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viernes, 1 de diciembre de 2023

Vi morir una democracia. No quiero verlo otra vez

Por Ariel Dorfman

Dorfman, antiguo asesor cultural del gobierno del presidente Salvador Allende, es autor de la novela Allende y el museo del suicidio.
A painting of Salvador Allende being carried up a set of stairs on a dolly.
Un retrato de Salvador Allende en Santiago, ChileCredit...Esteban Felix/Associated Press
A painting of Salvador Allende being carried up a set of stairs on a dolly.

Puedo precisar el momento en el que fui consciente de que nuestra revolución pacífica había fracasado. Fue a primera hora de la mañana del golpe, en la capital de la nación, cuando oí el anuncio de que una junta presidida por el general Augusto Pinochet estaba ahora al mando de Chile. Aquella misma noche, refugiado en una casa segura, perseguido ya por los nuevos gobernantes de Chile, escuché en la radio la noticia de que Allende había muerto en La Moneda, el palacio presidencial, después de que las fuerzas armadas lo bombardearan y asaltaran con tanques y soldados.

Mi primera reacción fue de miedo. Miedo por lo que podía sucederme a mí, a mi familia y a mis amigos, y pavor por lo que estaba a punto de sucederle a mi país. Y entonces me invadió una pena que desde entonces me pesa en el corazón. Se nos había brindado una oportunidad, única y luminosa, de cambiar la historia: un gobierno de izquierda elegido democráticamente en América Latina que iba a ser una inspiración para el mundo. Y no supimos cumplir esa promesa.

El general Pinochet no solo acabó con nuestros sueños; con su dominio empezó una era de salvajes violaciones de los derechos humanos. Durante su régimen militar, de 1973 a 1990, más de 40.000 personas fueron sometidas a torturas físicas y psicológicas. Cientos de miles de chilenos —opositores políticos, críticos independientes o civiles inocentes sospechosos de tener vínculos con ellos— fueron encarcelados, asesinados, perseguidos o exiliados. Más de un millar de hombres y mujeres siguen aún entre los desaparecidos, sin funerales ni tumbas que sus familiares puedan visitar.

El modo en el que el país recuerde, 50 años después, el trauma histórico de nuestro pasado común no podría ser más importante que ahora, cuando la tentación de un régimen autoritario aumenta entre los chilenos, como pasa, por supuesto, en todo el mundo. Muchos conservadores chilenos sostienen hoy que el golpe de Estado fue un correctivo necesario. Tras sus justificaciones acecha una peligrosa nostalgia por un hombre fuerte que supuestamente resuelva los problemas de nuestra era imponiendo el orden, aplastando a la disidencia y restaurando una especie de identidad nacional mítica.

Hoy, cuando el 70 por ciento de la población no había nacido al producirse la asonada militar, es vital que tanto en Chile como en el resto del mundo se recuerden las aciagas consecuencias de recurrir a la violencia para zanjar nuestros dilemas, cayendo en divisiones entre hermanos, en vez de hacer un esfuerzo por la solidaridad, el diálogo y la compasión.

Hace cincuenta años, en cuanto oí el nombre Augusto Pinochet, supe que estábamos condenados. Allende había confiado en el general Pinochet, el jefe del ejército chileno, como el principal oficial con el que podíamos contar para apoyar la Constitución y detener cualquier golpe. De hecho, había hablado brevemente con él solo una semana antes. Yo trabajaba en La Moneda como asesor de prensa y cultura del ministro secretario general en el gabinete de Allende. A menudo atendía las llamadas, y se dio la casualidad de que descolgué el teléfono cuando llamó el general Pinochet y dijo, con esa voz ronca y nasal que pronto emitiría las órdenes de destruir la democracia que había jurado defender.

Chile me fascinaba desde que llegué al país a los 12 años, nacido en Argentina y criado en Estados Unidos. A medida que fui creciendo, lo que pasó a ser central en mi amor por la nación fue la emoción de vivir en un país cuya democracia tenía una larga trayectoria animada por un movimiento de liberación nacional nacido de las luchas de varias generaciones de trabajadores e intelectuales, con la carismática figura de Allende al frente del camino hacia un futuro donde unos pocos ya no explotarían a las grandes mayorías. No fue solo un sueño. Cuando nuestro líder ganó las elecciones nacionales en 1970, su coalición de partidos de izquierda implementó una serie de medidas que empezaron a liberar a Chile de su dependencia de las corporaciones extranjeras y la oligarquía del país. Es difícil describir la alegría, tanto personal como colectiva, que acompañó a esa certeza de que la gente común era la protagonista de la historia, de que no teníamos por qué aceptar el mundo tal como lo habíamos encontrado.

Sin embargo, lo que para nosotros era una radiante oportunidad, algunos de nuestros compatriotas lo sintieron como una amenaza, y veían nuestra revolución como un arrogante ataque a sus identidades y tradiciones más profundas. Fue sobre todo el caso de quienes consideraban sus propiedades y privilegios parte de un orden natural y eterno. Estos viejos propietarios de la riqueza de Chile conspiraron, con el apoyo de la Casa Blanca del presidente Richard Nixon y la CIA, para sabotear el gobierno de Allende.

No hubo luto entre los ricos y los poderosos aquella noche del 11 septiembre. Celebraron que Chile se hubiera salvado de lo que temían que fuese otra Cuba, un Estado totalitario que los borraría de un país que reclamaban como su feudo. El abismo que se abrió aquel día entre las víctimas y los beneficiarios del golpe persiste, muchos años después del restablecimiento de la democracia en 1990.

Desde entonces ha habido algunos avances en la creación de un consenso nacional en torno a la idea de que las atrocidades de la dictadura no deben volver a tolerarse nunca más. Pero ahora la derecha radical de Chile y más de un tercio de los chilenos han expresado su aprobación del régimen de Pinochet.

Por tanto, no se ha alcanzado ningún consenso sobre el golpe en sí, a pesar de los esfuerzos del actual presidente de Chile, Gabriel Boric. Boric, quien solo tiene 37 años y admira a Allende, intentó que todas las fuerzas políticas firmaran una declaración conjunta en la que se afirmaba que jamás, en ninguna circunstancia, puede justificarse un golpe militar. Hace solo unos días, los partidos de derecha se negaron a firmar la declaración.

El dirigente derechista José Antonio Kast, una especie de Trump de los Andes y favorito de cara a las elecciones presidenciales de 2025, es un declarado defensor del legado del dictador. Se niega, al igual que un alarmante número de sus seguidores, a condenar lo sucedido el 11 de septiembre de 1973. Insisten en la tesis de que, por lamentables que hayan sido los abusos resultantes, las fuerzas armadas no tenían otra opción que sublevarse para salvar a Chile del socialismo.

Tal vez muchos jóvenes chilenos se encojan de hombros y piensen que es otra disputa política más que en poco afecta a la larga lista de problemas a los que hoy se enfrentan: la delincuencia y la inmigración; una crisis económica y climática; asistencia sanitaria, educación y pensiones muy insuficientes; el conflicto entre el gobierno y los pueblos indígenas al sur del país. Es, no obstante, imprescindible encontrar un modo de forjar un concepto común de nuestro pasado, de modo que podamos empezar a crear una visión común de Chile para los muchos mañanas que nos esperan.

En este momento de confusión y polarización, ¿qué tipo de orientación puedo darles yo, un chileno que ha vivido esta historia, a las generaciones más jóvenes que se preguntan cómo debe recordarse este día? ¿Cómo podemos alentarlos a seguir trabajando por un futuro en el que sea posible que todos los chilenos —o casi todos— digan con fervor: “Nunca más”?

Les propongo una palabra: seguimos.

Seguimos. No flaqueamos. No vamos a retroceder.

Es una de las palabras favoritas de Boric. Es también una actitud que Allende inmortalizó en su último discurso desde La Moneda, cuando se preparaba para morir. Le dijo al pueblo de Chile que pronto “el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa. Lo seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes”.

Seguimos, para que Chile, a pesar de todo lo que ha sufrido, y quizá a raíz de lo que ha sufrido, pueda perseverar en el camino hacia la justicia y la dignidad para todos. Y seguimos, para que los jóvenes chilenos de hoy no pasen de luto el resto de su vida, lamentándose de lo que pudo haber sido.

Ariel Dorfman, distinguido profesor emérito de Literatura en la Universidad Duke, es autor de la obra teatral La muerte y la doncella y de la novela Allende y el museo del suicidio.

viernes, 20 de octubre de 2023

‘La paradoja del verdadero demócrata’, un texto inédito de Juan Benet

Esta brillante reflexión sobre el ejercicio del poder apareció sin datar en una carpeta de borradores para la novela ‘En el estado’, publicada en 1977. Te voy a revelar un secreto, le dice. Esa clase de secreto que más respeto merece pues con él no se oculta ni una falta ni un provecho. Más bien un recurso que protege una actitud y que al ser descubierto al tiempo que lo sublima la desmiente. Y por eso ha sido tan celosamente guardado....

domingo, 9 de mayo de 2021

_- M- El hombre de la providencia. Elogio de la violencia, desprecio de la inteligencia: así habla un fascista



_- Tras la intervención inaugural del secretario, el congreso prosigue de manera rápida y singular. Se aplaude mucho, muchísimo, se habla poco, brevemente, los oradores ya inscritos renuncian a sus intervenciones, todos los puntos del orden del día se aprueban por unanimidad. No hay mención alguna, ni vaga siquiera, a disputas internas. Se rumorea por los pasillos que Mussolini parece haber dicho: “Estoy con la batalla del trigo y con la de la lira, tengo que resolver cuestiones internacionales, estoy preparando las leyes para la reconstrucción fascista, no me toquéis los cojones con asuntos de partido”. Y el partido tampoco parece querer defraudarlo en esta ocasión, accede, cede el paso y en el Augusteo se celebra un congreso al puro estilo fascista: el hecho consumado siempre precede a la doctrina. El programa anunciado a la prensa se reduce a la mitad en el curso del día.

De esta manera, Benito Mussolini puede subir a la tribuna para su discurso final en la misma tarde del 22 de junio. Se muestra en excelente forma y de excelente humor, casi locuaz. Promete a su auditorio “una hora de gran jolgorio”. Sigue estando delgado, es cierto, pero en apariencia sano y fuerte. No parece que quede en él rastro alguno de la ulceración del duodeno. También parece, desmatteotizado, como diría el secretario.

—Sabía que ninguno de vosotros había envejecido. Sin embargo, temía que cuatro años de tiempo le hubieran dado a vuestra complexión ese exceso de adiposidad que acompaña el triste paso de los cuarenta años. En cambio, seguís aún ágiles, muy ágiles, musculosos, verdaderamente dignos de seguir encarnando a la juventud de Italia.

