegurando que las autoridades de la república estaban fuera de la legalidad. Pero lo que realmente hizo el Gobierno de la República fue construir miles de escuelas para combatir el analfabetismo, separar a la iglesia del Estado, celebrar elecciones democráticas con sufragio universal masculino y femenino, tener gobiernos de izquierdas y de derechas, legislar el divorcio, tener la primera ministra de Europa Occidental o llevar la cultura al último pueblo de la geografía española para mejorar el país.

En España se produjo la primera gran victoria militar del fascismo europeo. Los ejércitos de Franco, Hitler y Mussolini comenzaron aquí su camino para tratar de arrastrar al mundo hacia su infierno. Hay quienes quieren lavarles la imagen para allanar nuevos caminos hacia el fascismo. Mientras tanto, en España hay 114.226 civiles desaparecidos por la violencia franquista y ningún responsable de ninguno de esos crímenes ha sido juzgado jamás.

Las personas que construyeron la Segunda República estaban modernizando este país. La transición a la democracia la hizo España en la década de los años 30 del siglo pasado. Lo que se hizo tras la muerte del dictadura fue recuperarla.

Las personas que lucharon contra Franco querían defender esa democracia. Los republicanos españoles que salieron de España huyendo de Franco siguieron su lucha por la democracia en suelo francés, formando parte de la resistencia y de las fuerzas que liberaron París del nazismo. Sus cuerpos están enterrados desde Noruega hasta el sur de Francia.

Quienes quieren lavar la imagen de Franco necesitan deslegitimar la República. Pero llevamos años viendo sus crímenes en miles de huesos, de vidas rotas y de civiles asesinados en cunetas. La narrativa que quiere dulcificar el fascismo pretende allanar un camino y los únicos caminos que respetan la diversidad y protegen derechos transcurren por el territorio de la democracia.

Emilio Silva, Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. El autor es nieto de un civil desaparecido por la represión fascista en España.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/crimenes-franquismo/revisionismo-quiere-blanquear-genocidio-dictador-francisco-franco

viernes, 19 de noviembre de 2021

_- Paul Preston: “Franco era tímido con las mujeres; Mussolini, un predador agresivo, y Hitler, un abanico de perversiones”

                     

 Cuando al historiador nacido en Liverpool le preguntan en el Reino Unido si la guerra civil española y el franquismo dan para tanto, se le ocurre otro libro más. Ha pasado su vida dedicado al siglo XX de un país cuyas heridas sangrantes ha ayudado a clarificar. Ahora, con ‘Arquitectos del terror’, su nuevo ensayo, desmonta y señala a los autores de los bulos y mentiras que llevaron al desastre.

Con el Reino Unido bloqueado y a trancas y barrancas tras el Brexit, Paul Preston (Liverpool, 75 años) vive en Londres una suerte de distopía: “Aunque, bueno, es lo que sabíamos que se nos venía encima con este Gobierno incompetente, corrupto y mentiroso”, nos dice. Su virtud como ciudadano es la claridad. Y como historiador, más. Es necesaria esa claridad cuando abordas una materia como la suya: el siglo XX español. Sobre todo cuando desde algunos bandos continúa una tergiversación de los hechos. 

A Preston le debemos sin embargo la mejor biografía sobre Franco que se ha escrito hasta la fecha. Y muchos ensayos alrededor de esa figura, que han colocado el foco en su perfil sanguinario cuando, no solo en España, también fuera, se había instalado una suerte de imagen blanda respecto a otros tiranos coetáneos suyos.

Con Preston aprendimos que Franco estuvo a la altura —o, más bien, en la misma cloaca— que otras bestias en términos de crueldad. Una crueldad que además, más allá del fanatismo, el dictador español aplicó por ventajismo. Para asegurarse a perpetuidad en el poder. Algo que consiguió tras haber laminado a todo tipo de opositores, al menos hasta el punto de que no le estorbaran más de lo necesario su meta de morir como jefe del Estado. Lo leímos, por ejemplo, en La guerra civil española, Un pueblo traicionado, El holocausto español —el libro que más ha hecho sufrir a Preston, nos confiesa— y ahora en Arquitectos del terror (Debate), donde cuenta cómo el franquismo se alzó con el poder en los años treinta, entre otros factores, por medio de bulos. Bulos que provocaron entonces una guerra civil y que hoy, 90 años después, todavía siguen esparciéndose y, lo que resulta más asombroso, calando en un sector nada desdeñable de la población.

No cesa la ofensiva por cambiar los consensos sobre el franquismo. Hemos tenido que escuchar a dirigentes del PP que la guerra no se produjo tras un golpe de Estado, o a Vox, en el Congreso, calificando al actual Gobierno de Pedro Sánchez como el peor en 80 años, es decir, más nocivo que la dictadura. ¿No le deprime que, tras años de trabajo echando abajo esas teorías con hechos, continúen extendiéndose en boca de líderes políticos?

Recuerdo que hace 20 años, cuando los periodistas me preguntaban si esa tensión sobre la Guerra Civil iba a durar, yo, guiri inocente, respondía: “No, seguramente es cuestión de tiempo”. Pero cada vez que lo digo, surge un brote de franquismo preocupante. Lo que no veo es la ventaja de hablar en estos términos. En Occidente existe un debate entre izquierda y derecha intenso e interesante sobre temas que afectan a la gente que en España, en cambio, se reduce a términos de guerra cultural. Sobre todo cuando tocan asuntos como la homosexualidad y vienen con varias chuminadas provistas de una amargura… Incluso aquí, en el Reino Unido, cuando se ha polarizado todo en lo del Brexit, no han llegado a tanto. Las distancias en cuestión de tiempo respecto a los años treinta son colosales. Pero, aun así, continúan con ello.

¿Qué beneficios reporta, aparte de traumas? ¿Un retorcido masoquismo?

La izquierda, aun con alguna justificación, o los familiares todavía pueden hablar de temas pendientes. Pero en la derecha lloraron a sus muertos. Lo solucionaron en el momento en las zonas tomadas por los franquistas. Entonces, ¿de qué coño hablan?

Cuando llegó a España por primera vez en los años sesenta, como dice usted, empeñarse en hablar de la guerra era cuestión de tiempo. ¿Cuánto pensaba entonces que duraría?

Yo entendía muy poco. Era verdaderamente un país extraño y extranjero. Mi abuelo me advertía: “Ten cuidado, hijo, que allí comen cosas rarísimas y lo cocinan todo con aceite de oliva…”. Yo había nacido justo después de la II Guerra Mundial. En el colegio, en casi todos los atlas había muchos países en rojo, es decir, que formaban parte del Imperio Británico. Nos educaron con esa superioridad que yo me quité pronto de encima. Y mira ahora, de ahí viene en parte el Brexit. Cuando yo empecé a estudiar España, la República, la Guerra Civil, me chocaba el cerrilismo de la derecha. En comparación, entonces, los conservadores británicos eran mucho más listos.

¿En qué?
Aplicaban lo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa en El Gatopardo: cambiar algo para que todo siguiera igual. Ahora, la derecha británica es tan cerril, casi, como la española.

Dice que ese sentido de superioridad usted se lo quitó pronto. ¿Cómo?

Viajando. Para mí, lo más importante en mi vida han sido los años que pasé en España. Ahí adquirí conciencia de qué suponía ser británico. Al vivir fuera. Yo aprendí en Oxford que para conocer y hacerte especialista en un país debías adquirir una especie de segunda identidad. Los cuatro años que pasé en España desarrollé una percepción de la diferencia o aprecié el sentido de la vida familiar. En el Reino Unido, con la revolución industrial, muchas costumbres folclóricas, tradicionales, habían desaparecido. En España no. Y eso me parecía divino. O que los acentos no estuvieran ligados a la clase social… Yo pertenezco a la clase obrera del norte. Ahora da igual, estoy viejo y más cerca de cascar, pero para sobrevivir en el mundo en el que yo me he desenvuelto… Por ejemplo, ir a Oxford con una beca no era nada normal en mi caso. Todavía pasa. Sigue siendo muy elitista. Sentías esa presión, la de hablar como ellos. Lo que pasa es que, al ser de Liverpool, tenemos una mala follá que nos sirve para defendernos. Se puede decir que en el Reino Unido conviven dos idiomas: el normando para las clases altas y el anglosajón para las clases más bajas. En esos aspectos me llamaban mucho la atención esas diferencias.

¿Cuánto tiempo se quedó en España la primera vez?
Tardé mucho en regresar. Viajar entonces era muy caro y más complicado. Me quedé como dos años. Llegué al aeropuerto de Gatwick en hora punta. Al montarme en un tren, acostumbrado a la gente con piel de aceituna, me sorprendieron tantas caras rojas. Todos me parecían caricaturas de novelas de Dickens. Llegué y sentí la delicia de haber aprendido otro idioma. Algo que se ha perdido ahora también con las becas Erasmus, esa maravilla, gracias a que estos desgraciados del Brexit han cortado con eso.

Vuelven ustedes al famoso parte de guerra de la II Guerra Mundial: “Niebla en el canal, el continente está aislado”. ¿Le deprime?
¡Muchísimo! Y encima la pandemia ha beneficiado en ese aspecto a Boris Johnson. Ha ralentizado las consecuencias, que serán muchas más que las que vivimos ahora.

Las que veíamos venir: sin exagerar y bien rápido.

Ya el referéndum fue un horror. No se hubiera tenido que permitir una victoria por solo un 51%. Se han cometido demasiados errores. Si, como en el referéndum de Escocia, hubiesen permitido a los menores de 16 años votar, el resultado hubiese sido otro, por ejemplo. En fin…

Aquella primera vez en España, llegó usted a Vallecas directamente. ¿Es así?

Fue un día, solo, por contacto con un amigo. Pero cuando llegué a Madrid, lo que me sorprendió en los alrededores de la Puerta del Sol eran las tiendas ortopédicas para mutilados de la guerra. También los olores en los restaurantes o los artesanos trabajando a la puerta en sus tiendas. Para alguien británico resultaba muy exótico.

Se sufre mucho por usted leyendo este último libro. Si para prepararlo ha tenido que escuchar los discursos de los generales Queipo de Llano o Mola, o los del padre Tusquets y José María Pemán, piensas: se le ha debido quedar el cerebro seco. ¿Cómo se supera eso?