Aplausos. Gritos de júbilo. Más aplausos. Luego, después del orgullo, después de los saludos, después de la pulla a la “misteriosa divinidad de la opinión pública que a los fascistas no nos puede traer más al pairo”, la primera palabra política es para la violencia:

—Ya sabéis lo que pienso sobre la violencia. Para mí es profundamente moral, más moral que el compromiso y la transacción —¡Muy bien! Gritos de aprobación. Calurosos aplausos.

Dedica apenas un momento para aclarar que la violencia siempre debe ser guiada por el ideal y ya se pasa al interludio cómico. El orador hace una pausa, escruta el auditorio con aire astuto y luego continúa:

—Ahora voy a haceros una confesión que os dejará el alma completamente espeluznada —otra pausa—. ¡No he leído nunca una sola página de Benedetto Croce! —carcajadas, aplausos, vivísima hilaridad.

También la mofa del tipo humano del intelectual es breve, ágil, airosa, libre de adiposidad. Este Mussolini no tiene tiempo para demorarse en esa raza de hombres que tienen el mérito de decir siempre algo cierto y el privilegio de no ver nunca la verdad. Un poco de inteligencia está bien, pero solo lo suficiente para criticar al adversario.

—¡La cultura universitaria ha de asimilarse rápidamente y ser expulsada con igual rapidez! —vivísima hilaridad—. Digámoslo francamente: ¡antes que al catedrático impotente prefiero al escuadrista que actúa!

Como exaltado al ver el cadáver del enemigo, abatido en la befa, el Duce del fascismo despega. Pasa rozando apenas por la tan debatida cuestión del cumplimiento del Estatuto, fulminándola (”el Estatuto, señores míos, no puede ser un gancho al que estén condenadas a ahorcarse todas las generaciones italianas”) y alza después el vuelo hacia el futuro. “¿Qué queremos? Algo soberbio: queremos que los italianos escojan, queremos la fascistización del país, queremos crear un nuevo tipo de italiano, el hombre fascista”, al igual que hubo el hombre del Renacimiento y el de la latinidad, un italiano valiente, intrépido, franco, trabajador, respetuoso, un italiano nuevo.

En las últimas semanas, el presidente del Gobierno ha presentado un proyecto de ley que prevé la depuración del personal no fascista de la Administración pública, otro que anula lo poco que queda de la libertad de prensa, un tercero que refuerza aún más el poder del Ejecutivo, ha proscrito las asociaciones secretas que se resisten a su poder y, haciéndose cargo del Ministerio de Guerra y del de Marina, acumula en sus manos todo el poder de las fuerzas armadas. De manera que, ahora, percibiendo el campo despejado frente a él para disputar el palio de la dictadura, en un crescendo de entusiasmo delirante y de generosa negativa a conformarse con el mezquino presente, Benito Mussolini tiene una visión del futuro, ve el alba de un nuevo mundo. Desde la tribuna del Teatro Augusteo de Roma, ya curado de la úlcera duodenal que le hizo vomitar sangre, el Duce del fascismo ve a las nuevas generaciones:

—A veces sonrío ante la idea de generaciones de laboratorio, es decir, de crear la clase de los guerreros, que siempre están dispuestos a morir; la clase de los inventores, que persiguen el secreto del misterio; la clase de los jueces, la de los grandes capitanes de la industria, la de grandes exploradores, la de los grandes gobernantes...

Hasta a eso le impulsa su pasión por el mañana: Benito Mussolini se atreve a soñar con castas. El objetivo es siempre el mismo: el imperio. Fundar una ciudad, descubrir una colonia, crear un imperio, esos son los prodigios del espíritu humano.

La última palabra, como la primera, se reserva de nuevo para la violencia. “La bandera del fascismo ha sido confiada a mis manos y estoy dispuesto a defenderla contra quien sea, incluso a costa de mi sangre”.

Como un miasma, el olor dulzón de la sangre se esparce, vaporoso, sobre el público, sacudido por un aplauso interminable, mientras el Teatro de Augusto aclama el discurso del presidente.

Puesto en pie de un salto desde su trono dorado, Roberto Farinacci se despelleja las manos, irrumpe en carcajadas, vitorea. Es el retrato de un hombre feliz.

Fragmento de ‘M. El hombre de la providencia’, de Antonio Scurati. Traducción de Carlos Gumpert. Alfaguara, 2021. 592 páginas. 22,90 euros. Se publica el 6 de mayo.

https://elpais.com/babelia/2021-05-04/elogio-de-la-violencia-desprecio-de-la-inteligencia-asi-habla-un-fascista.html

viernes, 26 de marzo de 2021

_- Grupos franquistas preparan otro acto en Madrid. Así garantiza España el libre enaltecimiento de la dictadura.

_- Durante 2020 hubo al menos 50 actos de enaltecimiento del franquismo en distintos puntos del país, sin que sus organizadores enfrentasen trabas de ningún tipo. El próximo domingo 28 está convocado un mitin para celebrar la caída de Madrid en manos de los sublevados, algo impensable en otros países europeos.

El autobús franquista vuelve a ponerse en marcha. El próximo día 28, el Movimiento Católico Español (MCE) hará un tour por Madrid para celebrar su «liberación», término empleado por este grupo ultraderechista para referirse a la caída de la capital en manos de la dictadura. Este nuevo acto de apología de los crímenes del franquismo correrá la misma suerte que los otros 50 que se celebraron en 2020: no habrá ninguna actuación del Estado para impedir una nueva afrenta a las víctimas del franquismo.

«13.00: Acto de exaltación nacional en el Arco de la Victoria. Poesías, himnos, banderas y discursos«, dice la convocatoria lanzada por el MCE de cara al día 28. También figura una misa en el Valle de los Caídos a las 11.00 y, para rematar, se concentrarán ante el panteón donde están los restos del dictador Francisco Franco en el cementerio de Mingorrubio.

Fuentes de la Delegación de Gobierno en Madrid han confirmado a Público que los organizadores han presentado la comunicación oficial de los actos públicos, aunque lo han hecho con trampa: en el expediente presentado indican que será una protesta «contra la ley de memoria histórica», mientras que en los carteles dejan claro que se tratará de una jornada para conmemorar el «Día de la Victoria» y la «liberación de Madrid».

La comunicación registrada por los convocantes indica además que se prevé que participen unas 50 personas y que se cumplirán las medidas sanitarias vigentes. Este periódico hizo llegar a la Delegación de Gobierno los materiales colgados en internet por el MCE para publicitar dicho acto, en los que aparecen banderas franquistas y se especifican los verdaderos motivos del evento, que implicará una nueva apología de la dictadura.

De momento, las autoridades solo se limitarán a fijar «los operativos de seguridad acordes» al acto comunicado, y nada más. De esta manera, el MCE podrá volver a celebrar un acto de enaltecimiento del golpe de estado y de la dictadura en plena calle, con abundante simbología del franquismo.

«A veces las delegaciones de gobierno favorecen o tienen más facilidad para legalizar actos fascistas que antifascistas», afirma Emilio Silva, portavoz de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). «Nadie lo entendería en el caso del terrorismo, donde sí hay una persecución de quienes lo reivindican. Aquí, en cambio, nos saltamos todo: aún tenemos títulos nobiliarios a grandes criminales de guerra, torturadores condecorados o el colmo de la apología, que es la Fundación Francisco Franco, todavía consentida», sostiene. A su juicio, se trata de «un ejercicio de doble moral».

En efecto, en la hemeroteca de Euskadi existe un amplio listado de manifestaciones que fueron prohibidas porque se consideraba que podrían incurrir en actos de enaltecimiento del terrorismo, algo perseguido en el Código Penal. En Navarra, la Delegación de Gobierno llegó a impedir en septiembre de 2018 que se celebrase un acto en recuerdo a los cinco últimos fusilados por el franquismo que había organizado una asociación de memoria histórica.

Ese mismo año, Julen Ibarrola, un joven de la localidad alavesa de Amurrio, ingresó en prisión acusado de haber dibujado el símbolo de ETA con un rotulador en la pared de una vivienda en Lesaka (Navarra) junto a la siguiente frase: «Estamos orgullosos de vuestra lucha, viva vosotros, el pueblo está con vosotros».

Diferentes criterios
Según coinciden en señalar distintos juristas, la elaboración de un cartel en el que apareciese el anagrama de ETA provocaría la inmediata suspensión de la manifestación, algo que no ocurre si en su lugar hay banderas franquistas. «El terrorismo de Estado no está reconocido en nuestra legislación y las víctimas de la dictadura no tienen protección jurídica alguna, a diferencia de lo que acontece con las víctimas del terrorismo que no solo tienen una ley integral sino que también tienen la protección penal recogida entre otros en el artículo 578 del Código Penal», afirma el abogado Jacinto Lara, quien representa a las víctimas del franquismo en la querella impulsada en Argentina.

La jueza Garbiñe Biurrun, presidenta de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, habla precisamente de ese inmenso agravio comparativo. «No es lo mismo una organización terrorista que un Estado criminal, ni siquiera en el volumen, cantidad y cualidad de los crímenes: es muchísimo más grave un Estado criminal que una organización terrorista, y no porque a mí no me haya parecido mal el terrorismo de ETA, que me merece todos los calificativos que se le puedan poner», señala.

En tal sentido, la magistrada subraya que «el enaltecimiento del terrorismo no exige expresamente que se incite a la violencia, sino que se enaltezca o justifiquen los delitos o sus autores, o se menosprecie o humille a las víctimas», algo que «no existe en absoluto con relación al franquismo». «Estamos hablando de un tratamiento absolutamente desigual de unos actos y otros», apunta.

«Cueste lo que cueste»
Solo durante 2020 –un año especialmente marcado por la pandemia y las restricciones en materia de concentraciones públicas– hubo al menos 50 actos de enaltecimiento franquista en España, desde misas en memoria del dictador hasta concentraciones en la calle o frente a símbolos que aún perviven de la dictadura en distintos puntos del país. En varios casos, los mítines buscaban realzar las «liberaciones» de ciudades al caer en manos de las tropas franquistas, unos hechos que estuvieron seguidos de persecuciones y matanzas.

En esos actos no faltaron las declaraciones de apoyo y lealtad al régimen, e incluso augurios de «lucha» franquista en plena democracia. «En tiempos de persecución y mordaza, de confinamiento y prohibiciones, cuando el totalitarismo se vuelve más intenso, nosotros continuaremos la lucha en estos lugares o donde la vida nos sitúe, sea en la cárcel o al pie de una fosa para ser fusilados, con la confianza en Cristo Rey que conduce la lucha hasta la victoria final», afirmó en un acto celebrado en septiembre pasado en Belchite el líder del MCE, José Luis Corral.

Un mes después, ese mismo dirigente franquista aprovechó un mitin celebrado frente al Arco de la Victoria –el mismo lugar donde prevén concentrarse el día 28– para llamar a «hacer frente al desafío» que a su juicio «presentan las fuerzas del mal», contra las cuales invitó a «luchar con fe y esperanza, con ilusión y coraje, cueste lo que cueste». «No importa el número ni el éxito momentáneo, sino vivir ese fuego de nuestros ideales que ha de prender en toda tierra, como Cristo nos enseña que ha venido a prender fuego a la tierra y no espera sino que arda», agregó.

«Es increíble que en España se puedan hacer todo este tipo de actos. Tenemos además muchos monumentos como ese arco en Madrid que conmemora la entrada franquista», advierte Mirta Núñez Díaz-Balart, historiadora y profesora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). En tal sentido, destaca que el acto que los franquistas celebrarán el día 28 será para conmemorar «el asedio a una ciudad que fue bombardeada en forma inmisericorde por parte de los golpistas con ayuda de sus aliados». «Lo que se conmemora es el inicio de la venganza«, denunció.

El proyecto de ley de memoria democrática que impulsa el Gobierno introducirá un régimen sancionador para quienes exalten la dictadura franquista, al tiempo que prevé ilegalizar la Fundación Francisco Franco. De momento, los adoradores del franquismo no encuentran trabas de ningún tipo para realizar actos como el convocado por el MCE para reivindicar la caída de Madrid en manos de los franquistas.

«Actualmente no existe sanción similar para el enaltecimiento del franquismo como la que se contempla en el artículo 578 del Código Penal respecto al enaltecimiento del terrorismo», subraya Biurrun. Por su parte, el politólogo e investigador de la UCM David Lerín destaca que en España «están permitidos los homenajes, lemas y banderas salvo que se pueda demostrar que hay un delito de odio».

Alemania lo prohíbe
Lerín destaca que España se sitúa así por detrás de sus socios europeos, principalmente de aquellos que también sufrieron en el pasado reciente oleadas de crímenes cometidos por dictaduras. «En Italia, Francia, Alemania y Austria está prohibido este tipo de apología al fascismo», afirma. El caso más claro es Alemania, donde «se persigue sacar una bandera nazi o el saludo con el brazo en alto». «En Francia, mostrar un uniforme o emblema está prohibido, y en Italia se prohíbe la apología del fascismo», añade Lerín.

«En Alemania el señor Corral habría pasado ya por prisión», afirma Emilio Silva en relación al organizador del acto de exaltación franquista que tendrá lugar el día 28. Más al norte, en Noruega, también tendría problemas: allí se persigue la exhibición de símbolos nazis. En España, la bandera franquista y la exaltación de los crímenes cometidos en su nombre no encuentran trabas de ningún tipo. 

Fuente: 

viernes, 29 de enero de 2021

Entrevista a Enrique Javier Díez Gutiérrez, autor de "La asignatura pendiente". «Los estudiantes saben más del nazismo que del franquismo»

El profesor en la facultad de Educación de la Universidad de León revela que casi la mitad de los libros de texto en España no reflejan la represión franquista y señala tergiversación y equidistancia en varios manuales. También desvela la ausencia de referencias a las mujeres republicanas y a la persecución que sufrieron.

Generaciones enteras en España siguen sin conocer bien en qué consistió la represión franquista y cómo fue la lucha contra la dictadura tras la Guerra Civil. ¿Por qué? Esa es la pregunta que se hizo el profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León Enrique Javier Díez y, para hallar respuestas, decidió impulsar con otros profesores universitarios un estudio pormenorizado sobre los libros de texto de secundaria y bachillerato que abordan esa época histórica. Además, él y sus colegas elaboraron una encuesta, entrevistando a 610 profesores y profesoras de Historia de institutos de todo el país sobre su percepción de los contenidos en los manuales.

La conclusión fue clara: «El sistema educativo sigue blanqueando el franquismo demasiado a menudo», señala Díez, autor del libro  La asignatura pendiente,  en el que recopila los hallazgos del estudio, contando los fallos y carencias de muchos libros de texto a la hora de abordar el franquismo. El profesor considera que no basta con analizar, así que elaboró con sus compañeros una propuesta: una serie de unidades didácticas con un enfoque en derechos humanos para ponerlas al servicio de todos los docentes interesados en ofrecer una visión más ajustada y detallada de aquella época.

«Se agotaron las publicadas en papel, nos las han pedido de todas partes, muchas personas dedicadas a la enseñanza las están usando», relata en conversación con elDiario.es. 


Foto: El ensayista y profesor universitario Enrique Javier Díez Gutiérrez, autor de La asignatura pendiente 

Recientemente Díez y la editorial con la que publica, Plaza y Valdés, han mantenido contacto con la Secretaría de Estado de Memoria, a la que han hecho llegar estas unidades  –disponibles en Internet, proponiendo que sean usadas como herramienta educativa en todo el país, ya que desde el Gobierno se había manifestado interés por transmitir el aprendizaje de la memoria democrática en las escuelas.

«No puede tratarse de algo que dependa de la voluntad del profesorado de turno, como ocurre ahora. Debería estar integrado en el currículum, y eso es lo que se ha propuesto a la Secretaría de Estado, que lo tengan todos los departamentos de Historia de todos los institutos de este país. No hemos obtenido respuesta aún. Estamos a la espera», explica el autor de La asignatura pendiente.

El origen del proyecto
Hace unos años Díez y otros profesores universitarios que colaboraban en la realización del documental Los campos del silencio, de Eloína Terrón, acudieron al pueblo berciano de Fabero (León) para preguntar a los chicos y chicas del instituto qué sabían del pasado de sus propias familias.

«Fabero fue un pueblo con esclavos del franquismo, represaliados a los que pusieron a trabajar en un campo de concentración en la mina. Nos llamó la atención que, cuando preguntamos, de los 21 estudiantes que había en la clase solo una sabía algo de aquello, y no porque se lo hubieran contado en la escuela o instituto. Lo llamativo es que casi todos habían tenido abuelos o bisabuelos represaliados, era la historia de su propia familia lo que desconocían», cuenta.

Los profesores organizaron entonces una visita al lugar donde familiares de esos alumnos habían sido forzados a trabajar como esclavos. «Fue una experiencia única, un aprendizaje no solo intelectual, sino también emocional. Lo emocional es fundamental para ponerse en la piel del otro y empatizar. Por eso países como Alemania o Argentina organizan habitualmente visitas a lugares de memoria: son experiencias a través de las cuales se puede comprender mucho mejor lo que supuso la represión de las dictaduras», explica.

Poco tiempo después de aquello Enrique Javier Díaz proyectó en una de sus clases el documental El silencio de otros, en el que se aborda la represión franquista y la búsqueda de personas desaparecidas. «Resultó una especie de epifanía para ellos, muchos reaccionaron diciendo: ‘Nos han robado parte de nuestra historia’, porque hasta ese momento desconocían este pasado que explica tanto nuestro presente», señala.

Fue entonces cuando la idea de escribir las unidades didácticas y el libro La asignatura pendiente tomó forma. «La falta de conocimiento provoca generaciones de desmemoriados, que desconocen no solo la represión franquista, sino la lucha por la democracia o la presencia de los maquis. La mayoría de la población solo tiene contacto con la historia académica en la escuela. Si esto no se aborda en los colegios e institutos, se perpetúa la ignorancia. Los estudiantes saben mucho más del nazismo que del franquismo», reflexiona.

La represión contra las mujeres, ausente
Foto: mujeres rapadas y humilladas por la represión franquista en Oropesa, Toledo. Fondos de la Biblioteca Nacional Española.

Uno de los fallos que ha detectado el estudio detallado en La asignatura pendiente es que «la represión franquista contra las mujeres está completamente ausente de los libros de texto», explica durante la entrevista con elDiario.es:

¿En qué consistió esa represión contra las mujeres?
Se les rapaba el pelo: para el franquismo el pelo largo era el símbolo de la cultura de la feminidad, quitárselo equivalía a robarles la identidad, la feminidad. Eran obligadas a ingerir aceite de ricino, que provocaba diarreas constantes, y las paseaban por las calles en esa situación. Se les aplicaba violencia sexual, se las violaba. Eran castigos destinados específicamente a ellas. Pretendían volverlas a poner en lo que consideraban que era su lugar. Ellas habían logrado derechos, reivindicado libertades, y querían ponerlas «en su sitio», atarlas a la pata de la cama. Muchas, además, recibieron castigos por ser esposas, hermanas, familia o amigas de los republicanos.

Se usaban además otros castigos específicos que trataban de atentar contra su rol reproductivo, castigos vinculados a la maternidad. Separaban a las madres de sus hijos en las cárceles y se inició el robo de bebés para darlos en adopción a familias cercanas al régimen, para que fueran educados con familias de bien, porque sino, serían infectados con el ‘gen rojo’.

En definitiva, se las castigaba por ser rojas, por ser mujeres y por haber roto moldes y estereotipos. El objetivo era volverlas a colocar en un papel subordinado. El cuerpo de las mujeres fue usado como campo de batalla, para la humillación constante, muchas veces con el objetivo de vencer a los parientes masculinos ausentes. Y todo eso no aparece en ningún libro de texto, está absolutamente invisibilizado.

Además de la represión franquista contra las mujeres, han identificado ustedes otros temas tabú que no suelen ser abordados en los libros de texto.

Eso es permanente. Por ejemplo, el papel de la Iglesia católica. El texto de la editorial Vicens Vives de cuarto de la ESO, que quizá es el que más se implica y detalla, dice literalmente que «esa represión fue llevada a cabo con el consentimiento de los grupos sociales que respaldaban el alzamiento y en ocasiones con el apoyo de la propia Iglesia». ¿Cómo que «en ocasiones»? Todos los obispos, excepto el de Pamplona, firmaron una carta en la que respaldaban el franquismo y además iban denunciando a la gente, eran ellos los que recibían la denuncia para que luego se aplicara castigo y se torturara a los señalados.

El papel legitimador de la Iglesia en el proceso de represión sistemática fue bendecido por la jerarquía católica. Sin embargo, esto solo se menciona en la mitad de los libros de 4º de la ESO y de 2º de Bachillerato. Anaya, por ejemplo, señala en su libro de 2º de Bachillerato: «La jerarquía eclesiástica estuvo al tanto de la represión oficiada por los ganadores, eligió muchas veces el silencio o la justificación de los excesos pretextando un bien mayor». Es como una especie de blanqueamiento. Sin embargo, no es que estuviera al tanto, es que fue una de las de las protagonistas fundamentales de la represión.