Bueno, yo ya me había curtido con El holocausto español. Muchos días, mi mujer, al volver del trabajo, me encontraba llorando sobre el teclado. Los crímenes contra mujeres y niños eran insoportables. En este libro iba trazando biografías concretas. Hablamos de tipos retorcidos, perversos o, en el caso de Tusquets y Pemán, responsables con sus doctrinas de muchos muertos mientras que en algunos periodos dieron la impresión de ser una especie de santos laicos. El Pemán que quedó en la Transición poco tenía que ver con el de la guerra. Y el padre Tusquets, para alguien que como yo se crio católico —aunque ya me quité hace tiempo—, es un caso que repele por esa hipocresía que lo caracteriza.

La tenían más que tomada con los judíos. El antisemitismo fanático que todos ellos despiden es clarificador.

Increíble. Existían en España 3.000 judíos antes de que empezaran a ser expulsados del norte y centro de Europa. Luego pasaron a 6.000. Masones eran 8.000, más o menos. En el fichero de Tusquets reunía a 80.000; entre ellos, muchos de los militares franquistas. ¿Cómo podía ser posible? El caso es que les sirvió como buena excusa para perseguir a cualquiera.

De hecho, si a Franco le hubieran inspeccionado la biblioteca, hubiese caído. Poseía unos cuantos volúmenes masónicos.

¡Claro! Muy interesante. Parece que sí, que coqueteó con ellos e intentó entrar en la masonería.

Ya, porque Franco, muy al principio, ¿sabía que era franquista?

Efectivamente, eso se lo tuvo que enseñar su esposa, doña Carmen.

Antes resultaba una especie de ameba ideológica. No enseñaba las cartas.

Ni sabía dónde las tenía.

Y de su nuevo libro se desprende que era el moderado, al lado de Mola, Queipo de Llano, ­Tusquet o Pemán. ¿Les tomaba en serio?

En comparación, sí, lo era. No solo de ellos, que cuentan con su capítulo propio en el libro. También en relación con quienes pululan alrededor: Serrano Suñer, Carrero Blanco, ambos llegaron a ser cruciales para el régimen como miembros destacados del Gobierno, pero también el escritor Giménez Caballero. Todos ellos muy moralistas sin que precisamente llevaran una vida pulcra.

En el antisemitismo que todos ellos compartían, la Iglesia, por su parte, ¿no mantiene una posición más ambigua?

Yo creo que la Iglesia es entonces antisemita, claramente. Pero, además, en todos ellos no operaba una distinción entre lo étnico y lo religioso, igual que ocurría con los nazis. Eran antisemitas y punto.

¿De dónde viene ese sentido patrimonial que empuja a la derecha más radical a pensar que España es suya?

Entre otras cosas, de la construcción de la anti España como idea. Aquello empuja a querer eliminar al 60% de la población. Tienen a la mayoría del país en contra de ello. Por eso deciden exterminarlos o expulsarlos.

Con atención especial a los maestros, por ejemplo, o la inquina en ese caso redoblada a la Institución Libre de Enseñanza, que formaban ante todo liberales, no una izquierda dogmática.

Ellos hablan del peligro de la formación. Más que desprecio, aquello se debía al miedo. De ahí su rechazo a que se generalizara la educación, porque creían que formar obreros o pastores incrementaba el peligro de revueltas.

El fanatismo y la radicalidad de Mola y Queipo de Llano, ¿llegan a asustar al propio Franco? Usted apunta con datos, casi sin dudas, a que la muerte del primero pudo ser conscientemente provocada. Un complot. Y que la caída en desgracia del segundo no extraña. Incluso en este último caso apunta a una relación rara con su hija. ¿Qué pasó?

Mantenía una relación insana, diría. En la biografía que hizo su nieta, Ana Quevedo, describe como sofocante el vínculo del general con su hija Maruja. Eso trajo las consecuentes sospechas de su mujer. Cuando Maruja decidió casarse sin su consentimiento, Queipo, en un arrebato de cólera incontrolable, la desheredó. Su madre entonces dio rienda suelta a sus sospechas y le preguntó a Maruja si su oposición al matrimonio se debía a motivos, dijo, “que iban más allá del amor paterno”. Y le preguntó: “¿Alguna vez se te ha insinuado o se ha propasado contigo?”. Maruja se negó a responder. A todos les superaba la doble moral, la hipocresía. Ahí nos movemos en un territorio delicado. He tenido muchísimo cuidado. En el libro, por un lado, se ve adoración; por otro, rechazo. Yo lo trato en el límite de lo permisible legalmente.

¿De ahí el título del capítulo que le dedica: El psicópata del sur? Es un extremo que se sostiene mediante testigos en ese regusto por la violencia y los abusos con que incitaba a sus tropas.

Era absolutamente repugnante.

Pero ahí sigue, enterrado en la iglesia de la Macarena.

Curioso que él continúe ahí y a Franco se lo hayan llevado del Valle de los Caídos.

Insisto en un punto: ¿le desespera después de haberse pasado la vida denunciando con hechos las brutalidades de estos personajes que se les reivindique o se quite importancia a sus crímenes?

Soy consciente de que mis libros llegan a una ínfima parte de la población. Intento ser honesto, aunque a la prensa de derechas les parezca un mentiroso diletante. Pero no se me ocurre contestarles ni a quienes se pasan la vida tratando de desacreditarme. Hago lo que puedo, soy consciente. Además, no utilizo las redes sociales. Me parecen una pérdida de tiempo que prefiero emplear en leer clásicos.

¿Qué tiene ahora entre manos?
Estoy en algo que no sé si va a cuajar. Ando recopilando material, pero me gustaría escribir algo sobre la vida sexual de los dictadores. Aunque va a ser complicado. Me gustaría abordar a Franco, a Hitler, a Mussolini. Otros no dan mucho de sí. De Mussolini podría escribir cientos de páginas, pero de Salazar, el portugués, como mucho, tres.

¿Que caracterizaba a cada uno de ellos?
Franco era tímido con las mujeres; Mussolini era predador agresivo, incluso un violador, y Hitler, un abanico de perversiones.

Promete la cosa. Pero aparte de eso, que ya nos irá contando, entretanto, ¿le llega el ruido político que ensordece hoy España?

Me llega porque leo los medios españoles, pero, si me limitara a informarme sobre ello desde el Reino Unido, no me enteraría. No lo cubren, ni le dan importancia.

¿Le preocupa?
Algo que repito mucho en mi caso es que menudo problema tengo yo con el pasado como para preocuparme ahora por el futuro. En eso, quizás, sea demasiado complaciente. Primero, dentro de la Unión Europea es muy difícil que se produzcan estallidos de violencia. Lo que buscan de manera descarada es volver al poder. Y eso dependerá, como siempre, de que la izquierda no se divida.

Pues ese error puede volver a cometerse. ¿Tampoco le desespera, en ese espacio, el desprecio al pasado como para volver a tropezar otra vez con la misma piedra?

En el Reino Unido ya se ha vuelto a cometer. El actual líder moderado, sir Keir Starmer, está intentando llevar al Partido Laborista hacia el centro para evitar los errores que cometió su antecesor de izquierdas, Jeremy Corbyn. Los seguidores de este, a quien se puede hacer una comparación muy interesante con Largo Caballero por su retórica hueca revolucionaria, están obstaculizando lo que pretende Starmer. Entonces, se puede decir que la izquierda británica no es consciente del pasado español. Quien sí fue muy consciente de ello y al principio, como mínimo, actuaba en consecuencia fue Felipe González. Y creo que Pedro Sánchez también lo es. Ahora, yo, insisto, no sé si los políticos leen los libros en los que se tratan esos asuntos. Ni idea de hasta qué punto un político tiene tiempo para leerse un tocho de 700 páginas. 

SOBRE LA FIRMA
Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

viernes, 25 de septiembre de 2020

Franco y el fin de la II G M.


Fuentes: Conversaciones sobre la Historia

Presentación

Las líneas fundamentales del nuevo orden mundial se establecieron por acuerdos previos entre las tres grandes potencias vencedoras, Estados Unidos, Unión Soviética y Gran Bretaña. En el terreno de la economía se perfilaron en julio de 1944 (conferencia de Bretton Woods) que creó el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo (IBRD), origen del Banco Mundial, y el Fondo Monetario Internacional como reguladores de la economía financiera. Las grandes líneas en el terreno de la política se diseñaron en las conferencias tripartitas de Yalta (4 al 11 de febrero de 1945) y Potsdam (17 de julio al 2 de agosto de 1945), cuando resultó evidente que los Estados Unidos iban a asumir un papel dirigente en la política europea y que no aceptaban la existencia de esferas de influencia que les restasen protagonismo Habiendo fallecido Roosevelt en abril de 1945, el nuevo presidente norteamericano Harry S. Truman retrasó la fecha de la reunión unas semanas con el fin de dar tiempo a que se realizase la primera prueba de la bomba atómica, que tuvo lugar el 16 de julio. Le acompañaron J. Stalin y Winston Churchill que sería reemplazado desde el día 28 de julio por el nuevo jefe del gobierno británico, el laborista Clement Attlee. Los dos problemas más urgentes que había que resolver en Potsdam eran el de decidir qué hacer con Alemania y cómo acelerar el final de la guerra contra Japón.

Josep Fontana, «Por el bien del imperio», Pasado y Presente 2011, pp. 35-41

Todo esto no impidió que la reunión de Potsdam casi se iniciara con la “cuestión española”, un día después de que Franco realizara cambios ministeriales importantes. Profundamente consciente de la amenaza de Potsdam “el buen capitán se apresuró a renovar su tripulación”, comenta Preston en la biografía de Franco. La bandera del Eje, si bien no la de Falange, fue arriada y reemplazada por una variante ideológica de la democracia cristiana extremadamente conservadora. El 18 de julio de 1945 los ministros más claramente desprestigiados por ser afectos al Eje fueron depuestos sin un solo signo de remordimiento. Mientras tanto en Potsdam, Stalin consideraba al régimen franquista como una amenaza para la paz mundial y para las Naciones Unidas, por lo que creía que había que actuar de forma contundente lo antes posible.

Nosotros los rusos consideramos que el presente régimen de Franco en España fue impuesto por Alemania e Italia y que entraña un grave peligro para las naciones unidas amantes de la libertad. Opinamos que será bueno crear las condiciones para que el pueblo español pueda establecer el régimen que elija.