La editorial Laberinto va más allá y dice que la Iglesia «apenas tuvo otra opción». ¿Cómo que «apenas tuvo otra opción»?. Lo justifica diciendo que «en la zona republicana se desencadenó una persecución indiscriminada e incontrolada contra el clero católico». Es como volver a retomar toda la historiografía del fascismo y plasmarla en los libros de texto. Ha habido una Transición y cuarenta años de democracia, no se puede seguir manteniendo la ideología franquista en los libros de texto que están estudiando chicos y chicas del siglo XXI.

En el libro también menciona otros asuntos que no aparecen en los manuales. La lucha antifranquista es otro tabú. O el enriquecimiento de familias franquistas a costa de las republicanas expoliadas, o la implicación activa de una parte de la sociedad civil que se sentía vencedora, o la triple represión dirigida contra las mujeres, una represión que estuvo organizada de forma sistemática.

En La asignatura pendiente expone equidistancias presentes en muchos libros de texto aún. En algunos hay incluso falsedades… Sí. Hay muchos libros que buscan equiparar, hacer un paralelismo entre golpistas y defensores de la democracia, y para ello hablan de los «desmanes de ambos bandos». Algunos afirman que «uno y otro lado provocaron las mismas víctimas», mintiendo, porque para empezar los golpistas ejercieron durante cuarenta años una represión sistemática, legal y además con carácter retroactivo. Hay un libro, de la editorial Bruño, que señala que «en el territorio republicano se desarrolló el terror rojo, muy turbulento contra la Iglesia y contra los partidarios de los sublevados, y en la zona nacional se impuso más sistematizado el terror blanco, que represalió y fusiló a numerosas personas fieles a la República». Es decir, presenta el modelo de los dos terrores. Esto es el relato del franquismo trasladado a libros de texto. Se sigue blanqueando de alguna forma la dictadura. Otro de los aspectos preocupantes es la invisibilidad y la minimización que se hace de la represión franquista. Solo la mitad de los manuales hacen referencia a la represión franquista a pesar de que duró cuarenta años.

Algunos textos hacen referencia a los paseos, pero si preguntas a los alumnos muchos no saben de las cunetas, ni de las fosas, ni de la represión sistemática. Tampoco se habla de la persecución que se ejerció contra familiares o amigos de republicanos. Varios libros de texto que sí mencionan la represión lo hacen definiéndola como una persecución política o una limitación de libertades y, por tanto, minimizándola. Bruño, la más escandalosa, se limita a decir que «las autoridades regularon la vida pública y privada». ¿Esa fue toda la represión?

Algunas editoriales, como Vicens Vives, han empezado a incorporar más referencias, afortunadamente. Pero en muchos casos siguen siendo aún pequeños apuntes, no abundan en ello. Dicen que la represión se institucionalizó y que fue sistemática, pero no la describen, lo dejan ahí, es insuficiente, se limitan a términos muy abstractos.

¿Qué han encontrado en las encuestas realizadas al profesorado?
Que los obstáculos son numerosos. Cuento una anécdota muy gráfica. Un profesor de Filosofía comparó en una clase de segundo de Bachillerato la Biblia con un libro de Harry Potter, con la voluntad de indicar que no era científico, sino una creación literaria. Pues bien, dos alumnos le denunciaron a la dirección. La dirección exigió al profesor que pidiera perdón. Lo interesante es el argumento que ofreció la jefa de estudios, que era profesora de Historia, y quien dijo: «Esto es como cuando yo llego a la época de la Guerra Civil, paso de puntillas por el tema y no entro mucho porque hay alumnos de los dos bandos, hay que ser equilibrado en la docencia».

Ese argumento de esa profesora es como comparar a las víctimas con el victimario, al violador con la violada, es una equidistancia que está muy presente en muchos libros de texto. Hay muchos profesores que no llegan a explicar la época del franquismo porque el temario comienza por la Prehistoria. Otros llegan pero optan por pasar de puntillas, excepto los más comprometidos. Hay muchos que aún conciben que sigue habiendo una guerra fratricida, que hay que mirar hacia delante sin abordar el asunto porque culpan por igual a los golpistas y a los defensores de la democracia. Es una cultura educativa preocupante.

¿Qué consecuencias tiene esta falta de conocimiento en materia de memoria histórica en nuestra sociedad? 
Muchas. Empezamos a analizar los libros porque los textos escolares siguen dominando el currículum, los libros ayudan a construir el imaginario colectivo de las futuras generaciones, la percepción del pasado, presente y futuro. Hemos visto que esto ha generado una desmemoria brutal. Esto me choca, porque en países como Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Argentina o la propia Polonia se abordan estos temas, se visitan lugares de memoria.

Las dictaduras siempre usan el olvido para imponer su visión de la historia y por eso la democracia es la garante y la responsable del recuerdo y la memoria que se lega a las futuras generaciones. Si un solo alumno o alumna acaba sus estudios obligatorios sin conocer lo que fue la represión franquista para varias generaciones, entre las que estuvieron en muchos casos sus propias familias, estamos ante una tragedia en pleno siglo XXI.

Y si además han cursado Bachillerato y no saben que actualmente hay una generación de nietos y de nietas que luchan para recuperar la memoria y la dignidad de estas generaciones de represaliados y que reclaman verdad, justicia, reparación, es que algo estamos haciendo muy mal en el sistema educativo. Porque el derecho a saber creo que es algo que debe ser desarrollado por todos los centros educativos y en todos los libros de texto escolares, al margen de la editorial que sea, al margen de que sea un centro educativo público, privado o concertado. Es un deber, el deber de la verdad.

¿Qué aprendizaje se puede extraer de todo esto?
Hay quienes dicen que no hay que remover el pasado ni reabrir heridas. Están equivocados: el deber de memoria está plasmado en el derecho internacional y en los derechos humanos. Reyes Mate, a quien entrevistamos mucho para nuestros documentales, lo dice muy bien: las heridas no están cerradas y su único tratamiento es la verdad, la justicia y la reparación. Juan Gelman, el poeta argentino, decía que no pocos de quienes preconizan el olvido del pasado en realidad persiguen el olvido de su pasado particular. Herederos del franquismo, cuando dicen eso, en el fondo lo que quieren es que se olvide su pasado particular.

¿Qué reflexión final hace sobre esta equidistancia y esta falta de conocimiento que hay aún sobre la II República, el golpe de Estado del 36, la guerra y la dictadura?
Los historiadores advierten de que la incomprensión nace fatalmente de la ignorancia del pasado. No se puede construir un futuro con un pasado basado en la impunidad. Por eso para ser demócrata hay que ser antifascista. No se puede seguir blanqueando el fascismo, como se hace demasiado a menudo en el sistema educativo. No hay neutralidad ni equidistancia posible entre el fascismo y la democracia.

Fuente:
https://www.eldiario.es/sociedad/estudiantes-nazismo-franquismo_128_6768997.html

sábado, 21 de diciembre de 2019

LA HISTORIA RIMA. La dictadura de Franco para estudiantes Julián Casanovacontacta@infolibre.es @CasanovaHistory

LA HISTORIA RIMA
La dictadura de Franco para estudiantes

Julián Casanovacontacta@infolibre.es @CasanovaHistory

Han pasado cuarenta y cuatro años desde la muerte de Franco. Su dictadura forma parte de la historia. Es un tema de estudio consolidado en los proyectos de investigación universitarios, en congresos y publicaciones científicas y en algunos programas de enseñanza que se imparten en los centros de enseñanza Secundaria. Pero es también objeto de controversia política y de discusión pública, de mentiras y propaganda, utilizado como instrumento de opinión e insulto frente a la investigación y el conocimiento históricos.

Más de cuatro décadas después de su final, y sacados ya los restos de Franco del Valle de los Caídos, propongo aquí una información básica, de historiador especializado y comprometido con la indagación rigurosa y fiel a las fuentes, para transmitir en los centros de enseñanza a los estudiantes.

Más de cuatro décadas después de su final, y sacados ya los restos de Franco del Valle de los Caídos, propongo aquí una información básica, de historiador especializado y comprometido con la indagación rigurosa y fiel a las fuentes, para transmitir en los centros de enseñanza a los estudiantes.

1. LA DICTADURA DE FRANCO EN EUROPA:
-El general Francisco Franco comenzó el asalto al poder con una sublevación militar en julio de 1936 contra la Segunda República y lo culminó en abril de 1939, tras la victoria en una guerra civil de casi mil días.

Cuando acabó la guerra civil española, más de la mitad de los 28 Estados europeos estaban dominados por dictaduras con poderes absolutos, que no dependían de mandatos constitucionales ni de elecciones democráticas. Excepto en el caso de la Unión Soviética de Stalin, todas esas dictaduras procedían del firmamento político de la ultraderecha.

Mientras Franco consolidaba su dictadura tras el triunfo en la guerra civil, lo que los españoles llamamos posguerra, la Segunda Guerra Mundial trastocaba de forma radical el mapa de Europa que había salido de la de 1914-1918. Entre 1939 y 1941, siete dictaduras derechistas de Europa del Este cayeron bajo el dominio directo de Alemania o Italia: Polonia, Albania, Yugoslavia, Grecia, Lituania, Letonia y Estonia. En el mismo período, siete democracias fueron desmanteladas: Checoslovaquia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia.

El general Francisco Franco y su dictadura no eran, por lo tanto, una excepción en aquella Europa de sistemas políticos autoritarios, totalitarios o fascistas.

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, las dictaduras derechistas, que habían sido dominantes desde los años veinte, desaparecieron de Europa, salvo en Portugal y España. Francisco Franco y Antonio Oliveira de Salazar fueron los únicos dictadores que, como no intervinieron oficialmente en la Segunda Guerra Mundial, pudieron seguir en el poder tras ella. Esa es una gran diferencia entre las dictaduras de Europa del Este, destruidas por la guerra, y las de la Península Ibérica; y entre Franco y Salazar y todos esos dictadores, fascistas o no, que fueron ejecutados o huyeron a otros países tras 1945.

Franco se libró de ese final, aunque la intervención italiana y alemana había sido decisiva para su triunfo en la guerra y conquista del poder y aunque el fervor del sector más fascista de su dictadura por la causa nazi se había manifestado, pese a la no beligerancia oficial española, en la creación en 1941 de la División Azul, por la que pasaron cerca de 47.000 hombres que lucharon contra el comunismo en el frente ruso.

Muertos Hitler y Mussolini, Franco siguió treinta años más. Vista desde esta perspectiva comparada, el rasgo distintivo de la historia de España en el siglo XX fue la larga duración de la dictadura de Franco después de la Segunda Guerra Mundial, una dictadura fascista en sus orígenes que se perpetuó en la Europa occidental democrática. No fue un paréntesis, sino el elemento central que dominó el escenario de forma absoluta durante esas tres décadas.

2. ¿CÓMO DEFINIR LA DICTADURA DE FRANCO?
La larga duración de la dictadura, casi cuatro décadas, hace muy difícil identificarla con un solo adjetivo y obliga, si se quiere comprender históricamente, a prestar atención a sus dimensiones cronológicas y a su evolución dentro del cambiante contexto internacional. La dictadura de Franco coincidió con un escenario de cambio histórico acelerado con profundas transformaciones: crisis mundial de los años treinta; Segunda Guerra Mundial; Guerra Fría durante la segunda mitad de los años cuarenta y los cincuenta; fase de expansión económica y desarrollo en la década de los sesenta; y período de recesión económica durante la primera mitad de los setenta. Comenzó con Hitler dominando Europa y acabó cuando los Estados Unidos habían sido derrotados en la guerra de Vietnam.

En su período inicial de consolidación coincidió con la era del fascismo en Europa, iniciado en Italia en los años veinte y radicalizado en Alemania en los años treinta. La intervención fascista y nazi había sido decisiva para la victoria de Franco en la guerra y la dictadura de Franco comenzó desde abril de 1939 un proceso de fascistización, interrumpido por la derrota de las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial. A partir de ese momento, y tras superar desafíos de resistencia interna e internacionales, Franco se perpetuó en el poder durante la edad de oro de las democracias occidentales.

Tras la caída de los fascismos en Europa, la defensa del catolicismo como un componente básico de la historia de España sirvió a la dictadura de pantalla en ese período crucial para su supervivencia. Militares, falangistas, carlistas y la Iglesia aportaron sus ideas y símbolos a la nueva España, aunque el discurso nacional-católico acabó, a partir de 1945, dominando. El Ejército, la Falange y la Iglesia representaban a esos vencedores y de ellos salieron el alto personal dirigente, el sistema de poder local y los fieles siervos de la Administración.

En lo que todos estuvieron de acuerdo, sin embargo, fue en el culto rendido al general Franco. Desde octubre de 1936, obispos, sacerdotes y religiosos comenzaron a tratar a Franco como un enviado de Dios para poner orden en la “ciudad terrenal”. Acabada la guerra, el “insigne, victorioso y amado Caudillo” fue rodeado de una aureola heroico-mesiánica que le equiparaba a los santos más grandes de la historia. Aparecían por todas partes estatuas, bustos, poesías, estampas, hagiografías. La imagen de Franco como militar salvador y redentor era cuidadosamente tratada e idealizada en el “Noticiario Español” (NO-DO). Su retrato presidió durante los casi cuarenta años de dictadura las aulas, oficinas, establecimientos públicos y se repetía en sellos, monedas y billetes. Y como ninguna legitimidad podía ser superior a la que procedía de la potestad divina, Franco fue “Caudillo de España por la gracia de Dios”.

Fue, en suma, una dictadura de origen fascista, con presencia importante de valores militares y católicos, donde el orden, el caudillaje y la religión desempeñaron un papel fundamental.

3. VENCEDORES Y VENCIDOS
Tras el final oficial de la guerra, el 1 de abril de 1939, la destrucción del vencido se convirtió en prioridad absoluta. Comenzó en ese momento un período de ejecuciones masivas, y de cárcel y tortura para miles de hombres y mujeres, especialmente en aquellas provincias conquistadas por el ejército de Franco en los tres últimos meses de la guerra.

A finales de 1939 y durante 1940 las fuentes oficiales daban más de 270.000 reclusos, una cifra que descendió de forma continua en los dos años siguientes debido a las numerosas ejecuciones y a los miles de muertos por enfermedad y desnutrición. Al menos 50.000 personas fueron ejecutadas entre 1939 y 1946. “La retirada”, como se conoció al gran exilio de 1939, llevó a Francia a unos 450.000 refugiados en el primer trimestre de ese año, de los cuales 170.000 eran mujeres, niños y ancianos. Unos 200.000 volvieron en los meses siguientes, para continuar su calvario en las cárceles de la dictadura franquista.

España vivió a partir de abril de 1939 la paz de Franco, las consecuencias de la guerra y de quienes la causaron. España quedó dividida entre vencedores y vencidos. Para recordar siempre su victoria en la guerra, para que nadie olvidara sus orígenes, la dictadura de Franco llenó de lugares de memoria el suelo español, con un culto obsesivo al recuerdo de los caídos, que era el culto a la nación, a la patria, a la verdadera España frente a la anti-España, una manera de unir con lazos de sangre a las familias y amigos de los mártires frente a la memoria oculta de los vencidos, cuyos restos quedaron abandonados en cunetas, cementerios y fosas comunes.

El proyecto reformista de la República y todo lo que esa forma de gobierno significaba fue barrido y esparcido por las tumbas de miles de ciudadanos; y el movimiento obrero, sus organizaciones y su cultura, resultaron sistemáticamente eliminados en un proceso más violento y duradero que el sufrido por otros movimientos europeos de resistencia al fascismo.

La paz de Franco, que mantuvo el estado de guerra hasta abril de 1948, transformó la sociedad, destruyó familias enteras, rompiendo las básicas redes de solidaridad social, e impregnó la vida diaria de miedo, de prácticas coercitivas y de castigo. La amenaza de ser perseguido, humillado, la necesidad de disponer de avales y buenos informes para sobrevivir, podía alcanzar a cualquiera que no acreditara una adhesión inquebrantable al Movimiento o un pasado limpio de pecado republicano.

Con el paso del tiempo, la violencia y la represión cambiaron de cara, la dictadura evolucionó, “dulcificó” sus métodos y, sin el acoso exterior, pudo descansar, ofrecer un rostro más amable. Pero la dictadura nunca renunció a la guerra civil como acto fundacional, que recordó una y otra vez para preservar la unidad de esa amplia coalición de vencedores y para seguir humillando a los vencidos. La represión fue una útil inversión que Franco supo administrar hasta el final. Porque Franco murió matando. Pocas semanas antes de su muerte, ordenó la ejecución de cinco supuestos terroristas, tres del FRAP y 2 de ETA. Para dejar bien claro qué tipo de dictadura había sido la suya, desde la victoria en la Guerra Civil hasta el último suspiro en noviembre de 1975.

​​​​​​​4. ¿POR QUÉ LA DICTADURA DURÓ TANTO TIEMPO?
Al tratar de identificar las causas de esa larga duración, siempre sale, en primer lugar, por orden de aparición en la historia, la represión y la cultura excluyente, ultranacionalista, que dominaron la sociedad española desde la victoria en la guerra a la muerte de Franco. El mantenimiento de ese escenario de violencia, miedo y vigilancia durante tanto tiempo resulta incomprensible si no se tiene en cuenta el papel fundamental del Ejército, del ejército de Franco, construido en medio de una guerra civil y de una posguerra victoriosa, que garantizó en todo momento la continuidad de la dictadura, porque unido en torno a su Caudillo y al recuerdo del 18 de julio no presentó fisuras.

Franco y su ejército debieron también adaptarse a los cambios en la situación internacional. La situación internacional fue muy propicia para el franquismo, desde sus orígenes hasta el final. En 1939, derrotada la República, el clima internacional tan favorable a los fascismos contribuyó a consolidar la violenta contrarrevolución iniciada ya con la ayuda inestimable de esos mismos fascismos desde el golpe de julio de 1936. Muertos Hitler y Mussolini, a las potencias democráticas vencedoras en la Segunda Guerra Mundial les importó muy poco que allá por el sur de Europa, en un país de segunda fila que nada contaba en la política exterior de aquellos años, se perpetuara un dictador sembrando el terror e incumpliendo las normas más elementales del llamado “derecho internacional”. En palabras de un alto diplomático británico, la España de Franco “sólo es un peligro y una desgracia para ella misma”.

Conforme avanzaba la Guerra Fría, como Franco era un aliado fiable en la contienda mundial contra la Unión Soviética, no se ejerció sobre su dictadura una presión irresistible para que se "democratizase". Franco y su régimen fueron, así, gradualmente rehabilitados, algo que se confirmó plenamente con los Acuerdos con Estados Unidos firmados el 26 de septiembre de 1953, la firma del Concordato con el Vaticano el 27 de agosto de aquel mismo año y el ingreso de España en la ONU en diciembre de 1955.

Sin intervención exterior, con un ejército unido y con un apoyo unánime, salvo en los últimos años, de la Iglesia católica, en su labor educativa y de control social, la dictadura de Franco estaba destinada a durar, aunque las dictaduras no se sostienen sólo en las fuerzas armadas o en la represión. Para sobrevivir y durar, necesitan bases sociales y la dictadura de Franco, salida de una guerra civil, no fue en ese aspecto una excepción.

Los apoyos del franquismo fueron amplios, más allá de toda la gente de orden que se sumó a la sublevación en julio de 1936 y estuvo siempre agradecida a Franco por la victoria. Salvo los más reprimidos, perseguidos y silenciados, a los que la dictadura excluyó y nunca tuvo en cuenta, el resto de esa España que había estado en el bando de los vencidos se adaptó, gradualmente y con el paso de los años, con apatía, miedo y apoyo pasivo, a un régimen que defendía el orden, la autoridad, la concepción tradicional de la familia, los sentimientos españolistas, la hostilidad beligerante contra el comunismo y un inflexible conservadurismo católico.

Los cambios producidos por las políticas desarrollistas, a partir del Plan de Estabilización de 1959, aconsejado por el Fondo Monetario Internacional, y de la llegada de los tecnócratas del Opus Dei al Gobierno, ampliaron y transformaron sus bases sociales. El crecimiento económico fue presentado como la consecuencia directa de la paz de Franco, en una campaña orquestada por Manuel Fraga desde el Ministerio de Información y Turismo y plasmada en la celebración en 1964 de los XXV Años de Paz, que llegó hasta el pueblo más pequeño de España.

Esos “buenos” años del desarrollismo, opuestos a la posguerra, la autarquía y el hambre, alimentaron la idea, sostenida todavía en la actualidad por la derecha política, de que Franco fue un modernizador que habría dado a España una prosperidad sin precedentes. Resulta difícil creer y demostrar, sin embargo, que un general que, junto con sus compañeros de armas, provocó una guerra civil, con efectos desastrosos, y se mantuvo en el poder absoluto y de forma violenta durante casi cuatro décadas, fuera un modernizador o un salvador de la patria frente al comunismo y la revolución.

Más de una generación de españoles creció y vivió bajo el dominio de Franco, sin ninguna experiencia directa de derechos o procesos democráticos. Ese gobierno autoritario tan prolongado tuvo efectos profundos en las estructuras políticas, en la sociedad civil, en los valores individuales y en los comportamientos de los diferentes grupos sociales. En 1945, Europa occidental dejó atrás treinta años de guerras, revoluciones, fascismos y violencia. Pero España se perdió durante otras tres décadas ese tren de la ciudadanía, de los derechos civiles y sociales y del Estado de bienestar.