Churchill por su parte no quería poner en peligro la valiosa relación comercial que Inglaterra tenía con España; la delegación británica buscaba “alguna forma relativamente anodina de resolución antifranquista”. Paul Preston, «Franco, Caudillo de España», 2015, 592-593

A partir de los documentos desclasificados por el Departamento de Estado de Estados Unidos se ha seleccionado el tema relativo a la «cuestión española» que se edita íntegro en en el enlace que figura al final. Se reproduce a continuación un fragmento traducido de la conversación de los tres líderes que se publicó parcialmente en «Stalin, Churchill y Truman hablan sobre Franco y España, Potsdam, julio de 1945 («Sociología crítica, 20 de octubre de 2009) o en «La reunión secreta en la que Stalin, Truman y Churchill discutieron sobre cómo destruir a Franco tras la IIGM» que no difiere apenas del publicado por E. Juliana, Aquí no hemos venido a estudiar, (Arpa, 2020) pp. 17-22.

Conversación sobre la Historia

***

Fragmento de la conversación del 19 de julio de 1945

Stalin: Es necesario examinar la cuestión del régimen de España. Nosotros los soviéticos consideramos que el actual régimen de Franco fe impuesto por Alemania e Italia y que entraña un grave peligro para las naciones unidas amantes de la libertad. Opinamos que será bueno crear las condiciones necesarias para que el pueblo español pueda establecer el régimen que elija.

Churchill: Estamos debatiendo todavía las cuestiones que vamos a incluir en la agenda. Convengo que la cuestión de España debería ser incluida en ella.

Truman: ¿Quiere el generalísimo [Stalin] hablar sobre la cuestión?

Stalin: Se han distribuido copias de la propuesta. No tengo nada más que añadir a lo que en ella se expresa.

Churchill: Señor presidente [se dirige al presidente de Estados Unidos, Harry Truman], el gobierno británico también está muy disgustado con Franco y su gobierno. […] El hecho de que hayan sacado a los prisioneros que han estado en prisión durante años y les hayan disparado por hechos ocurridos mucho tiempo atrás indica que España no es una democracia de acuerdo con las ideas británicas sobre este tema. Cuando Franco me envió una carta proponiéndome hacer una alianza de Occidente contra Rusia, le envié una respuesta fría. Esto demuestra que los sentimientos de Gran Bretaña son contrarios al régimen de Franco.

Stalin: Yo no he recibido ninguna copia de la respuesta británica a Franco.

Churchill: Veo alguna dificultad para aceptar el borrador propuesto por el generalísimo [Stalin] en el primer párrafo, el que trata de la ruptura de toda relación con el gobierno de Franco, que es el gobierno de España. Considerando que los españoles son orgullosos y susceptibles, semejante medida causaría el efecto de unir a los españoles entorno a Franco, incluso los que ahora reniegan de él, en lugar de apartarlos de él. […] El resultado sería un fortalecimiento de la posición de Franco. Y él tiene un ejército, aunque no sea muy bueno. Si con esta acción que se nos propone él resultara fortalecido, sería necesario considerar si tendríamos que intervenir por la fuerza. Y yo estoy en contra de usar la fuerza. En contra de interferir en los países que tienen diferentes regímenes que el nuestro, a menos que seamos molestados por ellos. Por lo que toca a los países que han sido liberados en el curso de la guerra, no podemos permitir que se establezca en ellos un régimen fascista, pero aquí tenemos un país [España] que no tomó parte en la guerra. Por eso es por lo que soy contrario a interferir en sus asuntos internos. El gobierno de Su Majestad [el gobierno británico] necesitará debatir muy detenidamente esta cuestión antes de decidir romper relaciones con España. Estoy preparado para tomar cualquier medida que sea necesaria dentro de la diplomacia para acelerar la salida de Franco del poder.

Truman: No siento ninguna simpatía hacia el régimen de Franco, pero no deseo tomar parte en una guerra civil española. Ya ha sido más que suficiente con la guerra en Europa. Nos alegraríamos mucho de reconocer a otro gobierno de España en vez del gobierno de Franco, pero pienso que es una cuestión que ha de resolver la propia España.

Stalin: ¿Es decir, que no habrá cambios en España? España está ganando fuerza ya. Se está alimentando de regímenes semifascistas de otros países [posible alusión a la Argentina del general Juan Domingo Perón]. Esto no es un asunto interno. El régimen de Franco fue impuesto a los españoles por Hitler y Mussolini, cuyos regímenes a su vez estaban en proceso de destrucción. Me creo que no sintáis ningún tipo de afecto por Franco, pero esto tiene que ser demostrado con hechos. No estoy proponiendo ninguna intervención militar, ni que desencadenemos una guerra civil que se podría perder. Solamente deseo que el pueblo español sepa que nosotros, los dirigentes de la Europa democrática, adoptamos una actitud negativa con respecto al régimen de Franco. A menos que lo declaremos así, el pueblo español tendrá motivo para pensar que no somos contrarios a dicho régimen. Podrán decir que, dado que hemos dejado en paz al régimen de Franco, esto significa que lo apoyamos. La gente entenderá que lo hemos aprobado o que le hemos dado nuestra bendición tácita. Esto constituye un grave riesgo para nosotros. No me agrada estar entre los acusados.

Churchill: La URSS ya no tiene relaciones diplomáticas con el gobierno español, así que nadie podrá acusarle de lo que está diciendo ahora.

Stalin: Pero lo que sí tengo es el derecho y la posibilidad de plantear la cuestión y resolverla. ¿Por qué tendría que estar callado? Todo el mundo cree que las tres grandes potencias pueden resolver estas cuestiones. Y yo represento a una de ellas, como el señor Churchill. ¿Debemos mantenernos en silencio ante lo que está pasando en España con el régimen de Franco y abstenernos de llevar a cabo una acción contra España, si tenemos en cuenta que ha recibido el apoyo del fascismo? No deberíamos mirar al suelo ante el peligro que representa la España de Franco.

Churchill: Nosotros tenemos antiguas relaciones comerciales con España. Si nuestra intervención no diera los frutos deseados, yo no querría que este comercio se detuviera. Por otra parte, comprendo totalmente la actitud adoptada por Stalin contra España. Franco envió su División Azul a Rusia [para luchar junto a la Alemania nazi contra la URSS], por lo que entiendo que esté molesto. […] Pero en lo que respecta a Gran Bretaña, España se abstuvo de realizar ninguna acción contra nosotros en una época en la que si lo hubiera hecho podría habernos provocado un desastre. […] Nadie duda de que el generalísimo Stalin no siente ningún afecto hacia Franco, y creo que la mayoría de los británicos comparten esa antipatía. Yo únicamente deseo subrayar que la URSS ha sido perjudicada por Franco como ningún otro país.

Stalin: No es una cuestión de perjuicios. Aun así, creo que Inglaterra también ha sido perjudicada por el régimen de Franco. Durante mucho tiempo, España puso su costa a disposición de Hitler para que la usasen sus submarinos. Puede usted decir, por tanto, que ha sufrido daños causados por Franco de una forma u otra. Pero no deseo que este asunto se valore desde ese punto de vista. Lo que importa no es la División Azul, sino el hecho de que el régimen de Franco es una amenaza grave para Europa. Esto debería tenerse en cuenta. Por eso creo que deberían tomarse algunas decisiones, incluso si eso significa romper las relaciones diplomáticas. Creo que debemos hacer algo contra ese régimen. Podemos encontrar otros medios. Solo tenemos que decir que no simpatizamos con el régimen de Franco y que consideramos justa la exigencia de democracia por parte del pueblo español. Solo tenemos que indicarlo y no quedará nada del régimen de Franco, se lo aseguro. Propongo que nuestros ministros de Asuntos Exteriores debatan si puede encontrarse otra forma más suave o flexible para hacer patente que las grandes potencias no apoyan a Franco y a su gobierno.

Truman: Me parece bien. Propongo pasar el asunto a los ministros.

Churchill: Debo oponerme a esto. Creo que este es un asunto que debe ser resuelto en esta reunión por los líderes de los gobiernos. Interferir en los asuntos internos de otros países es una cuestión peligrosa.

Stalin: No lo considero un asunto interno de España, puesto que su régimen se creó desde el exterior y es un peligro para Europa.

Churchill: Todo el mundo puede decir esto del régimen de cualquier otro país.

Stalin: No, no hay ningún régimen como el de España en ningún país. No queda ningún régimen como ese en país alguno de Europa.

Churchill: Portugal también podría ser condenado por tener un régimen dictatorial.

Stalin: No es la dictadura lo que importa. El régimen de Portugal es el resultado de un proceso interno, mientras que el régimen de Franco fue instaurado desde el exterior, por medio de la intervención de Hitler. Franco se comporta de manera provocadora y da asilo a nazis.

Churchill: […] En la Guerra Civil española hubo una intervención por ambas partes. La URSS intervino en un bando y Hitler y Mussolini, en otro. Pero, además, eso fue hace ya mucho tiempo. Creo que las acciones que pudiéramos decidir en esta reunión con respecto a ese problema servirían más para consolidar a Franco en su cargo. Y el gobierno británico no va a apoyar en lo más mínimo a este régimen, más allá de las relaciones comerciales.

Truman: Propongo que sean los ministros de Asuntos Exteriores quienes debatan si se puede encontrar otra forma más suave de llegar a un acuerdo sobre este asunto.

Stalin: Creo que este tema debemos resolverlo aquí. Propongo hacer una evaluación del régimen de Franco, incluyendo las observaciones hechas por el señor Churchill sobre la posible evolución de los acontecimientos en España. La situación del régimen de Franco debería ser uno de los puntos en la declaración que hagamos sobre Europa. Debería ser una declaración breve en la que dejáramos claro que nuestras simpatías son con el pueblo español y no con su régimen. Y sugiero dejar la forma en que debemos realizar esta declaración a los ministros de Asuntos Exteriores.

Churchill: No estoy de acuerdo con esta declaración. […] Hay muchas cosas que no nos gustan de otros países, como Yugoslavia o Rumanía. Yo no sé qué opinan realmente los españoles [sobre su régimen]. Hay muchas sombras en la opinión de los españoles. Creo que a la mayoría de ellos les gustaría deshacerse de Franco sin la interferencia de extraños.

Truman: Sugiero que pasemos a otro tema y ya volveremos al punto de España más tarde.

Atlee, Truman y Stalin al final de la conferencia de Potsdam (foto: Wikimedia Commons)

Después de Potsdam *
El día 2 de agosto de 1945 se hizo pública finalmente la declaración de la conferencia de Potsdam, que incluía un párrafo sobre España. Decía así: «Nuestros tres gobiernos creen que tienen el deber de señalar que no apoyarán una solicitud de admisión [a la futura Organización de las Naciones Unidas, que sería fundada oficialmente en octubre de 1945] que sea presentada por el actual gobierno español, el cual, habiendo sido establecido con el apoyo de las potencias del Eje, no dispone, por razón de sus orígenes, de su naturaleza, de sus antecedentes y de su estrecha asociación con los estados agresores, de los títulos necesarios para justificar su ingreso». El 5 de agosto, el gobierno de Franco respondió a esta declaración con una nota del ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín-Artajo:

«Ante la insólita alusión a España que se contiene en el comunicado de la Conferencia de los Tres en Potsdam, el Estado español rechaza, por arbitrarios e injustos, aquellos conceptos que le afectan y los considera consecuencia del falso clima creado por las campañas calumniadoras de los rojos expatriados y sus afines en el extranjero».

Stalin murió en 1953 y Churchill, que dejó de ser primer ministro británico en su segundo mandato en 1955, nunca volvió a establecer relaciones con España. Por su parte, Estados Unidos también las rompió poco después, y su presidente no perdió su oportunidad de declarar públicamente en varias ocasiones que «nunca había sentido mucha simpatía hacia España». Mientras, sin embargo, negociaba en secreto con Franco la implantación de bases militares en la Península y le concedía al régimen ayudas económicas millonarias.

*Estos dos párrafos proceden de Israel Viana «La reunión secreta en la que Stalin, Truman y Churchill discutieron sobre cómo destruir a Franco tras la IIGM, ABC 5 de septiembre de 2019. https://www.abc.es/historia/abci-reunion-secreta-stalin-truman-y-churchill-discutieron-sobre-como-destruir-franco-tras-iigm-201909050154_noticia.html. 

viernes, 1 de noviembre de 2019

Exhuman los restos del genocida Francisco Franco tras 44 años ¿de democracia?

Isabella Arria
Rebelión

Tras meses de una batalla política y judicial, reacciones viscerales y amenazas, el gobierno de España logró exhumar los restos del dictador Francisco Franco del conjunto monumental del Valle de los Caídos , tras 44 años de democracia: en la fosa común permanecen más de 33 mil republicanos asesinados por mandato del dictador.

La exhumación de los restos del dictador Franco (1892-1975) - que tiranizó, masacró y condenó al exilio durante su largo régimen totalitario a cientos de miles de personas- del Valle de los Caídos, el mausoleo que mandó a construir para gloria suya y de su cruzada, se consumó el jueves 24 de octubre, en un hecho histórico pospuesto por 44 años. En las calles de España muchos celebraron, algunos con algarabía, otros con discreción.

De piedra de granito, con una arquitectura sombría y tenebrosa, el Valle de los Caídos es desde entonces un lugar de peregrinaje para los nostálgicos del franquismo. Franco estaba enterrado a un costado del que fue su ideólogo y fundador de la Falange Española, José Antonio Primo de Rivera (1903-1936), pero también en el mismo lugar donde fueron sepultados en una fosa común 33 mil presos republicanos.

Un equipo especializado retiró la piedra de más de mil 500 kilos para extraer los restos del dictador, hecho que siguieron desde una carpa próxima unos 500 periodistas nacionales y extranjeros. Tras sacar el féretro, el prior del Valle de los Caídos, el franquista Santiago Cantera, realizó un breve responso antes de trasladarlo al cementerio de Mingorrubio, a unos 15 kilómetros de Madrid.

Hoy se pone fin a una afrenta moral: el enaltecimiento de la figura de un dictador en un espacio público... se da un paso más en la reconciliación. Nos costó mucho tiempo deshacernos de un régimen represor. Y casi nos ha llevado el mismo tiempo apartar los restos de su artífice del homenaje público. Hoy España cumple consigo misma, declaró el presidente Pedro Sánchez.

En un comunicado, la Fundación Francisco Franco, con el epígrafe “Aquí no se rinde nadie”, advirtió: “Sí, hoy hemos perdido una batalla, el enemigo ha alcanzado un objetivo parcial, pero en ningún caso hemos perdido la guerra. Así que, señores socialistas y comunistas, basta ya de vanagloriarse tanto”.

La exhumación fue criticada por líderes partidistas de uno y otro lado del espectro ideológico porque fue percibida como un acto propagandístico del presidente socialista Pedro Sánchez de cara a las elecciones del próximo 10 de noviembre. Pero lo cierto es que el actual presidente hizo lo que no se atrevieron a hacer sus antecesores y compañeros de partido Felipe González (1982-1996) y José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011).

El retiro de los restos de Franco del mausoleo que se hizo erigir fue un desagravio indispensable, así se haya realizado casi 44 años después de que al dictador se le enterrara con todos los honores de Estado, como prócer y no como el criminal de guerra que fue. Era grotesco que una democracia mantuviera a un genocida enterrado en un monumento nacional levantado con el trabajo esclavo de los republicanos, donde los cuerpos de 33 mil de ellos fueron arrojados a fosas comunes.

La exhumación llegó con cuatro décadas de retraso, entre las airadas protestas de fascistas nostálgicos y de neofascistas que experimentan una preocupante alza en las preferencias electorales. Sin cerrar definitivamente las heridas de la Guerra Civil y de la brutal dictadura fascista, no habrá condiciones para el establecimiento de una democracia verdadera y funcional en España. Y eso párte de la reconstrucción republicana, del fin de la monarquía.

Obviamente, el carácter inacabado de la transición iniciada en 1978 se revela en la institución de la corona, en la vigencia de una Constitución redactada con el visto bueno de los herederos monárquicos de Franco, o en el fracaso de los nacionalismos para conseguir sus reivindicaciones en el contexto institucional de la España moderna.

Además, la exhumación es un acto a todas luces saludable en tanto la política institucional también se dirime en el terreno de los símbolos, y la permanencia de Franco en el Valle de los Caídos era un símbolo tan ofensivo para la memoria de las víctimas del alzamiento fascista y de la posterior dictadura como impresentable y vergonzoso para una democracia.

Las imágenes del féretro del genocida saliendo en helicóptero del Valle de los Caídos retransmitidas en todo el mundo, una medida simbólica que ningún Gobierno había puesto en marcha en 44 años, llegan en un momento en que los socialistas estaban estancados en las encuestas.

Con la exhumación de Franco, el presidente Pedro Sánchez ha cosechado -a 18 días de las elecciones- su mayor logro desde que llegara al poder tras desalojar al derechista Mariano Rajoy (tras el escándalo de corrupción de Gürtel). Mientras, la oposición acusa a Sánchez de electoralismo y los partidos de izquierda y nacionalistas hablan de un exceso de permisividad con la familia del dictador.

Isabella Arria. Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)

http://estrategia.la/2019/10/25/exhuman-los-restos-del-genocida-francisco-franco-tras-44-anos-de-democracia

miércoles, 21 de noviembre de 2018

_- Carta de un antiguo alférez provisional al general Franco en abril de 1963.

_- 20 NOVIEMBRE, 2018
Ángel Viñas

La semana pasada di pública expresión a mi sorpresa de que antiguos altos mandos del Ejército, ya jubilados, hubiesen considerado oportuno loar al general Franco, de cuyo fallecimiento se cumple hoy un nuevo aniversario, utilizando como uno de sus argumentos, aunque no el único, el carácter supuestamente instructivo para las nuevas generaciones de su desconocida hoja de servicios salvo en la parte que antecedió a su odiada República y que ya fue objeto de análisis (no necesariamente en plan de alabanza) por un jefe del Ejército, también jubilado e historiador conocido, el coronel Carlos. …..

He dejado expresamente para este 20 de noviembre el dar a conocer una carta que un conocido amigo mío encontró años ha en el archivo de la Casa Civil de Su Excelencia el Jefe del Estado y que me envió por si pudiera interesarme. En aquellos momentos estaba escribiendo LA OTRA CARA DEL CAUDILLO y no vi la forma de incluirla. Me contenté con poner de relieve la forma y manera en cómo, a las tres semanas más o menos de ser cooptado por sus pares a la máxima magistratura, empezó a mover uno de los instrumentos que le permitió, en los tres años de guerra, hacerse con una fortunita considerable. Algo en lo que tan ilustres soldados no parecen haber reparado todavía. Hay que comparar, claro está, el tono moral que rezuma de tales manipulaciones con el espíritu de abnegación y sacrificio que tantos y tantos mostraron mientras morían en las trincheras o se desangraban esperando a que les enviaran a los hospitales de retaguardia. Pelillos a la mar.

Hoy creo que es imprescindible que tal carta salga de la oscuridad. Se trata de una misiva, con firma garabateada, escrita a máquina en 1963. Por razones no explicadas en el expediente, alguien decidió guardarla. En muchas otras ocasiones tal tipo de comunicaciones va directamente a la papelera. No fue este el caso. En el próximo post haré algunos comentarios al respecto, pero antes desearía que mis amables lectores leyeran el texto de la carta. Ni que decir tiene que el tono fue extremadamente respetuoso. La puntuación, que no era el fuerte del autor, es mía.

“Mi General: el español que le dirige esta carta fue oficial a sus órdenes durante la guerra civil española. En la misma perdió a su padre y derramó su sangre por la Patria en diferentes operaciones estando en posesión de varias condecoraciones a las que renuncié voluntariamente por los mismos motivos que informan ésta.

Como tantísimos españoles luché por Dios y por la Patria, por lo menos luché con este convencimiento y verdadera fe. No saqué en consecuencia ningún provecho personal de esta privilegiada situación, creyendo siempre que, aun cometiendo errores, íbamos a crear una nueva España mejor y auténtica madre de todos los españoles.

Siempre, y en cuantas ocasiones se me han presentado, lo he defendido a Vd. y a sus políticas; inclusive en momentos en que la pura razón me parecía estar de nuestra parte.