El principal responsable de que eso fuera así, Francisco Franco, ayudado por sus compañeros de armas y apoyado casi hasta el final por amplios sectores de la población española, se empeñó en llevar un camino diferente al de las democracias occidentales. Y durante años y años, muchos españoles defendieron y aceptaron estar organizados, y obligar a quienes no lo quisieran estar, conforme a estrictas reglas autoritarias.

Con propaganda y memorias divididas, esos trágicos sucesos del pasado han proyectado su larga sombra sobre el presente democrático y, frente a ella, necesitamos miradas libres y rigurosas, que atiendan al conocimiento y a las diversas investigaciones que los historiadores hemos proporcionado en los últimos años. Conocimiento, enseñanza y transmisión y divulgación precisa de la historia. Más allá de las mentiras.
                                                        _______________________ 

Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza e investigador del Institute for Advanced Study de Princeton

lunes, 15 de octubre de 2018

Septiembre de 1975: la solidaridad internacional aísla al régimen franquista.

Héctor García Barranco
Rebelión

"La muerte de Franco significa la caída del último de los signos del totalitarismo nazi-fascista que envuelve toda una etapa en la vida de la humanidad en el siglo XX. Franco había sido un símbolo [...] impuesto por la fuerza de los ejércitos nazifascistas y como producto de una sublevación militar en España " [1].

Luis Echevarria, Presidente de la República de México, 20 de Noviembre de 1975.


Hay muy pocos acontecimientos en la historia de España que se encuentren al margen de la interpretación historiográfica o del debate político. El 27 de Septiembre de 1975 el franquismo decidió morir asesinando. Y este es un hecho fuera de cualquier discusión. La ejecución de las condenas a muerte de los jóvenes militantes del FRAP, Xose Humberto Baena, Ramón García Sanz y Jose Luís Sánchez Bravo, así como de los militantes de ETA, Juan Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui, representó la última gran expresión del totalitarismo fascista iniciado en Julio de 1936.

Durante los meses de Agosto y Septiembre de 1975, la comunidad internacional denunció con rotundidad la oleada de detenciones masivas, la falta de garantías en los juicios-farsa, la brutalidad de las torturas y el sadismo de los asesinatos. Los pueblos de Europa y otras partes del mundo protagonizaron manifestaciones sin precedentes, para defender la vida de los jóvenes luchadores antifranquistas. Las acciones multitudinarias de solidaridad y la presión diplomática al más alto nivel, significaron un auténtico golpe de efecto internacional en el proceso de agonía del Régimen de Franco.

La comunidad internacional en defensa de las libertades democráticas.

La conmoción, generada por los asesinatos en el conjunto de la comunidad internacional, produjo acontecimientos parcialmente conocidos por la opinión pública interior, pero de máxima relevancia política en el exterior: el llamamiento a la expulsión de la ONU de España por parte del Presidente de México, Luis Echevarría; o la mayor retirada de Embajadores en Madrid de la historia en 4 días, con la participación de nada menos que 17 Estados como Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Suecia, Noruega, Reino Unido, Portugal, Holanda o Canadá. Así mismo, también fueron mundialmente conocidas las imágenes del Primer Ministro socialdemócrata sueco, Olof Palme, pidiendo en las calles de Estocolomo, hucha en mano, el apoyo económico por la “libertad en España” [2] ; o los ruegos y llamadas telefónicas del Papa Pablo VI en la noche del 26 de Septiembre, desoídos por el Dictador.

Estos episodios fueron consecuencia directa de importantes movilizaciones internacionales antifascistas, en defensa de la libertades políticas y por la Democracia, en un contexto mundial de lucha masiva anti-imperialista (con la Guerra de Vietnam recientemente acabada en Abril de 1975). En los días 26 y 27 de Septiembre las movilizaciones llegan a congregar a 100.000 personas en París, con acciones multitudinarias constantes en Marsella, Hendaya, Perpignan, Lyon, Burdeos, el corte de la línea férrea en Ciboure o el rodeo permanente del Consulado en Toulouse; se organizaron concentraciones y manifestaciones en todo el territorio alemán: Frankfurt, Colonia, Bremen, Berlín, Hannover, Bonn o Dusseldorf. Las protestas en Italia toman una dimensión desbordante con 50.000 personas recorriendo Roma, el Consulado de Florencia es asaltado y 20.000 manifestantes bloquean Milan, donde también se fija un piquete permanente en el Consulado; en Utrecht salen 15.000 personas a la calle con la participación del Primer Ministro holandés y varios miembros del Gobierno; además, se movilizaron 8.000 personas en Estocolmo y 2.000 manifestantes rodean la Embajada en Atenas. La respuesta en Portugal a los asesinatos es masiva y contundente: con las emisoras de radio más importantes emitiendo mensajes de solidaridad en castellano, y después de atacar el Consulado, 30.000 personas asaltan y queman la Embajada franquista de Lisboa [3].

Las movilizaciones dentro y fuera del Estado español no pudieron impedir los asesinatos de los 5 luchadores antifranquistas, pero las acciones y las protestas internacionales se mantuvieron activas hasta la muerte de Franco. El exilio político, el fenómeno de la migración económica y la solidaridad internacionalista de los pueblos del mundo, organizados en Partidos Políticos, Sindicatos, Asociaciones o Colectivos de la sociedad civil, explican la fortaleza de aquel movimiento antifascista global desatado entre Octubre y Noviembre del `75. Este movimiento internacional masivo desgastó, aislando políticamente al Régimen, hasta la muerte del dictador. El día 28 de Septiembre, la manifestación en Ginebra contra la delegación franquista en la ONU, congrega a 5.000 personas y se salda con 60 policías heridos; ese mismo día 2.000 personas recorren Quebec en una manifestación histórica, se realizan simultáneamente mítines en ciudades noruegas como Oslo o Bergen y es quemada la Embajada de España en Bruselas. Al día siguiente, en el acto institucional de apertura del curso político en Roma, con la Embajada asaltada y quemada dos días antes, el Presidente del Senado Italiano rinde homenaje a los militantes demócratas del FRAP y de ETA, asesinados por el franquismo.

Incontables acciones de solidaridad en Octubre y Noviembre se reproducen en Suiza, Reino Unido, Dinamarca, Suecia, Venezuela, México, Australia, Turquía, Malta o Colombia, donde es atacado el consulado de Medellín [4] . El libro “27 de Septiembre. Cinco Héroes del Pueblo”, editado en la clandestinidad en enero de 1976, señala que el día 2 de Octubre la Federación Sindical Mundial llama a una “Jornada Mundial de Boicot al Franquismo”. En esta convocatoria, articulada por el sindicalismo internacional, participaron millones de trabajadores con especial incidencia en Europa y América Latina. En Francia, Inglaterra, Suecia, Noruega, Holanda o Italia el Boicot a barcos, trenes, aviones, así como a las comunicaciones postales, telegráficas y telefónicas fue generalizado. En Grecia, Italia y Bélgica, se produce un Paro General de 15 minutos en todas las empresas. En Ankara los trabajadores cortan los suministros de agua y electricidad de la Embajada española de Turquía. Mención especial merece la acción en Suecia, por la cual se cancelaron más de 15.000 viajes turísticos a España en un solo día.

El 17 de Octubre 3.000 personas se manifiestan en Londres, a modo de “reclaim the streets”, tras la finalización de un Acto Público exigiendo la libertad de todos los presos políticos y las libertades para los pueblos del Estado español. La Marcha Internacional de París del 1 de Noviembre, con la participación de numerosas personalidades de toda Europa, reúne a 15.000 personas. Las iniciativas antifranquistas se suceden cada semana en Bélgica (Bruselas), en Holanda (Rotterdam), en Suecia (Goteborg), en Suiza (Ginebra) o en Italia (Roma). El 19 de Noviembre, un día antes de la muerte del dictador, se celebra un mitin en Nueva York en memoria del Presidente del FRAP Julio Álvarez del Vayo (ex Ministro durante la Segunda República). Aquel día, una serie de senadores liberales del Partido Demócrata firman una carta dirigida al Presidente de los EEUU protestando por el apoyo prestado a la España franquista.

Entre Octubre y Noviembre de 1975 otras personalidades como el Primer Ministro de Dinamarca Anker Joergensen, el Alcalde de Frankfurt Rudi Arndt, o el Arzobispo Cardenal Dopfner de la Archidiócesis de Berlín, entre otros, manifiestan su repulsa al Régimen franquista. Además, instituciones de considerable relevancia como el Ayuntamiento de Génova, la Bienal de Venecia, la Asociación Nacional de Magistrados de Italia, la Organización Internacional de Periodistas o la Comisión Internacional de Juristas se posicionan mostrando su solidaridad con los 5 asesinados. Numerosos comités de Amnsitía Internacional denuncian los crímenes y en la reunión de la Internacional Socialista, Willy Brandt, Olof Palme, François Mitterand y Harold Wilson protestan públicamente contra las penas de muerte de los militantes del FRAP y de ETA.

La intelectualidad internacional, comprometida con la Democracia

Otro elemento de interés relacionado con las iniciativas solidarias internacionales que los crímenes de Septiembre de 1975 produjeron, fue el apoyo de múltiples intelectuales de prestigio internacional a la causa antifascista y por la libertad de los pueblos.

El 12 de Septiembre, Jean Ziegler, Consejero Nacional en Ginebra y miembro de la Comisión de Exteriores, hace llegar una carta al Embajador español en Berna dando a conocer el informe de la Comisión Internacional de Juristas. En la misiva, se denuncian las torturas y las vulneraciones de derechos humanos de los “jovenes militantes demócratas” y manifiesta su deseo de “protestar vigorosamente, interpretando el sentimiento de repulsa de numerososo ciudadanos y ciudadnas suizas, contra las torturas que han soportado los cinco acusados, según testimonios irrefutables, durante la fase de instrucción del proceso”.

Multitud de personalidades internacionales con gran prestigio como el historiador hispanista francés Pierre Vilar, el poeta suizo Georges Haldas, el director de cine Pier Paolo Pasolini o sociólogos y profesores de la Universidad de Frankfurt, entre los que destacan el historiador Ernest Bloch, el filósofo Johannes Ernst Seiffert , el escritor y periodista de investigación Günter Wallraff o la profesora Elisabeth Siegel, envían mensajes solidarios condenando al franquismo. El filósofo y profesor de la Sorbona Olivier Revault D’Allones, impulsó un conocido “Manifiesto de Solidaridad con los Revolucionarios de la Península Ibérica”.