Después de más de 25 años observo con verdadero horror que lo que en principio creí era un mal inevitable, conocedor de las pasiones desatadas y de los sufrimientos de la guerra, y que el paso del tiempo y la inteligencia de Vd. borraría para siempre de la faz de nuestra Patria, se ha convertido en norma.

Escribo, pues, ésta bajo el dictado de mi conciencia y para que nunca se diga que un español calló cuando debía haber hablado. Todavía después de tanto sufrimiento y tanta sangre vertida hay que escribir HABER en vez de PODER.

Mi General: los últimos juicios militares contra personas civiles son a todas luces monstruosos. No hay ley humana o divina que en este año de 1963 pueda justificarlos, ni tampoco los métodos empleados para montar los mismos, mucho menos teniente presente la hora actual del mundo.

Las largas condenas impuestas, inclusive la pena de muerte, y las torturas son impropias de un país que se dice civilizado y por demás católico. Por ello la opinión mundial nos mira con repulsión y seguirá la leyenda negra. Todo este horror caerá sobre nuestras conciencias este día y sobre las de nuestros hijos en la eternidad.

No podremos, como no podemos ya, acusar al mundo y proclamar con lágrimas de fariseo que no se esfuerza nadie en comprendernos cuando nosotros, después de más de 25 años de terminada nuestra guerra civil, seguimos aplicando normas de represión y odio contra hermanos nuestros, que podemos considerar como equivocados, obcecados y sin salvación pero hijos de Dios y a quienes tenemos la sagrada obligación de comprender y convencer, y no se puede convencer a nadie aplicando medidas de odio, aparte de que pecamos gravemente a los ojos de Dios y de los hombres.

Hay que tener presente, mi General, que la inmensa mayoría de esos hombres se mueven a impulsos de verdaderas injusticias y que, si no hubiese en nuestra Patria necesidades, hambre y tantas injusticias irritantes, en perpetuo contraste con un lujo y ostentación de riqueza desmedidos, no serían captados por las ideas marxistas. Al fin y al cabo, estas son una nueva mística que, aunque en teoría, ofrecen una esperanza de redención.

¿Qué esperanzas tiene el que en España sigue pasando hambre de pan y de justicia, después de más de 25 años de promesas?

Cúlpese, pues, a los que lo han tenido todo en sus manos y solo han pensado en enriquecerse desmedidamente, restregando diariamente su orgullo y despotismo por las narices de los oprimidos.

No podemos engañar a nadie presentando sus delitos de rebelión militar

(sigue al dorso)

lo que solo es un sagrado derecho del explotado. La protesta contra dicha explotación, contra la injusticia que con él se comete.

Que pedir justicia, en la forma que fuere, no es delito, cuando uno no es escuchado por quien debiere. Y, en último término, tengamos también presente que al juzgar a un ser humano juzgamos su actuación ante la sociedad de acuerdo a la ley considerando solo los hechos probados y de ninguna forma sus ideas, pues aun condicionando unas a otros es lo cierto que orden de los hechos pertenece a los hombres y el de las ideas a Dios.

Son muchos más, mi General, los argumentos que en pleno Derecho podría invocar, pero no lo hago, en orden a la brevedad y también convencido de que su preclara inteligencia ya los intuye, y convencido de que para argumentaciones de esta carta ya son suficientes.

Solo me resta, mi General, pedirle clemencia y caridad para ese comunista condenado a muerte el día 18 de abril del corriente llamado Julián Grimau, juzgado por un tribunal militar donde se conculcaron todas las normas del Derecho, desde el principio al fin, y que de cumplirse será baldón y vergüenza para varias generaciones de españoles (fui testigo presencial).

También, mi General, clemencia y caridad para todos los que el momento actual son reos y cumplen penas larguísimas por sus opiniones políticas o sus protestas laborales.

En sus manos está, mi General, el corregir tanto desafuero y odio, en beneficio de España, de nuestros hijos y de nosotros mismos; que la Historia está ahí para que nos juzguen y, por encima de todo y de todos, Dios, que también nos ha de juzgar.

Si así lo hace, mi General, Dios se lo premie; si no, Dios y los hombres se lo demandan.

Escrito en Valencia, a 20 de abril de 1963

Un alférez provisional

(un garabato como firma, en el que se distingue una inicial)”

Fuente: Archivo General de Palacio, Casa Civil de Su Excelencia el Jefe del Estado, legajo 3410

lunes, 15 de octubre de 2018

Septiembre de 1975: la solidaridad internacional aísla al régimen franquista.

Héctor García Barranco
Rebelión

"La muerte de Franco significa la caída del último de los signos del totalitarismo nazi-fascista que envuelve toda una etapa en la vida de la humanidad en el siglo XX. Franco había sido un símbolo [...] impuesto por la fuerza de los ejércitos nazifascistas y como producto de una sublevación militar en España " [1].

Luis Echevarria, Presidente de la República de México, 20 de Noviembre de 1975.


Hay muy pocos acontecimientos en la historia de España que se encuentren al margen de la interpretación historiográfica o del debate político. El 27 de Septiembre de 1975 el franquismo decidió morir asesinando. Y este es un hecho fuera de cualquier discusión. La ejecución de las condenas a muerte de los jóvenes militantes del FRAP, Xose Humberto Baena, Ramón García Sanz y Jose Luís Sánchez Bravo, así como de los militantes de ETA, Juan Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui, representó la última gran expresión del totalitarismo fascista iniciado en Julio de 1936.

Durante los meses de Agosto y Septiembre de 1975, la comunidad internacional denunció con rotundidad la oleada de detenciones masivas, la falta de garantías en los juicios-farsa, la brutalidad de las torturas y el sadismo de los asesinatos. Los pueblos de Europa y otras partes del mundo protagonizaron manifestaciones sin precedentes, para defender la vida de los jóvenes luchadores antifranquistas. Las acciones multitudinarias de solidaridad y la presión diplomática al más alto nivel, significaron un auténtico golpe de efecto internacional en el proceso de agonía del Régimen de Franco.

La comunidad internacional en defensa de las libertades democráticas.

La conmoción, generada por los asesinatos en el conjunto de la comunidad internacional, produjo acontecimientos parcialmente conocidos por la opinión pública interior, pero de máxima relevancia política en el exterior: el llamamiento a la expulsión de la ONU de España por parte del Presidente de México, Luis Echevarría; o la mayor retirada de Embajadores en Madrid de la historia en 4 días, con la participación de nada menos que 17 Estados como Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Suecia, Noruega, Reino Unido, Portugal, Holanda o Canadá. Así mismo, también fueron mundialmente conocidas las imágenes del Primer Ministro socialdemócrata sueco, Olof Palme, pidiendo en las calles de Estocolomo, hucha en mano, el apoyo económico por la “libertad en España” [2] ; o los ruegos y llamadas telefónicas del Papa Pablo VI en la noche del 26 de Septiembre, desoídos por el Dictador.

Estos episodios fueron consecuencia directa de importantes movilizaciones internacionales antifascistas, en defensa de la libertades políticas y por la Democracia, en un contexto mundial de lucha masiva anti-imperialista (con la Guerra de Vietnam recientemente acabada en Abril de 1975). En los días 26 y 27 de Septiembre las movilizaciones llegan a congregar a 100.000 personas en París, con acciones multitudinarias constantes en Marsella, Hendaya, Perpignan, Lyon, Burdeos, el corte de la línea férrea en Ciboure o el rodeo permanente del Consulado en Toulouse; se organizaron concentraciones y manifestaciones en todo el territorio alemán: Frankfurt, Colonia, Bremen, Berlín, Hannover, Bonn o Dusseldorf. Las protestas en Italia toman una dimensión desbordante con 50.000 personas recorriendo Roma, el Consulado de Florencia es asaltado y 20.000 manifestantes bloquean Milan, donde también se fija un piquete permanente en el Consulado; en Utrecht salen 15.000 personas a la calle con la participación del Primer Ministro holandés y varios miembros del Gobierno; además, se movilizaron 8.000 personas en Estocolmo y 2.000 manifestantes rodean la Embajada en Atenas. La respuesta en Portugal a los asesinatos es masiva y contundente: con las emisoras de radio más importantes emitiendo mensajes de solidaridad en castellano, y después de atacar el Consulado, 30.000 personas asaltan y queman la Embajada franquista de Lisboa [3].

Las movilizaciones dentro y fuera del Estado español no pudieron impedir los asesinatos de los 5 luchadores antifranquistas, pero las acciones y las protestas internacionales se mantuvieron activas hasta la muerte de Franco. El exilio político, el fenómeno de la migración económica y la solidaridad internacionalista de los pueblos del mundo, organizados en Partidos Políticos, Sindicatos, Asociaciones o Colectivos de la sociedad civil, explican la fortaleza de aquel movimiento antifascista global desatado entre Octubre y Noviembre del `75. Este movimiento internacional masivo desgastó, aislando políticamente al Régimen, hasta la muerte del dictador. El día 28 de Septiembre, la manifestación en Ginebra contra la delegación franquista en la ONU, congrega a 5.000 personas y se salda con 60 policías heridos; ese mismo día 2.000 personas recorren Quebec en una manifestación histórica, se realizan simultáneamente mítines en ciudades noruegas como Oslo o Bergen y es quemada la Embajada de España en Bruselas. Al día siguiente, en el acto institucional de apertura del curso político en Roma, con la Embajada asaltada y quemada dos días antes, el Presidente del Senado Italiano rinde homenaje a los militantes demócratas del FRAP y de ETA, asesinados por el franquismo.

Incontables acciones de solidaridad en Octubre y Noviembre se reproducen en Suiza, Reino Unido, Dinamarca, Suecia, Venezuela, México, Australia, Turquía, Malta o Colombia, donde es atacado el consulado de Medellín [4] . El libro “27 de Septiembre. Cinco Héroes del Pueblo”, editado en la clandestinidad en enero de 1976, señala que el día 2 de Octubre la Federación Sindical Mundial llama a una “Jornada Mundial de Boicot al Franquismo”. En esta convocatoria, articulada por el sindicalismo internacional, participaron millones de trabajadores con especial incidencia en Europa y América Latina. En Francia, Inglaterra, Suecia, Noruega, Holanda o Italia el Boicot a barcos, trenes, aviones, así como a las comunicaciones postales, telegráficas y telefónicas fue generalizado. En Grecia, Italia y Bélgica, se produce un Paro General de 15 minutos en todas las empresas. En Ankara los trabajadores cortan los suministros de agua y electricidad de la Embajada española de Turquía. Mención especial merece la acción en Suecia, por la cual se cancelaron más de 15.000 viajes turísticos a España en un solo día.

El 17 de Octubre 3.000 personas se manifiestan en Londres, a modo de “reclaim the streets”, tras la finalización de un Acto Público exigiendo la libertad de todos los presos políticos y las libertades para los pueblos del Estado español. La Marcha Internacional de París del 1 de Noviembre, con la participación de numerosas personalidades de toda Europa, reúne a 15.000 personas. Las iniciativas antifranquistas se suceden cada semana en Bélgica (Bruselas), en Holanda (Rotterdam), en Suecia (Goteborg), en Suiza (Ginebra) o en Italia (Roma). El 19 de Noviembre, un día antes de la muerte del dictador, se celebra un mitin en Nueva York en memoria del Presidente del FRAP Julio Álvarez del Vayo (ex Ministro durante la Segunda República). Aquel día, una serie de senadores liberales del Partido Demócrata firman una carta dirigida al Presidente de los EEUU protestando por el apoyo prestado a la España franquista.

Entre Octubre y Noviembre de 1975 otras personalidades como el Primer Ministro de Dinamarca Anker Joergensen, el Alcalde de Frankfurt Rudi Arndt, o el Arzobispo Cardenal Dopfner de la Archidiócesis de Berlín, entre otros, manifiestan su repulsa al Régimen franquista. Además, instituciones de considerable relevancia como el Ayuntamiento de Génova, la Bienal de Venecia, la Asociación Nacional de Magistrados de Italia, la Organización Internacional de Periodistas o la Comisión Internacional de Juristas se posicionan mostrando su solidaridad con los 5 asesinados. Numerosos comités de Amnsitía Internacional denuncian los crímenes y en la reunión de la Internacional Socialista, Willy Brandt, Olof Palme, François Mitterand y Harold Wilson protestan públicamente contra las penas de muerte de los militantes del FRAP y de ETA.

La intelectualidad internacional, comprometida con la Democracia

Otro elemento de interés relacionado con las iniciativas solidarias internacionales que los crímenes de Septiembre de 1975 produjeron, fue el apoyo de múltiples intelectuales de prestigio internacional a la causa antifascista y por la libertad de los pueblos.

El 12 de Septiembre, Jean Ziegler, Consejero Nacional en Ginebra y miembro de la Comisión de Exteriores, hace llegar una carta al Embajador español en Berna dando a conocer el informe de la Comisión Internacional de Juristas. En la misiva, se denuncian las torturas y las vulneraciones de derechos humanos de los “jovenes militantes demócratas” y manifiesta su deseo de “protestar vigorosamente, interpretando el sentimiento de repulsa de numerososo ciudadanos y ciudadnas suizas, contra las torturas que han soportado los cinco acusados, según testimonios irrefutables, durante la fase de instrucción del proceso”.

Multitud de personalidades internacionales con gran prestigio como el historiador hispanista francés Pierre Vilar, el poeta suizo Georges Haldas, el director de cine Pier Paolo Pasolini o sociólogos y profesores de la Universidad de Frankfurt, entre los que destacan el historiador Ernest Bloch, el filósofo Johannes Ernst Seiffert , el escritor y periodista de investigación Günter Wallraff o la profesora Elisabeth Siegel, envían mensajes solidarios condenando al franquismo. El filósofo y profesor de la Sorbona Olivier Revault D’Allones, impulsó un conocido “Manifiesto de Solidaridad con los Revolucionarios de la Península Ibérica”.

Además, el Régimen expulsa de Madrid al cineasta Costa Gavras, al actor Yves Montand y al escritor Regis Debray en el marco del viaje ex profeso realizado para presentar el célebre “Llamado a los antifascistas en Francia” [5] ; la acción de denuncia, firmada por 400 intelectuales entre los que se encuentran Jean Paul Sartre, Bernard Clavel, Michel Foucalt, Yves Deschelles o André Malraux, concluye con un categórico “llamamos al pueblo francés, a todos los antifascistas, a mostrar activamente su solidaridad con el pueblo español y a utilizar todos los medios para detener el brazo de los verdugos franquistas”.

43 años después de los acontecimientos del Otoño de 1975, es de justicia reconocer el enorme sacrificio realizado por las personas defensoras de las libertades que lo dieron todo, incluyendo sus vidas, en la lucha contra la Dictadura franquista [6] . Es de justicia, así mismo, reconocer y agradecer la tenacidad del exilio político, la valentía de la emigración en Europa y la solidaridad del conjunto de la comunidad internacional, por el papel desempeñado en desenmascarar y denunciar la brutalidad y la crueldad de la Dictadura. A pesar de la impunidad del “borrón y cuenta nueva” que supuso la Transición, en lo que se refiere al reconocimiento pleno de las miles de personas que lucharon dentro y fuera del Estado español contra el fascismo, reparar a todas las víctimas de crímenes de lesa humanidad sigue siendo una asignatura pendiente y una obligación democrática. A día de hoy, las víctimas del tardofranquismo no han sido derrotadas y, paradojicamente, continúan encontrando en la comunidad internacional respaldo y apoyo para seguir luchando por la Verdad, la Justicia y la Reparación.
Notas:

[1] Carlos Sola Ayape, De Cárdenas a Echeverría: los 12 puntos de la política exterior de México hacia la España de Franco (1936-1975), Scielo Mexico, 2016.

[2] https://www.elperiodico.com/es/opinion/20160228/la-hucha-de-olof-palme-4935178
[3] Autor@s Anónim@s, 27 de Septiembre, Cinco Héroes del Pueblo, Agencia de Prensa España Popular, Francia, 1978.

[4] Grupo Adelvec, FRAP, 27 de Septiembre de 1975, Ediciones VOSA, 1985.

[5] https://www.elconfidencial.com/espana/2015-09-20/fusiladlos-el-principio-del-fin-del-franquismo_1024329/ 

[6] https://blogs.publico.es/verdad-justicia-reparacion/2018/09/22/27-de-septiembre-de-1975-manana-cuando-me-maten/

Héctor García Barranco. Licenciado en Historia y militante de PODEMOS en Euskadi. 
Firmas de acompañamiento y apoyo al contenido del artículo:

Josetxo Arrieta Arrieta, Senador del “Grupo Confederal UNID@S PODEMOS/EN COMÚ PODEM/EN MAREA”.

Tinixara Guanche Suárez, Diputada en el Parlamento Vasco de “ELKARREKIN PODEMOS”.

José David Carracedo Verde, Diputado en el Congreso del “Grupo Confederal UNID@S PODEMOS/EN COMÚ PODEM/EN MAREA”.

Isabel Serra Sánchez, Diputada en la Asamblea de Madrid de “PODEMOS”.

Miguel Urbán Crespo, Diputado en el Parlamento Europeo de “PODEMOS”.

martes, 18 de abril de 2017

GERNIKA: EL LABORATORIO DEL TERROR. Xabier Irujo documenta con rigurosa información y escalofriantes testimonios el bombardeo de la villa vizcaína y concluye sin vacilaciones que lo ordenó Franco.


Gernika: el laboratorio del terror
El bombardeo de un único avión, el Old Carthusian, contra el palacio del emir de Kabul y algún edificio gubernamental, sobre los que descargó 344 kilos de bombas, bastó para inclinar a favor de Inglaterra la tercera guerra afgana (mayo de 1919) sin ­sufrir una sola baja. El ministro de Guerra, Winston Chur­chill, había encontrado el arma barata y eficaz que buscaba para sanear la economía de un imperio en bancarrota, que aún tenía 1,2 millones de soldados movilizados y era propietario de 800.000 caballos y mulos, sin renunciar al control de inmensos territorios a los que había agregado los despojos del Imperio Otomano en Mesopotamia. En los años siguientes recurriría al ataque aéreo para doblegar diversas insurrecciones tribales en Somalia e Irak. El terror que llegaba por el ­aire tenía un tremendo efecto desmoralizador a muy bajo coste.

(Gernika, tras ser bombardeada por la legión Cóndor. | SYGMA)

Resultado de imagen de Gernika, tras ser bombardeada por la legión Cóndor. fotoA la luz de estos hechos, todas las potencias europeas desarrollaron ambiciosos programas de rearme aéreo en el periodo de entreguerras. Alemania lo hizo clandestinamente, porque se lo prohibía el Tratado de Versalles, hasta que se quitó la careta en 1934 al anunciar la creación de la Luftwaffe al mando de Hermann Goering. La guerra civil española iba a proporcionarle un campo de operaciones ideal para desplegar nuevas técnicas de ataque y mostrar a Hitler la capacidad devastadora de la aviación, a fin de desviar a la Luftwaffe el ingente presupuesto de la Armada.

Gernika fue el laboratorio que conjugó los intereses de Franco y de Goering. Ningún suceso de la guerra civil española ha merecido tantas monografías como el bombardeo de Gernika (26-4-1937), del que van a cumplirse 80 años. La última lleva la firma de Xabier Irujo, hijo del exilio vasco de posguerra, codirector del Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, historiador que ha rastreado con minuciosidad forense todos los archivos que pudieran contener alguna brizna de información sobre aquel trágico acontecimiento en Alemania, Italia, España, Reino Unido, Estados Unidos. Un centenar de páginas de documentos rigurosamente referenciados y un índice bibliográfico de 140 títulos avalan una obra difícil de rebatir.

Desde esa diversidad documental, el historiador responde sin vacilaciones a la pregunta de quién ­ordenó el bombardeo: Franco. No sobreviven órdenes escritas, las que hubiera fueron destruidas, pero el rastreo de Irujo registra, entre otras cosas, un telegrama de 6-11-1936 al comandante militar de Baleares en el que Franco le corrige a propósito del bombardeo del puerto de Alicante: “No deberá en lo sucesivo realizar esta clase de bombardeos por propia iniciativa, sometiéndolos previamente a mi aprobación”. Nadie, salvo él, podía ordenar una ­operación de esta naturaleza. Su presencia en Vitoria durante la campaña del País Vasco, que culminó con la ocupación de Bilbao (19-6-­1937), da idea del control personal que ejercía.