Además, el Régimen expulsa de Madrid al cineasta Costa Gavras, al actor Yves Montand y al escritor Regis Debray en el marco del viaje ex profeso realizado para presentar el célebre “Llamado a los antifascistas en Francia” [5] ; la acción de denuncia, firmada por 400 intelectuales entre los que se encuentran Jean Paul Sartre, Bernard Clavel, Michel Foucalt, Yves Deschelles o André Malraux, concluye con un categórico “llamamos al pueblo francés, a todos los antifascistas, a mostrar activamente su solidaridad con el pueblo español y a utilizar todos los medios para detener el brazo de los verdugos franquistas”.

43 años después de los acontecimientos del Otoño de 1975, es de justicia reconocer el enorme sacrificio realizado por las personas defensoras de las libertades que lo dieron todo, incluyendo sus vidas, en la lucha contra la Dictadura franquista [6] . Es de justicia, así mismo, reconocer y agradecer la tenacidad del exilio político, la valentía de la emigración en Europa y la solidaridad del conjunto de la comunidad internacional, por el papel desempeñado en desenmascarar y denunciar la brutalidad y la crueldad de la Dictadura. A pesar de la impunidad del “borrón y cuenta nueva” que supuso la Transición, en lo que se refiere al reconocimiento pleno de las miles de personas que lucharon dentro y fuera del Estado español contra el fascismo, reparar a todas las víctimas de crímenes de lesa humanidad sigue siendo una asignatura pendiente y una obligación democrática. A día de hoy, las víctimas del tardofranquismo no han sido derrotadas y, paradojicamente, continúan encontrando en la comunidad internacional respaldo y apoyo para seguir luchando por la Verdad, la Justicia y la Reparación.
Notas:

[1] Carlos Sola Ayape, De Cárdenas a Echeverría: los 12 puntos de la política exterior de México hacia la España de Franco (1936-1975), Scielo Mexico, 2016.

[2] https://www.elperiodico.com/es/opinion/20160228/la-hucha-de-olof-palme-4935178
[3] Autor@s Anónim@s, 27 de Septiembre, Cinco Héroes del Pueblo, Agencia de Prensa España Popular, Francia, 1978.

[4] Grupo Adelvec, FRAP, 27 de Septiembre de 1975, Ediciones VOSA, 1985.

[5] https://www.elconfidencial.com/espana/2015-09-20/fusiladlos-el-principio-del-fin-del-franquismo_1024329/ 

[6] https://blogs.publico.es/verdad-justicia-reparacion/2018/09/22/27-de-septiembre-de-1975-manana-cuando-me-maten/

Héctor García Barranco. Licenciado en Historia y militante de PODEMOS en Euskadi. 
Firmas de acompañamiento y apoyo al contenido del artículo:

Josetxo Arrieta Arrieta, Senador del “Grupo Confederal UNID@S PODEMOS/EN COMÚ PODEM/EN MAREA”.

Tinixara Guanche Suárez, Diputada en el Parlamento Vasco de “ELKARREKIN PODEMOS”.

José David Carracedo Verde, Diputado en el Congreso del “Grupo Confederal UNID@S PODEMOS/EN COMÚ PODEM/EN MAREA”.

Isabel Serra Sánchez, Diputada en la Asamblea de Madrid de “PODEMOS”.

Miguel Urbán Crespo, Diputado en el Parlamento Europeo de “PODEMOS”.

domingo, 29 de julio de 2018

Imagina. En ese extraño país la democracia parece estar tutelada aun por ese dictador desde su tumba.

Imagina que el 14 de abril de 1931 se instituyó en un extraño país una República con una Constitución democrática. Imagina que, en julio de 1936, un general golpista se proclamó a sí mismo salvador de la patria y derribó a sangre y fuego ese régimen legalmente constituido, provocando una guerra civil con medio millón de muertos y otros tantos desterrados. Imagina que, después de su victoria, este general sumió a ese extraño país en una dictadura férrea de 40 años sin dejar de fusilar a miles de ciudadanos bajo juicios sumarísimos y mientras mantenía las cárceles llenas de presos políticos se sirvió de ellos como esclavos para construir un mausoleo faraónico perforando una montaña bajo una desmesurada cruz de granito.

Imagina que ese panteón situado a las afueras de la capital del Estado le sirvió de propia sepultura y que allí permanecen sus despojos todavía, pero, antes de morir, este general golpista nombró a su sucesor a título de rey, quien después de verse envuelto en varios escándalos de corrupción tuvo que abdicar en su hijo.

Imagina que uno de los ministros de este dictador fundó una formación política de derechas con el nombre de Partido Popular, que ha gobernado en ese extraño país gracias a una Transición democrática cuyos aciertos han permitido a los ciudadanos, no sin ciertos riesgos, vivir en libertad bajo una Constitución, que parte del territorio no acata. Imagina que un juez alemán muy escrupuloso ha recibido una euroorden para que entregue a ese extraño país a uno de sus políticos prófugo de la justicia.

Pensando en lo que sería Alemania si tuviera a Hitler en un gran mausoleo cerca de Berlín, tal vez ese juez no consiga desprenderse de ciertos prejuicios al sospechar, aunque sea de forma difusa y muy confusa, que, en ese extraño país, la democracia parece estar tutelada aún por ese dictador desde su tumba.

https://elpais.com/elpais/2018/07/27/opinion/1532693032_489793.html

domingo, 13 de mayo de 2018

El egipcio Shawkan, icono mundial de la libertad de prensa. El periodista lleva casi cinco años en la cárcel tras cubrir una protesta contra el régimen.

Su imagen detrás de unos barrotes, simulando hacer una fotografía con una cámara imaginaria, ha dado la vuelta al mundo y se ha convertido en un icono de la lucha por la libertad de prensa. Se llama Mahmoud Abu Zeid, más conocido por su mote Shawkan, y ya lleva casi cinco años de prisión preventiva en Egipto después de haber sido arrestado mientras cubría el violento desalojo de un campamento de protesta islamista que se saldó con la muerte de al menos 800 personas. Actualmente está siendo juzgado por unos cargos inverosímiles, como intento de asesinato, o pertenencia a un grupo terrorista, y en caso de ser declarado culpable podría ser condenado a muerte. Con él, otros 27 periodistas languidecen en las cárceles egipcias, lo que convierte al país árabe en el tercero en el ranking mundial de reporteros encarcelados.

La sangrante injusticia cometida contra este joven de 29 años ha llevado a diversas ONG de derechos humanos como Amnistía Internacional a movilizarse en su favor. El último reconocimiento le ha llegado de la Unesco, que le ha concedido este año el Premio Guillermo Cano a la libertad de prensa. La reacción del Gobierno egipcio ha sido airada. El Ministerio de Asuntos Exteriores expresó que “lamenta profundamente” la elección de la institución internacional de “distinguir a alguien acusado de cometer actos terroristas y criminales”.

El Cairo no soporta la internacionalización del caso Shawkan porque encarna la arbitrariedad y los abusos que padecen y han padecido miles de egipcios, la mayoría opositores políticos, desde el golpe de Estado de 2011. Por ejemplo, el periodo máximo de prisión preventiva en Egipto es de 24 meses, superado con creces por Shawkan. Además, su salud es delicada, razón de más para ponerlo en libertad. “Presentamos informes del hospital que indican que tiene anemia y también hepatitis C”, declararon sus padres a Efe. A pesar de todo el sufrimiento de estos años, sus padres aseguran que está deseando salir de la cárcel para volver a hacer fotos.

https://elpais.com/elpais/2018/05/02/opinion/1525279502_676859.html

miércoles, 27 de diciembre de 2017

La represión económica del Franquismo. Otra represión cruel y en gran parte desconocida por los españoles. Profesor de Secundaria. Zaragoza, Cándido Marquesán Millán.

Es lamentable que una parte de la sociedad española ignore los crímenes del franquismo o le resultan irrelevantes. Hay razones. En la enseñanza de los colegios e institutos, períodos claves de nuestra Historia del siglo XX como la II República, la Guerra Civil y la dictadura franquista reciben un tratamiento escaso. El profesor Enrique Javier Díez Gutiérrez en el artículo Educando la memoria de las jóvenes generaciones: el olvido escolar de la II República y de la barbarie franquista, nos dice que en el documental Los campos del silencio sobre los presos republicanos, la última parte se grababa en el Instituto de Secundaria de Fabero del Bierzo (León), por lo que preguntó a un grupo de alumnos/as sobre el campo de concentración que había estado ubicado en su pueblo, donde hubo un batallón de unos 250 presos republicanos, de 1939 a 1947, trabajando como esclavos para una empresa privada (Minas Moro) y extrayendo carbón en las minas del Bierzo. La existencia de tal campo la desconocían, y eso que algunos de sus abuelos habían estado ahí presos. Hay muchos responsables de este olvido lamentable. Veremos algunos en estas líneas.

En esa filosofía del olvido, el vicesecretario general de Comunicación del Partido Popular, Pablo Casado, espetó: «Hay que olvidar la Historia», justo el 20-N, cuando se conmemora el aniversario de la muerte de Franco. ¡Qué obsesión con olvidar nuestra Historia! Lo grave es que ese pensar y sentir están muy extendidos en una parte importante de la sociedad española. Hace unos días lo pude comprobar: un señor aducía encolerizado “Ya está bien de sacar la mierda”, cuando alguien le argumentaba de la necesidad de enterrar dignamente a muchos de los republicanos asesinados y que permanecen en las cunetas. Hoy mismo acabo de leer un artículo excelente y pleno de valores éticos, que me parece muy oportuno, del profesor de Filosofía de la Universidad de Zaragoza, Juan Manuel Aragües, con un título muy explícito España no es Argentina, donde nos señala, no hace falta excesivo comentario para poner de manifiesto la distancia que existe entre España y Argentina. Allí, el dolor de las víctimas es recompensado con justicia reparadora; aquí, al dolor de las víctimas se añade la imposición del silencio.

Es de dominio común, salvo para algunos olvidadizos y desconocedores del auténtico significado de una democracia, que la dictadura de Franco ejerció una represión brutal sobre todos aquellos que lucharon en el bando republicano. Esta represión que supuso exilio, cárcel, torturas y muertes para cientos de miles de españoles, ha sido estudiada en gran parte por algunos historiadores valientes. En Aragón tenemos un buen ejemplo en el libro El pasado oculto: Fascismo en Aragón (1936-1939) publicado en 1992, dirigido por Julián Casanova, con las historiadoras Ángela Cenarro, Julita Cifuentes, Mª Pilar Maluenda y Mª Pilar Salomón, donde pudimos conocer por primera vez y que supuso un aldabonazo en muchas mentes adormecidas, un listado de muchos aragoneses asesinados por el fascismo. Puedo contar la anécdota de cómo se le arrasaban los ojos a un amigo, cuando le presté este libro, y pudo leer por primera vez escrito el nombre de su padre asesinado por los fascistas.