¿Por qué Gernika? Porque reunía las mejores condiciones para un bombardeo de terror que el jefe de la Luftwaffe, Hermann Goering, quería ensayar sobre poblaciones civiles con vistas a la guerra mundial que se avecinaba. Era una ciudad abierta, sin defensa antiaérea, sin aviones enemigos, sin riesgos. Y tenía un alto valor simbólico para el pueblo ­vasco, con el consiguiente efecto desmoralizador que acarrearía su destrucción. El uso de bombas de gran calibre (hasta 250 kilos), seguidas de artefactos incendiarios en sucesivas oleadas que culminarían con el ametrallamiento de los supervivientes, sirvió de pauta al bombardeo de ­Varsovia en septiembre de 1939. El general Wolfram von ­Richthofen aplicaría en la capital polaca el experimento que había ensayado en la villa vizcaína y cuyo resultado resumió así en su diario: “Por lo demás, paz en Guernica”.

Irujo describe el número de aviones, sus modelos, los aeropuertos de donde partieron, las cargas explosivas, sus respectivas misiones, los jefes de escuadrilla. Participaron al menos 60 aviones (un 20% de la flota rebelde), soltaron más de 40 toneladas de bombas durante tres horas, destruyeron totalmente el 85% de los inmuebles y causaron en torno a 2.000 muertes entre las 10.000 personas que abarrotaban el pueblo por tratarse de un día de mercado. A los datos fríos se suman decenas de testimonios que conforman un retablo escalofriante sobre el terror que llovía del cielo, una imagen que años después repetirán a Svetlana Alexiévich los niños bielorrusos bombardeados por la aviación nazi.

El objetivo proclamado por el bando franquista habría sido destruir un puente que ni siquiera fue alcanzado y por el que transitaron dos días después las tropas rebeldes. La patraña de que Gernika había sido incendiada por los soldados vascos en su retirada fue desmontada tiempo atrás, pero algunos epígonos de la historiografía franquista siguen empeñados en mantener que Franco nada tuvo que ver con el bombardeo, que habría sido iniciativa autónoma de la Legión Cóndor. Así lo afirma Roberto Muñoz en su obra recién publicada Guernica, una nueva historia. Uno de sus argumentos es que no existe ninguna orden de ataque firmada por Franco. Si por eso fuera, gran parte de la Guerra Civil habría sido obra de teloneros.

Gernika. Xabier Irujo. Prólogo de Ángel Viñas. Crítica, 2017. 381 páginas. 22,90 euros.

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/03/22/babelia/1490181958_169872.html

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/03/30/babelia/1490870048_334983.html?rel=mas

http://www.lavanguardia.com/cultura/20170416/421718873149/a-las-420-llego-el-infierno.html

jueves, 15 de diciembre de 2016

El antifascismo, una memoria sepultada. En los últimos años se ha intensificado el debate sobre un pasado reciente, que ha llegado a las instituciones y que ha incluido el cuestionamiento de los monumentos erigidos en honor del dictador.

Manuel Guerrero Boldó 14/12/16


Desfile de partisanos en Roma.

Una Europa que ha conocido a Hitler, Mussolini y Franco, no debería confundir el rechazo apolítico al compromiso con una forma de sabiduría histórica. Fascistas, nazis y comunistas son rechazados por igual como causantes de la barbarie totalitaria del siglo XX. Dicho compromiso apolítico sería más bien una categoría ética o moral que, además, interesa a un determinado sector político. Debemos, pues, superar este tipo de categorías y transformarlas en categorías históricas, reemplazar el juicio moral por un análisis serio y riguroso de la historia. Hemos de realizar un esfuerzo necesario por historizar nuestro pasado reciente.

Como nos recuerda Enzo Traverso, se establece una simetría antitotalitaria perfecta cuando se transforma la igualdad de las víctimas en la igualdad de las causas por las que lucharon. Sin embargo, la igualdad de las víctimas, señalaba Claudio Magris en Il Corriere della Sera, “no significa la igualdad de las causas por las que murieron. Los alemanes que murieron en el bombardeo de Dresde no son menos dignos de memoria y respeto que los caídos americanos e ingleses, pero no se puede pasar por alto, en una conciliación fraudulenta […] la diferencia sustancial entre la Inglaterra de Churchill y la Alemania de Hitler”.

La noción de política de totalitarismo aplasta todas las diferencias, identifica comunismo y nazismo como dos caras de una misma moneda y no los reconoce como fenómenos discrepantes, lo cual resulta epistemológicamente absurdo. Trata de ocultar antes que esclarecer el pasado, ya que, al manejar esta categoría, no podemos historizar y comprender los objetivos y orígenes de estos movimientos políticos.

De este modo, el antifascismo, entendido como parte de esa herencia totalitaria, ha sido revisado en Italia y Alemania; llegando a ser presentado como una operación propagandista comunista con el fin de proporcionar cierto barniz democrático a sus partidos. Sin pretender aquí obviar los intentos de apropiación de los partidos comunistas de todo el legado de dicho movimiento, reducir el antifascismo a una campaña de marketing comunista, nos impediría ver la verdadera complejidad y pluralidad del fenómeno. El consenso antitotalitario, podría considerarse pues, un consenso antitotalitario liberal y anti-antifascista.

Desde determinadas tribunas políticas, retomando el esquema clásico de Max Weber, utilizado también por Enzo Traverso, se opone la “ética de la responsabilidad” a la “ética de la convicción”. La “ética de la convicción” que habrían representado los brigadistas o los partisanos que lucharon contra en fascismo, conduciría necesariamente a la catástrofe.

Sentaría las bases totalitarias, ya que los partisanos estarían dispuestos a perder la vida por su causa, lo que les convertiría en fanáticos dispuestos a todo por liberar al hombre y construir un mundo mejor. El fin justificaría los medios para lograr el triunfo en nombre de una ideología.

En contraposición, encontraríamos la deseable “ética de la responsabilidad”. Sus objetivos serían más modestos, ya que sus representantes tendrían en cuenta las consecuencias de cada acción que pudieran llevar a cabo. Perseguirían salvar inocentes y contribuir a mitigar los efectos devastadores de la guerra, sin pretender construir un orden social nuevo. Esta ética es privilegiada en los últimos tiempos para denostar el compromiso ideológico en la izquierda, igualado, en último término, al fascismo o al nazismo.

El siglo XX estuvo marcado por una dialéctica del progreso y la reacción y hoy, en nombre de la condena a la violencia y debido a la estigmatización que han sufrido las ideologías, construimos una democracia amnésica. Tras la caída del muro de Berlín, la memoria del “socialismo realmente existente” se equiparó, como elementos indisociables a la memoria del pasado fascista y nazi, desde la dimensión criminal de ambos. Para este fin, sirvió la categoría política de totalitarismo como clave interpretativa. Al ser el nazismo y el comunismo los grandes enemigos de Occidente, ya solo nos quedaría como opción válida el liberalismo, que se erige como su redentor.

En Italia, en los últimos tiempos, se ha rehabilitado y reivindicado el fascismo como parte de la historia nacional, mientras que, a su vez, se ha ido denostando el antifascismo, considerado como una posición ideológica causante de disenso y “antinacional”. En 2001, el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, conmemoraba conjuntamente a soldados, judíos, resistentes y fascistas de forma indiferenciada por su estatus común de víctimas. El Estado esquivaba así cualquier responsabilidad respecto a los valores dispares que sustentan todas estas memorias que se estaban homenajeando. Se ponía al mismo nivel, además, a víctimas y verdugos. Como si fueran memorias simétricas y compatibles.

La utilización del antifascismo en la República Democrática Alemana (RDA) como ideología de Estado, impidió que se integrara la memoria del holocausto en la sociedad. Además, perdió su potencialidad como legado de un movimiento de resistencia. Sometido a un fuerte control ideológico en la RDA, el antifascismo, tras la reunificación alemana, fue rechazado por considerarse la ideología de un estado totalitario y, con él, la tradición historiográfica de la RDA que lo sostenía.

En España se eligió una transición amnésica que ha provocado que el trabajo de reparación de la memoria de los vencidos, que incluye exhumar los restos de cientos de miles de republicanos, comunistas y anarquistas fusilados y sepultados en fosas comunes, se haya visto entorpecido o directamente imposibilitado hasta la actualidad.

En los últimos años se ha intensificado el debate sobre un pasado reciente, que ha llegado a las instituciones y que ha incluido el cuestionamiento de los monumentos erigidos en honor del dictador. Así como otras referencias a su causa, y proyectos de renombramiento de un callejero con numerosas referencias al pasado franquista y sus protagonistas durante la guerra civil.

En España también se ha pretendido escenificar la reconciliación haciendo desfilar el 12 de octubre de 2004 a un exiliado republicano de la División Leclerc y a un ex miembro de la División Azul como si, una vez más, fueran memorias simétricas y compatibles. En mayo de 2013, la ex delegada del gobierno del Partido Popular en Cataluña, María de los Llanos de Luna, participó en un homenaje a la División Azul en un acto de celebración del aniversario de la Guardia Civil. Podríamos encontrar más ejemplos similares sin demasiada dificultad.

La amnistía, pese a resultar una herramienta eficaz para implementar una política de reconciliación, en España ha conllevado la negación de la memoria de las víctimas. Además, ha ido acompañada de un pacto del olvido que ha impedido la actuación de la justicia provocando la indignación y el resentimiento de los familiares de las víctimas. En España, como destaca Julián Casanova, tenemos el componente añadido de que no ha habido un proceso de “desnazificación" o “desfascisticización” como el europeo, en el que la derecha, desde su derrota, se ha visto obligada a condenar ese pasado.

Esto tiene implicaciones significativas de cara a implementar políticas que busquen la reparación de la memoria de las víctimas del bando republicano. Desde las instituciones, la derecha puede o bien utilizar el socorrido “y tú más”, mencionando Paracuellos y/o a Santiago Carrillo; o legitimar el pacto del olvido apoyándose en un supuesto sentido de la responsabilidad frente a los que siempre están dispuestos a reabrir heridas. Como si tal cosa fuera posible cuando no han sido cerradas.

https://www.diagonalperiodico.net/saberes/32522-antifascismo-memoria-sepultada.html?fbclid=IwAR3Ev_lJKY8Rk05-TWd1-tBhuKTBpyePRwP1a227br_YHBDQaDQDPtI77Y4

lunes, 18 de julio de 2016

Artículo originalmente publicado en News Chronicle. Londres, 29 de julio de 1936. AUTOR Jay Allen

Acabo de llegar de Tetuán donde he tenido una entrevista sensacional con el general Francisco Franco, jefe de los rebeldes españoles. Salí de su caluroso cuartel general con dos convicciones:
1ª. Realmente cree que tiene todavía la posibilidad de dominar a la República.
2.ª Si considera posible el fracaso cercano tendrá la tentación de provocar un incidente internacional de la mayor gravedad.


A mi pregunta: ¿Ahora que el golpe ha fracasado en sus objetivos, por cuánto tiempo seguirá la matanza?
Contestó tranquilamente: ‘No habrá compromiso ni tregua, seguiré preparando mi avance hacia Madrid. Avanzaré —gritó—, tomaré la capital. Salvaré España del marxismo, cueste lo que cueste”.

Le pregunté si no había llegado el momento de los tablas.
Me miró con lo que creo era auténtica sorpresa y dijo: "No, no ha llegado. He tenido dificultades, la deserción de la flota fue un duro golpe, pero seguiré avanzando. Pronto, muy pronto, mis tropas habrán pacificado el país y todo eso (…) será pronto algo como una pesadilla”.

¿Eso significa que tendrá que matar a la mitad de España?
El general Franco sacudió la cabeza con sonrisa escéptica, pero dijo: “Repito, cueste lo que cueste (…)”

¿Qué haría su gobierno si venciera?
General Franco: "Yo establecería una dictadura militar y más tarde convocaría un plebiscito nacional para ver lo que el país quiere. Los españoles están cansados de política y de políticos (…)”.

¿Cómo consiguió usted colaborar con la República con aparente lealtad durante tanto tiempo? (Franco fue jefe de Estado Mayor en 1934 y 1935). General Franco: “Colaboré realmente todo el tiempo en que pensé que la República representaba la voluntad popular”.

Y las elecciones de febrero, ¿no representaron la voluntad popular?
General Franco: “Los elecciones nunca la representan (…)”

¿Pero cómo va a pacificar España si la matanza sigue? ¿No teme que una guerra civil prolongada destruirá a la República, destruirá el Ejército y la Marina y dejará el camino abierto al comunismo?
General Franco: “No. Los ejércitos se forjan en la guerra. Esta es la lucha entre la España verdadera y los marxistas”

El jefe rebelde parecía cansado cuando se despidió. Al dejar el palacio vi a oficiales en mangas de camisa bebiendo jerez.

Necesité varios días para arreglar esta entrevista. Hasta hoy, el general Franco había dado solamente comunicados oficiales a la prensa. Tras mandarle una lista de preguntas, vía Algeciras, sonó el timbre de mi teléfono. El que llamaba era el oficial de Estado Mayor de Algeciras. "¿Le gustaría ver al general?", preguntó. Siguiendo sus instrucciones me dirigí a Tánger. Cuando llegué a la zona española, dos moros armados me detuvieron, y mi coche, incluido el neumático de repuesto, fue registrado. En la garita de la frontera, fascistas de camisa azul lo registraron de nuevo.

Después de esperar una hora, se me comunicó que podía ir a Tetuán con escolta. Antes de llegar al palacio del alto comisario en Tetuán fui cacheado dos veces. Después de esperar un rato en el elegante despacho del alto comisario, un hombre de poca estatura entró en la habitación. Era el general Franco, vestido de uniforme completo con fajín, con borlas de rojo y amarillo.

Es asombrosamente pequeño (otro enano que quiere ser dictador). Sus ojos son amables, su nariz aguileña, sus manos y pies muy pequeños. Tendrá barriga muy pronto.

A los cuarenta y tres años es el general-niño de España. También fue el capitán más joven y el más joven teniente. Es evidente que sus hombres le adoran.

http://ctxt.es/es/20160713/Politica/7191/Franco-Allen-Golpe-de-estado-Rep%C3%BAblica-militares.htm

domingo, 26 de junio de 2016

Franco contra Ramón y Cajal. Un libro recuerda la demolición del legado del premio Nobel español por la dictadura.

Santiago Ramón y Cajal se lanzó a intentar dar su primer beso a una mujer en 1876, a la edad de 24 años. Acababa de regresar de Cuba, adonde acudió como joven médico militar a combatir la insurrección contra la colonización española. Volvía del Caribe con el rostro pálido y los ojos hundidos, tras meses de malaria y disentería, pero con ganas de besar a su prometida. “Cierto día, pues, tras coloquio lánguido y anodino, llegó el trágico momento. Al despedirme, reuní todo mi valor; me acerqué a mi siempre severa novia y estampé bruscamente en su faz el ósculo proyectado”, relató décadas después en sus memorias,  Recuerdos de una vida (1917).

La chica retiró rápidamente la cara. Le hizo una cobra a Ramón y Cajal. Y exclamó, con gesto de asco: “Jamás creí que me ofendiera usted de este modo. Mi educación y mis creencias me impiden tolerar tan pecaminosas audacias”. El joven aceptó racionalmente el rechazo. Era un médico enfermo y sin clientes, un fracasado. “Convengamos en que la perspectiva de viudez prematura en plena pobreza tiene poco de agradable”, reconoció.

El resto de la historia es más conocido: Ramón y Cajal recuperó su salud, se volcó en la investigación del sistema nervioso, describió las neuronas del cerebro, fundó la neurociencia moderna y acabó ganando el premio Nobel de 1906. Un año después, tomó las riendas de la recién creada Junta para Ampliación de Estudios (JAE), una institución que becaba a científicos españoles para que visitaran las mejores universidades europeas y americanas. Y alrededor del sabio creció una escuela de prestigiosos discípulos. Si el criterio de su primera novia fue la falta de perspectivas, se equivocó.

En 1935, un año después de la muerte de Ramón y Cajal, los billetes de 50 pesetas de la Segunda República llevaban impreso su rostro. España vivía la llamada Edad de Plata de las letras y las ciencias. Y el Instituto Cajal, dedicado a las neurociencias, se encontraba en la vanguardia de esta oleada de progreso. Hasta que llegó el general Francisco Franco.

Los ganadores de la Guerra Civil “desmantelaron” el legado de Ramón y Cajal en España, según denuncia el nuevo libro  Science Policies and Twentieth-Century Dictatorships (Políticas científicas y dictaduras del siglo XX, de la editorial británica Ashgate).

“El Instituto Cajal era, sin duda, una de las instituciones científicas más prestigiosas de España, aunque parecía estar estrechamente ligado a la cultura liberal y secular representada por la JAE, o incluso al espíritu antiespañol, materialista e izquierdista de la propia República, según los vencedores de la Guerra Civil”, explica en el libro Rafael Huertas, investigador del CSIC y expresidente de la Sociedad Española de Historia de la Medicina. “Los que estaban al mando del nuevo Estado creyeron necesario llevar a cabo una limpieza política que purgara el Instituto de sus indeseables connotaciones, pero sin renunciar a los beneficios del prestigio internacional que Cajal y su escuela habían cosechado”, continúa Huertas.

La dictadura recién nacida en 1939 gaseó el instituto. El médico Dionisio Nieto huyó a México y se convirtió en el jefe de Investigación Psiquiátrica y del Cerebro del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía. Miguel Prados Such se exilió en Canadá y consiguió una plaza de profesor de Psiquiatría de la Universidad McGill de Montreal. Gonzalo Rodríguez Lafora, jefe del laboratorio de Fisiología experimental del Sistema Nervioso creado por Cajal, fue condenado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas a ocho años de inhabilitación especial para ejercicio de cargos públicos y al pago de una multa de 50.000 pesetas. Se exilió en México y dirigió allí el Instituto de Enfermedades Mentales, según detalla el libro  La destrucción de la ciencia en España: depuración universitaria en el franquismoeditado por la Universidad Complutense de Madrid y coordinado por el historiador Luis Enrique Otero Carvajal.

“Otros discípulos de Cajal permanecieron en la España de Franco y fueron sometidos a procesos de depuración”, relata Huertas. Francisco Tello, que había relevado a Ramón y Cajal al frente del instituto, fue destituido y despojado también de su cátedra de Histología en la Universidad Central de Madrid, la actual Complutense. “En el proceso de depuración fue acusado de ser ateo, de haber mantenido su puesto durante la guerra, de haber firmado el manifiesto de intelectuales contra el Ejército nacional tras el bombardeo de Madrid, de haber ocupado puestos altos como el de decano de la Facultad de Medicina y de no haber cooperado con el triunfo del Glorioso Alzamiento”, narra Huertas, investigador del Instituto de Historia, en Madrid.

El Instituto Cajal se vació de cerebros, en consonancia con el resto de España. El ministro de Educación entre 1939 y 1951, José Ibáñez Martín, había asumido la misión de “recristianizar la sociedad”. De los 580 catedráticos que había en la universidad, 20 fueron asesinados, 150 expulsados y 195 se exiliaron, según refleja el historiador Manuel Castillo, catedrático emérito de Historia de la Ciencia en la Universidad de Sevilla, en su libro Enseñanza, ciencia e ideología en España (1890-1950).

Sobre las ruinas de la JAE de Ramón y Cajal, la dictadura franquista creó en 1939 el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para intentar “la restauración de la clásica y cristiana unidad de las ciencias destruida en el siglo XVIII”, según su ley fundacional. Al frente se situó José María Albareda, un especialista en ciencia del suelo que era miembro del Opus Dei y más tarde fue ordenado sacerdote. Albareda, según recoge Huertas, colocó a científicos de confianza, “católicos leales al régimen”, y sin conocimientos de neurociencia en los mandos del Instituto Cajal. “El centro mantuvo el nombre, porque daba prestigio, pero se vació de contenido”, lamenta el historiador. En 1941, en la silla de director, antaño ocupada por el premio Nobel, se sentó Juan Marcilla, un ingeniero agrónomo experto en vino.

http://elpais.com/elpais/2016/05/27/ciencia/1464368392_307898.html

La ciencia que desmanteló Franco Un libro repasa la destrucción de la investigación científica en España tras la Guerra Civil
El CSIC se olvida de su herencia franquista