Ha existido otro tipo de represión económica, prácticamente desconocida para gran parte de la sociedad española. Hoy podemos conocerla en Aragón también gracias al libro Pagar culpas. La represión económica en Aragón (1936-1945) de 2014 dirigido por Julián Casanova y Ángela Cenarro, y de los jóvenes historiadores Estefanía Langarita, Nacho Moreno e Irene Murillo.

Sancionar económicamente a los vencidos tuvo cobertura legal y respondía a un plan sistematizado con objetivos concretos. El Decreto 108 de 13 de septiembre de 1936 de la Junta de Defensa Nacional declara la ilegalidad de todos los partidos políticos que integraban el Frente Popular y se inician las incautaciones de todos sus bienes. Luego, el Decreto de 12 de noviembre de 1936, por el que se deja sin validez y se incautan las pesetas republicanas, el llamado «dinero rojo», dejando a las familias en la más absoluta ruina. Unos meses después el Decreto-Ley de 10 de enero de 1937 puso en marcha la Comisión Central de Bienes Incautados, encargada de confiscar los bienes de fortuna de los republicanos de los territorios conquistados.

Quiero reflejar esta represión económica, impuesta a los republicanos “Rojos” en Híjar, pueblo de la provincia de Teruel. Las grandes síntesis históricas no podrían realizarse sin investigaciones de historia local, comarcal o regional. Para ello me he servido del Libro de Actas Municipales. La conquista del pueblo por las tropas fascistas fue en marzo de 1938, después de haber sometido a la población a unos dramáticos bombardeos por la Legión Cóndor.

En el Pleno municipal de 24 de abril de 1938 se decidió que debían juntarse en un local los colchones y las máquinas recuperadas en Híjar a los rojos huidos, por ser estos objetos de difícil asignación para su dueño, ser de primera necesidad y muy codiciados por todos. En el Pleno de 8 de mayo de 1938 decidieron recoger todas las máquinas, trillos, arados, atalajes de labranza y demás enseres que estaban abandonados por los rojos en las eras, fincas y torres de este término municipal y depositarlos en un local de la carretera propiedad de un terrateniente. Del mismo modo acordaron colocar en la puerta de los pajares de los huidos rojos de esta localidad un letrero que dijera: "Incautado por el Ayuntamiento y prohibida la entrada a toda persona no autorizada por el mismo”, procediéndose a su cierre. A su vez cualquier vecino que quisiera paja de estos pajares debía pagar 5 pesetas por viaje al Ayuntamiento. En el Pleno de 1 de mayo de 1938 se tomó la decisión de repartir los objetos recuperados, en primer lugar a los familiares de los fusilados (al inicio de la guerra los hubo en la localidad por parte de las columnas anarquistas) y pobres de solemnidad; y después a aquellos individuos que, a juicio del Ayuntamiento, por su conducta política durante el actual movimiento fueran más acreedores de obtener beneficios de dicho reparto, acordando se hiciera relación de los bienes entregados a cada uno y nombrar para ello a un concejal, al alguacil y al secretario. En el Pleno de 15 de mayo de 1938, se leyó por parte del Alcalde el contenido de la Ley inserta en el Boletín Oficial de la provincia de Zaragoza nº 108, (durante unos meses estuvo dependiendo Híjar de la administración de Zaragoza) sobre recuperación agrícola de los productos de la tierra de aquellas fincas abandonadas por los rojos de la localidad, por la cual se debía constituir una Comisión, integrada por el Alcalde como Presidente, un Secretario que será el del Ayuntamiento; y, como vocales, un representante de F.E.T. y de las J.O.N.S., un agricultor y un práctico de campo nombrado por el Ayuntamiento. En el Pleno del 11 de septiembre de 1938 se aprobó que se debía pagar, a partir del 1º de octubre próximo, por los actuales inquilinos, el alquiler de la casa que habitasen y que había sido abandonada por individuos rojos de esta villa, cuyo alquiler sería impuesto por una Comisión del Ayuntamiento, que revisaría el estado actual en que se encontrase cada uno de los edificios expresados; debían hacer lo mismo con los pajares de los rojos. En el Pleno de 22 de mayo de 1938 se adjudicó al vecino José Pitarque Pina, tras haberlo solicitado, el borrico del rojo huido Francisco Monzón Gómez.

Los rojos, también pagaron con su trabajo gratuito. El 11 de septiembre de 1938 el Ayuntamiento decidió que la limpieza y arreglo de los locales de las escuelas de párvulos del edificio de las hermanas de San Vicente de Paúl de esta villa, se hiciera con cargo al presupuesto municipal, a fin de que pudieran dar clase, y que, a ser posible, se emplease gente roja para proceder a la limpieza de toda la casa de las monjas, sita en la calle Otal, no pagando cantidad alguna a estas gentes. El 23 de octubre de 1938 se decidió que la leña que el Ayuntamiento facilita para la cocina de Auxilio Social de esta villa, la trajeran del Pinar los individuos clasificados como no afectos al Glorioso Movimiento Nacional de esta villa.

El 26 de marzo de 1939 se decidió que la limpieza de los solares particulares de los escombros producidos por la aviación (la franquista) la llevasen a cabo los rojos. El 9 de abril de 1939 para la construcción del Monumento a los Caídos se decidió que debían presentarse a trabajar los rojos durante 15 días, quedando además a elección del Ayuntamiento el poder mandar a dichos individuos mayor número de días en la limpieza de la localidad, si lo estimaba necesario.

Los rojos pagaron a su vez con su dinero. En el Pleno de 11 de septiembre de 1938 el Ayuntamiento decidió abrir una cuenta corriente en el Banco de Crédito de esta localidad, a nombre del Ayuntamiento con el nombre de "Retenidos", con todo el dinero incautado a los rojos, como desafectos al Régimen que acaudilla el Generalísimo Franco, y pronto en el Pleno de 11 de diciembre de 1938 decidieron que de ese dinero retenido a los rojos, se arreglase el local de la escuela de párvulos, tres dormitorios y una cocina de las monjas de San Vicente de Paúl. De la misma cuenta en el Pleno de 16 de abril de 1939, se aprobó asignar 1100 pesetas para arreglar la Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor.

También los rojos perdieron sus puestos de trabajo. Joaquín Losilla Gómez, Voz Pública; Felipe Castañer García, guardián de la cárcel de partido; Joaquín Turón Turón, enterrador en el cementerio católico municipal; José Muñoz Pérez, encargado de las aguas públicas; y Pascual Monzón Carrillo, caminero de la huerta.

Todo este entramado legislativo citado anteriormente y aplicado en Híjar, convergió en la Ley de Responsabilidades Políticas de 9 de febrero de 1939, promulgada tras la caída del frente catalán y con el inminente triunfo definitivo de la guerra. Todo este castigo económico iba dirigido a reforzar las arcas del franquismo a costa de los considerados culpables de la guerra, y a neutralizar cualquier futura reorganización de los adversarios

Siguiendo el artículo La legalización del expolio: la represión económica franquista de Víctor Peñalver Guirao, todas las personas que se mostraron a favor del sistema republicano o habían participado en él, desde 1934 y especialmente durante el gobierno del Frente Popular, o simplemente aquellas que mostraron pasividad ante la irrupción del «Glorioso Alzamiento Nacional», fueron las víctimas de esta ley represora. La Ley vulnera principios jurídicos básicos. Entre ellos, la retroactividad: una ley promulgada en 1939 condena la actividad política –contraria a los valores de una «nueva España» que aún no existía– desempeñada a partir del 1 de octubre de 1934. La ley consideraba delictivos hechos que en el momento de producirse eran legales, rompiendo el principio de nulle crime nulle poena sine lege. Además la gran mayoría de los acusados por responsabilidades políticas habían sido condenados ya por la jurisdicción militar por los mismos hechos, vulnerando el principio jurídico non bis in ídem. Por último, a este entramado judicial fraudulento le siguen aspectos tales como la extensión de la responsabilidad penal a personas muertas, a menores de edad, exiliados, ausentes y desaparecidos, o la transmisión «a modo de herencia» de las sanciones económicas a los familiares en el caso de haber fallecido/desaparecido el condenado.

En la página del Rolde de Estudios Aragoneses, que participó en la edición del libro Pagar culpas ya citado, podemos consultar el listado por orden alfabético de las 13.422 víctimas de la represión económica en Aragón. Me referiré a algunas. A Ramón Acín, pintor, escultor y humorista gráfico, cuyo asesinato fue particularmente avieso y cruel, se había ocultado provisionalmente en su propio domicilio, pero un día oyó cómo una patrulla fascista había entrado en el piso y maltrataba a su mujer, Conchita Monrás; Acín salió espontáneamente a defenderla y fue detenido, sacado a empellones de su casa y fusilado al poco en las tapias del cementerio de Huesca. Diecisiete días después le ocurría lo mismo a su mujer, sin otra responsabilidad política que haberlo sido. Ya muerto se le impuso una multa de 20.000 pesetas por sentencia de 20-7-1938. A Odón de Buen y del Cos, naturalista español que destacó como fundador de la oceanografía español y que marchó al exilio, una multa de 10.000 pesetas. A Antonio Plano, alcalde socialista de Uncastillo (Zaragoza), torturado brutalmente antes de morir y fusilado el 5 de octubre de 1936, una multa de 25.000 pesetas por sentencia de 28-10-1937, que al no poder ser pagada por su esposa le fueron confiscados su vivienda y todos sus enseres. A José Ignacio Mantecón nombrado gobernador de Aragón en 1937 por el gobierno de la República, que se exilió a Méjico, una multa de 10 millones de pesetas por sentencia de 26-10-1938. Termino con Bernardo Aladrén, socialista y ugetista, concejal del Ayuntamiento de Zaragoza durante la II República fue asesinado el 9 de agosto de 1936. Incluso muerto, las autoridades franquistas le sometieron a un juicio en 1941, a través del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Zaragoza para averiguar su comportamiento político con el objetivo de arrebatarle si tenía algún patrimonio. Su viuda rozando la miseria y sobreviviendo haciendo faenas por las casas, fue requerida sin contemplaciones varias veces a declarar ante el tribunal. Su expediente fue sobreseído por insolvencia.

Como señaló Xavier Domenech, que también es historiador, en la Comisión Constitucional del 8 de marzo pasado, el Tribunal de Responsabilidades Políticas provocó la mayor transferencia de rentas desde la desamortización de Mendizábal en la historia de España. Y mientras en los partidos políticos —y ahí reside el problema— ha habido varias leyes con las que se les ha restituido el patrimonio o se les ha indemnizado, nunca se ha planteado indemnizar también a las familias expoliadas en este periodo.

 http://www.nuevatribuna.es/opinion/candido-marquesan-millan/represion-economica-franquismo-otra-represion-cruel-gran-parte-desconocida-espanoles/20171216103048146370.html?1513511614339